Boceto biográfico del Ilustrísimo señor don Pedro Adán Brioschi

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I
lNTRODUCClOH.
Hace un año hoy que se consagró Obispo
de Oartagena, Monseñor Pedro Adán Brioschi.
Fausto aniversario es éste que hemos querido
conmemorar recogiendo en folleto los rasgos
biográficos que puh1icámos el año pasado en
El Correo de BolíVa1', de donde ahora los toma·
mos.
Oomo adición al boceto escrito, recordaremos brevemente la fecunda labor que en pocos
meses de gobierno espiritual ba realizado Monsefior Brioschi.
Desde que tomó posesión, en Junio último,
de la Sede vacante, comunicó nuevo y poderoso
impulso á los importantes asuntos espirituales
de su vasta Diócesis. La numerosa grey se
llenó de alhorozo al sentir el benéfico influjo
del gobierno de su amado Pastor. Los espíritus se tranquilizaron; enjugáronse las lágrimas
copiosas que había hecho derramar l~ triste
orfandad en que dejó á la Diócesis la deplorable
muerte del IlusirÍsimo doctor BIFFI, y todo fué
consuelos y ùulces esperan7as.
1\1uy pocos días después de la brillantísima
entrada. del Prelado á la capital de la Diócesis,
parece que Dios quiso poner á prueba la prudencia yel amor de nuestro Pastor. Con efecto;
en el mes de Julio del afio pasado, se presentaron inopinadamente, en la bahía de esta ciudad,
unas naves de guerra italianas, cuya misión ver.
dadera fué desconocida al principio.
Oúal no
-2-
seria la sorpresa de esta población al penetrar~
se del alarmante hecho, de que la escuadrilla
italiana anclada en nuestro puerto, había asumido actitud hostil f
De un momento á otro se temía incidentes
peligrosísimos de consecuencias extraordinariamente graves. Monsefior Brioschi, oriundo de
Italia endonde reposan seres queridos de su corazón y endonde está vinculado.por tiernos é inmortales recuerdos, car05 á BU alma; Monsei'ior
Brioschi, decimos,en la excepcionalsituación en
que se halló, desempeñó con alteza cristiana,
con noble constancia y energía, el difícil papel
. de mediador entre un enemigo poderoso y su
inerme gl'ey por cuya salud y bienestar se desvelaba. No es posible describir la inmensa
pesaduml>re q.ue sintió en aquella sazón el
amante corazon de Monsefí.orBrioschi; ni cuán
fêrvorosas las paternales plegarias que elevaba
al Cielo para apartar de su amado pueblo los
proyectile~ asesinos con que nos amenazaba
una nación que se había dejado arrastrar por
los consejos de la iniquidad.
y precisamente en 5 de Ago~to del año pa.
sado, cuando el ultimatum de Candiani, dirigía
el Santo Pontífice LEÓN XIII, una Encíclica á
los Obispos,Clero y Pueblo de Italia, en la que
expone las injusticias y vejaciones de que le
hace víctima el Gobierno italiano; y con motivo
de ese importante documento pontificio,publicó
Monseñ.or Brioschi, junto eon la Encíclica, una
valiente introducción en que reeuerda oportunamente cómo también Colombia, "noble nación," como la llama Monsefí.or,ha sido víctima
d'e las violencias de aquel Gobierno.
-3Gl'ande y simpática se destaca, desde luégo, la
figura de nuestro Pastor ~n el ~onfl.ictoital<:>-c?",
lombiano; por lo que la hIstoria de este epIsodIO
internaeionallé consagrará páginas honrosas.
Luégo que zarpó de nuestro puerto la es~
cuadra de Candiani y que los espíritus se sere-.
naron, pensó Monseñor en abrir la visita pastoral. Con este santo propósito, publicó el 2 de
Octubre de 1 M98 una extensa y luminosa Pastoral de la cual tomanos los bellos párrafos que
siguen, patética invocación llena del más puro
fuego religioso y de elocuencia:
¡Oh Padre Celestial, dispensad nos vuestra santa gracia, y
ayudadnos á conducir al Cielo á todos nuestros hijos!
y Vos, oh Redt"ntor Divino, que habéis dicho á los Obispos
en la persona de los Apóstoles: ecce ego vobi.'lCum sum onmibm
diebtt8, usque ad consummationem saeculi, asistid nos de un
modo especial, y desde el sagrado Tabernácu]o abrasad nos en
chispas de aquel amoroso incendio que arde eternamente en
vuestro adorable Corazón, á fin de que gastemos, por amor vuéstro, todas nuestras fuerzas y nuestra vida en benef¡cio de las almas que nos habéis confHl.do.
También á Vos, oh Eterno Paráclito, ocurrimos en solicitud
de dones y gracias. N os ponemos bajo vuestra poderosa protección. ¡Sed nuestro alivio en la fatiga, nuestro amparo en
las contrarit:dadt:s, y nuestro consuelo en las aflicciones!
j Oh Virgen Santa, en el hermoso día en que conmemora
la Iglesia el brillante triunfo que, por vuestra intercesión, alcanzÓ el ejército cristiano sobre los temibles y osados secuaces de
Mahoma, en Lepanto, dirigid nos una mirada compasiva y acogednos bajo vuestro santo patrocinio!
y Vos, castísimo esposo de la Madre Divina y Patrono de
la Iglesia, hacéd que podamos conservar y aumentar entre nuestros queridos hijos la fe, el espíritu de pieda.d y el amor á Cristo,
de que or)s habéis dejado tan nobles ejemplosJ durante el curso
de vuestra carrera mortal.
Vos también, ínclito San P,dro Clave,', especial Patrono
nuéstro, alcanzad nos ese espíritu de abnegaci6n, sacrificio y ca.
ridad que os mereció el glorioso título de Apóstol y os hizo obrar
-4tan numerosas y espléndidas conversiones.
Comunicad n os
algo de vuestro celo iDagotable y de vuestra portentosa actiTidid, á fin de que nuestrl7.Slabores no queden estériles y sean
provechosas á los descendientes de aquellos hijos predilectos,
que Vos convertisteis y llevast~is á la mansión de los justos,
donde hoy gozan de la eterna bienaventuranza .
.i Que viva y se perpetúe tanto en el Pa~tor como en las
ovejas, á fin de que siguiendo todos vuestros ejemplos y vuestras
eosefía.nzas, logremos unirnos un día á Vos en el Cielo! ¡Haced que las contemplaciones de la fe y los deseos del amor puro
preserven elta religiosa.grey nuétsra de los peligros que la rodean; alimentadla con saludables pastos y sostenedla con gracias
celestiales, para que no perezca víctima de las insidias de los
lobos que la persiguen! ¡Interceded por nosotros, y logren
vuestras plegarias que se conserven puros los tálall1os, que se
mantengan unidas las familias, que se levanten con sanas ideas
los jóvenes, que den buenos ejemplos los adultos, que reine la
concordia en los hogares, que vivan en pu los ciudadanos, en
.na palabra, que desaparezca el vício y 60rezca la virtud/
Así, con ese apostólico celo,con ese cristiano amor por iUS ovejas, es como gobierna Monsefior á su amada Diócesis.
Entre otros documentos interesantes dados
á. luz por MonsefíorBrioschi, mencionamos la
Encíclica trascendental, por él atinadamenLe
comentada, del ilustre LEÓN XUL sobre la reunión de un Concilio latino-americano en la
Ciudad Eterna. Grande el pensamiento del
Pontífice; y seguramente fucundisima será
la labor, inspirada de lo Alto, de esa augusta
Asamblea de Prelados eminf'lntes.
MonsefiorBrioschi, acatando la invitación
del Santo Padre, ha emprendido viaje para
Roma.
Muy altas serán, sin duda, las cuestiones
Q..ueel vigilante LEÓN XL~I someterá á la conSIderación de los Obispos latino-americanos;
y, ciertamente, nuestro dilecto Pa.c:;torpondrá
es
-5buen contingente de luces en la elucidación de
los elevados asuntos que estudiará la venerable
Asamblea de que hará parte.
Que la Divina Providencia dispense especiales favores á nuestro Prelado para que tiU
viaje sea del todo feliz y vuelva presto al lado
de sus ovejas para consolarlas, encaminarlas
y adoctrinarlas con su costumbrado amor .
.
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---,
Cartagena, 8 de )Iayo de 1899.
MANUEL PAJARO H.
Monseñor Pedro Adán Brioscbi.
(BOOERO BIOGRÁFIOO.)
Era el1.° de Junio de 1882. El pueblo de
Cartagena, todo alborozado, se aglomeraba en el.
muelle de la Aduana para recibir á un príncipe
excelso de la Iglesia, al Pastor que, desde la remota Birmania, venía, obediente á la voz del
Pontífice y para complacer á todo un puehlo
que lo aclamaba con amm', á ocupar la sede
que babía dejado vacante el inolvidable Prelado MANUELCERÓN. Se comprenderá que nos
referimos al Ilustrísi mo señ.or BIFFI.
Conservamos vivo el recuerdo de aquella
brillante recepción que describió en El Heraldo
de esta cuidad, el ilustre colombiano doctor
don Joaquín F. Vélez.
Vestido yá COll los pontificales ornamentos,
se destacaba amable y majestuosa la figura de
Monsefior BIFFI; y en medio del numeroso clero
que le rodeaba) fijó nuestra atención de modo
muy especial, un joven eclesiástico de aspecto
modestIsimo y de apacible fisonomía. Pedro
Adán Brioschi era su nombre. Y sea que este
benemérito joven despertase por sí mismo simpatías; sea que las vivas y profundas que el
pueblo de Cartagena profesaba al señor BIFF!
se reflejasen poderosamente sobre el simpático
joven; sea que estas dos circunstancias obrasen
conjuntamente, como pensamos nosotros, lo
cierto es que la sociedad cartagenera hizo del
-7joven Brioschi, desde su llegada, objeto de gran
distinción, la cual ha ido creciendo con el tiempo hasta COD
vertirse en profundo afecto y en
amor.
Apenas era subdiácono cuando arrihó á
esta ciudad, y poco tiempo después recibió el
Diaconado. Al pisar esta piadosa tierra, el se·
fiar Brioschi no conocía el ca8tellano; y sinembargo yá en Agosto del mismo año en que
vino, es decir, al cabo de dos meses y medio,
era capaz de manejar en el púlpito nuestra hermosa aunque difícil lengua. En efecto; en la
fiesta de San Roque del afiOmencionado ocupó
el joven Brioschi la sagrada Cátedra y extasió
y conmovió dulcemente al concurso que tuvo
la fortuna de concurrir á su estreno oratorio.
Grato nos es reproducir hoy lo que á la
sazón escI'lbímos en El Heraldo con referencia
al feliz estreno, como orador sagrado, del que
es hoy nuestro dilecto y venerado Obispo. Nuestras palabras fueron las siguientes:
" La poca capacidad del Convento no bastó á contener la
"notable concurrencia que asistió á escuchar la palabra divina,
"anunciada por un joven eclesiástico, que muy pronto será un
"distinguido orador sagrado. Hablamos del joven Pedro Adán
"Brioschi. Apenas cuenta 22 años.
"Mucho nos satisfizo la comp0sición del joven Brioschi, y
"fué muy fdiz en la manera de exponer el asunto. Yá sabemos
"lo dificil que es hacer un buen panegírico, pues muy fácil es que
"el orador descienda á pormenores que en vez de interesar fati"gucn al auditorio.
" El joven Brioschi cual si fuera orador habituado á mane·
"jar diestramente desde la sagrada Cátedra, temas como el que
"desenvolvió en su discurso, mostrÓ que posee especiales dotes
"para ser un predicador de primer orden.
" Entre otras excelentes prendas del orador, nos llamó la
"atención el fervor intenso que inspiraban sus palabras. Más
-8"de un pasaje patético de su discurso nos conmovió hondamente,
"de suerte que podemos decir que el joven de quien hablamos,
"sin darse cuenta tal vez de eHo, observó á la letra el precepto
"oratorio que dan los maestros: Si t1U m~jkre, dolemdutn
"ut primum ip8i tibi
-
" Reciba, pues, el inteligente y virtuoso joven Brioschi,
"nuestras cordiales y afectuosas felicitaciones, por el brillante
"éxito que ha obtenido en su estreno como predicador, y llénese
"de inmenso gozo el Ilustrísimo señOr BIFFI, al saber que el
"joven Brioschi ha correspondido de la manera más cumplida, á
"la alta idea que de su talento tiene formada.
" Mucho deseamos que pronto el nuevo predicador ocupe
"el suntuoso púlpito de nuestra Catedral, para que pueda nuestra
"sociedad formar completa idea de su talento no común."
A las simpatías que inspiraba, comenza·
ba, por esto, desde entonces, á afiadirse la admiración por el joven que así se anunciaba como
futura lumbrera de la Iglesia colombiana.
En noviembre del mismo afio de 1882, decretó el Ilustrísimo sefior BIFFI la solemne traslación de los restos venerandos del austero y
virtuosísimo Prelado, sefior doctor don BERNARDINO MEDINA y MORENO, quien durante más
de v€linte afios había apacentado con celo el rebaño de Cristo en la Dióoesis de Cartagena.
Recordando el Ilustrísimo sefior BIFFI la
paternal acogida que le había dispensado el
doctor MEDINA cuando vino á predicar en esta
ciudad la memorable y fructuosisima misión;
deseando triblltar á aquellas cenizas los debidos homenajes para conmemorar las grandes
virtudes del muerto Pastor; y, sobre todo, anhelando que las reliquias - sagradas del sefior
Obispo MEDINA reposasen presto en su Catedral,
como debía ser, dictó el decreto de traslación
de sus restos desde el cementerio público hasta
el referido templo. El acto fue sol~mne y gran-
-9dioso: la fúnebre oración que pronunció el sefior BIFFI, por extremo patética y hcrmosa; y
hermoso y elocuente, conciso, expresivo y apropiado, ~l epitafio grabado en lápida de grandes
dimensiones, colocada en el prestJiterio de la
Sauta Catedral, y que cubee la cineraria urna
del Ilustrísimo señor doctor MEDINA.
Cúponos cI señalado honor de escribir para
El Herald& la narrauión del imponente acto de
la traslación de las mencionadas, vellerables reliquias; y deseando publicar también el epitafio,
trope7.ámos con el inconveniente de que estaba
redactado en latín. ARí lo recogimos, no ObRtante, y lo presentámo8 al ilm;tre literato señor
don ABEL M. IRISARRI quien, con su genial cultura. y amabilidad, aceptó el encargo de verterlo al castellano.
Al entregarnos la traducción nos dijo:
"Este epitafio es un bello trozo de latín clásico,
escrito con elegancia y corrección,"
¿Quien era el autor? Nadie lo sospechaba.
Era el joven diácono PedroAdán Bri.oschiquieo,
de ese modo, daba una prueba palmaria de ser,
á pesar de sus cortos años, latimsta aventajado.
No queriendo privar á los que conocen la
rica lengna del Lacio, del placer de saborear la
composición latina del discreto y talentol3o
autor del citado epitafio, lo ponemos á continuación:
Quem per
tot armas tunti'que lahoribus fl.ltigatum
P(Utorem patr~mque habui"ti.~
Dnum. Dnu7n. Ih;KNARDlNUl\(
MEDINA,
Ric
I+œclm'œ
qUie8{'entem
Oolite, Uarthaginemes .
suœ pietatilJ certisaima prœtulit
indicia,
-10Per longas horas ad S. S. Euchm'istiœ
.Aram,
Amorill vekmentia
Of'ans atque
Angelicis liqueBcens ardorilnu.
Miram tJitœ illnocentiam pari cum pœnitentia 8ociavil,
Et abstÙ¡entiœ gloriaba'"r augustiis.
Persecutione vehementi ingrave8cel.te adversus
ECCLERIAM
Pugnam non re'puit, ut ajflictœ Mat1'is jura
Tueretur: .sed jam multa perpt/J6us, dolor'e8 quoque
Geminati exilii œql.fO animo'U8t14lit.
Benemerito ergo .Episcopo vestro, qui haue
DiœceÛm tantis curis circumdedit
ab anno MDCCOL VI ad annum M.DCCOLXXVIL
Aeternam
Requiem.
Clementer rogat" .Plii.
Carthagine ¡88Z
Va en seguida la versión castellana, trozo
literario armoniosísimo, de corte cervantino,
cuyo autor es, como queda dicho, el insigne e!:icritor y linguista, sefior don ABEL M. lRRISARRI, Dice así:
"Honrád,
cartageneros, la memoria del Ilustrísimo señor
dan Bernardino Medina y Moreno que aquí yace y á quien por
tántos años, abrumado por innúmeros trabajos, tuvisteis como
Pastor y Padre. Dió certísimas señales de acendrada piedad,
orando por horas enteras al pie del altar sagrado, con amoroso
fervor y derretido por celeste fuego. Juntó la penitencia á una
admirable sencillez de costumbres, é hizo su gloria de las penali.
dades de la austeridad. Aumentada la viva persecución contra la
Iglesia, no esquivó la lucha para defender los derechos de la
atligida. MacJre, antes bien, de~pués de nlUchos sufrimientos y
pesares, sufrió doble destierro call ánimo sereno. Piadosamente
rogá:i, pues, oh fieles, por el eterno descanso de vuestro dignísima Obi.spo, que tántos cuidados prodigó á esta grey, desde el
año de 1856 hasta el de 1877."
,
Con estos antecedentes entremos yá á' esbozar la vida interesante del que acaùa de recibir la santa unción episcopal para regir la Diócesis de Cartagena,
-11-
El Ilustrfs;mo lenaI' Pedro Adán Brioschi
vió la luz en la bella Lombardía, en el pueblo
de Tradat(:l, cerca de Milãn. Es, pues, oriundo
de Italia, la afortunada nación en donde moran
los augustos Pontífices; la tierra maravillosa,
llena de indecriptibles bellezas, en donde la Religión despliega soberano esplendor y las grandiosas obras de arte cauti\~an la vista, embargan el corazón y elevan el alma á regiones sublimes.
De la región de Italia de donde ban salido
almas enérgicas y vigorosas; en donde floreció
el grande Arzobispo Ambrosio, conocido universalmente por su profunda ciencia y virtud
heroica é incontrastable; de esa región en donde vino al mundo nuestro santo Obispo EL'GENIOBIFFI; de allá también nos viI)o :Monsefior
Brioschi, que ciñe hoy su frente con la mitra
episcopal de Cartagena.
En Monseñor Brioschi se advierte la vigorosa energía como carácter regional, como lombarda; ama la ciencia profunda y la cultiva siguiendo las huellas luminosas del sublime Ambrosio; y vive encariñado con el ideal de las
virtudes heroicas: por eso ha sido admirador
y elocuente panegirista de Ppdro Ulaver. Pero la
ciencia que cultiva y lac:;virtudes que aquilata,
las cimienta en la humildad á ejemplo de su
preclaro modelo, el manso, el dulcísimo sefior
BIFEI sU sabio maestro y autor de la grandeza
moral que hoy rliSplaudece en el alma pura de
Monseñor Brioschi.
Nació :Monseñor el 7 de Abril de 1860, de
padres excelentes y piadosos (don Luis Brioschi
y dofia Josefa Cárcamo.)
-12En ~l bellísi mo boceto que escribió Sainte
Beuve de ::;an Francisco de Sales dice de este
Santo admirable:
"Lleno"de doctrina, con un talento en que
··brílla ba.el pudor y con una mirada en que se
'~Ieíala hermosura de su alma, fue la alegria
ude SU:; }lad res. l'
Algo semejante podemos decir de nuestro
amado obispo Brioschi.· Fue también, desde
su niñez, la alegría de SUH padreR quienes se
esmeraron con amorosa 50licitud en ilustrar su
mente infantil y formar su corazón para la virtud. Determinaron, por eso, colocarIa en temprana edad en el Colegio de Tradate, en donde hizo SUR primeros estudios dirigido por un sacerdote de eximias prendas. Sacerdote fue, pues, el
que comenzó á iluminar su espíritu y ello sin
duda contribuiría grandemente á despertar su
vocación sacerdotal.
Acabados los e.'3tudios elementales eu su
lugar natal, pasó á Milán, la patria gloriosa de
nuestro amado sefior B1FFI; la soberbia ciudad
de la maravillosa catedral de mármol con las
cuatro mil qninientas estatuas que la adornan
y hermosean; á ese gran centro de cultura intelectual y foco resplandeciente del Catoli(~ismot
fue á hacer sus estudios superiores Mouseñ.or
Brioschi.
Por esta época era yá irresistible su vocación para el sacerdocio en su más sublime y
conmovedora manifestación: ,en la de misionero. El PUI'O amor á Cristo; el noble deseo
de propagar la religión entre los infieles, y el
amor á los hombres, fueron, sin duda, los generosos sentimientos que movieron su corazón
-l3de joven' abnegado á abrazar la causa de la
Religión como ¡;;oldadode Cristo.
Al llegar â Milán entró en el Seminario de
las MiRlones asiáticas, fundado por un hijo
preclaro de la 19le1:iiay grau lJellt'factor de la
humanidad:
MOl1sef'íorJosé :M:arinoni. Tiene apenas cuarenta y ocho afias de fundado
ese Seminario importantísimo, semillero copio
so de misioneros como Monseflor BIFFI. InIci6
su fecunda labor en 1850, y abundante ha sido
yá la cosecha recogida hasta el presente, de ese
venerable lnstituto.
Monseñ.or Marinoni, ardiendo en celo reli·
gioso y contemplando con honda tristeza que
existían muchos millones de hombres derramados en la vasta extensión del Asia. entregados
á la torpe idolatría, concibió el grandioso proyecto de fundar un Seminario exclusivamente
destinado á formar buenos y valeroRos misioneros que fueran al A~la, en particular, á derramar la luz del Evangelio para salvar á tán·
to hermano sentado en las tinieblas de errores
nefandos. Y en efecto, logró establecer en aquella parte del globo, importantes misiones
eomo las de Hon Kong, Hanán septentrional, Hanán meridional, Bengala central, Birmania y Hyderabad.
Al fondo de Birmania llegaron; como ~
recordará, el clamor del pueblo de Cartagena
y la augusta voz del Pontifiee LEÓN XIII para
anunciar al humilde misionero EUGENIO BIFFI,
que la Diócesis de Cartagena esperaba que viniera á hacer su felicidad ciñendose la mitra
episcopal y dirigiéndola con su pastoral cayado.
Todos sabemos cómo se sobresaltó en medio de
-14Sus catecúmenos, el pobre pero venturoso misiolIera; sabemos cómo rehusó el peligroso honor,
y cómo por obediencia y por amor se allanó á
abandonar su querÜla grey de la Birmania, por
él evangelizada; y vestido con el burdo sayal
del misionero, emprendió marcha para la hermosa Italia y dirigióse á MiláIl, en cuya suntuoM catedral fue consagrado. Próximo á emprender viaje para su Diócesis, fue á despedirse
de su amado ~eminario de las Misiones, de donde, en 1856, había salido, joven y lleno de candor angelical, á dar las misiones en esta ciudad
de Oart~gena.
Al llegar á ese Seminario, fue vivamente
impresionado Monseñor BIFFIcon la vista de
unjoven seminarh;ta, que se preparaba heróicamente para librar las granèes batallas contra
los salvajes que demoran en las Misiones asiáticas de su Congregación. Ese joven seminarista se llamaba Pedra Adán Brioschi, á quièn
nunca había conocido el sefio!' BIFFIy por quien
sentía, sinembargo, en aquellos misteriosos momentos, hondas simpatías y paternal amor; y
se empefíó Monsefior BIFFI con el Superior de
la Congregación para que le permitiera traer
consigo á Cartagena al joven Brioschi; y hubo
enérgica resisteneia de parte del Superior, y ma
YOI' empeño y súplica per-suasiva por el lado del
señor BIFFI,con lo que el Superior cedió, y el
Ilustrísimo señor BIFJi'Iemprendíó su viaje á
Cartagena lleno de santo orgullo. pO,r la valiosa,
inapreciable conquista que había realizado trayéndose consigo al joven Brioschi.
A la sazón contaba .Monsefior Brioschi
vemtidos afios y apenas había recibido las ór-
-15-
denes menores, conferidas por el señor Arzobispo de l\filán, Monseñor Luis de Calabiana, y
el Subdiaconado que le conf:irjó el Patriarca
de Alejandría, don Angel BallerÍni. Monseñor
BIFFIlo ordenó ne Diácono y de Sacerdote en el
mi¡r;moaño de 1882 en que llpgó aquí. Por eso
el ~5 de Dieiembre de ese año pudo Monsefíor
Brioschi cantar su primera misa.
Ilustres Príncipes de la Iglesia, como se ha
visto: Obispos, Arzobispos y Patriarcas, fueron
los encargados de ungir al joven Bri03chi con
el óleo sacerdot.al, presagio feliz de que ese joven ministro del altar estaba llamado á desempeñar misión elevadísima en campo de acción
más extenso.
Radicado yá en Cartagrma; unido con los
más firmes lazos del amor y la veneración á su
E'sclarer-ido ,Jefe espirit.ua1, Ilustrísimo señor
BIFFI,Monseñor Brioschi, como genuino apóstol del Catolicismo, se sintió como en su propio elemento respirando el ambiente de Colombia; pero sin duda sn corazón, lleno de religioso
ardor, comenzado á caldearse al fuego de las
duras luchas y privaciones del misionero, suspiró muchas veces por volver á su querido y
siempre presente Seminario de las Misiones,
para de allí partir, encendido en noble celo, á
conquistar almas para Cristo en las agrias regiones del Asia. Mas no pudiendo dar expansión á esos sentimientos de abnegación, desplegó de insólita manera su actividad desde que
se vió aàornado con la sagrada investidura sacerdotal. Dióse, pues, con mayor ahinco, al estudio de las lenguas muertas y de las vivas; á
profundizar los estudios teológicos y filosóficos;
-16-
á estudiar la' historia eclesiástica y la profana.,
y á seguir la ascend(jnte marcha del progreso
moderno en lo religioso y político, lo literal'Ío é
industrial; y con tau admirable preparación y
tan bien pertrechado, abrió campafia contra los
errores desde el púlpito y en la tribuna de la
prensa.
Su cara Italia y el Máximo Pontifice
LEóN XhI, han sido y son a5unto de constante estudio para Monsefior Brioschi.
.
No ha podido contemplar sin profundo d~
lor, las amarguras que experimenta la nobilisima alma de LEón XIII, cautivo en el Vaticano, como lo estuvo su venerando predecesor
PIOIX, por la iniquipad de los que han consumado en Italia violentos despojos á la Iglesia y
al Pontificado. Ese dolor unido á santa indignación, ha inspirado á la fecunda pluma de
Monsefior Brioschi, escritos llenos de vigor,
elocuencia y de alto espíritu religioso.
. En 1886 fundó El Hebdomadario, yen sus
columnas dio á luz muchos de esos magníficos escritos en defensa del Papado y de los derechos de la Iglesia. Diez afios sostuvo Monseftos Brioschi, él solo, esa hoja periódica interesantísima que forma diez 'volúmenes, que
siempre se consultarán con provecho.
y al paso que realizaba esa - benéfica labor
en la prensa periódica, se dedicaba también à
la enseñanza. Por varios afios fue profesor en
la antigua Universidad de Bolivar, de Latín y
de alta Filoaofía; y llamó especialmente la atención por la gran competencia que puso de manifiesto en el desempefio de esas difíciles asignaturas; al propio tiempo que en lo puramente
-17espiritual era colaborador inteligente y laborioso de Monseñor BIFFI, con quien llevaba la pesada carga del gobierno episcopal en Sil carácter de VIcario general.
A mediados de 1894 emprendió Monseílor
Brio8chi viaje á Europa con el doble objeto de
visitar á su amado Seminario de Milán y presentar personalmente al Sumo Pontífice LEÓN
XllI homenajes de filial amor.
De L' Observatore Cattolico es lo que sigue,
referente á la memorable visita que hizo Mon~
señor á su antiguo Seminario:
Los sacerdotes ordenadol en Milán en 188~ honraron ayer
con afectuosa solicitud á su condiscípulo Monseñor Brioschi.
Vicario General de S. E. Monseñor BIFFI en la Di6cesis de
Cartagena, en Colombia.
Monaeñor Brioschi salió de Milá'l en 1882 lin ler todavía
Racerdote y siguió, á Monseñor BIFFI á Cartagena, Diócesis vas-tísima, sin clero (24 Curas para 84 parroquias),-sin Seminario,
sin dinero, sin espíritu eclesiástico. Monseñor BIFF 1 Y lU Vicario han trabajado constantemente, y despuél de doce años han
formado un Seminario, ordenado algunos sacerdotes, atraido
el dero á la virturl: así, pues, alimentamos la esperanza de un
porvenir mejor pua aquellas poblaciones de índole naturalmente
buena..
Llegado á Roma actualmente Monseñor Brioschi por asuntos de su empleo, emprende viaje por Europa, y al pasar por
M:Ján, sus antiguos compañeros de colegio lo f~stejaron. Eligió;e á Don Ba.ltasar Bonomi para presirlir la comisión religiosa,
y Monseñor Brioschi, que fué el celebrante, dirigió á sus queridos amigos, amistosas palabras--Después de medio día tuvo lugar el ágape fraternal, verdaderamente fraternal, verdaderamente cristiano. Sentáronse á la mesa 34 sacerdotes que renovarOll
los caros recuerdos del Seminario. El puesto de honor fue concedido á Monseñor Brioschi: alIado, el M. R. Don Gaetano Beretta y el M. R. Don Francisco Console, Vicario de la Parroquia de San Gottardo, donde se efectuaba la reunión, y el Sacerdote David Albertario.
-18Su Santidad León XIII, S. E. el Cardenal Arzobispo, S. E.
Monseñor el Obispo Auxiliar, bendijeron á los congregante.,
y
el Arzobispo hizo dar á cada uno una medalla que lleva las
efigies de María Inmaculada y del Papa, y al Promotor Bonomi,
Un crucifijo. Los Profesores del Seminario, incluso Monseñor
Panighetti, enviaron tarjetas de adhesión y de augurios. Fue, en
fin, una reunión no s610 bella por la expansi6n fraternal colorida
de a.legres al par que de dolorosos recuerdos, sino en extremo
edificante y más sagrada aún por la aprobación de los venerados superiores.
La idea de la tiesta fue saludar y rendir homenaje al compañero misionero Monseñor Brioschi; fue demostrarle con cuánto afecto y reconocimiento se conservan los recuerdos yenseñanzas del Seminar:o, y encomiar con entusiasmo á los antiguos
Superiores: fue manifestar cómo se conserva viva en el almlt la
adhesión á aquella doctrina romana por la cual se ha luchado
y de la cual está nutrido el espíritu eclesiástico; mantenido constantemente la obediencia al Papa y al Obispo y cimentada la
santa amistad que no hacen disminuir ni la distancia, ni la diversidad de las obras.
Sobre el mismo asunto cruzáronse los
telegramas que siguen, de Milán á Roma y
viceversa.
Oardenal Rampolla.-Roma.-El recuerdo de la sana
educación del Seminario, reune á los sacerdotes milanesel condiscípulos de Monseñor Brioschi, Vicario General de Cartagena de
América, sobre la tumba de San Ambrosio. La bendición del
Santo Padre nos conforta en la labor por la defensa de los intereses del Papado y por la santificación de las almas.
El Santo Padre bendice cordialmente á los sacerdotes milaneses condiscípulos de Monseñor Brioschi, que ruegan sobre la
tumba de San Ambrosio por Su Santidad y por el Excmo. Arzobispo.-Cardenal
RÜlPOLL.A..
Bien merecía Monseftor Brioschi el honor
que le tributaron con afecto sus condiscípulos
del Seminario de Milán; porque yá por esa
época era Monseftorgloria legítima de eseSemi-
-19 nario y esperanza halagadora de que en venideros días daría lustre mayor y mayor brillo á
la institución fundada por el inmortal Monsefiar Marinoni.
Sin duda el celo apostólico y el acendrado
amor que profesa al Pontífice reinante, movieron á Mom.:;eñorBrioschi á realizar lU corta
peregrinación por el viejo mundo. Al visitar
su amado Seminario renovó Call vivo ardor sus
antiguos votos, reconfortó su alma para la<:;luchas rudísimas del porvenir, y apr~tó más los
vínculos que lo unían á su santa Congregación.
y para que se comprenda cuán elevado es el
concepto en que se le tiene en ella, consignamos el hecho, de que al hacerse recientemente
la elección de nuevos Superiores del Seminario,
fue honrado Monseñor Brioschi con los votos
para el segundo puesto. Mas el Superior electo, sea por su edad avanzada ó bien porque
quisiera que se utilizasen las eminentes dotes
de gobierno que había descubierto en Monse:fíor
Brioschi, deseó renunciar su elevado puesto para que lo ocupara Monsefior y á ello lo excitó.
Con sumo regocijo nos informámos de este incidente, en alto grado honroso para Monseñor Brioschi; empero nos sobresaltámos, porque
esa elección venía en momentos en que desempefíaba la Vicaría general de la Dióce8i~, en sede vacante, por el doloroso félllecimiento del
Ilustrísimo señnr BIFFI, y cuando las miradas
de los buenos católicos se fijaban en Monsefíor
como una dulce esperanza de que la silla episcopal de Cartagena sería por él dignamente
ocupada. Añádase á eso, para que se comprenda mejor nuestra inquietud, el gran anhelo que
-20SÍelnpre había mostrado Monseñor Brioschi
por volver al regazo de su inolvidable Seminario y emprender la obra sublime del misionero.
Dios bondadoso dispuso las cosas de otro modo,
y por eso Monseñor nos ha hecho dichosos quedándose con nosotros para hacernos partícipes
de la ,raliosísima herencia que le dejó su amante Padre y sapientísimo Maestro, Ilustrísimo
doctor BIFFI.
iY quién con mejores derechos de todo género podría recoger esa preciosa herencia? tEn
qué otro espíritu qne en el de Monsefior Brioschi, había penetrado más honda, más dulce y
más eficazmente, el evangélico espíritu del Prelado egregio EUGE~IO BIFFI? i Quien con mayor acierto y sabiduría podría dirigir la nave
de la Iglesia de Oartagena, que Monseí1or Bri~
chi, quien junto con el experimentado y santo
Obispo BIFFI, había manejado tántas veces el
timón de esa nave con conocimiento de los escollos que había que evitar?
Ah! con qué enternecimiento recordamos
algunos episodios ocurridos entreel Ilustrísimo
señor
BIFFI y su amado hijo Monsefior Brioschi,.
En febrero de 1888 naufragó en el vapor
"Cartagená" el Ilustrísimo sefior BIFFI. ¡Cuánta no sería la consternación de esta sociedad al
tener conocimiento de tamafio infortunio! SÚpuse presto, afortunadamente, que los pasajeros todos se habían salvado, y que nuestro ama·
do obispo BIFFI llegaría ileso en medio de sus
hijos para consolarIos y alegrarlos.
Oyendo
todo lo que ()I.;urria, Monseñor Briosclii era
presa de gran dolor y estupefacción.
Y cuan·
-21~
do todos estábamos yá en relativa tranquilidad
pot' saber que el Ilustrísimo señor BIFFI estaba
salvo, sólo Monseñ.or Brioschi lloraba todavía
con hondo sentimiento filial. iQué le producía
ese llanto? l ~o se había salvado el venerable
Pastor? Sí, sah'aùo estaba; empero á Monsefíor
Brioschi lo atormentaba en todo momento esta
interro~ación: ¿Cómo ha podido naufragar la
nave en qne venía un Santo? Y ~sa interroga
eión, de misterioso sentido, llenaba de lágrimas
5US ajos .... '\lãs tarde Re consoló su corazón al
per::;uadirsc de que la salvación del Ilustrísimo
señor RIFF! y la de sus compañ.eros de viaje, fue
del todo milagrosa, porque el buque estaba perdido en muchas lirasas de agua, y, sinembargo,
no se sumergió sino cuando, providencialmente.
fueron recogidos los náufragos por un buqne
de vela quo, contra cOl:3tumbre,estaba fondeado
no lejos <leI sitio del trágico suceso. Nadie ha
rluàado de que en aquellos atlictivos momentos
para el Santo Obispo, la Divina Providencia
velRba de modo especial por él. Si nó ¿qué hada ariuella nave de vela salvadora, fondeada
illesperadamente en el, de ordinario, desie}·to
lugar- de la catástrofe? Sin la presenda milagrosa de ~sa nave, la pérdida de Mon~enol'
ilIFF!habría sido inevitable.
Pero las lágrimas ardientes que Monsefior
Brioschi derramaba, no ob~tante el ver ileso al
ilustre Pastor, revelaban el intengo amor que
profesaba al Ilustrísimo señ.or BIFF1, y la fe
que alberga su cora;¡,ónde que la virtud y la
santidad obran ó deben obrar constantemente
prodigios que asombren. Su fe quedó confirmada en esa memorable ocasión. Los que re-
-22-
cuerden el relato patético que publicó sohre
este suceso, el Ilustrísimo señor BIll'FI, recordarán también lo extraordinariamente
grande
del peligro y la inminencia de la muerte. Y
como el amor no tiene límites conocidos, desde
aquellos amargos días en que estuvo en gran
riesgo la vida del Prelado, el amor de Monsefior
Brioschi para su venerado MaeBtI'O creció de
extraordinaria manera, como se comprobó durante la enfermedad del perínclito Pastor.
Nosotros que prestámos por muchos mese5
nuestros cuidados profesionales al Ilustrísimo
señor BIFFI en su penosa enfermedad, pudimos
presenciar las más tiernas escenas de amo:"
entre aquellas dos almas nobilísimas y puras.
En medio de las congojas que la enfermedad
hacía padecer al señor BIFFI, hallaba en la
amorosa solicitud de su amado don Pedro,
como 10 llamaba, consuelos inefables que trocaba en dulce sonrisa el quejido que la dolencia le
arrancaba.
y vino el día de la gran pesadumbre; luctuoso día en que el alma de ángel del Ilustrísimo señor BIFF! voló al Cielo. i Oh enorme infortunio para Monseñor Brioschi, huérfano
de15deese infausto momento! i Cómo padeció
esa alma sensible! i Qué torrentes de elocuencia hizo brotar el dolor acerbísimo, de 108 labios
de Monseñ.or y de su pluma fecundisima!
J.nnumerables fueron los telegramas de condolencia que recibió, é innumeraùles los que contestó,
notables todos por la asombrosa variedad que
en la forma revestía el sentimiento intenso que
los dictaba.
-23-
Pero vedle en la mañana del 17 de Noviembre de l896 en lo alto de la sagrada Cátedra! En el centro de nuestra hermosa Catedral, se levantaba majestuoso é imponente túmulo; colmado el templo de selecta y recogida
concurrencia, y Monsefíor Brioschi, agitado por
hondas emociones, fijos los ojos, empafiados por
la tristeza, en el sagrado recinto
Qué iba á
suceder!
Monseñor Bl'ioschi iba á pronunciar
el fúnebre elogio de su gran benefactor y padre,
Ilustrísimo doctor BIFFI! La sola tentativa
de Monseñor de acometer esa empresa, conmovió profundamente al auditorio; y hubo fuertes
estremecimientos de corazón y lágrimas abundantes en los ojos, cuando Monsefíor Brios{'hi
hizo resonar en las altas bóvedas del anchuroso templo, su palabra sonora, elocuente, vibrante y al propio tiempo melancólica, muy melancólica y tierna.
En bien impreso folleto de grandes dimensiones y de 36 páginas, corre publicada esa
brillantísima pieza de oratoria sagrada. Esta
sola obra bastaría para dar á Monsefíor Brioschi reputación como orador sagrado y como escritor, si yá no tuviera conquistada alta reputación y gloria como autor de obras de largo
aliento.
En 1886 publicó su primer libro titulado
El enemige,de la Patria y del Progreso, enérgica y ~oncluyente defensa del Papado. En 1889,
la Vida de Si!n Pedro Claver, edición lujosa
hecha en París. Este libro es precioso por el
acopio de datos que contiene sobre la admirable vida de San Pedro Clavel' y el caudal de
-24-
doctrina que encierra.
En 1890, La Francma-
sonería, obra editada en Milán.
En el mismo afin dió á luz su interesantísima y extensa obra Una página de historia ó
La Revolución francesa, impresa también en
Milán. Yá en 1891 había dado á la estampa la
trascendental Encícli~a de LEÓN XIII á los
obispos, clero y pueblo de ]talia. Con gran
acierto tradujo este gran documento, haciéndolo seglÜr de valientes, oportunos y extensos
comentarios.
(Jomentó también, en 1892, otro magnífico
documento pon ti.ficio: la Encíclica de LEÓN
X III Rerum Novarum, sobre el estado actual
de los obreros.
Tál ha sido la fecunda labor literaria de
Monsefíor Brioschi, como distinguido apologista católico y polemista de primera fuerza.
(Jomo lo tenemos insinuado, no hay cuestión elevada de esa~ que interesan á la humanidad, por rozarl3e con la religión, la moral, la
alta filosofía y el bienestar social, que no haya
sido objeto de estudio concienzudo y profundo
de parte de Monseñor; y estudia todas las cues·
tiones, si con santa vehemencia, ljon levantado
espíritu de imparcialidad, guiado por la luz de
la Verdad, bebiendo la doctrina ortodoxa en
fuentes purísimas, y siempre ardiendo en desoos de aniquilar el error y conquitar almas
que se salven en la dulcísima y consoladora
doctrina de J~sucristo.
Bien merecía Monsefior Brioschi por su
laboriosidad, su inteIJ!o amor á la Iglesia, su
adhesión entusiástica á la Oát.edra Romana y
sus eminente servicios prestados á la Diócesis
-25de Cartagena., las distinciones que la Iglesia reserva á sus precIaras var( Ines, heroicos defensores de la Fe ~atólica como lo ha sido Monseñor.
Hé aquí porqué el I]u~trísimo sefior BIFFI
lo nombró, primero :'iU Secrp,tario privado y
más tarde su Vicario ¿,"E'neraly depœitó en él)
con loable acierto, gran su ma de confianza.
Hé ahí por que
la
Sélnticlacl de LEÓN XIII 10
honró oon el título de MONSE~OR. Hé ahí. fi·
nalmente, por qué el mismo egregio Pontífice
lo condecoró en 1~88con las insignias de "Cél.ba•.
lIero de la Orden Pro EcclpsÙl et Pontífice; y en
1892 lo volvió á condecorar como Camœrero se-
creto supernumerœrio de Su Santdiad.
Bosquejada, apenas mal delineada queda
la figura moral de Monseñor Brioscbi; con todo,
esa figura aparece interesante en gran manera,
despierta profundas simpatias y excita admira·
ción, lo mismo por las austeras virtudes que
adornan á Monsefíor, como por su incansable y
pr{)vechosísima labor apostólica, que ha abierto
ancho y hondo surco en los entendimientos y
l>reparado el terreno para que dé en 10 venidero frutos copiosos de bendición.
No ha sido, pues, extraño el ver exaltado
á Monseñor Brioschi á la sublime dignidad
episcopal} cuando fue preciso llenar la vacante que, en hura infausta, había dejado el dolorosísimo fallecimiento del Ilustrísimo sefior
BIFFI.
Desde que se consumó este deplorable suceso, las mirada3 afligidas de la grey bolivarense se velvieron hacia Monsefior Brioschi, como
natural sucesor del Ilustrísimo sefior BIll'FI.
-
26' -
Empero, .Monseñor, apenas salido del estupor
que le produjo la muerte de su Padre y Ma~,
tro, volvió á tender las alas de su consternad~
espíritu hacia,el Seminario de Milánr deseoso
de alistarse eri las heroicas filas de los misio~
neros J emprender campaña contra la idolatría
en las agrestes y mortíferas regiones asiáticas,
en donde están radicadas, como queda dicho,
las misiones de su Con~cíón.
Lo~ que admiramos la labor espil'Ítual gigantesca iniciada y adelantada por Monseñor
BlfIF[;los quc hemos sentido en nuestros corazones cI saludable influjo de su apostolado y
gobierno episcopal; los que, piadosamente inspir~~os, anhela~os que es~ influjo contJnúe
hacIendose sentir con eficacIa sobre la huerfana grey, nos angustiámos, porque temíamos
perder para Cartagena un ministro del Señor
de la ta lIa moral y altas virtudes de MonsefioI"
Brioschi, si por acaso resolvía volverse á Milán.
Nos tranquilzámos cuando el Ilustrísimo y
Dignísi mo Arzobispo de Bogotá, hizo recaer en
Monseñor, el nombramiento de Vicario Capitular. El Clero de la Diócesis y los fieles recibieron con júbilo este nombramieto;; y el Gobierno de la Diócesis, con Monsefíor Brioschi á
la cabez::l, marchó eon regularidad del todosatjsfactoria; y consideró Monseñor y remedió,
en la esfera de su competencia como Gobernador de la Diócesis en sede vacante, las necesidades espirituales de sus hijos.
Nuestro Santísimo Padre León XLII, atento á la meritoria labor realizada por su amado
hijo Brioschi, y pesando las razones poderosas que militaban para depositar en sus manos
-27-!a -elevada y sagrada autoridad episcopal, lo
pre~~nizó obispo de Cartagena. A la SazÔn se·
hallabc:'ten Bogotá el Ilustrísimo señOt'lkioschi
gestionando sobre importëmtes RRuutos cooeerniente.<:;á la l)i{)cesisque (jobermlba como Vi-cario Capitular, y allá recibiÔla lloti<:ia {)fieiul
de su nombramiento para este bj1is('opudo. No
BS imaginable la pesadurnlm-l que cayó ~obl'e
su espíritu al conocer la eleeeiÔIl que ('n él ha ..
bía hecho recaer el S:--mtoPUdl'e. N"o diremos
que se apresuró, pero sí que, d(~pl1éR de pedir
luces al Cielo,dirigió al Sumo Pontifiee extensa
exposición en que manifestaba con humildCld y
perfecta sinceridad, las poderosbinws razones
que le movíal1 á declinar el alto honor que le
dispensaba el Vicario de Jesucri~to. Muy
fuertes y muy bien sentidas debieron sel' esas
razones, cuando el Venerable LEÓN XIl I, á
pesar del paternal afecto que pl'Oft\saá Monse ..
fiar Brioschi y del elevado concepto en que lo
tiene por su claro talento, versación en los ne
gocios eclesiásticos y múltiples virtudes, no
consideró en muchos meses su renuncia, pues
que, ni quería priva:- á la Diócesisde Cartngena
de Ln obispo como Monseñor Briosdli, que le
daría nuevo lJl'illoá la sede episeopal de Cartagena aumentando la cosecha espil'itunl; ni cre·
ia p)r entonces¡ prudente el insistir eu el nombramiento, porque, en verdad, Monsefior Brioschi había sido tan persuasivo en el modo de
exponer las causas de su l'enun(~ia, como estaban en su conciencia, que el sabio Pontífice
tuvo que meditar mucho tiempo antes de resolver tan delicado asunto.
Relativamente larga fue la expectacióu de
-28-
Jos bolivarenses en eR-a.~
circun~tancias; pero sí
en alguna ocasión fue bien al,licado el apotegma Vox popUli, vnœ Del, fue sin duda en ésa
en que el nombre de Mom;;eñor Briosobi and'aba de boca en l:x)ca, acla.mado como Obispo de
la Diócesis..
HalIábase el Ilnstrísimo sefí(1r Bríoschí en
la vecina ciudad de Barranquilla remediando,
con apostólico celo, necesidades espirituales
coma Jefe provisional de la Diócesis, cuando
llegó la noticia de que el pnldentísimo
LEÓN XIII insistía en el nomhramiento hecho
en Monseñor para. ocupar la sede episcopal
de Cartagena.
JúbilO' grande experimentaron todos los
buenos corazones con tan fausta nueva. Los católicos de la Diócesis se felicitaban llenos de
cristiano regocijo, y el puebla de Barranquilla
aprovechó la feliz coyuntura de tener á la sazón
en su seno á Monseñor Brioschi, para expresarte su can ten to y rendirle homenajes de arnot"'
y de filial adhesión,
Al regresar á la Capital de la Diócesis, fue
recibida Monsefiot"con extremos de alegría por
su amada grey. CantÓSè solemne Te-Deum
en acción de gracias al Omnipotente por el
señalado favor que dispensaba á los bolivaren~
ses; y se ardia en deseos de que Monseñor se
consagrase presto, pal'a que asumiera el pleno
gobierno epiRcopal del numeroso rebafto que
dehía apacentar por voluntad de Dios.
A mediados dd Abril del presente afio de
1898, partió Uonseñor para Bogotá á fin de
recibir la consH.g-raciónde su elevada dignidad;
pero antes de emprender viaje, quiso celebrar
- 29-
con solemnidad la Semana Santa. :Memorable
será ellO de abril de 1~98, día de la Resuree·
ción del Señ.or! En esa fecha se leyó en la
Santa Iglesia Catedral, con tono solemne, en
preseucia de numerosísimo concurso, t;~ ~J.CiV~
Pontificio en que Re nombró á Monseñor Pedro
Adán Brioschi Obispo de Cartagena. Después
de la Jectura del sagrado documento, Mons&
fíor: visiblemente emocionado, abrió su corazón en presencia de sus hijos amados, dirigiéndoles palahras atinadas, bien sentidas, muy
patéticas, que conmovieron profundamente el
piadoso pueblo que escuchaba con veneración
la palabra evangélica de su nuevo Pastor.
El 8 de Mayo del presente afta de gracia de
1898,fue consagrado Monsefior Pedro Adán
Brioschi, por el Reverendísimo Befior Arzobispo de Bogotá, Obispo de Cartagena. El acto
de la consagración fue una fiesta suntuos'Í~ima,
que conmovió á todos los espectadores.
En la mi~ma fecha de su consagración
publicó la primera Pastoral que dirige al Clero
y pueblo de su Diócesis; y otra especiairuente
dirigida al Clero de la misma, escrita en latín.
Ambos preciosos documentos son obras de
aliento, que forman, cr.da uno, un folleto de
grandes dimenHlones.
La lectura de la gran Pastoral que Mon:$6fiar Brioschi dirige conjuntamente al Clero y
al pueblo: deja en el espíritu las más gratas
impresiones QI~vadas ensefianzas, aleccionándolo con pUl'lsima y consoladora doctrina.
Con frase ~mb1imeexpone las excelencias
del Paráclito y los beneficias que de continuo
derrama sol,re la humanidad; y pinta con vi-
r
-30-
vos colores los peligros que cercan al hombre y
los medios eficaces con que cuenta pé1l~asalvarse.
E'3ebellísimo y substancioso documeilto no
puede leerse sin sentir aamiración por su
autor; sin conmoverses; pues que en él abundan
pasajes llenos de elocuencia; y sin l'P(:ogt-'l' sabios
consejos de diaria y práctica aplicación.
En tempranos años, nue::;tl'O venerado
Pastor Monsefíor Brioschi, se ha colocado en
las filas de los Prelados eminentes de la Iglesia
Católica, lo mismo por su profunda ciencia teológica, como por su erudición, su fecundidad,
su acierto y por la paternal solicitud con que
atiende á los múltiples asuntos que están á su
éuidado .
.En media de los tarnsportes de júbilo cristiano de su pueblo, hizo Monseñ.or Brioschi su
entrada triunfal el 24 de Junio. Ha oído con
aposótolica humildad los gritos de alegría que
lo aclaman; pero también oiría con fortaleza
cristiana el "crucíficale! crucíficale!" y se inmolaría con gusto por la gloria de Cristo.
Ese es nuestro ilustre obispo!
Bajo los más favorables auspicios inaugura su episcopal gobierno, que cuenta con el
amor de su amantísima grey y las simpatías
de la autoridad temporal.
y hay coincidencias que son como felices
augurios de 10 glorioso y benéfico que será su
gobierno espiritual: en Febrero fue consagrado
su angusto predecesor Monseñor BIFFI; Y en
Febrero también es exaltado Monseñor Brioschi á la sede episcopal de Cartagena.En
Junio entra por la primera vez en Cartagena,
- 31-
acompc¡fíando al Ilustrísimo señor BIFFI, y
en Junio entra otra vez en esta cristiana
y
benernér\ta ciudad, como dignÍsimo Obispo de
la DiÚCt'.-::i",
en medio del regocijo de miles de
alma.:; (fue han derramado lágrima.s de ternura al ver reali7.a.c1o
su santo dE'seo de que el
sucesor del venerando Pastor EUGEKlO RIFFI,
fuera sn dilecto diseípulo l\1onsef'íorBrioschi.
y bien ¿ qué intuición fue aquella de Monseñor BŒ'FI que le hizo traerse consigo á un
joven desconocido por él, hoy venerado y distinguido mitrado de la Iglesia?
Misterios son éstos que se hurtan á la
inteligencia humana!
Regocijémonos y demos gracias á la Excelsa Providencia por el insigne beneficio hecho á
la Diócesis de Cartagena, al poner á su eabeza
un, Prelado como Monseñor Pedro Adán Brioschi, de tan elevadas virtudes, de téiln claro talento y discreta energía y tan lleno de celo por
la gloria de Dios y salvación de los hombres.
Goza Monsefíor del filial amor de sus ovejas, del amor y veneración de su Clero y del
respeto de todo el que lo conoce. De otro lado,
seguro es que no le faltarán los divinos auxilios, por lo que puede vatiCinarse que su gobierno espiritual Berá fecundo en bienes para
su querida Diócesis. El Seminario, sobre todo,
seguirá su pI'óspera marcha, y la Roligión, floreciendo y derramando por dondequiera su
influjo redentor.
¡Cuán brillante y glorioso será y cuán benéfico el Gobierno episcopal de Monseñor Brioschi! Felices nos consideraríamos si el Omni-
-32-
potente nos concediera vida ¡>ara escribir la
historia de ese que He anunCla brillantísimo
período de la Iglesia de Cartagena bé:tjola sabia
dirección del Ilustrísimo setlor Briosch i.
Ha hecho M()n~efíoren su magnífica primera Pastoral, la apología elocuentísima del
Divino Paráclito. Que ese mismo Divino Espíritu, fuente de !tlZ y de amor. asista siempre,
con singulares gracias, á nuestro ilustre Pastor en sus santas pero en extl'emo difíciles labores episcopales!
Cartagena, Junio de 1898.
MAHORL P AJARO H.
BANCO DE LA REPU8l/
8/8l10TECA
LUrs ANG
-
CA
EL ARANGO
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