La decisión de morir o triunfar

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NACIONAL
SÁBADO
por WILMER RODRÍGUEZ FERNÁNDEZ*
[email protected]
NOCHE del 28 de agosto de 1956. Un avión
procedente de Costa Rica aterriza en la capital mexicana y al abrirse la escalerilla desciende un joven de 24 años. La visita es breve; las autoridades costarricenses le habían
otorgado visa de tránsito a México solo por
dos días. Acompañado por escaso equipaje
y los recuerdos de su reciente estancia en
Chile, durante un congreso de estudiantes
latinoamericanos, el viajero va al encuentro
con un abogado de 30 años que lo espera.
Se admiran y respetan desde los primeros momentos de la lucha universitaria, pero
no conversaban desde hacía más de un
año, cuando se despidieron en el aeropuerto de La Habana, el día en que el exilio político separó de Cuba al mayor de los dos.
Al recién llegado lo conocen por José
Antonio Echeverría; quien espera en México
es el Doctor Fidel Castro. Uno, presidente
de la Federación Estudiantil Universitaria de
la Universidad de La Habana. El otro, el líder
del Movimiento 26 de Julio, quien en 1953
dirigió el grupo de 151 jóvenes que asaltaron el Cuartel Moncada.
Ambos son reconocidos en Cuba y conciertan la cita en el Distrito Federal. Pretenden unir esfuerzos para las conspiraciones
políticas y militares contra la dictadura de
Fulgencio Batista.
Y con ese fin, a solicitud de Fidel, viaja a
México el líder universitario. Así me lo contó, años antes de morir, Juan Nuiry Sánchez, entonces secretario general de la FEU
y amigo de José Antonio:
«Recuerdo que estando ingresado bajo
custodia en el Hospital de Emergencia de La
Habana, por la paliza que nos dieron en el
Estadio del Cerro el 4 de diciembre de 1955,
fue a verme María Laborde. Ella era representante del Frente Cívico de Mujeres Martianas,
una compañera muy vinculada a Fidel. Llegaba de México con un mensaje: “Pregunta Fidel
que si ustedes van a tumbar a Batista antes
de que él regrese a Cuba”. Me explica que él
necesitaba una entrevista con José Antonio, a
quien le hago llegar la noticia y me dice que
también pensaba ir a verlo, pues estaba invitado a varios congresos estudiantiles y a su
regreso pasaría por la capital mexicana».
Así va José Antonio a finales del verano
de 1956 a la reunión con Fidel. De aquellas
horas, el dirigente estudiantil René Anillo,
quien acompañó al Presidente de la FEU,
escribió detalles:
«Fidel y José Antonio se encuentran a las
9 de la noche del 28 —agosto de 1956—,
en la calle Pachuca, esquina A Márquez. Trabajan toda la noche. A las 10 de la mañana
del día 29 nos trasladamos a la casa situada en Sierra Nevada, donde luego de una lectura del documento se requirió de añadidos
y de una última versión. Luego de mecanografiada y firmada nos fuimos a almorzar.
Conseguí, no sin esfuerzos, pasaje para un
vuelo ese mismo día 29 de agosto, llegando
a La Habana el día 30 en la madrugada. Traslado inmediatamente la Declaración, que fue
ampliamente discutida en el seno de la FEU».
¿CÓMO LLEGA LA CARTA A CUBA?
Muy pocos conocen que las manos de
una mujer mecanografiaron la Carta de
México: Teresa Casuso Morín, conocida
como «Teté» Casuso, intelectual cubana,
quien en la década del 30 fue esposa de
Pablo de la Torriente Brau y mucho ayudó a
Fidel y los futuros expedicionarios en el exilio.
Guardado en los zapatos de Anillo viajó hasta Cuba el documento y vio la luz en la prensa
nacional el 2 de septiembre de ese año.
Pero al decir del profesor Juan Nuiry, la Carta nació con un pecado original. Al redactarla
27 DE AGOSTO DE 2016
juventud rebelde
La decisión de morir o triunfar
Este 29 de agosto se cumplen 60 años del encuentro en México de Fidel Castro
y José Antonio Echeverría, quienes en nombre del Movimiento 26 de Julio
y la Federación Estudiantil Universitaria firmaron un documento
que selló la unidad en la lucha contra Batista
José Antonio Echeverría, Fidel Castro y René Anillo en México. Foto: Archivo de JR
nunca le escribieron la fecha. Por ello en
muchas publicaciones se lee 30 de agosto y
en otras 29, omisión que ha generado polémica. No obstante, las anotaciones de René
Anillo precisan, sin lugar a duda, que el documento fue mecanografiado y firmado en Sierra Nevada No. 714, en las Lomas Chapultepec, el miércoles 29 de agosto de 1956.
El encuentro de México tampoco escapa
al debate historiográfico. Se ha testimoniado, incluso en libros, que Echeverría firmó el
documento en nombre del Directorio Revolucionario, del cual era su Secretario General. Para hacer justicia y honor a la verdad,
basta con ir al original o las copias reproducidas y leer el pie de firma: por la Federación
Estudiantil Universitaria, José Antonio Echeverría y por la Dirección Nacional del Movimiento 26 de Julio, Dr. Fidel Castro Ruz.
Más de una vez Nuiry narró una conversación que sostuvo con José Antonio, en la
que el Presidente de la FEU le contó sobre
el momento de la firma. Fidel preguntó por
cuál de las dos organizaciones lo haría, y
sin pensarlo, dijo: «Por la FEU». Entre otras
razones, debido a su prestigio y tradición
desde 1922 y porque la Federación era
reconocida legalmente en Cuba y el mundo;
no así el Directorio, el cual, aún siendo su
brazo armado, no tenía entonces la misma
relevancia en el país.
ASISTIDOS POR LA HISTORIA
La Carta de México, en esencia, manifiesta que la Federación Estudiantil Universitaria y el Movimiento 26 de Julio «han
decidido unir sólidamente su esfuerzo en el
propósito de derrocar a la tiranía y llevar a
cabo la Revolución Cubana».
Convoca «a todas las fuerzas revolucionarias del país, a los estudiantes, obreros,
organizaciones juveniles y a todos los hijos
dignos de Cuba para que secunden esta
lucha, que está firmada por la decisión de
morir o triunfar».
Y en uno de sus párrafos más promisorios
señala: «Enfrentada ya la Revolución en una
lucha a muerte contra la tiranía, la victoria será
de los que luchan asistidos por la historia».
Cuando Fidel y José Antonio se despiden
el 29 de agosto de 1956 acuerdan volver a
encontrarse cuanto antes para precisar
acciones militares que harían realidad la
letra y el espíritu de la Carta. Por eso, dos
meses después, a mediados de octubre,
vuelve el joven estudiante de Arquitectura a
México, esta vez junto a otros dirigentes de
la FEU y el Directorio Revolucionario.
Entre ellos también estaba el entonces
estudiante de Ciencias Sociales y Derecho
Público Juan Nuiry Sánchez, quien, según los
relatos de su viaje, salió de Cuba junto a Fructuoso Rodríguez el 5 de octubre rumbo a Miami, para encontrarse con José Antonio. Echeverría estaba allí después de haber asistido a
un congreso de estudiantes en Ceilán (actual
Sri Lanka) entre el 11 y el 21 de septiembre.
Días después, los tres dirigentes estudiantiles parten hacia México para sostener
la segunda reunión con Fidel, mientras Faure Chomón, Joe Westbrook, Juan Pedro Carbó Serviá y José Machado salieron con ese
mismo fin desde Cuba.
Nuiry recordaba su llegada junto a José
Antonio y Fructuoso a México: «Al arribar al
aeropuerto el 10 de octubre nos esperaba
el revolucionario y futuro expedicionario del
Granma Jesús «Chuchú» Reyes, para conducirnos directamente hasta Fidel en la
casa de la calle Fuego No. 791, en el Pedregal de San Ángel. Allí se reunirían con Raúl
Castro, Juan Manuel Márquez, Antonio Ñico
López, Pedro Miret, Cándido González, Faustino Pérez y Jesús Montané Oropesa.
«Al término de este segundo encuentro,
José Antonio, Fructuoso y yo salimos de
nuevo hacia Miami, luego de despedirnos
de Fidel en el aeropuerto de México el 16
de octubre de 1956. Esa fue la última vez
que Fidel vería con vida a José Antonio y
Fructuoso. Yo me reencontraría con él en la
Sierra Maestra exactamente dos años después, para ratificar la Carta de México en el
escenario de la guerra».
Después de ese segundo encuentro, los
jóvenes regresan a Cuba. Dos meses más
tarde llegan los 82 expedicionarios en el yate
Granma para iniciar la lucha en las montañas
orientales. Según lo acordado, la FEU respaldaría la llegada de Fidel con importantes acciones en La Habana. Sin embargo, el apoyo de
los estudiantes en la capital nunca ocurrió, a
causa de la brutal represión de la dictadura.
Desde finales de octubre se desencadenó
una ola violenta contra los dirigentes universitarios tras el ajusticiamiento del coronel Antonio Blanco Rico, jefe del Servicio de Inteligencia Militar (SIM), en el cabaret Montmartre, el
28 de octubre, por miembros del Directorio.
A esto sucedió la masacre de revolucionarios asilados en la embajada de Haití por integrantes de la Policía Nacional, donde fue herido de muerte el esbirro Rafael Salas Cañizares. También la represión a la tradicional manifestación del 27 de noviembre y el cierre de la
Universidad de La Habana previo al desembarco del Granma por el sur de Oriente,figuran
como hechos que imposibilitaron el desarrollo
de una acción militar en La Habana para apoyar la llegada del Granma. Estos sucesos, al
decir de Nuiry, entristecieron a José Antonio,
por no poder cumplir lo acordado con Fidel en
la histórica Carta.
Tal vez por eso fue que tres meses después, el joven de 24 años, junto a quienes
lo acompañaron al segundo encuentro en
México, decidió tomar por asalto la emisora
Radio Reloj y el Palacio Presidencial. Horas
antes escribía: «Esta acción envuelve grandes riesgos para todos nosotros y lo sabemos. No desconozco el peligro. No lo busco. Pero tampoco lo rehúyo. Trato sencillamente de cumplir con mi deber.
«Nuestro compromiso con el pueblo de
Cuba quedó fijado en la Carta de México,
que unió a la juventud en una conducta y
una acción […] Creemos que ha llegado el
momento de cumplirlo».
Más allá de que no existieron conversaciones en Cuba como las de México para
concretar acciones, lo cierto es que desde
sus primeros vínculos políticos a inicios de
los 50, cuando algunos estudiantes no creían
en el joven de Birán, Echeverría sí. Por eso,
dijo el Comandante en Jefe hace seis años
en Artemisa que en medio de la arrogancia
y soberbia que se notaba en la Universidad
en 1952, había una extraordinaria excepción: José Antonio.
Y no existen dudas de que desde aquella noche del 28 de agosto de 1956, cuando el viajero que llega de Costa Rica abraza
al abogado de 30 años, se unen para siempre —a pesar de la muerte de Echeverría
siete meses después— lo más digno del
estudiantado cubano y lo más avanzado del
movimiento revolucionario.
* Periodista del Sistema Informativo de la
Televisión Cubana
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