ENSAYO Yo soy Antonio Mejías, "Bienvenida" de abolengo: doy al toro cuanto tengo, mi valor, mis alegrías y majestad y salero y templanza y fortaleza... Niño torero que empieza siendo ya un hombre torero. Rafael Duyós 40 años en el recuerdo de la afición Antonio Bienvenida, clasicismo y pureza en el arte del toreo Por Carmen de la Mata Arcos El 7 de octubre se cumplen 40 años de la muerte de Antonio Bienvenida. El paso de los años han ido engrandeciendo la figura de quien personificó conceptos fundamentales, como el clasicismo y la pureza, como la armonía y la naturalidad, las grandes verdades del toreo y de la lidia. El 7 de octubre se cumplirán cuatro décadas desde que el gran Maestro del Toreo, Antonio Bienvenida, cerrara para siempre los ojos en una habitación del complejo hospitalario de La Paz, situado en la capital de España. El presente trabajo no solamente centra su atención en describir las jornadas posteriores al percance sufrido en la finca “Puerta Verde”, sino también en conocer la figura del grandioso torero nacido en Caracas y los pilares sobre los que se asentaba su tauromaquia. El 5 de octubre de 1974 Antonio Bienvenida había vestido por última vez el traje de luces en la plaza madrileña de Carabanchel, compartiendo cartel con Curro Romero y Rafael de Paula. El postrero animal que estoqueó llevaba por nombre “Ventanero” y estaba herrado con el pial de Bohórquez. En 1975 se dedica exclusivamente a torear festivales, el último de ellos celebrado en la localidad salmantina de Tamames de la Sierra el 30 de septiembre. Dos días después, estuvo de tentadero junto con su hermano Ángel Luis en la ganadería de Amelia Pérez Tabernero, donde tan sólo un par de jornadas más tarde resultaría gravemente lesionado. Aquel 4 de octubre se cumplían once años desde que dejara de existir Manuel Mejías Rapela (“El Papa Negro”), quien enseñó los primeros pasos en la profesión a todos sus hijos. Por ese motivo, Antonio acudió en compañía de Ángel Luis y Carmen Pilar a una misa, oficiada en el municipio madrileño de Colmenar de Oreja. Después de la comida, ambos toreros deciden ir, nuevamente, a torear unas reses a la finca ubicada en El Escorial, en unión de sus respectivas familias. También fue a la cita el ganadero y empresario peruano Fernando Graña, amigo de toda la familia Bienvenida. Antonio toreó de manera excelente a “Conocida”, nº 7, negra, que tenía una gran reata, pues era hija de un toro que se había ganado la vida en el ruedo (“Navajito”, nº 11, negro indultado en Segovia el 29 de junio de 1968) y hermana de “Conocido”, ejemplar que fue premiado por el Ayuntamiento de Madrid como el más bravo de la feria de San Isidro de 1973. Posteriormente, también participaron en la tienta los sobrinos de Antonio, Miguel y Álvaro. La tarde transcurría de manera feliz, nada hacía presagiar que en breves instantes el panorama cambiaría radicalmente. Se ordenó abrir la puerta que daba salida a los animales lidiados hacia el campo, cuando de Taurologia.com 1 repente irrumpe, de nuevo, en el ruedo “Conocida”. Antonio, que se encontraba de espaldas a dicha puerta, es volteado aparatosamente, golpeándose fuertemente en la cabeza al caer. Rápidamente, se aprecia la gravedad de las lesiones producidas por la vaca de Amelia Pérez Tabernero, quedando el torero inmóvil sobre la arena de la plaza de tientas. Lo trasladan con premura al hospital de La Paz, donde el doctor López Quiles le coloca un collarín y unos clavos para fijar la fractura de las vértebras cervicales. En esas primeras horas el paciente reacciona favorablemente a los tratamientos a los que lo estaban sometiendo. Sin embargo, en la mañana del domingo 5 de octubre el estado de salud de Antonio Bienvenida empeora notablemente, siendo conducido con inmediatez a la UVI donde ingresa en situación de coma. El parte facultativo rezaba lo siguiente: “fractura-luxación cervical de las vértebras 5ª y 6ª. Aparece un cuadro grave de lesión neurológica, con alteración de las constantes vitales: hipertensia y depresión respiratoria”. Además, no había posibilidad de intervención. Los familiares y allegados de Antonio tenían aún una pequeña esperanza de que el diestro pudiera alcanzar alguna mejoría física, pero lamentablemente su corazón dejó de latir a las 15:55 de la tarde del día 7 de octubre. Se organiza el traslado del cadáver hasta la casa donde habían residido todos los miembros de la dinastía Bienvenida en la capital de España, enclavada en la calle General Mola [hoy, Príncipe de Vergara], nº 3. A la llegada del féretro a ese lugar, las personas allí congregadas prorrumpieron en una ovación. “Una ovación enorme, cerrada, como en sus mejores tardes”, afirma Joaquín Vidal en Informaciones. Un capote de paseo grana y oro que había lucido su hermano Juan el día de su alternativa, cubría el ataúd con los restos mortales de Antonio Bienvenida. En la tarde del día 8 tiene lugar el entierro, tras el cual la comitiva fúnebre encamina sus pasos hacia la Monumental de Las Ventas. Allí, en la que fue “su” plaza, la afición le rindió un cálido y sentido homenaje, dando una postrera vuelta al ruedo y saliendo por última vez a hombros. Multitud de compañeros de profesión se acercaron a despedir al Maestro, valorando algunos de ellos las virtudes que atesoraba como torero y como persona. Sirvan dos casos como ejemplo: Luis Miguel Dominguín aseguraba que “como compañero ha sido, sin duda, el mejor que tuve nunca en los ruedos. Como torero era un sabio”. Por su parte, Antonio Ordóñez manifestaba que “fue un compañero excepcional. Una gran figura del toreo, que ascendió tanto en el arte de torear como pocos lo hicieron”. Al poco tiempo de su muerte surgió la idea de hacerle un monumento en Taurologia.com 2 los alrededores de Las Ventas, que sirviera para honrar perpetuamente su memoria. Dicha escultura, salida de las manos de Luis Sanguino, fue costeada casi en su totalidad por Andrés Vázquez, quien el 15 de mayo de 1977 se encerró con seis toros en el coso de la calle Alcalá por tal motivo. Ese mismo año quedó inaugurada la obra, situada en las inmediaciones de la Puerta Grande de la Monumental venteña, arco que cruzó hasta en once oportunidades. Las enseñanzas del patriarca Bienvenida El patriarca de la familia Bienvenida, Manuel Mejías Rapela, fue el auténtico creador de una dinastía. Antonio, al igual que ya había sucedido antes con sus hermanos Manolo y Pepe, aprendió con facilidad todas las enseñanzas que su padre le impartía. Muy pronto pasó de la teoría a la práctica, destacando desde un primer momento por el desparpajo que mostraba delante de las reses. Enseguida la prensa fija su atención en las evoluciones en el ruedo del pequeño Antonio, calificándolo Juan Mª Vázquez, periodista del ABC de Sevilla, de “artista excepcional” al analizar lo ocurrido en la Maestranza en un festival celebrado el 13 de junio de 1937 y donde el joven becerrista estoqueó un eral de Juan Belmonte. Debuta con picadores el 26 de junio de 1938 en Cádiz, anunciándose por primera vez en Las Ventas el 3 de agosto de 1939 frente a utreros de Terrones. El 18 de septiembre de 1941 firma en la Monumental madrileña una grandiosa faena al novillo “Naranjito” de Antonio Pérez, ejecutando por tres veces el cambio a muleta plegada, que tan característico era de su repertorio. De todos los elogios emitidos en los medios impresos, resaltar lo que afirma Federico Alcázar en Madrid, que define la obra realizada por Antonio Bienvenida como “la faena más grande del toreo”. La cara y la cruz de la profesión las vivió plenamente el torero durante la temporada de 1942. Al inicio de la misma, 5 de abril, estaba programada la alternativa de Antonio en el coso de la calle Alcalá, pero finalmente tuvo que posponerse al día 9 a causa de los problemas surgidos. Uno de los astados de Miura previstos para ser lidiados fue desechado por las autoridades, lo que provocó la negativa del toricantano a hacer el paseíllo. Dicho gesto acarreó prisión para quien iba a convertirse en Taurologia.com 3 matador de toros y también para su hermano Pepe, padrino de la ceremonia, y para José Alarcón, secretario del “Papa Negro”. Una vez pagada la multa, abandonan la cárcel el día 8, fijándose, como queda dicho, el doctorado para la jornada siguiente. Los tendidos de Las Ventas se cubren totalmente para presenciar el festejo, rompiendo plaza “Cabileño”, nº 75, cárdeno, ejemplar del hierro de la “A” con asas que sirvió para que la dinastía comenzada con Manuel Mejías Luján contara con un nuevo miembro en el escalafón mayor. A la conclusión de su actuación, Antonio, que vestía un terno corinto y oro, dio la vuelta al anillo. El 2 de julio siguiente en el mismo escenario obtuvo un resonante triunfo, al cortar tres apéndices y salir en hombros. Sin embargo, la racha de éxitos se tornó en tragedia el 26 de julio en Barcelona, al resultar corneado gravemente en el vientre por el toro “Buenacara” de Ignacio Sánchez. El percance sobrevino al instrumentar el pase cambiado con la franela plegada, siendo atendido por el doctor Oliver Gumá de dos heridas, una de ellas penetrante en el abdomen. Tras una larga recuperación, reaparece el 12 de octubre en la ciudad condal. Al segundo animal de su lote lo cambia al inicio del trasteo de muleta, evidenciando que la cornada sufrida no había mermado en nada su valor. Las dos campañas siguientes, prosigue Antonio con su magnífica trayectoria en la plaza venteña, sobresaliendo su extraordinaria obra al toro “Bailador” de Antonio Pérez el 1 de octubre de 1943 y los triunfos cosechados en la primavera de 1944. A comienzos de este último año, el diestro cruza el charco para torear en Venezuela y Colombia, participando en la reinauguración de la Santamaría de Bogotá y otorgando la alternativa en ese mismo coso a su hermano Ángel Luis. El día de Nochebuena de 1944 confirma su doctorado en México de manos de Silverio Pérez. Durante el año 1945 no torea ninguna corrida en territorio español, pues tras su brillante paso por plazas mexicanas tan sólo se anuncia en un par de festejos mayores en Lisboa y en cinco festivales benéficos. En la tradicional Corrida de la Prensa madrileña, celebrada el 4 de julio de 1946 Antonio introduce una pequeña innovación en su peculiar cambio con la muleta doblada. En esta ocasión, tomó los avíos con la mano izquierda, llevando simplemente en la derecha un pañuelo. Más allá de este detalle, la campaña de 1946 volvió a ser triunfal para el torero Taurologia.com 4 nacido en Caracas, resaltando los trasteos ejecutados en Madrid, Toledo, Aranjuez y Zamora. Sobre la labor llevada a cabo en el Real Sitio manifiesta K-Hito en Dígame que la tela roja que maneja Bienvenida “es el crisol de donde sale el arte purísimo”. La primera encerrona El 15 de mayo de 1947 se inaugura la primera feria de San Isidro de la historia, figurando el nombre de Antonio Bienvenida en dicho cartel. Al margen de la efeméride, la tarde terminó con el matador en la enfermería, herido en la pantorrilla por un astado de Rogelio Miguel del Corral. El segundo hito acaecido en el coso de la capital de España en el transcurso del mencionado año, fue la encerrona que protagonizó el hijo del Papa Negro a favor del Montepío de Toreros el 21 de septiembre. Era la primera oportunidad en la que un único diestro se anunciaba para estoquear seis reses en la plaza de Las Ventas y también era el estreno del espada en este tipo de corridas. El resultado final no puede ser mejor, puesto que el circo de la calle Alcalá se llenó totalmente y quien trenzó el paseíllo en solitario paseó cuatro orejas, siendo llevado en hombros por la ciudad hasta el Sanatorio de Toreros. Giraldillo en ABC define la corrida como “una hora y media brillantísima, sostenida sin un fallo, sin un decaimiento”. Continúa el matador su recital de toreo en el continente americano, debutando con bien en el coso de Acho (Lima- Perú) y en Quito (Ecuador). En la feria de abril que conmemoraba el centenario de su restauración (1948), Antonio realizó dos extraordinarias faenas que merecieron los halagos ni más ni menos que de Manuel Jiménez “Chicuelo” y Juan Belmonte. Alabanzas que se repiten en el diario Madrid, al citar en su crónica Federico Alcázar la opinión que sobre el toreo puro tenía “Manolete”. Dijo en su momento “El Monstruo” refiriéndose a Bienvenida: “torea con una naturalidad que pasma. Naturalidad y facilidad para el toreo más difícil. Es el estilo más puro del toreo”. La actuación más sobresaliente de todo aquel año, tuvo como escenario el coso de Zaragoza ante un ejemplar de la divisa de Alipio Pérez Taurologia.com 5 Tabernero de nombre “Tinajero”. Fuera de los ruedos cabe señalar dos hechos relevantes en la vida del diestro: su matrimonio con María Luisa Gutiérrez Balbi y la elección como Presidente del Montepío de Toreros. Posiblemente, los aficionados limeños presenciaron la mejor versión de Antonio Bienvenida durante el año 1949. El 20 de noviembre obtuvo las orejas y el rabo de “Comilón”, un burel con el hierro de Fermín Bohórquez, haciéndose acreedor al codiciado Escapulario de Oro. En otro orden de cosas, subrayar que el 13 de diciembre vio la luz en Madrid su primera hija. Tras una temporada, la de 1950, en la que los resultados no fueron especialmente brillantes, regresa por sus fueros la campaña siguiente, comenzada a nivel particular con una gran noticia: el nacimiento de su segundo vástago. Reseñar, nuevamente, un éxito destacado en “su” plaza de Las Ventas, esta vez frente a “Farolero”, un ejemplar de Bohórquez. Su paso por la feria de Lima vuelve a ser triunfal, siendo objeto de los elogios de los críticos de aquel país. El 23 de diciembre tomó parte en el estreno del recinto taurino de Manizales. La gran denuncia Un nombre más que añadir a la larga lista de toros cuajados por parte de Bienvenida, es el de “Palmito”, perteneciente a la vacada de Graciliano Pérez Tabernero. El marco de la obra es la Monumental madrileña en el ciclo isidril de 1952. En la edición de la corrida del Montepío del aludido año se entretiene en cortar tres orejas de cornúpetas del Conde de la Corte, manifestando Selipe en Semana que se trató de “una memorable lección de gallardía e inspiración torera”. En el mes de diciembre se organiza un coloquio en la Escuela de Periodismo, en el que Antonio denunció la práctica del afeitado de las reses, que según afirmó se efectuaba “por sistema”. Esas palabras provocaron que la temporada próxima (1953) un grupo de matadores lo vetaran. Pese a ello, el espada se sobrepone a la situación y con el apoyo del público consigue concluir el año admirablemente. Como respuesta a todo lo que había sucedido anteriormente, el torero se anunció en solitario en Madrid el 30 de mayo de 1954 para matar seis astados de Graciliano, saliendo victorioso del envite, contando desde el primer instante con el favor del respetable. A mediados de dicho año, el boicot queda casi suprimido, merced al gesto de Julio Aparicio (uno de los implicados) que se acartela mano a mano con Bienvenida para lidiar animales de Alipio Pérez Tabernero. La tarde termina con ambos actuantes por la Puerta Grande. El 30 de agosto en Colmenar Viejo realiza una importante labor al toro “Tablillero” de Miura y el inminente 16 de septiembre tiene el honor de estar incluido en la primera corrida Goyesca Taurologia.com 6 de Ronda, programada para celebrar el II Centenario de la llegada al mundo de Pedro Romero. La imagen de Antonio Bienvenida cruzando el ruedo de Las Ventas sin compañeros a su lado, se repitió, por enésima vez, el 3 de julio de 1955. El festejo, a beneficio de Montepío, se saldó con un balance de tres apéndices y seis vueltas al ruedo, resaltando sus quehaceres ante “Lujurioso” e “Inventador”, ambos, al igual que los restantes que salieron por chiqueros, con el pial de Francisco Galache. De su trasteo a “Lujurioso” se subraya con especial énfasis en los medios periodísticos, cinco naturales “sin trampa ni recurso”, según proclama “Barico” en el semanario El Ruedo, y una gran estocada cobrada en la suerte de recibir. La afición donostierra tiene la fortuna de presenciar en el antiguo coso del Chofre una de las cumbres que el torero de dinastía firmó en la temporada de 1955. En las valoraciones que hacen los diferentes cronistas taurinos acerca de su tarde en la ciudad vasca, destacan su maestría y su “arte del bueno”, como lo califica Francisco Narbona en El Ruedo, cumpliendo a la perfección su función de “director de escena”, término empleado por el referido informador. En 1956 no puede comparecer en Sevilla a causa de un percance sucedido en el campo. En la plaza capitalina hace un total de seis paseíllos, pues además de las tres veces que su nombre aparece en los carteles isidriles, también concurre en las corridas de Beneficencia, Montepío y Prensa. En esta última se alza con el galardón de la Oreja de Oro. El 21 de octubre de ese año fue un día señalado en la vida de Antonio Bienvenida, pues mediante un acto emotivo se le impuso la Cruz de Beneficencia y se descubrió un busto en bronce ubicado en el Sanatorio de Toreros. De esta forma, se le reconoció públicamente su desinteresada tarea a favor del Montepío. En la temporada de 1957 el público madrileño solamente pudo ver al torero en una ocasión, en un festival organizado a beneficio de los afectados por las inundaciones de Valencia. Barcelona y Salamanca fueron los cosos que en dicho año disfrutaron en mayor grado de la plenitud artística del diestro. En 1958 Antonio volvió al ruedo de Las Ventas vestido de luces, derramando, de nuevo, su sangre sobre la arena de una plaza. En este caso, se trató de una cornada grave en el cuello, producida por el toro “Cubitoso” de Juan Cobaleda. Al igual que ocurre tantos años a lo Taurologia.com 7 largo de su carrera, el apodo Bienvenida apareció en varias de las corridas extraordinarias que se llevan a cabo en la Monumental de la calle Alcalá. En aquella oportunidad, participó en los festejos de la Prensa y el Montepío, asistiendo a esta última función el Papa Pío XII. La tarde del “salario del miedo” Una obra más en la larga colección de faenas para el recuerdo con las que contaba el diestro, fue la que firmó ante “Dichoso”, un sobrero de la ganadería de Juan Antonio Álvarez que salió por toriles en la feria de San Isidro de 1959. Fue ésta una corrida en la que la terna al completo (Pepe Luis Vázquez, Antonio Bienvenida y Julio Aparicio) abandonaron la plaza en hombros, aunque únicamente el hijo de Manuel Mejías Rapela paseó el doble trofeo. Del quehacer del espada con raíces extremeñas (conocido popularmente como el del “toro de la Cintrón”, al brindarle la lidia y muerte del citado cornúpeta) sobresalen, fundamentalmente, la naturalidad y la elegancia, signos de distinción de toda la estirpe Bienvenida. Naturalidad que provoca que Antonio Díaz-Cañabate, crítico taurino de ABC, se pregunte en su crónica: “¿Qué es, en definitiva, el pase natural más que la naturalidad?”, respondiéndose a sí mismo: “torear naturalmente”. La rúbrica perfecta a todo lo hecho en el ruedo capitalino fue una gran estocada recibiendo. Terminado el ciclo isidril, pisó esa arena cuatro veces más antes de finalizar el año, dos de ellas con el chispeante (Beneficencia y Montepío) y otras dos con el traje corto (festivales de Navidad y el de homenaje a Vicente Pastor). El 16 de junio de 1960 Antonio Bienvenida afrontaba uno de los retos más difíciles de su trayectoria profesional, pasaportar doce toros en la plaza venteña. Los seis astados lidiados en la sesión vespertina pertenecían a diferentes vacadas andaluzas, en un formato de corridaconcurso, misma forma que se dio a la función nocturna, ahora con un sexteto de reses salmantinas preparadas en los chiqueros. Finalmente, sólo pudo finiquitar tres de estos últimos animales, puesto que una lesión muscular le impidió cumplir la gesta. Los restantes morlacos fueron pasados a estoque por el sobresaliente, Antonio Mahíllo. Termina el año Taurologia.com 8 taurino el 2 de octubre en Barcelona, tarde en la que deja de ejercer su profesión Mario Cabré. Las dos siguientes campañas, 1961 y 1962, Antonio reduce considerablemente el número de actuaciones, con 17 y 13 festejos respectivamente, sufriendo una cornada grave en la plaza de Las Arenas de Barcelona el 18 de julio del primero de los años citados. Tras aplazarse por lluvia al final de la temporada anterior, el 25 de mayo de 1963 todas las miradas del planeta de los toros estaban puestas en Córdoba, pues allí se doctoraba Manuel Benítez “El Cordobés”, ejerciendo de padrino de la ceremonia Antonio Bienvenida por deseo expreso del toricantano. El 30 de junio cosecha un nuevo triunfo en “su” plaza de Madrid, cortando tres orejas a cornúpetas de Núñez Hermanos. “Ya me puedo morir tranquilo” A raíz de los problemas surgidos con algunas empresas que no respetaron la categoría que se había ganado con creces en el ruedo, el torero decidió encerrarse con seis toros de Félix Moreno el día de San Isidro de 1964 en el coso de Vista Alegre de Carabanchel. Deslumbra por su toreo clásico y puro, que a esas alturas de su carrera había alcanzado una perfección difícil de superar. Pasea un total de cinco orejas y sale en hombros de la afición. Pero aquel año todavía guardaba la que, después ha sido considerada, como la mejor faena que ejecutó Antonio Bienvenida en plaza alguna. El hecho aconteció en San Sebastián de los Reyes el 5 de septiembre, teniendo como excelente colaborador a un ejemplar de Hermanos Cembrano, “Parlador”, que le permitió al matador expresarse y sentir el toreo. Tal fue la dimensión lograda por el trasteo que el padre del diestro, ya muy enfermo, manifestó que “ya me puedo morir tranquilo”, pues Antonio había llegado a la cumbre. Aunque sea lo menos relevante, finalmente cortó el rabo de “Parlador”. Apenas un mes después de este clamoroso éxito (4 de octubre), “El Papa Negro” expiró. En la campaña de 1965 se repite prácticamente idéntica estrategia a la del año anterior, es decir, ante la negativa de los arrendatarios del coso venteño a contratarlo se anuncia como único espada en el recinto taurino Taurologia.com 9 carabanchelero. Se enchiqueran para la ocasión seis astados de Saltillo. Con todo, en aquel 1965 las mayores conquistas de Antonio Mejías Jiménez tuvieron como escenario las plazas del sur. Tras cortar un apéndice en la tradicional corrida del Corpus en Sevilla, obtiene los máximos trofeos de “Confuso”, un burel con la divisa de Carlos Núñez, el 1 de agosto en Jerez. En esa misma arena, consigue cuajar otra obra para el recuerdo al toro “Cubanosito” de Antonio Ordóñez, que gracias a sus magníficas cualidades se ganó la vida en el ruedo. El acontecimiento tuvo lugar el 11 de septiembre en la corrida-concurso que cada año se celebraba en la ciudad vinatera. En los primeros días de 1966 toma la decisión de que la que está a punto de comenzar sea su última temporada. El 28 de mayo la afición madrileña disfrutó, una vez más, del magisterio de Bienvenida que impartió otra lección más de toreo. Esta vez fue ante “Riotinto”, ejemplar de Antonio Pérez que posibilitó que el torero le instrumentara la que fue reconocida posteriormente como la mejor faena de la feria de primavera de la capital de España. Después de acartelarse en las corridas-concurso de Pamplona, Jerez y Salamanca y pasar por el serial vallisoletano, se presenta en el patio de cuadrillas de Las Ventas el 16 de octubre para lidiar en solitario seis reses de diferentes ganaderías. El festejo significó, de nuevo, un rotundo triunfo para el matador nacido en Caracas, pues le cortó una oreja a “Huraño”, animal con el hierro de Graciliano Pérez Tabernero, y las dos a “Atílape”, de la vacada de Salvador Guardiola. Su hermano Pepe es el responsable de quitarle el añadido tras doblar el cornúpeta que cerraba la Taurologia.com 10 función. Rafael Campos de España en su programa de Radio Nacional resumió a la perfección lo que hizo Bienvenida a lo largo de todos esos años, dice: “Torear es D. Antonio, lo que escribiste, durante tres decenios, es pergamino de arena con plumas de majestuoso cisne”. La torería, la naturalidad, la elegancia y la honradez en la profesión perdían, con su marcha, uno de sus mayores representantes. Ese año de 1966 se le concedió la medalla de oro al mérito taurino. En las cuatro campañas que permanece retirado, se dedica a torear algunos festivales, la mayoría de ellos benéficos, y a los negocios en el mundo del motor. También realiza una destacada labor como crítico taurino en “Blanco y Negro”. En este espacio de tiempo la tragedia vuelve a tocar a la familia, puesto que Pepe fallece en Lima víctima de un infarto en el transcurso de un festival. En el otoño de 1970 viste el traje corto para hacer el paseíllo en la Monumental de la calle Alcalá, decidiéndose, tras las buenas sensaciones delante de los animales, prepararse intensamente durante el invierno para regresar a las plazas. La reaparición de los años 70 La reaparición fue, ni más ni menos, que en plena feria de San Isidro (18 de mayo) de 1971, acartelado junto a Andrés Vázquez y al mexicano Curro Rivera, que confirmaba la alternativa. El toro con el que Bienvenida volvió a la actividad, se llamó “Rosito”, perteneciente como los otros cinco a la ganadería de Samuel Flores. Si todavía había alguna duda de la actitud con la que el diestro de dinastía pisaba, nuevamente, los ruedos, quedó disipada tras la gran tarde de toros que ofreció en su querida plaza venteña el día 30 de mayo. Se trataba de una corridaconcurso entre divisas españolas y portuguesas, compitiendo en mano a mano Bienvenida y Andrés Vázquez. Finalmente, Antonio se enfrenta en solitario a cinco de los seis toros a causa de la cornada inferida a su compañero de cartel, cortando en total cuatro orejas. El doble premio lo logró en el sexto ejemplar, “Pianista”, del hierro de Murteira Grave. Las alabanzas en los medios escritos se suceden, sirva de ejemplo la Taurologia.com 11 afirmación de Benjamín Ventura Remacha en El Alcázar: “No creo que tenga igual en toda la mítica taurina”. Otro éxito importante en aquella temporada de su regreso a los cosos, fue el que conquistó en El Puerto de Santa María el 18 de julio. Dicho día se doctoraba en su tierra José Luis Galloso, que fue testigo presencial del recital brindado por el Maestro frente al astado “Acortado” de Carlos Núñez. El periodista Manolo Liaño en La Hoja del Lunes de Jerez sostiene que Antonio obsequió al respetable con “un compendio y suma de lo que es el arte de torear”. El 7 de septiembre en Murcia dicta la enésima clase magistral ante un toro de El Campillo, “Barquillero”. José Antonio Ganga en La Verdad declara que lo que hizo el diestro en el ruedo de La Condomina “no fue torear, sino pintar los muletazos más clásicos, elegantes y artísticos del toreo”. Otra vez una ciudad del sur, en este caso Málaga, inspira a Bienvenida para crear una faena memorable, teniendo como colaborador a “Viajero”, un burel de Bohórquez. El 28 de mayo se cierra el serial isidril en la capital de España con el encierro de Victorino Martín, que pasaportan mano a mano Bienvenida y Andrés Vázquez, paseando cada matador un trofeo. En el comentario que efectúa José Antonio Medrano en Arriba acerca de esa tarde, expresa que el arte que atesora el Maestro “justifica su reaparición y las esperas de los aficionados”. La casi perfección que ya había alcanzado en su toreo se plasmó en la corrida del Montepío, que en aquel año (1972) tuvo lugar en Toledo. Antonio le brindó su magnífica labor a Marcial Lalanda, Presidente de la institución, que se encontraba presente en el coso toledano. “Estribado”, fue el toro del hierro de Urquijo que posibilitó que el matador se explayara toreándole con enorme pureza. A la conclusión de su lidia, se le concedió el rabo. Resaltar, igualmente, dos grandiosas faenas ejecutadas en Valencia y Málaga, frente a “Contador” y “Sacristán”, respectivamente, que llevaban la divisa de Atanasio Fernández, en el primero de los casos, y Pablo Romero en el segundo. La penúltima campaña que estuvo activo, 1973, vivió, una vez más, la cara y la cruz de la Fiesta, con éxitos sobresalientes en Dax y en la capital de la Costa del Sol y el dolor de la cornada en San Sebastián de los Taurologia.com 12 Reyes. Además, se anunció otra vez en la feria de San Isidro ante los “victorinos”, cumpliéndose en dicho ciclo su paseíllo número 100 en la plaza capitalina. La postrera oreja que paseó en Madrid la cortó el 31 de mayo de 1974 a un ejemplar que pertenecía a la misma ganadería que se lidió también el día de su despedida definitiva en Carabanchel, es decir, Fermín Bohórquez. El toro que tuvo tal honor se llamaba “Galletero”. Como todos los testimonios señalan, Antonio Bienvenida fue un torero admirado y respetado por público y afición y, por supuesto, por sus propios compañeros. Nunca hizo ascos a ninguna ganadería ni a ningún encaste y con todos ellos triunfó. Tanto dentro como fuera de los ruedos actuaba en todo momento de frente y por derecho, ganándose con ello el apoyo incondicional de quienes acudían a los cosos. Se le puede considerar, con todo merecimiento, como “torero de Madrid” con todo lo que eso significa, pues su nombre apareció en los carteles en más de un centenar de ocasiones, cortando infinidad de orejas y saliendo en hombros hasta en once oportunidades. En cuanto a su manera de interpretar el toreo, fue la elegancia y la naturalidad personificadas, todo era armonía, sin crispación ni retorcimientos innecesarios. Le fluía con suma facilidad, sin dejar resquicio alguno a los muletazos de cara a la galería, sino que el clasicismo y la pureza eran los protagonistas principales de sus trasteos. En definitiva, Antonio Bienvenida fue el Toreo con mayúsculas. © Carmen De la Mata Arcos/2015 BIBLIOGRAFÍA. Abella, Carlos: “Historia del toreo (2). De Luis Miguel Dominguín a El Cordobés”. Colección “El Libro de Bolsillo”, nº 1572. Alianza Editorial. Madrid, 1993. Cossío, José María de: “Los Toros. Inventario biográfico”. Tomo 16. Editorial Espasa Calpe. Madrid, 2007. Cossío, José María de: “Los Toros. Crónicas. 1942-1947”. Tomo 28. Editorial Espasa Calpe. Madrid, 2007. Cossío, José María de: “Los Toros. Crónicas. 1948-1980”. Tomo 29. Editorial Espasa Calpe. Madrid, 2007. Hiz Flores, María de la (“Mahizflor”): “Bienvenida. Dinastía Torera”. 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