discurso de agradecimiento

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DISCURSO DE AGRADECIMIENTO ACTO DE ENTREGA DE LA LEGIÓN DE
HONOR DE FRANCIA, MADRID 13 DE JUNIO DE 2011
Excmo. Sr. Embajador, Autoridades, amigos. Quiero agradecer a la República Francesa, a su
Presidente Sr.Sarkozy y al Embajador de Francia en España la concesión de este
reconocimiento como Caballero de la Legión de Honor de Francia, que recibo con enorme
gratitud y emoción.
Muchas son las razones que hacen que la concesión de este reconocimiento me produzca una
gran satisfacción. Primero porque soy consciente de lo que representa la Legión de Honor de
Francia: la más importante de las condecoraciones francesas y, en segundo término, por
proceder de un país con una gran significación para mí como también lo ha sido para mucha
gente de mi generación.
Francia fue en mi juventud esa ventana abierta a un horizonte nuevo, sugerente, atractivo a la
que me asomé, nos asomamos, desde una realidad sombría e intolerante en busca de un
espacio abierto, permisivo, distinto, deseando conocer lo que allí acaecía y anhelando que
aquella realidad que contemplaba pudiera disfrutarla también de este lado.
Ese espíritu inquieto, inconformista que suele surgir en la temprana juventud, en mi caso se
vio alimentado por la visión que me ofrecía aquella ventana de los movimientos sociales que
estaban sucediendo en nuestro país vecino: el mayo francés, y también por el descubrimiento
de su riqueza artística y cultural. Ámbitos que en este lado de la ventana en el que yo me
encontraba era impensable imaginar y más si de revoluciones se trataba.
En aquellos años el sistema educativo español incluía en el bachillerato superior una
asignatura sobre la literatura francesa que despertó mi interés por los escritores franceses.
Eso me permitió en aquella mi primera juventud adentrarme en las gestas de los gigantes de
Rabelais: Gargantúa y Pantagruel, identificarme y sentir envidia del protagonista de Rojo y
Negro de Stendhal a pesar de su trágico final y conocer a los poetas malditos, Baudelaire,
Rimbaud, Verlaine.
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El descubrimiento de los distintos movimientos artísticos, en particular en la pintura surgidos
en Francia y las visitas a sus museos con especial interés al Museo D´Orsey cuya colección
es una inagotable explosión de luz y color, también al Museo Rodín y ese remanso de
tranquilidad que es su jardín fueron el impulso definitivo de mi identificación con ese
maravilloso país y su capital.
También el cine francés, aquellas películas de Truffaut, Godard, Chabrol, Rohmer, con su
nueva manera de hacer cine, exhibidas en aquel ambiente casi místico que se creaba en las
salas de los cines Alphaville de Madrid, contribuyeron a acrecentar mi admiración por la
creatividad artística y la cultura y vida francesas. Muchas horas dedique en la segunda mitad
de los años 70 a ver ese tipo cine, arte por el que sentía un gran interés. De hecho mi primera
intención después de acabar el bachillerato y antes de estudiar economía fue entrar en la
Escuela de cinematografía, intento que abandoné por la imposibilidad de financiarme el
acceso a la escuela a la que había que presentarse con el rodaje de un cortometraje y porque
mi padre, persona pragmática y de su época, pensaba que una cosa era la universidad y otra
muy distinta el mundo del espectáculo.
En estos días la magia del cine de Woody Allen con su película Midnight in París me ha
ofrecido la recreación de un viaje retrospectivo al París de aquellos movimientos artísticos y
de mis sueños de juventud.
Ese aire fresco que recibía y la visión de un mundo distinto, apasionante, que se ofrecía al
otro lado de mi ventana imaginaria, fueron conformando de una manera, si se quiere,
onírica la idea de la ciudad deseada: París.
Más tarde cuando tuve la oportunidad de conocerla, casi aprehenderla, aquellos sueños de
juventud no hicieron más que confirmarse, convirtiendo París en mí ciudad a la que nuca me
canso de ir, sintiéndola como propia como vivida de manera permanente y no como
ocasional visitante.
En el plano profesional en los últimos años tuve la oportunidad de mantener una estrecha
relación con muchos y magníficos profesionales de la Administración pública francesa, que
como yo estaban convencidos de que en un mundo abierto, global e interdependiente los
instrumentos nacionales a disposición de los poderes públicos de los Estados nacionales y las
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soluciones locales son insuficientes para resolver problemas globales. La solución
entendíamos, seguimos convencidos, exige el reforzamiento de la cooperación y
colaboración.
A esa tarea dedicamos nuestros esfuerzos y empeño, estableciendo y ampliando acuerdos
bilaterales entre nuestras respectivas administraciones fiscales que cubrían un amplio abanico
de aspectos como: el intercambio de información, las inspecciones conjuntas transfronterizas,
la puesta en común de nuestras experiencias y mejores practicas y un programa de
intercambio de personal cualificado.
También trabajando estrechamente en el seno de UE en aras de diseñar y establecer nuevos
instrumentos multilaterales, (el proyecto Eurofisc es un buen ejemplo), que contribuyan a
superar las limitaciones operativas de los Estados nacionales. Así como en otros foros
internacionales tributarios en los que Francia y España han venido actuando de manera
destacada para ampliar las líneas de cooperación con esos otros países.
En este punto, quisiera recordar a algunas de las personas de la Administración francesa con
las que he tenido la oportunidad y el privilegio de trabajar como son: Bruno Parent, Philippe
Parini, Jean Marc Fenet, Josiene Lanteri, Maïte Gabet y por supuesto a los consejeros
financieros de la Embajada de Francia en España Ángel González y Joël Espy.
Ha sido una tarea apasionante que me ha permitido estrechar lazos con unos magníficos
profesionales y excelentes personas, que han sido los responsables de haber promovido este
reconocimiento que me han concedido.
No quisiera dejar pasar la oportunidad que me ofrece este acto para manifestar mi
reconocimiento y agradecimiento a algunas personas que hoy me acompañan y a otras que
por distintas razones no han podido estar aquí. A Pedro Solbes porque me dio la oportunidad
de dirigir esa excelente organización que es la Agencia Tributaria referente internacional de
Administraciones tributarias eficaces, eficientes y comprometidas con la innovación y las
tecnologías. A los compañeros, hoy amigos, responsables de los distintos departamentos y
servicios con los que hice ese viaje de seis años al frente de la Agencia Tributaria no exento
de dificultades y alguna que otra contrariedad pero en todo caso apasionante y positivo. Y
por supuesto a Carmen que me ha acompañado en estos últimos más de treinta años y a mi
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hija Lucia que han estado a mi lado todo este tiempo apoyándome de manera incondicional y
con renuncia a una parte importante de la vida familiar.
A todos los que habéis compartido conmigo este tiempo y el trabajo os corresponde una parte
importante de este reconocimiento como Caballero de la Legión de Honor que hoy me
entrega el Excmo. Sr. Embajador de Francia en España.
Para finalizar quisiera reiterar mi gratitud y reconocimiento a la República Francesa, a su
Presidente y al Excmo. Sr. Embajador por la concesión de la Legión de Honor Francesa.
Muchas gracias.
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