Deontología en el Ejercicio Forense

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UNIDAD III
Deontología en el
Ejercicio Forense
3.1. BREVE RECORRIDO POR
EL ESTADO ACTUAL DEL
PODER JUDICIAL83
Dr. Luis Paulino Mora Mora
Presidente de la Corte Suprema de Justicia
INTRODUCCIÓN
Este resumen del informe de labores de la presidencia de la Corte Suprema de Justicia del 2005 pretende ofrecer una visión actualizada de las reformas
y del estado actual del sistema de justicia en nuestro
país. Las principales metas son la búsqueda de una
mejoría en el servicio al usuario y la resolución de los
casos gracias a una justicia pronta y cumplida.
La necesidad y la justificación para repensar el
marco ideológico que enmarca la labor del Poder
Judicial, surge de la visión actual que reconoce el rol
estratégico que tiene la justicia en la sociedad. Si anteriormente
el Poder Judicial podía mantenerse al margen del devenir social,
hoy en cambio, se sabe que es parte fundamental de su desarrollo, ya sea por su labor como justo mediador en los conflictos
entre los miembros de la sociedad, o por ser defensor de las personas frente a las consecuencias injustas del ejercicio del poder.
Hoy nadie cree que la acción del mercado, por sí sola, pueda
promover un desarrollo económico y social adecuado. Se sabe,
más bien, que este depende de la estabilidad política y económica, pero también de un marco legal apropiado para el desarrollo,
de la protección de los derechos fundamentales y de un sistema
de justicia independiente y accesible, que inspire confianza y que
sea lo suficientemente ágil y moderno como para asegurar un
ambiente propicio para el desarrollo personal y social.
De esta manera, se reconoce el rol estratégico de la justicia
como pilar del Estado de Derecho y como herramienta del desarrollo nacional. Esto ha obligado a replantear todo el esquema
filosófico que durante la mayor parte de la vida independiente de
nuestro país ha regido el actuar de los ciudadanos
Este replanteamiento
pretende lograr una
administración de justicia
de cara al ciudadano y no
de espaldas a él, que es el
dueño y destinatario del
servicio
83 Tomado del informe de labores, 2005.
125
Este replanteamiento pretende lograr una administración de
justicia de cara al ciudadano y no de espaldas a él, que es el dueño y destinatario del servicio y que merece explicaciones claras
acerca del gasto de los recursos del sistema, que ese ciudadano
financia mediante el pago de impuestos. También busca un sistema abierto y orientado hacia políticas de rendición de cuentas
y de transparencia; y la sustitución de un esquema de justiciapoder por uno que sea servicio público, con el ciudadano -en
vez del juez- como figura central del quehacer institucional. Esto
implica, desde luego, desplazar un mal entendido concepto de
independencia del Poder Judicial. Adoptar la concepción de la justicia como un servicio público de calidad, con la persona como eje central de actuación,
ciertamente impuso concentrar todo el actuar alrededor del ser
humano, es decir, procurando incorporar modernos estándares
de servicio al cliente, rendición de cuentas y calidad.
En nuestro país la justicia ha estado, por más de quinientos años, altamente relacionada con moldes inquisitivos en su
procedimiento y organización. Ahora se trata de sustituir esos
moldes por otros acordes con las exigencias democráticas que
impone el artículo 1º de la Constitución. De ahí la importancia
que se le ha dado, en los últimos años, a la sustitución de la escritura por la oralidad en los procedimientos jurisdiccionales y
a la modificación de las competencias de la Corte, la estructura
y competencia de los órganos de decisión del Poder Judicial y la
del propio despacho judicial.
MISIÓN Y VISIÓN DE LA JUSTICIA EN EL
PODER JUDICIAL COSTARRICENSE.
MISIÓN: Administrar justicia
en forma pronta, cumplida, sin
denegación y en estricta conformidad con las leyes. La Constitución Política en los artículos 41 y
153 así lo señala expresamente.
La misión del Poder Judicial es
hacer justicia, pronta y cumplida
y sin denegación, es decir, resolver conflictos sociales y hacer
respetar los derechos fundamentales de las personas.
VISIÓN: Ser una administración
de justicia independiente, imparcial y eficiente, que garantice
la protección de los derechos y
libertades de las personas con
igualdad y plenitud de acceso
para todos; integrada por personal consciente de su elevada función en la sociedad, que inspire
confianza, contribuya al desarrollo democrático del país y a la paz
social.
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PRINCIPIOS:
El ser humano como el eje
central de toda actuación
de la Administración de
Justicia
−
−
−
−
− El ser humano como el eje central de toda actuación de la Administración de Justicia.
− Identificación plena de las funciones que se desempeñan.
Actuación en forma diáfana, transparente, recta, con equidad y eficiencia.
Independencia ante presiones internas y externas, de cualquier índole.
Excelencia en la atención al usuario.
Fortalecimiento de los principios democráticos consagrados
en la Constitución Política.
El sistema judicial vela por:
− El efectivo reconocimiento de los derechos y garantías fundamentales de las personas.
− La equidad y la calidad en las resoluciones y actuaciones judiciales.
− La independencia e imparcialidad en la administración de
justicia.
− La calidad del servicio a los usuarios y a las usuarias.
− La celeridad, el acceso y la simplificación de los procesos judiciales y de los procedimientos y procesos administrativos.
− La gestión institucional moderna y eficiente, basada en una
política integral del recurso humano.
− Los valores como guía fundamental para el cumplimiento
del deber y la cultura organizacional.
− Consolidar un servicio para los usuarios y las usuarias que
garantice y respete a sus derechos.
− La inmersión de los servidores en un sistema humano, independiente, donde se trabaje con honradez, mística y excelencia; que contribuya a garantizar el Estado de derecho, a
propiciar la seguridad jurídica y a fortalecer la democracia
costarricense.
VALORES que guiarán el accionar
institucional
• Humanización: El ser humano es el eje central de la administración de justicia.
• Independencia: Actuar con independencia funcional, imparcialidad y objetividad; el juez en sus decisiones sólo está sometido a la Constitución y a la Ley. El Poder Judicial ejerce127
•
•
•
•
rá su función con independencia funcional, administrativa,
económica y presupuestaria.
Mística: Actuar con vocación, entrega, compromiso con el
trabajo e identificación plena con las funciones que desempeña.
Honradez: Actuar con imparcialidad, decoro, legalidad y
rectitud.
Transparencia: Actuar en forma abierta y clara, permitiendo
el control ciudadano y de los medios de comunicación. Las
servidoras y los servidores judiciales están obligados a rendir
cuentas de su gestión.
Excelencia: Actuar promoviendo la calidad y la eficiencia en
el servicio
TRANSPARENCIA Y RENDICIÓN DE CUENTAS
En una democracia, el único poder soberano es el que le corresponde al pueblo: cualquier otro poder es delegado y sujeto
a rendición de cuentas, pues quien financia con el pago de sus
impuestos el trabajo del Poder Judicial merece una respuesta honesta sobre el destino de sus dineros.
Desde el punto de vista democrático, la independencia del
juez debe existir en función de y como garantía para el pueblo -y
no como privilegio gremial-, para que no exista duda de que la
justicia ha sido recta y transparente.
Es decir, la independencia judicial es útil y deseable solo si
ella se emplea para alcanzar una buena justicia para los ciudadanos.
Una alianza con la sociedad civil
La apertura hacia la rendición de cuentas obliga, sin duda,
a una incorporación abierta y transparente de la sociedad civil
al quehacer judicial, en parte por la existencia de una peligrosa
distorsión del concepto de independencia y, sin duda, por la negativa de tener al ser humano como eje central de actuación.
Se hace necesario escuchar a la gente, entender sus necesidades y preocupaciones, sus sugerencias y, en fin,
incorporarla como aliada en un continuo proceso de La apertura hacia la
mejoramiento del servicio público de justicia. Con rendición de cuentas
ese fin, se inicia una apertura sin precedentes hacia la obliga, sin duda, a una
sociedad y también una relación transparente con la incorporación abierta
prensa, para facilitar su acceso a la información, que y transparente de la
pretende elevar el nivel de conocimiento y cultura sociedad civil al quehacer
sobre el Poder Judicial y así evitar la desinformación judicial.
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de la comunidad por ejemplo por medio de la página Web, recurso que amplía el acceso a los diversos servicios e información
del sistema judicial.
Una cultura de servicio al cliente
En esta línea de acción, la creación de una Contraloría de
Servicios facilita y promueve la comunicación entre usuarios y
servidores; detecta problemas y busca soluciones que ayuden a
mejorar la eficiencia en el servicio, no sólo por medio de la corrección sino de la prevención.
Lo anterior impulsa la participación ciudadana como fiscalizadora de la prestación del servicio y de la administración
racional de los recursos públicos, ya que es el Poder Judicial, y
no la población, la que debe adaptar su estructura y organización
para servir a la comunidad. Con las acciones citadas, Costa Rica
convierte a la comunidad en su mejor aliada, para dirigir la modernización de la justicia y fortalecer el estado de derecho.
Se espera que el juez sea aliado de la sociedad, garante de
los derechos ciudadanos; que busque la solución del conflicto
por encima de excusas burocráticas, con mentalidad abierta,
consciente de su rol en la sociedad y con un espíritu de servicio.
Sin él, ningún intento por mejorar la imagen y credibilidad de la
justicia será posible.
LA PROMOCIÓN DE LA DESJUDICIALIZACIÓN
En el caso costarricense, la judicialización de temas ajenos
a la administración de justicia afecta no sólo las materias que
terminan siendo competencia de la Corte -como la del control
disciplinario de los notarios y las jerarquías impropias-, sino
también una gran cantidad de servicios que le son asignados,
sin ser propiamente de administración de justicia. Además eso
provoca el desvío de gran cantidad de los recursos disponibles,
a tal punto que en nuestro país, más del 40% del presupuesto lo
consumen los órganos auxiliares, como el Ministerio Público encargado de la persecución penal, la Policía Judicial, y la Defensa
Pública (que atiende el 90% de los casos), órganos que, en el caso
costarricense, forman parte del Poder Judicial.
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PROGRAMA DE RETARDO DE JUSTICIA E
INTRODUCCIÓN DE LA ORALIDAD
Se enfoca en aquellas materias que son propias del sistema
judicial, con el fin de que sean resueltas de una forma más expedita. Indudablemente, en esto, la gestión y organización de
los despachos y la introducción de la oralidad, acompañada de
la simplificación y la celeridad de los procesos, son acciones indispensables.
Buscamos una justicia menos burocrática, que además garantice un mayor contacto del juez con las partes. Para esos efectos la introducción de la oralidad es estratégica, y por eso estamos impulsando una renovación de los Códigos Procesal Civil,
de Trabajo y la Ley Contencioso Administrativa.
Esta nueva legislación culmina un sueño de mucho tiempo por humanizar la justicia, por acercar el juez al ciudadano,
fuera de formalismos estériles y procesos burocráticos. Refleja
la profunda convicción y el compromiso por lograr
una justicia, simple, rápida y de menor costo para las Un sistema procesal
partes.
confiable, comprensible y
Se sabe que las deficiencias actuales se deben, en eficaz, que lleve al juez a
mucho, a normas procesales inspiradas en ideologías ser un protagonista en la
de al menos 150 años atrás, y caracterizadas por su búsqueda de la paz social,
arraigo en la escritura y en formalismos innecesa- de la solución del conflicto.
rios y autoritarios; en la necesidad de apegarse al expediente como si este fuera un fin en sí mismo, por
encima de la persona o la verdadera solución del conflicto.
Para ello es indiscutiblemente necesario, cambiar de la escritura a la oralidad, dejando aquella únicamente como su apoyo.
En esta forma se agiliza el proceso, se simplifica y se humaniza.
NUEVO MODELO DE GESTIÓN Y ADMINISTRACIÓN
DE DESPACHOS
Para que sea efectivo el cambio de paradigma, es necesario
un nuevo sistema de gestión y administración de los despachos.
Como ya se ha indicado, uno que tenga como vocación la cultura de servicio al cliente y como centro al ciudadano y no al juez.
Si se quiere, este es el tema más polémico en lo que a esfuerzos
de modernización y cambio se refiere.
El enfoque elegido se propone aprovechar el efecto multiplicador del rendimiento de los recursos cuando estos se agrupan y
organizan en vez de sumarlos simplemente de forma inconexa.
Este idea permite, además, la introducción de facilidades infor130
máticas (redes telefónicas y de intranet) como auxilio para la
fase administrativa del trámite judicial.
Además, dentro de esta lógica, es necesaria la especialización
de los despachos, y el ajuste del modelo de organización interna
de funciones, de manera que el Juez se dedique únicamente a lo
judicial y no a labores de administración. Tenemos actualmente
la figura del administrador para que resuelva el día a día de los
aspectos propios de la administración de personal, suministros,
y en general la planificación del despacho, mientras que al juez
se le reserva para los aspectos estrictamente jurisdiccionales
(aunque, por supuesto, ambos deben trabajar en estricta coordinación).
Se agrupan actividades comunes para que las realicen oficinas fuera del despacho judicial propiamente dicho: recepción de
documentos; recibo y giro de dineros de manera informatizada,
citaciones y notificaciones, y administración de personal.
Uno de los avances más
importantes se constituye
con la aprobación reciente
de la Ley de la Firma
Digital, toda esta inversión
recibe un enorme soporte
en cuanto a seguridad
jurídica
•
•
•
•
•
•
MODERNIZACIÓN TECNOLÓGICA
Toda esta inversión recibe un enorme soporte en
cuanto a seguridad jurídica, así por ejemplo el expediente electrónico tendrá exactamente la misma
validez que el físico, y se facilita todo intercambio
de información interinstitucional en fracciones de
segundo, lo cual sin duda agilizará la resolución y
tramitación de expedientes judiciales.
Entre los avances tecnológicos tenemos:
Sistema de gestión del expediente informático
Número único de expediente
Información nacional
Pagos automáticos (por ej. pensiones alimenticias)
Red corporativa de telecomunicaciones
Videograbación de las audiencias públicas y recepción de
pruebas
FORTALECIMIENTO DE LOS MECANISMOS
ALTERNATIVOS DE CONFLICTOS
Otro eje fundamental de actuación en esa búsqueda de un
mejor servicio ha sido propiciar en el país, cuya cultura tiene
una conducta litigiosa muy marcada, una reeducación del ciudadano, hacia la autocomposición como mecanismo de resolución
pacífica de los conflictos.
131
Por eso, la Corte Suprema de Justicia costarricense no sólo
ha incentivado la legislación que permite la conciliación en todas las materias, sino que además ha invertido recursos en la capacitación de docentes para que capaciten permanentemente a
los jueces. Asimismo, ha creado puestos de jueces conciliadores
para que se incorporen a los despachos y trabajen como cojueces únicamente para estos efectos; es decir, se busca
la conciliación entre las partes en los casos en que La reeducación del
es posible, sin demérito de garantías procesales, para ciudadano, hacia la
evitarles a ellos y al Estado los costos del litigio.
autocomposición como
Recientemente se firmó un convenio con el Mi- mecanismo de resolución
nisterio de Educación para incentivar la utilización pacífica de los conflictos.
de los medios alternativos de solución del conflicto
en el sistema formal de educación, con lo que se pretende crear una nueva cultura en el costarricense para la búsqueda de la paz social.
EL RESCATE DE LA DIMENSIÓN ÉTICA Y DE
LOS VALORES
Naturalmente que este tema está íntimamente ligado a los
políticas de transparencia y rendición de cuentas ya comentadas,
y el cambio filosófico hacia una justicia en función de y para el
ciudadano.
Dentro de este rubro se apoyó la elaboración y difusión del
Código de Ética Judicial, pues el poder trae consigo el ejercicio
del mandato confiado con responsabilidad. Como simples depositarios de la autoridad estamos llamados a respetar la ley y
los valores esenciales básicos de una democracia, entre éstos, la
imparcialidad, la transparencia y la rigurosidad técnica que se
adquiere a través del estudio. Ese estatuto, junto con un catálogo
de derechos de los usuarios, en un proyecto de ley denominado:
“Estatuto de la Justicia y Derechos de las Personas Usuarias del
Sistema Judicial”, que pretende darle mayor efectividad y fuerza
a los valores éticos que hemos adoptado como guías de la administración de justicia; el proyecto ya fue presentado a la corriente legislativa y se espera su pronta aprobación.
POLÍTICAS DE GÉNERO
Actualmente en el Poder Judicial costarricense laboran el doble de mujeres en puestos de relevancia, con respecto a hace no
más de cinco años, cuando la participación de las mujeres no
alcanzaba ni el 15%.
132
Esta iniciativa fue concebida primero por los
Presidentes de las Cortes Iberoamericanas y luego la
Corte costarricense le dio pleno respaldo.
Desde un punto de vista externo, la actuación
también ha sido provechosa: en 1998 se creó la unidad de Violencia Doméstica y Delitos Sexuales en la
Fiscalía Adjunta de San José. En agosto del 2001 se
crea el Juzgado de Violencia Doméstica como oficina especializada (casi cuatro años antes que en España) en el
Segundo Circuito Judicial de San José con competencia en los
cantones de Goicoechea, Vázquez de Coronado, Moravia, Montes de Oca, Tibás y Curridabat. Poco a poco se han ido creando
despachos en algunas provincias para garantizar el trato especial
y apropiado a este flagelo epidémico que nace percibir a la mujer
como una posesión.
En el año 2002 se crea la Secretaría Técnica de Género, cuya
misión se concentra en promover, orientar y fortalecer los procesos de cambio tendentes a impulsar una política de género
transversal y en todos los ámbitos de la institución.
En mayo del 2001,
se incorporaron los
principios de Equidad
y No discriminación
en el Estatuto del Juez
Iberoamericano.
REFORMAS LEGALES: UNA AGENDA POR LA
JUSTICIA
En concordancia con el Plan Estratégico 2000-2005, se ha
impulsado una reforma legal basada en los principios de oralidad, inmediación y concentración, así como cambios estructurales y organizativos en los despachos, optimización de medios
alternos de solución de conflictos y desjudicialización de conductas. Esta labor es necesaria para fortalecer el servicio de la administración de justicia, con el propósito de lograr disminuir
el retraso judicial.
Por eso, actualmente en la Asamblea Legislativa se encuentran en trámite de aprobación importantes proyectos formulados por el Poder Judicial. Cada proyecto busca, desde todo punto de vista, mejoras en el funcionamiento de la administración
de justicia y en el Poder Judicial para simplificar o dar agilidad a
los procesos judiciales y disminuir el retraso judicial que durante
muchos años ha agobiado a la sociedad costarricense.
Pero la reforma no se termina con los proyectos presentados
ante la Asamblea ya que también se trabaja en proyectos de mucha importancia para la administración de justicia, entre los que
se pueden citan:
• Proyecto del Código General del Proceso,
• Proyecto de la Reforma Procesal Laboral
133
• Proyecto para creación del Timbre de Justicia,
• Reformas a la Ley Orgánica del Poder Judicial
Todo este conjunto de normas evidencian que el
Poder Judicial ha estado inmerso en una profunda
reforma, que busca disminuir los niveles de atraso
en los despachos y dar celeridad a los procesos judiciales mediante reformas orientadas hacia la oralidad. Con esto se pretende posibilitar el acercamiento
del Juzgador al conflicto, una mayor transparencia en
su solución y, en consecuencia, mayor comprensión
del usuario sobre el procedimiento y la forma en que
se resuelve.
Notas
Con esto se pretende
posibilitar el acercamiento
del Juzgador al conflicto,
una mayor transparencia
en su solución y, en
consecuencia, mayor
comprensión del usuario
sobre el procedimiento y la
forma en que se resuelve.
3.2. MARCO DEONTOLÓGICO
DEL PODER JUDICIAL 84
Comisión Nacional de Valores
Normativa que incorpora los valores institucionales
LEY ORGÁNICA DEL PODER JUDICIAL
La regulación legal en materia de Ética Judicial en Costa Rica
se encuentra diseminada en diversos cuerpos legales como la
Ley Orgánica del Poder Judicial y las previsiones relacionadas
con los temas de incompatibilidades, motivos de inhibición, excusa y recusación contenidas en los códigos procesales de cada
materia. La normativa contenida en dicha Ley consiste básicamente en un listado que detalla las prohibiciones que tienen los
servidores judiciales en el desempeño de sus labores,
El artículo 8 Inciso 3, tanto como en otros aspectos de su vida en general.
prohíbe a los funcionarios
Estas prohibiciones agrupan una serie de impeque administran justicia, dimentos de muy diversa índole, que van desde las
expresar y aun insinuar incorrecciones en la vida privada de los servidores
privadamente su opinión hasta actuaciones relacionadas con el cargo, que se
respecto de los asuntos que definen como generadoras de responsabilidad disciestán llamados a fallar. plinaria, por indebidas, tal y como se verá en la descripción que se detalla de seguido.
Esto es motivo de sanción disciplinaria e incluso debe ser
puesto en conocimiento del MP. El inciso 4 prohíbe comprometer u ofrecer su voto, o insinuar que acogerán ésa o aquella otra
designación al realizar nombramientos administrativos o judiciales. Se sanciona con suspensión. Estas prohibiciones alcanzan
a todos los servidores judiciales en el ejercicio de sus funciones.
En el artículo 9, versa sobre las prohibiciones establecidas
para los funcionarios y empleados judiciales.
El artículo 26 establece que a los empleados judiciales se les
revocará el nombramiento si son condenados, en sentencia firme, por algún delito que merezca pena de inhabilitación, y por
84 Tomado de la Ponencia “Ética en el Poder Judicial”. Presentada por la Comisión del Valores del Poder Judicial para el XV Congreso Jurídico Nacional
“Ética con Responsabilidad Social”. (2005)
134
135
haber sido declarado, judicialmente, en estado de quiebra o insolvencia.
El artículo 28 dispone varias razones por las cuales podrá
ser destituido un funcionario, entre ellas: haber recibido pena de
inhabilitación para el desempeño de cargos públicos; por incorrecciones o fallas en el ejercicio de su cargo o en su vida privada,
que afecten el buen servicio o la imagen del Poder Judicial que
hayan provocado esa sanción; o que (…) haber incurrido en
alguna de las prohibiciones establecidas, como ingerir bebidas
alcohólicas en forma habitual y excesiva; consumir drogas no
autorizadas o tener trastornos graves de conducta.
En el artículo 67 se establece que el Consejo Superior es un
órgano subordinado a la Corte Suprema de Justicia y le corresponde ejercer la administración y disciplina del Poder Judicial,
con el propósito de asegurar la independencia, eficiencia, corrección y decoro de los tribunales y garantizar los beneficios de
la carrera judicial.
El artículo 81 menciona las atribuciones del Consejo Superior, entre ellas la potestad disciplinaria respecto de los servidores judiciales, con las excepciones de ley
Del artículo 174 al 215, TITULO VIII, se regula todo lo que
tiene que ver con la aplicación del régimen disciplinario. Aquí
se mencionan su objetivo, las competencias disciplinarias, el tipo
de faltas y sanciones, el procedimiento por seguir y los efectos
que acarrea la imposición de una sanción disciplinaria.
CÓDIGO DE ÉTICA JUDICIAL
Además de las diversas dependencias, como el Ministerio
Público, la Medicatura Forense, la Defensa Pública y otras que
integran el Poder Judicial, por disposición de su Ley Orgánica,
también depende de la Corte el Consejo Superior, creado por la
reforma operada en 1993 y cuya función principal es la administración de este Poder.
Mediante la promulgación del Código de Ética Los temas de la ética
Judicial por parte de la Corte Suprema de Justicia, judicial comprendan
a inicios del presente quinquenio, se incluyeron as- la calidad humana y la
pectos generales sobre el sistema de administración transparencia con que se
de justicia de Costa Rica, los cuales dinamizaron brinda el servicio.
grandes principios. Las reglas contenidas en el Código de Ética desarrollan algunos conceptos básicos
acerca de la administración de justicia y de las exigencias éticas
a que se somete el sistema y sus operadores, llámense jueces, fiscales, defensores o esa gran plataforma de apoyo que son todos
136
los funcionarios judiciales, tanto de los tribunales como de las
oficinas auxiliares.
Existen unas pocas reglas relacionadas con la ética de los jueces y funcionarios judiciales en general, dispersas fundamentalmente en la Ley Orgánica del Poder Judicial (las prohibiciones
contenidas en el artículo 9°, las incompatibilidades del artículo
26) y en los Códigos Procesales, como son los motivos de inhibición, excusa o recusación (artículo 55 y siguientes del Código
Procesal Penal, artículo 49 y siguientes del Código Procesal Civil).
La Constitución Política, en el artículo 11 dispone que los
funcionarios públicos –incluidos los judiciales- son simples
depositarios de la autoridad y sujetos al principio de legalidad,
que implica posibilidad de realizar únicamente lo que la ley les
permite. En igual sentido, el artículo 154 insiste sobre el tema,
subrayando que la única sumisión existente, del Poder Judicial,
sus jueces y funcionarios, es con la Constitución y la ley. Esta
norma constituye una doble garantía para la justicia: por una
parte, consagra su independencia de cualquier poder, y la sujeta
a la Constitución y a la ley, en ese orden; y, por otra, le otorga una
legitimación que la doctrina ha llamado “funcional”, para distinguirla de la legitimación “política” que se otorga a otros poderes
de la organización social.
En esas garantías reside la base de un Poder Judicial, fuerte,
independiente, imparcial y eficiente.
Lo que luce un tanto extraño es que, hasta 1995, el Poder
Judicial careciera de un cuerpo específico de conceptos básicos
relativos a la administración de justicia y a las exigencias éticas
a que se somete el sistema y sus operadores, es decir, los jueces,
fiscales, defensores o esa gran plataforma de apoyo compuesta
por los empleados, tanto de los tribunales como de las oficinas
auxiliares.
No resultó una tarea fácil promulgar el Código de Ética Judicial. Se realizaron distintos foros y seminarios como el de “Ética en la Función Pública”, celebrado por el Centro de Estudios
Judiciales para Centroamérica, en febrero de 1996. Se consultó
a las distintas asociaciones profesionales del Poder Judicial y al
nivel interno, hasta que, finalmente, fue aprobado en la sesión
de Corte Plena N° 16-99, celebrada de día 12 de abril de 1999
(Artículo III), casi cuatro años después de iniciado el proceso
de discusión.
Este Código, comprende las normas que deben regir la actuación, privada y pública, de todos los servidores judiciales y
permite que los usuarios del servicio de justicia sepan a qué ate137
nerse respecto de los funcionarios que conocen los asuntos radicados en los tribunales. Además, actualmente, la administración
de justicia es blanco de importantes demandas sociales (casos de
corrupción, de daño al ambiente, de protección al consumidor,
de bioética, etc.), y por ello es importante la promulgación de
este Código de Ética Judicial..
Los principales aspectos que se regulan y los principios a
priori de las normas de este Código son:
Artículo 1°. Condiciones generales de la administración
de justicia. La justicia como un servicio público. Rescate
del papel de la justicia en sociedad, orientando al servicio
público.
La Justicia es un valor esencial para una racional convivencia en sociedad, así como para la preservación y el fortalecimiento de la democracia. Es un servicio público que
debe ser prestado con los más altos niveles de oportunidad,
probidad, eficiencia y calidad, pero ante todo, con respeto
del ser humano que lo requiere.
El funcionario llamado a administrar justicia debe ser
consciente de su misión y cuidar que que sus actuaciones
respondan a normas de conducta que honren la integridad
e independencia de su función, a la vez que estimulen el
respeto y confianza en la judicatura. Debe observar comportamientos como la puntualidad, especialmente en las
audiencias; un auto control en el manejo de los recursos
puestos a su disposición y, en caso de pertenecer a tribunales colegiados, una disposición de ánimo para someter a
verificación continua sus propias convicciones, con absoluto
respeto de sus colegas, y garantizar por sobre todo el secreto
de las deliberaciones del tribunal.
Artículo 2°. La independencia judicial. Regula las condiciones en que se presta la justicia y trabajan sus servidores,
siendo un garante de independencia, condición sin la cual
es imposible aceptar la existencia de un Estado democrático
de derecho. Corresponde el actuar con independencia funcional, imparcialidad y objetividad; el Juez en sus decisiones solo está sometido a la Constitución y a la Ley.
Principios a priori de las normas de este
Código
Se entienden como principios apriorísticos, necesarios para
un buen desenvolvimiento de la administración de justicia:
138
1. El ingreso a la judicatura mediante concurso de oposición
y con base en criterios objetivos, previamente regulados en
la ley de Carrera Judicial y su Reglamento. La promoción y
ascenso dentro de la carrera, también se hará mediante un
procedimiento reglado.
2. La independencia del juez o de la jueza, que solamente está
sometido o sometida a la Constitución y a la ley, es decir, al
ordenamiento jurídico, sus valores y principios superiores.
3. El derecho de los servidores judiciales a una remuneración
adecuada a la responsabilidad de sus funcione, que contribuya a consolidar su independencia formal e informal.
4. La prohibición de prestar servicios en otros poderes del Estado, excepto en situaciones especialmente calificadas en la
ley, sin que por ello adquiera el derecho a una remuneración
adicional. Se exceptúa también el ejercicio de la docencia,
siempre que no lo distraiga notoriamente del desempeño del
cargo, todo a juicio del órgano competente para otorgar el
permiso.
5. La responsabilidad de los jueces por sus actuaciones y resoluciones, en los términos que disponga la ley.
6. La prohibición de que el superior intervenga de cualquier
manera en asuntos del a-quo, que no sea por la vía del
recurso y para los fines procesalmente dispuestos.
7. Un ambiente laboral apropiado, en donde haya transparencia
en los procedimientos internos y comunicación eficiente a
todo nivel.
8. Ofrecer estímulos a todos los servidores del Poder Judicial
(administradores de justicia, auxiliares y administrativos)
para que presten el servicio al público en condiciones de excelencia.
9. Desterrar prácticas como el ausentismo, el desempeño de la
función a desgano, el desperdicio de recursos materiales, la
maledicencia o el chisme, el favoritismo y el trato displicente
o grosero hacia otros servidores o incluso hacia usuarios del
servicio, para merecer el respeto de la sociedad.
10.Las autoridades superiores del Poder Judicial deben estimular actividades que promuevan la interacción de los diversos
sectores y trabajadores, como una forma de lograr un ambiente laboral equilibrado y sano.
Otros valores fundamentales en correspondencia con algunos de los artículos del Código de Deberes del Colegio de Abogados, que deben considerase en forma paralela, son los valores
que los litigantes deben salvaguardar en cada una de sus actua139
ciones para con el Poder Judicial en aras del interés público, estos también son los exigidos a los funcionarios como principios
éticos ante las personas usuarias.
• Igualdad: Con base en los derechos humanos, tratar a todas
las personas sin ningún tipo de discriminación o distinción.
• Austeridad: La asignación, adquisición, conservación e inversión de los recursos y fondos públicos debe orientarse a la
satisfacción plena del interés público.
• Lealtad: Todo acto o conducta pública debe realizarse en
función del país, la democracia, el bien común, la libertad, la
justicia, la responsabilidad y la probidad.
• Probidad: Mostrar rectitud y buena fe en el uso de las facultades que le confiere la ley (Vid, artículo 3º de la Ley 8422)
denunciando ante la autoridad competente cualquier actividad o situación contraria al manejo correcto de los recursos
públicos.
• Humanización: Considerar al ser humano como eje central
de toda actividad que se desarrolla en el Poder Judicial.
• Respeto. Apoyar siempre, sin excepción alguna, la dignidad
de la persona humana y los derechos y libertades que le son
inherentes, con el ejemplo personal basado en los principios
morales que sustentan la sociedad y la patria.
• Responsabilidad: Responder, de frente al país y a los órganos
de control, investigación y sanción, por sus faltas de carácter
ético, disciplinario, civil, político y penal.
• Transparencia: Como funcionario que ejerce un tipo de poder y cumple funciones públicas, rendir cuentas y someterse
a la evaluación de resultados relativos al cumplimiento de
sus deberes; tal examen se debe hacer de cara al pueblo, a la
propia institución en la que se presta el servicio y a los órganos de control.
• Regularidad: Asentar las operaciones y actos administrativos
de manera correcta, en registros confiables financieros y presupuestarios.
• Integridad: Alejar sus actos, en tanto funcionario público, de
buscar beneficios personales, familiares o para sus amigos.
• Honestidad: Rechazar cualquier interés diferente al público,
que pueda ocasionar un conflicto de intereses.
• Interés público. La razón de ser, el Estado. Cada funcionario
público debe buscar satisfacer el interés público.
• Neutralidad política: Conservar su independencia en el desempeño de sus funciones, con respecto a las influencias políticas.
140
• Conflicto de intereses: Rechazar regalos, dádivas o gratificaciones que puedan interpretarse como intentos de influir
sobre su independencia e integridad.
• Planificación: Respetar el proceso interno institucional de
planificación y participar en él en forma amplia, de la mano
con el Plan Nacional de Desarrollo
• Rectitud. Honradez, transparencia, respeto, responsabilidad,
entre otros, son el espejo que debe mirar y proyectar con el
ejemplo cada servidor público.
La “corrupción” •
Legalidad constitucional. La letra de ley y los
(entendida aquí como principios de orden constitucional, son el límite para
la comisión de actos la actuación de todo servidor del Estado.
contrarios a la ética y a la •
Eficiencia y eficacia: Se deben maximizar los
ley) no es normal y, por resultados del ejercicio público, ante la escasez de
ello, no debe tener cabida. fondos y recursos; los objetivos de trabajo deben
Lo contrario significa cumplirse al menor costo posible. Además, la eficaatropellar a Costa Rica y cia es el mandato que busca adecuar y concretizar las
lesionar su dignidad. políticas públicas, así como cumplir los objetivos y
las metas.
•
Excelencia: Actuar promoviendo la calidad y
eficiencia en el servicio.
• Justicia. Ceñir sus actos según la estricta observancia de la
ley, e impulsar una cultura que procure la efectividad de la
justicia y el respeto al Estado de Derecho.
• Mística: Actuar con vocación, entrega y compromiso con el
trabajo, e identificarse plenamente con las funciones que desempeña.
• Buena fe: Todo comportamiento dentro de los procesos, toda
relación entre los funcionarios públicos y entre éstos y los
ciudadanos debe partir de la buena fe.
En relación con la ética del abogado y del servidor público en
México, Pérez (2003) expresa que:
“Existe un principio ético que impregna el contrato desde su
nacimiento hasta su conclusión: el principio de confianza
o buena fe; por eso, el Código Civil sanciona los contratos
celebrados en fraude a acreedores, simulación de contratos
cuyo objeto contiene vicios ocultos. Con razón, la Suprema
Corte de Justicia de la Nación ha declarado: “la buena fe es
la base inspiradora de todo derecho y debe serlo, por ende,
del comportamiento de las partes en todas sus relaciones
jurídicas y en todos los actos y procesos en que intervenga”
141
El ordenamiento jurídico debe proteger la confianza originada por el comportamiento del otro, porque poder confiar es una
condición fundamental para que se logren los fines del derecho,
es decir, la paz social, la cooperación humana y la seguridad jurídica.
LEY DE CONTROL INTERNO
Nuestro país no ha estado exento de estos cambios y tampoco escapa a los escándalos de corrupción que han sacudido
nuestra sociedad, en los cuales se destaca la pérdida o deterioro
de los valores que han regido la conducta de quienes dirigen las
instituciones públicas.
En el año 2002, son publicados la Ley General de Control Interno y el Manual de Normas Generales de control interno para
la Contraloría General de la República y las entidades y órganos
sujetos a su fiscalización. Estas herramientas tienen como fin a)
Proteger y conservar el patrimonio público b) Exigir confiabilidad y oportunidad de la información, c) Garantizar la eficacia
de las operaciones, d) Cumplir con el ordenamiento jurídico y
técnico.
Es importante resaltar que tanto en la Ley como en el Manual
destacan el tema de la integridad y los valores éticos como un
mecanismo básico de control interno. A modo de ejemplo, se
podría citar el inciso a) del artículo 13 de la Ley de
Control Interno que, en relación con el componente
Los responsables del
de ambiente de control, establece como uno de los
control interno deberán
deberes del jerarca y los titulares subordinados, el siestimular entre el
guiente: “Mantener y demostrar integridad y valores
personal la generación y
éticos en el ejercicio de sus deberes y obligaciones,
mantenimiento de una
así como contribuir con su liderazgo y sus acciones
atmósfera de confianza
a promoverlos en el resto de la organización, para
basada en la difusión de
el cumplimiento efectivo por parte de los funcionainformación veraz, la
rios.”
comunicación adecuada,
Además, es importante destacar la norma 2.3
la delegación de funciones
del Manual de Normas Generales, relativa a “Valores
y técnicas de trabajo
de Integridad y Ética”, que textualmente dice: “Los
participativo y cooperativo
responsables de control interno deberán determicon miras a la promoción
nar y fomentar los valores de integridad y ética de
de la lealtad, el desempeño
aplicación deseable para beneficiar el desarrollo de
eficaz y el logro de los
los procesos y actividades institucionales, así como
objetivos institucionales.”
establecer mecanismos que promuevan la adhesión
del personal a esos valores.”
142
Como podrá observarse, esta atmósfera de confianza debe
basarse en una serie de valores compartidos por los servidores
públicos, puesto que se constituye en una base importante para
el funcionamiento eficaz del sistema de control interno y para su
integración con todos los procesos organizacionales.
En nuestro país, la reforma al artículo 11 de la Constitución
Política introduce el deber de rendir cuentas, y resulta un mecanismo explícito acorde con las exigencias de los tiempos modernos.
Desde esta perspectiva destaca la norma 6.5. del Manual de
Normas Generales de Control interno que indica: “El jerarca y
los demás funcionarios en todos los niveles de la institución están obligados a rendir cuentas por el uso de los recursos, el cumplimiento de los objetivos institucionales y el logro de los resultados esperados, para lo que se apoyarán en el control interno.”
Es interesante observar que esta normativa de control interno le da importancia el tema de los valores institucionales
y, precisamente, los funcionarios públicos son los encargados
de operar los sistemas de control interno de la administración
pública. Por esto, es necesario -para cumplir con sus objetivos-,
contar con personas comprometidas, que muestren una conducta basada en la honestidad, el compromiso, la transparencia
y la excelencia, pues ello redundará en una mejor utilización y
administración de los recursos públicos, con criterios de eficiencia y eficacia.
ESTATUTO DE LA JUSTICIA Y DERECHOS
DE LAS PERSONAS USUARIAS DEL SISTEMA
JUDICIAL
Este Estatuto pretende ser un instrumento útil para el mejoramiento de la prestación del servicio y como mecanismo para
orientar a las personas usuarias sobre sus derechos.
El documento, que se encuentra actualmente en la corriente
legislativa, identifica los valores y principios para garantizar un
sistema judicial transparente, accesible, responsable, independiente y equitativo. Su origen fue el “Estatuto del Juez Iberoamericano”, aprobado por la VI Cumbre, en el 2001, y los acuerdos
sobre “Los Derechos de las Personas ante la Justicia”, aprobados
en la VII Cumbre, en el 2002. Estos documentos luego fueron
adaptados a las particularidades costarricenses, mediante el arduo análisis y los aportes de juristas nacionales.
143
En el Estatuto se definen los principios en que se
funda la justicia y los derechos de las personas usuarias del sistema judicial: información, conocimiento
de la legislación, transparencia, justicia comprensible,
puntualidad y razonabilidad de los actos judiciales,
protección a testigos y colaboradores, atención a los
usuarios y derecho a las reclamaciones, entre otros.
También se definen el principio de la independencia
judicial, la imparcialidad, los procesos de selección
del juez, la carrera judicial e inamovilidad: responsabilidad, inspección y evaluación del juez; formación
y capacitación judiciales, y normas relativas a la ética
judicial.
Además, obliga al análisis y satisfacción de las
necesidades específicas de los usuarios más vulnerables.
El Estatuto es un
instrumento útil
para fortalecer el
reconocimiento y el
respeto de los derechos de
las personas usuarias pero,
a la vez, plantea el reto de
que se tomen las medidas
administrativas y se
promulguen las reformas
legales necesarias para
darles un cumplimiento
efectivo
APLICACIÓN PRÁCTICA DE LOS VALORES
a.Ética y judicatura
Resulta oportuno mencionar que el Poder Judicial realiza las
funciones jurisdiccionales, la investigativa, la acusatoria y la defensiva.
En lo que atañe a la función jurisdiccional, esta ha sido delegada en los juzgadores y las juzgadoras; entonces, para garantizar
una administración de justicia democrática, resulta esencial definir el perfil, las cualidades subjetivas y las funciones asignadas
legalmente a dichos funcionarios como son indagar la verdad y
la tutela de los derechos fundamentales que constituyen la fuente
de su legitimación. Pero también existen las garantías requeridas ante el incumplimiento de tan importante labor.
Para definir el perfil ideal de la persona que juzga, deben tenerse en cuenta los valores que dicho funcionario o funcionaria
debe tener presentes. Así, prevalecen: la equidad, el desprecio
por riquezas y honores innecesarios; la capacidad para juzgar,
diligente atención a lo que oye; y la memoria para retener, digerir
y aplicar lo que se ha oído. En síntesis, la integridad.
La actividad jurisdiccional, como proceso cognoscitivo, no
se dirige a la satisfacción de intereses preconstituidos. Los jueces no deben perseguir ningún provecho personal en los asuntos
que se dirimen, sino sólo la averiguación de la verdad. La mayor
parte de estos asuntos son procesos contradictorios entre sujetos
que acuden a estrados con intereses contrapuestos.
144
Dicha actividad no es discrecional ni subordinada a directrices superiores, pues carece de dirección política, pero sí está vinculada a la ley, tanto formal como sustancialmente. La sujeción
a la ley es la premisa sustancial de la deducción judicial , esto se
hace patente en el requisito de la imparcialidad y tiene su justificación ético-política en dos valores: la búsqueda de la verdad y
la tutela de los derechos fundamentales.
El juzgador no debe tener ningún interés, ni general ni particular, en una u otra solución de la controversia que está llamado
a resolver, pues su función consiste en decidir cuál de ellas es la
verdadera dentro del proceso. Su único interés es la tutela de los
derechos subjetivos lesionados.
Esta imparcialidad del
De ahí la necesaria recusabilidad de quien juzga.
juzgador o juzgadora
Se da un nexo indisoluble entre sujeción a la ley,
respecto de los fines independencia y responsabilidad de los jueces por
perseguidos por las partes las violaciones de las leyes a las que están subordidebe ser tanto personal nados.
como institucional.
Los juzgadores, se ha dicho, son investigadores
exclusivos y solitarios de la verdad procesal; pero
esto no obsta para que se expongan constantemente a la crítica
pública, asumiendo el punto de vista externo de los ciudadanos
carentes de poder, fundamento de su independencia política y
cultural frente al poder de la legitimidad misma de sus funciones.
El Poder Judicial, debe ofrecer una administración de justicia
independiente, imparcial y eficiente, que garantice la protección
de los derechos y libertades de las personas con igualdad y plenitud de acceso para todos; integrada por personal consciente
de su elevada función en la sociedad; que inspire confianza, y
contribuya al desarrollo democrático del país y a la paz social.
b. Ética y Escuela Judicial
En concordancia con el artículo 29 de su Ley de Creación, la
Escuela Judicial promueve cursos estructurados que sean útiles
para la capacitación del funcionario judicial.
Este compromiso de la Escuela Judicial obedece a que cada
vez es más importante la ética en el desarrollo y mejoramiento
social. Es importante crear conciencia en los participantes de
que su trabajo es totalmente diferente a otros, por lo que deben
vivir en total y permanente armonía con la moralidad y la ética.
145
c. Ética y Defensa Pública
La Defensa Pública es una institución que tiene como misión
brindar asesoría técnica con excelencia, responsabilidad y compromiso a aquellas personas que deben participar en un proceso
judicial, pero que carecen de medios económicos para sufragar
un abogado particular. La Defensa Pública se debe en primer
lugar a la persona que asesora o, en su defecto, la representa
en cualquiera de las distintas materias que le han sido confiadas
por ley: Penal, Penal Juvenil, Ejecución de la Pena, Disciplinario,
Agrario, Pensiones Alimenticias y Familia (únicamente curatelas en casos calificados).
Desde esta perspectiva, la ética del Defensor Público hace referencia a ejercer la Defensa Técnica a favor de su representado
o representada, de la manera más diligente posible, planteando
todas las gestiones y acciones posibles que, conforme a la legalidad, puedan favorecer a su defendido y sus intereses. Un aspecto fundamental en la ética de cualquier defensor, es el respeto
absoluto al secreto profesional, pues bajo ninguna circunstancia
puede traicionar la confianza que ha sido depositada en él por su
defendido, el secreto profesional hace referencia tanto a lo que
expresamente le ha indicado su representado, como aquellos aspectos de los cuales se ha enterado en el ejercicio de la Defensa
Técnica.
d. Ética en el ámbito administrativo
Al ámbito administrativo del Poder Judicial le corresponde
atender todos los aspectos logísticos relacionados con el recurso
humano: presupuesto, equipo, materiales e infraestructura, entre
otros. Los valores que privan en este ámbito son principalmente humanización, mística, honradez, transparencia y excelencia,
que deben estar presentes en la programación, ejecución, control
y fiscalización de los fondos públicos puestos a disposición del
Poder Judicial; en la asesoría y definición de planes, programas y
proyectos tendientes al mejoramiento de la administración de la
justicia; en la selección, reclutamiento y administración del recurso humano; en la prestación de los servicios y la atención de
los usuarios; en el desarrollo de programas orientados al aprovechamiento y mejoramiento de los bienes y servicios de la institución, entre ellos, construcción y mantenimiento de edificios
y áreas verdes, custodia y seguridad de funcionarios, usuarios,
documentos, expedientes, artículos decomisados y otros.
146
Cabe destacar que, adscrito a la Dirección Ejecutiva, se encuentra el Departamento de Trabajo Social y Psicología, órgano
nacional desconcentrado que orienta su labor a la atención y al
diagnóstico psicosocial de las personas adultas y de los menores
inmersos en procesos judiciales, cuando las diferentes instancias
judiciales lo solicitan.
Los valores de los profesionales en trabajo social y psicología
están contemplados en los códigos de ética de cada una de esas
dos disciplinas y en el ejercicio de su labor, los profesionales
deben ser coherentes con esos valores. Sin embargo, cuando se
encuentra en condiciones de riesgo la integridad de la persona,
puede liberarse de algunos principios éticos como el de confidencialidad o secreto profesional.
e. Ética del servidor judicial 85
La ley Orgánica del Poder Judicial, en su título
VI, contempla a los abogados y abogadas como personas que auxilian la administración de la justicia, y
el capítulo VII de ese título reglamenta el ejercicio
de la profesión de abogado en algunos importantes
aspectos éticos.
El artículo 142 de la Ley Orgánica prohíbe al abogado dirigir
al mismo tiempo, o sucesivamente, a partes contrarias en el mismo juicio o negocio. El artículo 145 de esa ley establece algunos
casos en los que el abogado puede ser suspendido del ejercicio
de su profesión y expresa, en el inciso sexto, una regla general
que dispone: “Cuando, en general, cometan cualquier incorrección, falta de probidad u honradez en el ejercicio de la profesión,
no comprendida en ninguno de los números anteriores”, entre
los que se destacan la negativa de rendir cuentas a sus clientes,
el auto de elevación a juicio o de citación a juicio en contra del
abogado, por delito que merezca la inhabilitación como pena, en
cualquiera de sus formas; o cuando hubieran incurrido en apropiación, malversación defraudación, exacción o uso indebido de
fondos en daño de sus clientes.
El exjuez Víctor Manuel Elizondo sostiene la tesis de que “es
sagrada la misión de impartir justicia sobre la tierra”, por lo que
todo juzgador debe actuar inspirado en lo alto y con estricto apego a sus deberes de conciencia.
“Es sagrada la misión de
impartir justicia sobre la
tierra”
85 Lic. Jaime Quintana López
147
La Ley Orgánica del Poder Judicial, en sus artículos 6 y 8,
establece el mutuo auxilio entre las autoridades judiciales y el
deber legal y moral de los jueces de fallar con arreglo a las leyes y
a la Constitución, por lo que evitará aplicar decretos, reglamentos, acuerdos y otras disposiciones que sean contrarias a la ley,
así como reglamentos y otras disposiciones que hubieran sido
declaradas en general contrarias a la Constitución Política por
la Corte Suprema de Justicia o en la vía Contencioso-Administrativa.
Se les prohíbe expresamente a los jueces expresar y aún insinuar privadamente su opinión respecto de asuntos judiciales
que están llamados a fallar; trasgresión ética del juzgador que
está sancionada como delito por el Código Penal (artículo 8, inciso 3 de la Ley Orgánica del Poder Judicial y 330 del Código
punitivo).
El artículo 9 de la Ley Orgánica del Poder Judicial tiende a
mantener la independencia del funcionario judicial, al que prohíbe tanto el ejercicio de la abogacía como el ayudar a que la
ejerzan personas no autorizadas; prevé incluso, como sanción
para el incumplimiento de estas prohibiciones, el despido, previa
información de la Inspección Judicial.
Se prohíbe también a los empleados judiciales servir otras
funciones públicas, así como dirigir a otros funcionarios felicitaciones o censuras por los actos propios de sus funciones.
Igualmente, les quedan vedadas las actividades de orden político, excepto la emisión del voto, así como interesarse en asuntos
pendientes ante los tribunales, de cualquier modo que sea, o externar su parecer sobre ellos; se prohíbe a los funcionarios que
administran justicia servir como peritos, salvo acuerdo de todas
las partes o en asuntos penales.
El artículo 156 inciso 1) del Código de Procedimientos Penales contiene el deber, para los funcionarios o empleados públicos, de denunciar los delitos perseguibles de oficio, que “conozcan en el ejercicio de sus funciones”; este deber se expresa en el
artículo 49 inciso a) del Estatuto a los funcionarios judiciales, de
acuerdo con la definición que de ellos da el artículo 54 de la Ley
Orgánica del Poder Judicial.
Este es el principal deber ético de la Policía Técnica Judicial,
que no puede reservarse informaciones en este campo, so pena
de poder incurrir en el delito a que hace referencia el artículo
320 del Código Penal, o alguno otro relativo a la omisión de deberes del funcionario, sin excluir por ello las sanciones de orden
puramente laboral que pudieren resultar (artículo 156 del Código de Procedimientos Penales).
148
Lo anterior no excluye el deber de discreción que al servidor
judicial le impone el inciso a) del artículo 49 del Estatuto de Servicio Judicial, en cuanto a los asuntos relacionados con su cargo,
sin perjuicio del deber de denunciar cualquier hecho delictuoso.
Este deber de discreción imposibilita dar datos sobre los juicios,
lo que está en relación con el principio del secreto del sumario,
que rige al tenor del artículo 195 del Código de Procedimientos
Penales, con la salvedad de la oficina de Información y Prensa
del OIJ, a cargo de la Dirección General (artículo 17, inciso 2 de
la Ley Orgánica del OIJ).
f. Atribuciones de la Inspección Judicial
Puede en los casos de infracciones de los deberes, imponer
sanciones disciplinaria a los inferiores, según los artículos 211 y
siguientes de la Ley Orgánica del Poder Judicial y 17 inciso 7 de
la Ley Orgánica del Organismo de Investigación Judicial.
Pese a la existencia de ese poder sancionatorio por vía jerárquica, también se cuenta con el Tribunal de la Inspección Judicial y todas sus dependencias, establecido con la mira de supervigilar la conducta de los funcionarios, en estrecha colaboración
con la Corte Suprema de Justicia y su Presidente, para evitar que
se produzca el desprestigio de ese Poder.
Para comprobar las infracciones, el Tribunal de la Inspección
Judicial podrá recibir todas las pruebas que considere necesarias, sin estar por ello sujeto a limitaciones o tasaciones; pero
sus resoluciones deberán estar fundadas en la razón, según lo
establece el artículo 12, inciso primero, de la Ley Orgánica del
Poder Judicial, que le exige al Tribunal exponer con “claridad sus
razonamientos y conclusiones”.
Siendo el Tribunal de la Inspección un ente de orden puramente administrativo, encargado por la ley para vigilar el “buen
cumplimiento de los deberes de los servidores judiciales”, se ha
entendido que no realiza propiamente actividades jurisdiccionales en el sentido a que hace referencia el artículo 3 de la Ley
Orgánica del Poder Judicial, por lo que no les asiste a los empleados el derecho de realizar el nombramiento de defensor y otras
garantías propias de las causas penales (artículo 120 y siguientes
de la Ley). Esto es así aún cuando, en materia de votaciones, se
apliquen el Código de Procedimientos Civiles y la Ley Orgánica
del Poder Judicial (artículo 123 inciso 5 de la Ley Orgánica del
Poder Judicial), y a pesar de que existen tradiciones o costumbres internas de la Inspección relativas a los trámites de las quejas y de los expedientes, que dan amplias garantías a los intere149
sados. Sin embargo, no es posible hablar, con toda precisión, de
un procedimiento legal ante la Inspección Judicial.
A esto deberá irse propendiendo, para una mayor garantía
del servidor judicial, que requiere el control de legalidad no sólo
en orden a las sanciones aplicables para los casos establecidos,
sino también en cuanto a las garantías de defensa y de equilibrio
del procedimiento por el mejoramiento de la defensa técnica y
formal.
No es sino hasta el 3 de diciembre del 2001, en sesión Nº
43-01, artículo XII, cuando la Corte Plena aprueba las Reglas
Prácticas para orientar el ejercicio de la potestad disciplinaria
y el funcionamiento del Tribunal de la Inspección Judicial, que
se le fija un marco de acción más orientado a la investigación de
denuncias, trámite de procesos respectivos y aplicación del régimen disciplinario. Sin embargo, la misma ley otorga potestades
disciplinarias a los jefes jefas de oficina, lo que permite solucionar, a lo interno de los despachos, de una manera directa, aquellas conductas que no se estimen de mucha gravedad, y se dejen
los asuntos de mayor complejidad al órgano técnico.
Lo expuesto anteriormente deja patente la preocupación de
las altas jerarquías del Poder Judicial de mantener niveles de excelencia en el servicio al público. Esto será posible en la medida
en que la Institución continúe realizando esfuerzos para que los
valores éticos de los funcionarios y funcionarias sean una constante en su quehacer cotidiano.
PROPUESTA: AGENDA NACIONAL POR LA
JUSTICIA
Con motivo de los acontecimientos que han afectado a la sociedad costarricense y que han provocado un quebrantamiento
en la credibilidad y seguridad de algunas instituciones; cuando
el Poder Legislativo y el Ejecutivo han visto decaer su imagen
hasta niveles inimaginables, han surgido y se han reafirmado
ante la opinión pública la credibilidad y seguridad del Poder Judicial que, a pesar de sus deficiencias, emerge como el eslabón
que sostiene el Estado de Derecho Costarricense.
Si el Poder Judicial entra en ese proceso de desprestigio y
de incredibilidad como han entrado otros poderes del Estado,
la sociedad costarricense vería desaparecer todo un engranaje
democrático que nuestros antecesores han tratado de fortalecer
con los años y que requiere ser sostenido por su propia institucionalidad.
150
Por eso, es necesario hacer una agenda por la justicia y contribuir a perfeccionar el sistema en que estamos implicados, con
un alto y decidido nivel de responsabilidad.
Cambiar el estado de cosas del Poder Judicial no es asunto
que pueda hacerse por sí solo, sino como resultado
de la acción conjunta de todos los operadores juSi el Poder Judicial
diciales; de sus organizaciones profesionales y greentra en ese proceso
miales, entre ellas el Colegio de Abogados; de los
de desprestigio y de
usuarios y sus representantes; de las corporaciones
incredibilidad como han
mediante las que se han organizado y, en fin, de todas
entrado otros poderes
las demás expresiones de la comunidad organizada,
del Estado, la sociedad
que de una u otra forma se relacionan con el servicio
costarricense vería
público que presta este Poder de la República.
desaparecer todo un
Hoy día se requieren urgentes cambios en la forengranaje democrático…
ma de hacer comercio y es preciso reconstruir la credibilidad en las instituciones democráticas, especialmente en aquellas dedicadas a hacer cumplir la ley. La justicia
y el desarrollo económico van de la mano porque tanto el desarrollo democrático, como las fuerzas del mercado, requieren
para crecer y operar, un sistema de justicia moderno, confiable
eficiente y fuerte que no sólo garantice el acceso de los ciudadanos y su protección, sino que asegure un buen clima para la
inversión y el desarrollo.
Durante los últimos años, se ha hablado sobre los requisitos
indispensables para la existencia de un Poder Judicial eficiente y
confiable, entre los que sabemos están: la independencia económica y funcional, accesibilidad, códigos procesales actualizados
y menos burocráticos, carrera judicial, capacitación judicial, un
régimen disciplinario eficiente, establecimiento de parámetros
de rendimiento de los jueces, separación de funciones administrativas para que los jueces puedan dedicar la totalidad de su
tiempo a la administración de justicia; en fin, sobre lo que debe
hacerse para modificar la organización de los tribunales y lograr
adecuarla a los requerimientos de la sociedad actual.
A medida que crece la población y aumenta la brecha entre
ricos y pobres, se ha producido una demanda muy fuerte sobre
el sistema de justicia. El crimen ha aumentado por encima de
todo pronóstico, al igual que los niveles de violencia social. En
el caso costarricense, a esta realidad hay que sumarle una conducta extremadamente litigiosa del ciudadano, que por razones
históricas tiende a resolver cualquier diferencia por medio de los
tribunales de justicia.
Mayores niveles de acceso y un ciudadano mejor informado
sobre sus derechos, conllevan un aumento de la litigiosidad que,
151
al lado del aumento en el conflicto social, recarga
El sistema en general, está
en forma importante los sistemas de justicia. Ese
diseñado para aplicar la
recargo es positivo en la medida en que representa
ley en forma mecánica, sin
un grado de confianza en el derecho como mecaconsiderar a la persona o
nismo pacífico de solución de conflictos, pero inel conflicto social que hay
dudablemente tiene un impacto sobre el sistema de
detrás de cada caso.
justicia, y si no se atienden oportunamente, puede
afectarlo gravemente, creando desencanto en la población que -aunque tiene acceso- debe esperar mucho tiempo
para obtener respuesta.
El proceso de planificación estratégica es esencial para trabajar con un enfoque profesional y abordar las prioridades en
forma integral y planificada, de forma que se evite el desvío de
recursos a sectores de menor urgencia.
La cultura jurídica durante años ha sido formalista, producto
de la herencia napoleónica. Esta concepción con la que aún se
forman la mayoría de los jueces en las universidades, y el sistema
en general, están diseñados para aplicar la ley en forma mecánica, sin considerar a la persona o el conflicto social que hay
detrás de cada caso.
La concepción de la justicia como un servicio público de calidad, con la persona como eje central de actuación, implica un
profundo cambio de rumbo, que deja de percibirla como un poder en sí mismo y reenfoca su misión en el ser humano.
La rendición de cuentas conlleva una mayor transparencia
a lo interno y externo del quehacer judicial. La incorporación
abierta y transparente de la sociedad civil al quehacer judicial es
un elemento importante para mejorar aquello que no está acorde con las necesidades de los usuarios.
La respuesta del servidor judicial frente al ciudadano tiene
gran relevancia para el fortalecimiento del Poder Judicial; por
eso, es indispensable orientar la cultura organizacional como un
servicio público de calidad, con actividades sin excusas burocráticas, y consciente de su papel en la sociedad.
Estos y otros aspectos por considerar en la delicada labor del
Poder Judicial costarricense, y su importancia en la consolidación democrática, nos obligan a hacer esfuerzos para fortalecerlo y modernizarlo.
Por eso es importante que los temas que se han citado integren una agenda permanente y sistemática, la cual debe ser
asumida en conjunto por todos los servidores y por las organizaciones interesadas en velar porque esa agenda por la justicia
se cumpla efectivamente, y sea sostenida con la asignación de
recursos suficientes y necesarios para el fortalecimiento del Po152
der Judicial. El Estado costarricense debe tener presente que los
dineros destinados para la justicia no son un simple gasto, sino
una importante inversión en el fortalecimiento y desarrollo democrático de Costa Rica.
Entre otros aspectos manifiestos en el código señalaremos
brevemente algunos de ellos, los cuales pueden ser profundizados al analizar el propio Código de Ética Judicial:
• LA JUSTICIA COMO UN SERVICIO PÚBLICO
Una característica importante de este Código es que, más allá
de ser un conjunto de normas deontológicas –que recuerdan deberes-, se ocupa de destacar el papel fundamental de la justicia
en la sociedad.
De acuerdo con esta búsqueda de justicia como servicio público, se establece en el artículo 4 el ámbito de aplicabilidad de
esta normativa, extensiva a todo el aparato judicial.
• APERTURA DEL PODER JUDICIAL A LA SOCIEDAD
Expuesta en el artículo 3º.
• MEJORAMIENTO DE LA ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA.
Desarrollada en el Artículo 5º.
• Independencia
Artículo 2º
• Imparcialidad
Artículo 9º
• Servicio oportuno y de calidad
Artículo 6º
Por último, nos referiremos a los artículos 7 y 8 que buscan la
igualdad de trato a los medios de comunicación colectiva.
En el pasado, Costa Rica les ha negado a los jueces la posibilidad de relacionarse directamente con los medios de comunicación colectiva. Hemos sido, en ese aspecto, extremadamente
reservados. El nuevo Código de Ética parte más bien de un criterio diferente. Por virtud de la nueva normativa, se otorga a los
jueces la posibilidad de dar declaraciones, obviamente con las
debidas cautelas.
Han de limitarse a informar de lo actuado (sin justificaciones
y sin polémica); además, pueden realizar esas comunicaciones a
153
la libertad de expresión o el derecho a la información, a raíz
de decisiones por él o ella tomadas. Podrá, eso sí, ofrecer conferencias en foros apropiados, o escribir artículos para
revistas científicas, en los que analice el alcance y efectos
jurídicos de aquellas.
través del Departamento de Prensa del Poder Judicial y deberán
dar un trato igual a los diversos medios de comunicación, pero
quedan prohibidas las conferencias o entrevistas exclusivas que
privilegien a determinados medios en detrimento de otros. Así
se regula en los artículos 7 y 8, que delimitan las condiciones de
divulgación y garantizan la igualdad de acceso a esta por parte
de los medios:
Artículo 7°. El Deber de Reserva del Juez
“El Juez y la Jueza tienen un deber de reserva respecto de los
asuntos sub judice cuando la ley así lo establezca o en ausencia de norma, cuando estime que los derechos o intereses
legítimos de alguno de los intervinientes en el proceso puedan verse afectados, o cuando evidentemente no exista un
interés en la información. Si bien la libertad de expresión se
ejerce en parte a través de los medios de comunicación colectiva, se debe facilitar su actuación en los tribunales cuando esté claro que con ello no se afectarán los derechos de las
partes, la deposición de testigos o la misma independencia
del Juez, entre otros aspectos importantes. La decisión que
el juez tome sobre el particular podrá ser escrita, cuando él
estime que con ello se facilite la comprensión de los motivos
que ha tenido.”
“Artículo 8°. Deber de trato igual a los medios de comunicación colectiva:
1. El Juez o la Jueza podrá emitir declaraciones en forma
directa o a través de una oficina especializada del Poder
Judicial, sin que puedan adelantar criterio sobre el fondo de
las cuestiones planteadas sub judice.
2. Le es prohibido, en todo caso, emitir declaraciones a
través de medios o canales exclusivos o privilegiados, ya sea
que él los procure o que se los procuren.
3. En materia de comunicación, está en el deber de ofrecer un trato equilibrado a todos los interesados, no solamente para proteger la importancia de la libertad de expresión, sino también el derecho de la sociedad a estar bien
informada.
4. El control de la información suministrada quedará
librada a la responsabilidad de los mismos medios, pero se
cuidará el Juez y la Jueza, en todo caso, de ofrecer declaraciones que puedan ser interpretadas como falta al deber
de imparcialidad o de objetividad, o debatir públicamente
acerca del contenido de sus sentencias, como tampoco podrá
actuar de tal manera que aparezca estorbando o limitando
154
PREGUNTAS
1.
¿Cómo interviene este Código en la administración de la
justicia?
2.
¿Cómo se garantiza una apertura del Poder Judicial a la
sociedad?
3.
¿Cuáles son los principios fundamentales para una correcta administración de la justicia?
4.
¿Qué implica el deber de imparcialidad?
5.
¿Qué es el deber de reserva del juez o la jueza?
6.
¿Qué relación deben tener el juez o la jueza con los medios de comunicación?
7.
¿Cómo podemos los servidores judiciales promover el
mejoramiento de la administración de la justicia?
Notas
155
3.3. ÉTICA DEL JUEZ Y DEL
ABOGADO
Dr. Juan Antonio García Amado86
Catedrático de la Universidad de León, España
Existe una serie de hipótesis de cara a un modo distinto de
enfocar la ética de los jueces y abogados, es decir, en general, la
ética de las profesiones jurídicas o lo que con expresión moderna
se ha denominado la Ética de la Profesión de los Operadores
Jurídicos.
Como primer punto, los oficios jurídicos requieren una preparación profesional altamente especializada. Tal vez, la fuente
primera de inmoralidad jurídica la ofrezcan las facultades de
Derecho que, debiendo formar profesionales del razonamiento,
capaces de realizar con pericia determinadas operaciones en las
cuales están en juego cuestiones muy importantes de nuestra
vida, sólo forman cerebros llenos de datos intrascendentes.
Antes, los conocimientos se transmitían oralmente y era necesario que se aprendiera una serie de datos básicos para transmitirlos hacia las sucesivas generaciones. Sin embargo, esto ya
no es necesario desde la invención de la escritura y,
más aún, desde que la imprenta existe.
Formar buenos
La diferencia entre el buen abogado y la persona profesionales del
que no tiene buena formación jurídica es que do- derecho no es ni formar
mina un lenguaje, unos vocablos con un significa- memoriones ni tampoco
do técnico particular y que con ellos y ciertos datos formar simples buenas
sabe construir determinadas operaciones. Muchos personas, sino más bien
actualmente no dominan ni lo uno ni lo otro; aunque formar profesionales
saben de memoria gran parte de las legislaciones no con la pericia técnica
saben hacer una demanda ni redactar un oficio. ¿Por suficiente como para poder
qué? Simplemente porque no se les han enseñando responder del resultado
las maneras de operar.
que van a proporcionar a
Así que esto nos lleva a que el primer manda- quienes mañana pondrán
miento de la ética de las profesiones jurídicas será en sus manos su vida, su
un mandamiento relativo a dos elementos: al modo integridad física o moral,
cómo se forman los abogados y al modo cómo se su patrimonio y otras
selecciona a los jueces y a otra serie de operadores series de bienes.
jurídicos, porque de que esa formación y esa selección sean mejores o peores van a depender en gran medida los resultados,
los cuales van a repercutir en la vida y en el patrimonio de los
ciudadanos.
¿Qué es el Derecho? Es una realidad institucional, es un objeto formal procedimental; trabaja con hechos en un nivel distinto,
con un componente imaginario. Esto significa que las reglas del
juego del derecho no son reglas para la manipulación de hechos,
sino que son reglas para organizar la convivencia social y ésta,
a su vez, se organiza a partir de una fe compartida respecto de
distintas realidades, que solo existen como tales en la medida
en que colectivamente nos las creemos. Es así como ha de tener
necesariamente repercusiones en el tipo de ejercicio profesional
que hacemos y en el tipo de ética que se nos exige. A este respecto se pueden ilustrar con tres apartados las características del
derecho en tanto que praxis procesal.
- El derecho se orienta al proceso y esta es una sublimación
de la violencia, pues cuando el abogado discrepa, enfrenta, debate sobre la propiedad de un objeto. Tiene dos posibilidades:
dirimir eso mediante la violencia, de modo que efectivamente,
de hecho, pase a ser de aquel que consiguió eliminar violentamente y quite de en medio mediante la fuerza a su contrincante,
o acudir a la ley, es decir, al juzgado donde el juez escuchará las
alegaciones de ambas partes en un contexto contradictorio -que
es lo más parecido a una batalla mediante la retórica-, no con las
armas de guerra, sino con armas dialécticas, con instrumentos
que son nuestros argumentos.
Es entonces cuando encontramos al abogado, quien es la
persona llamada a luchar para defender a alguien en un contexto de lucha reglada, en el cual está establecido qué armas valen
y cuáles no, cuáles se pueden usar y cuáles no; es así como el
buen abogado cumple su función social para el derecho y para
el cliente. Es aquel sin miramientos en el sentido de
La imparcialidad del juez que su honestidad no consiste en decir que se busca
consiste en que debe velar una solución más justa para aquel que es más buepor la igualdad de armas no y que entre más bueno sea el cliente más hay que
de ambos contendientes defenderlo; más bien, tiene que emplear, con mayor
y, por tanto, tiene que ser contundencia y vehemencia, todas las armas que
exigente, depurando su lícitamente están a su disposición en virtud de una
vigilancia por la igualdad normativa procesal, que establece qué pruebas se
de armas en el proceso. pueden practicar y cuáles no, cómo se puede hablar y
con qué expresiones y de qué otro modo no, etc.
86 García A, Juan Antonio. Extracto de la conferencia inaugural. XV Congreso
Ética con responsabilidad social. Colegio de Abogados, 16 de agosto 2005.
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El papel del abogado es un papel institucional y se califica
por la función que cumple para el conjunto del sistema jurídico
y el social.
Cuando en un proceso penal se denota un combate, una sublimación de la violencia, la primera preocupación del juez -que
quiera ser profesionalmente ejemplar y moralmente ejemplar en
su oficio- no es proteger a aquel que le parezca a simple vista
ser mejor persona o que es inocente, sino que su imparcialidad
consiste en que debe velar por la igualdad de armas de ambos
contendientes y, por tanto, tiene que ser exigente, depurando su
velar por la igualdad de armas en el proceso, a raíz del cual él
tiene que formar su juicio para que no sea un prejuicio en la medida en que esa separación tenga algún sentido o sea posible
- Las garantías formales cuentan más que las verdades materiales. En derecho importan más las apariencias que las realidades y gracias a eso la sociedad puede funcionar y se puede
convenir en ciertas pautas de convivencia. Por ejemplo, un abogado está profundamente convencido de la culpabilidad de su
defendido, pero sabe que hay una escapatoria formal para conseguir su absolución: sabe que determinado trámite procesal no
se ha hecho con la pureza debida o que la prueba incriminatoria
no se ha practicado del modo que la norma procesal exige. Ese
abogado toma ese elemento procesal y lucha de esta manera por
la absolución de su defendido, sabiendo que es culpable.
Entonces, dicho abogado es un magnífico profesional por
dos razones: porque cumple en la mejor medida posible su compromiso con el cliente y, al mismo tiempo, está dando una lección de que el derecho es un artefacto que no está al servicio de
la justicia material, que tampoco quiere decir que esté reñida con
esta; sino que está al servicio de determinadas pautas de convivencia, que en última instancia tienen que servir para que todos
podamos sentirnos más seguros en nuestra casa, oficio, etc.
Esto quiere decir que el juez, a la hora de dictar sentencia, no
se atiene a su propia opinión sobre si el señor que tiene sentado
en el banquillo, esperando el veredicto, es merecedor o no de un
castigo. Por el contrario, reprime sus impulsos al saber que es
culpable y que la única prueba incriminatoria que se ha aportado
ha sido ilícitamente practicada y, a sabiendas de su culpabilidad,
tiene que absolverlo. Entonces, ese juez es un magnifico profesional, ya que sacrifica su conciencia en aras de la seguridad jurídica, de unas pautas de convivencia y de seguridad para todos,
cuya moral es meritoria porque antepone la justicia del sistema
jurídico, en su conjunto, a su particular sentido de la justicia.
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La actitud de un juez en un proceso, y lo que éticamente se
espera de él, no es que adopte la posición de Dios, que todo lo ve,
que todo lo sabe y, por tanto, no yerra, sino que sentencie desde
un sentimiento de contingencia que lleva a que la preocupación
principal no sea la importancia de hacerle justicia al caso concreto, sino lo anterior combinado con el respeto a unas normas
materiales y procesales, y también velar por el conjunto del interés social.
Un juez que haga prevalecer sobre la norma material, y desde
luego sobre la norma procesal, su sentimiento de la justicia en un
caso concreto, es un juez que quizá acierta en la resolución de un
caso; pero en cuanto más acierte más daño hace a la sociedad,
porque está acabando con algo importante que nos permite vivir
juntos, renunciando a la violencia, y es el saber a qué podemos
atenernos y esperar.
Si queremos convivir en paz debemos renunciar a esa idea
misionera de la justicia -eso de que el que la hace la paga-, pues
hay muchos que la hacen y no tienen que pagar por ello. Es el
precio que tributamos al hecho de que nadie debe correr peligro
sin haberlo hecho. Frente a esto, el paradigma liberal dice: “…no
todo lo que esté mal debe recibir un castigo en derecho, sino
solo aquello que el legislador haya tipificado como merecedor
de castigo…”, pero aún así no basta con que el castigo esté tipificado sino que hay algo más importante que es la ley sustantiva y
esto es lo que nos ha dicho el garantismo en los últimos tiempos;
es la ley procesal, la cual establece que para condenarme a mí
por haber hecho algo, hay que probarlo lícitamente dentro de
un plazo, y si todo esto no se cumple, el hecho de que yo haya
cometido semejante acción cede ante el respeto a la norma procesal, cuya función es velar por la integridad y seguridad de la
vida de todos.
Dicho de otra manera, la filosofía práctica de esto es muy
sencilla “... vale más que mil culpables se libren del castigo a que
un solo inocente pague por lo que no hizo”. La norma procesal,
precisamente, obliga a aprobar, a revisar cada trámite de determinada manera; está al servicio de todos nosotros porque las
personas no pueden ser mañana falsamente imputadas y condenadas sin bastante sustento probatorio.
- La práctica jurídica y procesal es una práctica eminentemente retórica. Es entonces cuando volvemos a las facultades de
Derecho, a la enseñanza del derecho, y comprobamos que, en los
últimos siglos con la llegada del modernismo, ha desaparecido
de los planes de estudio la enseñanza retórica, que constituían
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un eje crucial en Roma, Grecia y desde luego, en la Edad Media
en todas las facultades, particularmente en las de leyes.
El derecho es hecho con palabras; en él no se trata de encontrar la verdad. Es más, en derecho muchas veces se razona con
pleno conocimiento de que lo que se afirma no es lo verdadero
sin por ello caer en la inmoralidad; la moral del derecho no es la
moral de la verdad, es la moral de la convivencia, de la seguridad, que es distinta. Expresándolo de otra manera, en derecho
no gana el que tiene la razón, gana el que da mejores razones.
Se trata, por tanto, de instrumentalizar unos procesos ante
un árbitro que es el juez, con unos actores que son abogados, fiscales, etc., en los que se pide que den las mejores razones y estas
se dan verbalmente y por escrito. Por eso, uno de los mandamientos importantes de un abogado que quiera ser fiel a la ética
de su oficio es aprender a hablar y escribir, porque el éxito de su
labor en parte va a depender de su capacidad para argumentar,
para dar muchas y buenas razones presentándolas de forma convincente. Se debe recordar que el combate es enfrente, y hay otro
que contra-argumenta también con razones, y no hay manera
humana, en la mayoría de los casos difíciles, de saber quién está
respaldado por la verdad. Por ello, el derecho no es un asunto
de demostración; es un asunto de convicción y no se puede pretender que se ampare ante la ciencia natural, ni la lógica formal,
aunque también tiene su parte y su cometido.
El instrumento principal del abogado, cuando habla ante el
juez, es la retórica y esta es también la herramienta del juez cuando habla para las partes, los abogados, el juez superior y la sociedad para efectos de demostrar que su sentencia es la mejor de
las posibles. En derecho, vence el que convence con argumentos,
con palabras y con su retórica, con el fin de dirimir conflictos en
forma racional, no el que demuestra.
Sin duda alguna es la moral constitucional; dicho de otra manera, una moral institucional. El profesional del derecho tiene
que velar por su Ética Personal, que es muy importante pues es
la base, pero no es suficiente. Tiene que sumarle una ética institucional ya que no basta ser buena persona (aunque es un requisito previo), puesto que además hay que representar bien un rol,
saber actuar como se requiere en esa representación que sublima
la violencia, ya que el derecho consiste en sustituir un enfrentamiento a puñetazos por un enfrentamiento en un estrado donde
se asumen papeles independientemente de luchadores, y otro
cumplirá su papel de árbitro que al mismo tiempo lucha con uno
superior si su sentencia se la recurren.
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De esta forma, se debe asumir una moral institucional, pues
no basta el compromiso con el bien, sino que es necesario el
compromiso con la institución, con lo que ella representa, con la
función que cumple y, consecuentemente, con el rol que dentro
de ella cada uno desempeña.
A esto, ¿qué es mejor: un abogado que se esmera en representar su papel de abogado, que actúa con lealtad a la constitución
y por ende, al Estado, o uno que busque la justicia? La respuesta
se puede plasmar en dos puntos: 1) No tienen por
que estar reñidas las dos cosas, más bien coincidirán.
Se debe asumir una moral
2) En caso de discrepancia, que se busque la lealtad
institucional, pues no
institucional.
basta el compromiso con el
Ser parte de un órgano o institución constituciobien, sino que es necesario
nal significa el compromiso con esa especie de suel compromiso con la
pramoral, lo que implica renunciar al papel que se
institución.
tenga (abogado, fiscal o juez) y asumir la ética institucional
¿Qué debe hacer un juez ante la ley injusta?
Cuanto más podamos decir que vivimos en un sistema constitucional y democrático, tanto más fuerte es la obligación moral
del juez de aplicar la ley sin tergiversarla. No porque necesariamente sea justa -porque quién sabe qué es la justicia-, sino
precisamente por eso, ante la duda sobre qué sea la justicia, solo
el criterio de la mayoría debería contar, es decir, que sean las menos personas posibles las que vean contravenido su sentido de la
justicia; en la medida en que la mayoría social vea que el sistema
funciona con suficiente transparencia, como para que esa mayoría social pueda, a través del cauce representativo, hacer valer
sus concesiones de lo justo; y en la medida en que la ley exprese
la concesión predominante sobre lo que sea justo en cualquier
materia, el juez carece de todo derecho jurídico y disculpa moral para imponer, frente a la mayoría, sus consideraciones de la
justicia.
¿Qué piensa sobre un abogado que ejerza la
defensa de un violador de niños?
Que alguien sea un violador de niños no es algo que dependa
del juicio del abogado; es algo que hay que demostrar en un proceso, es más, actúa moralmente el abogado que consigue la absolución del violador aún a sabiendas de que lo es, porque con su
modo de extremar las garantías frente a la posible condena, está
contribuyendo a evitar que mañana se pueda condenar como
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¿Es el interés público, como concepto administrativo, un parámetro de la ética institucional?
El derecho continuamente utiliza parámetros que están necesitados de precisión por la vía interpretativa; pero es ahí donde
la jurisprudencia cumple la importante misión de complementar
la ley, haciendo por jurisprudencia que el parámetro que en la
ley aún es considerablemente indeterminado o indefinido vaya
cobrando perfiles más precisos. El juez, con la ayuda del abogado, tiene que ir concretando lo que en derecho es indeterminado
o impreciso, para hacer ese instrumento más seguro y viable; por
eso el legislador y el juez no son dos partes enfrentadas sino que
son dos elementos del mismo juego tendente a que los conflictos
se decidan con arreglo a patrones lo más uniformes posibles.
El Poder Legislativo nombra en Costa Rica a los jueces y magistrados.
violador de niños a quien no lo es. Entonces, velando, extremando el culto a las garantías, a veces se consigue que se absuelva
al culpable ciertamente. Eso produce un rechazo moral, pero
también indirectamente se consigue algo más importante para
la sociedad, que es hacer más difícil que mañana se condene a
alguien inocente.
Vale más, repitiendo nuevamente este ejemplo, que haya
diez violadores de niños en la calle, absueltos gracias a un gran
abogado, que uno solo condenado por violador de niños pero
inocente, por haber tenido un mal abogado o uno que erróneamente creyó que era culpable y que por tanto no lo defendió con
el celo con que debió hacerlo.
El derecho a la defensa lo tiene todo el mundo. En algunos
países de Latinoamérica, por ejemplo en Colombia, quien defiende a un narcotraficante queda inmediatamente marginado
de la consideración de sus colegas. Yo discrepo radicalmente de
eso. Si bien es cierto hay que ver cómo lo defiende, pues si lo
defiende mediante el chantaje la amenaza, etc., sí hay que marginarlo tanto de Colegio de Abogados como de la comunidad de
vecinos; pero si lo defiende con los medios lícitos que la norma
procesal permite, está haciendo la misma labor social, igualmente importante que si defiende a alguien que atropelló por accidente a alguna persona en la carretera.
¿Hace pensar esto que esta elección podría regirse por
simpatías político partidarias?
La respuesta es que sí; pero puede ser que uno lo piense y se
equivoque. En esto es muy importante la separación de poderes
y garantizar que quien tiene que juzgar sobre un asunto no tenga
ningún tipo de compromiso o tenga el menor compromiso que
sea posible con quien pueda ser parte en el proceso. Pues el estado de derecho gana tanto más cuanto más existe una carrera judicial y cuanto más se da la independencia judicial; aún más, esta
se ve garantizada por la falta de dependencia del juez de quien
le nombra, propone, paga y asciende. El ideal, difícilmente alcanzable, es que se acceda a la condición de juez con la mayor
desvinculación posible de toda servidumbre política.
Preguntas
¿Es ética la búsqueda de la verdad que procura sumar la mayor cantidad de elementos para la toma de decisiones?
Es lo más ético, pues en derecho se trata de dar cuantas más
razones (a falta de demostraciones) sean posibles y cuantos más
argumentos resulten pertinentes y sean eficaces. Es ésta la ética
profesional por excelencia.
Notas
¿Lo que interesa entonces es la convivencia, y el derecho debe
solo servir a ese fin?
Pues devolviendo la pregunta, ¿a qué otro fin debe servir el
derecho? Pues el derecho solo sirve a fines colectivos y no debe
servir a fines personales particularistas o de grupo. El derecho
es, por definición, un instrumento de convivencia que busca la
evitación y la solución de conflictos.
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3.4. TRANSPARENCIA E
IMPARCIALIDAD: LA ÉTICA
EN LA FORMACIÓN DEL JUEZ
Lic. Carlos Adolfo Picado Vargas
Juez Agrario y Civil
El Poder Judicial, el llamado poder terciario87 de un Estado
de Derecho democrático, se materializa y personifica en la figura
del Juzgador. Si se habla de la ética en el Poder Judicial, debemos
empezar precisamente por aquellos seres humanos encargados
de administrar Justicia. Un verdadero análisis integral de la ética
en un Juzgador requiere, metodológicamente hablando, partir
de generalidades y conceptos básicos que se derivan de lo que se
entiende por la función jurisdiccional.
Este término deja de ser una abstracción normativa y se
convierte en un hecho jurídico cuando se da el fenómeno de la
personalización o “encarnación” de la potestad única y exclusiva
del Estado de dictar el derecho al caso concreto (ya sea creando,
modificando o extinguiendo relaciones jurídicas) en aras de la
paz y justicia social; en la figura de un ser humano. Pero, ¿es
cualquier ser humano el llamado a realizar esta misión?..Consideramos que este ser humano debe tener una innata vocación
imparcial de colaborar o aportar al desarrollo de una sociedad
más justa. Y en ella radica su actuar ético.
El acto de adquirir el poder-deber jurisdiccional al momento de rendir el juramento ante la Carta Magna, hace que desde
ese mismo instante recaiga sobre él y su conciencia una serie de
poderes-deberes que sólo podrán ser utilizados de buena manera a través de una verdadera sensibilidad social, férrea imparcialidad, hambre de justicia y la inquietud intelectual propias de un
jurista-científico: “la imparcialidad es, en el plano emocional, lo
que la objetividad es en el plano intelectual”88.
La Justicia en la Tierra la dictan seres humanos que juzgan
a otros seres humanos. El sistema de administración de justicia
87 DROMI (José Roberto). Los Jueces, Buenos Aires, Editorial Ciudad Argentina, 1992, p.14.
88 GOLDSCHMIDT (Werner). Justicia y Verdad, Buenos Aires, Fedye, 1978,
p.320.
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debe marcar un decidido cambio hacia la humanización de los
procesos: debe dejar de hacer culto a los papeles y a los formalismos excesivos89 para volver a colocar al ser humano como centro
del sistema mismo. El Juez y el Poder Judicial como un todo no
se deben a sí mismos sino a la aplicación del Derecho sustantivo
y de la Justicia. Partimos de la máxima de que ningún poder es
ilimitado y que el ánimo de ejercitar el poder por el poder en sí
mismo es el primer signo de la presencia, en una célula maligna
del cáncer, de la arbitrariedad y la corrupción.
En tiempos en que la postmodernidad premia a la apariencia
en detrimento de la esencia, la evolución de los derechos humanos en el nuevo siglo imponen la necesidad de que los jueces volvamos la mirada hacia nosotros mismos, y hagamos un
replanteamiento del nuevo papel y las nuevas exigencias que el
Humanismo nos demanda como agentes de cambio. Crear un
sentido de autocrítica y reflexión en el marco de este XV Congreso Jurídico Nacional es la finalidad de este ensayo.
La génesis de la ética y la responsabilidad social en
la vocación del juez: La formación
Se ha considerado, con buen tino, que el juez no nace, se forma. El papel de la formación profesional de nuestros jueces no
debe centrarse en un conjunto de conocimientos normativos o
en el cúmulo de títulos logrados o en las horas acumuladas en
congresos como el que hoy nos ha reunido. La formación ética
del juzgador empieza desde el seno familiar, continua en la etapa
colegial y debe acentuarse, en un proceso natural de selección,
en nuestras universidades, que logren entrañar el papel del Derecho como una ciencia en servicio del hombre y no en fines
meramente lucrativos, decretados por una sociedad de consumo
cada vez más “resultadista”, para lograr un verdadero cambio en
nuestra cultural judicial.
La vocación no se le presenta al Juzgador de la noche a la
mañana por medio de un fenómeno sobrenatural. Esa vocación
debe estar precedida de una formación con verdadero sentido
y conciencia social. Es una vocación de servicio, para que el
futuro Juez pueda verse a sí mismo como un agente importante
del cambio social, no como un burócrata con status, empleados
a sus órdenes y un salario estable, ni como una especie de abogado privilegiado en medio de una creciente población profesio89 CALAMANDREI (Piero). Instituciones de Derecho procesal civil, Buenos
Aires, Europa-américa, Volumen I, 1986, p.420.
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nal que encara con mayor dificultad la posibilidad de acceder a
fuentes formales de trabajo.
La formación ética de nuestros jueces se ha planteado como
una labor exclusiva de la Escuela Judicial. Ciertamente, este órgano no está llamado a suplir a las universidades, como también
nuestros centros de enseñanza del derecho no deben ocuparse
de lo estrictamente académico. Consideramos que la formación
ética del juez empieza en nuestra alma máter con la capacidad
de los catedráticos al enseñar a los futuros abogados el utilizar la
destreza de los conocimientos con un sentido social y ético.
La ética en la vocación del jurista no debe apagarse paulatinamente con los años. La enseñanza de la ética profesional
empieza incluso antes de que el profesor entre al salón de clases:
es poco ético percibir un salario como docente si se es impuntual, si no se esmera en que los alumnos no sólo entiendan, sino
que amen la materia o si al final del curso las mejores notas las
alcanzan, los hijos de personas influyentes en el medio o las damas con la falda más corta. Esa, es la ética que muchas veces,
desgraciadamente, se enseña indirectamente en las aulas y que
van creando en el futuro abogado o juez un abandono paulatino
del profesionalismo y la excelencia.
Una correcta enseñanza del conocimiento jurídico no sólo
debe ser teórico, sino pragmático en el “deber-ser” del abogado.
Esta debe empezar en la universidad, para que posteriormente,
aquel que salga con un título desee hacer carrera en la judicatura, continúe su formación ética, en forma especializada en
la Escuela Judicial. No podemos pretender que ésta supla las
falencias formativas de nuestras universidades.
Se trata de una función conjunta e interdisciplinaria: el Colegio de Abogados en los últimos años, con sus cursos de ética
como requisito para la incorporación, ha modernizado y actualizado los programas de acuerdo con la realidad del profesional
en derecho. Ha abandonado el estigma desesperadamente teórico-filosófico de estos cursos y ha complementado la filosofía
socrática-platónica de la preparación práctica con el estudio de
los problemas éticos más comunes que el abogado del siglo XXI
debe enfrentar.
El futuro, consideramos, se encuentra en la calidad ética y
profesional de la educación. La Educación para la Justicia debe
ser desplegada bajo estándares de ética: ser maestro hoy es ser
reflejo de los profesionales del mañana.
La ética como deber y como valor normativo: la
imparcialidad del juez
La formación iuspositivista de nuestras universidades nos
hacen expertos en normas, pero deficientes en cuanto al conocimiento de la realidad social que al final de cuentas es la destinataria de su aplicación. Asimismo, normas con alto contenido
ético son presentadas como normas de “pura tinta” por su ineficacia jurídica. Cabe preguntarse: ¿Se enseña el Derecho como
un conjunto de normas donde mucha de las cuales son de alto
sentido axiológico? O mejor dicho, ¿la formación jurídica contempla que los deberes éticos no son un asunto exclusivamente
de normas escritas, que el legislador puede quitar o poner de un
plumazo?
Es preferible para un país contar con buenos jueces aunque
las leyes no sean las idóneas, que contar con cuerpos normativos
muy acabados pero con jueces con poca formación ética-profesional. El problema ético no es asunto de promulgar normas al
respecto: el cambio debe venir desde el interior de cada Juez y la
garantía de ese cambio lo encontramos en la formación. Volver
a concienciar la ética como un deber y no como una simple facultad.
La palabra “deber” significa “lo que cada uno está obligado
a hacer”90 . Este vocablo implica una obligación que debe ser
cumplida. El Poder Judicial, a la hora de desplegar la función jurisdiccional por medio de la figura de sus jueces, no se encuentra
exento de cumplir deberes que le son impuestos por los límites
jurisdiccionales. El problema es que se desliga en muchas ocasiones los valores de la letra de la ley, y por ende, los deberes
éticos pasan a ser objeto de discursos románticos sobre lo que
debe ser el servicio público de la Justicia.
Así como el abogado litigante es y debe ser, necesariamente,
parcial, es decir, defender a su parte,
El juez ha de ser
(pues
de
lo
contrario
sería una nefasta repetición de
imparcial. Así de simple,
juez
donde
el
principal
perjudicado sería su defendiun juez parcial no es,
do);
el
juez
debe
ser
imparcial
pues sobre él descansa
ni puede, ni debe ser
el
entero
aparato
de
Justicia.
Tal
apreciación brillanjuez. Se desnaturaliza
temente
lo
describe
Calandrei:
por completo la función
“La inercia es en el juez garantía de su equilibrio,
jurisdiccional y la
esto
es, imparcialidad, actuar significará adoptar un
institucionalidad de la
partido.
Corresponde al abogado, que no teme apaJusticia.
recer como parcial, ser el órgano propulsor del pro90 García Pelayo Y Gross, (Ramón). Diccionario Jurídico Elemental, p.149.
166
167
ceso: tomar todas las iniciativas, agitar todas las dudas, romper
todas las rémoras, (...) Imparcial debe ser el juez, que es uno, por
encima de los contendientes, pero los abogados están hechos para
ser parciales, no sólo porque la verdad se alcanza más fácilmente
escalándola desde dos partes, sino porque la parcialidad de uno
es el impulso que engendra el contraimpulso del adversario, (...)
permite al juez hallar lo justo en el punto de equilibrio.”91
La imparcialidad del juez, como calidad intrínseca e inseparable de todo administrador de Justicia, es el resultado de la
ética en su accionar; porque en su accionar se refleja también la
ética del Poder Judicial como institución. La ética transporta al
juez en el vehículo de la transparencia hacia un único destino: la
imparcialidad.
Imparcialidad e Independencia del juez:
mecanismos garantizadores del debido proceso
como servicio social de acceso a la Justicia
Con la ética pragmática –reflejada en la vida pública y privada del juzgador-, conjuntamente con su independencia, se
garantiza institucionalmente que un juez no pierda su imparcialidad, ya sea por sus convicciones personales o por presión
de terceros. Por ello, los jueces, como funcionarios judiciales y
como destinatarios de la función jurisdiccional, presentan ciertas características propias, que tienen como finalidad brindar el
marco mínimo necesario para resguardar su imparcialidad.
Entre estos mecanismos o características encontramos principalmente:
“ Inamovilidad: Duran en sus cargos por el plazo que son
nombrados, es decir, seis años. Pero si se encuentran admitidos en la Carrera Judicial, sí son inamovibles, salvo que
incurran en una causal de remoción de las contempladas
en la Ley Orgánica. Esta garantía se otorga a quien desempeña el cargo en propiedad, no al interino o suplente.
La inamovilidad no implica que no puedan ser traslados
provisional o definitivamente.
Son técnicos: Es requisito para su nombramiento que posean título de abogado debidamente incorporado al Colegio respectivo.
91 Calamandrei (Piero). Elogio de los Jueces escrito por un abogado, México,
Oxford, 2001, p.p.24-25, 54-55.
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Sedentarios: En principio, tienen asignado un lugar único
donde ejercen sus funciones, y coincide con la sede o recinto
del respectivo juzgado o tribunal.
Permanentes: El artículo 35 de la Constitución Política
prohíbe los tribunales especiales o ad-hoc, designados para
determinados casos y garantiza su permanencia como poder independiente.”92
Vemos de esta manera que los jueces gozan, una vez que han
sido nombrados en propiedad, de cierta estabilidad en sus puestos. Los principios de independencia, exclusividad, juez natural
e imparcialidad están íntimamente ligados a la ética personal e
institucional y deben ser garantizados en forma integral como
marco mínimo para que el juez haga su función. Esto es importantísimo, pues esa estabilidad laboral permite de cierta manera,
que no esté susceptible de fallar de una manera u otra con tal de
garantizarse un puesto en la Judicatura. La constancia ética en
una carrera judicial permite que el técnico en Derecho, una vez
revestido del poder-deber de desempeñar la función jurisdiccional tiene cierta permanencia e inamovilidad, que según señala
Artavia Barrantes, le da al juez un carácter de sedentario.
El sedentarismo, viéndolo desde un punto de vista de aletargamiento por el paso de los años al desempeñar día tras día la
misma función, no debe por ningún motivo convertirse en pasividad a causa de una rutina diaria de incluso, años: un juez que
lleve veinte años ejerciendo su labor debe conservar el mismo
ahínco y empeño que desempeñó al resolver su primer caso.
Imparcialidad no excluye humanismo y objetividad
en el juez
Juez es el que aplica el
derecho y la Justicia
en cada caso concreto,
sin prejuicio de ningún
tipo, en forma objetiva
y garantizando en todo
momento el debido
proceso.
Un obstáculo en nuestro sistema de administración de justicia radica, sin lugar a dudas, en el hecho de que muchos de nuestros jueces, de todas las
competencias jurisdiccionales, justificándose en una
cortina disfrazada de imparcialidad, se abstraen de
la realidad de nuestra sociedad y el enorme aparato burocrático se los “traga”, repercutiendo en que la
justicia se torne menos pronta y cumplida y que el
mundo de los corrillos judiciales se aparte cada vez
más de los conflictos sociales que afuera, en nuestras
92 Artavia Barrantes, (Sergio) Derecho Procesal Civil. San José, Dupas, 2003,
p.407.
169
calles, les dan su razón de ser. Esta tendencia ha llevado incluso,
en algunos casos, a desmejorar y despersonalizar la atención al
usuario. Consideramos erróneo que la transparencia nos lleve
a un concepto de Jueces anónimos, temerosos de que el pueblo
conozca sus administradores de Justicia.
La imparcialidad es correlativa y dependiente de la objetividad. Para ser objetivo el Juez debe conocer de la realidad,
sin dejarse parcializar por sus convicciones políticas, sociales o
religiosas. No puede perder la objetividad y la finalidad como
instrumento del cambio social, como partícipe de la seguridad
y la paz social.
Un juez que, a priori, sólo falle a favor de ciertos grupos de
interés, verbigracia, un juez de Familia que sólo falle a favor de
las mujeres, un juez Agrario que falle sólo a favor del campesino,
o un juez Laboral que sólo falle a favor del patrono o sólo del
trabajador, eso, no es un juez. El juez prejuzgado –sea por prejuicios, traumas o resentimientos sociales- que cree que tiene el
monopolio de la verdad y la razón, antes de recibir prueba, eso,
éticamente, no es un juez.
Si una persona pretende llegar a la Judicatura, arrastrando
prejuicios, traumas o fobias contra cierto tipo de personas, no
debe ser Juez, sino debe ser litigante.
Empero, esto no excluye lo social en el desempeño de la judicatura. Por el contrario, el juez debe ser consciente de que en
nuestra sociedad (y con mayor razón ahora que el fenómeno de
la globalización torna más tirante las relaciones entre los que
amasan más poder contra los que cada día menos lo tienen) se
dan relaciones jurídico-procesales desiguales y un sinfín de pormenores entre las partes que, atrincherado en su Despacho, el
Juzgador jamás podrá descubrir.
La imparcialidad implica al juez un deber de un Un juez abstraído de
correcto manejo en su vida privada. Debe ser una su entorno lleva a la
persona con una conducta, honorabilidad y reputa- deshumanización de la
ción intachables. Por ello, “tanto la imparcialidad de función jurisdiccional.
hecho como la apariencia de imparcialidad son fundamentales para que se mantenga el respeto por la
administración de justicia.”93
La ética en el Poder Judicial: ¿Cuestión de normas?
Esta imparcialidad, como eje central de la vocación ética y de
servicio de un verdadero Juzgador, es a la vez una de las garan93 Amnistia Internacional, Juicios Justos, San José, CIDH, 2001, p.87.
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tías constitucionales del debido proceso. Resulta evidente, desde
hace un par de décadas, el abandono paulatino a la concepción
clásica iuspositivista que separaba de un tajo al derecho de la
ética, en el sentido de que las normas éticas no son, ni podían ser
escritas, pues carecen de cohercitividad, siendo su única sanción
el remordimiento interior de quien infringía sus propias normas
de comportamiento ético.
En el Derecho Comparado, la moralización del Derecho Procesal y en sí de todo el aparato jurisdiccional se ha manifestado
con la inserción de normas que consagran principios como el de
la buena fe, la probidad y la lealtad. Este movimiento inundó los
modernos códigos procesales, continuando con las leyes orgánicas de los poderes judiciales de los países y se ha complementado
con toda una serie de nuevos cuerpos normativos tendientes a
instituir un nuevo estatuto de la Justicia.
La regulación normativa de la ética en el desempeño de
nuestros Tribunales de Justicia, creemos, es un paso importante,
un clave movimiento de ajedrez a favor de la transparencia de las
instituciones del Estado. Sin embargo, no es la panacea de todos
nuestros males. Una ley, por más acabada que sea, no puede venir a solventar las carencias de una enseñanza del Derecho desligada a una verdadera pedagogía fundamentada en los valores
éticos de la profesión del abogado.
El cambio hacia una verdadera ética judicial debe empezar dentro de nosotros mismos, sin distinción de rango, desde
el escribiente en su humilde cubículo hasta los Magistrados
de Casación. Desde la forma en que administramos el personal de nuestro Despacho, hasta la forma en cómo ejercemos
la docencia como formación integral del joven estudiante de
Derecho.
La interdisciplinariedad de los llamados a crear
una nueva y verdadera formación ética de jueces:
las universidades, el Colegio de Abogados y la
Escuela Judicial
La formación ética de nuevos abogados y jueces debe tener
un elemento primordial: la planificación a largo plazo.
Una deficiente formación universitaria viene a constituir, con
el tiempo, en una pequeña bola de nieve que con el correr de los
metros se convierte en un implacable alud, que puede destruir
los cimientos mismos de nuestras instituciones. Ni el Colegio de
Abogados, ni la Escuela Judicial, ni una ley de ética judicial pue171
de con este pecado original. La educación es la única vía posible
para un futuro mejor, por ello, la planificación interinstitucional con verdaderos programas de estudio, selección estricta del
personal docente –sin amiguismos ni compromisos- y un nuevo
perfil tanto del futuro abogado como del maestro, es preciso implementar.
La ética profesional, sea en el campo judicial como en el ejercicio liberal de la profesión, debe enseñarse mediante cursos de
laboratorio, para preparar al futuro abogado o juez a la selva a la
que se va a enfrentar. Enseñarle a enfrentarla con las armas de
la verdad, la transparencia y la honradez. Temas como el secreto
profesional, la teoría de los actos propios en litigio, el manejo de
una audiencia, verbigracia, son aspectos de ética fáciles de implementar en casos prácticos más convenientes que cursos cargados de lecturas de filosofía clásica exentos de una pedagogía
pragmática, cuyo criterio de evaluación es el premio a la memoria de quien recita mejor la lectura asignada.
actos procesales –aspecto que no debería normativizarse pero
que la triste realidad ha arrojado su necesidad de regulación-,
la facilidad de comunicación con los órganos jurisdiccionales a
través de medios tecnológicos, medios de protección a los sectores más débiles y sobre todo, toda una normativa que garantice
la imparcialidad e independencia de nuestros jueces, son sólo
algunas de las innovaciones que el Proyecto presenta, cuyos alcances permitirían la preparación de jueces, abogados y público
en general, pues la ética es un asunto de todos los involucrados
en el sistema de Justicia.
Necesitamos implementar interinstitucionalmente la participación ciudadana en nuestro sistema de administración de Justicia. El usuario es destinatario de este servicio público.
A modo de conclusión
La planificación de un proceso, que garantice no sólo la ética
en la carrera judicial, sino también en la carrera docente de quienes tenemos también la formación de nuevos abogados, podrá
hacer que este novedoso proyecto no quede en un mero discurso
axiológico. Que los jueces del mañana tengan las bases formativas de la probidad, buena fe y responsabilidad con la sociedad
como elementos básicos de su vocación. Sólo así dejaremos la
cultura judicial de la “mordida”, del anonimato de nuestros jueces, de las influencias, de las conductas procesales dilatorias y de
la impunidad.
Oportunidad del cambio interinstitucional: El
Proyecto de Estatuto de la Justicia y Derechos de las
Personas Usuarias del Sistema Judicial
Dentro de la agenda legislativa se encuentra, junto con muchos otros proyectos de ley que servirán de marco para este cambio en el Poder Judicial, el llamado Proyecto de Ley de Estatuto
de la Justicia y Derechos de las Personas Usuarias del Sistema
Judicial.
Basado en principios humanistas concretos como el sentido
de la Justicia como un servicio público (tan funcionario o servidor público que es el juez), la probidad, la transparencia en las
labores y respeto a la dignidad humana de los ajusticiables, el
proyecto representa una excelente oportunidad para crear este
sistema interdisciplinario de enseñanza ético-jurídica.
Regula en sendos artículos aspectos claves como la transparencia de la institución, siendo ésta un derecho de los usuarios,
tanto en la atención al público de parte de jueces y personal auxiliar, como parte del derecho a la información y de petición. (Artículo cuarto del Proyecto).
En su numeral primero, consagra principios de la función judicial como la probidad, eficiencia y el deber de los funcionarios
judiciales de actuar de acuerdo con las normas de conducta que
estos principios exigen. Aspectos cotidianos en que mostramos
nuestra formación ética, como lo es el deber de puntualidad a los
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Notas
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