Integración, Retorno y Reinserción Social y Productiva de las

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INTEGRACIÓN, RETORNO Y REINSERCIÓN SOCIAL Y PRODUCTIVA DE LAS PERSONAS MIGRANTES
México, D.F. 15 de julio de 2015
Mesa 2: Repatriación: necesidades y retos para su atención
Alcances y límites de la atención a la repatriación. El papel de los actores gubernamentales y no
gubernamentales
Marcel Arévalo - FLACSO Guatemala
Para referirme al tema quisiera partir de tres premisas con el riesgo de reiterar algo de lo que ya
se ha expresado en los paneles precedentes.
Primera premisa: Los recientes cambios cuantitativos en la dinámica de las repatriaciones
Las deportaciones de guatemaltecos desde Estados Unidos durante el primer semestre de 2015 han
declinado en aproximadamente 45% con respecto al mismo período en 2014 (es decir pasó de
28,021 de enero a junio de 2014 a 15,507 de enero a junio en 2015).
En tanto que las repatriaciones de guatemaltecos procedentes o devueltos por México se han
incrementado en más de 120% en ese mismo período.
Este cambio empezó a operarse de forma similar desde 2014 cuando las repatriaciones de
centroamericanos desde México aumentaron con relación a 2013: Los devueltos por autoridades
mexicanas registraron un 57% de incremento en ese período.
En tanto que en el caso de los procedentes de Estados Unidos las deportaciones de guatemaltecos
y hondureños en 2014 se incrementaron un 2% y 3% con relación a 2013, aunque las de
salvadoreños reportaron un incremento de 42%.
Antes de 2014, en el período 2010 – 2013 el orden de las deportaciones si bien tenían un
comportamiento creciente, este crecimiento provenía especialmente desde Estados Unidos, pues
era casi el doble de las que ocurrían desde México.
¿Qué hay detrás de esta transformación en los procesos de repatriación de centroamericanos por
parte de México y Estados Unidos?
Obviamente hay un cambio en las políticas de ambos países hacia los migrantes procedentes de
Centroamérica, un cambio que seguramente va más allá de la coincidencia.
Esta situación también implica diferencias con respecto al perfil del migrante repatriado así como
de las repercusiones hacia sus familias, sus comunidades, sociedades, gobiernos y políticas públicas.
En primer lugar porque los flujos de repatriados son ahora en mayor medida de personas que recién
emprendían su trayecto hacia el norte; En segundo lugar, en el caso de las deportaciones de
guatemaltecos desde Estados Unidos afectan a más del 50% de migrantes que apenas cruzaban la
frontera o tenían menos de 15 días de haber ingresado a territorio estadounidense.
Las características de estos migrantes repatriados en 2014 y 2015 son entonces personas apenas
desprendidas de sus lugares de origen, que aún cargan las mismas causas de su decisión de
emprender su viaje al “norte”, que buena parte de ellos se habrán endeudado o habrán gastado sus
pocos recursos, que una gran mayoría de éstos tras esta experiencia frustrada iniciará nuevamente
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y lo antes posible el viaje hacia México y Estados Unidos, que una buena parte de sus familias no
llegaron aún a ser beneficiadas con remesas.
Esto nos lleva a pensar que la “carga” para los países expulsores será mayor en la medida en que
tanto este tipo de repatriados como sus familias no son aquellos que han logrado en su experiencia
de inmigrantes una relativa solvencia para ellos y sus familias, lo que a la vez apunta a una de las
principales problemáticas de fondo: la ausencia de oportunidades en sus lugares de origen, el
agotamiento o fracaso de un entorno que no les provee de la aspiración de bienestar, uno de los
fines últimos de la democracia. Visto así, el círculo se vuelve a cerrar sobre los esfuerzos del Estado
pero también de la sociedad en su conjunto, por reducir esa brecha generadora de la expulsión de
personas fuera de sus lugares de origen, más allá de un flujo que de alguna manera podría
considerarse “normal” de migraciones transfronterizas.
En las consideraciones respecto de ese flujo “normal” cabría pensar en las migraciones circulares
sobre dinámicas transfronterizas que involucran primordialmente a comunidades a ambos lados de
la frontera, o las segundas y sucesivas oleadas de redes familiares y comunitarias que han
promovido ciudadanías (formales o informales) binacionales o multinacionales a lo largo del tiempo.
En una mezcla de estas y de las nuevas dinámicas podríamos ubicar el incremento relativo de las
migraciones de niños, niñas y adolescentes no acompañados, que generó la crisis humanitaria en
2014 en el borde fronterizo del lado estadounidense.
Segunda premisa: Los nuevos factores de expulsión de migrantes hacia México y Estados Unidos
En las relaciones multicausales y multidimensionales de la migración, relaciones que se aplican
también a los procesos de deportación y repatriación, son igualmente cambiantes en el tiempo. En
la actualidad la movilidad humana en la región tiene una incidencia creciente en estos dos
fenómenos: las dinámicas de violencia y las relativas al cambio climático, ambas se muestran como
motor fundamental en ciertas zonas urbanas y rurales, como un fenómeno que aún no es
suficientemente conocido y apenas empieza a ser estudiado.
Desde la perspectiva de los efectos de la violencia en la migración estamos viendo el
comportamiento creciente de personas y grupos familiares y comunitarios que están cambiando su
lugar de residencia, para evitar extorsiones o reclutamiento forzoso de jóvenes a las pandillas, esta
movilidad se produce en el caso de las zonas urbanas principalmente entre barrios y colonias, o de
zonas urbanas a zonas conurbanas, pero también se produce emigraciones hacia áreas rurales o
transfronterizas. Los principales ejemplos acontecen en El Salvador y Honduras. Esta situación
proviene de tres fuentes, una fuente histórica cimentada en los conflictos armados en la región en
la década de 1980, cuya matriz de violencia no fue desestructurada; una fuente de una migración
circular de jóvenes reclutados por pandillas especialmente en Los Ángeles y que tras su deportación
consolidaron y transformaron las pandillas en Centroamérica; y por último la fuente derivada por la
posición geográfica del istmo centroamericano en la operación del crimen transnacional organizado
impactado a la vez por los cambios en las relaciones de los cárteles colombianos y mexicanos.
Con respecto al cambio climático la creciente fragilidad de la zona ante los desastres está
provocando migraciones “de impacto inmediato” (sudden-onset) o de “proceso lento” (slow-onset).
En el primer caso los desastres de impacto como terremotos, huracanes e inundaciones, entre otros,
y su consecuente destrucción provoca la salida de amplios contingentes de residentes hacia otros
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lugares, a veces de forma temporal, otras de forma definitiva, tanto a otras regiones dentro del país
pero también fuera de sus fronteras. En el segundo caso el cambio climático está generando la
ampliación de la frontera agrícola y del corredor seco, un proceso lento y progresivo que expulsa a
los habitantes de los lugares afectados en forma de “goteo”, en respuesta al agotamiento de las
fuentes agrícolas de producción, pero que también afecta otros ámbitos por la desertificación de
dichas zonas y la falta de fuentes de agua y la inseguridad alimentaria que las vuelven inhabitables.
Esto provoca emigraciones constantes hacia otras regiones y otros países.
Tercera premisa: la persistencia de las desigualdades y la crisis de estatalidad
El tercer factor que debe mencionarse en cuanto a la afectación de los procesos migratorios y de
repatriación, es el relativo a la debilidad de las instituciones estatales y su agudización que en la
actualidad tiene expresiones especialmente destacadas en Guatemala y en Honduras. Estas crisis
más que expresiones de crisis de gobernabilidad son de estatalidad, en cuanto a que el modelo
institucional político parece haberse agotado y empuja a cambios profundos. Esta circunstancia se
une a diversas características del modelo de desarrollo y deficiencias estructurales del sistema,
entre cuyos aspectos destaca la persistencia de las desigualdades, un factor fundamental entre las
causales de la creciente movilidad humana y emigraciones desde esta región.
Estas circunstancias profundas generan una serie de condicionantes para que la generación,
reforma y ejecución de políticas públicas de atención a la migración, sean lentas, poco atendidas o
inexistentes, en las capacidades institucionales, que en la práctica se ven rebasadas constantemente
y una de sus expresiones más evidentes es precisamente en los procesos de repatriación y en la
atención inmediata pero más en el mediano y largo plazo a los migrantes repatriados y sus familias.
Ante estas consideraciones ¿Qué alcances deben de tener los mecanismos de repatriación?¿Cuál es
el papel de las organizaciones gubernamentales, no gubernamentales y de la sociedad civil ante la
repatriación?
En primer lugar, hay que concebir que la efectividad en la atención a las repatriaciones dependerá
en gran medida, de la consideración de que el momento de las repatriaciones es tan solo un eslabón
en esta cadena migratoria, que requiere privilegiar una visión integral en cuanto a todo el proceso
migratorio, pero también en cuanto a otros factores contextuales y condicionantes.
En segundo lugar, sigue siendo relevante el mejor y mayor conocimiento del fenómeno, el estudio
e investigación que promueva mayores y mejores aproximaciones cualitativas y cuantitativas, que
produzcan información y datos estadísticos confiables y actualizados, pero también el fluido
intercambio regional de dichos conocimientos.
En tercer lugar, debe partirse también de la revisión y adecuación de las legislaciones, convenios,
normativas, protocolos, procedimientos bajo un esfuerzo por su comprensión y aplicación regionalbinacional y/o multinacional.
En este sentido una aspiración de mediano plazo podría ser la construcción de una plataforma de
interacción multinacional o subregional en el que converjan entidades gubernamentales de carácter
multisectorial de los países del norte de América (Estados Unidos, México y Canadá) con los de
Centro América, y sus representaciones académicas, no gubernamentales, sociales, empresariales
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y de los propios migrantes, a partir de la construcción de una agenda de intereses comunes de los
que logre emanar una plataforma de acciones de largo plazo en un cronograma determinado.
La importancia de la coordinación, comunicación, información, formación, capacitación de los
actores gubernamentales y no gubernamentales, así como el monitoreo y evaluación de sus
intervenciones forma parte del mejoramiento de las acciones de atención a las repatriaciones. Es
también relevante la atención al mejoramiento sustantivo en infraestructura y en sus condiciones
generales, especialmente del personal a cargo, de las instalaciones fronterizas migratorias y de
recepción de repatriados, así como de los albergues de atención primaria.
La atención asistencial, de emergencia (en el que se involucran atención en salud, salud mental,
atención jurídica, dotación de alimentos, albergue, traslado y reunificación familiar) y su necesario
vínculo con programas de mediana y larga duración de carácter social, empleo y trabajo digno
productivo, acceso a crédito y programas de micro, pequeña y mediana empresas es también
relevante.
En cuanto a fenómenos coincidentes en un entorno de seguridad que rodea las operaciones de los
Estados ante el crimen organizado transnacional (narcotráfico, trata, tráfico de personas, tráfico de
armas y contrabando), fenómenos que se yuxtaponen al eminentemente migratorio, debe operarse
un criterio de aislamiento y extraerlo del equivoco tratamiento de securitización. Por el contrario
debe sujetarse a un tratamiento eminentemente social, de derechos y vigencia de los derechos
humanos,
Finalmente, es de gran relevancia el promover el incentivo a la organización social de los migrantes,
sus familias y sus comunidades para que sean parte fundamental de sus anhelos, de sus demandas,
la defensa de sus derechos, de sus destinos y de su porvenir, en una construcción de diálogo con
sus contrapartes gubernamentales, no gubernamentales e internacionales.
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