Queridos hermanos y hermanas, Vale la pena destacar la gran cantidad de lecturas del domingo que hacen referencia a la misión, a la predicación, es un tema bastante reiterativo. Y es así porqué la Iglesia se entiende a sí misma como esencialmente misionera. Y esto nos ha de llevar a nosotros a entendernos también como misioneros, enviados a comunicar una Buena Nueva. Hoy las lecturas nos presentan unos elementos comunes: . Dios llama, Dios envía, a una misión, a una tarea. En la primera lectura llama a Amós a hacer de profeta y en el evangelio envía a los discípulos a predicar. Dios llama, Dios envía, a ellos y ¡a nosotros! . Y a veces Dios llama a misiones que cuestan, que no gustan demasiado: En la primera lectura Amós que era pastor, es llamado a hacer de profeta. Él no lo ha buscado, él no lo ha querido, él no formaba parte de ninguna escuela de profetas. Pero él que escuchaba al Señor y quería cumplir con su voluntad entiende que el Señor le pide de hacer de profeta y hará de profeta, y será un gran profeta. En el evangelio vale la pena procurar imaginar la escena: hasta aquel momento los discípulos han seguido a Jesús, no han intervenido, han observado, han sido unos espectadores de la predicación de su maestro. No han hecho ninguna acción hacia el pueblo, ni han dicho ninguna palabra. De golpe, Jesús les envía a predicar de dos en dos, es fácil imaginar su sorpresa, su inquietud: ellos son pescadores, gente del pueblo, sencillos, no doctos, no sabios, no tienen poder religioso, ni económico, ni político, son gente sencilla. No se lo esperaban. Lo que sucede en estas dos lecturas también nos puede pasar a nosotros. Tampoco nosotros nos esperábamos tantas cosas.... No esperábamos tener que cuidar un enfermo, cambiar nuestras costumbres, hablar de Jesús a los nietos, desarrollar una tarea que el sacerdote nos encomienda, acoger al hijo divorciado en casa, apretarnos el cinturón, mil cosas que no esperábamos, cosas que nos cuestan. Pero Dios que nos habla en los acontecimientos, nos llama a hacer aquello que no esperábamos. La reacción humana: la queja, la reacción cristiana: encontrarse con Dios en la nueva situación, pedir fuerzas, luz, sabiduría. En definitiva, confiar en Él y no en nosotros. La auténtica religiosidad nos lleva a ir descubriendo a Dios y el plan de Dios en la vida ordinaria. Y, por esto hace falta llevar las gafas de la fe bien graduadas y las graduamos con docilidad, oración, humildad, … El otro día leía un ejemplo que me gustó, dice: “Si quieres ser feliz una hora, haz una siesta, si quieres ser feliz un día, ve de compras, si quieres ser feliz un fin de semana, haz una salida, si quieres ser feliz un mes, haz un viaje exótico, si quieres ser feliz un año, que te toque la lotería, y si quieres ser feliz toda la vida, haz la voluntad de Dios.” Ha de haber en nosotros un dinamismo de buscar la voluntad de Dios en nuestra vida, es mucho lo que nos jugamos... . Tercer punto en común de las dos lecturas: Dios/Jesucristo estará con ellos, con Amós y con los doce. No les faltará su fuerza, su luz, su auxilio. De aquí viene la recomendación de “Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, (alimento imprescindible en aquel tiempo) ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto”. Jesús les hace unas recomendaciones para que abandonen las seguridades humanas, las visiones humanas y entren en el camino de la confianza en Dios y en el abandono en Dios. Sólo necesitamos la gracia de Dios, el don de Dios. Y una última idea: Jesús en el evangelio de Marcos comienza su vida pública predicando la conversión: “Convertíos y creed en la Buena Nueva”. Sus discípulos como hoy dice el evangelista también empiezan predicando la conversión: “Ellos se marcharon y predicaban la conversión”. Esto no es una casualidad. Tiene un mensaje para nosotros. Nos dice que la conversión es una actitud fundamental en la vida de un seguidor del Cristo. Conversión entendida como el deseo de cambiar de vida, de mejorar, de ser más santos, de amar más, especialmente a los pobres,... Es el deseo de superar comodidades, egoísmos y la actitud de suficiencia humana. No dejemos nunca de pedir el don de la conversión...