EL CHICLE - Obrerofiel

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“EL CHICLE”
Por Arlina Cantú
Lectura: Salmo 99
Cita bíblica: “Jehová es tu guardador”. Salmo 121:5
Ya había quedado viuda y mis hijos eran muy jóvenes aún. Ambos militaban en
las filas de la sociedad de Esfuerzo Cristiano de nuestra iglesia y nuestra casa había
sido bautizada como “el albergue de los esforzadores” por la cantidad de jóvenes que
se hospedaban continuamente en ella.
Había entre los esforzadores de nuestra iglesia un joven, un tanto mayor, al que
mis hijos aman desde entonces como si fuera un hermano en la carne. Este joven
cristiano tenía un coche de modelo más reciente que el nuestro y, en sus constantes
viajes en otro medio de transporte, optaba por dejarlo en la cochera de nuestra casa y
nos autorizaba a usarlo.
Sucedió en un año nuevo, en el mes de enero.
Aquel muchacho nos avisó que saldría de viaje, y, yo, considerando que, como
siempre, el carro se quedaría en casa, no hablé con él de mi necesidad de utilizarlo
para cruzar al lado americano. Cuando lo mencioné, me dijo que, por esa vez, no
dejaría su coche en nuestra casa porque había ofrecido prestárselo a otras personas
que se lo habían pedido antes.
Esas personas eran nada menos que el menor de mis hermanos varones y su
esposa que tenían alguna necesidad especial y, a pesar de tener un buen vehículo,
ahora necesitaban de aquel para hacer un viaje relativamente cerca.
Indudablemente que cuando las cosas no suceden como nosotros deseamos
nos sentimos incómodos y molestos. Eso me sucedió en aquella ocasión, me enfadé
porque ya no podría hacer las cosas como las había planeado. Pero el Señor que es
infinitamente sabio, me dio una gran lección, un tanto dolorosa afectivamente, pero que
nunca olvidaré.
Resultó que “el chicle” como le llamaban en broma al coche por su peculiar color
café claro, se quedó en otra casa y, precisamente el día en que yo tenía pensado
usarlo, mis parientes sufrieron un choque tremendo en el que Dios les guardó de todo
mal, no así al coche que sufrió bastante daño.
Lamenté el accidente porque las personas me eran muy queridas, pero le di
muchas gracias a Dios por haber cuidado de mí.
-Oremos por las personas que conducen un vehículo.
Señor Dios, te rogamos humildemente que guardes en el hueco de tu mano poderosa a
todos los conductores de algún vehículo para que no sufran daño. Amén.
Usado con permiso
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