Jesús, el hombre libre Jesús es un hombre interiormente libre. No se amolda a las expectativas de la gente, sino sólo a la voluntad de Dios. Su libertad interior provoca a la gente reprimida. Jesús acepta entrar en conflicto con estas personas. Cantamos: Danos un corazón grande para amar, Danos un corazón fuerte para luchar. Hombres nuevos, creadores de la historia, constructores de nueva humanidad; hombres nuevos que viven la existencia, como riesgo de un largo caminar. Hombres nuevos, luchando en esperanza, caminantes sedientos de verdad; hombres nuevos sin frenos ni cadenas, hombres libres que exigen libertad. Hombres nuevos, amando sin fronteras, por encima de razas y lugar; hombres nuevos al lado de los pobres, compartiendo con ellos techo y pan. Salmo 61 Sólo en Dios descansa mi alma, de él me viene la salvación. Sólo él es mi Roca salvadora, él es mi baluarte: nunca vacilaré. Sólo en Dios descansa mi alma, de él me viene la esperanza. Sólo él es mi Roca salvadora, él es mi baluarte: nunca vacilaré. Mi salvación y mi gloria están en Dios: él es mi Roca firme, en Dios está mi refugio. Confíen en Dios constantemente, ustedes, que son su pueblo; desahoguen en él su corazón, porque Dios es nuestro refugio. Los hombres no son más que un soplo, los poderosos son sólo una ficción: puestos todos juntos en una balanza, pesarían menos que el viento. San Juan 8, 31-36 Jesús dijo a aquellos judíos que habían creído en él: «Si ustedes permanecen fieles a mi palabra, serán verdaderamente mis discípulos: conocerán la verdad y la verdad los hará libres». Ellos le respondieron: «Somos descendientes de Abraham y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo puedes decir entonces: “Ustedes serán libres”?». Jesús les respondió: «Les aseguro que todo el que peca es esclavo del pecado. El esclavo no permanece para siempre en la casa; el hijo, en cambio, permanece para siempre. Por eso, si el Hijo los libera, ustedes serán realmente libres. Cantamos… Más allá de mis miedos, más allá de mi inseguridad, quiero darte mi respuesta: Aquí estoy para hacer tu voluntad, para que mi amor sea decirte sí, hasta el final. No se fíen de la violencia, ni se ilusionen con lo robado; aunque se acrecienten las riquezas, no pongan el corazón en ellas. Dios ha dicho una cosa, dos cosas yo escuché: que el poder pertenece a Dios, y a ti, Señor, la misericordia. Porque tú retribuyes a cada uno según sus acciones. (oración en eco) Elevemos nuestra oración al Padre pidiéndole aquello que más necesitan nuestros destinatarios y nosotros mismos para ser más parecidos a Jesús, el hombre totalmente libre. Respondemos a cada oración cantando: “Señor, escúchanos, y danos la fuerza de tu amor” Padre Nuestro Bendición Jesús, el reconciliador Jesús es muchas veces motivo de división entre su pueblo, no porque sea esta su intención más bien por la dureza de corazón de aquellos para aceptar la conversión a Dios y al hermano. El mismo Jesucristo será quien convoque a la unidad, a la comunión a sus discípulos y, en la cruz, a todo hombre con el Padre. Reconozcamos ante Dios nuestros pecados y pidamos perdón en forma comunitaria: Yo confieso, ante Dios todopoderoso… Cantamos: Señor, ten piedad… Cristo, ten piedad… Salmo 121 ¡Qué alegría cuando me dijeron: “Vamos a la Casa del Señor”! Nuestros pies ya están pisando tus umbrales, Jerusalén. Cantamos Jerusalén, que fuiste construida como ciudad bien compacta y armoniosa. Allí suben las tribus, las tribus del Señor –según es norma en Israel– para celebrar el nombre del Señor. Porque allí está el trono de la justicia, el trono de la casa de David. Auguren la paz a Jerusalén: “¡Vivan seguros los que te aman! ¡Haya paz en tus muros y seguridad en tus palacios!”. Por amor a mis hermanos y amigos, diré: “La paz esté contigo”. Por amor a la Casa del Señor, nuestro Dios, buscaré tu felicidad. San Mateo 5, 43-48 Ustedes han oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pero yo les digo: Amen a sus enemigos, rueguen por sus perseguidores; así serán hijos del Padre que está en el cielo, porque él hace salir su sol sobre malos y buenos y hace caer la lluvia sobre justos e injustos. Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen lo mismo los publicanos? Y si saludan solamente a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen lo mismo los paganos? Por lo tanto, sean perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo. Guarda en tu presencia, Padre bueno, a aquellos que nos diste para amar; consérvalos unidos y sálvalos del mal, por ellos yo te ruego: son los nuestros. En tu nombre fui sembrando vida, la vida verdadera, tu amistad. Creyeron tu Palabra, te recibieron ya, no dejes que se pierdan, concédeles la paz. Padre, les anuncié tu nombre; te he dado a conocer, de Ti yo les hablé. Padre, mira a tus hijos: que viva en ellos tu mismo amor, el mismo amor con que me amaste, y unido a ellos viva yo. Por ellos voy a dar también mi vida, así como la vida tu me das; conduce su camino hacia la santidad, será entre la gente mis testigos. Que todos sean uno Padre nuestro, unidos en perfecta comunión, para que crea el mundo que Tú eres el amor, que tienes, para el hombre, abierto el corazón. Te ruego por aquellos que me has dado, que juntos te sirvamos con valor. Llevamos la esperanza en hombros del dolor, es fuego tu Palabra, y quema el corazón. Padre, que en Ti se hagan uno, porque los amas, porque son tuyos. Padre, les anuncié tu nombre, te he dado a conocer, de Ti yo les hablé. Padre, siempre me amaste, que viva en ellos el mismo amor. Consérvalos unidos, unidos... Padre Nuestro Bendición Jesús, la Resurrección "Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y todo el que esté vivo y crea en mí, jamás morirá". Son palabras que apenas se pueden comprender. Quien crea en él, se levanta ya ahora de la muerte a la vida. Quien cree en Jesús, ya se levanta ahora de la tumba de su miedo, de la tumba de su parálisis y su represión, de sus sombras y su debilidad. Anuncien la buena nueva a toda la creación, al que sufre y al humilde llegue la Liberación. Lo que vimos, lo que oímos, vamos a testimoniar: solamente Jesucristo es el Camino y la Verdad. Evangelio, es mensaje del Dios del Amor, Esperanza de los Pueblos Grito de Resurrección (bis) En lugares muy distintos mucha gente descubrió que Dios se ha comprometido con el hombre y su dolor. Y hoy después de dos mil años la Iglesia que Dios fundó quiere ser signo de Vida y continúa su Misión. Cantamos el salmo 117 Este es el día en que actuó el Señor, Sea nuestra alegría y nuestro gozo. Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. ¡Aleluya! ¡Aleluya! Que lo diga la casa de Israel: es eterna su misericordia; que lo diga la casa de Aarón: es eterna su misericordia. Que lo digan los fieles del Señor: es eterna su misericordia. Escuchad: hay cantos de victoria en las tiendas de los justos: "la diestra del Señor es poderosa, es excelsa la diestra del Señor; la diestra del Señor es poderosa, es excelsa la diestra del Señor." La piedra que el cantero desechó es ahora la piedra angular; es el Señor quien lo ha hecho ha sido un milagro patente; Te doy gracias porque me escuchaste porque fuiste mi salvación. Abridme las puertas del triunfo y entraré para dar gracias al Señor, ésta es la puerta del Señor, los vencedores entrarán por ella; yo no he de morir, yo viviré para contar las hazañas del Señor. San Juan 11, 17-27.38-44. Proclamado entre 3 lectores Cuando Jesús llegó, se encontró con que Lázaro estaba sepultado desde hacía cuatro días. Al enterarse de que Jesús llegaba, Marta salió a su encuentro, mientras María permanecía en la casa. Marta dijo a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. Pero yo sé que aun ahora, Dios te concederá todo lo que le pidas». Jesús le dijo: «Tu hermano resucitará». Marta le respondió: «Sé que resucitará en la resurrección del último día». Jesús le dijo: «Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?». Ella le respondió: «Sí, Señor, creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que debía venir al mundo». Jesús, conmoviéndose nuevamente, llegó al sepulcro, que era una cueva con una piedra encima, y dijo: «Quiten la piedra». Marta, la hermana del difunto, le respondió: «Señor, huele mal; ya hace cuatro días que está muerto». Jesús le dijo: «¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?». Entonces quitaron la piedra, y Jesús, levantando los ojos al cielo, dijo: «Padre, te doy gracias porque me oíste. Yo sé que siempre me oyes, pero lo he dicho por esta gente que me rodea, para que crean que tú me has enviado». Después de decir esto, gritó con voz fuerte: «¡Lázaro, ven afuera!». El muerto salió con los pies y las manos atados con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: «Desátenlo para que pueda caminar». ALELUYA, ALELUYA ,POR ESA GENTE QUE VIVE Y QUE SIENTE EN SU VIDA EL AMOR. (bis) Los que tienen y nunca se olvidan que a otros les falta, los que nunca usaron la fuerza sino el corazón. Los que dan la mano y ayudan a los que han caído esa gente es feliz porque vive la resurrección Padre Nuestro Bendición Jesús, la vid Lo que Jesús dice de la vid es válido para todo lo que existe. Todo lo creado es imagen del misterio de Jesús. En la Biblia, la vid es figura del pueblo de Israel. Dios es el viñador. Cuida de su vid. Si Jesús se proclama la vid verdadera, entonces se atribuye el poder de satisfacer todos los anhelos humanos relacionados con la vid. Salmo 79 (proclamado por dos personas – al final oración en eco) Antífona cantada: Dios es tu amigo, el viñador, el que te cuida de sol a sol. Dios es tu amigo, el Viñador, el que te pide frutos de amor. San Juan 15, 1 -9 Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador. Él corta todos mis sarmientos que no dan fruto; al que da fruto, lo poda para que dé más todavía. Ustedes ya están limpios por la palabra que yo les anuncié. Permanezcan en mí, como yo permanezco en ustedes. Así como el sarmiento no puede dar fruto si no permanece en la vid, tampoco ustedes, si no permanecen en mí. Yo soy la vid, ustedes los sarmientos. El que permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto, porque separados de mí, nada pueden hacer. Pero el que no permanece en mí, es como el sarmiento que se tira y se seca; después se recoge, se arroja al fuego y arde. Si ustedes permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y lo obtendrán. La gloria de mi Padre consiste en que ustedes den fruto abundante, y así sean mis discípulos. Como el Padre me amó, también yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi amor. Respondemos cantando: Permanezcan en mi amor, en el amor que les tengo; ustedes son mis amigos, permanezcan en mi amor (3v). Padre Nuestro Bendición Escucha, Pastor de Israel, tú que guías a José como a un rebaño; tú que tienes el trono sobre los querubines, resplandece ante Efraím, Benjamín y Manasés; reafirma tu poder y ven a salvarnos. ¡Restáuranos, Señor de los ejércitos, que brille tu rostro y seremos salvados! Señor de los ejércitos, ¿hasta cuándo durará tu enojo, a pesar de las súplicas de tu pueblo? Les diste de comer un pan de lágrimas, les hiciste beber lágrimas a raudales; nos entregaste a las disputas de nuestros vecinos, y nuestros enemigos se burlan de nosotros. ¡Restáuranos, Señor de los ejércitos, que brille tu rostro y seremos salvados! Israel, la vid del Señor Antífona Tú sacaste de Egipto una vid, expulsaste a los paganos y la plantaste; le preparaste el terreno, echó raíces y llenó toda la región. Las montañas se cubrieron con su sombra, y los cedros más altos con sus ramas; extendió sus sarmientos hasta el mar y sus retoños hasta el Río. ¿Por qué has derribado sus cercos para que puedan saquearla todos los que pasan? Los jabalíes del bosque la devastan y se la comen los animales del campo. Antífona Vuélvete, Señor de los ejércitos, observa desde el cielo y mira: ven a visitar tu vid, la cepa que plantó tu mano, el retoño que tú hiciste vigoroso. Que tu mano sostenga al que está a tu derecha, al hombre que tú fortaleciste, y nunca nos apartaremos de ti: devuélvenos la vida e invocaremos tu Nombre. ¡Restáuranos, Señor de los ejércitos, que brille tu rostro y seremos salvados! Antífona Jesús, capaz de amistad Lucas y Juan nos describen a Jesús como un hombre capaz de amistad y que tiene su círculo de amigos. En Lucas, Jesús llama a sus discípulos "amigos": "A ustedes, amigos míos, les digo esto: «No teman a los que matan el cuerpo y no pueden hacer nada más." . Si yo no tengo amor, yo nada soy Señor (2 v) El amor es comprensivo, el amor es servicial. EL amor no tiene envidias, el amor no busca el mal. El amor nunca se irrita, el amor no es descortés, el amor no es egoísta. El amor nunca es doblez. El amor disculpa todo, el amor todo lo cree, el amor todo lo espera. El amor es siempre fiel. El amor soporta todo, el amor es caridad, no se alegra de lo injusto, sólo goza en la verdad. San Juan 15, 12-17 (Lo proclama un solista; cantamos la antífona.) Antífona: Nuevamente os digo, sois mis amigos (2v) Este es mi mandamiento: Ámense los unos a los otros, como yo los he amado. Antífona No hay amor más grande que dar la vida por los amigos. Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando. Ya no los llamo servidores, porque el servidor ignora lo que hace su señor; yo los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que oí de mi Padre. No son ustedes los que me eligieron a mí, sino yo el que los elegí a ustedes, y los destiné para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero. Así todo lo que pidan al Padre en mi Nombre, él se lo concederá. Lo que yo les mando es que se amen los unos a los otros. San Marcos 3, 14-19 Jesús subió al monte y llamó a los que él quiso; y vinieron donde él. Instituyó Doce, para que estuvieran con él, y para enviarlos a predicar con poder de expulsar los demonios. Instituyó a los Doce y puso a Simón el nombre de Pedro; a Santiago el de Zebedeo y a Juan, el hermano de Santiago, a quienes puso por nombre Boanerges, es decir, hijos del trueno; a Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Tadeo, Simón el Cananeo y Judas Iscariote, el mismo que le entregó. Nuevamente os digo, sois mis amigos (4v) Cantamos el Padre Nuestro Bendición Jesús, el Salvador La imagen del Salvador es para muchos cristianos la imagen más cercana de Jesús. Él nos ha salvado. Es la afirmación central de nuestra fe. Se sueltan las cadenas. Lo que nos oprime se desata. Deseamos ser liberados de nuestros dolores y nuestras penas. Hoy al fin tenemos que seguir caminando en paz, esperamos contra toda esperanza. Y es así que todo va a cambiar, Resucitarás, esperamos contra toda esperanza. Vos sos la vida, sos la paz, vos sos nuestra esperanza, sos el camino para andar, sos fuerza y sos confianza. No aflojar, seguirte hasta el final, tu cruz abrazar, esperamos contra toda esperanza. Esperar también es transformar un sueño en realidad, esperamos contra toda esperanza. Al saber que Vos vas a volver a resucitar, esperamos contra toda esperanza. Al sentir, Jesús, que estás aquí esperándonos, esperamos contra toda esperanza. Hay un sol, la noche ya aclaró, ¡ven a caminar, esperamos contra toda esperanza! Estarás sonriente a nuestro par, no nos dejarás, esperamos contra toda esperanza. Tito 2, 7-8.11-14 Exhorta igualmente a los jóvenes para que sean sensatos en todo. Muéstrate ejemplar en las buenas obras: pureza de doctrina, dignidad, palabra sana, intachable, para que el adversario se avergüence, no teniendo nada malo que decir de nosotros. Porque se ha manifestado la gracia salvadora de Dios a todos los hombres, que nos enseña a que, renunciando a la impiedad y a las pasiones mundanas, vivamos con sensatez, justicia y piedad en el siglo presente, aguardando la feliz esperanza y la Manifestación de la gloria del gran Dios y Salvador nuestro Jesucristo; el cual se entregó por nosotros a fin de rescatarnos de toda maldad y purificar para sí un pueblo que fuese suyo, fervoroso en buenas obras. Juntos, proclamamos con María la alegría de nuestra salvación… Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador, porque él miró con bondad la pequeñez de su servidora. En adelante todas las generaciones me llamarán feliz, porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas: ¡su Nombre es santo! Su misericordia se extiende de generación en generación sobre aquellos que lo temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los soberbios de corazón. Derribó a los poderosos de su trono y elevó a los humildes. Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías. Socorrió a Israel, su servidor, acordándose de su misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abraham y de su descendencia para siempre. Gloria… Pidamos a Jesucristo, el Salvador, que nos salve en nuestras luchas y necesidades… Padre Nuestro Bendición