220-73983 del 27 de Diciembre de 2005 Ref: Representación legal- Naturaleza jurídica de las funciones. Me refiero a su comunicación radicada con el número 2005-01-187637, mediante la cual, manifiesta que una sociedad anónima debidamente constituida en el país, que desarrolla en Colombia actividades industriales y comerciales tiene según sus estatutos, la siguiente organización administrativa: Asamblea General de Accionistas, Junta Directiva, Presidente de la empresa y Gerencia de las áreas de negocios y de funciones de apoyo, cuyos gerentes, así como el presidente tienen representación legal, pero éste último en especial, ejecuta todos los actos y operaciones correspondientes al objeto social, sin perjuicio de las atribuciones conferidas en los mismos Estatutos a otros representantes legales. La consulta se concreta en establecer la viabilidad jurídica de prescindir de la figura del Presidente, a través de una reforma estatutaria con el lleno de los requisitos legales, pues las funciones que este desempeña pueden cumplirse por quienes ejercen la representación legal en sus respectivas áreas de competencia. Al respecto, debe tenerse en cuenta que la sociedad comercial debe constituirse por escritura pública en la que entre otras, deberá expresar: “ La forma de administrar los negocios sociales, con indicación de las atribuciones y facultades de los administradores, y de las que se reserven los asociados, las asambleas y las juntas de socios, conforme a la regulación legal de cada tipo de sociedad” ; (artículo 110 del Código de Comercio, numeral 6°). En torno a la representación legal, tratadistas como el doctor José Ignacio Narváez, en su libro “ Teoría General de las Sociedades” , páginas 222 y 223, ha manifestado lo siguiente: “ Este órgano en cuanto se proyecta hacia los terceros tiene una representación general, cuya amplitud está en consonancia con la naturaleza de sus facultades. Y son los estatutos los que determinan sus poderes y sus limitaciones, bien sea porque se enuncien unos y otras o bien porque nada se estipule y entonces cobre vigor la norma supletiva de que “ a falta de estipulaciones, se entenderá que las personas que representan a la sociedad podrán celebrar o ejecutar todos los actos y contratos comprendidos dentro del objeto social o que se relacionen directamente con la existencia y el funcionamiento de la sociedad” (C. de Comercio, art. 196, segundo inciso). Desde luego, los poderes que conlleva la función representativa no son ilimitados, pues excluyen la realización de actos extraños al objeto social. En cambio, incluyen la representación jurídica procesal. En efecto, el gerente o presidente o director o representante de la compañía puede ejercitar acciones y ser demandado en juicio, a nombre de la sociedad, cualquiera que sea el origen de la relación jurídica pues no se circunscribe a las surgidas en los negocios realizados por el representante. Y como esta derivación de la función representativa está instituida por la ley en beneficio y garantía de los terceros, no puede ser desconocida ni cercenada ni restringida por la voluntad social. De ahí que tenga el carácter de representación legal y no voluntaria, pues como puntualiza Alfredo Rocco, la representación voluntaria se configura ” cuando, mediante una declaración de voluntad, se faculta a otro para obrar en nombre y por cuenta suya, y ésta mediante la que se elige un representante, constituye un negocio jurídico autónomo, y precisamente unilateral, que implica únicamente la atribución de la facultad de representar … ” “ De otra parte, la representación es legal cuando surge de una regla de derecho, que impone un representante a personas físicas incapaces o imposibilitadas para actuar o a personas jurídicas. Y lo peculiar de la representación de las sociedades radica precisamente en que es un órgano de gestión externa impuesto por la ley. Aunque los poderes y facultades de éste pueden ser limitados o restringidos en los estatutos y la designación del representante también se regula en sus cláusulas, la función del representante es de doble faz, es decir, activa cuando el representante ejecuta la voluntad de la sociedad en nombre de ésta; y pasiva cuando recibe para la sociedad cualquier declaración de voluntad que la afecte. La actuación del representante legal genera directa e inmediatamente efectos entre el tercero y la sociedad. Por eso se afirma que representar significa declarar la propia voluntad creando una relación jurídica ajena, puesto que los efectos no se predican en el representante sino en el representado.” (la negrilla no es del texto). Las consideraciones que anteceden permiten afirmar que el representante legal como órgano de gestión externa, además de cumplir las funciones asignadas en las áreas de negocios que conforman el objeto social de la empresa, está investido de facultades para representar legalmente a la compañía, función instituida en beneficio y garantía de los terceros, sin que pueda ser desconocida, cercenada ni restringida por la voluntad social, pues tiene origen en la ley. Ahora bien, cualquiera sea el origen de la relación establecida con una sociedad, los efectos de los actos de naturaleza contractual o extracontractual que de esta se deriven, recaen directamente sobre la compañía y en tal virtud, sobre la persona o personas habilitadas para actuar en su nombre, vale decir, de los representantes legales, cuya identidad debe establecerse con precisión como lo confirma el artículo 164 del Código de Comercio, cuando expresa: “ las personas inscritas en la cámara de comercio del domicilio social como representantes de una sociedad, así como sus revisores fiscales, conservarán tal carácter para todos los efectos legales, mientras no se cancele dicha inscripción mediante el registro de un nuevo nombramiento o elección.” En este orden de ideas, la gestión externa de un representante legal, aunque actúe en forma individual o colectiva, debe abarcar no solo el ejercicio del objeto social, sino el cumplimiento de las obligaciones de carácter administrativo, derivadas entre otras, de normas de tipo mercantil, tributario, laboral, para lo cual el artículo 110 ordinal 6°, del Código de Comercio, previó la necesidad de consagrar estatutariamente las facultades de los administradores, función que debe cumplir en forma privativa el máximo órgano social, al momento de la constitución de la sociedad o mediante una reforma estatutaria. Por lo anterior, en el evento en que la sociedad decida modificar el esquema de administración, mediante la supresión de la figura del Presidente, deberá precisar cuál o cuáles de los administradores, cumplirán la función de representar judicial o extrajudicialmente a la sociedad. En los anteriores términos ha sido resuelta su consulta, no sin antes anotarle que el presente oficio tiene los efectos del artículo 25 del Código Contencioso Administrativo.