La Filmoteca Espaola quiere dar a conocer el patrimonio

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Presentación del Catálogo
La Filmoteca Española quiere dar a conocer el patrimonio cinematográfico en sus diferentes
aspectos lo que abarca temas muy variados. En este afán, no se limita a contemplar la obra de
un director o una época sino que considera los aspectos más variados del cine. Para ello viene
realizando, desde hace algunos años, una serie de exposiciones, que dado el amplio y variado
fondo del que dispone, en cada ocasión toca un aspecto diferente. No obstante, aunque con
anterioridad ya había realizado otra exposición de carteles, ahora repite tema, complementando
la anterior con la idea de ampliar su alcance. Si en aquel caso se trataba de carteles del cine
mudo y que correspondían, en su mayoría, a películas muy poco conocidas, en la actualidad
hemos querido continuar con esta materia, pero acercándonos a una época más reciente, en la
que podemos encontrar películas más conocidas, incluso títulos de algunos de los grandes
clásicos del cine.
Para ello hemos preparado una selección de la obra de uno de los grandes cartelistas españoles
de cine: Macario Gómez, más conocido como Mac. Si el cartel cinematográfico ha sido
visto solamente como un objeto publicitario y se ha considerado un arte menor, por
medio de esta exposición queremos ensalzarlo y colocarlo en el lugar que merece.
En nuestra exposición anterior decíamos que el cartel publicitario nació a la vez que el cine y
recordábamos sus albores a través de algunas de las primeras tentativas comerciales de dar
a conocer una película. En cambio, en esta nos referimos a una época en la que el cartel ya
estaba asentado y tenía sus propias normas y claves, y se encontraba inmerso en medio del
entusiasmo publicitario por dar a conocer las películas mediante ellos, así como por los
programas de mano y los press books.
En la década de 1950, cuando Mac comenzó su actividad, el cartel cinematográfico ya estaba
totalmente reconocido como elemento publicitario, incluido en un programa completo de
marketing y sometido a una red de distribución y a unos cánones bastante estrictos; no obstante,
Mac tenía su propio criterio, y sus ideas eran en cierto sentido revolucionarias. Por esta razón,
después de un periodo en el que trabajó para el estudio MCP y en el que realizo, aún sin firmar,
carteles para películas como Ivanhoe y Quo Vadis, se independizó en busca de autonomía.
Aun cuando estaba sujeto a ciertas reglas y, por supuesto, debía aceptar directrices por parte
de sus clientes, esto es, las distribuidoras cinematográficas, de esta forma gozaba de mayor
libertad.
Según nos dice el mismo Mac, en sus comienzos encontraba rutinario el diseño de los carteles,
y quería darles un tratamiento más artístico, propio de la pintura. Macario es admirador de los
grandes pintores, en especial de Fortuny y de Velázquez. Él, a su vez, también es pintor y,
según sus propias palabras, el cartel es una pintura artística. Además considera que es
importante reflejar el espíritu de la película, por lo que no le bastaba con copiar unas fotos de
los protagonistas y, siempre que le era posible, no acometía su diseño hasta después de haber
visto la película. Cuidaba, además del dibujo, de la composición e incluso de la disposición,
forma y color de la grafía, ya que pensaba y piensa que esta forma un todo con el cartel.
Al realizar la elección de los carteles hemos querido mostrar una visión general de su obra,
seleccionando los diseños más representativos por una u otra razón (película muy conocida,
cartel emblemático, etc.), con especial atención al cine español, aunque en algún caso no se
trate de sus mejores trabajos.
Se puede observar que nos encontramos con estilos muy diferentes: dibujos en blanco y negro o
en color, retratos, siluetas, tramado de imprenta, unos montajes en los que priman los actores
y otros en los que se destaca algo del argumento o del espíritu de la película... Y hemos querido
que en la exposición estén presentes todos estos estilos. Asimismo, cuando un detalle o
composición está presente con cierta frecuencia en sus carteles, hemos buscado al menos uno
de ellos, siempre con la intención de mostrar un ejemplo variado de la obra de Mac y de su
trayectoria.
Puesto que desempeñó su labor a lo largo de más de treinta años (su primer cartel firmado
fue Nagana, en 1955, y el último, El placer de matar, realizado en 1988), a causa de la
variación de las tendencias cartelísticas y, por supuesto, de su evolución personal, hay en su
diseños una gran variedad de estilos. Así se puede observar un
marcado cambio; en su primeras obras ofrecía un diseño más sencillo que luego, con el paso
del tiempo, se va haciendo más abigarrado y barroco, y presenta un mayor abanico cromático.
Con objeto de poder seguir la evolución experimentada a través de los años, hemos decidido
presentar los carteles por orden cronológico, pero no en función del año de la película, sino del
año en que los realizó. Aunque por lo general coinciden, en algunos casos se separan
considerablemente, bien porque, en ocasiones, la película (especialmente si era extranjera)
se estrenaba varios años después de su realización, con frecuencia por problemas con la censura,
bien por tratarse de un encargo para lanzar una reposición posterior.
También se puede observar como muchas veces, en una misma época, los diseños guardan
entre sí una similitud. Por ejemplo en 1962 nos encontramos con carteles como Hatari, El
montacargas o Panorama desde el puente con un diseño que utiliza la fotografía en blanco y
negro combinada con el dibujo en color, o bien, en 1964, en las películas La cesta, Miguelín y
Tom Jones presentan un diseño similar, formado por un dibujo central y, a su alrededor, las
figuras en blanco y negro de los protagonistas.
Queremos destacar que Mac ha tocado todos los géneros cinematográficos: la comedia, el
western, el de terror, el de aventuras, etc. A lo largo de la exposición se ha querido poner esto
de manifiesto, por lo que están presentes todos ellos.
Entre sus carteles podemos encontrar retratos de muchos de los actores y actrices más famosos
de la historia del cine, tanto españoles como extranjeros (buena parte de ellos se convirtieron
en sus admiradores). Como se puede ver, algunos de estos son auténticas obras de arte.
Como nos dice el propio Macario Gómez, él intentaba no repetir; quería que cada obra fuese
distinta y tuviera su propia identidad. En algunas ocasiones existen carteles diferentes para
una misma película, debido a que a veces realizaba varios diseños a la vez (tal es el caso, por
ejemplo, de Un infierno en la ciudad, para cuyo estreno realizó dos carteles). Hay otras
ocasiones en que el diseño corresponde a momentos distintos, ya que provienen de dos
encargos diferentes, uno de ellos en la fecha del estreno y el otro posterior, con motivo de la
reposición de la película. En este caso puede haber variaciones conceptuales: los derechos de la
película se pueden haber vendido, con lo que el cliente es una distribuidora diferente de la
inicial, o al haber pasado mucho tiempo han variado las condiciones o el entorno. Por
ejemplo, entre los dos carteles de La jauría humana habían pasado diez años. En el primero,
Marlon Brando aparece de frente, y en el segundo, de perfil (esto mismo ocurre con El rostro
impenetrable). Es de suponer que esto se debe al carisma que cobró este perfil después su
utilización en el cartel de la película El padrino, que se estrenó en ese intervalo.
A pesar de su inconformismo con las reglas establecidas, tal como hemos indicado con
anterioridad, muchas veces no tenía más remedio que aceptar las imposiciones de las
distribuidoras. Por ejemplo, para el lanzamiento de La hora final, Macario Gómez realizó
un primer boceto en el que se veía sobre el fondo del universo un globo terráqueo
convertido en calavera con el hongo de una explosión nuclear. La distribuidora no lo
aceptó, por considerarlo demasiado terrorífico. Sin embargo, con el diseño siguiente triunfó
hasta el punto de que, para el lanzamiento mundial de la
película, Stanley Kramer convocó un concurso de carteles en el que participaron distintos
cartelistas de ámbito internacional, y en el que Macario Gómez fue uno de los tres ganadores.
En ocasiones tampoco podía expresarse libremente por causa de la censura. Así, un cartel en
el que dibujó a Brigitte Bardot con un escote que los censores consideraron excesivo se lo
devolvieron tachado con lápiz de plomo, por lo que tuvo que repetirlo poniéndole un escote
menor (sustituyó el inicial, de pico, por otro cuadrado), pero se negó a firmarlo. Otro ejemplo
lo tenemos en el caso de Operación: Londres llama a Polo Norte: había colocado a los pies
del águila una cruz gamada que, a instancias de la censura, se vio obligado a sustituir por una
cruz de hierro.
Con objeto de hacer la exposición más completa, no nos hemos querido limitar a exhibir
solamente los carteles, aun cuando estos, al ser más representativos, tienen un peso mayor.
Se pueden contemplar también algunos de los originales para enviar a imprenta.
Normalmente los pintaba con témpera, ya que al ser de secado rápido se prestaba bien a sus
necesidades. En algunas ocasiones ha utilizado el óleo, aunque lo consideraba una técnica que
no se adapta bien a este trabajo, ya que tarda mucho en secarse y, generalmente, le
encargaban los carteles con muy poco tiempo de antelación. Así, en uno de los que dibujó en
su época más temprana, para el estreno de Los diez mandamientos, él mismo reconoce
haber invertido diez días, cuando unos años más tarde lo habría terminado en dos o tres.
Como todos los cartelistas, Macario Gómez realizó otra serie de objetos destinados a la
difusión de la película, y que pensamos deben estar representados en la exposición. Uno de
estos apartados lo componen los programas de mano que, en su momento, constituían
uno de los hábitos publicitarios más desarrollados para dar a conocer una película. Estas
pequeñas hojas, que se ofrecían en la taquilla junto con la entrada, debían ser suficientemente
atractivas para incitar al espectador a ver la película anunciada. Durante años formaron parte
de la cultura cinematográfica, puesto que mucha gente los coleccionaba. En la época en la que
trabajaba Mac, en la mayoría de las ocasiones, el diseño del programa de mano era igual que
el del cartel, mientras que otras veces estaba pensado exclusivamente para este fin.
Otro elemento utilizado para la publicidad de una película son las plumas, consistentes en
dibujos en pluma (de ahí su nombre) a una sola tinta para el lanzamiento en prensa, antes de su
estreno. Como norma media hacía seis o siete por cada cartel. A Macario Gómez no le gustaba
demasiado su realización, ya que pensaba que el trabajo que suponía, al poder jugar
solamente con los trazos lineales y los juegos de sombras, no se correspondía, a la vista del
resultado final, con el esfuerzo igual o mayor que el que requerían otro tipo de dibujos más
vistosos.
También cabe destacar otro elemento promocional: los llamadospress books. Estos no se
limitan a una imagen, sino que tienen varias páginas, con fotografías de los protagonistas,
sinopsis, frases publicitarias, etcétera, pero en la composición de la portada se suele ofrecer
una ilustración, que en algunas ocasiones coincide con el cartel de la película y en otras no,
pero que por lo general realiza el mismo diseñador del cartel. En la exposición hemos
querido ofrecer una pequeña muestra de los trabajos de de Mac para ellos.
Por último, cuando llegó el vídeo comercial, Mac aún estaba en activo y tuvo
numerosos encargos para realizar sus carátulas. También hemos querido presentar,
aunque sea testimonialmente, algunos ejemplos de esta faceta de su actividad.
Texto: Elena Cervera
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