Características del sistema político de Suecia

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Características del sistema político de Suecia
Sistema de Gobierno
La forma de gobierno en Suecia es la monarquía constitucional hereditaria. Su
Constitución (1809) establece la división en tres poderes: ejecutivo, legislativo y
judicial. El primero es desempeñado por el Rey, por mediación del consejo de
Ministros: el segundo, Riksdag o Parlamento, está constituido por la Primera Cámara y
la Segunda Cámara; el tercero tiene por base los códigos de 1734 y está integrado por
Tribunales de primera instancia, las Audiencias y el Tribunal Supremo del Rey.
El soberano sueco es Carlos XVI Gustavo, desde el 15 de setiembre de 1973. El
Primer Ministro es Fredrik Reinfeldt desde septiembre de 2006. El sistema legislativo
es unicameral, con un Parlamento, con 349 miembros.
Un aporte político-social significativo de Suecia, es la figura del Defensor del Pueblo u
Ombusdsman, instaurado en 1809 y que actualmente ha sido adoptado por otros
países.
Primer Ministro
John Fredrik Reinfeldt es un político sueco nacido el 4 de agosto de 1965. Es el actual
líder del Moderata samlingspartiet (Partido Moderado), habiendo resultado elegido el
25 de octubre de 2003, en sustitución de Bo Lundgren. Tras la victoria del Partido
Moderado de Suecia en las elecciones del 17 de septiembre de 2006, se espera que
Reinfeldt sea nombrado Primer Ministro.
Parlamento
El Parlamento es el órgano constitucional de un Estado compuesto por los
representantes elegidos por el pueblo que tiene atribuida la misión principal de
expresar la voluntad de éste, elaborando y aprobado normas jurídicas de carácter
general e interviniendo en la integración y funcionamiento de otras Instituciones del
Estado.
Defensor del Pueblo
El Defensor del Pueblo es un funcionario del Estado encargado de representar los
intereses de los ciudadanos ante abusos que puedan cometer los funcionarios de un
Estado. La figura procede de la Constitución Sueca que estableció dicha figura en
1809 para dar respuesta inmediata a los ciudadanos ante abusos de difícil solución por
vía burocrática o judicial. De ahí que en muchos idiomas se haga referencia a su
nombre en sueco: Ombudsman.
Su efectividad queda limitada por la incapacidad de sancionar las actuaciones de la
administración, autoridades e instituciones a las que se dirige. También la propia
dejadez de funciones, no declarando entorpecedoras a esas instituciones, autoridades
e administraciones que se niegan a colaborar hacen del Defensor del Pueblo una
figura que necesita fórmulas de revitalización que le ayuden a lograr los teóricos
objetivos que tiene marcado.
Se puede decir por tanto que su capacidad de control tiene un carácter más político
que judicial. Habitualmente no tiene potestad sancionadora.
En algunos países, el Defensor del pueblo tiene capacidad para presentar acciones o
recursos ante el Tribunal Constitucional. Sin embargo, por lo general, es una
capacidad muy poco utilizada.
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