Joaquín Díez-Canedo Flores DIRECTOR GENERAL Ricardo Nudelman GERENTE GENERAL Martí Soler GERENTE EDITORIAL Alejandro Valles Santo Tomás GERENTE DE PRODUCCIÓN Gerardo Jaramillo Herrera GERENTE DE COMERCIALIZACIÓN Alejandro Villaseñor Valerio GERENTE DE ADMINISTRACIÓN Y FINANZAS Rafael Mercado GERENTE DE TECNOLOGÍAS DE LA INFORMACIÓN Norma Rojas COORDINADORA DE ASUNTOS JURÍDICOS Nina Álvarez-Icaza COORDINADORA DE ASUNTOS INTERNACIONALES Tomás Granados Salinas TITULAR DE LA UNIDAD DE PLANEACIÓN EDITORIAL Y PROYECTOS ESTRATÉGICOS Alejandra Vázquez Chávez COORDINADORA GENERAL DE COMUNICACIÓN Eliana Pasarán SUBGERENTE DE LIBROS PARA NIÑOS Diseño Luis Miguel Cruz Ceballos PERÚ www.fceperu.com.pe Fondo de Cultura Económica de Perú, S.A. Gerente: Rosario Torres Pesantes Sede, Almacén y Librería “Blanca Varela” Jirón Berlín 238 Miraflores, Lima 18 Perú Tel. (511) 447 2848; fax (511) 447 0760 Librería “Magda Portal” Jirón Rufino Torrico 89, a media cuadra de Quilca, Wilson y la Colmena, Lima 01. Tel. (511) 423 0873 ARGENTINA www.fce.com.ar Fondo de Cultura Económica de Argentina, S.A Gerente: Alejandro Archain Martín El Salvador 5665, C1414BQE, Capital Federal, Buenos Aires Tel. (5411) 4771-8977 ext fax 19 o 4777-4788 BRASIL Fondo de Cultura Económica de Brasil, Ltda. Gerente: Susana Ema Acosta Rua Bartira 351, Perdizes, São Paulo, CEP 05009-000 Tel. (5511) 3875 3835, 3672 3397; fax (5511) 3892 1988 CHILE www.fcechile.cl Fondo de Cultura Económica Chile, S.A. Gerente: Óscar Bravo Quintana Paseo Bulnes 152, Santiago de Chile Tel. (562) 5944 100; fax (562) 5944 101 COLOMBIA www.fce.com.co Ediciones Fondo de Cultura Económica Ltda. Gerente: Juan Camilo Sierra Restrepo Calle de la Enseñanza 11 5-60, La Candelaria, Bogotá Tel. (571) 283 2200; fax (571) 337 4289 [email protected] ESPAÑA www.fondodeculturaeconomica.es Fondo de Cultura Económica de España, S.L. Gerente: Marcelo Díaz Alessi Vía de los Poblados 17, Edificio IndubuildingGoico 4-15, 28033, Madrid Tel. 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No sólo porque lo más probable es A la memoria de don Tomás Acosta, editor peruano, colaborador del Fondo de Cultura Económica en México que entre sus tareas acabará por traducir, más temprano que tarde, obras afines a las hicieron necesario su propio nacimiento, sino porque desde ese mismo nacimiento quienes la conducen saben que sus potenciales lectores se encuentran dispersos en diversas partes del planeta, y que para llegar a ellos se necesita construir puentes, trazar canales, establecer convenios y pactos con editores, distribuidores y libreros de muchas otras ciudades del mundo. A esa dinámica obedece la internacionalización del Fondo de Cultura Económica. De hecho, aun antes de su origen, la colección de libros de economía que imaginaba Daniel Cosío Villegas implicaba la cooperación internacional. Ante la incipiencia de la industria editorial mexicana, y la urgencia de dotar de traducciones de obras clásicas a las primeras generaciones de estudiosos de Economía en la Universidad Nacional Autónoma de México, Cosío Villegas buscó la participación de España para que allá se imprimieran los libros que en México hacían falta. La negativa con que se encontró hizo más difícil la existencia de esos libros, pero no la canceló. El repertorio de obras que don Daniel imaginaba no pudo realizarse con la celeridad deseada, pero paulatinamente, con traducciones directas del inglés, del francés y el alemán, fue creciendo; se sumaron luego las obras originales, escritas en español, y al poco tiempo se comenzó, de manera inevitable, a editar obras de campos afines a la economía: libros de historia, de sociología, de ciencia política, de filosofía. La vocación internacional de nuestra Casa se potenció aún más con la llegada de numerosos intelectuales españoles que, a partir de 1939, se sumaron a ella con su valiosa experiencia editorial. Hacia 1940, Cosío Villegas vio con claridad que era necesario ejercer la actividad editorial no sólo dentro de las fronteras de México, sino como un indispensable diálogo hispanoamericano. Así nació la idea de crear la colección Tierra Firme, que él imaginaba como una descripción de América —su geografía, su flora y fauna, sus tradiciones, su economía, su historia agropecuaria, su literatura—, una muestra o prueba de independencia intelectual frente a la vieja Europa. En esa colección aparecieron los primeros títulos de autores peruanos que se registran en nuestro catálogo: El tonel de Diógenes, de Manuel González Prada; Ruta cultural del Perú, de Luis E. •3 4• Valcárcel; ¿Existe América Latina?, de Luis Alberto Sánchez. Todos impresos en 1945. A Cosío Villegas se debe también la apertura de la primera librería del Fondo de Cultura Económica en el extranjero —en ese mismo 1945—, cuya dirección dejó a cargo de Arnaldo Orfila Reynal. Tres años más tarde, cuándo éste sucedió a Cosío Villegas en la dirección del Fondo, mantuvo el propósito de ampliar los alcances de la editorial con nuevas representaciones en el extranjero. Así, en 1954 se abre otra sucursal en Sudamérica, esta vez en Chile. Con el ánimo de encontrar la mejor manera de llevar los libros del Fondo a las manos de sus lectores en la América hispánica, Arnaldo Orfila viaja incansablemente entrevistándose con libreros, bibliotecarios, autoridades escolares. Sus giras son verdaderos maratones de trabajo. Realizadas las entrevistas, informa por carta los pormenores de cada una de ellas; las cosas que ha convenido y las condiciones en que lo ha hecho. Hay noches que redacta diez cartas, como se puede constatar en el Archivo Central del Fondo. En una de esas giras, en los primeros días de abril de 1958, sostiene entrevistas con siete libreros de Lima. Entre ellos: Juan Merel, Federico Chipana, Magda Portal, y la viuda de Juan Ayza Borgoñós, muerto en 1955, quien fuera coronel del ejército republicano español y asistente personal del presidente Manuel Azaña. Exiliado en Lima, Ayza y su mujer fundaron una librería que solía ser muy frecuentada por escritores como José María Arguedas y Emilio Adolfo Westphalen. (“Hace años —apunta Orfila en el escrito en que recoge sus observaciones sobre las entrevistas— [los Ayza] fueron representantes del Fondo.”) Es dable conjeturar que, después de sopesar lo conversado en esas entrevistas, quien mejor respuesta ha dado a los objetivos planteados por Orfila es Magda Portal, pues a partir de ese mismo mes ella se convierte en la agente exclusiva del Fondo de Cultura Económica en el Perú. La vocación internacional de nuestra Casa se potenció aún más con la llegada de numerosos intelectuales españoles que, a partir de 1939, se sumaron a ella con su valiosa experiencia editorial. •5 E l viernes 11 de abril de 1958 le escribe a Fulvio Zama, Gerente del Fondo: A su paso por Lima tuve oportunidad de conversar con mi amigo, el Dr. Arnaldo Orfila Reynal, y obtuve autorización para efectuar ventas de los libros del Fondo, directamente pedidos a México. […] Como los libros editados por el Fondo son bien conocidos en esta Capital, ya he ofrecido a varias instituciones sus diversos títulos, entre ellas, la Biblioteca Nacional… El viernes siguiente Zama le contesta: Nos complace mucho su decisión de ocuparse intensamente de la difusión de las obras del Fondo, esperando que aproveche la comisión realmente extraordinaria del 20% que ha tenido a bien concederle nuestro director durante su estancia en Lima. 6• La situación del libro en el Perú de los años cincuenta es difícil. Hay muy pocas empresas editoriales. Su dimensión es casi doméstica. Con frecuencia los autores tienen que dar dinero a los editores para cubrir los gastos de edición. Y es el propio autor quien fija el precio de venta con intención de recuperar lo que ha desembolsado, lo que casi nunca logra. En 1954, el poeta Sebastián Salazar Bondy, uno de los críticos más afilados de la vida cultural de aquellos años escribe: “Los libros peruanos de este tiempo están inéditos, reposando en las triste carpetas de los escritores, esa es la verdad. Publicar aquí es tirar el dinero a la calle. El libro peruano, falto de todo atractivo exterior, modesto y caro al mismo tiempo, está condenado a fracasar.” Son los años que Mario Vargas Llosa describe en Conversación en La Catedral, los años de la dictadura del general Manuel A. Odría, quien después de dar un golpe de estado contra el presidente Bustamante y Rivero, en 1948, gobierna el país durante ocho años, periodo marcado por una fuerte represión a los opositores. Hacia el final de la década hay, sin embargo, algunos signos alentadores. En 1957, el recién creado Patronato del Libro Peruano lanza al mercado ediciones masivas de libros de autores de renombre a precios populares que se venden no sólo en librerías, sino también en kioskos de periódicos, y la gente literalmente se los arrebata. Los lectores existen. Es también Sebastián Salazar Bondy quien describe esa experiencia en septiembre de 1958 en La Gaceta del Fondo de Cultura Económica. Grandes tirajes de 50 mil ejemplares permiten vender colecciones de diez títulos a un precio de tres soles por ejemplar (quince centavos de dólar en aquella época). Probada la bondad de su acción, el patronato se disuelve y deja el campo libre a la iniciativa privada. El editor y librero Juan Mejía Baca y su colega Pablo L. Villanueva imprimen colecciones que alcanzan tirajes hasta de 100 mil ejemplares a 20 centavos de dólar cada uno. Instituciones de algunos países de América Latina envían observadores para aprender de esa feliz experiencia —la Universidad Nacional Autónoma de México es uno de ellos—. Desafortunadamente, ésta no perdura. “Los libros peruanos de este tiempo están inéditos, reposando en las triste carpetas de los escritores, esa es la verdad. Publicar aquí es tirar el dinero a la calle. El libro peruano, falto de todo atractivo exterior, modesto y caro al mismo tiempo, está condenado a fracasar.” Sebastián Salazar Bondy •7 E n ese entorno cambiante se desempeña Magda Portal como representante del Fondo. Todo 8• está por hacerse. No cuenta con otra oficina que su modesto departamento en la calle de Esperanza, en el barrio de Miraflores, pero tiene una ventaja: el enorme prestigio del Fondo abona el terreno a su favor. Eso no significa que el éxito comercial esté asegurado. Pero Magda Portal es una mujer de indudable inteligencia. Una luchadora. Ha sido cofundadora de un partido político. Ha padecido persecución, cárcel, exilio. Ha escrito un pequeño libro para denunciar a los dirigentes de ese mismo partido por considerar que han traicionado al pueblo. La representación del Fondo en Perú es para ella —como bien lo ha visto su biógrafa, Kathleen Weaver— una “misión idealista que pone en marcha su energía como ejecutiva.” Consciente de la relevancia del sello al que representa, desde el comienzo de su labor como agente Magda Portal gana terreno para el Fondo poco a poco no sólo en el medio librero, sino en el ámbito intelectual en su conjunto. En septiembre de 1959, con motivo del vigésimo quinto aniversario del nacimiento del Fondo de Cultura Económica, la Universidad Nacional Mayor de San Marcos organiza un generoso homenaje a nuestra Casa editorial conformado por una amplia muestra de libros del Fondo que se exhibe del martes 1º al martes 15 en la sala de exposiciones de la Facultad de Letras. Asimismo, se realiza una serie de seis mesas redondas en diversas facultades (Lingüística y Filología, Letras, Ciencias Económicas) que culminan el día 15, aniversario de la Independencia de México, con una solemne ceremonia de clausura en la cual participan el rector de la Universidad, Dr. José León Barandiarán, el filósofo Augusto Salazar Bondy (hermano mayor de Sebastián, ex alumno del Colegio de México y de la Universidad Nacional Autónoma de México) y Magda Portal, a quien la invitación presenta como “Delegada del Fondo de Cultura Económica en el Perú” —se adivina que detrás de la organización del homenaje se encuentra la gestión conjunta de Magda Portal y el entonces embajador de México, Salvador Martínez de Alva. Quien habla primero es el Dr. Bariandarán. Su discurso es sólo una elegante y amable manera de dar la bienvenida y cumplir con el protocolo. Las palabras medulares de esa noche son las del extenso discurso de Augusto Salazar Bondy, del cual es imposible no citar los siguientes fragmentos: “Al cumplirse los primeros veinticinco años de la labor editorial del Fondo de Cultura Económica de México, no podemos medir todavía en su justo alcance la significación que esta obra tiene para la evolución espiritual de nuestros países […] No es necesario tener una familiaridad muy grande con la cultura latinoamericana, ni emprender un estudio minucioso y penetrante de las ideas y valores que dan su fisonomía propia a esta cultura en el mundo contemporáneo para encontrar en ella la huella del Fondo de Cultura Económica. Para cualquier observador imparcial, en efecto, es patente que con la acción del Fondo algo muy importante y decisivo ha surgido en el panorama intelectual de Hispano-América. Yo ensayaría definir así esta novedad: a través del libro, el Fondo de Cultura ha actuado como motor principal de la integración de los valores hispano-americanos en la cultura mundial, y obrando de este modo ha dado también el primer gran testimonio de la realidad de esa integración. “Antes de la fundación del Fondo muy distinto era el panorama intelectual de nuestros países en lo que al libro y su misión de cultura respecta. Había de un lado la producción local, provinciana, encerrada en los límites estrechos de cada país, cuando no en los de una ciudad. Por falta de recepción y por falta de difusión el autor vivía incomunicado y trabajaba de espaldas a su mudo natural y propio, el mundo latinoamericano. Paradójicamente, las únicas vías de acceso que tenía para llegar a ese mundo pasaban primero por Europa. A través del libro español y, en ciertos casos, del francés, se conocieron entre sí, precariamente, los escritores latinoamericanos hasta los años treinta, y a través de ese libro pudieron echar una ojeada furtiva a la realidad de sus propios países. […] “No puede extrañar por eso que esta obra tenga tanta significación para el progreso de América Latina. No puede extrañar tampoco que la Universidad peruana le rinda homenaje, pues su valor es continental y universitario. Alguien ha definido al Fondo de Cultura como la Universidad Latinoamericana. Lo es, en efecto, por la misión universitaria que ha cumplido hasta hoy… Es Universidad porque a través de su vasta producción ha abarcado todos los campos del conocimiento y está llevando ese conocimiento a todos los públicos. Supliendo en muchos casos las deficiencias o la ausencia de las universidades en nuestros países; lo es, además, porque en esa producción tiene lugar muy importante la obra de investigación, el trabajo erudito, el libro de consulta. Su acción es pues la de una cátedra universal. […] “Quien quiera saber lo que es la América Latina de hoy, quien quiera buscar sus orígenes y avizorar su porvenir no puede ignorar la Biblioteca Americana, la colección Tierra Firme, las ediciones de Sociología, Antropología, Historia, Letras y Arte, en que el Fondo ha sabido reunir en un solo mensaje la voz de los hombres que hasta hace poco, ignorándose, hacían un trabajo solitario. •9 El discurso de Magda Portal, con el que cierra la noche, se inclina también hacia la cortesía y el formulismo, pero no deja de ser una buena muestra de que Magda Portal está plenamente compenetrada con el espíritu de la empresa para la que se encuentra trabajando: 10• …mi posición en este momento es singular, pues si, como Delegada del Fondo de Cultura Económica debo agradecer a personas e instituciones que lo han homenajeado, me es deber imperioso decir también mi palabra como peruana aquejada del mal de la lectura en agradecimiento a una empresa editora que nos ha permitido leer en nuestra propia lengua a los mejores talentos de la época y del pasado, mediante su tesonera labor, única en América, de verter al español y desde todas las fronteras idiomáticas la producción científica, filosófica, artística, técnica o literaria que se viene produciendo en el mundo civilizado. Será la representante del Fondo de Cultura en el Perú durante más de diez años. Los siete primeros, para sólo atenernos a los registros, son de crecimiento impresionante. Un documento firmado por Arnaldo Orfila en noviembre de 1965 indica que “las ventas del Fondo [en Perú] se incrementaron durante la gestión de la señora Portal, de un máximo de $3,000.00 dólares al año, hasta la suma de $61,740.00 en el año de 1964…”. •11 Invitacion a la inauguracion de la libreria en 1961 12• E l principal hito en esos años es la apertura de la primera librería del Fondo de Cultura Económica en Lima. Se debe, en buena medida, al apoyo e impulso del escritor José Luis Martínez, que en marzo de 1961 llega al Perú como embajador de México. Martínez, nacido en Jalisco, en 1918, al igual que Juan Rulfo y Juan José Arreola —sus amigos y estrictos coetáneos—, se ha convertido recientemente en autor del Fondo de Cultura. Su antología en dos volúmenes de El ensayo mexicano moderno, publicada en 1958, forma parte de la colección Letras Mexicanas (en la que también figuran Arreola y Rulfo). Y, al igual que muchos otros escritores mexicanos de la época, colabora con frecuencia con el Fondo —del que será director entre 1976 y 1982. Así que su interés por la instalación de la librería y el respaldo que le brindó durante su comisión diplomática son fácilmente comprensibles. A comienzos de octubre de 1961 Magda Portal encontró un excelente espacio en un edificio de cuatro pisos en el número 337 de Apurímac, e instaló la librería y una pequeña oficina en la planta baja. El martes 31 de octubre el local abrió sus puertas con una sencilla ceremonia encabezada por José Luis Martínez, a la que asistieron algunos personajes del mundo editorial peruano, como Juan Mejía Baca. La prensa recogió la noticia de la apertura con un tono de júbilo, como lo dejan ver las siguiente notas, publicadas en el diario Expreso, el miércoles 1º de noviembre, y en la Revista de Libros del diario La Prensa, el domingo 5: Expreso: “Una de las editoriales que con mayor empeño ha contribuido a la difusión de los conocimientos sobre ciencia económica en nuestro continente es, indudablemente, el Fondo de •13 Cultura Económica, de México, antigua y prestigiosa institución cuyo desarrollo ha sido seguido con sumo interés en todos los centros de cultura e investigación de América Latina. […] Ahora el Fondo de Cultura ha abierto una agencia en Lima y ella permitirá, a no dudarlo, que en nuestro país puedan adquirirse las obras de este prestigioso sello con ventajas que antes no existían.” La Prensa: “Culminaron así las penurias de los lectores nacionales del prestigioso sello. José Luis Martínez, embajador de México y gestor personal de la instalación de la oficina de distribución dijo en la ceremonia inaugural que la oficina del Fondo será la casa de todos los que aman la cultura.” En una carta enviada el 7 de noviembre del mismo año a Manuel Andujar, gerente de Promoción y Publicidad del FCE, Magda Portal señala que “Las oficinas están bien pero le faltan adornos mexicanos. […] quisiera, de ser posible, me envíe usted un buen retrato, grande, de Alfonso Reyes. También de Mariano Azuela y algunos otros autores mexicanos. […] Creo que estamos comenzando muy bien. Hay ventas. Especialmente a los libreros…”. Al lado de Magda Portal trabajan sus sobrinas Melva y Gloria Pareja. Como lo indican las cifras citadas unos cuantos párrafos antes, la agencia se desempeña cada vez mejor. En marzo de 1963 Arnaldo Orfila visita el Perú nuevamente y Magda Portal organiza un coctel para él en la librería el lunes 25 de ese mes. Entre los asistentes destacan especialmente Augusto Salazar Bondy, Aníbal Quijano (quien se perfilaba como uno de De izquierda a derecha Lidia Baracs, JLM, Magda Portal y en conversacion sonriendo Juan Mejia Baca los grandes sociólogos de América Latina), Martín Adán (el ya entonces legendario autor de La casa de cartón), Alberto Tauro del Pino (bibliógrafo eminente, varias veces al frente de la Biblioteca Nacional del Perú), Luis E. Valcárcel (que en 1964 se convertirá en autor del Fondo con su Machu Picchu. El más famoso monumento arqueológico del Perú) y Sebastián Salazar Bondy, 14• uno de los escritores peruanos más presentes en México en esos años, tanto por su “Carta del Perú,” de frecuente publicación en La Gaceta del Fondo de Cultura Económica, como por sus colaboraciones en la Revista de la Universidad de México. Hasta ese momento, el Fondo no ha editado más de quince títulos de autores peruanos, entre ellos, un clásico de primer orden: La Florida, del Inca Garcilaso de la Vega, así como el célebre Ocaso de sirenas. Esplendor de manatíes, de José Durán, quien en los años cuarenta hizo estudios en El Colegio de México y amistad de larga duración con Juan José Arreola, Ernesto Mejía Sánchez y Augusto Monterroso. Otro título que se sumó al catálogo del Fondo en esos años es la Historia de la arquitectura, de Héctor Velarde, que ha resultado ser el libro peruano de mayor venta entre los editados por el Fondo, como lo prueba su largo historial de reimpresiones. Pero la importancia del Fondo de Cultura Económica en el Perú no depende tanto de la inclusión de autores de este país en su catálogo —que, andando el tiempo, naturalmente se ha multiplicado—, sino de los libros que pone a disposición de los lectores peruanos y que se convierten en parte indesligable de la formación intelectual de muchos de los más brillantes artistas e intelectuales peruanos. Por ejemplo, uno de los grandes catedráticos de la Universidad de San Marcos, Luis Jaime Cisneros —maestro de Mario Vargas Llosa y de muchos otros destacados autores peruanos—, tenía en su biblioteca personal casi todos los libros de literatura impresos por el Fondo, y atesoraba muy particularmente las Obras Completas de Alfonso Reyes, a quien conoció en su juventud, cuando Reyes era embajador por segunda vez en Buenos Aires y Cisneros vivía allí con sus padres, exiliados. •15 De izquierda a derecha Lidia Baracs, JLM, Magda Portal y en conversacion sonriendo Juan Mejia Baca De izquierda a derecha Lidia Baracs, JLM, Magda Portal y en conversacion sonriendo Juan Mejia Baca Fachada principal Siempre con la intención de mejorar y acrecentar la presencia del Fondo de Cultura en el Perú, Magda Portal mudó la librería al número 865 del jirón Lampa, en septiembre de 1965. El local era mucho más amplio, más elegante y estaba mejor situado. Se inauguró el lunes 20 de ese mes con la presencia de Edmundo Flores, 16• el primer doctor en Economía Agrícola con que contó México, quien pronunció una breve conferencia sobre desarrollo económico, tema en el que, a sus 45 años de edad, era un experto. A Magda Portal se debe en gran medida la consolidación de la estampa del Fondo de Cultura Económica como parte del entorno cultural del Perú. Desafortunadamente, la severa crisis económica que los peruanos enfrentaron a finales de agosto de 1967, cuando el valor del sol se depreció en casi un ciento por ciento frente al dólar norteamericano, afectó su gestión de manera funesta. Edmundo Flores en conferencia Entrada al local del FCE en Perú Para abril de 1969 su situación era tan difícil que se vio forzada a suspender sus pagos al Fondo, al que adeudaba un poco más de 71 mil dólares. En septiembre de ese mismo año Salvador Azuela, sucesor de Orfila en la dirección de la editorial, rescindió el convenio de comisión mercantil que la institución había firmado con Magda Portal, y comenzó una serie de acciones legales en su •17 contra que comenzaron por la requisición del local de la librería y de todos los bienes que en ella se encontraban. Siguió un largo litigio que se resolvería sólo hasta finales de 1973, a través de un acuerdo extra judicial. Tiene algo de ironía triste el que precisamente el hijo de Mariano Azuela, novelista al que ella tanto admiraba, fuese quien la despidiera del Fondo. P or fortuna, quien toma la estafeta como representante del Fondo es otra gran figura: la poeta Blanca Varela. 18• Si Magda Portal es la principal voz femenina de la poesía peruana en la primera mitad del siglo XX, Blanca Varela ocupará un sitial semejante a partir de la publicación de Ese puerto existe, su primer libro de poemas, publicado en México por la editorial de la Universidad Veracruzana en octubre de 1959. Por el papel que ambas desempeñan ante su sociedad como poetas, como mujeres progresistas, y por su brillante desempeño al frente de una institución tan significativa en el ámbito cultural peruano como la representación del Fondo de Cultura Económica, hay una especie de línea de coherencia entre ellas que, de manera especialmente afortunada para el Fondo, subsana lo que en otro caso se habría convertido en una irremediable ruptura de continuidad Cuando Blanca Varela se convierte en la representante del Fondo en Perú, en julio de 1974 (gracias a la sugerencia que Jaime García Terrés, subdirector técnico, le hizo a Francisco Javier Alejo, director general), cuenta no sólo con la experiencia de haber sido redactora de una de las más importantes revistas culturales que •19 se hicieron en este país durante el siglo pasado (la revista Amaru, dirigida por Emilio Adolfo Westphalen entre 1967 y 1971) sino con una ya muy reconocida trayectoria como escritora, tanto en el plano nacional como en el internacional. Pero, además de su propio y enorme talento, su posición como esposa de Fernando de Szyszlo amplía todavía un poco más el radio de sus relaciones sociales y le da capacidad de abrir muchas puertas en beneficio del Fondo. Y amigos muy cercanos le brindan su apoyo, como Abelardo Oquendo, el excelente crítico literario que fuera su colega en la redacción de Amaru y que apenas dos años antes ha fundado su propia casa: Mosca Azul Editores. Con la llegada de Blanca Varela la calidad jurídica de la representación del Fondo de Cultura en el Perú cambia. Deja de ser una agencia para formar parte de una sociedad denominada Fondo de Cultura Internacional y comienza a operar con un poder especial que le da facultades para celebrar, dentro del Perú, toda clase de contratos con sociedades que tengan como objeto la explotación de productos editoriales, realizar importaciones y exportaciones en el ramo editorial y alquilar o adquirir toda clase de muebles e inmuebles para la realización de su objeto. Las primeras tareas son de orden administrativo, pues ahora la representación peruana no es ya sólo una agencia, sino una sucursal en forma. Es necesario también encontrar un nuevo local y hacer un contrato de arrendamiento, adecuarlo, saldar los acervos anteriores, importar nuevos, hacer trámites aduanales, contratar personal local, etcétera. El 15 de abril de 1975 la sucursal peruana y la casa matriz firman un contrato por cuarenta y cinco años con un capital inicial de 18 mil dólares para comenzar a operar. En mayo la sucursal se instala en un local en la planta baja del número 156 del Pasaje Los Pinos, en el barrio de Miraflores, y ese mismo mes abre sus puertas. El número de junio de La Gaceta del Fondo de Cultura Económica ya incluye las señas del nuevo establecimiento en el directorio de sucursales. Pero a la vuelta de dos años el espacio resulta insuficiente. Blanca Varela y sus colaboradores comienzan a buscar un sitio más amplio y dan con una hermosa casa de dos plantas, de estilo inglés, ubicada en el número 238 de la calle Berlín, también en Miraflores. A pesar de que está un tanto maltrecha, su amplitud permite una distribución mucho más adecuada de funciones —la recepción, la librería y la bodega quedan en la planta baja; las oficinas en la alta— y la renta es incluso más baja que la del local del Pasaje Los Pinos. Así, en julio de 1978 la sucursal limeña del Fondo de Cultura comienza a operar en el que, al cabo de 33 años se ha convertido en su local emblemático. Allí trabajó Blanca Varela por espacio de casi 20 años, hasta 1997. Hoy la librería del local lleva su nombre. Hija de Esmeralda González Castro, una muy popular compositora de valses peruanos (más conocida como Serafina Quintero) 20• y de Alberto Varela Orbegoso, un periodista notable, Blanca Varela estuvo siempre en el centro de la vida cultural del Perú. Amiga desde la juventud de Javier Sologuren, Jorge Eduardo Eielson, Mario Vargas Llosa, Sebastián Salazar Bondy y otros escritores, Blanca Varela era ya una figura central en la cultura peruana y su nombramiento al frente de la sucursal peruana fue un gran acierto para el Fondo, que gracias a ella recuperó muy rápidamente el prestigio que había alcanzado en la década anterior. De manera contrastante, en el plano financiero Blanca Varela tuvo que sortear repetidas veces problemas muy serios ocasionados por la inestabilidad económica y política del país. Quizá los más difíciles a lo largo de los años ochenta, cuando el Perú se encontraba convulsionado por el ascenso de Sendero Luminoso y la constante devaluación del inti al final del primer periodo presidencial de Alan García encarecía considerablemente el precio de los libros importados de México y hacía cada vez más difícil la obtención de dólares norteamericanos para cubrir pagos internacionales. No obstante, su gestión mereció el respaldo de la dirección general del Fondo y a partir del 27 de noviembre de 1986 se le otorgó a la sucursal peruana un poder amplísimo para hacer prácticamente cualquier cosa que beneficiara a la institución. Gracias a ello Blanca Varela pudo comenzar a celebrar contratos con autores peruanos o extranjeros y a realizar las ediciones o reediciones locales que autorizara la casa matriz, una diferencia sustantiva con relación al pasado, como lo prueba el que, de 1990 a la fecha, el número de obras de autores peruanos en el catálogo histórico del Fondo se ha triplicado y hoy rebasa la centena. Blanca Varela en su oficina •21 Vista de la librería de Los Pinos, cortesía del maestro Szyszlo que habló con el arquitecto que hizo la obra y ha levantado las vistas de los planos que tiene. Hay que poner los créditos del arquitecto Miguel Cruchaga Belaúnde (* Lima, 1940 - ) es un arquitecto, intelectual y político peruano perteneciente a Acción Popular, distinguido con el Premio Nacional de Cultura. Blanca Varela y sus colaboradores comienzan a buscar un sitio más amplio y dan con una hermosa casa de dos plantas, de estilo inglés, ubicada en el número 238 de la calle Berlín, también en Miraflores. (Hay que señalar, por cierto, que uno de los títulos recientes del Fondo de Cultura Económica en Perú es la Obra poética completa de Magda Portal, compilada con esmero por Daniel R. Reedy. Ese libro, así como la apertura, hace unas semanas, de la librería Magda Portal, en el número 889 del Jirón Rufino Torrico, a pocas cuadras de distancia de la que ella montó hace cincuenta años, son actos de justicia elemental hacia quien tanto hizo por la representación de nuestra Casa en el Perú.) La literatura peruana es una de las más ricas dentro del vasto panorama de las letras de lengua española y es un timbre de orgullo para el Fondo haber publicado a muchos de sus mejores escritores. Sólo cabe pensar que en el futuro el número de obras escritas por peruanos continuará creciendo en el catálogo del Fondo a un ritmo semejante o superior al visto en los últimos años. Y son cada vez más frecuentes y notables las aportaciones que se hacen desde el Perú a la divulgación científica, a las ciencias 22• sociales y a las humanidades en su conjunto. Todo ello se ve reflejado en la actividad de nuestra sucursal en Perú, que a lo largo del tiempo ha buscado siempre colaborar con las más importantes instituciones culturales del país, ya sea a través de la dotación de libros a bibliotecas —a finales de los años ochenta, por ejemplo, se entregó a la Biblioteca Nacional, en ese tiempo dirigida por Juan Mejía Baca, una colección completa de las ediciones facsimilares de códices mexicanos hechas por el Fondo—, o de la coedición de títulos con algunas de las principales universidades peruanas, como la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y la Pontificia Universidad Católica del Perú. Que el Fondo de Cultura Económica cumpla hoy cincuenta años de labor prácticamente ininterrumpida entre nosotros, a pesar de altibajos financieros, se debe, en buena medida, a que sus distintas autoridades han comprendido siempre la importancia de la cooperación internacional. Sólo gracias a una inteligente política de estado se puede mantener un proyecto así. Al punto que puede decirse que la sucursal peruana del Fondo de Cultura Económica es casi una extensión de la Embajada de México, con cuyo apoyo ha contado desde el principio. No podemos extendernos ahora en el recuento del pasado más reciente, que muy probablemente el lector de estas páginas ya conoce. Pero tampoco se puede obviar a quienes a partir de 1997 han hecho, como Gerentes de la representación peruana, indispensables contribuciones al crecimiento del Fondo, aunque hoy nos limitamos a nombrarlos: Carlomagno Silva, Germán Carnero Roqué, Carlos Maza y Rosario Pesantez, quien desde hace seis años encabeza por segunda vez nuestra representación. •23 Vista de la librería de Los Pinos, cortesía del maestro Szyszlo que habló con el arquitecto que hizo la obra y ha levantado las vistas de los planos que tiene. Hay que poner los créditos del arquitecto Miguel Cruchaga Belaúnde (* Lima, 1940 - ) es un arquitecto, intelectual y político peruano perteneciente a Acción Popular, distinguido con el Premio Nacional de Cultura. 24• Y, ¿cómo agradecer a todas las personas que han colaborado con nuestra sucursal peruana a lo largo de cincuenta años entregando su mejor esfuerzo al Fondo de Cultura Económica? No basta decirlo, pero sabemos que sin ellos la celebración de este aniversario tampoco sería posible.