Mente, cuerpo y espíritu del coaching

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 Mente, cuerpo y espíritu del coaching
Formación Profesional de Coaching
“Mente, Cuerpo y espíritu del coaching”
Cómo veo lo que es coaching? ¿Qué es para mí el coaching?
Me voy a referir a un par de cosas que nos ayudarán a entrar
en el tema. En primer lugar, cuando pensamos en el coaching
tenemos que preguntarnos: ¿Por qué estamos tratando este
asunto? A primera vista me parece que la humanidad ha
llegado a un punto en que estamos comenzando a darnos
cuenta que las interpretaciones en las que hemos estado
viviendo hasta ahora se han vuelto insuficientes para afrontar
las crisis que la vida nos presenta.
No es sólo nuestro pensamiento el que es insuficiente, sino
también nuestras ideas acerca del aprendizaje. Necesitamos
tomar conciencia de que nuestras interpretaciones no bastan,
y tampoco basta nuestra enseñanza. Así que comenzamos a
desarrollar esta idea del coaching, porque estamos buscando
formas de aprender en un mundo en el que nuestras viejas
interpretaciones sobre el aprendizaje ya no funcionan.
Permítanme presentarlo de la siguiente manera. Quiero hacer
uso de algunas palabras que utilizaré durante esta
presentación. La primera palabra a la que quiero referirme es:
Observador. Para mí es el término clave en esto del
coaching. Todos somos observadores en este mundo y como
tales actuamos y nos conducimos. Como consecuencia del
actuar, se producen ciertos resultados. Ahora bien, cuando
este observador actúa, nosotros, ya sea como individuos o
como organizaciones, decimos: “Estoy contento con los
resultados” o “No estoy contento con los resultados”. Y si no
estamos contentos con los resultados revisamos la acción.
Es lo que hacemos normalmente. Decimos: “Hagámoslo de
esta otra manera; hagamos más de esto o hagamos menos
de aquello”. Muy raramente se nos ocurre cuestionar al
observador. Ahora bien, si pones atención sólo en la acción,
lo que sucederá es que podrás hacer más, podrás hacerlo
mejor, pero siempre harás sólo lo que el observador puede
hacer, dado el mundo que ve y que determina.
Ahora bien, dado el observador que soy (y todos somos
observadores diferentes), tengo un rango de acciones
disponibles para mí. No importa que es lo que haga, son esas
las acciones que me son posibles. Puedo corregirlas,
modificarlas, mejorarlas, pero siguen siendo esas acciones.
No obstante, si cambio mi punto de vista - cambio al
observador que soy. Tengo nuevas acciones disponibles para
mí, acciones que eran impensables antes de que cambiase al
observador que soy. Esto es coaching. El coaching tiene que
ver con cambiar de lugar, desplazar al observador de somos,
de manera tal que se le posibilite desarrollar un nuevo
conjunto de acciones. Por cierto que es más
complejo que esto, pero ello no quita que para mí este sea
uno de los principios fundamentales de lo que es el coaching.
Ahora bien, la interrogante que surge es: ¿Qué clase de
observador soy? Y si empiezas a entender que no ves el
mundo de la misma manera en que yo lo veo, no hay mucha
distancia desde allí, al darse cuenta que ninguno de nosotros
ve el mundo de la misma manera. De manera que cuando 2,
3 ó 4 personas, que no ven el mundo de la misma manera,
tienen que trabajar juntos, tenemos allí un pequeño problema.
¿Cómo coordinamos las acciones cuando no vemos, ni
determinamos, ni constituimos la misma realidad?
Pues bien, la pregunta por el tipo de observador que soy nos
ha llevado a lo siguiente: hay tres dominios que, según como
yo lo veo, constituyen los dominios del observador que
somos.
El Lenguaje
El primero y el fundamental -y de allí proviene la conexión con
la Filosofía del Lenguaje- es el lenguaje. Por lo que quiero
establecer que para comenzar a entender al observador y
para luego ser capaces de adentrarnos en lo que es el
coaching, debemos prestar atención al lenguaje. Sólo en el
presente siglo se ha incorporado el lenguaje como materia
sustantiva de la filosofía. Antes, como regla general, se le
daba por supuesto. Según nuestro sentido común
sosteníamos, y aún lo hacemos, que el lenguaje es un código
para hablar sobre algo (sea lo que sea ese algo: un hecho,
una persona, una idea, etc.).
Hoy por hoy estamos comenzando a ver que el lenguaje
también constituye aquello de lo que se habla. Este hecho es
tan transparente que nos es prácticamente desconocido.
Déjenme darles unos pocos ejemplos. El lenguaje tiene el
poder de distinguir. Cuando vivimos en el lenguaje,
distinguimos; esto es diferente de aquello y eso es diferente
de lo de más allá. Tomo algo del contexto unitario y lo hago
disponible para mí en cuanto observador. Vivimos en una
cultura que comparte miles de distinciones. Y que crea
espejismos masivos, que luego compartimos. A la vez en este
mundo nos topamos y conocemos a personas que provienen
de muchos lugares muy diferentes y variados. Si miras a tu
alrededor en esta sala, verás personas que vienen de
diferentes lugares y que son observadores diferentes.
Operamos con distinciones muy diferentes. Constituimos
mundos diferentes. Imagina que estás mirando el cielo en una
noche estrellada. Si yo voy y miro al cielo, veo un montón de
estrellas. Eso es todo lo que veo. Pero anda ahora a mirar el
cielo con un astrónomo y ten una buena conversación con él
o ella y comenzarás a ver un cielo muy diferente, un cielo
sorprendentemente diferente, un cielo que nunca antes viste
aun cuando tus ojos funcionan de manera semejante al del
astrónomo. Y ahora anda otra noche con un astrólogo y de
nuevo verás un cielo diferente, un cielo que no estaba allí
antes para ti. El punto es que cuando miramos pareciera
como si viéramos todo lo que allí hay. Ese es el espejismo.
Mas cuando nos ponemos a conversar y mutuamente nos
proporcionamos distinciones, comienza a surgir, a
configurarse, un nuevo mundo, que no estaba antes allí, lo
que me permite un rango de acciones posibles que tampoco
estaba antes allí. Eso es coaching. De manera que mediante
las distinciones, al tratar con el mundo de las distinciones, el
lenguaje no sólo describe el mundo, sino también lo
configura, lo constituye. Debido a ello la filosofía del lenguaje
comenzó a demoler la idea de que el lenguaje es un código
para hablar de un algo que en sí mismo está fijo y comenzó a
proponer la nueva idea de que - cuando estamos
“lenguajeando”- estamos inventando, creando, constituyendo
un mundo acerca del cual entonces podemos hablar. De allí
que en el mundo del lenguaje un fenómeno clave sea el de
las distinciones. ¿Qué más está en juego? Podría darles
muchos otros ejemplos acerca de las distinciones, pero no
quiero dejar de aprovechar el tiempo que estaremos juntos.
¿Qué otros elementos están en juego en relación al
observador? ¿Qué más constituye a un observador? También
el lenguaje le entrega algo más. El lenguaje nos proporciona
narrativas. Cuando estamos en el lenguaje, el lenguaje no es
sólo un montón de palabras. El lenguaje conforma narrativas.
Pegoteamos distintas cosas unas con otras para conformar
una historia, y sin embargo ninguno de nosotros lo hace de la
misma manera.
Si escuchas a alguien de América Latina, de Africa o de Asia
hablando del mundo, la forma en que él o ella conforman las
cosas, será muy diferente de la forma en que ustedes, los
norteamericanos, lo hacen, porque la única forma en que
hacemos sentido del mundo es mediante narrativas, y las
narrativas provienen de la cultura. Un coach debe ser un
experto en identificar narrativas, discursos históricos,
discursos culturales. Cuando trabajo en empresas o con
grupos en Norteamérica es evidente para mí que ellos tienen
muchas narrativas diferentes provenientes
de los diversos contextos de los que proviene cada cual, mas
esto no es por lo general considerado por ellos como un plus.
Mas bien se le ve como un costo. ¿Cómo podremos alguna
vez lograr algo cuando trabajamos con personas que piensan
y ven las cosas de manera tan diferente a como las vemos
nosotros?
De manera que las narrativas son un elemento poderoso de
lo que el lenguaje permite configurar. Vivimos en un mundo
de narrativas. Debemos comprender que todas las culturas
proporcionan una narrativa que es preexistente a nosotros,
que ya estaba allí cuando nacimos y en la que de alguna
manera nos vemos inmersos. De manera que la forma en que
nos explicamos las cosas está coloreada o afectada por
nuestra cultura, y la capacidad de detectar tendencias en la
forma de explicarse las cosas es parte de la destreza del
coaching.
Sin embargo, hay algo que es universal, según la experiencia
que he tenido en los países en que trabajo. Cuando vivimos
una experiencia, cuando enfrentamos un fenómeno, una de
las cosas que hacemos es explicarlo. Por ejemplo, esto (el
coach deja caer el lápiz de su mano izquierda a su mano
derecha). No, no vemos solamente algo que cae, sino que
tenemos todo un mundo de interpretaciones y explicaciones
para ello. Y lo interesante a este respecto es que una vez que
hemos dado nuestra explicación se nos olvida que la
explicación es sólo nuestra explicación, y comenzamos a
creer que la explicación pertenece al fenómeno que
acabamos de explicar.
¿Y qué pasa después? Comenzamos a vivir en un mundo de
explicaciones a las que hemos dejado de llamar
explicaciones. Lo llamamos “así es como es”. Hemos
congelado nuestra capacidad de pensar al olvidar que
nuestras explicaciones son sólo eso: explicaciones; y no parte
de lo que es. En el campo de los negocios esto es dramático.
Cuando voy a las empresas y comienzan a explicármelo todo,
digo: ¿Para qué me llamaron a mí si ya saben cómo son las
cosas? Y entonces toma un cierto tiempo hasta que
comienzan a darse cuenta que la única razón por la cual me
llamaron, es porque soy un observador diferente y puedo, por
lo tanto, especificar un mundo diferente y acciones posibles
diferentes.
Las Emociones
De manera que las narrativas y las formas de explicarse
tienen que ver con el lenguaje, pero hay también otro territorio
que constituye al observador, y es el mundo emocional, el
mundo de los estados de ánimo y de las emociones. Creo
que no les tomará mucho tiempo ver o contactarse con el
hecho de que el mundo nos parece muy diferente
cuando estamos en campos emocionales diferentes. El
mundo es distinto si estamos deprimidos o si nos sentimos
bien. Es un mundo enteramente diferente. Y este es un
territorio que los coaches tienden a evitar. Esa es mi
experiencia cuando estoy entrenando a otros en esto del
coaching.
No sabemos ni cómo comenzar a hablar de ello. Lo más que
somos capaces de decir respecto a las emociones,
particularmente en el medio empresarial, es que la moral en
el trabajo está baja o que está alta. Esa es toda la distinción
que somos capaces de hacer respecto al mundo de las
emociones.
Mas cuando comenzamos a tomar conciencia que esto, es
parte del observador que somos, empezamos a darnos
cuenta que toda cultura, toda organización, tiene estados de
ánimo. Cuando entras a una organización, puedes escuchar.
Puedes sentir la presencia de la resignación, del entusiasmo
o del resentimiento. Si lo escuchas también verás que lo que
es posible en esos diferentes campos emocionales es bien
diferente en uno que en el otro. Para mí el liderazgo en buena
medida es el arte de crear ese campo emocional que nos
conducirá allí donde queremos ir.
Ahora bien, yo diferencio entre estados de ánimo y
emociones y, si tenemos tiempo, veremos si podemos
elaborar algo más a este respecto; por ahora, les diré cuál es
el punto de vista básico desde el cual trabajo el tema.
Entiendo el campo emocional como una predisposición para
la acción. De manera que cuando estás en diferentes estados
de ánimo estás predispuesto también a actuar de manera
diferente. La cultura también te proporciona estados de ánimo
y emociones. El campo emocional con que me encuentro en
Australia, en Chile o en España, es muy diferente que el que
encuentro por ejemplo en Boston o San Francisco, el que a
su vez es muy distinto del de Los Angeles. De manera que en
cualquier campo, en todas las ciudades a las que voy, en las
distintas cosas en que participo, me encuentro con un
territorio que define al observador, pero es un territorio en que
nunca indagamos ni consideramos. Nos morimos de miedo
de adentrarnos en él. La única forma de entrar en él es a
través de la Sicología, y generalmente eso sólo a nivel
individual. El sostener conversaciones respetuosas y
fructíferas sobre el tema a nivel grupal es algo muy, pero muy
distante de nuestras destrezas y competencias como cultura.
Es un campo al que le presto gran atención en mi trabajo y no
creo que podamos hacer un trabajo serio de coaching, si
dejamos de lado el territorio emocional, en particular porque
en la mayoría de las organizaciones en las que trabajo
actualmente -y quiero decirlo derechamente- encuentro
mucho sufrimiento. Y no estamos enfrentando ese
sufrimiento. En vez, hablamos de productividad. Y ¿saben
algo? Las personas lo están pasando muy mal en el trabajo.
No he encontrado aún muchas organizaciones en que sus
participantes estén locos de ganas de que llegue el lunes
para estar allí.
Ahora bien, lo que he comenzado a ver - es que sí podemos
abocarnos al campo emocional. Para hacerlo necesitamos
desarrollar todo un conjunto de distinciones. Como coaches
necesitamos entrenarnos en desarrollar distinciones que nos
permitan involucrarnos y que podamos a su vez mostrar en
nuestra conversación con otros en este campo extraordinario.
Puedes conocer algo intelectual o conceptualmente, pero si
cambias la emoción en que sabes lo que sabes
conceptualmente, entonces cambia para ti. La forma en que
enfrentamos emocionalmente lo que sabemos cambia lo que
sabemos.
Si en un determinado equipo se mantienen las mismas reglas
del juego y lo que varía es el nivel de talento presente,
entonces a un mismo nivel de talento probablemente la forma
de jugar de cada quien se mantendrá en niveles semejantes.
Si lo que cambias es el campo emocional del equipo, lo que
es posible para ellos es entonces enteramente diferente.
Vemos esto en las organizaciones y en las empresas, pero no
sabemos cómo tratar el asunto. Y lo intentamos a través de
charlas motivacionales de casi 24 horas de extensión y luego
las personas vuelven a realizar sus trabajos tal y como lo han
venido haciendo, porque las charlas motivacionales eluden lo
que es la espina dorsal de lo que hoy pasa en el mundo.
Déjenme ponerlo de la siguiente manera: no es posible
construir una organización sobre la ausencia de sentido y es
esa falta de sentido lo que está muy presente actualmente en
las organizaciones, pero ¿quién se dedica a ese tema?
¿Cómo podemos tratarlo? El coaching en cierta manera se
aboca a esas interrogantes, pero necesitamos hacerlo mucho
mejor que lo que lo estamos haciendo en este momento. La
falta de sentido es probablemente la constante que he
encontrado en cada acto de coaching que hago. La ausencia
de sentido es un gran tema de nuestro tiempo. Qué es lo que
hace que algo sea significativo es una buena pregunta. Es
una pregunta que no podemos contestar en esta
presentación, pero es una gran pregunta que los coaches
deben hacerse.
La razón última de cualquier decisión yace en el territorio
emocional. ¿Por qué dos personas con la misma información,
el mismo conocimiento, escogen de manera diferente?
Necesitamos, por lo tanto, desarrollar la habilidad de
desarrollar distinciones que nos permitan trabajar en el
campo emocional. Para mí este es un territorio sagrado del
coaching.
El cuerpo
Y por último, hay un tercer dominio del observador, que es el
cuerpo, el cual tenemos tendencia a olvidar. Consideramos
nuestro cuerpo como algo que andamos trayendo o que nos
sigue de un lado a otro. Sé que hoy por hoy nos hemos
puesto más sofisticados a este respecto, es mas a la vez por
lo general existe un tremendo olvido acerca del cuerpo, en
cuanto del observador que somos. De hecho, según como
establezca nuestra cultura que debemos considerarnos
físicamente es algo que tiene mucho que ver con el mundo
que determinamos.
En mis cursos hago ejercicios con las personas en las que les
pido que hablen respecto a algo, y luego que cambien la
postura de su cuerpo, y su discurso comienza a cambiar.
¿Por qué ocurre eso? ¿Qué es lo que está sucediendo? Creo
que entre estos tres territorios de los que estoy hablando -el
emocional, el lingüístico y el corporal- se crea una suerte de
coherencia. De manera tal que cuando tenemos ciertas
interpretaciones a nivel del lenguaje sobre un determinado
asunto, tendemos a tener emociones que son coherentes con
esas interpretaciones y el cuerpo a su vez se moldea a esas
interpretaciones.
La forma corporal de alguien que tiene resentimiento
comienza a ser coherente con ese resentimiento y con las
interpretaciones lingüísticas que le corresponden. Por lo que
si me ven caminar de un lado al otro con los hombros caídos
y la cabeza gacha y dices “, ¿en qué estas pensando?” y yo
contesto “estoy pensando en lo maravilloso que es el mundo”,
no me creerás, porque de alguna manera sabes que mi
respuesta es incoherente con mi expresión corporal.
Los ejecutivos a los que les hago coaching en sus oficinas, en
sus reuniones, quieren generar algo distinto, pero continúan a
nivel corporal haciendo exactamente lo mismo que siempre a
nivel corporal: la misma manera de respirar, la misma
postura, la misma manera de sentarse. ¿Saben qué? Muy
poco podrá ocurrir allí. Por ello quiero hablar del coaching
desde una perspectiva diferente. El coaching es, en un
sentido muy básico, la creación de nuevas coherencias
en las personas. Cuando hacemos coaching estamos
generando un contexto en el cual pueden surgir nuevas
coherencias. Permítanme decirles que eso es todo lo que en
realidad podemos hacer: crear un contexto en el que pueden
suceder “buenos accidentes”. No podemos definir el
resultado. Sólo podemos definir el contexto. Aunque si
adquirimos algo de maestría en definir contextos,
encontraremos que podemos comenzar a predecir resultados
que es más probable que ocurran.
Ahora bien, en nuestra cultura no estamos acostumbrados a
prestarle atención a los contextos. Nuestra atención se centra
en el texto. Le prestamos muchísima más atención al texto
que al contexto, es mas, estoy convencido que el contexto
nos puede enseñar mucho más que el texto. De hecho, si
pensamos en el contexto vemos que él le da significado al
texto. Estoy pensando en el caso del liderazgo. El liderazgo
es, a su vez, el arte de crear contexto. Déjenme ponerlo de la
siguiente manera. Si en una organización las personas a nivel
lingüístico dicen “esta es nuestra Visión, para allá es donde
queremos ir”, y emocionalmente están yendo en una
dirección diferente, entonces tenemos un pequeño problema.
Les preguntamos: ¿Tienen clara cuál es la Visión de la
empresa? Y ellos dicen, “Sí, sí. Está escrita en el cartel que
hay a la entrada”. Y lees la Visión y miras las caras de las
personas y te das cuenta que hay una gran, pero gran,
brecha entre ambas.
Ahora bien, ¿Podemos trabajar teniendo como base el
resentimiento que frecuentemente encontramos? ¿Podemos
trabajar teniendo como base la resignación que por lo general
hay o la falta de sentido que vemos en todos lados?
¿Podemos enfrentar los problemas si ni siquiera nos
atrevemos a mencionarlos? Es ahí cuando el coaching resulta
una difícil tarea, porque como coaches estamos allí
precisamente para ser los que les demos las malas noticias.
Desde mi visión, a su vez, es el mayor privilegio que tenemos
los coaches, porque si no hemos hecho nuestro trabajo con
nosotros mismos, muy rara vez podremos hacerlo con los
demás.
Ahora bien, permítanme relacionar lo que estoy diciendo con
lo que les decía al comenzar. Mi experiencia, cuando llegué a
Estados Unidos en 1978, fue darme de bruces en el suelo.
Cada interpretación, cada forma de mirar el mundo que tenía,
aún el juicio más simple sobre esto o lo otro, fue cuestionado
dramáticamente por la realidad que tuve que vivir, y le estoy
agradecido a la vida por esa experiencia. Es cuando nos
vamos de bruces al suelo que tomamos en serio el aprender
y no como si fuese una suerte de parche que utilizamos cada
vez que nos sentimos incómodos o que algo nos duele.
Cuando hacemos “coaching”, no lo hacemos desde
nuestra gran sabiduría. Lo hacemos desde nuestras
heridas. Muchos estudiantes en mis cursos me dicen: “ yo no
puedo hacer coaching, estoy lleno de heridas”. Y yo les digo
que, eso es exactamente lo que permitirá que sea un gran
coach, porque podrá entregar un poco de compasión.
Ahora bien, quiero volver atrás por un momento y decir algo
más acerca del lenguaje antes de entrar a un territorio
diferente. Les propongo a ustedes como coaches
que aprendan sobre los actos del habla. La teoría de los
actos del habla es un territorio fantástico para el coaching, y
tiene que ver con lo siguiente: Cuando hablamos, actuamos.
Cuando hacemos una petición, no sólo estamos haciendo
posible una acción a futuro, la petición en sí misma es una
acción. Cuando hacemos una promesa, no estamos
solamente especificando un cierto futuro. Estamos cambiando
el presente. Hacer una promesa es cambiar el presente. oda
la realidad, cuando se toma en serio una promesa, cambia.
Cuando declaramos lo que es realidad, cuando hacemos
aseveraciones o simplemente cuando hacemos juicios o
evaluaciones, estamos de alguna manera alterando nuestra
realidad. Cuando comprendes esto, comienzas a descubrir
los juegos que solemos jugar. Por ejemplo, el siguiente juego
que ocurre en tu oficina. Estas resentido con alguien porque
no se atrevió a adivinar la petición que no te atreviste a hacer.
¿Conocen el juego?
Cuando las personas son capaces de ver el juego, se ha
adelantado mucho para trabajar sobre el sufrimiento. Otro
juego es el de la incapacidad de hacer peticiones claras,
porque estás a la espera que los demás adivinen lo que
quieres pedir. Y este otro, el del miedo a ser evaluado
negativamente. Empezamos a hacer aquello que resultará en
una evaluación positiva
de nosotros de parte de los demás. Y luego cambiamos
nuestra conducta según las distintas personas que la
evaluarán de distinta manera. Para mí el coaching tiene que
ver con el desmantelar estos juegos de manera respetuosa, y
por sobre todo, de manera abierta, en público.
De acuerdo a mi visión las organizaciones son redes de
conversación. Todo lo que hacemos es hablar, es sostener
conversaciones. Puede que sea a través del correo
electrónico, directamente o por teléfono. Hablamos. Pero
hemos desarrollado tantas incapacidades para hablar, y para
conversar, que el flujo organizacional colapsa y se hace
presente el sufrimiento. Este es para mí, en breve, el campo
del coaching. Es un territorio en el que cuando se realiza el
coaching evoca pasión. e me estaba olvidando un pequeño
detalle. No trabajo en organización alguna, sino después de
haber tratado con lo que llamo los enemigos del aprendizaje.
Déjenme ponerlo de la siguiente manera. Todas las culturas
desarrollan adversarios del aprendizaje, barreras, las que son
transparentes para la cultura. En Boston los enemigos del
aprendizaje son distintos que en San Francisco o en Buenos
Aires, y podría contarles sobre algunos de ellos. Por ejemplo,
en Boston decir “no sé”, es algo más difícil que en San
Francisco. En algunos lugares decir “no sé” es realmente una
hazaña. Ahora bien, sin la capacidad de decir no sé, empezar
a aprender se vuelve muy difícil.
Y es una hazaña, porque todo lo que dicen es dicho desde
ese marco transparente y, por lo demás, no son ellos los que
lo dicen. Es la cultura. De hecho, cuando hablamos, el habla
en su mayor parte nos hace a nosotros más que nosotros al
habla. ¿Les ha sucedido que al acostarse por la noche uno se
dice “es hora de dormir, no voy a preocuparme más de este
asunto”. Pones tu cabeza en la almohada. Basta, no más,
para, está bueno -dices- y sigue el “runrún” en tu cabeza.
¿Conocen, no? ¿Se dan cuenta que la conversación te tiene
a ti y no tú a la conversación?
Eso es la cultura. La cultura es una gran conversación que
nos tiene a nosotros. Desde mi visión, un coach es alguien
que, por vez primera, nos hace comenzar a observar al
observador que somos y nos hace quebrar la coherencia que
somos. Es un quiebre constante, un quiebre respetuoso. Para
mí el estado de ánimo del coaching es el de una irreverencia
amorosa. Un coach debe ser irreverente y a la vez gentil. Un
coach que se “compra los cuentos”, no es un coach. Un
coach es un aguafiestas, que pone en evidencia que esos
cuentos no son sino eso, cuentos. Un coach es alguien que
sistemáticamente hace conciencia del observador que somos
y por lo tanto provoca posibilidades de acción. Ahora bien, me
gustaría seguir con una conversación con ustedes. Sí. Los
invito a contarme qué es lo que escuchan, qué les está
pasando, qué pensamientos, qué ideas tienen mientras yo
hablo. La invitación esta cursada. Por favor ¿quién quiere
aceptarla?
Voz: me gustaría pedirte que hablaras acerca del estado de
ánimo.
Coach: ¿El estado de ánimo?
Voz: De la profesión de coach.
Coach: O.K.
Voz: Tomando en cuenta que esta es una cultura que no
hemos aún considerado.
Coach: Cuéntame un poco más acerca de cuál es tu
preocupación detrás de esa pregunta.
Voz: Mi preocupación es que pudiéramos no haber tomado
eso en cuenta aún.
Coach: Sí, O.K. Recuerden que todo lo que yo puedo hacer
es darles a conocer interpretaciones, observaciones que yo
hago dado el observador que soy. En primer lugar, tal como
les dije antes, el estado de ánimo que yo les aconsejo asumir
para trabajar como coaches es el de la irreverencia amorosa.
¿Qué quiero decir con eso? Por ejemplo, que nunca realizo
coaching con alguien que no me ha dado permiso para
hacerlo. Eso es lo primero, y tiene que ver con la actitud
amorosa, gentil. La irreverencia tiene que ver con la
conciencia, con el proporcionar al observador conciencia del
observador que él o ella es.
Ahora bien, creo que en el coaching una de las cosas con
que nos topamos frecuentemente es con el miedo. Le
tenemos miedo a las personas. En nuestra conversación
hemos hablado bastante de las resistencias al coaching.
¿Qué hacemos con esa gente? De manera que algo de eso
está allí para nosotros. ¿Ven alguna otra cosa cuando
pensamos en nuestra profesión?
Voz: Sí, de hecho sí. Pienso que es difícil la profesión de
coach en las organizaciones, porque el coaching es más
individual, personal. Me parece que hay allí una distinción
significativa que no sé aún cómo verbalizar.
Coach: Lo que ocurre en los cursos en que entreno a los
coaches es que, en primer lugar, nuestros estudiantes no
hacen coaching. Ellos sirven. No es que ayuden, sino que
sirven. El estado de ánimo de uno u otro es muy diferente. El
coaching es acerca de servir. La base ética del coaching es la
del servicio. Ahora bien, ¿qué ocurre cuando tratas de
ayudar? Terminas tratando de resolver los problemas de las
personas. Y terminas tan agotado que tienes que tomarte un
par de semanas de descanso después de eso.
Saben, hay un poema escrito por una mujer desafortunadamente no recuerdo su nombre- que dice que
cuando ayudas, la emoción que experimentas es de
satisfacción, pero cuando sirves es de gratitud. Es una
distinción bien interesante, y de hecho yo lo experimento así.
La otra cosa que he encontrado con los estudiantes en
nuestro curso es la dificultad que tienen para comprometerse
en el coaching. Les muestro que el coaching es un arte que
tiene que ver con estar enamorado de las preguntas.
Después que ellos o ellas lo experimentan. ¡Preguntan,
preguntan y preguntan... y preguntan! Eso es
algo de lo que puedo contestar a tu pregunta. Muchísimas
gracias.
Voz: Gracias.
Coach: Gracias. ¿Quién más?
Voz: Cuando hablas de “lenguajear”... ¿Podrías hablar un
poco más acerca de lo que mi observador ve como “lo
petrificado”, lo “no fluido” del lenguaje comercial que
utilizamos y que, por otra parte, cuando nos vamos a casa o a
cualquier otro lugar jamás usamos?
Coach: Sí.
Voz: Hablamos de competencias básicas, pero cuando
hablas con alguien simplemente le cuentas que te gusta
hacer y cuales son tus habilidades. Pareciera como si
estuviésemos congelados. Estamos totalmente congelados y
nos hemos vuelto adictos a hablar de una manera que no nos
sirve.
Coach: Sí, y si lo ven, es la cultura una vez más la que lo
hace. ¿No es acaso fascinante ver cómo, cuando entramos
en una organización muy luego nos encontramos haciendo
las cosas a su estilo? Simplemente nos deslizamos a él. El
comportamiento humano tiene mucho que ver con los
sistemas en los que nos ubicamos. Y me gusta que hayas
preguntado eso, porque un coach sin una visión sistémica no
puede hacer coaching. Si no, el coach estaría haciendo
coaching a los individuos como si fueran islas, olvidándose
que la isla vive en un contexto. Por ejemplo, cuando los
hombres de negocios norteamericanos van a Sudamérica –y
me ha tocado trabajar con algunos de ellos últimamente- lo
primero que observan es que se sienten como “un elefante en
la vidriería” en términos emocionales, lingüísticos y
corporales. Llevan consigo un discurso, una manera de hacer
las cosas diferente a la de este otro mundo en el que se
encuentran, y donde es otra cosa la que se requiere de ellos.
Ahora bien, ¿recuerdan que al comienzo les mencioné que
trabajo con grandes grupos de personas? Generalmente
cuando trabajo en una empresa no digo que quiero trabajar
sólo con algunas personas. Digo que quiero trabajar con
todos en la empresa y eso porque, si se logra que todos
entren en una conversación de manera respetuosa, de
manera amorosa -y quiero decirlo así, amorosa- entonces
dejamos de criticarnos unos a otros y comenzamos a ver que
hacemos sólo lo que podemos hacer, lo mejor que podemos
según lo que somos ahora. Cuando entramos en esa
conversación comienza a producirse un cambio en la cultura.
En cambio, si trabajo con los individuos de a uno a la vez, lo
más probable es que lo que suceda sea lo siguiente: por
ejemplo, trabajo con una persona en forma individual. Esa
persona no puede escuchar. Lo que él o ella está
escuchando, enfrentando, conviviendo con, es prácticamente
lo mismo que enfrentan todos los demás. Piensas que eres
muy original, y cuando así lo crees lo que sucede entonces es
que, vas allá afuera con un montón de nuevos conceptos a
hacer exactamente lo mismo. ¡Pero ahora estás muy bien
informado!
Ahora bien, ¿cómo es que ahora estás tan bien informado y
sigues haciendo lo mismo? Es muy simple. Porque la
coherencia del individuo permanece inalterada, no has
trabajado sobre ella. En otras palabras, el lado conceptual y
el lingüístico reflejan un impacto, pero el lado emocional y el
corporal permanecen intocados. ¿Qué es lo que sucedió?
Esa vieja y conocida coherencia te atrapó. Esta es una gran
desilusión, que sucede con muchos cursos. Las personas
pasan por un momento de excitación respecto a una nueva
interpretación, y luego van y continúan haciendo lo mismo
que antes. Cuando el aspecto emocional, el lado corporal,
permanece inalterado, la coherencia no cambia. El cómo
romper la coherencia es una interrogante antigua. No creo
que se pueda lograr simplemente entregándoles a las
personas información o recetas. No creo que podamos
enfrentar el tema de la transformación organizacional sin
tratar de la transformación personal, sin un cambio en la
forma en que vemos el mundo.
Voz: Lo entiendo, y sólo quiero añadir que estamos tan
imbuidos con la idea de los resultados, de resultados
medibles...
Coach: Sí.
Voz: ...que muchas veces nos parece que si algo no lo
medimos, entonces es que no ocurrió.
Coach: Correcto.
Voz: Y sin embargo, todos hemos
estado enojados, y enamorados, y toda una suerte de otras
cosas que jamás podremos medir, y sin embargo,
simplemente descartamos eso y trabajamos con un 50% de la
esencia de lo que somos.
Coach: Lo que tu señalas es para mí una de las tragedias de
nuestro tiempo. Pensamos que si no podemos medir algo,
entonces no existe. Es una secuela de la ciencia. Por cierto
que en determinados campos es eso lo que queremos hacer,
pero no sirve en todos los campos, y tendemos a producir
muchos desastres. ¿Cuánto me quieres? Dímelo en kilos.
¿Cuánto me respetas? Dímelo en centímetros. ¿Cuanto
honor tienes en tu vida? Por favor, dime. ¿Cuál es tu relación
con Dios? Dímelo, necesito saberlo. Si es distancia, ¿cuántos
kilómetros? Nos volvemos locos a veces con esta idea. Una
de las cosas que dicen las personas en el banco en el que
estoy actualmente trabajando... ¿saben? están pasando
cosas increíbles en ese banco. Estamos conversando de
cosas que nunca antes hicimos. Las personas están
hablando unas con otras. Me dicen: “no sé qué es lo que
hiciste, pero está sucediendo, sólo que no puedo medirlo”.
Voz: Gracias.
Coach: Si, por favor.
Voz: me encanta tu estilo.
Coach: Gracias.
Voz: Y quiero inaugurar una conversación contigo. ¿Ves
acaso que los hombres de negocios están cambiando su
cultura?, porque yo trabajo con hombres, con quienes
trato que se suavicen, que consideren la pasión, las
emociones, los sentimientos de la gente. Y luego trabajo con
mujeres y tengo que hablarles a ellas en términos..., tu
sabes..., estos son los resultados y que no le den tanta
importancia a lo afectivo -tu sabes- al resultado de las
emociones de las personas. Me gustaría poder confiar,
porque creo que lo que es realmente importante para mi,
porque provengo del área de la consultoría académica, es
que estamos trabajando en una área de pasión profesional, y
¿crees tú que la cultura está cambiando?
Coach: Bueno, veo signos de eso. Por ejemplo, me parece
que el hecho de que todos nosotros estemos preocupados
del aprendizaje en las organizaciones es una gran seña de
eso. No hemos llegado muy lejos en el aprendizaje, pero al
menos estamos preocupados de aprender.
Y creo que cuando avancemos algo más nos sorprenderemos
del aprendizaje que tendrá lugar. Sólo por mencionar algo de
eso, la cantidad de dólares que se gastan en educar a las
organizaciones está alcanzando al nivel del gasto público en
educación. No es un fenómeno que se dé en Estados Unidos
solamente. Ocurre también en todos lados. Estamos
empezando a darnos cuenta que muchos de nuestros
estudiantes al egresar de la universidad se sienten muy
desilusionados, porque se les capacitó para un mundo que no
existe, y cuando llegan al mundo empresarial necesitan cubrir
esa brecha.
Ahora bien, la pasión. ¡Puchas, me encanta el tema! Ahora
bien, tendemos a asociar pasión con sexo, a restringirla a ese
territorio, y aun alĺí , me parece que la pasión no es una
emoción. Es la forma en que vivimos nuestras emociones.
Cuando pienso en la pasión pienso en personas que viven en
forma autentica cada emoción que viven. Pueden legitimar su
campo emocional. Déjenme decirles, por ejemplo, que
muchas personas, cuando trabajamos con las emociones, en
el campo emocional, lo que quieren es librarse de su pena, y
les pregunto por qué. Ese es el problema. No legitimamos la
pena como parte de quienes somos, sino que queremos
deshacernos de ella. No escuchas entonces lo que la pena te
está diciendo. Así que hemos decidido que algunas
emociones son buenas y otras malas; algunas son legitimas y
otras no lo son. Ahora bien. ¿Qué haces cuando te impacta
una emoción ilegitima? Entonces necesitas comenzar a jugar,
y lo primero de lo que te descartas es de tu autenticidad. Y
necesitas decir algo que le reste importancia a tu experiencia.
Cuando estás triste es probable que prendas la tele o hagas
cualquier otra cosa, pero no que trates con tu emoción. Aun
con la depresión. Aun cuando la depresión te golpea puedes
preguntarle que es lo que la vida te está diciendo. Cómo es
que la vida usa este último recurso, de deprimirme, para
decirme algo. En cambio, lo que queremos es librarnos
rápidamente de ella.
Esa clase de interrogantes iluminarán posibilidades que de
otra forma no tendríamos. En países como Chile o Australia,
las personas están siendo exitosas en los negocios y están
viviendo unas vidas miserables. Y, por ejemplo, han logrado
todo lo que es signo de éxito, pero están vacías por dentro, y
eso también sucede aquí.
Yo he estado haciendo coaching a un ejecutivo de la quinta
compañía más grande en los Estados Unidos. Es una
persona exitosa de acuerdo a todos los parámetros, y cuando
voy a su casa es como un niño. Me dice: ¿cuál es el
significado de todo esto? Y lo primero que hice con él fue
decirle: “Escucha, deja que escuchemos qué es lo que la vida
te está diciendo a ti. Comencemos desde ahí. Comencemos
por legitimar el lugar donde estás ahora”. “Y mi conversación
con él ha sido sobre cuentos y sobre compartir, y no creerías
que este es un coaching de negocios, por supuesto, porque
es una amistad. Es pasión; es legitimización. Es investigar,
pesquisar. Y creo que todo eso es coaching.
Ahora bien, tu pregunta iba un poco más allá. Dijiste eso de
las mujeres y lo que ocurría. Bien, tienes un punto allí. Yo
hago un curso a mujeres cada año, a cerca de 150 mujeres,
por tres días. Imagínenselo, 150 mujeres, después de estar 3
días conmigo se les olvida que hay un hombre en la sala.
Y cuando eso ocurre, es muy interesante, porque lejos, el que
aprende más soy yo. Ese es un privilegio que tengo en mi
vida, y le estoy muy agradecido a la vida por eso, porque lo
que he aprendido de eso me ha mostrado que, en el discurso
tradicional del hombre, culturalmente hablando, jamás lo
hubiese adivinado. Una de las cosas más sorprendentes ha
sido que las mujeres, a través de cierto tiempo, han sido muy
exitosas y a la vez muy amargas, y cuando tienen una
conversación honesta y pueden enfrentar esos asuntos,
algunas cosas fenomenales suceden. Creo que muchas
mujeres del mundo empresarial en Estados Unidos tienen
amargura -por muchas razones, que no es del caso tratar
aquí-, pero obviamente allí hay un territorio que está maduro
para el coaching. No sabemos qué hacer en las
organizaciones con el arquetipo femenino. Bien, ustedes las
mujeres que están en el coaching, tienen mucho que
ofrecernos y que enseñarnos. Para hacerlo, deben confiar en
sus entrañas. Es lo que creo, y no sé si respondí a tu
pregunta...
Voz: De hecho, es lo que yo estaba tratando que
compartieras con nosotros. ¿Ves si la cultura empresarial
norteamericana está más abierta a reconocer las pasiones de
las personas, los talentos y deseos individuales, o bien
estamos aún tan “bottom line” orientados que “we are looking
at every corner”?
Coach: Creo que hay una obsesión con la acción en el
mundo empresarial norteamericano, una obsesión con actuar.
Pero hay cambios. He estado en empresas en que la clase de
conversaciones que se está dando es asombrosa. Las
personas están comenzando a ver. Respecto a la pregunta
que me haces, respecto a los resultados, si el
único resultado que una empresa considera es su cuenta
corriente, entonces no importa que las personas sean
quemadas o trivializadas. No importa. Lo único que importa
es el resultado. Pero cuando empiezas a incluir otros
resultados como importantes, puede suceder algo diferente.
Personalmente estoy muy preocupado, por ejemplo, con lo
que le estamos haciendo al planeta. Fui a Chile luego de 11
años de ser refugiado, o como quiera llamársele, y cuando
llegué allí fui al sur, a ver los bosques. Lo que encontré fue
tierra erosionada. Fue una de las cosas mas devastadoras
para mí. Como país, actualmente somos muy exitosos
económicamente. Si se mide en términos puramente
financieros ha sido un éxito. Pero podemos considerar
seriamente que hay otras formas de medir - como construir
algo mejor para nosotros, si en la estructura del sistema, no
ponemos en su lugar lo que romperá el sistema. Y, debo
decirles, que especialmente cuando viajo, a veces me invade
el pesimismo. Recuerdo a una mujer en uno de esos cursos a
los que hice referencia. Me dijo algo que atesoro en mi
corazón. Me dijo: “necesitamos lugares donde podamos
sufrir, vivir nuestro duelo, porque llevo esto conmigo, pero
nunca puedo sufrir. Y creo que sería una ayuda, sería
sanador, sería un alivio.
Voz: Bien, es interesante que hagas alusión al dolor, porque
eso es parte de lo que estaba pensando mientras hablabas
en que cuando de alguna manera comienzas a develar los
conceptos, a abrirlos... me pregunto, me parece que la
experiencia que subyace a eso, la falta de sentido, es dolor, y
me pregunto cómo entra eso en tu trabajo.
Coach: Bien, puedes imaginar que esa exploración podría
llevarnos a muchos lugares diferentes, pero por alguna razón
mientras hablabas pensé en esto. Una de las cosas que nos
pasan, según yo, cuando tenemos una experiencia, es que
tendemos a desligarnos de la experiencia y la reemplazamos
con evaluaciones de la experiencia. De manera que la mayor
parte del tiempo no estamos en contacto con la experiencia,
sino con nuestra evaluación de la experiencia. Por lo tanto, ni
emocional, ni corporal, ni lingüísticamente estamos en
contacto con lo que sucedió, y en vez tendemos a caer
rápidamente en la evaluación de lo que ocurrió. No nos
damos el tiempo de enfrentarla. Sólo nos damos tiempo para
tratar con la evaluación de esa experiencia, y la evaluación
proviene de la cultura. Por lo tanto, repetimos las mismas
cosas, una y otra vez.
Ahora, una cosa más. Estoy trabajando con un grupo de
médicos a los que invito a mis programas y que han
comenzado a ver lo siguiente: hay un patrón entre las formas
conversacionales de una organización y la salud de las
personas de esa organización. Lo que veo ocurrir es que
tenemos experiencias que no queremos legitimar, que
hacemos a un lado. Únicamente las juzgamos, pero no las
enfrentamos, no tratamos con ellas. Si lo pongo en términos
de un territorio diferente, es como la
diferencia entre andar en bicicleta y hablar sobre andar en
bicicleta. Ahora bien, mientras más te alejas de la experiencia
menos puedes pensar, menos puedes innovar, te haces más
y más inauténtico e ilegítimo. Observo a ejecutivos que están
constantemente alienados, constantemente arrancando de su
experiencia, constantemente reprimiéndola y no enfrentando
lo que su parte emocional y corporal les está diciendo.
¿Saben qué? Se enferman, a veces gravemente. Realicé un
taller de un fin de semana para enfermos de cáncer terminal
en un lugar de Chile, y toda la conversación durante ese
magnífico fin de semana consistió en hacerlos volver a tratar
con su experiencia. De manera que para mí, el coaching tiene
esta dimensión humana enorme, consecuencias humanas.
Hemos comenzado a ver en este Programa que las personas
informan constantemente sobre un aumento de su bienestar.
Personas con dolores de cabeza y de espalda y otros
semejantes, que están comenzando a librarse de ellos.
Nunca buscamos ese tipo de resultados. Sencillamente
comenzaron a darse. Y ese es un escenario con el que estoy
trabajando en este momento. Así que muchas gracias.
Voz: te puedo preguntar - he estado tratando de meter mi
pregunta, desde acá muy atrás.
Coach: Lo siento.
Voz: Cuando hablaste de los enemigos del aprendizaje eso
realmente resonó en mí, y quisiera saber cómo haces que
aprender sea seguro, especialmente cuando haces tu trabajo
con grandes grupos, porque según me parece todo es un
adentrarse en el campo de las emociones y de alguna
manera crear una zona de seguridad, no necesariamente una
zona cómoda, sino una zona segura en que las personas
puedan tener sentimientos que no han tenido antes, y me
encantaría oír más acerca de cómo lo haces, cuáles son las
movidas que haces.
Coach: Tengo a la mano 45 enemigos del aprendizaje,
aunque normalmente trabajo con alrededor de 23 de ellos.
Así que déjame contarte acerca de algunos de los enemigos
con que trabajo, y entonces cuando las personas finalmente
logran verlos, les hace sentido. Les proporciono ejercicios y
las personas comienzan a hablar de sus propios enemigos,
pero sin juicios de valor, sino simplemente reconociendo el
fenómeno. Por ejemplo, uno de los enemigos claves del
aprendizaje que yo he encontrado es la ceguera
cognoscitiva, y necesito decir algunas cosas sobre eso. No
cabe duda alguna que nuestra incapacidad para aceptar y
reconocer que no sabemos es un fenómeno clave en el
aprendizaje. Hacerle coaching a alguien que se las sabe
todas puede ser bien duro.
¿Y qué sucede cuando no sabes que no sabes? Eso es la
ceguera cognoscitiva. Cuando no sabes que no sabes, ni
siquiera esperas aprender. No tienes preguntas que
contestarte. Cuando no sabes que no sabes vives de manera
muy semejante a como si supieras.
Y, por lo tanto, no te haces preguntas. No abres alguna área
a la investigación. Quieres tenerlo todo claro, todo el tiempo.
Cuando quieres tener todo claro todo el tiempo no te atreves
a estar confundido. No puedes atreverte a entrar a la
oscuridad del no saber. No te atreves a hacer las preguntas,
tu sabes cuando las preguntas pudieran conducirte a una vida
entera de investigación. Quieres tenerlo claro. Como lo
teníamos en Chile cuando nos matamos unos a otros, lo
teníamos tremendamente claro. Yo tenía tan claro que esos
eran los malos de la película y que nosotros éramos los
buenos. Miren lo que sucede en cada rincón del mundo. Las
gentes tienen todo claro, y nos estamos matando unos a
otros. Preferiría que viviésemos juntos un poco más
confundidos.
Voz: He observado en esta conferencia, y por cierto que yo
me he centrado en eso, en cuánto tiempo y atención le
estamos dando a cómo podemos ser lo más útiles y
cooperadores en ayudar a que otras personas abran los
candados de su penas y sufrimientos y puedan así moverse
hacia adelante.
Coach: Ese sería un lado de ello.
Voz: O.K. Pero pienso que el otro lado -y cuando
mencionaste la pena y el dolor que sentiste por la
reforestación- es que quiero ofrecer algo que nosotros en
nuestra organización estamos haciendo, mas para ello, lo
primero es decir que, creo que tenemos obligaciones como
coaches que estamos desarrollando organizaciones, a crear
comunidades en nuestras propias organizaciones, que sean
saludables, que sean gozosas, que sean apasionadas, a las
que les importe el mundo. Y lo que estamos haciendo en
TRW es que estamos haciendo una auditoria acerca del
papel, lo que significa que contabilizas cuántos árboles usas
por año en relación al papel que usamos, y hay una fórmula
para eso, y hay dos organizaciones mundiales que trabajan
con uno en eso. Y entonces reemplazamos cada árbol que
usamos con tres árboles, y no es muy caro, y hace que el
grupo de personas con que trabajamos se sienta muy
orgulloso con lo que estemos haciendo, algo para devolver lo
que utilizamos. Y pienso que todas las organizaciones que
están viendo eso, están comenzando a desarrollar un sentido
de significado y orgullo en las personas que trabajan en esas
organizaciones.
Coach: Hay una conexión.
Voz: Sí, hay una coherencia.
Coach: El significado comienza a aparecer cuando no sólo
mides en términos financieros.
Voz: Correcto.
Coach: Hay otras cosas que entran en juego. Ahora bien, los
ejecutivos duros dirán que eso es muy bonito, pero debemos
ser viables económicamente. Nunca dije que no debamos
considerar el éxito financiero.
Voz: Por supuesto.
Coach: Sólo estoy diciendo que
lo que tu recién dijiste. Es perfecto - el significado se puede
construir de diferentes maneras.
Voz: Gracias.
Coach: Así es que te agradezco
a ti.
Voz: Buenos días. Me alegra verte de nuevo.
Coach: El placer es mío.
Voz: Estoy particularmente interesado en el trabajo con
grandes grupos que estás haciendo en organizaciones.
Coach: Sí.
Voz: Y me gustaría hacerte un par de preguntas. Primero, en
tu rol de observador, ¿qué esperas como resultados de ese
coaching, de una manera que puedas saber que tuviste
éxito?
Coach: Tengo tres. Primero, las personas se reencuentran
con el gozo de aprender. Esto, te lo puedo garantizar, va a
ocurrir. Es un resultado muy concreto. Las personas se
enamoran de nuevo con el aprender, y eso se nota. Las
personas comienzan a leer, y comienza a juntarse y a hacer
sesiones de trabajo, y aun cuando el Programa termina
continúan manteniendo sus grupos, grupos de estudio y
semejantes, así que ese, es uno de los resultados. Segundo,
claramente se realzan las habilidades comunicativas. Las
personas comienzan a hablar de manera diferente, y te daré
un ejemplo de ello. En Chile, por ejemplo, hay una
no es la única medición, y yo incluiría
forma en que las personas manejan lo que es desagradable y
es que lo trivializan. ¿Saben qué hacen? Hacen un chiste al
respecto, un chiste a costa del que habla, por supuesto, y no
a costa de ellos mismos. ¿Y saben qué pasa? La cultura
entonces trata los asuntos difíciles de esa manera, se les
trivializa en la conversación. Y la creatividad no puede sino
colapsar, porque nadie dice lo que piensa.
Solo dicen lo que es adecuado decir, porque no quieren que
se rían de ellos, que se les ridiculice. Cuando tienes una
cultura en la que no puedes decir lo que piensas, no puedes
hablar en serio, no puedes enfrentar los temas, tampoco los
temas difíciles. Les digo, la creatividad desaparece. Las
personas no dirán lo que piensan, lo que es la fuente de toda
creatividad.
Así que un segundo resultado que busco es que las personas
comiencen a hablar de manera diferente. Y el tercero es que
la productividad sube, a veces de manera muy misteriosa.
Ahora bien, nunca digo eso al comienzo, porque las personas
piensan que nosotros somos acerca de la productividad.
Voz: No, no.
Coach: Y de hecho, cuando digo esto en una organización al
comienzo, no saben qué hacer con eso. A veces las
organizaciones con que trabajo son tan exitosas, son tan
productivas, pero las personas se están cayendo a pedazos
por todos lados. Las personas se están enfermando. Cuando
nos llaman nos dicen que las cosas no están yendo bien, que
nosotros manejamos
algunos temas de la comunicación y lo demás. Eso es
prácticamente todo. Tengo estos tres resultados, que son los
que busco.
Voz: Gracias. Mi pregunta acerca del seguimiento es, ¿qué
resultados son los que tus clientes esperan en sus
organizaciones?, si son diferentes de los que tu recién
reseñaste. Y a riesgo de volver a lo de medir resultados,
tratan ellos, y está alguien tratando de medir los resultados, o,
importa eso.
Coach: Lo hacen. Los departamentos de recursos humanos
siempre están tratando de medir lo que hacemos. Eso es
seguro. De hecho en los dos Programas que estoy llevando a
cabo ahora, que son programas muy grandes, ¿sabes cómo
mido el éxito del Programa? Si piden otro Programa para el
año siguiente. Y estoy hablando de organizaciones grandes.
Una es de 11.000 personas; la otra de 6.000, y ahora
estamos en las conversaciones acerca del año próximo, y en
cómo continuar, etc. De todas maneras, eso contestó a esa
parte.
Voz: ¿Tienes una fórmula para trabajar con organizaciones?
Lo haces a través de un período extenso de tiempo, un día
por mes, o...?
Coach: En uno de los Programas estoy trabajando en un
período de 4 meses, con una conferencia inicial de 3 días, y
una conferencia de 3 días al término con todos los
participantes. Entremedio, cada uno de los participantes le
enseña a hasta 10 personas dentro de la organización lo que
están aprendiendo en el Programa, de manera que nuestra
meta es “enseña, enseña hasta que aprendas”. Esa es la
fórmula que tenemos. Así que hacen eso, y tengo a un grupo
de mis ex estudiantes que trabajan conmigo como coaches.
Tenemos un coach por cada 10 ejecutivos. Así que trabajan
con ellos diariamente en reuniones, en sesiones, y yo
conduzco las conferencias. En Argentina el Programa que
estamos llevando a cabo es de 8 meses, con 3 conferencias.
Tenemos 87 ejecutivos, y a través de su personal llegamos a
casi 900 personas, así que el impacto en la organización no
es sólo con las personas que están en el Programa, sino más
bien en el cambio.
Voz: he estado escuchando tu lenguaje y tu punto de vista y
pensando acerca de algo que estoy echando de menos en lo
que he pensando en cuanto al coaching, y pienso que puede
existir en el círculo de la emoción, pero no es emoción. La
palabra que más se acerca en inglés es deseo. Has
mencionado la pasión, has mencionado las preocupaciones
que tienes, has hablado de ser amoroso y no amoroso, y
encuentro que el discurso acerca del deseo está ausente,
esas pocas palabras que representan lo que es el deseo, que
claramente no es una emoción. Mi contexto cultural fue de
sospechar fuertemente del deseo. La religión decía que lo
que querías no es lo que El quería. El Sr. Freud dijo, bien, la
religión es ridícula, pero está en lo correcto en un sentido, en
que no puedes confiar en el deseo. Y de alguna manera es
tan básico que casualmente
establecemos metas, casualmente decimos cuáles son los
resultados que esperamos, pero el énfasis en esa cuestión
está en los resultados, no en el deseo. ¿De adónde proviene
el deseo? ¿Dónde vas a mirar, a buscar, cuando preguntas
qué es lo que quieres? ¿Está esa conversación viva en tu
coaching o esta ausente, como me parece que lo está?
Coach: Lo primero, es que no sé. He tenido tantos giros...
cuando pienso en los deseos. Fui a un lugar y luego al
siguiente. Últimamente he estado hablando mucho con un
biólogo llamado Humberto Maturana. El pone un fuerte
acento en el deseo, y he estado hablando con él de eso
desde una perspectiva biológica. Pero déjame decirte esto:
Imagina que esto es el campo emocional, este el lingüístico y
este el corporal. Ves este territorio (apunta al lugar en que los
tres dominios se sobreponen).
Voz: Sí.
Coach: Para mí ese territorio es un misterio. Es el misterio
profundo con el que siempre estamos en contacto, y si
perdemos contacto con el entonces comenzamos a creer que
nuestras interpretaciones, como la que acabo de darte, son, y
no sólo interpretaciones. Así que cuando hablas del deseo,
en este punto de alguna manera está en el campo del
misterio. Está conectado son el significado. Cuando
encontramos que lo que hacemos tiene sentido, es
significativo, de alguna manera el significado y el deseo se
conectan. Por ejemplo, si miro a mi propia experiencia, yo
tenía un gran deseo de estar aquí. Era difícil, por muchas
razones, pero era mi deseo. ¿Saben qué?, estoy tan
agradecido de este país, tan agradecido. Estoy
profundamente agradecido por lo que este país me ha dado.
De esa gratitud provino mi deseo. ¿Cuál es la conexión? No
lo sé.
Transcripción editada de la presentación inicial (“keynote”) de J. O. Mayor en “The 1998 Leadership
Conference: The Art & Practice of Coaching Leaders”. (La Conferencia de 1998 sobre Liderazgo: El Arte y La
Práctica del Coaching para Líderes”).
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