La tecnología y la calidad en la educación. Una reflexión

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Para citar este artículo, le recomendamos el siguiente formato:
Enkvist, I. (2013). La tecnología y la calidad de la educación. Una reflexión. Revista de evaluación
educativa, 2 (1). Consultado el día de mes de año en:
http://revalue.mx/revista/index.php/revalue/issue/current
La tecnología y la calidad en la educación. Una reflexión
Inger Enkvist
Universidad de Lund, Suecia
Resumen
Se hace una propaganda oficial muy fuerte para que los maestros y los
profesores utilicen las nuevas tecnologías. Sin embargo, no está comprobado
que la tecnología mejore la calidad de la educación. Este artículo discute el uso
del PowerPoint y de internet y si los países exitosos en educación priorizan la
tecnología.
Palabras clave: tecnología, PowerPoint, internet, calidad educativa
Abstract
There is a lot of pressure on teachers inviting them to use new technologies in
their classroom. However, there is no real evidence that use of modern
technology improves the quality of education. This article discusses the use of
PowerPoint and of internet and how successful countries prioritize.
Keywords: technology, PowerPoint, internet, educational quality
El texto que sigue pretende ser, como indica el título, una reflexión sobre la
relación entre el uso de la tecnología y la calidad en la educación. El campo es
inmenso y solo se pueden mencionar algunos usos de la tecnología. La
reflexión no pretende probar nada sino solo advertir contra una confianza
exagerada en la tecnología como instrumento de aprendizaje. Los tres puntos
que se van a comentar son: 1. El uso, por parte del propio profesor, del
PowerPoint; 2. El uso de internet entre los alumnos de bajo rendimiento
escolar; 3. La pregunta de si los países de alto rendimiento escolar según
PISA, como Finlandia, China y Japón, han obtenido sus resultados con la
ayuda de la tecnología.
El PowerPoint
La seducción del PowerPoint ha ganado no sólo el mundo de la empresa sino
también el mundo académico (Frommer, 2012). Cada vez más profesores
proyectan la información en una pantalla en vez de escribirla en una pizarra. La
Fecha de recepción: 4 de abril 2013
Fecha de aceptación: 12 de julio 2013
La tecnología y la calidad en la educación. Una reflexión
ventaja es una impresión de control porque pueden preparar todo antes de la
clase. Además, las palabras proyectadas son más elegantes y parecen más
contundentes que las escritas a mano.
En el PowerPoint, el contenido se entrega en forma de listas de palabras. Una
primera observación es que los campos de conocimiento no están
necesariamente estructurados como listas. Una lista también puede engañar
porque es difícil ver si contiene todos los elementos que deberían estar. Otra
observación es que nuestra impresión puede ser influenciada por el lugar en la
lista en el que viene un elemento porque es fácil pensar que el primero es el
más importante y solo el que ya conoce un campo entiende si el orden de los
elementos refleja su importancia. Cuando los elementos son presentados como
una lista, tampoco se ve cuál es la relación entre ellos. ¿Se trata de una adición
de elementos similares o cuál es la relación?
Por razones de brevedad, las palabras en la lista tienden a ser palabras
abstractas: “la compra de”, “la decisión de” o “el perfeccionamiento de”. Estas
palabras abstractas dan una impresión impersonal porque no se dice de
manera explícita quién realizó el acto en cuestión. Las palabras pueden ser
consideradas como abreviaciones de oraciones. Tampoco están en la pantalla
los complementos de lugar y de tiempo. Estas características pueden servir
para escamotear una información.
Todo esto nos recuerda que el PowerPoint es un instrumento estético
trasladado al campo intelectual. Es una técnica de presentación y no una
técnica de pensamiento. Está enfocada en persuadir por la elegancia y en
entregar una información que inspira confianza y no necesariamente una
información profunda. Su meta no es fomentar la reflexión.
Lo potencialmente engañoso es el impacto visual porque lo que está en la
pantalla parece más definitivo que si se hubiera escrito a mano en la pizarra. El
uso de las palabras abstractas hasta puede dar una idea de algo científico. Las
presentaciones de PowerPoint son ambiguas en el sentido de que recuerdan a
la vez la conclusión de una investigación y una presentación comercial. Una
mezcla de elegancia estética y de afirmaciones contundentes, una
presentación en PowerPoint nos quiere “vender” algo. A pesar de ser moderno,
el PowerPoint no es menos “autoritario” que la enseñanza tradicional, ya que
trasmite ideas ya formadas y “empaquetadas”. Hay alguien que presenta y que
proyecta su mensaje en la pantalla y otros que miran la pantalla iluminada. No
invita a la discusión.
Se puede decir que un profesor “encarna” el conocimiento y una actitud positiva
hacia el conocimiento. El verbo que se utiliza en inglés es embody. Cuando el
profesor elige utilizar el PowerPoint hace al revés: saca el conocimiento de sí
mismo y lo introduce en la computadora. Podríamos inventar los verbos de
“excarnar” en español y de “exbody” en inglés. Sin embargo, si el profesor mira
mucho la pantalla, puede dar la impresión de no dominar el material de manera
completa, es decir, de no haberlo tenido nunca “dentro de sí”. A los alumnos les
puede parecer que el profesor quizá necesite la ayuda de los “apuntes” en la
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pantalla para llevar a cabo su presentación. Si es así, la técnica debilita la
credibilidad del mensaje.
Es cada vez más frecuente que se exija que los alumnos hagan presentaciones
orales con la ayuda del PowerPoint. Sin embargo, si el profesor les pregunta
tres semanas más tarde sobre el contenido de lo que han presentado quizá no
se acuerden. Han estado enfocados en la presentación y no en el aprendizaje
del material. Si les pedimos una presentación en PowerPoint hemos elegido un
enfoque estético que puede disminuir la atención al aprendizaje.
Para terminar, el propósito con esta reflexión no ha sido decir que todas las
presentaciones en PowerPoint sean malas sino advertir contra la confusión
entre la elegancia visual y el valor intelectual. Una presentación en PowerPoint
puede ser o no excelente desde el punto de vista intelectual pero debemos
tener claro que no existe ninguna garantía de que el cerebro del alumno haya
retenido lo presentado por el profesor y menos en la forma nítida que tenía el
material en la pantalla.
Búsqueda de información en internet por parte de alumnos con
problemas
Si el PowerPoint es la tecnología más usada por parte del profesor, el uso de
internet para buscar información se ha convertido en el método tecnológico
más usado entre los alumnos. Permite combinar el aprendizaje del uso de la
tecnología con una tarea individual o en grupo. Parece una tarea a la vez libre y
moderna y suele gustar a los alumnos porque no necesitan concentrarse en
leer o en escuchar. Sin embargo, se podría advertir contra algunos riesgos:


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La comprensión lectora se basa en gran parte en los conocimientos
previos del lector. Para dar un ejemplo se va a contar una investigación
norteamericana sobre la comprensión lectora. Se dio a grupos de
adolescentes un breve párrafo de unas ocho o diez líneas en el cual
destacaban los nombres propios Lee y Grant y las palabras “general” y
“negociación”. Se preguntó a los grupos qué significaba el texto. Los
grupos flojos decían que se trataba de “unos militares”, es decir, su
único conocimiento previo utilizable era que un general es un militar. Los
grupos con más conocimientos reconocieron los nombres de los
generales más importantes de la Guerra de Secesión. Dijeron que ya
que se mencionaba la palabra negociación, quizá el texto tenía conexión
con el final de la guerra, el año 1865 y el estado de Virginia. Lo
importante de este ejemplo es que estos alumnos entienden algo que no
está en el texto. Los que tienen conocimientos previos pueden “leer
entre las líneas”.
Durante mucho tiempo, se ha repetido que no es tan importante como
antes aprender datos ahora que existe internet. En el caso citado, si los
alumnos buscan “Lee”, se encontrarán con una gran cantidad de
información porque es un apellido muy común. Por pura casualidad, lo
mismo pasa con el apellido Grant. Si añaden la palabra “general” habrá
menos sugerencias pero hay varios generales con esos apellidos. Lo
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que deben hacer es insertar a la vez Lee y Grant, porque en los
manuales de historia estos están presentados como una pareja de
adversarios pero, claro, eso es precisamente lo que no saben los
alumnos sin conocimientos previos. El ejemplo sirve para subrayar que
cuando entendemos un texto, nuestra comprensión se basa siempre en
mucho más que en la sola descodificación de las palabras. Para
entender diferentes textos hay que tener muchos conocimientos y
mucha costumbre de leer. No hay nada tan práctico como aprender las
materias del currículo de la primaria y de la secundaria.
Cuando un alumno con pocos conocimientos busca información en internet, en
general no tiene posibilidad de entender si la información es fehaciente. Si una
empresa, una organización o un partido quieren influenciarnos no es probable
que mientan de manera obvia sino que mezclen lo falso o lo sesgado con datos
verdaderos. El lector que reconozca como verdadera una parte del mensaje, se
dirá que ya que una parte es verdadera, ¿por qué desconfiar? En política, los
expertos de esos tejemanejes son llamados spin doctors. En el mundo criminal,
estos mecanismos están perfectamente conocidos. Cuando la policía
colombiana había prometido una recompensa al que pudiera dar una
información sobre el paradero del narcotraficante Pablo Escobar, los
colaboradores de Escobar “inundaron” a la policía con informaciones falsas.
Entre varios centenares de informaciones, ¿cómo iba a identificar la policía una
posible información correcta? ¿Y cómo puede un alumno promedio de
secundaria que busca información sobre un tema quizá controvertido distinguir
entre un dato verdadero, otro ligeramente sesgado y otro más directamente
falso? Para evaluar si un dato es fehaciente, no existe ninguna técnica, si no
decimos que adquirir conocimientos previos es una técnica. Además, se debe
distinguir también entre los datos importantes y menos importantes, algo que
exige más conocimientos todavía.
Un pedagogo sueco ha estudiado una escuela secundaria que trabajaba con
computadoras y en la que los alumnos pasaban mucho tiempo sacando
informaciones de internet (Naeslund, 2001). De entre las muchas
observaciones interesantes del investigador, se puede destacar que el método
fue menos eficaz que las clases tradicionales y en particular para los alumnos
flojos. Estos no avanzaban porque no entendían las informaciones en la
pantalla. El no entender no fue un estímulo para empezar a aprender sino al
contrario: desistieron de intentar aprender.
La enorme cantidad de información a nuestra disposición supone también
dificultades, lo cual quedó ilustrado cuando a un periodista estadounidense se
le ocurrió estudiar todos los programas televisivos transmitidos durante 24
horas el 3 de mayo de 1990 en Fairfax, Virginia, y constató que se ofrecieron a
los telespectadores tantos programas que un mensaje individual, por
importante que sea, desaparece entre todos los demás (McKibben, 1993). En
internet, la acumulación de datos es más abrumadora todavía, por lo cual lo
que necesitan los alumnos es adquirir conocimientos básicos para poder
distinguir entre lo valioso y lo menos valioso.
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Los países de alto rendimiento escolar
Otra manera de reflexionar sobre el aporte de la tecnología a la calidad
educativa es estudiar cómo trabajan los países de alto rendimiento como
Finlandia, China y Japón (Enkvist, 2011). En estos países, muchos adultos
utilizan las computadoras en su actividad profesional, pero ¿significa eso que
las computadoras sean importantes en la enseñanza obligatoria? En Finlandia,
se da énfasis al conocimiento de la lengua y a la lectura. Los finlandeses
explican los buenos resultados de PISA por la buena comprensión lectora de
los alumnos. Ya que los alumnos entienden las tareas, están ya a medio
camino de solucionarlas. Finlandia logra atraer a la profesión docente a jóvenes
inteligentes con un buen lenguaje propio que se convierten en excelentes
modelos lingüísticos e intelectuales para los alumnos.
A propósito de China, bastantes expertos extranjeros hablan de un respeto
exagerado por la memorización. Sin embargo, si el método tradicional chino es
malo debería irles mal a los estudiantes chinos y no es así. Entre otras cosas,
logran excelentes resultados en las universidades estadounidenses de
prestigio. ¿Cómo es posible? Un método didáctico frecuente es el siguiente:
Primero, el profesor explica lo nuevo que deben aprender los alumnos, y
normalmente aprenden el contenido durante la clase. Después se manda este
material como tarea para la casa, lo cual da a un alumno lento la posibilidad de
ponerse a la altura de los demás. Los alumnos vuelven al colegio y allí el
profesor les toma la lección, con lo cual obtienen la confirmación de haber
entendido bien y, si no, pueden rectificar enseguida el malentendido. El
profesor quizá añada algo más o explique una excepción y después manda
otra vez el material como tarea a la casa. Esta vez, el propósito es que los
alumnos automaticen el conocimiento de tal modo que puedan utilizarlo a partir
de entonces como instrumento para otras tareas de pensamiento. Por eso, la
segunda tarea es esencial. No se considera suficiente haber oído hablar de
algo y ni tampoco haber trabajado una vez con un concepto, sino que hay que
saber manejar el concepto o la información de manera rápida y correcta. Se
podría llamar democrático a ese método porque ofrece a todos la posibilidad de
convertirse en alumnos exitosos.
El último ejemplo es del famoso estudio The teaching gap (1999) que compara
la enseñanza de matemáticas en Alemania, Japón y los Estados Unidos. Lo
más interesante es cómo se describe una clase típica de matemáticas para
alumnos de unos quince años en Japón.
Primero, el profesor repasa lo aprendido la vez pasada. Después, escribe un
nuevo problema en la pizarra y deja que los alumnos luchen con él de manera
individual durante cinco o diez minutos. Muchos no sabrán resolver el problema
pero el trabajar con él prepara la comprensión de la solución. Después el
profesor deja que grupos de dos o tres alumnos intenten encontrar la solución
de manera conjunta. Mientras tanto, el profesor circula entre los alumnos,
identificando tres soluciones diferentes. Manda a la pizarra a representantes de
los tres grupos, y el resto del tiempo se utiliza para discutir las soluciones.
¿Cuáles son correctas? En las no correctas, ¿en qué consiste el error? Entre
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La tecnología y la calidad en la educación. Una reflexión
dos soluciones correctas, ¿cuál se debe preferir? Es decir la “técnica” consiste
en enfocar la comprensión.
Estos tres ejemplos de Finlandia, China y Japón quieren hacernos reflexionar
sobre el lugar de la tecnología en los mejores sistemas escolares del mundo.
La tecnología no es la base del éxito sino que lo es el lenguaje, el esfuerzo y la
comprensión, factores que permitirán a los alumnos a usar más tarde la
tecnología de manera eficaz. Más tarde, los alumnos podrán buscar y entender
la información en internet y quizá evitar caer en las trampas de la estética. En
conclusión, la tecnología no es esencial en el aprendizaje aunque puede ser un
añadido valioso si se utiliza bien. Sin embargo, la tecnología se convierte en
negativa si para comprar computadoras no se pagan salarios atractivos a los
profesores, porque lo esencial para la buena educación, además del esfuerzo
del alumno, es disponer de buenos profesores.
Referencias
Enkvist, Inger (2011). La buena y la mala educación. Ejemplos internacionales.
Madrid: Encuentro.
Frommer, Franck (2011). El pensamiento PowerPoint. Ensayo sobre un
programa que nos vuelve estúpidos. Trad. de Elisenda Julibert González.
Barcelona: Península.
McKibben, Bill (1993). The age of missing information. New York: Random
House.
Naeslund, Lars (2001). Att organisera pedagogisk frihet. Fallstudie av
självständigt arbete med datorstöd vid en grundskola. Universidad de
Linköping.
Stigler, James H., Hiebert, James (1999). The teaching gap. Best ideas form
the world’s teachers for improving education in the classroom. New York: The
Free Press.
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