CONSEJERÍA DE EDUCACIÓN Y CULTURA DEL PRINCIPADO IN S T IT U T O D E E S T U D IO S A S T U R IA N O S (c. s. i. c.) BOLETIN DEL INSTITUTO DE ESTUDIOS ASTURIANOS N.° 127 AÑO XLII OVIEDO Julio Septiembre 1988 SUMARIO Págs. Polémica epistolar entre el gran “cacique” don Alejandro Pidal y Mon y el obispo de Oviedo Fr. Ramón Martínez Vigil, por J. L. Pérez de Castro ................................................................................................ 479 Nuevas obras y escritos del pintor José Robles, por José T o liv a r Faes y M ig u el Suárez-Cantón ...................................................................... 507 El general Elorza: Apuntes para una biografía, por R oberto Suárez M e néndez y M .a Jesús García García .................................................... 539 Detracciones de la economía campesina asturiana: Las rentas de la catedral de Oviedo en el concejo de Tineo (siglos X V I-X IX ), por Francisco Feo Parrondo ...................................................................... 555 Las parroquias de Pilona, según el “apeo” de Cepeda, por Andrés M a r­ tínez Vega .............................................................................................. 567 Una nueva estela procedente de Caravia (Asturias) y algunas reflexio­ nes sobre la iconografía funeraria indígena en el norte peninsular en época romana, por M ario Menéndez Fernández ............................ 603 Vías de comunicación de época romana en el valle del río Narcea (con­ cejo de Cangas del Narcea), por Narciso Santos Yanguas ................. 615 Antropología y pragmática de la literatura. Miguel de Unamuno, José María Quiroga Pía y dos cartas inéditas de Pedro Caravia, por Je­ sús G. Maestro ....................................................................................... 641 Una faceta desconocida en la vida de Clarín: Firmante de una oposición a cátedra de Derecho mercantil, por José A le jo Rueda M artínez ... 693 CONSEJERIA DE EDUCACIÓN Y CULTURA DEL PRINCIPADO IN S T IT U T O D E E S T U D IO S A S T U R IA N O S (c. s. i. c.) BOLETIN DEL INSTITUTO DE ESTUDIOS ASTURIANOS N.° 127 AÑO XLII OVIEDO Julio Septiembre 1988 Depósito Legal: O. 43-1958 I. S. S. N. 0020-384X Imprenta “L A C R U Z ” Hijos de Rogelio Labrador Pedregal Granda-Siero (Oviedo), 1988 B O L E T I N DEL I N S T I T U T O DE ESTUDIOS ASTURIANOS año x l ii N úm . 127 J u l i o -S e p t i e m b r e POLEMICA EPISTOLAR ENTRE EL GRAN «CACIQUE» DON ALEJANDRO PIDAL Y MON Y EL OBISPO DE OVIEDO FR. RAMON MARTINEZ VIGIL J. L. Perez de Castro A Bernardo Fernández Pérez y a José Girón Garrote, historiadores de la política finisecular en Asturias. De entre los diversos y copiosos papeles que conozco sobre el Partido Conservador en Asturias merece la pena destacar los epis­ tolarios, aún inéditos, del omnipotente don Alejandro Pidal y Mon, que a la muerte del conde de Toreno (1890) se hizo cargo de la jefatura del partido, y desde ella llegó a Consejero de Estado y presidente del Congreso de los Diputados; «fiel a la dirección na­ cional de Cánovas después de Silvela y p or últim o de M a u ra » (* ). Y de entre las cartas de aquel gran «caciqu e» y poderoso cortesa­ no ocupan un lugar importante las dirigidas al obispo de Oviedo Fr. Ram ón Martínez Vigil, ya que ambos fueron dos preeminentes y discutidas figuras de la política y la Iglesia de entonces, prota­ gonistas en los acontecimientos del último tercio del X IX . Además, eran los dos m uy asturianos, porque si bien Pidal había nacido en M adrid (1846), se tenía p o r más asturiano que su padre, el villaviciosino don Pedro José Pidal ( * bis), y en efecto lo fue; y Martínez (* ) Girón Garrote — vid. nota (19)— establece cuatro niveles de poder dentro del partido conservador en Asturias: 1) L a jefatura y representación en Madrid ante la Corona, Gobierno, Cortes..., que la ostentaba P id al; 2) La jefatura en la provincia, como delegado permanente de Pidal en Asturias, que la ejercía el marqués de Canillejas, Manuel de Vereterra y Lom bán; 3) Los primates provinciales, por distritos a los que representaban en Cortes, y 4) Los caciques comarcales y locales. (* bis) Vid. sobre él, C. uarez Escritores y artistas asturianos. Indice S : J. L. PEREZ DE CASTRO 480 Vigil, p or no salir de su tierra, renunció por dos veces, al menos, a ser arzobispo. Les unían entre otros afectos y el veraneo en Som ió (G ijó n ), un gran cariño a Covadonga, erigida en santuario por Fr. Ram ón y elegida como sepulcro, en cuya cripta yace, p or don Alejandro. Pero les separaban los celos y recelos de ciertas amis­ tades, criterios muy personales y actitudes radicales e intransigen­ tes en ciertos aspectos, aun siendo ambos muy católicos. De Pidal puede decirse con Pérez de Ayala, que «p o r el rostro y cráneo tenía algo de árabe y algo de hebreo, y otro tanto en su psicología; del oriental la imaginación fastuosa e irreprim ible, la elocuencia florida, directa y torrencial, quizás un tanto tumefacta, y del hebreo el misticismo iluminado y seguro de sí propio, la es­ trecha amiganza e intimidad con Dios, de cuyos más recónditos secretos él creía estar muy al tanto». De Martínez Vigil, opinamos con Benavides, que era «hom bre de talante liberal, de numerosas y modernas lecturas, gran cultura y espíritu abierto a las corrien­ tes del pensamiento europeo» ( 1 ). D ada su enorme personalidad, dediqué alguno de mis ocios a estudiar la relación amistosa y pública entre ambos, y aunque lle­ gué a reunir abundantes notas, viendo que ese va a ser otro de los mil y un temas que dejaré encarpetados, me decido a publicar ahora la presente carta, porque al releerla de nuevo, al cabo de los años, me resulta excepcionalmente sugerente e interesante para in­ troducirse en las relaciones de la política y la Iglesia en la Asturias de aquella época. Con independencia de la «Apología de la carta privada como ele­ mento literario», ya destacada p or Félix de Llanos y Torriglia en su discurso de ingreso en la Española, las correspondencias gozan biobibliográfico, tomo IV, Oviedo, 1957. Y en cuanto a sus relaciones con Villaviciosa: Un cronista de la villa imperial: Todo es según el color... La historia que no se escribe, en “Valdediós”, Oviedo, 1959, págs. 54-58. (1) R. erez de yala Recuerdos. Menéndez Pidal, en “A B C ”, que antes publicó en “L a Esfera”, 8-XII-1918, y lo incluyó en “Amistades y recuerdos”. El artículo de “A B C ” fue reproducido en “Norte”, México, 1956, núm. 153. Ro­ que Pidal, hijo menor de don Alejandro, comentó y comparte este párrafo de Pérez de Ayala en su artículo A propósito de Menéndez y Pidal, en “A B C ”. Otra visión y aportación de Pérez de Ayala — antipidalino— puede verse en sus novelas: “El último vástago”, “La caída de los limones”, “A.M .D.G.” y “Belarmino y Apolonio”. D. enavides : El fracaso social del catolicismo español. Arboleya Martínez ( 1870-1951>, Barcelona, 1973, p. 19. Para el lector que desee conocer más a fondo la personalidad de ambos proceres, incluimos al final una breve “Guía bibliográfica”. P B A : POLEMICA ENTRE D. A. PIDAL Y MON Y FR. R. MARTINEZ VIGIL 481 de un inagotable atractivo e interés «sobre todo cuando rebasan lo unipersonal y se extienden a la circunstancia de una época, su medio y sus gentes», como señalaba Guillerm o de la Torre. En la comunicación epistolar, casi siempre íntima, el autor despliega sin temores, ni posibles escuchas, frente a la virginidad del papel y an­ te el destinario, «sus filias, sus fobias, sus pasiones más hondas»; de aquí la gran importancia de ciertos textos. Pero un género tan bello va camino de desaparecer abatido p or la prisa con que hoy vivimos y la rapidez y la comodidad del teléfono. Y las cartas que aún se escriben ya no tienen generalmente el calor ni la emoción personal que les imprime el rasgo caligráfico del autógrafo, sino el frío y universal impacto maquinal de la mecanografía. Don Alejandro Pidal fue un empedernido escritor de cartas, a juzgar solamente p o r las muchas que leí suyas, y sin em bargo, p or ahora, no se hizo todavía pública su correspondencia, a excepción de alguna carta aislada; y de las dirigidas a él, su hijo, el gran bi­ bliófilo y ovetense don Roque Pidal, ha publicado cuatro de ellas en el número 1 (ju n io de 1949) de su «Revista de libros y papeles viejos» (1 bis). La carta que hoy extraigo «D el rincón de mis autógrafos», como diría Llanos y Torriglia, aunque sin fecha — como casi todas las de Pidal— , es fácil datarla hacia noviembre de 1901, ya que p or en­ tonces Martínez Vigil escribió en su cuaderno de «M em o ria s» — otro género infravalorado— unas «Rectificaciones» a lo que contra él se decía y publicaba. Y frente a tales infundios, anotó: « 8 .° Don Alejandro Pidal. N o hemos reñido nunca, aunque me he retraído p or creer que tenía exigencias que no debía yo satisfa­ cer. Las quejas de Pidal expuestas en más de treinta pliegos de papel, en los cuales hizo lo posible para retenerme, son: 1 .° Que a mi llegada a Oviedo no nombré al canónigo L obo delegado de ca­ pellanías.— 2.° Que no informé bien a Comillas acerca de don Lo­ renzo Muñiz para la elección de diputado provincial.— 3.° Que prediqué la caridad a dos periódicos de Villaviciosa que se com ba­ tían rudamente.— 4.° Que no di a don Manuel Collada la propiedad del curato de Pravia.— 5.° Que no me presté a reducir a menos de la mitad al clero de Covadonga, para que cobrasen más los que quedaban.— 6 .° Que no fui a comer con Linares Rivas en casa de (I b i s ) M a r t í n e z C a c h e r o , J.M .: Menéndez Pelayo y Asturias, Oviedo, 1957, págs. 62, 63 y 125. Publica otras cartas suyas dirigidas a don Antonio Cánovas del Castillo; el marqués de Santo Floro, Agustín de Figueroa: Epis­ tolario de la Restauración, Madrid, 1985, págs. 180-134. 482 J. L. PEREZ DE CASTRO Revillagigedo.— 7.° Que tampoco comí, no sé dónde, con el general Azcárraga.— 8 .° Que en la oración fúnebre del cardenal González califiqué duramente al partido moderado.— Creo que basta con haber enumerado esos presuntos motivos. Debo añadir que el Sr. Pidal intentó anudar las interrumpidas relaciones invitándome a com er en el campo, y teniendo conmigo otras atenciones; pero me ha parecido que mi independencia valía mucho y que no debía comprometerla. N o puedo negar que don Alejandro me ha profe­ sado sincera amistad, a la que he procurado corresponder, y que fui durante años el confidente y hasta el director espiritual de toda su familia, a la que aprecio; pero debo consignar igualmente que si yo he sido desprendido y he sacrificado algunos intereses a esa amistad legítima, en cam bio no he recibido obsequio alguno, ni con motivo de mi consagración, ni después, ni los he visto figu rar en una sola de las muchas suscripciones que he abierto para atender a necesidades de m i diócesis, de mis diocesanos o de la p atria» ( 2 ). L a carta en 24 cuadernillos, con «m ás de 30 pliegos de pap el» como anotó el obispo, timbrados: « E l diputado a Cortes por Villaviciosa», está manuscrita en tinta violeta y comienza con una letra de tamaño norm al que se agranda y deform a a veces conforme iba en aumento la ira de su autor. Destacan también en su texto los múltiples subrayados, que en algunas palabras alcanzan a cinco y seis rayas dispuestas «en culo de lám para», y fue escrita con tal desahogo y tan a vuela pluma que le llevó a saltarse algunas síla­ bas, a no completar palabras, a cometer faltas de ortografía — pese a ser académico de la Lengua— ; todo lo cual hace que la letra de su autor, ya de p or sí enrevesada, dificulte la lectura; al punto de que me fue im posible descifrar ocho palabras, que p o r lo mismo las dejo en blanco, y a tener que adivinar alguna cuya lectura pu­ diera ser otra; pero, no obstante, tales omisiones y dudas son mí­ nimas, y aun con ellas nada pierde el contenido general de la carta. N o era esta la vez prim era que am bos reñían y se echaban en cara epistolarmente sus discrepancias; pues como Pidal le recuerda en la presente ocasión, pese a haberlo hecho p or dos veces para siempre, «h e vuelto a ser su am igo», y así lo confirm a Martínez V igil en sus «M em orias». Se imponía, sin duda, para documentar el texto epistolar y para su m ejor entendimiento, hacer aquí algunas apostillas sobre cier­ tas personas cuya amistad con Martínez Vigil suscitaba recelos en (2) Fr. Ramón M a r t í n e z V i g i l : archivo privado, fols. 16-18. Memorias ( 1901-1904), Ms. original en POLEMICA ENTRE D. A. PIDAL Y MON Y FR. R. MARTINEZ V IG IL 483 Pidal — como parece ser el caso de Canella (3 )— y tam bién sobre algunos duros ataques que el político le hace al obispo, desde su personalísim o punto de vista; pero ello me llevaría dem asiado le­ jos. Creo que el lector puede comprender enseguida que el enojo de Pidal se debía a que el prelado no colaboraba a las m últiples y constantes cacicadas que aquél pretendía imponerle en su diócesis y repetidamente le rogaba, como es fácil confirm ar a través del resto del epistolario que aún queda inédito. Y es que Martínez V i­ gil, sobre todo a p artir de su Instrucción de 1897, denunciaba y se oponía abiertamente al caciquismo, que para él no d ejaba de ser «u n a gerarquía extralegal que anulaba todos los poderes y falseaba todas las leyes, y que sin responsabilidad de ninguna clase y sin delegación de ninguna autoridad, todo lo transtorna y desgobier­ n a»; mientras que, p o r el contrario, don Alejandro Pidal — como dijo Salvador Canals— era «toda la Política y sus representantes son todo el Estado». Y ya desde M adrid, ya desde su quinta (L a M eca) de Somió, donde pasaba todos los veranos, bien directamente, bien p or dele­ gación «en caciques de menor cuantía que hacían más odioso, más depredatorio, más insoportable y más inhumano el sistem a», Pidal gobernaba en Asturias de m odo omnipotente, pese al clam or de los liberales asturianos que se alzaba contra él (4). A este respecto las palabras de Clarín en E l Imparcial son bien expresivas: «E s o de com batir al pidalism o a mí me im porta como vecino honrado, como burgués pacífico, como asturiano. Y o estoy seguro de que si hoy tengo un pleito, lo pierdo; si cometen conmigo un atropello, al crim inal lo indultan, y si me envuelven en papel sellado, me ahor­ can; en el Ayuntamiento, en la Diputación, en el G obierno Civil, en (3) Se ignoraba entonces todavía que don Fermín Canella era masón, sec­ ta a la que tanto perseguía en la diócesis Fr. Ramón Martínez Vigil. Vid.: Victoria H id a l g o N i e t o : La masonería en Asturias en el siglo X IX , Oviedo, 1895, págs. 139, 144 y 202. En cuanto al otro masón a que alude Pidal en su carta, don José M.a Estrada, aparte de lo publicado como tal por Victoria H i­ d a l g o : Ob. cit., págs. 128, 134, 136, 139, 153 y 207, conozco sobre él papeles que poseía el obispo Martínez Vigil. Como balance de los altibajos habidos en la amistad entre Pidal y Canella, véase de éste: Representación asturiana administrativa y política, desde 1808 a 1915, en la Diputación Provincial de Oviedo, Congreso de los Diputados, Se­ nado y otras instituciones, Oviedo, 1915, págs. L X X X V II a L X X X IX . (4) A .° L ó p e z O l i v e r o s : Asturias en el resurgimiento español. ( Apuntes históricos y biográficos), 1935, págs. 45 y 46. 484 J.L. PEREZ DE CASTRO- las oficinas de'H acienda, en el Juzgado, en todas partes, sin la mi­ sericordia de Pidal seré hombre perdido» (5). N o obstante, debo de subrayar que si bien Pidal representaba en Asturias el despotismo caciquil, típico del régimen imperante, no fue el suyo, como acertadamente notó ya López Oliveros, «m ás ni menos que el de otro cualquiera elemento significado de la res­ tauración en su feudo respectivo». Buscando' apoyo a su sistema, Pidal había influido poderosa­ mente 'en el nombramiento del obispo pese a que Martínez Vigil no lo reconozca ( 6 ), pero el prelado, «dando una prueba más de su mucha '1Virtud y talento», acabó por «sustraerse-a la influencia m al­ sana del cacique», pues Martínez Vigil no claudicaría ante las pre­ siones de Pidal, «contrariado en el deseo generoso de colocar curas en su distrito, como fichas de ajedrez en el tablero» (7). Y a en agósto de 1893 el marqués de la Vega de Anzo, ba jo el seudónimo de Juan Fernández, enjuiciando las relaciones entre aquellos dos proceres) tan necesitados de una imparcial y desapasionada biogra­ fía, concluyó: «S i el cacique que tanto blasonaba de católico fuese más obediente a los mandatos del obispo, otro gallo nos cantara a todos». Pero si el obispo supo, al fin, liberarse del yugo que le imponían sus antiguas relaciones con Pidal, parece que no fue así . (5) Juan F e r n a n d e z [Emilio Martín González del V a lle ]: Literatura pro­ gresista. Escritos políticos, Barcelona, 1900, págs. 68 y 69. Figuran otros ataques y alusiones de “Clarín” a Pidal en Yván L i s s o r g u e s : I Clarín político, 2 tomos, Toulouse, 1980. (6) Pues en sus “Memorias” cit., el obispo anotó: “El Sr. Sanz [y Forés] trabajó para que viniera a Oviedo de obispo el Sr. Cervera, mientras el duque de Almenara Alta, muy amigo de S.M., presentó mi candidatura sin que yo lo supiera. Puso el Sr. Sanz dificultades: que yo era amigo de Pidal y que sería aquí su agente, etc. El Sr. Pidal favorecía mi candidatura; pero como entonces no entraba en palacio, nada podía hacer. Entró Sagasta en el poder y presentaron a la firma del Rey la propuesta del Sr. Cervera. El Rey no la firmó* A la subida de los conservadores se firmó mi propuesta”. Fols. 10 y 11, correspondientes" a 1901, de dichas “Memorias”. ' Siempre se pensó, en efecto, que Pidalrle había elevado a obispo e intentó, - como se dice en la carta que hoy publicamos, que fuese arzobispo, pero M ar­ t ín e z Vigil lo rechazó, en parte por no querer salir de Asturias; sin embargo pudo haber influido también el conservar su independencia frente a don Ale­ jandro. Téngase en cuenta al enfocar este aspecto del nombramiento de Martínez ' Vigil que, como "bien observa Jean Becarud ( “La Regenta” de Clarín y la Restauración, p. 13), entonces “el poder distribuye las prebendas de canónigos y elige á los obispos prácticamente seguros”, s *■**■*- (7 ) M . A r b o l e y a M a r t í n e z : La basílica de Covadonga. Justificación de un doble homenaje. El obispo Martínez Vigil, Covadonga, 1916, p. IV. POLEMICA ENTRE D. A. PIDAL Y MON Y FR. R. MARTINEZ VIG IL 485 en los comienzos de su amistad, como revela este sucedido que re­ m em ora Casariego: «H u b o también erratas muy famosas, algunas, sin duda, intencionadas. Así ocurrió que un periódico tradicionalista que atacaba duramente al señor obispo, antiguo correligionario suyo que se había pasado al bando de los «m estizos» de don Ale­ jan dro Pidal, con quien andaba en aquellos días en conciliábulos y buenas relaciones, le dedicó una nota de sociedad que decía: «H a llegado a su lujosa posesión de Somió (G ijó n ) el ilustrísimo y reve­ rendísimo señor obispo de la diócesis acompañado de su distinguida esposa y num erosos h ijos». Y a continuación: « H a llegado a su casa de reposo y ejercicios piadosos de Somió (G ijó n ) el gran re­ público don Alejandro Pidal acompañado de su capellán y fam ilia­ res». H e de advertir que tanto el señor obispo como don Alejandro veraneaban efectivamente en Somió. Y el prelado era religioso de bien reconocida virtud y don Alejandro prolífico padre de familia. Este trastrueque, que produjo el consiguiente escándalo y sorna, fue rectificado en el número siguiente con grandes e hipocritonas disculpas p o r el periódico tradicionalista, pero redactadas éstas en tal form a y con tan evidentes intenciones políticas que venían a em peorar las cosas» ( 8 ). Esa poderosa influencia caciquil de don Alejandro, que era general en toda Asturias, y se aprecia descaradamente, no sólo de la literatura de la época — singularmente de la prensa— sino de una m anera evidentísima de la correspondencia que conozco sobre el partido conservador, se hacía más patente en Villaviciosa, como era obvió, al ser ésta la tierra de los ascendientes de Pidal — que siempre tuvo a gran honra su asturianía— y al ser además la ca­ beza del distrito electoral que él representó desde 1872 hasta su muerte, al extremo de ser conocido p or « el distrito de Pidal» (8 bis) y donde las luchas políticas fueron más enconadas pese al reducido número de sus vecinos y a la honradez de las personas que interve­ nían activamente en la política. Al punto de que fam ilias que tenían (8 ) Juan F e r n a n d e z : Ob. ext., p. 69. Hay que advertir que el autor (mar­ qués de la Vega de Anzo) era el jefe del partido liberal en Asturias y por lo mismo el rival de don Alejandro Pidal. J.E. C a s a r i e g o : Exposición sobre historia del periodismo asturiano. Archi­ vo gráfico universal de J.E. Casariego, presentada por la Obra Social y Cul­ tural de la Caja de Ahorros de Asturias, Oviedo. 1971. “Anecdotario: Buen humor asturiano”. (8 bis) Sin duda que esta vinculación permanente de Pidal a Villaviciosa de Asturias influyó para que en la Vilavigosa (de Portugal) le fuera concedida la Cruz portuguesa del Cristo de Villaviciosa (El Carbayón, 13-VI-1884). 486 J. L. PEREZ DE CASTRO un importante patrimonio llegaron a quedarse sin nada, com o les sucedió a don Benito Cavanilles y a don Angel de la V illa y M iravalles, entre otros. Contaba entonces el distrito, al que pertenecía también el pue­ blo de Colunga p or ser de su partido judicial, con dos bandos de tendencia derechista: uno integrado p or el m arqués del Real Trans­ porte, los Caveda, los González Putre, don José de Valdés; y el otro, únicamente p or don Alejandro Pidal, que era su máximo ti­ tular, amo y cacique. Estaba representado en la villa p or don An­ tonio Cavanilles y Federici: «un advenedizo», «u n forastero que contrajo matrimonio con una m ujer rica de Villaviciosa» y que pese a «q u e la casa que representaba había sido la eterna enemiga de don Pedro José Pidal y el mismo Cavanilles no m ostró entusiasmo p or la candidatura de don Alejandro cuando éste no era más que uno de tantos, se prestó de buen grado a ser después el interme­ diario entre el diputado y el pueblo», y a tal punto fue consolidando y ensanchando de año en año su dominio que «los empleados eran hechura de Cavanilles; el alcalde un subalterno de Cavanilles, los concejales se designaban en casa de C avanilles...»; con todo lo cual Villaviciosa se vio gobernada por «ayuntamientos compuestos en su totalidad de caseros de Cavanilles y de gentes de b a ja con­ dición; concejales sin prestigio, sin representación, sin iniciativas, completamente ineptos, pero dóciles y sumisos, materia, en fin, dis­ puesta para hacer lo que se les m andaba y para autorizar cuanto el cacique conviniera», según se lee en «L a causa de los sablazos», que cuenta el proceso de un incidente de la lucha que Villaviciosa sostuvo durante varios años contra el caciquismo (9). Enfrenta­ miento muy tenaz, que en diferentes ocasiones llegó hasta el Con­ greso de los Diputados a través de personalidades tan destacadas como don Gum ersindo de Azcárate. (9 ) A n o n i m o : El caciquismo en Villaviciosa ( Distrito de Pidal). La causa de los sablazos. Historia detallada de este célebre proceso que tan poderosa­ mente ha llamado la atención pública en Asturias, según datos recogidos di­ rectamente por la redacción de “La Opinión de Villaviciosa”, Villaviciosa, 1895, págs. 5-15. Recibió aquel nombre la derivada del hecho ocurrido en la sesión municipal del 30 de marzo de 1894 en que se discutían los presupuestos mu­ nicipales en los que figuraba el reparto de consumos y los asistentes entre el público fueron agredidos por la guardia municipal, prevenida al efecto, al obligarlos a desalojar el salón. Para matices más positivos en la personalidad de don Antonio Cavanilles, véase F. C a n e l l a : Representación... cit., p. CXVI. POLEMICA ENTRE D. A. PIDAL Y MON Y FR. R. MARTINEZ V IG IL 487 Para sostener los intereses recíprocos surgió un movimiento de prensa local, en 1886, con La Tía Cacica, periódico de matiz satírico, político y bullanguero que salía tres veces p o r mes y era dirigido p o r José Fernández Castro, y que al decir de Jove y Bravo «d io m ucha la b o r al juzgado del partido y produjo en la villa muy hondas divisiones, a consecuencia de las cuales em igraron de allí muchas fam ilias y desapareció la buena arm onía» (10). Tuvo con­ tinuidad en 1894 con E l Tío Cacique, también satírico, político y ocasional, pues no tenía día fijo de aparición. Asim ism o y como órgano de la oposición frente al poder de Cavanilles surge en 1893-1898 el decenario liberal La Opinión de Villaviciosa (11), subtitulado en el 95 «independiente». Para con­ trarrestar sus campañas se ve obligado a aparecer en julio de 1894 otro semanario, E l E co del Distrito, prom ovido p or los Cavanilles, que se autodefinía como defensor de los intereses generales de la villa, con censura eclesiástica (12). Y a como diario de la política conservadora del partido de Pidal y el m arqués de Canillejas, se publicaba entonces en Oviedo La Opinión de Asturias (13). En to­ dos ellos, y para evitar la persecución de los autores ante los tri­ bunales de justicia, aparecían ciertos artículos firm ados, pero no escritos, p o r personas de casi total insolvencia (14). (10) Sobre este periódico puede verse la “Gran Enciclopedia Asturiana”, tomo 13, p. 298, y tomo 17, p. 319. Se publicó en Villaviciosa del 27 de julio al 7 de septiembre de 1886, con 5 números y salida dos veces al mes. Pero por los abusos cometidos contra el mismo por la autoridad local, se trasladó a Oviedo, donde reapareció el 15 de noviembre de 1886, trimensual, saliendo los días 5, 15 y 25 de cada mes, con cabecera tipográfica hasta el núm. 42 (10-1-1888) e ilustrada en adelante hasta por lo menos el núm. 66, de 30-IX-1888, en que termina la colección que consulto. (11) Vid.: A n o n i m o : La Opinión de Villaviciosa, en la “Gran Enciclope­ dia Asturiana”, tomo 11, p. 3. (12) Vid.: A n o n im o : E c o d e l Distrito, en la “Gran Enciclopedia Asturia­ na”, tomo 3, p. 60. (13) Llevó este nombre desde 1893 a 1907 en que pasó a llamarse La Opi­ nión Asturiana, y en 1909 simplemente La Opinión, para fundirse al año si­ guiente con “El Carbayón”. Vid.: la “Gran Enciclopedia Asturiana”, tomo 11, p. 3, y tomo 17, p. 69; así como J. E. C a s a r ie g o : Periódicos asturianos: Su número, clase y distribución, en el “Boletín del Instituto de Estudios Asturia­ nos”, 1972, núm. 75; y Fichas para una hemeroteca asturiana, en ibíd., 1974, núm. 81, p. 8. (14) Figuraba entre estos tipos locales Manolito el cortador, carnicero, que presumía de literato y firmaba cuanto le escribían; el zapatero Cadavieco, bebedor empedernido y hombre de bastante ingenio; Ramascon, y tantos otros; de los que se cuentan divertidas e ingeniosas anécdotas. J. L. PEREZ DE CASTRO 488 Y con estas orientaciones, pasemos a transcribir la referida carta de Pidal, que cual él dice «es como una confesión», aunque exaltada y a la defensiva: M i querido amigo: Me habla V. de Mística y entre los dos— ese es el único terreno que me gusta, pues los demás no me importan y por eso sufro y le escribí— pues sino— le hubiera a V. considerado como uno de tantos como he tropezado en mi vida y no me hubiera dado frío ni calor. Pero aunque pe­ cador espantoso— creo— quiero referir a Dios y a salvarme to­ do lo que hago en politica y de aquí mi desesperación al ver su conducta de V. para conmigo. Si estoy engañado nadie mas fácilmente dispuesto a la enmienda, sino lo estoy he de poder dem ostrarlo con la evidencia del sol meridiano. M uy bien escribe V. tiene V. arte y m emoria y discute con­ migo que quisiera que tuviese V. la razón...pero los hechos claman al cielo, y mucho me siento tentado p or mi natural fla­ queza a darsela a V., los hechos se erijen ante mi conciencia amenazadores y me gritan «cobarde no vendas a la verdad, que la verdad es Dios». Un libro podía escribir a V. sobre su carta pero no tengo tiempo ni siquiera para ordenar esta carta y me he de ceñir al orden de la suya. Conste que le escribo sin Pasión y como si le hablase delante de Dios. El ve la sinceridad de mi palabra. 1.° Acusa V, de laica mi politica en Asturias por ser inde­ pendiente del Consejo de V. Mucho tendría que decir ante esta teoría si fuese otro el Obispo de Oviedo— pero siéndolo V.— que siempre quise tener por amigo y consejero— me he de li­ m itar a preguntarle a V. ¿Cuando me significó V. nada hasta ahora en ese punto, tantas veces como hemos hablado? jamás. Ahi mi politica era defender a mis amigos dentro de la m oral en las elecciones. Ahi estaba de representante mió Canillejas que V. me ha elojiado como catolico y no he pedido otra cosa que ser y hacer politica católica y siempre que la religión o el obispo ha estado en juego todo se ha pospuesto a eso, desde la multa a la Diputación (am enazada de suspensión) por su acuerdo secundando lo de V. hasta mi conducta con el Cabildo v con gran parte del clero, desde el arreglo parroquial hasta lo de Estrada, desde el masón del mismo nom bre hasta mis ordenes a todos respecto a V. & & & N o me acusa la conciencia en esto ni un ápice. Será ceguera pero así es. 2.° Vuelta con el Whituhorit de España. ¿Olvida V. mi cal­ vario de la Union Católica? ¿Olvida V. la guerra episcopal de mi ministerio? Y o no le olvido porque creo que es mi único mérito delante de Dios, aunque solo p or su misericordia no perdí la fé. Bonito Whituhort en cartas reservadas, Cardenal Moreno, & & & eso es broma... pero no pesada sino sangrienta. 3.° Que no puede V. hacerse solidario de la politica de paganía que ahi se sigue. En prim er lugar nadie le pide a V. eso, POLEMICA ENTRE D. A. PIDAL Y MON Y FR. R. MARTINEZ VIG IL 489 p o r ajeno a su ministerio. En 2.° lugar que politica he seguido yo en Asturias mas que la de hacer bien a todos y defenderme de viles ataques y de escandalosos atropellos. ¿A que otra po­ litica se refiere V.? N o conozco ninguna. Y o no disputé nada a nadie y en todo he sido atenuado y forzado a la defensa. N a ­ da mas. 4.° Le citan a V. mis aspavientos e invocaciones, pues a mi me ---------- ; pero lo que me asom bra y me asusta su conducta de V. obispo— de V. amigo— de Ud. católico— conmigo que si en mis pecados particulares me he buscado a mí... en politica he buscado ante todo el Reino de Dios y su justicia ... hasta por la razón de que el diablo no me ha sabido tentar con ese cebo para mi odioso y despreciable. Y o no digo que Ud. sea un malvado (D io s me libre ) lo que le digo con el corazón en la mano y como amigo que le quiere es que su conducta de U. no me la explico — me duele en el alma— y me causa escándalo (seré tal vez farisaico— pero yo no lo sé distinguir y humilde­ mente se lo digo. Me pasó con U. como con los Jesuítas y otras cosas— todo lo que oí decir contra Ud. y contra ellos a sus ami­ gos (ya malos o ya de grandísima autoridad) solo sirvió para que yo les defendiera a ustedes, más y más prendido de su ino­ cencia... pero ustedes con sus hechos se han encargado de ha­ cer lo que no podian los amigos y así como no concibo la conducta de los jesuítas en muchas cosas en que yo he inter­ venido — así no concibo la de Ud. en Asturias creyendo todos en Cristo. Respecto a Collada no insisto — yo no le canonizo como ca­ nónigo ni otros mas muy protegidos por Ud. Lloro que por ser amigo mió Sabino Moutas haya encontrado a un verdugo (rigu roso justiciero) implacable. El no conviene que Ud. me arroja respecto a Collada y que dicho p or un Obispo debería bastarme, me recuerda lo que R am polla Nuncio de S. S. me decia de U., « N o conviene» «y a a U. debía bastarle que lo dijese R om a» y yo en vez de bastar­ me ese cómodo argumento — le defendia a U. como a las niñas de mis ojos — porque no consentía verle a U. calumniado. Hoy R am polla me da la razón. Algún dia no lo podrá U. decir res­ pecto a lo que le digo de Collada — pero entre tanto convenga U. que su latigazo no me coge o me cogería el de Ram polla N uncio del Papa. M i conciencia me dice que ninguno de los dos. Lo de Azcarraga se lo cité a Ud. como prueba de que su conducta de U. es habitualmente apasionada y que Azcarraga le dió a U. una lección al ir a verle. N o lo dude U. Olvida U. que convidado a mi casa no fué U., desairándole a él y desairán­ dome a mí? Pues [f u e ] Vd. el único que se ha portado asi con Azcarraga. Lo de Linares fue otra salida de U. ... que créalo U. — se lo digo en Cristo— a nadie dañó más que a U. cimen­ tando su fama universal de presuntuoso y ligero. Perdóneme U. que le hable con esta sinceridad ya quería yo no ser mas J. L. PEREZ DE CASTRO que ligero y presuntuoso delante de Dios en vez de mis infames pecados! Y o no le citaba a U. lo de Azcarraga, Linares, Canga, Suarez Valdes, Allande &, & mas que como argumento ad hominen, para refutar cargos que U. hacia, no como ofensa a mí sino como pruebas de que su conducta de U. no era prudente, y so­ bre todo para hacerle ver a U. que con todos mis amigos desde el E o al Deva y aún de fuera de Asturias tenía Ud. que reñir ... Pero... ¿No aprovechó U. los funerales del Padre Ceferino para fustigar a mí padre y a mí tio sin necesidad y delante de mi y sin razón, como hecho de ver el propio Cánovas? Y o no lo sentí por mi — se lo ju ro a U. — lo sentí por U. — p or su crédito co­ mo sabio y más mucho más como hom bre de tacto y de delica­ deza. Le mentiría a U. en tan sagrada ocasión como la de estas confesiones — si le ocultara el universal mal efecto de aquella salida y en aquella ocasión. Bien que es solo un síntoma de la diestexis — pues p or lo demas no es lo que más me ha do­ lido de U., ni con mucho y si me dolió que p or ser de U., el P. Martínez, el Obispo de Oviedo, el de P ---------- el de M aría, el que casó a Pedro, el dominico, el de M adrid, el de Somió ¡y eso es lo que ahora (se lo juro a V. y comulgué ayer) me hace llorar de profundísima pena pues no tengo a quien volver los o í o s en el M undo mas que a Jesucristo Crucificado — tan abandonado estoy o estaba de sus Ministros — yo que tanto los necesito!! ! ! Y si eso me sirviera de algo para mis p ec a d o s!!! pero solo me sirve para agravar mis culpas! En fin sigamos el Calvario, Vam os a Cabanilles aqui si que no hay escape posi­ ble. Cabanilles es todo un caballero — católico honrado y digno de toda consideración y respeto. Los que com o yo hemos asis­ tido de cerca v pasado p or nuestras manos — en todas las pe­ ripecias de Villaviciosa, solo un sentimiento tenemos de santa indignación, contra los liberalistas que calumniaron al hom bre honrado, infamaron al caballero, insultaron a la señora y no hubo infamia y vileza e indignidad que no cometieran contra el amigo y protector del clero en Villaviciosa. ¿Que hizo el Obispo contra el libelo? Lo que habia hecho contra la tía Ca­ cica. Nada. Esta bien, porque nada le pedia, N ad a tampoco... pero he aqui que Cabanilles pisoteado p or todos — incluso p or los curas — harto de ver su honra p or los suelos... se decide a defenderse — funda un periodico — los ataca, los hunde, los disuelve y cuando se consideraban vencidos... y iba ya el libelo a desaparecer... el Obispo que hasta entonces nada tuvo que decir como si estuviese inspirado p or el mismísimo Canella interviene... y ante el silencio de Cabanilles y ante la continua­ ción de los otros... sigue callado teniendo amordazados en lo que depende de V. a C aban illes!! ! ! ! ! ! ! eso no lo quiere creer nadie eso todo el Mundo (fuera de Canella y Luquines) natu­ ralmente, se lo censura a V. delante como yo, o p or las espal­ das como todos altos y bajos, liberales y conservadores, curas y laicos todo el Mundo y acaso el único que le ha intentado de­ POLEMICA ENTRE D. A. PIDAL Y MON Y FR. R. MARTINEZ VIG IL 491 fender a V. (contra su convicción es verd ad ) soy yo. Pero eso creame V. no tiene nombre. Eso solo se puede com parar a lo que hizo Castelar con el P. Llanas y Llander y que he oido abominar a todos los catolicos de Barcelona. Lo de Angel V illa... me da risa... N o se si aun vive m al... pero diga V. ¿es el único de su diócesis que fornica? H om bre cuando todavia hoy estoy defendiendo a V. de las acusaciones de las autoridades que dicen que esta V. lleno de hijos en las ordenes de Filipinas...cuando el Pontífice del integrismo que M u rió era el idolo de los curas y de los obispos tiene gracia esa consideración. ¿Porque no la aplico V. al cura de Colunga... donde se trataba de mayor escandalo y de su inmediata jurisdicción y donde tenia V. el remedio a mano? Ah, ahi hu­ biese sido faborecer a Pidal... mientras que en Villa... si lo h ará V . ¡Que caracter y que poco le im porta P id a l!! ! ! En efec­ to en Asturias el único que vive castamente es Sabino... ¿No oye V. la carcajada universal...? Pues es V. sordo. P or mi, escomúlguelo V. mañana mismo. Y o no lo se, como no se otras cosas que se dicen de V.— como se que se dijo de mi que la Union católica era porque yo era querido de la Reina y lo dicen o dijeron... Personas que visten p or la cabeza sin ser curas. En Nada se ve la oposición de V. como en eso de Villaviciosa que conozco bien. Esta V. Canellizado hasta los tuétanos. N o le creí a V. tan sujerible. N o niego que V. no haya obrado alguna vez de otro m odo en lo del integrismo, líbrem e Dios. N o fue V. el censor de E l Siglo Futuro o de la España C a tó lica ---------dicho nom brado p or el Cardenal y nos dio V. la razón? N o es­ toy yo mismo ahora mismo en Roma y aqui, con el Papa, con la Reina y Canovas poniéndole a V. en las nuves (donde se m uere) como el espíritu mas recto, inteligente y elevado en la grave y elevada cuenta que estamos arreglando o pensando arreglar en estos momento de las ordenes..... Y a se yo — que V,. — cuando no obra de estampía v p or im periosibilidad y pasión — es V. capaz y justo y le sobran condiciones — pero eso es lo doloroso — que le arrebata V. a uno el corazon como amigo y como obispo... y de pronto — zas — sin avisar — ahí te va una puñalada seca que se queda uno... friol Pero todo eso ¿quita que Vd.... VdA Vd.\\\ el Padre M artin ezl! ! ! ! fuese el primero que publico la falsa aparición de lo de Sada en el Boletín Eclesiástico.....para conocimiento de sus c u r a s !! ! ! ! ! ! ¿No me lo echaron en cara en Roma? ¿N o fué eso lo que más descorazonó a su adm irador de V. el P. Llanes? ¿No motivó la risa vejadora del P. Zeferino?... en fin no fue ese uno de sus mas particulares golpes de V.? De lo que dijeron los Íntegros no le hago yo a V. capítulo. Los ín­ tegros demasiado lo sabe a V. — le hicieron guerra infernal para que no fuese a Oviedo y menos de Obispo y menos de Obispo de Oviedo...y V ....ha protegido a mas de cuatro y cua­ tro son los que me ha llebado V. de curas a m i distrito...sin duda para mantenermelo en paz... después de la guerra que no 492 J. L. PEREZ DE CASTRO se si sabe V. que por orden de Nocedal se me hizo. Y vamos a lo de M uñiz. El golpe p or la espalda al que me refiero es el siguiente — del cual solo ahora le hablé— porque conoci que no podia dominarme y no quería faltar a V.... ni calificarlo mas blanda­ mente que mi conciencia me dictaba. T rabajaba yo — trabajare y prudentemente por el bien de la provincia de Oviedo cuando el justo de mi cuñado — por el solo placer de hacer daño — me declaró la guerra, se alió con mis mayores amigos personales y dijo «para derrotar a Pidal hundir a M u ñ iz» y le juró odio y guerra a muerte. Muñiz no tenia otro defecto que ser mi criado. Esto es el criado de todos mis amigos el que hacia de agente y procurador de las necesi­ dades de todos ellos, el que sabia p or oficio las leyes y los procedimientos.... el que de acuerdo con V. que ofreció darle un sueldo y luego se retracto Vd. y no se lo quiso dar, había­ mos proyectado tener en Oviedo para asistir a Canillejas — pero en fin — era el Bone comisariae — era M i símbolo y derrotar a Muñiz era derrotarme a m i y darme el golpe de muerte. Asi lo conocieron todos mis buenos amigos de Asturias y lo sacrifica­ ron todo, puestos, am or propio & & & a que Muñiz saliese dipu­ tado...se busco para él, el sitio mas seguro...y en medio de la acción vino una orden de Comillas que no se votara a Muñiz pues se sabia que no era catolico ¡ ¡ ¡asom bro de to d o s!!! in­ dignación de Canilleias y mía al ver que mientras se nos jugaba esa indignidad por la espalda en medio del combate y de un combate en que se trataba de herirme en lo mas vivo a mi, se nos presentaba a...Com illas como gente que trabajaba en con­ tra de la Religión. Afortunadamente se paró el golpe — y se demostró a Comi­ llas la indignidad de la calumnia en pruebas tanjibles y mate­ riales. i ¡ ¡Que pena mi querido P. Martinez cuando supe que el que habia calumniado a Muñiz, infamado a los que le presentába­ mos y procurado mi derrota en Muñiz y en aquella solemne ocasion — para favorecer a un Inclan! !! y a un Camposagrad o ! ! ! e ra ...... usted. Que estaba ciego con Casteni — demuestreme V. que Muñiz es Casteni y ya verá V. si le abandono pero ¿quien protege hoy a Casteni? A Casteni lo defendí por gratitud, mientras creí que era calumniado v miente el que le haya dicho a V. que yo dije «m e sirve y basta». Asi son las cosas que le cuentan a V. y que tanto influyen sobre V. Lo siento porque creí que V. me conocia algo... v veo que no me conoce V. Nada. Es preciso descono­ cerme del todo para creerme capaz de decir eso. Mis amigos me llam aran P o n d o mientras proteja a Muñiz y mientras proteja a cualquiera. ; Quiere V. ver lo que me llam aron por... ser ami­ go de V....? Vaya una sola prueba tamaña como una lenteja de que Muñiz hace judiadas y vera V. a donde va.r .pero si V. (que POLEMICA ENTRE D. A. PIDAL Y MON Y FR. R. MARTINEZ VIG IL 493 be los ataques y no be la defensa) se enterara, ya vería V. don­ de están las famosas pruebas a que alude. Las mismas que la de V. al acusarle de anticatólico con Comillas. En cam bio yo tengo a mano las pruebas de que uno y otro es m entira y so pena de ser un vil tengo que defender al justo y al sirviente calumniado p or la maldad. También creyó V. que yo obraba mal (aunque naturalmente) cuando lo de las leyendas del Pejaes y se lo dijo V. a Perez Hernández, lo que prueba que V. se convence demasiado pronto del mal que hacen sus amigos. Pero si no nos convencemos porque no acepta V. la prueba que le propuse. Ahi están mis cargos de V. respecto a l a ---------y ---------- de la Diputación cuando V. quiera lo verem os y yo me com prom eto a acatar el fallo que resulte ¿a que no se com pro­ mete V. a otro tanto? — ¡Que se ha de com prom eter V . ! ! «S i se hubieran cumplido las instrucciones del Papa no hu­ biera ido a las Cortes esa caballería rusticana ( ¡que amor a C a n e lla !) de tan escaso valor». ¿...Si...? Pues estamos a tiempo... señáleme V. esos sabios esas lum­ breras, esos talentos que pueden ser diputados... y yo le doy a V. mi palabra de que lo serán! ¿Quienes son? ¿Donde están? Vam os — si necesitara alguna prueba de lo poco enterado que anda V. de todo — y de que solo ve, oye y entiende p or los organos de Canella no necesitaría otra que e s ta !! ! caballería rusticana los señores de mas abolengo, nombre, posición social de Asturias «G astañ aga» «R evillagigedo» «Santa C ruz»... ¿No es ciencia pero... la posicion social y las buenas ideas no son nada? He buscado hasta con candil gente de letras...¿donde estan?...Aram buru — que no es un ---------- m u y ---------- le ofre­ cí... y no quiso. Ballina... se chifló y se fue... N o he pensado hasta en Melquíades! para atraerlo.... Vam os es cosa de perder el juicio oirle a V.... discurrir y juzgar así. Cualquiera creería que yo buscaba lo mas bruto... por gusto o porque me vale dineroW H om bre! es famoso lo que se le ocurre a V.... y no quiere V. que me admire\! ! En prim er lugar cada distrito tiene su fuerza y su exigencia y hay que convinar muchas cosas.... pero concede que yo puedo exigir o dejarlo (q u e estoy deseando hacerlo para castigo so­ bre todo de V. que esta muy mal acostumbrado). ¿Donde están esos señores... vamos deme V. sus nombres y habrá V. dicho algo, porque no creo que piense V. en Estrada ni en otros cuya conducta tengo escrita y censurada de manos de V. ¡Con que he ofrecido distrito hasta Mella a pesar de ser carlista solo p or­ que veo en él una gloria (que empieza) asturiana, un católico y amigo leall... Vam os ¿porque no m e acusa V. de no haber hecho a Bossnet Obispo o catedrático a Sto. Tomas?. Le juro a V. que sino fuera que me duele el alma por V.... lo que es p or mi ya me alegran los cargos que me hace... porque como me ataca V. p o r lo más fuerte — veo el contraste feroz entre el cargo y su injusticia... y me alegra tener algo que ofrecer a Dios yo que no se sacrificarme en un vaso de agua\! ! ! y que J. L. PEREZ DE CASTRO tan tol!! tengo que purgar! Acusarme a mi en lo de Asturias... es acusar al toro porque no ara en la dehesa en vez de ser toreado en la plaza.... y mi primer espada es VdA !! V. que me acusal!! yo no merezco admiración, porque solo tengo buena intención natural que me cae luego mérito y no se llebar con paciencia sus acusaciones de V. p or lo injustas y p or ser de V.... yo le agradezco y le pago el amor — lo que puede este ---------- (m ire V. con Toca — que poco he hablado— en cuanto vi como se portaba, corté... y hasta nunca). Pero... ¿quien me hipnotiza a mi? ¿Estamos soñando? ¡ \gentes baladísl! ¡no se ni a quien puede aludir! solo conozco en el retrato y el pintor a Muñiz. Pero... ¿donde esta el hipnotismo en hacerle venir a traer los datos de los Ayuntamientos a Madrid? Pues le faltaba a V. leer las quejas p or lo que le hago trab ajar y lo poco que le recompenso sus sacrificios de todos sus amigos (entre los cua­ les, entre paréntesis, se cuentan algunos de V.). Veo que le ca­ lientan a V. el oido con chismes los que se jactan de que este mucho impresionaba a V. Jamas he oido eso de los curas a na­ die... si lo oyera... yo antes que V. lo arrojaría de mi lado. Jamas hubiese yo tolerado esas suposiciones de parte de mis amigos. Pero es viejo como el mundo ese ardid... para que V. no me sirva... Conmigo lo aplicaron cuando fui ministro con Clemente y me reí — buscaba la realidad no la sombra, acer­ tar y no el que dirán. Lo dijeron de Martin — en la Presidencia del Congreso y no solo me reí — sino que le regale mi retrato con marco de plata y esta o parecida dedicatoria en letra A S I A, F.M. en testimonio de gratitud p or lo bien que me ayudó con sus sabios consejos en la Pa del Congreso — todavía decia mas! N o me enorgullezca V., P. Martínez haciéndome creer que soy superior a V. en estas cosillas. Aunque conste que V. supiera que tiene M iedo a eso y que Mintió e-1 que le dijo lo que yo decia de Castañon. N o, yo tengo miedo a hacer victimas inocentes por temor a calumnias mal­ vadas. N o a otra cosa. Creame V. Pero... ¿donde están esos honrados, discretos y buenos que critican a Muñiz...? ¿donde están que jamas los veo ni se ofrecen para nada? ¿Sera mi cuñado Carlitos que salvo para pedirme una recomendación todos los dias jam as me escribe para nada? ¿Sera Sarri que despues de tantas protestas apenas vio las orejas de Sagasta se pasó al enemigo y esta... aqui porque no le admitieron allá? ¿Quienes son? le juro a V. que no los conozco. ¿N i se me ocurre quienes podran ser? Sabe V. el efecto que me hace V. con su carta... admirar a Canovas... precisamente porque hace ministros a Bosch v Reverter... conoce bien... lo que m e pasa. Y vamos a Carbajal. Y o ame a Carbajal por V. y p or los frailes de Filipinas — que me lo pusieron en las nubes de honrado y de bueno. Asi son sus cosas de V. y querrá V. que no me admi­ re. Vam os es para desesperarse... Si salió m alo despues... geringuese V. y confiese que se equivocó como yo me confieso de POLEMICA ENTRE D. A. PIDAL Y MON Y FR. R. MARTINEZ VIG IL 495 que [m e ] equivoque respecto a V. y no hago cargos a R am polla porque sea V. Obispo de Oviedo. Pues yo le doy mi palabra de que lo que mas influyó en ha­ cer a Carbajal diputado que no lo quería... fué (con ---------razones locales) el elogio de Carbajal que le oi a V. y a otros frailes. \Con que ya ve VA N o conozco la historia del sacerdote — sera — si no la sabe V. p o r Guzman porque a ese le conozco yo experimentalmente y p o r lo tanto m ejor que V. Lo de la Opinión es cierto. Pero ¿que contestó Canille jas? que antes m ataba mil periódicos y se metia en su casa que atacar a V.... y eso que no faltaba quien creia que era el p ro­ cedimiento m ejor para atraerle a V. fundados en los de fulano y mengano & ¿Que hice yo? A p ro bar la conducta de Canille jas y reir a C arbajal y decirle si el Obispo hace esto y esto conmigo, ¿que extraño tiene que haga eso con V.? Apúntese V. y haga lo que yo, pudrirse los hígados y escriba V. que reciban bien al Obispo y escribió, aunque V. no lo agradezca ni lo crea. P o r lo demas yo no me incomodo porque V. me apunte los flacos de C arbajal — Al contrario. Me alegro para depurarlos y aplicarles lo que aconseje la Moral... Ahora creerlos p orque les diga Guzmanete... ¡entonces tendré que creer yo de m i... tan­ tas cosasl que se que no son. Antes las hubiera creido solo p or verlas acogidas por V.... hoy... después de lo que he visto y oido... le creo a V. muy fácilmente sugerible p or Guzmanes y Canellas para que no pueda convencerme así. Apuré hasta la sangrel... el masonismo de Suarez Valdes... y resulto Papa. Apuré otras cosas v vi... aue no eran. Le oigo a V. h ablar de Cabanilles... y a mi que lo he visto y tocado todo... me hace el efecto que le acusaron a V.... de estar vendido a mis amigos. Ud. me pondera el am or conyugal de Sabino que todo el orbe... menos V. sabe como trata a su m ujer y com o vive... y V.... se enam oró de Tarcede v le defendió... y aqui le tenemos... lo que prueba que V. cree fácilmente y vaya cuando es el bien pero cuando es el mal arm a unos lios tremendos y como es V. O bis­ po... viene el escandalo detras clamando al cielo! Y o no — vo ni creo ni dejo de creer. Espero pruebas o graves indicios o disposiciones de verdadera autoridad... y entonces obro y corto por lo sano. Asi Toca. Asi Casteni. Asi Valleam en. Asi Parres. Asi Granda. Asi mil y mil amigos aue obraron el mal en uno u otro sen­ tido y corté y Pax Cristi. N o me caso con el error ni con el mal, pues estimo en mas un segundo de Purgatorio que toda la Po­ lítica y todo el Im perio del Orbe. Soy flaco y vil y p o r eso me paso un ayuno una multificencia y me tienta toda sensuali­ 496 J. L. PEREZ DE CASTRO dad... pero ser el cacique de una provincia donde mi m ejor amigo es un Obispo como V . ! ! ! y e sta n [d o ] separado de mi fam ilia y achicando en M adrid para proporcionarles creden­ ciales que agradecen así, y Museles que atribuyen a otros y reñir con Canovas hoy, con Ram polla ayer, con Sagasta maña­ na para que se me crea vendido al ferrocarril o supeditado a Muñiz— ka\— . Eso se puede sobrellevar p or Dios. Solamente y p or E l solo — lo sobrellebo yo. Encontrara yo un verdadero Padre Espiritual que me inspirara confianza p or su Prudencia y saber y virtud y me autorizase y aconsejase que dijese «ahí queda eso»... ni un minuto tardaba yo en abandonarlo todo... aunque solo fuera para reirme al verle a V. entre tirios y entre troyanos... mas respetuosos con V. que este infame Pidal. N o es «incom patible su pequeñez de V. con el papel de mi M en tor». El no serlo — oigalo V. bien— sera una de las cosas de que tendrá V. que dar cuenta a Dios en su tribunal — pues yo era un amigo probado — era catolico aunque pecador — era bien intencionado — y tenia de V. alto concepto. Ahora lo sigo teniendo de su saber, de su talento, y de su virtud... pero lo he perdido de su caracter y de su prudencia al ver como V. me juzga a mi, juzga lo de Villaviciosa y lo de otras partes en que yo tengo la evidencia de que lo engañan a V.... y a V. solo — que es lo doloroso— pues no encontrará V. nadie que crea lo que V.... aunque todos se callen — porque solo yo — p or aquello de haz a otro lo que quieras que te hicieran a ti, he tomado sobre mi al escribirle estas cartas que me proporcionan con sus res­ puestas dos cosas 1.° ver confirmado lo que vale V. como virtud y humildad. 2.° ver la red que han tejido hábilmente sobre V. y la deplorable facilidad con que V. se arroja a juicios y acciones temerarias. Lo primero me da esperanza de que lo­ gre V. ver en mi santamente intencionada advertencia lo que V. debe corregir en si y si me equivoco válgame la evidencia en que lo toco y el santo fin con que se lo digo. Revillajigedo se entorno porque vió en V. afan de relegirle y deseo de herirle ensalzado a sus contrarios. N o importa obrar bien... pero merecía algo una fam ilia respetable y de orden y católica. Lo de las capellanías o cargas... es singular... según él favorece o lo hace por favorecer a la Iglesia — según V. — no. Es cosa de oir a los dos ! pero en fin confieso que a veces no está a la altura que debiera estar y es roñoso. Asi se lo he dicho 1000 veces pues asi entiendo yo la amistad. N o comprendo las amenazas que me hace V. sobre Gijón. Puede V. hacer lo que guste — no me sacará V. de mi paso — en lo que falte, de rodillas besare el culo y lamere los pies no de V., del ultimo m onaguillo...en lo que crea deba ob rar en concien­ cia... llegare a guerrear con el Papa como aconsejaba Soto... en todo procurare hacer la voluntad de Dios. Unica cosa que me importa. Pero es chistoso que me amenace V. — cuando no se yo mismo quien va a ser candidato p or Gijón. ¿Le conquisto a V. ya Gil... o las virtudes de Marina? ¡Ah P. Martínez que POLEMICA ENTRE D. A. PIDAL Y MON Y FR. R. MARTINEZ VIG IL 497 em budito tiene V. por ley \! ! ! Hago mió todo el p arrafo de su carta de V. que sigue a ese sobre la politica asturiana y le acuso a V. delante del tribunal de Dios (aunque V. diga que eso es aspaviento) p or faltar a ese programa en absoluto al que yo jamas jamas jamas falté. P o r eso rechazo lo de la politica de castas que tiene una contestación... que yo no quiero dar a V. pero que al que le sugiera estas cosas... se lo diré aunque despues le rom pa el alma — y Dios me perdone— pero no puedo mas. Respecto a lo que me dice de mi amistad uno de los dos está muy equivoca­ do. Y o siento a ratos mucho perder la de V. — y a ratos creo que no he podido merecer jam as de quien asi obra conm igo... pero V. — perderá poco porque poco valgo (sin m odestia) pero perderá el U N IC O amigo de verdad que tiene V .... el único que le defendió contra Rampolla, ilustrado sobre V. — p o r todos los de ahí, el único que le defendió contra el P. Zeferino que varias veces y a largas distancias me dijo pestes de V., el único que le ha defendido siempre. \Aqui y ahí\ y en otras partes de Nuncios, Arzobispos, Obispos, Canónigos, Curas, seglares, seño­ ras, hom bres, pues JAM AS he oido Tolle tollentem general contra ningún Obispo como he oido contra V., a amigos y ene­ migos, desde Sarri a Uria, desde Teverga a Cam posagrado, desde Revillagigedo a Clarin sin meterle otros, porque no quie­ ro delatar a nadie, pero creame V. en Cristo todo lo que se diga de M uñiz es pálido al lado de lo que se dice de V. yo no lo creo — pero eso le debe enseñar a V. a no creer fácilmente mal del próxim o y a no envanecerse con su falsa Popularidad que nada vale — pero que V. no tiene. Y o — ni a que se me haga justicia aspiro — tan poco me importa todo. Seguire M andan­ do mientras Dios me demuestre su voluntad facilitándom e el camino — porque no quiero desertar — pero a la m enor dificul­ tad — sobre todo de mis amigos, ahi queda eso y otro talle. N o me ha de faltar p or donde salir diputado y tra b a ja r para quien ni lo estima ni lo agradece. H oy p o r hoy solo el no abandonar leales amigos y no tirar por la ventana fuerzas que sirvan la causa de Dios es lo único que me detiene pues sinó ahora que estoy bien encima me brinda hasta la vanidad a dejarlo todo. Pero no piensan en Rom a como V. Al contrario. H ay notoria contradicción en lo que V. dice de que valgo y sirvo y no debo ser sustituido p or los sistemas políticos y mi politica anticatólica y de castas & & & y la tristeza de su con­ ciencia y hav más hay otro error mayusculo. Dice V. que V. seguirá siendo aclamado de los pueblos y yo no podré ir a Villaviciosa. Eso sera P. Martínez sino se truecan los frenos y hago yo el papel de V. Porque si yo aliento a sus enemigos, como V. alienta a los mios, a pesar de las Reliquias — menuda silva se llevaría V.! y en cambio si V. no ayudase a los mios, no me faltarían unos cuantos granujas que me silvaran p or dos pesetas — porque eso no falta en ninguna parte, pero no se podra decir que me silvaran los amigos del Obispo. Pero ¡co­ 498 J. L. PEREZ DE CASTRO mo entrega V. la carta! al decir de Villaviciosa donde mango­ nea un C o lu b il!! que frase y como le vende a V.! es decir que la Tia Cacica el libelo, los silvadores o silvantes no le inspiran a V. asco en Villaviciosa... lo que lo incomoda es C o lu b i= es decir el que defiende la honra y la virtud atacada — el que me defiende a mi. ¡Muchas Gracias! señor Obispo esto me da luz sobre todo. N o niego que Lobo se corriera algo... pero V. le pegó bien sus buenos deseos. En cambio los amigos le cono­ cieron a V. pronto el medio de hacer que V. hiciera solo lo que querían! «L o ha dicho L obo ». ¡Que tristeza! obrar por esos motivos! Y vamos a lo mas interesante que es el punto final. Todo lo conseguirá V. de mi menos hacerme pasar ante mi conciencia p or enturviador del agua que corre de V. a mi eso de pasar p or L obo siendo el devorado cordero jam ás, y mien­ tras tenga pulmones lo gritaría y lo grabaria a voces y gritos y con m artillo en todas partes... ¡N o faltaba mas! V. puede creer lo que quiera de mi y de todos mis amigos. V. puede hasta escomulgarme si gusta... pero lo que no puede V. hacer sin faltar a la verdad es decir que yo le he tratado a V. mal nunca ni que le he postpuesto a Barrabas. ¿Que Barrabas ni que Jesús es ese? ¿Que Cruz es esa que V. me achaca que le cuelgo? Y o me he limitado a quejarme, a decir a los que se me que­ jaban de V. que V. no me haria caso, a no molestarle con peti­ ciones que solo me habían de acarrear desaires a contestar cuando se me ha consultado sobre cosas que V. pedia y podían afectarme a mi — que se hicieran porque era justo servirle a V., aunque V. no lo haria p or mi ni p or mis amigos y si por mis enemigos — todo eso es publico desde hace mucho que V. lo hace asi — y yo no he revelado ningún secreto. Pero fuera de eso que le he hecho a V. ¿Escribirle? Si eso es asi — con­ fieso que me he equivocado, creí y sigo creyendo que una carta que es como una confesion entre V. y yo, debia ser motivo de aprecio. Y o le he agradecido a V. las suyas porque gusta uno de oir la voz sincera del amigo aunque no le convenza. Y o le escribí a V. delante de Dios no para ofenderle sino para con­ vencerle, si no lo he conseguido, no por eso puede V. decir que le ofendí y si le ofendí la retiro y le pido perdón por haberle escrito. Solo vera V. ya después de esta — si esto es asi— car­ tas de ceremonia. M as fuerte y mas duro que a V. hable y escribí al P. Zeferino y con tanta claridad hablé al Papa y asi le pedi yo a V. que me hablase a mi! ¿Que tiene que ver eso con Somió, ni con Barrabas ni con la Cruz? N o lo entiendo. Y o le he hablado a V. con el alma como amigo, como V. a mi. ¿Podemos entendernos y aclarar las cosas? Pues a ello. POLEMICA ENTRE D. A. PIDAL Y MON Y FR. R. MARTINEZ VIG IL 499 ¿N o quiere V.? Pues cada uno sigue su camino sin que de­ bam os evitarnos p or el temor de acometernos. Y o siempre he distinguido en V. el amigo particular y el Prelado, del amigo político en cuanto un prelado debe serlo de un político catolico como yo. Son dos cosas distintas. V. dirá si no [h e ] querido ser lo segundo — quiere ó no quiere seguir siendo lo primero. Y o ni hago traición a la verdad que me obliga a ser claro y esplicito al discutir amistosamente con V., ni hago traición a la gratitud y al cariño que no puedo menos de tenerle a V. a pesar de todos los pesares. N o es que tema N ada. Como N ad a ambiciono, solo temo a Dios. Es que tanto como me duele el alm a al ver muchos de sus procedimientos de V. M e duele el pensar que puedo dejar de ser amigo del antiguo P. Martínez, del O bispo que caso a Pedro y que dio el habito a M aria. Si no comprende V. esto tampoco — le compadezco mas aun. Perdónem e V. todo lo que en esta carta le nom bro, se la escribo como si me confesase, con el santo abandono de la con­ fesión, como quien habla con sinceridad a un Padre, atento solo a ser sincero y sobreentendido todo respeto y amor\ Si no a qué escribir, callaría... y me vejaría ya veria de secundar a tod os...\! ! ! ! (Y son muchos los que me han pedido los capi­ tanease contra V . ! ) en vez de mandarlos a paseo. Porque este es su capitalísimo error de V. creerse am ado de todos y a mi aborrecido cuando no se de nadie que delante o detras no le despelleje ahi y aqui. ¡Todavía recuerdo cuando lo de Sanz y Fores en Covadonga, como se le puso a V. de envidioso, de irrespetuoso y de grosero...] Y o solo le defendí a V. p or detras aunque por delante y a solas algo le dije, si lo recuerda, a V. Aun los que conceden que es V. bueno y sabio le llam an a V. ligero (d e caballería es la frase), vanidoso p or el oro y el oropel hasta en los anteojos! que no tiene V. educación hacien­ do pañuelo de los dedos. Que esta V. lleno de envidia a todos los Prelados & & que trata V. descortesmente a los curas y que se yo cuantas cosas mas. Todo esto se lo repito — como el esclavo romano al Cesar triunfador para que no se engríe... y en ello le doy una santa prueba de amistad — que no se si V. sabe apreciar. Y o en cam bio y a pesar de lo de L obo de lo de Muñiz de lo de Villaviciosa de lo de Collada, de lo de Muñiz y donde ---------- de lo de Cabanilles y de mil cosas mas, he dicho que era V. virtuosísimo porque asi lo se, sabio porque lo creo, agradable porque lo es, amigo, servicial y generoso porque lo he experimentado, de talento porque esta a la vista. Em prendedor y prestoso y celoso porque es verd ad .& & & & y no lo digo p o r adularlo sino p or no mentir delante de Dios. Porque el mal de V. fue 1.° Em peñarse en ir a Oviedo (N a ­ 500 J. L. PEREZ DE CASTRO die es profeta en su palacio; 2 .° temer que dijeran que yo iba a influir en V. 3.° En vez de mantenerse V. elevado si no que­ ría V. ser mi mentor, irse tras Canella y Guzman y Sabino y Rafael Valdes & & & & es decir detras de todos mis enemigos que solo deseaban hundirme sin ver V. que hundirme a mi era hundir al que mas bien podia hacer a la Provincia no solo en bienes materiales sino morales y cristianos. Y o no lo he pedido a V. que dirijiese ahi la política 1.° por su bien de V. y 2.° porque creía que V. me mandaría a paseo y con razón. Y o no lo he pedido a V. que hiciese de su báculo un manubrio electoral; pero si que no lo convirtiese en manu­ brio electoral contra mí — como hizo en Villaviciosa — y en Comillas y con los cuatro curas integristas que me puso en Villaviciosa & & & yo hubiera querido que V. conociéndome a mi, y sabiendo que solo buscaba la gloria de Dios — en el secreto de la confesión me hubiera ayudado dirigiéndome y alum brándom e a hacer todo lo posible por la gloria de Dios en Asturias... y yo lo hubiera hecho como hice todo (sin excep­ ción) lo que V. me ha pedido desde Estrada católico a Estrada masón, desde el Arreglo Parroquial al Cabildo. Sin excepción... pues aun de Muñiz jamas me dijo V. seriamente «quítele V .» al contrario no decia V. «a Canille jas le sirve y hace bien en te­ nerlo a su lad o » cien veces se lo oí a V. De Villa... que ahora le escandaliza a V. de Alcade, jam as me dijo V. nada y ha sido Alcalde mil veces, y asi todo. En lo de Covadonga me negué al Cabildo, me negué a D. Máximo, me negué a todos mientras no estuviese V. conforme. Me dijo V. que si Me puso en ridiculo y quede por embus­ tero con el gobierno y el Nuncio porque me enseñaron sus in­ formes de V. contrarios. Y o salve su honra de V. cuando el Episcopado. Bueno hu­ biera quedado si yo cedo y no lo es V.! Y o saqué la cara p or V. con la Reina, en el gobierno con Cánovas yo resistí a su Cabildo de V. Y o le hice testamentario del P. Zeferino porque quería que todos viesen que el gran sabio le quería a V. y creia que nece­ sitaba V. este testimonio en Asturias y le convenía en M adrid, yo le quise hacer a V. Arzobispo 3 ó 4 veces. N ad a de esto lo digo por echarle en cara fabores. N o soy tan ruin ni miserable. Sino para rechazar sus injustísimas acu­ saciones de V. En resumen. M i conciencia me dice que yo no me he podido portar me­ jo r con V. y que V. (salvo algunas cosas que rendidisimamente y en el alma le agradezco, no se ha podido portar peor conmi­ go como Obispo de Asturias no como amigo particular que en todo lo particular me quedo muy p or debajo de V. Dos ve­ ces he reñido con V. para siempre y he vuelto a ser su amigo. POLEMICA ENTRE D. A. PIDAL Y MON Y FR. R. MARTINEZ VIG IL 501 M il veces he estado a punto de rom per — y me he dom inado sangrándome el corazon. Varias cartas le he escrito unas soberbias e iracundas, lo confieso (y p o r eso las rom pí) y otras humildes y suplicantes y tampoco fueron....hasta que la ultima de V. unido [ a ] varias cosas que tocaba yo aquellos dias y a profundos disgustos de todo genero con que Dios me prueba am argamente estos dias me hicieron escribirle como si delante de Dios y tratando solo verdad, sin ira en el corazon ni mas sentimiento que el amor a la justicia, estuviese hablando con V. Su carta de V. me edificó p or lo serena y a no clam ar los hechos con tan alta voz me hubiera dado p or convencido. Y a lo sabe V. todo y crea V. que aunque aunque no se re­ media Nada es un consuelo este desahogo para mi. V. vera si quiere que lo dispensemos todo y hagam os nueva vida o si convencido de que yo soy un ser... desdichado prefie­ re V. dejarm e entregado a mi propia miseria. Porque asi como en lo que V. me demuestra que tiene ra­ zón no reconoceré límites a mi arrepentimiento, en lo que vea yo que sigue V. apasionado, jam ás conseguirá que llame al mal bien — ni bien al mal. Suyo ex corde Alejandro. Pese a la crudeza del texto epistolar con que Pidal pretende hacer reaccionar y reflexionar a Martínez Vigil no llegaron a rom ­ per definitivamente su trato, bien haya sido p or m ero decoro o porque en efecto les ataban íntimamente conmemoraciones fam i­ liares como la toma de hábito de M aría Pidal, que don Alejandro tanto le evoca en ocasiones similares (15). Lo cierto es que, pese a la presente carta, su trato continuó, como lo demuestran otras posteriores de Pidal; si bien a raíz de la transcrita debieron de estar algún tiempo suspendidas sus relaciones, pues hasta 1903 el obispo no vuelve a escribir referencias acerca de don Alejandro en sus M em orias (16). La última la anotó el 27 de mayo de 1904, año en que, tres meses más tarde, el prelado fue encontrado m uerto sobre su cama en el palacio de verano de la mitra, en Somió. Un fam iliar suyo, testigo presencial de las últimas horas del prelado, comenta: «L a noticia de su muerte cundió por Som ió y llegó a Gijón en breves m om entos». «Caliente todavía el cadáver, se presentó en la casa el señor don Alejandro Pidal y Mon. N os parece todavía verle con aquella barb a (15) Vid.: sobre este acontecimiento social, “L a Epoca”, del 20-VIII-1894. (16) Fr. Ramón continuó anotando en sus “Memorias” (fols. 45, 46, 61 y 62) las ocasiones en que trató a Pidal. 502 J. L. PEREZ DE CASTRO venerable, procer su figura, sentarse como rendido por el dolor en uno de los divanes que había en la entrada del palacio. Con la frente entre las manos y sin decir palabra, le hemos visto algunos momentos reflexivo; y levantándose luego, con aquella su palabra siempre elocuente y persuasiva, brotó de sus labios aquella misma frase que le inspiró un día en mem orable discurso la vista de la carroza funeral que conducía los restos del insigne Cánovas: sic transit gloria m u nd i...» (17). Al sucederle en la diócesis el reverendo Francisco Baztán y Urniza no parece intervenir en la política pidalina como su antecesor durante los nueve años más en que don Alejandro continuó ejer­ ciendo su liderazgo, hasta su fallecimiento en 1913; pues no obs­ tante contar la oposición con la m ayor opinión del concejo, no lograron derrotarle, ni sustituir en la alcaldía a los Cabanilles. Pero muerto el gran cacique, cambió p or completo el panoram a político de Villaviciosa y comenzaron a tener la representación parlam entaria otros destacados nombres como don N ican or de las Alas Pumariño, don José Rodríguez y algunos izquierdistas adictos a M elquíades Alvarez (18). Sirva pues la carta transcrita para m ejor conocer, además de los entresijos de la política asturiana durante la Restauración de la M onarquía (19), el carácter de una de las personalidades «m ás (17) Am aro A l o n s o C a m p a l : Fray Ramón Martínez Vigil. Memorias de un familiar suyo, en “Covadonga”, 7-IX-1926, núm. 101, p. 707. (18) A.° L ó p e z O l i v e r o s . Ob. cit., págs. 47 y 48; señala que Melquíades Alvarez, surgido de entre los republicanos de la Universidad de Oviedo para luchar contra el caciquismo pidalino. fue quien reemplazó a Pidal en la repre­ sentación de la política en Asturias y llegó a ser, una vez en la cima, otro gran cacique. Del tránsito sufrido por la política en Asturias a la muerte de Pidal da noticia C a n e l l a : Representación..., p. L X X X IX . (19) Sobre esta etapa de la historia de Asturias, consúltese: G a r c í a S a n M i g u e l , L . : De la sociedad aristocrática a la sociedad indus­ trial en la España del siglo XI X, Madrid, 1973, cap. IV : “Las fuerzas políticas durante la restauración”, págs. 195-206. G i r ó n y G a r r o t e , J .: La restauración ( 1875-1923), en “Asturias contempo­ ránea, 1808-1975. Síntesis histórica. Textos y documentos”, Madrid, 1981, págs. 75-102. G i r ó n y G a r r o t e , J .: Los partidos políticos y las elecciones ( 1875-1902), en la “Historia General de Asturias”, tomo IV, siglo X IX , Gijón, s/a, cap. 14, págs. 209-224. Así como su espléndida tesis doctoral, aún inédita: Elecciones y partidos políticos en Asturias, que mereció el premio Juan Uría, de investi­ gación. G o nzález Muñiz, M .A .: Asturias durante la Restauración ( 1874-1916), en POLEMICA ENTRE D. A. PIDAL Y MON Y FR. R. MARTINEZ VIG IL 503 descollantes y más discutidas» de la España de entonces, en la que surge precisamente como tipo más representativo de su régimen político el cacique y en la que se abre para España, como señaló M arañón, la era del provincianismo, que impregna todo el cuerpo social ( 2 0 ). G U IA B IB L IO G R A F IC A A) Sobre don A l e j a n d r o P id a l y M o n , y prescindiendo de las obras que tra­ tan sobre La Restauración, porque sería abrumador relacionarlas, véase: S u a r e z , C .: Escritores y artistas asturianos. Indice biobibliográfico, tomo VI, Oviedo, 1957, págs. 226-238. A las referencias bibliográficas que sobre él cita, pueden añadirse: A n o n i m o : Don Alejandro Pidal en la Asociación de la Prensa. El verdadero retrato de Cervantes, “L a Epoca”, Madrid, 16-1-1912. A n o n i m o : Asturias en las Cortes. Sesión celebrada por el Congreso de los Diputados el 25 del mes corriente. Discursos pronunciados con motivo del fallecimiento del Excmo. Sr. D. Alejandro Pidal y Mon, “El Correo de As­ turias”, octubre, 1913. ^ z o r i n : Recuadro de Alejandro Pidal, en “A B C ”, M a d r id , 27-IV-1960, p. 47. B e d r i ñ a n a y M a r t í n e z , M . : Oración fúnebre en memoria del Excmo. Sr. Don Alejandro Pidal y Mon, pronunciada en la iglesia de N a Sa de Guadalupe (E l Buen Tono), en la ciudad de México, el día 20 de diciembre de 1913 por el señor cura don ...... . M é x ic o , 1914, 27 págs. la “Historia de Asturias. Edad contemporánea. I. De la caída del antiguo ré­ gimen a la guerra civil”, Vitoria, s/a, págs. 130-159. M e l ó n F e r n a n d e z , S . : Universidad y cultura durante la Restauración (18751902), en la “Historia General de Asturias”, tomo IV, siglo X IX , Gijón, s/a, cap. 16, págs. 241-256. Ruiz, D . : La política y los políticos de la Restauración, en “Asturias con­ temporánea (1808-1936)”, págs. 32-39. (20) Sobre la figura y tipología del cacique, que encarnaba en esta época con singular carácter don Alejandro Pidal, consúltese: M . T u ñ o n d e L a r a : El caciquismo y su poder, en “L a España del siglo X I X ”, tomo II, Barcelona, 1976, págs. 44-47. Con independencia de la numerosa bibliografía general que existe sobre el tema, pero precisamente por su influencia en lo provinciano, no debe prescindirse para comprender aquel fenómeno de los numerosos “mo­ nos” o deseños con pé realizados por Castelao, el gran dibujante y humorista gallego, sobre el cacique. Para el proceso del caciquismo en Asturias resultan muy provechosas, pe­ se a su hipercrítica, las denuncias e informaciones de “Clarín”, que pueden consultarse en Y ván L i s s o r g u e s : Ob. cit., tomo I, págs. 22 a 33; y el resumen de C a n e l l a : Representación... cit., págs. X C IX a C I ; así como el trabajo de G a r c í a S a n M i g u e l : De la sociedad... cit.; y las mencionadas novelas de Pé­ rez de Ayala. 504 J. L. PEREZ DE CASTRO C a b a l , C . : El orbayu, en “ D e l fo lk lo re d e A s t u r ia s . C u en tos, le y e n d a s y t r a d i­ cio n e s” , s/f., s/1., p á gs. 3 y 4. C a n a l s , S . : Asturias, información sobre su presente estado moral y material, con una carta-prólogo de don Alejandro Pidal, Madrid, 1900, págs. 140-141 y 143. C a n e l l a , F . : Representación asturiana, administrativa y política desde 1808 a 1915, en la Diputación Provincial de Oviedo, Congreso de los Diputados, Se­ nado y otras instituciones, Oviedo, 1915-1916, págs. L X V III y ss., L X X X V II y ss., X C III, CVIII, 135, 137 a 151 y 177. Id. : Caciquismo y elecciones, en el “Almanaque de El Carbayón”. Oviedo, 1890, págs. 67-74. C a s t e l l a n o s C u e s t a , M .: Pidal y Mon, A., en la “Gran Enciclopedia Asturia­ na”, tomo 11, págs. 251 y 252. F e r n a n d e z A l m a g r o , M .: Don Alejandro Pidal a los cincuenta años de su muerte, en “A B C ”, Madrid, 21-X-1963. F e r n a n d e z A l m a g r o , M .: Cánovas. Su vida y su política, Madrid, 1951, capí­ tulos X y XII. G a r c ía S a n M i g u e l , L . : De la sociedad aristocrática a la sociedad industrial, en “L a España del siglo X IX ”, Madrid, 1973, págs. 201-202. G e r a r d , R.P. Fr. Pedro: Oración fúnebre del Excmo. Sr. D. Alejandro Pidal y Mon, pronunciada ...... en las solemnes exequias celebradas por la Real Academia Española, el 19 de noviembre de 1913, Madrid, 1913, 21 págs. Juan F e r n a n d e z [E.M. Glez. del V a lle ]: Literatura progresista. Escritos polí­ ticos, Barcelona, 1900, págs. 57-71. L i s s o r g u e s , Y . : Clarín político, Toulouse, 1981, tomo I, págs. X X IX , X X X III, 19, 25, 26, 28, 29, 31, 37, 83, 288, 312 y 358; tomo II, págs. 51, 62 y 80. L ó p e z O l i v e r o s , A : Asturias en el resurgimiento español ( Apuntes históricos y biográficos), 1935, págs. 45-48. M a u r a , A .: Discurso, en “Sesión en la Academia Española en memoria de don Alejandro y don Luis Pidal y Mon”, en “L a Epoca”, Madrid, 27-XII-1913. M o n t e r o , C. d e : Biografías de hombres célebres, tom o II, M a d r id , 1916, p. 381. O c h o a , J .: Pidalogía, en “El Liberal Asturiano”, 13-111-1891. P r i e t o , R .: Asturianos ilustres, en “La Esfera”, Madrid, julio, 1918. Rico y A m a t , J .: El libro de los diputados y senadores. Juicios críticos de los oradores más notables desde las Cortes de Cádiz hasta nuestros días..., to­ mo II, Madrid, 1865, págs. 331-341. Ruiz, D.: Alejandro Pidal o el posibilismo católico de la restauración, posicio­ nes doctrinales y prácticas políticas, en el “Boletín del Instituto de Estu­ dios Asturianos”, Oviedo, 1969, núm. 67, págs. 203-221. Ruiz, D . : Asturias contemporánea, Madrid, 1975, págs. 34-36. S e g o v i a , Angel M aría: Figuras y figurones. Biografías de los hombres que más figuran actualmente en España..., Madrid, 1878, tomo II, págs. 449-468. S e r i s , H .: Nuevo ensayo de libros raros y curiosos, tomo I, págs. 116, 117 y 119. V a r i o s : ...... en “Nosotros”, número dedicado a la memoria de don Alejandro Pidal y Mon. Oviedo, 22-X-1913, núm. 59. V a r i o s : ...... en la “Historia General de Asturias”, tomo IX, siglo X IX , Gijón, s/a, págs. 102, 106, 118-120, 123, 125-128, 143, 154, 205, 211-213, 218-220, 222, 223, 243, 244 y 245. V a r i o s : ...... en los periódicos “El Carbayón”, “El Comercio”, “Avance”, “El Correo de Asturias”, etc. POLEMICA ENTRE D. A. PIDAL Y MON Y FR. R. MARTINEZ VIG IL B) 505 Sobre Fr. R a m ó n M a r t í n e z V i g i l , véase: S u a r e z , C . : Escritores..., cit., tomo V, Oviedo, 1956, págs. 219-229. A esta obra y a las referencias que ya publiqué en: J.L. P e r e z de C a s t r o : Contribu­ ción al catálogo bibliográfico, periodístico y oratorio de Fr. Ramón Martínez Vigil ( “Bol. del Instituto de Estudios Asturianos”, 1961, núm. 42; y 1966, núm. 59), pueden añadirse las siguientes: A l o n s o C a m p a l , A . : Fr. Ramón Martínez Vigil. Memorias de un familiar suyo, en “Covadonga”, 7-IX-1926, núm. 101, págs. 706-709. A l o n s o , A : Fr. Ramón Martínez Vigil, conde de Noreña, en “Fiestas del EcceHomo”, Noreña, 1958.— Oviedo, 1958. A l v a r e z S á n c h e z , M .: Avilés. Leyendas. Apuntes de novela. Anécdotas. Hijos ilustres. Curiosidades históricas, Madrid, 1927, p. 306. A n o n i m o : Sermón de caridad a favor de las misiones africanas, en “La Fe”, Madrid, 13-V-1880, p. 2. A n o n i m o : Crónica vigiliana, en “L a Igualdad”, Madrid, 18-V-1880, núm. 22, p. 2. A n o n i m o : El Excmo. Sr. Fr. Ramón Martínez Vigil, en “El Porvenir de Laviana”, 1-III-1891, núm. 11. A n o n i m o : La santa visita pastoral de estos arciprestazgos, en “El Mediodía de Asturias”, 15-V-1894. A n o n i m o : Bendición de la iglesia de Bustiello, en “La Opinión de Asturias”, 13-X-1894, núm. 498. A n o n i m o : Acabemos, en “L a C ru z d e la V ic t o r ia ” , O v ie d o , 21-11-1900, nú m . 4. A n o n i m o : Martínez Vigil, Fr. Ramón, en la “Gran Enciclopedia Asturiana”, tomo 9, p. 253. A r a m b u r u , F .: Batallón del Principado, en la “Gran Enciclopedia Asturiana”, tomo 2, págs. 292 y 294. A r b o l e y a , M .: Apuntes autobiográficos, publicados por Salvador Blanco Piñán en el “Boletín del Instituto de Estudios Asturianos”, Oviedo, 1971, núm. 72, págs. 50, 56 y 58. A r b o l e y a M a r t í n e z , M . : Sobre el tradicionalismo político (Cartas de un obis­ po español y un personaje carlista), M a d r id , 1910, 37 págs. B e n a v id e s , D . : El fracaso social del catolicismo español. Arboleya Martínez ( 1870-1951), Barcelona, 1973, págs. 19, 21, 24, 25 y 42. B l a n c o P i ñ a n , S .: V i d . : A r b o le y a , M . C a n e l l a , F .: Representación asturiana, administrativa y política desde 1808 a 1915 en la Diputación Provincial de Oviedo, Congreso de los Diputados, Senado y otras instituciones, Oviedo, 1915-1916, págs. C X I I , 175 y 178. E l a d io [G . J o v e ]: Iglesia parroquial de Laviana, en “el Correo de Asturias”, Oviedo, 21-VTI-1895. F e r n a n d e z A v e l l o , M .: El fomento de Asturias y la Cruz de la Victoria, en el “Boletín del Instituto de Estudios Asturianos”, Oviedo, 1963, núm. X L V III, págs. 94 y 95. F e r n a n d e z - A r i a s C a m p o a m o r , J .: Una parroquia de erección difícil, en el “Bo­ letín del Instituto de Estudios Asturias”, Oviedo, 1972, núm. 75. F e r n a n d e z d e M i r a n d a , A . : Historia de una comarca asturiana. Grado y su concejo, Madrid, 1907, p. 76. G a r c í a J o v e , E. : Excmo. e limo. Dr. Don Fr. Ramón Martínez Vigil, en “La ­ viana”, núm. extraordinario de 13-V-1899. 506 J. L. PEREZ DE CASTRO G a r c ía T e i j e i r o , M .: Vid: M.K.G.X.T.Z. G a r r a l d a G a r c í a , A .: Avilés, su fe y sus obras, Avilés, 1970, págs. 85, 88, 147, 148, 167, 314, 316 y 334. N i e t o , V . : La masonería en Asturias en el S. XI X, Oviedo, 1985, págs. 121-124, 167 y 194. J o v e y B r a v o , R . : El Excmo. P. Martínez Vigil, obispo de Oviedo, en “Covadonga”, 6-VIIM918, núm. 13. M.K.G.X.T.Z.: Algo para la historia de Figueras de Asturias, Luarca, 1895, págs. 39-46. M a r t í n e z , C .: Historia de Asturias, Gijón, 1969, págs. 338-340. M a r t í n e z C a c h e r o , J . M . : Oviedo en dos novelas del siglo XI X, en el “Boletín del Instituto de Estudios Asturianos”, 1961, núm. X L III, págs. 388 y 389 M o n t e C u e s t a , H .: Apuntes sobre Noreña, Oviedo, 1960, págs. 122-124. P e r e z d e A y a l a , R .: Belarmino y Apolonio (Edic. Cátedra), 1978, págs. 156, 221 y ss., 224 y ss. P e r e z de C a s t r o , J.L .: Epistolario de “Clarín” y Fr. Ramón Martínez Vigil, inserto en el libro de Marino G ó m e z S a n t o s : Leopoldo Alas, “Clarín”, Oviedo, 152, págs. 151-176. P e r e z de C a s t r o , J .L .: Angustia espiritual del cardenal Fr. Zeferino. I : La Enfermedad, en el “Boletín del Instituto de Estudios Asturianos”, 1956, núm. 29, págs. 383-404. II: La muerte, en ibíd., 1957, núm. 31, págs. 297-314. P e r e z de C a s t r o , J .L .: Las honras fúnebres al cardenal Fr. Zeferino Gonzá­ lez, O.P., en ibíd., 1970, núm. L X IX , págs. 29-60. P e r e z F e r r e r o , M . : Ramón Pérez de Ayala, Guadarrama, 1973, p á gs. 70 y 71. P o s a d a , A. [Glez. d e ] : Fragmentos de mis memorias, Oviedo, 1983, págs. 218 y 219. P r i e t o , R .: Nuestro prelado, en “La Opinión de Asturias”, 2KVI-1896, núm. 1.003. (Extracto del publicado en Asturias, Madrid, l-IV-1892, núm. 88). R e d a c c ió n (L i a ): A Fr. Ramón, obispo de Oviedo, en “L a Región Asturiana”, noviembre de 1892. U n M e r e n s e : Hombres ilustres, en “N a Sa la Virgen de la Cabeza”, mayo, 1975, Oviedo, 1975 (con fascisímil de su partida bautismal). U r q u i j o , Felipe de: Oradores sagrados, el muy Rvdo. P. Fr. Ramón Martínez Vigil, en “L a Fe”, Madrid, 20-VIII-1879, núm. 792. V a q u e r o I g l e s i a s , J.A.: Escuela e iglesia en la etapa de la Restauración: El pensamiento del obispo Fr. R. Martínez Vigil sobre la libertad de ense­ ñanza, en “Aula Abierta”, Oviedo, diciembre de 1984, núms. 41 y 42, págs. 197-216. V a rio s : Historia general de Asturias, tomo IV, siglo X IX , Gijón, s/a, págs. 232, 245 y 256. H id a l g o NUEVAS OBRAS Y ESCRITOS DEL PINTOR JOSE ROBLES J o s é T o l iv a r M ig u e l F aes S u a r e z-C a n to n Cuando en 1984 dábam os a conocer la vida y obra del pintor José Robles (1 ) abrigábam os la esperanza de que aquel libro esti­ mulase la catalogación de nuevos cuadros así como la aportación de noticias que nosotros no habíamos llegado a conocer. Y, efecti­ vamente, unos y otras han aparecido ya en cantidad que viene a justificar la publicación del presente trabajo. Los nuevos cuadros, unos cincuenta, que catalogaremos al final, fueron localizados en colecciones diferentes de dentro y fuera de Asturias, pero las noticias tienen su casi exclusivo origen en el epistolario (2 ) que el pintor dirigió a don Nicolás Suárez-Cantón entre los años 1867 y 1878. Este epistolario, que los herederos del ilustre hom bre público (3 ) conservan en Cangas del Narcea, con- (1) José Robles, pintor de Asturias, por J. Tolivar, 186 págs. más láminas, ID E A, Oviedo, 1984. (2) Del epistolario proceden también las noticias de bastantes de las pin­ turas que catalogamos al final de este trabajo, pinturas que en muchos casos probablemente no habrán llegado a realizarse pero que en otros sí habrán sido realizadas y podrán ser localizadas y atribuidas a su autor. No conocemos las cartas de don Nicolás a Robles, pero en las de éste ha quedado la nota de haber sido contestadas prácticamente todas a vuelta de correo. (3) Don Nicolás Suárez-Cantón y Alvarez (* Burgos, 1815; f Cangas de Tineo, 1878), hijo de don Nicolás Suárez-Cantón y González-Alberu, que, siendo oficial de la Contaduría del Ejército del Norte, casó en Burgos con doña Ma­ ría Luisa Alvarez, vino a Asturias a la edad de siete años. De aquí era su padre y aquí quedó vinculado para siempre, entre otras razones, por haberse casado con doña Lucía Uría y Riego, hermana del ilustre don José cuyo nom­ bre lleva la famosa calle ovetense. Fue alumno de nuestra Universidad, fun­ cionario de la Diputación, alférez del Ejército, amigo de don José Caveda y Nava, profesor de Literatura en Pontevedra, Inspector General de Ferrocarri­ les, Consejero Regio de Agricultura, Director General de Correos, Subsecreta­ rio de Gobernación, Diputado a Cortes por Cangas (1862-65) y por Avilés JOSE TOLIVAR FAES Y MIGUEL SUAREZ-CANTON 508 tiene treinta y ocho cartas de Robles que vienen a ilum inar preci­ samente los diez años de la vida del artista anteriores al de 1877 en que p or prim era vez le veíamos relacionado con Asturias (4). Esas cartas, que a continuación resumiremos tomando sólo los párrafos que creemos más sustanciosos y corrigiendo en ocasiones su defectuosa puntuación y ortografía, son testimonio de la venida del pintor a Asturias ya en 1867; de sus prim eros viajes p or San­ tander, Bilbao, Francia y Andalucía; de los medios de locomoción que empleó; de su eterno temperamento bohemio, inconstante, iluso y afectuoso; de su pereza innata; de muchas de sus obras proyectadas y de algunas realizadas; de su propia fam ilia; de su salud precaria y de la de su primera esposa; de sus frustradas opo­ siciones; de su tambaleante economía; de los personajes para los que trabajó (su «p rim er adquiriente» fue, precisamente, don N ico­ lás Suárez-Cantón); de sus relaciones con una veintena de otras importantes personalidades, entre las que se encuentran escritores o artistas como Pereda, Palmaroli, Contreras, Hispaleto, Fortuny y, sobre todo, Tam berlick; de los encargos y de la fam ilia y amis­ tades de su protector y prim er amigo asturiano Suárez-Cantón; de los varios domicilios que sucesivamente tuvo en M adrid; de su malísima ortografía, tanto en español como en francés, lo que es indicio de que en su juventud era todavía escasa la instrucción que poseía; de cómo ésta fue en continuo progreso; de los curiosos regalos que hacía o recibía del citado procer asturiano; de cierto interminable retrato que a éste prometió hacer de una hija falleci(1865). Conocedor de varios idiomas, fue poeta, dibujante, pintor y colaborador de “El Faro Asturiano”, “Revista de Asturias” y “L a Ilustración Gallega y Asturiana”. Formó parte del jurado calificador de la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1860 (a la cual ya acudió Robles con un retrato cuando tenía 17 ó 18 años) y de la de Oviedo de 1875. Fue miembro de la S.E.A.P., de la Comisión Provincial de Monumentos y de otras instituciones culturales. A las referencias bio-bibliográficas citadas por “Españolito” debemos añadir, por­ que acaso sea la mejor, la nota biográfica publica por ’’Eugenia Astur” en “L a Voz de Asturias” de 6-VTI-1930 y la traducción en verso de un soneto de Vittorelli que recoge la “Revista de Asturias” de 5-V-1879. (4) De 1877 era el primer cuadro asturiano que le conocíamos: Casita con corredor y ropa tendida, acuarela dedicada “A mi querido amigo R. Jove” ; pero, como veremos, su labor en Asturias se inicia ya en 1867, y se inicia con una extraordinaria actividad, pues en el mes escaso que permaneció en Can­ gas, además de familiarizarse con nuestros paisajes, pintó, al menos, cuatro retratos: el grande de don Nicolás, el de la esposa de éste, el de su hija María y el de su sobrina Esperanza. Ello es una prueba más de la gran facilidad con que ejecutaba sus obras, de primera intención, sin apenas tener que co­ rregir nunca el dibujo ni el color. Detalle del gran retrato de don Nicolás Suárez-Cantón en traje de caza. Esta obra, de 1867, es, muy probablemente, la primera de las muchas que Robles llegaría a realizar en Asturias. Fotografía de Robles a la edad de 25 años. Luce sobre el chaleco la flamante cadena de reloj a la que se refiere en cartas de 2 y 9 octubre 1867. * NUEVAS OBRAS Y ESCRITOS DEL PINTOR JOSE ROBLES 509 da; de algunos pareceres políticos; de cómo, p o r el año 1871, dice haber realizado en Jerez de la Frontera no menos de treinta retra­ tos; de precios; de hace ción del muchas curiosas mercancías y de sus no menos curiosos de algunos ambientes y costumbres de aquella Asturias ciento veinte años y, sobre todo, de la temprana adm ira­ pintor p o r esta región. Pero, antes de resum ir esas cartas, es oportuno recordar aquí, en relación al Robles escritor, que a los treinta y tantos artículos periodísticos de que dimos cuenta en José Robles, pintor de Astu­ rias (págs. 107-135) hay que añadir el titulado Película retrospectiva, que firm a en M uros en octubre de 1910 y publica en «C rónica de Asturias» (H ab an a, 12-XI-1910) pocas semanas antes de su muerte. Rem em ora en él, como en «herm osa película de cine», las gratas impresiones que recibió de Asturias. N o olvida su inicial tem or de que esta Suiza española fuese sólo una copia de los manidos cro­ mos de la libre Helvecia; pero, añade, «D on Nicolás Suárez-Cantón, hom bre de gran talento y depurado gusto, me pintó su tierrina de muy distinta manera, y para que pudiera conocerla, se empeñó en que viniese a pasar unos días en su casa de Cangas de Tineo». Con Suárez-Cantón empezó Robles a ser asturiano. Al final de su vida se complace el pintor en recordarlo. Fue, sin duda, este artículo su último canto a nuestra tierra: La belleza de Asturias, dice, se apre­ cia más cuanto más se la contempla. Aquí pasa lo contrario que con la Rom a veduta... Y para que nadie olvide esa gran admiración suya, quiere dejar recuerdo (tal vez sintiéndose m o rir) de que, ins­ pirado p or el encanto de Asturias, él ha pintado infinidad de cua­ dros y ha escrito más que el Tostado. Después, quebrando con hum or la solemnidad de esa que va a ser su última declaración de amor, afirm ará rotundamente: «S o y el madrileño más asturiano que ha nacido, doy quince y raya a Fermín Canella». Veam os ahora, en las treinta y ocho cartas que hemos extrac­ tado (5), cómo ese am or p or Asturias, que iba a acom pañarle hasta la muerte, se había cimentado en él hacía más de cuarenta y tres años: (5) Para simplificar la referencia a esas cartas, una vez puestas por or­ den cronológico, las hemos numerado correlativamente. JOSE TOLIVAR FAES Y MIGUEL SUAREZ-CANTON 510 E P I S T O L A R I O 1 M adrid, 20 julio 1867.— ...yo sigo bien pero cada vez más del­ gado, tanto que estoy trabajando como un negro para concluir lo más preciso y marcharme en seguida a incom odar a Vds. unos días... del asunto que V. tuvo la bondad de encargarse está com­ pletamente terminado y ayer trajo el Sr. Mesa el documento que así lo acredita... su nom bre de usted va unido a dos épocas que serán imperecederas en mi memoria y en mi corazón... L a cabecita de la Virgen ( 6 ) la tiene el carpintero del M useo... me la lim piarán y pondrán en estado de restaurar, les he dado prisa y creo podré llevársela a V. cuando yo vaya. 2 [M a d r id ] 31 julio 1867.— ...pienso salir el sábado 3 de agosto... permaneceré en León un par de días con un amigo de la infancia que es catedrático del Instituto, y en seguida iré a Cangas... La cabecita de la Virgen está engatillada divinamente... no ha de estar lim pia hasta el día ocho y para ese día ya estaré yo en esa... he adelantado el viaje porque está el E m bajad o r inglés en La G ranja y de no hacerlo ahora me sería imposible más tarde... Excuso de­ cirle que llevaré con el m ayor cuidado el p ájaro y empaquetaré la jaula lo m ejor que pueda. 3 Oviedo, 6 agosto 1867.— ...hoy a las cuatro de la m añana he llegado a esta capital... [c re í] que saldría coche para esa inmediato a la llegada de la diligencia (7 ) pero no es así... tengo que hacer una visita en Avilés y al mismo tiempo quiero ver el m a r... perm a­ neceré en dicho punto un p ar de días... puede contestar en casa de D. Francisco Grajera, calle Oscura n.° 13, donde he tenido que incom odar aunque sólo sea para que tengan el pajarito y la jaula con el cofre mientras yo voy a Avilés, me he acordado de su amistad de V. con el Sr. G rajera ( 8 )... son las seis y a las siete sale la dili­ gencia de Avilés... (6) V er nota 16. (7) Hasta 1884 no llegaría a haber comunicación por ferrocarril entre Oviedo y León. (8) Aunque con mucha probabilidad es hermano del célebre escultor José NUEVAS OBRAS Y ESCRITOS DEL PINTOR JOSE ROBLES 511 4 Oviedo, 4 [S e p t.] 1867.— ...son las diez de la noche, he llegado sin novedad a las ocho... [Después de cen ar] fui a visitar al Sr. Suárez Solís, el cual no solamente reconoce el crédito sinó que me hace que me quede en su casa el poco o mucho tiempo que perm a­ nezca en ésta. Es pues, como yo suponía, innecesaria su carta para el Sr. Prado... para acordarm e de usted a todas horas bastaba el recordar el sin igual cariño con que he sido tratado en esa p or todos... sin que fuese preciso el lindo obsequio que V. me ha he­ cho... [H a sido usted] para mí un padre cariñoso y un am igo cual ninguno desde el principio de nuestras relaciones y m uy particu­ larmente desde su venida a M adrid... dé usted mil afectos a su señora... [S a lu d o s para otras personas de la casa con besos e inin­ teligibles expresiones de jerga infantil para los niños]. 5 [G ijó n , 8 Sept. 1867].— Estoy en Gijón y mañana parto para B ilbao en el vapor «A d o lfo »... vi todo lo notable, incluso el teatrito, que es lindísim o (9 )... vine p or Berrón y después p or el ferroca­ rril (10)... [A y e r ] volví a Oviedo y esta mañana vi Santa M aría de N aranco y San M iguel de Lino (11)... hoy a las cuatro he vuelto a Gijón, estoy en la Fonda Francesa de Mme. Garreau... 6 [B ilb a o ] 9 Sept. 1867.— ...he llegado a las diez de la m añana a esta lindísima villa de B ilbao después de veinticuatro horas de na­ vegación... he tenido un gran mareo, p or lo demás el viaje es deli­ cioso... he visto anochecer y amanecer... y a pesar de todas estas bellezas no será fácil que me vuelva a embarcar. Se pasa un rato endiablado. [S a lg o ] esta misma tarde a las tres y media a M adrid. Dé usted mil afectos a su familia. Grajera y Herboso (1818-1897) desconocemos más datos de este don Francisco como desconocemos los relativos a algunos otros amigos ovetenses de don Ni­ colás Suárez Cantón que se mencionan en este epistolario, tales como los señores Suárez Solís y Goy. (9) Se refiere al Teatro Jovellanos, inaugurado en 1853. (10) El ferrocarril Gijón-Langreo, que pasa por El Berrón, ya funcionaba desde el año anterior. Su primer tramo había sido inaugurado en 1852. (11) El 10-VII-1884 repetirá Robles la visita a los monumentos del Naran­ co acompañado de los pintores Marín y Plasencia (José Robles, p. 118). JOSE TOLIVAR FAES Y MIGUEL SUAREZ-CANTON 512 7 [M a d r id ] viernes, 13 Sept. 1867.— ...llegué a ésta el miércoles en el exprés... me encontré su carta... toda la fam ilia está buena y me da para usted las gracias... el reloj ha gustado mucho... en el M useo le conocen a usted ya como entusiasta p or el arte. [H e en­ cargado ] los marcos, que creo gustarán a usted... [D e ] las panas ya le envío a V. muestras conforme convinimos; el ancho es un metro y su precio de 40 a 50 reales vellón... Uno de estos días pa­ saré p or casa del Sr. Rosado (12) para que, según usted me dijo, me dé dinero y poder ir comprando los demás encargos... E l Teatrito se lo enviaré a usted con lo prim ero... [E s to y ] trabajando como un desesperado para el inglés, el cual aún no ha vuelto de La G ran ja (14)... mi viaje ha sido completamente feliz y desde que salí hasta mi regreso a ésta han sido de los días más felices de mi vida. 8 [M a d r id ] 17 Sept. 1867.— ...del paisaje que el día once vio usted en Trubia no se puede dar en menos palabras una descripción más bellísim a... [T am bién yo tuve e l] sentimiento de no poder robar a la naturaleza parte de los lindísimos panoram as que en mi estan­ cia en Asturias he adm irado... [S i juntos estudiásemos esos paisa­ je s ] nos servirían, a mí de inmenso capital para mi carrera, a usted de nuevos lauros que añadir a su ya célebre nom bre como hom bre político y literato... Y a he comprado todos los encargos excepto la pana... la cajita de acuarela es posible que pueda com prarla aquí... p or un espejo negro me piden tres duros... he com prado el álbum de acuarela, magnífico, una colección de colores completa, todos alemanes, un frasco de blanco para la acuarela (está prepa­ rado de una manera que los toques que con él se dan quedan tan brillantes como los del papel, conviene, sin em bargo, no abusar), un frasquito de hiel de vaca para dar jugo al color (se echa una (12) El señor Rosado, tantas veces mencionado, parece que era el admi­ nistrador o depositario de fondos del señor Suárez Cantón en Madrid. (13) El Teatrito parece ser un juguete bueno, aunque algo destartalado, que Robles conservaba amorosamente desde su niñez. Durante su estancia en Cangas se lo habría prometido a los niños de don Nicolás. Ver nota 19. (14) El 31-VII-87 decía adelantar su viaje aprovechando que el embaja­ dor inglés estaba en L a Granja. Desconocemos cuáles fueron los trabajos que Robles efectuó para él. El l-XI-1867 escribirá que el embajador le está debien­ do cerca de seis mil reales. NICOLÁS SUÁREZ-CANTÓN ÓLEO DE J. ROBLES (Cangas de Tineo) 1867 LU C IA URÍA Y RIEGO ÓLEO POR J. ROBLES (Cangas de Tineo) 1867 NUEVAS OBRAS Y ESCRITOS DEL PINTOR JOSE ROBLES 513 gotita en cada pastilla al empezar a usarlas). Estos frasquitos se los he visto usar a Fontuny, que es el m ejor acuarelista del mun­ do... una arroba de bujías... el papel es de la misma clase que en el que escribo... H e com prado cien sobres... dos pares de quevedos del n.° 20... [E l óptico] me ha aconsejado que lleve del 20... una caja de gomas que tiene doce docenas... carboncillo inglés, clarión, tela para pintar... pinceles (15)... El Teatrito mañana lo em paque­ taré. L a cabecita no sé nada por estar Argandona (16) en los baños de Alham a... los marcos los están haciendo... estuve en casa del Sr. Rosado y tomé mil reales... dicho caballero me da expresiones para usted, y las recibirá [tam bién ] de mi fam ilia y en particular de M icaela (17) y mías para D.a Lucía........ [p a ra los niños (18), p a ra ] mi adm iradora, como cantante de habaneras, D.a Teresina... Esperanza, D. R afael... (19). (15) Y a hemos indicado en la nota 3 que el señor Suárez Cantón era di­ bujante y pintor. A esta bien cultivada afición suya se alude también en las cartas núms. 10, 11 y 12. (16) A l Teatrito se ha referido ya el 13 de septiembre. De la “cabecita” de la Virgen se ocupa también en las cartas números 1, 2 y 9. Don Nicolás González Argandona extendió a Robles (4-X-1867) un recibo de 300 reales ve­ llón por la “restauración de un cuadro que representa la cabeza de la Virgen, Escuela Alem ana” (Arch. Suárez Cantón). Se infiere que era una pintura sobre tabla. (17) Y a estaba, pues, casado en primeras nupcias en 1867. Tenía 25 años. (18) Doña Lucía U ría y Riego, esposa de don Nicolás (ver nota 3), fue retratada por Robles en 1867 y, después de muerta, en 1891. Era hija de don José U ría y Alvarez-Terrero (o Alvarez de las Asturias, señor del palacio de Sta. Eulalia) y de doña María del Riego Núñez y Sierra-Pambley, mayorazga ésta de la casa de Cabo el Río y prima carnal del famoso general don Rafael del Riego. (19) Los niños, a los que nombra en varias cartas, eran Nicolasín (predi­ lecto del pintor), José, Lulo (¿Luis Vicente?) y María. Una niña, llamada Luisa, había fallecido poco antes; Robles hará su retrato postumo. No hallamos men­ ción expresa de otra hija de don Nicolás llamada Cecilia. — Doña Teresina era, con toda probabilidad, doña Teresa Uría del Riego (cuñada de don Nicolás) que casó con don Marcelino Abella Fuertes. — L a señorita Esperanza, pintada por Robles, era hija de don Antonio Merás U ría y de doña Micaela Uría y Riego, hermana ésta de la esposa de don Nicolás. — Don Rafael (U ría y Riego), hermano también de la esposa de don N i­ colás, casó con doña Evarista Flórez-Valdés Uría. Era ahijado del general Rie­ go. Su bautizo, en 9-X-1820, se había aplazado unos días precisamente para que el general llegase a estar, como estuvo, presente en la ceremonia (Cfr. Eugenia Astur, Riego, Oviedo, 1933, p. 326). Había nacido don Rafael U ría en la misma casa en que se hospedaría Robles en el verano de 1867, casa llamada hoy de los Suárez-Cantón, en la calle Mayor de Cangas. 514 JOSE TOLIVAR FAES Y MIGUEL SUAREZ-CANTON 9 [M a d r id ] 2 oct. 1867.— El miércoles de la semana pasada entre­ gué a los arrieros de Cangas el baulito-maleta y el cajón en el cual van el Teatro, los colores, tela, pinceles... tomé en casa del Sr. Ro­ sado otros mil reales... no me atrevo a hablarle nada acerca de lo que p o r m í gastó V. en Cangas, en los caballos y viajes a Salas (20)... L a cabecita de la Virgen está concluida, pagada y llevada a que le pongan m arco... La incomodidad que dice usted me causa con sus encargos no es sino un placer para m í... [T ra s una detallada relación de gastos, p rosigue]: Tomaré en casa vdel Sr. Rosado otros 500 reales... M e espera Tam berlick (21), que hace cuatro días que vino y no me deja ni a sol ni a som bra... Envío a V. mi retrato (22)... encontrará usted un cambio en su regalo, y es que tiene cadena... Las discípulas que tengo (23) [a las que no quiso cobrar el tiempo que estuvo ausente]... me regalaron una magnífica cadena... Dis­ pense si he profanado su regalo, pero conservo el cordón y lo con­ servaré toda mi vida. 10 [M a d r id ] 9 de oct. 1867.— [L e da instrucciones para arm ar el Teatrito, cuyo] efecto, una vez armado, es lindísim o... Hoy miér­ coles he entregado a los arrieros de Cangas el cajón ancho con los m arcos... [ y ] m oldura dorada de a dos reales pie... Veo a V. con m uy felices disposiciones para hacer varios cuadritos... V a en di­ cho cajón una tela para forros... Es tan preciosa dicha tela que mis discípulas la han comprado para trajes. [T am bién v a ] el recibo del restaurador Argandona... Las panas no vienen hasta dentro de quince días. N o he pedido, pues, dinero a Rosado... [ S i ] quiere us- (20) En Salas ejercía como boticario el primo camal de don Nicolás, don Andrés Menéndez Cantón, en cuya farmacia fue continuado por la estirpe de los Fuertes. (21) Excelente tenor italiano (1820-1889). Triunfó en toda Europa. Oviedo le homenajeó en 1882. Robles celebró en varias ocasiones el amor de este ita­ liano por España (José Robles, págs. 45 y 127). (22) Se trata de la fotografía que reproducimos, en la que, además de unos quevedos, exhibe el joven Robles una ostentosa cadena sobre su chaleco. (23) En su artículo titulado Un genio errante (10-111-1900) nos dirá Ro­ bles que en esos primeros años de su vida artística había sido maestro de doña Emilia Pardo Bazán. También lo fue de la barcelonesa Antonia Sala Martí (José Robles, p. 70). NUEVAS OBRAS Y ESCRITOS DEL PINTOR JOSE ROBLES 515 ted que intente el retrato de la niña (24) envíeme V. la ampliación, algún vestido, si le conserva, en fin, cómo quiere V. que la ponga, y una descripción, de artista y padre, del color y expresión de los ojos. Siento recordar a V. cosas que le han de poner triste, pero me ha parecido que tendría V. sumo gusto en tenerlo, si es que sale bien... H oy envío m i retrato a Esperanza. En cuanto a la cadena... el cam­ bio no ha sido p or voluntad mía, yo me cuido muy poco del valor material de las cosas... M e está esperando Tam berlick... Expresio­ nes a toda la fam ilia y muy especialmente a su señora (c.p.b.)... 11 M adrid, 27 oct. 1867.— [N uevas referencias al envío de panas, gomas, marcos, Teatro, forros, etc.] Estoy deseando que llegue el cajón para ver sus adelantos de usted... creo he contribuido en parte para que renazca en usted el am or al arte... Le agradecería me remitiese, ya que tiene V. una magnífica caja de acuarela y un buen álbum (d el cual ha comprendido usted divinamente el uso)... unas acuarelitas (2 5) de las vistas de Salas, de Cangas y demás estudios que V. haga... La instrucción acerca de su niña (26) está muy bien y creo que con la ampliación y sus datos de usted, junto con la m ascarilla, contribuirán a que salga airoso de mi empresa. Pienso pintar la cabeza a la veneciana, esto es, de claro-oscuro pri­ m ero... y después colorearla a vista de sus datos y de algunos estudios que haré de Rubens... Creo que me ve V. p or un prism a demasiado lisonjero... P o r la descripción que me hace del retrato del herm ano de Esperanza... creo que puede sacar un buen retrato. La composición está muy bien pensada. En cuanto a su retrato que debe hacer Palm aroli (2 7) debe V. alegrarse de haber caído en sus manos: es un artista de mucho talento... me honro con su amistad (24) Se refiere a Luisa, la fallecida niña de don Nicolás. L o mucho que demorará Robles la ejecución de este trabajo, que tan entrañablemente afec­ taba a su amigo, es una prueba más de la pereza que tanto dominó al pintor. (25) Y a que en todas las ramas del saber Robles reconoce abiertamente la gran superioridad de don Nicolás, es lógico que, en cuanto a pintura, le trate como a un modesto aficionado. El aficionado, sin embargo, llegará a adquirir maestría suficiente para que en la Revista de Asturias (Oviedo, 25-VIII-1878, p. 382) podamos leer que ha sido incorporado a la Iconoteca Universitaria el retrato de don José Francisco Uría realizado por el inspirado artista don Nicolás Suárez Cantón. (26) V er nota 24. (27) Vicente Pastor Palmaroli González, hijo del litógrafo italiano Gaetano Palmaroli, nació y murió en Madrid (1834-1896). Entre las varias prime­ ras medallas que alcanzó figura la de aquel año 1867. Fue Director del Prado. JOSE TOLIVAR FAES Y MIGUEL SUAREZ-CANTON 516 y le daré los datos que necesite, lo cual será muy satisfactorio para Vdes. dos. En cuanto venga la cabeza de usted se la entregaré (28) pues creo le ha de servir de mucho... Llevo una vida demasiado agitada; usted juzgará: a las nueve de la mañana voy al Museo, a las dos a dar lección, estoy hasta las cuatro, a las cuatro y media como, a las cinco en casa de Tamberlick, estamos hablando un poco y a las seis entro en la Academia; desde allí al Teatro Real, pues Tam berlick me envía todos los días butaca. Vea V. si me di­ vierto, pero es demasiada agitación y mi naturaleza no es muy fuerte... M il afectos a todos, en particular a D.a Lucía a quien dará V. las gracias p or las manzanas... 12 [M a d rid ] 1 Nov. 1867.— [R e c ib í] el traje de aldeana, las dos obritas de usted p or las cuales le doy con toda sinceridad la enho­ rabuena... E n la cabeza grande creo ha abusado V. de la siena tostada, p or lo demás la encuentro bien de parecido y de modelado. Uno de estos días iré a casa de Palm aroli y le haré ver su trabajo para que le sirva de norte... El traje de aldeana ya me ha servido para un cuadrito original... El tomo de Recuerdos de Asturias (29) se le ha olvidado a usted... Mi hermanita le da a Nicolasito las gracias p or sus zapatos de madera; está loca de contenta con el botijo asturiano... Ayer vinieron, por fin, las panas; fui a casa del Sr. Rosado y tomé ochocientos reales para dichos encargos. Pedí más bien más que menos porque el E m b ajad o r inglés está en Inglaterra hace mes y medio. Me debe cerca de seis mil reales (30) y yo, esperando que venga un día y otro, no tenía para haber com­ prado los encargos y haberle dicho luego cuánto im portaban... Pues [e l Sr. R osad o] se conoce que es buen hom bre pero con un genio endiablado... [M e d ijo ] que tenía que enviarle a V. un cajón de libros de la Casa Bailly-Bailliére... Doy gracias a V. p or sus buenos (28) Alude a la copia (hecha por don Nicolás) de la cabeza del retrato, en traje de cazador, que aquel verano le había pintado Robles. Ver carta nú­ mero 13. (29) Seguramente se trataba de Recuerdos y bellezas de España.— Asturias y León, de J. M. Quadrado, impreso en Madrid en 1855. La niña a la que se refiere seguidamente ha de ser “su única hermana, Tomasita”, que desde 1910 dejará un gratísimo recuerdo en la futura actriz Margarita Robles, según refiere ésta en Mis ochenta y ocho añitos. Autobiografía (Madrid, 1982, p. 39). (30) V er nota 14. NUEVAS OBRAS Y ESCRITOS DEL PINTOR JOSE ROBLES 5 17 consejos, pero ¿quién a los veinticinco años (31) desperdicia una butaca en el Real? Y acerca de esto le participo que he hecho unos progresos en el italiano asombrosos. He com prado toda la colec­ ción de Cario Goldoni, que son ciento cincuenta comedias, y con esto y con h ablar todas las noches con los del Teatro Real, estoy seguro que seré un professore... Tengo encargo de Tam berlick de un cuadrito original que... será Una boda en Asturias, según me la describió D. Andrés Cantón (32), y ahora estoy haciendo Un descan­ so aprovechado, que es una vaquera llenando una ferrada en un manantial junto a un camino, por estilo del de Carballo, p o r el cual pasa un labriego con un carro... Enhorabuena p or la feliz conclusión del retrato del m arino... Gracias a D.a Lucía por sus riquísim as manzanas... 13 [M a d r id ] 10 [N o v .] 1867.— Tengo a la Micaela muy m ala; hace cuatro días que está con continuos vómitos de sangre (33), y aun­ que esto ha tenido con frecuencia toda su vida, decían que era de la cabeza, mas ahora dicen que es del pulm ón... Es fácil que le envíe a usted un bocetito del cuadro que estoy haciendo para Tam ­ berlick. Tam bién es fácil que le envíe a usted mi cabeza (pintada). El retrato de su niña... sabiendo como sé el gusto que V. tendrá en verla concluida cuanto antes, no me descuidaré (34)... El jueves vi en el Teatro Real a Palmaroli, le dije que me había V. enviado la copia del retrato que yo le había a usted hecho este verano. Se alegra de tener datos para salir airoso... [M e p id ió ] le diera yo algunos toques en la cabeza, una vez que yo acababa de hacerla... Lo he rehusado... es un artista de mucho talento para que yo me atreva a retocar y corregir sus obras (35)... En cuanto a lo conve­ niente que nos sería a am bos el ir yo a ésa, nadie m ejor que yo conoce sus ventajas... Veré si puedo disponer de un par de meses en el verano; bien lo deseo y bien me hace falta, pues las luchas artísticas robustecen la imaginación pero me dejan en los huesos... (31) Si en 1867 declara tener veinticinco años, la fecha de nacimiento ha de ponerse en 1842 y no en 1843. (32) Boticario de Salas. Ver nota 20. (33) Sabremos después que se hallaba en el primer mes de gestación. El 20-VII-1868 daría a luz a su primogénito. Doña Micaela no fallecerá hasta 1888. Ver cartas 14, 15 y 23 así como José Robles, p. 20. (34) L a pereza, sin embargo, le hará descuidarlo mucho más de lo que una elemental delicadeza exigiría. (35) V er carta número 11. 518 JOSE TOLIVAR FAES Y MIGUEL SUAREZ-CANTON Sigo con el italiano con gran aplicación... [Salude, entre otras per­ sonas,] a mi adm iradora D.a Teresina (com o pintor y como cantan­ te) y a mi simpático modelo Srta. Esperanza (36). 14 [M ad rid , 11 Nov. 1867].— Vuelvo a escribir a usted hoy con el objeto de que, cuanto antes, me escriba diciéndome las condeco­ raciones que V. tenga, pues Palm aroli me lo ha preguntado... Le hace falta saberlo para ponerlas en el retrato. H oy ha estado en mi casa y se ha llevado la cabecita que usted pintó (37). La Micaela sigue m ejor; hoy no ha tenido más que dos vómitos pequeños. 15 M adrid, 4 diciembre 1867.— He estado malo yo mismo cuatro días... La M icaela tuvo recaída de su enfermedad y últimamente ha degenerado dicha enfermedad en una gran erupción de granos, erisipela según ha dicho el médico, pero de la peor. Gracias a la sangre que anteriormente había derramado, no ha tenido malas consecuencias (38)... Me ruega dé a Vds. las gracias en su nom bre p or su interés hacia ella... Hoy han salido los cajones, el de libros y el de las panas... Remito a V. la cuentecita y las facturas [d e bo­ tones, trencillas, lanas, etc.]... También remito a V. el cuadrito (39) copia del original que acabo de hacer, el cual se lo regalará V. a D.a Lucía de mi parte... M i retrato... que p or estar copiado al espe­ jo aparece que estoy pintando con la mano zurda, éste para usted... La Nantier-Didier (40) ha muerto ayer a las doce de la noche... Dado el gran cariño que me tenía y que me había propuesto com­ prarm e el cuadro de la Exposición (41) en diez mil reales, y otros muchos encargos que me tenía hechos, figúrese V. si me será sen- (36) Recuérdese la nota 19. (37) V er carta número 13. (38) Exhausta, sin duda, por tanta hemoptisis, persistía, sin embargo, tal fe en la acción favorable de las sangrías, que tanto Robles como el médico daban por buena la sangre derramada anteriormente. (39) Probablemente el “cuadrito” sea la copia (tamaño 38 x 50) de “Los trabajadores de Aranjuez” que había pintado para la Exposición Nacional de aquel año. Se conserva en la casa de Cangas. (40) El contexto hace suponer que se trataba de una de las primeras mar­ chantes profesionales. (41) Era, indudablemente, el de Los trabajadores..., que aquel año había obtenido tercera medalla en la Nacional. NUEVAS OBRAS Y ESCRITOS DEL PINTOR JOSE ROBLES 519 sible esta pérdida... A Palm aroli... le gustó mucho la cita italiana y le da a V. las gracias p o r su confianza en su talento. H a quedado en avisarme para que vea el retrato. 16 [M a d r id ] 22 Dic. 1867.— Como tienen que pasar el puerto y su­ pongo nevará y lloverá por el camino, tengo miedo no se mojen los encargos. M icaela está ya bien... Supongo llegará esta carta el día de Nochebuena (42)... Les acompaño a Vds. m oralm ente... M il besos a los niños y dígame V. si les ha arm ado el teatrito-Nacimiento, pues ésta es la época de él. 17 [M a d r id ] 8 Enero 1868.— Mucho celebro que le hayan a usted gustado mis dos obritas (43)... En cuanto a los marcos es una tontería que no merece ni aún mentarse, mucho más habiéndom e V. enviado el traje de la vaquera, habiendo pagado el porte del cofre y otras varias cosas que no me ha querido usted decir cuánto valían... Micaela, que se ha restablecido completamente... me encar­ ga dé a Vds. muchas expresiones... Yo sigo siempre m uy ocupado, cada vez con más encargos. Tam berlick me ha propuesto pensio­ narme para París p o r un año. Y o he aceptado p o r seis meses... V oy con doce m il reales y viajes pagados, con obligación de entre­ gar en obras de arte, sean del género que quieran y los asuntos que yo elija, p or valor de dicha cantidad. N os m archarem os el pri­ m ero de m ayo... Excuso decir a V. que antes de irme concluiré el retrato de la niña (44)... Siento [n o p od er] pasar dos meses... en su am able compañía, pero, en fin, dicen que para el arte me conviene ir a París... H e hecho otros dos cuadritos originales, bocetos para el dicho Tam berlick: uno, costumbres de Asturias, con título La vuelta del mercado, y otro, Un mesón en la calle de Toledo... He tenido p o r ellos una gran ovación entre los artistas y visitas de dicho señor... E l francés lo traduzco perfectamente; y acerca de esto haga V. el favor de decirme el título del periódico al cual está V. suscrito... pues quiero suscribirme. Del italiano sigo bien (45). (42) A pesar del tiempo invernal y de la falta de ferrocarril entre Oviedo y León, hace ciento veinte años se podía suponer que una carta no tardaría más de dos días en llegar de Madrid a Cangas de Tineo. (43) V er carta número 15. (44) Ver nota 34. (45) Pese a su natural indolente, denota siempre un deseo de perfeccio­ namiento que le llevará a ser una persona realmente culta y de fino trato. 520 JOSE TOLIVAR FAES Y MIGUEL SUAREZ-CANTON 18 [M a d r id ] 13 febrero 1868.— M i muy querido amigo y Mentor... Su grata carta me fue sumamente satisfactoria... p or los consejos y saludables máximas que su cariño e interés por mí le han suge­ rido... deseo tener la fuerza de voluntad suficiente para poderlos seguir... En cuanto a ir a Roma juntos creo excusado decirle la felicidad que para mí sería el poderlo realizar, pues su universal instrucción en todos los ramos del saber humano y, sobre todo, sus conocimientos como buen aficionado en el arte de la pintura, harían que esta compañía me fuese no solamente sumamente placentera sino provechosa en alto grado... Cómo me gustaría oirle disertar sobre esas inmensas glorias!... Este verano no podrá ser p or mi marcha a París, pero el que viene, por mi parte es cosa decidida... H e estado pintando en casa del Marqués de M alpica... [h e logrado ] captarme el aprecio de dicho señor y el de su hijo el M arqués de M irabel (46). Am bos son admiradores míos y dispuestos a hacer por mí todo lo que puedan... También tengo que hacer, por reco­ mendación de Tamberlick, el retrato de la Baronesa de Ortega. N o sé cuándo se empezará... Estoy metido en una oposición para una plaza de profesor en M álaga... Para poder entrar tuve que presen­ tar certificación de conducta [y ] necesité de su amigo de V. señor Mesa, el cual me sirvió con sumo gusto y prontitud... Dentro de unos quince días concluirán los ejercicios y veremos el resultado. Somos quince, y hay seis que... tienen M edalla; el triunfo, como ve, es difícil... Caso de que gane la plaza no pienso tom ar pose­ sión... lo que haría sería vendérsela al segundo de la terna... Me podría valer seis u ocho mil reales la renuncia... N o crea que por estar tan ocupado me olvido del retrato... le prometo a V. que no se pasará marzo sin que él sea en poder de usted (47). 19 M adrid, abril 6 , 1868.— Con ésta son tres las cartas que [h e ] escrito a usted sin... tener contestación. [P ie n so ] si estará V. en­ fadado conmigo... T rabajo mucho y me divierto bastante. Salgo (46) Títulos creados, respectivamente, en 1599 y 1535. En la fecha en que escribe Robles, era X marqués de Malpica el duque de Arión don Fernando Fernández de Córdoba Alvarez de las Asturias Bohorques. El X marquesado de Mirabel lo ostentaba don Pedro de Alcántara Fernández de Córdoba (M o­ reno de Guerra, Guía de la Grandeza, Madrid, 1917, págs. 63 y 69). (47) Se refiere una vez más al de la niña fallecida. Ver notas 34, 44, 49 y 65. M AR ÍA SUÁREZ C AN TÓ N URÍA ÓLEO DE J. ROBLES (Cangas de Tineo) 1867 LUISA SUÁREZ-CANTÓN URÍA RETRATO PÒSTUMO ÓLEO DE J. ROBLES (Madrid) 1870 NUEVAS OBRAS Y ESCRITOS DEL PINTOR JOSE ROBLES 521 casi todos los días a caballo cuando dejo de pintar. Sabe V. que ha sido siempre mi pasión favorita después de la música. Estoy hecho un jinete; he aprendido en el m ejor picadero de M adrid (48). Continúo leyendo en francés y en italiano... Dispense V. no le haya enviado ya el retrato de su niña, pero antes de m archarm e le ten­ drá V. en su poder... He tenido que rehusar dos colecciones y tres lecciones y aún de lo que tengo me tienen que ayudar dos amigos que me preparan y yo voy concluyendo... De la oposición de M ála­ ga, a pesar de darme todos la plaza, se la dieron a otro. Me he convencido de que no basta pintar (50). 20 [M ad rid , 25 abril 1868].— Recibí... el tomo de Bellezas y recuer­ dos de España (51)... un millón de gracias... [U s te d ] me hace mucho honor p or merecer una tan gran amistad de un hom bre tan eminente... [E sta s son las cuentas de un libro, un terciopelo, espi­ guillas, un m illar de clavos dorados, un cajón y portes y el recibo que le envío p or medio d e] el arriero Basilio... El haber tardado un poco ha sido porque he querido que viniera mi tío el tapicero conmigo, el cual no vino hasta antes de ayer de la feria de Se­ villa (52). 21 M adrid, 8 junio 1868.— H ablando de retratos ¿me perdonará usted el que no haya concluido el de su niña antes de m archar a París? (53). [E s ta id a ] será dentro de ocho días... Sabrá que me he m udado a la calle de San Pedro, n.° 19, cuarto 2.° C54)... El viaje a París ha sido causa de que riña con la fam ilia de Micaela, pues se empeñaban en que no debería ir... Me he m udado sólo con Micaela y me he traído a mi hermanita con nosotros. Todo esto me ha teni- (48) Es posible que esa afición se le haya despertado el verano anterior con motivo de sus viajes a caballo desde Cangas a Salas (Carta número 9). (49) V er nota 47. (50) Pese a este fracaso, la carta denota un especial estado de euforia (51) Aludido ya este libro en carta de l-XI-67. (52) Además de a este tío tapicero y aparte, naturalmente, de su esposa, en otras cartas hace Robles referencia a su padre (cartas 32, 33, 34), a su hermanita (cartas 12, 21), a su hijo (22) y a su suegro (24). (53) V er notas 34, 44, 47 y 49. (54) De otros domicilios habla en cartas números 24, 25, 27, 38. 522 JOSE TOLIVAR FAES Y MIGUEL SUAREZ-CANTON do disgustado... [B esos a Nicolasito, póngame a los pies de D.a Lu­ cía y d é] mil afectos a D.a Teresina, a Esperanza y a toda la fam ilia de D. Rafael. 22 París, 3 Sept. 1868.— Rué Billault 26.— El día 14 de junio salí de España. Me detuve en Burdeos tres días. Me gustó dicha ciudad bastante. Desde allí fui a Arcachon, que es un lugar de recreo... Como naturaleza hay poco que adm irar... Estuve en esta población quince días en compañía de la familia de Tam berlick y él mismo; después vinimos a París... A pesar de cuanto encierra como diver­ sión y demás atractivos, me he acordado muchísimo de mi viaje a Asturias el año pasado. Yo soy muy amante de la naturaleza, pero de la naturaleza enérgica, tal como la vi por esa parte de Asturias, y eso p or aquí, a no ser en los Pirineos, en N orm andía o en Suiza, no lo puedo encontrar... He visto el Museo de Louvre. Es riquísim o como historia del Arte... pero, para un colorista, carece de la Es­ cuela Española, y es bastante para que en general me sea antipá­ tico... N o he visto cosa más antipática, como color, que la escuela Francesa. La escuela moderna tiene tendencia más colorista... Cuadritos, la m ayor parte de asuntos insípidos... sumamente pulcros... En cuanto a los trabajos que estoy haciendo, son los retratos de la fam ilia de Tamberlick, en retratos de cuerpo entero y tamaño natural. Van bastante adelantados y creo los concluiré el mes de octubre, a últimos, o a primeros de noviembre (55)... Me aconsejan que me quede en Francia, donde podré ganar mucho dinero, pero... esto es muy bueno para divertirse, para gozar, para gastarse en un año treinta o cuarenta mil duros, pero con tres mil reales mensua­ les, que es lo que yo tengo... en fin, que siempre está uno lleno de tentaciones, y yo, que soy sumamente frágil, estaría siempre an­ dando de acá para allá... Para trabajar no es muy a propósito, a no tener un'a voluntad de hierro. Por estas razones será muy fácil que en cuanto concluya los retratos retorne a M adrid... Allí pintaré para vender aquí, que se vende a buen precio... He empezado esta carta con el objeto de decirle que soy Papá, y la iba a cerrar sin decirle nada. Pues sí, el veinte del mes de julio dic a luz mi señora (55) Su precipitado regreso a España hace pensar que los retratos no fue­ ron concluidos entonces. Ver nota 66. Esta primera estancia de Robles en París la conocíamos ya por su artículo, de 19-X-1886, sobre Sebastián Gessa (José Robles..., p. 112). NUEVAS OBRAS Y ESCRITOS DEL PINTOR JOSE ROBLES 523 un robusto niño en M adrid, y el once del pasado fui a buscar m adre e hijo y me los he traído a París (56)... Iré quince días a Londres; si quiere V. algo (57)... 23 M adrid, Sept. 24, 1868.— Por enfermedad de mi señora tuve que venirme otra vez a España... He dejado [P a r ís ] sin pesar. N o le ha sucedido lo mismo a mi señora, la cual ha sentido muchísimo tenerlo que aban d on ar... Estaba amenazada nada menos que de una enferm edad de pecho (58) y me aconsejaron los médicos que aban­ donase París... A pesar de no estar ya en París, si V. quiere algún encargo puede V. decírmelo pues tengo amigos de toda confianza v que lo harán (59)... 24 [M a d r id ] 22 octubre 1868.— Recibí su apreciable que me escri­ bió a París... [a sí com o] su carta de recomendación cerca de ese caballero inglés (60). Ayer entregué a la Sra. D.a M aría de Lorenzana los retratos que con este objeto me envió V. hace tiempo... N o he podido concluir dos copias que esperaba entregar para fin de mes y con cuyo producto contaba para m udarm e a un cuarto que tengo pedido en el barrio de Salamanca... Le estimaré, p o r lo tanto, me hiciera el favo r [d e ] prestarme hasta el día quince del mes de noviem bre próxim o la cantidad de ochocientos reales, suplicándole que... conteste lo más pronto posible para si no pedírselos a Tamberlick, cosa que... sentiría pues acaba de gastar conmigo en París más de tres mil francos y a mi suegro, p or razones de delicadeza, (56) Ver nota 33. Este primogénito debió de ser Enrique Robles y Monge. V er José Robles, págs. 19, 63 y 65. (57) En vista de esto, el 8 de septiembre, el amable don Nicolás le manda una carta de recomendación para Mr. John Mac Andrew. (58) Parece sorprendido de que su esposa estuviese “amenazada” de una enfermedad de pecho. L a realidad es que ya el año anterior, en carta de 10-XI-1867, daba cuenta de los continuos vómitos de sangre que la afligían, de cómo éstos los había tenido toda su vida y cómo se sospechaba que pro­ cedían del pulmón. (59) H a estado escasamente tres meses en París, pero, con su carácter abierto, ya cree haber dejado allí amigos de toda confianza a los que puede hacer cualquier encargo. (60) V er nota 57. 524 JOSE TOLIVAR FAES Y MIGUEL SUAREZ-CANTON no quiero pedirle nada a pesar de que es en su poder intacto el dote de su hija (61)... 25 M adrid, 29 octubre 1868.— Doy a V. infinitas gracias... Hoy he estado en casa del Sr. Rosado, el cual me ha entregado los ochocien­ tos reales vellón... Me queda el remordimiento de si le harán falta. De todas maneras si es a él a quien he de devolvérselos no tardaré mucho en dárselos pues el día 8 debo cobrar mil francos... Aún no he visto al Sr. de Mesa... Mañana me mudo de casa...: B arrio de Salamanca, calle de Claudio Coello n.° 17 bajo. 26 M adrid, 25 Noviem bre 1868.— Ha pasado el 15 y no he devuelto los 800 rs. que V. me prestó. Ya puede V. suponer... que no he po­ dido. El mes que viene de Diciembre espero quedará arreglada nuestra cuenta... Aguardo que de un día a otro me den contestación de unos cuadros, de que me han pedido precio, importantes por valor de cinco mil francos... El verano que viene... me será grato [p a s a r ] una temporadita de un mes en su casa, y el resto, o sea cuatro meses, para conocer el resto de Asturias palm o a palm o [y ] hacer estudios en ella. N o le digo nada en cuanto a política pues le supongo perfectamente enterado por los periódicos que, como no tienen traba, son el verdadero eco de la opinión... El estableci­ miento de la República en España es indudable, lo cual yo por mi parte lo sentiré, pues no la creo, hoy p or hoy, bastante dispuesta a recibirla (62). 27 [M ad rid, Noviem bre 1869].— ¿Qué dirá V. de mí? N o solamente no he satisfecho [lo qu e] debo a V. sino que ni aún le he escrito (63). Lo uno ha traído lo otro: Me daba vergüenza escribirle... ¿Nece­ sitaré decirle cómo están hoy las artes en este desgraciado país... (61) La estrechez económica acompañará casi toda la vida a su espíritu perezoso, soñador, optimista y generoso. En la carta hay esta nota del señor Suárez Cantón: “Contestada el 25 remitiéndole una c/o contra Rosado por 800 rs.” (62) Isabel II acababa de ser destronada por la revolución de septiembre. (63) Obsérvese que ha pasado un año desde la carta anterior. Más ade­ lante declarará sinceramente que fue la visita del representante de su acreedor la que le determinó a escribir. T d ^ K r ^ t ‘m <Carta nÚmero 5> R ° bles <¡a cuenta £or ArturiL quee nCantÓ” ' “«iones por “la Asturias llegaría a^ serSUSsu Primeras patria de« adopción Peña del Caballo en la ría de A v ilé s .— Esta marina es especialmente en “ La Voz de A v ilé s ” de 10-VI-1896. elogiada NUEVAS OBRAS Y ESCRITOS DEL PINTOR JOSE ROBLES 525 en período constante de revolución? Es, pues, con gran trabajo, y gracias a Rusia y Inglaterra, que (64) gano para las atenciones de mi casa... Creo que los trabajos que estoy haciendo me permi« tirán cum plir con Vds., y digo con ustedes porque a su señora le debo el retrato de su m alograda niña, que tengo concluido (65)... El Sr. Rosado ha estado hoy en el museo a preguntar de parte de V. dónde vivía... N ad a me ha dicho, por supuesto, de nuestra cuen­ ta. Este es, pues, el motivo p or el cual he roto p or fin el silencio que mil veces ya he estado a punto de rom per... J'ai travaillé sans presque rien gagner, c’est seulement dans le mois de M ars que j ’eus de commandes p ar valeur de trois mille francs pour la Russie... On m 'a payé la moitié ici, et l'autre moitié à Paris, où on m 'avait prom is de faire quelque portrait. Je suis allé, j'a i fait le portrait, j'a i fait deux même... mais jusqu'à présent on ne m 'a rien donnépour le portrait. Et bien, mon cher ami, le croyerez vous? C'est m onsieur Tam berlick qui m 'a fait tout cela... et me voilà ici trom ­ pé p ar un ami et sans pouvoir vous payer... He escrito esto en francés p o r ejercitarme, pues jam ás lo escribo y aunque le hablo bastante bien lo escribo muy mal ( 6 6 )... Vivo [e n ] Paseo de Luchana n.° 2 dpldo. 28 M adrid, enero 24, 1870.— El martes de la semana pasada entre­ gué a los arrieros de Cangas un cajón conteniendo el retrato de su m alograda niña (67)... N o envío los otros p or haber que hacer los cajones y el empaquetado, que es bastante costoso y todavía mis fondos están en baja. Pero en breve plazo se presentará el alza ( 6 8 )... He estado todo el mes de noviembre y parte de diciembre haciendo estudios de tipos y monumentos en Andalucía para un célebre pin­ tor francés, un tal Regnault (69)... así que de esta m anera conozco (64) G alicism o producto de su reciente estancia en P arís y de su estudio del francés. (65) V e r notas 34 y 47. E l retrato causará buena im presión en la fam ilia (carta núm ero 29). (66) En este texto francés, como en todos los escritos en español, hemos procurado corregir las más gruesas faltas de ortografía. En esta carta nos da Robles noticia de una nueva estancia en P arís en 1869. Es m uy probable que los dos retratos que su amigo no le pagó sean los que, seguramente, había dejado sin concluir en septiem bre de 1868. V er nota 55. (67) Term inado por fin. L o tenía prom etido desde 9-X-1867. (68) Una vez más da muestras de que su esperanza no desfallece. (69) El joven H enri Regnault (1843-1871) viajó, efectivam ente, por Espa- 526 JOSE TOLIVAR FAES Y MIGUEL SUAREZ-CANTON Córdoba, Sevilla, Granada y varios pueblos de Andalucía que aún conservan algo de tipo. La expedición era más larga... pero unos encargos que tenía yo que concluir para La H abana impidieron la completa realización del plan (70). Dichos encargos son: una repe­ tición del cuadro de la Exposición, el mismo cuadro que posterior­ mente me pidieron (71), una copia de Rubens (del M useo) y un estudio de una vieja, original mío, que ha llam ado mucho la aten­ ción... Ahora estoy concluyendo... un retrato de Lope de Vega... Tengo esperanzas de visitar a V. este verano... todo depende del pago de los cuadros de La Habana, que importan 24.000 reales. Ve­ remos si Dios quiere ayudarme en mi carrera... 29 M adrid, febrero 24, 1870.— [E l buen] efecto causado en su fa­ milia por el retrato de su m alograda niña, doble satisfacción ha sido para mí, pues a la p ar del triunfo del artista ha reunido el haber conseguido serles grato... Estoy trabajando en casa del M ar­ qués de Portugalete (72), el cual ha edificado un magnífico palacio en el Retiro, cerca de la Puerta de Alcalá, y ahora le estamos deco­ rando el salón destinado a conciertos. El que ha tomado dicha obra se llam a Contreras (73) y es un pintor bastante bueno, sobre todo en este género... Se está decorando a estilo de Rafael y tomado de sus lochas [lo g g ia s ]... los encargados de pintar dichas lochas so­ mos Contreras, Hispaleto (74) y un senador... Lo más difícil es ña, donde, entre otras obras, pintó un retrato ecuestre del general P rim que expuso con éxito en el Salón de 1869 y se conserva en el Louvre. (70) O tro proyecto más que deja sin concluir. (71) V e r en e l catálogo final el comentario que hacemos respecto al pa­ radero de Los trabajadores de Aranjuez. (72) Ostentaba el I I marquesado de Portugalete (creado en 1851) don Eduardo de Carondelet Donado (1820-1882), tercer duque de Bailén (M oreno de Guerra, ob. cit., p. 69). Dieciséis años más tarde (13-X-1886) recordará Ro­ bles a P ortu galete como uno de los pocos magnates españoles con afición a la pintura ( José R obles..., p. 111). (73) José M arcelo Contreras (1827-1890), pintor granadino, había sido alum­ no de San Fem ando y segunda medalla en la Nacional de 1864. D irector del Museo de Córdoba, fue catedrático en Cádiz y en Valencia y desde 1865 lo era en M adrid. Su cuadro más famoso es el titulado “ Caída de M u rillo” . En el género de que habla Robles, hizo, entre otras, decoraciones para San Fran­ cisco el Grande y para los teatros Lara y Novedades. (74) P in tor sevillano, llam ado realmente Manuel García M artínez, fue co­ nocido como García Hispaleto (1836-1898). Había obtenido ya tres terceras medallas. En 1871 ganaría la prim era en la Exposición de Fomento de las Artes. Fue restaurador del Prado. NUEVAS OBRAS Y ESCRITOS DEL PINTOR JOSE ROBLES 527 que todo hay que hacerlo de memoria y mucho más siendo en su m ayor parte desnudos y ropajes... M i educación artística ha sido la imitación, bien sea de la naturaleza, bien de cuadros y, p o r tanto, completamente opuesta a esta manera de pintar... Estoy, pues, muy contento de servir para esto... Por ahora tengo tres mil reales m ensuales... Contreras está conmigo sumamente contento... Hoy he hecho una figura desnuda, que representa el verano, que se han quedado todos sorprendidos y me han felicitado con efusión... Acerca de las mascarillas, a mediados del mes de m arzo se las en­ viaré a usted... En una de sus cartas me hablaba sobre una viñeta que vio en el M useo Universal y que recordaba algo mi cuadro (75). Fue un favor que hice a un amigo que le encargaron unos tipos españoles y no sabiendo qué hacer me pidió perm iso para arreglár­ selas con los de mi cuadro... Me extraña que lo hiciese mal porque no es tonto... 30 Torrelavega, 29 julio 1870.— Dispense V. si antes no le he con­ testado... Dentro de unos quince días tendré el gusto de visitar­ le (76)... Quiero hacer toda esta carretera de Torrelavega a Oviedo en artista... M i gusto sería hacerlo a pie... pero el tiempo de que puedo disponer... no me [l o ] permite... Haré, pues, el viaje en pequeños trayectos, en la diligencia... Partiré mañana probable­ mente y me detendré en Llanes... y puede tuerza a visitar Potes... Pienso quedarm e un p ar de días en San Vicente de la Barquera. Dentro de seis días estaré en Oviedo... En Oviedo probablem ente pintaré unos retratos... Lo más, para el quince del que viene... tendré el placer de estar en su compañía... Me parece que la parte oriental de Asturias me ha de gustar mucho más que la occidental, pues dicen que es m ejor que la montaña de Santander, que es to­ do cuanto hay que decir... Las mascarillas deben haber salido de M adrid... 31 Oviedo, 14 agosto del 70.— Hoy marcho a Gijón, donde, según me han dicho, tendré el gusto de ver a D.a Teresa U ría y su sobrina (75) P o r “ m i cuadro” probablem ente debamos entender el de Los traba­ jadores de A ranjuez, m áxim e cuando había servido para m odelo de tipos es­ pañoles. (76) Como veremos, tampoco llegará a cumplir este reiterado propósito. 528 JOSE TOLIVAR FAES Y MIGUEL SUAREZ-CANTON Esperanza (77)... Tal vez hasta el 25 no pueda ir p or ésa... Estoy haciendo apuntes y estudios y algún retrato. Tam poco creo sea p or mucho tiempo mi estancia en Cangas... Estoy en casa de Suárez Solís (Cim adevilla n.° 10)... bellísimo sujeto (78)... entusiasta del arte... que me es muy útil para encontrar modelos, enseñarme el país y enterarme de las costumbres del pueblo. 32 M adrid, Sept. 22, 1870.— He debido volverme a M adrid sin tener tan siquiera el gusto de visitar a Vds.... He debido volverme el 16 llam ado p or unos cuadros que a toda prisa debo hacer... En fin, confío en poder volver el año próximo, en cuyo caso me iría por el puerto de Leitariegos directamente a Cangas... Después pasaré a Oviedo, donde he dejado muy buen nom bre como artista... Hice varios amigos, la m ayor parte de usted también, siendo entre todos el que más afición me tomó y mi mayor adm irador D. Braulio M o­ rí (79), que creo fue con usted a la escuela... Todos me habían dado expresiones para usted, así como un tal Sr. Sarandeses, que es boticario (80). Goy también me [d ijo qu e] a usted debía su carre­ ra... Las aguas de Borines (81) me han probado muy bien... Del Infiesto, Villam ayor, Borines, Arriondas, Cangas de Onís y Covadonga he hecho una gran cantidad de estudios que espero me puedan servir... si como espero realizo algunos de los bellísim os asuntos que he visto. [L a s m ascarillas] según dice mi papá iban empaque­ tadas... [D eberían haber llegado] hace más de un mes. (77) Recordada muchas veces esta Esperanza que le había servido de mo­ delo (doña Esperanza M erás U ría) es aquí la prim era vez que menciona su parentesco con don Nicolás y con doña Teresa U ría (cuñada ésta del señor Suárez Cantón). (78) V e r nota 8. (79) Don José B raulio González Morí, comerciante, intelectual y pintor ovetense, figu ra entre los fundadores de la Academ ia de Bellas A rtes de San Salvador. Fue m iem bro de la S. E. de A m igos del País, correspondiente de la de Bellas A rtes de M adrid y vicepresidente de la Comisión P rovin cia l de M o­ numentos. Falleció en Oviedo el 4-IV-1889. V e r nota 93. (80) O riginario de Brantega (Lugo), don Marcos Sarandeses G il era boti­ cario de O viedo desde la segunda década del siglo (Arch. A yu n t0, Exp. H idal­ guía, C. 7. L. 1831, fols. 228-252). (81) Cuando en ju lio de 1892 vuelve a este balneario recordará que “ ya había estado aquí hace muchos años” (José Robles, p. 128). NUEVAS OBRAS Y ESCRITOS DEL PINTOR JOSE ROBLES 529 33 [M a d r id ] 6 noviembre 1870.— Por lo que respecta a mi salud no está m ejor, estoy bastante delicado y me aconsejan pase a Andalu­ cía parte del próxim o invierno... esto, unido a haberse publicado la oposición a la plaza de colorido y composición de la ciudad de Cádiz... ha hecho que firm e dicha oposición... Yo, para mí, la ten­ go p or perdida... El tribunal es incapaz de juzgar y además está vendido... M i estancia en Borines fue motivada p or falta de salud... [L e ru ego] me diga qué clase de diligencia quiere V. le haga... pues, dado caso de que dicha diligencia necesite em plear más días de los que yo pueda permanecer en M adrid, mi papá se queda y la hará, si es que él puede hacerla... [L o que vine a hacer a M a­ d rid ] eran unas copias de M urillo y de Velázquez (82)... Los tra­ bajos que hice en Asturias fueron tres retratos en la casa donde estuve (83) y otro para D. Antonio Viesca, varios apuntes d ibuja­ dos de tipos del país, paisajes, unas acuarelas del monasterio de Villanueva, del cementerio de Villam ayor y caseríos, un joven por­ diosero que apaga su sed en uno de los lindísimos manantiales que tanto abundan en Asturias, con el fondo de una cordillera de mon­ tañas envueltas en la niebla (éste pintado al óleo y concluido), un tipo viejo, en Borines, también al óleo (que tuvo la honra de ser elogiado p or sus amigos de usted), cuatro o cinco bocetos de esce­ nas del país, entre los cuales pasarán a ser cuadros Franchesca y Paolo, o sea, una joven lindísima del concejo de Llanes (84)... [ y ] un apasionado galán... [p e r o ] detrás del castaño en que están sen­ tados... [o tro g alán ] parece estar dispuesto a interrum pir dicho coloquio; La misa en la aldea (recuerdos de las Arriondas): una de esas ermitas en que parte de la gente se ve obligada a oír misa en el atrio (sus amigos la celebraron mucho); La buena educación: una aldeana con un cesto a la cabeza... tiene una niña agarrada de la m ano y con la otra toma agua bendita de una de esas pilillas tan características que solamente he visto en Asturias... Dicha pila está tomada de San Nicolás de Argame, cerca de Barco de (82) Estas copias son, seguramente, las que doña M argarita R obles sabía que el pintor había hecho en su juventud con destino a W àshington (José R o­ bles, p. 144). (83) Con toda probabilidad la de Suárez Solís (cartas 4 y 31). (84) Quizá esta lindísim a llanisca haya sido la misma que inspiró a Ro­ bles su Pu rísim a o su artículo sobre Las rom erías ( José Robles, págs. 27, 103, 104). JOSE TOLIVAR FAES Y MIGUEL SUAREZ-CANTON 530 Soto (85)... La madre se destaca por oscuro sobre el fondo de la iglesia que haré todo en luz... [Proyecto so b re ] un despacho de sidra en Cangas de Onís, que si le hago le titularé E l orador polí­ tico o La influencia de la sidra en la política europea... Mientras estaba haciendo un estudio a la acuarela de dicho despacho de si­ dra, estaba uno de los que iban a la romería de Covadonga diciendo una infinidad de desatinos sobre el Papa, la República, los prusia­ nos, [e tc .]... Sus oyentes... eran en número de ocho o diez, entre los cuales había mujeres y niños, todos con pintorescos y variados trajes de los diferentes concejos... [m o stra b an ] diferentes expre­ siones de hilaridad... Un restaurant á bon marché, que es un bo­ degón que hay cerca del Fontán (O vied o) en el cual p o r ocho cuartos se come y se bebe sidra... El cuadro que haré y que con­ sidero de más importancia y carácter es La predicación en Cova­ donga...: arrim ado al tronco de un castaño está el púlpito... uno está detrás evitando p or medio de un paraguas que el sol dé sobre el predicador. D ebajo del púlpito están los sacerdotes que han ce­ lebrado en la misa... Se distingue a mano derecha el altar de la Virgen... [E l pueblo muestra variedad de trajes]. Este cuadro pienso hacerlo del tamaño del que presenté en la Exposición, que son ocho pies p or seis ( 8 6 )... El asunto se lo merece y creo dará importancia y hará conocer un poco más de lo que la conocen a esa lindísima provincia de Asturias. 34 Jerez de la Frontera, 14 junio 1871.— Acabo de recibir carta de mi papá y en ella me incluye la de usted fecha 5 de mayo... Cada vez se muestra usted más cariñoso y siempre tomándose tanto interés p or este perezoso... Cuánto sueño p or hacer una visita a Vds.... [p e r o ] no sería hasta el mes de agosto... Tengo aquí en­ cargo de una porción de retratos... Tendré que permanecer aquí gran parte del verano por más que sea, como lo es, sumamente perjudicial a mi salud... El clima de Andalucía, donde pronto hará siete meses que estoy (87)... [D e la ] oposición a la cátedra de co(85) Teniendo Argam e la advocación de San M iguel, es probable que Ro­ bles haya querido referirse a la inmediata parroquia de San Nicolás de T ellego (R ib era de A rrib a ). (86) Gracias a esta carta conocemos las dimensiones del fam oso cuadro de Los trabajadores, cuyo original aún no ha sido posible localizar. (87) P o r el propio Robles sabíamos de su paso por Andalucía, pero no conocíamos esta larga estancia de siete meses. Seguramente fue entonces cuan­ do v ia jó también por Tetuán y Tánger (José Robles, págs. 24, 27, 30, 114, 116). NUEVAS OBRAS Y ESCRITOS DEL PINTOR JOSE ROBLES 531 lorido y com posición... fue tal el descaro con que favoreció el tribunal al individuo para el cual se sacó la plaza... [q u e ] la Dipu­ tación, en vista de la protesta, mandó suspender los ejercicios... H u bo cuestiones... Siguió el individuo las oposiciones y le dieron la plaza. Y o desde el momento en que nos retiram os vine a Jerez... He hecho más de treinta retratos. Todo lo principal de Jerez quie­ re ser retratado p or mí ...Podría haber hecho mucho dinero, pero esta picara salud m ía no quiere ser buena. Al principio m e probó perfectamente... [p e r o ] ahora, con los calores, estoy bastante m al... M añana salgo para el Puerto de Santa M aría con mi fam ilia que hace tres meses y medio que está conmigo... Aún no sé qué presen­ taré en la Exposición ( 8 8 ), espero poder hacer algo... N o he podido realizar ninguno de mis queridos proyectos de cuadros... Proba­ blemente enviaré a V. algún vino del que tanta fam a goza [esta tie rra ]... H aga V. el obsequio de ver si alguien de ésa quiere... Los precios varían desde doscientos a mil reales la arroba. 35 Santander [m ediados de junio de 1877].— Después de luengos años (89)... Este año, aunque por pocos días, pienso tener el placer de saludarle: no puedo precisar la época, pues ya conoce V. algo mi carácter; soy completamente un papel echado al aire (90)... H oy hace cuatro días llegué a Santander. Sólo pensaba detenerme breves horas y aún no estoy seguro si hoy, por fin, será mi parti­ da... Desde Torrelavega quiero ir estudiando el bellísim o camino que conduce a Oviedo, deteniéndome en aquellos puntos en donde mi entusiasmo, venciendo mi indolencia, den p or resultado prue­ bas prácticas, o sea, pequeñas tablitas, muy concluidas, que, sabe usted, es la m oda presente... En Oviedo permaneceré cuatro o cin­ co días, pues también tengo amigos en dicha población y retratos que hacer, saliendo después directamente para su casa (91)... En (88) Se refiere, con toda probabilidad, a la Nacional que se inauguraría el 15-X-1871 con asistencia de Am adeo I. Si algo llegó a presentar — que segu­ ram ente no— no consta. (89) H a dejado pasar seis años, no sólo sin visitar a su antiguo amigo sino sin ni siquiera escribirle. (90) Esta autocrítica resulta aquí especialmente oportuna, ya que la visita que tan repetidam ente venía prom etiendo desde 1867 nunca vo lvería a reali­ zarse. El sím il del papel que lleva el viento lo volverá a em plear en 1895 al autorretratarse como pintor bohemio ( José Robles..., p. 36). (91) De esta estancia en O viedo por el año 1877 conocíamos ya la acua­ rela de la Casita con corred or y ropa tendida que en esta ciudad dedicó a su 532 JOSE TOLIVAR FAES Y MIGUEL SUAREZ-CANTON esta dirección sale el papel. ¿Dónde caerá?... Varias veces he sabi­ do por artistas que han visitado esa provincia que nunca me ha olvidado usted y... siempre se ha interesado por averiguar la m ar­ cha artística de aquél cuyas obras fue usted el prim er adquisi­ dor (92)... Tendremos, pues, amplio motivo de sabrosa plática... Rogándole me dispense (en gracia del buen deseo que me asiste) si, p or acaso, fuera tal la violencia del viento contrario, que me llevara a Virginia o a Noruega. 36 Oviedo, 4 julio 1877.— El itinerario de mi viaje fue interrum pido y variado en Torrelavega p or el encuentro con mi amigo el ilustre escritor montañés D. José M aría de Pereda, que me invitó y com­ prometió a pasar unos cuantos días en su posesión situada en Polanco. Pensando fueran dos o tres he estado ocho. [D esp u és] he hecho escala... en Unquera para conocer el camino de Potes... me he detenido en Llanes, Cangas de Onís [ y ] Covadonga... [Y a en Oviedo, hice] con nuestro común amigo D. Braulio M ori (93) una expedición de recreo a Barco de Soto... En breve espero tener el placer, p o r tanto tiempo anhelado, de pasar unos días en su grata compañía. amigo R ogelio Jove, y es de suponer que de su paso, entonces, por Llanes haya salido el dibujo de La vuelta del trabajo publicado en “ Ecos del N alón ” de 8-1-1878 y reproducido en “ La Ilustración Gallega y Asturiana” de 8-VII-1880 con el título de Aldea de Poo (Llanes). (92) Entre los muchos estímulos que Robles recibió de don Nicolás Suárez Cantón creemos digno de subrayar éste de haber sido su “ p rim er adquisidor” . (93) Este don José Braulio G. M ori (v e r nota 79), sincero adm irador de Robles, escribe a su amigo Suárez Cantón la siguiente carta, en la que nos deja una perfecta semblanza del pintor: “ Oviedo, agosto 10 de 1877.— M i que­ rido y distinguido am igo: Contesto a su atenta del 7 y le digo que el amigo Robles, después de estar aquí unos 15 días, se m archó para Santander en donde tenía compromiso de varios retratos, especialmente de dos que había ofrecido hacer en todo el mes de julio.— A qu í hizo tres de busto de una hija de Solís y un herm an o; de la prim era dos en diferente postura. Esta niña es un precioso m odelo de líneas y sobre todo de color, así que el segundo (de p e rfil) es prim oroso y con toda la frescura que sólo Robles [sabe] obtener, y en una sesión sola.— Después contrajo el compromiso con César Cañedo de hacer e l retrato de su señora madre, doña Telesfora Sierra, y tenían concer­ tado ir a Grado, donde esta señora se halla, y él escaparse después a ver a V., pero les pareció m ejor hacerlo con más calma a la vuelta de su v ia je a Santander.— A h ora en casa de Solís le esperan de un día a otro, pero yo no m e fío mucho porque sé lo pronto que se olvida de sus propósitos y promesas con su carácter, excelente, pero siempre vacilante y obrando por impresiones del momento.— Sin embargo, que volverá no lo dudo porque después de lo LU C ÍA U RÍA Y RIEGO ÓLEO POR J. ROBLES 1891 BOCETOS DEL CUADRO «LO S TRABAJADORES DE ARANJUEZ A L A HORA DE L A SIESTA» ÓLEOS DE J. ROBLES (3? Medalla en la Exposición Nacional) 1867 NUEVAS OBRAS Y ESCRITOS DEL PINTOR JOSE ROBLES 533 37 Oviedo, 19 noviembre 1877.— La enfermedad grave que ha tiem­ po socava las valiosas condiciones que para el arte pudiera tener [y o ]... es la pereza. Esta, lejos de abandonarm e, con estos cielos encapotados (94), con este clima húmedo, se apodera cada vez más de mi ser y, si no salgo de aquí, concluiré por no hacer absoluta­ mente nada. N o he remitido aún los frasquitos de glicerina porque antes de m archarm e debo retocar alguna acuarela que he regalado. Tam bién deseo me diga V. qué acuarela quiere le envíe, como re­ cuerdo, de las que V. vio... Espero acrecentar mi nom bre y mi bolsillo, mis simpatías en Oviedo son cada vez mayores... Tam berlick me escribe desde París sumamente cariñoso... Me pregunta si pienso concurrir en el próxim o concurso. Yo, aunque lo deseo, te­ mo mucho que la falta de tiempo y mi apatía me im pidan hacerlo. 38 Oviedo, 21 enero 78.— Salgo para M adrid... dejando para más adelante varios retratos encargados... He entregado donde usted me d ijo... dos acuarelas de las que más gustaron a usted... N o he querido dejar Asturias sin decirle adiós, querido amigo, hasta el próxim o verano (95)... [D irección ]: Calle del H orno n.° 9, Toledo. ofrecido ha dejado prendas consistentes en unas acuarelas y oíros chismes del oficio.— Respecto de sus obras diré a V., amigo mío, que cada vez me gusta más lo que hace, y creo firmemente que si como talento tuviera otras condi­ ciones de constancia, carácter, etc., sería uno de nuestros primeros artistas, que es mucho decir donde tanto y tan bueno hay y sale cada día como por ensalmo.— Me habló de un proyecto de cuadro para la próxima exposición de París, y una mañana, tras una noche de nervios e insomnio, me dijo: Ya tengo mi cuadro. Representará la mitad del primer término, media lancha en que van los condenados a una leva de mar, y la otra mitad y fondo, pueblo, padres y madres, etc., que se despiden de aquellos desgraciados. Una leva, se titulará el cuadro, y trajes de principios del siglo. El asunto me parece bueno. ¿Lo ejecutará? Dios lo sabe. He dicho todo lo que sé de Robles, añadiré para terminar que nos acordamos muchas veces de usted y que no dejaré de excitar su ya vehemente deseo de ver a V. y a su apreciable familia.— Mande cuanto guste a su atento y affmo. amigo Q.B.S.M. José Braulio G. M orí”. (94) Estos cielos encapotados, con los que quiere justificar su indolencia, los padecerá hasta su vuelta a Madrid en 21 de enero de 1878. Como se hallaba aquí desde el mes de julio, ésta parece ser la primera larga estancia de Robles en Asturias. (95) Esta será su última carta a don Nicolás. Todo hace pensar que, llega­ do el “próximo verano”, al igual que en los anteriores desde 1867, la prometida visita a su viejo protector quedó sin hacer. El señor Süárez Cantón fallecería el 4 de noviembre de 1878. 534 JOSE TOLIVAR FAES Y MIGUEL SUAREZ-CANTON A P E N D IC E AL CATALOGO D E P IN T U R A S Con posterioridad a la publicación en 1984 del libro José Robles, pintor de Asturias, en el que llegamos a catalogar ciento cincuenta obras del artista, hemos tenido noticia de un buen número de traba­ jos más: unos de realización com probada y otros, a los que Robles se refiere en sus cartas, que acaso no pasaron más allá del pensa­ miento del autor. Todos se relacionan a continuación siguiendo el orden alfabético de sus títulos e indicando las principales caracte­ rísticas que de ellos conocemos: Arboles del camino.— Oleo sobre tabla (13,5 x 9,5). Sin fecha. Don Justo Ureña Hevia, Avilés. Buena conservación. Arboles junto al río.— Oleo sobre tabla (12,5 x 10,5). Sin año. Delicada mi­ niatura de bello colorido. D.L.E., Oviedo. Muy buena conservación. Autorretrato.— Oleo. Ovalado (37 x 28). Boceto, sin fecha ni firma. Medio cuerpo. Hecho frente al espejo, aparece Robles con la paleta en la mano de­ recha y el pincel en la izquierda. Tenía el autor 25 años. Regalado a don N i­ colás Suárez Cantón, según carta de 4-XII-1867. Lo poseen, en Madrid, herederos de Suárez Cantón. Regular conservación. Barcas de Cudillero.— Oleo sobre tabla (18,5 x 11). Cudillero, ¿1904? D.L.E., Oviedo. Muy buena conservación. Barcas en tierra; pequeña lengua de a g u a ; casas a la derecha. Boda en Asturias.— De este supuesto cuadro sólo sabemos, por carta de l-XII-1867, que Robles proyectaba pintarlo para Tamberlick. Cementerio de Villamayor.— Acuarela realizada durante su estancia en As­ turias por el verano de 1870. Carta número 33. Copia.— De cierto cuadro de Rubens, con destino a La Habana. A este tra­ bajo hace referencia en carta de 24-1-1870 El orador político.— Acuarela representando a un romero de Covadonga que discursea, ante ocho o diez personas, en un lagar de sidra de Cangas de Onís. Sobre este boceto proyectaba componer un cuadro (carta de 6-XI-1870), pero el proyecto seguía sin realizar en 14-VI-1871. Franchesca y Paolo.— 'Boceto. Enamorada pareja; ella, lindísima llanisca. Tras un castaño aparece otro galán. Verano de 1870. Carta número 33. La aldea de Poo en el camino de Llanes a Niembro.— 'Grabado, en “La Ilustración Gallega y Asturiana”, 8-VII-1880. Es el mismo que ya conocíamos como La vuelta del trabajo y que había sido publicado en “Ecos del Nalón” el 8-1-1878. La buena educación.— Boceto. Una aldeana, con un cesto a la cabeza y una niña a la mano, toma agua bendita de una pila semejante a la “de San Nicolás de Argame, cerca de Barco de Soto” (carta de 6-XI-1870). La misa en la aldea.— Boceto. Una ermita de Arriondas. Parte de los fieles oye la misa desde el atrio. Verano de 1870 (carta de 6-XI-1870). NUEVAS OBRAS Y ESCRITOS DEL PINTOR JOSE ROBLES 535 La predicación en Covadonga.— Proyecto al que Robles daba la mayor im­ portancia. Iba a tener gran tamaño (168 x 224), según detalla en carta de 6-XI-1870, pero en 14-VI-1871 declara no haberlo realizado todavía. Junto al tronco de un castaño y protegido del sol por un paraguas, el predicador; los sacerdotes que han celebrado la misa y el pueblo, con variedad de trajes, de­ jan ver, a la derecha, el altar de la Virgen. La rapaza de la pandereta.— ¿Oleo? Lo reproduce “Crónica de Asturias”, Habana, 7-VIII-1910. Posiblemente sea el mismo o parecido a los titulados Niña con pandereta y Aldeana tocando la pandereta ( José Robles, págs. 141 y 153). La vuelta del mercado.— En carta de 8-1-1868 da Robles este título a un cuadrito de costumbres asturianas que ha pintado para Tamberlick. Con igual título pintará una tabla en Muros el año 1887 (José Robles, p. 151). Loggias.— Pintadas, al estilo de las de Rafael, en el palacio construido por el marqués de Portugalete, cerca de la Puerta de Alcalá, en Madrid, por el año 1870. En colaboración con Contreras e Hispaleto. En carta número 29 pun­ tualiza haber pintado allí desnudos, ropajes y una buena alegoría del verano. Los trabajadores de Aranjuez a la hora de la siesta.— Aunque no se ha hallado todavía el original de este cuadro galardonado en la Exposición Nacio­ nal de 1867 y sólo conocíamos de él una fotografía en blanco y negro (José Robles, p. 152), existe una copia, acaso un boceto muy acabado, que posee en Cangas doña Cecilia Suárez-Cantón y Llanes. Pese a sus pequeñas dimensiones (38 x 50) nos da una idea exacta del dibujo del que obtuvo una tercera meda­ lla y también del colorido, que conocíamos sólo por la descripción hecha por Federico Balart. L a composición comprende unas veinte figuras humanas, de­ lante de una casucha y en torno a un guitarrista; al fondo, carro de heno y arboleda. En carta de 6-XI-1870 precisa Robles que el tamaño del cuadro pre­ sentado en la exposición era de ocho pies por seis, es decir, 224 x 168 centíme­ tros, y en otra, de 24 de enero del mismo año (núm. 28) nos dejaba informados de que “el cuadro de la exposición” se lo habían pedido desde La Habana. Es, pues, muy probable que haya ido a parar a dicha ciudad. Los trabajadores de Aranjuez...— Cuadrito, también de pequeñas dimensio­ nes (26 x 33), que poseen los herederos de don Nicolás Suárez Cantón. Su composición es sumamente parecida al anterior. Las figuras aparecen mayores y menos diseminadas. Los ropajes reciben, generalmente, otro colorido. El conjunto resulta más armónico. Quizá el pintor haya tenido en cuenta para estas modificaciones la crítica hecha por Balart al lienzo premiado en 1867 (José Robles, p. 83). Monasterio de Villanueva.— Acuarela realizada en Asturias en el verano de 1870. Carta número 33. Orilla del río.— Oleo sobre tabla (13,5 x 9,5). Sin fecha. Don Justo Ureña y Hevia, Avilés. Buena conservación. Paisaje asturiano.— Oleo (30 x 60 aprox.). 1871. ¿1874? Museo Prov. Bellas Artes, Oviedo. Buena conservación. Carro de vacas, caballo y hórreo a la de­ recha, arboleda al fondo. Peña del Caballo, en la ría de Avilés.— Oleo sobre lienzo (37 x 77). ¿1896? Don Justo Ureña y Hevia, Avilés. Buena conservación. Esta marina es espe­ cialmente elogiada en “L a Voz de Avilés” de 10-VI-1896. 536 JOSE TOLIVAR FAES Y MIGUEL SUAREZ-CANTON Pordiosero bebiendo en un manantial.— Oleo. Realizado en Asturias duran­ te el verano de 1870 (carta número 33). Fondo de montañas con niebla; Pórtico de la iglesia de Llanes.— Oleo. ¿1870? Su fotografía la publica “El Oriente de Asturias” en el extraordinario de enero de 1955. Varias figuras en primer término. Retrato de don Antonio Viesca.— Hecho en Oviedo en agosto de 1870, se­ gún carta número 33. Retrato de don Federico Ureña y González-Olivares.— Oleo. Lienzo pegado sobre tabla, oval (58 x 44). 1887. Don Justo Ureña y Hevia, Avilés. Buena con­ servación. El retrato acompañó al pintor en cierta excursión que éste refiere en su artículo titulado “Avilés” que publicó “El Carbayón” de 27-XI-1886. Ver José Robles, p. 113 Retrato de don Pablo Fernández de Miranda y Llano-Ponte.— Oleo. Lienzo (75 x 60). 1887. Marqués de la Vega de Anzo, Grado. Buena conservación. El retratado viste uniforme de brigadier de Artillería. El cuadro forma pareja con el de doña Raimunda Vives, esposa del brigadier. Retrato de don Nicolás Suárez Cantón.— Oleo sobre lienzo (175 x 85). Pin­ tado en el verano de 1867, es un velazqueño retrato de cuerpo entero en traje de cazador. Una copia de la cabeza, realizada por el retratado, fue enviada a Madrid desde Cangas para facilitar la ejecución de otro retrato que meses después realizaría Palmaroli. Buena conservación, en general. Familia Suárez-Cantón, Madrid. Retrato de doña Lucía Uría y Riego.— Oleo, ovalado (75 x 55). 1867. Buena conservación. Perfil. Tres cuartos. Familia Suárez-Cantón, Cangas del Narcea. Retrato de doña Lucía Uría y Riego.— Oleo. Lienzo (70 x 50). 1891. Don Gervasio Suárez-Cantón. Retrato de doña Raimunda Vives y Amat.— Oleo. Lienzo (75 x 60). 1887. Marqués de la Vega de Anzo, Grado. Buena conservación. El cuadro de esta señora, vestida de negro, forma pareja con el de su marido don Pablo Fer­ nández de Miranda. Retrato de doña Telesfora Sierra.— Tenía Robles el compromiso de pintar a esta señora, condesa viuda de Agüera, en Grado y durante el verano de 1877. V er carta de don Braulio G. Mori en nota 93. Retrato de la baronesa de Ortega.— Por recomendación de Tamberlick, te­ nía Robles encargada esta obra, según carta de 13-11-1868 (número 18). Pro­ bablemente no llegó a ser realizada. Retrato de la niña Luisa Suárez-Cantón Uría.— Oleo, ovalado (42 x 34). Lo tuvo Robles entre manos desde octubre de 1867 hasta noviembre de 1869. Es la hija fallecida de don Nicolás Suárez-Cantón. Ver cartas 10, 13, 18, 19 y 27. Junto con otros cuadros del pintor, lo conserva con especial cariño doña Ce­ cilia Suárez-Cantón y Llanes, en su casa de Cangas. Retrato de la señorita Esperanza.— Oleo (61,5 x 49,5). Se trata de doña Es­ peranza Merás Uría. Lo posee doña Quitita Alonso Merás, Madrid. Buena conservación. En carta de 10-XI-1867 la recuerda Robles como su “simpático modelo”. El retrato está firmado en Cangas de Tineo. NUEVAS OBRAS Y ESCRITOS DEL PINTOR JOSE ROBLES 537 Retrato de la señorita María Suárez-Cantón Uría.—Oleo, ovalado (75 x 55). 1867. Buena conservación. Familia Suárez-Cantón, Cangas del Narcea. Lá re­ tratada fue, posteriormente, monja dominica, en Cangas, y profesora de piano. Retrato de Lope de Vega.— Lo estaba concluyendo el 24-1-1870, según carta de ese día. Parece que formó parte de una serie de encargos para La Habana. Retratos de la familia de Tamberlick.— Son de cuerpo natural. Los está haciendo en París. El 13-TX-1868 estaban tados y pensaba terminarlos en octubre o noviembre. Pero, regreso en Madrid el 24 de septiembre, es muy probable concluido entonces y sean ellos los que motivaron su nuevo 1869 (ver cartas 22 y 27). entero y tamaño báslante adelan­ hallándose ya de que no los haya viaje a París en Retratos de los Suárez Solís.— En número de tres, los realizó durante el verano de 1870 en casa de Suárez Solís, en Oviedo (ver cartas 31 y 33). Siete años más tarde, en carta de don Braulio G. Mori (ver nota 93) se habla nue­ vamente de tres retratos de los Solís: dos de la hija, en diferente postura, y uno de un hermano. Retratos en Jerez de la Frontera.— En carta de 14-VI-1871 manifiesta Ro­ bles haber hecho allí, aquel año, más de treinta retratos. San Juan Bautista, niño.— Oleo. Familia Suárez-Cantón, Madrid. Es uno de los tres cartoncitos que, comprados por don Nicolás Suárez-Cantón, fueron objeto de la primera venta que Robles hizo de sus obras (nota 92). Soldado de Napoleón.— Acuarela (10 x 8,5). 1877. Don Martín González del Valle, Oviedo. Muy buena conservación. Soldado con morrión, medio cuerpo. Tipo popular de Grado.— Oleo (101 x 65). Sin fecha ni firma. Lo posee, en Oviedo, don Martín González del Valle. Buena conservación. Probable borra­ chín, de medio cuerpo, con vaso de vino en la mano derecha y jarra sobre ]a mesa. El boceto, a la acuarela, de este cuadro lo dedica Robles, en Grado, a don Martín González del Valle, en el año 1880. Es, con mucha probabilidad, el cuadro expuesto en 14-XI-1884 al que hicimos referencia, bajo el título de “Figura”, en José Robles..., págs. 86 y 147. Tipo popular de Grado.— Acuarela. 1880. Es el boceto aludido en la ficha del cuadro anterior. Un descanso aprovechado.— ¿Oleo? 1867. En carta de l-XI-1867 dice Ro­ bles estar haciendo este cuadro para Tamberlick. Representa una vaaueira cogiendo agua de una fuente mientras por el camino pasa un labriego condu­ ciendo un carro de bueyes. Los señores Suárez-Cantón Llanes poseen un pre­ cioso óleo (37,5 x 30) que representa la misma escena. El carro transporta hierba y el agua es recogida en una ferrada. En la carta número 17 habla del traje de la vaquera. Un mesón de la calle de Toledo.— El pintor titula así un cuadrito que el 8 de enero de 1868 acaba de pintar para Tamberlick (carta 17). Un restaurant á bon marché.— Bodegón en las proximidades del Fontán ovetense. Probablemente este proyecto no llegó a realizarse (carta 33), al me­ nos seguía sin hacer en 14-VI-1871. 538 JOSE TOLIVAR FAES Y MIGUEL SUAREZ-CANTON Una boda en Asturias.— Cuadro que en l-XI-1867 proyectaba pintar para Tamberlick siguiendo descripciones de don Andrés M. Cantón (boticario de Salas). Cartas 9 y 12. Una leva.— Condenados que em barcan; pueblo y padres que los despiden. Proyecto concebido en 1877 y probablemente no realizado. Ver nota 93. Una vieja.— Estudio que el 24-1-1870 dice Robles acababa de pintar para La Habana y había llamado mucho la atención (carta número 28). EL GENERAL ELORZA: APUNTES PARA UNA BIOGRAFIA Roberto Suarez Menendez M.a Jesus Garcia Garcia (*) Don Francisco Antonio de Elorza y Aguirre nació en Araoz — Oñate— , provincia de Guipúzcoa, el día 4 de enero de 1798. El 30 de junio de 1811 ingresa como cadete en el Colegio de Artillería, donde estuvo aprendiendo las técnicas artilleras durante algo más de tres años, saliendo con el grado de subteniente. Posteriormente tom ará parte en un alzamiento de la guarnición de La Coruña. Como consecuencia se exilia prim eramente en Fran­ cia, para pasar a Bélgica, Alemania, El Piamonte e Inglaterra, en donde obtiene los conocimientos teóricos y prácticos de la moderna siderurgia. Dedica, pues, el tiempo (1823-1829) en el estudio de Ciencias Naturales, M etalurgia y explotación de minas. Esta labor, unida a los deseos del señor Heredia de M álaga «qu e conocía el valimiento de E lo rza » (1), es lo que impulsa al m onarca a conce­ derle el perm iso para regresar el día 30 de marzo de 1829 y encar­ garse de la dirección de las minas e instalaciones siderúrgicas de M arbella (M á lag a), y en 1832 pasar a la dirección de la Com pañía (*) Agradecemos la amable y desinteresada colaboración, así como el aporte de documentación que nos prestaron don Luis Adaro Ruiz-Falco, Ramón Fer­ nández Penedo, Germán Ojeda, La Fábrica Nacional de Trubia y el Centro Cultural y Recreativo de Trubia. Hacemos extensivo este agradecimiento a Rosa Cristina Fernández Valdés, Emilio Arias y Padre, Pablo Arias, Senén y Celso Rodríguez, que suministraron el aporte económico y humano gracias al cual este estudio pudo ser realizado. Asimismo, agradecemos la lectura del primer borrador a María González y Roberto Jiménez y especialmente a don Rafael Anes, por su asistencia en su redacción definitiva. Todas las deficiencias, que como consecuencia de no haber sabido utilizar estas ayudas con el mejor provecho, son de nuestra entera responsabilidad. (1) Carlos J. “El verdadero librecambista. Estudio teórico-práctico del desarrollo de la industria metalúrgica y carbonera en Asturias”, Oviedo, Bertrand, 1861, p. 8. 540 ROBERTO SUAREZ MENENDEZ Y M.a JESUS GARCIA GARCIA de las Minas del Pedroso (Sevilla); asimismo, organizó y dirigió las explotaciones de las minas de carbón de la Reunión de Villa del Río (2). Establecimientos del sureste español en los que dio muestra de sus conocimientos, valía profesional e inteligencia, que se podría considerar como un preludio de lo que posteriormente desarrollaría en Asturias a partir del año 1843, fecha en la que a petición del Gobierno realiza «su obra maestra, la que llevó su nom bre al pináculo de la fama, del respeto y admiración de sus coetáneos» (3). I. PROLOGO A LA LLEGADA DE ELORZA Y LOS PRIM ERO S CONTACTOS CON LA FABRICA DE TRU BIA Previo a cualquier valoración y estudio de la estancia trubieca de Elorza, resulta necesario hacer una aproximación, señalando el estado en que se encontraba el citado establecimiento antes de la llegada de su restaurador. La creación de la «F ábrica de Municiones Gruesas de T ru b ia» se remonta a 1794, fecha en la que con el inform e favorable de Fernando Casado de Torres se inicia el centro fabril en donde tiene lugar (1796) un intento (4 ) de utilización del com bustible mineral en el horno alto; posteriormente, y con la llegada de la invasión napoleónica de 1808, la Fábrica de Trubia llega al fin de lo que se ha denominado prim era época del centro fabril. « A partir de en­ tonces, haciendo sus directores más bien funciones de encargados de efectos y de celadores de los bienes raíces, la fundición de Trubia, desprovista de todo apoyo, permanecía poco menos que cerrada, sus operarios eran distribuidos p or otros establecimientos militares y los años y el abandono hacían mella en sus construc­ ciones e instalaciones, sólo ocupadas y utilizadas, en parte, p or algunos bayoneteros y cañonistas de fusil que dependían de la (2) Por estos años contrae matrimonio con doña María del Patrocinio de Aguirre y Veamurgía. (3) Ignacio umalde “El Mariscal Elorza”, en Revista de Oñate, 19521953, p. 37. (4) Fracaso que Elorza atribuye a “la pequeñez de los hornos que se ha­ bían construido y sobre todo el poco viento que podían suministrar las má­ quinas establecidas con este objeto”. Francisco A. de lorza “Lo que es la Fábrica de Trubia, y lo que de ella se puede y debe esperar con la protección del Gobierno de Su Majestad”, en Memorial de Artillería, t. I, primera serie (1844-45), p. 247. : ; :' Z , E , EL? GENERAL ELORZA: APUNTES PARA UNA BIOGRAFIA 541 Fábrica d e.A rm as de Oviedo ( . . . ) La no muy floreciente época fun­ dacional de T rubia había terminado ( . . . ) » (5). ' ^ Tal es el estado en que se encuentra la Fábrica de Trubia cuan­ do sé le da-notificación en 20 de septiembre de 1843 para que pa­ sando a Asturias escribiese una «M em o ria» en la que diese cuenta del estado del ^antiguo establecimiento y del partido que de él po­ dría sacarse: « a pesar de causar con ello no pequeño perjuicio a mis intereses privados — escribe Elorza— , me puse a la prim era indicación á disposición del lG o b ie r n o »'( 6 ). Como resu ltad o'd e la valoración hecha p o r Elorza en su informe, y ante un cúmulo de circunstancias favorables (se había terminado la''guerra civil, fruto de no pocos problem as para el erario público), así como la exis­ tencia en el G obierno de dos ministros asturianos (P ed ro Pidalsy Alejandro M on ), el director general dél Cuerpo de Artillería, don Francisco Javier de Azpiroz, conde de Alpuente, propone al G obier­ no la restauración de la factoría de Trubia, acaecida p or Real Orden de 26 de mayo de 1844 (7). •"' • * Llegados a este punto, sé plantea al Cuerpo de Artillería la difícil tarea de encontrar al director cualificado y eficiente para el nuevo centro fabril. Fijóse la atención en Francisco de Luxán, aunque a la sazón fuera del servicio, para la rehabilitación; «p ero circunstancias par­ ticulares, unas políticas y otras personales, superiores a su volun­ tad y deseo, le obligaron a declinar un cargo tan delicado como honroso, indicando sin em bargo en su lealtad y conciencia, y reco­ m endando como la única persona capaz en España de llevarlo a F P , ~ (5) Salvador ernandez enedo “Trubia : los primeros altos hornos y la primera acería de España’’, en Revista del Instituto del Hierro y del Acero num. 93 (abril-junio, 1964), p. 448. * ■ • (6) Francisco Antonio de E l o r z a y A g u i r r e , “Consideraciones sobre la marcha de la Fábrica de Trubia desde su restablecimiento en 1844 hasta fines de octubre de 1860, y el estado del establecimiento desde esta primera fecha”, en Memorial de Artillería, t. X V II, primera serie (1861), p. 6. (7) ‘.‘Disponiendo se fundiese en ella la artillería de hierro necesaria‘.para la marina, plazas de guerra y "baterías de costa”, en ibídém, 6.' Posteriormen­ te, y .en el “Reglamento para la Fábrica de Trubia” (la Real Orden dei apro­ bación está 'dada en Madrid, a 23 de noviembre de 1852), en en el artículo 1¿° deja bien explicitado el objeto de la fábrica: “El'establecimiento nacional de Trubia tiene por objeto la fabricación de hierro colado y forjado, aceros, pie­ zas de artillería, municiones, máquinas y otros productos de aquellas materias destinadas al servicio del Ejército y de la Marina”. • •• -' 542 ROBERTO SUAREZ MENENDEZ Y M.ft JESUS GARCIA GARCIA buen término a don Francisco Antonio de Elorza, teniente coronel que era de Artillería» ( 8 ). En estos momentos, la valoración que se hacía del candidato era am bigua: «E lo rza tenía para los militares conservadores en el poder el inconveniente de haber sido un beligerante artillero libe­ ral ( . . . ) Tenía la ventaja de ser el único técnico español conocedor en profundidad de la nueva siderurgia ( . . . ) » (9). Parece que prim aron más su capacidad y conocimientos técni­ cos que la opinión que merecían sus ideas, pues p or una Real Orden de 18 de agosto del mismo año fue nom brado director del nuevo establecimiento ( 10 ). A la llegada del nuevo director el establecimiento presentaba un estado lamentable, pues como él mismo señala: «n o existían de la antigua Fábrica de Trubia más que dos pequeños hornos al­ tos (...); la presa con que se tomaban las aguas del río Trubia y la estrecha acequia que las conducía al establecimiento. H abía ade­ más una casa-habitación del director y comisario, dos para la de oficiales y empleados, algunas para operarios y cierto número de fraguas y barrenas verticales para el trabajo de los cañones de fusil, dependientes de la fábrica de O viedo» (11). L , (8) Francisco de uxan “Viaje científico a Asturias y descripción de las fábricas de Trubia, de fusiles de Oviedo, de zinc de A m au y de hierro de la Vega de Langreo”, Madrid, 1861, p. 46. Aparece aquí una contradicción con otras fuentes consultadas en el Archivo General Militar de Segovia (especial­ mente, “Hoja de Servicios de don Francisco Antonio de Elorza y Aguirre”, sección 1.*, legajo E-302), al reseñar que con fecha 20 de septiembre de 1843 es ascendido a primer comandante del Cuerpo, no ascendiendo a teniente co­ ronel hasta el 4 de julio de 1847, manteniendo tal empleo hasta el día 1 de febrero de 1855, fecha en la que asciende a coronel del Cuerpo. (9) Germán jeda “Asturias en la industrialización española, 1833-1907” (1.a ed.), Ed. Siglo X X I de España, Madrid, 1985, p. 49. (10) Parece ser que este lapso de tiempo que comprende desde 1843 a me­ diados de 1844 en el que los proyectos de Elorza están poco menos que parados son consecuencia de los infructuosos intentos del concejo de Grado para tratar de llevar al corazón del municipio la futura fábrica. Cfr. Alvaro ernandez de iranda “Grado y su concejo”, 1982. (11) Francisco Antonio de lorza y guirre op. cit., p. 6. - ~ O M , , F E A , EL GENERAL ELORZA: APUNTES PARA UNA BIOGRAFIA II. 543 LA «MEMORIA» COMO GUIA DE SUS FUTURAS ACTUACIONES Así, y en el mismo mes de agosto en que es nom brado director, inicia los trabajos de restablecimiento, ciñéndose a las líneas maes­ tras que él m ismo diseñó en su «M em oria», siendo valorado el cos­ te de las obras en 1.107.160 rs. vn. De ella se pueden entresacar los aspectos básicos en los que se apoyará el proceso de reconstrucción: En prim er lugar, una valo­ ración del estado general de la fábrica, estimándola como inservi­ ble; un segundo aspecto sería la preocupación p o r el abastecimiento de materias prim as necesarias para su normal funcionamiento, así como la obligación de utilizar en los altos hornos carbón de piedra p o r la im posibilidad de obtener carbón vegetal (p o r la escasez de arbolado en las zonas circundantes), todo ello im ponía la funda­ ción de una fábrica de hierro integral, sin olvidar los medios de transporte, que cataloga como «cosa indispensable para que esta fábrica llegue a adquirir la importancia de que es susceptible» ( 12 ). Los resultados a obtener en este proceso de reconstrucción, según Elorza, «deben ser los más lisonjeros, no solamente para el Estado y el Cuerpo de Artillería, sino también para el país», al hacerse en ella las «piezas de hierro colado que se pueden necesitar para las minas y fábricas particulares» (13). III. RELACION CRONOLOGICA DE TRABAJOS Los prim eros trabajos fueron la demolición de los antiguos hor­ nos y de todas aquellas instalaciones inútiles, continuando con el ensanche de 6 a 12 pies (14) el canal o acequia de 1.142 pies (15) de longitud que conduce a las diferentes ruedas hidráulicas un caudal de 7.000 pies (16) cúbicos de agua p o r minuto, proporcio­ nando una caída de 34 pies, lo cual daría de potencia para el traba­ jo de talleres 233 1/2 caballos. Partiendo de esta infraestructura mínima necesaria se procedió a hacer las gestiones pertinentes para el abastecimiento del coque (12) Idem, “Lo que es la Fábrica de Trubia y t. I, 1.a serie (1844-45), p. 252. (13) Ibídem, 254. (14) (15) (16) 1,668 a 3,336 metros; 317,47 metros; 152,288 litros, respec­ tivamente. 544 ROBERTO SUAREZ MENENDEZ Y M.a JESUS GARCIA GARCIA y carbón mineral. Fruto de ellas fueron la concesión de las minas de carbón de Riosa y Morcín, sitas a tres leguas de la fábrica; cu­ yos trabajos de explotación comenzaron en 24 de abril de 1846 (17). E l 30 de mayo del mismo año empieza a funcionar el taller de «m olderías». A finales de ese año comienza a llegar el personal extranjero contratado p or Elorza durante un anterior viaje a Bélgica, H olan­ da e Inglaterra para la selección de operarios y adquisición de máquinas (18). El 20 de febrero de 1847 empieza a funcionar el taller para la fabricación de aceros y limas, para seguidamente, agosto de 1848, dar inicio la prim era «cam paña» del alto hom o, llam ado Daoiz, fundiéndose el prim er cañón de hierro colado el 25 de julio de 1849, de calibre 68 y con un peso después de conclui­ do de 127 quintales. Al mismo tiempo que estos trabajos empezó a funcionar el de fundición de proyectiles, en mayo de 1853; se inaugura el «taller de elaboración estirado de hierro dulce y forja en cilindros de cañones para las armas de fuego portátiles; un año más tarde, la fabricación en talleres de los cañones y bayonetas para las armas de fuego portátiles, así como un taller de precisión, finalizando lo que podríamos denominar «fase de com postura» con la ejecución del taller de fabricación de ladrillos refractarios (1856) y dos más para la elaboración de pistolas revólveres y corazas de acero fundido. JV. PRINCIPALES ACTIVIDADES: ALTOS HORNOS, ESCUELA DE FORMACION PROFESIONAL OBRERA, RED VIAL Y REPOBLACION FORESTAL Esta es sucintamente la labor industrial realizada p or el ilustre artillero, de la cual hemos soslayado cuatro aspectos en los que haremos ahora un especial hincapié: a ) importancia del alto hor­ No obstante, la relevancia de estos datos es bastante limitada consideran­ do la importancia que ha ejercido en la formación del personal autóctono. (17) Año en el que se realiza el primer busto de hierro de la fábrica, a cargo de Carlos Bertrand, que será de S.M. la Reina Isabel II. (18) Ha sido negativa la búsqueda de documentación referente a los mis­ mos; simplemente se puede reseñar que por el año 1849 y según'datos del Diccionario de Madoz eran 20 los obreros de contrata extranjeros, para pasar a 1861 en que el número se reduce a 12 (6 maestros de taller y 5 obreros es­ peciales). Vid. Francisco A . de E l o r z a y A g u i r r e , “Consideraciones sobre la marcha ...”, 18, y Francisco.de L u x a n , op. cit., p. 51. Debiendo contarse ade­ más el único “maestro piquero” destinado en la saca de minerales. ' EL GENERAL ELORZA : APUNTES PARA UNA BIOGRAFIA no; b ) de la Escuela de Formación Profesional O brera; 545 c ) repaso a la red vial construida, y d ) datos sobre la repoblación forestal. En relación al prim er apartado, la fábrica contaba con dos hor­ nos' altos (19), denominados «D ao iz» y «V e la rd e » (20), que eran de iguales dimensiones y forma, siendo su altura desde el suelo del crisol al tragante de 48 pies (21). Las obras de los nuevos hornos concluyeron coincidiendo con el cuarto aniversario del comienzo de los trabajos de restauración, si bien su puesta en m archa difie­ re en el tiempo, de tal manera que la prim era cam paña del horno alto núm. 2 no comienza hasta concluirse la quinta del Daoiz (22). Sobre el particular existe una cierta polémica acerca de la prim acía en el origen de la siderurgia moderna peninsular; mientras que algunos autores señalan como el prim er horno alto de coque que existió al prim er horno de Trubia, otros, en cambio, asignan tal prioridad a la Fábrica de Mieres, para más recientemente Francisco Quirós Linares destacar las instalaciones de Sabero (23) como la plrimera fábrica que elaboró en España «hierro a la inglesa» con carbón mineral. P or lo que respecta a los imputs empleados en el horno alto destacan los minerales obtenidos en explotaciones circundantes de Bayo y de Castañedo del Monte (propios del establecimiento); los hidratados de San Claudio, Naranco, así como de otros puntos cercanos, extraídos y conducidos a la fábrica p or particulares; uti­ lizando como castina la cal viva procedente de la calcinación de la piedra caliza de U drión (24); sin olvidar el com bustible emplea­ do para la fusión y reducción de los minerales en el horno alto (19) Construidos en el mismo emplazamiento que los antiguamente exis­ tentes, “El Volcán” y “El Incendio”, derribados al ser considerados como pe­ queños. Vid. Luis A d a r o R u i z - F a l c o , “Los comienzos de las Fábricas de Mu­ niciones Gruesas de Trubia y de Arm as de Oviedo, 1792-1799”, Oviedo, 1986. (20) También llamados núm. 1 y núm. 2, respectivamente. (21) V id . S a lv a d o r F e r n a n d e z P e n e d o , op. cit.,; F r a n c is c o d e L u x a n , op. cit. ; F ra n c is c o A . d e E l o r z a y A g u i r r e , “L o q u e e s la F á b r ic a d e T r u ­ b ia y ...”, y J u a n P a b lo F e r n a n d e z B e r n a l d e z y R. R ú a F i g u e r o a , “ V is it a a la fá b r ic a n a c io n a l d e fu n d ic ió n d e T r u b i a ” , en R e v ista M in e r a , 1855. (22) L a producción de hierro colado de los altos hornos continuará hasta 1866 en que serán apagados; lo mismo sucede con las minas de carbón de Riosa, propiedad de la Fábrica, que serán abandonadas en 1864. (23) El homo de Sabero, sito en León, era propiedad de la Sociedad P a­ lentino-Leonesa de Minas. Datándolo Francisco Quirós Linares en 1847 ó en los primeros meses de 1848. Vid. Francisco Q u i r ó s L i n a r e s , “L a Sociedad Palentino-Leonesa de Minas y los primeros altos hornos de cok de España, en Sabero (1847-1862)”, en Estudios Geográficos núm. 125 (1971), págs. 657-671. 546 ROBERTO SUAREZ MENENDEZ Y M.s JESUS GARCIA GARCIA que procede de las minas de Riosa, Sama de Langreo y escasamen­ te de Mieres. Como quedó expresado anteriormente, Elorza desde un prim er momento se preocupa p or el combustible, recomendando «qu e la fábrica adquiera minas propias, con lo cual deben resultar econo­ mías de bastante consideración»; sus deseos serán hechos realidad, siendo entregadas en propiedad por Real Orden de 30 de enero de 1848 las Minas de Riosa, en las que se encuentran instalados en 1860 cuarenta hornos para la fabricación de coque (25). Como hecho que tiene especial relevancia de toda la etapa en que nuestro artillero se encuentra en Trubia (1844 a 1863) nos referimos a la creación de la prim era Escuela de Form ación Pro­ fesional Obrera, que se fundó en Trubia en 1850 (26). A la que podían asistir «cualquiera persona que quisiera aprender las mate­ rias que deban enseñarse, siendo éstas los elementos más sencillos de la aritmética en cuanto hacen relación a las artes y oficios y el d ibujo geométrico aplicado particularmente a la delincación de máquinas y artefactos» (27), estando confiada la enseñanza a los oficiales del Cuerpo (28) empleados en el establecimiento, acompa­ ñados p or maestros y operarios extranjeros. Las clases versarán sobre «geom etría y mecánica a que es anexa la del d ibujo [sien d o ] indispensable conocer la aritmética [conse­ cuentemente] se construirá desde luego una clase general en la que después de breves explicaciones sobre las partes de la aritmética cuyo conocimiento no puede prescindirse, se verificará un examen para clasificar p or él los que con este ligero repaso quedan en acti­ tud de pasar a las clases superiores [geom etría y m ecánica] sin perjuicio de que en ellas continuarán afirm ando y am pliando sus nociones de la inmediata inferior» (29). Para la enseñanza de geo­ metría y mecánica se seguirá el curso elemental publicado p or el coronel del Cuerpo don José Odriozola, mientras que para el dibujo (24) L a piedra caliza cruda o castina fue empleada hasta marzo de 1853, fecha en la que termina la tercera campaña del homo alto núm. 1. (25) En 1849 tenía la Fábrica 18 hornos en Riosa, para pasar en 1850 a tener 33. (26) L a Orden fundacional tiene fecha de 1 de enero de 1850; pero real­ mente ya en 1844 existía sin apenas instalaciones y no habiendo más escuela que los propios talleres. (27) “Libro de Ordenes. Subdirección de la Fábrica de Truvia (1850-1 de abril de 1854)”. Orden de primero de enero de 1850. (28) Los primeros profesores fueron los capitanes de artillería don Víctor Marina, don Elíseo Loriga y don Doroteo Ulloa. EL GENERAL ELORZA: APUNTES PARA UNA BIOGRAFIA 547 geométrico «se eligirán las lecciones más convenientes según los tratados más m odernos y completos de la materia, entre los que servirán muy especialmente el mecánico constructor y la colección de modelos aplicados a la enseñanza del dibujo de las m áquinas p or M r. Leblanc, profesor del Conservatorio Real de Artes y Oficios de P arís» (30). Establecióse la hora para «tan útil ocupación ( . . . ) la prim era de la noche, inmediatamente después de terminados los trabajos de talleres» (31). Los fines de la «academ ia» pueden que­ dar más claramente expresados en la conversación mantenida con el futuro maestro Cam pa Velasco: «Y o no quiero obreros solamen­ te para Trubia, quiero crear un plantel de obreros que lo mismo que ahora vienen aquí maestros extranjeros sean los de aquí quie­ nes reemplacen en todas las dependencias del cuerpo, y en cuanto yo tenga obreros que desempeñen funciones de maestros, m andaré los extranjeros a sus países tan pronto terminen sus contratos» (32) ( sic); sus aspiraciones se verán cumplidas, llegando « a form ar en T rubia un núcleo de maestros y operarios inteligentes y laboriosos a la p ar que honrados e instruidos ciudadanos» (33), así «las fáb ri­ cas de M ieres y de L a Vega de Langreo reclutan el personal de sus obreros entre los educados en T ru b ia» ( . . . ) (34). Su papel de precursor en la enseñanza le será reconocido en 1944, al «c rea r en todas las escuelas de form ación profesional obrera y en los esta­ blecimientos de industria militar un premio que se denom inará «P rem io E lo rza», el cual será adjudicado al alum no que más b ri­ llantemente haya terminado el último curso de los que se siguen en dichas escuelas» (35). Elorza, como todo buen conocedor del mal endémico del Princi­ pado, era consciente que «e l facilitar los medios de conducción es una cosa indispensable para que esta fábrica llegue a adquirir la im portancia de que es susceptible» (36). Inicialmente el carbón que se consum ía «venía de cuatro leguas distante y traído en hom bros p or los pobres aldeanos (...), pues no había camino alguno p or (29) (30) (31) “Libro de Ordenes. Subdirección de la Fábrica de Truvia (1850-1 de abril de 1854)”. Orden de primero de enero de 1850. (32) Antonio C a m p a V e l a s c o , “Memorias del maestro don ...” (Texto m e­ canografiado), 25 de abril de 1920, p. 32. (33) Carlos J. B e r t r a n d , op. cit., p. 9. (34) Francisco de L u x a n , op. cit., p. 86. (35) Diario Oficial del Ejército de 16 de diciembre de 1944. Dirección Ge­ neral de Industria y Material. (36) Francisco A . de E l o r z a y A g u i r r e , “L o que es la Fábrica de Tru­ bia y ...”, p. 252. 548 ROBERTO SUAREZ MENENDEZ Y M.a JESUS GARCIA, GARCIA donde pudieran pasar siquiera las caballerías» (37). Considerando como «atenciones preferentes» (38) la construcción de una re d vial suficiente, se establece un camino carretero de 20 kilómetros para enlazar la fábrica con las minas de carbón de Riosa, junto- con la construcción de la carretera de Oviedo a la fábrica, el puente sobre el río N aló n y la compostura del camino de San Andrés, Castañedo y Bayo (39) (necesarios para el abastecimiento del m ineral). ' ' J La infraestructura viaria creada era necesaria, pero no suficien­ te; se comprendió rápidamente la necesidad de un ferrocarril que uníéra a la fábrica con sus minas de Riosa, siendo solicitado en 6 dé junio de 1852, si bien no se llegó a tomar resolución en el asunto (a pesar de-hacerse los estudios de esta vía). Posteriormente, por R .O fd e 13 de mayo de 1860, se aprueba la construcción de un ramal desdé la fábrica a Noreña, pasando p or Las Caldas, Latores y Ovie­ do, para así enlazar con el ferrocarril de Langreo. Este proyecto hubiérá’ tenido considerables ventajas 1 para la fábrica al reducir el coste de fabricación; no fue considerado de igual form a p or los industriales de la zona de Mieres, que atentos a sus intereses veían éñ ello el «convertir a Mieres en una dependencia de Sam a» (40), forzando su desestimación. ' Otro tema relevante es la repoblación forestal. La situación con la* que se encuentra es de agotamiento total «hasta la distancia de cinco leguas en los doce años que marcharán los [antiguos]> hornos altos» (41), afrontándose con una fuerte repoblación qué se inicia en 1845 con las plantaciones realizadas en terrenos adyacentes a la fábrica y constando de robles, horneros, fresnos, acacias de púa, alerces, pinos silvestres o del Norte, etc., provenientes de Francia, Bélgica y Alemania, lo que le valió el ser nom brado m iem bro de la Sociedad de Agricultura de Inglaterra, así como de la Sociedad Geológica de Francia, sin olvidar la participación en. la exposición agrícola de M adrid (finales de la década de 1850 p or el tipo de ma­ deras de Trubia). (37) Carlos J. B e r t r a n d , op. cit., p. 7. f(38) Francisco A . de E l o r z a y A g u i r r e , “L bia y ...”, p. 252. ‘ o , que es la Fábrica de Tru­ ; 1 (39) Los caminos que conducen a las minas de hierro de Bayo y Castañe­ do han sido construidos a medias por la Fábrica y los pueblos dé! concejo. Vid. Francisco A. de E l o r z a y A g u i r r e , “Consideraciones sobré la marcha de la Fábrica de Trubia desde en Memorial de Artillería, t. X V II, 1.a serie (1861), p. 15, y Francisco'de L u x a n , op. cit., p. 77. (40 ) “Ferrocarril de Mieres a Latores”, Oviedo, 1861, p. 4. (4 1 ) Francisco A. de E l o r z a y A g u i r r e , “L o que es la Fábrica de Trubia y p. 246. ; 549 ELv GENERAL ELORZA : APUNTES PARA UNA.., BIOGRAFIA V. . BALANCE DE LA GESTION LLEVADA A CABO DESDE 1844.A FINES DE 1860 Con todo lo expuesto, resulta obvio la necesidad de organización de los múltiples trabajos que se llevaban a cabo y la división de los talleres p o r producciones afines,, siendo en octubre de .1860 la siguiente: «L a Fábrica de Trubia se, encuentra dividida en cinco grupos de talleres, que comprenden:. ■ > ; «r , El prim ero, los hornos altos ( . . . ) con todas sus dependencias;' un taller de m olderías para la fabricación de toda cláse dé piezas de m oldería de hierro y bronce; un taller de herrería, y el labora­ torio de quím ica para los análisis y ensayos de los minerales; fun­ dantes com bustibles y demás materiales de fabricación. * ¡ E l segundó grupo de talleres comprende la fundición dé cañones y fabricación de proyectiles de todas clases; el taller de barrenar, rayar, sunchar, y concluir l a ,artillería; y los talleres de construc­ ción de máquinas. Form ará además parte, de este grupo el ,gran taller que está en construcción y se destina a la fabricación de grandes piezas de artillería u otras de hierro forjado o acero. E l tercer grupo abarca la fabricación de hierro forjad o y acero pudlado y su estirado en barras o chapas de todas form as y di­ m ensiones,'y la fo rja y estirado en cilindros de los cañones para lás arm as de fuego portátiles. Forman parte de este grupo los talle­ res en que se fabrican también limas de todas clases. E l cuarto grupo dé talleres compfende la fabricación de caño­ nes para las arm as de fuego portátiles, la de bayonetas p a ra 1 las mismas, la de pistolas revólveres, la de corazas y un taller de pre­ cisión en que se construyen los modelos, plántillás, instrumentos y m áquinas pequeñas relacionadas más principalmente con la fa b ri­ cación y examen de las armas portátiles. Form an además parte de este grupo el taller de modelistas, en que se constrüyen los m ode­ los de m adera para él moldeo de las piezas de m aquinaria y otrás qué deben fundirse en los distintos talleres de la fábrica. El qu in to'gru p o de talleres, que por ahora se encuentrá a cargo del Detall del establecimiento, comprende el taller de ládrillos re­ fractarios y crisoles, los de carpintería y carretería, uno de herre­ ría y ajuste, y las obras exteriores^ (4 2 ). r- ,. (42) Francisco A. de E l o r z a cha de la Fábrica de Trubia desde y A g u i r r e , “Consideraciones sobre la-:,rnar- págs. 8-9., ; r, 550 ROBERTO SUAREZ MENENDEZ Y M.mJESUS GARCIA GARCIA Están además a cargo del Detall «las salas de modelos, biblio­ teca, almacenes generales, arbolados y demás dependencias análo­ gas» (43). Form ando una sección independente se encuentra la explotación de minas de carbón y minerales de hierro propias del estableci­ miento. «E n resumen, en la Fábrica de Trubia hay 18 talleres diferentes, activados p or una fuerza total de cerca de 400 caballos, entre m á­ quinas de vapor y ruedas hidráulicas de diferentes sistem as» (44), y estando form ado el personal de los talleres de J6 maestros prin­ cipales y más de 600 operarios. Hasta aquí nos hemos dedicado al proceso de restauración del establecimiento, haciendo una breve reseña de la distribución de los talleres; estamos, pues, en condiciones de presentar el balance de estos prim eros 16 años: Cantidades gastadas (7/6/1844 a 31/10/1860) ... . 56.284.737,25 rs. V a lo r de productos salidos de la fábrica, stock de productos elaborados, existencias en almacenes ... 31.835.440,55 rs. Los 24.449.296,70, que es la diferencia, representa el «coste real y verdadero que en fines de octubre de 1860 tenía el Estado en el establecimiento de la Fábrica de T ru b ia» (45). Resultado que se debe considerar bastante satisfactorio, teniendo en cuenta la preca­ riedad de medios con que se encontraba en 1844 y la situación final que presenta la fábrica en 1860, en la que se ha realizado, además de una «buena disposición de sus talleres, la organización de los trabajos, la perfección de los procedimientos de fabricación, la creación del personal obrero y la bondad de los productos ela­ b o rad o s» (46), la compra de terrenos para la instalación de la factoría y repoblación forestal, así como reconstrucción de sus ins­ talaciones, viviendas de operarios, y todo ello considerando que la producción nunca fue completa, ya que se desarrolló a m edida que se creaban los talleres. También se debe tener presente el alto índice de calidad de los productos fabricados, avalado p or el gran número de pruebas ordinarias, extraordinarias y de contraste rea­ (43) Así lo expresa el “Reglamento para la Fábrica de Trubia” en los artículos núms. 77 a 97. (44 ) Francisco A . de E l o r z a y A g u i r r e , “Consideraciones sobre la mar­ cha de la Fábrica de Trubia desde p. 16. (45) Ibidem, p. 20. (46) Ibidem, págs. 23-24. EL GENERAL ELORZA : APUNTES PARA UNA BIOGRAFIA 551 lizadas (47), siendo destacables las pruebas de resistencia com pa­ rativas entre cañones de diferentes nacionalidades, sobre todo de fabricación inglesa (pionera de la industria siderúrgica y de arm a­ mento). Sirva com o ejem plo las realizadas entre cinco cañones de a 32 de fabricación inglesa, a igual número de los fundidos en la de T rubia para el servicio de buques de la Arm ada en el período 1858-1859 que la comisión encargada de ejecutarlas valora: «qu e la resistencia de nuestros cañones de Trubia era muy superior a la de los ingleses» (48). Con esta superioridad se cataloga la Fábrica Nacional de T rubia como «un magnífico y notable establecimiento que se halla constantemente al nivel de los más recientes adelantos y perfeccionamientos, pues en sí se ensayan y plantean inmedia­ tamente todos los nuevos descubrimientos y m ejoras, y puede p or lo tanto considerarse como modelo en sus aparatos y operacio­ nes» (49). Parece, pues, claro que el balance resulta favorable, siendo obligado comentar que «los señores ministros Pidal y M on y el difunto m arqués de Cam posagrado ( . . . ) auxiliaron a Elorza con sus influencias en las altas esferas del poder de aquella época» (50). Con respecto al balance y a estos prim eros años de gestión pocos han sido los estudiosos de la industrialización que le han dedicado más de dos párrafos, indicando al particular su falta de interés económico. Es obvio que su actividad preferente no era la producción para el mercado (51); pero no es menos cierto el gran (47) Las primeras tienen por objeto determinar las mezclas de metales o fórmulas de fusión más convenientes a la fabricación, las extraordina­ rias reconocer la calidad de los hierros, y las pruebas de contraste ase­ gurarse del grado de resistencia de las piezas de servicio. Vid. “Memoria sobre algunas pruebas de resistencia ejecutadas en la Fábrica de Trubia con piezas de artillería de hierro colado, presenta la Comisión encargada de eje­ cutarlas”, en Memorial de Artillería, t. X VI, 1.a serie (1860), págs. 3-30. (48) La propia reina Isabel II visita la Fábrica el día 3 de agosto de 1848, permaneciendo ocho horas; “durante ellas, su director (...) tuvo ocasión de escuchar repetidas veces halagadoras frases de la Real complacencia”. Vid. Juan de Dios d e l a R ad a y D e l g a d o , “Viaje de SS.MM. y A.A. por Castilla, León, Asturias y Galicia”, Madrid, 1860, p. 421. (49) A. P e r e z M o r e n o , “Estado de la industria minera en Asturias duran­ te el año 1856, con algunas consideraciones acerca de las circunstancias que afectan a su fomento y en general al porvenir de la provincia”, en Revista Minera, 1858, p. 727. (50) Carlos J. B e r t r a n d , op. cit., p. 8. (51) Por R.O. de 14 de diciembre de 1844 se da autorización para la venta de efectos a particulares “siempre que no embarazaran la marcha y las labo­ res inherentes al establecimiento”. Ibídem, p. 11. Estos no llegan a representar ni un 2% del valor total de los productos salidos de la Fábrica. 552 ROBERTO SUAREZ MENENDEZ Y M.a JESUS GARCIA GARCIA «efecto de arrastre» e influencia positiva que ha tenido para el res­ to de las empresas industriales, p or ser una de las prim eras en obtener «h ierro a la inglesa» con carbón mineral, sirviendo como posible referencia para el posterior desarrollo siderometalúrgico, así como el tirón a la industria privada, por consum ir de ella (datos de 1860) aproximadamente el 69% del coque utilizado y el 93% del carbón de piedra (52). Un aspecto negativo lo encontramos en la decisión de la com pra de las minas de Riosa. Por una parte, el fracaso de las vías de acceso, camino carretero que «tiene fuertes pendientes» (53), ha­ ciéndose el transporte en carros del país, lo que encarecía el precio real del combustible, a la vez que deterioraba el coque con el aca­ rreo (fracaso no del todo imputable a una mala gestión de Elorza, sino también a los diversos intereses del momento). En segundo lugar; las dificultades inherentes a la explotación de las minas de­ bido al «pequeño espesor de las capas y al número de irregularida­ des que presentan» (54) y a la existencia «en algunos puntos de las excavaciones de gran desprendimiento de gases inflam ables, que hacen de todo punto indispensable el empleo de lám paras de se­ guridad». Llegados a estas fechas (1861), en las que hace el balance de su gestión,’ se produce un hecho que le causará profunda decepción y sorpresa. N os referimos al juicio prom ovido p or el paisano don Jo­ sé González Ladreda contra don Francisco Antonio de Elorza en la revista de inspección de la Fábrica de Trubia: se le acusa de pre­ varicaciones en la gestión de la fábrica, concretamente de la exac­ ción impuesta a* los encargados de los ganados hallados pastando en terrenos pertenecientes a la fábrica; exacción que se depositaba en un fondo destinado a los pobres. Tal hecho era constitutivo de delito, como lo expresa el art. 326 del Código Penal, al señalar que ningún empleado público puede imponer por sí ninguna contribu(52 ) Cfr. Francisco de L u x a n , op. cit., págs. 54-56. Este echo era perfectaménte percibido por los industriales de Mieres, al expresar su desacuerdo con la construcción del ferrocarril de Trubia a El Berrón, conscientes de la im­ portancia dél abastecimiento de la Fábrica de Trubia. ‘ - (53 ) Restituto A l v a r e z B u i l l a . “Observaciones prácticas sobre la minería carbonera de Asturias”, Oviedo, 1861, p. 14. En 1861 se hallan estancadas “sobre 100.000 quintales de carbón y cok que no puede llevar a su fábrica Elorza sino por medios muy lentos y costosos”. “Ferrocarril de Mieres a Latorés”, p. 17. (54)'« Fernando B e r n a l d e z y o t r o s , “Observaciones' sobre la explotación, estado actual y porvenir de las capas de hulla en la provincia de Asturias”, en Revista Minera,; 1855, págs. 327-328. EL GENERAL ELORZA : APUNTES PARA UNA BIOGRAFIA • 553 cióri, arbitrio o-exacción, aun cuando sea para el servicio público, sin tener para ello la autorización competente. Para la averiguación de los hechos denunciados se mandó instruir la competente suma­ ria, «declarando libremente absuelto al procesado, sin que en nin­ gún concepto perjudique este procedimiento su buena reputación y fam a » (55). M ientras dura el proceso es relevado del cargo de di­ rector de la fábrica (56), no volviendo a incorporarse hasta el 18 de octubre de 1861, en el que continúa con su actividad hasta mayo de 1863 en que es traslado a Valladolid (57). VI. INICIATIVA PRIVADA Y OTRAS ACTIVIDADES EN ASTURIAS i La labo r de este artillero en Asturias no se ceñirá a la restaura­ ción de la Fábrica de Trubia, pues «el genio industrial y el deseo de desarrollar la riqueza del país impulsó al señor Elorza a más grandes fines» (58); p or tal debemos hablar de la dirección de la Fábrica de Arm as de Oviedo desde 1855 a 1859 en que tiene lugar el traslado del local habilitado para la fabricación desde la Casa del Duque del Parque al antiguo Convento de M onjas Benedictinas o de Santa M .a de la Vega (59) (ubicado actualmente)¿ así como la reform a de 1857 ocasionada p or los adelantos y m ejoras introduci­ das en las arm as de fuego, resultando necesario el establecimiento de talleres, la organización de trabajos, la desaparición de los gre­ mios. En segundo lugar, la creación, ba jo el título y razón social de «Q uirós, Elorza, Bertrand y Com pañía», realizando gestiones pa­ ra el emplazamiento de la fábrica, la compra de las minas y Ib (55) “Documentación relativa al juicio instruido a don Francisco A. de Elorza en febrero de 1861, siendo el recurrente el paisano don José González Ladreda”. (56) En la dirección de la Fábrica de Trubia hay un paréntesis (año 1860) en el que son nombrados directores Mariano Salas y Pedro Hitte. A l año si­ guiente regresa Elorza. (57) Por R.O. de 29 de abril de 1862 fue destinado de comandante general subinspector del distrito de Castilla la Vieja. Estuvo, por tanto, en Trubia desde 1843 a, 1863. ' (58) Carlos J. B e r t r a n d , op. cit., p. 9. (59) Por estas fechas es también el intento de traslado a Trubia de los obreros de Oviedo, a lo que se enfrenta el Ayuntamiento, solicitando a la reina la no realización del citado proyecto, estando a favor de la tesis de la Casa Consistorial el Gobierno de la Provincia, al igual que los gremios de lla^ veros, aparejeros, cajeros y cañonistas. Vid. Archivo Ayuntamiento de Oviedo^ 554 ROBERTO SUAREZ MENENDEZ Y M.® JESUS GARCIA GARCIA adquisición de materiales (60). Así como la particpación con Casi­ m iro Gil y Azpiroz para la fundación de una fábrica destinada a la producción de hierro en lingotes y moldería denominada «G il y Com pañía» en el valle de Turiellos, orilla derecha del río Candín. «A la vez que llevaba a cabo estos trabajos de propaganda, di­ rigía, facultativamente, la fábrica de hierro de Sargadelos» (61). VII. ULTIMOS DESTINOS Y MUERTE DEL MARISCAL ELORZA En esta última etapa de su vida estuvo encargado de varias co­ misiones científicas p or el extranjero (62), a la vez que «debido a sus profundos conocimientos y aureola de méritos que le rodea­ b a » (63) fue elegido para ser vocal de la Junta Superior Facultativa del Cuerpo el 25 de agosto de 1863. Siendo ascendido a mariscal de Campo el 6 de enero de 1864. «E n septiembre de 1871, hallándose en dicha Junta, le tocó que­ dar algún tiempo de director general accidental, y recibiendo una Real Orden para disminuir en la Dirección General y Junta dicha un mariscal de Campo, un brigadier y otros jefes y oficiales contestó inmediatamente proponiéndose a sí mismo para el cuartel p or ser el más moderno y a los que se hallaban en igual caso de las gra­ duaciones mencionadas en dicha Real Orden ( . . . ) circunstancia ésta que no tenía el general Elorza, pues había en el Arm a otros más modernos que é l» (64). Situación en la que permaneció hasta que el 11 de noviembre del mismo año fue destinado al Consejo Supre­ mo de la Guerra, donde estuvo hasta el 18 de febrero de 1873 en que a petición propia fue declarado de cuartel. En esta situación permaneció hasta el 11 de octubre del mismo año, para ser desti­ nado, posteriormente, a la Junta Superior Facultativa, donde con­ tinuó hasta el 3 de noviembre, fecha de su fallecimiento a causa de unas fiebres. (60) Germán O j e d a , op. cit., p. 55. Ha sido imposible la consulta de la correspondencia mantenida entre Pedro Duro y Elorza, a pesar de los esfuerzos realizados por el personal de la actual fábrica de “Duro-Felguera”. (61) Carlos J. B e r t r a n d , op. cit., p. 9. (62) (63) Vid. Pedro P e r e z R u i z , “El mariscal Elorza, su vida y su obra” (Original mecanografiado), Valencia, 1948, p. 60. (64) Pedro de la L l a v e , “Necrología del Excmo. Sr. D. Francisco A. de Elorza y Aguirre, mariscal de Campo”, en Memorial de Artillería, t. X II, 2.a serie (1873-1874), p. 8. DETRACCIONES DE LA ECONOMIA CAMPESINA ASTURIANA: LAS RENTAS DE LA CATEDRAL DE OVIEDO EN EL CONCEJO DE TINEO (SIGLOS XVI - XIX) F r a n c is c o F e o P a r r o n d o 1) INTRODUCCION Y FUENTES En el Archivo Histórico Nacional de M adrid existe una amplia y diversa documentación sobre Asturias (1). Dentro de ella tiene especial significación e importancia la referida a las rentas del clero astur a lo largo del antiguo régimen, fuente im prescindible para com prender las relaciones socioeconómicas de la época y aún muy poco estudiada. En una ocasión anterior analizamos las rentas agrarias del monasterio de Obona (2 ) y ahora pretendemos añadir un nuevo pilar al conocimiento de las relaciones económicas entre clero y campesinado en el concejo de Tineo desde el siglo X V I a m ediados del X IX , a través de la documentación referente a cen­ sos, arriendos, apeos, diezmos, etc., de la catedral de Oviedo en el curato de N arav a l y en las parroquias de Santa Eulalia de Tineo, Santa Eulalia de Sorriba, San Pedro de Tineo y de Arganza. Para N araval hemos m anejado su carpeta dentro del legajo 5.130 y para el resto las correspondientes a estas parroquias dentro del legajo 5.140, siempre pertenecientes a los expedientes de la catedral de Oviedo en la sección clero del Archivo Histórico Nacional. Esta documentación hace referencia a dos aspectos básicos de las form as de detracción de riqueza rústica: p or una parte los pa­ gos de rentas como diezmos, quintos, etc., y a los pleitos p o r los mismos, a la resistencia de los campesinos a pagar. Y p or otra, a (1) M a r t í n e z , E .: Los documentos asturianos del Archivo Histórico Na­ cional, Gijón, 1979. (2) F e o P a r r o n d o , F . : “Rentas agrarias del monasterio de Nuestra Seño­ ra de Obona (Tineo) a fines del antiguo régimen”, B ID E A núm. 116, 1985, págs. 807-820. FRANCISCO FEO PARRONDO 556 la form a de explotación de las propiedades de la catedral ovetense en el concejo de Tineo, mediante arrendamientos, especialmente en la segunda mitad del siglo X V I I I y prim era del X IX , con una re­ ducción de los plazos, un constante aumento de las rentas y un empeoramiento casi generalizado de las condiciones de arriendo. 2) LA MEDIA ANNATA DEL CURATO DE NARAVAL La documentación sobre N araval es de las menos importantes desde un punto de vista económico de las aquí analizadas. Resul­ ta, sin em bargo, interesante desde un punto de vista social. En ella, el procurador ovetense Antonio Alvarez Santullano reclama para sus clientes Juan Martínez, vecino de la parroquia de San Pedro de N o ra y arrendatario de la media annata de los frutos del curato de N araval, y para Ignacio Fernández, que lo fue del ecónomo del mismo, entre otras cargas las cenas de Cuaresma, rentas de los bienes de la parroquia y heredades cedidas a la fábrica, carga de aniversario, diezmos y primicias. El pleito con Juan García, excusador dé dicha parroquia, y con los herederos del ultim o cura dura entre' 1771 y 1779, porque estos últimos retenían los diezmos y alegaban que no eran forzosas sino voluntarias las cenas de Cua­ resma, besamanos y primicias, pese a ir incluidas érí los'rem ates de arrendámiento. Su valor era: a) b) Diezm o de « xatos»: En total 112 reales y 23 maravedíes, a una media de 6 reales y 6 maravedíes p or cabeza. ' ' v T.. ... . . j. a' ’*.*>■• Cena de Cuaresma -y primicias: Por cada casado, media y me­ dia de, escanda, con un total de 26 celemines. Los vaqueirps pagaban no en escanda sino en manteca:, p or cada casado, dos libras de manteca de dieciocho onzas cada una. En total, siete arrobas y media y once libras y media de a dieciséis» onzas la libra. c) • . Media annata: Incluía rentas en metálico (393 reales y un ma­ ravedí) y en especies: manteca, 31 celemines de escanda y diéz y medio de centeno. d) Besamanos de Pascua: e) Renta de rectoría: ..... 18 heminas de centeno ó 18 reales. 10 heminas y medio de centeno p su equi­ valente, 10 reales y 3 maravedíes. f) ‘ Aniversario de Candanedo: ; 134 reales. ■ DETRACCIONES DE LA ECONOMIA CAMPESINA ASTURIANA 557 g) Paciones de primavera de tres prados: 48 heminas de centeno ó 48 reales, y h) Enterramientos: P or cada uno, 10 reales. Estas rentas se dividen entre generales de la época, como diez­ mos, que concluyen con el antiguo régimen, algunas de carácter claramente feudal (cenas de Cuaresma o besam anos de Pascua) y otras que continuarán hasta nuestros días, como el arrendam iento de las paciones de prados en primavera y no específicas, p or tanto, de la época. Merece destacarse el tipo de rentas en especie de la parroquia: las partes b ajas pagaban en granos (escanda o centeno) y las altas, habitadas p o r los vaqueiros, en productos ganaderos (m anteca), m ostrando la clara dicotomía de usos del suelo y base económica de los habitantes de aldeas y brañas, como ya hemos constatado anteriormente (3). 3) PROPIEDADES Y ARRENDAMIENTOS EN SANTA EULALIA DE TI NEO En Tineo, el 8 de febrero de 1755, Francisco Gregorio de Sierra elabora una relación de los bienes raíces que poseía la Iglesia Ca­ tedral de Oviedo en la parroquia de Santa Eulalia de Tineo. Esta relación se basa en la información de distintos vecinos del pueblo y en la de Juan Martínez del pueblo de Zarracín, también de la parroquia. Pertenecían al Cabildo: la quinta parte del fruto que producen algunas heredades y prados y la séptima parte de los fru­ tos de otras heredades. N o estaba, sin em bargo, claro qué fincas debían p agar 1/5 y cuáles 1/7, e incluso había algunas que no pa­ gaban ni jam ás habían pagado. Producían y cotizaban rentas las superficies sem bradas de trigo, escanda y centeno, pero no las de maíz, m ijo, panizo y otros frutos. Este fenómeno era general en la España de la época. Esteban Canales constata que los cereales prin­ cipales prácticamente siempre diezmaban, mientras que los produc­ tos de cultivo secundario o de implantación tardía (p o r ejem plo, las patatas) son los que en más ocasiones estaban exentos, variando su porcentaje de unas parroquias a otras, aunque como regla ge­ neral suponen menos del 1 0 % (4). Sin em bargo, en Santa Eulalia (3 ) F eo P a r r o n d o , F . : Los vaqueiros de alzada. Estudio geográfico de un grupo marginado, Oviedo, Caja de Ahorros, 1986. (4) anales E .: “Los diezmos en su etapa final”, en nes G .: La eco- C , A , 558 FRANCISCO FEO PARRON DO de Tineo las cargas oscilan entre un 14,3% y un 20% en algunos productos, superior a la décima parte que teóricamente suponían los diezmos, confirm ando la teoría de Canales de que el N W penin­ sular era la zona con rentas relativas más altas. Casi dos décadas después, en marzo de 1773, el cura párroco A m brosio Antonio Fernández Herías explica las causas de este des­ control. Su predecesor Pablo Peláez, muerto en 1772 a los 69 años, era natural del pueblo, había heredado y com prado mucha hacien­ da y pradería, y en su vejez había sido curado p or su sobrina Josefa Peláez, que no pagaba la yerba del diezmo. Parte de sus propiedades estaban abandonadas y no contribuían con los diezmos. Sus here­ deros imitaron su ejem plo y aunque recogían más de cien carros de yerba sólo pagaban cinco cargas. El ejem plo proliferò: «tam ­ bién algunos vecinos rompieron prados de nuevo y muchas de las tierras que estaban a pan las pusieron a prados, sin querer pagar los diezmos porque el cura referido no los pagaba; y sucede hoy el caso que los mejores cosecheros (s ic ) se quedan libres de diez­ m o». Esta situación se venía dando en los veinte años anteriores y el curato se iría arruinando si no se ponía remedio. Las roturaciones de montes y las transformaciones de tierras labradas en prados parecen ser generalizadas: «pocos vecinos hay que no hiciesen algún prado», confirmando así a Jovellanos: los vaqueiros abrían prados, «aunque sea en las brañas más ásperas, los cercan de piedra, los abonan con mucho y buen estiércol...» (5). En el siglo X V I I I se estaban, por tanto, am pliando los pastos y cercando parte de los nuevos prados. Además el problem a de la percepción de los diezmos de yerba se generalizaba porque «los dueños o arrendatarios de prados vie­ jos tampoco quieren pagar los diezmos» por agravios comparativos. Se inician una serie de pleitos que concluyen en que los vecinos deben pagar diezmos de yerbas y patatas (la décima parte de la producción) ya sea en tierras labradas o transform adas en prados recientemente o en antiguas. Los vecinos principales (D iego Caba­ llero, Antonio Caballero y la viuda de S ierra) consiguen que sea la décima parte y no más al ser los principales transform adores en praderías de zonas antes de monte. nomía española al final del antiguo régimen, Madrid, Alianza, 1982, t. 1 (A gri­ cultura), p. 108. (5) J o v e l l a n o s , G.M. de: “Sobre el origen y costumbres de los vaqueiros de alzada en Asturias”, en Obras Completas, Madrid, BAE, 1959, t. 2, p. 303. DETRACCIONES DE LA ECONOMIA CAMPESINA ASTURIANA 559 La obligación de seguir pagando la m ayor parte de las rentas en grano, como expusimos para el monasterio de Obona, fuerza, ante la presión demográfica, a la roturación de nuevas tierras para cultivar patatas o maíz inicialmente no sujetas a tributación. Una cierta relajación en la percepción de las rentas pudo favorecer el retroceso de las «tierras de p an » y en los pleitos consiguientes an­ teriormente citados. La resistencia de los campesinos a pagar los diezmos fue rela­ tivamente importante a lo largo del siglo X V I I I y hasta su abolición definitiva en 1841, y fue necesario que los obispos y arzobispos insistieran en la obligación de pagar. Gonzalo Anes y Esteban Ca­ nales apuntan la diversidad de form as de resistencia al pago de diezmos: defraudación, introducción o difusión de cultivos que no diezman o diezman a tasas menores que los productos sustituidos, pleitos con los perceptores... «L a defraudación se realiza sin ne­ cesidad de que medie un acuerdo entre quienes pagan el diezmo; es un acto que a título individual ejecuta el diezmero. P o r supuesto que esto no excluye la posibilidad de que los constituyentes de un determinado lugar se pongan de acuerdo para defraudar al pre­ ceptor, sobre todo cuando el pretexto invocado es la costum bre» ( 6 ). Esta es la situación de los vecinos de Santa Eulalia de Tineo, don­ de además parece que participaron activamente en la resistencia los mayores propietarios. La segunda referencia de interés sobre los bienes de la catedral ovetense en la parroquia de Santa Eulalia de Tineo radica en el sistema de explotación de los mismos a lo largo de casi un siglo (1770-1854). E l régimen de tenencia es el de arrendamiento, con ligeros matices en su form a y precio. Estos arrendamientos se con­ cretaban casi siempre en Oviedo (excepcionalmente en T ineo) p or dos representantes del Cabildo y los arrendatarios (arrendatario y fiador o fiad ores) ante un escribano ovetense (7). El prim er beneficiario del arriendo va a ser Am brosio Antonio Fernández Herías, cura párroco que puso orden en los bienes, quien en agosto de 1770, tras sacar a «público pregón y remate en arriendo p o r una vid a» de los mansos de la parroquia, lo obtiene «com o m ejor y más sano postor», con su vecino Tom ás Alvarez (6) C a n a l e s , E. : Op. cit., p. 143. (7) Actuaron como escribanos: Jerónimo López del Potro (1770), Pedro Antonio de la Escosura (1813), Manuel Antonio Alvarez (1820, 1824, 1837, 1841), José Valledor y Ron (1833) y Rodrigo Cuervo Arango (1850), los tres prime­ ros en Oviedo y los dos últimos en Tineo. FRANCISCO FEO PARRONDO 560 Blasón como fiador, por una renta anual de 239 reales de vellón. Es el único de p or vida, es decir, largo, pues duró hasta 1813. Desde entonces serán arrendamientos a corto plazo: cuatro u ocho años, semejantes a los del resto de España. Entre 1813 y 1829 el arrendatario es José Fernández, vecino de Zarracín, que pagó 310 reales cada año e idéntica cantidad fue pagada p or Antonio Ramón Sánchez entre 1820 y 1824, pagaderos en Oviedo p o r años vencidos, casi siempre p or San Martín (11 de noviem bre). Esta cifra supone un considerable aumento con res­ pecto a la que pagó Am brosio Antonio Fernández Herías entre 1770 y 1813, implicando un empeoramiento para los arrendatarios: más renta y período de arriendo mucho más corto. Para el período 1824-32 se le vuelve a subir a José Fernández, de nuevo arrenda­ tario, a 320 reales. Las condiciones de este contrato, repetidas con mínimas modificaciones en el resto de los casos, son explícitas: 1.° «Q ue don José ha de cuidar, cultivar y abonar los referidos mansos y bienes para que vayan en aumento y no en disminunución so pena de pagar los desperfectos que p or su omisión se originen.» 2.° «Q ue sin expresa licencia por escrito, no ha de subarrendar, ceder, m andar ni alegar la llevanza de dichos bienes ni parte de ellos, y si lo hiciere además de ser nulo queda al arbitrio del Cabildo o de dichos señores contadores declarar o no por extinguido este arriendo y sin más fuerza ni valor que si no se hubiera otorgado.» 3.° «Q ue sin igual licencia no podrá hacer obra alguna, útil, ne­ cesaria o voluntaria, y si las ejecutase desde ahora se dan y las da el referido don José por perdidas aun cuando sean útiles y necesarias, y además se desharán a su costa las perjudiciales y no convenientes.» 4.° «Q ue don José y su fiador han de quedar y quedan obligados a satisfacer la contribución que tengan dichos mansos y bie­ nes, cuyo importe en ningún tiempo podrán reclam ar al Cabil­ do porque se ha de hacer la paga o éste integra del mismo m odo que si no hubiera tal contribución.» 5.° «Q ue si extinguidos los ocho años continuare algún más tiem­ po de consentimiento del Cabildo en la llevanza se entienda DETRACCIONES DE LA ECONOMIA CAMPESINA ASTURIANA 561 en fuerza de este arriendo, y con el mismo fiad o r aparejando siempre remedio ejecutivo.» En los períodos 1823-36, 1836-40 y 1841-49 el arrendatario es Francisco Fernández de Lázaro, vecino de la parroquia. En el pri­ mero de los contratos, firm ado en Tineo el 1 de septiembre de 1833, se fija que la renta será de 310 reales/año. «en dinero me­ tálico sonante de oro y plata», libres de toda contribución. Entre 1836 y 1840 las rentas suben a 360 reales/año, mientras entre 1840 y 1854 son de 300 reales, es decir, bajan ligeramente cuando los arrendatarios de las tierras son Gumersinda Alvarez, viuda de Fran­ cisco Fernández de Lázaro, y su hijo Manuel. Esto se debe a que a p artir de 1817 el precio de los granos desciende, salvo en los años de m alas cosechas, y de ahí que la catedral prefiera cobrar en me­ tálico. Estos arriendos se hacen al m ejor postor, en cantidad y solven­ cia. Sin em bargo, hay anexas algunas cartas como las de Agustín Díaz Granda, de junio-julio de 1833, en las que éste trata de con­ seguir el apoyo de Joaquín González del Río, canónigo de la iglesia de Oviedo, sin mucho éxito pues no obtiene el arrendamiento. Al­ gunas veces los fiadores parecen ser decisivos y así, la viuda de Francisco Fernández de Lázaro y su hijo Manuel cuentan con el apo­ yo de Joaquín Pertierra (q u e ya había respaldado al difunto) y su esposa M anuela V alled or y Ron, hermana del prim er escribano (José V alled or y Ron), con el que el arrendatario obtuvo su prim er contrato en Tineo en 1833. 4) LOS DIEZMOS DE SAN PEDRO DE TINEO La inform ación sobre esta parroquia (entre 1677-1770) es, sin duda, la menos explícita e interesante y se limita básicamente a los intentos p or parte del Cabildo Catedralicio p or cobrar (en 1770) los diezmos de yerba de la parroquia de San Pedro de Tineo, de su aldea M añores (entre ambas, diecisiete cargas y m edia) y las de su «h iju e la » de San Justo de E l Pedregal (quince cargas), confir­ mando lo anteriormente expuesto para Santa Eulalia de Tineo: la resistencia de los campesinos asturianos a finales del antiguo ré­ gimen a pagar las rentas al clero. 562 5) FRANCISCO FEO PARRONDO LAS DISPUTAS POR LAS RENTAS EN SANTA EULALIA DE SORRIBA L a documentación sobre esta parroquia es amplia, diversa e in­ teresante, con documentos fechados entre 1568 y 1829. Merecen especial atención los documentos finales fechados en 1826 y 1829. La documentación anterior se refiere a los apeos y a los arriendos de finales del siglo X V I I I y comienzos del X IX . En 1775 se arrien­ da a G aspar y Alonso González Valdés, vecinos de Bredes (L as Regueras), de p or vida, p or 152 reales anuales. En 1792, a Francis­ co Rodríguez por la misma cantidad y 8 años de plazo y en 1800, al mismo pero por 4 años y 170 reales anuales. Es decir, se reducen los plazos y am plían las rentas, a la vez que se agravan las condi­ ciones: «sin descuento ni rebaja aunque las fincas en dichos man­ sos no fructifiquen p or el mucho sol, aires u otros de los inopinados y raros contingentes, pues reciben (en 1800) este arriendo a su ries­ go y ventura». De 1826 data el veredicto de los auditores del Tribunal de la Rota sobre un pleito entre don José de la Vega y Peón, cura párroco de Santa E ulalia de Sorribas y el deán y Cabildo de la catedral de Oviedo. Los enfrentamientos datan de octubre de 1811, cuando el párroco solicitó parte de los diezmos; se paralizan provisionalm en­ te en Oviedo en abril de 1812, cuando am bas partes llegan al acuer­ do de que el cura párroco cobre los diezmos de todos los frutos desde entonces hasta su fallecimiento o hasta que cambiase de pa­ rroquia a cam bio de 300 reales de vellón anuales, pagaderos en m oneda metálica y no con vales ni papel moneda, en Oviedo en San M artín (11 de noviembre). En abril de 1818 se reabre el problem a y el párroco solicita que se le exima de pagar esta cantidad porque Hacienda le reclama el «noveno del diezm o» ( 8 ) y porque los precios del trigo siguen bajan do respecto al que tuvieron en 1812 y 1813. El Tribunal de­ creta en M adrid en enero de 1826 que se reduzca de 300 a 150 reales la cifra a pagar p or el párroco y que éste corra también con el noveno de Hacienda. Metidos en estos pleitos, el descontrol del cobro de diezmos parece total y es lo que al menos se deduce de los informes reali­ zados en noviembre de 1829 por José Giráldez, canónigo de la catedral ovetense, tras visitar la parroquia para intentar poner (8) Equivale a las denominadas Tercias Reales o dos novenas partes de los diezmos recaudados. DETRACCIONES DE LA ECONOMIA CAMPESINA ASTURIANA 563 orden en el diezmo a cobrar de los mansos de Sorriba. En el pri­ mero de estos informes, fechado en Oviedo el 24 de noviem bre de 1829, escribe: «L a viña de Sorriba está casi toda descepada y casi toda está reducida a prados y tierra de labor y sólo los que conservan la viña pagan el quinto de las uvas que cogen. De los demás ninguno paga nada al Cabildo y sí a los que se dicen dueños de aquel terre­ no como entre otros es uno el señor don Antonio de Francos que siendo llevador de varias porciones de terreno, en la referida fin­ ca, ahora prados y tierras a pan, sin pagar nada al Cabildo, cobra la renta correspondiente a los inquilinos que trabajan dichas fincas o porciones de tierra. Algunos llevadores hace mucho tiempo que nada pagan; otros no hay memoria que hayan pagado nunca; otros hace menos tiempo; han vendido como libre otros; otros con carga del quinto; otros han hecho donaciones a la fábrica de la misma iglesia; otras fincas las han agregado a capellanías, y en fin, casi toda aquella posesión está enajenada. En vista de este abuso convoqué a todos los llevadores que viven en la p arroquia y pue­ blos inmediatos p o r medio de un alguacil, y en el pórtico de la iglesia les leyó el escribano los apeos y el pedimento que los acom­ paña y en su vista se reconoció e identificó la finca, y todos se convinieron en arrendar cada uno el terreno de su llevanza en un precio justo y razonable como consta de la diligencia que acompa­ ña dicho pedimento. M as como esta operación no pudo concluirse el sábado p or haber anochecido y no había el escribano notificado al principal llevador don Antonio Francos de Arganza hasta el lu­ nes, tuvieron el domingo para conferenciar entre todos el asunto y se retrajeron de hacer el arriendo, según pude comprender, a instancias del referido Francos. Por lo que quedó el arriendo sin form alizar hasta que el venerable deán y Cabildo determinen lo que tengan p or conveniente.» Este texto, aunque un poco amplio, m uestra patentemente la resistencia a pagar diezmos, que en el caso de las uvas eran quin­ tos (2 0 % ), p or lo que se descepaban (9). Poco después la resisten­ cia queda reducida, según otros informes del propio Giráldez, a tres llevadores: los señores Omaña, Riego y Francos. El prim ero lleva­ ba cuatro fincas que le producían una renta de unas 60 heminas de pan al año, p o r las que no se pagaban diezmos desde hacía más (9) Desde el siglo X V I el descepe en Asturias es prácticamente constante, como ya expusimos anteriormente: eo arrondo : “El viñedo en Astu­ rias: cultivo marginal en vías de extinción”, B ID E A núm. 118, págs. 589-609. F P , F. 564 FRANCISCO FEO PARRONDO de setenta años; José del Riego llevaba una finca que rentaba dos heminas de pan al año y que no reconoce como del Cabildo, y p or último, Antonio Francos, vecino de Arganza, había transform ado dos viñas en robledales para no pagar el quinto y se negaba a pagar los foros hasta que el Cabildo le entregase unos prados que según él le había com prado a la catedral. Ninguno de los tres form aliza­ ron contratos de arriendo. Pero la resistencia no fue unánime y algunos vecinos reconocie­ ron la propiedad del Cabildo y arrendaron parte de las tierras que habían llevado, sin pagar nada, desde tiempo inmemorial (p o r ejem ­ plo la viuda de Queipo o José Y ebra de Cangas) o que habían com prado recientemente como libres de cargas (Francisco López Cam pillo). Como escribe Giráldez, «casi todas las fincas de aque­ llos mansos estaban defraudadas por sus colindantes, quedan todas reintegradas, corrientes y arrendadas; y su arrendatario obligado con todos sus bienes a conservar la integridad de todas y cada una y a m ejorar su calidad.» Al final Giráldez parece lograr su objetivo: que se reconozca la propiedad del Cabildo Catedralicio ovetense, que se paguen p ar­ te de los diezmos o que sean sustituidos por arriendos, sistema que parece ir imponiéndose en la zona. Solamente algunos campe­ sinos, se supone que los más hacendados, no arriendan las fincas, porque tal vez no las necesitasen para su subsistencia. 6) DIEZMOS Y ARRIENDOS EN LA PARROQUIA DE ARGANZA La documentación sobre esta parroquia va desde el siglo X V I al X I X y versa básicamente sobre dos aspectos ya tratados en las páginas precedentes: la resistencia al pago de diezmos y los arren­ damientos. En Arganza y Tebongo (éste en Cangas del N arce a) los campe­ sinos debían pagar a la catedral el quinto de los frutos que anual­ mente producen. Pero las dificultades para cobrar por parte del Cabildo debieron ser grandes: los vecinos se resistían al pago de rentas en dinero, de los quintos de yerba, de viñas, de diez hemi­ nas de trigo y centeno. En las constantes requisitorias de los ca­ nónigos de la catedral (com o la de José Giráldez en 1829) se hace hincapié en la necesidad de que los vecinos paguen rentas que no hacían efectivas desde ocho o veinte años en algunos casos o desde tiempo inmemorial en otros, como los foros de la casa de Omaña DETRACCIONES DE LA ECONOMIA CAMPESINA ASTURIANA 565 o las rentas de Antonio de Francos, también resistente en Santa Eulalia de Sorriba. E l segundo aspecto importante es el arriendo. Los mansos de Arganza se aforaron de p or vida a Manuel Menéndez, vecino de Arganza, en 1772 p or 165 reales anuales, luego se arrendaron en 1794 a José Fernández, vecino de Oviedo y campanero de la cate­ dral, p or ocho años y 114 reales/año, en 1809 se le renovaron por idéntico período y 130 reales anuales de precio con la condición de cuidarlos y abonarlos, no pudiendo subarrendar ni hacer obras. En 1831 se aforaron a perpetuidad a Juan Menéndez Valentín, vecino de Calleras, en 160 reales anuales, asociados en el mismo lote que los mansos de Santa Eulalia de Sorriba. En 1837 se segregan de los de Arganza los quintos de Obilley y se ariendan p o r cuatro años en 70 reales/año a José Fontaniella, vecino de Corias, a quien se le renuevan luego p or otros cuatro años y 60 reales cada anualidad. Estos arrendamientos no son sustancialmente distintos de los arriba expuestos, con frecuencia los realiza el mismo notario y con la misma terminología, ni de los que Ricardo R obledo Hernández constata para Castilla, señalando los obstáculos que se le ponen al arrendatario como empresario al que se le anula toda iniciativa al forzarle a cultivar la tierra «a uso y costumbre del buen labra­ d or». La segunda característica es la inseguridad casi permanente, ya que los contratos pasan de «p o r vida» a ocho y cuatro años, en Castilla la media era de 3-5 años, y el desahucio no puede consi­ derarse como un último recurso excepcional sino que aparece como una de las cláusulas del contrato, quien además estipula que en caso de resistencia los gastos legales correrán a cargo del arren­ datario. Además, una m ala cosecha no es considerada nunca como un eximente del pago puntual p or San Martín, en noviembre, pues­ to que el contrato era «a riesgo y ventura» del arrendatario. A cargo de éste iba siempre también el pago de escrituras, copias o cualquier impuesto que se impusiera, y especialmente significativo era el de la Contribución Territorial (10). Las rentas además debían ser pagadas en Oviedo, situación se­ mejante también a la del resto de España, ya que en las ciudades y centros urbanos de cierta entidad «era donde radicaban las ins- R H , R. (10) obledo ernández : “Los arrendamientos castellanos antes y después de la crisis de fines del siglo X IX ”, en Historia agraria de la España Contemporánea. 2. Expansión y crisis (1850-1900), Barcelona, crítica, 1985, es­ pecialmente las págs. 373-378. 566 FRANCISCO FEO PARRONDO tituciones eclesiásticas más poderosas y con patrimonios territo­ riales más extensos» (11). Este es también el caso del Cabildo ovetense, de la que se enajenan en e-1 proceso desam ortizador 295 propiedades, mayoritariamente rústicas, p or un valor de más de dos millones de reales ( 12 ). En conclusión, las formas de percibir la renta varía y el valor de la misma también, pero los perceptores y tributarios son los mismos y éstos últimos ven em peorar sus condiciones básicamente en dos aspectos: las rentas van en aumento y el período de disfru­ te se acorta para en el nuevo contrato ver ascender la cantidad a pagar. G S . (11) arcía anz A .: “Crisis de la agricultura tradicional y revolución liberal (1800-1850)”, en H istoria agraria de la España Contem poránea. 1. Cam ­ bio social y nuevas form as de propiedad (1800-1850), Barcelona, crítica, 1985, p. 23 (12) M o r o , J . M . : La desamortización en A sturias en el siglo X I X , Ovie­ do, Silverio Cañada, 1981, p. 57. LAS PARROQUIAS DE PILONA, SEGUN EL «APEO» DE CEPEDA Andres Martinez Vega E l presente trabajo tiene por objeto dar a conocer un documen­ to inédito, perteneciente al siglo X V III, del concejo de Piloña. Se trata del apeo ejecutado p or don Juan Francisco de la V illa Estra­ da, juez noble de este municipio, de las diferentes parroquias a instancias del oidor de la Chancillería de Valladolid, don Antonio José de Cepeda, encargado de revisar lo enajenado y «usurp ad o a la real corona y regio vínculo del Príncipe». La actuación del cita­ do Antonio José de Cepeda le retuvo en el Principado nueve meses, tiempo durante el cual visitó personalmente todos los concejos. El documento, objeto de nuestro trabajo (1), es un protocolo que consta de dos partes: La primera, el apeo propiam ente dicho de las parroquias piloñesas, ejecutado el día 6 de octubre del año 1712; y la segunda, fechada el catorce de diciembre del mismo año y en la que se ordena a las diferentes parroquias cómo deben uti­ lizar los bienes comunes y estableciendo cuáles son éstos. A través del documento se observa que la situación de los veci­ nos de Piloña era tan grave como la sufrida en otros concejos. Los agravios, molestias y vejaciones que hacían algunos «particulares poderosos» se pone de manifiesto en el apeo, además de otros da­ tos de interés histórico como el número de aldeas foreras que tenía el municipio o las graves inundaciones que asolaron sus tierras a finales del siglo X V II. L a transcripción del citado protocolo es co­ mo sigue: (1) Se encuentra en el Ayuntamiento de Piloña en estado muy deteriora­ do, debido a lo cual la transcripción se hace difícil. En algunas partes está roto y en otras totalmente borrado, circunstancias que señalamos en la transcrip­ ción: T(R. en O-) (Roto en el original)] y [(B . en O.) (Borroso en el original)]. 568 ANDRES MARTINEZ VEGA «E n la villa del Infiesto del conzejo de Pilona, a seis dias del mes de octubre de mil setecientos y doze. Su merced el señor don Juan Francisco de la Villa Estrada, juez ordinario deste conzejo (R . en O .) el estado de los caballeros yjosdalgo (R. en O .) su ma­ jestad dijo que por quanto aviendo benido a él el señor don José Antonio de Zepeda del consejo de su M ajestad (D ios le guarde) en el real de hazienda sala (B . en O .) juez pribatibo y particular en virtud de reales zédulas y otras ordenes espeziales de su m ajestad para las dependencias que se an puesto a su cargo en este Princi­ pado sobre lo usurpado a la real corona y regio vínculo del Prin­ cipe, nuestro señor (D ios le guarde), y otras cosas que contiene el auto general que dejó en este conzejo con vista de los informes y mas diligencias que yzo en este conzejo en la visita del la una es averse servido de mi sin dar e yciese apeo de todos los comunes y realengos de el con separación de los de cada* parroquia o felegresía y otras contenidas en dicho auto cometido su execución a su merced y en cumplimiento del dicho auto para que oy dicho dia bieniesen a esta villa y a la presencia de su merced una o dos per­ sonas de cada lugar de las de dichas feligresías y que fuesen los mas ancianos y de ciencia y conocimiento, cuyo auto se viera en todas las partes que aia deste concejo; y para este efecto p or la parroquia de Santa M aría de Anayo párese se alian en esta villa Juan Alonso y Juan Fernández y Domingo González, vecinos de di­ cha parroquia y que dizen venir a lo referido, nom brados p or todos los demás vecinos de ella y en su nombre. P or tanto y en virtud del referido auto del dicho señor don Antonio Joseph y para darles el devido cumplimiento devía de m andar y mando que los susodi­ chos comparezcan a la presencia de su merced y se les haga noto­ rio dicho auto general y agan las mas prebenciones y nezesarias para que den razón yndibidual de lo para que son llam adas y, echo, se prosiga en la misma conform idad con las demás parroquias deste concejo y por quanta (R. en O.) así lo mandó y firm ó su mer­ ced doy fe. E luego yn continenti su merced de dicho señor juez por ante mi, escribano público, comparezen a su presencia los dichos Juan Alonso y Juan Fernández y Domingo González contados en el auto desta otra parte y arriva de los quales y de cada uno de ellos tomo y (R . en O .) juramento en form a de derecho. Y le hicieron cumplidamente y prometieron decir verdad. Y aviándoles sido leido dicho auto general y adbertencias en el prebenidas en lo que m ira al destrito de dicha parroquia y echo otras preguntas concernien­ tes y dirigidas al servicio de su Majestad y utilidad pública y con vista desto y otro, dixeron y declararon que dicha parroquia de LAS PARROQUIAS DE PILONA, SEGUN EL «APEO» DE CEPEDA 569 Anayo se compone de los lugares de Capareda, Robledo, Fresnosa y Llares y que sus límites se componen y demarcan en esta mane­ ra: com entando p o r la parte del concejo de Cabranes con quien confina y monte de Pedroso, que divide un m ojón el coto de Viyao y dicho concejo de Cabranes el de Piloña y dicho coto los límites de dicha parroquia p or la parte que confina con el de Villaviciosa b a ja al Carvayo de las Aunten donde estaba un m ojón, que le bieron los que declaran aunque el presente no pareze, y de allí a la peña de la Sierra y desta al m ojón del Maladín y luego entra el concejo de Colunga con quien asimismo linda y los divide el m ojón de Sen­ tones y deste al cam po de Ciegos y al mojón de Grandiella que está en el suelo del horrio de Juan de Mercado y desde allí oyeron de­ cir p or público a sus mayores y que estos lo avían oido a sus an­ tepasados y va a la casería de Castañoso y al camino real de las Barrosas y al pico de la Peña y de allí al rio de Viyao en donde conmienga dividir con dicho coto de Viyao y camina p or el rio arriva asta la venta del M osquil, ynclusa en dicho coto, y al camino real que va para el conzejo de Cabranes asta bolber a dicho m ojón de Pedroso donde empezaron dichos límites y demarcaciones de dicha parroquia. Y las haciendas y bienes que ay dentro de dicho distrito y parroquia siempre oyeron decir, y los que declaran vieron desde el tiempo de su acordanza a esta parte, an sido y son de dichos vecinos y como tales an oido y visto los an gozado sin cosa en contrario, exzepto una llosa que se dize Sentones, sita en térmi­ nos comunes de dicha parroquia, que al presente la goza Pedro Capina, Francisco la Carabera y la viuda de Toribio Capina, ve­ cinos del lugar de Fano, parroquia de Libardón del concejo de Colunga. La qual está dentro de los límites referidos y p or ella pagaban antes de aora de feudo a la iglesia de Santa M aría de Anayo y su fábrica media libra de zera aunque al presente no la quieren pagar aunque contribuyen con la mitad de diezmos de los frutos de dicha eredad a dicha yglesia de Anayo y con la otra mitad a donde son vecinos y que también dentro de dichos límites ay otro prado, que abrá como ya de cinquenta años que se zerró y le zerró Thoribio Joglar, el qual se dize le com pró Andrés de la Guerta, vecino de dicha parroquia, cuyo parado se dize del Candan o y que la mitad del referido prado le vendió Diego Joglar a D. Sancho de Estrada, abuelu de don Diego de Casso, y dicho don Diego arrendara dicho prado y cobrava la renta del asta estte año que quedó en abertal. Y en quanto a los montes y pastos comunes que ay dentro de dichos límites los pastan en comunidad dichos vecinos aprovechándose de ellos con sus ganados, y lo mismo de los mon­ ANDRES MARTINEZ VEGA 570 tes comunmente sin cosa en contrario y lo mismo hoyeron decir avían echo siempre sus mayores y antepasados y que esto es lo que saven y pueden decir de lo conocido en dicho auto general y mas que se les pregunta y que llevan dicho y declarado es verdad para el juram ento que juraron en que se afirm aron y ratificaron. Y dijeron ser de hedad el dicho Juan Alonso de sesenta y cinco años y el dicho Juan González de sesenta, digo Juan Fernández, y dicho Domingo González de sesenta y nueve todos, poco mas o me­ nos tiempo, y no firm an que dijeron no saber, firm olos su merced de dicho señor juez de que doy fe. Va entre (R . en O .) y Dom ingo González. Valga. Y volvieron a dezir que en dicha parroquia se pa­ gan de feudo p or tres prados seis misas a su M ajestad los quales están en fee de pagar con las alcabalas (B . en O .) viniendo abajo al rio de Villao y riega de Vellar. Borines Dicho dia, año, parte y lugar su merced de dicho señor juez en conform idad del auto dado por dicho señor don Antonio José de Cepeda para darle de oido cumplimiento teniendo en su presencia a las personas nom bradas de la parroquia de San M artín de B o ri­ nes que lo fueron José González, Antonio Sánchez, Pedro Fernán­ dez, Toribio Martín, Francisco Fernández, de los quales y cada uno dellos tomó y recibió juramento en form a de derecho y abiendole echo dijeron que en quanto a los límites de dicha parroquia saben y oyeron decir a los mayores y según al presente los cierros que es y fueron de dicha parroquia perzibían diezmos fueron y es en la form a siguiente: comenzando en la fuente de la Forcada pasas e para el coto de Villao, yncluso en dicha parroquia, va caminando dicho a la parte de azia bajo asta el barrio que llaman del Azebal y de allí al molino del Azebal y a la riega de las Caldas y riega bentana y de allí a la cuesta, agua bertientes a Cadanes, y de allí al rio de Cayón y al mojón la Muela, caminando p or fuera de la yria de la Sangrera, aguas bertientes de la yria del Freno al lugar de Cadanes, según esta amojonado entre el lugar de Cadanes y la iglesia de San Cristóbal de Pintueles. En este término último refe­ rido ay la confusión y duda unos cuatro dias de bueyes, los cuales los que los gozan los que son vezinos de Borines pagan los diezmos en Borines y los que son vezvnos de Pintueles los pagan en Pintue­ les y de allí camina a la riega de la Niessa asta lo alto del pico v coto de Villao y de allí a la riega que ba a de Piedravieja y de allí al nido del águila y la riega de los Yobatos (B . en O .) de tropieza LAS PARROQUIAS DE PILONA, SEGUN EL «APEO» DE CEPEDA 571 con términos de Vabranes riega arriba asta el m ojón de Pedroso y de allí p o r el camino que biene asta la venta del M osquil, ynclusa en dicho coto y de Castañoso y orrio del vecino de Colunga y de y a lo alto del parroquia, al pico de la peña por allí a la casería de allí al m ojón de Presendes y otro debajo del del M ercado a donde aze dibissión con el concejo allí al m ojón de Montoto por la peña de Fondebia M aladín. Y ante dicho término, p or ser puertos pastan los ganados de Sieres, San Feliz y M oario con sus ganados mancomunadamente con los ganados del lugar de M illares y los de Sardeda y Antajo y la Goleta teniendo sus m ajadas y cabañas (R . en O .) pastadas y los unos con los otros sin dibisión ni saberse lo que es de cada lugar y parroquia, usándose de esta form a de inmemorial tiempo a esta parte y en esta confusión de límites buelbe dicha parroquia y sus confines a los términos de la malatería de Ballobal (B . en O .) el agua caminando por la riega abajo asta d ar con dicha fuente de la Forcada y pasaje a dicho coto de Billao, yncluso en los términos de dicha parroquia. E los bienes comprendidos en dichos términos los tienen y siempre los tubieron dichos testigos y los de­ más vezinos y sus mayores por suyos propios u comunes sus puer­ tos y pastos y de los lugares comprendidos en dicha parroquia, según el usso y costumbre que cada uno tiene de gozar en común y particular. Y en quanto a los términos de dichos puertos ninguna persona forastera a com prado ni goza alguna cosa sólo D. Diego Francisco de Caso, señor de parte de dicho coto de Villao, tiene un prado que llam an la Fabariega que antes de aora era m ajada de Fernando Suárez de Valdés y sus erederos, y en dicho puerto referido que llam an de Suebe ay otro prado que llaman la Peruyal que goza Jerónima de Lujigo, vecina de la parroquia de San Pedro de Villam ayor, el cual goza y apercibe diez copinas de pan en cada un año pero dicho prado no ay memoria de cuando se cerró y en quanto al capítulo que les fué leido tocante a las personas que allendaban sus ganados en la yria de Borines respondieron en di­ cha parroquia las personas poderosas que mencionan dicho capí­ tulo solamente aquella persona reputado p or tal don Fernando de Cobián pero an visto lo azían otros vecinos como fueron Francisco Fernández, testigo de Larante; Antonio López, Toribio Sánchez, G rabiel Sánchez, Juan Alonso, José Sánchez, Antonio Martín, José Perrez, B altasar Blanco, Domingo Sánchez, todo en grabe perjuizio de las personas que tienen frutos y gozaren dicha yría y se necesita de remedia y pago contándolas p or lo mas referido en dicho auto general. En lo tocante a dicha parroquia dijeron que abrá cinco u seis años que oyeron dezir no pagaban los que gozaban azienda 572 ANDRES MARTINEZ VEGA pradera cuias personas que lo gozan dizen no se les pide, no saben si es por no lo pedir su Magestad por ser cosa tan tenua u si es por descuido de los acaudadores de las rentas reales u si es p or aberse incorporado con las reales alcabalas. Y la cantidad que pa­ gaban todos los vecinos deste concejo pagaban u pagan dichas rentas son siete ducados los cuales se ponían en poder del procurador general deste concejo, el cual lo pagaba en la ciudad de Oviedo justamente con los reales alcabalas, y todo lo referido los susodi­ chos dijeron ser la verdad para el juram ento echo en que se afir­ maron y retificaron, y dijeron ser de edad dicho José González de treinta y dos años; Antonio Sánchez, de ochenta años; Pedro Fer­ nández de sesenta años; Toribio Martín, cinquenta años; Francisco Fernández, cinquenta y ocho años, todos poco mas o menos, y no supieron firm ar, excepto dicho José González. Villamayor En la villa del Infiesto, concejo de Piloña, a siete dias del mes de octubre de mil setezientos y doze años. Ante su merced del señor D. juez público de la villa, juez del estado noble de este dicho concejo p or su Majestad (B . en O.) y por ante mi escribano pare­ cieron presentes Diego de la Iglesia y dijo ser de edad de sesenta años y Luis de Noriega de edad de setenta años, Antonio Solís de edad de sesenta y quatro años, Toribio Crespo de edad de sesenta años, Angel Pérez de edad de cinquenta y dos años, Tomás de Zarabozo de edad de cinquenta años, todos vecinos de la parroquia de San Pedro de Villam ayor y Santa M aría de Millares, su aneja, de los quales y cada uno de ellos su merced de dicho señor juez tomó y recivió juram ento en form a en la qual he echo según poder se previene y siendo preguntados a tenor del auto dado por el señor don Antonio José de Cepeda, en general y en particular tocante y perteneziente a esta dicha parroquia, dijeron que los límites de dicha parroquia son los siguientes: comenzando desde el rio Gran­ de a la riega de Prado Redondo y de allí (B . en O .) da arriba y de allí al Cayo y a la collada de la Yoca y a las llanas de Zarancia al collado del monte redondo y al canto de la sierra de Niaño, a la collada de Barobena y a la quintana y collada de Ordiales y al caneyón a la peña de Obenes al canto de la Zerezal al collado de Bayarobles hasta el rio que da a la Piñera todo el rio ba jo hasta el tenal y a la riega de Zerezal de allí arriva al canto de la Gallega y de allí a la riega de Sotiello hasta que la vecine el rio Grande y de allí passa el rio y va a pico Blanco y a la crud de Arbizenti, si­ LAS PARROQUIAS DE PILONA, SEGUN EL «APEO» DE CEPEDA 573 guiendo el camino real hasta la crud de Bred, y al canto de Bred, aguas vertientes hacia dicha crud de Bred, y de allí a la riega de la corredoria siguiendo la riega hasta la pontiha de la U ña del castro colando derecho a la cassa de la Estrada y p or detrás de el F arao hasta el reguero de la Caraña de San Miguel y su arreventón y a la frente de la Llinar a la faza del Candanal y de allí a la peña Fondebia, donde divide con el concejo de Colunga, hasta la peña de Somoziella y de allí a la M ilana y a la peña Blanca al canto de Arm onga, prado del Caneyo, y de allí p or debajo de la ería del Pando según en los tres últimos sitios referidos está apeado sus confines p o r los administradores de la malateria de Balloval hasta el vado que va para Oviedo y de allí p or el rio abajo término y prado de la Texera, la cantera Aguin hasta que se entra dicho rio en el Grande y de allí p or dicho rio Grande arriba hasta tropezar con el término prim ero referido, llamado Camporedondo. Y todos los bienes contenidos en el apeo referido son y fueron de un me­ m orial tiempo a esta parte de los vecinos de los lugares que com­ prenden en si dicho término, gozándolos, vendiéndolos, partiéndolos y dividiéndolos sobre los quales ay fundados muchos m ayoradgos perpetuos de muchos años en esta parte y hechas fundaziones de capellanías, fábricas y mansos de iglesias y monasterios y otras obras pias y aunque en esta dicha parroquia ay un lugar que lla­ man Mones, que es aldea forera (R . en O .) que p o r dicho auto general se pregunta tienela y goza la misma libertad que los demás bienes referidos de dicha parroquia pero con el canon y pensión de pagar cierta cantidad de maravedís a su M ajestad; y lo mismo ay otros vienes de particulares en esta dicha parroquia con esta misma carga y pensión remitense al apeo que su M ajestad sobre esto hubiere hecho pues todo este concejo de cinco aldeas foreras que ay y de otros bienes en otras parroquias se debe a su M ajestad siete ducados, los cuales siempre se pagaron con los reales alcavalas y para darle cumplimiento a dicha cantidad pagan las personas enberanan sus ganados en las m ajadas de Barovena, collado de la Llam a, Niaño, Llaranes, el Coreyón, cinco m aravedís poco o mucho ganado cada persona, y esto oyeron decir a sus mayores era p or ser dicha brañ a de Albrandi de su M ajestad y p or evitar pleitos, las m ajadas y su circunferencia se lo pagaban p or quales quedosse libre el usso de dicha braña y m ajada y si acasso dicha cantidad no se paga a su M ajestad se debe de tomar quenta y razón si está o no repartida en dichas alcavalas y si los procuradores de este concejo lo cobran de mas, pues los referidos testigos y vezinos siempre están prontos de pagar a su M ajestad lo que se le debe. 574 ANDRES MARTINEZ VEGA Y en quanto a lo que se les fué preguntado tocante a las personas que hacen cierres en dichos puertos y montes no saven que de inmemorial tiempo a esta parte se aya hecho alguno y los que ay antes donde conveniencia que de daño pues tienen cassas y en ellas se recogen los pastores sin que los dueños priven el recogerse en ellas y si dichos prados se abrieran perecieran las cassas pues sus dueños las conservan p or recoger la yerba para sustentar sus ga­ nados, aparte de que dichos prados y cassas los gozan vecinos de esta dicha parroquia y Santa M aría de Millares, su anejo, sin gozar renta alguna y en quanto a las quadrillas que se les pregunta co­ rrerías de ganados sólo pueden decir que serían dechas quadrillas p or aver alguna persona rompido dichos prados maliciosamente a cuyas quadrillas que en este casso hubiesse se remiten pues se debe de atender a si hubo malicia de una y otra parte; y en quanto a prendar oyeron decir que lo avía hecho D. Matheo de Arguelles, y no otro alguno; y en quanto al prado y monte de la M oya no saven que aya tal prado ni monte en dichos términos de la parro­ quia; si que ay un término dicho de la Moga, el qual está cerrado hasta la cassa de las Buelgas y siempre dicho prado y monte le vieron cerrado y oyeron decir a sus mayores que de inmemorial tiempo lo estubo, quando separado y quando unido, como otros prados de dicha cassa de las Buelgas y contiguo a otros prados de los vezinos del lugar de Antrialgo confinando con el referido sin que sepan otra cossa y dicho Luis de N oriega dijo que dicha doña Manuela dijo que doña Manuela de Estrada, m adre legítima de don Bernardo de Argüelles, difunto, de cuyos hijos de dicho don B er­ nardo se dice ser curador don Matheo de Argüelles, hijo de la dicha doña Manuela, y tio respetivo de dichos menores los dichos don Matheo y doña M aría en el término que se dice Zarozia de esta dicha parroquia en una cavaña que tienen en el término del Fondrigón pretenden y al pressente ponen en ejecución hacer cassería y poner cassero y para el efecto ensancharon dicha cavaña estre­ chando el camino de junto a ella, que se necessita para traer pan, yerba y otros frutos de dicho sitio para dicho lugar de M illares, y ansimesmo de como cossa de un año a esta parte que hay que assiste el casero nuevamente puesto en dicho Daraje corren los ganados de dicho lugar que van pastar a dicho paraje como siempre lo hicieron sin impedimento alguno hasta (B . en O .) y siendo anssi que los frutos de dicho término de Zarocia siempre se defendieron con cierro p or estar contiguos a dicho puerto de Suebe y si su desembocadero adonde los ganados de dicho lugar están en cos­ tumbre de pastar y de que se corran dichos ganados se siguen con LAS PARROQUIAS DE PILONA, SEGUN EL «APEO» DE CEPEDA 575 inconvenientes siguientes, lo prim ero porque de dicho término has­ ta las enas de dicho lugar sólo ay una sierrezuela y pasada dicha sierra de los ganados vuelven a?ia el lugar y se entrena de rom per y dañar los frutos de dichas erías de que se siguen ruidos y pen­ dencias entre dichos vecinos y de esto resultan querellas y ser mo­ lestados los pobres mui de ordinario p or las justicias; lo segundo, es que ya se ha experimentado que dicho cassero m altrata los ga­ nados corriéndolos y apaleándolos sin que nadie se atreva a que­ rellarse respetando a sus amos p or ser perssonas poderossas; lo tercero, que dicho cassero se aprovecha no sólo de los acebuches y (B . en O .) el sustento de ganados de dichos vezinos su discreción y voluntad p o r estar en un despoblado pero a los árboles frutales que los demás vezinos tienen en dicho término y de otros aprove­ chamientos perjudiciales a todos los vecinos de dicho lugar y es­ pecialmente a los que tienen vienes en dicho término y a los que pueden tener el caudal de dos ovejas unos muebles p o r no tener otro éxido a donde las sacar a pastar de que im possibilitanse si toleran dichas correrías. Todo lo cual dijeron ser la verdad para el juram ento que hicieron en que se afirm aron y ratificaron y lo fir­ m aron los testigos que dijeron saber. Valle Valle. Dicho dia, mes, año y lugar dicho señor juez y p or mi escribano ante quien comparecieron Rodrigo de la Joyería que dijo ser de edad de zincuenta años y Pedro Fernández Fidalgo de edad de sesenta y cuatro años, Fernando Fernández Fidalgo de edad de zincuenta y nueve años, Manuel Martínez de edad de sesenta y nuebe años de los cuales y a cada uno de p or si su merced de dicho don Juan Francisco de la Villa, juez, y tomó y recibió juram ento que izieron en debida form a y aziéndoselas (B . en O .) don Antonio José de Cepeda y otros inmemoriales concernientes los dos cho­ cantes a la aldea y m ajada de la braña y en los chocante a la aldea forera con cuia explicación comenzaron sus declaraciones en la form a siguiente los tres testigos, esceto Manuel Molina, dijeron' que don B ern ardo de Argüelles en dicho término de braña les corre sus ganados aziéndolos m ejor tra (B . en O .) y m ostró alguno de dichos vezinos que tienen prados en dicho sitio y que dicho don Vicente tiene tres prados, los dos antiguos y el otro no atrás (B . en O.), así que se zerró y Matías Rodríguez tenía (B . en O.)antiguo con inmemorial (B . en O .) dixo que se cerró como lo mesmo el de digo los dos de dicho don Bizerite y algunos otros y saben 576 ANDRES MARTINEZ VEGA que dichos prados fueron tolerables a no se correr de ellos los ga­ nados y el otro de los mas ricos (B . en O .) que dichos prados se cierren p or febrero y marzo y segándose en todo el mes de julio y con esto no impidan el aprovechamiento para el sustento de los ganados en comunidad dejándoles el buelo referido de prim eros de febrero asta últimos de julio y (B . en O .) p or pasto común con que son las correrías de ganados (B . en O .) el azerlo por defender paziones en dichos sitios porque de abrirse dichos prados a mu­ chos pobres se les siguen notable perjuicio pues no les queda con que alimentar sus ganados de que resultará a quien de la mucha nezesidad y pobreza que se padeze les será preziso a alguna de sus cassas, de que resultará su M ajestad ser danificado en sus rentas. Y en lo tocante a la aldea forera dicho Manuel M olina presentó un memorial firm ado (B . en O .) a dicho señor juez en mi presencia y mandó poner con estos autos. Y a lo demás preguntado dijeron que abiendo abido una grande inundazión en este partido el año pasado de mil seiscientos y nobenta y uno de que resultó llevase molinos, puentes, prados, eredades se dió quenta a su M ajestad, al señor don Carlos segundo, que goze eterna gloria, el qual se sirbió de esentar de todos los tributos a este dicho concejo p or cinco años para cada tiempo no se cobraron ningunas rentas, y dicha esención no se acuerdan se comenzó el año de seiscientos nobenta y uno y el de nobenta y dos y se acabó el de nobenta y cinco, nobenta y seis y entonces se izieron muchos encabezamientos y corrió vez que la moneda forera que pagaba asi esta dicha aldea como otras cuatro que ai como otros feudos que se pagan (B . en O.), prados, eredades, corrales, árboles en diferents partes de este dicho con­ cejo asta que se juntaban siete ducados, los cuales se pagaban a su M ajestad con los reales alcabalas como ba referido con el nom­ bre de fueros y derechos mortuorios y a tres les llam aban mermas y en la ciudad de Oviedo no se quería recibir esta cantidad sin las alcabales ni las alcabalas sin ellas. Parece que en dicho (B . en O .) encabezamiento se encorporó resistense a el auto inmemorial a que dichos vezinos enbiaron al señor don Antonio José de Zepeda y después deste año de nobenta y zinco, nobenta y seis se prosiguió en pagar asta el año de mil setezientos y cuatro y mil setezientos y zinco en cuio tiempo se comenzó a decir y m orm urar que los procuradores generales de este dicho concejo se quedaban con la referida cantidad y en este ayuntamiento que se izo saber estilo esta materia y explicó que Diego González, vezino que es del nú­ mero de este dicho concejo y procurador que fué dicho año de nobenta y cuatro y otro año antezedente, restituió al concejo la LAS PARROQUIAS DE PILONA, SEGUN EL «APEO» DE CEPEDA 577 referida cantidad y que esplicó que el señor juez, que está presente, tiene m andado llam ar a cuentas a los referidos procuradores, digo a los procuradores que fueron en dichos años; y Pedro Fernández Fidalgo, testigo declarante, dijo que siendo el p rocurador de este dicho concejo el año pasado de mil seiscientos y zincuenta y quatro pasando azer las pagas de los reales alcabalas a la ciudad de Ovie­ do se les recibió a su parecer dicha paga, inclusa en las reales alcabalas, no puede esto decirlo afirmatibamente, pero que al fir­ m ar le dijeron no quedaba a deber cosa alguna sin que se le dieren cartas de pago de finiquito y si esto ai algún dolo es culpa, a su parecer, de los que se quedan con dicho dinero no satisfaciendo al conzejo lo que se le debe, y ellos no pueden saber ni saben fija ­ mente si esto como ha referido pagado y no si su M ajestad no lo pide pues como si pagan mucha mas cantidad de alcabalas de las que en otros tiempos solían pagar y otra alcabala que es cuenta de este dicho concejo que le llaman alcabalesa, la qual de pa los años a esta parte la pagan con dichas reales alcabalas antiguas sino tras donatibos separados que les pide su M ajestad y esto aparte de los salarios ordinarios y conzejiles de becindad de el regidor, de el sarjento m aior y otras de (R. en O .) de soldados, todo es para ellos una confusión aunque todo lo que he referido es la berdad y buelto al propósito de las aldeas foreras saben que los ganados que suben a em berinar a los puertos y m ajada de Tebrandi, cuia m ajada es tradición de padres a hijos es de su M ajestad y las de­ mas de su circunferencia y no otras las personas que llebaba dichos ganados a em berenar en dichos sitios pagan zinco m aravedís cuia cantidad como he referido tienen por cierto está repartido y se paga con dichos reales alcabalas. Fueles preguntado si alguna otra persona de las referidas en dicho memorial, digo auto general, les azía otros zierres que les perjudicaran, a quien respondieron no tenían otra cosa que dezir y que les pareziese les fuese de perjuicio y lo dicho dijeron ser la berdad y que las personas de dicha p arro­ quia son los mismos que contiene el dicho m em orial firm ado dicho M anuel M olina, el qual se pon (R . en O .) continuazión de su declarazión y de este pliego y se ratificaron en el juram ento que tiene echo todo lo que pasó en presenzia de dicho señor juez y de la mia de que yo escrivano doy fe. (B . en O .) ANDRES MARTINEZ VEGA 578 Beloncio Dicho dia, mes y año y lugar y p or los afectos en esto era algo intenzionados. Ante su merced de dicho señor juez pareszieron M a­ ría Alvarez M orales, que casada es de hedad de cuarenta y seis años y (B . en O .) que dicha ser de hedad de zinquenta y ocho años y Cipriano de el Cueto de edad de cinquenta y tres, y Juan de la Viña de edad de cuarenta y dos años, que los referidos cada uno dijo tener poco mas o menos tiempo y dijeron benían nom brados por la parroquia de Belonzio de los cuales y cada uno de p or si, su merced de dicho don Juan Francisco de la Villa, juez, tomó y reci­ bió juram ento en form a que izieran conforme a derecho debajo de el cual se les manda digan y declaren los límites de dicha parroquia y de el coto del Abedul, yncluso en ella, y lo demás contenido en el auto que dado p or el señor don Antonio José de Zepeda que para el efecto (B . en O .) y leio espezialmente lo conzerniente a dicha parroquia en verdad de lo que dijeron que los límites y términos de dicha parroquia comienzan ya donde el rio de la Quintana asta juntarse con el rio de Mon, saliendo asta las curbas de Mon, con­ finando con el concejo de Caso, al rio de la Castañal de allí al collado de N iquero y de allí al collado de Gram onal confinando con el concejo de Sobrescobio, y de allí a los cuetos del Resellón y a la m ajada de el M uradal y aquí confina con el concejo de Labiana y N ava y de el M uradal a la Muezca las fuentes p or zima de cueto de Presero de la Muezca de las fuentes al pico los Berdes y a los cuetos del Cabezo y al prado (B . en O .) y a la collada de Maza y al picoi los Llobos, aguas bertientes azia este dicho concejo de Piloña, y a la otra parte concejo de N ab a y de allí al prim er sitio referido; y en quanto al coto del Abedul sus límites y confines con, dicha parroquia de Belonzio son de arriba 9 la fuente de la Cazurría asta un m ojón junto a casa de Juan (B . en O .) y a otro m ojón junto a la fuente de la Llana y entra a la agua de el rio Y a b la y de otro lado a la vallina del prado de la riega y asi arriba asta un m ojón que está junto a casa de José Alvarez asta dar con otra que está junto a casa de Juan Cantora y de allí le cierra con otro m ojón junto a dicha fuente de la Cazurría p or donde se co­ mienza, cuios (B . en O .) referidos los tienen p or tales, los gozan y poseen ellos sus (B . en O .) de dichos vecinos en general y en par­ ticular cada uno lo que es señor (B . en O .) de ellos con la mesma libertad que durante pasados; y en quanto a lo de (B . en O.) del referido de dicho auto general dijeron tener esito en (B . en O .) de los Canales a causa de una presa que se izo p or un prado y se a LAS PARROQUIAS DE PILONA, SEGUN EL «APEO» DE CEPEDA 579 de alargar como cosa de dos pies p or la parte de ab ajo (B . en O.) p or el ensanche del camino en la calleja de fondaderos se a de en­ sanchar otra media bara y en la collada de Beronda otra media bara; y en quanto a lo que se les pregunta (B . en O .) lo que habla dicho auto tocante al zierro y calleja que zerró Juan Rodríguez es útil y conveniente que dicha calleja se abra y se ponga el camino en la libertad que estaba de antes. Y en quanto lo que habla dicho auto tocante a los daños que reziban del coto del Abedul son m u­ chos y le es mui perjudizial pero en cada año les ayudan con tres (R . en O .) para ayuda de pagar las reales alcabalas. Y en quanto a lo que se les preguntó tocante a los zierros en los (B . en O .) y en los montes dijeron no ai ninguna que aga perjuicio notable, esceto Pedro de las M elendreras, testigo de (B . en O .) de ella (B . en O .) judizial a tres lugares de dicha parroquia y está en términos comu­ nes de dicha parroquia (B . en O.), Angel Blanco, José y Matheo Peláez; y en quanto a lo demás dijeron no saber otra cosa debajo de el juram ento que izieron en que se afirm aron y ratificaron y fir­ m aron lo que dijeron saber. Pintueles Pintueles. En la villa del Ynfiesto deste concejo de Piloña, dicho dia del mes de octubre de mili setecientos y doze años, su merced don Juan Francisco de la Villa, juez en el estado n oble deste dicho concejo por su M ajestad, dió (B . en O .) cumplimiento y para poner en ejecución lo concerniente al auto general dado p o r el señor don José Antonio Zepeda comparecieron ante su merced Julio Perez y dijo ser de edad de setenta y dos años y José González de edad de cinquenta y seis años, poco mas o menos, y dijeron eran vecinos de la parroquia de San Cristóbal de Pintueles deste dicho concejo y siéndoles preguntado porqué no venían mas vecinos al respecto, dijeron avían quedado de venir pero que les parecían no vendrían, y aviendo dicho señor juez recibido de los susodichos juram ento en form a de que hicieron bien y cumplidamente y leyéndoseles los capítulos de dicho auto general, dijeron que los términos de dicha parroquia, comenzándose la buelta del prado de Fresnedal b a al m ojón de los Ungones a la fuente de la Arenal donde está otro m ojón abajo (B . en O .) de castañedo de Cayón y al lado de la cues­ ta de este, otro m ojón que está (B . en O .) en el coto de Lodeña, y de allí la bom ba adelante lindando con San Juan de Bervío, siendo las aguas bertientes de Pintueles, a Pintuales y de allí al m ojón de la M uela donde (B . en O .) a llendar con la parroquia de Borines y 580 ANDRES MARTINEZ VEGA de allí a los mojones (B . en O .) de Pintueles lindando con Cadanes y deste a la riega (B . en O .) al coto de Biyao y a las Llanes, y oyeron decir que desde allí (B . en O .) del m ojón (B . en O .) y de allí par­ tiendo con el conzejo de Cabranes a la casería del (B . en O .) y de allí al canto de la Teya y de allí agua abajo asta lindar con dicho prado del Fresnedal a donde se comenzó decho apeo, y dijo era que en el término referido que an oydo llinda la parroquia de Pintueles entre (d o s ) otros términos de los que confina o se dicen ser del coto de Viyao e van los ganados que llaman de traspando los quales mucha parte dellos van de dichos vezinos de Pintueles que los fueron de sus padres y el usante passando, gozando con toda livertad del usufructo de dichos prados (R . en O .) las (R . en O .) siem­ pre fué y oyeron decir usaban de su jurisdicción y las acia cerrar el juez de Biyao. Y en quanto a lo demás que se les preguntó di­ jeron que todos los vienes contenidos en dicho apeo fueron y son de sus antepasados y de sus vecinos cada uno lo que le toca y pertenece en común y particular respetiva ussando dellos con toda la verdad que no saven que aya cierros ningunos que les perjudi­ quen y no saven otra cosa para el juram ento que yzieron en que se afirm aron y ratificaron y dijeron no saver firm ar Julián Pérez. San Rom án San Román. Dicho dia, mes y año y lugar y para el efecto refe­ rido comparezieron ante su merced dicho señor juez, Pedro Fer­ nández de Pando que dijo ser de edad de noventa años y Juan Fernández que dijo ser de edad de cinquenta y ocho años, Plácido Peláez que dijo ser de edad de cinquenta años, Juan Díaz que dijo ser de edad de cinquenta y siete años, Gutierrez Fernández que dijo ser de edad de cinquenta y seis años, Diego Diaz de edad de cinquenta y cinco años, Pedro Ligueras de edad de sesenta años, M anuel M anjón de edad de cinquenta años y dijeron ser las per­ sonas que venían p or la parroquia de San Román de dicho concejo para hacer sus declaraciones en virtud del cumplimiento del auto general dado p or el señor don Antonio José de Zepeda y a viendo su merced, dicho señor juez, tomado y recivido juram ento según de dicho se siguiere el cual hicieron bien y cumplidamente todas y cada uno p o r si y, echo, comenzaron su declaración en la form a siguiente: que en quanto a los términos de dicha parroquia comien­ zan p or los reglas de las litrinas asta la faya de la Yesca (R . en O .) al pico del cerro y a la casa de Rozes donde bive don Francisco Berm údez poco mas de un lado que a otro a lo largo de dicha LAS PARROQUIAS DE PILONA, SEGUN EL «APEO» DE CEPEDA 581 cassa contando a un m ojón que estava azia el rio que al presente no parece ya una (B . en O .) esta passado al rio pasavase arrim ado al rio a la parte de San Román, llamada dicha piedra el Amigo, y parte el rio avajo que passa p or el se juntava antiguamente con el rio p or mas arriva y se entra en dicho (R . en O .) arriva asta dar con el lugar de Villam ayor asta donde (B . en O .) presente ha rom pido rio Grande y de allí (B . en O.) prado y estanco de don Juan (B . en O .) y desde allí oyeron dezir entra dicha parroquia de San Rom án (B . en O .) dicho rio en términos de dicha parroquia asta el canto de Lam a (B . en O .) de la cantera asta el estanco del molín de la cantera y de allí buelve (B . en O.) (R . en O .) a la cuerria de Francisco González para el prado de José Francisco (B . en O .) y en este término desde el estanco de don Juan de la V illa asta el de la cantera. Los que tienen frutos en dichos términos los que son vecinos de la parroquia de Villam ayor los pagan en Villam ayor y los que son vecinos de San Román los pagan en San Rom án; y desde dichos (B . en O.) a la Tejera asta dicho prado de Josefa Francisco los que son vecinos de la parroquia de San Rom án por ser dicho término castañedo diezman los castaños en San Román y lo demás de dicho castañedo que es de don Juan Francisco de la V illa oyeron decir diezman la mitad de dichas castañas en la porroquia de Borines, la otra mitad la parroquia de Villam ayor donde es vecino; y bolviendo a dicho prado de José Francisco saven que dicha p arroquia cortando el canto arriba asta Brañavieja y de allí a los Ranares y riega de arriba y en baño y de allí cortando derecho al canto de las Cayares y al canto de la rasa y asta la riega de las Licherinas adonde se comienza. Y aviándoles leydo lo con­ tenido en dicho auto general que abla con dicha parroquia dijeron que en ella ay una aldea forera, que llaman Argandenes, la qual goza comunmente de los puertos y pastos de la dicha parroquia y la dicha parroquia con la dicha aldea, y son aunque fueran de los límites referidos suyos las m ajadas, puertos y brañas de Caraneia, monte Redondo, Llaranes (B . en O.) (R . en O .) la qual dicha m ajada de Tebrandi oyeron dezir los sus mayores era de su m ajes­ tad y asimismo eran realengas las demás brañas referidas p or cuya razón todas las personas que ynbían a envernar sus ganados a di­ chos puertos y m ajadas con poco o mucho ganado pagan cinco m aravedís de fondo a su majestad cuyas cantidades antes de aora se incorporaban con la paga de las aldeas foreras, son cinco las que ay en este concejo, y ansimesmo ay otras haciendas de particu­ lares que pagan algún tributo de todo lo qual se juntan a las canti­ dades de siete ducados los cuales se pagavan al procurador general 582 ANDRES MARTINEZ VEGA deste concejo y se incorporaba con las reales alcabalas (R . en O .) una cantidad y sin la otra y despues que sucedió en este concejo una grande ynundación de aguas el año pasado de noventa y uno, su M ajestad, don Carlos segundo que Dios tenga en gloria, nos esentó de tributos p or cinco años y bolvieron a pagar el año de noventa y cinco u noventa y seis y biendo los porconbenientes que avía en pagarse dicha cantidad en la form a que antes fuese nom­ brado cada año (B . en O .) cobrados en cada aldea forera alternan­ do en su uso y trocando de cinco en cinco años (B . en O .) dicha cobranza cada una de ellas se dispuso se pagasen y repusiesen con dichas reales alcabalas y si a su M ajestad no se le pagase (B . en O.) de los que lo deben pagar y siempre les pareze bo (R . en O .) estan­ do y están a pagarle y servirle como se les (R . en O .) alcanzan sus fuerzas y posibles. Y preguntado les por su merced de dicho señor juez si saven que causas e razón (B . en O .) para hacer esta dicha paga respondieron que no avía razón fija, si bien avían oydo dezir a sus mayores (B . en O .) benían juezes de comunes y que dichos juezes lo que nuevamente y era cerrado y (R . en O .) y poseydo p or algún particular y particulares les imponían tributos para que paga­ sen a su M ajestad y esto fuesse para aumento de sus reales alcaba­ las y no saven otra cossa en quanto a esto y en quanto al capítulo que abla sobre el término que llaman Plantíos (R . en O .) del rey, y ansimesmo un memorial de Laura Peláez que es quien (R . en O.) dicho cierro el qual dicho memorial dicho señor don Antonio José de Cepeda (R . en O .) de Cueto para que dicho señor juez (B . en O.) en justicia saven que dicho cierro era un argom al que llaman Grandiella, el qual aviendo venido abrá mas de cinquenta años, poco mas o menos, una persona en nombre de su M ajestad para que se hiciessen montes de robles en cada parroquia, los vecinos de decha parroquia de San Román ycieron allí un pibidal (B . en O.^ robles, los quales por no tener persona particular que cuydasse dellos se perdieron (R. en O .) como sucedió en todas las demás parroquias deste dicho concejo y sucediera con los que al presente tienen particulares si se dejaran por comunes y dicho cierro de dicho sitio le husó Fernando Rial en cuya exencia v derecho suce­ dió dicha L aura Peláez referida y abrá como cossa de treinta y seys años que se hizo y si dicho cierro se abre no ay razón para que se deje de a b rir una llosa en Acevedo que era de Juan González y otro llosa de Ignacio de San Miguel, dicha el Pisueco, y otra en el término de Soto, de Bernardo y Diego del Llano con la qual están apretados los caminos e yntratable por hacer en ellos muladanes y no poder pasar con libertad con ganados, caballerías siendo ca­ LAS PARROQUIAS DE PILONA, SEGUN EL «APEO» DE CEPEDA 583 mino real para la villa del Infiesto y mas partes deste Principado y demás de Castilla; y ansimismo otra llosa de Pedro Fernández, que llam an la Pum arada, y otra llosa en Burgerijón que es de San­ tiago Alvarez y otra en dicho sitio de la biuda de Juan de la Canal (R . en O .) en dicho sitio de Francisco Pruneda de Biedes y saven los testigos con todo como (B . en O .) que si m andan a b rir dichos cierros de dicha Laura Peláez como a los demás referidos se les ará notorio agravio p or ser como son pobres y les faltara el sus­ tento para si y sus fam ilias y son en lo que m ira a la livertad, usso libre y desem barazado de los caminos se deven poner reme­ dio. Y en quanto a los demás saven que nadie aya echo prendadas en las haziendas y monte que el memorial refiere y ser lo referido la verdad para el juram ento que hicieron en que se afirm aron y ratificaron y dijeron no saver otra cossa y firm aron los que su­ pieron. Sebares P arroquia de Sebares. Dicho dia, mes, año, parte y lugar, ante su merzed de dicho juez presente y escribano parescieron R odrigo de la Estrada de sesenta y seys años; Juan Díaz, edad de sesenta años; Toribio de Caso, edad de sesenta y tres años; Juan de Sierra, edad de zinquenta y ocho años; Juan Palom bo de edad de sesenta y zinco años, Bartolom é (B . en O .) edad de cuarenta y tres años; Juan del Canal, edad de cuarenta y un años; Francisco Llerandi, edad de trenta años; Manuel Diaz, edad de cuarenta y un años cuia edad dijo cada uno tenía (B . en O .) referido, poco más o menos tiempo, y dijeron ser las personas nom bradas por la parroquia de San Pedro de Sebares y Santa M aría de la Faeda, su anejo, de las cuales y cada uno de por si su merced de dicho señor Juan Fran­ cisco de la Villa, juez, tomó juramento el qual vieron (B . en O .) y cumplidamente según de orden dispone y debajo de el prom etieron dezir la berdad y su merzed de dicho señor juez les leio el con­ tenido del auto general dado p or el señor don Antonio José de Zepeda en lo que (B . en O .) y abla con dicha parroquia en general y en particular y siendo entendido por los referidos testigos co­ menzaron el apeo de dicha parroquia en la form a siguiente: co­ menzando al rio que riega de Castiello de Soto a los m ojones que dibide dicha p arroquia de el coto de Llames y de allí al m ojón de arbolín y de allí al canto de la cuesta de Bode y de allí a la collada de Piedrafita, aguas bertientes de Sebares es de Sebares, y de allí al canto de la Faeda arriba, aguas bertientes a Cuetospardos, y de 584 ANDRES MARTINEZ VEGA allí a la collada de Loza donde (B . en O .) un m ojón y a la collada de Fontecha donde ai mojón y a la collada de Barayos de ai otro m ojón y a la collada del Tinteres y a la collada de Medandi salien­ do al collado de la Ortiga es de dicha parroquia, aguas vertientes, saliendo a la espina cuenca del Cordal al de Llagosriegos y de de Bayanbles y a les de Tameres y cayendo aguas vertientes a la Fito de (B . en O .) y de (B . en O .) a la cuesta allí al rio Troceda y al Cobayón y al collado dezima y a la riega de Rudellagu y de allí rio abajo a la riega de la Zerezal y a la riega de Mones y a la venta de Sotiello y rio Grande abajo asta donde comenzaron dicho apeo. Y en quanto al capítulo que alia con el conbento de San Pelayo dije­ ron que en el lugar de Villam ayor, Caldevilla y sus términos tiene el convento una parte de otros dos foros cuales son se remiten al apeo que de ellos tuviere dicho convento p or mios vecinos no afo­ rados pagaban dichos dos lugares siete fanegas y media de pan y lo pagaron sus superiores, abuelos y mas sus antepasados, partién­ doles y dibidiéndoles en tres como bienes suios propios con la carga de dicho inquiz y aora parte los arriendó a dicho conbento don Juan Antonio Albarez Bernardo, m ayordom o de la casa de Sorribes y subió la hazienda a muchísima mas renta quitándolo a unos y dándolo a otros y como son unos pobres y no tienen con que defenda (R . en O .) muchos en total miseria y sentencia en quanto se surtan y dicho mayordom o alguna parte de dicha ha­ zienda ha dejado (B . en O.) do por que no lo dan p or ella todo lo que pide y aunque se opusieron ante el señor gobernador de este Principado y les dió por opuestos, sin em bargo dicho don Juan Antonio lo atropelló todo y se apoderó de dichos vezinos. Y en quanto a los predos de Ogabia y Constantino, este último se llama Bustantio y no Constantino, que es (R. en O .) y estos dos predos los com pró a Juan López de Pandiello siendo cura de Sebares, Antonio Pérez de Ludeña, vezino de dicha parroquia, y dichos pra­ dos están sitos en los puertos y pastos comunes de la parroquia de Sebares y oí los gozan Gonzalo López de Pandiello, hijo y here­ dero de dicho don Juan López, el qual no siendo vezino de dicha parroquia de Sebares ni pagar en ella los reales alcabalas con el pretesto de tener dichos prados lleba sus ganados y les paze sus puertos y pastos a parte de cobrar en cada un año dos arrobas de manteca de renta p or dichos prados en que reziben notorio agravio. Y en quanto a lo demas que se le preguntó tocante a lo que se adbierte p or dicho auto general dijeron no tener que dezir pues no ai zierros que les perjudiquen antes los que ai se nezesitan para sustentarse en ellos, como lo izieron sus antepasados usando LAS PARROQUIAS DE PILONA, SEGUN EL «APEO» DE CEPEDA 585 dellos con toda libertad como de cosa suia propia y no tener otra cosa que dezir debajo del juram ento que tienen echo en que se afirm aron y dijeron no saber firm ar, esceto dicho Roque de la Estrada, que lo firmó. Sellón Parroquia de Sellón. Dicho dia, mes, año, parte y lugar, compa­ recieron a la presencia de su merced de dicho señor Juan Francisco de la Villa, juez, y ante mi escribano para azer su declaración en lo que les toca y se manda y prebiene en el autorizado p or el señor don Antonio José de Zepeda las personas nom bradas por la parro­ quia de Sellón de este dicho conzejo que fueron Juan de Artidiello de edad de sesenta años y Pedro Peri, edad setenta años, Juan de Forcelledo de hedad de zinquenta y cuatro años, cada uno según la dicho poco mas o menos tiempo, y abiendoseles leido el auto general en quanto a lo que con ellos su contenido se debe entender y abiéndoles para el efeto tomado juram ento que izieron en debida form a y debajo de el prometido dezir berdad dijeron que los tér­ minos de dicha parroquia que p or tales gozan y oieron dezir a sus m aiores gozaban sus antepasados son los siguientes: comienza de la piedra de Robellín al cascón de las (B . en O .) v de allí de la piedra de Bacadales y al cueto del molín v al cueto de M iera y de allí a la collada de Pandóles de arriba al rasu a la peña de arriba de Painazes y al rio de las Fuentes y al canto de Farado y a la collada del Potral y a llana del Cobayón y a la F 07 de Moñacos y a Pandemules y al cueto de Lanera, al cueto del molino y a la pie­ dra de Bucadales y a la piedra de Robellín a donde comenzó dicho apeo. Y en quanto a los demás contenido en dicho auto general deben dezir y se debe poner remedio en quanto Juan de Pipa y Pedro de la Pipa y Juan de Diego, Juan de Bartolom é y sus erederos, Antonio Barrial, vecinos del concejo de Casso, los cuales en el término que se dize el Ortigal, términos de dicha parroquia y en los confines de ella y de dicho concejo de Caso y de el lugar de Nieves de donde son bezinos los arriba referidos, de pol tiempo a esta parte izieron zierros para prados y en ellos casas im pidiéndo­ les no sólo el paso y usso libre que tenían antes pero les corren y prendan sus ganados y como dichos bezinos de Sellón son pobres y los tales bezinos de vaso no tanto por ser mas acom odados pero se alian faborecidos de personas poderosas con lo que no pueden oponérseles. Y en quanto a lo demás de dicho a esto dijeron que todos los vecinos de dicha parroquia son suios propios y lo fueron ANDRES MARTINEZ VEGA 586 de sus mayores usando de ellos con toda libertad rom piendo su comunes y apropiándoselos como m ejor les parece como su perjuizio no sea notable que en este caso no se permite y no tienen a todo lo demás otra cosa que dezir debajo de el juramento que izieron en quanto se afirm aron y ratificaron y dijeron no saven firm ar sino Juan de Forcelledo que firm ó entre renglones. Zerezeda Parroquia de Zerezada. Dicho dia, mes, año, parte y lugar y para los efectos en estos autos repetidas bezes menzionados y man­ dados azer p or el dado p or el señor don Antonio José de Zepeda p or la parroquia de Zerezeda comparececieron a la presenzia de su mer­ ced de dicho señor don Juan Francisco de la Villa, juez, Pedro de Soto que dijo ser de hedad de sesenta años, Juan de Samalea de cinquenta años, José de el Cueto de zinquenta años, Dom ingo Co­ rral de sesenta años, Antonio Rodríguez de sesenta y seis años, Domingo de G randa de cuarenta años y todos los referidos dijeron tener la edad según va dicho y como mas o menos tiempo y abiéndoseles echo notorio el auto general tocante a lo que abla con dicha parroquia en general y particular comenzaron el apeo en la form a siguiente como si sale por el monte de Sobiña al bado de Tercias subiendo p or el castañedo de Terzias p or detrás y arriba del prado de los Llam iellas de don Rodrigo de Obiedo asta el camino real de Brez y por dicho camino adelante asta el camino que biene de la Goleta y p or dicho camino asta el canto de Brez de donde se b a ja asta el camino que está sobre el castañedo de los Doblos y de dicho camino se ba ja asta la riega que biene de los Riegos y se sube por dicha riega asta el camino de carro que ba a Cutre (R . en O .) Allen­ de y se atrabiesa dicho camino y se sube p or la eria de Cueria, que llaman de la Barena, p or donde está una carcoba que dibide las eredades de Francisco Bernardo de Antaio de los de don R odri­ go de Obiedo y saliendo de dichas eredades se b a dar a pico Bustiello y al ero de Garría y de allí sigue el cordal asta la collada de Zarozia y de allí al pico de Ordellony al collado de Braña y a la braña de Ruboseñero y a la bobia de Abiñes y al cueto de Maladín y al cueto de Palonbero y a Fontanielles y al cueto M irveño y al cueto de M úa y de allí asta el cueto de Camayo y al cueto de la Siena y a la posada de Fonfría y al roble de loto y a la cruz de Gabiones y al campo de prado y al campo de la caldera, aguas bertientes a Zerezeda, y al prado de Diego Blanco y a la ería de las begas p or el rio abajo y a la corona de Sabildo y de allí p o r la LAS PARROQUIAS DE PILONA, SEGUN EL «APEO» DE CEPEDA 587 riega abajo asta el rio de la Escosura junto a las peñas de subida desde allí p or el rio arriba asta encontrar otra bez el bado de Terreas p o r donde se comenzó este apeo y es de la razón estos son los términos y límites de Zerezeda que dibiden la parroquia de Cuesta de Suebe de las otras parroquias, sus confinantes, pero por la parte de el lugar de Robledo se estiende el concejo de Piloña asta confinar con el conzejo de Parres en esta form a desde el rio de Sorna que comienza desde la fuente de la Carrizera y b a ja a la fuente de Cadaperal y de allí a la M ercoria y por el rio abajo asta entrar dicho rio en el rio Grande de Piloña y todo esto es de el conzejo de Piloña aunque no es de la felegresía de Zerezeda, que se dice San Vicente de Cuesta de Suebe. Y en quanto a lo demás prebenido p or dicho auto general dijeron que el conbento de San Pelayo tiene apeado p or suio el monte de Sobiña siendo términos de la p arroquia de Zerezeda sin más título que ellas sepan que dezir es suio y aberse apeado con personas de su deboción y renteros de que tienen muchos en dicha parroquia p or tener mucha azienda y sólo se les permite llebar la mitad de los castaños de los casta­ ñales que plantaron en dicho monte, los cuales comunmente se dan a quien las olime y aún temen este se les quite; y en quanto al monte dilatado de la Rebolla saben por oirlo dezir así a sus m ayo­ res (R . en O .) término de la parroquia de Zerezeda, dicha cuesta de Suebe, el qual los señores de la casa de N ebares se fueron apo­ derando del como inmediata su casa a dicho monte y con el pretesto de cosecharles p or tres, cuatro o cinco años para que no se cortase en el y produjese robles en que todos conbenían pero traían la oja Pedro Alvarez M uladares y ni nada se les permite se les per­ mite asta apoderarse de los castañares y nogales y dichos árboles frutales que dichos vecinos tenían en el sitio que se llam a Arcayo, de que se apoderó dicho señor de la casa de Nebares en el qual abía nogales y otros árboles y todo es público, lo apeó p or (R . en O .) y al presente ni les dejan traer oja ni cortar una caña de roble impidién­ doles ellos i sus criados y caseros el uso libre que tenían antes. Y en dicha parroquia ay un lugar que llaman Sardeda el qual es aldea forera y paga con cada un año tributo al rey, y este lugar y otros cuatro que son en este conzejo con el número de aldeas foreras, y otras vecinas de particulares y de los ganados que suben a pastar a los puertos realengos se iunta asta en cantidad de siete reales, los cuales se incorporan y pagan y pagarán siempre con los reales alca­ balas poniendo esta cantidad en poder del procurador general de este conzejo y están en fe y creenzias se pagan así quanto les bienen diferentes pagas y tributos mas que solía ser sólo, discurren como ANDRES MARTINEZ VEGA 588 pagar el dinero que se les pide y no preguntar p or qué razón y si no se paga será p or su M ajestad no se lo pedir u estar repartido como ba referido y el aber mudado la form a de cobrar esta moneda y cantidad de los dichos siete reales referidos que antes les cobraba un cobrador de dichas aldeas alternando de zinco en zinco años oyeron dezir abrá sido por lo molesto que les cae a los cobradores, a los cuales muchas bezes les suzedía pagar a su costa p or no poder cobrar y especialmente de los que subían sus ganados a las puertas realengas que de los lugares que las tienen comunes como es el puerto de Suebe y otras muchas de este dicho conzejo de estas ja ­ más se a cobrado cosa alguna aparte de que dichos cobradores algunos sabían azer memoriales a su gusto y pedir mas de lo que se les debía sobretodo lo que se remitan al apeo y razón que su M ajestad tiene para cobrar y en la form a que debe de ser pues ellos y mas bezinos en quanto alcanzen sus fianzas pusibles están prontos a serbirle con personas, bidas y aziendas como siempre lo izieron y (R. en O .) y en pasadas. Y en quanto a los demás términos y comunes siempre los tubieron por suyos en general y en particu­ lar y en los particulares se azen zensos y izieron y mejoras, mayo­ razgos, fundaziones de capellanías, mansos de iglesias sin otras más aziendas que gozan conbentos. Todo lo referido siempre a sido y fué sin cosa que ellos sepan fuese en contrario Y en quanto a lo demás contenido en dicho auto general no saben ni pueden decir otra cosa que el juramento que izieron en que se afirm aron y rati­ ficaron y dijeron no saber firm ar de que yo escribano doy fee. Sor ribas Dicho dia, mes, año, parte y lugar binieron por la parroquia de Cúa, digo de Sorribas, deste dicho conzejo y para los efectos men­ cionados en estos autos mandados azer p or el señor don Antonio José de Zepeda, Gregorio de Biego que dijo ser de edad de cua­ renta y cuatro años y Antonio Ubriaza de edad de cuarenta años, que dijeron tener poco mas o menos, y preguntándoles por dicho señor juez que cómo no benían mas personas de dicha parroquia pues se componía de cuatro o zinco lugares, respondieron no lo sabían y que les tomase su declarazión que no esperase (R . en O.) y abiendo dicho a Juan Francisco de la Villa, juez dicho, tomán­ doles juram ento que izieron los dichos dos testigos referidos en debida form a y prometido decir berdad y siendo leido el contenido del auto general especialmente y a la letra lo que abla con los veci­ nos de dicha parroquia dijeron que los términos de dihca parroquia LAS PARROQUIAS DE PILONA, SEGUN EL «APEO» DE CEPEDA 589 comenzando desde el lado que se dice entrambos rios o p or junto a la sebe del p rado de el Fresnedal ba derecho a un m ojón que está junto a un roble y de allí al alto del collado del Fresnodal donde está otro m ojón y de allí a la reiga abajo asta la de los Fancones y de allí p or el castañedo antiguo que fué y es de los (R . en O .) de Cúa, derecho a unos pozos que están junto al prado de la Rotura que en dicho término todos los árboles que ai oyeron y vieron gozan los vecinos del lugar de Cúa y pareze se an bendido parte de ellos a personas de fuera de dicha parroquia y p or razón de (R . en O .) y legítimas quales son los poseedores les perteneze oi su gozo, y de allí camina p or el rio que se dice la Escósura asta términos de la Bárcena de la parroquia de Zerezeda y al lugar de Antrio a donde parte con térm in o s de Millares, que es de la parro­ quia de V illam ayor i su ijuela y al lugar Antralgo y p o r la Cobiella también con Antralgo y al rio Grande que parte termino con Sebares asta el molino de Abolin y de allí p or el rio de las vegas asta dicho bado de entram bos rios a donde se comenzó el apeo y frontea esta parroquia v conzejo con el lugar de Soto de la Dueñas y mucha parte del lugar de Castiello, que del conzejo de Parres, cuios límites p or lo confieso que están no saben dezir determinadamente y en quanto al memorial presentado por Antonio Zibriate Verandi en que p o r decreto del señor don Antonio José de Zepeda se m anda atender a su contenido según el zierro de la ería de Sabildi que los que zerraron azen mucho agrabio en la carcoba que pusieron a los que no zerraron, aparte de que zerraron mas de lo que era suio y conbiene se zierre como antes estaba y cada uno goza lo que es suio y en quanto al zierro de la Toyosa del lugar de Sorribas dijeron bieron (R . en O .) azer barganos para bolber azer el camino p or donde antes estaba y así se lo dijeron; y en quanto a lo demás de dicho auto general oyeron dezir que en dicha parroquia de So­ rribas se pagaba alguna cantidad de moneda forera y que oi se paga con los reales alcabalas re (R. en O .) sea los apeos que su M ajestad de esto tubiere que a los memoriales que azen las aldeas foreras para dar cumplimiento a sus dueños que dizen se pagan es menester atender si son ziertos uno y que las aziendas de esta di­ cha p arroquia siempre fué y a sido de las que las gozan y de que tubieron causa y razón, según que ai fundados mayorazgos, m ejo­ ras, aniversarios, capellanías, zensos. Y en quanto a los puertos que gozan, siempre los gozaron libremente sin que aya m em oria en contrario la (B . en O .) lo demás que les fué preguntado dijeron no saber otra"c o sà -qüe debajo de el juramento que izieron en que se afirm áfori y -ratificarón y lo firm aron los qiie d ijeron 'sabían , y yo escribano de que doy fee. 590 ANDRES MARTINEZ VEGA Parroquia de San Juan de Berbío San Juan. Dicho dia, mes, año, parte y lugar y para los efectos referidos en estos autos para el cumplimiento de el dado p or su señoría el señor don José Antonio Zepeda comparecieron a la pre­ sencia de su merced del señor don Juan Francisco de la Villa, juez, las personas nom bradas para el dicho efecto p or la parroquia de San Juan de Berbío que fueron Juan Suárez Quidiello de edad de sesenta años, Jacinto Salcedo de edad de quarenta y siete años, José del Llano de edad quarenta y quatro años, Antonio Valdés de edad de cinquenta y siete años, Tom ás de Solano de edad de sesenta y seys años, Juan Blanco de la Espina de edad de sesenta años, Toribio Cuyar de edad de sesenta y cuatro años, Cipriano Peral de edad de sesenta y dos años, Francisco de la Canal de edad de sesenta años cada uno, poco mas o menos tiempo, los quales aviéndoseles leido y esplicado lo contenido en dicho auto general lo concerniente a dicha parroquia y a la de Santa M aría de las Nieves de Espinaredo, su anejo, dijeron que los límites de dicha parroquia comenzando por los canales de las Lam osas a donde di­ cho arroio se entra en el rio Grande de Piloña y rio arriba camino al pielgo de San Torquillo y de allí a la collada de Pandóles al pico de la U tra a la piedra de Rebollín al collado de las Duernas a la piedra de Bucadales al coto de M iera a la vega del Diente a la rie­ ga de Arroyes rio abajo a la puente nueva al portillo de Roces pasado el rio Grande, que se dice Pandoto, al medio de la ería de Felguerias que divide al foro de San Pelayo de Biedes y Argandenes a la piedra de Sofelgueras a los mojones de la llosa de Domingo de Arenas al canto de Traslasrasas a los cuetos de Fario, que linda con Pintueles al canto del Bedular, que linda con el coto de Lodeña, y a piedra Tayada y a dicho rio Grande y canales de las Llamosas de donde se comenzó dicho apeo, y en dichos términos gozan y están en costumbre de gozar y fuera dellos las m ajadas del pico de M oraño a la collada de Trescastiellos a la collada del M oro a fondos de sierra M orena a las m ajadas de Sam aldón al Mostil de Samayón al pico de la Vela a la piedra de N ano al canto de la carcoba de Pendedor al canto de la Espina al pico de Colines a la riega de Ridolla. Y en quanto a dichos puertos todos pastan a vueltas los referidos vecinos de San Juan de Bervío y los confinantes a ellos los unos y los otros sin decepción ni contradición y dichos puertos unos dicen que son realengos, parte dellos, y otros que son comunes sin que (en algunos) ellos sepan quales son ni distin­ guir la deferencia sino que en algunos se cargavan antes de aora LAS PARROQUIAS DE PILONA, SEGUN EL «APEO » DE CEPEDA 591 cinco maravedís cada persona que enberenasse en ellos sus gana­ dos cuyo tributo estava en toda fe y creencia se ha incorporado con los reales alcavalas y antes de aora se pagava con las aldeas foreras y personas particulares que pagaron el feudo asta siete ducados que se juntaban de todo esto se ponía y pagava en poder del procurador general deste concejo que lo pagavan en la ciudad de Oviedo juntamente con dichos reales alcavalas, y en los puertos referidos los vecinos de Cardes les pretenden inquietar y quieren quitar de pastar en algunos dellos, prendándoles y aziendoles ma­ los tratamientos a sus ganados, sólo por oida dicho lugar de Cardes es aldea forera siendo assi, esto fuera título bastante que niega ser­ lo; también en dicha parroquia de San Juan de Berbío ay una aldea forera del lugar de San Vicente, cuyo lugar pasta comunmen­ te son los vecinos desta dicha parroquia de San Juan de Berbío sin que los de dicha aldea forera inquietan a los demas vecinos y los demas vecinos a ellos sino todas usar de uso y aprovechamiento libre en quanto debe ser permitida y asimismo los vecinos del lu­ gar de Argandenes, que así mismo es aldea forera, ay mucha acción de los dichos vecinos de Cardes azen estorsión a los vecinos del lugar de Biedes, que es desta dicha parroquia de San Juan, y sien­ do no pueden aprovecharse en sus términos de ninguna cossa sin que tengan título ni razón para ello aprobechándose ellos de lo que toca al lugar de Biedes diciendo son privilegiados y esto de poco tiempo a esta parte p o r noticias bagas que dicen les an venido, y ser como es público y notorio los vecinos de dichas feligresías de Cardes y Argandenes gente letigiosa, amigos de pleitos, como es público y notorio u ansimesmo dijeron que la casa de Sorribas y sus dueños (d e las m ajad as) personas poderosas se an apoderado y se yntitulan dueños de las m ajadas que se dicen Pandemules y la (B . en O .) en donde les hacen prendadas y vejaciones siendo así que los concejos de Ponga y Caso en cuyos términos parecen están parte dellas yndibidiendo con dicha parroquia de San Juan de B er­ bío jam ás les an echo estorsión alguna y en quanto a la m ajestad de Ordiales y la Quintana y en esta y encima aya un p rado y Casso que fué del señor don Juan Francisco de la Villa, juez que está presente, cuyo prado es antiquísimo sin m emoria de hom bres pero el dicho señor juez, sus padres, abuelos y sus antepasados jam ás prendaron ni corrieron ganados p or si ni sus criados y llevadores de dicho prado asta que según es público le trocó con doña M a­ nuela de Estrada, m adre de don Bernardo de Argüelles, difunto, el cual comenzó a correr y prindar y al presente lo hace don Mateo Argüelles, curador que dice ser de los hijos de dicho don Bernardo ANDRES MARTINEZ VEGA 592 y sus sobrinos, y la casa que tenía dicho prado antiguo de la quin­ tana la m udaron pero no hace ningún perjuicio, antes es de utilidad a no correr y prindar en dichos términos del Ordiales y la Quintana obrando y procediendo como hicieron los mas dueños de dicho pra­ do antes que fuese suyo. Y en quanto a los demas vienes de dicha parroquia así en común como en particular respective com o les toca y gozan es suyo propio y lo fué de sus mayores sin noticia en razón dejó en contrario abiéndose echo en ellos y fundado m ayoraz­ gos, aniversarios, capellanías, censsos y teniendo en ellos muchas haziendas conventos, monasterios y otras perssonas particulares de fuera y dentro de dicha parroquia p or ser dilatada y estar incluida en ella la villa del Ynfiesto, capital deste dicho concejo de Piloña, y aunque se les preguntaron otras cossas tocante a dicho auto ge­ neral dijeron no saber ni tenían que dizir devajo del juram ento que tienen echo en que se afirm aron y rateficaron y firm aron los que dijeron saver de que doy fee, y después de lo referido dicho Antonio Valdés, testigo declarante, dijo a dicho señor juez que le parecía que algunos vecinos de los que pagan maravedís de los que se pagan con las aldeas foreras abrá como cosa de cinco y seys años no lo pagan que será lo referido asta en cantidad de cuatro reales afirmativamente, no puede decir otra cosa ut supra. Coya En la villa del Ynfiesto de dicho concejo de Piloña a diez y ocho dias del mes de octubre de mili setezientos y doce años, su merced de dicho señor don Juan Francisco de la Villa, juez, en cumplimien­ to del auto dado p or dicho señor don José Antonio de Cepeda y para los efectos en el mencionados que según en este auto ha echo relato comparecieron a presencia de su merced G abriel Alvarez que dijo ser de edad de cinquenta y tres años, Pedro de Ordiales de edad de sesenta, Pedro M arina de edad de setenta, Francisco de la V illa de edad cinquenta y dos años cada uno, poco mas o me­ nos tiempo, los quales como vecinos de la parroquia de Coya deste dicho concejo benían a hacer su declaración en cumplimiento de lo que se les está mandado y aviendo su merced de dicho señor juez leydoles y explicado el contenido de dicho auto general tocan­ te a la que toca a dicha parroquia en como y en particular y aviendo recivido juram ento de los susodichos que ycieron en devida form a y debajo del prometieron decir verdad. Dijeron que en términos (B . en O .) comenzando del canto Salguero p or la riega del Framadiello per ella asta caneyo y a la fuente del Esperteyo al castañedo LAS PARROQUIAS DE PILONA, SEGUN EL «APEO» DE CEPEDA 593 de las Cabañas y a piedra (B . en O.) y allí a la llom ba aguas bertientes asta Coya y al castañedo de Vega (B . en O ) de allí contando al rio Grande a la casería de Sopeña por sobre la peña de Fardoello y de allí tras la llosa de Faydiella que se dice la Espeñadal y de allí al Rebullal de la Llana de Coriazalaforca a la cueva de entram bos concejos y a la peña Zenuerados y a la cavaña de Antonio de Evia y al tejo que servía de m ojón y de allí a otro m ojón que está devajo de la cassa de Toribio Parandi y a Corona de Castro y a pico Salguero y lo menos contenidos en dicho apeo caminos particulares cada uno (B . en O .) como lo toca siempre lo estubieron y tinen suyos propios ellos y sus antepasados en los que ay m ejores pen­ siones como en las demás partes deste Principado todo de inme­ m orial tiempo sin que tengan que decir otra cossa tocante a lo contenido en dicho auto general y ser la verdad para el juram ento que hicieron en que se afirm aron y ratificaron y rubricaron lo que dijeron saver y dello yo escrivano doy fe. Qués Dicho dia, mes, año, parte y lugar referido parecieron ante su m erced para los efectos atrás mencionados y auto dado p or el señor don Antonio José Zepeda el qual su merced dicho señor don Juan Francisco de la V illa ante my escribano leyó, es ya notorio, a Cristóbal Alvarez que dijo ser de edad de sesenta y seis años y a Matheo de Caso de edad de sesenta y un años, am bos, poco mas o menos, dijeron venían a hacer declaración y apeo p or la parro­ quia de Qués donde son vecinos de los que cada uno de p or si, su merced dicho señor juez tomó y recivió juram ento que hicieron en devida form a y devajo del qual prometieron decir verdad. Fueles preguntado p o r dicho señor juez cómo no venían mas personas de dicha p arroquia a que respondieron que les parecía bastara y que no esperavan biniesen mas. Y en quanto a lo que se les m anda y previene p or dicho auto general, saven y es público que dicha parroquia gozan y (R . en O .) p or suyos los límites com prendidos en el circuito según irá explicado, comenzando de la puente de piedra de Ferreros a la ermita de Santa M aría de Sam a a la riega de la Casabieja asta la parroquia de Beloncio, entre Beloncio, N a ­ va y Qués al prado del ero a lo alto de la cuesta del prado del ero y de allí buelbe devajo Piem ayor a la prim era m ajada y de allí a la braña de braña de Capera y de allí al castañedo de la arena y de allí al rio avajo Grande asta donde entra en el rio de Ferreros y p or dicho rio asta dicha puente referida donde comenzaron; y ANDRES MARTINEZ VEGA 594 los términos comprendidos en este circuyto son suyos propios y lo fueron de sus antepasados y de los demas vecinos, lo que toca p or común y lo particular por particular sin cosa en contrario, usando de ellos con toda libertad como de cosa suya propia y también tienen p or suyo un monte que se dice Castiello que de todo lo mas referido en dicho auto general dijeron no saver otra cosa para el juram ento que ycieron en que se afirm aron y ratifica­ ron y lo firm ó dicho Cristóbal Alvarez, Matheo de Casso, dijeron saber. Yo, Bernardo Francisco de Valdés, escribano de número del concejo de Piloña, p or su merced presente fui juntamente con dicho señor juez al examen de los autos atrás referidos pasado posicio­ nes y lo que ha echo mención es lo mesmo que declararon y con­ tiene estos autos a Juan Francisco de la Villa, juez ordinario para el estado noble de este dicho concejo, escrito en veynte y una ojas justamente con un memorial que ba rubricado de mi rúbrica y firm a y una en blanco y para que conste lo signé y firmé, como acostumbrado, en las casas del Omedal de dicho concejo de Piloña, a tres dias del mes de diciembre de mil setecientos y treze años, y una en blanco en la última de dichos autos y no va rubricado, fe­ cho ut supra.» ORDENAMIENTOS PARA LAS DIFERENTES PARROQUIAS «M iyares. En el lugar de Millares, concejo de Piloña, a catorce dias del mes de diciembre de mil setecientos y doce años, don Juan Francisco de la Villa Estrada, juez en el estado noble de este dicho concejo p or su Majestad, Dios le guarde, en cumplimiento de un auto dado p or el señor don Antonio José de Zepeda del consejo de su M ajestad en el de azienda y sala de justicia, bisitador y juez tocante a comunes y otras cosas, respeto de tener ejecutadas dife­ rentes cosas de los que por dicho auto se mandan ejecutar y en quanto a comunes según las informaciones echas p or los bezinos de las parroquias y todo lo demás que de dichos autos consta a quanto se refiere y para que en todo ay debido cumplimiento man­ daba y m ando se cumpla y ejecute lo siguiente, Borines. En quanto a la parroquia de Anayo dijo declaraba y declaro p or término co­ mún de dicha parroquia la llosa de Sentones contenida en el auto general y como el (B . en O .) y lo mesmo el prado del Candano que al presente está abierto no se buelba a zerrar asta que p or juez com­ petente otra cosa se mande y así se ejecute y nadie lo impida, pena LAS PARROQUIAS DE PILONA, SEGUN EL «APEO» DE CEPEDA 595 de (R . en O .) los diez mil para la cámara de su M ajestad y otros diez mil para gastos de justizia y a disposizión del juez que en esto ubiere de entender. En quanto a la parroquia de Borines se les aprezibe nadie allende en la ería desde que se comenzaren a sem brar frutos asta el dia de San M iguel consecutibo y asta que estén recojidos todos los frutos salbajes de común conserbamiento al tiempo de sem brar conbengan en que se allende no dando lugar de daño lo sem brado y esto sea solamente el ganado que lo necesitare y fuere de trabajo para azer la sementera y lo cumplan, pena de diez mil maravedís cada uno que a esto contrabiniere aplicados a la disposición del juez a que a esto benga, y en quanto a los prados de la Peruyal y la Fabariega que al presente están en abertal no se buelban a zerra r ni los términos de dicha parroquia lo consientan asta que draco (B . en O .) p or juez competente se mande y nadie a esto contrabenga, pena de zinquenta reales, la mitad para la cám ara de su M ajestad y la otra mitad para el juez que si llegare el caso en esto entendiere. Villam ayor. En quanto a la parroquia de Villam ayor y capítulo que menciona a prado y monte de la M oia no ai tal prado ni monte, si un trozo de prado, incluso en el prado de las Buelgas, contiguo a la cassa de los hijos menores de don Bernardo de Argüelles y una puña de robles en dicho prado, que poco mas o menos será un dia de bueies, y otro robledal mas abajo como cosa de ocho dias de bueies, poco mas o menos azienda zerrada de tiempo inmemo­ rial y a abrirse semejante azienda de esta calidad pareze lo mas se pusiera en abertal de lo cual se siguieran los daños que se conozcan p or aora y si no ser juizio del real patrimonio; en quanto a dichos robledales dichos dueños que se dizen ser de el no pueden cortar saibó dejando (R . en O .) y por nezesitarse la conserbación de dicho robledal para manutenzión y fábrica de el puente de (B . en O .) Antralgo si algún roble se cortare se aya de plantar y plante uno o dos u mas robles si el suelo y comodidad del terreno lo permite y quando se podare se aga en menguante de luna, y sólo de m ediado otubre asta mediado febrero, pues de esta form a se benefizian y no se dañan. Y en quanto a los caminos respeto de aberse aderezado sin suzediese el rio desconponerlos se buelban aderezar abriendo camino aunque sea en perjuicio de las eredades y a nadie se le per­ mita azer nuevos zierros en los montes manteniendo su gozo los que ai p o r aora sin per juizio del real patrimonio como no se prenda 596 ANDRES MARTINEZ VEGA ni corra que de azerlo se pasará al demolimiento de los tales zierros do se iziere y así otro lo cumplan pena de diez mil m aravedís para la cámara de su M ajestad y de otros diez mil a disposizión y para los gastos de el juez que contrabiniendo a lo referido en esto entendiere; y en quanto al casero que pareze pretende tener doña M anuela de Estrada y pareze a puesto en el término de Zarozia azienda abitazión lo que salidos y guaridos los ganados mayores y menores del lugar p or los muchos y grabes inconbenientes que esto se siguen espezialmente corriendo los ganados m anda que di­ cha doña M anuela de Estrada sólo (R . en O .) de la casa que tenía y a echo en dicho sitio para refujio de los ganados y pastores como lo hazen los demas bezinos y en ninguna manera tenga casero y lo cunpla, pena de zincuenta ducados, mitad para la cám ara y mitad para gastos y disposiziones del juez que en esto viniere a entender y que se prozeda a lo mas que aya lugar. , t ' Valle. Y en quanto a la parroquia de Valle y aldea forera de Cardes m andaba y mando en quanto al término de braña y prados en el echo (R . en O .) treinta y mas años a esta parte se pongan en libertad para pasto desde últimos de julio asta prim eros de marzo y sólo usen desde co (R . en O .) y conserban para el alimento de sus ganados la yerba en el intermedio de marzo asta últimos de julio dejando caminos y callejas francas y con libertad para uso y los de que menos tiempo si acaso alguno ubiere se abra y ponga por pastar pasto común en todo tiempo y lo referido sin perjuizio del real patrimonio y p or aora asta que otra cosa se fuere nezesarío se mande y nadie pueda correr y prender y p or el mesmo caso el que lo iziere será castigado según fuere de justicia y se le pondrá en abertal su prado y término, y lo cumplan pena de zincuenta du­ cados aplicados la mitad para su M ajestad y la otra a disposizión dle juez que fuere 1de benir sobre este caso; y en quanto a la aldea forera y maravedís que dicho lugar paga a su M ajestad p or aora y sin perjuizio del real patrimonio y asta que su m ajestad otra cosa mande restingan en si el dinero que acostum braban a pagar antes que según pareze ser nuebo encabezamiento. Y en quanto a la parroquia de Belonzio pareze está escrito lo emanado antes de aora por zédula que para el efecto se les izo no­ toria y a no lo estar y abierta la calleja de Juan Rodríguez se abra y (R . en O .) lo de antes de aora m andado y nadie lo impida, pena de veinte mil maravedís, los diez mil para la cámara de su M ajes­ LAS PARROQUIAS DE PILONA, SEGUN EL «APEO» DE CEPEDA 597 tad y los otros diez mil a disposizión y para gastos del juez que biene a ejecutar. Pintueles. Y en quanto a la parroquia de Pintueles se les manda y apercibe no inoben en quanto al uso y aprobechamiento de tér­ minos, saibó de lo que antes de aora usaban y se aprobechaban sin azer mobaziones ni m ober molestias y pleytos a sus confinantes y si lo hizieran serán castigados como perturbadores de la paz pú­ blica y lo cum plan pena de doscientos ducados aplicados, mitad para la cám ara de su M ajestad y la otra mitad a disposizión y para el juez que en esto viniere a entender. San Román. Y en quanto a la parroquia de San Rom án dijo que p o r aora y sin perjuizio del real patrimonio lo llosa de Grandiella que en el auto general la llaman Pibidales del rey y otras de la mesma calidad como son las de Soto, Acebedo, el Pisueco, la Pum arada, Bunganijón, dos llosas digo tres en dicho sitio, abiendo reconozido el poco daño que azen ni impedimento al pasto y utilidad pública y de abrirse seguirse a los dueños grave perjuizio p or ser pobres y que apenas satisfazen sus frutos el suio y benefizio que en su cactura se aze y pone de form a que se susdi (B . en O .) los dejarán no sólo fueran poco u nada rentables pero se quedarán en abertad estos los gozan sus dueños asta que otra cosa p or juez que de dar sea competente otra cosa se mande. Sebares. Y en quanto a los prados de Agobia y Bustantio cuio poseedor pareze ser don Gonzalo López de Pandiello, vecino del concejo de Parres, dijo debía de mandar y m ando los llebadores de dichos prados retengan en si la renta de ellos p or propios de este concejo y lo que su M ajestad mandare azer de dicha renta y se pongan en bertal para pasto común p or dicho don Gonzalo López no ser vecino de este concejo ni pagar en el las reales alcabalas ni pueda por esta razón pastar con sus ganados en los puertos de Sebares ni se le permita y se cumpla así, pena de veinte mil m ara­ vedís aplicados, mitad para la cámara de su M ajestad y mitad para gastos y a disposizión de el lugar que se esto biniese a entender; y en quanto a las aziendas que por parte de el convento de San Pelaio se arrendó a don Juan Antonio Alvarez Bernardo, m ayordom o de la casa de Sorribas, en los lugares de V illa r y Caldevilla, sin em bargo de los instrumentos y papeles presentados p or el padre p rio r y m aiordom o de dicho convento de y de la deposizión echo p or los vecinos de la feligresía de Sebares m andaba y m ando que 598 ANDRES MARTINEZ VEGA asta que se liquide si son unos comprehendido y espezificados en los foros bacos los quales (R. en O .) dicho don Juan Antonio Alva­ rez y si son otros distintos (R. en O .) quide y testifique en debida form a y el ordena a dichos vecinos de dichos dos lugares de V illar y Caldevilla sean mantenidos en el gozo de dichos vecinos como antes solían, cumpliendo con pagar lo que asta aora pagaban u dicho don Juan Antonio Albarez no les inquiete en el gozo asta que otra cosa se mande, pena de veinte mil m aravedís aplicados a la disposizión de el juez a quien por derecho compete conocer y p or aber según se reconoze y así el caso (B . en O .) pendenzia se darán de este capítulo a auto los traslados que los presentes pi­ dieron pagando los derechos debidos cuio traslado siendo de este capítulo sólo se de con cabeza y pie y esto baste para azer fee. Sellón. Y en quanto a la parroquia de Sellón m anda que los prados del Ortigal, sitos en términos según pareze deste concejo de Piloña, y preocupados por bezinos de el concejo de Caso según que fueron emplazados Juan de la Pipa y otros vecinos del lugar de Nieves de dicho concejo de Caso de los cuales sólo comparezió azer oposición Juan Bartolomé sin presentar instrumentos al yerno que conduziese a su defensa; por tanto, p or no ser vecino de este dicho concejo de Piloña y lo menos los demas que ocupan y poseen dichos prados del Ortigal mandaba y mando se pongan en abertal y pasto y uso libre y lo ejecuten los vecinos de Sellón y nadie se lo estorbe, pena de zien reales aplicados, la mitad para la cámara de su M ajestad y la otra mitad para gastos y a disposizión del juez que sobre esto entendiese. San Bicente de Cuesta de Sueve. Y en quanto a la parroquia de San Vicente de Cuesta de Sueve y lugar de Zerezeda declaraba y declaro por realengo el monte de la Rebolla, contenido en el auto general de que dizen ser dueños los señores de la casa de Nebares según que se presenta son diferentes instrumentos y apeos que p or no estar con la solemnidad y form a que se le quiere no se da por bastantes por tanto dichos vecinos del lugar de Cereceda desde ahora en (R . en O .) libremente pastar y pasten con sus ganados mayores y menores en dicho monte y aprovecharse de toda rama sin que el que es y fuere en adelante de dicha casa de N ebares se lo impida ni pueda impedir ni unos ni otros puedan podar ni cor­ tar, saibó dejando orla y pendón, y esto desde mediado octubre asta m ediado febrero y si para alguna obra se nezesitase cortar algún árbol aya de ser con la licencia del juez del concejo de Pilo- LAS PARROQUIAS DE PILONA, SEGUN EL «APEO» DE CEPEDA 599 ña en cuio distrito está dicho monte representando el m otibo y la cosa para que se necesitare cortar para que (B . en O .) m andando se buelba a plantar el suelo con unos árboles según el terreno lo perzidiere; y en quanto a las castañales que los vecinos de Cerezeda se quejan les lleba y usurpa dicho vecino de la casa de N ebares pidan en form a y sigan su justizia en donde les conbenga y unos y otros no rom pan ni agan zierros en dicho monte, pena de doscien­ tos reales aplicados, la mitad para la cámara de su M ajestad y la otra mitad para gastos y a disposizión de el juez que en esto en­ tendiere. En quanto al monte de Sobina cuia propiedad dice ser suia el convento de San Pelayo por aora y sin perjuizio del real patrim onio se les entretiene a dicho convento incluso que se alia de llevar la mitad de la castaña y la otra mitad los que la plantan y para azer dicha plantoria dichos vecinos ni el conbento ni sus foreros y arrendatarios puedan cortar ni corten ningún roble por el pie, saibó que sea con lizencia de la justizia com o ba referido en este capítulo, bolbiendo a plantar de robles los suelos, no cor­ tando ni podando sino como ba referido de mediado octubre asta m ediado febrero y dejando orla y pendón, según que la justizia de este concejo tenga espezial cuidado y los vecinos de dicha parroquia si se contrabinieren a lo dicho sin abiso y unos y otros cumplan pena zien ducados, aplicados mitad para la cámara de su m ajestad, m itad para gastos y a disposizión del juez que lo biniere a ejecutar. Y en quanto a la parroquia de Sorribas (R . en O .) conbocados los vecinos de dicha parroquia sólo binieron los bezinos del lugar de Cúa, componiéndose dicha parroquia de zinco lugares, m anda­ b a y m ando respeto en estar quitadas las portillas no se buelban a poner y serbidum bre de la iglesia quede libre y sin em barazo y lo mesmo todos los caminos y serbidumbres de que usaban de pocos años a este presente y en espezial el camino de la Toyosa según está m andado por auto del señor don Antonio José de Zepeda así en el qual como otro dado en Sofelguera, en los diez y nuebe de setiembre deste presente año, y (en los d ) ansimesmo dichos bienes que fueron y son de dicha casa no impidan el uso y ejercicio libre de pescar en el rio ni por si ni por sus criados ni que se abran dichos caminos y se pongan en libertad como antes estaban, pena de zien ducados la mitad para la cámara de su M ajestad y la otra mitad a disposición del juez que en esto ubiere de entender. San Juan. Y en quanto a la parroquia de San Juan de Berbío declara p or comunes y realengos los puertos de la Teya y Pande- 600 ANDRES MARTINEZ VEGA mules sean dichas m ajadas todas respectivamente de ellas, términos de este concejo y de dicha parroquia u no lo sean pero en quanto al uso de pastar a lejos bueltas en ningún tiempo ni p or caso que en quanto a pastar les suzeda dichos vecinos de dicha parroquia de San Juan de Berbío puedan ser prendados por los dueños de la cassa de Sorribas ni por sus criados ni otra persona p or su orden u sin ella, y los cumplan, pena de doscientos ducados p o r la prim era bez que sucediere la mitad para la cám ara de su M ajestad y la otra mitad a disposición de el juez que esto biniere a enten­ der; y en quanto a la m ajada de Ordiales (B . en O .) ser término de la parroquia de San Juan de Berbío y el prado de la quintana, término de la parroquia de Villam ayor, pero que unos u otros no se puedan correr ni prendar dejando el uso libre de pastar a lejas bueltas; y en quanto al prado y casa por aora y sin perjuizio del real patrimonio no se abra pero con apercibimiento que (B . en O.) zediere prendar ganado u corrente p or los dueños de dicho prado y sus criados desde aora les da por multados en zien ducados, mi­ tad para la cámara de su Majestad y mitad a disposizión de el juez que en esto entendier y que dicho prado se ponga en abertal y se demuela dicha casa; y en quanto a los vecinos de Cardes y Argandenes no puedan prindar a los de San Juan ni los de San Juan a ellos sino gozar de los pastos como asta aquí quien con buena bezindad y correspondenzia lo azen y si algún derecho para azer lo contrario tienen ki sigan en justizia sin dar lugar a criminalidades, y a los que lo contrabinieran las multe y da p or multados en zinquenta ducados, mitad para la cámara de su M ajestad y mitad para gastos, y a disposición de el juez que en esto suzediese entender; y en quanto a las aldeas foreras que por el auto general del señor don Antonio José de Zepeda le manda adquiera las notizias que pudiere y las que a adquirido y son con tal nom bre en este dicho concejo son la aldea de Cardes, en la felegresía de Valle; la aldea de San Bizente, en la felegresía de San Juan de Berbío; la aldea de Argandenes, en la parroquia de San Román; la aldea de Mones, en la parroquia de Villam ayor; la aldea de Sardeda, en la parro­ quia de San Bizente de Cuesta de Suebe, cuias aldeas pagaban zierto fuero y maravedís; y ansimismo otras personas que p or corrales e árboles, fábricas de casas que en otros tiempos en los caminos se izieron y beniendo a esto otros jueces como bino al presente el señor don Antonio José de Zepeda se les cargó zenso el cual cobra­ ba el m aiordom o o procurador de el concejo y pareze esto se le da (R . en O .) con los cuales siempre se pagó en Obiedo al tesorero de su M ajestad (R. en O.) con el los demas tributos de serbizios LAS PARROQUIAS DE PILONA, SEGUN EL «APEO» DE CEPEDA 601 ordinario y estraordinario cuia razón se aliara ser así en los reales apeos de su M ajestad y encabezamientos que despues acá se an echo y el año pasado de nobenta y uno su m ajestad perdonó pa zinco años todos los tributos a este concejo asolutamente y pasado dicho tiempo de todo se izo nuebo encabezamiento y para el efecto está recogido el precio de lo que deba pagar a las aldeas de alca­ balas y serbizio estraordinario por razón de tales aldeas y el indulto que izo su M ajestad que porque no está en el conocimiento es con­ fusión por lo zierto es se pasa y está en olvido en las de mas serbicios y alcabalas y lo mismo el feudo que se pagaba p or llebar ganados a los puertos e inberenar, especialmente en las parroquias y lugares de Villam ayor, Sebares, Antrialgo, San Román, San Juan de Berbío, Valle, antiguamente todos los vecinos de los lugares referidos pagaban zinco maravedís todas las personas que subían ganado a los puertos que poseen dichos lugares y parroquias y lo mesmo pagan cualesquiera personas si es que metían ganados en dichos puertos y para esto y para cobrar los demas tributos de las aldeas y términos foreros se nonbraban cobrador en una de las referidas aldeas, el qual estaba a su cargo pagar asta su termina­ ción los cuales se incorporaban para satisfazer las reales alcabalas u otros tributos según que no sepa de aliar otra razón y se remita asta que su M ajestad tubiere y se aliare en sus reales libros y asien­ tos que están prontos como tarde a los basallos de dezirle en todo, p or tanto m ando que Ínterin que por su M ajestad otra cosa mande y pagar se lo (R . en O .) y abien (R. en O.) los límites y dem arca­ ciones que los vecinos de cada parroquia en que para este efecto fueron llam ados los de una parroquia en sus deposiziones ponen límites de la otra y el consiguiente las de otras, de otras de form a que pareze los mios se entrometían y dezían ser de su parroquia lo que p or el costumbre era en contrario y reconociendo los muchos pleitos y otros muchos y grabes incombenientes que si esto se orijinaron y acudir al remedio m andaba y mando, que cada parroquia en quanto al uso y gozo de sus términos se mantenga y goze como asta aquí sin perturbar ni azer agrabio a otras parroquias y lugares sus confinantes ni p o r sus propias declaraciones pretendan tener unas derecho y azión que el que antes de azer dicha declaración te­ nían, pena de ser castigados, conforme a derecho como perturbado­ res de la paz pública y todo lo mas que las leies de esto disponen; y en quanto a recoger los archibos en poder de los susodichos que al presente ejerzen los a suios y para el efeto se les notifico y dió comisión a cada uno como se prebiene y m anda según de ellos consta y con las penas contenidas en el auto contenido p or dichos 602 ANDRES MARTINEZ VEGA don Antonio José de Zepeda para que lo cumpliesen y pusiesen en ejecución; y en quanto a lo perteneziente a cosas del conzejo y ayuntamiento se puso arca con tres llabes interior que se aze cajón con seguridad en cuia arca se echaron los instrumentos pertenezientes a cosas de el concejo que pudieron ser abidos y según los mas se azen y arán las diligencias pusibles para ser abidos y siendo nezesario según este punto se dará quenta; y en quanto a lo demás contenido en el auto general se notificó a los escribanos según la form alidad en azer escrituras de cuentas y ansimesmo se nom bra­ ron regidores de número para el régimen y prezio del bino, carnes, pesos, medidas y mas según este punto contenido en el auto general que para el efeto fué leido en el ayuntamiento, y ansimismo si era (R . en O .) en como ubiese en cada uno solo un síndico (R . en O.) que m ejor se cumpla m andaba y mando que el presente escribano dé un tanto a cada parroquia de lo a ella perteneziente y en este instrumento sentenziado entregándolo una persona de las de pri­ mera suposizión que no sea reo y de aberlo ejecutado se me de una zertificación y se ejecute debajo de las penas contenidas en dicho auto general, echo por dicho señor don Antonio José de Ze­ peda, y lo firmó. Entre renglón = Vallín y San Martín = ba. valga. Y o escribano en cumplimiento de lo m andado p or dicho señor don Juan Francisco de la Villa para que dé cumplimiento a lo con­ tenido en (B . en O .) mencionado y sentenciado entregué de lo que alian (B . en O .) a cada parroquia (R . en O .) un vecino de ella. Dia dos de mayo se dió certificado de los apeos de las parroquias de Pintueles y Coya en (B . en O .) al señor don Rafael Valdés de Villanueva p or mandamiento judicial.» UNA NUEVA ESTELA PROCEDENTE DE CARAVIA (ASTURIAS) Y ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE LA ICONOGRAFIA FUNERARIA INDIGENA EN EL NORTE PENINSULAR EN EPOCA ROMANA M a r io M enendez F ernandez La estela que estudiamos fue hallada durante unas obras realiza­ das en la iglesia de Colunga en el invierno de 1986. En la actualidad permanece depositada en dicha iglesia parroquial*. Está tallada sobre un bloque prismático de cuarcita, cuyos fragm entos unidos ofrecen en su estado actual unas medidas de 130 cms. de alto por 75 cms. de ancho, con un grosor medio de 15 cms. Si bien la parte conservada presenta am bos lados paralelos, la distribución de las decoraciones hace suponer una cabecera circular que ocuparía, con toda probabilidad, algo más del tercio superior de la estela. En la parte inferior presenta un talón liso, que iría hincado en la tierra o introducido en el carril de un pedestal, con la finalidad de man­ tener la verticalidad de la misma. Esta form a, que se halla a medio camino entre las estelas dis­ coideas y las prismáticas de cabecera semicircular, es definida por M arco Simón como «estela discoide», y no es la más frecuente en este tipo de piezas de tradición indígena, como luego veremos ( 1 ). En el anverso de la misma (Lám . 1, a), ocupando la superficie circular superior, aparece una rueda de radios curvos, de la que sólo se conserva el arco inferior de la circunferencia y cuatro frag­ mentos de dichos radios, que hacen suponer la prim itva existencia * Agradezco a don Emilio Olávarri Goicoechea la información sobre la exis­ tencia de esta estela, así como las fotografías que me han permitido su estudio. (1 ) M S , F .: “Tipología y técnicas de las estelas decoradas de tradición indígena de los conventos cesaraugustano y cluniense”, p. 14, Zara*goza, 1976. arco im ó n MARIO MENENDEZ FERNANDEZ 604 de doce radios en disposición estrigilada indicando un movimiento en sentido sinistrógiro (Lám . 1, b). B a jo la rueda existe una cenefa form ada por doble cinta que genera una serie de tres círculos concéntricos, o entrelazos de eses, cuya cinta central se prolonga lateralmente hacia arriba, tomando el giro de la circunferencia anteriormente descrita. Esto hace su­ poner que, muy probablemente, la rueda estrigilada estuviese cir­ cunscrita p or el filete originado en la cenefa inferior (Lám . 1, b ). Separado p or dos baquetones aparece una cartela inferior, de form a rectangular, con botones o puntos de resalte en los respec­ tivos ángulos, cuyo motivo central, similar al anterior, está consti­ tuido p or dobles circunferencias entrelazadas. La parte conservada del reverso presenta dos rectángulos. El in­ ferior dispuesto horizontalmente y el superior en posición vertical, contienen lazos sin fin o motivos de cestería, encadenados median­ te eslabones rectos, que encierran botones o puntos en los espacios libres (Lám . 1, c). N o es posible la reconstrucción de la parte supe­ rior perdida, de la que cuelgan dos líneas ondulantes, que enmarcan los entrelazos del rectángulo superior. En am bas bandas laterales aparecen dibujos de eses entrelazadas con puntuación en los círcu­ los que se generan (Lám . 1, d). ICONOGRAFIA Y PARALELOS El disco de radios curvos que preside el anverso de nuestra estela es, quizá, el dibujo más representado, en sus diversas m oda­ lidades, en las estelas funerarias de carácter indígena (2). Aparece con radios rectos, form ando rosas exapétalas, bien solas, com bina­ das, o asociadas a otros elementos a los que frecuentemente se les atribuye un carácter astral, como veremos. En el caso de la estela de Caravia, en la que aparece el disco de radios estrigilados, parece que este motivo debe ponerse en relación con las representaciones de esvásticas, tema muy representado durante diferentes épocas y de controvertido significado (3). (2) G Madrid, 1949. a r c ía B e l l id o , A.: “Escultura romana en España y Portugal”, p. 321, M S , F. : “Las estelas decoradas de los conventos cesaraugustano y cluniense”, Caesaraugusta 43-44, p. 17, Zaragoza, 1978. (3) M , L. : “L’emploi et la signification dans l’antiquité du signe dit croix gammé”, 1877. G reg, R.P. : “On the Meaning and the Origin of the Fylfot and Swastika”, 1885. ' ’ arco im ó n uller Lámina 1: Estela de Caravia. a) Anverso; b) Reconstrucción anverso; c) Re­ verso; d) Reconstrucción decoración lateral. Lámina 2 : a) Diversas esváticas del castro de Santa Tecla (Pontevedra) ; b) “Chains of Whirligigs”, derivados de la esvática, Seg. Jacobsthal; c) Estela de Santa Tecla ; d) Entrelazos del castro de Rubiás ; e) “Esvástica del Miño”, Seg. Leite de Vasconcellos; f) “Pedra for­ mosa”, Briteiros; g) Juegos de compás para formar una rueda estrigilada; h) Estelas funerarias del Museo Guimaraes. Lámina 3 a) Estelas funerarias de Mirando do Douro; b) Diversas decoracio­ nes castreñas en piedra. Lámina 4: a) Diadema de Ribadeo, Museo Lázaro Galdiano; b) Puerta de vi­ vienda del castro de Sabroso; c) Puerta de vivienda del castro de Ancora, Mus. Martins Sarmentó; d) Decoración arquitectónica de Vermoin; e) Estela de Dóriga. UNA NUEVA ESTELA PROCEDENTE DE CARAVIA (ASTURIAS) 605 La esvástica parece que se origina en el Este, a p artir de lo que llam ó Francokwski la «svástica india», para diferenciarla de la «svástica vasca», tan frecuente en las decoraciones populares de la zona cantábrica hasta la actualidad (4). Excepto Dechelette que le supone un origen africano (5 ), existe una general aceptación de su procedencia oriental, pasando por Centroeuropa asim ilada p or el mundo Hallstáttico, en las diversas variantes que Jacobsthal de­ nomina «W h irlig ig s » ( 6 ). Para Cumont no debe buscarse en el H ierro Centroeuropeo el elemento difusor de este tipo de motivos orientales, sino que debe ponerse en relación con los desplazamien­ tos de las legiones romanas (7). L a tesis de Cumont es difícilmente defendible en la Península Ibérica, ya que este tipo de motivos de sim bología astral, como han puesto de manifiesto Juliá y M arco Simón ( 8 ), no son frecuen­ tes en los monumentos dedicados a soldados o veteranos. Además difícilmente la corta estancia de la Legio V I I en el Danubio, como observa M. Simón, puede producir una intensa asimilación de es­ tos motivos, que p o r otra parte no son más frecuentes en León que en otras zonas de la mitad Norte peninsular. Por todo ello parece que estos temas derivados de la esvástica form an parte del sustrato iconográfico hallstáttico, junto con otros que también aparecen en la estela de Caravia, como luego vere­ mos. Penetran en la Península con los pueblos de Campos de Urnas, como ocurre en Italia con el Horizonte Protovillanoviano, acom pañando a los nuevos ritos de incineración. Su incorporación al repertorio indígena es indudable, si bien algunas variantes ico- W : “The Swastika”, in Annual Report of the board of regents of the Smithsonian Institution, 1896. Z : “Histoire du svastika”, Compte-rendu, Congr. de Paris, 1899. H , J. : “A p r o p o s d u s y m b o le d e la rou e d a n s la re lig io n g a u lo is e ” R.A.E., II, 1951. (4 ) F , E. : “Estelas discoides de la Península Ibérica”, C.I.P.P. núm. 25, p. 116, Madrid, 1920. (5) D : “Manuel d’Arqueologie préhistorique, celtique et galloromaine”, II, p. 435, Paris, 1910. (6) J , P. : “Early Celtic Art”, p. 76, Oxford, 1969. (7) C : “Recherches sur le symbolisme funéraire des Romain”, p. 128, Paris, 1966. (8) J , D . : “Etude épigraphique et iconographique des stèles funérai­ res de Vigo”, p. 25, Heildelberg, 1971. il s o n m ig r o d s k i att rankow ski echelette acobsth al umont u l iá M a r c o Sim ón, F . : O p cit. nota 2, p. 25. MARIO MENENDEZ FERNANDEZ 606 nográficas del tema pueden presentar carácter autóctono, como se­ ñaló Linckenheld para algunas de Galicia (9). Jacobsthal, en su «C orpus sobre el Arte Celta», pone de mani­ fiesto cómo la esvástica hallsháttica genera una serie de temas iconográficos variadísimos durante el período de La Téne, relacionables con los «chains of w hirligigs» y los «com m aleaves (10). Sin em bargo, son escasísimas las representaciones de ruedas estrigiladas en el mundo de La Téne. M ás bien parecen circunscribirse a ambientes hallstátticos, siendo profundamente asim iladas por las poblaciones indígenas y mantenidas en la fase que Bosch Gim pera definió como Posthallsttática, indicando la práctica ausencia de manifestaciones laténicas en la Península Ibérica. En resumen, parece claro que este motivo, presente en la estela de Caravia, de cronología evidentemente más tardía que los para­ lelos citados, es un tema indígena muy asimilado y enormemente repetido en el N orte y Noroeste de la Península. Aparece en form a de trisquel, tetrasquel y ruedas estrigiladas de 6 y 12 aspas más frecuentemente. En los conventos Cesaraugustano y Cliniense apa­ rece mayoritariamente en estelas discoideas, como la de Meñaca (V izcaya) o la de Lom bera (C antabria) (11), mientras en los con­ ventos Asturicense y Lucense es más frecuente en estelas prism á­ ticas de cabecera semicircular (12). Todas ellas son, a decir de García Bellido, «d e abolengo céltico, tanto p or su parentesco for­ mal con otras centroeuropeas, como p or la antroponim ia de los epígrafes» (13). (9) L i n c k e n h e l d : “L ’ornamentation des stéles”, in 15 th. Cong. of Anthr. and Prehistoric Archaeology, vol. II, p. 496, 1931. (10) J a c o b s t h a l , P . : Op. cit., p. 77. (11) M a r c o S i m ó n , F .: Op. cit. notas 1 y 2. C a r b a l l o , J .: “Estelas gigantes de Cantabria”, Cuad. Est. Gallegos, III, 1948. AbÁsoLO, J .A .: “Epigrafía romana de la región de Lara de los Infantes”, 1974. O s a b a , B . : “Simbolismo en la ornamentación de las estelas hispanorromanas del Museo Arq. de Burgos”, Rev. Univ. de Madrid, 22, 1973. L a b e a g a M e n d i o l a , J.C.: “Estelas discoideas de Viana (N av arra)”, Cuad. de Etnología y Etnografía de Navarra, 34, Pamplona, 1980. B a r a n d i a r á n , J.M .: “Estelas funerarias del País Vasco (Zona Norte)”, San Sebastián, 1980. (12) L e it e de V a s c o n c e l l o s : “Religióes da Lusitania”, III, Lisboa, 1913 N a v a s c u é s , J .M .: “Caracteres externos de las antiguas inscripciones sal­ mantinas. Los epitafios de la zona occidental”, B.R.A.H., CLII. G a r c ía B e l l i d o , A .: “Las más bellas estelas geométricas hispanorromanas de tradición céltica”, Hommages á Albert Grenier, II, Bruselas, 1962. (13) G a r c í a B e l l i d o , A .: “Escultura romana...”, p. 321. UNA NUEVA ESTELA PROCEDENTE DE CARAVIA (ASTURIAS) 607 La serie de círculos concéntricos form ados p or dobles bandas que aparecen b a jo la rueda radiada es un motivo mucho más gene­ ralizado. Aparecen no solamente en el ámbito cultural ya descrito, sino que también es frecuentemente utilizado en el m undo medi­ terráneo. En nuestro caso parece que debe ponerse también en relación con las pervivencias hallstátticas. Así, encontramos este tema en la cerámica de Cogotas II (14) y en el m undo celtibéri­ co (15). Pero sin duda el paralelo más estrecho debe buscarse en el mundo castreño. Las cerámicas halladas por García Bellido y U ría Ríu en el castro de Coaña (16) y por E. O lávarri en el de M ohías presentan los mismos entrelazos de eses o series de círculos concéntricos, al igual que aparecen en las decoraciones arquitectó­ nicas de castros como Rubiás o Monte Redondo (17). Igualm ente aparecen en la orfebrería castreña, fundamentalmente en las diade­ mas, como elemento de enmarque de motivos narrativos o geomé­ tricos, com o puede verse en las diademas de Ribadeo conservadas, respectivamente, en el Museo Arqueológico Nacional y en el Museo Lázaro Galdiano, o diversos amuletos procedentes del Instituo V a ­ lencia de Don Juan (18). La presencia de este mismo elemento decorativo en dos importantes monumentos funerarios asturianos, tales como las estelas de Valduno y Dóriga (19), demuestra la pervivencia de temas indígenas en una sociedad romanizada y su utili­ zación en contextos funerarios. Breve comentario merece el filete que circunscribe la rueda estrigilada, form ando una banda sin fin con la teoría superior de círculos concéntricos entrelazados. Pudiera tratarse de un atavismo (14) C a b r é , J .: “Excavaciones en Las Cogotas, Cardeñosa (A v ila )”, I y II, J.S.E.A., 110 y 120, Madrid, 1931. (15) B a r r i o O l a s o y G a R e t e s : “Una estela discoidea en las cercanías de Iruña (A la v a )”, Est. Arq. Alavesa, 10, Vitoria, 1981. (16) G a r c í a B e l l i d o y U r í a R íu: “Avance a las excavaciones del Caste­ llón de Coaña”, Rev. Univ. Oviedo, 126, 1940. (17) C a r d o z o , M .: “Citánia de Briteiros e castro de Sabroso” , Guimaráes, 1980. L ó p e z C u e v i l l a s , F., y L o r e n z o , J .: “Las habitaciones de los castros”, Cuad. Est. Gallegos, II, 1947. (18) B l a n c o F r e i j e i r o , A .: “Origen y relaciones de la orfebrería castreña”, C.E.G., X II, págs. 20 y 137, 1957. L ó p e z C u e v i l l a s , F .: “Las joyas castreñas”, 1951. C a r d o z o , M .: “Elementos bibliográficos para o estudo da Joalharia arcaica luso-espanhola”, Guimaráes, L X X V II, 1967. (19) G o n z á l e z , J .M .: “L a estela de Valduno”, B ID E A 7, Oviedo, 1967. “Un fragmento de la estela del castiello de Dóriga (Cornellana)”, B ID E A 13, Oviedo, 1951. 608 MARIO MENENDEZ FERNANDEZ o representación anacrónica, sin duda carente de sentido para el autor de la estela, pero que recuerda idéntico encuadre en otras piezas lusitanas de M iranda do Douro (20) o de la Meseta (21) (Lám . 3, a), interpretadas por Frankowski como una fase de tran­ sición desde las primitivas representaciones del difunto en las «es­ tatuas m enhires», hasta la definitiva estilización (22). Los antiguos rasgos faciales así enmarcados son sustituidos ahora p or «decora­ ciones rellenantes», que es el papel asignado p or este autor a los diferentes tipos de ruedas radiadas. La decoración del reverso está constituida p or dos lacerías o motivos de cestería, formados por dobles cintas sin fin, con puntos de relleno en los espacios libres de las intersecciones. Al igual que en el caso anterior, puede señalarse este motivo como propio del substrato hallstáttico, donde se forma, según Jacobsthal (23), a partir de la evolución y los juegos de compás que permite la esvás­ tica. Son los «chains of W hirligigs» (Lám . 2, b ). E l origen mediterráneo que propone M. Cardozo, a pesar de los evidentes influjos que llegan desde el Sur al mundo castreño del Noroeste peninsular, constatables claramente en la orfebrería, no parece el más probable para esta decoración (24). M ás acertada nos parece la ya expuesta filiación hallstáttica, transmitida a través de Celtiberia, como opina Blanco Freijeiro (25), o la llegada desde la Europa Atlántica p or vía marítima, a través de las rutas conoci­ das de antiguo y muy frecuentadas desde el Bronce Final. En cualquier caso, este motivo constituye uno de los principales temas decorativos de la orfebrería y la arquitectura castreña. Lo encontramos en algunos torques, como el de Xanceda, o en las dia­ demas del B.A.N. y el Museo Lázaro Galdiano (Lám . 4, a ) (26). La estela de Caravia refuerza el parecido de estas lujosas piezas me­ diante el relleno de los espacios libres con puntos, técnica usual entre los aurífices galaicos. (20) L e it e de V a s c o n c e l l o s : Op. cit. nota 12, p. 416. (21) H ü b n e r : C.I.L., II, 2.675. (22) F r a n k o w e k y : Op. cit. nota 4, p. 150. (23) J a c o b s t h a l : Op. cit. nota 6, p. 77, motivos núms. 296-99. (24) C a r d o z o , M .: “Algunas observaciones sobre el arte ornamental de los Castros del noroeste”, IV, C.A.S.E., p. 345, Elche, 1948; Cartagena, 1949. (25) B l a n c o F r e i j e i r o , A .: “Origen y relaciones de la orfebrería castreña”, C.E.G., X II, 1957. (26) L ó p e z C u e v i l l a s , F .: “La diadema de Ribadeo”, C .E .G ., VI, 1951. Véase igualmente el trabajo de Monteagudo in “Homenaje a García Bellido”. UNA NUEVA ESTELA PROCEDENTE DE CARAVIA (ASTURIAS) 609 Sin em bargo, donde el paralelo refleja su exacta similitud es en la observación de las decoraciones arquitectónicas. Las jam bas y dinteles de algunas puertas de cabañas halladas en los castros galaico-portugueses reproducen con exactitud estos mismos entrelazos. Así los encontramos en el marco de una puerta del castro de Ancora, en la Citania de Briteiros, en Rubiás — añadiendo los mis­ mos puntos en los espacios libres— , en el castro escasamente ro­ manizado de Sabroso, o en la puerta de Varm oin, hoy conservada en el Museo M artins Sarmentó (Lám . 4, b, c, d). Incluso en el castro berciano de Valtuille de Arriba, en una pieza tallada para adosar al m uro de la vivienda, hoy depositada en el Museo Etnográfico del Seminario de Estudios Gallegos (27). Si en el m undo galaico-portugués esta decoración aparece aso­ ciada a la orfebrería y a la arquitectura doméstica, en el ambiente romanizado astur la encontramos form ando parte de un m onu­ mento funerario, en la estela de Dóriga, con un entrelazo sim ilar al que persentamos de Caravia (Lám . 4, e). El friso inferior de la estela de Dóriga reproduce lo que Leite de Vasconcellos (28) deno­ minó «esvástica del M iñ o» (Lám . 2, e), que no es más que una simplificación de los encadenamientos que estudiamos, relacionables en origen con la esvástica, cual es la teoría de Jacobsthal, ya vista. P or ello parece necesario llam ar la atención sobre el hecho de la interrelación de todos los motivos presentes en la estela de Caravia antes de intentar explicar su significado. La esvástica es el origen de la rueda solar que preside el an­ verso y de las lacerías que rellenan el reverso. Pero también lo es de las teorías de círculos concéntricos, que son una estilización geométrica de la rueda solar, derivadas de las eses con los extre­ mos curvados en espirales (29). Por ello, todas las decoraciones presentes en la estela de Caravia hacen referencia no sólo a un origen cultural común, ya visto, sino que reflejan una temática homogénea de indudable contenido simbólico. Estos mismos temas trascienden el mundo antiguo, con un gran desarrollo en época medieval, tal vez ya disociados de su contenido (27) C a r d o z o , M .: Op. cit. nota 17. L ó p e z C u e v i l l a s , F., y L o r e n z o , J .: “Las habitaciones...”. „ _____________ L ó p e z C u e v i l l a s , F . : “Unha pedra castrexa do Vierzo”, Bol. Real Acad. Ga­ llega núms. 235 a 240, p. 278. L u e n g o , J.M .: “Lo celta y celtibérico en la provincia de León”. Homenaje al Prf. Alm agro Basch, III, p. 161, Madrid, 1983. (28) L e it e d e V a s c o n c e l l o s : Op. cit. nota 12, p. 79. (29) D e c h e l e t t e : Op. cit. nota 5, p. 458, fig. 190. MARIO MENENDEZ FERNANDEZ 610 simbólico pagano y utilizados en la decoración visigoda peninsular y en la prerrom ánica asturiana. Este resurgir medieval debe po­ nerse en relación con los nuevos aportes europeos a la Península Ibérica con la disolución del mundo romano, herederos de las mis­ mas decoraciones en origen. CRONOLOGIA L a estela de Caravia debe ponerse en relación, como hemos vis­ to, con el conjunto de manifestaciones indígenas que afloran en el N orte de la Península durante el proceso de romanización. Al no disponer de un contexto arqueológico asociado a la misma que nos permita aproxim ar su cronología, debemos hacerlo con la úni­ ca consideración de sus elementos formales. Tradicionalmente se han asociado los castros del Este asturiano, y en concreto el castro de Caravia, más con la zona cantábrica y meseteña que con el mundo galaico-portugués (30). Sin embargo, parece indudable que deba recibir influjos de am bas zonas, dada su posición geográfica intermedia. Y, en efecto, la propia m orfolo­ gía de la estela que estudiamos así parece sugerirlo, ya que se encuentra a medio camino entre las estelas discoides cántabras, navarras y burgalesas y las prismáticas rematadas en semicírculo del ámbito galaico-portugués. Sin embargo, es en la decoración donde se nos muestra con más intensidad el cruce de influencias de am bas zonas. L a rueda de radios curvos es común a todos los monumentos funerarios. Pero mientras las decoraciones de círculos concéntricos entrelazados son frecuentes en las estelas de Alava, N avarra, etc., los motivos de cestería son de clara influencia del Noroeste. Respecto a estos dos grandes conjuntos de monumentos fune­ rarios poco se ha concretado en el aspecto cronológico. M arco Simón considera motivos similares de Cantabria y Alava como de época anteimperial. García Bellido, ante la im posibilidad de fechar­ las, las sitúa entre el siglo II a.C. y el siglo I V de la E ra (31). En nuestra opinión, la estela de Caravia responde a los prim eros mo­ mentos de la romanización en Asturias, no alejándose seguramente (30) M a l l a , J .L .: “La cultura castreña asturiana: De los orígenes a la romanización”, in Indigenismo y romanización en el conventus asturum, págs. 11-45, Madrid, 1983. L l a n o , A . : “El Libro de Caravia”, Oviedo, 1919. (31) M a r c o S i m ó n , F .: Op. cit. nota 2. G a r c ía B e l l id o : Op. cit. nota 2. UNA NUEVA ESTELA PROCEDENTE DE CARAVIA (ASTURIAS ) 611 del siglo I d.C. La frescura de los temas indígenas representados, perfectamente identificados con su carácter funerario; la predilec­ ción p or el dibujo, la abstracción y el simbolismo, frente al gusto rom ano de la epigrafía y la escultura de bulto, nos muestran un dedicante que ante tan importante decisión como levantar un m o­ numento funerario, echa mano del repertorio «tradicional», todavía para él cargado de simbolismo. INTERPRETACION ICONOGRAFICA Las estelas funerarias no sólo señalan el lugar de enterramiento del difunto, sino que resumen una serie de concepciones de índole escatológica, y p o r tanto son un claro exponente del ideario de ul­ tratum ba de quien las erige. Desde este punto de vista, los motivos representados cobran todo su valor a la hora de descifrar este idea­ rio. Sin em bargo, la repetición de símbolos hace que vayan per­ diendo su valor prim ario y se conviertan en meras decoraciones, faltas de contenido para quien las realiza. N o obstante, el valor del sím bolo es independiente de su comprensión, y mantiene su conte­ nido al margen de que sea conocido o no por quien lo ejecuta (32). Las ruedas solares, los círculos concéntricos y los entrelazos se realizan mediante juegos de compás de fácil ejecución y de un re­ sultado decorativo más que aceptable. Forman, p or tanto, parte de los llam ados «m otivos eternos» p or Deonna (33), o los ya mencio­ nados «m otivos rellenantes» de Frankowski, sin otra intencionali­ dad que la ornamental. N o obstante, cuando el contenido de un sím bolo se ha degradado suele asociarse a otros elementos carentes de sentido, lo que no ocurre en la estela de Caravia. Hem os visto cómo las diferentes decoraciones que estamos es­ tudiando tienen su origen form al en el movimiento implícito en las representaciones de la esvástica. Sin duda el más característico de todos ellos es la rueda de radios curvos. Su relación con cultos astrales está fuera de toda duda, asociándose a las divinidades so­ lares, tan frecuentes en la religión de los arios. La relación entre los cultos astrales y el culto a los muertos es igualmente bien co­ nocida (34). Así, este motivo aparece bien representado en las urnas (32) E liade , M. : “Tratado de Historia de las Religiones”, II, p. 239, 1974. (33) D e o n n a , W . : “L a vie millénaire de quelques motifs décoratifs”, Gé- nova, V III, 1929, p. 193. (3 4 ) B l á z q u e z , J.M. : “Religiones primitivas de Hispania. Fuentes litera­ rias y epigráficas”, Madrid, 1962. MARIO MENENDEZ FERNANDEZ 612 cinerarias de Cogotas y otros castros meseteños. Pero, donde su significado astral-funerario aparece más claro estelas (35). Se representa frecuentemente como una rosa o estrigilada, asociada con el creciente lunar, m orada de sin duda, es en las exapétala las almas de los muertos. También rodeada p or los planetas o en sus fases de orto, cénit y ocaso. Igualmente está representado en la «Ped ra F orm osa» de Briteiros (Lám . 2, f), de indiscutible sentido funera­ rio, así como en otros monumentos oikomorfos. v E l sol representa «potencia vivificadora, protección sobrenatu­ ral y esperanza en una futura vida astral», según Blázquez, y su relación con lo céltico, entendido este concepto en un sentido am­ plio, viene subrayado por el hecho de su práctica ausencia al Sur del T ajo y el Levante Mediterráneo. Que igualmente haya tenido otro significado cuando se realiza sobre torques, esculturas como las de los guerreros lusitanos, o en piezas embutidas en los para­ mentos de las casas, parece también posible. En el caso de la rueda de radios curvos, representativa del sol en movimiento, se ha aso­ ciado con el trueno (36), y como tal con el culto a Júpiter, del que existen diversas referencias en Asturias. Respecto al posible significado de los entrelazos tallados en el reverso, no es fácil aventurar una hipótesis. Y a hemos visto cómo algunos autores los hacen derivar de la esvástica de brazos espiraliformes, mientras otros los suponen una copia de las labores de cestería. Tal vez su representación en la puerta de las cabañas castreñas obedezca a un mero gusto decorativo, como puede suponér­ sele a algunas joyas, o quizá responda a un sentido profiláctico o apotropaico. Las lacerías se han interpretado frecuentemente (37) como sím bolo del envolvimiento y la ligazón de la criatura con el creador. Este es el significado que mantiene en la heráldica, como dependencia y unión a las jerarquías establecidas. B l á z q u e z , J.M .: “Diccionario de las religiones prerromanas de Hispania”, 1975. (35) G a r c í a y B e l l i d o : Op. cit. nota 2, p. 329. M a r c o S i m ó n : O p . cit. n o ta 2, p 22. (36) B l á z q u e z , J.M .: “El sincretismo en la Hispania romana entre las re­ ligiones indígenas, griega, romana, fenicia y mistéricas”, in La Religión Romana en Hispania, p. 190, Madrid, 1981. (37) L e h n e r , E .: “Simbols, sings and signets”, Cleveland, 1950. B a y l e y . H .: “The lost language of symbolism”, Londres, 1952. UNA NUEVA ESTELA PROCEDENTE DE CARAVIA (ASTURIAS) 613 En resumen, la estela de Caravia se nos muestra como un m ag­ nífico ejem plo del Arte Indígena, a medio camino entre la icono­ grafía celtibérica meseteña y la de los castros galaico-portugueses. Manifiesta un sentido artístico propio, cualquiera que haya sido su origen, cargado de un simbolismo que no se resigna a perecer con el m undo romano. VIAS DE COMUNICACION DE EPOCA ROMANA EN EL VALLE DEL RIO NARCEA (CONCEJO DE CANGAS DEL NARCEA) N a r c is o S a n t o s Y a n g u a s N os proponem os analizar en las páginas siguientes el trazado correspondiente a la red viaria romana de la cuenca del río Narcea en su recorrido p or el concejo de Cangas del Narcea, así como la im portancia y significado que adquirirían dichos caminos en fun­ ción de dos hechos históricos paralelos en el tiempo, a saber: el hábitat castreño y los aprovechamientos auríferos de sus proxim i­ dades durante los dos prim eros siglos de nuestra era. Los investigadores modernos que se han ocupado de esta proble­ mática tienden ante todo a desarrollar una catalogación tipológica de dichas vías de comunicación en tiempos de la presencia rom ana: así, p or ejemplo, algunos de ellos piensan que los rom anos las cla­ sificarían en tres apartados diferentes (m ilitares, pretorianas o consulares y caminos vecinales) (1); esta división tripartita es la seguida igualmente p or otros investigadores, asignándoles respec­ tivamente las denominaciones de grandes vías, vías secundarias y vías particulares (2). Finalmente, para otra serie de autores, tras sintetizar las diferentes hipótesis planteadas al respecto, habría que dividir estas vías romanas en dos clases: las militares (o prin­ cipales) y sus ramificaciones (d e carácter secundario) (3). En nuestro caso trataremos de abordar el tema teniendo siem­ pre presente que todo proceso histórico es dialéctico y temporal, (1) M. R o d r í g u e z : Historia de Astorga, Astorga, 1873 (reedición de 1981), p. 38. (2) S. G ó m e z : “Las vías romanas entre Asturica Agusta*y Bergido Flavio y la situación probable de la ciudad de Interamnium”, BSEG L X X I, 1931, p. 526. (3) F. W a t t e n b e r g : La región vaccea. Celtiberismo y romanización en la cuenca media del Duero, Madrid, 1959 p. 139. Cf. T. M a ñ a n e s : El Bierzo pre­ rromano y romano, León, 1981, p. 256. 616 NARCISO SANTOS YANGUAS es decir, que al abordar el estudio de las vías de comunicación, que en un momento dado aparecen diversificadas, debemos conectar­ las con su origen y evolución experimentada en la época preceden­ te; en otros términos, que el trazado de una red viaria no surge de golpe, sino que se va desarrollando paralelamente y en función de los restantes hechos históricos (4). Hemos de partir del hecho de que en tiempos prerrom anos exis­ tiría ya toda un serie de vías de comunicación o caminos (5 ); esta premisa nos aparece corroborada claramente en las excavaciones arqueológicas de los recintos castreños de Borneiro, Cameixa, Briteiros..., en los que se nos muestran vestigios de caminos que serían utilizados para el tránsito rodado (6); por otro lado, en conexión con la penetración de elementos indoeuropeos en nuestra Península tiene lugar igualmente la introducción del carro y el caballo, extre­ mos que aparecen documentados con la presencia de una llanta de rueda en el recinto fortificado de San M illán (7). Este transporte a base de carretas requería la presencia de una infraestructura viaria, aunque reuniese unos elementos mínimos; dicha red viaria estaría integrada por caminos y, ocasionalmente, por puentes, destinados a salvar los cauces fluviales y los acciden­ tes geográficos más acusados de su recorrido (8 ); en este sentido en m odo alguno resulta descabellado pensar que tales puentes con­ tarían como material principal para su construcción con la madera, al menos p or lo que concierne al área astur con anterioridad a la llegada y presencia de los romanos. Dicha infraestructura viaria únicamente se desarrollaría en las regiones en que la demografía posibilitaba la existencia de un nú­ mero más o menos elevado de recintos fortificados y su finalidad consistiría en ponerlos en connexión entre sí (en época rom ana los centros de aprovechamiento aurífero potenciarían una evolución aún m ayor de esta red de comunicaciones). Este hecho traería con­ sigo a su vez la existencia de unas relaciones comerciales más o (4) A. B ir k : “La Edad Media en la construcción de caminos”, Investiga­ ción y Progreso XI, 1935, p. 349. (5) Ver, entre otros, J. M. A b a s c a l : Vías de comunicación romana en la provincia de Guadalajara, Guadalajara, 1982, p. 110. (6 ) C. T o r r e s : La Galicia romana, La Coruña, 1982, p. 229. (7) F. L ó p e z C u e v i l l a s y J. T a b o a d a : “Nuevas excavaciones en la cidá do castro de San Millán”, CEG X III, 1958, p. 309. Cf. J. M a l u q u e r : “El poblamiento prerromano en la Meseta del Duero”, Segovia y la arqueología romana, Barcelona, 1978, p. 24. (8) C. T o r r e s : La Galicia romana, p. 231. VIAS DE COMUNICACION DE EPOCA ROMANA 617 menos intensas entre los diferentes centros de poblamiento, así co­ mo de éstos con los enclaves en que se aprovecharían los recursos económicos, fundamentalmente mineros, de la región. En este contexto algunas áreas geográficas nos ofrecen un no­ table retraso con respecto a la presencia de una consistente red de comunicaciones, lo que incidiría igualmente sobre un desarrollo menor en los restantes aspectos de su organización; así p or ejem ­ plo, los recintos castreños de época prerrom ana correspondientes a la zona del Caurel parecen haber estado comunicados entre sí solamente p or medio de veredas y caminos de escasa entidad (9). Una situación muy sim ilar existiría, al parecer, en la m ayor parte de la región montañosa astur-leonesa, en cuyo ám bito territorial se englobaba el concejo de Cangas del Narcea. Esta serie de caminos serían en su m ayor parte terreros y se configurarían como resultado del paso más o menos continuado y repetido de animales y personas por un mismo lugar más que como efecto del trabajo de explanación del terreno; es posible que en alguna parte de su recorrido fuese necesario recurrir a la acción y actuación humanas para lograr un trazado apropiado, pero por regla general podemos afirm ar que se produciría una adaptación completa a la topografía en cada caso, buscando siempre el paso por la zona que presentase relieves menos accidentados. Así pues, por lo que respecta a las etapas históricas prerrom a­ nas es posible pensar en una prim era fase en la que las vías de comunicación se corresponderían con simples sendas, que vendría seguida p or otra que contaría con la presencia de caminos terreros, para finalizar, en la época inmediata a la llegada de los romanos, con la existencia de caminos carreteros (10). Sin em bargo, por lo que respecta a las áreas montañosas, como es el caso del suelo correspondiente al concejo de Cangas del N a r­ cea, éstas se identifican en tiempos prerrom anos con la zona más deprim ida de la cultura castreña, lo que implica al mismo tiempo un m enor grado de desarrollo; junto a ello no resulta difícil pen­ sar que serían también las menos pobladas, p or lo que la franja (9) J. M. L u z ó n : “Algunos aspectos de la minería antigua en Galicia”, Estudos de cultura castrexa e de historia antiga de Galicia, Santiago de Com­ postela, 1933, p. 219. (10) En el marco de la cultura castreña prerromana las regiones monta­ ñosas no contaban con una red viaria tan amplia ni de calidad comparable a la de las zonas llanas y próximas a la costa, lo que resulta comprensible si tenemos en cuenta que la importancia y significado de las vías de comunica­ ción dependía en cada caso del nivel de vida alcanzado por sus usuarios, 618 NARCISO SANTOS YANGUAS litoral, más llana, tendría sobre ellas la ventaja de entablar directa­ mente toda una serie de contactos de tipo comercial (11). Esta diferencia en cuanto al lugar de emplazamiento, que se convertiría en decisiva tanto en el plano económico como en los restantes de la formación social castreña, se mantendría en líneas generales prácticamente hasta nuestro siglo, en concreto hasta el momento en que tiene lugar el comienzo del aprovechamiento de recursos económicos que inciden directamente en la comarca, en especial la minería del carbón (antracita). A partir de este hecho se puede comprender mucho m ejor lo que supondría el desarrollo viario en época romana, partiendo de la base constituida p or las diferencias existentes, ya en tiempos prerrom anos, entre la infra­ estructura viaria de una región montañosa (el ejem plo del concejo de Cangas del Narcea resulta evidente) y la correspondiente a otra de llanura o próxima a la costa (12). Ciñéndonos en concreto a la etapa de presencia rom ana en te­ rritorio peninsular ibérico hemos de partir del hecho de que la ad­ ministración romana se serviría en todos los casos, e igualmente en cuanto a las regiones septentrionales hispanas, de los trazados viarios existentes con anterioridad, aunque buscando sus propios fines (13); en el caso de otras áreas geográficas de la Península se ha llegado a afirm ar que los romanos no llevarían a cabo la crea­ ción y configuración de nuevas vías de comunicación, sino que lo único que harían sería adaptar las ya existentes en tiempos prerro­ manos (14). Pasando al ejemplo concreto de las regiones nordoccidentales de Hispania el hecho no se nos manifiesta tan claro: en cuanto a la zona meseteña de la actual provincia leonesa, *por ejemplo, pa­ rece lógico suponer la existencia de vías de comunicación de cierta entidad, debido en gran medida al hecho de que la orografía lo (11) Además las propias características de su suelo conllevaría el hecho de que las comunidades que lo habitaban contasen con recursos económicos más abundantes que las que poblaban el interior de la región. (12) El territorio galaico-portugués perteneciente al Noroeste peninsular parece haber dispuesto de vías de comunicación de cierta entidad, al menos durante el siglo I a.n.e., lo que explicaría la rápida penetración de César, y en menor medida la de Décimo Junio Bruto en la centuria precedente. Cf. N. S a n t o s : “L a conquista romana de Galicia”, Boletín Brigantium núm. 3, 1982, págs. 78 y ss. (13) J. M. C a a m a ñ o : “Posible reutilización de caminos prerromanos en época romana”, Gallaecia núms. 3-4, 1979, págs. 281 y ss. (14) J. M. A b a s c a l : Vías de comunicación romana en la provincia de Guadalajara, págs. 110-112. VIAS DE COMUNICACION DE EPOCA ROMANA 619 permitía, de m anera que la administración rom ana no tendría que afrontar numerosos problem as en cuanto al desplazamiento de sus tropas, agilizándose de este modo la marcha de la conquista (15). Frente a ello las regiones montañosas presentaban unas caracte­ rísticas muy distintas, ya que la ausencia de caminos de comunica­ ción apropiados obstaculizaba una penetración y conquista rápidas del territorio (16); ante la presencia de tales inconvenientes los ejércitos rom anos tratarían de afianzar su asentamiento definitivo en la zona de orografía más suave, de form a que, una vez que contaban con bases y retaguardia seguras, darían comienzo a la penetración en las regiones montañosas situadas más al Norte, cuya dificultad m ayor no estribaría posiblemente en la resistencia arm ada opuesta p or parte de las poblaciones septentrionales sino en la dificultad del traslado de las tropas de una parte a otra (17). Como consecuencia el avance romano hacia la región de Astu­ rias se llevaría a cabo ya en tiempos de Augusto, incidiendo direc­ tamente sobre la zona central de la misma, para lo que contamos como indicador más fehaciente del hecho con la inscripción descu­ bierta en el cabo Torres, fechada en los años 9-10 d.n.e. (18); este documento nos testimonia la llegada de destacamentos militares ro­ manos al litoral gijonés, confirmando de esta manera un hecho que no aparece reseñado en las fuentes literarias, cuyas indicaciones parecen ceñirse exclusivamente a los enfrentamientos bélico-militares que tendrían como marco el territorio de la Asturia augustana (19). Po r otra parte hemos de tener en cuenta el carácter eminente­ mente m ilitar de las primeras edificaciones rom anas en la parte central de la región asturiana, tal vez como derivación directa de la inestabilidad existente en este territorio como consecuencia de las más o menos abundantes sublevaciones de los astures (20). Te(15) J. M. R o l d á n : “L a etapa postnumantina”, Historia de España anti­ gua. I I : Hispania romana, Madrid, 1978, págs. 99 y ss. (16) N. S a n t o s : “L a conquista romana del N.O. de la Península Ibérica”, Latomus X L I, 1982, págs. 16 y ss. (17) F. J. L o m a s : Asturia prerromana y altoimperial, Sevilla, 1975, p. 99. (18) F. D ie g o S a n t o s : “Salutación Imperator X X Augusto según la ins­ cripción del cabo Torres (C IL II, 2703)”. B ID E A núm. 12, 1958, págs. 234 y ss. (18) N. S a n t o s : El ejército romano y la romanización de los astures, Ovie­ do, 1981, págs. 18-29 y 59-63. El monumento epigráfico en sí marcaría el final de una vía de penetración por la que los ejércitos romanos alcanzarían la franja costera asturiana. (20) Ver, como ejemplo, C IL IX, 395 = ILS 2648. Cf. A. S c h u l t e n : Los cántabros y astures y su guerra con Roma, Madrid, 19622, p. 190. ... 620 NARCISO SANTOS YANGUAS niendo como marco esta inestabilidad los Flavios llevarían a cabo un proceso de robustecimiento y potenciación de sus bases milita­ res en el cuadrante nordoccidental de la Península, teniendo lugar entonces el surgimiento del campamento de la legión V I I Gemina en un enclave idóneo para poder alcanzar, en un breve espacio de tiempo, el territorio propio de la Asturias antigua (21). Apoyándose, pues, en un triángulo de carácter defensivo-ofensivo y con base en la costa, que comprendería a grandes rasgos el territorio que se extiende entre Flavionavia (m uy posiblemente la actual Santianes de Pravia), el cabo Torres y Lucus Asturum, y cu­ yos objetivos estarían dirigidos prioritariamente hacia la región montañosa del interior, la administración rom ana trataría de am­ pliar su área de influencia lo más posible, asegurando en todo momento la vía de comunicación que ponía en contacto Asturias con la Meseta a través de Pajares (22). Esta penetración de tipo militar será la que dé origen al naci­ miento de las primeras vías romanas en nuestro territorio, a pesar de que resulte difícil identificarlas con las denominadas viae sílices, que tampoco llegarían a ser demasiado frecuentes en el ámbito territorial de la Península Ibérica durante la Antigüedad (23); la configuración de este tipo de caminos se llevaría a cabo mediante la unión de diversas capas de piedra y arena para acabar finalmen­ te con un enlosado en su parte superior. Más fácil resulta pensar en la existencia de ciertos ejem plos de las llamadas viae glareae stratae, cuyo número sería m ayor y cuya construcción resultaba mucho más sencilla (24): tales vías, por lo general de anchura menor que las anteriores, estaban conform adas por dos capas de piedras, siendo las de arriba más pequeñas; con­ tamos con varios ejemplos de ellas en la provincia de León, en especial en la región del Bierzo (25), así como en el resto del te­ rritorio hispano, puesto que se trataría de la calzada m ilitar típica (21) N. S a n t o s : “El hitoriador Floro y la romanización de Asturias, B1DEA núm. 122, 1987, p. 538. (22) J. M . B l á z q u e z : “Introducción”, Historia de Asturias. 3: Romaniza­ ción y época visigoda. Salinas, 1978, págs. X V III-X IX . (23) B . T a r a c e n a : “Las vías romanas en España”, III CASE, Murcia, 1947, p. 252. (24) F. W a t t e n b e r g : La región vaccea. Celtiberismo y romanización en la cuenca media del Duero, p 137. (25) T. M a ñ a n e s : El Bierzo prerromano y romano, p. 256. C f. E. L o e w i n s o h n : “Una calzada y dos campamentos romanos del conventus Asturum”, A E A X X V III, 1965, p. 27. VIAS DE COMUNICACION DE EPOCA ROMANA 621 de las provincias del Im peria frente a las enumeradas en prim er lugar, que serían las características de la Península itálica. En este sentido el tipo de vías de comunicación más extendido p or la Austurias rom ana se correspondería con los caminos terre­ ros, no sólo p o r lo que concernía a las vías militares sino como algo generalizado a todo este ámbito cultural (26). Resulta lógico pensar que los caminos romanos de tipo m ilitar serían los prim eros en construirse, buscando como finalidad tanto favorecer los aspectos vinculados a la guerra como asegurar un dominio más o menos completo del territorio, así como la explota­ ción de los indígenas y el aprovechamiento de sus recursos econó­ micos, fundamentalmente los mineros (27). Con el paso de los años este tipo de vías iría perdiendo paula­ tinamente su funcionalidad original, transform ándose en enlaces de comunicación eminentemente económico, conectando de form a especial con las explotaciones de oro; en este sentido sin duda ad­ quiriría un valor excepcional la vía que, desde Asturica Augusta, se desplazaba hasta Caesaraugusta y Tarraco, para desem bocar fi­ nalmente en Roma, de manera que la capital del conventus Asturum se convertiría en el centro de absorción de gran parte de los pro­ ductos auríferos extraídos de los enclaves mineros correspondientes a dicho territorio. Del recorrido de estos caminos de carácter económico-militar se desgajaba un grupo de ramales, que configuraban la red viaria de tipo secundario, igualmente terreros (28); en cualquier caso esta form a de construcción de los caminos de comunicación responde­ ría a un principio de economía simple, buscando en todos los casos el m ínimo coste en su elaboración (29). En el caso de los caminos de época romana propios de la Asturia transmontana (actual Asturias) éstos serían en su m ayor parte terreros, apareciendo el em pedrado o enlosado únicamente en tra­ mos o puntos muy concretos, coincidiendo con zonas donde la erosión era muy fuerte (30); se trataría, como en el caso de muchos (26) C. D a r e m b e r g - S a g l i o : Dictionnaire des antiquités grecques et romaines, París, 1877, p. 785 (27) V. W. H a g e n : Les voies romaines, París, 1967, p. 236. Cf. J. R o d r í ­ g u e z : “Las vías militares romanas en la actual provincia de León”, Legio V II Gemina, León, 1970, págs. 400 y ss. (28) C. T o r r e s : La Galicia romana, págs. 229-230. (29) J. R. M é l i d a : “El arte en España durante la época romana”, Historia de España dirigida por R. Menéndez Pidal, Madrid, vol. II, 1925. p. 571. (30) Fuera de estos trazados mínimos el resto de su recorrido estaría cons­ tituido simplemente por tierra apisonada. 622 NARCISO SANTOS YANGUAS de los correspondientes a la región galaica, de vías de carácter secundario (31), p or lo que en modo alguno puede resultarnos ex­ traña la no presencia de miliarios, dado que éstos únicamente eran utilizados en las vías de prim er orden, contando con una distancia aproxim ada entre uno y otro de 1,5 Kms. (32). Esta ausencia absoluta de miliarios y caminos em pedrados en el territorio de la Asturias antigua conlleva el hecho de que resulte enormemente difícil poder seguir en nuestros días con garantías completas el trazado de dichas vías; a este respecto hemos de tener en cuenta que prácticamente hasta finales del siglo X V I I I la red de comunicaciones correspondiente a nuestra región continuaría siendo la misma que la trazada p or los rom anos con cambios ape­ nas perceptibles (33), p or lo que las rutas utilizadas en época vi­ sigoda, y posteriormente medieval y moderna, tendrían el mismo recorrido e idéntica configuración a las rom anas (34). De un m odo similar a lo que sucedería en el caso de los asenta­ mientos castreños (35) en época romana parece llevarse a cabo una planificación, más o menos completa, de la red viaria existente en el m arco de la región asturiana; es más, si tenemos presentes las afirmaciones de Estrabón en el sentido de que las características extremadamente accidentadas que ofrecía el N.O. peninsular y sus rigores climáticos incidirían sobre la escasa existencia de vías de comunicación terrestres (36), p or lo que un número reducido de sendas o veredas comunicaría las zonas de Asturias y León en época prerrom ana, así como los diferentes asentamientos poblacionales y de hábitat entre sí, podemos pensar que con la llegada de los ro­ manos se llevaría a cabo no sólo una remodelación sino también una reestructuración casi completa de las comunicaciones. En cualquier caso hemos de afirm ar que, a partir de la pre­ sencia de los romanos (y contando con unos objetivos económicos (31) S. M a d r a z o : “Las transformaciones en la red viaria asturiana, 17501868”, B1DEA núms. 90-91, 1977, p. 63. (32) M . R o d r í g u e z : Historia de Astorga, p. 38. Cf. C. T o r r e s : La Galicia romana, págs. 229-230. (33) S. M a d r a z o : “Las transformaciones en la red viaria asturiana, 17501868”, p. 61. (34) C. S á n c h e z A l b o r n o z : “Itinerario de la conquista de España por los musulmanes”, Los orígenes del reino de Asturias, Oviedo, 1971, págs. 433 y ss. Cf. M. D. N. E s t e f a n í a A l v a r e z : “Vías romanas de Galicia”, Zephyrus XI, 1960, p. 5. (35 ) N. S a n t o s : “Poblamiento y minería romana del oro en la Asturias castreña (el concejo de Cangas del Narcea)”, M H A VIII, 1987, págs. 17 y ss. (36) III, 1,2 y 3,8. MAPA - Asentamientos cástrenos, explotaciones ouríferos y vías romanas en la cuenca del rio Narcea (concejo de Cangas del Narcea) Escala* 150 000 624 NARCISO SANTOS YANGUAS prioritarios de su administración en cuanto al Occidente de Astu­ rias), el particularismo indígena puesto de manifiesto en el trazado de los caminos que unían los diferentes centros de hábitat entre sí daría paso necesariamente al universalismo rom ano (37), de mane­ ra que se pondrían las bases para el surgimiento de un entramado viario destinado a mantener en conexión no sólo los recintos forti­ ficados o asentamiento de población (castros en un pripio y villae después) sino también los enclaves de aprovechamiento económico (fundamentalmente los centros m ineros) (38); en otros términos, el trazado de la red de comunicaciones a partir de las prim eras décadas de nuestra era será concebido, en el caso de la Asturias antigua, y más aún con respecto a las regiones occidentales de la misma, como un todo orgánico, destinado a vincular entre sí los emplazamientos de población y éstos con los enclaves de aprove­ chamiento económico (sobre todo mineros, pero también agrope­ cuarios). Refiriéndonos estrictamente a la región occidental de Asturias los enlaces de comunicación se desarrollarían en gran medida en gran medida en función de las explotaciones mineras de oro, cuyo número sobrepasaría 4 ó 5 veces las que hasta nuestros días han venido siendo catalogadas y documentadas, al menos en el caso del concejo de Cangas del Narcea (39); p or otro lado, no se trataría de grandes calzadas o vías de comunicación (d e anchura considera­ ble, de estructura completa similar a las de la Península itálica...) sino de caminos de carácter secundario, que en cualquier caso ten­ drían asegurada la circulación de carros y carretas, y a través de las cuales se haría posible la evacuación de los productos auríferos con vistas a su llegada a la capital del Imperio. Puesto que este tipo de vías de comunicación apenas cuenta con pequeños restos o vestigios de haber existido en un momento histórico concreto, sobre todo si tenemos en cuenta que serían reutilizadas a lo largo de las etapas históricas posteriores, sola­ mente podrem os establecer su trazado, en algunos casos hipotético o aproximado, tomando como punto de referencia los elementos característicos de la época (siglos I y II d.n.e. o época del Alto M Menéndez Pidal: p. (37) T. añanes : El Bierzo prerromano y romano, 266. (38) E. L os caminos en la historia de España, 1951, p. 23. (39) En este sentido, como veremos más abajo, la conexión se llevaría a cabo fundamentalmente con los principales centros de hábitat de la región, que a un mismo tiempo aportarían buena parte de la mano de obra necesaria para dichas actividades laborales. Madrid, VIAS DE COMUNICACION DE EPOCA ROMANA 625 Im perio rom ano), que permitan un acercamiento plausible a nues­ tros objetivos: en este sentido la fijación concreta de los diferentes emplazamientos de hábitat así como de los centros de aprovecha­ miento económico (m ineros en nuestor caso) hará posible un tra­ zado más o menos correcto de las vías que conectarían am bos enclaves (40). De acuerdo con esto no creemos que se halle muy alejado de la realidad histórica el hecho de que los centros habitados de tiempos medievales y m odernos surjan como consecuencia de su conexión directa con la red viaria romana, en especial si consideramos el territorio correspondiente a las regiones montañosas, de manera que tales núcleos de población nacerían al am paro de dichos cami­ nos antiguos con el objetivo de servirse de ellos (41). Las fuentes de información correspondientes a época medieval, y de m anera especial los cartularios, nos ofrecen una documentación bastante fidedigna a este respecto; p or otra parte hemos recurrido igualmente a otros elementos como la toponimia, especialmente a términos como «cam ino real», que responde a la presencia de en­ laces de comunicaión que, a pesar de tener su nacimiento en tiem­ pos de Carlos I I I (42), en la m ayor parte de las ocasiones han sido configurados usando como base los caminos rom anos de tiempos antiguos. Finalmente, p or lo que respecta a los puntos que servirían para atravesar las distintas corrientes de agua que se interponían en el trayecto de dichas vías hay que partir del hecho de que, en un principio, serían construidos con madera, p or lo que no puede haberse conservado vestigio ni indicio alguno de los mismos; sin em bargo, en el momento en que se produce la petrificación de di­ chos puentes, ya en época romana, adquirirían una gran consisten­ cia, que solamente pudo verse alterada por la reutilización de sus piedras para otros menesteres o para la confección de otros nuevos (40) Las huellas y vestigios de algunos puentes, cuyas bases parecen re­ montar claramente a tiempos muy antiguos, constituyen igualmente indicios importantes acerca de estos caminos o enlaces de época romana, aun cuando también en estos casos serían rehechos en épocas posteriores, y hasta nuestros días, para poder seguir transitando por ellos y atravesar las corrientes fluvia­ les correspondientes. (41) El recorrido de algunas carreteras actuales se identifica plenamente con el trazado correspondiente a antiguos caminos romanos, lo que nos está informando acerca del nivel técnico y de ingeniería viaria romana, que en to­ dos los casos trataba de recurrir a los lugares de topografía más suave. (42) J. M. bascal: Vías de comunicación romana en la provincia de Gua­ dalajara, p. 112. A NARCISO SANTOS YANGUAS 626 en tiempos medievales o moderaos. En este contexto los calificados en nuestros días como «puentes rom anos» responden en sus bases a este tipo más antiguo de construcción, aun cuando con el paso de los años experimentarían toda una serie de alteraciones, repa­ raciones y transformaciones en su estructura, fundamentalmente durante la época medieval (43). De cualquier form a tampoco en tiempos rom anos todas estas construcciones destinadas a vadear las distintas corrientes fluviales serían de piedra, puesto que las menos utilizadas y las que corres­ ponderían a caminos de segundo orden o nivel estarían fabricadas a base de madera; no obstante, un grupo num eroso de ellas se habrían configurado necesariamente con piedras para poder sopor­ tar el tráfico rodado que transitaría p or las mismas. Centrándonos en el territorio correspondiente al valle del río N arcea en su recorrido p or el concejo de Cangas del Narcea he­ mos de p artir del hecho de que la fran ja que comunica con la cordillera cantábrica dispondría de un paso hacia la Meseta p or la zona de M onasterio de Hermo; p or otro lado, a través del puerto del Connio se alcanzaría el puerto de Cerredo (la Collada), que cuenta con unas características similares a las del puerto del Tra­ yecto, estos dos últimos ya en el concejo de Degaña. Tres parecen haber sido las principales vías de comunicación existentes en época romana en el valle del río Narcea, de las que se desprenderían a su vez algunos ramales de menor entidad, uti­ lizados sin duda para enlazar estos recorridos con asentamientos poblacionales y centros de explotación minera de oro en zonas pró­ ximas a am bas márgenes de los trazados principales. I) E L C A M IN O R E A L D E R E N G O S A C A B O A L L E S D E A R R IB A Este enlace viario es conocido igualmente con el nom bre de vía de Monasterio de Herm o; su recorrido se iniciaba en el territorio leonés correspondiente a Caboalles de Arriba, desde donde ascen­ dería p o r el valle del arroyo de la Fletina y discurriría p or la campera de la Vega del Palo; en este punto tal vez recibiría un ram al procedente de Corros, que a través del collado Laguna Seca y el collado de las Llamas del Bocín (a 1.600 ms. y 1.500 ms. de altitud aproxim adam ente) estarían en conexión con este camino, de manera que pondría en relación dos importantes valles. V (43) M. aldés donga I, 1922 y II, 1923. Gutiérrez: “Asturias histórica: Vías romanas”, Cova- VIAS DE COMUNICACION DE EPOCA ROMANA 627 L a ascensión tendría su final en el llam ado Collado Alto (a unos 1.495 ms. de altura), para comenzar a continuación a descender siguiendo un recorrido cercano al del río Narcea; quizás en este punto existiría un ram al que se desplazaba hasta las fuentes de dicha corriente fluvial para pasar a continuación p o r detrás de los Altos de M onteiro y posteriormente p or las Brañas de la Filtrosa (44). Esta vía rom ana pasaba por Monasterio de Herm o, enlazando así los diferentes centros de aprovechamiento minero con los recin­ tos castreños del lugar; de esta manera se comunicaban directamen­ te las explotaciones mineras del Piorneo, el Castrón y el Castiecho con los poblados fortificados próximos a M onasterio de Herm o, a saber: el Castiecho (d e origen romano y cuyo nacimiento obe­ decería a las nuevas necesidades creadas por el sector económico minero, a pesar de su gran altitud, cercana a los 1.300 m s.) y el Cascacho (enclavado a 1.023 ms. de altura, cuyo momento de crea­ ción se remonta a tiempos prerromanos, aunque sería rem odelado en época rom ana en función igualmente de esas necesidades eco­ nóm icas) (45). E l camino antiguo discurría desde M onasterio de Herm o hasta llegar a Gedrez siguiendo un trazado muy próxim o al curso del río Narcea; enlazaría así con el castro de dicho lugar (em plazado a 732 ms. de altitud), que, a pesar de arrancar de época prerrom ana, sería rem odelado en tiempos romanos en función de los aprovecha­ mientos mineros de Peña el Cuervo y los Cabuercos. Justamente en este punto existiría en época rom ana un nudo de comunicaciones bastante importante; ante todo parece claro que un ram al se desprendería de la vía principal hasta alcanzar el recinto fortificado de Jalón (el castiecho de Xalón o Jalón), encla­ vado a unos 900 ms. y cuyo origen sería anterior a la puesta en explotación de los aprovechamientos auríferos de la zona p o r parte rom ana (46); quizás este mismo ramal, u otro de características (44) Desde este punto tanto Riomolín (en la cuenca del río Naviego) co­ mo Gillón (con algún asentamiento castreño en su cauce) quedaban a una distançai relativamente cercana. (45) Por debajo de Monasterio de Hermo parece haber existido la salida de un ramal que, después de ascender hasta la Sierra de Degaña, a una altura aproximada de unos 1.600 ms., se desplazaría hasta Cerredo. (46) Es posible que este poblado experimentase una reocupación en época romana a causa de su proximidad al valle del Gillón y a otros yacimientos de oro cercanos de cierta entidad. NARCISO SANTOS YANGUAS 628 similares, ascendería hasta la zona de Piedrafita (47). De cualquier form a parece probable que su trazado se desplazaría hasta la re­ gión de Riotorno-Gillón, donde pudo existir igualmente un em pla­ zamiento castreño y centros de aprovechamiento minero de oro. Desde Piedrafita salía un nuevo camino, que se desplazaba hasta el recinto fortificado de San Martino de los Eiros, identificado con un poblamiento de época romana reestructurado en tiempos ro­ manos a causa de la explotación de los recursos auríferos de sus proximidades (48); desde este punto el trazado viario se desplaza­ ría hasta Vega de Rengos, atravesando el cauce del N arcea en un lugar relativamente cercano al castro de Ventanueva (en esta zona se descubre la presencia de un puente rom ano), enlazando seguida­ mente con la vía principal que hemos abandonado en los alrede­ dores de Gedrez. En cualquier caso en este punto tendría lugar igualmente la conexión con el ramal que procedía de la cuenca del río Gillón, y más en concreto del recinto poblacional conocido como el teso de los castros de V illar (49). Desde Gedrez el camino real enfilaba su recorrido p or la m ar­ gen del N arcea hasta el pueblo de Rengos, descendiendo p or la cuesta llam ada el Rechario, donde hace unos cuantos años, con anterioridad a la construcción de la actual carrera asfaltada, exis­ tirían trozos del camino empedrados; con posterioridad cruzaría el cauce del río p or un puente denominado Las Folgueras, que sin duda estaría construido con madera en aquella época, para acabar desembocando junto al pueblo (50). (47 ) C. F e rn án d ez O ch oa: A s tu ria s en la época rom a n a , M a d r id , 1982, p. 42. (48) Está ubicado a una altitud de unos 800 ms., siendo posiblemente sus fosos utilizados y aprovechados como yacimiento aurífero, por lo que el ma­ terial extraído de los mismos sería lavado. (4 9 ) Enclavado justamente frente al pueblo de Villar de Noceda, a la en­ trada del valle del río Gillón, a una altura de 693 ms., su origen remontaría sin duda a época prerromana, aunque fuese empleado igualmente por los ro­ manos en función de las minas de sus alrededores, teniendo en cuenta además que dicho valle pudo haber contado con otros centros poblacionales durante esta misma época. (50) Se encontraba muy próximo al camino real que conducía desde La Viliella a Cangas del Narcea. VIAS DE COMUNICACION DE EPOCA ROMANA II) 629 E L C A M IN O R E A L D E LA V IL IE L L A A C A N G A S Para conocer su trazado vamos a iniciar la descripción del mis­ m o más allá de La Viliella, en territorio correspondiente a los concejos de Ibias y Degaña; comenzaría en las proxim idades de la capilla del Bao, a donde conducía una vía procedente de la zona cunqueira (51), que quizás enlazaría directamente con la región de Tormaleo. Desde la capilla del Bao, enclavada en el últim o collado de la sierra de Tablado, a 839 ms. de altura, se desprendía un ram al en dirección a Corralín; esta derivación viaria cruzaría el río Ibias por el puente de la Basancada, posiblemente construido con madera, para ascender a continuación hasta las prim eras casas del pue­ blo (en la actualidad abandonado). En este punto concreto, en la m argen derecha del regueiro de Calecho, existen restos de una ex­ plotación rom ana de oro de grandes dimensiones, constituida p or una am plia zanja a cielo abierto sobre yacimiento prim ario (52). A partir de la zona del Bao discurría el camino real a media ladera, tratando de llanear lo más posible en su recorrido; este trazado es conocido p or los lugareños con el nom bre de «cam ino de los cunqueiros», puesto que era utilizado por éstos para recoger m adera de abedul destinado a la fabricación de madreñas; a con­ tinuación atraesaba el arroyo de la Raíz y continuaba su trayecto. M ás o menos frente al arroyo de Beseu se desgajaba, al parecer, un ram al, que cruzaba el río p or un puente y enlazaba con el cami­ no que provenía del Corralín. Tras cruzar el arroyo y desplazarse en parte paralelo a él, discurriría en llano con escasa subida hasta desem bocar en La Viliella. Esta vía rom ana seguía su curso acercándose cada vez más al cauce del río, atravesando por la zona de la Arnosa, donde se des­ cubrió de form a casual una lápida romana con inscripción por parte de un habitante de Larón: este monumento se refiere a un trabajad or de las minas originario de una región exterior al conventus Asturum, en concreto un uxamense (de la ciudad de üxama, en la Meseta N o rte ) (53). A continuación cruzaría el río p o r el puen(51) Nombre con el que son conocidos los pueblos de Sistema, el Bao, Tablado y el Corralín, ya en el concejo de Degaña. (52) Tal vez desde el Corralín saliera un ramal por esa margen del río hasta llegar a L a V ilie lla ; el que existe en la actualidad como camino resulta intransitable al haber sido invadido por la maleza. (53) C IL II, 5746. Cf. C. arcía erino “La ciudad romana de Uxama, I ”, B S A A V X X X V I, 1970, p. 426. F. iego antos está equivocado (en su Epi- G M D S : 630 NARCISO SANTOS YANGUAS te de Muruecos, desde donde ascendía hasta La Viliella, partiendo de ese punto un ramal que conducía hasta el centro de aprovecha­ miento aurífero ubicado en un lugar muy próxim o a la B rañ a (este enlace se conoce en la actualidad como «cam ino de la B ra ñ a »). Un poco más allá el camino real continuaba ascendiendo hasta atravesar el regueiro de Rufaro y enlazar algo después con la vía procedente del recinto castreño de Larón (54); una vez fusionados am bos trazados, el camino ascendería hasta el puerto de Rañadoiro (a 1.181 ms. de altitud), cruzándolo p or la parte superior del túnel actual. Por lo que concierne al ramal que enlazaba con Larón, se des­ plazaba junto al asentamiento de dicho recinto fortificado y un poco más allá cruzaría el arroyo de los Campetinos; a continuación transitaba, junto a la explotación aurífera, p or un territorio casi idéntico al de la actual carretera asfaltada, hasta llegar a Fondos do Veigas (Fondovegas), ya en el concejo de Degaña. Una vez alcanzado este punto, cruzaría el río hasta llegar a Re­ bollar, donde se bifurcaba, de modo que un ram al se dirigía hacia la zona cunqueira mientras que el camino principal ascendía hasta el puerto del Trayecto (de 1.471 ms. de altitud), para descender a continuación muy próximo al río del Trayecto hasta alcanzar el río Cúa, en concreto por la zona de Trascastro y Peranzanes, que presentan indicios evidentes de haber contado con poblamiento castreño (55). Centrándonos en el camino real de Cangas sabemos que, una vez atravesado el Rañadoiro, iniciaba un pequeño descenso, pasan­ do sucesivamente p or el campo de Aviao (p o r encima de la actual carretera), la Piniecha y el río Cimeiro hasta alcanzar Pueblo de Rengos; antes de llegar a este punto un ramal, de no mucha longi­ tud, enlazaría con el castro de Rengos (los castiellos o castiechos), enclavado a una altura de unos 1.000 ms. y que separaría los valles del Rañadoiro y Reguera de los Prados (56). grafía romana de Asturias, Oviedo, 1959, págs. 60-61) al leer v (i )x (i t ) en lugar de ux(amensis). (54) Identificado con un poblamiento de origen prerromano, remodelado en época romana y con el aprovechamiento de los recursos auríferos de la región. Cf. J. L. aya y A. de las : “El castro de Larón”, N A H 15, 1983, págs. 156 y ss. (55) Calificado ya este trayecto como posible vía por C. ernández choa ( Asturias en la época romana, p. 41), incurre sin embargo en equivocación in­ dudable al asignarle una altitud superior (1.614 ms.) a la que en realidad le correspondía. (56) Se corresponde con un castro romanizado, en conexión con el apro- M M. B F O VIAS DE COMUNICACION DE EPOCA ROMANA 631 Desde el Pueblo, tras cruzar la corriente fluvial constituida p or la unión de la reguera de los Prados y el arroyo de Riomolín, con­ tinuaba su trayectoria hacia abajo, siguiendo el curso aproxim ado de la actual carretera hasta Vega de Rengos; desde este último punto ascendía un poco, en concreto en el lugar llam ado la Cerca, para continuar su recorrido p or encima de la actual carretera hasta el recinto fortificado de Ventanueva (57). Desde los alrededores de este poblado castreño partiría un ra­ m al en dirección a Posada de Rengos tras atravesar el cauce del N arcea p or un puente, enlazando posteriormente este territorio con el de V illa r de N oceda y Noceda, para retroceder en el últim o tra­ mo de su recorrido hacia el valle del río Gillón (58). U n poco antes de llegar a Ventanueva del cam ino real de La Viliella a Cangas se desprendía un ram al en dirección al valle del río de Muniellos, que pondría en conexión los asentamientos castreños y las explotaciones mineras de oro de dicho territorio. Esta vía atravesaría dicho cauce a la altura del reguero de la Cochada, tras haber discurrido previamente por Cruces y la zona de la Chalga (salvando de esta manera los peñascos existentes en la zona de Trabanco). Una vez cruzado el regueiro de la Cochada el camino seguiría el cauce del M uniellos por su margen izquierda hasta atravesar un collado desde donde, derivándose de la cuenca de dicho río, única­ mente quedaba un escaso desnivel hasta el puerto del Connio (de 1.315 ms. de altitud) (59). Por su parte a la altura del puente del regueiro de la Cochada salía un nuevo ram al cuyos objetivos serían los de enlazar los tres vechamiento de los recursos mineros de oro de la zona, aunque quizás acogiese también en sus muros a un destacamento militar encargado de vigilar una región tan rica. En este sentido es posible que llegase a convertirse, aunque fuese de forma temporal, en un centro de almacenamiento de los productos auríferos recogidos en estos valles debido a su vinculación con una importan­ te vía de comunicación. (57) Ubicado a unos 550 ms. de altitud, este poblado castreño está em­ plazado en la confluencia de los ríos Narcea y Muniellos; por su situación estratégica como encrucijada entre dos ríos sería habitado ya en época pre­ rromana, siendo reutilizado en la etapa histórica posterior con vistas a la explotación de los recursos de oro cercanos. (58) En Noceda tenemos constancia de la presencia de una vía de comu­ nicación en el siglo X II, sin duda derivación o simple pervivencia de la co­ rrespondiente a tiempos romanos. . A. loriano umbreño: El libro Registro de Corlas, Oviedo, 1950, p. 36 (59) Este punto constituiría un paso importante hacia los ríos Cervos y Aviouga, ya en territorio del concejo de Ibias. Cf F C 632 NARCISO SANTOS YANGUAS recintos fortificados cercanos, es decir, sucesivamente los poblados de M oal (denom inado los castrinos de Niceto), O ballo y el cerro de la Cogocha o Cogolla, igualmente correspondiente al territorio de Oballo. En cuanto a este último recinto, se identifica con dos tesos de gran tamaño, emplazados junto al regueiro, a una altitud pró­ xima a los 870 ms., cuya construcción corresponde ya a tiempos romanos, siendo por consiguiente de nueva planta en función de los aprovechamientos auríferos de Peña Ventana, y más en concre­ to de los yacimentos primarios de El Caleiro y la Fana de Oballo. Por lo que respecta al llamado castro de Oballo, cuyo emplaza­ miento corresponde a un lugar situado p or debajo del pueblo del mismo nombre, tendría un origen prerrom ano, estando quizás des­ ocupado en época romana, sobre todo a partir del siglo II. Por último los castrinos de Niceto en Moal, aunque de época prerro­ mana en cuanto a su origen, sería reutilizado por los rom anos en conexión con las actividades mineras vinculadas a las explotaciones auríferas de Muruecos de M oal y sus proximidades, así como a las del castiello de Farruco y Cortinal de Espina (60). Desde Oballo y a media ladera partía un camino de dimensiones no muy amplias que alcanzaba la zona del pueblo de Larna y ba ja b a igualmente hasta la Casilla; en este sentido la salida desde Ventanueva resultaba difícil, puesto que hasta la Casilla el valle del río Narcea se encajona entre laderas bastante pendientes y rocosas. Quizás con el fin de poder salvar estas dificultades orográficas se trazaría un ram al que desde Ventanueva enlazaba con la vía de la zona de la Sierra de Pando, tras atravesar por las cercanías de la ermita de San Tsuis (San Luis). Ahora bien, continuando la descripción del recorrido del camino real de La Viliella a Cangas del Narcea, a partir de Ventanueva, un poco p or encima de la actual carretera, discurría dicha vía, tran­ sitando p or las proximidades del depósito aurífero de ladera de esta región, desplazándose después su recorrido hasta la Casilla, muy próxim o a la carretera actual. Desde este punto se desplazaba hasta la Pescal, donde existen vestigios claros de un puente de base y origen romanos, que conectaría dicha vía con el lavadero super- (60) Desde Moal partiría un ramal hacia Oballo atravesando el regueiro de la Beiciecha (Beiciella) hasta desembocar en Colladiego (Cutsadietso) y co­ nectar posteriormente con El Caleiro, para acabar descendiendo por último hasta Vega del Tallo (Veiga del Tacho), ya en la cuenca del río Coto, en con­ creto de su afluente el Lartosa. VIAS DE COMUNICACION DE EPOCA ROMANA 633 ficial (la Carcavona de la Pescal), así como con el recinto poblacional ubicado un poco más arriba (61). Desde la zona de la Pescal este camino real transcurría, siguien­ do la margen derecha del río Narcea y a una distancia no muy alejada de su cauce, hasta el castro de Vega del Castro, conocido en la zona con el nom bre de Las Torres, que se identifica con un centro romanizado, aunque no sabemos si su ocupación más anti­ gua se corresponde ya con una etapa previa a la llegada de los romanos a la región o se trata, más bien, de un enclave de nueva planta (62); situado a unos 500 ms. de altitud aproxim ada, no re­ sulta fácil vincularlo con las explotaciones mineras de oro, ya que, si hacemos excepción de un posible filón-stockwerk (m ina subterrá­ nea) de la Sierra del Pando, no hemos detectado hasta la fecha yacimiento alguno en sus inmediaciones (63). En este mismo contexto en el camino que desciende desde Ventanueva, en un lugar enclavado entre los pueblos de la Pescal y Sestorraso, existe un lavadero superficial sobre depósito de ladera, que estaría enlazado sin duda con el camino real que estamos ana­ lizando. Retomando el trazado de dicha vía de comunicación a la altura del castro de Vega del Castro atravesaría el río y se desplazaría, siguiendo el curso de la actual carretera, hasta Cibuyo y Villaconejos. Antes de abandonar el pueblo de Cibuyo el camino real dejaba a su derecha, a escasa distancia, en territorio de C om barro la corta a cielo abierto en yacimiento prim ario conocida como los Chanetones, que contaría con un embalse (el llam ado Xuego los B o lo s) en la zona de la Sierra del Pando (64). (61) Se trata de los castiellos de la Pescal, conocido igualmente con el nombre de los castiellos de Larna, a una altura aproximada de 500 m s.; aunque de origen indudable prerromano, sería utilizado en la etapa castreña romana en conexión con los aprovechamientos mineros de oro de sus proximi­ dades y el papel importantísimo desempeñado en el trayecto viario que esta­ mos analizando. (62) Catalogado ya por J. M. onzález (Miscelánea histórica asturiana, Oviedo, 1978, p. 108), quien lo emplaza correctamente en la parroquia de Cibuyo. (63) Tal vez su importancia estribase en controlar en este territorio la vía de comunicación que conducía a Cangas, continuando su habitabilidad igualmente en tiempos medievales. (64) Existen otros indicios, como una cueva subterránea de 2 ms. de diá­ metro o el lugar denominado cuevas de los moros, que quizás haya que rela­ cionar con actividades mineras de oro en época romana. G NARCISO SANTOS YANGUAS 634 En la región del pueblo de Villaconejos, aunque sin topónim o conocido, existiría un castro que testimonia claramente la conexión existente entre minería romana del oro y hábitat castreño: encla­ vado a unos 400 ms. de altura, pudo haber sustituido a otro recinto cercano de origen prerromano, estando como consecuencia de ello romanizado, si es que realmente no corresponde a creación rom a­ na (65). Al otro lado del río, y a una altitud algo m ayor (unos 450 ms.), se halla el recinto poblacional conocido con el nom bre de los castros de Acio y Vegapope, que por su reducido tamaño sería de origen prerrom ano, aunque fuese reutilizado en época ro­ mana, pero no en función de yacimientos mineros cercanos. En este sentido sabemos que por Acio atravesaba en el siglo X II una vía de comunicación, quizás pervivencia de tiempos rom a­ nos ( 6 6 ), desplazándose hasta alcanzar el territorio de la Regla y cruzando el cauce del río del Coto por un excelente puente de tipo romano. En dirección a dicho valle salía un nuevo ramal, a pesar de que el que nosotros estamos describiendo atravesaría el río Narcea p or un puente diferente, posiblemente construido a base de piedra, tomando en su recorrido desde este punto la m argen derecha de dicha corriente fluvial. Pasaría entonces por el Camín Vieyu de la Regla, donde existi­ ría una explotación minera de oro en yacimiento secundario (te­ rraza aluvial), para alcanzar a continuación el poblado castreño de Penlés (67) e inmediatamente después el lavadero aurífero de Llano, conocido con el nombre de El Ganzalón, sin duda el m ejor ejem plo de aprovechamiento minero de oro de todo el concejo de Cangas del N arcea tanto p or sus estructuras en piedra como por el grado de conservación en que se encuentran ( 6 8 ). El camino real continuaba su curso en línea descendente p or la margen derecha del río Narcea, de form a que en alguna parte de su trayecto los habitantes de aquella época se verían obligados a (65) El hecho de no presentar restos abundantes posiblemente obedezca a su temprano abandono, inmediatamente después de finalizar las tareas mi­ neras en conexión con los aprovechamientos auríferos. (66) A. loriano umreño El libro Registro de Corias, p. 36. (67) Tal vez se corresponda con el catalogado por J. M. onzález ( Misce­ lánea histórica asturiana, p. 108) como El Castro, “cercano al lugar de Llano, derecha del Narcea, parroquia de Cueras”, aunque confundiéndolo posible­ mente con la explotación minera de oro de este mismo lugar. (68) Sus características tan sobresalientes requieren un estudio pormeno­ rizado y monográfico acerca del mismo, tarea que estamos llevando a cabo en estos momentos. . • •• F C : G VIAS DE COMUNICACION DE EPOCA ROMANA 635 rebajar la peña para conseguir hacer de esta vía un camino transi­ table. En este sentido en el actual pueblo de Llano existen vestigios de un antiguo puente romano, a pesar de que hace pocos años ha sido alterado totalmente, transformando prácticamente tanto su form a como su estética primitivas: el puente en cuestión serviría para cruzar el cauce fluvial del Narcea, posibilitando de esta ma­ nera que un ram al de cierta importancia discurriera hasta el recinto fortificado de Adralés, emplazado entre los pueblos de Llano y Adralés y que cuenta con un sistema defensivo de características considerables (69). Desde este lugar de ubicación del castro de Adralés dicha des­ viación viaria se desplazaría hasta el recinto poblacional de Trones, ya en la cuenca del río Arganza, tras atravesar la Sierra de Santa Ana: ubicado junto al reguero o río Rechilón, a una altura apro­ xim ada de 730 ms., su origen parece corresponderse con los últimos momentos de la época prerrom ana, experimentando una rem odela­ ción en tiempos romanos al hallarse vinculado a una vía de carácter eminentemente económico en conexión con los aprovechamientos auríferos de sus cercanías (70). Por último este ram al desembocaría en la zona de Besullo, don­ de existieron dos recintos castreños, uno de los cuales arrancaría, en cuanto a su origen, de tiempos prerrom anos (el castiecho de B esu llo ) mientras que el otro surgiría ya en época rom ana (el co­ nocido como castro de Besullo). Se identifcan, sin duda, con los principales centros poblacionales de la región, de enorme signifi­ cado a causa de las explotaciones auríferas que se extienden desde Iboyo (en el concejo de Allande) hasta la zona de las Montañas (71): su emplazamiento se corresponde con el territorio existente entré las actuales poblaciones de Besullo y Noceda, sirviendo de divisoria entre los ríos Pumar, Combo y Arganza, a una altitud aproxim ada de unos 600 ms. (69) Su ocupación primitiva parece corresponderse ya con tiempos roma­ nos a causa de sus grandes dimensiones y de la vía de comunicación que lo unía con el importante centro aurífero ubicado en torno a Besullo; en sus alrededores no se han detectado hasta la actualidad restos de aprovechamien­ to de oro, pudiendo vincularse con la no muy alejada zona minera de Llano. (70) J. M. onzález ( Asturias protohistórica, en Historia de Asturias, Ayalga 2, Salinas, 1978, p. 209) hace alusión sin más a este recinto con la de­ nominación de El Castro entre los correspondientes al concejo de Cangas del Narcea. (71) N. antos “Explotaciones romanas de oro-en el valle del río A r­ ganza (concejo de Cangas del Narcea)”, B ID E A (en prensa). G S : NARCISO SANTOS YANGUAS 636 El proceso seguido en cuanto a su desarrollo histórico sería el siguiente: el castiecho arrancaría, en cuanto a su origen, de tiem­ pos prerrom anos, puesto que se encuentra enclavado en tesos de fácil defensa; ya en época romana, en conexión con las minas de oro de sus alrededores, se ampliaría el recinto poblacional median­ te la creación del castro cercano y la utilización de la falta del propio castiecho como lugar de hábitat (los aterrazamientos obser­ vables serían originados con el fin de dar acogida a un número de personas en continuo aumento) (72). Por lo que respecta al curso seguido por el camino real de La Viliella a Cangas en su parte final, desde Llano continuaría su re­ corrido p or la margen derecha del río Narcea, alcanzando en prim er término el pueblo de Cueras y a continuación el poblado castreño de Arallón, un poco antes de la confluencia del río Narcea con el Naviego (73). En este punto la vía romana cruzaría la corriente del Naviego por el puente de origen romano de Entram basaguas para alcanzar finalmente la zona del Cascarín, ya en territorio corres­ pondiente a la villa de Cangas del Narcea. III) E L C A M IN O R E A L D E C A N G A S A T IN E O Junto con el trazado propio de la vía de Leitariegos, pertene­ ciente a la cuenca del río Naviego, constituyen los tramos más visibles de los caminos antiguos de todo el concejo como conse­ cuencia directa de que las carreteras actuales apenas utilizan su recorrido en muy escasos puntos. Arrancando de la villa de Cangas, donde sin duda enlazaría con los caminos y ramales de comunica­ ción que provendrían de los diferentes valles que aquí confluían, discurriría en prim er lugar hasta Corias, correspondiéndose su re­ corrido con el trayecto de la actual carretera; de esta form a la vía se desplazaría próxima al castiecho de dicho localidad, ubica­ do en una posición estratégica enormemente significativa p or su (72) Dada la situación estratégica del castiecho, enclavado en el centro de uno de los distritos de mayor riqueza aurífera del concejo de Cangas del Narcea, él mismo o su vecino el castro de Besullo pudieron convertirse en lugar de recogida de los productos auríferos para su almacenamiento con vis­ tas a la posterior evacuación en dirección a Roma. (73) Ubicado a unos 370 ms. de altitud junto al pueblo del mismo nom­ bre, el recinto fortificado de Arallón dista aproximadamente 1 Km. de la población de Cangas; parece haber estado desconectado del sector minero a lo largo de su historia, por lo que, aunque de origen prerromano, su conti­ nuidad como lugar de hábitat en época romana no sería excesivamente pro­ longada. VIAS DE COMUNICACION DE EPOCA ROMANA 637 vinculación con un importante núcleo de comunicaciones, en el que confluiría toda la producción aurífera de los valles del Naviego, Coto y Arganza, así como la m ayor parte de la cuenca del propio río N arcea (74). En la m argen izquierda de este último, y casi frente al castiecho de Corias, a una altitud aproximada de 580 ms., existe un teso de denominación desconocida, emplazado junto a Santam arina de Obanca; de pequeñas dimensiones y probablem ente de origen pre^ rrom ano, sería reutilizado en tiempos romanos en conexión con la explotación del lavadero superficial de Obanca y de sus proxi­ midades (75). A pesar de ello no existen Índicos de ningún ram al ni puente de fabricación antigua (quizás porque estuviese construi­ do a base de m adera) que ¡pusiese en comunicación el camino real de Cangas a Tineo con esta zona. E n su recorrido descendente por la cuenca del río N arcea esta vía cruzaría el cauce fluvial poco después de Corias a través de un puente de tipo romano, que en la actualidad cuenta con un arco bastante apuntado (tal' vez de origen romano en su origen) y que presenta rasgos medievales en cuanto a su conjunto (76). . . Desde este punto el camino real se desplazaría ya p or la m ar­ gen izquierda del río Narcea hasta El Puelo, en la prim era fase de su recorrido junto al río y a continuación separándose un tanto y ascendiendo de form a suave; se trata de un recorrido de anchura suficiente, que durante gran parte de su trayecto cuenta con un potente m uro de contención en su zona externa (en ocasiones es­ ta especie de parapeto llega a alcanzar una altura cercana a los 5 m s.) (77). - (74) Se trataría de un recinto romanizado, que a sus funciones de vigi­ lancia y 'control territorial añadiría su vinculación con la explotación minera de Obanca. > (75) Quizás la configuración del recinto castreño como lugar de hábitat de la mano de obra empleada en dichas actividades mineras obedeciese,-en cuanto a sus fosos, a la propia excavación del terreno aurífero. (76) Existe un arco de medio punto con dovelas de'gran tamaño, de tra­ go discontinuo, así como otro más pequeño en su parte derecha; el puente en sí mide unos 50 ms. de largo por 2,20 ms. de ancho, habiendo sido restau­ rado en el año 1574 de acuerdo con la inscripción de su parte central. Cf. C. er nández choa: Asturias en la época romana, p. "46, quien se reduce a esque­ matizar una parte mínima del recorrido que estamos analizando. (77) En la configuración del mismo se pueden observar hasta tres tipos diferentes de pared superpuestos,, .por lo que no sería raro que los cimientos correspondiesen a la vía romana.- v O F ­ 638 NARCISO SANTOS YANGUAS Desde E l Puelo una desviación de este camino real se despla­ zaría en dirección a Tineo por Arganza, mientras que el trazado principal, tras descender un poco, conectaría con el recorrido de la carretera actual, a la que sigue en un tramo corto hasta alcanzar la población de Tebongo; a la altura de este lugar existe un puente de tipo romano, constituido por dos arcos de medio punto, uno mayor que el otro, con una base triangular (ro m b o id a l) para evi­ tar la erosión del agua. Una vez atravesado el cauce del río, un nuevo ram al se dirigiría hasta el recinto castreño de Tebongo, conocido como el castiecho, y posteriormente hasta el poblado fortificado del regueiro Castro en Castrosín; el prim ero de estos centros poblacionales, ubicado a una altura de 360 ms., sería utilizado ya en época prerrom ana, aunque con toda seguridad continuaría habitado en tiempos rom a­ nos debido a su conexión con una zona minera de oro, constituida por una serie de lavaderos superficiales (explotaciones de lavado de terrazas fluviales, emplazadas en la parte b a ja inmediata al castro, en dirección a Portiella unas y en la otra margen del río otras) (78). Por otro lado, en cuanto al emplazamiento castreño de Castro­ sín, se hallaba ubicado a unos 400 ms. de altura en su parte más elevada, en las proximidades del regueiro Castro, justamente por debajo de la corta a cielo abierto sobre yacimiento prim ario exis­ tente en este lugar (Peñafurada); debido a ello debemos vincularlo, sin ningún tipo de dudas, con el sector minero, asignando por tan­ to su origen ya a una época plenamente rom ana (79). Retomando nuevamente la margen derecha del río N arcea el camino real de Cangas a Tineo pasaría junto al lavadero superficial de Mieiro, que nos presenta dos frentes de corta perfectamente visibles, para alcanzar seguidamente el territorio de Antrago (80). En este lugar, y con el fin de cruzar la corriente fluvial de ese mis­ mo nom bre antes de su confluencia con el Narcea, existiría un (78) Posiblemente este conjunto de yacimientos, entre los que se encuen­ tran los de Peneos, Valconstante y Veiga de Cadario, no se pondrían en ex­ plotación a un mismo tiempo, puesto que el recinto habitable no podría albergar a un número elevado de personas. (79) En este sentido quizás los lavaderos superficiales de arenas auríferas que se encuentran poco antes de llegar a Rubieros, así como la zona minera correspondiente a este mismo lugar, dependerían de dicho emplazamiento, ra­ dicando precisamente en ello su importancia. (80) Este topónimo romano tiene el significado de entrada. Cf. C. F e r n á n ­ d e z O c h o a : Asturias en la época romana, p. 46. - VIAS DE COMUNICACION DE EPOCA ROMANA 639 pequeño puente que en la actualidad presenta todavía vestigios de tiempos muy antiguos (posiblemente romanos). A continuación la vía se desplazaría en dirección a Portiella, cruzando el cauce del río de Onón por un puente, conocido en la actualidad como el M olín y cuya construcción (o m ejo r dicho reconstrucción) se corresponde con los prim eros años del siglo pasado de acuerdo con la inscripción que conserva su pretil. Se­ guidamente el cam ino discurriría por un territorio m uy próxim o al recinto poblacional de Portiella, conocido como el castiecho el Molín, que se identifica con un hábitat romanizado ubicado a irnos 340 ms. de altitud, lo que le convierte en el asentamiento castreño menos elevado de todo el concejo; aunque de origen prerrom ano, sería reutilizado claramente en época romana, en conexión indu­ dable con los aprovechamientos auríferos de sus alrededores (la terraza fluvial conocida como Valle (V atse ) de Portiella p or eiemp lo ) (81). * Casi con absoluta seguridad hemos de pensar que, siguiendo la cuenca del río de Onón en dirección a la región de Sierra, existiría un nuevo ram al de comunicaciones, puesto que la zona cuenta con algunos asentamientos poblacionales de época castreña, entre ellos los de Solana de M urías en Porley (en realidad Castro de Sierra), Castil del M oure, el castiecho (o Chano las C oronas) de Castiello, Tricham uela de Porley y el castiecho de San M artín de la Sierra. Desde las proxim idades del recinto castreño de Portiella la vía rom ana transitaba siempre por la margen derecha del río Narcea hasta el territorio de Bárcena, para pasar a continuación hasta V illa r de Lantero y penetrar posteriormente en el suelo correspon­ diente al concejo de Tineo por Villanueva (82). A partir de este punto el camino real cruzaría el cauce fluvial a través de un largo puente de tipo de base romano-medieval antes de proseguir su recorrido en dirección a Tineo. En el límite entre los concejos de Cangas del Narcea y Tineo, en la m argen izquierda del río y antes de la confluencia del Arganza con el Narcea, se encuentra el llamado castiello de Santa Cruz, que se corresponde con un teso enclavado a unos 480 ms. de alti­ tud, com parable en su form a al recinto poblacional de Portiella; (81) A estas funciones mineras hemos de añadir igualmente su importan­ cia y significado como centro de comunicaciones y de vigilancia territorial, es decir enclave de características estratégico-militares, al hallarse a la entra­ da del valle del río de Onón, en su confluencia con el Narcea. (82) En este lugar parece haber existido un recinto castreño de cierta entidad y existencia bastante prolongada. 640 NARCISO SANTOS YANGUAS aunque sus orígenes y primeros momentos de hábitat arrancarían sin duda de época castreña romana, sería reutilizado en tiempos visigodos y medievales de acuerdo con lo que se desprende de su denominación. N o podemos vincularlo, sin em bargo, con activida­ des mineras ni resaltar su importancia como centro de comuni­ caciones, existiendo en dirección al pueblo de Ovilley restos de construcciones de piedra (quizás identificables con un asentamien­ to de carácter abierto). 1 A lo largo de todo este recorrido únicamente hemos encontrado huellas o vestigios de enlosado en el trazado correspondiente a los puentes, mientras que el resto del recorrido descrito se correspon­ de con caminos terreros. Quizás esta escasa presencia de enlosamiento obedezca únicamente al hecho de que no sería necesario para el norm al funcionamiento de dichas vías de comunicación, puesto que, al ir salvando suavemente los desniveles existentes, la erosión experimentada por dichos caminos sería mínima. N o obstante, hemos hecho referencia ya al hecho de que, en casos excepcionales, se recurriría a la elaboración de m uros de contención, lo que puede dam os una idea bastante clara acerca de la importancia de esta red viaria, que sería utilizada posteriormente de form a intensa en época medieval e, incluso, en los años poste­ riores hasta la presente centuria, solamente tras una remodelación y reconstrucción adecuadas en cada caso. ANTROPOLOGIA Y PRAGMATICA DE LA LITERATURA. MIGUEL DE UNAMUNO, JOSE MARIA QUIROGA PLA Y DOS CARTAS INEDITAS DE PEDRO CARAVIA Jesús G. Maestro « . . . La moderna teoría de la literatura o poé­ tica, tan necesitada de cultivo en España» (1). F . LAZARO C a r r e t e r N uestro propósito, a lo largo de las páginas sucesivas, no será tanto el de establecer rigurosamente las dimensiones fundam enta­ les que ocupan el nivel pragmático de la semiología, ya señalado p o r Charles M orris en 1946, cuanto el de desarrollar orgánicamente un conjunto homogéneo y ordenado de ideas cuya única finalidad será la de esclarecer al joven investigador una posible introducción al estudio de la pragm ática de la comunicación literaria, dentro, naturalmente, de las posibilidades y garantías que, ante las apor­ taciones de la m oderna teoría de la literatura, nos ofrece la inves­ tigación semiológica de los fenómenos culturales. Hem os querido repasar, a través de estas páginas, los espacios fundamentales integrando de una pragmática de la comunicación literaria, tales presupuestos teóricos ( antropología del autor, etnosemiótica del mensaje y estética de la recepción) en una pe­ queña parte de la m agnitud y m odernidad de la obra de M iguel de Unam uno, cuyo análisis hemos intentado enriquecer con la apor­ tación de dos cartas inéditas de Pedro Caravia dirigidas a quien sin duda fue su más fiel y auténtico amigo, poeta actualmente muy olvidado p o r los estudiosos de la literatura española, José M aría Q uiroga Pía. N o sé hasta qué punto resultará benigno — ya lo he L C , (1) azaro arreter F .: “L a literatura como fenómeno comunicativo”, Estudios de lingüistica, Barcelona, Crítica, 1980, p. 192. También en Pragmáti­ ca de la comunicación literaria, Madrid, Arco-Libros, 1986, p. 170. JESUS G. MAESTRO 642 escrito en otro lugar— recordar que José M aría Quiroga fue yerno de M iguel de Unamuno. I. IN T R O D U C C IO N A L ESTUDIO DE L A P R A G M A T IC A DE L A C O M U N IC A C IO N LIT E R A R IA (A U T O R -O B R A -LE C T O R ) Y a antes de 1960, Román Jakobson (2 ) había propuesto, para representar la comunicación lingüística y fundam entar así su teo­ ría acerca de las funciones del lenguaje, el siguiente esquema del proceso dinámico de la producción y recepción del mensaje, útil, sin duda, para distinguir en él los diversos puntos de vista que estudia y engloba la investigación semiológica de los fenómenos culturales: contexto em iso r---------- > mensaje ^--------- > receptor contacto código A lo largo de su historia, las diferentes teorías literarias han hecho especial hincapié en uno de los puntos de vista esquemati­ zados (escritor, lector, contexto, o b ra ...) sin que ningún estudioso haya admitido abiertamente la parcialidad de sus investigaciones. Si adoptamos el punto de vista del emisor, damos prioridad al uso emotivo del lenguaje, a la vez que participamos de las teorías ro­ mánticas (crítica psicoanalítica, biográfica, sociológica) que no es­ tudiaban la obra propiamente, sino una faceta de su autor. Creemos que éstas serían, en suma, las principales teorías cuyo objeto de estudio ha quedado expresado en la sinopsis anterior. marxista rom án tica------ :— > form alista—-------- > teoría de la recepción estructuralista Ante este panoram a que ofrecía la investigación literaria a me­ diados de siglo, y a pesar de la relevancia que habían adquirido muchas de estas teorías, es muy posible que la aportación más fundamental del siglo X X al campo de investigación de la crítica J , (2) akobson R .: “Closing statements: Linguistics and poetics”, Style in language. Ed. by Thomas A. Sebeok, New York and London, The Technology Press of Massachusetts Institute of Technology and Wiley Sons, Inc., 1960, págs. 350-377. Este estudio fue incluido en la obra de Jakobson, publicada en Francia, Essais de linguistique générale, París, Minuit, 1963. Trad, esp., “Lin­ güística y poética”, en Th. S. Sebeok (ed.), Estilo det lenguaje, Madrid, Cáte­ dra, 1974, págs. 125-173. ANTROPOLOGIA Y PRAGMATICA DE LA LITERATURA 643 literaria, haya sido la semiótica o semiología. Todo lo que hace el hom bre significa, y todo aquello que significa es objeto de estudio de la semiología. En palabras de M aría del Carmen Bobes Naves, «la semiótica, o semiología, se ha definido como la ciencia general de los signos y abarca, como objeto propio, a todas las creaciones humanas que remiten a un significado» (3). En 1946, Charles M orris (4 ) distinguió los tres niveles de la se­ miología: el sintáctico, el semántico y el pragmático. El conjunto de estos tres componentes constituye una teoría semiológica cuya aplicación puede extenderse a todas las actividades y saberes hu­ manos que remitan a un significado. Puede hablarse así de una Sem iología de la Literatura, de la Antropología, del Lenguaje, de la Cultura, e incluso del peinado o de la moda. El nivel sintáctico estudia la relación de los signos entre sí, el nivel semántico estudia la relación de los signos con el objeto que tales signos representan, y el nivel pragmático estudia la relación de los signos con los eje­ cutores del acto de la comunicación, esto es, el emisor y el receptor, además de la consideración de otros aspectos subyacentes a los propios interlocutores, sin los cuales el estudio literario y la carac­ terización global de un texto artístico serían propósitos manifies­ tamente insuficientes. La pragmática, al depender de los ejecutores — y también de los signos— no puede prescindir de los aspectos sintáctico y semántico. De este modo, como ha escrito M iguel Angel G arrido G allardo, «la sintaxis y la semántica se resuelven en una pragm ática y ésta se configura entre la sintaxis y la semántica de una parte y las reglas de la sociología p or otra» (5). Como podem os com probar, en el nivel pragmático el proceso dinámico de la pro­ ducción y recepción del mensaje literario puede representarse del m odo siguiente: a u to r---------- > o b r a -----------> lector Podemos asegurar incluso que tales elementos simbolizan tres experiencias fundamentales de la praxis productiva ( poiesis), de la praxis comunicativa ( katharsis) y de la praxis receptiva ( aisthesis). Fijém onos brevemente en cada uno de estos procesos. otros: (3) B o b e s N a v e s , M. del C., y Crítica semiológica, Publicaciones de la Cátedra de Teoría de la Literatura, Universidad de Oviedo, 1977. (4 ) M o r r i s , Ch.: Sings, Language and Behavior, Nueva York, 1946. Trad, esp., Signos, Lenguaje y conducta, Buenos Aires, Losada, 1962. (5 ) G a r r i d o , M.A. : Estudios de semiótica literaria, Madrid, CSIC, 1982, p . 17. 644 JESUS G. MAESTRO I. 1. LA CRISIS DEL AUTOR El término «a u to r» procede del vocablo latino autor, que a su vez derivaba del verbo augere (aumentar, hacer p rogresar) cuyo significado más preciso era el de «cread or», y que, por demás, per­ tenecía a la fam ilia románica de auctoritas. Se trataría, en suma, tras cotejar los datos apuntados p or la etimología, de un «em isor especialmente cualificado» ( 6 ). Fernando Lázaro Carreter, al hablar de la literatura desde la perspectiva ofrecida p o r el autor, la ha definido como un mensaje que el emisor cifra «en ausencia de ne­ cesidades prácticas inmediatas» (7). Palabras próxim as a las de George Steiner, según el cual «las responsabilidades supremas de la literatura, su razón de ser ontològica, se encuentran fuera de su utilidad inmediata y de su verificabilidad» ( 8 ). Es sobradamente conocido a estas alturas que las teorías estructuralistas proclam aron en todos sus campos de investigación la muerte del autor. Y así lo hicieron, con m ayor o m enor incidencia, R oland Barthes en la crítica de la literatura, C. Levi-Strauss en la antropología y la etnología, Lacan en el psicoanálisis, Althusser al proponer una nueva lectura de Max, Michel Foucault en su epis­ teme (9), D errida en su replanteamiento en la Filosofía Occidental, Deleuce en el pensamiento de Nietzche... El estructuralismo, que no fue sino un método para comprender las realidades humanas socialmente constituidas, realizando una ciencia no al m odo clásico (descubrimiento, hipótesis, confirmación), sino una ciencia que entonces había consistido en volver a leer, en revisar — desde su­ puestos distintos— doctrinas filosóficas y fenómenos culturales ya conocidos, propuso, como hemos indicado, la disolución del sujeto, o desaparición del hombre (a u to r) — que no su rechazo— en la in­ vestigación científica de los hechos culturales. (6) L C , O. c., azaro arreter F .: p. 157. (7) Ibíd. (8) Cfr., S t e i n e r , G .: Extraterritorial, Barcelona, Barral, 1973, págs. 158-159. (9) Según la etimología griega, episteme sería ciencia, por oposición a técnica. En la obra de M. Foucault puede definirse como un espacio histórica­ mente dado, situado entre dos mutaciones o cambios del saber, donde puede aparecer un conjunto de enunciados que constituyen y posibilitan objetos, prácticas, discursos o situaciones. Según Foucault, desde el Renacimiento a nuestros días han existido tres grandes epistemes o cambios de la estructura subyacente del saber: Renacimiento, época clásica (mediados del siglo X V II a fines del X V III) y el período inaugurado en el X IX . \. i ANTROPOLOGIA Y PRAGMATICA DE LA LITERATURA 645 E l propio Sartre pensó de Levi-Strauss que en su visión estruc­ tural de la antropología rechazaba la historia, cuando de lo que verdaderamente se distanciaba su escuela era de la imagen histó­ rica del progreso desde las pautas de valor de la civilización occi­ dental como algo universalmente válido. Todo esto explica de alguna m anera el éxito de la célebre frase de E. Ip ola según la cual el estructuralismo ha exiliado la Historia. Lo que sucede en reali­ dad es que el método estructural aplicado a la historia dará prio­ ridad al punto de vista sincrónico sobre el diacrònico, lo que no significa negar la explicación histórica, pero sí desplazarla para colocarla fuera de la estructura. Todavía en la actualidad estudio­ sos historicistas de la literatura piensan equivocadamente que la Crítica Semiológica excluye al autor o a la historia en su investi­ gación científica de los fenómenos culturales. N ad a hay más lejos que esto en nuestro campo de trabajo, como pretendemos demos­ trar a lo largo de las siguientes páginas. Cuando las filosofías estructuralistas proponen la desaparición del sujeto ( h om bre) en sus investigaciones científicas sobre la rea­ lidad cultural y, a su vez, el rechazo del Hum anism o, lo hacen apoyándose en razones metodológicas o, más precisamente, epis­ temológicas. E l estructuralismo dará primacía a las estructuras, sistemas y códigos, de tal manera que, en virtud de esta valoración, el hom bre será estudiado como una pieza constitutiva más de tales estructuras. Así, p o r ejemplo, el hombre (a u to r) ya no será el cen­ tro de la investigación literaria (antropológica, histórica, cultural, psicoanalítica, etc.). El crítico de la literatura ya no estudiará la psicología de Clarín para conocer La Regenta, ni la biografía de U nam uno para interpretar Niebla. Lo que hace el investigador estructuralista es analizar la obra en sí misma, abogando p or un estudio inmanentista bien de un texto literario, bien de una socie­ dad salvaje instalada en la selva amazónica o, simplemente, del inconsciente de una estructura social dada, contexturado y funcio­ nando como un lenguaje autónomo, tal y como proponía Lacan. De este m odo el estructuralismo traslada el centro de su investiga­ ción del Sujeto al Discurso, del hom bre a las estructuras. Para el teórico de la literatura francesa R. Barthes, el autor no era sino un personaje moderno, instituido en la civilización euro­ pea occidental tras la E dad Media. La eflorescencia de determinadas doctrinas filosóficas como el Em pirism o inglés o el Racionalism o francés, o la misma fe personal que extendió el espíritu de la Re­ form a, descubrieron el prestigio del hom bre individual ante su m undo social y artístico. Autores positivistas como Colin Srnith 646 JESUS G. MAESTRO justificaban la anonimia de las obras literarias anteriores al siglo X I V en el hecho de que el hombre medieval rara vez pensaba en reafirm ar su personalidad y pocas veces creyó que su nom bre o fam a en la tierra tenían derecho a sobrevivirle ( 1 0 ). Roland Barthes llega a hablar del sentido «teológico» (11) de la obra literaria, dado que la crítica historicista — según sus pro­ pias palabras— interpretaba el mensaje como un producto del «A utor-D ios» (12). «E sta concepción le viene muy bien a la crítica, que enton­ ces pretende dedicarse a la importante tarea de descubrir al Autor (o a sus hipóstasis: la sociedad, la historia, la psique, la libertad) ba jo la obra: una vez hallado el Autor, el texto se «explica», el crítico ha alcanzado la victoria; así pues, no hay nada asom broso en el hecho de que, históricamente, el impe­ rio del Autor haya sido también el del Crítico, ni tampoco en el hecho de que la crítica (p o r nueva que sea) caiga desman­ telada a la vez que el A u tor...» (13). I. 2. EL M ENSAJE L IT E R A R IO EN L A P R A G M A T IC A DE SU C O M U N IC A C IO N Partiendo de Siegfried J. Schmidt podemos definir la comunica­ ción literaria como todos y cada uno de los procesos de interacción social y de comunicación que tienen como objeto temático lo que se ha denominado «texto literario». De este modo, una Teoría de la Comunicación Literaria debería explicitar y estudiar no sólo los actos de la comunicación literaria en sí, sino también los objetos y estados de las cosas, además del conjunto de presuposiciones y consecuencias que, por su pertinencia, tienen im portancia para esa comunicación dada. En palabras de S. J. Schmidt, «desde un punto de vista form al se trata del análisis de las relaciones texto-con­ texto» (14). Para este autor existen cuatro elementos fundamentales que deben estar presentes en toda teoría acerca de la comunicación literaria, que son los siguientes: (1 0 ) Cfr., S m i t h , C., en su introducción al Poema de Mió Cid, Madrid, Cá­ tedra. 1981, págs. 36 y ss. (11) B a r t h e s . R .: El susurro del lenguaje. Más allá de la palabra y la es­ critura, Barcelona, Paidós, 1987, p. 69. (12) Ibíd. (13 ) B a r t h e s , R .: O. c., p. 70. (14) S c h m i d t , S.J.,: “L a comunicación literaria”, Madrid, Arco-Libros, 1986, págs. 95 y ss. También en francés, “La communication litteráire”, Stratégies discursives, Lyon, Presses Universitaires de Lyon, 1978, págs. 19-31. ANTROPOLOGIA Y PRAGMATICA DE LA LITERATURA 647 1.— PR O D U C T O R E S de objetos de comunicación literaria: se: rían aquellas personas que en una sociedad dada producen los textos. 2.— R E C E P T O R E S de objetos de comunicación literaria: serían las personas que reciben o admiten como estéticos los objetos de tal comunicación literaria. 3.— IN T E R M E D IA R IO S de objetos de comunicación literaria: son las personas encargadas de juzgar tales objetos, ocupadas en la transmisión, multiplicación y difusión de los mismos a través de los cauces comerciales. 4.— A G E N T E S D E T R A N S F O R M A C IO N de objetos de comuni­ cación literaria: son aquellas personas que, de m anera explícita, declaran como literarios los objetos de comunicación que reciben, p or medio de producciones propias, tales como la crítica, la inter­ pretación o la traducción. Diremos, en suma, que la obra literaria conlleva su propia si­ tuación, y que cada lector crea a su vez una situación de lectura igualmente propia, elegida p or él mismo. «L a obra artística nace pa­ ra siempre como en su origen fue», recuerda F. Lázaro Carreter (15). I. 3. L A H O R A D E L LECTO R « E l nacimiento del lector se paga con la muerte del A u tor», ha escrito Roland Barthes en 1968 (16). Frente al autor de la obra literaria, hom bre cuya historia, bio­ grafía o sociología pueden conocerse de un m odo más o menos preciso, el lector se configura como un agente que carece — o in­ cluso prescinde, diríam os m ejor— de tales informaciones, con todo lo que ello significa p or su parte, además de ser alguien que man­ tiene reunidas en un mismo campo todas las huellas que constitu­ yen el escrito. En un trabajo para la Writing Conference (17), de Luchon, en Í975 («S o b r e la lectura», publicado un año más tarde en Le Fran­ çais), Roland Barthes define la lectura, ante los um brales de una teoría de la recepción, como un «cam po plural de prácticas diver­ sas». E incluso va mucho más lejos al querer proponer una anagnosología o anagnosis como única disciplina provisionalmente capacitada para desarrollar un análisis de la lectura, es decir, una (15) (16) (17) Lazaro Carreter, F.: O. c.. p. 163. Barthes, R. : O. c., p. 71. También en Barthes, R. : O. c., págs. 39-49. 648 JESUS G. MAESTRO pertinencia (1 8) desde la cual resulte posible cualquier tipo de observación sobre la lectura, entendida como legendum (algo para leer), que procede de una fenomenología, y no de una semiología, según Barthes. Otros teóricos de la literatura españoles y también alemanes (19) han propuesto el término receptor universal para designar a aquel receptor constituido p or todos los lectores potenciales que, en cual­ quier tiempo o lugar, acudirán voluntaria o fortuitamente a aco­ gerlo. En palabras de Lázaro Carreter, el lector es un m iem bro del receptor universal «qu e acoge el mensaje solitaria o colectivamen­ te, en lugares cronológica y espacialmente distintos, y, sin em bargo, ese mensaje nunca cambia, siempre es idéntico» ( 2 0 ). En 1967, en la ya famosa lección inaugural de Constanza, Hans Robert Jauss dio un paso fundamental al expresar la exigencia de buscar la experiencia literaria del lector allí donde ésta «entra en el horizonte de expectativas ( 2 1 ) de su práctica vital, reform a su comprensión del mundo, y, con ello, incide también en su com por­ tamiento social» (22). De estas nociones, así como de otras igual­ mente fundamentales de la moderna Literaturwissenschaft alemana hablarem os con detalle en el capítulo que más adelante dedicamos a la Estética de la recepción. Sepamos, por el momento, que tal escuela reconoce en el receptor una trabazón con los presupuestos lingüísticos, cognitivos, culturales, políticos y económicos que, a la hora de realizar el acto constitutivo del proceso total de recep­ ción, están contenidos en él. Los conocimientos que de la lengua y el m undo posee el receptor están necesariamente implicados como presupuestos (im plícitos y explícitos) en todos los procesos de recepción II. P R IM E R A C O N C L U S IO N P R E L IM IN A R Hasta aquí hemos hablado tan sólo de los tres elementos fun­ damentales que intervienen en la pragm ática de la comunicación literaria. (18) “L a pertinencia, en lingüística, es — o al menos ha sido— el punto de vista elegido para observar, interrogar, analizar un conjunto tan heteróclito, tan disparatado como el lenguaje”. Cfr., B a r t h e s , R .: O. c., p. 40. (19 ) L a z a r o C a r r e t e r , F.: O . c. (20) Cfr., ibid., p. 160. (21) El subrayado es nuestro. (22) Cfr., J a u s s , H .R .: Literaturgeschichte als Provokation, Frankfurt, a. M.. 1974. p. 199. Trad. esp., La literatura como provocación, Barcelona, Pe­ nínsula, 1976. ANTROPOLOGIA Y PRAGMATICA DE LA LITERATURA 649 a u to r---------- > o b r a ---------- > lector A partir de ellos, y sólo después de haber contrastado las hipó­ tesis hasta ahora form uladas a su respecto en el capítulo anterior, podrem os establecer los siguientes presupuestos de investigación: 1 .— Un estudio de la antropología del autor, fundam entado en el análisis del contexto « cultural» y social donde han tenido lugar y origen sus creaciones artísticas. 2 .— U n estudio del mensaje realizado desde el nivel pragmático, bien a p artir de la antropología del autor y de su contexto «cul­ tural» (lo que constiuye un estudio muy próxim o a la postura de numerosos historiadores de la literatura), es decir, una etnosemiótica del mensaje, o bien un estudio de la obra literaria desde la Estética de la recepción (Rezeptionsásthetik), esto es, a partir del concepto de fusión de horizontes, propuesto por Gadam er, que ha­ ce referencia a la fusión entre el horizonte de expectativas dado p or el texto previamente y el horizonte de expectativas aportado p or el lector. La fusión de ambos horizontes puede realizarse es­ pontáneamente, pero también puede producirse de m anera reflexi­ va, como veremos. 3.— Un estudio del receptor a partir de un sistema de normas de expectación objetivadas — lo que constituye en definitiva su horizonte de expectativas— cuya finalidad prim ordial ha de ser la de clarificar el modo, las condiciones y los actos constitutivos del proceso total de recepción del texto literario. Creemos que el siguiente cuadro sinóptico puede resultar útil para exponer y com prender gráficamente los criterios hasta aquí enunciados: AVTtCpOLCtrU hí>rih;oaít£ pe p U 1C /) 1 f * je C.0WT5XTO Pv| CA 1F Jf \ \J L T TWAS 1 ♦ ftgCEPTO* t f c o tírex T o js C ZXPec TA Ih/£jSEMieriCA \J fí. A ESTCTICA UK HfiCEPCiOil JESUS G. MAESTRO 650 II. 1. LA ANTROPOLOGIA DEL AUTOR Hemos hablado anteriormente de cómo la crítica tradicional al proponerse el estudio de una obra literaria se detenía en el referente del texto y no en el texto mismo, propiamente. De esta manera, al estudiar la temática referencial de la obra, el crítico reflexionaba no sobre la obra misma, sino sobre los diferentes jui­ cios psicológicos, filosóficos, biográficos, sociológicos, de libertad, etc., que la rodeaban, siempre tangenciales a su inmanencia textual. Tomás Albaladejo Mayordomo, en su excelente estudio acerca de la Teoría de los mundos posibles (23), habla de la pragmática y de la semántica extensional como análisis dirigidos a la obra de arte desde lo externo, a diferencia del proceder de la crítica litera­ ria intrínseca. En el ámbito de tales disciplinas está, además del referente del texto y de los dos interlocutores presentes en todo acto comunicativo (em isor y receptor), el contexto histórico, social, cultural, etc., de cada uno de ellos. En suma, los elementos extratextuales de que nos servimos en el nivel pragm ático deben ser atendidos y estudiados en función del texto, que es el centro del acto de comunicación, y debe ser también el centro de nuestras investigaciones científicas en torno a las realidades literarias en él clausuradas. Existe entonces un ámbito cotextual, que corresponde a la obra literaria, y donde encuentran su lugar la sintaxis y la semántica intensional. De otro lado, hablarem os naturalmente de un contexto, dentro del cual se integrarían el referente del texto, los ejecutores del acto comunicativo y las condiciones históricas, sociales y culturales pertinentes de tal contexto, esto es, en suma, la semántica extensional y la pragmática de la obra literaria. CO NT EX TO CONTEXTO P or otro lado, Teun A. van Dijk, al tratar de definir la pragm á­ tica de la comunicación, habla de «aquella parte del estudio del lenguaje que centra su atención en la acción» (24). Atienden, sin A M , (23) lbaladejo ayordomo T .: Teoría de los immdos posibles y macroestructura narrativa, Universidad de Alicante, 1988. (24) ijk T.A. van: “La pragmática de la comunicación'literaria”, Prag­ mática de la comunicación literaria, Madrid, Arco-Libros, 1986, p. 72. D , ANTROPOLOGIA Y PRAGMATICA DE LA LITERATURA 651 duda, estas palabras de Van D ijk al acto de habla (speech act), inherente a toda pragm ática del mensaje. Un acto de habla equi­ vale a un acto social, p or medio del cual los m iem bros de una comunidad de hablantes entran en mutua interacción. Retornemos nuevamente al esquema del proceso comunicativo, expuesto inicial­ mente, según el cual en la pragmática de la comunicación literaria hay que tener en cuenta no sólo el texto literario como tal, sino también los mecanismos de producción e interpretación del mismo, constituidos ahora en acciones sociales, al ser apropiados ( appropiate) — término propuesto por Van D ijk— en su contexto todos los actos verbales, conforme a las reglas form uladas p or la prag­ mática de la comunicación. «S in em bargo, adoptamos aquí el punto de vista, am plia­ mente aceptado en la actualidad, según el cual una teoría de la literatura bien fundada comprende tanto una teoría del tex­ to literario como una teoría de los contextos literarios, inclu­ yendo una teoría que las relacione a am bas» (25). Podríam os definir entonces el contexto como el tipo específico de situación comunicativa en que se desarrolla un acto de habla transmitido p or un emisor y destinado a un receptor que posee su mismo código. Con frecuencia, antropólogos y etnosemióticos consideran autor como un ser «cautivado y atrapado» en un al determinado contexto cultural. Ciertamente, la cultura de un contexto o estruc­ tura es indisociable del autor que se halla integrado en él como un elemento dinámico más. Recordemos que el estructuralismo inter­ pretaba la realidad como una totalidad de elementos que mantienen entre sí relaciones de interdependencia, mientras que el atomismo defendía su propia epistemología al suponer que la realidad estaba form ada p o r sumas o yuxtaposiciones de elementos que podían aislarse o descomponerse según posibilidades o apetencias. Fue entonces cuando, en 1969, Pouillon definió la estructura como aque­ llo que «revela el análisis interno de una totalidad» (26). P , (26) ouillon J., y X X I, 3.a edición, 1969, p. 2. otros : Problemas del estructuralismo, México, Siglo Estudiar los fenómenos de la historia de la cultura desde el punto de vista semiológico es, sin duda, una de las tareas más actuales y com plejas de la moderna problem ática de las Gestes- (25) D ijk , T.A. van: O. c., p. 176. Cfr., Studies in the Pragmatics o f Dis­ course, L a Haya, Mouton, 1979. . 652 JESUS G. MAESTRO wissenschaften ( 27). El semiótico soviético Y u ri M. Lotm an definió la cultura en- 1967 como el «conjunto de la inform ación no heredi­ taria acumulada, conservada y transmitida p or las diversas colecti­ vidades de la sociedad hum ana» (28). Cultura es, pues, información, y la separación entre el contenido de unos textos culturales y la estructura de su «lenguaje» ( langue, según Lotm an sería un «siste­ ma teóricamente reconstruíble») es condición indispensable para construir una historia tipológico-estructural de la cultura. ' El antropólogo y etnólogo Bronislaw M alinovsky (Cracovia, 1884 — Estados Unidos, 1942), en Una teoría científica de la cultura, form ula un análisis de los fundamentos que permiten elaborar un sistema general explicativo de los fenómenos sociales en virtud del principio de que la cultura es siempre humanística, en íntima rela­ ción con las necesidades y deseos humanos. Autor funcionalista, B. M alinovsky da su propia definición de la cultura como «conjun­ to integral constituido por los utensilios y bienes de los consumi­ dores, por el cuerpo de normas que rige los diversos grupos sociales, por las ideas y artesanías, creencias y costum bres» (29). Incidirá más adelante en la proximidad del hom bre hacia su cuerpo y hacia su ambiente natural, para concluir en que el ser humano «tiene, prim ero y ante todo, que satisfacer las necesidades de su organis­ m o». Queda, así pues, manifiesta la relación entre el comporta­ miento cultural y las necesidades humanas básicas y derivadas. En el terreno de la antropología existían durante el siglo X IX dos escuelas dominantes que fueron la Historicista y Funcionalista. E l magisterio historicista admitía una división entre difusionistas, para los cuales los productos culturales respondían a una difusión por contacto de unas culturas con otras, y evolucionistas, quienes como L. M organ partían de estadios culturales evolutivos a través de los cuales consideraban a la civilización europea occidental como el estadio cultural más avanzado. Por su parte, los funcionalistas explicaban los hechos antropológicos en todos los niveles de des­ arrollo por su función, es decir, por el papel que desempeñan en el sistema. (27) Ciencias Humanas. (28) otman Y .M .; “El problema de una tipología de la cultura”, Semió­ tica y praxis, Barcelona, Cuadernos Beta, s. a., p. 71. También en A A .V V .: “K probleme tipologii kul’turi”, Trudy po znakovym sisteman, 111, Tartu, 1967, p. 30. (29) alinowsky B . : Una teoría científica de la cultura,.. Barcelona, Edhasa, 1981, p. 42. , Y . L M , , ANTROPOLOGIA Y PRAGMATICA DE LA LITERATURA 653 El antropólogo estructuralista C. Lévi-Strauss propuso en 1952, en su estudio sobre La noción de estructura en etnología (30), la siguiente definición de cultura: «conjunto etnográfico que desde el punto de vista de la prospección presenta, con relación a otros conjuntos, variaciones significativas» (31). Diremos, conform e a tal aserción, que Estados Unidos y Europa son culturas diferentes, mientras que, p or el contrario, Oviedo y París serían unidades cul­ turalmente diferentes. El término cultura está empleado aquí con el objeto de reagrupar un conjunto de variaciones significativas cuyos límites coinciden sólo aproximadamente. Cualquier grupo de individuos localizado objetivamente en un tiempo y en un espacio depende simultáneamente de varios sistemas de cultura. Un estudio antropológico de un autor determinado, que no es sino un creador de cultura comunicada en form a dinámica; debe tener en cuenta los sistemas de cultura simultáneos de los que depende el sujeto de su investigación: universal, continental, nacional, provincial, local, familiar, confesional, político, etc. El propio N. B o h r desarrolló muchos de estos aspectos en sus inves­ tigaciones de 1939, reunidas en un breve ensayo titulado Natural Philosophy and Hum an Culture (32). Incluso podem os ir mucho más lejos al asegurar que, en to­ da sociedad, la comunicación (según término propuesto por LéviStrauss en su Antropología estructural) opera en los tres nivele 1 siguientes: 1 .— Comunicación de mujeres. 2 .— Comunicación de bienes y servicios. 3.— Comunicación de mensajes. A cada uno de estos tres niveles corresponde, respectivamente, el estudio del sistema de parentesco, del sistema económico y del sistema lingüístico. (30) Cfr., en la versión original inglesa, Social Structure, Wenner-Gren Foundation International Symposium on Anthropology, N ew York, 1952. Pos­ teriormente, también en A.L. roeber (ed.), Anthropology To-Day, Illinois, University of Chicago Press, 1953, págs. 524-533. Trad, esp., Antropología es­ tructural, Barcelona, Paidós, 1987, págs. 299-337. (31) évi trauss C .: 316. (32) ohr N . : “Natural Philosophy and Human Culture”, Nature, vol. 143, 1939, s. 1., p. 9. - K L -S B , , O. c., p. JESUS G. MAESTRO 654 «L a cultura no consiste solamente, entonces, en form as de comunicación que le son propias (com o el lenguaje), sino tam­ bién — y tal vez sobre todo— en «re gla s» aplicables a toda clase de «juegos de comunicación», ya se desarrollen éstos en el pla­ no de la naturaleza o de la cultura» (33). N o obstante, la primera noción de cultura se la debemos al in­ glés E. B. Tylor, quien en 1871 la definió como «esa totalidad com pleja que incluye conocimiento, creencia, arte, moral, ley, cos­ tumbre y todas las demás capacidades y hábitos adquiridos por el hom bre como miembro de la sociedad» (34). A lo largo de los últimos treinta años los estudios de antropo­ logía se han desarrollado sorprendentemente. Se han distinguido las proclamas «so cial» y «cultural», referidas a la investigación antro­ pológica, al considerar que, aunque tal disciplina aspira siempre a conocer al hom bre en su integridad más total, en un caso lo exa­ mina a partir de sus producciones, apoyándose en la psicología y en la sociología, mientras que en otros casos lo hace desde sus representaciones, valiéndose entonces del auxilio de disciplinas tales como la geografía, la arqueología y la lingüística. En suma, el an­ tropólogo no sólo es el «astrónom o de las ciencias sociales» (35), como escribió Lévi-Strauss, sino que además su disciplina pretende resueltamente convertirse en una ciencia semiológica, al situarse sin reticencias en el plano de la significación II. 2. L A E TN O SE M IO TIC A DEL M ENSAJE Algunos autores, entre ellos Caramés Lage, han puesto en rela­ ción la antropología y la literatura, a partir de la noción de cultura, en un campo de investigación al que han denominado Etnosem iótica. Según sus argumentos, este saber constituye el campo de unión de disciplinas como la Antropología y la Literatura, a la vez que cifra su objeto de estudio, de un lado, en el análisis de las mani­ festaciones concretas del comportamiento humano y, de otro, en las investigaciones sobre el lenguaje. En 1966, Colby intentó deli­ m itar el campo de investigación de una etnosemántica a la com- L -S , (33) evi trauss C .: O. c.. p. 318. En el fondo, la cultura no deja de ser una realidad natural sometida a un reglamento. De este modo, en una sociedad cultural la "norm a" es aquel modelo consciente que tiende a perpetuar de for­ ma específica usos, modelos o creencias que se encuentran subsumidos en esa sociedad. (34) Cfr., ylor E .B .: Primitive Culture, Londres, 1871, vol. I, p. 1. (35) evi trauss C .: O. c„ p. 389. T L -S , , ANTROPOLOGIA Y PRAGMATICA DE LA LITERATURA 655 prensión y valoración de las emociones y creencias que yacen detrás del uso de las palabras. Por su lado, Caramés sitúa los orígenes de la etnosemiótica en torno a 1958, fecha en que K roeber y Parsons insistían en la estrecha relación existente entre el análisis social y cultural de aquellas realidades humanas históricamente consti­ tuidas. La etnosemiótica del mensaje considera al autor de una reali­ dad literaria como aquel individuo, miembro de una unidad colec­ tiva, que posee un sistema coherente de categorías culturales y una «capacidad m etafórica». El mensaje o « texto cultural» de un autor es interpretado p o r la etnosemiología como un corpus en el que están contenidos el ritual, la simbología y la concepción total del m undo que una cultura específica y concreta puede profesar. Al autor es, p or tanto, un creador «cautivado y atrapado» en un contexto cultural propio. La etnosemiótica, en su proceso de investigación, trata de hacer correspondes una lingüística (teoría literaria) como reflexión teórica sobre el lenguaje (integrable p or tanto en una teoría semiótica más general) que fundam enta sus investigaciones en la naturaleza, el funcionamiento y los procediinvestigación, trata de hacer corresponder una lingüística (teoría antropológica de las formas culturales de un grupo humano, fun­ damentándolas en un contexto, o mejor, categorizándolas en unas estructuras. Existe, p or tanto, un « texto cultural» o texto completo, creado por un autor determinado en un común contexto cultural, indisociable de las obras o creaciones artísticas que dimanan de él como productos creados p or el hombre. A N T R O P O L O G IA autor > TEXTO contexto Si admitimos la definición de etnosemiótica propuesta p or J. L. Caramés Lage según la cual el objeto de estudio de esta disci­ plina es el de «establecer, considerar, describir y explicar todo tipo de textos creados dentro de una cultura con el fin de aprehender el texto cultural» (36), podemos suponer que esa cultura se limita C L , “La (36) aramés age J .L .: etnosemiótica como mediación entre la an­ tropología y la literatura”, Actas del 1 Congreso Internacional de la Sociedad Española de Semiótica, Madrid, CSIC, 1985, págs. 125-134. JESUS G. MAESTRO 656 entonces a la abstracción intelectual de la conducta humana, o de otro modo, al efecto que resulta de entender el lenguaje ( langas) como una abstracción del habla (parole). Autores como A. J. Greimas piensan que la finalidad de la etnosemiótica reside precisamen­ te en el desarrollo de una problemática de la universalidad de los objetos culturales y de las «form as semióticas». Así pues, la etnosemiótica del mensaje es sencillamente una disciplina que, al tener como exclusivo objeto de estudio el «.texto cultural-» — previamente reelaborado y aprehendido por una etnosemántica del texto— , nos parece, sin duda, más próxim a a una «antropología de la literatura» (o a una historia de la literatura en su estado más p u ro ) que a una semiología de la obra literaria, cuyos análisis sintáctico y semántico pueden proporcionar resul­ tados más sistemáticos y objetivos, dada la cientificidad de su metodología epistemológica, y sin duda más exhaustivos y autóno­ mos, dado su compromiso permanente con el conjunto de caracte­ res específicos y técnicas constitutivas, inmanente al quehacer literario. Como ha escrito María del Carmen Bobes Naves, «los únicos caminos que llevan a la literariedad son los que parten de las obras literarias, donde se objetiva la literatura» (37). Asimismo, el nove­ lista checo M. Kundera ha recordado en más de una ocasión que «todo lo que hay que saber lo dice la propia novela» (38). Es así pues, en resumen, que la etnosemiótica estudia el «texto cultural» que ha resultado de una interpretación etnosemántica del significado del mensaje literario, contemplado este último a partir de una antropología que debe detenerse inexcusablemente no sólo en el estudio de un autor, sino también en el estudio del contexto cultural en el cual ha tenido lugar y desarrollo la labor estética. antropología etnosemántica etnosemiótica t Autor — Contexto 1 1 TEXTO ------ > . 1 TEXTO 1 CULTUR A 1 1 i 1 1 N os encontramos así ante una disciplina que otorga amplia prioridad al autor en su propósito de estudiar integralmente la obra literaria, p or más que se resista a renunciar a un análisis B N K , , (37) obes aves M. del C .: Teoría general de la novela. Semiología de “La Regenta”, Madrid, Gredos, 1985, p. 7. (38) undera M .: El arte de la novela, Barcelona, Tusquets, 1988, p. 50. ANTROPOLOGIA Y PRAGMATICA DE LA LITERATURA 657 — p o r otro lado inevitablemente intersticial— de la totalidad del discurso, en un intento de aproximación a la axiomática lingüística en busca de un fundamento teórico y literario que, desde hace ya bastante tiempo, ha ido adquiriendo y consolidando cada vez con más vigor la m oderna Teoría Semiológica de la Literatura. II. 3. L A E S T E T IC A DE L A REC E PC IO N N o vamos a desarrollar en este capítulo un tratado científico acerca de la Rezeptionsasthetik, pues ni gozamos del espacio re­ querido para tal fin, ni pretendemos almacenar en este trabajo un material de investigación que, con relativa facilidad, se encuentra a disposición del estudioso interesado en el área de conocimiento de Teoría de la Literatura del Departamento de Filología Hispánica de la Universidad de Oviedo. De este modo, nos proponem os ofrecer, a lo largo de las páginas siguiente, un guión en que recoger los presu­ puestos científicos y metodológicos más fundamentales de la es­ cuela de Constanza, de tal manera que el investigador interesado pueda introducirse en el estudio de una teoría de la Estética de la recepción y deducir de nuestro sumario los capítulos de m ayor actualidad y provecho para su posterior aplicación y desarrollo. En julio de 1988, el catedrático de Teoría de la Literatura Ri­ cardo Senabre Sem per ofreció en el Aula «M iguel de U nam un o» de la Universidad de Salamanca (39) un ciclo de conferencias b a jo el título de La obra literaria y su destinatario. Inferim os de su diser­ tación que los prim eros síntomas del nacimiento del lector pueden encontrarse en el siglo X V III, pues es entonces cuando el escritor dirige, de manera consciente y deliberada, sus obras impresas «a los lectores». Durante mucho tiempo el escritor (a u to r) había escrito sus obras para « oyentes», no para lectores. La recepción literaria Dodía, pues, materializarse de un doble modo: bien a través de los cauces individuales, proporcionados por una lectura solitaria y si­ lenciosa; bien a través de la lectura colectiva, recitada ante un auditorio más o menos amplio o reducido de oyentes. Pensemos que Don Quijote es el prim er personaje novelesco cuya cultura ha sido adquirida a través de textos escritos, es decir, que no la ha hecho proceder de ningún tipo de naturaleza o tradi­ ción oral. Sin em bargo, en 1605, la prosa ya se lee en silencio, S S , (39) enabre emper R . : “ L a obra literaria y su destinatario” , ciclo de conferencias pronunciadas entre los días 18 y 22 de ju lio de 1988 b ajo el tema Tendencias actuales de C rítica Litera ria , Curso Superior de F ilología Hispánica, Aula “ M igu el de Unam uno” , Universidad de Salamanca. JESUS G. MAESTRO 638 mientras que, según varios autores, la poesía aún se recita y se escucha. Así, p or ejemplo, Ricardo Senabre asegura, con aporta­ ciones documentales de indudable interés, que la naturaleza oral de la poesía se prolongó durante los siglos X V I y X V I I , y, posible­ mente, la audición colectiva de las obras escritas habría persistido durante varios lustros más ante la lectura individual de no haber tenido lugar multitud de fenómenos que, tras la E dad Antigua, ha­ brían de posibilitar la aparición de la imprenta — lo que supuso la inmediata difusión y abaratamiento de los libros— y el nacimien­ to de la burguesía, apetecida de « poseer» textos escritos para sus incipientes bibliotecas (40). Diremos, en suma, que la naturaleza de un mensaje guarda es­ trecha relación con la naturaleza de su destinatario, hasta el punto de que esta última puede condicionar poderosamente la form a de aquélla. Nuestro actual verbo leer procede de la form a latina legere (d e lego, legi, lectum), «leer en alta voz, oír decir», «re u n ir», pro­ ducto del griego lego, «contar, hablar en público, conversar», «leer, recitar», sin duda en alta voz. Sebastián de Covarrubias definió leer en el siglo X V II como «pronunciar en voz alta lo que está escrito». Un siglo después, entre 1726 y 1739, el Diccionario de Autoridades añadía al definiens de este vocablo lo siguiente: «re ­ pasar con la m irada». Sin em bargo, sólo en nuestro siglo ha sido posible desarrollar una auténtica Teoría de la Recepción capaz de situar al lector en el centro de sus investigaciones científicas acerca del acto consti­ tutivo del proceso total de recepción. Y esto es en suma lo que han aportado los estudiosos de la Rezeptionsásthetik o Estética de la recepción. En los comienzos del siglo X X , la teoría de la relatividad de Eisntein (41) pone en tela de jucio la creencia de que el conocimien­ to científico no es más que una progresiva y continuada acumula­ ción de hechos; por su parte, el filósofo T. S. Kuhn demuestra que, científicamente, la aparición de un «fenóm eno» depende del marco de referencia en que se mueve el observador científico, y, en campos afines de investigación, la filosofía de la Gestalt sostiene que la mente del hom bre no aprehende los objetos de su realidad como (40) L a religiosidad no se mantuvo al margen de tan importantes aconte­ cim ientos para la historia de la lectura. Con la “ devotio m oderna” los hábitos religiosos se interiorizan, renunciando a toda práctica de m anifestación exter­ n a: lugares apartados, solitarios, destinados a la meditación o a la reclusión tem poral; lecturas privadas, silenciosas... (41) isntein : E l significado de la relatividad, Barcelona, Planeta, 1985. E ,A ANTROPOLOGIA Y PRAGMATICA DE LA LITERATURA 659 trozos o fragmentos sin relación entre sí, sino como organizadas configuraciones de elementos que remiten a un significado. Un mismo objeto puede parecer distinto al ser percibido en un contexto diferente al habitual. Incluso objetos em plazados en un mismo campo de visión pueden interpretarse de m odo diferente según form en parte de la «fig u ra » o del «fo n d o ». Es conocido el problem a de la imagen am bigua que reproducim os más abajo. La figura fue diseñada p or el dibujante W . E. H ill en 1915 para ser publicada en Puck, con el título de «M i esposa y mi suegra». En 1930 fue presentada a los psicólogos por Edw in G. Boring. Sólo el re­ ceptor ( lector) puede decir en qué sentido debe orientar la configu­ ración de las líneas. Quienes identifiquen determinados trazos como un rostro en escorzo verán, efectivamente, una joven. Si esas mis­ mas líneas se identifican como una nariz, la figura completa será la de una vieja. N o será necesario referirse a las palabras de P. Valéry (42), reproducidas ya en tantos manuales dedicados al estudio de la recepción literaria, para introducirnos en los prelim inares de la actual ciencia alemana de la literatura. A partir de 1950, la teoría literaria tudesca se encuentra subsum ida en explicaciones inmanentistas del texto literario, métodos instalados p or estudiosos que, como Leo Spitzer, dejaron de con­ siderar la obra literaria como un documento biográfico o histórico, sujeto a influencias literarias de índole diversa, para valorarlo co(42) “ M is poemas tienen el sentido que se les dé” . 660 JESUS G. MAESTRO mo una obra de arte que obedece a leyes estéticas propias. Para­ lelamente, en Estados Unidos se desarrollan investigaciones afines b a jo la denominación de N ew Criticism (43), movimiento surgido hacia 1935 p or iniciativa de un grupo de críticos del Sur, animados en un principio por John Crowe- Ramson, quien, en 1941, le daría el nom bre de Nueva Crítica (44). Sin em bargo, el inmaneniismo suscitó dos problem as. Por un lado, no explicó suficientemente qué lugar debe ocupar el receptor en la interpretación del texto (gustos, personalidad, intereses), y, p or otro lado, aquella doctrina inmanentista demostró carecer de un modelo que permitiera al investigador integrar el texto aislado en el proceso de la historia. Es en este contexto donde nace la Estética de la recepción, con el propósito de renovar m etodológi­ camente los estudios literarios entonces establecidos, ofreciendo a cambio no sólo una investigación detenida de los modos y condi­ ciones en que se efectúa la recepción de los textos literarios, sino también la creación de un cauce que diera salida a los dos sistemas imperantes, el estructuralismo form alista de un lado y la sociología marxista de otro. Sin duda resultó profètica la afirm ación de P. Ri­ coeur según la cual el estructuralismo supondría trabajar con un corpus doctrinal ya constituido. De esta manera, la Estética de la recepción comienza a hacerse preguntas acerca de la influencia del público en el proceso de pro­ ducción de los textos literarios (la recepción popular varía indefec­ tiblemente de un autor novel a un autor clásico) y a interesarse p or la competencia de la que da muestra el lector ante los diversos géneros, con objeto de dar cuenta, asimismo, de las condiciones requeridas p or un texto para que pueda ser apreciado como esté­ tico p o r un público lector. Los signos de un texto literario promueven, a la vez que recha­ zan, determinados sentidos e interpretaciones, pero la obra no es una entidad constante, sino que posee una historicidad tan esencial como inherente. Ante esta doble realidad del texto (cerrado en cuanto a las formas y abierto en cuanto al sentido), la labo r del crítico no puede limitarse a la explicación form al o normativa, sino í43) H. H atzfeld, al incluir a los form alistas rusos y a los new critics en su revisión de las tendencias estilísticas, señaló: “ Y pueden llamarse estilis­ tas, puesto que se preocupan más de la artesanía literaria que de la inspiración artística” . Cfr., “ Métodos de investigación estilística” , Revista de Ideas Esté­ ticas, X IV , núm. 53, 1956, págs. 43-65, p. 56. (44) Vid., amson J.C.: The New Criticims, N orfolk, 1941; The World’s Body. N ew York, 1938; Poems and Enssays, N ew Y ork, 1955. R , ANTROPOLOGIA Y PRAGMATICA DE LA LITERATURA 661 que debe superponer su análisis a las condiciones ba jo las cuales se hace posible la constitución de sentido de un texto. Para los investigadores de la Receptionsasthetik lo fundam ental no ha de ser el conocimiento de las reglas que han producido el texto, sino el m odo y las condiciones en que se desarrollará su recepción en cuanto que constituye una realidad estética. En definitiva, se pretende una inclusión de la obra literaria en la dinámica de un proceso comunicativo del que ya hemos hablado con anterioridad (emisor-texto-receptor), sin perder de vista que la recepción ha de estar en función de la forma del texto (el texto se concibe como algo cerrado en cuanto a su form a). A) Antecedentes filosóficos e históricos de la Estética de la recepción E l punto de partida corresponde sin duda a H. G. G adam er con su obra Wahrheit und Methode (1960), donde elabora el estado más avanzado de su hermenéutica filosófica (45). G adam er habla de un horizonte de preguntas, constituido por la totalidad de los inte­ rrogantes que, obedeciendo a la lógica de pregunta/respuesta, se establecen en la relación texto/lector. En 1967, en el fam oso dis­ curso inaugural de Constanza (46), Hans Robert Jauss denomina horizonte de expectativas a lo que Gadam er llam aba horizonte de preguntas, y lo define como «la suma de comportamientos, conoci­ mientos e ideas preconcebidas que encuentra una obra en el m o­ mento de su aparición y a merced de la cual es v alorada» (47). Para Descombes (48), la filosofía francesa anterior al estructurealismo estuvo dom inada por las tres « H »: Hegel, Heidegger y Husserl. Partiendo de Hegel, y a través de una filosofía antropo­ lógica, es posible llegar al existencialismo humanista francés del Sartre m aduro. P or su parte, Husserl y Heidegger estarían presen­ tes en el existencialismo del prim er Sartre y, sobre todo, en la G , H.G. (45) adamer : Wahrheit und Methode, Tubinga, J.C.B. Mohr. Trad. esp., Verdad y método, Salamanca, Sígueme, 1977. (46) auss H .R .: Literaturgeschichte als Provokation der Literaturwissens­ chaft, Constanza, U n iversitätverlag, 1967. Trad. esp., “ L a historia literaria como desafío a la ciencia litera ria ” , en umbrecht H.U. et a l.: La actual ciencia literaria alemana, Salamanca, Anaya, 1971, págs. 37^114. (47) othe A . : “ El papel del lector en la crítica alemana contem porá­ nea” , Estética de la recepción, M adrid, Arco-Libros, 1987, p. 17. Tam bién en “ L e role du lectur dans la critique allemande contem poraine” , en Littérature, 32, 1978, págs. 96-109. (48) escombes V . : Lo mismo y lo otro. Cuarenta y cinco años de filo­ sofía francesa (1933-78), Madrid, Cátedra, 1960. J , G R D , , , JESUS G. MAESTRO 662 fenomenología de Merleau-Porty (1908-1961), su principal represen­ tante en Francia. Pensemos que, frente al estructuralismo, que p ro­ pone un estudio de la realidad a partir de los sistemas y estructuras en sí mismos, prescindiendo de la descripción que puede aportar el sujeto ( consciencia), la fenomenología opera siempre, en sus in­ vestigaciones sobre los objetos del mundo, acudiendo a la concien­ cia del sujeto, a fin de que éste nos descubra la experiencia que vive, para extraer de ella finalmente la verdad del tema. Creemos que, en las líneas generales de la corriente filosófica iniciada por Husserl, la fenomenología podría definirse como una moderna disciplina de la Filosofía caracterizada p or destacar el factor de la intencionalidad de la conciencia — toda conciencia es conciencia de algo— y por ir a las cosas mismas tal como se apa­ recen, dejando a un lado teorías y prejuicios. En gran medida esta tendencia ha rehabilitado la preterida idea de que la mente huma­ na es centro y origen de todo sentido, pues, como ha escrito Husserl, «la meta de la investigación filosófica es el contenido de nuestra conciencia, no los objetos del m undo» (49). B) Primeros estudios de la escuela de Constanza La crítica literaria anterior a la teoría de la recepción desarro­ llada por el grupo de Constanza apenas había prestado atención al lector como instancia problemática de la literatura. Si la poética de la antigüedad clásica había aportado el concepto de katharsis, la Estilística idealista — Dámaso Alonso y Spitzer— hablaba de intui­ ción lectora. M ás adelante, con el desarrollo de la Estilística Estruc­ tural de Michel Riffaterre, más próxima a la semiótica, se introduce el concepto de archilector y se habla de competencia literaria. R iffa­ terre coincide con los formalistas rusos al considerar la poesía como un uso especial del lenguaje, pero su innovación se manifies­ ta al demostrar que las propiedades lingüísticas y literarias de un poema no pueden ser percibidas siquiera por un lector informado. N o nos detendremos aquí en el desarrollo de su teoría Semiotics of Poetry (50), donde sostiene que los lectores competentes van más allá del sentido superficial. Baste recordar su ensayo sobre el soneto « Les chats» de Baudelaire, donde difiere de la visión forma- S , (49) elden R . : La teoría literaria contemporánea, Barcelona, A riel. 1987, p. 132. (50) iffaterre M .: Sem iotics of Poetry, Indiana U n iversity Press y Methuen, Londres, 1978. R , ANTROPOLOGIA Y PRAGMATICA DE LA LITERATURA 663 lista de Jakobson a la vez que censura la interpretación elaborada p o r Lévi-Strauss (51). Entre tanto, Robert Escarpit, a través de la crítica sociológica, estudia al lector com o ser social. Finalmente, la Sem iología inte­ graría al lector ( receptor) en el nivel pragmático, tal y como pre­ tendemos dem ostrar a lo largo de este estudio. P or su parte, los trabajos fundacionales más importantes de los investigadores de Constanza fueron «L a historia literaria como desafío a la ciencia literaria» (1967), de H. R. Jauss (52); Die Appellstruktur der Texte (1970), de W . Iser (53), y «F ü r eine Literaturgeschichte des Lesers» (1967), de H. W einrich (54). C) Los conceptos más generales de la Rezeptionsdsthetik La Estética de la Recepción, nacida con el propósito de intro­ ducir en el ám bito de la Teoría de la Literatura una auténtica renovación metodológica y epistemológica, ha proporcionado a tra­ vés de sus modelos de análisis nuevas e importantes nociones que, a no dudarlo, deben ser estudiadas detalladamente. He aquí las más urgentes: 1 .— Horizonte de expectativas. 2 .— Distancia estética. 3.— Fusión de horizontes. 4.— Competencia estética. 5.— Indeterminación del texto. 6 .— Un nuevo concepto de lectura. 1. EL HORIZONTE DE EXPECTATIVAS El también denominado Erwartungshorizont corresponde, con algunas reservas, a lo que Y. Lotman (55) ha considerado como «códigos culturales» (vid. cap. anterior), y que la semiología desig- R , (51) iffaterre M .: “ Describing poetics structures: two approaches to Baudelair’s Les chats” , w n J. Ehrmann, ed., Structuralism. D oubleday and Co., Inc., Garden City, N ueva York, 1970. Extracto en Jane Tompkins. O rigin al­ m ente en Yale French Studies, 36-37 (1966), págs. 200-242. (52) auss H .R .: O. c., 1967. (53) ser : Die Appellstruktur der Texte, Constanza, U n iversitätver­ lag, 1970. Reim preso en arning R. (ed.), 1975, págs. 228-252. (54) einrich H .: “ Für eine Literaturgeschichte des L eser” , Merkur, 1970, 21, págs. 1.026-1.038. Trad, esp., “ Para una historia literaria del lector” , umbrecht H.U., et al.: L a actual cienca literaria alemana, págs. 115-134. (55) otman Y .M .: O. c., p. 73. J I , , W. W G L , , , W , JESUS G. MAESTRO 664 na «sistemas envolventes» o, de otro modo, «códigos semióticos culturales». Un horizonte de expectativas lo es con respecto a una época, a una obra (género y form as) y a un autor. La prim era defi­ nición que dio H. R. Jauss del Erwartungshorizont fue la siguiente: «E l análisis de la experiencia literaria del lector se salva del apremiante psicologismo si describe la recepción y el efec­ to de una obra en el objetivable sistema de referencia de las expectativas, que para cada obra, en el momento histórico de su aparición, es el resultado de la comprensión previa de los géneros, de la form a y temática de obras anteriormente cono­ cidas, y de la oposición entre lengua poética y práctica» (56). H abla Jauss también del acto constitutivo del proceso total de recepción al que podríamos definir como la recepción de estructu­ ras, sistemas o señales que orientan previamente al lector, y en cuyo marco de referencia no sólo es percibido el contenido del texto sino que también es esperada la realización de su significado. En este acto el lector «bo sq u e ja» el horizonte de expectativas im pli­ cado p or el texto. P or su parte, Bernhard Zimmermann, autor próxim o a teoremas materialistas, en su estudio «E l lector como productor: en torno a la problem ática del método de la Estética de la recepción» (57) define el horizonte de expectativas como un «sistem a de norm as de expectación objetivadas» (58). B. Zimmermann otorga gran im por­ tancia al fundamento sociológico de una teoría de la recepción, y censura abiertamente a Jauss en este punto, pues, rindiendo culto al materialismo, el profesor de la Universidad de M arburg aboga por un ensamble estructural entre la estructura social, de un lado, y la estructura social de la literatura, de otro. En suma, Zim m er­ mann prefiere hablar de horizonte de expectativas según estratos, en lugar de utilizar el término propuesto por Jauss, dada su espe­ cial homogénesis, pues, «una teoría de la recepción fundamentada sociológica e históricamente se pregunta por las estructuras socia­ les de la sociedad de la literatura, y analiza la aparición y evolución de las disposiciones receptivas en el marco de este análisis de es- J , O. (56) Cfr., auss H .R .: c., 1974, págs. 173 y ss. (57) Cfr., Estética de la recepción, Madrid, Arco-Libros, 1987, págs. 39-58. Tam bién en “ D er Leser als Produzent: Zur Problem atik der rezeptionsästhe­ tischen M ethode” , Lili. Zeitschrift für Literaturwissenschaft und Linguistik. 4.15, 1974, págs. 12-26. (58) Vid., immermann B.: O. c., 1987, p. 41. Z , ANTROPOLOGIA Y PRAGMATICA DE LA LITERATURA 665 tructuras y evaluando los conocimientos que llegan- p or mediación de éstas» (59). Recordemos, finalmente, que la estructura de un horizonte de expectativas está determinada por tres factores: a ) Poética inmanente o conocida del género literario al que pertenece la obra. b) Intertextualidad: relaciones implícitas de la obra con otras obras conocidas de la historia literaria. c) Estudio de la función poética de la lengua p or oposición a la función práctica. Del horizonte de expectativas de un público depende la recep­ ción de un texto. Con frecuencia se produce una m ultiplicidad de horizontes entremezclados, sistematizables en los llam ados «.domi­ nantes de lectura». 2. LA DISTANCIA ESTETICA H. R. Jauss denominó distancia estética «a l espacio que media entre el horizonte de expectativas preexistente y la aparición de una nueva obra, cuya recepción puede suponer un cambio de hori­ zonte al rechazar las experiencias familiares o concienciar sobre las que se manifiestan por prim era vez» (60). Otros autores han definido la distancia estética como el espacio que comprende la expectativa del público ( lector) y su cumplimien­ to en el texto ( confirmación / no confirmación). Sí admitimos que cada obra crea su propio lector, la distancia estética permite ex­ plicar fenómenos como la «novela rosa» o la «novela intelectual». Al aceptar el lector el pacto narrativo que la obra le impone, la distancia estética puede provocar una modificación del horizonte de expectativas. Conviene señalar que para Zimmermann la distancia estética es un factor interdependiente del carácter artístico, de tal manera que, a través de estos modelos, la Estética de la recepción puede apro­ ximarse de m odo significativo al modelo-ortodoxo-de-arte, esto es, (59) Cfr., Zimmermann, B., O. c., 1987, p. 45. Sobre este aspecto, también Sommer, D., y Löffler, “Soziologische Probleme der literarischen Wirkungs­ forschung”, W eim a rer Beiträge, 16, 1970, págs. 51-76; Löffler, D., “Zur Spezi­ fik literarischer Interessen”, W eim arer Beiträge, 18, 1972, págs. 70-94; Escarpit, R., Hacia una sociología del hecho litera rio, Madrid, Edicusa, 1974. (60) Jauss, H .R . : O. c., 1974, p 177. De la .tradv esp., p. 77., JESUS G. MAESTRO 666 kitsch (61): «la distancia entre el horizonte de expectativas y la nueva obra se convierte en indicio del carácter artístico» (62). 3. LA FU SIO N DE HORIZONTES La fusión de horizontes puede definirse, en líneas generales, como la adecuación que debe producirse entre el horizonte de ex­ pectativas ( preguntas) dado por el texto previamente, y la estructura de la obra ( respuestas), esto es, el horizonte de expectativas apor­ tado p or el lector. Es, sencillamente, una dialéctica que responde al tipo siguiente: R E S PU E S TA PREG UNTA -> texto lector < El concepto de fusión de horizontes procede de Gadam er. Para Jauss el análisis de la experiencia literaria del lector debe compren­ der los dos lados de la relación texto-lector, como proceso de fusión de sendos horizontes. Tendríamos, así pues, de un lado, el efecto, como elemento de concretización de sentido condicionado p or el texto, y de otro, la recepción, como elemento de esa misma concretización, pero condicionado esta vez p or el destinatario. El lector construye el horizonte de expectativas intraliterario sólo cuan­ do empieza a entender la obra y cuando recibe orientaciones pre­ vias, señales» — según H. Weinrich (63)— , o «antecedentes de la recepción» — según M. Naum ann (64)— . Por último, el lector convierte en habla un texto sólo cuando convierte en significado actual el sentido potencial de la obra, al introducir en el marco de referencia de los antecedentes literarios de la recepción su comprensión previa del mundo, «sus expectati­ vas preexistentes». (61) L a definición más reciente del K itsch nos la ofrece M ilán K undera: “ En la versión francesa del célebre ensayo de Herm ann Broch se tradujo la palabra “ kitsch” por “ arte de pacotilla” . Un contrasentido, porque Broch de­ muestra que el kitsch es algo más que una simple obra de mal gusto. Está la actitud kitsch. El comportamiento kitsch. L a necesidad de kitsch del “ hombre kitch” (K itsch m en sch ) : es la necesidad de mirarse en el espejo del engaño enbellecedor y reconocerse en él con emocionada satisfacción. Para Broch, el kitsch está ligado históricamente al Romanticismo sentimental del siglo X I X ” . Vid., El arte de la novela, Barcelona, Tusquets, 1987, p. 148. (62) immfrmann B .: O. c., p. 42. (63) einrich H .: O. c., 1967. (64) umann M .: “ Literatu r und Leses” , W eim ar B eiträge, 16, s. 1., 1970. Z W N , , , ANTROPOLOGIA Y PRAGMATICA DE LA LITERATURA 4. 667 LA COMPETENCIA ESTETICA P. Bourdieu, en su Zur Soziologie der symbolischen Form en (65), defiene la competencia estética como «el dominio de los instrumen­ tos necesarios para aprehender la obra de arte». En otro lugar, añade: «S e trataría de los esquemas de interpretación requeridos para apropiarse del capital artístico, en otras palabras, para des­ cifrar obras de arte tal como se le ofrecen a una sociedad determi­ nada en un momento d ad o» ( 6 6 ). 5. LA INDETERM INACION DEL TEXTO En cada lectura el lector posee un margen de análisisi Para W . Iser la lectura constituye y genera el significado. U. Eco (67), p or su parte, considera la obra como un signo «ab ierto», una estructu­ ra «vacía», «ausente», frente a Iser, para quien la obra representa un conjunto de sentidos constituidos p or el lector a Jo largo de la lectura; a su lado, el texto es sólo pura potencialidad. Esta distinción es sin duda muy semejante a la que se establece en el teatro, al abordar el estudio de la obra dramática — tal como propone la catedrática de la Universidad de Oviedo M aría del Car­ men Bobes Naves ( 6 8 )— en sus dos dimensiones: el texto (poten­ cialidad dram ática) y la representación (plenitud espectacular). Igualmente pueden reconocerse afinidades con la distinción que hace M ukarovsky entre artefacto y objeto estético. 6. U N NUEVO CONCEPTO DE LECTURA De todos los aspectos antemencionados ha de derivarse un nue­ vo concepto de lectura como creación — m ejor sería decir interpre­ tación— de sentido. N o deben olvidarse las propuestas de W . Em pson ( ambigüedad) o de Ingarden ( blancos, vacíos) (69). (65) Frankfurt, 1970. (66) Ibid., p. 169. (67) Eco, U .: Obra abierta, Barcelona, Planeta, 1985. (68) obes aves M. del C.: Semiología de la obra dramática, Madrid, Taurus, 1987. (69) Cfr., mpson W. : Steven types of ambiguity. London, Chatio and Winds, 1930. Y vid. ngahden R., Das Literarische Kusnstwert, Tubinga, M ax M iem eyer V erlag, 1931. Trad, ing., The Literary Work of Art, Evanston N orthw estern U n iversity Press, 1973. Trad, fr., L ’aeuvre d’art littéraire, Lausana, L ’age d’homme, 1983. B N E , I , , 668 JESUS G. MAESTRO CO N C LU SIO N E S P R O V ISIO N A LE S Cabe esperar, según algunos autores, una convergencia entre la investigación sistemática y la histórica. La gran aportación de la Estética de la recepción ha consistido precisamente, a nuetro m odo de ver, en la superación de las limitaciones y anquilosamientos del estructuralismo formalista y en el hecho de que su análisis textual se inscribe en un proceso de comunicación más amplio, que refleja, más fielmente, tanto su sentido como las líneas metodológicas de su investigación. Por todas estas razones, la Estética de la recep­ ción y la Semiología no se encuentran separadas, ni mucho menos, por una distancia insalvable. Y a hemos dicho que la Semiología estudia la obra como signo, como conjunto de códigos y como pro­ ceso de comunicación y conocimiento. Pensamos, por ello, que la recepción estética puede ser estudiada en el nivel de análisis que la Semilogía denomina pragmática y que, como hemos aclarado al comienzo de esta investigación, analiza la relación entre la obra y los sujetos que la utilizan. La prim era generación de esta tendencia estaba orientada hacia corrientes filosóficas, mientras que la segunda se ha form ado a partir de las nuevas teorías lingüísticas y semiológicas. En última instancia, esta escuela está expuesta al peligro de una expansión extremada de su campo de estudio, ante la posibilidad de transfor­ marse en una sociología de la comunicación y del conocimiento. III. M IG U E L D E U N A M U N O : L A A N T R O P O L O G IA N o es posible reducir a un ámbito concreto de saberes humanos la magnitud y el volumen de la obra de Miguel de Unamuno. Si admitimos que su escritura se ha destinado principalmente a la Literatura, la Filosofía, la Religión y la Historia, no es menos cierto que en la totalidad de su corpus doctrinal y humano se descubre un sin fin de disciplinas cuyo grandor y provecho aún no ha sido reve­ lado plenamente p or nuestros contemporáneos Al hablar de Miguel de Unamuno podemos hacerlo desde la pers­ pectiva que nos ofrece su Metafísica, tan frágilmente interpretada en un pasado reciente por algunos estudiosos cuyos criterios preva­ lecieron a costa de desplazar otros más críticos y menos idealistas de Arm ando F. Zubizarreta; de su Ontología, a la que todavía no parece habérsele mostrado la atención que exige, o de su Antropo­ logía, faceta de la que quizás más se haya hablado, y, sobre todo, ¿qué se ha dicho acerca de la semiología narrativa, dramática o ANTROPOLOGIA Y PRAGMATICA DE LA LITERATURA 669 poética de .Miguel de Unamuno? La moderna Teoría d e .la Litera­ tura aún no ha penetrado decididamente en su obra. P or esta razón, a lo largo de las próximas páginas nos hemos propuesto recoger — que no establecer— los fundamentos más definitorios de una antropología de Miguel de Unamuno, con el objeto de situar nuestro estudio en el nivel de investigación que la Crítica Semiológica denomina pragmática de la literatura, al prestar aten­ ción al estudio del mensaje en relación a su emisor y a sus posibles receptores. Hem os querido, además, no distanciar o diluir en Miguel de Unam uno sus doctrinas y sistemas de investigador y creador, de su conducta humana — de la que hizo una manera de ser inquietada an­ tes p or la verdad que p or la paz— y de su modo de pensar — creen­ cia permanentemente transfigurada en su filosofía más propia y personal (70)— . M ás adelante veremos detalladamente que el pensa­ miento antropológico de Unamuno se fundamenta en el hombrecomo existencia dentro de una realidad individual, interesándose no en las creencias o «Id e a s», sino en su personalidad misma. En gran medida, la problem ática de la obra unamuniana sólo puede interpretarse al desvelar la problemática del hom bre individual desde su más íntima dimensión personal. Para Sartre lo importante es lo que el hom bre hace de lo que se ha hecho de él. La esencia del hombre se reduce a su propia existencia, y su problem ática reside únicamente en lo que el ser hum ano hace de ella, ante el vértigo de un destino m arcado p or el vacío y la nada. A su vez, para la antropología estructural lo im­ portante es lo que los sistemas y estructuras hacen del hom bre, al considerarlo como una pieza más en la com pleja contextura de aquéllas. Para M iguel de Unamuno, sin em bargo, lo importante — tal vez lo único importante— es lo que el hom bre hace de sí mis­ mo, y en paralela medida, lo que este mismo hom bre ha hecho de los demás hombres. III. 1. L A P R O B L E M A T IC A D EL CA STIC ISM O : E L PR O D U C TO D E U N A C IV IL IZ A C IO N Al publicar su prim er ensayo — En torno al casticismo (1895)— , Unam uno toma como punto de partida un pensamiento que habría de ser fundamental para los primeros intentos regeneracionistas: (70) Puede verse nuestro trabajo, “Miguel de Unamuno o su autentici­ dad”, El Correo de Asturias, Oviedo, 4 de enero de 1987. JESUS G. MAESTRO 670 un pueblo es producto de una civilización. En tal obra, M iguel de Unamuno basa la investigación del ser de España como nación en la historia de la civilización castellana, para llegar a la conclusión de que tras la romanización de la Península, «Castilla es la verda­ dera forjad o ra de la unidad y monarquía españolas» (71). El plan­ teamiento general de la obra trata de demostrar, en suma, que el pueblo español (o la nación española) es producto de la civiliza­ ción castellana. A) La ¡ntrahistoria La intrahistoria es el pueblo desconocido del que el Unam uno joven esperaba un resurgir renovado al embate de Europa. Asisti­ mos así a la etapa en que nuestro escritor propugna la europeiza­ ción de España. «...L a vida silenciosa de los millones de hom bres sin his­ toria que a todas horas del día y en todos los países del globo se levantan a una orden del sol y van a sus campos a proseguir la oscura y silenciosa labor cotidiana y eterna, esa labor que como la de las madréporas suboceánicas echa las bases sobre que se alzan los islotes de la historia» (72). La intrahistoria es, pues, lo inconsciente en la historia, la sus­ tancia de su progreso, «donde vive la verdadera tradición». Con el paso de los años, cuando las corrientes regeneracionistas y la Generación de los Novísimos acudan a Unam uno en busca de con­ sejo para llevar a cabo su propósito de europeización sobre Espa­ ña, éste ya se encontrará de vuelta de todo aquello, y, tras haber perdido la seguridad ofrecida por el positivismo de la década de 1890, mantendrá con Ortega una interesante polémica de la que hablarem os más adelante. B) La nación española Y a lo hemos dicho: para Unamuno la nación española procede como pueblo de la casta o civilización castellana, p or su lengua (73) («P o rq u e del latín brotó en España más de un romance, pero entre ellos, el castellano se ha hecho lengua nacional e internacional...»), (71) Cfr., U n a m u n o , M. de: En torno al casticismo, Madrid, Alianza, 1986, p. 48. En adelante sólo citaré la página. (72) Vid., O. c., p. 33. (73) Ibíd., p. 47. ANTROPOLOGIA Y PRAGMATICA DE LA LITERATURA 671 p or su constitución política (74) («C astilla es la verdadera forjado ra de la unidad y m onarquía esp añ olas...») y por su literatura (75) (« E s la literatura castellana eminentemente castiza, a la vez que es nuestra literatura clásica...»). Y para afirm ar y confirm ar una vez más el proceso último de civilización castellana, concluye: «Castilla ocupaba el centro, y el espíritu castellano era el más centralizador a la p ar que el más expansivo, el que, para im poner su ideal de unidad, se salió de sí m ism o...» (76). C) El casticismo en la literatura española Para M iguel de Unamuno, Calderón era quien sin duda m ejor encam aba «el espíritu local y transitorio de la España castellana castiza y de su eco prolongado por los siglos posteriores». Sería p or tanto el teatro calderoniano lo más vivamente castizo de nuesestras letras castellanas. También Menéndez Pelayo habló de Cal­ derón como el «poeta nacional p or excelencia». D) La mística como filosofía española La obra de los místicos españoles permitió descubrir al pensa­ miento de Unam uno una filosofía capaz de ofrecer m ayor plenitud a la persona que al individuo. Unido todo ello al sentido de la paz y la salud, la ciencia y la sabiduría, condensando en su doctrina lo más hondo de la filosofía platónica, Unamuno interpreta la mística española como una filosofía idealista de lo «eterno hum ano». « E l espíritu castellano ( . . . ) tomó por filosofía castiza la mística, que no es ciencia, sino ansia de la absoluta y perfecta hecha sustancia, hábito y virtud intransmisible, de sabiduría divina ( . . . ) anhelo de llegar al ideal del universo y de la H u ­ m anidad ( . . . ) deseo de hacer de las leyes del m undo hábitos del ánimo, sed de sentir la ciencia y de hacerla con am or sus­ tancia y acción refleja del alm a» (77). E) «El marasmo actual de España» Este es precisamente el título del último de los ensayos que pone fin a En torno al casticismo. En él, Unam uno culpa al «p ro ­ teccionismo inquisitorial» y a la «R eform a castiza» del aislamiento (74) Ibíd., (75) Ibíd., (76) Ibíd., (77) .Ibíd., p. p. p. p. 48. 53. 50. 102. JESUS G. MAESTRO 6 72 padecido por la nación española a comienzos de nuestra centuria. E l joven Unam uno confiaba aún en «a b rir las ventanas a vientos europeos, empapándonos en ambiente continental, teniendo fe en que no perderemos nuestra personalidad al hacerlo, europeizándo­ nos para hacer España y chapuzándonos en pueblo, regeneraremos esta estepa m oral...». A través de estas palabras se percibe en España la existencia de un espíritu colectivo intracastizo (intra-histórico), que se haya ensordecido, dormido, en espera de un redentor. Es la intrahistoria popular y social que, a los ojos de Unamuno, debe rom per el ma­ rasmo, «el casticismo pasado y su historia muerta, a través de la regeneración europeísta» (78). N o debemos olvidar que En torno al casticismo fue compuesto en 1895, cuando Unam uno profesaba una postura abiertamente europeísta. Las crisis vendrían después. Frases como ésta: «E spañ a está por descubrir, y sólo la descubri­ rán españoles europeizados» (79), representarían, sólo diez años después, los antípodas de su pensamiento acerca de la realidad española. Situémonos, pues, en los primeros años del siglo X X . III. 2. D E 1895 A 1906 En diciembre de 1906, Miguel de Unam uno publica en Los Lu­ nes de E l Imparcial (80) un demoledor artículo — más se parece a una filípica— en que censura sin reservas la pobreza intelectual de España, mas, a diferencia de lo que sucedía en 1890, no busca la solución en un afán europeísta, sino que, muy por el contrario, propone una cultura «a la española». A partir de aquí, el enfrenta­ miento con los jóvenes intelectuales, que, como Ortega, preocupa­ dos p or el desfase de España respecto a la Europa M oderna y henchidos de fe en la expansión de la ciencia y de la m oral racio­ nalista, proponían una ciencia hecha p or españoles a estilo euro­ peo, puede producirse en cualquier momento. En ese mismo año de 1906, Unam uno había definido la cultura como «la envolvente de las manifestaciones todas de la vida colec­ tiva y duradera de un pueblo» (81). Como es fácilmente deducible, en la antropología unamuniana la noción de cultura está estrecha- (78) Ibid., p. 142. (79) Ibid., p. 139. (80) Vid., “La cultura española en 1906", Los Junes de El Imparcial, Ma­ drid, diciembre de 1906. (81) Cfr., Libros y autores contemporáneos, Madrid, Austral, 1972, p. 53. ANTROPOLOGIA Y PRAGMATICA DE LA LITERATURA 6 73 mente relacionada con la dimensión intrahistórica que hemos visto anteriormente desarrollada en En torno al casticismo. Pero el Unam uno de 1906 no piensa de la civilización intrahis­ tórica lo mismo que en 1895. Ahora la intrahistoria es «u n a enorme fuerza acumulada, una fuerza que muchos de los llam ados direc­ tores de la opinión desconocen; hay una gran masa de gente que ni habla ni escribe, sino escucha y lee, y que espera el advenimien­ to de una nueva vid a» (82), cuya renovación ya no consistirá, sin duda, en una presta imitación de la Europa M oderna, sino que deberá ser la propia fuerza y tradición de la civilización castellana, introvertida en su m odernidad más viva y palpitante, la que haga fructificar en España una auténtica renovación de pensamiento. Los hom bres que encarnan esta fuerza constituyen la intrahistoria de un pueblo ( producto de una civilización), es decir, una cultura ( manifestación de su vida colectiva y duradera). «L a fuerza — escri­ be Unam uno en una carta a Ortega— es talento, la agilidad genio. H ay genios con muy poco talento, hay talentos con muy poco genio. El genio crea, el talento conserva. Y aquí, como no se crea, todos somos conservadores» (83). Tales criterios sobre fuerza, talento y voluntad, de un lado, y agilidad, genio e inteligencia, de otro, los desarrolla también Una­ muno en la qarta que el 25 de diciembre de 1906 dirige a Ortega y Gasset, sin duda a propósito de los contenidos expuestos en el citado artículo. Las relaciones intelectuales y amistosas que man­ tuvieron, ya próximos, ya distantes, Miguel de Unam uno y Ortega, han sido estudiadas con detalle en diversas publicaciones apareci­ das en Revista de Occidente e Insula (84). Recientemente, Laureano Robles ha recogido un enriquecedor epistolario entre Ortega y Unam uno sobre el que creo conveniente comenzar a verter los pri­ meros comentarios. En una carta de Ortega a Unamuno, escrita el 30 de diciembre de 1906, el joven racionalista le dice desde M arburg, en Alemania, que «E sp añ a tiene que desaparecer como pueblo si ha de sobrevivir (82) Cfr., O. c., p. 53. (83) R o b l e s C a r c e d o , L . : Epistolario completo Ortega-Unamuno, Madrid, El Arquero, 1987. p. 49. (84) Vid., Revista de Occidente, año II, segunda época, núm. 19, 1964, vo­ lumen monográfico dedicado a Miguel de Unamuno. También, C a c h o Viu, V., “Unamuno y Ortega”, Revista de Occidente, núm. 65, 1986, págs. 79-98. G a r c ía B l a n c o , M., “Unamuno y Ortega. Aportación a un tema”, Insula, Madrid, núm. 181, diciembre de 1961, p. 1. M a r i a s , J., “Dos dedicatorias. Las relacio­ nes entre Unamuno y Ortega”, Insula, Madrid, núm. 132, 1957, p. 3; 674 JESUS G. MAESTRO de alguna manera, cuya única manera es sobrevivir como cultu­ ra » (85). Ortega ejemplifica a través de Menéndez Pelayo a aquella cultura «qu e nace muerta por nacer con el prejuicio nacional». En otra carta posterior (27 de enero de 1907), Ortega precisa sus pala­ bras hasta identificar pueblo y cultura en una noción que a partir de la antropología unamuniana, podríam os denominar «civilización». Así, Ortega escribe al rector de Salamanca: «Cuando le decía: Es­ paña tiene que m orir como pueblo si ha de sobrevivir como cultura — léase— tiene que m orir como nación. Una aglutinación de bípe­ dos sonrientes llega a ser pueblo cuando llega a ser culto. Pueblo y cultura son sinónimos o cuando menos mutuos conceptos» (86). El 12 de octubre de 1936 se celebraba en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca un acto literario en honor a la festividad de la raza. Antes de su intervención final, Miguel de Unamuno — que presidía el acto en representa­ ción del general Francisco Franco— hizo estas anotaciones en el reverso del sobre en que, momentos antes, la viuda del pastor protestante Abilio Coco le había solicitado una petición de clemencia para su marido, que habría de ser fusilado poco después. Sus palabras motivarían la ira del general Millán Astray. (85) R o b l e s C a r c e d o , L . : O. c., p. 55. Carta V I I I . Ortega también distinque aquí, como Unamuno, entre una cultura universal y eterna y una cultura cosmopolita, aunque en ocasiones esta última (llámese española, alemana, etc.) pueda ser también universal. (86) Ibíd., p. 65. ANTROPOLOGIA Y PRAGMATICA DE LA LITERATURA 675 Hasta aquí los criterios de Ortega coinciden con los de M iguel de Unamuno, al menos en lo fundamental. En octubre de 1912, Federico de Onís Sánchez, a la sazón cate­ drático en la Universidad de Oviedo, pronunció una conferencia en la Universidad de Salamanca en que m ostraba sus discrepancias frente a la concepción universitaria de Unamuno. «L a cultura mo­ derna — dice Onís en su discurso— es la civilización europea, y, p or eso, en ser europeos ha de estar nuestra mira y nuestro anhelo» (87). ¿Comprendemos ahora cuán lejos se encontraba don M iguel de juveniles afanes europístas?... En este mismo discurso Onís ofrece una hipotiposis de M iguel de Unamuno como «este hom bre extraor­ dinario, refinado, selvático, moderno y medioeval, místico y cien­ tífico, con unción de apóstol y sagacidad de picaro, en el que parece que culminan todos los defectos y virtudes de la casta». Como pue­ de observarse, Onís demostró no tener ni idea de quién era ni de cómo pensaba don Miguel de Unamuno. Con motivo de la destitución de Unam uno del rectorado de la Universidad de Salamanca, Ortega habló el 10 de octubre de 1914 en la sociedad E l Sitio de Bilbao ante tres mil personas, según la inform ación anunciada por el diario salmantino E l Adelanto (88) el día 13 del mismo mes. La crónica decía textulamente: «L a noche del pasado sábado se celebró, en la sociedad El Sitio de Bilbao, una solemne velada, organizada p or tan po­ pular organismo, para protestar de la destitución del ilustre rector de la Universidad salmantina. Tom aron parte en dicha velada, á la que asistieron cerca de 3.000 personas, distinguidos oradores bilbaínos, y puso tér­ mino a la misma don José Ortega y Gasset, cuyo nom bre es su m ejor elogio, con un form idable alegato acusatorio, del que extractamos las siguientes ideas.» Por otra parte, uno de los capítulos más discutidos y peor in­ terpretados de la antropología unamuniana ha sido el concerniente a su pensamiento científico. Y aquí surge una inevitable divergen­ cia entre Ortega y don Miguel, en el distinto aprecio de la ciencia en sí misma, en el ánimo con que deben cultivarla quienes se sientan llam ados a transform ar el país a partir de sus métodos y (37) Cfr., El Adelanto, Salamanca, 9 de octubre de 1912, págs. 1-2: “Le­ tras salmantinas. Notable discurso”. (88) Cfr., El Adelanto, Salamanca, 13 de octubre de 1914, p. 2: “En defen­ sa del señor Unamuno”. Se trata de un artículo sin firmar, dividido en dos grandes parágrafos (siete párrafos el primero y dos el segundo) separados por un asterisco. 6 76 JESUS G. MAESTRO privilegios. N o olvidemos, al reflexionar sobre este aspecto, que M iguel de Unamuno procede de una situación cultural poderosa­ mente afectada por la pérdida — sin duda violenta— de la segu­ ridad que prometió con defraudado afán el Positivismo científico de la centuria ochocentista, mientras que Ortega — y con él sus contemporáneos— , fueron seducidos fácilmente p or la fe que ase­ guraba la expansión de la ciencia, p or lo que no les resultó difícil afirm arse en fundamentos exclusivamente racionalistas de la m oral operativa y de la «razón vital» del hom bre como realidad radical, dentro de un marco referencial ocupado p or una vida colectiva y plenaria. Cuando Unamuno dice que «odia la ciencia» y echa de menos la sabiduría, está denunciando las limitaciones de una Ciencia con mayúscula, que se traducen en efectos paralizadores del cientifismo respecto a la vertiente trascendental de la experiencia humana. La unamuniana frase « \Que inventen ello sl», tan estúpidamente adulterada en corrillos de salón, no pretende ser para la España de comienzos de siglo otra cosa más que un estímulo de liberación ante sus com plejos europeístas. ¿Es que no había entonces más puertas hacia el futuro y el progreso que las de Europa? ¿Es que en España no pudo existir una intra-historia capaz de convertirse en la vanguardia cultural del viejo continente e instituirse en una reserva espiritual viva, tan necesaria para el llam ado M undo M o­ derno?... Unam uno no rechaza la ciencia, sino que, simplemente, se nie­ ga a adm itirla como única vía ( posibilidad) de progreso para la nación española. En muchas ocasiones Unam uno no habla de pro­ gresistas sino de «progreseros». Si hay pueblos en Europa que progresan científicamente, e-1 pueblo español puede progresar a través de otros cauces que no tienen por qué ser única y exclusi­ vamente los cauces de la Ciencia. «¿Q ue ellos inventan cosas? ¡Invéntenlas! La luz eléctrica alum bra aquí tan bien como donde se inventó ( . . . ) La ciencia sirve de un lado para facilitar la vida con sus aplicaciones y de otro de puerta para la sabiduría. ¿Y no hay otras puertas? ¿No tenemos nosotros otra?» (89). Estas son, en suma, las ideas que el Unam uno adulto profesa sobre la ciencia y sobre la europeización. Por estas mismas fechas en que escribía a Ortega tales palabras, don M iguel se encontraba (89) Vid., R o b l e s C a r c e d o , L. : O. c., p. 42. ANTROPOLOGIA Y PRAGMATICA DE LA LITERATURA 6 77 trabajando en su ensayo Sobre la europeización (90), donde des­ arrolla en su totalidad más precisa las ideas aquí esbozadas (91). Hem os querido recoger, finalmente, un extracto de la carta que M iguel de Unam uno dirige a Ortega el 4 de octubre de 1919, en que, a nuestro juicio, resume de la manera más nítida toda la con­ textura filosófica de su antropología: «Y a sabe usted mi vieja manía de buscar a los hombres. Y es que creo que un hom bre es una idea concreta y absoluta, un pequeño universo cerrado que se basta a sí mismo, y que el hom bre que llegase a comprender a otro sabría toda la his­ toria que hay que saber. O una biografía o un a-historia uni­ versal. E l conocimiento de Shakespeare o del Dante, v. gr., me parece que enseña más que el de la historia de Inglaterra o de Italia. Estudiar a Cervantes es más fructuoso que estudiar la historia de España durante los Austrias. En los grandes li­ bros de historia lo que se aprende de humano es conocer al h istoriad or...» (92). En suma, la antropología unamuniana descansa en el postulado del interés p or el hombre, no por la Idea. El hom bre-y su natura­ leza lo es todo para don Miguel; antes de las «Id e a s», el mundo, y antes del mundo, la vida, siempre al lado del hombre, inseparáble eterno de ella. IV. JOSE M A R IA Q U IR O G A P L A , PO E TA José M aría Quiroga Pía nació en M adrid, en la calle de Blasco de Garay, el 21 de fabril de 1902. Su padre, José M aría Quiroga López, natural de Santa M aría del Villar (L u g o ), era H abilitado del Servicio de Incendios de M adrid y contable de varias empresas. Su madre, M aría Pía Reguera, era también gallega, aunque, hija de Segundo Pía, notario en Vigo, de ascendencia levantina.. El matri­ monio Quiroga había tenido una hija, que falleció a los dos años, antes de nacer José M aría. Y a desde muy joven advirtió José M aría Q uiroga Pía el placer de la lectura. «A los seis años se me despertó ya. la manía de leer» (93), escribe a Salomé de Unamuno, hija m ayor de don M i­ guel, con la que contrairía matrimonio en 1928. , t U , (90) Cfr., namuno M. de: Obras Completas, Madrid, Escelicer, ,1966, III, págs. 1.103-1.126. (91) Puede verse nuestro trabajo “La agonía del casticismo”, en Él Ade­ lanto, Salamanca, 6 de agosto de 1988, p. 10. (92) R o b l e s C a r c e d o , L . : O. c., p. 141. (93) Epistolario inédito de José María Quiroga Pía a Salomé'de Unamuno. JESUS G. MAESTRO 6 78 En setiembre de 1913 inicia sus estudios de bachillerato en el Instituto Cardenal Cisneros de M adrid. Allí encontró una de sus prim eras y grandes amistades, como fue la de Federico Carlos Sainz de Robles. Gracias a esta amistad, José M aría llegaría a ser en 1918 redactor-jefe del semanario El Inédito, dirigido p o r Robles. Allí publicó sus prim eros versos bajo el pseudónimo de Anselmo R e­ guera. Sin em bargo, al paralelo desarrollo de su vocación literaria le acompaña una fe religiosa cada vez más tenue y evanescente, según su propia confesión. En él no se perdía la fe en Dios, tanto como la creencia en religiones positivas. Así, a los dieciséis años escribe los siguientes versos, pertenecientes a un soneto que se en­ cuentra en poder de la familia Caravia: Señor, la fe se aparta de mi lado, y cuando, de amistad trémulo, miro sólo veo el sendero encenizado y oigo sólo el temblor de mi suspiro... IV. 1. DE T E R T U L IA EN P L A T E R IA S En la juventud de José M aría Quiroga tienen un lugar especial las tertulias del madrileño café de Platerías, «donde se celebraban los lunes unas reuniones apasionadas, románticas, en las que hay lectura de versos, y las esperanzas se asoman a los espejos del café, como si fueran realidades, levantando la cabeza de pronto sobre la parte ba ja del espejo, como marionetas ideales, y ocultándose cuando se las mira medio queriéndolas retener. Allí, entre José M aría Quiroga y otros jóvenes de valer, los Relio eran los poetas representativos» (94). La tertulia de Platerías fue fundada por José M aría Palomino, Hipólito H idalgo de Caviedes y José M aría Quiroga Pía el 9 de ju ­ nio de 1919, cuando nuestro poeta contaba sólo diecisiete años. La tertulia tomó el nombre del escenario donde tenían lugar las reu­ niones, Café Nuevo de Platerías, con entradas p or las calles M ayor y Platerías, de M adrid. El número de plateros no era siempre el mismo; oscilaba entre los cinco y los treinta. « Y o — escribe Pía en su diario inédito— he puesto en esta reunión todo mi entusiasmo. Espero firmemente ver un día catalogado nuestro grupo como la Generación de Platerías». Por su parte, Ramón Gómez de la Serna, «propagandista oficioso» de la tertulia, escribía en La Sagrada (94) Cfr., G ó m e z d e l a S e r n a , R .: La Sagrada Cripta de Pombo, Madrid, Imprenta de H. y Galo Sáez, 1926, p. 302. ANTROPOLOGIA Y PRAGMATICA DE LA LITERATURA 6 79 Cripta de P o m b o : «A llí se relugiaba una de las últimas peñas lite­ rarias del rom anticism o y yo, alguna vez, voy a ver a esos buenos amigos que se llam an José M aría Quiroga Pía, H idalgo de Caviedes, José López Rubio, Pedro Caravia, Sainz de Robles, Guillerm o Relio, Carancá, Palom ino, Galán, Suñol, Colmena, J. García del Castillo, Sorá, etc., etc., en recuerdo de los cuales evoco aquí los alrededo­ res de su café para em paredarle en su propio ambiente, para dar todo su significado a su n om bre» (95). En determinadas fechas, los plateros, españoles e hispanoam eri­ canos (Francisco Relio, Santos Balm ori, José Perotti, Julio Santisteban, Antonio Mediz B o lio ...), celebraban determinadas actividades y festejos. E l dos de noviem bre de 1920 se celebró una fiesta en honor de los muertos, prom ovida p or Pedro Caravia, Balm ori, Ló­ pez R ubio y los hermanos Relio. Entre los proyectos que no llegan a realizarse se encuentra el propósito de Caravia de construir un guiñol con decoraciones de Balm ori y Perotti, con objeto de repre­ sentar algunas piezas teatrales de Valle-Inclán valiéndose de fan­ toches. A partir de 1922 la tertulia de Platerías fue languideciendo por dispersión de los contertulios, para desaparecer definitivamen­ te poco después. Sin em bargo, de ella adquirió Quiroga Pía una amistad que habría de durarle toda la vida: Pedro Caravia. En abril de 1920, al obtener Quiroga el título de bachiller, se m atricula p or imposición paterna en la Facultad de Derecho, con­ trariando así radicalmente su vocación y deseo de estudiar Letras. Sin em bargo, jam ás llegaría a licenciarse en Leyes — hubo asig­ naturas que supendió cuatro y hasta cinco veces— , con lo que se frustraron los ideales familiares de ver al hijo convertido en no­ tario o político. En los primeros días de universidad, los hermanos Relio le presentan a Pedro Caravia, quien se convertiría desde en­ tonces en el gran amigo de su vida, por encima de cualquier con­ tingencia, en una fraternidad sin reservas p or am bas partes, tal como la ha definido el profesor Miguel Angel González Muñiz. Los cuatro grandes auténticos amores de su vida — como el propio Q uiroga manifestó en multitud de ocasiones— fueron, cada uno en su plano y sin jerarquías, su madre, su hijo Miguel, Salom é y Pedro Caravia. En este escalafón, a la figura de su suegro, M iguel de Unam uno, estaría am algam ada la admiración por el sabio. Su prim er contacto con la obra de Unam uno se produce a los catorce años, con la lectura de Nada menos que todo un, hom bre y El espejo de la muerte. «P ero cuando di de lleno a su lectura (95) Cfr., G ó m e z de la S e r n a , R. : O. c., p. 157. JESUS G. MAESTRO 680 — escribe a Salomé— fue en 1921, año en que realmente le des­ cubrim os Pedro y yo. De entonces acá, como te digo, no ha hecho sino afirm ársem e más y más la devoción a él, hasta hacérseme am or» (96). Durante los años de 1920 y 1921, Quiroga comienza a darse aconocer en el mundillo literario a través de cuentos infan­ tiles y de otras publicaciones poéticas diversas. N o tardaría en repudiar algunas de estas composiciones ( Melita busca sensaciones, Bon, el m ono sabio...), destruyendo todos los ejem plares que po­ seía, así como también todos sus versos anteriores a 1922, excepto algunos varios que fueron conservados p or Pedro Caravia. IV. 2. U N PR EM IO L IT E R A R IO CON C A R A V IA En el invierno de 1922, José M aría Quiroga Pía y Pedro Caravia improvisaron, en menos de treinta días, una novelita a la que titu­ laron Andanzas de JJlises Redingot, que fue presenta a un concurso de novelas humorísticas patrocinado p or la revista Buen Hum or, donde obtuvo el prim er premio. De esta época datan las únicas poesías que conservamos de 1923, destinadas a su futuro libro de versos, Baladas para acordeón ( Ba­ lada de los chopillos, Balada de las doncellitas...). Se conserva también, en una de las múltiples cartas dirigidas a Pedro Caravia, la Balada de la romería, mientras que el resto de las composicio­ nes eran destruidas con toda su producción anterior a 1923. Cuando en la primavera de 1926 sale a oposición la cátedra de Unam uno en Salamanca, ganada por el sacerdote Leopoldo Luis, en diversas universidades españolas, principalmente en M adrid y en Salamanca, se originan importantes revueltas que traen como consecuencia el encarcelamiento y la deportación de varios profe­ sores y alumnos, entre ellos, Quiroga Pía. Dám aso Alonso, uno de entre sus amigos que fueron a visitarlo a la cárcel, escribiría pos­ teriormente: «L e fui a visitar con otros amigos. Estaba muy exci­ tado y habló incesantemente (al otro lado de las rejas, agarrado a ellas) con una sucesión de metáforas y de juegos verbales». IV. 3. JOSE M A R IA Q U IR O G A P L A Y S A LO M E DE U N A M U N O Los comienzos del año 1927 representan para José M aría Qui­ roga Pía momentos capitales en su vida al conocer a Salomé de Unam uno — hija m ayor del escritor— e iniciar sus relaciones con (96) Epistolario inédito de José María Quiroga Pia a Salomé de Unamuno. ANTROPOLOGIA Y PRAGMATICA DE LA LITERATURA 681 ella. De esta unión nacería dos años después Miguel Q uiroga de Unam uno, nieto primogénito de don Miguel y sin duda el más que­ rido y apreciado p o r el maestro. «P a ra tratar cosas de la revista invité a tu padre a pasar unos días en Salamanca — escribe W en ­ ceslao Roces a M iguel Quiroga— . Y allí comenzó todo. Fui yo, en efecto, quien tuvo la fortuna de presentarle un día (recuerdo per­ fectamente que fue en el campo en que jugábam os al béisbol) a Salomé y a Felisa. Esta tiene que recordarlo perfectamente». En abril de 1920 José M aría Quiroga escribe a Unam uno para form alizar así su compromiso de matrimonio con Salomé, la ma­ yor de las hijas de don Miguel. A continuación recogemos un frag­ mento de la carta — inédita— dirigida entonces p or José M aría Q uiroga a don Miguel de Unamuno: «Según los usos admitidos, esta carta debiera escribirla mi padre y no yo. Me cuido poco, lo confieso, de esas etiquetas; y menos aún en este caso, en que me im porta ser yo, yo mis­ mo, quien me dirija a usted. Bien sabe Dios si he vacilado antes de dirigirm e a ella, a Salomé. Precisamente p or el am or y respeto que tuve siempre para usted. Soy hom bre de im pul­ sos más que de reflexión. Y esto mismo pensaba en mí al sorprenderm e enam orado de ella. Porque ahí estaba el nudo: ¿de ella, enam orado realmente de ella? ¿Y si la hacía mi novia y luego descubría yo, o llegaba a descubrir ella que había sido el «U n a m u n o » lo que me había movido a creer que la quería? Me daba miedo aquel h urgar en mí. Pasé días terribles. Me propuse no d ejar traslucir mi inclinación. Pero me pudo el cariño que ya sentía p or ella, y vi que era amor, am or de hom ­ bre v para toda la vida lo que por Salomé sentía. Catorce me­ ses de noviazgo no han hecho sino aclararm e más esa verdad. Y o quiero a Salomé y ella me quiere. Lo demás se nos dará p or añadidura. M i único patrimonio es mi trabajo, y de ahí saldrá cuanto necesitamos para vivir.» La respuesta no se hizo esperar. Hem os querido recoger tam­ bién la carta inédita que Miguel de Unam uno envió a su futuro yerno con motivo del matrimonio con su hija Salomé. Es. induda­ blemente, una carta hondamente familiar, en la que Unam uno se nos revela como hom bre y como padre en el seno de los suyos. N ada nuevo, p or otra parte, si tenemos en cuenta que en ningún lugar de su obra menoscabó en lo más mínimo sus inquietudes humanas o familiares. H e aquí la carta con la respuesta, fechada en Salam an­ ca en abril de 1928: «Q uiero contestarle, mi querido José María, a su carta, que esperaba con la m ayor contención posible en mí. Y a nos lle­ garán los días de las expansiones. Y aunque esperaba su carta, JESUS G. MAESTRO 682 ¡la de recuerdos y esperanzas que me ha suscitado! M i Salomé, su Salomé, ha sido por varios motivos una de mis mayores preocupaciones. M as creo que puedo descansar tranquilo. Al leer su carta he recordado cuando hace ya más de 37 años — una vida de hom bre— me casé ganando aún menos que eso y teniendo que llevar a mi m ujer a casa de mi m adre y her­ manos. La cátedra la gané cuatro meses después. Y empezó la época en que levantaba esperanzas que hoy unas son recuerdos y otras más que recuerdos, permanencias. ¡Este tan fecundo destierro me ha traído tanto! Durante él perdí una hija — co­ mo las otras— , la m ujer de mi hijo Fernando, y cobraré un hijo — como los otros— . Y podré m irar más tranquilo a los ojos de Salomé. De otras cosas que me dice lo m ejor es de­ jarlas pasar. Sí, yo podré y deberé ayudarles, pero esté seguro de que le ayudará más ella. Y me ayudará en su nueva vida. He sido en mi casa siempre un poco hermético, y ¿quién lo diría?, por timidez y por pudor. Pero a medida que pasan los años me siento acercar a la niñez — jam ás la tuve más cerca— y hoy me siento el hijo de mis hijos, a quien Dios bendiga. Que les bendiga El como les bendice con un abrazo que les envía Miguel de Unamuno Salude con todo respeto a sus padres.» A propósito de esta boda, celebrada el 22 de junio de 1928, Eduardo Ortega y Gasset escribió: «O currió que un joven literario dé mérito se enamoró de este dulce espíritu (Salom é). Ella corres­ pondió apasionadamente a aquel amor. Y el problem a de desga­ rrad or dramatismo quedó planteado. Los médicos advirtieron que si aquella muchacha se casaba y tenía un hijo; no sobreviviría al partó. E L amarguísimo problem a luchó dentro del pecho del pa­ dre. Tuvo lugar una conversación entre él y la hija, que desmos­ traba eran espíritus gemelos. Le dijo ella: «D e todas maneras, aunque no me case, he de m orir pronto. La desolación de rom per este am or y esta ilusión de tener un hijo me mataría antes de lo que dicen los médicos». Don Miguel, con el rostro fruncido de an­ gustia, guardó unos momentos de silencio. Luego, dijo solamente: «C ásate». Y se casaron. Y aquella m ujer tuvo un hijo norm al y hermoso, y sobrevivió durante cuatro años de felicidad. El fallo de la ciencia tardó cuatro años en cum plirse» (97). Días después, el 28 de agosto de 1928, Quiroga escribe a Miguel de Unam uno: «P a ra fines de abril o prim eros de mayo será usted abuelo» (98). La respuesta de Unamuno tampoco se hace esperar, (97) O rtega y G a s s e t , E .: Monodiálogos de don Miguel de Unamuno, Nueva.York, Ibérica,-1958, p. 156,' . .. ... ■ • {-98) ; Epistolario- inédito de Miguel-, de: Unamuno a-José;María Quiroga Pía. ANTROPOLOGIA Y PRAGMATICA DE LA LITERATURA 683 desde su destierro en Hendaya: « ¡Dios os lo pague, hijos míos! Era uno de mis sueños íntimos. ¿Para mayo? ¿Habré yo ya podido volver a esa triste España? Si no... pero no, porque es casi una blasfem ia lo que se me ocurre, y es que os viniérais aquí, y que el pobrecito que venga no sea español» (99). Sin em bargo, estas esperanzas se desvanecen a fines de di­ ciembre, al sobrevenir un aborto a Salomé. N o obstante, el 22 de octubre de 1929 sería para esta fam ilia uno de sus días más m em orables: nace el prim er nieto de don M iguel de Unam uno, a quien se le da el nom bre de Miguel Quiroga de Unam uno, a la vez que se aleja de Salomé el peligro inmediato de muerte. Unam uno recibe la noticia en Hendaya, y silencia momentáneamente sus efu­ siones. Silencio en el Cancionero, donde escribe: «23-X-29. Recibido telegrama que mi hija Salomé me ha dado mi prim er nieto, un niño, Y no hay más poesía». Hemos querido reproducir a continuación, dado su indudable interés humano, el fragmento de otra carta — igualmente inédita— del epistolario entre don M iguel y su yerno. La carta está fechada en Hendaya el 17 de noviem bre de 1929: «E r a yo, mi querido José María, quien desde el día en que supe que me habíais dado mi prim er nieto, resolví escribirte. ¿Por qué no lo hice enseguida? P or el peso del deseo. Escribí a nuestra Salomé, que ahora tiene ya resuelta su más íntima vida. E lla fue desde muy niña mi m ayor preocupación y hasta un peso. ¿Qué sería de ella cuando yo le faltara? N i me atreví nunca a sugerirle que aprendiera un oficio, que se hiciese m aestra o lo que fuese, y no se quedase para tía. Con la m uer­ te de la pobre M aría, la de Fem ando, y en las circunstancias de hondo v trágico agüero en que ocurrió, recibí un gran golpe en el hondón del alma y se me remejieron viejas congojas de ín­ dole religiosa. ¿Me habría Dios condenado a no d ejar sino mis obras de papel p or mucho espíritu que tengan y no carne de espíritu? ¿y p o r qué? Cuando Salomé me escribió que os que­ ríais y queríais casaros, mi gozo se mezclaba con un gran pesar. ¿Iba a m ostrar éste? ¿Iba a oponer mis presentimientos? En general, se estima que un casamiento es una colocación para una m ujer. Salomé no era ya una niña; yo, la verdad, no había previsto esta solución para el problem a de su vida. Las razo­ nes que podían desaconsejarlo estaban a la vista; no había engaño. A la vez sentía que os unía en vuestro cariño un co- De este epistolario hemos recogido tres carta inéditas en “Un poeta descono­ cido: José María Quiroga Pía (1902-1955). Dos cartas inéditas de Miguel de Unamuno”, Jornadas de Literatura Española, Francesa y Vasca, San Sebas­ tián, 1988. (99) Epistolario inédito de Miguel de Unamuno a José María Quiroga Pía. 684 JESUS G. MAESTRO mún cariño a mí, que se ofrecía un posible cumplimiento a uno de mis anhelos. ¿El peligro? Indudable. • M i pobre hija, mi buena hija, tu buena m ujer, iba a esa resolución sin ignorar el peligro, arriesgando hasta su vida, ofreciéndola en sacrificio, por ti y por mí. N o quería llevar una vida estéril. Iba a hacerte padre y volverme a mí padre. Cuando su aborto se me revolvieron todos los viejos agüeros. ¿No había cierto sutil egoísmo en no haberme opuesto a ello? Pero ¿podía yo sacrificar su felicidad, que consistía en ofrecer ese sacrificio? A la vez la sentía alegre. Durante este segundo embarazo vivía yo en ascuas. N i me aquietó Población (el gi­ necólogo) con lo que me dijo. Y al fin llegó el día, y cuando recibí el telegrama del parto se me hizo una calm a serenísima. Y luego he sabido y sé que el niño, nuestro Miguel, vive y medra, que se ha salvado, que ha salvado a Salomé, que nos ha salvado. Y a todo lo demás se aclara. Y a ha tenido consagra­ ción él común cariño; ya el nuevo hogar de la carne de mi espíritu y de los vuestros está fundado. Ahora, a cuidar dél niño, que es quien manda... ( . . . ) Y ahora, mi querido José M aría, ya tenemos todos un poema al que cuidar, y que sea semilla de poemas, tu hijo, el de mi hija y el mío, el de vosotros mis h ijo s...» Sin em bargo, sólo cinco años después, en la noche del 11 al 12 de julio de 1933, se produce la muerte de Salomé. Quiroga, p or razones de trabajo, se encontraba en M adrid. En la mañana del 12 de julio escribió a Pedro Caravia la siguiente carta: «Q uerido Pedro: Esta noche, a la 1 — al poco rato de volver yo de M adrid a toda prisa— , se me ha muerto Salomé. Sin verme ni oírm e; sin que yo la viera y la besara viva. Lejos de ella me parió a nuestro hijo; teniéndome cerca, pero no a su lado, se me murió. Quedó muerta en sueños (p o r la tarde, al inyectarle por prim era vez pantopón, había dicho: «Realm en­ te, si la muerte es así...»). Cuando llegamos a su lado para ponerle una inyección de aceite alcanforado, ya no tenía pulso, ya estaba muerta. Se cerraron para siempre, Pedro, los «ojo s grandes y tristes». Y ahora quedamos M iguel y yo, no sé cuál más huérfano. ¿Qué va a ser de él v de mí? Porque Salomé había acabado p or serlo todo para mí. M adre, hermana y mujer. De m adrugada, helada ya, la he besado p or última vez en la boca. Y me he pasado la noche llorando remordimientos. Porque sin duda no la he hecho todo lo feliz que ella se me­ recía. Pero va te escribiré. Aunque no sé cuando. Miguel no sabe nada de la muerte de su «m am ita», de su mimo. He he­ cho que lo lleven a casa de Vila todo el día (el entierro es a las 6 ). Y o no lo vi sino dormido. Y le oí luego, cuando lo pa­ saron a la casa de al lado. I 0 oí charlar, alegre... ¡Ay, Pedro! Abrazos. José María.» ANTROPOLOGIA Y PRAGMATICA DE LA LITERATURA 6&5 Desde entonces hasta él estallido de lá guerra de España, José M aría Quiroga Pía no deja de colaborar en numerosos diarios y revistas, entre las que figura la prestigiosa Revista de Occidente» Es apreciado p or Guillén, Gerardo Diego, Alberti, Lorca..., como crítico literario y como poeta. En junio de 1936 se convocan unos cursillos-oposición para cátedras de Instituto, en los que se ma­ tricula Quiroga. En septiembre podrá optar entre la Cátedra o el Patronato. De un m odo u otro, su porvenir está asegurado. Cuando, en junio de 1936 José M aría Quiroga Pía abandona Salam anca pa­ ra dirigirse a M adrid y particpar en los cursillos lo hace sin saber* que ya nunca jam ás volverá a ver a Miguel de Unarttuno ni a Fe­ lisa, entonces ya su prometida. A su hijo tardará quince años e n volver a verlo entre ellos. La guerra española, ya próxima, se intérpóndrá El tribunal que presidía los ejercicios estaba co nstiuido por José Fernández Montesinos, Angel Valbuena Prát y Em ilio Álárcos,_ padre del lingüista estructuralista Emilio Álarcos Llorach: La pri­ mera prueba consistió en averiguar la autoría de tres com po sici­ nes poéticas (un soneto dé Garcilaso, otro de Gongora y unos'versbs de Juan Ram ón Jiménez) y en un análisis de un poema dé Quevedo: Quiroga consiguió el número uno. José M aría sabe que tiene su plaza asegurada a partir del próximo mes de setiembre, p ero en el verano del 36 los cursillos son interrumpidos a causa de la guerra. Quiroga nunca llegaría a ocupar la plaza que le correspondió como catedrático. Tras la guerra española hubo de exiliarse a París y posteriormente á Ginebra, donde, sin dejar n u n ca dé escribir y traducir, m urió ciego y enfermo el 28 de marzo de 1955. Sin duda, como Ha escrito don Francisco Ynduráin, ha' sido, la vida, de un poeta «qu é frustraron los años decisivos» (100). Y , 100) nduráin F . : “Apuntes sobre el poeta José María Quiroga Pía ( 19021955)”, Homenaje a la .memoria - de don Antonio Rodríguez Moñino,1910-1970, Madrid, Castalia, 1975, págs. 623-635, p. 635. Puede verse”también nuestro tra­ bajo “José M aría Quiroga Pía, un poeta en el olvido”, La Nueva España, Ovie­ do, 12 de enero de 1988. 686 V. JESUS G. MAESTRO DOS C A R T A S IN E D IT A S D E PEDRO C A R A V IA A L P O E T A JOSE M A R IA Q U IR O G A P L A CARTA I Goviendes, 17 de julio-30. Querido José M aría: Te escribo a Becedas, donde te suponía y donde el «S o l» me confirma que estáis. Sé que esperas mi carta p or diversos motivos, entre otros porque te la debo desde hace cerca de veinte días, si he de tomar la tuya como punto de refe­ rencia. Pero en esta ocasión no hay que achacar el retraso a mi pereza sino al temor de tocar ciertas cosas que, de tan estrecha­ mente de como me conciernen, veo de día en día con m ayor tur­ biedad. P o r otra parte en la conversación todo vale como improvisado: el interlocutor sabe muy bien que una queja o una muestra de impaciencia, p or ejemplo, pueden ser corregidas cinco minutos después con impresiones y expresiones contrarias. Pero las cartas fijan demasiado su contenido para que no las tema un hom bre que escribe poco. Lo que te dijera de mis relaciones con Clemencia valdría para ti, a pesar de todo, como definitivo — ...y// ( 1 0 1 ) en el fondo sería incompleto, sino ( sic) falso. P or tanto eludiré hablar de lo que siento, aunque no de lo que pienso cuando puedo fiarme de mi propio pensamiento, esto es cuando se decolora, desintere­ sándose de mí. En esos momentos suelo referir la causa de nuestra discrepancia a mi torpeza, porque no he debido mostrame nunca ante ella como desconfiando de mí, como indeciso. Ciernen me quie­ re, ciertamente, aunque no como quiere ser querido el que quiere: en realidad, más que quererme, me adm ira ( ! ) . N o es de extrañar porque en aquella casa, como sabes, se prodigan las atribuciones favorables: todas las mujeres son hermosas, todos los hom bres tie­ nen algún linaje de talento. Pues bien, yo los tengo todos ( ¡digo en dictamen de Clem encia!), salvo el de la música, porque soy un hom bre frío, — en sentido estricto: descorazonado o desalmado. Sobre esto último soy terriblemente taciturno, lo que, con motivo, la impacienta: a ninguna m ujer le gustan los hom bres taciturnos. Y no cuento la propensión colérica que algunas veces le he dejado sentir. Con todas estas cosas que denuncian un carácter antagó­ nico del suyo y que no pueden dejar de producir efecto en una muchacha tan impresionable,// va unida mi propia desconfianza, (101) El signo // indica final de página en la carta manuscrita. ANTROPOLOGIA Y PRAGMATICA DE LA LITERATURA 687 como digo. N o me fío de mí. Por lo mismo no se fía,ella, de mí. Por lo mismo analizo cada uno de sus actos y expresiones buscan­ do argumentos contra mí, y esto involuntariamente, como es natu­ ral; pero el resultado es, siempre, la impaciencia... y aparecer, yo, ante Clemencia b a jo la luz menos favorable. Por otra parte Ciernen tiene la impresión de que me sufre, de que es paciente y tolerante conmigo. N o digo que no; al menos que no haga por serlo, como yo hago p or serlo con respecto a ella. Sólo que = pasando ahora de la razón o el razonar a la pasión y a la reacción, al sentir y ex­ presar — y o b rar = lo que apetezco es que se me dé, que sea real­ mente mía — tú me entiendes— y no se me da. Sin em bargo no puedo quejarm e de esta reserva sin desatender a la razón que me dice que acaso sean mi desconfianza y mi poca fe, su origen. Dicho sea de paso, también ella me acusa de reserva y, a veces, de frial­ dad; así lo hace en la prim era de sus cartas que he recibido aquí esta tem porada; cartas discretas// y cariñosas. Pero sus proyectos no son p o r eso más hacederos para mí. Ahora les ha hablado Arrese (el médico que asistió a M iró ) de un especialista suizo que tiene un sanatorio en Lausanne. Por lo visto podría recuperar p or en­ tero la salud. Claro que el régimen de curación podría seguirse en España, previa consulta en Lausanne, pero ella querría que fuera allí también, y sus argumentos no carecen de fundamento. Quiere que la lleve su m adre en el Otoño; la cuestión es que pueda lle­ varla. Y yo — aunque el plan me parece bien— no puedo tampoco, ahora. Antes tengo que resolver mi situación. En suma, todo sigue igual. Hay una cosa que no puedo hacer, y es romper. Además confío en el tiempo, gran lim ador. N o te in­ quietes p o r mí. Aquí hago la vida de siempre. Las horas mejores son las de playa: baños de sol y mar, y después una carrera para conservar la form a. E l resto del día leo: En Oviedo dejé mediado el libro de Dom ingo (« ¿ A dónde va E sp añ a?») del que sólo recuerdo una frase, y no es// suya, sino de Macanlay: «E spañ a es un pueblo que re­ serva íntima su virilidad para el día de la desesperación». Aquí he leído la «Resurrección de H om ero» de B érard ((u n ex­ celente resumen de sus investigaciones, en que he encontrado entre otras cosas una terrible lección literaria sobre la perdurabilidad de los tópicos; algún día hablaremos de él. Se trata del papel poé­ tico del Céfiro; te lo digo por si has leído o lees ese lib ro )), dejé por im posible «L o s Pazos de U llo a», releí «E l espejo de la m uerte», 688 JESUS G. MAESTRO en que hay un cuentecillo muy curioso ( * ) (los demás, como «R a ­ món Nonnado, suicida», los hemos comentado juntos muchas veces) porque en realidad es un poema distraído; está escrito en verso o frases versoides todo él. Leo, ahora, la «Sociología», de Simmel; el «Tem peram ento nervioso», de Adler; la «F ila de los valores en la actualidad», de M erser (p ara ejercitar mi alem án), y, p or fin, el «U lises», del que hablaremos (cuando lo term ine) ...si me atrevo. También he leído, parte en alemán, parte en francés, una delicada novelita de Ltorn, «H an s y Heins K irch», de la colección bilingüe de las Edit. Montaigne.// Y pasemos a los negocios. Estoy encariñado con nuestra edito­ rial, o con su idea. Veo una colección de Historia, Crítica y Estética que podría adquirir cierta amplitud. La base, traducciones — ¡ay, en los tres títulos!— . Podríamos editar las obras de Curtius, por ej., debutando con un tomo de Estudios españoles (U nam uno y Ortega, p or lo pronto. Sólo que no sé si ha hecho alguna cosa más y eso sería poco para un volumen. De arte, obras como las de Vorringer, p or ej., o de Strzygowsky; m onografías no muy volu­ minosas acerca de temas como el arte primitivo; un tomo de los m ejores estudios cinematográficos; arquitectura moderna, etc. En la serie Crítica una colección española que diera los «C larín », Valera, Galdós, Unamuno, Juan Ramón, M iró... que necesitamos. Por fin, las ediciones de clásicos casi inéditos, en cuadernos presenta­ dos p or poetas o críticos jóvenes. Claro que todo esto es demasia­ do, y demasiado vago. La dificultad que veo es la siguiente: que no queriendo editar como aficionados que se gastan el dinero por gusto, no nos apetece editar sino libros// de escasas probabilidades de venta. Pero no nos veo publicando «Sin novedad en el frente»; no valdría la pena. Y mucho menos propagando la filosofía marxista. Excluido Andrade, p or supuesto! Y de Graco, digo lo mis­ mo. Este porque no trabaja sólo y porque me parece difícil que le interesen nuestros proyectos. En cam bio podrían interesarle a Sán­ chez Sarto, si sus trabajos de Labor le dejan tiempo. Tiene expe­ riencia editorial, es hombre culto que podría traducir él mismo muchas cosas, como viene haciendo, y presum o que sus gustos serán bastante afines a los nuestros. En todo caso podría ayudar­ nos con sus consejos si no le apetece o no puede colaborar con nosotros. (* ) “Cruce de caminos” se titula. (Nota de Pedro Caravia en la carta ma­ nuscrita.) ANTROPOLOGIA Y PRAGMATICA DE LA LITERATURA 689 Y adiós ( sic), que esto se alarga excesivamente. Dim e cómo lo pasáis en Becedas, como (s ic ) va Miguel, si escribes o si estudias. Envíame tus versos, cuando los escribas o cuando me escribas. Recuerdos de mi m adre y hermanas para Salomé y para ti; un apretón de manos a Salomé, besos a Miguel y un abrazo de Pedro C A R T A II (102) Mahón, 20 de abril. Querido José M .a: Antes que tu carta — que llegó con bastante retraso a mis manos— , pero escrita el mismo día, el 10 , recibí una de Eugenio que me daba noticas tuyas. Te decía desanimado, y se prom etía escribirte de nuevo, para alentarte. N o sé si lo habrá he­ cho, pese a su buena intención. El trabajo le agobia bastante, y luego andan, otra vez, preocupados con Xeno, que tenía estos días de atrás y desde otros quince, décimas. Po r mi parte estaba como el opositor aquel no quería decir — ni, de puro melifluo, hubiera podido— que estaba Larra. En fin, respiro, aunque no a pleno pulmón. Hoy justamente, acabo de leer la nota, me avisa H errero de la venta, ya que no de las p o r lo visto invendibles acciones (esto me da idea del pánico de los imbéciles), sí de las cédu-//las que di orden de lanzar posteriormente. Lo de la respiración a medias es porque me fuerzan a quedarm e — por el momento— corto. Y es que las tres mil o tres mil y pico que contaba enviarte, quedan reducidas a dos mil. N o p or la caída de cotizaciones (n o vayas a creer que ha resultado un d isp a ra te!) si­ no porque no han vendido como deseaba las acciones, que valen mucho más. Y ahora ordenaré te giren ese dinero a algún banco salmantino, desde donde te avisarán a su tiempo, para que las co­ bres y alivies tu presupuesto, puesto que no alcance a remediarte. Confiemos en que amaine el temporal (cierto que no se ve p or dónde) y se aplaque el histerismo de los bolsistas. Lo que sí hice inmediatamente fue escribirle a N adal. Creo que mi amistad con él es más honda de que pueda ser la de Heliodoro. Y pienso que me atenderá, y habrá traducciones si depende de él. (102) Es una de las últimas cartas del epistolario, escrita poco antes del comienzo de la guerra, el 20 de abril de 1936. 690 JESUS G. MAESTRO De Helios recibí carta hoy mismo. Desde M adrid, donde Ramón de Unam uno le dio noticias de tu proyectada visita a San Sebastián. Tus versos son absolutamente admirables. Son tan entrañable­ mente nuestros que no es fácil que yo hable de ellos con objetivi­ dad. Si poesía es sólo alquimia, transmutación y canje, te alejas cada vez más de la poesía. Pero poesía no es eso. Poesía es el camino de eso, del artificio, al otro polo, el de la hum anidad des­ nuda — o a la inversa— ; es ir de lo uno a lo otro. Tú vas desde el artificio hasta ese punto en que la vida del hom bre aparece lim ­ pia de costumbre, de cotidianidad, de telarañas de hábito: cuando se rom pe el cielo de papel o de trapo para contemplar el verdadero cielo (Recuerdo un hermoso ensayo de D. Lawrence). Repito una vez más que eres más poeta que nunca. De tu conferencia me darás noticias. Si no tienes tiempo o ga­ nas de escribir, mete en un sobre el guión: estoy habituado a descifrar cualquier manuscrito tuyo. N o te digo que incluyas al­ guna información periodística porque presum o que, p or lo menos, te achabacanearán el texto. Hemos tenido días muy movidos. Han venido, en estos de Se­ m ana Santa, los padres y hermanas de Clotilde, v ha habido que enseñarles la isla. N os dejaron a su hermana mayor. N os entende­ mos bien — digo las familias: sería redundante decirlo de nosotros mismos. Adiós ( sic). Espero que la excursión te haya entusiasmado un poco. ¿Va m ejor D. Miguel? Nuestros saludos para todos y besos a Miguel! (103). Gracias por tus versos: me han conmovido hasta el tuétano, y además son muy, muy hermosos. — Un fuerte abrazo de Pedro Escribo (104) cada tarde unas líneas a mi novia: un viático pa­ ra el viaje al país del sueño. A veces, sólo a ti lo confieso, en verso, como esta canción que compuse para m em oria de una tarde, la tarde misma en que la escribí, de vuelta del paseo cotidiano. Son versos ni malos ni buenos; pero tienen sentido para nosotros. (103) (104) Se refiere a Miguel Quiroga, el nieto primogénito de Unamuno. Este párrafo aparece en el margen izquierdo de la carta manuscrita. ANTROPOLOGIA Y PRAGMATICA DE LA LITERATURA C A N C IO N En medio del camino, En el camino fue, Quieta quedó la tarde y el viento, y el payés. Todo nos contemplaba. M as quién podría vemos? A un tiempo, nuestro abrazo, qué público y secreto! Campos verdes, marías, Un prodigioso m irlo... En el camino fue, en mitad de un camino! UNA FACETA DESCONOCIDA EN LA VIDA DE CLARIN: FIRMANTE DE UNA OPOSICION A CATEDRA DE DERECHO MERCANTIL ' i ' Jose-Alejo Rueda Martínez V IC IS IT U D E S D E L A C O N V O C A T O R IA Quien, como Adolfo Buylla, conoció de cerca a Clarín llegó a afirm ar que «la personalidad intelectual de Leopoldo Alas puede decirse sin exageración que lo llenaba todo, hasta el punto de que sería difícil decir qué es lo que el gran pensador español no e ra ...» (1). Ciertamente pensar qué es lo que no era, aparte de su esplendorosa labo r literaria, lo demostraba su gran dedicación uni­ versitaria al estudio de variadas disciplinas, siendo catedrático de Econom ía Política y Estadística de la Universidad de Zaragoza, o de Prolegómenos, Historia y Elementos de Derecho Romano, así como de Elementos de Derecho N atural de la Universidad de Ovie­ do (2). Y para colm ar más su abanico del saber, no se cerró nunca en el estudio de determinadas materias. Como escribía Buylla en el discurso de apertura del curso académico de 1901-1902: «E n sus largos treinta años de continuada labor intelectual el relevadísimo ingenio de Leopoldo Alas encontró continuas ocasiones de m ostrar sus frutos de positivo valor* sus múltiples disposiciones psicológi­ cas...». Y aunque no llegó a ser catedrático de Derecho Mercantil, sí encontró, sin em bargo, ocasión para m ostrar sus aptitudes en esta disciplina. A. Buylla Alegre: (1) Adolfo y G. Discurso leído en la solemne apertu­ ra del curso académ ico de 1901-1902, publicado recientemente por la Univer­ sidad de Oviedo en el volumen titulado “Dos discursos académicos sobre Leopoldo A las”, Oviedo, 1936. .. . (2) Sobre estos datos puede verse ampliamente Leopold o Alas “ C la rín ”, Oviedo, 1956, págs. 23 y ss., y Las palabras y los días de Leopoldo Alas ( Miscelánea de estudios sobre “ C la rín ” ), Oviedo, 1984, págs. 23 a 25. Posada: Martínez Cachero: JOSE-ALEJO RUEDA MARTINEZ 694 Tal ocasión aprovechó Leopoldo García Alas al quedar vacante el 14 de agosto de 1884 la cátedra de «Derecho Mercantil de España y de las principales naciones de Europa y Am érica» de la Universi­ dad de M adrid, para lo cual presentó un program a de la disciplina, integrado de 111 lecciones y precedido de un «Razonam iento del Método y Plan», fechado en Oviedo a 5 de febrero de 1885 (3). La oposición a la cátedra de M adrid fue anunciada el día 6 de noviembre de 1884 (Gaceta del día 7) junto a las de Salam anca y Zaragoza, creadas con anterioridad p or Decreto de 2 de septiembre de 1883. Aparte de Leopoldo García Alas y Ureña, firm aron como opositores, Leopoldo González Revilla, Rafael de Ureña, José de Isasa (se retiró el 30-VII-1885), Lorenzo Benito, Rafael de Gracia, Enrique de Larratea, José Casabó, Nicasio Sánchez Mata, José Sal­ vador Gam boa, Antonio Turón, Joaquín de Reina, M arcelino Isabal, Ricardo de Checa, Nicolás López Rodríguez, Francisco de Casso, Francisco Blanco, Faustino Alvarez del Manzano, Cándido Em pe­ rador y Antonio Toledo Quintela (fallecido el 15-IV-1885). El Tribunal se publicó, con no poco retraso, en la Gaceta del día 24 de enero de 1886 con la siguiente composición: Presidente, (3) Hasta ahora sólo teníamos noticias aisladas de la preparación de opo­ siciones de Derecho Mercantil de Clarín a través de una carta a Galdos y de otra a Picón. Efectivamente, en la primera de ellas, sin lugar y fecha, pero puede que muy a principios del año 1885, decía: “Y o estoy ahora escribiendo el programa para las oposiciones de Derecho Mercantil de Madrid y me pre­ sentaré a ellas si no son muy pronto. Si yo fuera a Madrid entonces, aunque fuese a tiros, habría de procurar hacer algo para que no se hablara tanto de los gaznápiros y se hablara más de las obras de sentido común” (Soledad O r ­ t e g a : Cartas a Galdós, Madrid, 1964, págs. 224-225). Igualmente en la 3.a Car­ ta de las publicadas por Andrés (Doce cartas inéditas de C la rín a Jacinto O cta vio Picón , en “Los Cuadernos del Norte”, núm. 7, mayo-junio, 1981, p. 12), decía: “El tomo 2.° (se refería a La Regenta) tardará un poco en salir, porque el final no está materialmente escrito, y estos días (la carta lle­ va fecha de 4 de febrero de 1885) estoy ocupado en escribir un programa para la cátedra de Derecho Mercantil de Madrid a cuya oposición tal vez me presente.” Amoros Aunque no menciona expresamente que sea la cátedra de Derecho Mer­ cantil dada la fecha de una carta a Menéndez Pelayo (Oviedo, 12 de marzo de 1885), bien pudiera deducirse que se trata de la misma oposición. Dice así: “Yo, por hacer que hacemos, he solicitado la cátedra de literatura jurídica de la Central. Sé que otros muchos tendrán mejores condiciones que yo, y que Pidal nunca me la daría a mí, a no ser por fuerza, pero se lo advierto a Vd. (consejero) por si pudiera hacer algo en mi favor, sin comprometerse en nada ni contradecir su política. Ya me entiende Vd.”. (Epistolario a C larín de MePelayo, Unamuno, Palacio Valdes, prólogo y notas de Adolfo Alas, tomo II, Madrid, 1941, p. 37.) nendez UNA FACETA DESCONOCIDA EN LA VIDA DE CLARIN 695 Joaquín M aría Sanromán, consejero de Instrucción Pública; voca­ les, Plácido Jove y Hevia, vizconde de Campo Grande; Narciso Suárez y Sánchez, M anuel Durán y Bas, José Laso y Medina, Faus­ tino Rodríguez de San Pedro y Juan Serrano y Morales. Renunció a vocal N arciso Suárez, entrando en su lugar Tomás de Lorenzo, pues aunque p o r antigüedad debería haber sido Faustino Alvarez del Manzano, no le cabía tal posibilidad p or ser opositor. Renuncia Lezcano y se propone como vocal al suplente Juan F. M am brilla y para nuevos suplentes a Roberto Casajús y a Félix Pío de Aram buru, aceptando este último el cargo de prim er suplente el día 11 de diciembre de 1886. E l día 16 de ese mismo mes y año renuncia M am brilla y aunque en principio no se le admite, entra, una vez ya aceptada la renuncia de M am brilla, Félix Aram buru, que actúa como Secretario del Tribunal. Publicado de nuevo el Tribunal en la Gaceta del 22 de enero de 1887 (4), quedó constituido el día 15 de febrero, comenzando la oposición con siete opositores y sólo cinco jueces, pues no com pare­ cieron al sorteo de las trincas, alegando estar enfermos y excusán­ dose con certificados médicos, Francisco Blanco, Nicasio Sánchez M ata y Rafael de Gracia. Tampoco comparecieron y decayeron en su derecho p or no asistir al tercer llamamiento Turón, Reina, Isabal, Casso y García Alas (5). (4) Precisamente en este año de 1887, el secretario del tribunal, Félix Aram buru, a la sazón decano de la Facultad Derecho y vicerrector de la Uni­ versidad de Oviedo (Cfr. Constantino “Españolito” : Escritores y ar­ tistas asturianos, tomo I, Madrid, 1936, p. 378) fue nombrado padrino junto con Armando Palacio Valdés, para un duelo entre C larín y Novo y Colsón, también, este último, escritor dramaturgo y poeta además de marino. L a cau­ sa se encontraba en las ironías de un “Palique”, pero el escritor-marino no defendía solamente su amor propio humillado, sino que extendía la supuesta ofensa a la Arm ada Española y al honor nacional. Fueron nombrados como padrinos de Novo y Colsón don Wenceslao Alvargonzález, comandante militar de Gijón, y don Faustino Alvarez, segundo comandante. Por parte de Clarín fueron nombrados, como ya se dijo, Armando Palacio Valdés y Félix Aram ­ buru, quienes después de unas cuantas entrevistas con los enviados de Novo y Colsón, dejaron el incidente reducido a un acta ingeniosa en que Clarín decía tener al marino ofendido “en la estimación debida”, terminando así lo que parecía tener rasgos de drama sangriento. (Cfr. Juan Antonio “ C la rín ” , e l p rovin cia n o universal, ed. Espasa Calpe, Madrid, 1962, p. 152.) (5) No se saben los motivos por los que Clarín no compareció a la oposi­ ción. (Ob. cit., p. 17) nos dice que aun después de asentarse en la Universidad de Oviedo, sintió a veces deseos de trasladar su cátedra a la Central y hasta en más de una ocasión inició la preparación de posibles opo­ siciones..., pero es lo cierto que A las jamás acom etió la empresa oposicionista Suarez Cabezas: Posada 696 JOSE-ALEJO RUEDA MARTINEZ La cátedra de M adrid la había firm ado junto con Alas, Faustino Alvarez del Manzano ( 6 ), quien actuó el día 24 de febrero del 87, realizando el prim er ejercicio con las siguientes preguntas: 1.a) Los casos de rescisión o de modificación del contrato de seguros m arí­ timos: su fundamento. 2.a) Distinción entre el Derecho mercantil y las demás ramas del Derecho que afectan al comercio. 3.a) La letra de cambio en la civilización antigua; datos interesantes de Asiría, Grecia y Roma; propio carácter de estos antecedentes. 4.a) ¿Debe estar codificado el Derecho mercantil? ¿Puede llegarse a la unificación universal de esa rama del Derecho? 5.a) De las obli­ gaciones del asegurado a favor del asegurador en el contrato de con decisión y jam ás quiso utilizar las directísimas insinuaciones que desde la Corte le hacían personas eminentes” . Ciertamente Posada, al hablar de per­ sonas eminentes, no se refiere a otro sino a Castelar que, como buen catador de valores espirituales, tiene un gran interés en hacer de Clarín un político al servicio de su partido. En mayo de 1886 se dirige Castelar a Leopoldo A las para decirle: “ M e alegraría que usted estuviese en M adrid. M erece los tres asientos en el trono de las letras. Uno en la Universidad, otro en e l periódico y otro en el Congreso” . Pero los sueños y delirios que le empujaban a ir a M a­ drid se convertirían en grandes desengaños en ese mismo año de 1886. Y tal vez por eso y por el dato apuntado por Posada de no acometer la empresa oposicionista con decisión, no fuese a la oposición y no volviese más a Madrid, iniciando ahora una época — como escribe Cabezas— de provincianización cuando no de ruralizacón. El propio Cabezas describe de este modo el desen­ gaño y el arrepentim iento de Clarín de haber ido a M adrid: “ ... Entre estos hombres pulcros que sorbían el cafe sin saber lo que decían, Clarín encuentra los que le habían hecho promesas escritas y que ahora se le hacen los desco­ nocidos. Entonces — confiesa él mismo— sentí un escepticismo a lo Kempis, que es una especie de pelo de la dehesa. Y en un sincero autoanálisis de su pasado, renuncia a las ilusiones engañosas que le habían sacado de su provin­ cia, y piensa v o lv e r a ella, acaso para siempre. N o más cantos de sirena, que llevan a una tram pa mitológica. N o más política, no más literatura de tectulia. Clarín vu elve a su provincia con un desengaño fecundo en e l alma. Un mes después de su salida de Madrid, escribe en su retiro de Guim arán: “ Todo menos torcerm e, todo menos decir que lo siento” . (Juan Antonio Cabezas : Ob. cit., págs. 143-146.) De todos modos, pese a tales consideraciones la cátedra de la Central es­ tuvo años más tarde otra vez en el ánimo de Clarín. Efectivamente, en el año 1894 piensa en la cátedra de Derecho Romano de Madrid, y en una carta a Galdós de 7 de enero de ese mismo año le dice que está componiendo el pro­ grama de la oposición y “lo llevo muy atrasado” (Soledad Ob. cit., p. 265). Igualmente en “El Imparcial” de 4 de octubre de 1894 se informa que en las próximas oposiciones a la cátedra de Derecho Romano de la Central “ tomará parte el ilústre crítico don Leopoldo A las”. "(6) Desempeñaba este ilustre asturiano (nacido en Oviedo el 23 de no­ viembre de 1851) la cátedra de Derecho Mercantil de la Universidad de G ra­ nada desde el 7 de junio de 1892. Con anterioridad, en noviembre de 1871 Ortega: UNA FACETA DESCONOCIDA EN LA VIDA DE CLARIN 697 seguros marítimos. 6 .a) Del condominio en las naves: sus efectos en cuanto a su administración, enajenación y reparaciones nece­ sarias. 7.a) Del sobrecargo: su carácter jurídico; quién desempeña sus funciones en defecto de él en la nave. 8 .a) Capacidad legal para el ejercicio del comercio; aptitud de los menores e incapacitados. 9.a) Petición y disposición de los alijos para reparar el buque en puertos españoles y en los extranjeros; quiénes soportan las ave­ rías y las pérdidas de las mercancías ocasionadas p or los alijos. 10.a) Acuerdos que deben preceder a la disposición de determina­ das averías gruesas; orden que debe seguirse para la echazón al m ar de los objetos del cargamento. Habiendo anunciado su inasistencia p or enferm edad don M a­ nuel Durán y Blas y don Félix Aram buru con oficios respectivos, el día 7 de marzo sin asistir los dos vocales referidos, y actuando como secretario José Laso, hace el segundo ejercicio Alvarez del Manzano, eligiendo de las tres lecciones a sorteo la que dice: «E fe c ­ tos y prueba de los contratos.— Idea mercantiles.— Obligaciones como general efectos de los de los contratos contratos: obli­ gaciones de d ar y de hacer.— Manera de cumplirse estas obligacio­ nes.— Tiem po en que puede pedirse el cumplimiento.— Derechos como efectos de los contratos.— Acciones como efectos de los con­ tratos.— La prueba de los contratos mercantiles.— M odos que pro­ pone el Código de comercio para esta prueba.— Escritura publica.— Certificación de corredor.— Contrato o escritura privada.— Factu­ ras y minutas de la negociación.— Correspondencia epistolar.— Li­ bros de comercio.— Testigos.— Presunciones.— Sum aria idea del De­ recho mercantil extranjero sobre los efectos y la prueba de los contratos». Para dicho exposición consultó los Códigos de Comer­ cio de España de 1829 y el reciente de 1885, así como el «M anuel de Droit Commercial français et étranger», de H O L C H T E R , SA CR E et O U D IN . Hace el tercer ejercicio Alvarez del Manzano el día 23 de marzo con la exposición del program a ante los cinco m iem bros que que­ daban del tribunal, quien votó el día 25 adjudicando las plazas por unanim idad y resultando nombrados, en fecha del )2 de mayo de fue nombrado por el Claustro de la Universidad de Oviedo profesor auxiliar de la cátedra de “Teoría y Práctica de la redacción de instrumentos públicos y actuaciones judiciales” y al año siguiente (noviembre de 1872) profesor auxi­ liar de “Elementos de Derecho civil, mercantil y penal”. En Oviedo pronto comenzó a brillar por su saber, desempeñando cargos como el de presidente en 1880 de la Academia de Jurisprudencia, al quedar entonces constituida. (C fr¿ “E l spañólito : Ob. cifc, págs. 3H-315.) \ . E ” JOSE-ALEJO RUEDA MARTINEZ 698 1887, Faustino Alvarez del Manzano para la cátedra de M adrid, Ri­ cardo de Checa para la de Zaragoza y Lorenzo Benito para la de Salamanca, con un sueldo de 2.500 pesetas anuales (7). V IS IO N C L A R IN IA N A D EL DERECHO M E R C A N T IL Divide Clarín su «Razonamiento del método y plan » en cuatro partes. En la primera, relativa al método, pretende huir del análi­ sis empírico investigando — dice— algo más que el determinismo de los fenómenos y recurriendo, para el estudio de las ciencias del Derecho y del Comercio, a las ideas generales, a las leyes raciona­ les, al análisis de conciencia y a otras fuentes de este orden. Si dos métodos podían adoptarse en el estudio del Derecho mercantil, p or una parte, seguir el plan predeterminado del Derecho positivo, aferrándose exclusivamente a la ley escrita con utilización, sustan­ cial del método exegético ( 8 ), y, por otra, estudiar el natural desen­ volvimiento del Derecho esencial, apoyándose sobre todo en el método dogmático; Alas parece optar p or este último, criticando el «P lan de Estudios» anterior por concretarse el Derecho mercan­ til (q u e curiosamente se explicaba junto con el penal) en la sola exposición del Derecho vigente, a lo que se añadía — escribe— la falta de libros didácticos y adoleciendo los escasos que existían en claras deficiencias en la sistematización de materias (9). Prefie(7) Datos tomados del A rch iv o Central de la A d m inistración Pública de Alcalá de Henares, Sec. Educación y Ciencia, Leg. 5342-7. (8) Ciertamente la doctrina francesa del momento no se caracterizaba por un riguroso y racional método, por más que expusiese y resolviese luego con claridad y atino las más difíciles e importantes cuestiones prácticas, se nota­ ba la influencia siempre dominante del método predeterminado. Baste citar, a título de ejemplo, a uno de los autores más notables de la época como Boisquien trata de armonizar en lo posible las exigencias científicas con el método predeterminado. En realidad los escritores franceses del siglo X IX , en cuanto al método y distribución orgánica de materias, puede decirse que apenas traspasaron los límites de la obra de Sobre el método exegético vid. (Introducción al Derecho m ercantil. Barcelona, 1969, págs. 258 a 262), quien subraya el “culto a la ley y a la fe en su virtud pro­ pia” que caracterizó el siglo X IX francés en el campo jurídico. (9) Efectivamente, aunque las obras anteriores a nuestro Código de 1829 corresponden a la “Edad de Oro” de nuestra literatura jurídico-mercantil (Vid. Hacia la renovación de los estudios ju rid ico-m erca n tiles, R.D.P., 1941, págs. 217-218, con exhaustiva enumeración de dichas obras, y In trod u cción al Derecho m ercantil, Barcelona, 1969, págs. 303-320), adolecen de una cierta falta de rigor en el método empleado, refiriéndose únicamente al comercio en general y prescindiendo algunas del marítimo, estando influi­ das por el espíritu teológico predominante en aquella época. Hay sin embargo tel, Rubio Polo: Pardessus. Rubio: UNA FACETA DESCONOCIDA EN LA VIDA DE CLARIN 699 re seguir a autores como Vidari, Thól, Goldschmidt, Endem ann o Behrend (10) — así lo dice expresamente— «estudiando las institu­ ciones jurídico-mercantiles en su fundamento real y form al, en la vida económica y en la vida técnica de que se originan y exponerlas conform e a la lógica jurídica de los pueblos civilizados reflejada en su derecho escrito o consuetudinario, no supeditando el plan al de determinado derecho nacional, sino enriqueciendo su doctrina con todas las fuentes oportunas». Seguir el orden de la ley escrita podía tener su atractivo y, sobre todo, utilidad práctica, dadas las pocas diferencias existentes en la metodología que guiaba a los principales códigos y el fundamento de la especialidad de la con­ tratación mercantil que era más histórico que racional. Sin em- obras anteriores al Código de 1829 que, separándose de la tendencia general de su tiempo, constituyen tratados completos de Derecho mercantil, pero que abandonan la dirección metódica que engendró la doctrina de la autonomía científica y legislativa del Derecho marítimo. De entre estas obras, el “ Labe­ rin to de C om ercio terrestre y naval” , de Hevia Bolaños, es sin duda uno de los trabajos más notables que acerca del Derecho mercantil haya producido el siglo X V II, con algunos defectos sin embargo, pues lleva el estudio del con­ trato de mandato al tratado de los factores; presenta la doctrina referente a la letra de cambio y a la libranza dispersa en varios capítulos, viniendo a constituir una serie de indicaciones incidentales, lo que de suyo exigiría un examen detenido y demandaba un puesto importante y propio en la clasifica­ ción de materias. Por último se deja llevar por las ideas predominantes en su tiempo, hasta el extremo de considerar ilícito el contrato de préstamo a la gruesa, prescindiendo de una de las más arraigadas instituciones del Dere­ cho marítimo. * M ás desiguales son las obras posteriores al Código de Sainz de Andino, pues mientras que unas siguen el método predeterminado, como las de Tapia, Vicente y Caravantes, Saavedra, Laso y Viso, otras siguen direcciones metódi­ cas importantes apartándose del molde de la ley escrita. Entre estas últimas están las de Bacardí, Martí de Eixalá. González Huebra, Rubio López, Carre­ ras y Soler, etc., distinguiéndose sobre todo las Instituciones de D erecho m er­ cantil, de Martí de Eixalá, y caracterizándose, en cuanto a la forma, por una notabilísima sistematización de la doctrina y, en lo referente al fondo, por una íntima unión de los elementos económico y jurídico. Puede decirse que las obras posteriores a Martí de Eixalá no rebasaron los límites por éste tra­ zados. (H ay una exposición completísima de las obras de esta época con un criterio valorativo de las mismas en M anual de D erecho m erca n til español, tomo I, Barcelona, 1950, págs. 208 a 213.) (10) El seguir a estos autores refleja aún más su tendencia por el método dogmático, pues es bien sabido que el hecho de haber permanecido durante largo tiempo el Derecho mercantil alemán abandonado a los usos y costum­ bres mercantiles, sin afectar a la forma codificada, la misión del jurisconsulto no podía concretarse a un examen exegético de la ley, sino a un análisis sis­ temático de la doctrina con exposición de los principios fundamentales de Langle: 700 JOSE-ALEJO RUEDA MARTINEZ bargo, la necesidad de desentrañar del inmenso cúmulo de leyes la esencia de las instiuciones para poder hallar el elemento común y el elemento diferencial en la legislación mercantil de las principales naciones de Europa y América tal vez haga volver la vista a Leo­ poldo Alas al método dogmático, aunque en ocasiones intente man­ tener en lo posible la norma metódica del Código, y solamente en lo posible, pues cuando pone como ejemplo nuestro Código (el vi­ gente en aquella época) preguntándose si habrá de seguir el orden de materias en él contenidas y tratar únicamente de las mismas, niega la cientificidad de tal sistema reivindicándose el recurso a «la razón metódica, a la realidad de la institución misma, siguiéndola allí donde se haya desarollado más y m ejor p or cualquier circuns­ tancia» (11). Y, efectivamente, en el estudio del natural desenvol­ vimiento del derecho esencial que marca el contenido del hecho comercio en su relación con el derecho, vuelve a insistir al destacar la nota de universalidad del Derecho mercantil que concibe como no impuesta, sino nacida por la necesidad lógica de la vida social. Si esto es así — afirm a— , si nace de la naturaleza misma de las cosas no hay necesidad de recurrir a una filosofía del Derecho mercantil, puesto que hay bases para una sistematización de este estudio en la realidad misma de ese derecho. Piensa que esta pos­ tura no puede tacharse ni de positivista ni de ecléctica; no en vano Clarín nunca fue amante del positivismo. Así lo recoge Posada alu- cada instiución. Ante esto, el genio jurídico alemán huyó siempre del método predeterminado, procurando ante todo conocer el dbjeto científico en su rea­ lidad, influyendo tanto en el fondo como en la forma de tales direcciones dogmáticas. (Resaltando el progreso científico alemán de aquella época vid. en la nota preliminar que hace en su traducción de la obra dé Thoi, (Das Handdelsrecht) Trattato di d iritto com m erciale, Nàpoli, 1881, págs. X y XI.) (11) Efectivamente, en la práctica totalidad de los Códigos no se obser­ vaba método alguno. Esa falta de método se dejaba sentir tanto en la expo­ sición de los actos de comercio en general, como en los relativos al comercio marítimo, con una agrupación caprichosa y arbitraria de los contratos. Tal vez el único Código de comercio que en aquella época estuviese influenciado por una clasificación con tendencia doctrinal fuese el portugués de 1833 al tratar de sistematizar los actos mercantiles, con clara inspiración del Derecho civil, clasificándolos en atención a su perfección en reales: mutuo* comodato, depósito y prenda ; y consensúales : cambio trayecticio, compraventa, permu­ ta, arrendamiento, sociedad, mandato, comisión, consignación en cuenta de participación y a comisión y fianza. El propio Ferreira Borges, artífice de este Código, decía haber procurado “suplir de algún modo las falias de nues­ tro Código civil actual”. (Vid. en este respecto F. : D ereito C om ercial, v. l, 2.-&.:edvüsboá, 1970, págs. 29 y 40;)' " : jvj.r.s-. Marghieri Olavo UNA FACETA DESCONOCIDA EN LA VIDA DE CLARIN 70 1 diendo a una carta que el autor de «L a Regenta» escribía a su amigo Pepe Quevedo; «M e dicen ( . . . ) que temías verme caer en el positi­ vismo. Como sistema filosófico me parece im posible que yo llegue, a abrazarle en mi vid a» ( 1 2 ). En la segunda parte se detiene a examinar brevemente el estado de la legislación de los diferentes estados de Europa y Am érica, dividiéndolos en tres grupos. El primero de ellos se refiere a los estados cuyo Derecho mercantil presenta más afinidades con el español; el segundo, a aquellos que se han inspirado en distintas fuentes, y, p or último, menciona aquellos que carecen de Derecho mercantil codificado. A los límites dedicada la tercera parte, excluyendo, al señalar los límites naturales, el derecho relativo al procedimento mercan­ til, en razón — dice— de que pertenece a otra asignatura distinta, refiriéndose en este respecto al libro V del Código de 1829, lo cual no deja de llam ar la atención dada la fecha de su manuscrito (5 de febrero de 1885), puesto que en el Proyecto provisional publicado p or la ley de 7 de mayo de 1880 se discutía la supresión del libro V relativo a la jurisdicción mercantil (13), desapareciendo ya en el Proyecto definitivo que Alonso Martínez presentó a las Cortes el 20 de marzo de 1882 (14). Reconoce, sin em bargo, que en materia de quiebras es difícil separar en absoluto el derecho sustantivo mercantil del procesal correspondiente. Establece los límites interiores con el Derecho político, adm i­ nistrativo e internacional público y privado, para referirse luego a la separación entre Derecho civil y Derecho mercantil, que procura atem perar «a las distintas legislaciones, porque no es posible un criterio igual ni para todos los pueblos, ni para todas las instituí ciones». Procura guiarse en tal delimitación p or lo que enseñan el concepto económico del comercio y la determinación jurídica del, comerciante y de sus actos. Ob. ext., p. 130. En cumplimento de esta ley se constituyó la última comisión. Su proyecto fue el que se sometió a la aprobación de las Cortes en 1882, cuyos trabajos versaron principalmente sobre la conveniencia o no de restablecer los Tribunales de Comercio, suprimidos por el Decreto-Ley de unificación de fueros de 1868. (Vid. R o m e r o y G i r ó n : El nuevo Código de Comercio para la:. Península y las Antillas, Madrid, 1886, p. 17.) (14 ) Es bien conocida la evolución desde la reforma del Código de 1829, intentada ya a los cinco años de su formación (Real Decretó de 13 de junio de 1834) hasta la publicación del Código vigente. (Vid. por todos G a r r i g u e s : Curso de Derecho mercantil, Madrid, 1982, p. 117.) (12 ) (13 ) Posada: 702 JOSE-ALEJO RUEDA MARTINEZ Ciertamente, más que las relaciones entre Derecho civil y Dere­ cho mercantil, que le llevarían a la discusión sobre la especialidad o excepcionalidad de este último, lo que plantea realmente es el problem a de la autonomía del Derecho mercantil. Lo atempera a las distintas legislaciones, pues efectivamente el Derecho compa­ rado, el Derecho mercantil de las principal naciones de Europa y América, no proclam aba ni el triunfo de la sustantividad e indepen­ dencia del Derecho mercantil, ni tampoco el de la unificación del Derecho privado. P or eso parece buscar la solución, sin entrar en discusiones, tomando como base la realidad que ofrece la propia vida económica y jurídica de cada país, pues tratándose la unifica­ ción de un problem a político más que técnico, el momento quizá no era aún propicio para la fusión completa de los Derechos civil y mercantil que, como ha apuntado algún autor (15), debe sobre­ venir cuando se haya llegado a una homogeneidad sustancial de las relaciones económico-privadas. Al exponer el plan del program a, en la cuarta parte, comienza aludiendo a la Introducción, que cree de carácter indispensable, distinguiendo los capítulos necesarios, que com prenderían desde el concepto de comercio hasta las fuentes, de los potestativos, donde se estudiaría la Historia del Derecho mercantil. Sigue a la Intro­ ducción la Parte general, donde expone la doctrina que considera común a todo el curso, comprendiendo los actos jurídicos mercan­ tiles en su total aspecto y elementos. En la primera parte especial estudia ya el ejercicio particular del comercio, analizando los de­ rechos y deberes del comerciante en su aspecto real y form al. Las sociedades las estudia también en esta parte. La segunda parte es­ pecial la dedica al estudio de los contratos, entre los que incluye el de cambio, puesto que cree que es éste el lugar que sistemática­ mente le corresponde, a diferencia de otros autores (V id ari, Thól, etc.) que le dedican un estudio aparte. Al estudio del Derecho mer­ cantil marítimo dedica la tercera parte especial, no sólo por seguir en lo posible la distribución del Código, sino porque cree que el Derecho marítimo tiene un carácter especial p or razón de su obje­ to. Se aparta de este modo de muchos autores que lo explican en el tratado de los contratos. En la cuarta y última parte especial trata de las quiebras y de la bancarrota, absteniéndose de entrar en el Derecho procesal. Puede observarse cómo el sistema de exposición se aproxim a al sistema pandectista, apartándose de la división disgregadora que (15) Langle: Ob. c it., págs. 66-77. UNA FACETA DESCONOCIDA EN LA VIDA DE CLARIN 703 podía apreciarse en las obras de los escritores alemanes de la épo­ ca. Baste recordar que la doctrina germana no dividía el Derecho privado en dos ramas (civil y m ercantil) sino en cinco: Derecho civil (Bürgerliches Recht), Derecho mercantil propiam ente dicho (H andelrecht), Derecho relativo al cambio (W echselrecht), Derecho marítimo (Seerecht) y Derecho de seguros (Versicherungsrecht), es­ to aparte de considerar la legislación de quiebras como elemento integrante del Derecho procesal (16). Es p or ello merecedora de elogio la línea armónica de conjunto con que trata las instituciones sin tener que desintegrar el Derecho mercantil en tantos fragm en­ tos como especialidades podía ofrecer el estudio del mismo. En el posterior desarrollo del program a se plantean algunas dudas al desconocerse los contenidos. Tal ocurre con el estudio de las sociedades que si bien lo lleva al tratado del comerciante, al* plantearse con anterioridad, en la parte general, el interrogante de si son necesariamente personas jurídicas, cabe la duda, ante la po­ sibilidad de la negativa, de haber incurrido en el error de que ado­ lecían algunos jurisconsultos alemanes, que con harta frecuencia cita, cuando siguiendo las prescripciones de la ley otorgaban la con­ sideración de comerciantes a las sociedades mercantiles, al propio tiempo que negaban su personalidad jurídica, siendo tal contra­ dicción del todo notoria cuando a pesar de tal negación exponían la correspondiente doctrina en el tratado de las personas (17). Ciertamente estaría en la línea correcta si claramente hubiese obptado p o r la tesis de la personalidad jurídica, pero si nos ha surgido la duda es porque en ese mismo tratado del sujeto del comercio cae en el defecto de la doctrina alemana de exponer ampliamente el contrato de comisión junto a los auxiliares del co­ merciante, en lugar de llevarlo al tratado de los contratos. (16) P o r citar los ejem plos más significativos de las obras alemanas de época: (Das Deutsche Handelsrecht systematisch dargestllt), ( Das Deutsche Handelsrecht), ( Handbuch des Handelsrecht). (17) A sí por ejem plo, ( Trattato di Diritto commerciale, v. I, N ápoli), 1881, traducido por al hablar del concepto y clases de comercian­ tes, en la p. 133 expresam ente dice que “ una sociedad m ercantil no es una persona ju ríd ica” , para luego más adelante, en e l tratado de las sociedades, concretam ente en la Introducción, fundamentar tal afirm ación que vu elve a reiterar (p. 280) e indicando en la nota (3) de la doctrina en pro y en contra d e . la personalidad jurídca, citando entre quienes defienden la negativa a y v r -if-r .-f- Endemann Goldschmidt Goldschmidt Thól Marghieri) Laband. Gareis 704 JOSE-ALEJO RUEDA MARTINEZ Existen p or otra parte algunas omisiones como por ejemplo, el estudio de las sociedades cooperativas (18) o el contrato de edi­ ción, dato éste significativo dada su condición de prolífico escritor. E l estudio del Derecho cambiario lo lleva al tratado de los con­ tratos indicando la razón de lugar (19) y en el cual dedica no se trataba ni en el Código española (20). N o estudia, sin no trasladar esta doctrina a otro una lección (la 73) al cheque, que del 29 ni en la doctrina científica embargo, en esta parte la doctrina general de los títulos de crédito que lleva a la parte general del curso; si bien matiza en el epígrafe segundo de la lección 27 qué títulos deja para tratarlos en la parte especial del cambio. Es relevante el tratamiento que lleva a cabo en materia de De­ recho marítimo, renunciando a una exposición simultánea con el Derecho mercantil terrestre y sin tener que insertar las instiuciones de uno en las del otro, respetando con ello una vieja tradición m arcada p o r las diferencias que los principios ordenadores del tráfico marítimo separaba y separa a los del correlativo mercantil terrestre ( 2 1 ). En fin, la exposición del program a es un buen botón de mues­ tra de la superioridad sistemática y de la riqueza de contenido no demasiado frecuente en su época; y aunque no alcanzase la ca­ lidad tanto en el método de investigación como en el sistema de exposición que supuso la renovación de nuestros estudios jurídi- (18) Las trataba Thol: Ob. cit., p. 555. En la doctrina española, Soler: Madrid, 1882, págs. 220 y ss. (19) Este tratamiento se asimila al de algunos autores modernos (vid., por ejemplo, U r ia : Derecho mercantil, Madrid, 1987, p. 10), quienes en el esrtudio de los instrumentos jurídicos del tráfico mercantil analizan el contrato y el título de crédito, este último para proporcionar la necesaria movilidad, permitiendo la circulación más rápida y ágil de toda clase de bienes y de­ rechos. (20) Ciertamente a los autores que empleaban el método exegético, afe­ rrados sempre a la letra de la ley, no es extraño que se les escapase el trata­ miento doctrinal del cheque, pues como es bien sabido en España se reglamenta por primera vez en el Código actual de 1885 con algunos preceptos específicos (arts. 534 a 541). (21) Se separa así de autores de la época como Soler (Ob. cit., p. 174), quien al tratar del fletamento, afirma: “Aunque éste aparezca como un con­ trato esencialmente distinto del transporte terrestre, como no puede negarse que el objeto de ambos sea idéntico, siquiera se persiga por vías de comunica­ ción tan diferentes, de aquí que haya más de un punto de doctrina que sea común y que en el orden de exposición de todas las concernientes al fletamen­ to podamos seguir el mismo plan que el observado para los que tocan al trans­ porte terrestre”. Manual de Derecho mercantil, UNA FACETA DESCONOCIDA EN LA VIDA DE CLARIN 705 co-mercantiles con el profesor Garrigues, puede decirse sin que sea aventurado que Clarín fue, como en otras tantas cosas, un pre­ cursor. A N E X O (Transcripción literal del manuscrito existente en el Archivo Central de la Administración Pública de Alcalá de Henares. Sección Ministerio de Educación y Ciencia. Legajo 568-31). PROGRAMA DE DERECHO MERCANTIL DE ESPAÑA Y DE LAS PRINCIPALES NACIONES DE EUROPA Y DE AMERICA PRESENTADO POR LEOPOLDO GARCIA ALAS Y UREÑA — CATEDRATICO DE DERECHO EN LA UNIVERSIDAD DE OVIEDO Oposiciones a la cátedra de Derecho mercantil de la Universidad de Madrid — 1885 — Programa de Derecho Mercantil de España y de las principales naciones de Europa y de América. RAZONAMIENTO DEL METODO Y PLAN Piden la letra y el espíritu de la Ley p or que se rigen las oposi­ ciones a cátedra, que el razonamiento en que se funden los motivos del método y plan que se sigue sea claro y sencillo; que la buena retórica recomienda en toda composición literaria; pero como no ha de entenderse que la Ley exige lo que sólo el arte del consumado escritor puede conseguir, debe, en nuestra opinión, interpretarse el concepto legal en el sentido de que se recomienda la brevedad y la ausencia de disquisiciones complicadas, que llevándonos a las arduas materias de lo que llamó Fichte Doctrina de la ciencia, nos hagan em peñam os en los difíciles problem as del sistema y de los métodos. Difícil es, sino imposible, en el estado presente de la cien­ cia lograr brevedad y sencillez, sin mengua de lo principal en todo razonamiento, que es la razón misma, cuando necesariamente se ofrecen las cuestiones tan discutidas de la inducción y de la deduc­ ción, del análisis y de la síntesis, conceptos todos éstos mal explica­ 706 JOSE-ALEJO RUEDA MARTINEZ dos, muchas veces por comenzar la confusión en el sentido de las mismas palabras, mal comprendido. Sin em bargo, nosotros, después de pensarlo, nos decidimos en esta ocasión en no detenemos mu­ cho tiempo en estas materias generales de que suele abusarse en tales casos con daño del asunto particular directo. Y no tomamos tal resolución sólo por huir de vulgaridades o de muy extensa argumentación general, que tales motivos no fueran suficientes, sino porque la índole de la asignatura de la que se trata consiente me­ jo r que la de otras, sino preterir, ahondar, o m ejor, detenerse menos en el tratado de la lógica de la ciencia. El Derecho mercantil se compone de dos términos que se re­ fieren a dos ciencias primarias en cuanto lo son de respectivas finalidades, a saber: la ciencia del Derecho y la ciencia del Comer­ cio, que es en parte de la Economía, por más que, como veremos luego, muchos autores, sobre todo los alemanes, consideran la Economía — en un sentido restringido— como una de las form as de la Ciencia general del Comercio. De todas suertes, las famosas y al parecer inagotables cuestiones del sistema analítico y del sinté­ tico (que algunos llaman método equivocadamente) no dilucidan oportunamente al tratar del fundamento de esas ciencias generales, comprendidas ambas en el grupo de las llam adas vagamente m o­ rales y políticas, según una clasificación más generalizada que exacta. Im porta mucho sin duda, para m archar en firme, saber si como se creyó hasta aquí por los más, las ciencias en que intervie­ ne la naturaleza humana, con el elemento que llamamos espiritual, han de investigarse como si existiera en ellas algo más que el determinismo de los fenómenos, han de estudiarse recurriendo tam­ bién a las ideas generales, a las leyes racionales, el análisis de concienci y otras fuentes de este orden, o sólo obedeciendo al cri­ terio del análisis empírico, por negar que exista en la materia de estas ciencias nada esencialmente distinto de lo que constituye el objeto de las ciencias naturales. Hoy menos que nunca, por las pretensiones de las escuelas jurídico-naturalistas y en general de las que estudian la Sociología como fisiología de cierto grado, se puede prescindir de todas esas cuestiones indicadas y otras afines al penetrar en la formación de un plan mediante Método adecuado de las ciencias respectivas del Derecho y de la Economía. El que es­ to escribe, comprendiéndolo así, trató con detenimiento la materia de la Doctrina de la ciencia en ocasión análoga a la presente al fundar en razones un program a de Economía y Estadística ( P ro ­ grama de Econom ía y Estadística.— M adrid, 1882.— Im prenta de la UNA FACETA DESCONOCIDA EN LA VIDA DE CLARIN 707 R. de Legislación y Jurisprudencia, 111 págs.) y lo mismo hizo tra­ tándose de una cátedra de que form aban parte los Prolegóm enos del Derecho. Pero tratándose del Derecho mercantil, ¿no será lícito p rocurar la brevedad que se recomienda absteniéndose de tratar los problem as generales del sistema? Creemos que sí y así lo hace­ mos, reservándonos el derecho de exponer nuestras ideas acerca del particular en la discusión de los program as, si ello nos ofrece momento oportuno. En tanto encomendándonos a nuestra experien­ cia, tanto de opositores como de jueces de opositores (* ), procu­ raremos p or nuestra parte en el presente certamen alejar en lo posible las cuestiones generales que ofrecen el riesgo de la diva­ gación y garralería, cuando, como suele suceder, los que presentan y discuten el program a de una asignatura particular no han estu­ diado sistemáticamente la ciencia de la doctrina científica. Es claro que no se podrá prescindir en absoluto de lo indicado, referencias haremos nosotros mismos más adelante a la materia general, pero sin exponerla directa y totalmente. Para otros asun­ tos necesitamos el espacio; y no ha de ser tan reducido como quisiéramos, porque el Derecho mercantil de España y de las prin­ cipales naciones de E uropa y de América ofrece para su determi­ nación, como concepto unitario, dificultades que nacen, no ya de esas grandes cuestiones generales que suponemos tratadas en las ciencias del Derecho y del Comercio, sino de la particular comple­ jid ad de la asignatura y de su novedad en el cuadro de la Ense­ ñanza jurídica. ¿Cuál es la materia propia de nuestra asignatura? Sólo a p artir de un claro concepto de ella se podrá iniciar un plan y aplicar un método a su investigación. Comenzamos pues por determinar la idea que tenemos del estudio cuyo program a didáctico presentamos, y después de esto, ante la reflexión, las cuestiones interiores del asunto que el mismo nos ha de sugerir una vez visto claramente. (*) 1883: III y IV ( D e l tribu n a l de oposiciones a la cátedra de D erecho P o ­ lític o y A d m in is tra tiv o de Oviedo, Adolfo Posada.) Se lo comunican en oficio ministerial de 13-111-1883 firmado por Juan Fa­ cundo Riaño. Fueron sus compañeros: Juan Uña (consejero de Instrucción Pública, presidente); vocales: Laureano Figuerola y G. Azcárate (ambos de la Central), Adolfo Alvarez Buy lia (de Oviedo), y los señores Franco Concha y Alcalde y Juan Hinojosa y Naviero. La obtuvo Posada en votación unánime del 11 del VI. 708 JOSE-ALEJO RUEDA MARTINEZ En el plan anterior al vigente se estudiaba el Derecho mercan­ til junto con el penal, sin que se supiera p or qué; hoy, separadas tan importantes asignaturas, muévese cada cual con más holgura y la que nosotros tratamos adquiere el carácter de generalidad que va indicado en el nombre. N o se trata sólo del Derecho mer­ cantil español, sino además del que rige en las naciones principales de Europa y América. Vése desde luego el cam bio verificado que debe traer consigo, cambio en el plan y en los límites del Curso de Derecho mercantil. La brevedad del tiempo que en el plan an­ tiguo se podía consagrar a nuestra asignatura y, por otra parte, el concretarse ésta en los términos de la Ley a la exposición del De­ recho vigente en nuestra patria quitaba a la materia al p ar que extensión, trascendencia. Resiéntense de esta misma limitación los pocos, poquísimos libros didácticos que solían servir de obras de texto, pues en ellos, p or conformarse con la marcha probable de los cursos, se prescindía del método comparativo y el sistemático era p or necesidad deficiente, por concretarse en la doctrina de Derecho mercantil codificada en España o esparcida p or leyes o decretos especiales. M ás conforme a la marcha actual de la ciencia jurídica, y muy especialmente de la ram a mercantil, es el concepto de la asignatura que supone su nuevo nombre. Antes a lo más solían comparar, en ciertas materias sólo, los autores nuestro de­ recho con el francés, muy poco con los de otros países, casi nada con los que no se derivan del Código francés más o menos direc­ tamente. Respecto de las fuentes literarias no legales sucedía lo mismo; pocos autores alemanes, por ejemplo, se citaban en nues­ tros libros de Derecho mercantil. Hoy convida a seguir distinto camino la índole que a nuestra materia impone el título de la asignatura. Es claro que no se desprende del carácter de derecho positivo histórico, se trata como siempre del Derecho de España, no de una filosofía más o menos arbitraria del Derecho mercantil, pero se trata además del Derecho de otras naciones, de las principa­ les de Europa y de América, o sea, de toda la civilización moderna. ¿Qué significa esto? Que se va a buscar el carácter de universali­ dad, que es una característica del Derecho mercantil. En los tiem­ pos modernos a la famosa unidad del Derecho Romano llam ado actual, medió la variedad de los Derechos nacionales, pero esto en ciertas materias, las llamadas de Derecho civil especialmente, pero éri otras ramas jurídicas a la antigua unidad total del Derecho Romano en parte ecolástica, en parte práctica viene a reem plazar UNA FACETA DESCONOCIDA" EN LA VIDA DE CLARIN 709 sino la unidad y universalidad la tendencia a la unidad y a la uni­ versalidad, no impuesta, no preparada, sino nacida p o r la necesidad lógica de la vida social; p or la naturaleza propia de las materias. Esto sucede p or ejem plo con el Derecho penal, con el Derecho po­ lítico en parte, en el Derecho procesal en parte también, y por no citar más ejemplos, con el Derecho mercantil y especialmente con el Derecho marítimo. Pero sin esta universalidad esta tendencia p or lo menos a ella se observa por donde quiera, y si nace de la natu­ raleza de las cosas, según decimos, ¿qué nos enseña esto? Que sin necesidad de recurrir a una filosofía del Derecho mercantil tene­ mos bases para una sistematización de este estudio en la realidad misma de ese Derecho. Sigamos pues el camino que hoy sigue en general la ciencia jurídica sin que se le pueda tachar de posivista ni de ecléctica, no contrayamos teorías a priori, estudiemos las instituciones tal como las vemos nacer en los pueblos, y si del con­ junto de las análogas y de sus reglas podemos inducir un plan general de la ciencia respectiva ni seremos empíricos ni seremos ideólogos en el sentido desacreditado de la palabra. En nuestra asig­ natura sería faltar a lo que aconseja y hasta exige esta enseñanza de la cosa misma en sí, empeñarse, p or creerlo más útil y más prác­ tico, eri reducir el estudio del Derecho mercantil a una exégesis de nuestro Código y demás leyes de comercio, y después exponer del mismo m odo la legislación de los demás países. Esto sobre ser anticientífico, bueno sólo para form ar leguleyos, para m atar el' es­ píritu del derecho, sería poco menos que imposible. Por eso no se pueden recom endar sino como compilaciones de consulta las obras llam adas de Derecho com parado en que la compilación se entiende de ese m odo de exposición sucesiva. En nuestro curso además, repetimos, sería im posible repasar así todas las leyes m er­ cantiles europeas y americanas. Bastaría el Derecho inglés, por ejemplo, con los comm on-law y statute law y su carencia de Código para eternizar el estudio, de todas suertes sin fruto. Es preciso proceder de otro modo, no inventando por nosotros ciertamente, sino aconsejado p or la lógica y seguido por los escritores más notables. H arem os lo que hacen Vidari Tholj Goldschmidt, Endemann, Behrend, los más de los autores modernos, aún aquellos que tratan especialmente el Derecho mercantil de una •<nación como Thol y Endem ann entre los citados; estudiaremos las instituciones jurídicas mercantiles en su fundamento real y form al, en la vida económica y en la vida técnica de que se originan, y al exponerlas conform e a la lógica jurídica seguiremos siem pre'acom pañados del gran caudal de la experiencia jurídica de los pueblos civilizados 710 JOSE-ALEJO RUEDA MARTINEZ reflejada en su derecho escrito o consuetudinario pero sin supedi­ tar nuestro plan, nuestra marcha, fundados en lo ya dicho, el plan y la marcha de determinado derecho nacional ,sino enriqueciendo nuestra doctrina sistemática con todas las fuentes oportunas. N o es posible, ni hace falta, ni conviene siquiera, h ablar para cada regla jurídica del Derecho mercantil de todas las naciones. ¿A qué citar p or ejem plo las que en el punto especial de que se trate sólo han copiado el Derecho de otra nación ya estudiada, sin alterar en nada importante la doctrina? Un ejemplo aclarará esto y al propio tiempo indicará no poco de nuestro método seguido rigurosamente en el program a. Estamos en España, es evidente que nuestro De­ recho mercantil nos importa de un modo especial, ¿pero al exponer la asignatura seguiremos el orden de materias de nuestro Código? No, sería un orden sin plan, sin método, no sería ni remotamente científico. ¿Seguiremos nuestra Ley en el fondo sin tratar más que lo que ella trate y como ella lo trate? Tampoco, al exponer la teo­ ría correspondiente de la institución. ¿Qué haremos? Recurrir pri­ mero a la razón metódica, esto es, a la realidad de la institución misma, siguiéndola allí donde se haya desarrollado más y m ejor p or cualquier circunstancia; no de otro m odo procedió el mundo entero (todo el civilizado occidental al m enos) al seguir el Derecho Romano; no fue por capricho sino porque Rom a ofrecía lo que otras naciones no, la vocación especial jurídica. Así nosotros, espa­ ñoles, tendremos que atender más, por ejemplo, al Derecho francés que al ruso p or haber seguido en gran parte la legislación francesa, p or afinidad económica, por afinidad histórica, etnológica, geográ­ fica, etc., etc., etc., y tendremos, por motivos diferentes, que prestar atención al Derecho alemán, v. gr., al tratar del Derecho del cam­ bio, p or la novedad, originalidad y fuerza jurídica de la legislación y ciencia de aquel país en esta materia. Así será como expongamos la doctrina de las diferentes instituciones de Derecho mercantil; pero después, no contentos con haber ido llenando el plano de nuestra materia con las reglas de Derecho positivo de los diferentes pue­ blos, al final de cada lección expondremos el Derecho especial de aquellas naciones que en aquel punto se singularicen, y siempre indicaremos y a veces expondremos latamente el Derecho español correspondiente. La exposición será más detenida cuando en la doc­ trina general expuesta nuestro Derecho esté poco explícito y necesite aclaración singular, o sea deficiente o difiera de lo general o de lo científico. Quedan señalador nuestro plan y método en lo que se refiere a esta difícil cuestión de la inducción y deducción de lo fi­ losófico y lo histórico, lo empírico y lo abstracto; sin eclecticismo, UNA FACETA DESCONOCIDA EN LA VIDA DE CLARIN 711 siguiendo a escritores ilustres que al sistematizar el Derecho mer­ cantil se aprovechan siempre del Derecho positivo de los pueblos más adelantados, pero sin desdeñar los datos que la observación y la experimentación suministran a la razón para que pueda escri­ birse o explicarse con método un curso más o menos dilatado de la ciencia jurídica del comercio. § II. Es necesario para precisar más nuestro concepto de la asigna­ tura y del m odo de su exposición, p or lo que respecta a su carácter de universalidad, que nos detengamos a exam inar brevemente el estado de la legislación de los diferentes estados de E u ropa y Amé­ rica para ver cómo hemos aprovechado en nuestro trabajo las distintas leyes. Si se entra sin ningún criterio fijo en tan intrin­ cada materia no se podría hacer más que seguir el em pirism o geo­ gráfico o cualquier otro orden extraño a la propia materia. Es indispensable ver la relación que va de una a otras legislaciones, cómo influyen, en qué form a se presentan, qué contenido ofrecen, qué materia dejan fuera de su cuadro a pesar de ser propiam ente de Derecho mercantil, cuál otra tratan con originalidad, con datos de eperiencia rica o de ciencia bien aprovechada; y reparando todo esto podrem os seguir sin desorientarnos el camino y utilizar tan ricas y abundantes fuentes, cada cual en su tiempo y en su sitio. Estudiado esto en general en la parte introductiva, como después indicaremos, sirve más adelante en todas las lecciones y en cada institución para saber en qué Derecho nacional debemos detener­ nos, cuáles otros podemos agrupar y cuáles muestran insuficiencia o deficiencia en la cuestión de que se trata. Recurriendo a la histo­ ria como para tal asunto [ siguen términos ilegibles] vemos que en Italia en los siglos X I y X II comienzan a desarrollarse las leyes y los usos mercantiles que poco a poco fueron siendo adoptados por los demás países. Así pudo decir con razón Frem erg ( Etudes de Droit com m ercial) que entonces los comerciantes form aban una sola nación con una legislación propia. Los descubrimientos e in­ venciones de los siglos X V y X V I dieron al comercio nuevo impulso, inmenso. Entonces se empezó a pensar en leyes comer­ ciales especiales; pero todavía siguió predom inando la costumbre. Célebres se hicieron los estatutos y ordenanzas de varias ciudades italianas y españolas, vr gr., los estatutos de Milán, Verona, Génova y las ordenanzas de Bilbao (1560, aprobación de Felipe II). A fines del siglo X V I I aparece la tendencia a la codificación especial. 712 JÓSE-ALEJO RÜEDA MARTINEZ Francia nos ofrece las ordenanzas de 1673 y 1681, que son ya ver­ daderos Códigos, y en la segunda veremos ya el Derecho marítimo tratado como especialidad. Pero cuando los códigos especiales na­ cionales empezaron a aparecer no se diversificó p or esto el Derecho mercantil, porque unos códigos están tomados de otros, con más o menos discrepancias, y esto hemos tenido muy en cuenta al es­ tudiar cada institución de Derecho mercantil en relación con las distintas naciones de Europa y de América. La tendencia puede decirse que es a volver a la uniform idad primitiva. N os lo p robará la breve reseña que sigue. Dividiremos, con un autor notable, en tres clases o grupos las naciones en el Derecho mercantil de las cuales hemos encontrado las fuentes históricas de nuestro program a: Prim er grupo: naciones cuyo Derecho mercantil presenta más afinidades con el Derecho mercantil español. Segundo grupo: naciones que se han inspirado para su Derecho mercantil en fuentes distintas. Tercer grupo: na­ ciones que no tienen Código mercantil. Francia publicó su Código de comercio (L e Code de Com m erce) en 1807 y en él bebieron la mayor parte de las leyes comerciales muchos países, siguiendo algunos casi literalmente el Código fran­ cés. El mismo Código de comercio español a pesar de haber am­ pliado y especificado tanto en algunos puntos la doctrina francesa, en otros la sigue parcialmente, hasta el punto que en la desgraciada redacción de muchos artículos, que pecan contra reglas elementa­ les de gramática, se nos antoja ver galicismos de un traductor que tiene prisa. El Código francés es, por consiguiente, de mucha im­ portancia, y especialmente para nosotros, prim ero por esta deriva­ ción de que ya hablamos y además por las relaciones íntimas y continuas que con ese pueblo tenemos, determinadas por la geo­ grafía, la' etnología y la historia. Por lo cual en nuestro program a una de las legislaciones extranjeras a que atendemos con preferen­ cia es la francesa, no casi exclusivamente como solía hacerse antes de ahora, según va indicado. El Código de comercio francés consta de 648 arts.; el prim er libro, de los cuatro en que se divide, trata del comercio en general (189 arts.); el segundo (arts. 190 al 436), del comercio marítimo; el tercero (437 a 615) de las quiebras y bancarrotas, y el cuarto (616 a 648), de la jurisdicción mercantil. Como se ve, la distinción es distinta de la del nuestro en parte y el orden de materias otro. Es muy deficiente en materia de contratos (fáltan, v. gr., los seguros no marítimos). Por lo cual su influencia en la ciencia actual y en las leyes nuevas es m enor que antes. Esta especie de predominio ha pasado a la influencia del Derecho ale­ UNA FACETA DESCONOCIDA EN LA VIDA DE CLARIN 713 mán, como veremos luego, y por eso es el Derecho de este imperio el que en otro respecto nos ha de ocupar preferentemente entre los extranjeros. De las modificaciones que ha experimentado el Código de 1807 y de las» leyes que le sirven de complemento no es ocasión de h ablar en esta rápida reseña. Colocamos a Italia en este prim er grupo porque hasta su célebre proyecto de Código (convertido en Código definitivo en 1882) predomina en la Península latina el in­ flu jo del Derecho francés, que ahora deja gran parte de su eficacia a la influencia alemana científica. N o podemos citar aquí, p or falta de espacio, las diferentes leyes de los variados reinos y estados de Italia: nom brem os el Código de Comercio Albertino o per gli stati Sardi (1843). Después de la constitución del reino de Italia se dio en 1865 il Códice di Commercio del regno d ’Italia. Adem ás se pu­ blicó un Códice per la marina mercantile. El Código italiano era atrasado, en 1873 se publicó un proyecto que ha servido p or mu­ chos años para los trabajos científicos, y después de muchas vici­ situdes se convirtió en Código definitivo, como ya indicamos, en 1882. Aunque menos que al francés, atendemos en nuestro progra­ m a mucho al Derecho italiano, por la afinidad de raza, geográfica, histórica con España y porque el Derecho científico italiano y sus relaciones con el alemán le hacen muy útil. Holanda, p or su mucha actividad comercial, merece atención también. El Código francés, introducido allí en 1811, fue reemplazado por un nuevo Código (W etboek van K oophandel) en vigor desde 1838. Bélgica también tiene un Código nuevo en sustitución del francés que antes regía. Portugal tiene un Código comercial portugués de 1833 influido en su redacción principalmente p or el Código francés y p or el español. Está dividido en dos libros y tiene 1.860 arts. Es importante tam­ bién porque es con nuestro propio Código, el que más influyó en la legislación de la América del Sur. Grecia tiene su Código de co­ mercio ( vóuos i^Topíxoc ) de 1835, que es casi traducción textual del Código francés. Tiene varias leyes complementarias. Turquía también se inspiró para sus leyes actuales de comercio en el Dere­ cho francés, pero repartió la materia en cuatro Códigos. En Egipto (que consideram os p o r sus íntimas relaciones con Europa, a pesar de pertenecer a A frica) existe la misma influencia así como en Ru­ mania Servia y otros estados menores de Europa. En los estados de América Central y Meridional, que colocamos también en este prim er grupo, encontramos la misma influencia francesa ya directa, ya con más frecuencia introducida mediante la mutación del Derecho español y portugués. Sin em bargo en cier­ tas materias se encuentra alguna originalidad eri el Derecho' mer* JOSE-ALEJO RUEDA MARTINEZ 714 cantil de muchos de aquellos estados jóvenes y también ha de servirnos su estudio en nuestro program a de mucha ayuda. El B ra­ sil tiene Código desde 1850 dividido en tres partes con 913 artículos. Chile lo tiene desde 1867. Cuatro libros, 1.933 artículos. Colom bia tiene el Código de Nueva Granada hecho en 1853. El Código de Buenos Aires de 1859 se aplica a toda la República Argentina desde 1862. M éjico tiene Código de comercio desde 1854. Cinco libros, 1.091 artículos. Hay proyecto nuevo desde hace muchos años. N o hemos podido averiguar si últimamente se aprobó como definitivo. Perú, Código de la República 1853. Sigue como el anterior, el orden del Código español. 1.269 artículos. Paraguay, el Código argentino desde 1870. Haití y Santo Domingo, Código de 1827 calcado sobre el francés. Segundo grupo: Aquí entran las naciones más libres de la in­ fluencia francesa.— Alemania. Hay leyes comunes a todo el Im pe­ rio, otras especiales de los Estados distintos que entran a form ar parte del Imperio. De las leyes especiales no hablarem os aquí, ni haremos la historia de los grandes trabajos preparativos del Dere­ cho mercantil común alemán. Este consta de dos grandes Códigos: a ) La Ley general sobre el cambio (Allgemeine W echselordnung) de 1848, que trata de la letra de cambio y del billete o pagarés a la orden. Es de mucha importancia porque desarrolla la teoría eco­ nómico-jurídica del cambio mucho más que las leyes del prim er grupo, en form a más científica, y nosotros la hemos seguido en gran parte, giándonos especialmente p or Thól, que expone latamen­ te su doctrina. Lo hemos hecho con el texto legal a la vista, el cual texto legal contiene también las reform as de las Novelas de N u remberga. Consta de tres secciones y 100 artículos. Sección prim e­ ra: Preliminar. I I a: Letra de cambio. III: Pagarés a la orden (Letra de cam bio propia). El Código general de comercio alemán (Allegemeines deutsches Handelgesetzbuch), que también hemos tenido a la vista para re­ dactar nuestro program a, se dio como Ley general del Im perio en la constitución de 1871, pero existía desde 1861, y es curiosa la historia de su paso de ley especial a ley federal mediante las lla­ madas leyes introductivas (Einfuhrungsgesetze), pero nosotros no tenemos por oportuno detenernos en tal historia. H a sufrido desde 1871 varias modificaciones este Código general y antes otras, par cíales en ciertas leyes especiales sobre los hom bres de m ar y sobre sociedades cooperativas. Consta de 5 libros y 911 artículos. El últi­ mo libro trata del comercio marítimo y es el que nosotros hemos atendido, menos. El libro primero trata por orden sistemático: del UNA FACETA DESCONOCIDA EN LA VIDA DE CLARIN 715 estado del comerciante (V o n Handelstande). El libro segundo trata de las sociedades en comandita por intereses y por acciones (offene Gesellschaften) y de las sociedades anónimas (Aktiengesellschaften). El libro tercero, de las cuentas en participación. El libro cuarto tiene p or asunto los actos de comercio (V on den Handelsgeschäf­ ten) en que se expone la doctrina de la venta, la comisión y los transportes mercantiles. Faltan los seguros. N o trata de quiebras ni de organización judicial por razones políticas. El Derecho ale­ mán, complementado p or otras muchas leyes, merecía esta especial consideración, lo mismo que la consagramos en el program a, si­ guiendo en esto a los más acreditados escritores, sin más excepción que algunos franceses que afectan un colorido por el que nosotros no tenemos motivo. Las leyes mercantiles de Austria-Hungría son, en resumen: para Austria, los dos anteriores de Alem ania (la Ley del cam bio desde 1850, el Código — fü r das Kaisertum Vesterreich— desde 1863). H ay otras leyes según los pueblos. Hungría, dos leyes: Ley del cam bio de 1877; Código húngaro aplicado desde 1876.— Ru­ sia tenía su Derecho mercantil en su colección general de leyes rusas (S w o d Sak on o w ) de 1835. La parte 11.a, de 5 libros y 2.883 artículos estaba consagrada al Derecho mercantil. En 1857 fueron completadas estas leyes y publicadas en parte con el título de Có­ digo de comercio (T o rg o w y oustav). Suiza ofrecía gran variedad de leyes mercantiles según los es­ tados alemanes o franceses. Hoy al fin tiene su Código, influido p or el alemán muy principalmente.— En los estados escandinavos hay leyes especiales y partes de la codificación civil que contienen la materia mercantil. N o tenemos espacio para especificar. En el tercer grupo, a que en rigor pertenecen ya los anteriores estados, entran principalmente Inglaterra con sus grandes colonias y los Estados Unidos del Norte de América. Inglaterra no tiene Código de comercio, a pesar de su grandísima im portancia comer­ cial, y parece que no lo desea tampoco. Smith en su Mercantile law (p. 14) llegó a decir que la codificación sería una calam idad nacional (a national evil). Sin em bargo hay, hace más de veinte años, tendencia a la organización del Derecho escrito. E l Derecho inglés mercantil se encuentra en costumbres (com m on la w ) y leyes particulares (statute la w ) que varían en las tres partes del Reino Unido. Sin em bargo, hay leyes que se aplican a todo el Reino y son de gran extensión e importancia, por ejemplo la de la M arina M er­ cante (548 artículos) (M erchant Shipping act). Para las quiebras hay tres leyes. En las colonias, gran variedad también. Los Estados Unidos se rigen por costumbres fundadas en las inglesas, pero no JOSE-ALEJO RUEDA MARTINEZ 716 p or el Derecho nuevó inglés. Varía mucho’ la legislación mercantil' de estado a estado-y se siente la influencia francesa. Esta manera de ser del Derecho de Inglaterra y de los Estados Unidos-influyen mucho en la escasez de doctrina que el Derecho científico toma de sus leyes en lo que se refiere a la sistematización, a pesar de la importancia de tales pueblos. • ' '■ - § III. Determinados el orden, form a y cantidad en que hemos hecho contribuir a nuestro program a el Derecho positivo histórico de las, principales naciones, en pocas palabras señalaremos los que nos han parecido límites naturales de nuestra asignatura. Lo que se! refiere al Derecho del procedimiento mercantil lo hemos excluido por cuanto otra asignatura de la Facultad, la de Procedimientos civil, penal, mercantil, etc., está encargada de este asunto. Pero no hemos prescindido no ya sólo del libro 5.° de nuestro Código, sino de los títulos de la Ley de enjuiciamiento relativos al Derecho procesal mercantil. Hay materias sin em bargo, como la de quie­ bras, v. gr., en que es difícil separar en absoluto el derecho sustan­ tivo mercantil del procesal correspondiente. Pero, en general, hemos separado nuestro program a en esta parte de los autores a quienes generalmente seguimos, pues ellos suelen tratar la materia proce­ sal en parte al menos; así Vidari, por ejemplo, promete tratar de lo que llam a 1 la competenza en la última parte, aún no publicada, de su excelente Curso. ' ' " El Derecho mercantil se deriva, por lo que respecta a la realidad, de la >materia económica en su aspecto de cam bio y circulación, y. e s necesario, siguiendo en esto la tendencia de economistas y mercantilistas modernos, tener muy en cuenta en cada institución de derecho comercial la doctrina económica correspondiente. Esto ofrece real novedad en nuestras escuelas de Derecho/ pues aquí no-se sabía buscar para las leyes su fondo real (en esté punto el económ ico) ni la Economía era estudiada en la Facultad en e l'a s­ pecto. predominantemente jurídico en que conviene estudiarla al jurisconsulto. Respecto a la técnica del comercio y otras ciencias mercantiles que form an la Enciclopedia comercial, es claro que-tam bién con­ viene atender sus partes o sus doctrinas pero no como lo entienden algunos autores alemanes, como si la Economía fuera ciencia par­ ticular dentro de una general del Comercio. "l • UNA FACETA DESCONOCIDA EN LA VIDA DE CLARIN 717 Respecto del mismo Derecho mercantil, hemos necesitado tam­ bién señalar límites interiores a nuestro estudio. El comercio tiene relaciones públicas y privadas, aspecto nacional e internacional, y hemos creído que a nuestra asignatura no corresponde el Derecho político ni el administrativo en su parte relativa al comercio, aun­ que es claro que p o r la íntima relación entre esas ciencias yl a nuestra muchas veces tengamos que tratar materia común a unas y otras. Tam poco seguimos a los autores que, como Massé, se ocu­ pan del Derecho mercantil en su relación internacional pública y privada. Es claro asimismo que en varias instituciones tenemos que tocar doctrina de derecho internacional, v. gr., en el derecho ma­ rítimo, en las sociedades, etc., pero nunca invadiendo el terreno propio de otras asignaturas, creadas nuevamente en nuestra Fa­ cultad. Por último, la separación o diferencia entre el llam ado Derecho civil y nuestra materia hemos procurado atem perarla a las distintas legislaciones, porque no es posible un criterio constantemente igual ni para todos los pueblos, ni para todas las instituciones. En unos estados el Derecho civil suple más a menudo que en otros al mercantil y en unas instituciones mercantiles hay gran continuidad en la ley civil ordinaria con otras. Pero aparte estas diferencias, hemos procurado guiarnos en esta delimitación por lo que enseñan el concepto económico del comercio y la de­ terminación jurídica del comerciante y de sus actos. .................................... § IV. Respecto al plan del program a, nos contentaremos con una bre­ ve pero razonada descripción del que hemos seguido. Comenzamos p or una Introducción que nos parece indispensable; la Introduc­ ción de una ciencia no es como un prelim inar arbitrario sino algo esencial de la ciencia misma. En la Introducción hay capítulos ne­ cesarios y capítulos potestativos.— En los necesarios hay que tra­ tar, y así lo hacemos, del concepto de nuestro asunto: el comercio. Después estudiaremos su composición en el concepto económico y el jurídico que es característico de nuestra ciencia y determina­ mos el concepto de ésta. Sigue el tratar de los caracteres y división del Derecho mercantil, y tras esto viene la cuestión de los límites, o sea, la del lugar enciclopédico. Corolario de lo anterior es el asunto de la relación de nuestra ciencia con otras. La cuestión de la utilidad de nuestro estudio va envuelta en la anterior. Otro ca­ pítulo necesario es el de las fuentes que tratamos extensamente así en el origen legal y consuetudinario como en el literario científico. JOSE-ALEJO RUEDA MARTINEZ 718 P or último, como capítulo potestativo tratamos brevemente en va­ rias lecciones de la historia mercantil y del Derecho mercantil de España especialmente. Sigue la parte general, en que se expone la doctrina que puede considerarse común a todo el curso y que se trata prim ero y sepa­ radamente para evitar repeticiones. Comprende los actos jurídicos mercantiles en su total aspecto, como prim er fenómeno que nos ofrece la realidad en orden a nuestra materia. Después estudiamos sus elementos: las personas (su jeto) y las cosas (o bjeto ). De las personas vuelve a tratarse en la parte prim era especial, pero no es ya para determinar el concepto de lo que es comerciante y ver sus condiciones jurídicas, sino para estudiar ya el ejercicio p ar­ ticular del comercio. En éste encontramos al comerciante en funciones con los debe­ res y derechos formales y reales. En contramos también el elemento personal de los llamados auxiliares que estudiamos detenidamente. Las sociedades entran en esta parte. En la segunda parte estudia­ mos speciatem los actos mercantiles; esto es el tratado de los con­ tratos de este género, incluso el cambio, pues aunque esta doctrina la tratan los autores modernos a veces a parte (V id ari, Thól, etc.), nosotros, sin dejar de darle la amplitud que merece, la colocamos en el lugar que sitemáticamente corresponde. La tercera parte especial está destinada al Derecho mercantil marítimo, no sólo p or seguir en lo posible la distribución del Có­ digo, sino porque creemos que este derecho tiene p or razón de su objeto un carácter especial. N o seguimos en esto a muchos autores modernos que explican el Derecho m arítimo entre los contratos, previo un estudio preliminar. Hemos creído oportuno en esta ma­ teria una lección de introducción especial. P or último expondremos en la cuarta y última parte el tratado de las quiebras y de la bancarrota, absteniéndonos de entrar, según va dicho, en la doctrina puramente procesal. Así hemos comprendido que debía ser el program a didáctico del Derecho mercantil de España y de los principales estados de Europa y de América en concepto, sistema, método, plan y límites. Oviedo, 5 de febrero de 1885. Firm ado y rubricado: Leopoldo García Alas y Ureña. UNA FACETA DESCONOCIDA EN LA VIDA DE CLARIN - ■ ■■ ■ 719, I N T R O D U C C I O N Lección 1.a = Necesidad de la Introducción en toda ciencia — Concepto y contenido de la Introducción — Concepto y plan de la Introducción al Derecho mercantil — Doctrina general de la lógica orgánica que se aplica a nuestro estudio — El Derecho mercantil como ciencia — Elementos de que consta — El comercio — El De­ recho — Enciclopedia mercantil — Enciclopedia jurídica — L ugar de nuestra ciencia en am bas — Necesidad de análisis — Doctrina inmediata. Lección 2.a = Concepto del comercio — Necesidad de aclarar el concepto vulgar — Conceptos doctrinales — Análisis y crítica — Stracca — Scaccia — Romagnoni — Verri — Massé — Berlay — Thól — Endem ann — Goldschmidt — Vidari — M artí y Eixalá — Boistel — Lyón Caen y Renault — Crítica — La Econom ía: su con­ cepto: sus partes: concepto económico del comercio — La técnica del comercio — Relación al derecho — Crítica especial del concep­ to de V idari — Determinación analítica del concepto del comercio. Lección 3.a = recho — tas — El Derecho — Su concepto — V a lo r real del de­ Su fondo, su form a — Errores de las escuelas form alis­ El concepto de la escuela histórica — E l concepto de la filosofía del derecho o de derecho natural — V ida del derecho — M orfología del derecho — Economía del derecho — Límites — Re­ glas — Composición de las reglas — Las instituciones jurídicas — Su organism o — El derecho del comercio en todos estos aspectos — Criterio consiguiente para el estudio del derecho mercantil — N e ­ cesidad de análisis — Doctrina inmediata. Lección 4.a = Contenido del comercio — Principales divisiones — La economía en este respecto — ¿Puede el derecho darnos crite­ rio diferente para la división? — División con relación al lugar — Con relación al tiempo — Con relación al objeto — Caracteres del Derecho mercantil y su división — Universalidad — Su fundamento natural — Consecuencias para el plan de la asignatura y determi­ nación de su concepto — Cómo se va a estudiar el Derecho mer­ cantil de las principales naciones de Europa y América — Criterio para el plan. Lección 5.a = (Continuación). Caracteres y división del* Derecho mercantil — Unidad — Equidad — Divisiones' de que es susceptible el. Derecho mercantil — Cuestión económica ya tratada que se re­ JOSE-ALEJO RUEDA MARTINEZ 720 laciona con la presente doctrina — División de la ciencia y división de su program a didáctico — Diferentes criterios — Método exegético — División tripartita — División savignyana — Crítica — Ejem ­ plos: Boistel, Lyon Caen y Renault, Martí y Eixalá, Thol, Vidari, etc., etc. — Nuestra división y su fundamento. Lección 6.a = Límites de nuestra ciencia y consideración analí­ tica del lugar enciclopédico — División de los límites — Donde quedan tratados los interiores — Límites exteriores o propiamente dichos — Cuestión capital para la determinación de la asignatura — Criterio para resolverla — Examen de las relaciones del Derecho mercantil con otras ciencias — El Derecho mercantil y la Econo­ mía — Máxima de Vidari respecto de la estrecha y constante rela­ ción del Derecho mercantil con la Economía — Fundamento de esta intimidad p or razón del asunto — El form alism o jurídico en este respecto — Defectos generales de los Códigos p or razón de este form alism o — E l form alism o en los tratados didácticos — Especi­ ficación de las relaciones de ambas ciencias. Lección 7.a = (Continuación). El Derecho mercantil y la técnica mercantil — Doctrina de los autores alemanes más notables — Crí­ tica — Divisiones de la técnica mercantil y sus respectivas relacio­ nes con nuestra ciencia — Relaciones del Derecho mercantil dentro de la Enciclopedia jurídica — Relaciones con la Filosofía del dere­ cho — Relaciones con el derecho histórico — Relaciones con la Historia — Relaciones con el Derecho Rom ano — Im portancia es­ pecial de esta materia — Errores acerca del Derecho Rom ano en su relación mercantil — Doctrina de Vidari — Rectificación — En qué respecto es escasa y aun nula la influencia del Derecho Rom a­ no en el Mercantil. Lección 8.a = Relaciones del Derecho mercantil con el civil — Concepto del Derecho civil — Distintas acepciones de la palabra civil — Errores respecto del Derecho público y privado — Su acción en nuestro estudio — El Derecho mercantil ¿es un derecho civil de excepción? — Crítica de Vidari y otros autores — ¿Es real la importancia de esta cuestión? — Puede serlo en la Codificación — Plan sumario de las relaciones del Derecho civil y el mercantil — Relaciones del Derecho mercantil con el internacional — Plan de las relaciones del Derecho mercantil con el internacional según su división corriente en público y privado — Relaciones con el Dere­ cho penal, político, administrativo y otros — Relaciones con el De­ recho procesal — Importancia de esta cuestión para determ inar la UNA FACETA DESCONOCIDA EN LA VIDA DE CLARIN 721 extensión de nuestra asignatura y la form a del program a — Otras relaciones con ciencias morales, naturales, etc., etc. — Doctrina con­ siguiente respecto a la determinación e interés de nuestra ciencia. Lección 9.a = Fuentes del Derecho mercantil — Concepto gene­ ral — Distinción entre las fuentes del derecho y las fuentes para el estudio del derecho — Derecho escrito — Su concepto — Sus clases — Derecho no escrito — La costumbre — Su concepto — Su concepto jurídico — Elementos y form as del derecho consuetudi­ nario — Procesos de la costumbre — Aplicación de esta doctrina general al Derecho mercantil — Medios de prueba en la costum­ bre: la costumbre misma — Otros medios — La práctica — Con­ vención — Usos — Uso general y particular — Caracteres del uso — Fuentes subsidiarias — Relación a las fuentes para el estudio. Lección 10.a = El Derecho escrito — Las distintas form as — Le­ gislación p or Código — Legislación sin él — La escuela histórica y la de Derecho natural en este respecto — ¿Es suficiente derecho escrito el Código? — Derecho complementario y suplementario — Naciones que tienen Código de Comercio — Las que no lo tienen — Reseña histórica de la Codificación — Antigüedad — E dad M edia — Preponderancia en ella del Derecho marítimo — Ordenanzas de Luis X I V — El Código francés de 1807 — Su influencia — Estados que siguieron en general la legislación francesa con propio Código — España — L ugar propio al tratar con detenimiento nuestra Co­ dificación — Portugal — Italia — Holanda — Bélgica — Grecia — T urq u ía — Egipto (p o r qué se trata aquí) — Rum ania — Servia — Montenegro — Estados de la América Central y M eridional — Por qué se coloca en este lugar — Brasil — Chile — Perú — Co­ lom bia — República Argentina — Méjico — Paraguay — Haití y Santo Domingo. Lección 11.a = (Continuación). Alemania — Su indepedencia en materia de Codificación mercantil — Im portancia especial del De­ recho mercantil alemán en el estudio de esta ciencia — Tendencias m odernísimas — Italia en este respecto y su Código de 1882 — Elementos de la legislación alemana — Sus dos grandes Códigos — Ley general sobre el cambio — Código general de comercio ale­ mán — Vicisitudes de la legislación mercantil alemana — Austria — H ungría — Rusia — Países sin Código general de comercio — Gran Bretaña — Common L aw — Statute L aw — Repugnancia de Inglaterra p o r la Codificación — Leyes particulares mercantiles — 722 JOSE-ALEJO RUEDA MARTINEZ Colonias y posesiones inglesas — EE .UU . de la América del Norte — Estados escandinavos — Suiza. Lección 12.a = Fuentes para el estudio del Derecho mercantil — Sus clases — E l comercio — Su historia — El Derecho mercantil consuetudinario y el escrito — Fuentes literarias no legales — El Derecho comercial científico — ¿La ciencia es fuente del Derecho? — Afirm ación de Thól — Distinciones y aclaraciones — Breve re­ seña de la literatura jurídica mercantil — División — Exégesis — Obras sistemáticas — Tratados generales — Tratados especiales — M onografías — Sus clases — Principales autores franceses, italia­ nos y alemanes — Por qué no se exige aquí una bibliografía com­ pleta — Ciencias auxiliares consideradas como fuentes. Lección 13.a = ¿Comprende nuestra asignatura la Historia del comercio o la Historia del Derecho mercantil? — Razones para la negativa — Que am bas puedan entrar en la rápida reseña y como capítulo de los potestativos en la Introducción del curso — Conve­ niencia de detenerse particularmente en la materia relativa a Espa­ ña — Historia general del comercio en sus caracteres principales — Antigüedad — Edad Media — Tiempos modernos — El comercio en el estado presente — Relación de este estudio a la consideración del método en nuestra asignatura — Naciones más importantes — Afinidades geográficas, históricas, económicas, etc. Lección 14.a = Breve reseña histórica del comercio en España como preparación a la reseña histórica de nuestro Derecho mercan­ til — Antigüedad — Edad Media — Epoca m oderna — Tiempo presente — Reseña histórica del Derecho mercantil español — An­ tes de la dominación romana — Durante ella — Im perio visigo­ do — Los árabes — Los cristianos hasta Alfonso X — Hasta los RR. Católicos — Hasta Felipe V. Lección 15.a = (Continuación). Derecho mercantil español desde Felipe V hasta nuestros días — Legislación actual — E l Código de comercio — Leyes y Decretos especiales — Los que alteran el Có­ digo — Los que amplían su materia — Crítica de nuestra legislación mercantil actual — Relación a nuestra vida actual económica — Relación a la legislación extranjera — Relación a la ciencia: crítica de la doctrina, crítica del método, crítica literaria — Consideracio­ nes generales respecto de la reform a de nuestro Derecho mercantil escrito — ¿Conviene tratar en la Introducción ciertas materias téc­ UNA FACETA DESCONOCIDA EN LA VIDA DE CLARIN 723 nicas mercantiles que sirven de explicación a algunas leyes? — Lugar en que preferim os exponer las nociones correspondientes — Fin de la Introducción. PA R T E G E N E R A L Lección 16.a = Concepto y contenido de la parte general — Ac­ tos de comercio — Personas — Cosas — En qué respecto se trata cada una de estas materias — Actos de comercio, p or qué se comien­ za p or ellos — Qué son los actos de comercio y en qué se distin­ guen de los actos civiles — De la utilidad de su determinación — Cuáles son los actos de comercio — De los actos de comercio que lo son p or sí mismos — De los actos reputados mercantiles por razón de la calidad de aquellos de que emanan — Transición al asunto de la lección siguiente. Lección 17.a = Del derecho personal en general y en su relación al Derecho mercantil — Distinción entre el aspecto que aquí con­ sideramos y el que se tratará en la 1.a parte especial — El derecho de ejercer el comercio — Diferencias históricas — La libertad de comercio — Restricciones puestas a esta libertad — Aplicación de la doctrina precedente a las distintas clases de personas — Perso­ nas sociales — El Estado por antonomasia en relación al Derecho mercantil — La Provincia y el Municipio en el mismo respecto — Relación al Derecho mercantil internacional, qué ocurre en este punto — Las llam adas personas jurídicas — Sus clases — Su rela­ ción al Derecho mercantil — ¿Las sociedades son necesariamente personas jurídicas? — Doctrina del Derecho Rom ano sobre el par­ ticular — Concepto predominante — Personas singulares — Res­ tricciones naturales respecto de la libertad del com ercio en las personas singulares — Capacidad e incapacidad p or razón del De­ recho civil — Plan general de esta materia. Lección 18.a = (Continuación). Consideración especial de la ca­ pacidad para el comercio por razón del Derecho civil — Ciudadanos y extranjeros — E l Derecho de nacionalidad en este respecto — El sexo — El estado civil y social — Los menores — Su condición ju ­ rídica y consecuencias de ella en el Derecho mercantil — Incapa­ cidad general — Excepciones y sus reglas — Locos, pródigos y otros incapacitados civil y naturalmente — Los inhabilitados — La m ujer casada — Origen de las restricciones del Derecho mercan­ til en esta materia — Diferencias importantes en las distintas le­ gislaciones mercantiles por razón de las diferentes doctrinas y leyes 724 JOSE-ALEJO RUEDA MARTINEZ en el derecho fam iliar de bienes — Examen del Derecho español en este punto — Derecho francés, italiano, alemán, etc. — Otras per­ sonas a quien está prohibido el ejercicio del comercio — El Dere­ cho español — Derecho extranjero. Lección 19.a = Condiciones del Derecho mercantil para el ejer­ cicio del comercio — Caracteres que determinan la cualidad de comerciante — El ejercicio habitual del comercio — Actos que re­ quiere este sistema de determinación — Sus distintas clases — Algunas cuestiones que surgen sobre lo que ha de entenderse por profesión habitual — Inscripción en la matrícula de comerciantes — Condiciones formales y esenciales de esta inscripción — Consi­ deración especial de esta materia según el Derecho español — For­ ma y requisitos de la inscripción en otros países — Clases de comerciantes — Actos presuntos de comercio — Ejercicio sedenta­ rio del comercio — El comercio ambulante — El tráfico en los mercados — Empresas — Derecho español y Derecho extranjero — El Registro del comercio en España y en otros países. Lección 20.a = Razón del método que seguimos — Por qué pa­ samos al tratado general de las cosas y dejam os para la 1 .a parte especial la materia de los deberes y derechos del comerciante, una vez determinadas las condiciones esenciales y form ales del sujeto del acto mercantil — Que aquí corresponde tratar ya de las cosas objeto del comercio, también en consideración general — Nociones generales — Diferentes acepciones de la palabra cosa — La vulgar — Las jurídicas — Cosa y mercancía — Bienes inmuebles — Cues­ tiones referentes al comercio de bienes inmuebles — Estado actual de esta doctrina según las leyes, la jurisprudencia y los autores — Doctrina de Vidari — Exposición y crítica — Doctrina de Thól y Otros autores — Aspecto económico de la cuestión — Operaciones que se refieren a los bienes inmuebles y a los muebles. Lección 21.a = De los bienes muebles en general — De las cosas cuyo comercio es libre — De las cosas cuyo comercio está prohibi­ do o limitado — Relación a la Economía de la doctrina de esta lección — Legitimidad de esta materia en un curso de Derecho mercantil — Razones económicas y jurídicas en que se apoya — Derecho mercantil español acerca de esta parte del curso — Insu­ ficiencia de nuestra ley mercantil — Derecho extranjero — Insufi­ ciencia de los Códigos mercantiles — Leyes que la suplen. UNA FACETA DESCONOCIDA EN LA VIDA DE CLARIN 725 Lección 22.a — Cosas cuyo derecho de uso y de comercio exclu­ sivo se puede obtener — M arcas o signos distintivos de fábrica y de comercio — Noticias generales — Procedimiento para obtener el uso exclusivo de una marca, etc. — Efectos y derechos que se derivan del uso exclusivo de una marca, etc. — Supresión, usurpa­ ción, alteración y falsificación de las marcas de fábrica o de co­ mercio ajenas — Supresión, usurpación, alteración y falsificación fraudulentas — Efectos penales — Derecho español — Derecho fran­ cés, italiano, alemán, belga, etc., etc. Lección 23.a = Privilegios de invención — Nociones generales — Procedimiento para obtener un privilegio de invención— N ulid ad y anulación — Efectos y derechos que se derivan del privilegio .de invención — Violación de los derechos propios de un privilegio de invención — Derecho español relativo a los privilegios de invención — Derecho extranjero — Derecho francés — Derecho italiano — Derecho alemán — Otros Derechos de diferentes países. Lección 24.a = Diseños y modelos de fábrica — Nociones gene­ rales — Cómo se obtiene el privilegio de su uso exclusivo — Efectos y derechos consiguientes — Violación de estos derechos — Dere­ chos de autor — Consideraciones generales jurídicas y económicas — Procedimiento para obtener el derecho de propiedad y sus de­ rivados como autor — Derechos propios de los autores de obras de ingenio — Violación de los derechos de autor —- Im portancia especial de esta materia — Oportunidad de tratarlo en el Curso de Derecho mercantil — Razones jurídicas y económicas — El Dere­ cho español en este respecto — Derecho francés — Su importancia para nosotros, Derecho italiano, Derecho de Alemania, Inglaterra, América, etc. Lección 25.a = De algunos bienes muebles en particular — El dinero — Dinero en metálico — Carácter económico del dinero — E l dinero como tal — El dinero como mercancía — Su carácter jurídico — Dinero de papel — Oportunidad de tratar esta materia en el Curso de Derecho mercantil — Razones jurídicas — Razones económicas — El Derecho español en este respecto — Derecho fran­ cés, italiano, alemán, etc. Lección 26.a = Del crédito y de los títulos de crédito — Legiti­ m idad de esta materia como parte del Curso de Derecho mercantil — Fundamento del crédito y de la institución fiduciaria — Concep­ to del crédito — Diversos aspectos — Aspecto económico y jurídico 726 JOSE-ALEJO RUEDA MARTINEZ — Título de crédito en general — Definición — Principales divisio­ nes — N o son moneda — ¿Son mercancías? — Son muebles — Son fungibles — Fruto civil — Conversión — M odo de su comercio — Títulos de crédito particulares — Títulos nominales — Naturaleza jurídica y económica — Emisión, transmisión y cesión — Inscrip­ ciones — Transferencias — Hipoteca — Derecho español — Dere­ cho francés, italiano, alemán, inglés, etc. Lección 27.a = Títulos a la orden — De qué clase de títulos se trata aquí — Los que se dejen para tratarlos en la parte especial del cam bio — Qué son y para qué sirven — Si son de libre emisión — Sus distintos objetos — Condiciones intrínsecas y extrínsecas para su emisión — Forma de endoso — Efectos — El descuento — Su razón jurídica y económica — Qué leyes tratan de esta materia — Derecho español — Derecho francés, italiano, alemán, etc. Lección 28.a = Títulos al portador — Para qué sirven los títulos al portador — Ventajas y desventajas — Letras de cam bio en este respecto — Billetes de banco — Emisión de los títulos al portador — Condiciones intrínsecas y extrínsecas — Varias clases de títu­ los — Pérdida, alteración por el uso, etc. — Tradición — Pago — Prescripción — Reivindicación — La Deuda pública en este respec­ to — Derecho español — Derecho francés, alemán, italiano, suizo, etc., etc. — Fin de la parte general y resumen de ella — Transición a la parte especial primera. PR IM ER A P A R T E E SPE C IA L EL EJERCICIO DEL COMERCIO Lección 29.a = Materia que comprende esta 1.a parte especial — Las personas, las cosas y los actos en ella — Doctrina explicada ya en la parte general respecto de personas, cosas y actos — La que corresponde tratar aquí — El comerciante en relación al ejer­ cicio del comercio — Deberes y derechos inherentes al ejercicio del comercio — Del establecimiento — Del domicilio del comercian­ te — Qués es el establecimiento — Los subsidiarios — Publicidad — Del domicilio en relación con el establecimiento — Del registro de comercio considerado como parte de las obligaciones del comer­ ciante — Cómo se consideró en la parte general — De la razón comercial — Cuándo se llama propiamente razón social — Diferen­ cia entre la razón y otras muestras de publicidad — Derecho rela­ tivo a la razón mercantil — Abuso e indemnización — Declaración UNA FACETA DESCONOCIDA EN LA VIDA DE CLARIN 727 de la razón mercantil — Publicidad del contrato de matrim onio — E l Derecho español — Derecho francés — Derecho alemán — De­ recho italiano, etc. Lección 30.a = De los libros del comercio — De la necesidad de la teneduría de libros — Diversas especies de libros — Diferentes sistemas legislativos — Teneduría obligatoria de algunos libros — Inconvenientes de este sistema — Sistema inglés y el del Código suizo — Objeto de cada libro de comercio — Form alidades para la teneduría de los libros obligatorios — Tiem po durante el que deben ser conservados — La sanción — Prueba mediante los libros de comercio — Condiciones para que puedan p robar a favor de quien los tiene — Entre comerciantes — Entre comerciantes y los que no lo son — Derecho español — Derecho francés, italiano, ale­ mán, inglés, suizo, etc., etc. Lección 31.a = De las personas auxiliares del comercio en su ejercicio — Razón económica — Consecuencia jurídica — División de la materia — De los auxiliares sujetos a un principal — Los que no lo están constantemnte — Clases de la 1.a categoría — Clases de la 2.a — Si todas estas clases son rigurosamente auxiliares de comercio — Diversidad de teorías — E l institor rom ano — Gran im portancia del Derecho Romano en esta materia dem ostrado en otros p or Thól — El Derecho prusiano, el español y el portugués en este respecto — N uestro «fa c to r» — El procurador del comercio del Código alemán — Su mandato abarca más que otro alguno — E l m andatario de comercio en general — Por qué se trata aquí esta materia — Consideración especial del institor (nuestro factor, pero no il fattore italiano que es una especie del género) — Carácter jurídico del factor — Relaciones entre el factor y el principal — M odo de conferir este mandato especial del factor — Derecho es­ pañol — Derecho alemán — Derecho italiano, portugués de Amé­ rica latina, etc., etc. Lección 32.a = (Continuación). Deberes y facultades del factor en ejercicio de su mandato — Debe atenerse fielmente al mandato — Vigilancia — Prohibiciones — Responsabilidad — Obligación de rendir cuentas — H onorarios — Anticipos — Derecho de retener — Casos de pluralidad — Cómo puede cesar el mandato especial del factor — Revocación expresa — Tácita — Cesación del comer­ cio — Venta — Cesión — Donación — Herencia — Otras causas — Muerte del principal o del factor — Extinción del m andato — Pu­ blicación — Relaciones del factor y del principal con los terceros JOSE-ALEJO RUEDA MARTINEZ 728 — Las del factor — A quién obliga éste — Si obra en nom bre p ro­ pio — Si se excede del mandato — El principal y los terceros — Responsabilidad de aquél — Sus clases — Derecho español — De­ recho alemán, italiano, portugués, etc., etc. Lección 33.a = De los llamados p or algunos autores represen­ tantes de comercio — Que son una clase de factores — En qué se diferencian de los agentes — De los llamados comisionistas seden­ tarios o ayudantes del comercio — Que en esta clase van com pren­ didos los que llam a nuestro Código mercantil mancebos — Carác­ ter jurídico de esta clase de auxiliares de comercio — Relaciones entre ellos y su principal — terceros — Relaciones de unos y otros con los Comisionistas (Commis, voyaguer, commeno, viaggia- ture) — Diferencias entre éstos y los anteriores — Relaciones con el principal y los terceros — Derecho español y extranjero. Lección 34.a = Personas que no están sujetas de un m odo esta­ ble al servicio de un principal — Simples mandatarios de comercio — De los comisionistas en el sentido de nuestro Código mercantil — Polémica de Goldschmidt y Vidari sobre el lugar propio de esta materia — Carácter jurídico del comisionista — Quién puede serlo y quién puede nom brarlo — Su utilidad — Clases de comisionistas — Relaciones del comisionista con el comitente — Deberes del co­ misionista — Varias formas de comisión — Deberes respecto a la materia de la comisión — Conservación de la cosa objeto del man­ dato — Reconocimiento — Responsabilidad — Los fondos — M ar­ cas — Precio — Crédito — Deberes que nacen en otros casos distintos — Deberes que nacen del cumplimiento de la comisión — Derecho español y extranjero. Lección 35.a = (Continuación). Derechos del comisionista — Di­ versas especies de estos derechos — Pago de la provisión de fondos y gastos — Cuándo se exige — Diferentes clases de provisiones y distintas consecuencias — Garantías especiales de los derechos del comisionista — Privilegio del comisionista respecto de los créditos y de las cosas — Condiciones para que exista el privilegio — M odos de ejercitar el privilegio — Casos de quiebra — Si se comprende el dinero en esta materia como se comprenden las mercancías — Relaciones del comisionista y del comitente con terceros — Dere­ cho español — Derecho francés — Derecho alemán — Derecho ita­ liano — Otras legislaciones. UNA FACETA DESCONOCIDA EN LA VIDA DE CLARIN 729 Lección 36.a = Corredores y agentes de cambio (d e B o lsa ) Uti­ lidad de esta clase de medianeros — Su condición económica — La jurídica — Su relación al derecho público -— El número de co­ rredores y agentes — Quién no puede serlo — Condiciones para el cargo — Procedimiento — Cómo se pierde el oficio — De las Bolsas de comercio — Vigilancia sobre los agentes de Bolsa y co­ rredores — Quién la ejerce — De los agentes de cam bio en particu­ lar — Sus derechos — Deberes — Derecho español — Derecho francés, alemán, italiano, etc., etc. Lección 37.a = el comisionista — De los corredores en particular — E l corredor y Clases de corredores — Las más vulgarmente reconocidas — Corredores sin carácter público — Derechos y de­ beres comunes a los agentes de Bolsa y a los corredores — Libros que deben tener y prueba que hacen — Derechos — Actos de la exclusiva incumbencia de los corredores y agentes de Bolsa — P ro ­ visión de fondos — Tarifas — Convenios — Sanción y garantías —Respecto de los bienes — Respecto de las personas — Derecho es­ pañol — Derecho alemán, italiano, francés, etc. , Lección 38.a = De las sociedades comerciales como personas o agentes del comercio — Nociones generales de las sociedades mer­ cantiles y sus diferentes especies — Caracteres generales de la so­ ciedad — Diferencias entre la sociedad y lo que se tiene pro-indiviso — Sociedades universales y particulares — Civiles y mercantiles — Diferentes clases de sociedad de comercio — De la personalidad de las sociedades mercantiles — Derecho español — Derecho fran­ cés — Derecho alemán — Derecho italiano — Otras legislaciones. Lección 39.a = Sociedades colectivas — Sus caracteres distinti­ vos — Condiciones para su formación — Form alidades de publici­ dad — De la gestión de esta clase de sociedades — Elección de gerentes y cómo se revocan — Poderes del agente — Obligaciones de la sociedad — Sus efectos — Derecho español — Derecho fran­ cés — Derecho alemán — Derecho italiano, etc., etc. Lección 40.a = De la sociedad en comandita — Orígenes — De comandita en general — Caracteres de toda sociedad com anditaria — Form ación de la comandita — Prueba — Publicidad — Derechos y obligaciones de los socios de una y otra clase — Administración de la sociedad en comandita — Comanditas simples o por interés — Constitución y administración de la comandita simple — Dere­ cho español — Derecho francés — Derecho alemán — liano, etc. etc. - ' Derecho ita­ r. 730 JOSE-ALEJO RUEDA MARTINEZ Lección 41.a — De las sociedades por acciones — Generalidades acerca de esta clase de sociedades — Dos especies distintas — De las acciones y de los intereses — Obligaciones de los accionistas — Clases de acciones — Indivisibilidad — Títulos nominativos y títulos al portador — M odos de transmisión — Pérdida o robo de estos títulos — Pérdida o robo de cupones — Tim bre — De­ rechos de transmisión — Impuesto sobre la renta — Ventajas e inconvenientes — Derecho español — Derecho francés, alemán, ita­ liano, etc., etc. Lección 42.a = Sociedad en comandita p or acciones — Origen — Constitución y organización de esta clase de sociedad — Prueba — Publicidad — División del capital social — Condiciones para cons­ tituir la sociedad — Emisión de acciones nuevas — Condiciones — Consejo de vigilancia — Administradores — Junta General de ac­ cionistas — Cómo se negocian las acciones — N ulidad de esta clase de sociedades — Cuándo se determina — Consecuencias — Respon­ sabilidad — Sanción penal — Facultades y deberes especiales del gerente, el Consejo y la Junta general — cés, etc. Derecho español, fran­ Lección 43.a = Sociedades anónimas — Sus caracteres genera­ les — Cómo se constituyen y organizan — División del capital — Prueba — Condiciones — Publicidad — N ulidad — Responsabili­ dad — Cómo funcionan las sociedades anónimas — Administra­ dores — Que son revocables — Tiempo de la Administración — Poderes — Elección — Responsabilidad — Director — Comisarios — Junta general de accionistas — Cndiciones de éstas y clases — Distribución de los dividendos — Reserva — Amortización — Di­ ferentes especies de sociedades anónimas — Sociedades de capital variable — Sociedades de cuentas en participación — Otras socie­ dades — Los extranjeros — Derecho español — Derecho francés, alemán, italiano, etc. Lección 44.a = De la disolución de las sociedades — Causas le­ gítimas para la disolución — Las que prevé el Derecho civil — Diferencias según la clase de sociedad — Publicidad de la disolu­ ción . — Liquidación de las sociedades — Su objeto — Personalidad de la sociedad en liquidación — Elección de liquidadores — Sus atribuciones — Reparto del haber — De la prescripción en las so­ ciedades mercantiles — De las diferencias entre asociados y de los árbitros — Derecho español — Derecho francés — Derecho alemán, italiano, etc., etc. '.v- UNA FACETA DESCONOCIDA EN LA VIDA DE CLARIN 731 S E G U N D A P A R T E ESPE C IA L DE LOS CONTRATOS MERCANTILES Lección 45.a — Contratos mercantiles y cuasi-contratos — Doc­ trina fundam ental de los contratos — El Derecho de obligaciones — E l contrato dentro del derecho de obligaciones — El contrato mercantil — Aspecto económico — Aspecto jurídico — Formación de los contratos — Definición — División — Orígenes — Requisitos esenciales — Capacidad — Consentimiento — Cómo se perfecciona — Cosa — Causa — Derecho español — Derecho extranjero. Lección 46.a = Efectos de los contratos — Relación al Derecho civil — Principios de interpretación — La fuerza de ley entre las partes — La lesión enorme — Solidaridad — Principales aplicacio­ nes de esta doctrina — Intereses — Provisión — Efectos de los contratos respecto a un tercero — Excepción al principio de res Ín­ ter alios acta — Estipulaciones en favor de otro y p or cuenta de otro — La negotiorum gestio y la doctrina anterior — Derecho es­ pañol — Derecho extranjero. Lección 47.a = Ejecución de los contratos — El cumplimiento de los contratos y el pago — Relación al deudor — A la cosa — Al tiempo — Al m odo — Al lugar — A la materia — Retardo en el cumplimiento del contrato y falta de ejecución del mismo — De­ m ora — Cuándo existe demora — M odos varios — Excepciones — M edida de los daños de la demora — Cómo cesan sus efectos — Otras causas de la no ejecución de los contratos — resolutivas — Condiciones Pérdida, destrucción, etc. — Fuerza m ayor — Caso fortuito — Derecho español — Derecho extranjero. Lección 48.a = Prueba de los contratos — Concepto de la prue­ ba — Su carácter especial en el Derecho mercantil — A quién in­ cumbe la prueba — Prueba por escrito — Diversas clases — Cuándo las exige la ley — Actos de carácter público — Escritura pública — Documentos privados — Qué prueba hacen — De las facturas en general — Facturas y pólizas — V a lo r de prueba de la factura — Correspondencia — La epistolar — La telegráfica — Prueba oral — Testigos — Confesión — Juramento — Cuasi-contratos mercanti­ les — Derecho español — Derecho extranjero. Lección 49.a = cho civil — La compraventa mercantil — Relaciones al Dere­ Consideraciones generales acerca de la compraventa mercantil — Naturaleza y formación del contrato de- compraventa JOSE-ALEJO RUEDA MARTINEZ 732 mercantil — Cosa — Precio — Compras y ventas puras y simples — Deberes del vendedor — Tradición de la cosa — Garantía — Ga­ rantía para el caso de evicción — Garantía por vicios o defectos de la cosa vendida — Deberes del com prador — Respecto de la cosa — Respecto del precio — Derecho español y extranjero. Lección 50.a = De la compraventa hecha condicionalmente — Compraventa por peso, número y medida — Otras clases — Crite­ rio para distinguirlas — Condición de prueba — Otras condiciones — De la compraventa hecha a término — Concepto general de esta clase de compraventa -— Su objeto — Su naturaleza jurídica — Sus clases — Derecho español — Derecho extranjero. Lección 51.a = De la venta de créditos no endosables — De las compraventas de efectos públicos — De lo que se entiende por efectos públicos y p or operaciones sobre ellos — Form alidades que se exigen para esta clase de operaciones — Deberes que nacen de estas operaciones sobre efectos públicos — Si se pueden reivindi­ car los efectos al portador — Derecho español — Derecho extran­ jero. Lección 52.a = Del contrato de transporte — L ugar en que nues­ tro Código de comercio trata esta materia — Transporte de mer­ cancías — Naturaleza de este contrato y su form ación — Naturaleza económica y jurídica —- Condiciones en que se establece — Debe­ res del cargador — Deberes del porteador — Deberes del consig­ natario —r- Reglas relativas a las compañías de ferrocarriles y otros medios de transporte r— Derecho español — Derecho extranjero. Lección 53.a = Del contrato de depósito mercantil — Del depó­ sito en general — Depósito voluntario — Noticias generales — De­ pósito voluntario regular — Deberes del depositario — Deberes del depositante — Depósito voluntario irregular — Depósito necesa­ rio — Derecho español — Derecho extranjero. Lección 54.a — Del depósito en almacenes generales — Objeto — Institución correspondiente — Guardia — Cómo entran y perm a­ necen en estos depósitos las mercancías — Cómo salen de ellos — Títulos que expiden los almacenes generales — Emisión — Trans­ misión — Organismo de la responsabilidad y de las garantías según los documentos correspondientes a esta clase de depósitos — De­ recho español — Su atraso en este punto — Derecho francés, ita­ liano/ etc.";/ ' .v.\ •••• -. ?-. UNA FACETA DESCONOCIDA, EN LA VIDA DE CLARIN 733 Lección 55.a ==-De la prenda — -Nuestro Código en esta materia — Nociones generales — Condiciones respecto a la form a — Con­ diciones respecto al m odo — Efectos — Deberes del acreedor — Derechos del acreedor — Derecho español — Derecho francés, ita­ 1 ' v l’ ' liano, alemán, etc., etc. Lección 56.a = Del contrato dé cuentas corrientes — f Nociones generales '— Carácter e c o n ó m ic o — Cheque — Clearing houses — Carácter jurídico del contrato de cuentas' corrientes — Efectos d £ la cuenta corriente — Cómo se concluye y cómo se liquida — D e ­ recho español —- Derecho francés, alemán, italiano, etc* . / -f. . 1 .. .v .■ ; -a. r . v ' . O Lección 57.a = Del contrato de seguros terrestres y sobre la vida — Seguros terrestres contra daños — Su carácter económico — Su carácter jurídico — Form a de este contrato — Personas— Cosas —- Riesgos — Prim a -— Forma de ésta — Efectos del contrato dé seguro contra los daños — Deberes y derechos del asegurado Deberes y derechos del asegurador — Derecho e s p a ñ o l— 'Derecho francés, italiano, etc. — Seguros sobre la vidá humana —- Derecho español y extranjero. Lección 58.a = - - ■ 1: •••'' ‘ ’ 1 i Del préistamo mercantil -— Nociones generales de este contrato según es en el Derecho mercantil — Carácter eco­ nómico — - Carácter jurídico — Su form a y sus m odos — Deberes y derechos de los contrayentes — El interés —r- Del préstam o con garantía de efectos públicos — Derecho español — Derecho extran­ jero — Del afianzamiento mercantil — nuestro Código de comercio. Lección 59.a = , De .las perm utas / , . • , - según ^r, Del cambio — Importancia éspecial de esta doc-, trina — Autores y Códigos que tratan especialmente del cám bio — Razón de no separar nosotros esta doctrina de la parte de los con­ tratos — .M otivos para tratarla con ,más extensión que la m ateria anterior — Preponderancia en la ciencia moderna ,d e las teorías y leyes alemanas acerca del cambio — La ley general sobre el cambio(Allgem eine W echselordnug) — Su rápida exposición — Esencia del cam bio — Carácter histórico — Carácter económico — Carácter jurídico — El derecho del cambio en general — Fuentes. Lección 60.a == Concepto de la letra de cam bio — E l contrato de cambio y la letra de .cambio — Sus dos modos de ésta -— A cuál llama nuestro derecho letra de cambio — El rigor del cam bio — Recuerdo del Derecho Romano en-esta m ateria-— -Causas ;distintajs JOSE-AUEJO RUEDA MARTINEZ 734 — Diversas especies del cambio — Capacidad para el cam bio — Sus clases — Del efecto de la incapacidad para el cambio. Lección 61.a = (Continuación). La letra de cam bio — Fin de la letra de cambio — Personas y clases de relaciones que intervienen en ella — Cuádruplo valor de la letra — Curso — Form a de la le­ tra de cambio — Contenido accidental — Letra tintos modos de imperfección — Vencimiento — A tantos días vista — A tantos días de la fecha uso — A una feria, etc. — Otros modos — Días nos de gracia o cortesía — Días y horas para el imperfecta — Dis­ Letra a día fijo — — A la vista — A feriados — Térm i­ pago — Expresión de la suma — Sus condiciones — Lugar del pago — Derecho espa­ ñol — Derecho extranjero, especialmente el alemán y el italiano. Lección 62.a = Del pacto preventivo del cam bio — El valor, su naturaleza — V a lo r recibido — V a lo r entendido — El contrato de cambio — Su form a — La promesa, su validez — En qué consiste — Las condiciones — Causas y sus clases — El contrato de cam­ bio ¿es formal? — El deudor — Firm a — M andato — Signo — Derecho español — Derecho alemán, etc. Lección 63.a = Presentación — El pago — Delegación — Presen­ tación para el pago — Aviso — Provisión de fondos — Letra de cam­ bio p or cuenta ajena — El cambio ficticio — La aceptación — Responsabilidad de la delegación — Presentación para la acepta­ ción — Derecho y obligación de aceptar — Form a de la aceptación — E l contrato de aceptación — Su naturaleza y su form a — Su contenido — Derechos del librador contra el aceptante — Efectos de la aceptación — Aceptación modificada — Pago condicional — Depósito de la suma — Derecho español — Derecho alemán, ita­ liano, francés, etc. Lección 64.a = Del protesto, recambio y resaca — Generalidades acerca del protesto — Cláusula de no protesto — Protesto prelim i­ nar — El contrato de la negociación — Su contenido — La natura­ leza económica y jurídica — Protesto y recam bio p or falta de pago — Cuenta de resaca — Derecho español — Derecho alemán, italia­ no, francés, etc., etc. Lección 65.a = (Continuación). Letra de cam bio perjudicada — Acción p o r lucro injusto — Protesto por falta de aceptación — Re­ saca p or falta de aceptación — Notificación del protesto — Resaca a causa de la insolvencia del aceptante — Derecho español — De­ recho alemán, francés» italiano, etc., etc. UNA FACETA DESCONOCIDA EN LA VIDA DE CLARIN 735 Lección 66.a = Del giro — Fundamento jurídico — Naturaleza económica — Del giro como form a no esencial — Del giro propia­ mente dicho — Naturaleza jurídica del giro — Su form a — Form a y naturaleza del contrato correspondiente — Relación entre el li­ b ra d o r y el pagador — V a lo r del giro — Obligaciones del librador — Obligaciones del pagador respecto del portador de la letra — Eficacia de la fórm ula a la orden — Obligaciones del pagador con respecto a otras personas — Letra a la orden — Directa — Perfec­ cionamiento del contrato de cambio — Del giro hecho en blanco — Límites del giro — Después del vencimiento — E l descuento — De­ recho español — Derecho extranjero. Lección 67.a = De la legitimación — Prueba pasiva — Prueba activa — De la intervención — Concepto — Clases — Caso de va­ rios interventores — El protesto principal y el protesto de la inter­ vención — Prom esa de pago — Derecho español en esta materia — Derecho francés, italiano, alemán, etc. Lección 68.a = Del aval — Generalidades sobre el aval —- Rela­ ción entre el que da la garantía y el librador — Entre el que da la garantía y las demás personas que se interesan en la letra — Coacep­ tante — Garantía y fianza — Clases de garantías — Garantía con hipoteca — Del endoso en esta relación — Derecho español — El endoso en nuestra legislación — Derecho francés, italiano, ale­ mán, etc. Lección 69.a = De la llam ada letra de cambio propia p or los tra­ tadistas de Derecho mercantil alemán y los que la han seguido — Form a de esta clase de letras — Contrato consiguiente — Relación de esta letra de cam bio con la estudiada anteriormente — Funda­ mento de la acción — Billetes semejantes a la letra de cam bio — Sus clases — Letra que participa de las condiciones de am bas — Clases — Diferentes nombres y clases de letras, según el objeto y el m odo — Derecho español (Libranzas, vales o pagarés a la orden, cartas-órdenes, de crédito) — Derecho francés, italiano, alemán, etc. Lección 70.a = Letras de cambio por duplicado ,— Diferentes modos de uso — El derecho de reclamar duplicados — Copia de la letra — Falsificación de las letras de cam bio — Consideraciones generales — Falsedad en las operaciones propias del lib rad or — Falsedad del giro — Falsedad en la expresión de la suma — Acep­ tación falsa o falsificada — Derecho éspañol — Derecho francés,' italiano, alemán, etc. ■■■"> JOSE-ALEJO RUEDA MARTINEZ 736 - v Lección 71.a = Letra de cambio extraviada — La letra de cambio en caso de quiebra — Diferentes casos de quiebra — Duración de la obligación nacida del contrato de cambio — La prescripción en este respecto — Pago retardado — Demostración — Cálculo — Acuerdo — Nuevo contrato — Derecho español — Derecho alemán, francés, italiano, etc. Lección 72.a = Excepciones del deudor en este contrato — Ex­ cepciones en general — Sentido histórico — Sentido actual — Falta de consentimiento como excepción — Destrucción de la form a — Pago — Depósito — Compensación — Abono — Excepciones que resultan de las relaciones fundamentales — Novación — Fraude — E rro r — Violencia — Contraorden — Identidad de la persona y confusión — Muerte — Incapacidad posterior — Prescripción — Tiempo de la prescripción — Principio de ella — Interrupción — Efectos — Derecho español — Derecho alemán, francés italiano, etc. Lección 73.a = Tratado especial de los documentos llamados cheques — Razón de estudiarlos aquí — Su papel económico — Doctrina anterior referente a ellos — Definición — Condiciones ju ­ rídicas — Form as del cheque — Efectos — Fiscalización — Otros documentos bancarios — Derecho español — Derecho francés, etc. Lección 74.a = Consideración especial de las Bolsas de comer­ cio — L ugar en que queda tratada la parte general de esta doctrina — Motivos para especificarla ahora — Form as de la Bolsa — Perso­ nales — Clases — Bolsas de efectos públicos — Operaciones — Valores — Rentas del Estado — Acciones — Obligaciones — Divi­ sión en cuanto a la form a — Transmisiones — Im puestos — Títulos al p ortador — Operaciones sobre los efectos públicos — Sus clases y modos — Formación y ejecución de estos mercados — Agentes de cambio y corredores en las Bolsas — Derecho español y ex­ tranjero. Lección 75.a = De la circulación de los capitales — Relación económico-jurídica — Oportunidad de este estudio — Circulación monetaria — Relación a lo tratado en la parte general — Instru­ mentos de circulación — De la circulación fiduciaria — Instrum en­ tos de crédito — de los bancos en este respecto — Bancos de comercio — Formas y condiciones de los depósitos — Descuento — Bancos de emisión y circulación — Relación de la doctrina de esta lección a la del cambio — Derecho español y extranjero. UNA FACETA DESCONOCIDA EN LA VIDA DE CLARIN 737 TERCERA P A R T E ESPEC IAL DEL DERECHO M ERCANTIL M ARITIM O Lección 76.a = Introducción particular al estudio del Derecho mercantil m arítim o — Motivos de esta introducción — Diferencias de criterio en los autores — ¿Debe estudiarse el Derecho mercantil m arítim o como una parte especial del Curso? — Razones en que se apoya la afirm ativa — Razón de método para la negativa — Nuestro fundam ento para hacer especial este estudio — Concepto de Derecho mercantil marítimo — Su característica — Relación física — Relación económica — Relación jurídica — Propiedades distintivas — Fijeza en el tiempo — Universalidad — El peligro — El interés económico — E l interés nacional — Consideración del comercio m arítim o en relación a las notas esenciales del comercio — L u gar que ocupa nuestro estudio en el Derecho m arítim o — Relaciones con el Derecho marítimo internacional — Con el Dere­ cho m arítim o público y administrativo — División del Derecho mercantil m arítim o — Su fundamento — Fuentes jurídicas — Es­ paña — Breve reseña histórica — Derecho actual — Código de co­ mercio: libro 3.° (arts. 583 al 1.000) — División de materias — Crítica — Otras fuentes legales — Fuentes complementarias — Francia — Breve reseña histórica — Derecho actual — Código de comercio: libro 2.° (arts. 190 al 436) — Otras fuentes legales — Complementarias — Italia — Códice di commercio — Códice per la m arina mercantile (lib ro 2.°, arts. 472 al 670) — Otras fuentes — H olanda — W etboek van Koophandel; libro 2.° — Bélgica — Code de commerce, L. 2.° y ley de agosto de 1879 — Otras leyes — Portu­ gal — Código comercial portugués; 2.a parte (arts. 1.288 al 1.860) — Su importancia especial — Grecia: v¿tj.o; á^xoptxoc — Turquía— Código de comercio marítimo; . libro 14 títulos, 282 2. arts. — Egipto (p o r su situación política se considera aquí, aunque geo­ gráficamente está fuera de nuestra m ateria) — Código de comercio marítimo; 275 arts. — Otras naciones europeas que siguen la legis­ lación mercantil francesa con más o menos variantes — Am érica — Brasil, Código comercial del Im perio de Brasil — Chile — Colom ­ bia — República Argentina — Méjico — Perú — Paraguay — Haití y Santo Dom ingo — Alemania — Allgemeines Deutches Handelgesesetzbuch; libro 5.° (arts. 432 a 911) Von Seehandel (del comer­ cio m artítim o) — Seemánnsordnung (ley de la gente de m a r) — Austria-Hungría — Austria — Editto político di navigazione mer­ cantile austríaca — Dalmacia — Libro II del Código de comercio JOSE-ALEJO RUEDA MARTINEZ 738 italiano — Trieste Istria — Rusia — Sw od Sakonow — T orgow y oustaw — Finlandia — Código marítimo (246 arts.) — Inglaterra — Common law — Statute law — Merchant Shipping act (548 arts.) — Colonias inglesas — Canadá — Estados Unidos de América — Esta­ dos escandinavos — Dinamarca — Dauske lov; libro 4.° — Ley (12) de mayo de 1871 sobre los hombres de m ar — Proyecto de código Derecho marítimo — Noruega — Dauske lov — Ley de marzo (24) de legislación marítima (11 capítulos, 138 arts.) — Suecia — Sueriger Riker — Parte 5¿a; Hadelsbalk — Ley de 23 de febrero de 1864. Fuentes literarias no legales — Ttratados generales (v. la intro­ ducción) — Derecho Romano: Digesto — Código — De exercitoria actione — D.L. X X . T. II. 29 — T. IV. 19 — Voet: Commenta ad Pandecta — Bas — Otras leyes romanas — M artí de Eixalá — Código de comercio concordado y anotado — Durán y H uebra — Sogravo — Valin — Emerigon — Photier — D ufour — Desjardins — Cresp y Laurin — De Frasquet — De V alroger — Boulay Patti — Caumont — Beaussant — Courcy — Stracca (in gen.) — Cassaregis (id .) — R idolfi — Locennio — Silva — I, II, III, V I — Kent — Bi­ bliografía: Goldschmidt — Handbuch, 2.a ed. Catalog der Commerz — Bibliotek zu H anburg — Engelmann — Bibliotek der Handlungswisenschaft (Biblioteca de la ciencia del com ercio) Bender — Mittermaier. Lección 77.a = De las naves — De su naturaleza jurídica — Con­ cepto amplio y sentido estricto — Consiguiente división del asunto — M ateria principal y accesoria — Ficción jurídica del estado civil de la nave — Su nacionalidad — Caracteres de ésta — Los esen­ ciales — Los form ales — El derecho de las personas en esta rela­ ción — E l derecho español en esta materia — El Código — Decreto de 22 de noviembre de 1868 — Francia — Bélgica — Italia — Poi> tugal — H olanda <— Dinamarca — Suecia — N oruega — Rusia — Grecia — Turquía — Buenos Aires — Brasil — Chile — Perú — Uruguay — Paraguay — Méjico — Otros países de América — Ale­ mania, — Austria — Inglaterra — Estados Unidos — La nave es cosa mueble jurídicamente como en su naturaleza y destino — M ueble sui generis según Vidari — Relación a esta materia de la doctrina de la prenda y de la hipoteca — Las leyes de Francia, Bél­ gica y'Otras en este punto — Privilegios :— Sus clases. •- ¡ -n Lección 78.a = „ M odos de adquirir y transmitir J a propiedad de la nave — Construcción — El contrato de construcción — Las vi­ cisitudes — Derecho.español — Construcciones en el extranjero — UNA FACETA DESCONOCIDA EN LA VIDA DE CLARIN 739 Derecho francés — Clases de construcción — Derecho alemán, ita­ liano y otros — La venta — Venta voluntaria — Sus form alidades — Venta total y parcial — Venta en el extranjero — El capitán en este respecto — Los acreedores privilegiados — El Derecho espa­ ñol — Su escasa doctrina especial — Derecho francés y sus seme­ jantes — M utación en aduana — Otras form alidades — Derecho alemán, italiano y otros. Lección 79.a = Venta forzosa — Su fundamento — Los acreedo­ res en este respecto — De la situación de la nave — V iaje próxim o — Sus condiciones y excepciones — Relación de esta doctrina al derecho de procedimiento — Requisitos de la venta — Relaciones entre acreedores — Derecho español — La venta forzosa y la ju d i­ cial — Condiciones de ésta en nuestro derecho — Privilegio de prelación — Requisitos formales — Derecho extranjero — Razón de tratar esta materia sumariamente — Consideración especial del De­ recho italiano — Prescripción — Sus términos — España — Otros países — Apresamiento — Sus clases — El Derecho internacional mercantil en esta materia — Derecho español y extranjero. Lección 80.a = Derecho personal marítimo — Propietarios — Coopropietarios — Navieros — Los extranjeros y la propiedad del navio — Distinciones entre propietario y naviero — Condiciones del naviero — El naviero y los coopropietarios — Responsabilidad del propietario en lo hecho por el capitán y p o r el equipaje — Re­ laciones de los coopropietarios entre sí — Origen de la coopropiedad — Sus clases — Sociedad y comunidad — Su distinción — Obligaciones de los coopropietarios — M odos de determinarse la voluntad — Unanim idad y mayoría — La dirección de la propiedad común — Las utilidades — Su aplicación — Responsabilidad res­ pecto de los terceros — C^ómo se disuelve la com unidad — Derecho español — Atribuciones y deberes del naviero — Distintos aspectos de la responsabilidad — Derecho francés y sus semejantes — La indivisión — El naviero-gerente — El abandono — Derecho ale­ mán, italiano y otros. Lección 81.a = E l capitán — Noción de lo que sea — Cualidades que ha de reunir — Condiciones para ser capitán — Carácter ju rí­ dico — E l capitán como mandatario y de qué clase — Funciones del capitán -— Su responsabilidad — Relación con terceros — El capitán coopropietario de la nave — Como oficial público — Retri­ bución — Cesación — Por despedida — Clases: tácita y expresa *— 740 JOSE-ALEJO RUEDA' MARTINEZ Derecho español réspectó’ de esta materia general — Derécho fran­ cés'y süS' semejantes — Derecho alemán, taliano, etc. 1 ( . Lección 82.a = Deberes del capitán antes del viaje — Visitas a la nave—— Su objeto.,— La elección del equipaje ¿corresponde en parte al capitán? — Distinciones — Que esta doctrina corresponde en su generalidad a otro lugar — Deberes del capitán .respecto de la documentación que ha de tener a bordo — Libros de bordo — Obligaciones respecto ¿-del cargamento, En caso de que haya so­ brecargo. * Derecho español — Su escasa doctrina — Derecho francés y los .semejantes i—? Alemán, italiano, etc. — Derechos del capitán antes deL viaje •— Elección del equipaje — Esta facultad ¿es absoluta?-»— Diferentes casos — Cómo se resuelven las disen­ siones de_ los propietarios respecto del equipaje y en qué consiste el derecho del capitán en esta materia — La mayoría y la minoría de los coopropietarios en este respecto — El Derecho español — Su escasa doctrina — Derecho francés — Derecho italiano, alemán y -otros i . - Lección 83.a = La partida — Condiciones — Cuándo procede la dilación del viaje — Doctrina nacional y extranjera — Deberes del capitán durante el viaje — Si puede adm itir carga p or su cuenta — La pácotilla — Vigilancia dé la navegación — El capitán y el prác­ tico — Cuándo puede abandonár la nave el capitán en caso de nau­ fragio — Deber de terminar el viaje — Obligaciones del capitán al llegar al término d e lV ia je — Cuenta de los gastos extraordinarios — Derecho español — Derecho extranjero — Derechos del capitán durante el viaje — Medidas extraordinarias de crédito para las contingencias del viaje — Responsabilidad del capitán — Venta de lá carga y otras medidas análogas — Derecho de los cargadores — Venta de la nave — Derechos del naviero en esta materia — Re­ presentación del capitán en juicio — Derecho español — Crítica del orden en que trata el Código de comercio esta materia — De­ recho extranjero. Lección 84.a = Deberes y derechos del capitán después del via­ je — Cuándo se puede dar por terminado el viaje — Deberes del capitán respecto del registro de bordo, lá relación del viaje y la cuenta que ha de dar de él y a quién — Obligaciones respectó de lá descarga y tiempo de' ella — V alor judicial del diario de bordo — Derechos del capitán — El Derecho español — Derecho extran­ j e r o , Francia, Italia, Alemania, Inglaterra, etc. — Países de Am é­ rica. UNA FACETA-DESCONOCIDA EN LA VIDA DE CLARIN 741 ' Lección 85." — De los oficiales y equipaje de la nave — Deberes y derechos del piloto — Relaciones con el capitán y los subordina­ dos — E l contramaestre — Sus funciones — Sucesión en el m ando de la nave — E l Derecho español en esta materia — El Derecho extranjero — Los hom bres de mar, el equipaje — Calidad del con­ trato que celebra el equipaje — Derechos y deberes del hom bre de m ar — Su relación al naviero — Al capitán — A los oficiales — Derecho español y su crítica — Derecho extranjero, Francia, Italia, etc.» etc. — Sobrecargos — Intérpretes — Carácter de generalidad con que se considera en esta lección su materia — División consi­ guiente que constituye el asunto de las sucesivas. Lección 86.a = Especificación de las form alidades y condiciones de la contrata de los hombres de m ar — Deberes del equipaje — Asistencia a bordo — Obediencia al capitán — Diferentes deberes según lo estipulado sobre los términos del contrato — Sanción de los deberes del equipaje — Derechos — Salario — Participación en los beneficios — Tiempo del pago — Garantías — Prescripción — Otros derechos — Revocación del viaje — Sus m odos — Distin­ tos derechos del equipaje en cada caso — Suspensión voluntaria — Suspensión forzosa — Derechos del hom bre de m ar cuando hay accidentes que alteran lá duración del viaje. Consideración gene­ ral — Legislación española — Legislación extranjera. Lección 87.a = (Continuación). Retardo del viaje por fuerza ma­ yor — Cuando se prolonga por voluntad del naviero o del capitán — Cuando el viaje se abrevia voluntariamente — Cuando se abrevia p or fuerza m ayor — ■ Accidentes personales — Esclavitud — Prisión fuera y dentro de la nave — Enferm edad — Heridas — Diferentes casos — Caso de muerte — Diferentes casos — Despedida — Indem ­ nización — Rompimiento de la contrata p or parte del hom bre del mar. — Derecho español — Derecho francés, italiano, alemán, in­ glés — Derecho de los países de América, etc. Lección 88.a = Del contrato de fletamento — Su aspecto econó­ mico — Sus clases — Transportes marítimos — Aspecto jurídico — Elementos del contrato — La nave — Fletamento total — Par­ cial — Las personas — El fletante — El fletador — El flete — Su concepto — M odos de determinar su medida — Form as del con­ trato -— Sin o con escritura — La póliza — Su contenido — M edia­ dor — Requisitos accesorios — Derecho español — Derecho francés, italiano, alemán, inglés, etc. JOSE-ALEJO RUEDA MARTINEZ 742 Lección 89.a = Deberes y derechos del fletante y del fletador an­ tes del viaje — Respecto de la carga — Deberes especiales del fletador — E l capitán, su intervención — De la cantidad de la carga — Diferentes casos — Diferencias según es total o parcial el fletamento — E l nulo — A quién incumbe el acto de cargar — De­ beres del fletante en este punto — M odos del cargamento — Es­ tadías y sobreestadías — Examen de la póliza — Diferencias del contrato — Form a y requisitos — Diferencias según las distintas cláusulas — Impedimentos de la salida — Revocación del viaje — Derecho español — Derecho francés, italiano, alemán, de los países de América, etc. Lección 90.a = Deberes y derechos del fletante y del fletador durante el viaje — Accidentes relativos a la carga — Derecho del fletador de descargar durante el viaje — Otras causas de descarga legítimas — Deberes del fletante en este respecto — Abandono de las mercaderías durante el viaje — Naufragio, presa, confiscación, etc. — Salvamento y rescate — Impedimentos para la continuación del viaje y revocación del mismo. — Distintas causas — Distintas consecuencias jurídicas — Respectivos derechos y deberes del fle­ tante y del fletador en tales accidentes — La nave inutilizada — Diferentes casos — Sustitución — Derecho español y extranjero. Lección 91.a = Deberes y derechos del fletante, del fletador y del consignatario después del viaje — De la descarga — Sus con­ diciones — De la relación de ésta al consignatario — Deberes del capitán — Responsabilidad del fletante en caso de retardo, pérdida o avería — Pago del flete y otros gastos de transporte — Especifi­ cación de los deberes del destinatario en este respecto — Si puede abandonar las mercancías en vez de efectuar el pago — Deberes en esta materia del fletante — Depósito de las m ercaderías — Rela­ ción del tiempo a este tratado — Derecho español — Derecho fran­ cés, alemán, italiano, inglés, etc. Lección 92.a = Averías — Diversas clases de averías — Su carác­ ter jurídico — Origen de la palabra — Definición — Condiciones — E l contrato y el cuasi contrato en la avería — Averías generales o comunes — Enumeración demostrativa de las principales clases de averías generales y asimiladas a éstas — Averías particulares — Características de éstas — Enumeración — Averías causadas p or el choque de las naves — Diferentes casos y distinta responsabili­ dad consiguiente — Derecho español — Derecho francés, italiano, alemán, etc. UNA FACETA DESCONOCIDA EN LA VIDA DE CLARIN 743 Lección 93.a = Del repartimiento o contribución en las averías — Cosas sujetas a la contribución — Cuáles no lo están — Cómo se regula la contribución — M odos del repartimiento — Los peri­ tos — Sus funciones — M edida del repartimiento — Omologación (sic.) — Tiempo en que prescribe la acción correspondiente — De­ recho español — Derecho francés, italiano, alemán, inglés, etc. — Del transporte personal — Diferencias de criterio en las distintas legislaciones — E l Derecho español en esta materia — El francés — E l italiano — Otras legislaciones. Lección 94.a = Del préstamo a la gruesa o a riesgo m arítim o — Carácter económico — Carácter jurídico — Personas que pueden concluir este contrato — Sobre qué cosas se puede constituir — Diferencias en los efectos jurídicos, según el valor del préstam o y del objeto de la garantía — Consideración especial de los riesgos — Su naturaleza — Sus accidentes — Relación a la libertad de los contrayentes — Diferentes clases de riesgos — L u gar propio de am pliar esta doctrina — El provecho — Caracteres diferenciales de este contrato — Derecho español y extranjero. Lección 95.a == Form a del contrato de préstamo a riesgo maríti­ mo — Condiciones extrínsecas e intrínsecas — La escritura — Sus requisitos — Clases — Condiciones de publicación — Su objeto — Contratos concluidos en el extranjero — Relación al tiempo — Efectos de este contrato — Deberes y derechos de las partes du­ rante el riesgo — Después de pasado el riesgo — En caso de sinies­ tro — Caso de arribada a buen puerto— Derecho español — Derecho francés, italiano y otros. Lección 96.a = ► i Contrato de seguros marítimos — Carácter eco­ nómico y jurídico de este contrato — Razón económica de los seguros marítimos — Definición — Carácter jurídico — De las per­ sonas que pueden hacer asegurar — El capitán en esta relación — Del fraude en el asegurar p or cuenta ajena — Cosas que se pueden asegurar — La nave — Los accesorios — La carga — Seguro in quovis — Póliza — Seguro del flete — Otras clases — Cómo se de­ termina el valor de las cosas aseguradas — Distintos m odos — Cosas que no se pueden asegurar — Derecho español — Derecho francés — Derecho italiano, alemán, inglés, etc., etc. Lección 97.a = Del riesgo — Concepto en que se trata aquí esta m ateria ya estudiada en otro respecto — De la validez de las con­ diciones — Diferentes clases — Siniestro im posible — Siniestro 744 JOSE-ALEJO RUEDA MARTINEZ acaecido — Cláusula de buena o mala nueva — Riesgo de paz o de guerra — Antes del viaje o durante el viaje — A viaje o a tiempo determinado — Clases de viaje — De qué riesgos responde el ase­ gurador — Gastos de navegación — Dolo o culpa — Cam bio de viaje — Cam bio de nave — De capitán — Daños originados del dolo, negligencia del capitán o de los hombres de m ar o de los pasajeros — Cláusula que excluye la avería del riesgo asegurado — Derecho español — Derecho francés, italiano, alemán, etc. Lección 98.a = De la prim a del seguro — Registro de clasifica­ ción — Las clases de seguros marítimos en este respecto— Forma del contrato de seguros marítimos — La póliza — Contenido esen­ cial de la póliza — Fecha — N om bre — Cosa asegurada — Evalua­ ción — Suma — Tiempo y lugar del riesgo — Prim a — Contenido variable — Legislación española acerca de esta materia — La fran­ cesa — La italiana — La inglesa, etc., etc. Lección 99.a = Obligación del asegurador — Riesgos — Doctrina estudiada anteriormente que se aplica a este lugar — Responsabi­ lidad del asegurador respecto a un tercero — Diferente responsa­ bilidad en los cambios de tiempo, dirección, etc. — Del abandono — Sus casos — Presa — N aufragio — Responsabilidad en estas clases de siniestros — Abandono del flete — Los accesorios — In­ divisibilidad en el abandono — Efectos — Pago de la indemnización — Términos del abandono — Sus formas — Obligación del asegu­ rado — Pruebas que ha de presentar el asegurado — Cláusula que le libra de la prueba — De las averías en este respecto — Límites de las obligaciones del asegurador — Prescripción — Obligaciones del asegurado en el contrato de seguros marítimos — Respecto de la prim a — Respecto de los riesgos — Derecho español — Derecho extranjero. Lección 100.a = Consideración especial de las causas de nulidad del seguro — Rescisión — Clases de nulidad — M odos de rescisión — Prescripción — Sus condiciones y términos — De la hipoteca marítima — Su carácter particular — Su materia — Legislación española sobre los privilegios en este respecto — Legislación fran­ cesa, belga, italiana, etc. UNA FACETA DESCONOCIDA EN LA VIDA DE CLARIN 745 C U A R T A P A R T E E S P E C IA L DE LA S Q U IEBR A S Y DE LA BANCARROTA Lección 101.a = Carácter jurídico y económico de la quiebra — Diferencias entre la quiebra — Reseña histórica de la quiebra en su relación jurídica — Declaración de la quiebra y sus efectos — Condiciones necesarias para que haya quiebra — Cualidad de ser comerciante — Cesación de pagos — Juicio declarativo — En qué relación podem os tratar nosotros de la materia que p or su esencia corresponde al procedimiento mercantil — Derecho español — De­ recho francés y otros. Lección 102.a = De las diferentes especies de quiebra — Suspen­ sión de pagos — Insolvencia fortuita — Insolvencia culpable — Insolvencia fraudulenta — Alzamiento — de esta materia — Derecho español acerca Derecho francés — Derecho italiano, alemán, etc., etc. Lección 103.a = Efectos de la declaración de la quiebra — Efec­ tos relativos a la persona del quebrado — Efectos relativos a sus bienes — M edidas preventivas — Relación del deudor a los derechos reales y de obligación — Relación con los acreedores — Relación a un tercero — Efectos respecto a los intereses de los acreedores — Efectos sobre los actos anteriores y posteriores — Otros efectos — Derecho español — Derecho francés, etc. Lección 104.a = M edidas para la conservación de los derechos de los acreedores — Formalidades para la seguridad de los bienes — Nom bram iento de Comisario de la quiebra — Respecto de la persona del quebrado — Nom bram iento de los síndicos — Otras m edidas — Derecho español — Derecho francés, etc. Lección 105.a = de la quiebra — De la administración y realización de los bienes Los acreedores — El depositario — Requisitos para la Junta — Form a de ésta — Los síndicos en este respecto — Exposición de sus demás obligaciones y facultades — Deberes de los síndicos respecto de los acreedores — Respecto de los bienes del quebrado — Derecho español — Derecho francés, italiano, etc. Lección 106.a = Nom bram iento de síndicos definitivos o ratifi­ cación — Funciones de los síndicos definitivos — De la verificación de los créditos — Presentación de los títulos — Dem ora de los acreedores — Términos para la presentación — Procedimiento pa­ JOSE-ALEJO RUEDA MARTINEZ 746 ra la verificación de los títulos — Derecho español — Derecho fran­ cés, italiano, etc. Lección 107.a = Convocatoria de la Junta de Acreedores — Del convenio o concordato — Voto sobre el concordato — Impedim en­ tos — Efectos — Hipoteca sobre los inmuebles del quebrado — Reintegración del quebrado en la administración de sus bienes — Anulación y resolución del convenio — Derecho español — Derecho francés, italiano, etc. Lección 108.a = Caso de concurso de acreedores sin convenio — Liquidación — Sus causas jurídicas — De los síndicos en esta si­ tuación de la quiebra — Cómo se realiza el haber de la quiebra — Venta de mercancías y muebles del quebrado — Venta de inmue­ bles — Recursos del quebrado en este respecto — Reparto entre acreedores — Rendimiento de cuentas — Disolución del concurso — De la cesión de bienes — Derecho español — Derecho francés, etc. Lección 109.a = De las diferentes clases de acreedores y de sus derechos especiales en caso de quiebra — Diferencia de clasifica­ ciones — De los coobligados y de los fiadores — De los acreedores p or cuenta corriente — Acreedores hipotecarios — Acreedores pri­ vilegiados — Clases — Orden de preferencia o prelación — Distin­ ción entre muebles e inmuebles — El derecho de bienes fam iliar en este respecto — Derecho español — Clasificación de los acreedo­ res, orden de prelación — Derecho francés, etc. Lección 110.a = De la reivindicación — Reivindicación en mate­ ria mercantil — Reivindicación de los objetos depositados — Rei­ vindicación de los efectos de circulación. — Reivindicación de las mercancías depositadas — Reivindicación del precio de venta — Reivindicación del vendedor de muebles — De la m ujer del que­ brado — Derecho español — Derecho francés, etc. Lección 111.a = Bancarrota — Concepto — Bancarrota simple — Causas de la bancarrota obligatoria — Causas de bancarrota po­ testativa — Gastos o listas — De la bancarrota fraudulenta — De los delitos cometidos en la quiebra por quien no es el quebrado — De la administración de los bienes en caso de bancarrota — Dere­ cho español — Derecho francés, etc. — La rehabilitación — Sus condiciones — Competencia para la rehabilitación — Por qué ter­ mina aquí el curso de Derecho mercantil. Fin del programa Oviedo, 5 de Febrero de 1885 IN STITU TO DE ESTUDIOS ASTURIANOS PRESIDENTE : I ltm o . Sr. D. M anuel Fernandez de la Cera DIRECTOR: D. J e s ú s E v a r i s t o C a s a r i e g o SECRETARIO EN FUNCIONES: D. E f r e n G a r c í a F e r n a n d e z DIRECTOR DEL BOLETIN EN FUNCIONES: D. M anuel F ernand ez A vello PRECIO DE SUSCRIPCION ANUAL E spañ a. 2.011(1 pesetas. E spañ a. 501) Extraniero. 2.4(10 pesetas. N úm ero suelto: pesetas. Extraniero. fiOI) pesetas. Dirección: Plaza Porlier.— OVIEDO Esta revista no es responsable de las opiniones expuestas por sus colaboradores ID E A