Revista de poética medieval. 15 (2005), pp. 65-81. EL CONOCIMIENTO EN EL LIBRO ENFENIDO DE DON JUAN MANUEL: CONCEPCIÓN DEL SABER Y ESTRATEGIAS DE TRANSMISIÓN.' Erica Janin (Secrit-Conicet) En el marco de sus imprescindibles estudios sobre el pensamiento medieval José Antonio Maravall sostiene que la obra didáctica de don Juan Manuel es un "espejo" de la sociedad tradicional y estática del medioevo. No obstante, advierte en ella ciertas alteraciones propias de la nueva época que se acerca, que según el historiador sólo parecen legibles en el nivel del contenido, en el sentido de que don Juan Manuel reflejaría en su obra los cambios sociales. Pero en cuanto a sus estrategias de enseñanza, afirma que sigue "los procedimientos que didácticamente la Edad Media estimó más aptos para la sucesiva transmisión de su legado científico, establecido por tradición y prácticamente inalterable"^ Maravall se apoya, para ilustrar el inmovilismo del saber en don Juan Manuel, sobre todo, en una cita del Libro de los estados: "Non ' Debo agradecer al Dr. Leonardo Funes la primera lectura de este trabajo así como sus críticas y sugerencias bibliográficas. - José Antonio Maravall. "La sociedad estamental castellana y la obra de don Juan Manuel" [1966], en su Estudios de Historia del pensamiento español (Edad Media), tercera edición ampliada, Madrid, Ediciones Cultura Hispánica, 1983, pp. 453-471. 65 ay en el mundo cosa que ya dicha non sea" (I, 64, 119)\ donde quedaría clara la adscripción del noble castellano a una concepción tradicional del saber entendida en términos de totalidad abarcable, estatismo y repetición\ María Jesús Lacarra, en la misma línea de razonamiento que Maravall, también retoma esta cita del Libro de los estados para sostener la misma idea'. Ahora bien, si en lugar de leer este fragmento de manera aislada, lo leyéramos dentro de un contexto más amplio, la tesis Maravall/Lacarra ya no podría sostenerse con tanta seguridad. Por el contrario, si prestamos atención al entorno de la cita podemos advertir un cambio en la manera de entender el saber por parte de don Juan Manuel. La cita aparece no como una afirmación tajante, sino dentro de uno de los tantos pasajes del Libro de los estados en que se expresa una duda acerca de cómo manejar la materia a enseñar para ser claro y, al mismo tiempo, no aburrir al lector/oyente. Para comprender lo expresado por el infante Joas a Julio en el capítulo 65 del primer libro ("Non ay en el mundo cosa que dicha ya non sea"), tenemos que retrotraemos, al menos, hasta el capítulo 63. Allí, Julio interroga a Joas sobre el método pedagógico que prefiere, y el infante se inclina por "la scriptura más luenga et declarada que non abreviada et escura" (I, 63, 118). A pesar de la elección del joven heredero, al finalizar el capítulo 64, y después de dar una respuesta breve a una pregunta del infante, Julio concluye: ' Todas las citas del Libro de los Estados corresponden a Don Juan Manuel. Libro de los estados, ed. de I. R. Macpherson y R.B. Tate, Oxford, Clarendon Press, 1974. En adelante se indica entre paréntesis libro, capítulo y página. * Ver principalmente los siguientes trabajos: José Antonio Maravall. "La concepción del saber en una sociedad tradicional" [1966]. en su Estudios de Historia del pensamiento español, pp. 201-254; José Antonio Maravall. "La estimación de Sócrates y de los sabios clásicos en la Edad Media" [1957], en su Estudios de Historia del pensamiento español, pp. 269-330 y Marta Haro. "El viaje sapiencial en la prosa didáctica castellana de la Edad Media", en Actas del Primer Congreso Angla-Hispano de Literatura, eds. Alan Deyermond y Ralph Penny. Madrid, Castalia, 1992. pp. 59-72. ' María Jesús Lacarra, "El saber", en su Cuentística medieval en España: los orígenes, Zaragoza, Universidad de Zaragoza, Departamento de Literatura española, 1979, pp. 99-131. 66 Et, sennor infante, todas estas cosas bien creo que si lo quisiéredes saber, que escripto lo fallaredes en otros libros. Pero si vos quisiéredes que vos fable en todo segund lo yo entiendo, fazerlo he. Mas conviene que vos non enojedes de lo oír (1,64, 119). A esta declaración, responde el infante en el capítulo siguiente: Ya vos dixe muchas vegadas que me plazía más, et tenía por mejor, que la scriptura fuese más luenga et declarada que avreviada et escura. Et quanto a lo que dezides, que si quisiere, que en otros libros lo puedo fallar; bien sé yo que tanto tiempo ha que comenfó el mundo et tantos fueron los sabios que fablaron en las sabidurías que non ay en el mundo cosa que ya dicha non sea. Et esto que yo pregunto a vos, bien entiendo yo que otros fablaron en ello; mas [en] que me lo digades vos conplida et declaradamente ay dos pros: la una, que lo entienda mejor, diziéndomelo vos; et la otra, que será más loado el vuestro saber por lo que vos dixiéredes que si oviéremos de buscar los libros que los otros sabios fizieron (I, 65, 119). De estas dos citas es necesario destacar dos fragmentos muy específicos. En el primer caso, Julio, después de recomendarle al infante que vaya a buscar el saber en otros libros para no repetir lo dicho por sabios anteriores, agrega que, de todos modos, podría ahondar en el tema "segund lo yo entiendo". La aparición del "yo" marca una distinción entre lo que dicen los sabios -aquello que Julio decide no repetiry lo que digo "yo" (Julio), entre el conocimiento que se transmite como una cadena de repeticiones y aquél que proviene de la experiencia o entendimiento de un individuo. A su vez, en la respuesta del infante aparece la frase en cuestión. Pero con el valor de una verdad cristalizada, que se concede como algo obvio para oponerle, inmediatamente, y a través de la utilización del nexo adversativo "mas", otra verdad: la respuesta propia de Julio es más beneficiosa por la claridad y -acá viene el segundo fragmento que debe destacarse- porque "será más loado el vuestro saber por lo que vos dixéredes que si oviéramos de buscar los libros que los otros sabios fizieron". 67 Vemos, de este mcxio, que los temas objeto de la enseñanza se reiteran, pero no la perspectiva. Se establece una frontera entre lo que otros dijeron acerca de un tema y lo que dice un individuo determinado. Y el infante decide escuchar a Julio ("lo que vos dixéredes"). En efecto, la frase visitada por la crítica está presente en el Libro de los estados, pero se la confronta con otra verdad que se le opone o, quizás, la completa. Se acepta el conocimiento que proviene de sabios anteriores, pero se sugiere la posibilidad de agregar algo nuevo: la opinión personal. Con tales afirmaciones, de ningún modo quiero dar a entender que don Juan Manuel destruya o haga a un lado la tradición, puesto que todos sabemos que debía afirmar y reforzar el sistema estamental y estático al cual pertenecía, sólo pretendo señalar ciertos quiebros que se insinúan en su obra en cuanto a los materiales y a los modos de argumentar, que no son contrarios a la tradición pedagógica medieval, sino complementarios o reformulativos. Porque, aunque los procedimientos que pone en juego sean relativamente innovadores, la ideología que transmiten sigue manteniéndose en una dirección conservadora respecto del orden social y los estamentos. 1. La concepción del saber en el Libro enfenido Tal vez el texto más adecuado donde indagar esta nueva forma de entender el saber sea el Libro enfenido, breve obra que don Juan Manuel destina a la educación de su hijo, puesto que en ella vemos, a causa del momento en que fue escrita y/o de la singular personalidad de su autor, un alejamiento de la concepción medieval del saber, tal como la describen los teóricos, y un acercamiento a una concepción moderna del conocimiento, ligada a la movilidad, la observación y la experiencia. Un somero estudio del Libro enfenido puede demostrar con facilidad el cambio que se opera, en esta obra, con respecto al saber no sólo en el plano del contenido, sino también en el de la forma. Fiel en ello a la tradición, don Juan Manuel en el prólogo del Libro enfenido liga indiscerniblemente, y de un modo que va a pautar el resto del libro, saber y bien. Y lo hace en dos direcciones: por un lado, 68 el saber es el mayor bien en tanto posesión (y aquí cabe recordar la disputa saber/haber); por otro lado, el saber es bien en términos de verdad (lo bueno) por la relación que mantiene con Dios y, más específicamente, con la segunda persona trinitaria. El saber, en el sentido propuesto por don Juan Manuel, sirve fundamentalmente para conocer a Dios y salvar el alma; pero además sirve para: cuidar el cuerpo, diferenciarse de los animales, ser honrado por otros hombres, apoderarse y enseñorearse de otros, acrecentar la buena ventura, controlar las desgracias, tratar adecuadamente (de acuerdo a su estado) al resto de los hombres^ A partir de estas diferentes utilidades, don Juan Manuel otorga al saber una dimensión trascendente y una dimensión pragmática, unidas indisolublemente, ya que la segunda existe en función de la primera. El saber, en tanto saber hacer uso del buen gobierno, permite llegar a Dios. Sin entrar en un análisis detallado, es necesario tener en cuenta que al relacionar el saber con la figura de la Trinidad ( "Ca en la Trinidat son tres cosas conplidas: poder conplido, saber conplido, vondad conplida que es bien querer conplido" prólogo, 115^), don Juan Manuel introduce en la concepción bipolar a la que Maravall hacía referencia (saber para bien obrar)* la noción de poder, que tal vez estaba implícita en la formulación del crítico, pero que aquí se enuncia con todas las palabras. Y, consecuentemente, a las dos razones por las cuales el hombre buscaba el saber (por naturaleza y por perfeccionamiento del alma), agrega la idea de dominio. El saber, del mismo modo que el linaje, se piensa como instancia legitimante de la dominación. ' Al decir que el saber posibilita al hombre diferenciarse de los animales, ser honrado y enseñorearse de otros, don Juan Manuel establece una jerarquía, tan válida como la dependiente del linaje o lariqueza.El saber aparta al hombre de los animales y, a la vez, hace diferencias entre los mismos hombres. Permite, al igual que el dinero y la sangre, que unos hombres puedan estar por encima de otros: de allí su necesidad. ' Todas las citas del Libro enfenido corresponden a la edición de Ayerbe-Chaux, con indicación de capítulo y página. Don Juan Manuel, Libro enfenido, ed. de Reinaldo Ayerbe Chaux, en Cinco tratados. Madison, The Seminary of Hispanic Studies Medieval, 1989. * Ver Maravall, art. cit. en nota 4 en primer término. 69 Desde este punto de vista, el saber es parte de un entramado en el que también confluyen el poder y la acción. Y, al igual que en la figura de la Trinidad, es dift'cil discernir hasta dónde llega cada entidad, desde que todas están interrelacionadas: sin saber o poder no se puede obrar y el saber sin obras no sirve: Una cosa es poder, otra cosa es saber et otra cosa es bien querer, mas estas tres cosas son [una] cosa, et todas son en un fecho que se faga. Et ninguna cosa non puede ser fecha conplida (con) [sin] que estas tres cosas non aya (Prólogo. 115). En cuanto a la idea de que el saber para don Juan Manuel es bien, conviene hacer algunas precisiones. Don Juan Manuel, efectivamente, remite el saber a Dios y por ende al bien; pero al mismo tiempo, y a causa de esto, hace una distinción entre un saber bueno y un saber malo o malicia (el libre albedrío da al hombre el poder de hacer el bien o el mal). Sin embargo, la malicia, por no provenir de Dios ni ser útil para llegar a él, no es verdadero saber, sino "saber engañoso" (falso saber para engañar). Y aquello que legitima el uso del poder es el buen saber, la búsqueda de Dios por medio de la obediencia. Porque es Dios el que ubica al hombre en un determinado estado para cumplir con una función concreta a la que debe ser obediente. De modo que tal concepción refuerza el orden estamental de la sociedad medieval. En otro lugar del prólogo, el autor se refiere a la posibilidad humana de conocer. Allí explicará que el saber absoluto corresponde a Dios y no está concedido al ser humano en su totalidad. Los sabios vendrían a adquirir y transmitir diferentes perspectivas o fracciones del saber, con lo que entendemos fácilmente que para don Juan Manuel ya no hay un lugar, fuera de Dios, en donde encontrar el saber completo: Et pues Dios non puede caber en seso nin en entendimiento de omne, bien así el saber conplido non puede caber en seso nin entendimiento de omne. Porque el saber es Dios et en Dios. Et por ende, non debe ninguno crer que puede él saber todo el saber (Prólogo, 116). 70 A pesar de lo expuesto, el hombre debe tomar del saber lo más que pueda porque, al igual que Dios -aunque no de manera absoluta-, necesita saber para obrar y don Juan Manuel intentará, a través del Libro enfenido, dar a su hijo ese saber necesario para obrar en su estado. En suma, podemos notar ya desde el prólogo, y en el Libro enfenido en general, un cambio en la concepción del saber respecto de la tradición medieval en los términos en que la plantea Maravall, entre otros. Aquí no se busca a los sabios para repetirlos; en todo caso, se acude a ciertas máximas para apoyar lo dicho. Tampoco hay sabios que manejen todo el saber, sino que estamos frente a un libro infinito, abierto a la incorporación de información nueva; pues, tal como lo señalara Francisco Javier Diez de Revenga, "una obra abierta es una obra en la que cabe siempre algo más, una obra a medio hacer, insegura y por lo tanto nada dogmática y no sujeta a esquemas restrictivos establecidos'". Es evidente que para don Juan Manuel no está todo dicho, y esto se advierte desde el título mismo del libro y su explicación: "Et porque esto non sé quando se acabará, pus nonbre a este libro El libro enfenido, que quiere dezir 'libro sin acabamiento'" (Prólogo, 117). 2. Transmisión del saber Conviene ahora indagar en dos cuestiones: en primer lugar, qué tipo de selección o recorte efectúa don Juan Manuel dentro del campo general del saber para enfocarse en lo que considera indispensable para la formación del joven noble; en segundo lugar, de qué estrategias se sirve como herramientas pedagógicas para facilitar la transmisión y la asimilación del saber. ' Francisco Javier Diez de Revenga. " El Libro enfenido de don Juan Manuel: estructura y significación literarias", en Homenaje al profesor Juan Fontes I, Murcia, Universidad de Murcia- Academia Alfonso X el Sabio, 1987. pp. 365-373. 71 2.1 Qué saber se transmite en el Libro enfenido Con respecto al saber que don Juan Manuel transmite a su hijo en el Libro enfenido, puede decirse que se trata de un saber mayormente pragmático, aunque su fin último sea la salvación del alma. Es un saber para obrar correctamente como futuro señor. Pero no deja de ser interesante el hecho de que, además de los saberes operativos, don Juan Manuel también enseñe una serie de habilidades necesarias para mantenerse en el estamento al que se pertenece. Por ejemplo, saber discernir entre apariencia y realidad o saber desconfiar. Por esta razón, Maravall vincula a don Juan Manuel con el socratismo cristiano, especificando que la significación que adquiere el socratismo en su obra es social, pues el "conócete a ti mismo" implica conocerse en el propio estado social, para apoyar el orden establecido y hacer de la educación una garantía contra el desorden. Pero, por otra parte -y lejos ya de Maravall-, hay que destacar que el saber que don Juan Manuel lega a las generaciones futuras lo extrae de su experiencia personal y no de lo aportado por otros sabios o filósofos: "...por ende asmé de conponer este (traslado) [tractado] que tracta de cosas que yo mismo prové en mí mismo, et en mi fazienda, et bi que conteció a otros" (Prólogo, 116). Saber, en este caso, es experiencia de vida. Y por ser la propia experiencia -el propio conocimiento de la realidad- el material que se utiliza para confeccionar el libro, es comprensible que don Juan Manuel dirija su obra a aquellos que tienen menos entendimiento y experiencia que él, pero que pretenden seguir sus pasos: "et yo fiz este para él [don Femando] et para los que non saben más que yo et él" (prólogo, 117). Se trata de instruir a las nuevas generaciones (los futuros señores) en el arte del buen gobierno. El saber transmitido en el Libro enfenido se encauza mediante reglas generales de conducta extraídas de experiencias particulares de la vida de don Juan Manuel. Estas vivencias, que son mencionadas (lo que vio y probó) como fuente de conocimiento, pero que no son narradas, de algún modo ocupan el lugar de los exempla, tan caros a la literatura didáctica medieval. 72 Dicha metodología de enseñanza se hace exph'cita en el capítulo XXV del Libro enfenido. Hasta ese momento, el sistema de enseñanza privilegiado por don Juan Manuel no había presentado problemas y por eso no se pone en evidencia ni se reflexiona acerca de él; pero este capítulo, que trata de "las rrespuestas que se debe[n] dar de las cosas quel son dichas" (145), conlleva un conflicto: "sabet que esta es una de las cosas del mundo más grave de poner so una rregla general"(145). Tal afirmación revela que lo que se busca es derivar reglas generales de experiencias particulares para instruir a los jóvenes. 2.2. Estrategias didácticas En cuanto a la estructura extema del Libro enfenido, en el prólogo don Juan Manuel insiste en el valor doctrinal de su libro y enuncia un método de estructuración general de la obra, esto es, la división del libro en capítulos: "Et porque sea más ligero de entender et estudiar es fecho a capítulos" (Prólogo, 117). En cuanto a la presentación interna, las estrategias didácticas a las que don Juan Manuel recurre son variadas. Entre ellas hay reformulaciones -útiles para la explicitación y el comentario- que operan por ampliación o condensación; repeticiones, cuya función es fijar conceptos importantes, y diversos mecanismos de persuasión, que se traducen en singulares modos de argumentar pautados por una lógica natural. Como bien sabemos, la reformulación es un procedimiento típicamente didáctico que busca repetir algo ya dicho de una forma más llana. En consecuencia, toda reformulación atiende, por sobre todas las cosas, a la proximidad de los significados de los enunciados en juego (texto fuente/texto meta) y a la persona a la que va destinada. El Libro enfenido se nos presenta como una reformulación por condensación del Libro de los Estados. Diez de Revenga señaló este carácter de paráfrasis reductora del texto haciendo hincapié en la "condición que el libro adquiere de libro de apuntes"'^ 'Ibídemp.37l 73 Por el contrario, en otras ocasiones las reformulaciones procederán a la ampliación de información, generalmente de información intratextual. En estos casos, una norma general de conducta será ampliada en sucesivos pasos que favorecerán el despliegue o la glosa de información relevante. Basta para ejemplo recordar el capítulo I: Regla general: "para salvamiento del alma á mester fazer muchas cosas" (118). r ampliación: "Ca es ^ mester de guardar los diez mandamientos de la ley et los otros ordenamientos de sancta Eglesia. Et fazer las obras de misericordia" (118). 2^ ampliación: después de declarar que no puede entrar en detalles para no alargar demasiado el libro, hace inventario, "en las menos palabras que yo pudiere", de las obras de misericordia y las disposiciones de la Iglesia que hay que guardar para salvar el alma (pp. 119 a 121). Otra modalidad de ser de la ampliación es la utilización de la definitio, que aquí consiste en la explicitación -a través de un introductor de reformulación como "es decir" o "quiere decir"- de conceptos que pueden resultar dificultosos al discípulo, bien por ignorancia de su contenido, bien por sutilezas en los matices del significado que pueden ser inadvertidas: tesoro quier dezir, aver que tienen los sennores guardado(s) en aver monedado o en pan[nos], et en oro en plata. Esto es demás de las rrendas que ha[n] para dar [et] para (enpender)[espender] (XVín, 139). et justi9ia non entendades que es solamente matar omnes; mas es dar a cada uno lo que merece, faciendo bien por bien et mal por mal" (XIX, 141). " El uso de la estructura con verbo copulativo recuerda, también, a las sentencias de textos con marcada influencia oriental, cuyo contenido, sin embargo, no era de carácter tan pragmático, al tiempo que la forma privilegiaba el uso de la metáfora. 74 et este nonbre de linage es sacado [de linna], ca linage quiere dezir tanto commo linna de generación {Sobre las maneras del amor, 147). En segundo lugar, cabe destacar el uso de la reiteración. Este procedimiento se apoya, simplemente, en la repetición de un concepto que debe ser recordado por el lector. Un ejemplo lo constituyen las síntesis que al inicio de cada capítulo se hacen del capítulo anterior. Otro caso interesante lo encontramos en el capítulo tres, donde don Juan Manuel hablará de aquello "que cunple para la crian9a de los grandes omnes" en las diferentes etapas del crecimiento. Si bien la crianza va variando con la edad, hay algo que permanece inalterable: la gracia y la merced de Dios. Veamos, en este caso, de qué modo se utiliza la repetición: Pero para en todos estos tienpos. es mester mucho la gracia et la mer9ed de Dios, sobre todas las cosas (...). Et solamente la gracia de Dios los mantiene, et les da la vida et la salud (...). Ca el entendimiento et los ^inco sesos corporales et todas las virtudes naturales non puede[n] aver ende ninguna cosa, si non por la gracia et la merfed de Dios (...). Mas quantos maestros et quantos ayos en el mundo son non podrían fazer al mo^o de buen entendimiento, nin apuesto, nin conplido de sus mienbros, nin ligero, nin valiente, nin esforgado, nin franco, nin de buena palabra, si Dios, por la su merced non lo faze. Otrosí, el ma[n]9ebo ha muy grant mester la gracia et la merced de Dios (...). Et otro rremedio en el mundo non ha, si non que Dios, por la su merged. le quiera guardar (...). Et así. la primera cosa que es mester para la crian9a de los ninnos et de los mo^os et de los mancebos, es la gracia et la mer9ed de Dios (III. 124). 75 Esta repetición, tal como está organizada, nos conduce a la última estrategia antes apuntada: las argumentaciones aparentes. En este caso en particular, la repetición sustituye o, más precisamente, pretende ocupar el lugar de una argumentación lógica. La serie de repeticiones de la misma noción que debe ser internalizada termina con un conector ilativo ("et asf') que denota consecuencia. El uso de este introductor de conclusión genera una apariencia de argumentación, pero lo cierto es que la conclusión es exactamente igual a las premisas: una repetición más. Otro mecanismo de control o de orientación de la lectura ligado a la argumentación es la creación de evidencias. En tales ocasiones, ciertas premisas se dan por sentadas como verdades evidentes y a partir de ellas se comienza a argumentar. Veamos el siguiente caso: Et es verdad en sí, [que] la mejor cosa que omne puede (aves) [aver] es el saber (Prólogo, 115). Esta evidencia utilizada por don Juan Manuel sirve de fundamento para apoyar la argumentación que luego se sucede. Pero no se trata para nada de una "verdad en sf' desde el momento en que existía la polémica en que se debatía la supremacía del saber con respecto al linaje, o del haber en relación con el saber, polémica que don Juan Manuel mismo retoma en este libro. El último recurso vinculado a la argumentación que habría que mencionar es el exemplum. Tal como Maravall explica, los exempla y las sentencias eran las dos vías preferidas por los medievales a la hora de transmitir una norma de conducta. El Libro enfenido, por el hecho de ser un tratado, es un texto bastante rico en proverbios, mas no en ejemplos. Para ilustrar los motivos del linaje y los consejeros don Juan Manuel introduce dos veces el mismo ejemplo: el de la mala elección de Roboam. La primera vez lo menciona en el capítulo IX, la segunda vez lo relata en el capítulo X. Hay un segundo ejemplo al que sólo alude (sin reproducirlo) en el prólogo al apartado sobre las maneras de amor: 76 .. .et commo quier que yo (que yo) sé [que] algunos profaían de mí porque fago libros, digo vos que por eso non lo dexaré; ca quiero crer al exiemplo que vos pus en el libro que yo fiz de Patronio en que dize que: por dicho de las gentes, sol que non sea mal al pro tened las mientes et non fagades ál (146). Ese ejemplo nos envía a otra obra suya {El Conde Lucanor) y, por lo tanto, funciona además como autocita. Pero, si el uso del ejemplo deja de ser dominante en el Libro enfenido, entonces, la pregunta es ¿por qué otra estrategia se lo reemplaza? El análisis del texto pone en evidencia que la forma ejemplar ha sido desplazada por la alusión a la experiencia personal en la función didáctico-ilustrativa del contenido doctrinal del libro. Don Juan Manuel asegura a su hijo que el saber que desea transmitirle proviene de aquellos hechos que le acaecieron o vio que les sucedían a otros. La experiencia, entonces, viene a reemplazar el vasto corpus de la materia ejemplar tradicional. A la vez, las alusiones o remisiones a la experiencia no funcionan como meros casos particulares concretos, sino que reclaman para sí la universalidad necesaria para derivar de ellas conclusiones y/o reglas generales. Don Juan Manuel insiste en que ha vivido determinados hechos que lo autorizarían a extraer de ellos ciertas normas. Sin embargo, esos hechos nunca son narrados, tan sólo se los señala como fuente de conocimiento. Esto implica un mayor nivel de abstracción en la transmisión del saber, aunque el modelo inductivo se conserve. Dicho de otro modo: los relatos que narraban una experiencia particular adquirían el estatuto de ejemplo cuando aquello que se relataba era útil para otras situaciones. Don Juan Manuel mantiene el método inductivo -también extrae conclusiones generales de hechos particulares-, pero lo reorganiza. Si en la inducción tradicional se parte de un ejemplo concreto transmitido por la literatura ejemplar (extraído de las Escrituras, los Padres de la Iglesia o los autores clásicos) para llegar a una sentencia general, en el Libro enfenido se va de una experiencia personal ("cosas que yo mismo prové en mí mismo et en mi fazienda. 77 et bí que contenió a otros"), que no se textualiza, a una regla general -el consejo- que es aquello que aparece enunciado. 3. Conclusión Don Juan Manuel en el Libro enfenido no se limita a la simple repetición de sabios prestigiosos. Sin embargo, es verdad que remite a otros libros, que no son comentados, sino tan sólo nombrados o recomendados para profundizar en ciertos saberes. Para el tema de la tiranía, recomienda leer a Egidio Romano; para las verdades de la fe, a los doctores de la Iglesia y, casualmente, para resolver problemas vinculados al gobierno, la guerra, los consejeros, etc., el Libro de los Estados. Esto permite a don Juan Manuel realizar un doble movimiento. Por un lado, demuestra que el saber no está en un solo libro o un solo sabio y, por otro lado, al ubicar el Libro de los Estados como punto de referencia entre textos tan autorizados, prestigia su obra y se prestigia a sí mismo como autor. Maravall afirmaba que según la cosmovisión medieval el saber provenía de Dios y, en el plano terrestre, atravesaba una larga cadena que tenía su origen en un sabio antiguo. En el caso del Libro enfenido parecería pasar de Dios a don Juan Manuel'^ Él se postula como sabio iniciador de una cadena de saber; y desde el momento en que esa cadena se origina en el presente, mira hacia el futuro. Don Juan Manuel, sin romper con la noción tradicional de cadena, propone algo diferente. Es éste su modo de innovar: no destruye ni olvida, reformula". '- En el sentido de que don Juan Manuel no cita a sabios de los cuales extrae el saber y deja en claro que el mismo tiene que ver con su experiencia. Sin embargo, es interesante que los sabios aparezcan al principio de la obra. Don Juan Manuel comienza el prólogo del Ubro enfenido con una afirmación bastante particular, que no va a ser desarrollada ni retomada en otra parte del texto: "entendidos son muchos santos et muchos philósophos et sabios". Esta frase, que se cierra sobre sí misma, da la impresión de funcionar como una especie de fósil temático que es traído al prólogo como tópico de la literatura sapiencial, pero que se inmoviliza. 78 Pero, para conseguir lo que se propone, necesita autorizar su figura en distintos niveles. En una primera instancia, su linaje lo legitima como autor digno de transmitir un conocimiento en la doble dimensión exigida al sabio: linaje familiar y linaje intelectual, que en el caso de don Juan Manuel casi coinciden.'* Además, también cumple con el requisito de contar en su acervo con una cantidad de hechos que legitiman su conducta y su carácter de sabio ("cosas que yo mismo prové")." De este modo consigue que su nombre avale el saber que transmite, tal como sucedía con los saberes transmitidos por los filósofos antiguos de quienes "únicamente el nombre propio es garante suficiente del prestigio"'^ Don Juan Manuel desea que su texto, construido sobre la base de su experiencia personal, se utilice como hasta entonces se utilizaban los ejemplos y el saber provenientes de los sabios consagrados. Así, construye una figura autorizada que le permite ser productor de saber (en segunda instancia) y transmitir a las generaciones más jóvenes lo que vio y vivió. Porque, en tanto herederos, necesitan el mismo saber (útil) para desempeñar las mismas funciones de sus mayores. Don Juan Manuel cierra el prólogo del Libro enfenido afirmando que todos los conocimientos acerca de las materias a las que va a referirse en el texto fueron probados por él; esa es la razón por la cual no hay que dudar de ellos, y agrega que va a ser difícil encontrar otro " Fernando Gómez Redondo destaca la equiparación que don Juan Manuel hace en el Libro enfenido. entre su propia figura y la del sabio (p. 1187). Femando Gómez Redondo, "La pervivencia de su linaje: el 'Libro enfenido"', en su Historia de la prosa medieval castellana, Madrid. Cátedra, 1998, pp. 1184-1191. '" Richard Kinkade nos habla de la formación intelectual de don Juan Manuel en la corte de su primo, y de la influencia de Sancho IV y Alfonso X en su obra. Richard Kinkade, "Sancho IV: puente literario entre Alfonso el Sabio y Juan Manuel", Publication of the Modern language Association, 87 (1972), pp. 10391051. " Al respecto, es conveniente la lectura de Marta Haro. "Los esquemas biográficos en la prosa gnómica del XIII: el caso de Bocados de oro", en Homenatge a Amelia García-Valdecasas Jiménez, vol. I. Valencia, Facultad de Filología Universitat de Valencia. 1995. pp. 415-431. " Ibídem, p. 425 79 libro tan pequeño del que se pueda sacar tanto provecho ("Ca marabiUa será si libro tan pequenno pudiere fallar de que se aproveche tanto", 117). Esta afirmación, que busca, como los mecanismos antes mencionados, validar la autoridad del libro, al mismo tiempo nos obliga a pensar en la paradoja pequenno pero enfenido, aunque es claro que las dos nociones intentan realzar la idea de aprovechabilidad máxima del texto, al tiempo que remarcan el carácter abierto del aprendizaje, que dura lo que dura la vida: Et por[que]este libro es de cosas que yo prové, puse en él las que me acordé. Et porque las que daquí adelante provare, non sé a qué rrecudrán, non las pude aquí poner. Mas, con la mer9ed de Dios, ponerlas he commo las provare. Et porque esto non sé quándo se acabará, pus nonbre a este libro El libro enfenido, que quiere dezir "libro sin acabamiento" (Prólogo. 117). Es imposible no advertir en este libro la percepción por parte de don Juan Manuel de la inconmensurabilidad del saber y de la posibilidad de descubrimiento y conquista de aquello que aún se desconoce. El viaje que el sabio emprendía para localizar el saber, según leemos, por ejemplo, en el Calila e Dimna, es equiparable en don Juan Manuel a la vida misma, en tanto tránsito o camino hacia Dios, única fuente del saber absoluto. No podemos, de ninguna manera, condenar a don Juan Manuel a ser un mero reproductor del saber tradicional. Al manifestar el carácter inacabado del saber y su relación con lo por venir se perfila, en cierto sentido, como un sabio moderno. Incluso, hay en el texto mismo un movimiento de justificación muy interesante acerca de la noción de inagotabilidad del saber y su relación con el futuro. Me refiero, obviamente, a la inclusión del último apartado del Libro enfenido: .. .porque prové algunas cosas más de las que avía provado, quiero vos fablar en lo que después prové. Et aun, segund lo que adelante provare, con la mer9ed de Dios, et así lo pomé en este libro (146). 80 De esta manera, muestra prácticamente lo que había enunciado de un modo teórico, y no conforme con ello deja abierta la posibilidad de nuevas incorporaciones. Don Juan Manuel, tan preocupado por las estrategias didácticas efectivas, demuestra empíricamente a su lector el carácter infinito de su libro, que se presenta como figura metonímica del saber. 81