PRESENTACIÓN CARTEL DE LA VENERABLE HERMANDAD Y COFRADÍA DE LA PIEDAD Y VERA+CRUZ SEMANA SANTA 2011 ¿Habéis visto alguna vez al viento mecer al viento? Yo lo vi un atardecer de primavera. La luna no brillaba porque no quería ver su rostro; y las nubes lejos de esconderse, amenazaban tristeza. “A veces pido piedad por no ser lo que debo; piedad pido, Madre, por darte la espalda; piedad por no ver más allá de mi misma; piedad, Señora del dolor, piedad... como tu nombre”. Párroco y Vicario Parroquial de Álora; señor alcalde y demás autoridades; Hermano Mayor y Hermanos/as de Nuestra Señora de la Piedad y Vera+Cruz; Hermanos/as Mayores de las diferentes Cofradías y Hermandades; cofrades; amigos y amigas. Como no puede ser de otra forma, mi más sincero agradecimiento a Mª Ana por sus palabras al presentarme. Aún no queriendo caer en el tópico de siempre, mi necesidad de agradecer el estar hoy aquí, supera la intención de romper con lo lógico. Por eso, pido a nuestra Madre que permita que mis palabras, lleguen al corazón de los presentes y con ello, llenar de felicidad a quienes me encomendaron esta misión que llevo a cabo con todo el cariño que merecen y con el mejor de mis deseos. Como siempre dice un gran amigo mío “No por mí quiero que esta presentación sea acertada, sino por aquellos que pusieron en mí su confianza”. Esta Cofradía y en su nombre su Hermano Mayor, me pidió que presentara el cartel de este año y creo que deben saber que no hubo nada que pensar. En cualquier momento que el grupo de personas que trabaja cada día en esta Hermandad necesiten algo de mí, contarán siempre conmigo, por supuesto, en lo que esté dentro de mis posibilidades. Porque del mismo modo, han estado ellos y están siempre que les pido colaboración. No en vano, fueron los primeros en iniciar la sucesión de Cofradías y Hermandades que desde el año pasado, se hacen cargo de la Exaltación de la Mantilla que organiza la Asociación que represento. Y sepan que lo hicieron sin dudar, con menos tiempo del que imaginan y con el buen hacer que sólo tienen los buenos. Yo creo que ni que decir tiene que presentar IX Cartel de la Venerable Hermandad y Cofradía de Nazarenos de Nuestra Señora de la Piedad y Vera+Cruz es un honor para mí, pero además, también lo es para mi familia y en especial, para mis hermanos. Ellos, y aunque no puedan estar presentes, me acompañan este medio día. Me acompañan alzándose de puntillas para llegar a los varales del trono cuando pesaba tanto que no había condición humana que lo soportara; me acompañan desde las cuadrillas de jóvenes recogiendo flores en la “despedía” para adornar a nuestra Madre para la tarde; me acompañan desde ese toque sordo y estremecedor de tambor, surcando las calles del pueblo. Esa tarde en la que aún nos ensordecen las marchas militares, los vivas de los hermanos, el bullicio de la gente. Esa tarde, en la que no da tiempo a ceremonias en el vestidor, o despabilas o no llegas. Esa tarde, en la que una madre pierde a su hijo y con ello, todos perdemos... todo. Algunas veces me pregunto cómo celebramos algo tan triste, y luego, haciendo uso de la razón, me envuelve la realidad y lo entiendo. Celebramos lo que tenemos que celebrar. Porque Ella, con cada lágrima, nos ofrece una esperanza de amor; con cada gesto de amargura, un momento de alegría; con cada mano vacía, un abrazo de cariño. Un abrazo como el que dulcemente ofrece a su hijo mientras riega su cuerpo ensangrentado con lágrimas divinas. Hicimos con Él lo que hicimos... Y Ella, nunca nos dio la espalda. Le quitamos a su hijo, lo torturamos, lo matamos... Y Ella, nos ofrece sus brazos abiertos. Ella, nunca nos da la espalda, pero nosotros... nosotros casi no la miramos, no sabemos mirarla. Cuando hoy se descubra el cartel que tengo el honor de presentar, cobrarán entendimiento mis palabras de ahora. Yo no creo que haya mejor forma de contar lo que hacemos cada día, que mirando la imagen que se nos ofrece en él. No sé, o más bien no creo, sinceramente, que Francisco Sánchez Moreno, autor de la preciosa e impresionante fotografía motivo del cartel, la realizara con la intención de reflejar lo que yo he visto en ella pero para mí no hay nada más claro y revelador. Cae la noche y el frío empieza a rondar las calles. El cielo blanco y gris, asemeja jirones de corazón. Corazones que se debaten, se mueven y se alejan. Trozos de desgarro a los que no les importa nuestro sentir ni perdonan nuestro llanto. El cielo, dejó de querernos y amenaza lágrimas grises. Avanza el Sudario rompiendo el horizonte pero yo... yo es entonces cuando veo que el viento mece al viento. Ese Lienzo orgulloso que se balancea como hojas de otoño. Sabedor de a quien arropó para bajar de la Cruz, se mece con aires de diva y se torna de oro. Va diciendo altivo, yo envolveré tu cuerpo maltratado. Parece que el sol no quisiera abandonarlo y dora su baile mientras se aleja. Mas abajo se dibuja la silueta de María, envidiada hasta por Miguel Ángel, adornada de espinas afiladas e hirientes. Dagas que nos recuerdan que a Ella se las clavamos una a una, sin compasión, sin piedad. Las mismas espinas que coronaron la cabeza de su Hijo. Poco a poco se aleja sin mirarnos, y el corazón se nos encoge. La alejamos de nosotros aunque ella nunca nos dé la espalda, y se pierde en la obscuridad de la noche, al encuentro de los balcones entreabiertos del pueblo. Parece decirnos “no me dejéis esta noche sola con mi dolor”. Para mí, este cartel muestra la esencia del viernes Santo de nuestro pueblo. Obscuridad, silencio, respeto, dolor... Déjenme sólo que antes de descubrirlo y plagiándome a mí misma, dedique a nuestra Madre unas palabras. Piedad es tu nombre Y no la tienen contigo. Piedad abrazada a su cuerpo Atormentado, escarnecido. La cruz de tus espaldas Te aplasta el corazón, Y deseas mil veces Haber sido tú crucificada. Piedad, Señor, Que cayó la noche Y ya no tengo lágrimas. Y esta madre sin consuelo, Sigue abrazando a su hijo. Que es tu nombre, Piedad; Esa, que no tuvieron contigo. Muchas gracias.