Los frutales incluyen tres grandes grupos: los cítricos, los frutales de frutos secos y el resto de los frutales. En conjunto, el sector manifestó un importantísimo crecimiento hasta los años noventa, pasando de 1,15 Ha, en 1930, a casi 1,9 en los primeros noventa. Pero, además, su productividad se multiplicó. La fuerte demanda interna y la buena aceptación de nuestros productos en los mercados internacionales estaban detrás de este crecimiento. A partir de los primeros noventa, la nueva PAC, fomentando la extensificación, y el desarrollo de la agricultura a tiempo parcial impulsaron una fuerte expansión del almendro en las zonas de secano extensivo de monte bajo, cuyos productos tenían muy buena acogida en el mercado americano y en el español, que estaba desarrollando, conforme aumentaban las rentas, un próspero sector turronero. 227 La situación experimentó algunos cambios al final de los noventa. Los frutales frescos no cítricos vieron como cesaba el crecimiento de la superficie dedicada a ellos, fundamentalmente de aquellos que encontraron problemas de competitividad, como la manzana, que ocupa un lugar importante en la producción frutícola española. A finales de los noventa los problemas llegaron, de la mano de la globalización, a otras producciones como la pera y el albaricoque. En 2005, los únicos cultivos que manifestaban síntomas de crecimiento eran el melocotón y la ciruela, en los que España presenta buenas cifras de competitividad en el mercado europeo, y las frutas tropicales (aguacate, kivi y plátano) en las que la proximidad al mercado comunitario permite a nuestro país una oferta temprana y de calidad. 228 El subsector de los frutos secos también se ha visto afectado por la competencia en el mercado global de otras producciones más baratas, fundamentalmente americanas y de países del Sur del mediterráneo y de Oriente Medio, y por la finalización del nivel de ayudas que lo protegían. Este grupo de cultivos depende esencialmente del comportamiento de la almendra, que supone, en España, más del 90% de la producción de frutos secos. Somos el segundo productor mundial de almendras, tras EE UU. Los problemas vienen de las dificultades que encuentra nuestra almendra para competir con la americana, que es cultivada de forma intensiva y con regadío. Esta situación se puso de manifiesto a finales de los ochenta, y la UE dispuso una serie de subvenciones condicionadas a la introducción de mejoras en los sistemas de cultivo. Estas subvenciones permitieron al sector seguir manteniendo un nivel aceptable de competitividad y seguir creciendo. La situación cambió en 2000, cuando finalizaron las ayudas, y el cultivo ha tenido que hacer frente a una competencia de las producciones americanas de precios más bajos. El subsector de los cítricos es el único que ha mantenido su vitalidad hasta la segunda mitad del decenio, viendo como aumentaba su superficie y su producción, aunque con las fluctuaciones derivadas de las del clima. Es necesario distinguir entre los cultivadores y las empresas exportadoras. España durante muchos años prácticamente ha monopolizado la oferta en el mercado mundial de cítricos, dando lugar a un conjunto de grandes empresas que controlan gran parte de ese mercado. No obstante, el proceso de globalización, con la llegada de producciones más baratas de los países extracomunitarios de la ribera del mediterráneo y de otras zonas africanas y con la deslocalización de los cultivos que están llevando a cabo las grandes expresas comercializadoras, están originando cambios a los que tienen que hacer frente sus cultivadores. La especialización en calidad y el aumento de la productividad no parecen suficientes para hacer frente a la competencia y, desde 2006, parece que la superficie dedicada a estos cultivos comienza a estancarse o a decrecer. En el ámbito comunitario, España es líder en la superficie dedicada a la de frutas gracias a varios factores: - El clima y la extensión del regadío permiten una abundante producción de calidad y, muy especialmente, el logro de una oferta temprana en los mercados de la UE. 229 - La importancia de los cítricos y del almendro en los que España ejerce una marcadísima preponderancia, gracias al desarrollo de una tecnología agrícola adecuada que ha permitido una oferta de una creciente calidad, a la tradición y a nuestras características biogeográficas. 230 Las hortalizas son un sector con un fuerte dinamismo, que presentan una superficie cultivada estable desde 1995 (hasta principios de los noventa presentó un fortísimo crecimiento), pero un notable aumento de la producción y de la productividad, originado, sobre todo, por la expansión del regadío, la intensificación y la utilización creciente de cultivos forzados. El resultado es una producción temprana y de calidad que encuentra una creciente demanda en el mercado interior y en el comunitario, cuyos conceptos de dietas saludables incluyen, entre otras cosas, cada día más hortalizas. Por otro lado, la creación de una red transeuropea de transporte rápido ha facilitado enormemente las ventas en perfectas condiciones de calidad y de frescura de estos productos perecederos. La importancia de las exportaciones ha favorecido el desarrollo en este subsector de un importante grupo de empresas comercializadoras, cada día más concentradas, que controlan la distribución desde el cultivador hasta el asentador en los mercados mayoristas. En muchos casos, estas empresas están empezando a deslocalizar el origen de los productos 231 que comercializan hacia países próximos o bien comunicados, pero con costes mucho menores. Esta situación está generando incertidumbres entre los cultivadores. Los principales competidores de España son Italia y Francia, aunque con la última ampliación ha aparecido Rumanía que ofrece precios más bajos, gracias a sus menores costes. Los tubérculos, cuyo cultivo principal es la patata, son, por el contrario, presentan un claro retroceso desde nuestro ingreso en la UE, cuando se puso de manifiesto nuestro escaso nivel competitivo frente a las producciones de, entre otros, Alemania, Francia y Holanda. La reciente integración de otros países (Polonia y Rumanía) que presentan aun más bajos costes, hace muy poco halagüeño el futuro del subsector. 232 Por cultivos industriales entendemos aquellos productos que para su consumo necesitan una transformación industrial previa, excluidos el vino y el aceite de oliva. Así, se incluyen en este sector la remolacha (azucareras), el algodón, cáñamo (textiles), el girasol, la soja, la colza (oleaginosas), los condimentos (azafrán, pimentón...), etc... El subsector manifestó un fortísimo crecimiento de la superficie cultivada hasta mediados de los años noventa, gracias a la gran expansión del cultivo del girasol, auspiciada por las subvenciones de la UE, por sus escasas exigencias en suelos, agua y mano de obra (se utilizó en las rotaciones de cultivos de los secanos y en “agricultura a tiempo parcial”) y por la demanda existente. En la segunda mitad del decenio comenzó un decidido declive, cuando se globalizó su mercado y aparecieron producciones de otros países mucho más baratos y, ala par, se redujeron notablemente las subvenciones a su cultivo. En la actualidad, está volviendo a presentar cifras crecientes por su utilización ara la fabricación de biocombustibles. 233 El resto de los cultivos industriales no ha corrido mejor suerte. Por ejemplo, la remolacha azucarera, el algodón o el tabaco están presentando cifras negativas desde hace casi veinte años. 234 235 El fuerte crecimiento de la ganadería española llevó consigo un fuerte aumento de la superficie cultivada para forrajeras (alimento para el ganado) hasta los años ochenta, en que se estancaron, como lo hizo la propia cabaña ganadera. Además el ingreso en el mercado común europeo enfrentó al sector, hasta el momento protegido, a la competencia de otros países cuya climatología les resulta más favorable y obtienen, por ello, producciones a menores costes. En la actualidad el sector parece manifestar una cierta tendencia al alza 236 motivada porque los abandonos propiciados por la PAC y el desarrollo e la agricultura a tiempo parcial favorecen el desarrollo de pastizales y prados (praderas policitas), que enmascaran la caída en las superficies cultivadas de otras forrajeras, como la alfalfa o las gramíneas forrajeras. El último episodio de sequía también está afectando negativamente al sector, especialmente a la alfalfa, que es cultivo mayoritariamente de regadío. En la UE, España ocupa un modesto lugar en cuanto a superficie cultivada para forrajes. Como ya hemos señalado las condiciones biogeográficas son mucho más favorables en los grandes productores europeos: Francia, Alemania e Italia. 237