CAPÍTULO 10: POSIBILIDAD DE INTERVENCIÓN CON MUJERES VICTIMAS DE VIOLENCIA FÍSICA CONYUGAL Lúcia Cavalcanti de Albuquerque Williams Profesora del Departamento de Psicología de la Universidad Federal de São Carlos. Coordinadora del LAPREV. Brasil Sabrina Mazo D’Affonseca Investigadora en el Laboratorio de Análisis y Prevención de la Violencia. Universidad Federal de Sao Carlos. Brasil. Gabriela Reyes Ormeño Investigadora en el Laboratorio de Análisis y Prevención de la Violencia. Universidad Federal de Sao Resumen. La violencia contra la mujer es un grave problema social que afecta mujeres de todas las edades, niveles educacional, raza, religión y clase social, siendo que lo agresor más común es su compañero. En Brasil los datos de diferentes estudios señalan que la prevalecía da violencia física contra las mujeres varían de 26,4% a 44,8% en diferentes regiones del país. Esto fenómeno es responsable por diversos casos de enfermedades mentales y problemas de comportamiento en las mujeres y es un factor de riesgo para la violencia contra los niños, siendo necesario la intervención de todos los sectores de la sociedad para que pueda ser entendida e erradicada. Debido a falta de servicios dirigidos a un público especializado a mujeres agredidas y sus agresores en Brasil, lo Laboratorio de Análisis y Prevención de la Violencia (LAPREV) realiza acciones para combatir y prevenir la violencia domestica, ofreciendo ayuda psicoterapéutica para las víctimas (mujeres y niños) y a los hombres que golpean a sus parejas desde 1998. Para ilustrar la 259 psicoterapia realizada por practicantes e investigadores del LAPREV, al final del capítulo se presentará un caso de estudio. Violencia conyugal La violencia contra la mujer es un grave problema social reconocido internacionalmente que traspasa las fronteras de clase, raza / origen étnico, religión, edad y nivel educacional y que ha atraído la atención de profesionales de diferentes áreas. Las Naciones Unidas (ONU) en 1993, reconoció que la violencia contra las mujeres es un obstáculo para el desarrollo, la paz y los ideales de la igualdad entre los seres humanos, y esto se considera una grave violación de los derechos humanos (Hermann & Barsted, 2000). Los episodios de violencia contra la mujer a menudo ocurren dentro de la familia en el espacio privado, y sus autores son hombres, en la mayoría de las veces su pareja. En la investigación de Deslandes, Gomes y Silva (2000), los datos mostraron que de 72 mujeres atendidas en los hospitales públicos de referencia en la ciudad de Rio de Janeiro, la mayoría apunta como su agresor al cónyuge/compañero/novio en un (69,4%) y en las agresiones sufridas por palizas (70,4%), especialmente en la cara y la cabeza. En una análisis realizada por la Fundación de Investigación Abramo, demuestra que en 2001, en Brasil, cada 15 segundos era agredida una mujer y los principales agresores eran sus maridos o parejas autores de la agresión o amenaza física, ataque seguido por los ex- maridos y ex- parejas (Vasconcelos, 2002). La prevalencia de la violencia es siempre una cuestión delicada, porque, en general, las cifras están subestimadas. En primer lugar, muchas mujeres no recurren a las comisarias por miedo para denunciar las agresiones, amenazas, palizas y otras formas de violencia. Otro factor que dificulta el registro de la violencia es que para algunas agresiones no es necesaria la atención médica imposibilitando la denuncia o conocimiento de las autoridades. (Lutzke de 2006, Arias & Ikeda, 2006; Barsted & Hermann, 2000). Además, parte de la dificultad de determinar la prevalencia de la violencia contra la mujer es debido al hecho de que es un problema 260 complejo en el que muchas variables deben ser evaluadas con el fin de poder entender y controlar el fenómeno. Arias e Ikeda (2006) describen algunos rasgos característicos de este fenómeno, que puede ser causa de los problemas observados por investigadores. En primer lugar, este fenómeno implica al menos dos personas, el agresor y la víctima, de modo que más información acerca de las características de estos individuos, la relación entre ellos y los acontecimientos que culminaron en el episodio violento. Por otra parte, existe la posibilidad de que haya ocurrido una vez o varias veces, y puede ser perpetuado por un solo compañero o compañeros en diferentes momentos de su vida. A partir de estos hechos debemos considerar la existencia de diferentes categorías de violencias (físicas, sexuales y psicológicas), que pueden complicar la toma de decisiones sobre las definiciones que deben utilizarse, y los datos pertinentes a obtener. Por último, la existencia de diferentes fuentes de información (sistema de salud y el poder judicial, por ejemplo) conduce a la necesidad de una colaboración eficaz para el intercambio de información entre los sistemas, que no siempre es el caso. A pesar de la dificultad de determinar con precisión los casos de violencia contra la mujer, los datos de diferentes estudios señalan que la violencia contra la mujer es uno de los delitos más frecuentes en el mundo siendo responsable de secuelas perjudiciales para su desarrollo (Williams, 2001). Los datos estadísticos del Centro de Control de Enfermedades y Prevención (Centers for Disease Control and Prevention - CDC), presentado por Lutzke (2006) muestran que un tercio de las mujeres víctimas de homicidio en los Estados Unidos fueron asesinadas por su pareja y que entre las mujeres víctimas de la violencia física de su pareja (alrededor de 1309,061 mujeres por año), el 42% tenían lesiones y el 28% necesitan atención médica (servicios de ambulancia, atención médica en el ambulatorio u hospital). Arias e Ikeda (2006) describen los datos obtenidos National Violence Against Women Survey (NVAWS) en los Estados Unidos que muestran que 22.254.037 mujeres (22,1%) sufrieron abuso físico por un compañero íntimo en algún momento a lo largo de su vida. La tasa de prevalencia en los 12 meses fue del 1,3%, o 1.309.061 mujeres agredidas físicamente por su compañero cada año, las mujeres que 261 informaron haber sufrido alguna agresión, obtuvo una media de 3,4 ataques por año. Según los autores, el 26% de las mujeres víctimas de violencia física de su compañero consultó un profesional de salud en el último año. En Brasil, la prevalencia de la violencia física contra las mujeres no son muy diferentes, según algunos estudios que han tratado de determinar la prevalencia de este fenómeno en diferentes regiones del país. D’Oliveira et al (2009) realizaron un estudio transversal en varios países sobre salud de la mujer y violencia doméstica contra la mujer, patrocinado por la Organización Mundial de la Salud para estimar la prevalencia y factores asociados con el abuso físico y / o violencia sexual por su pareja en los diferentes contextos socioculturales. Los investigadores se basaron en una muestra representativa de las mujeres en São Paulo y Zona da Mata de Pernambuco, una región con las normas más tradicionales del género. Fueron entrevistadas 940 mujeres en su hogar en Sao Paulo y 1.188 de la Zona da Mata, entre 2000 e 2001, con edad de 15 a 49 años que tuvieron relaciones sexuales y afectivas con hombres en algún momento de sus vidas. Los datos muestran una prevalencia de 28,9% en São Paulo (95% IC: 26,0, 31,8) y el 36,9% (IC 95%: 34,1, 39,6) en la Zona da Mata. Del mismo modo, Moura, Gandolfi, Vasconcelos y Pratesi (2009), realizaron un estudio para estimar la prevalencia de los tipos de violencia y cuáles son los comportamientos cometidos por los compañeros contra las mujeres que viven en zonas económicamente vulnerables. Los investigadores realizaron un estudio transversal con 278 mujeres de 15 a 49 años que han tenido pareja alguna vez en sus vidas, viven en un área metropolitana de Brasilia, la capital del Brasil, en el año de 2007. Utilizado el proceso de muestreo aleatorio sistemático. El instrumento de la encuesta consistió en un cuestionario con 58 preguntas elaboradas por la Organización Mundial de la Salud y se analizó la prevalencia de la violencia física, psicológica y sexual. Las variables independientes consideradas fueron las características demográficas de las mujeres, contexto familiar y comunitario, así como las características demográficas de la conducta de la pareja (la frecuencia de uso de alcohol o drogas ilegales y relaciones extramatrimoniales). 262 Los resultados mostraron que la prevalencia de maltrato psicológico es el más alto: 80,2% (n = 223) de las mujeres encuestadas informó de por lo menos un acto en la vida adulta y el 50% (n = 139) en los últimos 12 meses. La prevalencia de violencia física durante la vida era 58,6% y en los últimos 12 meses (32%), mientras que la prevalencia de mujeres que experimentaron violencia sexual fue de 28,8% y 15,5% respectivamente Seaman, Vieira y Souza (2006), realizaron un estudio para determinar la prevalencia de la violencia entre parejas con los usuarios de un centro de salud del municipio de Ribeirao Preto, en 2003. Los participantes del estudio fueron 265 mujeres, con edades comprendidas entre 18 y 49 años. Los resultados obtenidos por los investigadores indicaron que la violencia psicológica se produjo al menos una vez en su vida en 41,5% de las mujeres, la violencia física 26,4% y violencia sexual de 9,8%. El 45,3% de las participantes informó la existencia de cualquier tipo de violencia, el 20,3% en los 12 meses anteriores a la entrevista y el 22,3% dijeron haber sufrido violencia durante su vida. Kronbauer y Meneghel (2005), investigaron la prevalencia y el perfil de la violencia de género (física, psicológica y sexual) perpetrada contra mujeres por sus parejas actuales o pasada con 251 mujeres entre 18 y 49 años que consultaron el servicio de salud en Puerto Alegre, Estado de Rio Grande del Sul, y obtuvieron una prevalencia de la violencia: psicológica (55%), física (38%) y sexual (8%) respectivamente. Con el objetivo de verificar las formas de abuso físico que sufren las mujeres, Bruschi, Paula y Bordin (2006), realizaron un estudio con 86 mujeres en el municipio de Embu en el estado de San Paulo, con edades comprendidas entre los 15 a 49 años, ellas residían con un hijo (a) menor de 18 años y habían vivido con sus maridos / parejas durante toda la vida. Los resultados mostraron que la prevalencia de la violencia doméstica grave fue de 22,1% y la menos grave de 10,5%. Entre las formas de agresión, el 32,6% de las mujeres informó haber recibido una bofetada, 17,5%, un puñetazo 15,2% palizas, el 13,9% de uso / amenaza de pistola y un 10,6% fueron patiadas. Con relación al tipo de ayuda buscada, el 36,8% dijeron que habían llamado a la policía o fueron a la comisaría, el 21,1% buscó ayuda con los curanderos, brujos tradicionales y el 5,3% utilizo los centros de salud. 263 Pucci (2004), realizó un estudio con 328 usuarios de tres servicios de atención primaria a la salud del municipio de Santo André San Paulo, para caracterizar la frecuencia, gravedad e intensidad de violencia física o sexual perpetrada por la pareja de mujeres en edad de reproducción. Los resultados mostraron una prevalencia del 40,2% de violencia física o sexual. La violencia física se informó en el 35% de los casos, cuando se trata de violencia sexual la proporción fue del 18% perpetrada por la pareja íntima. Entre los encuestados, el 8,8% reportó episodios de violencia física o sexual perpetrada por su pareja en los últimos 12 meses. Los actos de violencia física fueron severos para el 23% de las mujeres y repitió en el 58% de los casos denunciados. Cabe señalar que las mujeres en situaciones de violencia tenían una edad media de 34,8 años y el nivel educativo bajo (media de 5,5 años de estudio). En cuanto a la ocupación de estas mujeres, el 60% eran amas de casa o estaban desempleadas y 54% tenían condiciones socioeconómicas más desfavorecidas. Aproximadamente el 50% de ellas tenía antecedentes de aborto. Leoncio, Baldo, Juan, y Biffi (2008) realizaron un documental retrospectivo con el objetivo de analizar el perfil de las mujeres maltratadas y sus agresores y la naturaleza de la violencia sufrida. Se revisaron 446 quejas registrado en octubre y noviembre de 2007, en la comisaría de policía de la defensa de la Mujer, en Ribeirão Preto, San Paulo. Entre los tipos de violencia, la violencia física es predominante con 200 casos (44,84%), y la separación matrimonial fue la razón para desencadenar la agresión a 199 (44,62%) de ellos. En cuanto al lugar de los hechos, los investigadores encontraron que la localización más frecuente de los ataques fue el domicilio - 343 (76%), el período de denuncia se concentra del primer dia a los 15 días 244 (54%) y el agresor más frecuente es la pareja 219 (49,10%). Silva (2003), realizó una encuesta en una sala de emergencias del hospital de la ciudad de Salvador, en el Estado de Bahía, con 701 mujeres de 15 a 49 años. De este total, el 45,8% de las participantes reportaron algún tipo de violencia: física, sexual y / o psicológica. Entre las mujeres que referían malos tratos físicos se encontró un mayor número de casos de enfermedades mentales y problemas de comportamiento como 264 resultado de causas externas, las enfermedades del tracto genital y causas mal definidas. Entre los síntomas denunciados por las mujeres víctimas de la violencia, destacase: dolor crónico, visitas frecuentes al médico, uso / abuso de drogas, el uso /abuso de alcohol, y pensamientos o intentos de suicidio, depresión, moderada o grave sospecha de maltrato infantil como padres, problemas de sueño (insomnio, pesadillas), agitación, ansiedad o nerviosismo, confusión, dificultad para tomar decisiones, malestar social, falta de contacto visual y la visión rígida de los roles de hombre / mujer (Adeodato et al., 2005 , Williams, 2001; Sinclair, 1985) Matud Azna (2004), presento un estudio sobre el impacto de la violencia doméstica en la salud de la mujer maltratada. La muestra está formada por 270 mujeres que eran o habían sido maltratadas por sus parejas y un grupo de comparación de 269 mujeres que no habían sufrido tales abusos. Las mujeres maltratadas, frente al grupo control, tenían más síntomas de depresión grave, ansiedad e insomnio y síntomas somáticos. Se sentían más inseguras y tenían menos autoestima y apoyo social. Además, informaban de sufrir mayor número de enfermedades y consumían más medicamentos. Las mujeres en proceso de separación del agresor y las que habían sido maltratadas más recientemente tenían más síntomas de ansiedad y depresión, su autoestima era menor y se sentían más inseguras que las mujeres que, aunque tenían historia de maltrato, se habían separado del agresor y habían logrado rehacer su vida Los factores asociados con la violencia de la pareja D’Oliveira et al (2009) destaca el bajo nivel de educación (por lo general hasta ocho años), violencia física entre los padres de la mujer, abuso sexual de menores, cinco o más embarazos, y problemas con el alcohol se asociaban. Los datos demostraron la independencia económica de las mujeres, unión informal, edad y consentimiento en la primera relación sexual se asocia con mayores índices de agresión sólo en la Zona da Mata (D’Oliveira et al, 2009). En el estudio de Seaman, Vieira y Souza (2006), los autores detectaron algunos factores de riesgo para cada tipo de violencia: para la violencia psicológica y general; el consumo de drogas por el parte de su pareja, 265 el estatus socioeconómico y violencia en la familia, violencia física; el uso de drogas por el compañero, escolaridad y la violencia familiar, la violencia sexual; la situación socioeconómica y violencia en el seno familiar. Kronbauer y Meneghel (2005), observaron que la edad de las mujeres, su educación y la de sus compañeros, nivel socioeconómico, y la ocupación de su pareja, el número de embarazos y la prevalencia de trastornos psiquiátricos menos graves se asociaron significativamente con la violencia experimentada por las mujeres. Cabe señalar que algunos investigadores consideran que la violencia contra la pareja como factor de riesgo para la violencia contra los niños (Capaldi, Peras y Kim, 2009; LeCroy y Milligan Associates, Inc., 2007, O’Leary & Woodin, 2006; Reichenheim Dias & Moraes, 2006, Appel y Holden, 1998), la investigación citadas por Capaldi, Kim y Peras (2009) que tratan de relacionar estos dos fenómenos (violencia contra la pareja y el maltrato para los niños) indican que los niños que viven en familias en las que se produce la violencia contra su pareja tienen de dos a cuatro veces más probabilidad de ser víctimas de malos tratos en comparación con niños cuyas familias no presencian este fenómeno. Slep y O’Leary (2001) y otros Tolan. al (2006) citado en Capaldi, Kim y Peras (2009), destacan algunos factores de riesgo comunes para la violencia contra la pareja y la violencia contra los niños en diferentes niveles: contextual (la pobreza y el estrés), las relaciones sociales (violencia intrafamiliar en la familia de origen, pocas habilidades en la crianza de los niños en la familia de origen, discordia y violencia entre los padres, así como poca satisfacción con la relación) y personales (impulsividad, agresividad, poca habilidad para resolución de problemas, depresión, abuso de drogas, antecedentes de conducta antisocial, sociales,problemas de conducta y delincuencia). Reichenheim Dias y Moraes (2006) mostraron un perfil de ocurrencia y co-ocurrencia de violencia física contra los niños en una población que acude a un servicio de salud, de acuerdo con diferentes características socioeconómicas y demográficas. Los participantes del estudio fueron 205 mujeres que viven con su pareja y con un hijo (o hijastro) de hasta 18 años. Los resultados obtenidos por los autores demostraron que los 266 factores asociados con un riesgo mayor fueron: edad materna mayor de 25 años, su compañero no haber completado la secundaria, más de dos niños menores de cinco años en el hogar y el abuso de alcohol y drogas ilícitas por sus compañeros. En los hogares con estas características, la estimación conjunta de la prevalencia de la violencia contra parejas e hijos fue del 90,2% y el 60,6% de concurrencia. En ausencia de estos factores, las estimaciones fueron significativamente más bajos (18,9% y 0,2% respectivamente).En un estudio realizado por McDonald, Jouriles, Tarta y Minze (2009), que tratan de examinar la asociación de la violencia doméstica contra las mujeres y los problemas de adaptación de los niños, se observó que el 40% de los niños tenían comportamientos externalizantes de nivel clínico y el 49% de los niños tenían problemas de conducta de internalización de nivel clínico. Aunque el estudio no describe cuáles son estos comportamientos, la literatura del área (Holden, 1998) considera que las conductas de exteriorización (la agresión, el alcohol y las drogas, la ira, trastornos de conducta, la crueldad con los animales, la destructividad, falta o dificultad para seguir reglas, conductas de oposición) y la internalización (ansiedad, depresión, dependencia excesiva, miedo, baja autoestima, la pasividad, la tristeza, culpabilidad, timidez, ideación suicida, síntomas de estrés post-traumático, ansiedad por separación). En una perspectiva de desarrollo, crecer en un entorno violento podría afectar gravemente el progreso de su desarrollo y las competencias personales del niño, de modo que el efecto acumulativo puede ser llevado hasta la adultez, lo que contribuye a la perpetuación del ciclo de violencia y adversidad (Levendosky y Graham-Bermann, 1998). Sin embargo, la exposición a la violencia tiene un impacto variado en las diferentes etapas del desarrollo infantil, con la exposición temprana y prolongada puede llevar a la mayoría de los problemas más graves que afectan a la cadena posterior de desarrollo (Holt, Buckley, y Whelan, 2008). Por lo tanto, cualquier niño que vive en un ambiente con violencia o amenaza de violencia es un niño que necesita protección, porque un hombre que maltrata una mujer también puede hacerle daño al niño, una mujer que se abusa puede llegar a dirigir su ira y su frustración 267 a su hijo, un niño accidentalmente se puede hacer daño tratando de detener la violencia contra su madre y los hijos que presencian actos de violencia en el hogar pueden convertirse en un hombre agresivo o una mujer victimizada (Holt, Buckley y Whelan, 2008; Graham-Bermann, 2002; Sinclair, 1985), de modo que mediante la prevención de la violencia contra la mujer, estamos también previniendo el maltrato de los niños. Conviene mencionar, que no todos los niños que estuvieron expuestos a la violencia doméstica están destinados a repetir los mismos patrones de sus padres. Algunos pueden rechazar por completo el uso de la violencia, y en general el factor que determina la interrupción del ciclo de la violencia no es la experiencia con las relaciones abusivas con otros adultos, compañeros y hermanos (Holt, Buckley y Whelan, 2008; Graham-Bermann, 2002; Holden, 1998; Sinclair, 1985). Además, Holden (1998) pone en relieve otros factores de protección para los niños expuestos a la violencia, entre los que destaca el nivel educativo de la madre, el bajo nivel de depresión de la madre, nivel socioeconómico y estilo de crianza. Además de los factores de protección, todavía hay algunas variables que pueden moderar o mediar los efectos de la violencia conyugal. Ellos son: la naturaleza de la violencia (la gravedad y la cronicidad), grupo étnico, nivel de estrés experimentado sólo por las madres, la calidad de la maternidad, ser objeto de abuso físico o verbal y las características del niño (autoestima, cómo hacer frente a situaciones, el temperamento, etc.) (Holden, 1998). En general, todos los estudios presentados indican que la violencia física contra la mujer sigue siendo muy frecuente, y requieren la intervención de todos los sectores de la sociedad para que pueda ser entendida e erradicada. De esta forma en el Brasil, algunos avances en este ámbito se lograron mediante la creación de las comisarías de la mujer a mediados de los anos 80’s, y más recientemente con la creación del Centro de Referencia sobre la Mujer y la promulgación de la Ley no. 11340 de 07 de agosto de 2006, conocida como la Ley Maria da Penha, en honor de Maria da Penha (también conocido como Leticia Rabelo) Maria Fernandes 1. Sin embargo, todavía se constata en el país la falta de servicios dirigidos a un público especializado a mujeres agredidas y a sus 268 agresores. Lo que se observa en la realidad son esfuerzos singulares como los del Laboratorio de Análisis y Prevención de la Violencia (LAPREV) que realiza acciones para combatir y prevenir la violencia doméstica, ofreciendo psicoterapéuticos para ayudar tanto a las víctimas (mujeres y niños) y a los hombres que golpean a sus parejas (página web: www. ufscar / LAPREV) (Cortez, Padovani & Willams, 2005, D’Affonseca & Williams, 2003; y Ormeño. Williams, 2006; Padovani & Williams, 2002; Williams, Araújo, Ríos, D ‘ Affonseca, Maldonado, Patrian y Miranda, en prensa; Williams, Padovani & Brino, 2009, Williams 2006). Desde 1998, el Laboratorio de Análisis y Prevención de la Violencia (LAPREV) desenvuelve actividades de enseñanza, investigación, extensión y servicios de consultoría cuyo objetivo es promover y garantizar los derechos humanos articulando el trabajo en los niveles primario, secundario y terciario de prevención de la violencia. Cabe señalar que las acciones de LAPREV fueron premiados en el concurso “Prácticas ejemplares que incorporan una perspectiva de igualdad, género y étnica entre hombres y mujeres en el área de la salud”, en 2009, organizado por la Organización Panamericana de la Salud (OPS /OMS),y el Departamento de Género, Etnia y Salud y el Departamento de Salud de los Pueblos Indígenas para celebrar el Día Internacional de la Mujer. De un total de 44 experiencias de 19 países de la región, la experiencia El empoderamiento de la familia para hacer frente a la violencia doméstica presentadas por el Laboratorio de Análisis de Prevención de la Violencia (LAPREV) Departamento de Psicología, en colaboración con la Unidad de Salud Escolar de la Universidad Federal 1 María da Penha fue agredida por su marido durante seis años. En 1983, en dos ocasiones, trató de matarla, la primera con arma de fuego, dejándola paralitica, y en la segunda por electrocución y ahogamiento. El marido de María da Penha fue condenado después de 19 años de juicio cumpliendo únicamente dos años en sistema cerrado. Debido a este hecho, el Centro por la Justicia para el Derecho Internacional (CEJIL) y el Comité Latinoamericano para la Defensa de los Derechos de la Mujer (Cladem) junto con la víctima, presentó una queja formal a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA, que es un organismo internacional responsable por el expediente de las comunicaciones en caso de violación de los acuerdos internacionales. La ley modificó el Código Penal Brasileño y permitió a los hombres que golpean 269 São Carlos (UFSCar), fue seleccionada como una práctica ejemplar (Williams, Padovani & Brino, 2009). Como se señaló anteriormente, una acción que el LAPREV promueve es el apoyo psicológico a las víctimas (mujeres y niños) y agresores conyugales por medio del programa de intervención a victimas de violencia, que comenzó en 1998 con un entrenamiento supervisado de los estudiantes de grado en Psicología en las Comisarías de la Mujer de San Carlos. En 2000 comenzó las actividades con los niños y las familias del Consejo de Guardianes de São Carlos. En el año 2001 con la apertura de la Casa de Refugio en la ciudad se ha ampliado el servicio a las mujeres y los niños de la Casa Albergue “Gravelina Terezinha Mendes” y en 2005 mujeres y sus parejas tienen que ser tratadas en la USE (Unidad de Enseñanza de la Salud) UFSCar, destinado a la atención interdisciplinaria. Durante este período hubo 910 atendimientos, la mayoría (67,4%, n=613) eran mujeres, el 26,8% (n=244) eran niños y adolescentes y el 5,8% (n=53) los agresores. En este trabajo se centra en la intervención realizada por los practicantes e investigadores del LAPREV con las mujeres víctimas de violencia por la pareja. El mismo se basa en los supuestos de la práctica en pruebas de enfoque cognitivo-conductual. Las intervenciones psicoterapéuticas realizadas con las mujeres agredidas son individuales y persiguen trabajar los aspectos relacionados con la infancia de los participantes y la historia de vida, información sobre la violencia contra las mujeres, creencias sociales que perpetúan la violencia, derechos humanos, medidas de la violencia familiar, protección y seguridad, redes de apoyo, los efectos traumáticos de la violencia, la importancia de denunciar la violencia, combate contra la depresión y la prevención a sus parejas sean presos en el acto u su detención sea ordenada. Estos agresores no podrán ser castigados con penas alternativas, la legislación también aumenta el período máximo de detención, siendo ahora de uno a tres años de reclusión, la nueva ley también prevé medidas que van desde la salida del agresor de la casa y la prohibición de su aproximación de la mujer agredida y sus hijos. 270 del suicidio, impacto de la violencia en el desarrollo humano y, en particular el desarrollo del niño, información sobre la situación de los niños y los adolescentes, y cómo construir una vida libre de los síntomas de la violencia, lidiar con las emociones negativas (ira, culpa y el miedo), resolución de problemas sociales, el análisis crítico de los efectos de su propia conducta (análisis funcional) y entrenamiento en habilidades sociales. Las técnicas fueron participación: los debates basados en las lecturas y la información (cartilla), la relajación, resolución de problemas sociales, juegos de rol y presentaciones en video. De esta experiencia de campo y de la literatura referente, Williams, Maldonado y Padovani (2008) elaboraron una cartilla con los aspectos discutidos durante las sesiones con las mujeres. Este se encuentra disponible en http://www.lfcc.on .ca/ uma_vida_livre_da_violencia.pdf. Cuando las mujeres son madres, buscando también el mejor manejo de la conducta de sus niños, se trabaja la enseñanza de habilidades de crianza. Como se ha visto anteriormente, esto se debe a que los investigadores consideran la violencia contra la pareja como un factor de riesgo para la violencia contra los niños y niñas dentro de la familia (Capaldi, Kim y peras, 2009, Williams & Brino Padovani, 2009, LeCroy Milligan & Associates, Inc., 2007, O’Leary & Woodin de 2006, Appel y Holden, 1998). Podría ser considerado erróneo, suponer que todas las mujeres maltratadas tienen grandes diferencias en sus habilidades maternas en comparación con las mujeres que no son víctimas de violencia doméstica, sin embargo, mientras vivían en constante temor, pueden negar a sus hijos normales transiciones de desarrollo, así como poner en peligro la sensación de seguridad y confianza que son los pilares de un desarrollo emocional saludable (Holt, Buckley y Whelan, 2008). Así, estas mujeres también trabajaban el poder de la atención contingentes, el elogio, reforzar el refuerzo, ignorar la conducta inadecuada que sus hijos presentan, aprenden a demostrar las consecuencias justas y eficaces para el comportamiento inadecuado de los niños, establecer límites y normas, habilidades sociales, prácticas 271 positivas de crianza, uso de time-out, sistema de fichas a fin de facilitar el desarrollo y el mantenimiento de sus prácticas educativas positivas (Williams, Maldonado y Araújo, 20082. Todos estos temas son utilizados en forma de debates, juegos de roles, lecturas, tareas, y registro del comportamiento. A continuación se presentará un caso de estudio para ilustrar la psicoterapia realizada por practicantes e investigadores del LAPREV. Caso de estudio. María (no es su nombre real) casada con dos hijos (Francisco de 9 años y Julia de 2 años) 30 años, busca ayuda profesional para hacer frente a los abusos físicos y psicológicos de su compañero (“Él me está volviendo loca”). Según cuenta María, los ataques comenzaron después de que Francisco nació. En aquella época, María vivía con sus padres y había terminado su relación con José. Ella comenzó a salir para divertirse por la noche, meses después del nacimiento de Francisco, José la esperaba cerca de su casa, y cuando ella llegaba el la agredía físicamente (patadas, puñetazos, jalones de pelo). En aquella época María no reveló estos abusos a nadie, y relata que le quedaban marcas, que posiblemente debido al color de su piel (negra) no eran visibles. Incluso con estos abusos, María volvió a relacionarse con José y después de algunos años, María volvió a quedar embarazada y decidió casarse con José, ya que consideraba que sería difícil seguir viviendo con sus padres teniendo dos hijos. Durante el primer año de matrimonio, todo iba bien, pero al final del primer año, José comenzó a atacarla físicamente, y María sintió que los ataques eran cada vez más “intensos”. En general, la agresión física se producía después de que José ingería 2 Este se encuentra disponible en: http://www.lfcc.on.ca/educacao_positiva_dos_seus_filhos. pdf). 272 bebidas alcohólicas y drogas (cocaína), pero el abuso psicológico (mala palabras, insultos, amenazas) eran más constantes, y en algunas ocasiones él la aterrorizaba repitiéndole “Volvió la vida loca”. Cabe señalar que en la mayoría de los casos, los ataques se produjeron cuando María respondía a sus ofensas, que casi siempre culminaban en agresiones físicas. Es importante resaltar que sólo hubo dos episodios en los que la agresión fue de manera diferente a las mencionadas. En una de las situaciones José llegó a casa del trabajo y sin ninguna razón empezó a darle puñetazos y patadas. Francisco trató de detenerlo agarrándole la mano. El otro episodio ocurrió en casa de familiares. José llego acelerando la moto, la llamo y cuando ella salió la obligo a subir en la moto y se marcharon velozmente. Durante el viaje José la aterrorizaba haciendo maniobras peligrosas mientras la golpeaba con el casco en la cabeza. María tenía síntomas de depresión con ideas suicidas, tristeza y llanto constante. Además, María informa que después las agresiones se hicieron más frecuentes y violentas, no pudiendo demostrar afecto y cuidado a sus hijos, tenia menos paciencia y relato que agredió a sus niños algunas veces. Los objetivos del tratamiento fueron ayudar a la paciente a romper el ciclo de violencia y enfrentar sus síntomas depresivos, enseñarle técnicas de auto-protección y fortalecer las relaciones con sus hijos. Además, María fue orientada sobre otras cuestiones relevantes que surgieron durante el proceso terapéutico, como volver al trabajo y su adaptación al mismo, por ejemplo. Estrategias y técnicas cognitivo-conductual empeladas. En total se realizaron 15 sesiones con María, que fueron dirigidas por un psicólogo y un practicante del segundo año de Psicología de la Universidad de San Carlos. Durante la psicoterapia, las siguientes estrategias y técnicas cognitivo-conductuales fueron empleadas: la 273 línea de tiempo para reflexionar sobre los hechos sobresalientes que han ocurrido en su vida hasta ahora, el impacto de estos acontecimientos y los objetivos futuros, el análisis de importancia de cambiar su comportamiento para que el ambiente pueda ser modificado; ejercicio de errores de pensamientos, el análisis funcional de los antecedentes, la conducta y consecuencia de la agresión, la discusión sobre la importancia de reforzar el comportamiento positivo de su pareja, resolución de problemas, estrategias de protección; detener los pensamientos, la psico educación sobre la depresión. Logros La paciente aprendió a protegerse y proteger a sus hijos mediante el uso de estrategias para evitar situaciones de agresión: no respondiendo a las provocaciones de su pareja, salir de casa cuando la identificación de signos de que la agresión podría suceder, refugiándose con sus familiares. Además, María fue capaz de reconocer y aceptar que estaba pasando por un estado depresivo y aceptar la ayuda de un psiquiatra y los cambios realizados en su vida cotidiana que favorecieron su bienestar. Es evidente que María también tuvo cambios en la educación de sus hijos, disminuyendo el número de episodios de agresión física y una mayor cercanía capacidad de responder emocionalmente a los pedidos de sus hijos. Cabe señalar que el compañero que fue invitado a participar de las sesiones de psicoterapia con un psicólogo y un practicante del quinto año de Psicología de la UFSCar, José compareció en ocho sesiones. El trabajo se interrumpió debido a sus frecuentes faltas al proceso terapéutico. 274 REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Adeodato, V.G.; Carvalho, R.R.; Siqueira, V. R.; Souza, F. G.M. (2005). Qualidade de vida e depressão em mulheres vítimas de seus parceiros. Revista de Saúde Pública, 39 (1), 108-113. Arias, I. & Ikeda, R.M. (2006). Etiology and Surveillance of intimate partner violence. In: Lutzker, J.R. (org.) Preventing violence: research and evidence-based intervention strategies. Washington: American Psychological Association (PP.173-194). Brasil (2006). Lei Maria da Penha: Lei nº 11.340. Brasília: Secretaria Especial de Políticas para as Mulheres. Bruschi, A.; Paula, C. S. & Bordin, I. A. S. (2006). Prevalencia e procura de ajuda na violência conjugal física ao longo da vida. Revista Saúde Pública, 40(2): 256-264 Cortez, MB. Padovani, R.C., & Williams, L.C.A. (2005). Terapia de grupo cognitivo-comportamental com agressores conjugais. Estudos de Psicologia, 22,1, 13-21. 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