Reflexiones Espirituales. “Nuestra enemiga la Conmiseración”. Me decía un sabio amigo: “Nunca cuentes las cosas malas que te suceden, a la mitad de los que te escuchan no les interesa, y a la otra mitad se alegran de que te hayan sucedido, porque les caes mal o te tienen envidia”. Y eso lo hacemos buscando la conmiseración. Por conmiseración entendemos: “Buscar la compasión del prójimo para sentirnos importantes”. Las creencias limitantes van junto con los sentimientos limitantes. El saber conocerlos nos da la oportunidad de transformarlos en sentimientos positivos. Los pensamientos y los sentimientos de conmiseración muchas veces los usamos porque nos hacen sentir bien y cómodos; esos son el miedo, tristeza, nostalgia, angustia, desconfianza, coraje, envidia o rencor. Hemos aprendido a manejarlos y ya relacionarnos con los demás usándolos en nuestro beneficio. El sentirnos victimas o lastimados nos proporciona felicidad. Aunque sabemos que la conmiseración no es buena, la usamos para manipular y lograr que los amigos, conocidos o familiares, sientan culpa o compasión hacia todo lo que nos sucede. A veces resulta mas fácil vivir en la zona donde somos victimas frágiles y llenos de miedo, porque todos nos escuchan y están atentos nuestra historia de desamor, derrota y desamparo. Ahí nos sentimos protegidos, y no nos damos cuenta de que son los otros, los que tienen el poder sobre nuestras debilidades y nuestros temores. Hemos llegado a creer que en verdad somos miedosos, tristes, malhumorados, iracundos, envidiosos y hasta llegamos a pensar que todo lo malo que nos pasa es para nuestro bien, y pensamos que al contarlo nos va ayudar. Sin embargo hay que ser sinceros, estos sentimientos no nos hacen felices. Porque estos sentimientos no nos permiten crecer y desarrollarnos pomo personas plenas y libres. Hay que aprender a soltar los sentimientos negativos que nos llevan a la conmiseración. Hay que cambiarlos por sentimientos positivos. En el caso del miedo, buscar la confianza. En vez de sentir temor al fracaso, entender que todo en la vida implica un riesgo y estar confiado en que todo resultado es perfecto. Si tenemos angustia, platicar con ella y transformarla en alegría. Si sentimos inseguridad, pensar en la certeza que con nuestros actos libres tenderemos seguridad. La pereza es un sentimiento que nos frena, debemos de cambiarla por energía positiva para vivir y crear una vida mejor. La ira es tremenda destructora del potencial humano, hay que transformarla practicando el perdón. Dejemos la conmiseración y empecemos a vivir en plenitud. Hay que abrir nuestras alas y gozar este viaje que se llama vida. Empecemos a transformar nuestros sentimientos de inseguridad y vivamos con autoestima el amor a nosotros mismos. Al hacer los cambios correctos y al amaramos seremos personas dignas de ser amadas. No olvidemos que “No somos mejores porque nos alaben, ni peores porque que nos critiquen.” Dr. Roberto Díaz y Díaz. [email protected]