UNIDAD III Deontología en el Ejercicio Forense 3.1. BREVE RECORRIDO POR EL ESTADO ACTUAL DEL PODER JUDICIAL83 Dr. Luis Paulino Mora Mora Presidente de la Corte Suprema de Justicia INTRODUCCIÓN Este resumen del informe de labores de la presidencia de la Corte Suprema de Justicia del 2005 pretende ofrecer una visión actualizada de las reformas y del estado actual del sistema de justicia en nuestro país. Las principales metas son la búsqueda de una mejoría en el servicio al usuario y la resolución de los casos gracias a una justicia pronta y cumplida. La necesidad y la justificación para repensar el marco ideológico que enmarca la labor del Poder Judicial, surge de la visión actual que reconoce el rol estratégico que tiene la justicia en la sociedad. Si anteriormente el Poder Judicial podía mantenerse al margen del devenir social, hoy en cambio, se sabe que es parte fundamental de su desarrollo, ya sea por su labor como justo mediador en los conflictos entre los miembros de la sociedad, o por ser defensor de las personas frente a las consecuencias injustas del ejercicio del poder. Hoy nadie cree que la acción del mercado, por sí sola, pueda promover un desarrollo económico y social adecuado. Se sabe, más bien, que este depende de la estabilidad política y económica, pero también de un marco legal apropiado para el desarrollo, de la protección de los derechos fundamentales y de un sistema de justicia independiente y accesible, que inspire confianza y que sea lo suficientemente ágil y moderno como para asegurar un ambiente propicio para el desarrollo personal y social. De esta manera, se reconoce el rol estratégico de la justicia como pilar del Estado de Derecho y como herramienta del desarrollo nacional. Esto ha obligado a replantear todo el esquema filosófico que durante la mayor parte de la vida independiente de nuestro país ha regido el actuar de los ciudadanos Este replanteamiento pretende lograr una administración de justicia de cara al ciudadano y no de espaldas a él, que es el dueño y destinatario del servicio 83 Tomado del informe de labores, 2005. 125 Este replanteamiento pretende lograr una administración de justicia de cara al ciudadano y no de espaldas a él, que es el dueño y destinatario del servicio y que merece explicaciones claras acerca del gasto de los recursos del sistema, que ese ciudadano financia mediante el pago de impuestos. También busca un sistema abierto y orientado hacia políticas de rendición de cuentas y de transparencia; y la sustitución de un esquema de justiciapoder por uno que sea servicio público, con el ciudadano -en vez del juez- como figura central del quehacer institucional. Esto implica, desde luego, desplazar un mal entendido concepto de independencia del Poder Judicial. Adoptar la concepción de la justicia como un servicio público de calidad, con la persona como eje central de actuación, ciertamente impuso concentrar todo el actuar alrededor del ser humano, es decir, procurando incorporar modernos estándares de servicio al cliente, rendición de cuentas y calidad. En nuestro país la justicia ha estado, por más de quinientos años, altamente relacionada con moldes inquisitivos en su procedimiento y organización. Ahora se trata de sustituir esos moldes por otros acordes con las exigencias democráticas que impone el artículo 1º de la Constitución. De ahí la importancia que se le ha dado, en los últimos años, a la sustitución de la escritura por la oralidad en los procedimientos jurisdiccionales y a la modificación de las competencias de la Corte, la estructura y competencia de los órganos de decisión del Poder Judicial y la del propio despacho judicial. MISIÓN Y VISIÓN DE LA JUSTICIA EN EL PODER JUDICIAL COSTARRICENSE. MISIÓN: Administrar justicia en forma pronta, cumplida, sin denegación y en estricta conformidad con las leyes. La Constitución Política en los artículos 41 y 153 así lo señala expresamente. La misión del Poder Judicial es hacer justicia, pronta y cumplida y sin denegación, es decir, resolver conflictos sociales y hacer respetar los derechos fundamentales de las personas. VISIÓN: Ser una administración de justicia independiente, imparcial y eficiente, que garantice la protección de los derechos y libertades de las personas con igualdad y plenitud de acceso para todos; integrada por personal consciente de su elevada función en la sociedad, que inspire confianza, contribuya al desarrollo democrático del país y a la paz social. 126 PRINCIPIOS: El ser humano como el eje central de toda actuación de la Administración de Justicia − − − − − El ser humano como el eje central de toda actuación de la Administración de Justicia. − Identificación plena de las funciones que se desempeñan. Actuación en forma diáfana, transparente, recta, con equidad y eficiencia. Independencia ante presiones internas y externas, de cualquier índole. Excelencia en la atención al usuario. Fortalecimiento de los principios democráticos consagrados en la Constitución Política. El sistema judicial vela por: − El efectivo reconocimiento de los derechos y garantías fundamentales de las personas. − La equidad y la calidad en las resoluciones y actuaciones judiciales. − La independencia e imparcialidad en la administración de justicia. − La calidad del servicio a los usuarios y a las usuarias. − La celeridad, el acceso y la simplificación de los procesos judiciales y de los procedimientos y procesos administrativos. − La gestión institucional moderna y eficiente, basada en una política integral del recurso humano. − Los valores como guía fundamental para el cumplimiento del deber y la cultura organizacional. − Consolidar un servicio para los usuarios y las usuarias que garantice y respete a sus derechos. − La inmersión de los servidores en un sistema humano, independiente, donde se trabaje con honradez, mística y excelencia; que contribuya a garantizar el Estado de derecho, a propiciar la seguridad jurídica y a fortalecer la democracia costarricense. VALORES que guiarán el accionar institucional • Humanización: El ser humano es el eje central de la administración de justicia. • Independencia: Actuar con independencia funcional, imparcialidad y objetividad; el juez en sus decisiones sólo está sometido a la Constitución y a la Ley. El Poder Judicial ejerce127 • • • • rá su función con independencia funcional, administrativa, económica y presupuestaria. Mística: Actuar con vocación, entrega, compromiso con el trabajo e identificación plena con las funciones que desempeña. Honradez: Actuar con imparcialidad, decoro, legalidad y rectitud. Transparencia: Actuar en forma abierta y clara, permitiendo el control ciudadano y de los medios de comunicación. Las servidoras y los servidores judiciales están obligados a rendir cuentas de su gestión. Excelencia: Actuar promoviendo la calidad y la eficiencia en el servicio TRANSPARENCIA Y RENDICIÓN DE CUENTAS En una democracia, el único poder soberano es el que le corresponde al pueblo: cualquier otro poder es delegado y sujeto a rendición de cuentas, pues quien financia con el pago de sus impuestos el trabajo del Poder Judicial merece una respuesta honesta sobre el destino de sus dineros. Desde el punto de vista democrático, la independencia del juez debe existir en función de y como garantía para el pueblo -y no como privilegio gremial-, para que no exista duda de que la justicia ha sido recta y transparente. Es decir, la independencia judicial es útil y deseable solo si ella se emplea para alcanzar una buena justicia para los ciudadanos. Una alianza con la sociedad civil La apertura hacia la rendición de cuentas obliga, sin duda, a una incorporación abierta y transparente de la sociedad civil al quehacer judicial, en parte por la existencia de una peligrosa distorsión del concepto de independencia y, sin duda, por la negativa de tener al ser humano como eje central de actuación. Se hace necesario escuchar a la gente, entender sus necesidades y preocupaciones, sus sugerencias y, en fin, incorporarla como aliada en un continuo proceso de La apertura hacia la mejoramiento del servicio público de justicia. Con rendición de cuentas ese fin, se inicia una apertura sin precedentes hacia la obliga, sin duda, a una sociedad y también una relación transparente con la incorporación abierta prensa, para facilitar su acceso a la información, que y transparente de la pretende elevar el nivel de conocimiento y cultura sociedad civil al quehacer sobre el Poder Judicial y así evitar la desinformación judicial. 128 de la comunidad por ejemplo por medio de la página Web, recurso que amplía el acceso a los diversos servicios e información del sistema judicial. Una cultura de servicio al cliente En esta línea de acción, la creación de una Contraloría de Servicios facilita y promueve la comunicación entre usuarios y servidores; detecta problemas y busca soluciones que ayuden a mejorar la eficiencia en el servicio, no sólo por medio de la corrección sino de la prevención. Lo anterior impulsa la participación ciudadana como fiscalizadora de la prestación del servicio y de la administración racional de los recursos públicos, ya que es el Poder Judicial, y no la población, la que debe adaptar su estructura y organización para servir a la comunidad. Con las acciones citadas, Costa Rica convierte a la comunidad en su mejor aliada, para dirigir la modernización de la justicia y fortalecer el estado de derecho. Se espera que el juez sea aliado de la sociedad, garante de los derechos ciudadanos; que busque la solución del conflicto por encima de excusas burocráticas, con mentalidad abierta, consciente de su rol en la sociedad y con un espíritu de servicio. Sin él, ningún intento por mejorar la imagen y credibilidad de la justicia será posible. LA PROMOCIÓN DE LA DESJUDICIALIZACIÓN En el caso costarricense, la judicialización de temas ajenos a la administración de justicia afecta no sólo las materias que terminan siendo competencia de la Corte -como la del control disciplinario de los notarios y las jerarquías impropias-, sino también una gran cantidad de servicios que le son asignados, sin ser propiamente de administración de justicia. Además eso provoca el desvío de gran cantidad de los recursos disponibles, a tal punto que en nuestro país, más del 40% del presupuesto lo consumen los órganos auxiliares, como el Ministerio Público encargado de la persecución penal, la Policía Judicial, y la Defensa Pública (que atiende el 90% de los casos), órganos que, en el caso costarricense, forman parte del Poder Judicial. 129 PROGRAMA DE RETARDO DE JUSTICIA E INTRODUCCIÓN DE LA ORALIDAD Se enfoca en aquellas materias que son propias del sistema judicial, con el fin de que sean resueltas de una forma más expedita. Indudablemente, en esto, la gestión y organización de los despachos y la introducción de la oralidad, acompañada de la simplificación y la celeridad de los procesos, son acciones indispensables. Buscamos una justicia menos burocrática, que además garantice un mayor contacto del juez con las partes. Para esos efectos la introducción de la oralidad es estratégica, y por eso estamos impulsando una renovación de los Códigos Procesal Civil, de Trabajo y la Ley Contencioso Administrativa. Esta nueva legislación culmina un sueño de mucho tiempo por humanizar la justicia, por acercar el juez al ciudadano, fuera de formalismos estériles y procesos burocráticos. Refleja la profunda convicción y el compromiso por lograr una justicia, simple, rápida y de menor costo para las Un sistema procesal partes. confiable, comprensible y Se sabe que las deficiencias actuales se deben, en eficaz, que lleve al juez a mucho, a normas procesales inspiradas en ideologías ser un protagonista en la de al menos 150 años atrás, y caracterizadas por su búsqueda de la paz social, arraigo en la escritura y en formalismos innecesa- de la solución del conflicto. rios y autoritarios; en la necesidad de apegarse al expediente como si este fuera un fin en sí mismo, por encima de la persona o la verdadera solución del conflicto. Para ello es indiscutiblemente necesario, cambiar de la escritura a la oralidad, dejando aquella únicamente como su apoyo. En esta forma se agiliza el proceso, se simplifica y se humaniza. NUEVO MODELO DE GESTIÓN Y ADMINISTRACIÓN DE DESPACHOS Para que sea efectivo el cambio de paradigma, es necesario un nuevo sistema de gestión y administración de los despachos. Como ya se ha indicado, uno que tenga como vocación la cultura de servicio al cliente y como centro al ciudadano y no al juez. Si se quiere, este es el tema más polémico en lo que a esfuerzos de modernización y cambio se refiere. El enfoque elegido se propone aprovechar el efecto multiplicador del rendimiento de los recursos cuando estos se agrupan y organizan en vez de sumarlos simplemente de forma inconexa. Este idea permite, además, la introducción de facilidades infor130 máticas (redes telefónicas y de intranet) como auxilio para la fase administrativa del trámite judicial. Además, dentro de esta lógica, es necesaria la especialización de los despachos, y el ajuste del modelo de organización interna de funciones, de manera que el Juez se dedique únicamente a lo judicial y no a labores de administración. Tenemos actualmente la figura del administrador para que resuelva el día a día de los aspectos propios de la administración de personal, suministros, y en general la planificación del despacho, mientras que al juez se le reserva para los aspectos estrictamente jurisdiccionales (aunque, por supuesto, ambos deben trabajar en estricta coordinación). Se agrupan actividades comunes para que las realicen oficinas fuera del despacho judicial propiamente dicho: recepción de documentos; recibo y giro de dineros de manera informatizada, citaciones y notificaciones, y administración de personal. Uno de los avances más importantes se constituye con la aprobación reciente de la Ley de la Firma Digital, toda esta inversión recibe un enorme soporte en cuanto a seguridad jurídica • • • • • • MODERNIZACIÓN TECNOLÓGICA Toda esta inversión recibe un enorme soporte en cuanto a seguridad jurídica, así por ejemplo el expediente electrónico tendrá exactamente la misma validez que el físico, y se facilita todo intercambio de información interinstitucional en fracciones de segundo, lo cual sin duda agilizará la resolución y tramitación de expedientes judiciales. Entre los avances tecnológicos tenemos: Sistema de gestión del expediente informático Número único de expediente Información nacional Pagos automáticos (por ej. pensiones alimenticias) Red corporativa de telecomunicaciones Videograbación de las audiencias públicas y recepción de pruebas FORTALECIMIENTO DE LOS MECANISMOS ALTERNATIVOS DE CONFLICTOS Otro eje fundamental de actuación en esa búsqueda de un mejor servicio ha sido propiciar en el país, cuya cultura tiene una conducta litigiosa muy marcada, una reeducación del ciudadano, hacia la autocomposición como mecanismo de resolución pacífica de los conflictos. 131 Por eso, la Corte Suprema de Justicia costarricense no sólo ha incentivado la legislación que permite la conciliación en todas las materias, sino que además ha invertido recursos en la capacitación de docentes para que capaciten permanentemente a los jueces. Asimismo, ha creado puestos de jueces conciliadores para que se incorporen a los despachos y trabajen como cojueces únicamente para estos efectos; es decir, se busca la conciliación entre las partes en los casos en que La reeducación del es posible, sin demérito de garantías procesales, para ciudadano, hacia la evitarles a ellos y al Estado los costos del litigio. autocomposición como Recientemente se firmó un convenio con el Mi- mecanismo de resolución nisterio de Educación para incentivar la utilización pacífica de los conflictos. de los medios alternativos de solución del conflicto en el sistema formal de educación, con lo que se pretende crear una nueva cultura en el costarricense para la búsqueda de la paz social. EL RESCATE DE LA DIMENSIÓN ÉTICA Y DE LOS VALORES Naturalmente que este tema está íntimamente ligado a los políticas de transparencia y rendición de cuentas ya comentadas, y el cambio filosófico hacia una justicia en función de y para el ciudadano. Dentro de este rubro se apoyó la elaboración y difusión del Código de Ética Judicial, pues el poder trae consigo el ejercicio del mandato confiado con responsabilidad. Como simples depositarios de la autoridad estamos llamados a respetar la ley y los valores esenciales básicos de una democracia, entre éstos, la imparcialidad, la transparencia y la rigurosidad técnica que se adquiere a través del estudio. Ese estatuto, junto con un catálogo de derechos de los usuarios, en un proyecto de ley denominado: “Estatuto de la Justicia y Derechos de las Personas Usuarias del Sistema Judicial”, que pretende darle mayor efectividad y fuerza a los valores éticos que hemos adoptado como guías de la administración de justicia; el proyecto ya fue presentado a la corriente legislativa y se espera su pronta aprobación. POLÍTICAS DE GÉNERO Actualmente en el Poder Judicial costarricense laboran el doble de mujeres en puestos de relevancia, con respecto a hace no más de cinco años, cuando la participación de las mujeres no alcanzaba ni el 15%. 132 Esta iniciativa fue concebida primero por los Presidentes de las Cortes Iberoamericanas y luego la Corte costarricense le dio pleno respaldo. Desde un punto de vista externo, la actuación también ha sido provechosa: en 1998 se creó la unidad de Violencia Doméstica y Delitos Sexuales en la Fiscalía Adjunta de San José. En agosto del 2001 se crea el Juzgado de Violencia Doméstica como oficina especializada (casi cuatro años antes que en España) en el Segundo Circuito Judicial de San José con competencia en los cantones de Goicoechea, Vázquez de Coronado, Moravia, Montes de Oca, Tibás y Curridabat. Poco a poco se han ido creando despachos en algunas provincias para garantizar el trato especial y apropiado a este flagelo epidémico que nace percibir a la mujer como una posesión. En el año 2002 se crea la Secretaría Técnica de Género, cuya misión se concentra en promover, orientar y fortalecer los procesos de cambio tendentes a impulsar una política de género transversal y en todos los ámbitos de la institución. En mayo del 2001, se incorporaron los principios de Equidad y No discriminación en el Estatuto del Juez Iberoamericano. REFORMAS LEGALES: UNA AGENDA POR LA JUSTICIA En concordancia con el Plan Estratégico 2000-2005, se ha impulsado una reforma legal basada en los principios de oralidad, inmediación y concentración, así como cambios estructurales y organizativos en los despachos, optimización de medios alternos de solución de conflictos y desjudicialización de conductas. Esta labor es necesaria para fortalecer el servicio de la administración de justicia, con el propósito de lograr disminuir el retraso judicial. Por eso, actualmente en la Asamblea Legislativa se encuentran en trámite de aprobación importantes proyectos formulados por el Poder Judicial. Cada proyecto busca, desde todo punto de vista, mejoras en el funcionamiento de la administración de justicia y en el Poder Judicial para simplificar o dar agilidad a los procesos judiciales y disminuir el retraso judicial que durante muchos años ha agobiado a la sociedad costarricense. Pero la reforma no se termina con los proyectos presentados ante la Asamblea ya que también se trabaja en proyectos de mucha importancia para la administración de justicia, entre los que se pueden citan: • Proyecto del Código General del Proceso, • Proyecto de la Reforma Procesal Laboral 133 • Proyecto para creación del Timbre de Justicia, • Reformas a la Ley Orgánica del Poder Judicial Todo este conjunto de normas evidencian que el Poder Judicial ha estado inmerso en una profunda reforma, que busca disminuir los niveles de atraso en los despachos y dar celeridad a los procesos judiciales mediante reformas orientadas hacia la oralidad. Con esto se pretende posibilitar el acercamiento del Juzgador al conflicto, una mayor transparencia en su solución y, en consecuencia, mayor comprensión del usuario sobre el procedimiento y la forma en que se resuelve. Notas Con esto se pretende posibilitar el acercamiento del Juzgador al conflicto, una mayor transparencia en su solución y, en consecuencia, mayor comprensión del usuario sobre el procedimiento y la forma en que se resuelve. 3.2. MARCO DEONTOLÓGICO DEL PODER JUDICIAL 84 Comisión Nacional de Valores Normativa que incorpora los valores institucionales LEY ORGÁNICA DEL PODER JUDICIAL La regulación legal en materia de Ética Judicial en Costa Rica se encuentra diseminada en diversos cuerpos legales como la Ley Orgánica del Poder Judicial y las previsiones relacionadas con los temas de incompatibilidades, motivos de inhibición, excusa y recusación contenidas en los códigos procesales de cada materia. La normativa contenida en dicha Ley consiste básicamente en un listado que detalla las prohibiciones que tienen los servidores judiciales en el desempeño de sus labores, El artículo 8 Inciso 3, tanto como en otros aspectos de su vida en general. prohíbe a los funcionarios Estas prohibiciones agrupan una serie de impeque administran justicia, dimentos de muy diversa índole, que van desde las expresar y aun insinuar incorrecciones en la vida privada de los servidores privadamente su opinión hasta actuaciones relacionadas con el cargo, que se respecto de los asuntos que definen como generadoras de responsabilidad disciestán llamados a fallar. plinaria, por indebidas, tal y como se verá en la descripción que se detalla de seguido. Esto es motivo de sanción disciplinaria e incluso debe ser puesto en conocimiento del MP. El inciso 4 prohíbe comprometer u ofrecer su voto, o insinuar que acogerán ésa o aquella otra designación al realizar nombramientos administrativos o judiciales. Se sanciona con suspensión. Estas prohibiciones alcanzan a todos los servidores judiciales en el ejercicio de sus funciones. En el artículo 9, versa sobre las prohibiciones establecidas para los funcionarios y empleados judiciales. El artículo 26 establece que a los empleados judiciales se les revocará el nombramiento si son condenados, en sentencia firme, por algún delito que merezca pena de inhabilitación, y por 84 Tomado de la Ponencia “Ética en el Poder Judicial”. Presentada por la Comisión del Valores del Poder Judicial para el XV Congreso Jurídico Nacional “Ética con Responsabilidad Social”. (2005) 134 135 haber sido declarado, judicialmente, en estado de quiebra o insolvencia. El artículo 28 dispone varias razones por las cuales podrá ser destituido un funcionario, entre ellas: haber recibido pena de inhabilitación para el desempeño de cargos públicos; por incorrecciones o fallas en el ejercicio de su cargo o en su vida privada, que afecten el buen servicio o la imagen del Poder Judicial que hayan provocado esa sanción; o que (…) haber incurrido en alguna de las prohibiciones establecidas, como ingerir bebidas alcohólicas en forma habitual y excesiva; consumir drogas no autorizadas o tener trastornos graves de conducta. En el artículo 67 se establece que el Consejo Superior es un órgano subordinado a la Corte Suprema de Justicia y le corresponde ejercer la administración y disciplina del Poder Judicial, con el propósito de asegurar la independencia, eficiencia, corrección y decoro de los tribunales y garantizar los beneficios de la carrera judicial. El artículo 81 menciona las atribuciones del Consejo Superior, entre ellas la potestad disciplinaria respecto de los servidores judiciales, con las excepciones de ley Del artículo 174 al 215, TITULO VIII, se regula todo lo que tiene que ver con la aplicación del régimen disciplinario. Aquí se mencionan su objetivo, las competencias disciplinarias, el tipo de faltas y sanciones, el procedimiento por seguir y los efectos que acarrea la imposición de una sanción disciplinaria. CÓDIGO DE ÉTICA JUDICIAL Además de las diversas dependencias, como el Ministerio Público, la Medicatura Forense, la Defensa Pública y otras que integran el Poder Judicial, por disposición de su Ley Orgánica, también depende de la Corte el Consejo Superior, creado por la reforma operada en 1993 y cuya función principal es la administración de este Poder. Mediante la promulgación del Código de Ética Los temas de la ética Judicial por parte de la Corte Suprema de Justicia, judicial comprendan a inicios del presente quinquenio, se incluyeron as- la calidad humana y la pectos generales sobre el sistema de administración transparencia con que se de justicia de Costa Rica, los cuales dinamizaron brinda el servicio. grandes principios. Las reglas contenidas en el Código de Ética desarrollan algunos conceptos básicos acerca de la administración de justicia y de las exigencias éticas a que se somete el sistema y sus operadores, llámense jueces, fiscales, defensores o esa gran plataforma de apoyo que son todos 136 los funcionarios judiciales, tanto de los tribunales como de las oficinas auxiliares. Existen unas pocas reglas relacionadas con la ética de los jueces y funcionarios judiciales en general, dispersas fundamentalmente en la Ley Orgánica del Poder Judicial (las prohibiciones contenidas en el artículo 9°, las incompatibilidades del artículo 26) y en los Códigos Procesales, como son los motivos de inhibición, excusa o recusación (artículo 55 y siguientes del Código Procesal Penal, artículo 49 y siguientes del Código Procesal Civil). La Constitución Política, en el artículo 11 dispone que los funcionarios públicos –incluidos los judiciales- son simples depositarios de la autoridad y sujetos al principio de legalidad, que implica posibilidad de realizar únicamente lo que la ley les permite. En igual sentido, el artículo 154 insiste sobre el tema, subrayando que la única sumisión existente, del Poder Judicial, sus jueces y funcionarios, es con la Constitución y la ley. Esta norma constituye una doble garantía para la justicia: por una parte, consagra su independencia de cualquier poder, y la sujeta a la Constitución y a la ley, en ese orden; y, por otra, le otorga una legitimación que la doctrina ha llamado “funcional”, para distinguirla de la legitimación “política” que se otorga a otros poderes de la organización social. En esas garantías reside la base de un Poder Judicial, fuerte, independiente, imparcial y eficiente. Lo que luce un tanto extraño es que, hasta 1995, el Poder Judicial careciera de un cuerpo específico de conceptos básicos relativos a la administración de justicia y a las exigencias éticas a que se somete el sistema y sus operadores, es decir, los jueces, fiscales, defensores o esa gran plataforma de apoyo compuesta por los empleados, tanto de los tribunales como de las oficinas auxiliares. No resultó una tarea fácil promulgar el Código de Ética Judicial. Se realizaron distintos foros y seminarios como el de “Ética en la Función Pública”, celebrado por el Centro de Estudios Judiciales para Centroamérica, en febrero de 1996. Se consultó a las distintas asociaciones profesionales del Poder Judicial y al nivel interno, hasta que, finalmente, fue aprobado en la sesión de Corte Plena N° 16-99, celebrada de día 12 de abril de 1999 (Artículo III), casi cuatro años después de iniciado el proceso de discusión. Este Código, comprende las normas que deben regir la actuación, privada y pública, de todos los servidores judiciales y permite que los usuarios del servicio de justicia sepan a qué ate137 nerse respecto de los funcionarios que conocen los asuntos radicados en los tribunales. Además, actualmente, la administración de justicia es blanco de importantes demandas sociales (casos de corrupción, de daño al ambiente, de protección al consumidor, de bioética, etc.), y por ello es importante la promulgación de este Código de Ética Judicial.. Los principales aspectos que se regulan y los principios a priori de las normas de este Código son: Artículo 1°. Condiciones generales de la administración de justicia. La justicia como un servicio público. Rescate del papel de la justicia en sociedad, orientando al servicio público. La Justicia es un valor esencial para una racional convivencia en sociedad, así como para la preservación y el fortalecimiento de la democracia. Es un servicio público que debe ser prestado con los más altos niveles de oportunidad, probidad, eficiencia y calidad, pero ante todo, con respeto del ser humano que lo requiere. El funcionario llamado a administrar justicia debe ser consciente de su misión y cuidar que que sus actuaciones respondan a normas de conducta que honren la integridad e independencia de su función, a la vez que estimulen el respeto y confianza en la judicatura. Debe observar comportamientos como la puntualidad, especialmente en las audiencias; un auto control en el manejo de los recursos puestos a su disposición y, en caso de pertenecer a tribunales colegiados, una disposición de ánimo para someter a verificación continua sus propias convicciones, con absoluto respeto de sus colegas, y garantizar por sobre todo el secreto de las deliberaciones del tribunal. Artículo 2°. La independencia judicial. Regula las condiciones en que se presta la justicia y trabajan sus servidores, siendo un garante de independencia, condición sin la cual es imposible aceptar la existencia de un Estado democrático de derecho. Corresponde el actuar con independencia funcional, imparcialidad y objetividad; el Juez en sus decisiones solo está sometido a la Constitución y a la Ley. Principios a priori de las normas de este Código Se entienden como principios apriorísticos, necesarios para un buen desenvolvimiento de la administración de justicia: 138 1. El ingreso a la judicatura mediante concurso de oposición y con base en criterios objetivos, previamente regulados en la ley de Carrera Judicial y su Reglamento. La promoción y ascenso dentro de la carrera, también se hará mediante un procedimiento reglado. 2. La independencia del juez o de la jueza, que solamente está sometido o sometida a la Constitución y a la ley, es decir, al ordenamiento jurídico, sus valores y principios superiores. 3. El derecho de los servidores judiciales a una remuneración adecuada a la responsabilidad de sus funcione, que contribuya a consolidar su independencia formal e informal. 4. La prohibición de prestar servicios en otros poderes del Estado, excepto en situaciones especialmente calificadas en la ley, sin que por ello adquiera el derecho a una remuneración adicional. Se exceptúa también el ejercicio de la docencia, siempre que no lo distraiga notoriamente del desempeño del cargo, todo a juicio del órgano competente para otorgar el permiso. 5. La responsabilidad de los jueces por sus actuaciones y resoluciones, en los términos que disponga la ley. 6. La prohibición de que el superior intervenga de cualquier manera en asuntos del a-quo, que no sea por la vía del recurso y para los fines procesalmente dispuestos. 7. Un ambiente laboral apropiado, en donde haya transparencia en los procedimientos internos y comunicación eficiente a todo nivel. 8. Ofrecer estímulos a todos los servidores del Poder Judicial (administradores de justicia, auxiliares y administrativos) para que presten el servicio al público en condiciones de excelencia. 9. Desterrar prácticas como el ausentismo, el desempeño de la función a desgano, el desperdicio de recursos materiales, la maledicencia o el chisme, el favoritismo y el trato displicente o grosero hacia otros servidores o incluso hacia usuarios del servicio, para merecer el respeto de la sociedad. 10.Las autoridades superiores del Poder Judicial deben estimular actividades que promuevan la interacción de los diversos sectores y trabajadores, como una forma de lograr un ambiente laboral equilibrado y sano. Otros valores fundamentales en correspondencia con algunos de los artículos del Código de Deberes del Colegio de Abogados, que deben considerase en forma paralela, son los valores que los litigantes deben salvaguardar en cada una de sus actua139 ciones para con el Poder Judicial en aras del interés público, estos también son los exigidos a los funcionarios como principios éticos ante las personas usuarias. • Igualdad: Con base en los derechos humanos, tratar a todas las personas sin ningún tipo de discriminación o distinción. • Austeridad: La asignación, adquisición, conservación e inversión de los recursos y fondos públicos debe orientarse a la satisfacción plena del interés público. • Lealtad: Todo acto o conducta pública debe realizarse en función del país, la democracia, el bien común, la libertad, la justicia, la responsabilidad y la probidad. • Probidad: Mostrar rectitud y buena fe en el uso de las facultades que le confiere la ley (Vid, artículo 3º de la Ley 8422) denunciando ante la autoridad competente cualquier actividad o situación contraria al manejo correcto de los recursos públicos. • Humanización: Considerar al ser humano como eje central de toda actividad que se desarrolla en el Poder Judicial. • Respeto. Apoyar siempre, sin excepción alguna, la dignidad de la persona humana y los derechos y libertades que le son inherentes, con el ejemplo personal basado en los principios morales que sustentan la sociedad y la patria. • Responsabilidad: Responder, de frente al país y a los órganos de control, investigación y sanción, por sus faltas de carácter ético, disciplinario, civil, político y penal. • Transparencia: Como funcionario que ejerce un tipo de poder y cumple funciones públicas, rendir cuentas y someterse a la evaluación de resultados relativos al cumplimiento de sus deberes; tal examen se debe hacer de cara al pueblo, a la propia institución en la que se presta el servicio y a los órganos de control. • Regularidad: Asentar las operaciones y actos administrativos de manera correcta, en registros confiables financieros y presupuestarios. • Integridad: Alejar sus actos, en tanto funcionario público, de buscar beneficios personales, familiares o para sus amigos. • Honestidad: Rechazar cualquier interés diferente al público, que pueda ocasionar un conflicto de intereses. • Interés público. La razón de ser, el Estado. Cada funcionario público debe buscar satisfacer el interés público. • Neutralidad política: Conservar su independencia en el desempeño de sus funciones, con respecto a las influencias políticas. 140 • Conflicto de intereses: Rechazar regalos, dádivas o gratificaciones que puedan interpretarse como intentos de influir sobre su independencia e integridad. • Planificación: Respetar el proceso interno institucional de planificación y participar en él en forma amplia, de la mano con el Plan Nacional de Desarrollo • Rectitud. Honradez, transparencia, respeto, responsabilidad, entre otros, son el espejo que debe mirar y proyectar con el ejemplo cada servidor público. La “corrupción” • Legalidad constitucional. La letra de ley y los (entendida aquí como principios de orden constitucional, son el límite para la comisión de actos la actuación de todo servidor del Estado. contrarios a la ética y a la • Eficiencia y eficacia: Se deben maximizar los ley) no es normal y, por resultados del ejercicio público, ante la escasez de ello, no debe tener cabida. fondos y recursos; los objetivos de trabajo deben Lo contrario significa cumplirse al menor costo posible. Además, la eficaatropellar a Costa Rica y cia es el mandato que busca adecuar y concretizar las lesionar su dignidad. políticas públicas, así como cumplir los objetivos y las metas. • Excelencia: Actuar promoviendo la calidad y eficiencia en el servicio. • Justicia. Ceñir sus actos según la estricta observancia de la ley, e impulsar una cultura que procure la efectividad de la justicia y el respeto al Estado de Derecho. • Mística: Actuar con vocación, entrega y compromiso con el trabajo, e identificarse plenamente con las funciones que desempeña. • Buena fe: Todo comportamiento dentro de los procesos, toda relación entre los funcionarios públicos y entre éstos y los ciudadanos debe partir de la buena fe. En relación con la ética del abogado y del servidor público en México, Pérez (2003) expresa que: “Existe un principio ético que impregna el contrato desde su nacimiento hasta su conclusión: el principio de confianza o buena fe; por eso, el Código Civil sanciona los contratos celebrados en fraude a acreedores, simulación de contratos cuyo objeto contiene vicios ocultos. Con razón, la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha declarado: “la buena fe es la base inspiradora de todo derecho y debe serlo, por ende, del comportamiento de las partes en todas sus relaciones jurídicas y en todos los actos y procesos en que intervenga” 141 El ordenamiento jurídico debe proteger la confianza originada por el comportamiento del otro, porque poder confiar es una condición fundamental para que se logren los fines del derecho, es decir, la paz social, la cooperación humana y la seguridad jurídica. LEY DE CONTROL INTERNO Nuestro país no ha estado exento de estos cambios y tampoco escapa a los escándalos de corrupción que han sacudido nuestra sociedad, en los cuales se destaca la pérdida o deterioro de los valores que han regido la conducta de quienes dirigen las instituciones públicas. En el año 2002, son publicados la Ley General de Control Interno y el Manual de Normas Generales de control interno para la Contraloría General de la República y las entidades y órganos sujetos a su fiscalización. Estas herramientas tienen como fin a) Proteger y conservar el patrimonio público b) Exigir confiabilidad y oportunidad de la información, c) Garantizar la eficacia de las operaciones, d) Cumplir con el ordenamiento jurídico y técnico. Es importante resaltar que tanto en la Ley como en el Manual destacan el tema de la integridad y los valores éticos como un mecanismo básico de control interno. A modo de ejemplo, se podría citar el inciso a) del artículo 13 de la Ley de Control Interno que, en relación con el componente Los responsables del de ambiente de control, establece como uno de los control interno deberán deberes del jerarca y los titulares subordinados, el siestimular entre el guiente: “Mantener y demostrar integridad y valores personal la generación y éticos en el ejercicio de sus deberes y obligaciones, mantenimiento de una así como contribuir con su liderazgo y sus acciones atmósfera de confianza a promoverlos en el resto de la organización, para basada en la difusión de el cumplimiento efectivo por parte de los funcionainformación veraz, la rios.” comunicación adecuada, Además, es importante destacar la norma 2.3 la delegación de funciones del Manual de Normas Generales, relativa a “Valores y técnicas de trabajo de Integridad y Ética”, que textualmente dice: “Los participativo y cooperativo responsables de control interno deberán determicon miras a la promoción nar y fomentar los valores de integridad y ética de de la lealtad, el desempeño aplicación deseable para beneficiar el desarrollo de eficaz y el logro de los los procesos y actividades institucionales, así como objetivos institucionales.” establecer mecanismos que promuevan la adhesión del personal a esos valores.” 142 Como podrá observarse, esta atmósfera de confianza debe basarse en una serie de valores compartidos por los servidores públicos, puesto que se constituye en una base importante para el funcionamiento eficaz del sistema de control interno y para su integración con todos los procesos organizacionales. En nuestro país, la reforma al artículo 11 de la Constitución Política introduce el deber de rendir cuentas, y resulta un mecanismo explícito acorde con las exigencias de los tiempos modernos. Desde esta perspectiva destaca la norma 6.5. del Manual de Normas Generales de Control interno que indica: “El jerarca y los demás funcionarios en todos los niveles de la institución están obligados a rendir cuentas por el uso de los recursos, el cumplimiento de los objetivos institucionales y el logro de los resultados esperados, para lo que se apoyarán en el control interno.” Es interesante observar que esta normativa de control interno le da importancia el tema de los valores institucionales y, precisamente, los funcionarios públicos son los encargados de operar los sistemas de control interno de la administración pública. Por esto, es necesario -para cumplir con sus objetivos-, contar con personas comprometidas, que muestren una conducta basada en la honestidad, el compromiso, la transparencia y la excelencia, pues ello redundará en una mejor utilización y administración de los recursos públicos, con criterios de eficiencia y eficacia. ESTATUTO DE LA JUSTICIA Y DERECHOS DE LAS PERSONAS USUARIAS DEL SISTEMA JUDICIAL Este Estatuto pretende ser un instrumento útil para el mejoramiento de la prestación del servicio y como mecanismo para orientar a las personas usuarias sobre sus derechos. El documento, que se encuentra actualmente en la corriente legislativa, identifica los valores y principios para garantizar un sistema judicial transparente, accesible, responsable, independiente y equitativo. Su origen fue el “Estatuto del Juez Iberoamericano”, aprobado por la VI Cumbre, en el 2001, y los acuerdos sobre “Los Derechos de las Personas ante la Justicia”, aprobados en la VII Cumbre, en el 2002. Estos documentos luego fueron adaptados a las particularidades costarricenses, mediante el arduo análisis y los aportes de juristas nacionales. 143 En el Estatuto se definen los principios en que se funda la justicia y los derechos de las personas usuarias del sistema judicial: información, conocimiento de la legislación, transparencia, justicia comprensible, puntualidad y razonabilidad de los actos judiciales, protección a testigos y colaboradores, atención a los usuarios y derecho a las reclamaciones, entre otros. También se definen el principio de la independencia judicial, la imparcialidad, los procesos de selección del juez, la carrera judicial e inamovilidad: responsabilidad, inspección y evaluación del juez; formación y capacitación judiciales, y normas relativas a la ética judicial. Además, obliga al análisis y satisfacción de las necesidades específicas de los usuarios más vulnerables. El Estatuto es un instrumento útil para fortalecer el reconocimiento y el respeto de los derechos de las personas usuarias pero, a la vez, plantea el reto de que se tomen las medidas administrativas y se promulguen las reformas legales necesarias para darles un cumplimiento efectivo APLICACIÓN PRÁCTICA DE LOS VALORES a.Ética y judicatura Resulta oportuno mencionar que el Poder Judicial realiza las funciones jurisdiccionales, la investigativa, la acusatoria y la defensiva. En lo que atañe a la función jurisdiccional, esta ha sido delegada en los juzgadores y las juzgadoras; entonces, para garantizar una administración de justicia democrática, resulta esencial definir el perfil, las cualidades subjetivas y las funciones asignadas legalmente a dichos funcionarios como son indagar la verdad y la tutela de los derechos fundamentales que constituyen la fuente de su legitimación. Pero también existen las garantías requeridas ante el incumplimiento de tan importante labor. Para definir el perfil ideal de la persona que juzga, deben tenerse en cuenta los valores que dicho funcionario o funcionaria debe tener presentes. Así, prevalecen: la equidad, el desprecio por riquezas y honores innecesarios; la capacidad para juzgar, diligente atención a lo que oye; y la memoria para retener, digerir y aplicar lo que se ha oído. En síntesis, la integridad. La actividad jurisdiccional, como proceso cognoscitivo, no se dirige a la satisfacción de intereses preconstituidos. Los jueces no deben perseguir ningún provecho personal en los asuntos que se dirimen, sino sólo la averiguación de la verdad. La mayor parte de estos asuntos son procesos contradictorios entre sujetos que acuden a estrados con intereses contrapuestos. 144 Dicha actividad no es discrecional ni subordinada a directrices superiores, pues carece de dirección política, pero sí está vinculada a la ley, tanto formal como sustancialmente. La sujeción a la ley es la premisa sustancial de la deducción judicial , esto se hace patente en el requisito de la imparcialidad y tiene su justificación ético-política en dos valores: la búsqueda de la verdad y la tutela de los derechos fundamentales. El juzgador no debe tener ningún interés, ni general ni particular, en una u otra solución de la controversia que está llamado a resolver, pues su función consiste en decidir cuál de ellas es la verdadera dentro del proceso. Su único interés es la tutela de los derechos subjetivos lesionados. Esta imparcialidad del De ahí la necesaria recusabilidad de quien juzga. juzgador o juzgadora Se da un nexo indisoluble entre sujeción a la ley, respecto de los fines independencia y responsabilidad de los jueces por perseguidos por las partes las violaciones de las leyes a las que están subordidebe ser tanto personal nados. como institucional. Los juzgadores, se ha dicho, son investigadores exclusivos y solitarios de la verdad procesal; pero esto no obsta para que se expongan constantemente a la crítica pública, asumiendo el punto de vista externo de los ciudadanos carentes de poder, fundamento de su independencia política y cultural frente al poder de la legitimidad misma de sus funciones. El Poder Judicial, debe ofrecer una administración de justicia independiente, imparcial y eficiente, que garantice la protección de los derechos y libertades de las personas con igualdad y plenitud de acceso para todos; integrada por personal consciente de su elevada función en la sociedad; que inspire confianza, y contribuya al desarrollo democrático del país y a la paz social. b. Ética y Escuela Judicial En concordancia con el artículo 29 de su Ley de Creación, la Escuela Judicial promueve cursos estructurados que sean útiles para la capacitación del funcionario judicial. Este compromiso de la Escuela Judicial obedece a que cada vez es más importante la ética en el desarrollo y mejoramiento social. Es importante crear conciencia en los participantes de que su trabajo es totalmente diferente a otros, por lo que deben vivir en total y permanente armonía con la moralidad y la ética. 145 c. Ética y Defensa Pública La Defensa Pública es una institución que tiene como misión brindar asesoría técnica con excelencia, responsabilidad y compromiso a aquellas personas que deben participar en un proceso judicial, pero que carecen de medios económicos para sufragar un abogado particular. La Defensa Pública se debe en primer lugar a la persona que asesora o, en su defecto, la representa en cualquiera de las distintas materias que le han sido confiadas por ley: Penal, Penal Juvenil, Ejecución de la Pena, Disciplinario, Agrario, Pensiones Alimenticias y Familia (únicamente curatelas en casos calificados). Desde esta perspectiva, la ética del Defensor Público hace referencia a ejercer la Defensa Técnica a favor de su representado o representada, de la manera más diligente posible, planteando todas las gestiones y acciones posibles que, conforme a la legalidad, puedan favorecer a su defendido y sus intereses. Un aspecto fundamental en la ética de cualquier defensor, es el respeto absoluto al secreto profesional, pues bajo ninguna circunstancia puede traicionar la confianza que ha sido depositada en él por su defendido, el secreto profesional hace referencia tanto a lo que expresamente le ha indicado su representado, como aquellos aspectos de los cuales se ha enterado en el ejercicio de la Defensa Técnica. d. Ética en el ámbito administrativo Al ámbito administrativo del Poder Judicial le corresponde atender todos los aspectos logísticos relacionados con el recurso humano: presupuesto, equipo, materiales e infraestructura, entre otros. Los valores que privan en este ámbito son principalmente humanización, mística, honradez, transparencia y excelencia, que deben estar presentes en la programación, ejecución, control y fiscalización de los fondos públicos puestos a disposición del Poder Judicial; en la asesoría y definición de planes, programas y proyectos tendientes al mejoramiento de la administración de la justicia; en la selección, reclutamiento y administración del recurso humano; en la prestación de los servicios y la atención de los usuarios; en el desarrollo de programas orientados al aprovechamiento y mejoramiento de los bienes y servicios de la institución, entre ellos, construcción y mantenimiento de edificios y áreas verdes, custodia y seguridad de funcionarios, usuarios, documentos, expedientes, artículos decomisados y otros. 146 Cabe destacar que, adscrito a la Dirección Ejecutiva, se encuentra el Departamento de Trabajo Social y Psicología, órgano nacional desconcentrado que orienta su labor a la atención y al diagnóstico psicosocial de las personas adultas y de los menores inmersos en procesos judiciales, cuando las diferentes instancias judiciales lo solicitan. Los valores de los profesionales en trabajo social y psicología están contemplados en los códigos de ética de cada una de esas dos disciplinas y en el ejercicio de su labor, los profesionales deben ser coherentes con esos valores. Sin embargo, cuando se encuentra en condiciones de riesgo la integridad de la persona, puede liberarse de algunos principios éticos como el de confidencialidad o secreto profesional. e. Ética del servidor judicial 85 La ley Orgánica del Poder Judicial, en su título VI, contempla a los abogados y abogadas como personas que auxilian la administración de la justicia, y el capítulo VII de ese título reglamenta el ejercicio de la profesión de abogado en algunos importantes aspectos éticos. El artículo 142 de la Ley Orgánica prohíbe al abogado dirigir al mismo tiempo, o sucesivamente, a partes contrarias en el mismo juicio o negocio. El artículo 145 de esa ley establece algunos casos en los que el abogado puede ser suspendido del ejercicio de su profesión y expresa, en el inciso sexto, una regla general que dispone: “Cuando, en general, cometan cualquier incorrección, falta de probidad u honradez en el ejercicio de la profesión, no comprendida en ninguno de los números anteriores”, entre los que se destacan la negativa de rendir cuentas a sus clientes, el auto de elevación a juicio o de citación a juicio en contra del abogado, por delito que merezca la inhabilitación como pena, en cualquiera de sus formas; o cuando hubieran incurrido en apropiación, malversación defraudación, exacción o uso indebido de fondos en daño de sus clientes. El exjuez Víctor Manuel Elizondo sostiene la tesis de que “es sagrada la misión de impartir justicia sobre la tierra”, por lo que todo juzgador debe actuar inspirado en lo alto y con estricto apego a sus deberes de conciencia. “Es sagrada la misión de impartir justicia sobre la tierra” 85 Lic. Jaime Quintana López 147 La Ley Orgánica del Poder Judicial, en sus artículos 6 y 8, establece el mutuo auxilio entre las autoridades judiciales y el deber legal y moral de los jueces de fallar con arreglo a las leyes y a la Constitución, por lo que evitará aplicar decretos, reglamentos, acuerdos y otras disposiciones que sean contrarias a la ley, así como reglamentos y otras disposiciones que hubieran sido declaradas en general contrarias a la Constitución Política por la Corte Suprema de Justicia o en la vía Contencioso-Administrativa. Se les prohíbe expresamente a los jueces expresar y aún insinuar privadamente su opinión respecto de asuntos judiciales que están llamados a fallar; trasgresión ética del juzgador que está sancionada como delito por el Código Penal (artículo 8, inciso 3 de la Ley Orgánica del Poder Judicial y 330 del Código punitivo). El artículo 9 de la Ley Orgánica del Poder Judicial tiende a mantener la independencia del funcionario judicial, al que prohíbe tanto el ejercicio de la abogacía como el ayudar a que la ejerzan personas no autorizadas; prevé incluso, como sanción para el incumplimiento de estas prohibiciones, el despido, previa información de la Inspección Judicial. Se prohíbe también a los empleados judiciales servir otras funciones públicas, así como dirigir a otros funcionarios felicitaciones o censuras por los actos propios de sus funciones. Igualmente, les quedan vedadas las actividades de orden político, excepto la emisión del voto, así como interesarse en asuntos pendientes ante los tribunales, de cualquier modo que sea, o externar su parecer sobre ellos; se prohíbe a los funcionarios que administran justicia servir como peritos, salvo acuerdo de todas las partes o en asuntos penales. El artículo 156 inciso 1) del Código de Procedimientos Penales contiene el deber, para los funcionarios o empleados públicos, de denunciar los delitos perseguibles de oficio, que “conozcan en el ejercicio de sus funciones”; este deber se expresa en el artículo 49 inciso a) del Estatuto a los funcionarios judiciales, de acuerdo con la definición que de ellos da el artículo 54 de la Ley Orgánica del Poder Judicial. Este es el principal deber ético de la Policía Técnica Judicial, que no puede reservarse informaciones en este campo, so pena de poder incurrir en el delito a que hace referencia el artículo 320 del Código Penal, o alguno otro relativo a la omisión de deberes del funcionario, sin excluir por ello las sanciones de orden puramente laboral que pudieren resultar (artículo 156 del Código de Procedimientos Penales). 148 Lo anterior no excluye el deber de discreción que al servidor judicial le impone el inciso a) del artículo 49 del Estatuto de Servicio Judicial, en cuanto a los asuntos relacionados con su cargo, sin perjuicio del deber de denunciar cualquier hecho delictuoso. Este deber de discreción imposibilita dar datos sobre los juicios, lo que está en relación con el principio del secreto del sumario, que rige al tenor del artículo 195 del Código de Procedimientos Penales, con la salvedad de la oficina de Información y Prensa del OIJ, a cargo de la Dirección General (artículo 17, inciso 2 de la Ley Orgánica del OIJ). f. Atribuciones de la Inspección Judicial Puede en los casos de infracciones de los deberes, imponer sanciones disciplinaria a los inferiores, según los artículos 211 y siguientes de la Ley Orgánica del Poder Judicial y 17 inciso 7 de la Ley Orgánica del Organismo de Investigación Judicial. Pese a la existencia de ese poder sancionatorio por vía jerárquica, también se cuenta con el Tribunal de la Inspección Judicial y todas sus dependencias, establecido con la mira de supervigilar la conducta de los funcionarios, en estrecha colaboración con la Corte Suprema de Justicia y su Presidente, para evitar que se produzca el desprestigio de ese Poder. Para comprobar las infracciones, el Tribunal de la Inspección Judicial podrá recibir todas las pruebas que considere necesarias, sin estar por ello sujeto a limitaciones o tasaciones; pero sus resoluciones deberán estar fundadas en la razón, según lo establece el artículo 12, inciso primero, de la Ley Orgánica del Poder Judicial, que le exige al Tribunal exponer con “claridad sus razonamientos y conclusiones”. Siendo el Tribunal de la Inspección un ente de orden puramente administrativo, encargado por la ley para vigilar el “buen cumplimiento de los deberes de los servidores judiciales”, se ha entendido que no realiza propiamente actividades jurisdiccionales en el sentido a que hace referencia el artículo 3 de la Ley Orgánica del Poder Judicial, por lo que no les asiste a los empleados el derecho de realizar el nombramiento de defensor y otras garantías propias de las causas penales (artículo 120 y siguientes de la Ley). Esto es así aún cuando, en materia de votaciones, se apliquen el Código de Procedimientos Civiles y la Ley Orgánica del Poder Judicial (artículo 123 inciso 5 de la Ley Orgánica del Poder Judicial), y a pesar de que existen tradiciones o costumbres internas de la Inspección relativas a los trámites de las quejas y de los expedientes, que dan amplias garantías a los intere149 sados. Sin embargo, no es posible hablar, con toda precisión, de un procedimiento legal ante la Inspección Judicial. A esto deberá irse propendiendo, para una mayor garantía del servidor judicial, que requiere el control de legalidad no sólo en orden a las sanciones aplicables para los casos establecidos, sino también en cuanto a las garantías de defensa y de equilibrio del procedimiento por el mejoramiento de la defensa técnica y formal. No es sino hasta el 3 de diciembre del 2001, en sesión Nº 43-01, artículo XII, cuando la Corte Plena aprueba las Reglas Prácticas para orientar el ejercicio de la potestad disciplinaria y el funcionamiento del Tribunal de la Inspección Judicial, que se le fija un marco de acción más orientado a la investigación de denuncias, trámite de procesos respectivos y aplicación del régimen disciplinario. Sin embargo, la misma ley otorga potestades disciplinarias a los jefes jefas de oficina, lo que permite solucionar, a lo interno de los despachos, de una manera directa, aquellas conductas que no se estimen de mucha gravedad, y se dejen los asuntos de mayor complejidad al órgano técnico. Lo expuesto anteriormente deja patente la preocupación de las altas jerarquías del Poder Judicial de mantener niveles de excelencia en el servicio al público. Esto será posible en la medida en que la Institución continúe realizando esfuerzos para que los valores éticos de los funcionarios y funcionarias sean una constante en su quehacer cotidiano. PROPUESTA: AGENDA NACIONAL POR LA JUSTICIA Con motivo de los acontecimientos que han afectado a la sociedad costarricense y que han provocado un quebrantamiento en la credibilidad y seguridad de algunas instituciones; cuando el Poder Legislativo y el Ejecutivo han visto decaer su imagen hasta niveles inimaginables, han surgido y se han reafirmado ante la opinión pública la credibilidad y seguridad del Poder Judicial que, a pesar de sus deficiencias, emerge como el eslabón que sostiene el Estado de Derecho Costarricense. Si el Poder Judicial entra en ese proceso de desprestigio y de incredibilidad como han entrado otros poderes del Estado, la sociedad costarricense vería desaparecer todo un engranaje democrático que nuestros antecesores han tratado de fortalecer con los años y que requiere ser sostenido por su propia institucionalidad. 150 Por eso, es necesario hacer una agenda por la justicia y contribuir a perfeccionar el sistema en que estamos implicados, con un alto y decidido nivel de responsabilidad. Cambiar el estado de cosas del Poder Judicial no es asunto que pueda hacerse por sí solo, sino como resultado de la acción conjunta de todos los operadores juSi el Poder Judicial diciales; de sus organizaciones profesionales y greentra en ese proceso miales, entre ellas el Colegio de Abogados; de los de desprestigio y de usuarios y sus representantes; de las corporaciones incredibilidad como han mediante las que se han organizado y, en fin, de todas entrado otros poderes las demás expresiones de la comunidad organizada, del Estado, la sociedad que de una u otra forma se relacionan con el servicio costarricense vería público que presta este Poder de la República. desaparecer todo un Hoy día se requieren urgentes cambios en la forengranaje democrático… ma de hacer comercio y es preciso reconstruir la credibilidad en las instituciones democráticas, especialmente en aquellas dedicadas a hacer cumplir la ley. La justicia y el desarrollo económico van de la mano porque tanto el desarrollo democrático, como las fuerzas del mercado, requieren para crecer y operar, un sistema de justicia moderno, confiable eficiente y fuerte que no sólo garantice el acceso de los ciudadanos y su protección, sino que asegure un buen clima para la inversión y el desarrollo. Durante los últimos años, se ha hablado sobre los requisitos indispensables para la existencia de un Poder Judicial eficiente y confiable, entre los que sabemos están: la independencia económica y funcional, accesibilidad, códigos procesales actualizados y menos burocráticos, carrera judicial, capacitación judicial, un régimen disciplinario eficiente, establecimiento de parámetros de rendimiento de los jueces, separación de funciones administrativas para que los jueces puedan dedicar la totalidad de su tiempo a la administración de justicia; en fin, sobre lo que debe hacerse para modificar la organización de los tribunales y lograr adecuarla a los requerimientos de la sociedad actual. A medida que crece la población y aumenta la brecha entre ricos y pobres, se ha producido una demanda muy fuerte sobre el sistema de justicia. El crimen ha aumentado por encima de todo pronóstico, al igual que los niveles de violencia social. En el caso costarricense, a esta realidad hay que sumarle una conducta extremadamente litigiosa del ciudadano, que por razones históricas tiende a resolver cualquier diferencia por medio de los tribunales de justicia. Mayores niveles de acceso y un ciudadano mejor informado sobre sus derechos, conllevan un aumento de la litigiosidad que, 151 al lado del aumento en el conflicto social, recarga El sistema en general, está en forma importante los sistemas de justicia. Ese diseñado para aplicar la recargo es positivo en la medida en que representa ley en forma mecánica, sin un grado de confianza en el derecho como mecaconsiderar a la persona o nismo pacífico de solución de conflictos, pero inel conflicto social que hay dudablemente tiene un impacto sobre el sistema de detrás de cada caso. justicia, y si no se atienden oportunamente, puede afectarlo gravemente, creando desencanto en la población que -aunque tiene acceso- debe esperar mucho tiempo para obtener respuesta. El proceso de planificación estratégica es esencial para trabajar con un enfoque profesional y abordar las prioridades en forma integral y planificada, de forma que se evite el desvío de recursos a sectores de menor urgencia. La cultura jurídica durante años ha sido formalista, producto de la herencia napoleónica. Esta concepción con la que aún se forman la mayoría de los jueces en las universidades, y el sistema en general, están diseñados para aplicar la ley en forma mecánica, sin considerar a la persona o el conflicto social que hay detrás de cada caso. La concepción de la justicia como un servicio público de calidad, con la persona como eje central de actuación, implica un profundo cambio de rumbo, que deja de percibirla como un poder en sí mismo y reenfoca su misión en el ser humano. La rendición de cuentas conlleva una mayor transparencia a lo interno y externo del quehacer judicial. La incorporación abierta y transparente de la sociedad civil al quehacer judicial es un elemento importante para mejorar aquello que no está acorde con las necesidades de los usuarios. La respuesta del servidor judicial frente al ciudadano tiene gran relevancia para el fortalecimiento del Poder Judicial; por eso, es indispensable orientar la cultura organizacional como un servicio público de calidad, con actividades sin excusas burocráticas, y consciente de su papel en la sociedad. Estos y otros aspectos por considerar en la delicada labor del Poder Judicial costarricense, y su importancia en la consolidación democrática, nos obligan a hacer esfuerzos para fortalecerlo y modernizarlo. Por eso es importante que los temas que se han citado integren una agenda permanente y sistemática, la cual debe ser asumida en conjunto por todos los servidores y por las organizaciones interesadas en velar porque esa agenda por la justicia se cumpla efectivamente, y sea sostenida con la asignación de recursos suficientes y necesarios para el fortalecimiento del Po152 der Judicial. El Estado costarricense debe tener presente que los dineros destinados para la justicia no son un simple gasto, sino una importante inversión en el fortalecimiento y desarrollo democrático de Costa Rica. Entre otros aspectos manifiestos en el código señalaremos brevemente algunos de ellos, los cuales pueden ser profundizados al analizar el propio Código de Ética Judicial: • LA JUSTICIA COMO UN SERVICIO PÚBLICO Una característica importante de este Código es que, más allá de ser un conjunto de normas deontológicas –que recuerdan deberes-, se ocupa de destacar el papel fundamental de la justicia en la sociedad. De acuerdo con esta búsqueda de justicia como servicio público, se establece en el artículo 4 el ámbito de aplicabilidad de esta normativa, extensiva a todo el aparato judicial. • APERTURA DEL PODER JUDICIAL A LA SOCIEDAD Expuesta en el artículo 3º. • MEJORAMIENTO DE LA ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA. Desarrollada en el Artículo 5º. • Independencia Artículo 2º • Imparcialidad Artículo 9º • Servicio oportuno y de calidad Artículo 6º Por último, nos referiremos a los artículos 7 y 8 que buscan la igualdad de trato a los medios de comunicación colectiva. En el pasado, Costa Rica les ha negado a los jueces la posibilidad de relacionarse directamente con los medios de comunicación colectiva. Hemos sido, en ese aspecto, extremadamente reservados. El nuevo Código de Ética parte más bien de un criterio diferente. Por virtud de la nueva normativa, se otorga a los jueces la posibilidad de dar declaraciones, obviamente con las debidas cautelas. Han de limitarse a informar de lo actuado (sin justificaciones y sin polémica); además, pueden realizar esas comunicaciones a 153 la libertad de expresión o el derecho a la información, a raíz de decisiones por él o ella tomadas. Podrá, eso sí, ofrecer conferencias en foros apropiados, o escribir artículos para revistas científicas, en los que analice el alcance y efectos jurídicos de aquellas. través del Departamento de Prensa del Poder Judicial y deberán dar un trato igual a los diversos medios de comunicación, pero quedan prohibidas las conferencias o entrevistas exclusivas que privilegien a determinados medios en detrimento de otros. Así se regula en los artículos 7 y 8, que delimitan las condiciones de divulgación y garantizan la igualdad de acceso a esta por parte de los medios: Artículo 7°. El Deber de Reserva del Juez “El Juez y la Jueza tienen un deber de reserva respecto de los asuntos sub judice cuando la ley así lo establezca o en ausencia de norma, cuando estime que los derechos o intereses legítimos de alguno de los intervinientes en el proceso puedan verse afectados, o cuando evidentemente no exista un interés en la información. Si bien la libertad de expresión se ejerce en parte a través de los medios de comunicación colectiva, se debe facilitar su actuación en los tribunales cuando esté claro que con ello no se afectarán los derechos de las partes, la deposición de testigos o la misma independencia del Juez, entre otros aspectos importantes. La decisión que el juez tome sobre el particular podrá ser escrita, cuando él estime que con ello se facilite la comprensión de los motivos que ha tenido.” “Artículo 8°. Deber de trato igual a los medios de comunicación colectiva: 1. El Juez o la Jueza podrá emitir declaraciones en forma directa o a través de una oficina especializada del Poder Judicial, sin que puedan adelantar criterio sobre el fondo de las cuestiones planteadas sub judice. 2. Le es prohibido, en todo caso, emitir declaraciones a través de medios o canales exclusivos o privilegiados, ya sea que él los procure o que se los procuren. 3. En materia de comunicación, está en el deber de ofrecer un trato equilibrado a todos los interesados, no solamente para proteger la importancia de la libertad de expresión, sino también el derecho de la sociedad a estar bien informada. 4. El control de la información suministrada quedará librada a la responsabilidad de los mismos medios, pero se cuidará el Juez y la Jueza, en todo caso, de ofrecer declaraciones que puedan ser interpretadas como falta al deber de imparcialidad o de objetividad, o debatir públicamente acerca del contenido de sus sentencias, como tampoco podrá actuar de tal manera que aparezca estorbando o limitando 154 PREGUNTAS 1. ¿Cómo interviene este Código en la administración de la justicia? 2. ¿Cómo se garantiza una apertura del Poder Judicial a la sociedad? 3. ¿Cuáles son los principios fundamentales para una correcta administración de la justicia? 4. ¿Qué implica el deber de imparcialidad? 5. ¿Qué es el deber de reserva del juez o la jueza? 6. ¿Qué relación deben tener el juez o la jueza con los medios de comunicación? 7. ¿Cómo podemos los servidores judiciales promover el mejoramiento de la administración de la justicia? Notas 155 3.3. ÉTICA DEL JUEZ Y DEL ABOGADO Dr. Juan Antonio García Amado86 Catedrático de la Universidad de León, España Existe una serie de hipótesis de cara a un modo distinto de enfocar la ética de los jueces y abogados, es decir, en general, la ética de las profesiones jurídicas o lo que con expresión moderna se ha denominado la Ética de la Profesión de los Operadores Jurídicos. Como primer punto, los oficios jurídicos requieren una preparación profesional altamente especializada. Tal vez, la fuente primera de inmoralidad jurídica la ofrezcan las facultades de Derecho que, debiendo formar profesionales del razonamiento, capaces de realizar con pericia determinadas operaciones en las cuales están en juego cuestiones muy importantes de nuestra vida, sólo forman cerebros llenos de datos intrascendentes. Antes, los conocimientos se transmitían oralmente y era necesario que se aprendiera una serie de datos básicos para transmitirlos hacia las sucesivas generaciones. Sin embargo, esto ya no es necesario desde la invención de la escritura y, más aún, desde que la imprenta existe. Formar buenos La diferencia entre el buen abogado y la persona profesionales del que no tiene buena formación jurídica es que do- derecho no es ni formar mina un lenguaje, unos vocablos con un significa- memoriones ni tampoco do técnico particular y que con ellos y ciertos datos formar simples buenas sabe construir determinadas operaciones. Muchos personas, sino más bien actualmente no dominan ni lo uno ni lo otro; aunque formar profesionales saben de memoria gran parte de las legislaciones no con la pericia técnica saben hacer una demanda ni redactar un oficio. ¿Por suficiente como para poder qué? Simplemente porque no se les han enseñando responder del resultado las maneras de operar. que van a proporcionar a Así que esto nos lleva a que el primer manda- quienes mañana pondrán miento de la ética de las profesiones jurídicas será en sus manos su vida, su un mandamiento relativo a dos elementos: al modo integridad física o moral, cómo se forman los abogados y al modo cómo se su patrimonio y otras selecciona a los jueces y a otra serie de operadores series de bienes. jurídicos, porque de que esa formación y esa selección sean mejores o peores van a depender en gran medida los resultados, los cuales van a repercutir en la vida y en el patrimonio de los ciudadanos. ¿Qué es el Derecho? Es una realidad institucional, es un objeto formal procedimental; trabaja con hechos en un nivel distinto, con un componente imaginario. Esto significa que las reglas del juego del derecho no son reglas para la manipulación de hechos, sino que son reglas para organizar la convivencia social y ésta, a su vez, se organiza a partir de una fe compartida respecto de distintas realidades, que solo existen como tales en la medida en que colectivamente nos las creemos. Es así como ha de tener necesariamente repercusiones en el tipo de ejercicio profesional que hacemos y en el tipo de ética que se nos exige. A este respecto se pueden ilustrar con tres apartados las características del derecho en tanto que praxis procesal. - El derecho se orienta al proceso y esta es una sublimación de la violencia, pues cuando el abogado discrepa, enfrenta, debate sobre la propiedad de un objeto. Tiene dos posibilidades: dirimir eso mediante la violencia, de modo que efectivamente, de hecho, pase a ser de aquel que consiguió eliminar violentamente y quite de en medio mediante la fuerza a su contrincante, o acudir a la ley, es decir, al juzgado donde el juez escuchará las alegaciones de ambas partes en un contexto contradictorio -que es lo más parecido a una batalla mediante la retórica-, no con las armas de guerra, sino con armas dialécticas, con instrumentos que son nuestros argumentos. Es entonces cuando encontramos al abogado, quien es la persona llamada a luchar para defender a alguien en un contexto de lucha reglada, en el cual está establecido qué armas valen y cuáles no, cuáles se pueden usar y cuáles no; es así como el buen abogado cumple su función social para el derecho y para el cliente. Es aquel sin miramientos en el sentido de La imparcialidad del juez que su honestidad no consiste en decir que se busca consiste en que debe velar una solución más justa para aquel que es más buepor la igualdad de armas no y que entre más bueno sea el cliente más hay que de ambos contendientes defenderlo; más bien, tiene que emplear, con mayor y, por tanto, tiene que ser contundencia y vehemencia, todas las armas que exigente, depurando su lícitamente están a su disposición en virtud de una vigilancia por la igualdad normativa procesal, que establece qué pruebas se de armas en el proceso. pueden practicar y cuáles no, cómo se puede hablar y con qué expresiones y de qué otro modo no, etc. 86 García A, Juan Antonio. Extracto de la conferencia inaugural. XV Congreso Ética con responsabilidad social. Colegio de Abogados, 16 de agosto 2005. 156 157 El papel del abogado es un papel institucional y se califica por la función que cumple para el conjunto del sistema jurídico y el social. Cuando en un proceso penal se denota un combate, una sublimación de la violencia, la primera preocupación del juez -que quiera ser profesionalmente ejemplar y moralmente ejemplar en su oficio- no es proteger a aquel que le parezca a simple vista ser mejor persona o que es inocente, sino que su imparcialidad consiste en que debe velar por la igualdad de armas de ambos contendientes y, por tanto, tiene que ser exigente, depurando su velar por la igualdad de armas en el proceso, a raíz del cual él tiene que formar su juicio para que no sea un prejuicio en la medida en que esa separación tenga algún sentido o sea posible - Las garantías formales cuentan más que las verdades materiales. En derecho importan más las apariencias que las realidades y gracias a eso la sociedad puede funcionar y se puede convenir en ciertas pautas de convivencia. Por ejemplo, un abogado está profundamente convencido de la culpabilidad de su defendido, pero sabe que hay una escapatoria formal para conseguir su absolución: sabe que determinado trámite procesal no se ha hecho con la pureza debida o que la prueba incriminatoria no se ha practicado del modo que la norma procesal exige. Ese abogado toma ese elemento procesal y lucha de esta manera por la absolución de su defendido, sabiendo que es culpable. Entonces, dicho abogado es un magnífico profesional por dos razones: porque cumple en la mejor medida posible su compromiso con el cliente y, al mismo tiempo, está dando una lección de que el derecho es un artefacto que no está al servicio de la justicia material, que tampoco quiere decir que esté reñida con esta; sino que está al servicio de determinadas pautas de convivencia, que en última instancia tienen que servir para que todos podamos sentirnos más seguros en nuestra casa, oficio, etc. Esto quiere decir que el juez, a la hora de dictar sentencia, no se atiene a su propia opinión sobre si el señor que tiene sentado en el banquillo, esperando el veredicto, es merecedor o no de un castigo. Por el contrario, reprime sus impulsos al saber que es culpable y que la única prueba incriminatoria que se ha aportado ha sido ilícitamente practicada y, a sabiendas de su culpabilidad, tiene que absolverlo. Entonces, ese juez es un magnifico profesional, ya que sacrifica su conciencia en aras de la seguridad jurídica, de unas pautas de convivencia y de seguridad para todos, cuya moral es meritoria porque antepone la justicia del sistema jurídico, en su conjunto, a su particular sentido de la justicia. 158 La actitud de un juez en un proceso, y lo que éticamente se espera de él, no es que adopte la posición de Dios, que todo lo ve, que todo lo sabe y, por tanto, no yerra, sino que sentencie desde un sentimiento de contingencia que lleva a que la preocupación principal no sea la importancia de hacerle justicia al caso concreto, sino lo anterior combinado con el respeto a unas normas materiales y procesales, y también velar por el conjunto del interés social. Un juez que haga prevalecer sobre la norma material, y desde luego sobre la norma procesal, su sentimiento de la justicia en un caso concreto, es un juez que quizá acierta en la resolución de un caso; pero en cuanto más acierte más daño hace a la sociedad, porque está acabando con algo importante que nos permite vivir juntos, renunciando a la violencia, y es el saber a qué podemos atenernos y esperar. Si queremos convivir en paz debemos renunciar a esa idea misionera de la justicia -eso de que el que la hace la paga-, pues hay muchos que la hacen y no tienen que pagar por ello. Es el precio que tributamos al hecho de que nadie debe correr peligro sin haberlo hecho. Frente a esto, el paradigma liberal dice: “…no todo lo que esté mal debe recibir un castigo en derecho, sino solo aquello que el legislador haya tipificado como merecedor de castigo…”, pero aún así no basta con que el castigo esté tipificado sino que hay algo más importante que es la ley sustantiva y esto es lo que nos ha dicho el garantismo en los últimos tiempos; es la ley procesal, la cual establece que para condenarme a mí por haber hecho algo, hay que probarlo lícitamente dentro de un plazo, y si todo esto no se cumple, el hecho de que yo haya cometido semejante acción cede ante el respeto a la norma procesal, cuya función es velar por la integridad y seguridad de la vida de todos. Dicho de otra manera, la filosofía práctica de esto es muy sencilla “... vale más que mil culpables se libren del castigo a que un solo inocente pague por lo que no hizo”. La norma procesal, precisamente, obliga a aprobar, a revisar cada trámite de determinada manera; está al servicio de todos nosotros porque las personas no pueden ser mañana falsamente imputadas y condenadas sin bastante sustento probatorio. - La práctica jurídica y procesal es una práctica eminentemente retórica. Es entonces cuando volvemos a las facultades de Derecho, a la enseñanza del derecho, y comprobamos que, en los últimos siglos con la llegada del modernismo, ha desaparecido de los planes de estudio la enseñanza retórica, que constituían 159 un eje crucial en Roma, Grecia y desde luego, en la Edad Media en todas las facultades, particularmente en las de leyes. El derecho es hecho con palabras; en él no se trata de encontrar la verdad. Es más, en derecho muchas veces se razona con pleno conocimiento de que lo que se afirma no es lo verdadero sin por ello caer en la inmoralidad; la moral del derecho no es la moral de la verdad, es la moral de la convivencia, de la seguridad, que es distinta. Expresándolo de otra manera, en derecho no gana el que tiene la razón, gana el que da mejores razones. Se trata, por tanto, de instrumentalizar unos procesos ante un árbitro que es el juez, con unos actores que son abogados, fiscales, etc., en los que se pide que den las mejores razones y estas se dan verbalmente y por escrito. Por eso, uno de los mandamientos importantes de un abogado que quiera ser fiel a la ética de su oficio es aprender a hablar y escribir, porque el éxito de su labor en parte va a depender de su capacidad para argumentar, para dar muchas y buenas razones presentándolas de forma convincente. Se debe recordar que el combate es enfrente, y hay otro que contra-argumenta también con razones, y no hay manera humana, en la mayoría de los casos difíciles, de saber quién está respaldado por la verdad. Por ello, el derecho no es un asunto de demostración; es un asunto de convicción y no se puede pretender que se ampare ante la ciencia natural, ni la lógica formal, aunque también tiene su parte y su cometido. El instrumento principal del abogado, cuando habla ante el juez, es la retórica y esta es también la herramienta del juez cuando habla para las partes, los abogados, el juez superior y la sociedad para efectos de demostrar que su sentencia es la mejor de las posibles. En derecho, vence el que convence con argumentos, con palabras y con su retórica, con el fin de dirimir conflictos en forma racional, no el que demuestra. Sin duda alguna es la moral constitucional; dicho de otra manera, una moral institucional. El profesional del derecho tiene que velar por su Ética Personal, que es muy importante pues es la base, pero no es suficiente. Tiene que sumarle una ética institucional ya que no basta ser buena persona (aunque es un requisito previo), puesto que además hay que representar bien un rol, saber actuar como se requiere en esa representación que sublima la violencia, ya que el derecho consiste en sustituir un enfrentamiento a puñetazos por un enfrentamiento en un estrado donde se asumen papeles independientemente de luchadores, y otro cumplirá su papel de árbitro que al mismo tiempo lucha con uno superior si su sentencia se la recurren. 160 De esta forma, se debe asumir una moral institucional, pues no basta el compromiso con el bien, sino que es necesario el compromiso con la institución, con lo que ella representa, con la función que cumple y, consecuentemente, con el rol que dentro de ella cada uno desempeña. A esto, ¿qué es mejor: un abogado que se esmera en representar su papel de abogado, que actúa con lealtad a la constitución y por ende, al Estado, o uno que busque la justicia? La respuesta se puede plasmar en dos puntos: 1) No tienen por que estar reñidas las dos cosas, más bien coincidirán. Se debe asumir una moral 2) En caso de discrepancia, que se busque la lealtad institucional, pues no institucional. basta el compromiso con el Ser parte de un órgano o institución constituciobien, sino que es necesario nal significa el compromiso con esa especie de suel compromiso con la pramoral, lo que implica renunciar al papel que se institución. tenga (abogado, fiscal o juez) y asumir la ética institucional ¿Qué debe hacer un juez ante la ley injusta? Cuanto más podamos decir que vivimos en un sistema constitucional y democrático, tanto más fuerte es la obligación moral del juez de aplicar la ley sin tergiversarla. No porque necesariamente sea justa -porque quién sabe qué es la justicia-, sino precisamente por eso, ante la duda sobre qué sea la justicia, solo el criterio de la mayoría debería contar, es decir, que sean las menos personas posibles las que vean contravenido su sentido de la justicia; en la medida en que la mayoría social vea que el sistema funciona con suficiente transparencia, como para que esa mayoría social pueda, a través del cauce representativo, hacer valer sus concesiones de lo justo; y en la medida en que la ley exprese la concesión predominante sobre lo que sea justo en cualquier materia, el juez carece de todo derecho jurídico y disculpa moral para imponer, frente a la mayoría, sus consideraciones de la justicia. ¿Qué piensa sobre un abogado que ejerza la defensa de un violador de niños? Que alguien sea un violador de niños no es algo que dependa del juicio del abogado; es algo que hay que demostrar en un proceso, es más, actúa moralmente el abogado que consigue la absolución del violador aún a sabiendas de que lo es, porque con su modo de extremar las garantías frente a la posible condena, está contribuyendo a evitar que mañana se pueda condenar como 161 ¿Es el interés público, como concepto administrativo, un parámetro de la ética institucional? El derecho continuamente utiliza parámetros que están necesitados de precisión por la vía interpretativa; pero es ahí donde la jurisprudencia cumple la importante misión de complementar la ley, haciendo por jurisprudencia que el parámetro que en la ley aún es considerablemente indeterminado o indefinido vaya cobrando perfiles más precisos. El juez, con la ayuda del abogado, tiene que ir concretando lo que en derecho es indeterminado o impreciso, para hacer ese instrumento más seguro y viable; por eso el legislador y el juez no son dos partes enfrentadas sino que son dos elementos del mismo juego tendente a que los conflictos se decidan con arreglo a patrones lo más uniformes posibles. El Poder Legislativo nombra en Costa Rica a los jueces y magistrados. violador de niños a quien no lo es. Entonces, velando, extremando el culto a las garantías, a veces se consigue que se absuelva al culpable ciertamente. Eso produce un rechazo moral, pero también indirectamente se consigue algo más importante para la sociedad, que es hacer más difícil que mañana se condene a alguien inocente. Vale más, repitiendo nuevamente este ejemplo, que haya diez violadores de niños en la calle, absueltos gracias a un gran abogado, que uno solo condenado por violador de niños pero inocente, por haber tenido un mal abogado o uno que erróneamente creyó que era culpable y que por tanto no lo defendió con el celo con que debió hacerlo. El derecho a la defensa lo tiene todo el mundo. En algunos países de Latinoamérica, por ejemplo en Colombia, quien defiende a un narcotraficante queda inmediatamente marginado de la consideración de sus colegas. Yo discrepo radicalmente de eso. Si bien es cierto hay que ver cómo lo defiende, pues si lo defiende mediante el chantaje la amenaza, etc., sí hay que marginarlo tanto de Colegio de Abogados como de la comunidad de vecinos; pero si lo defiende con los medios lícitos que la norma procesal permite, está haciendo la misma labor social, igualmente importante que si defiende a alguien que atropelló por accidente a alguna persona en la carretera. ¿Hace pensar esto que esta elección podría regirse por simpatías político partidarias? La respuesta es que sí; pero puede ser que uno lo piense y se equivoque. En esto es muy importante la separación de poderes y garantizar que quien tiene que juzgar sobre un asunto no tenga ningún tipo de compromiso o tenga el menor compromiso que sea posible con quien pueda ser parte en el proceso. Pues el estado de derecho gana tanto más cuanto más existe una carrera judicial y cuanto más se da la independencia judicial; aún más, esta se ve garantizada por la falta de dependencia del juez de quien le nombra, propone, paga y asciende. El ideal, difícilmente alcanzable, es que se acceda a la condición de juez con la mayor desvinculación posible de toda servidumbre política. Preguntas ¿Es ética la búsqueda de la verdad que procura sumar la mayor cantidad de elementos para la toma de decisiones? Es lo más ético, pues en derecho se trata de dar cuantas más razones (a falta de demostraciones) sean posibles y cuantos más argumentos resulten pertinentes y sean eficaces. Es ésta la ética profesional por excelencia. Notas ¿Lo que interesa entonces es la convivencia, y el derecho debe solo servir a ese fin? Pues devolviendo la pregunta, ¿a qué otro fin debe servir el derecho? Pues el derecho solo sirve a fines colectivos y no debe servir a fines personales particularistas o de grupo. El derecho es, por definición, un instrumento de convivencia que busca la evitación y la solución de conflictos. 162 163 3.4. TRANSPARENCIA E IMPARCIALIDAD: LA ÉTICA EN LA FORMACIÓN DEL JUEZ Lic. Carlos Adolfo Picado Vargas Juez Agrario y Civil El Poder Judicial, el llamado poder terciario87 de un Estado de Derecho democrático, se materializa y personifica en la figura del Juzgador. Si se habla de la ética en el Poder Judicial, debemos empezar precisamente por aquellos seres humanos encargados de administrar Justicia. Un verdadero análisis integral de la ética en un Juzgador requiere, metodológicamente hablando, partir de generalidades y conceptos básicos que se derivan de lo que se entiende por la función jurisdiccional. Este término deja de ser una abstracción normativa y se convierte en un hecho jurídico cuando se da el fenómeno de la personalización o “encarnación” de la potestad única y exclusiva del Estado de dictar el derecho al caso concreto (ya sea creando, modificando o extinguiendo relaciones jurídicas) en aras de la paz y justicia social; en la figura de un ser humano. Pero, ¿es cualquier ser humano el llamado a realizar esta misión?..Consideramos que este ser humano debe tener una innata vocación imparcial de colaborar o aportar al desarrollo de una sociedad más justa. Y en ella radica su actuar ético. El acto de adquirir el poder-deber jurisdiccional al momento de rendir el juramento ante la Carta Magna, hace que desde ese mismo instante recaiga sobre él y su conciencia una serie de poderes-deberes que sólo podrán ser utilizados de buena manera a través de una verdadera sensibilidad social, férrea imparcialidad, hambre de justicia y la inquietud intelectual propias de un jurista-científico: “la imparcialidad es, en el plano emocional, lo que la objetividad es en el plano intelectual”88. La Justicia en la Tierra la dictan seres humanos que juzgan a otros seres humanos. El sistema de administración de justicia 87 DROMI (José Roberto). Los Jueces, Buenos Aires, Editorial Ciudad Argentina, 1992, p.14. 88 GOLDSCHMIDT (Werner). Justicia y Verdad, Buenos Aires, Fedye, 1978, p.320. 164 debe marcar un decidido cambio hacia la humanización de los procesos: debe dejar de hacer culto a los papeles y a los formalismos excesivos89 para volver a colocar al ser humano como centro del sistema mismo. El Juez y el Poder Judicial como un todo no se deben a sí mismos sino a la aplicación del Derecho sustantivo y de la Justicia. Partimos de la máxima de que ningún poder es ilimitado y que el ánimo de ejercitar el poder por el poder en sí mismo es el primer signo de la presencia, en una célula maligna del cáncer, de la arbitrariedad y la corrupción. En tiempos en que la postmodernidad premia a la apariencia en detrimento de la esencia, la evolución de los derechos humanos en el nuevo siglo imponen la necesidad de que los jueces volvamos la mirada hacia nosotros mismos, y hagamos un replanteamiento del nuevo papel y las nuevas exigencias que el Humanismo nos demanda como agentes de cambio. Crear un sentido de autocrítica y reflexión en el marco de este XV Congreso Jurídico Nacional es la finalidad de este ensayo. La génesis de la ética y la responsabilidad social en la vocación del juez: La formación Se ha considerado, con buen tino, que el juez no nace, se forma. El papel de la formación profesional de nuestros jueces no debe centrarse en un conjunto de conocimientos normativos o en el cúmulo de títulos logrados o en las horas acumuladas en congresos como el que hoy nos ha reunido. La formación ética del juzgador empieza desde el seno familiar, continua en la etapa colegial y debe acentuarse, en un proceso natural de selección, en nuestras universidades, que logren entrañar el papel del Derecho como una ciencia en servicio del hombre y no en fines meramente lucrativos, decretados por una sociedad de consumo cada vez más “resultadista”, para lograr un verdadero cambio en nuestra cultural judicial. La vocación no se le presenta al Juzgador de la noche a la mañana por medio de un fenómeno sobrenatural. Esa vocación debe estar precedida de una formación con verdadero sentido y conciencia social. Es una vocación de servicio, para que el futuro Juez pueda verse a sí mismo como un agente importante del cambio social, no como un burócrata con status, empleados a sus órdenes y un salario estable, ni como una especie de abogado privilegiado en medio de una creciente población profesio89 CALAMANDREI (Piero). Instituciones de Derecho procesal civil, Buenos Aires, Europa-américa, Volumen I, 1986, p.420. 165 nal que encara con mayor dificultad la posibilidad de acceder a fuentes formales de trabajo. La formación ética de nuestros jueces se ha planteado como una labor exclusiva de la Escuela Judicial. Ciertamente, este órgano no está llamado a suplir a las universidades, como también nuestros centros de enseñanza del derecho no deben ocuparse de lo estrictamente académico. Consideramos que la formación ética del juez empieza en nuestra alma máter con la capacidad de los catedráticos al enseñar a los futuros abogados el utilizar la destreza de los conocimientos con un sentido social y ético. La ética en la vocación del jurista no debe apagarse paulatinamente con los años. La enseñanza de la ética profesional empieza incluso antes de que el profesor entre al salón de clases: es poco ético percibir un salario como docente si se es impuntual, si no se esmera en que los alumnos no sólo entiendan, sino que amen la materia o si al final del curso las mejores notas las alcanzan, los hijos de personas influyentes en el medio o las damas con la falda más corta. Esa, es la ética que muchas veces, desgraciadamente, se enseña indirectamente en las aulas y que van creando en el futuro abogado o juez un abandono paulatino del profesionalismo y la excelencia. Una correcta enseñanza del conocimiento jurídico no sólo debe ser teórico, sino pragmático en el “deber-ser” del abogado. Esta debe empezar en la universidad, para que posteriormente, aquel que salga con un título desee hacer carrera en la judicatura, continúe su formación ética, en forma especializada en la Escuela Judicial. No podemos pretender que ésta supla las falencias formativas de nuestras universidades. Se trata de una función conjunta e interdisciplinaria: el Colegio de Abogados en los últimos años, con sus cursos de ética como requisito para la incorporación, ha modernizado y actualizado los programas de acuerdo con la realidad del profesional en derecho. Ha abandonado el estigma desesperadamente teórico-filosófico de estos cursos y ha complementado la filosofía socrática-platónica de la preparación práctica con el estudio de los problemas éticos más comunes que el abogado del siglo XXI debe enfrentar. El futuro, consideramos, se encuentra en la calidad ética y profesional de la educación. La Educación para la Justicia debe ser desplegada bajo estándares de ética: ser maestro hoy es ser reflejo de los profesionales del mañana. La ética como deber y como valor normativo: la imparcialidad del juez La formación iuspositivista de nuestras universidades nos hacen expertos en normas, pero deficientes en cuanto al conocimiento de la realidad social que al final de cuentas es la destinataria de su aplicación. Asimismo, normas con alto contenido ético son presentadas como normas de “pura tinta” por su ineficacia jurídica. Cabe preguntarse: ¿Se enseña el Derecho como un conjunto de normas donde mucha de las cuales son de alto sentido axiológico? O mejor dicho, ¿la formación jurídica contempla que los deberes éticos no son un asunto exclusivamente de normas escritas, que el legislador puede quitar o poner de un plumazo? Es preferible para un país contar con buenos jueces aunque las leyes no sean las idóneas, que contar con cuerpos normativos muy acabados pero con jueces con poca formación ética-profesional. El problema ético no es asunto de promulgar normas al respecto: el cambio debe venir desde el interior de cada Juez y la garantía de ese cambio lo encontramos en la formación. Volver a concienciar la ética como un deber y no como una simple facultad. La palabra “deber” significa “lo que cada uno está obligado a hacer”90 . Este vocablo implica una obligación que debe ser cumplida. El Poder Judicial, a la hora de desplegar la función jurisdiccional por medio de la figura de sus jueces, no se encuentra exento de cumplir deberes que le son impuestos por los límites jurisdiccionales. El problema es que se desliga en muchas ocasiones los valores de la letra de la ley, y por ende, los deberes éticos pasan a ser objeto de discursos románticos sobre lo que debe ser el servicio público de la Justicia. Así como el abogado litigante es y debe ser, necesariamente, parcial, es decir, defender a su parte, El juez ha de ser (pues de lo contrario sería una nefasta repetición de imparcial. Así de simple, juez donde el principal perjudicado sería su defendiun juez parcial no es, do); el juez debe ser imparcial pues sobre él descansa ni puede, ni debe ser el entero aparato de Justicia. Tal apreciación brillanjuez. Se desnaturaliza temente lo describe Calandrei: por completo la función “La inercia es en el juez garantía de su equilibrio, jurisdiccional y la esto es, imparcialidad, actuar significará adoptar un institucionalidad de la partido. Corresponde al abogado, que no teme apaJusticia. recer como parcial, ser el órgano propulsor del pro90 García Pelayo Y Gross, (Ramón). Diccionario Jurídico Elemental, p.149. 166 167 ceso: tomar todas las iniciativas, agitar todas las dudas, romper todas las rémoras, (...) Imparcial debe ser el juez, que es uno, por encima de los contendientes, pero los abogados están hechos para ser parciales, no sólo porque la verdad se alcanza más fácilmente escalándola desde dos partes, sino porque la parcialidad de uno es el impulso que engendra el contraimpulso del adversario, (...) permite al juez hallar lo justo en el punto de equilibrio.”91 La imparcialidad del juez, como calidad intrínseca e inseparable de todo administrador de Justicia, es el resultado de la ética en su accionar; porque en su accionar se refleja también la ética del Poder Judicial como institución. La ética transporta al juez en el vehículo de la transparencia hacia un único destino: la imparcialidad. Imparcialidad e Independencia del juez: mecanismos garantizadores del debido proceso como servicio social de acceso a la Justicia Con la ética pragmática –reflejada en la vida pública y privada del juzgador-, conjuntamente con su independencia, se garantiza institucionalmente que un juez no pierda su imparcialidad, ya sea por sus convicciones personales o por presión de terceros. Por ello, los jueces, como funcionarios judiciales y como destinatarios de la función jurisdiccional, presentan ciertas características propias, que tienen como finalidad brindar el marco mínimo necesario para resguardar su imparcialidad. Entre estos mecanismos o características encontramos principalmente: “ Inamovilidad: Duran en sus cargos por el plazo que son nombrados, es decir, seis años. Pero si se encuentran admitidos en la Carrera Judicial, sí son inamovibles, salvo que incurran en una causal de remoción de las contempladas en la Ley Orgánica. Esta garantía se otorga a quien desempeña el cargo en propiedad, no al interino o suplente. La inamovilidad no implica que no puedan ser traslados provisional o definitivamente. Son técnicos: Es requisito para su nombramiento que posean título de abogado debidamente incorporado al Colegio respectivo. 91 Calamandrei (Piero). Elogio de los Jueces escrito por un abogado, México, Oxford, 2001, p.p.24-25, 54-55. 168 Sedentarios: En principio, tienen asignado un lugar único donde ejercen sus funciones, y coincide con la sede o recinto del respectivo juzgado o tribunal. Permanentes: El artículo 35 de la Constitución Política prohíbe los tribunales especiales o ad-hoc, designados para determinados casos y garantiza su permanencia como poder independiente.”92 Vemos de esta manera que los jueces gozan, una vez que han sido nombrados en propiedad, de cierta estabilidad en sus puestos. Los principios de independencia, exclusividad, juez natural e imparcialidad están íntimamente ligados a la ética personal e institucional y deben ser garantizados en forma integral como marco mínimo para que el juez haga su función. Esto es importantísimo, pues esa estabilidad laboral permite de cierta manera, que no esté susceptible de fallar de una manera u otra con tal de garantizarse un puesto en la Judicatura. La constancia ética en una carrera judicial permite que el técnico en Derecho, una vez revestido del poder-deber de desempeñar la función jurisdiccional tiene cierta permanencia e inamovilidad, que según señala Artavia Barrantes, le da al juez un carácter de sedentario. El sedentarismo, viéndolo desde un punto de vista de aletargamiento por el paso de los años al desempeñar día tras día la misma función, no debe por ningún motivo convertirse en pasividad a causa de una rutina diaria de incluso, años: un juez que lleve veinte años ejerciendo su labor debe conservar el mismo ahínco y empeño que desempeñó al resolver su primer caso. Imparcialidad no excluye humanismo y objetividad en el juez Juez es el que aplica el derecho y la Justicia en cada caso concreto, sin prejuicio de ningún tipo, en forma objetiva y garantizando en todo momento el debido proceso. Un obstáculo en nuestro sistema de administración de justicia radica, sin lugar a dudas, en el hecho de que muchos de nuestros jueces, de todas las competencias jurisdiccionales, justificándose en una cortina disfrazada de imparcialidad, se abstraen de la realidad de nuestra sociedad y el enorme aparato burocrático se los “traga”, repercutiendo en que la justicia se torne menos pronta y cumplida y que el mundo de los corrillos judiciales se aparte cada vez más de los conflictos sociales que afuera, en nuestras 92 Artavia Barrantes, (Sergio) Derecho Procesal Civil. San José, Dupas, 2003, p.407. 169 calles, les dan su razón de ser. Esta tendencia ha llevado incluso, en algunos casos, a desmejorar y despersonalizar la atención al usuario. Consideramos erróneo que la transparencia nos lleve a un concepto de Jueces anónimos, temerosos de que el pueblo conozca sus administradores de Justicia. La imparcialidad es correlativa y dependiente de la objetividad. Para ser objetivo el Juez debe conocer de la realidad, sin dejarse parcializar por sus convicciones políticas, sociales o religiosas. No puede perder la objetividad y la finalidad como instrumento del cambio social, como partícipe de la seguridad y la paz social. Un juez que, a priori, sólo falle a favor de ciertos grupos de interés, verbigracia, un juez de Familia que sólo falle a favor de las mujeres, un juez Agrario que falle sólo a favor del campesino, o un juez Laboral que sólo falle a favor del patrono o sólo del trabajador, eso, no es un juez. El juez prejuzgado –sea por prejuicios, traumas o resentimientos sociales- que cree que tiene el monopolio de la verdad y la razón, antes de recibir prueba, eso, éticamente, no es un juez. Si una persona pretende llegar a la Judicatura, arrastrando prejuicios, traumas o fobias contra cierto tipo de personas, no debe ser Juez, sino debe ser litigante. Empero, esto no excluye lo social en el desempeño de la judicatura. Por el contrario, el juez debe ser consciente de que en nuestra sociedad (y con mayor razón ahora que el fenómeno de la globalización torna más tirante las relaciones entre los que amasan más poder contra los que cada día menos lo tienen) se dan relaciones jurídico-procesales desiguales y un sinfín de pormenores entre las partes que, atrincherado en su Despacho, el Juzgador jamás podrá descubrir. La imparcialidad implica al juez un deber de un Un juez abstraído de correcto manejo en su vida privada. Debe ser una su entorno lleva a la persona con una conducta, honorabilidad y reputa- deshumanización de la ción intachables. Por ello, “tanto la imparcialidad de función jurisdiccional. hecho como la apariencia de imparcialidad son fundamentales para que se mantenga el respeto por la administración de justicia.”93 La ética en el Poder Judicial: ¿Cuestión de normas? Esta imparcialidad, como eje central de la vocación ética y de servicio de un verdadero Juzgador, es a la vez una de las garan93 Amnistia Internacional, Juicios Justos, San José, CIDH, 2001, p.87. 170 tías constitucionales del debido proceso. Resulta evidente, desde hace un par de décadas, el abandono paulatino a la concepción clásica iuspositivista que separaba de un tajo al derecho de la ética, en el sentido de que las normas éticas no son, ni podían ser escritas, pues carecen de cohercitividad, siendo su única sanción el remordimiento interior de quien infringía sus propias normas de comportamiento ético. En el Derecho Comparado, la moralización del Derecho Procesal y en sí de todo el aparato jurisdiccional se ha manifestado con la inserción de normas que consagran principios como el de la buena fe, la probidad y la lealtad. Este movimiento inundó los modernos códigos procesales, continuando con las leyes orgánicas de los poderes judiciales de los países y se ha complementado con toda una serie de nuevos cuerpos normativos tendientes a instituir un nuevo estatuto de la Justicia. La regulación normativa de la ética en el desempeño de nuestros Tribunales de Justicia, creemos, es un paso importante, un clave movimiento de ajedrez a favor de la transparencia de las instituciones del Estado. Sin embargo, no es la panacea de todos nuestros males. Una ley, por más acabada que sea, no puede venir a solventar las carencias de una enseñanza del Derecho desligada a una verdadera pedagogía fundamentada en los valores éticos de la profesión del abogado. El cambio hacia una verdadera ética judicial debe empezar dentro de nosotros mismos, sin distinción de rango, desde el escribiente en su humilde cubículo hasta los Magistrados de Casación. Desde la forma en que administramos el personal de nuestro Despacho, hasta la forma en cómo ejercemos la docencia como formación integral del joven estudiante de Derecho. La interdisciplinariedad de los llamados a crear una nueva y verdadera formación ética de jueces: las universidades, el Colegio de Abogados y la Escuela Judicial La formación ética de nuevos abogados y jueces debe tener un elemento primordial: la planificación a largo plazo. Una deficiente formación universitaria viene a constituir, con el tiempo, en una pequeña bola de nieve que con el correr de los metros se convierte en un implacable alud, que puede destruir los cimientos mismos de nuestras instituciones. Ni el Colegio de Abogados, ni la Escuela Judicial, ni una ley de ética judicial pue171 de con este pecado original. La educación es la única vía posible para un futuro mejor, por ello, la planificación interinstitucional con verdaderos programas de estudio, selección estricta del personal docente –sin amiguismos ni compromisos- y un nuevo perfil tanto del futuro abogado como del maestro, es preciso implementar. La ética profesional, sea en el campo judicial como en el ejercicio liberal de la profesión, debe enseñarse mediante cursos de laboratorio, para preparar al futuro abogado o juez a la selva a la que se va a enfrentar. Enseñarle a enfrentarla con las armas de la verdad, la transparencia y la honradez. Temas como el secreto profesional, la teoría de los actos propios en litigio, el manejo de una audiencia, verbigracia, son aspectos de ética fáciles de implementar en casos prácticos más convenientes que cursos cargados de lecturas de filosofía clásica exentos de una pedagogía pragmática, cuyo criterio de evaluación es el premio a la memoria de quien recita mejor la lectura asignada. actos procesales –aspecto que no debería normativizarse pero que la triste realidad ha arrojado su necesidad de regulación-, la facilidad de comunicación con los órganos jurisdiccionales a través de medios tecnológicos, medios de protección a los sectores más débiles y sobre todo, toda una normativa que garantice la imparcialidad e independencia de nuestros jueces, son sólo algunas de las innovaciones que el Proyecto presenta, cuyos alcances permitirían la preparación de jueces, abogados y público en general, pues la ética es un asunto de todos los involucrados en el sistema de Justicia. Necesitamos implementar interinstitucionalmente la participación ciudadana en nuestro sistema de administración de Justicia. El usuario es destinatario de este servicio público. A modo de conclusión La planificación de un proceso, que garantice no sólo la ética en la carrera judicial, sino también en la carrera docente de quienes tenemos también la formación de nuevos abogados, podrá hacer que este novedoso proyecto no quede en un mero discurso axiológico. Que los jueces del mañana tengan las bases formativas de la probidad, buena fe y responsabilidad con la sociedad como elementos básicos de su vocación. Sólo así dejaremos la cultura judicial de la “mordida”, del anonimato de nuestros jueces, de las influencias, de las conductas procesales dilatorias y de la impunidad. Oportunidad del cambio interinstitucional: El Proyecto de Estatuto de la Justicia y Derechos de las Personas Usuarias del Sistema Judicial Dentro de la agenda legislativa se encuentra, junto con muchos otros proyectos de ley que servirán de marco para este cambio en el Poder Judicial, el llamado Proyecto de Ley de Estatuto de la Justicia y Derechos de las Personas Usuarias del Sistema Judicial. Basado en principios humanistas concretos como el sentido de la Justicia como un servicio público (tan funcionario o servidor público que es el juez), la probidad, la transparencia en las labores y respeto a la dignidad humana de los ajusticiables, el proyecto representa una excelente oportunidad para crear este sistema interdisciplinario de enseñanza ético-jurídica. Regula en sendos artículos aspectos claves como la transparencia de la institución, siendo ésta un derecho de los usuarios, tanto en la atención al público de parte de jueces y personal auxiliar, como parte del derecho a la información y de petición. (Artículo cuarto del Proyecto). En su numeral primero, consagra principios de la función judicial como la probidad, eficiencia y el deber de los funcionarios judiciales de actuar de acuerdo con las normas de conducta que estos principios exigen. Aspectos cotidianos en que mostramos nuestra formación ética, como lo es el deber de puntualidad a los 172 Notas 173