Consejo de familia/Las consecuencias de los

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Osama Bin Laden, El banquero del terror
Walter Goobar
Editorial Sudamericana
CAPITULO UNO
CANNES: SECRETOS DE FAMILIA
El manto de cenizas del World Trade Center aún no había
terminado de recostarse sobre Manhattan, cuando las tres cabezas
visibles del clan familiar decidieron reunirse con carácter de urgente.
A la familia no le inquietaban tanto los 4.000 muertos como el futuro
de los 5.000 millones de dólares anuales que mueve la corporación a
través de sus filiales en decenas de países. Cada uno propuso un
punto de reunión según su propia conveniencia, pero no tardaron en
ponerse de acuerdo sobre el lugar, la fecha y la hora de la cita. Ese
primer fin de semana después de los ataques suicidas perpetrados en
Nueva York y Washington, los tres hermanos de Osama Bin Laden se
encontraron en Cannes para concretar la reunión de su consejo de
crisis. 1
Esa ciudad apacible donde la ostentación nunca dejó de estar de
moda era decididamente el lugar más apropiado para pasar
desapercibidos. Allí nada enturbia la paz de los jeques árabes, de los
traficantes de armas, de las prostitutas de lujo y de los delincuentes
internacionales. Los Rolls Royce que se exhiben sin recato y los yates
siempre listos para soltar amarras, forman parte de una vidriera que
no se rompe jamás. Ni siquiera por la voladura del World Trade
Center.
Como tantas otras veces, los Bin Laden se dieron cita en la mansión
de uno de ellos, en la rue Vernet. Llegaron en sus respectivos
aviones: un King Air 90 Beechcraft, matriculado en EEUU, que
pertenece a la Saudi Investment Company SA; otro del mismo
modelo pero registrado en Zurich; y un jet Challenger III, propiedad
de la Bin Laden Aviation, que está matriculado en las islas Caimán.
Nadie se asombraría de verlos: en el último año, los servicios de
inteligencia llevaban contabilizados cerca de 200 aterrizajes.
El primero en llegar al aeropuerto de Cannes-Mendelieu fue
Mohammed Bin Laden, de 54 años y vicepresidente del grupo
empresarial. Venía de París, con dos pilotos, una azafata y una
hermosa joven polaca de 23 años. El personal de tierra sólo se fijó en
la muchacha que desembarcaba en la comitiva con cara de aburrida:
--"Pobrecita, debe ser una nueva paciente del doctor Alain Meyer",
comentaron por lo bajo. Se referían al médico a sueldo de la familia
real saudita para el control sanitario de las prostitutas contratadas
por los príncipes árabes.
Hace tres años que Mohamed abandonó los seis departamentos que
posee en el suntuoso condominio Flagship Wharf en Charlestown, una
zona residencial de Boston, para radicarse en Arabia Saudita, por
decisión del clan. Entre los Bin Laden todo se hace por consenso.
El segundo en aterrizar fueYeslam Bin Laden, actual jefe europeo de
la corporación y el más cercano a Osama. Llegó desde Ginebra el
domingo 15 de setiembre en compañía de su nueva pareja, de
nacionalidad suiza. Las cosas no estaban bien para él. Además de
ocuparse de lo que eufemísticamente se denomina “control de daños”
producidos por Osama, debía enfrentar las acusaciones y los
exabruptos de su ex mujer. El más occidentalizado del grupo, llevaba
11 de sus 51 años lidiando un tormentoso divorcio con la suizo-iraní
Carmen Dufour, madre de dos de sus hijos.
Con él venía su hermano menor, Ibrahim, de 43 años y nacionalidad
saudita. Se separaron en el aeropuerto. Ibrahim se encontró con
Mohamed y su amiga polaca en el hotel Majestic. Allí son siempre
bienvenidos por las generosas propinas que dejan. Les gustaba ver
desde las ventanas la babilónica peatonal de La Croisette, y a las
modelos paseando caniches y yorkshires.
Yeslam, en cambio, no quiso hospedarse en el hotel. Fue
directamente a su lujosa mansión de la calle Vernet, en la parte alta
de Cannes. Recorrió la casa desierta y, como un autómata, fue
prendiendo los televisores que encontró a su paso.
Independientemente del canal que sintonizara, aparecía la misma
imagen en todas las pantallas: los aviones estrellándose contra
Torres Gemelas. "El Gran Satán ha conocido el sufrimiento", rugía
una voz desde Al-Jazira, la CNN del mundo árabe. En el Medio
Oriente, donde los extremos siempre se tocan, el aturdimiento por
tantas muertes se mezclaba con sentimientos que iban desde una
íntima satisfacción a la celebración abierta. Los palestinos que
atravesaban Gaza agitando banderas y disparando al aire fusiles
kalashnikov no festejaban la inutil pérdida de vidas humanas en
Nueva York y Washington: para ellos los dos aviones convertidos en
misiles eran el precio que pagaba Occidente por décadas de represión
y traición. Yasser Arafat y el presidente egipcio Hosni Mubarak podían
prohibir los festejos en las calles, pero no tenían poder para censurar
lo que la gente común pensaba. Como un acto reflejo, Yeslam cambió
de canal.
Hacía exactamente un año, el magnate había cedido la casa para que
deliberara el jurado del famoso Festival de Cine en el que
productores, distribuidores, escritores y directores se reúnen para
celebrar o destruir películas. Por primera vez en mucho tiempo, en la
próxima edición del festival su apellido no figuraría en los créditos
entre los mecenas cinematográficos. Sería más bien el tema de
documentales y ficciones sobre terrorismo islámico. Si hasta había
escuchado el rumor de que a Robert de Niro le habían ofrecido
encarnar a su hermano Osama. De golpe, Yeslam se vio
protagonizando la peor película de catástrofe. 2
Hoy los Bin Laden están en las dos trincheras de la guerra: por una
parte, construyen bases militares y embajadas, y por la otra, las
vuelan por los aires. Asesoran primero a la familia real saudita y
después tratan de derrocarla. Viven en palacios y se esconden en
cuevas. Pese a que formalmente hermanos y primos repudiaron a
Osama, algunos están en contacto con él y muchos comparten sus
puntos de vista. En ese sentido, Osama no es la oveja negra de la
familia ni el único miembro que tiene nexos con el terrorismo: Uno de
sus hermanos estuvo implicado en un atentado en Arabia Saudita,
otro ayudo a Osama a escapar del país cuando estaba detenido con
arresto domiciliario, dos cuñados manejan fondos de organizaciones
caritativas sospechadas de ser pantallas del terrorismo y uno de ellos
está implicado en el ataque contra el destructor USS Cole, perpetrado
en un puerto de Yemen en el año 2000.
De acuerdo a la ley islámica -Sharia- sería un pecado despojara a un
miembro de la familia de su herencia. Es indudable que Osama es
dueño de una parte de los negocios familiares, pero la incógnita que
atormenta a muchos es si, a través de estos laberintos financieros,
conserva intactos sus vínculos con la casa real saudita y con los
hombres más poderosos de EEUU y de Europa: Bush, padre e hijo;
James Baker; George Schultz; John Major, y tantos otros.3 La
extraordinaria ambivalencia de esta numerosa familia que, en sólo
dos generaciones, amasó una de las mayores fortunas de Arabia
Saudita, desnuda la superposición entre terrorismo y capitalismo
internacional.
¿Cuáles iban a ser las consecuencias de los atentados para la
corporación? ¿Habría represalias económicas contra el clan Bin
Laden? Antes de comenzar los conciliábulos, Yeslam levantó el
teléfono para hablar con Abdullah Bin Laden, el menor de los
hermanos. Discó el número de su penthouse, en Cambridge,
Massachussetts, y enseguida escuchó la voz angustiada de Abdullah:
--“Osama nos ha secuestrado a todos, ha secuestrado el apellido”.
Le contó que había periodistas y fotógrafos apostados frente a la
puerta de la casa de cada uno de los miembros de la familia y que los
socios de la corporación habían comenzado a poner distancia.
--"He tenido que cancelar las tarjetas de crédito y ya no puedo salir a
hacer jogging", dijo al borde del llanto.
Egresado de la Facultad de Derecho de Harvard en 1994, Abdullah se
quedó a vivir en los Estados Unidos y montó un estudio de abogados
en Cambridge, cerca de los prestigiosos campus de la Harvard
University y del Massachusetts Institute of Technology. El, que con
sólo 35 años se había convertido en el consejero de sus sobrinos
cuando el más veterano, Mohamed, debió irse de Boston a Arabia
Saudita, ahora debía buscar consejo.Le contó a Yeslam que, a través
de intermediarios, había intentado buscar el asesoramiento de varios
consultores legales y políticos, entre ellos del influyente abogado
neoyorquino Stanley Arkin. Pero Arkin había rechazado la oferta.4
También había intentado reclutar a Steven Goldstein, un abogado y
lobbista de 39 años que dirige una consultora de imágen en Nueva
York. Se reunió con él en un café de Manhattan, le aseguró que no
veía a su hermano Osama desde 1989, y se ofreció a contratarlo para
que lo ayudara a proteger el buen nombre de su familia. Incluso le
había asegurado que el tema de los honorarios no sería un problema;
le habló sobre las semejanzas entre el Corán y la Torá. Pero el
hombre se negó porque -tal como confiaría después Goldstein al New
York Post- sintió que estaban tratando de convertirlo en "el amigo
judío” de la familia.
--"El hijo de puta llamó inmediatamente al FBI para pasarle mi
número de teléfono", contó Abdullah a su hermano, que lo escuchaba
desde Cannes.
--"El silencio nos está costando", razonó Yeslam, mientras deslizaba
entre sus dedos el collar de cuentas con que los árabes calman los
nervios. ¿Debían hacer un mea culpa público o emitir un sobrio
comunicado de prensa y luego llamarse a silencio? Las opiniones
estaban divididas, pero todos coincidían en que una de las prioridades
era evitarle más complicaciones a la casa real saudita.
No era la primera vez que tenían problemas. En realidad, la familia
siempre había sido una caldera a punto de estallar por la rivalidad
entre hermanos. Si el dinero siempre fue un buen motivo de lucha en
el seno del imperio financiero, el poder no lo era menos. La mayoría
de los hermanos son hijos de madres distintas y poseen
nacionalidades distintas que utilizan para desarrollar alianzas en el
extranjero. Bakr y Yehia son los representantes del "Grupo Sirio";
Yeslam, al frente de la corporación, es el vocero del "Grupo Libanés".
También hay un "Grupo Jordano"; y un “Grupo Egipcio”,
representado por Abdul Aziz, uno de los hermanos menores que, con
40 mil personas a cargo, es el mayor empleador del imperio
financiero. Osama es el único miembro del clan que no tiene una
madre saudita.
Los Bin Laden practican fielmente el precepto árabe de que “el agua
no borra la sangre”. Por eso, aunque su nombre sea tabú y
oficialmente haya sido repudiado por su familia, mientras no se lo
considere un criminal o un apóstata del Islam, Osama siempre tendrá
un asiento a la mesa. Como si fuera una junta de directores allí, en
Cannes, los hermanos tuvieron más preguntas que respuestas:
--¿Capturar a Osama? Hay que hablar claro. Lo que le interesa al
presidente Bush no es Osama vivo...
--¿Qué haría Bush con Osama preso en Estados Unidos? Eso
desencadenaría chantajes aterradores...
--Bush lo quiere muerto. Esa intervención militar tiene como objetivo
eliminarlo físicamente. Además, Osama sabe demasiado sobre
demasiada gente...
A la hora de la cena, los comensales no pudieron evitar hablar sobre
la metamorfosis de aquel niño rico transformado en la bestia negra
de Occidente. Como ellos, Osama hubiera podido llevar la vida ociosa
de un millonario en Montecarlo o Cannes. Hubiera podido, desde un
lujoso yate anclado en el Mediterráneo, administrar su fortuna e
invertir en el sector inmobiliario o en el cine, como tantos otros
magnates árabes que se han enriquecido gracias a los petrodólares.
Pero Osama renunció al camino del ocio. Eligió el de la Jihad, la
guerra santa de los musulmanes contra los infieles, contra Occidente.
--"Siempre fue el raro de la familia, el idealista. No se sentía muy a
gusto en su traje occidental ni tampoco en su galabhia blanca de
hombre de negocios. Soñaba con otras cosas...", aventuró el más
conciliador de sus medio-hermanos. ¿Qué había empujado a Osama a
recorrer el camino sin retorno que había emprendido?
“Dios Todopoderoso fue demasiado gracioso conmigo por haber
nacido de padres musulmanes. En la península arábiga, en el barrio
de al-Malazz en Riad en 1377 Hégira (equivalente a 1957 del
calendario gregoriano). Entonces Dios fue gracioso con nosotros y
fuimos a la sagrada Medina seis meses después de que yo naciera. El
resto de mi vida permanecí en La Meca, Jedda y Medina”, - narró Bin
Laden a la revista Nida Ul Isam en 1996 al hablar de sus orígenes.
El padre de Osama, el jeque Mohamed Bin Ud Bin Laden, era un
fornido pero humilde changarín que a finales de la década del ´20
decidió que en la vida seguramente había algo más que hombrear
bolsas en los puertos de Yemen. Le faltaba un ojo pero quería ver
mundo. Armó un bolso, pidió prestado dinero para comprar un lugar
en una caravana de camellos que iba hacia Arabia Saudita, y salió a
buscar fortuna. En el reino que se acababa de fundar, consiguió su
primer empleo como albañil en la petrolera Aramco. Ahorraba y vivía
frugalmente acariciando el sueño de trabajar por cuenta propia en la
construcción.
Hacia finales de los ´40 hizo una jugada riesgosa: cuando el rey Saud
decidió levantar un nuevo palacio, se ofreció a construirlo por la
mitad del precio que habían cotizado los otros contratistas. Mohamed
ganó la apuesta y logró levantar un magnífico palacio en Riad. La
recompensa fue un fabuloso contrato de por vida para mantener
todos los centros religiosos de La Meca y Medina. En cada uno de
esos contratos hay una X estampada: es la firma de Mohamed, que
fue analfabeto durante toda su vida.
Eran tiempos de bonanza en que el surgimiento de la OPEP (
Organización de Países Productores de Petróleo) permitió la
construcción de palacios, mezquitas y grandes obras de
infraestructura.Cuenta la leyenda que para no olvidar sus origenes
humildes, el jeque Mohamed guardó hasta su muerte una de las
bolsas que había utilizado en su juventud para acarrear escombros.
Ya convertido en hombre rico, y naturalizado saudita, se desempeñó
durante un tiempo como ministro de Obras Públicas del rey Fahd,
pero antes que todo, fue su amigo.
Gerry Auerbach, un ex-piloto de la TWA que comandaba el avión de
Mohamed Bin Laden en los años ´50 y 60, describe al patriarca
analfabeto como "un astuto hombre de negocios que superó su
incapacidad para leer y escribir con ayuda de una prodigiosa
memoria. "Todo el mundo lo apreciaba. Tal vez no haya ido a la
escuela pero tenía una gran sensibilidad para la ingeniería, y una
gran habilidad para contratar buena gente", dice Auerbach.
--"Mohamed cambiaba esposas como uno cambia de auto", relata un
ingeniero francés. Tenía tres esposas sauditas, wahabitas como él
que eran -más o menos- permanentes, pero a la cuarta la cambiaba
con frecuencia. De tanto en tanto, el magnate enviaba a su piloto a
algún país del Medio Oriente para recoger a su nueva novia. "Algunas
eran chicas de 15 años, cubiertas de la cabeza a los pies, pero todas
eran extremadamente bellas", relata la viuda de Tom Heacock, otro
piloto.
Como la mayoría de los sauditas, Mohamed ponía a sus esposas en
segundo plano. "Las mandaba buscar cuando quería verlas", cuenta
el piloto Auerbach. "De tanto en tanto aparecía alguna de ellas
acompañada por una escolta. Estaban totalmente cubiertas y se
sentaban en la parte posterior del avión. Yo me imitaba a llevarlas a
donde quisieran ir."
Como todo saudita que se precie de ser buen musulmán, Mohamed
mantenía rigurosamente aisladas a su madre, hermanas, hijas y
esposas en espacios separados de la vida pública. A su harén sólo
tenían acceso los varones que poseían lazos de sangre con esas
mujeres. Era un régimen “casi carcelario” en el que ellas pasaban
gran parte de su vida recluidas en lujosos palacios a la espera de ser
llamadas por el esposo. Mitad reinas y mitad esclavas, las mujeres
sólo podían conocer el exterior de forma organizada: compras
colectivas en negocios previamente seleccionados, cerrados al público
y en los que no había ningún empleado varón.
Osama es el número 17 de los 53 hijos que su padre tuvo con 11
esposas. De su madre se saben pocas cosas. El velo que cubre su
rostro, su identidad y su historia es uno de los grandes enigmas que
rodean a Osama Bin Laden. Varias presurosas biografías y perfiles
omiten su nombre y dudan sobre su nacionalidad: para unos autores
era siria, para otros palestina, mientras que el escritor saudita Khaled
Khalil Asaad, autor del libro El combatiente de la Meca, afirma que
era yemenita como su padre. Para unos se llamaba Aalia Aaziz
Ghanem, para otros era una bellísima, cosmopolita y educada
muchacha de 22 años llamada Hamida, hija de un comerciante sirio.
Hamida, que rechazaba el tradicional velo saudita, era la décima o la
onceava esposa de Mohamed y, por ser extranjera, era conocida
como "la esposa esclava"`.
Osama sólo se ha referido tangencialmente a su madre diciendo que
le enseñó el amor al Islam y al Profeta, pero nunca entró en detalles
sobre su pasado. Tal vez el testimonio más concluyente sobre este
enigma lo hayan aportado unas españolas que, estudiando inglés en
Oxford durante 1971, fueron compañeras de Osama Bin Laden. Estas
mujeres, que prefieren preservar su anonimato, tienen una fotografía
en que se ve al muchacho, de sólo 14 años, en compañía de dos
hermanos mayores y dos chicas en un parque de la ciudad. La dueña
de la foto -publicada por el diario El Correo Español- recuerda la
tristeza de Osama cuando le contó que todos eran hijos de madres
distintas, que su madre era bellísima y por eso había conquistado al
padre, pero que ella "no era una esposa del Corán", sino una
concubina.
Siria, palestina o yemenita, Hamida era la menos favorecida del
harén y la única no saudita. Por eso el jeque Mohamed le hizo un
único hijo,Osama, que en árabe significa “León”. El león jugó con
desventaja desde el vamos: como en todas las familias árabes, cuyos
miembros están unidos por un espíritu de solidaridad tribal, los hijos
de cada madre formaron clanes que competían por la atención y la
aprobación del padre. El hijo mayor del primer matrimonio formó una
empresa con otros hermanos de ese matrimonio; la segunda camada
de hermanos formaron después otra empresa, y así sucesivamente.
Osama, hijo único, estaba librado a su suerte. El hijo de la esclava
nunca tuvo aliados.
"En todas las familias puede haber un disidente, pero Osama fue
empujado desde la cuna", afirma John Carter, autor de "Las familias
mercaderes de Arabia Saudita", un libro en el que aparecen los Bin
Laden. "Osama no pertenecía a ningún clan; en la escala social
estaba dos escalones por encima de la esclavitud y dos por debajo de
los miembros del clan.
No es dificil intuir que en su rabiosa retórica antioccidental Osama
también les esté hablando a sus hermanos. ''Mi sensación es que
Osama está luchando tanto contra su familia, contra lo que él mismo
fue, como contra cualquier otra cosa", señala por su parte Adil
Najam, un paquistaní profesor de Relaciones Internacionales en la
Universidad de Boston,que ha estudiado sus lazos familiares. ''Que un
Bin Laden combata a la monarquía saudita es como si, alguien con el
apellido Rockefeller, se convierta en comunista.''
Según amigos de la familia, Osama era "un extranjero por partida
doble en un país obsesionado con el parentezco, como es Arabia
Saudita." Sus raíces paternas estaban en Yemen, sus raíces maternas
en Siria. ¿Fue esa madre despreciada y olvidada uno de los motivos
de la guerra perpetua de Osama?
Aunque varios biógrafos la dan por muerta y explican que fue criado
por una de las esposas favoritas de su padre, la frágil Hamida que
hoy bordea los 60 años vive en una mansión con vista a la autopista
que une Jedda con la Meca, y disfruta el anonimato que le brinda el
haberse vuelto a casar con Mohamed Al-Attas, un empresario de
Jedda. Según todos los relatos, Hamida se muestra poco y se hace oír
aún menos: hoy prefiere ser la señora Al-Attas a la madre del
hombre mas temido y más odiado del planeta.
En realidad, Osama fue criado por otra mujer, Al Kalifa Bin Laden, la
última de las cuatro esposas "legítimas" que acepta el Corán y la
favorita de su padre. De origen sirio, Al Kalifa Bin Laden siempre
prefirió los vestidos de Chanel al velo. Nunca terminó de aceptar las
diferencias entre la conservadora Arabia Saudita y la laica Siria,
donde las mujeres no están obligadas a usar el chador, estudian y
manejan sus propios automóviles. Actualmente vive en Riad, donde
todo el mundo la llama Um Osama y, según cuentan quienes la
conocen, viajó dos veces a Afganistán y siete a Sudán para convencer
a su hijo varón de que abandone la Jihad y se dedique a la familia.
"Le dije a mi madre que no lucho por mis intereses, lucho por la
religión", ha contado Bin Laden.
Familia, guerra, negocios, política y religión son los intereses que
comparten todos los Bin Laden. Algunos informes de inteligencia
sostienen que su madre adoptiva, Al Kalifa, estuvo en Kandahar,
Afganistán, en la boda de su nieto Mohamed Bin Laden de 19 años
con la hija de Mohamed Atef, uno de los lugartenientes de Osama
muerto durante los bombardeos estadounidenses. Y que, antes del
atentado, anduvo por Gran Bretaña con una de sus nueras buscando
una casa en Kensington Square, una zona que atrae a las adineradas
familias sauditas. Fue justo en agosto, el mes en que los inversores
árabes realizan sus negocios inmobiliarios en Europa para escapar a
la vez del calor del Medio Oriente. Sin embargo, desde el 11 de
setiembre los agentes inmobiliarios no volvieron a recibir ninguna
oferta de sus potenciales clientes.
Un día antes de los ataques terroristas, el 10 de setiembre, Osama
Bin Laden telefoneó a su madre adoptiva para avisarle que no iba a
poder reunirse con ella porque 'algo grande' e inminente iba a
interrumpir sus comunicaciones durante un largo tiempo. La mujer,
que estaba de vacaciones en Damasco, la capital siria, lo escuchó
decir "durante mucho tiempo". Un día después, se internaba en el
Hospital Americano de París para someterse a un tratamiento contra
el cáncer.
La llamada a su madre fue un paso en falso de Bin Laden. Desde los
ataques de 1998 contra las embajadas estadounidenses de Kenia y
Tanzania se cuidaba mucho de que la Agencia Nacional de Seguridad
(NSA) no siguiera interfiriendo la línea satelital de Inmarsat y
grabando sus conversaciones con Al-Kalifa.
Según James Bamford, autor de una historia de la NSA titulada "El
palacio del rompecabezas," en 1999 Bin Laden se había enterado de
que los oficiales de inteligencia hacían escuchar las cintas de “las
conversaciones con mamá” a los invitados VIP del Congreso, de la
Casa Blanca y del Pentágono para justificar el presupuesto de la
agencia. Así fue como él abandonó las comunicaciones electrónicas
en favor de los correos personales y –según Bramford- “la
inteligencia estadounidense se quedó sorda".
La relación de Osama con ese padre que lo miraba fijo y no
respuestas evasivas, nunca fue muy cálida. Si su madre no era la
preferida del harén del constructor, también él estaba muy lejos de
gozar de las atenciones que recibía el primogénito. Mohamed era un
hombre muy devoto y religioso que sólo se jactaba de una cosa en la
vida: su helicóptero privado le permitía orar en el mismo día en la
Meca, en Medina y en la mezquita al-Aksa, de Jerusalén, los tres
sitios más sagrados del Islam. Paradojas del destino, quiso la
voluntad del Todopoderoso que Mohamed encontrara la muerte en
un accidente aéreo. Su helicóptero se estrelló en 1968. Osama tenía
once años y heredó una fortuna de 30 millones de dólares que
estaban en las cuentas de un banco que se haría conocido por los
escándalos: el Banco de Crédito y Comercio Internacional, BCCI.
Sin embargo, no fue en la casa natal donde Osama se fascinó con el
Corán, las armas y la guerra. Tampoco fue en la escuela: como las
mejores familias sauditas, el jeque Bin Laden – que había crecido en
un ambiente integrista en Yemen- envió a sus hijos a escuelas de
corte occidental.
Aunque era tímido y retraído, Osama llevó una vida parecida a la de
la mayoría de los hijos de familias privilegiadas de Medio Oriente,
salvo porque no asistió a ninguna de las escuelas de Inglaterra,
Francia o Suiza a la que suelen ir los hijos de los magnates árabes
para aprender idiomas. Los hijos de Bin Laden estudiaron en el
Victoria College de Alejandría, un instituto exclusivo para las élites
árabes . Por sus aulas pasaron el rey Hussein de Jordania, los
hermanos Kashoggi, hijos del médico de la casa real que se
convirtieron en traficantes de armas, y hasta el actor egipcio Omar
Sharif.
Bryan Fyfield Shayler fue el profesor de inglés de Osama en la
escuela Al Taghr de Jedda. Recuerda a su alumno de 13 años como
un chico excepcionalmente alto para su edad y muy elegante. “No era
de los peores ni de los mejores alumnos. Se situaba entre los dos
grupos, lo que no quiere decir que haya sido mediocre”, declaró ante
un canal de televisión británico. Cuando le preguntaron si se
adivinaba en él a un futuro terrorista islámico, Shayler lo negó
tajantemente.
A diferencia de Shayler, un antiguo compañero de colegio que optó
por el anonimato, relaciona el vuelco religioso de Osama con la
muerte del padre ocurrida, como se dijo, en 1968 a causa de un
accidente de aéreo al sur de Arabia Saudita. “Tras la muerte de su
padre, Osama se encontró perdido en medio de una confusión total
de la que no lograba salir. Fue entonces cuando empezó a dedicarse
a los estudios coránicos. Pero nunca pensó en la Guerra Santa; sólo
buscaba respuestas a las preguntas que tenía en la cabeza”.
Mientras contemplaban de reojo las biografías que emitían
incesantemente las cadenas de televisión, los hermanos reunidos en
la mansión de Cannes recordaron algunas andanzas de Osama
durante su errática adolescencia en Beirut cuando, junto con sus
hermanos Omar, Khaleb y Bakr, estudió en un internado de la capital
libanesa entre 1968 y 1970: "Osama se destacaba más por sus
desenfrenos de mujeriego que por su empeño en estudiar", recordó
Mohammed.
Todos recordaron cuando se escapaba del internado para refugiarse
en los casinos y los barrios prostibularios de Beirut, iniciado por Bakr,
uno de sus hermanos mayores, un tipo de inteligencia deslumbrante
con maneras de bon vivant y hábil jugador de póquer. “Y más de una
vez –agregaron-, terminó a las trompadas para obtener los favores
de una bailarina de cabaret...”
La historia era por todos conocida. Omar y Kaleb, los hermanos más
estudiosos y serios, alertaron a la familia sobre las andanzas de
Osama y de Bakr. Hablaron de violencia y de mujeres, pero Osama
curiosamente no hablaba inglés y francés, dos idiomas indispensables
para llevar una vida de placeres en Beirut. Lo que sí era verdad, es
que el chico no daba pruebas de un comportamiento apegado al
Islam.
Cuando terminó sus estudios secundarios en Jedda y antes de
ingresar en la universidad Osama debió contraer matrimonio según
arreglos de su familia, una costumbre común en los países
musulmanes para evitar que los muchachos sean tentados, tanto por
la mujer de otro, como por las prostitutas. Su primera esposa, siria,
que era una pariente lejana. Con los años sumaría un total de cuatro
matrimonios y un divorcio. Aunque ni siquiera los servicios de
inteligencia tienen demasiados detalles sobre el harén -una esposa,
Om-Hamza, es especialista en derecho islámico; otra se llama
Sabiha-, se sabe que todas fueron cuidadosamente elegidas por sus
conexiones políticas o su pedigree.
A los 18 años Osama se inscribió en la universidad Abdel-Aziz, de
Jedda, para estudiar ingeniería. Hasta ese momento, en su futuro
sólo se avizoraba una posibilidad: convertirse en un cuadro de alto
nivel de la Bin Laden Corporation para proteger los intereses de la
familia. ¿Fue por vocación? No se sabe y, de ser así, importaba poco.
En muchos casos eran los tutores los que elegían las carreras que le
tocaba seguir a cada hijo, de acuerdo con una contabilidad muy
simple: '''¿Cuantos abogados nos hacen falta? ¿Cuantos ingenieros
necesitamos?''Creo que aún hoy el hermano Bakr, es quien decide
sobre todo lo que es posible decidir: con quien uno se casa, donde
trabaja, que estudia,''explica Frank Vogel, director del Programa de
Estudios Legales Islámicos de la Facultad de Derecho de Harvard. El
día después del ataque a las Torres Gemelas, esa prestigiosa
universidad que es la más antigua de país reconoció que en 1994 los
Bin Laden habían donado dos millones de dólares justamente para
ese programa.
De hecho, a Osama no le faltaron incentivos para abrazar el Corán.
Su tutor, el príncipe Turki al-Faisal al-Saud, fue director de los
servicios de inteligencia sauditas entre 1977 y agosto de 2001 y en
1979, le encomendó a su pupilo administrar los fondos para la guerra
secreta en Afganistán.
En la aulas universitarias tuvo como profesor de religión a Mohamed
Qotb, hermano de Sayyid Qotb, ahorcado en Egipto en 1966, poco
tiempo después de haber puesto las bases del islamismo
revolucionario y violento en su obra de referencia, titulada "Signos
para el camino". Otro de sus profesores fue el palestino-jordano
Abdalá Azzam, uno de los fundadores de Hamas que más tarde se
convirtió en el ideólogo de la Jihad afgana y en el mentor político de
Osama.
De hecho, no fue hasta bien entrado en la adolescencia cuando
Osama se convirtió en un devoto fanático del Corán. Recientemente,
Roland Jacquard ha desafiado la idea de que debió a la muerte de su
padre. El biógrafo francés aventura mas bien que el auténtico motivo
de su conversión fue hacer méritos ante su padre para conseguir que
le encargara los trabajos de ampliación de la mezquita de Masjid-iNabawi. Sea por lo que fuere, lo cierto es que la doctrina de Mahoma
sedujo a Osama recién después de la universidad. Fue en ese
momento cuando se enfundó en la clásica túnica blanca del hombre
de negocios musulmán para no volver, en su vida, a vestir un traje a
la europea.
1979 no sólo fue el año en que se graduó como ingeniero civil en la
universidad de Jedda. Fue también la época en que tres
acontecimientos sacudieron violentamente al mundo islámico y a
Osama Bin Laden, según su propia confesión al diario Al Quds al
Arabi: en febrero los seguidores del ayatolá Jomeini consiguieron
derrocar al Sha de Irán e instauraron una república islámica; en
marzo, egipcios e israelíes firmaron los acuerdos de paz de Camp
David, y el 27 de diciembre los soviéticos desencadenaron su
ofensiva para invadir Afganistán. En Medio Oriente nada volvería a
ser como antes. En la cabeza de Osama Bin Laden, tampoco.
Entre semejantes acontecimientos, hubo un evento que pasó casi
desapercibido: la masacre en la Gran Mezquita de La Meca, en la que
los Bin Laden tuvieron una doble participación. Fue el 20 de
noviembre, y fue perpetrada por un comando dirigido por Juhayman
al-Oteibi, quien se proclamaba el Mesías y explicaba, a los miles de
fieles retenidos como rehenes, que el régimen saudita, corrupto y
traidor a los preceptos del Islam, debía ser derrocado.
Riad hizo todo lo posible para tapar el escándalo, pero el régimen
terminó pidiendo a Francia que enviara sus fuerzas especiales. Las
tropas francesas acabaron con el medio millar de insurgentes
ahogándolos en los sótanos de la mezquita donde se habían
refugiado. La familia Bin Laden, que había realizado los trabajos de
ampliación del santuario, proporcionó a los franceses los planos para
el asalto final. Mahrous, uno de los hermanos de Osama que había
proporcionado a los fundamentalistas los camiones de una empresa
de la famila para realizar el copamiento, fue detenido. Todos los
miembros de la célula extremista fueron decapitados en ejecuciones
públicas, pero Mahrous fue liberado. Sólo la estrecha relación de los
Bin Laden con la familia real hizo que le perdonaran la vida y
actualmente es el director del grupo familiar en la filial de Medina.
Aunque fue la lucha de los afganos la que consiguió dar un sentido a
la vida del desorientado joven, Osama no olvidó la masacre de la
mezquita. Una década después, durante la Guerra del Golfo, dirigió el
mismo reproche a los dirigentes saudítas, culpables de haber dejado
a un ejército occidental instalarse en la tierra sagrada del reino, el
lugar en el que Mahoma recibió la revelación divina.
El familia Bin Laden siempre funcionó como una verdadera tribu
oriental en el seno de la cual cada uno tenía su lugar. En 1968,
cuando el jeque Muhamed se estrelló en su helicóptero privado, los
hijos heredaron el imperio industrial y financiero. Pero repartir la
herencia no resultaba fácil. Por una parte, eran 54 hermanos y, por
otra, tenían madres y nacionalidades distintas. Además, según la ley
islámica, las mujeres reciben la mitad que los varones. Quien tomó
las riendas del emporio familiar fue Salim, el primogénito. Educado
en Millfield, un exclusivo colegio al sur de Inglaterra, Salim -que en
árabe significa “seguro”-, hablaba fluidamente el inglés y estaba
totalmente occidentalizado.
Una persona que visitó la sede central de la compañía Bin Laden
describió así la notoria enemistad entre Salim y Osama: "Salim, el
hijo mayor de Mohamed Bin Laden fue mi anfitrión en las lujosas
oficinas de la empresa familiar. Perfectamente afeitado y de hablar
pausado, Osama estaba vestido con corbata y un traje occidental
hecho a medida. Era evidente la incomodidad con la que Osama
contemplaba a su hermanastro mayor. Después de una breve
presentación, Salim despidió a Osama con un gesto de la mano, y el
joven se retiró con una mirada de frustración en los ojos."
Pero Salim, el primogénito, falleció en un dudoso accidente que
guarda curiosas simetrías con la muerte de Carlitos Menem: su avión
ultraliviano chocó contra un cable de alta tensión en San Antonio,
Texas, durante un viaje en el que mantuvo reuniones de negocios con
un personaje que ahora es sumamente famoso: George W. Bush.
Bakr, el medio hermano de Osama y de Salim, tomó las riendas de
ese conglomerado internacional que tiene decenas de miles de
empleados y tratos comerciales con la crema del mundo de los
negocios y las finanzas. Con importantes participaciones en empresas
norteamericanas, canadienses y europeas -que incluyen a General
Electric, Motorola, Nortel Networks, Iridium, Unilever, Quaker y a
Cadbury Schweppes-, el Saudi Binladin Group (SBG) está vinculado
financieramente con Goldman & Sachs, el Citigroup, el ABN Amro y el
Deutschebank.
Bakr estableció Global Administration, una empresa en Londres desde
la cual manejaba los activos en el mundo occidental: las propiedades
norteamericanas de la familia, que incluyen inmuebles en Florida,
Texas y Nueva Inglaterra; un seis por ciento de Hybridon Inc., una
companía biomédica radicada en Massachusetts. Para sus actividades
industriales, eligió como representante en Estados Unidos a Adnan
Kashoggi, ex cuñado de Mohamed al-Fayed, y pieza clave de la CIA
en el engranaje del Irán-Contras. Los recursos financieros del SBG
eran administrados hasta el mes de octubre por el Carlyle Group, un
grupo de invesión con sede en Washington integrado por celebridades
de la política norteamericana e internacional que se especializa en
companías de defensa y aeroespaciales.
Hasta el 11 de setiembre 15 de los hermanos de Osama vivían en
Europa, otros cuatro hermanos y 17 sobrinos y sobrinas, en Estados
Unidos, pero una de las primeras decisiones del Consejo de familia
fue evacuar a los miembros del clan que aún residían en territorio
norteamericano. Además de Abdullah, otro hermano de Osama -Jalil
Bin Laden-, ocupaba una mansión en una zona residencial de Orlando
(Florida), muy cerca de Disney World, que había comprado para
regalársela a su esposa cuando se casaron, 20 años antes. Para el
registro de la propiedad del condado de Orange, la lujosa casa es
propiedad de Desert Bear Limited, una sociedad de la que Jalil es
directivo.
Según lo decidido por el comité de crisis, el martes 18 de septiembre
por la noche un Boeing preparado para llevar a 30 personas en
asientos de lujo, despegaba discretamente del aeropuerto de Logan,
el mismo que una semana antes habían usado los secuestradores
sauditas financiados por Osama. Después del encuentro, Mohamed y
su comitiva dejaron Cannes con rumbo a Egipto. Yeslam se quedó
nuevamente solo en la mansión. Se asomó por una de las ventanas y
contempló las palmeras, la vegetación y el azul de la bahía de
Cannes. Pensó que el paisaje y la gama de los colores se habían
simplificado. En ese instante, recordó a su hija Wafah de 26 años,
que es abogada y vive en el Zoho de Nueva Yorlk. El 11 de
septiembre, cuando se produjo el atentado, ella -milagrosamenteestaba de vacaciones en Ginebra, con él. Cuando se supo que el
principal sospechoso por eel atentado era Osama, Wafah rompió en
llanto: "nunca más podré volver a Nueva York", le dijo. Por ser hija
de divorciados es repudiada por el clan, ahora iba a ser repudiada
también en EEUU.
GINEBRA: EL PARAISO DEL SECRETO
Yeslam miró perplejo a los agentes de la brigada antiterrorista suiza
que, pocos dias después de su regreso a Ginebra, se presentaron en
su oficina ubicada en el número 13 de la rue Ceard. "Señores, ya me
han investigado...cuando me concedieron la nacionalidad suiza... en
que puedo serles útil en esta oportunidad ", les dijo con voz suave.
En efecto, había conseguido que el Consejo de Estado le otorgara la
ciudadanía en mayo de este año, tras meses de intenso lobby luego
de que el gobierno helvético le negara la nacionalidad. "No quiso
colaborar con los servicios de inteligencia estadounidenses", dicen por
lo bajo sus allegados.
--"No se trata de la ciudadanía, sino de sus empresas", le dijeron los
funcionarios de la fiscalía. El interés en Yeslam se debía a que es
dueño de una empresa de aviación y que "por una inexplicable
coincidencia" hizo entrenar pilotos en la escuela Huffman Aviation, de
Florida la misma que proporcionó cursos de vuelo a varios de los
suicidas del 11 de septiembre.
"Yo no elegí esa escuela de vuelo", replicó Yeslam. "Hace más de
veinte años que no tengo contacto con mi medio hermano. Como
ustedes saben" -dijo-,"porvengo de una familia numerosa. Mi padre
tenía varias esposas. Cada esposa tenía su propia casa y vivía allí con
sus hijos. El y yo no tenemos la misma madre."
Los fiscales le advirtieron después que, aunque en los cofres de los
bancos helvéticos duermen las divisas, el oro y los diamantes de
cualquier ahorrista por oscura que fuera su procedencia, ahora en
Ginebra y Lausanne hay magistrados particularmente activos, bancos
autorizados a levantar el secreto si se sospecha que el dinero de un
cliente extranjero tiene origen criminal, aunque por tal no se
consideren el fraude y la evasión fiscal.
Yeslam abrió un cajón de su escritorio y extrajo la carta que le había
enviado al embajador de los Estados Unidos en Berna tres día
después de los atentados y uno antes de volar hacia Cannes. Insistió
en leer a los agentes el párrafo donde expresaba que "quienquiera
que haya planificado y ejecutado este acto de terrorismo, y quienes
apoyan sus argumentos, no podrán destruir los valores de la libertad
y la humanidad". Los investigadores no creyeron una palabra.
A diferencia de Osama,Yeslam pasó mucho tiempo en Occidente:
estudió ciencias económicas en Suecia y EEUU, vive en Ginebra y usa
el francés como idioma cotidiano. Aunque sus amigos aseguran que
aspira a tener una vida apacible y sin historias, alterada sólo por
partidos de tenis, excursiones a esquiar y viajes en su jet privado, los
servicios de inteligencia sospechan que es el testaferro de muchos
negocios legales de su hermano Osama.
Fue su ex-mujer,Carmen Dufour, quien alentó estas sospechas
cuando rompió los estrictos códigos de silencio que imperan en la
familia en una entrevista concedida a la cadena ABC. Cuando le
preguntaron si miembros de la familia contribuían a financiar los
actos terroristas de Osama, ella respondió: "Mi opinión es que si . . .
Yo pienso que ellos dicen, 'Bueno, esto es para la causa del Islam.' En
ese caso ellos apoyarían. Por el Islam, ellos contribuirían. Creo que
algunos de sus hermanos, que son religiosos, piensan de la misma
manera que Osama"
Con el tono enigmático de las mujeres orientales -que saben
demasiado pero nunca muestran todas sus cartas,- Carmen agregó:
"Lo que yo he oido es que Osama tiene apoyo de algunos miembros
de la familia real. Ellos piensan igual. No todos, pero si algunos. Hay
que entender, yo creo que Osama Bin Laden tiene un poco de apoyo
en Arabia Saudita y, en mi opinión, eso es lo que lo hace peligroso.
Porque él tiene . . . el respaldo de mucha gente allí."
Carmen -que es hija de madre iraní y padre suizo- describió así su
primer encuentro con Osama: "Yo sabía que él era religioso porque
era el único hermano que se negaba a verme porque yo no era una
mujer saudita tradicional. Así era Osama en esa época. De todos
modos -dice Carmen- yo no le guardo rencor. No lo quiero pero no lo
puedo odiar. El odio, para mí es algo terrible. Osama odia a la gente
y miren en lo que se ha convertido", dijo la ex-esposa de Yaslem Bin
Laden.
En rigor de verdad, Carmen no es la única que sospecha de su ex
marido: según informó el periódico Corriere della Sera, los servicios
secretos italianos y estadounidenses investigan los nueve viajes que
Yeslam hizo a Milán en su avioneta privada en los últimos siete
meses. Estos viajes, siempre con paradas cortas en la capital
milanesa no superiores a las cuatro horas, fueron efectuados con un
birreactor de matrícula norteamericana, propiedad de la
Binladenaviation, la sociedad de la familia Bin Laden con sede legal
en Jeddah, Arabia Saudita.
Yeslam está al frente de la Saudi Investment Company, una sociedad
financiera creada en mayo de 1980 en Suiza cuya actividad declarada
es la de administrar una parte de los activos del grupo familiar SBG,
una especie de pulpo cuyos tentáculos abarcan sectores y actividades
tan diversas como la remodelación de las mezquitas de La Meca y de
Medina, la construcción de autopistas, aeropuertos y palacios, la
construcción de las centrales eléctricas de Riad, La Meca, Chipre,
Jordania y Canadá, equipamiento para yacimientos petrolíferos,
electrónica, telecomunicaciones y satélites. También son dueños de la
concesión del Hard Rock Café en Arabia Saudita.
Aunque no frecuenta demasiado los círculos sociales y financieros de
la calvinista suiza, Yeslam Bin Laden no sólo ha cobrado notoriedad
gracias a su célebre hermano -con quien se sigue encontrando
periódicamente- sino también debido a la sorda guerra que libró en la
cúspide de la corporación.
-- "La familia sospecha que Yeslam, de común acuerdo con Osama,
fue el instigador de la muerte del primogénito Salem, en el accidente
del helicóptero. La muerte de quien había sido uno de los socios de
George W. Bush en la empresa petrolera Arbusto Energy Co de Texas
nunca fue debidamente investigada, pero catapultó a Yeslam a la
cúspide de Sico en el preciso instante en que esa empresa comenzó a
traficar armas a Afganistán", relata un hombre de negocios que
conoce bien los secretos de la familia Bin Laden.
--¿Pero Salem no estaba casado con una ciudadana británica? ¿Su
viuda nunca investigó su muerte?, pregunté a mi interlocutor que no
tardó en lanzar una carcajada.
--"La viuda se llama Caroline Carey, tiene 35 años, vive en una lujosa
mansión de El Cairo y ahora es la esposa de Khaled Bin Laden, un
hermano menor de Salem. Tiene una hija de cada hermano",
respondió el amigo de la familia, y agregó: “Si habla sobre su
casamiento o sobre cualquier otro asunto, corre el riesgo de ser
expulsada del clan.”
Otras fuentes confirman los frecuentes encuentros entre Osama y
varios de sus hermanos registrados en Sudán y en Yemen, a partir de
1990. Con puntillosidad digna de suizos, los sucesivos viajes y
encuentros de los hermanos Bin Laden han seguido un mismo y único
patron: el del tráfico de armas destinadas a Afganistán que han sido
financiadas con el tráfico de drogas proveniente de ese mismo país.
Es un engranaje perfecto. El grupo SBG abarca un centenar de filiales
offshore en paraísos fiscales que son manejadas discretamente por el
Saudi Investment Group, de Yeslam. En el Consejo de Administración
de Sico figuran el abogado suizo Baudoin Dunand, quien también
representa los intereses del multimillonario libanés William Kazan, el
norteamericano Frank Warren, presidente de una empresa que
fabrica artículos deportivos y de la companía de navegación Proteus;
el sueco Kjell Karlsson, y dos suizos: Bruno Wyss y Beatrice Dufour,
la ex cuñada de Yeslam. En el directorio hay miembros de la familia
Shakarshi que estuvo involucrada en un escándalo de lavado de
dinero y tráfico de drogas. Existen sospechas de que la empresa de
Zurich fue una cobertura de la CIA para financiar la resistencia
afgana.
El titular del directorio de Shakarshi era el doctor Hans Kopp, un
abogado conocido por sus vínculos con los servicios de inteligencia
estadounidenses y con la industria militar suiza (OerlikonBuhrle/Contraves). Su esposa, Elizabeth Kopp, quien ocupó el cargo
de ministro de Justicia y Policía, tuvo que renunciar en 1989 a raíz del
escándalo Shakarshi. De todos modos, Yeslam no ha roto su vínculos
con la familia Shakarshi.
Otras dos ramas del imperio Sico están ubicadas en paraísos fiscales:
Falken Ltd. tiene su sede en las islas Caimán, mientras que una
segunda Sico funciona en Curacao. Falken Ltd. controla a SicoLondres, que fue fundada en 1984 por Beatrice Dufour-, mientras que
Sico-Gran Bretaña, fue creada en 1985 por el abogado helvético
Baudin Dunand. Sico-Curacao tiene inversiones inmobiliarias en todo
el mundo y su director es Yeslam Bin Laden. En el directorio figuran
también Saleh Bin Laden, Beatrice Dufour y el inversor
norteamericano Charles Tickle.
--"Señor Bin Laden, por favor hablenos del Sheik François", le dijeron
a Yeslam los investigadores suizos instalados en su despacho. Lo que
no le dijeron es que buscaban una conexión entre el terrorismo
integrista y los grupos neonazis.
Durante un instante Yeslam pareció confundido pero no tardó en
reponerse.
--"!Ah, se refieren al banquero Franois Genoud. Sí, hasta 1996 las
operaciones del SBG estaban a cargo de Genoud, que era nuestro
asesor financiero. Pero desgraciadamente falleció, mejor dicho...se
quitó la vida el 30 de mayo de 1997 a los 85 años. Pobre hombre..."
La historia de ese hombre, reconocido como el ejecutor testamentario
de Hitler, Martin Borman y Goebbels, lo que ya de por sí constituye
una inconfundible carta de presentación, está íntimamente ligada al
terrorismo musulmán.
Admirador de Hitler y conocido como "Sheik François", Genoud
admitió su apoyo económico al secuestro de aviones por parte del
grupo palestino Waddi Haddad. También se sospechó de su relación
con el comando terrorista que secuestró y asesinó a la delegación
olímpica israelí en los Juegos Olímpicos de Munich en 1972. Es decir,
una especie de Bin Laden a la europea.
La pista financiera de Genoud llega hasta nuestros días y alcanza una
fortuna cifrada en mil millones de dólares que permanecen en
paradero desconocido.
Yeslam y las arcas del SBG son la pista más firme para desentrañar
una posible sociedad entre neonazis y terroristas islámicos, movidos
por un solo interés común: el antisemitismo.
En la investigación de la conexión suiza de Bin Laden, las autoridades
ya descubrieron una alianza entre fundamentalistas islámicos y
neonazis alemanes que es particularmente relevante si se tiene en
cuenta que la mitad de los 500 mil dólares utilizados para financiar la
operación provinieron, justamente de Alemania. Los suizos allanaron
las sedes de las empresas Al Taqwa (Temor de Dios) y Nada, que
están sospechadas de financiar la red terrorista y bloquearon sus
cuentas. En el Consejo de Administración de las empresas islámicas
asentadas en Suiza y diversos paraísos fiscales, aparece el ex
periodista suizo Ahmed Huber, de 73 años que en 1989 fue despedido
de su trabajo por defender en la televisión la condena a muerte
contra el escritor Salman Rushdie por su obra Versos satánicos.
Además de musulmán fanático, Huber es una pieza clave en el cóctel
de furibundos antisemitas, ultraderechistas y neonazis del Partido
Nacional Demócrata (NPD). En 1997 explicó: "construimos una red
mundial en la que luchan juntos cabezas rapadas europeos, neonazis
americanos y radicales antisionistas islámicos". Poco antes de los
atentados del 11 de septiembre había participado en una reunión
clandestina en Líbano con neonazis, cabezas rapadas y terroristas
islámicos. La reunión se celebró en las zonas bajo control de la
guerrilla proiraní Hezbollah.
Pero el SBG de los Bin Laden también es inseparable del régimen
wahabita de Arabia Saudita al punto de haber sido durante mucho
tiempo su principal y único cliente para la construcción y la
administración de Medina y la Meca, los lugares santos del reino.
También el SBG ganó la mayoría de las licitaciones para la
construcción de las bases militares estadunidenses en Arabia Saudita
y la reconstrucción de Kuwait después de la Guerra del Golfo.
Hace algunos años, cuando Arabia Saudita fue blanco de varios
atentados terroristas, un cartel en la base aérea Principe Bin Sultán,
donde había decenas de soldados estadounidenses indicaba: "La
seguridad está a cargo del Bin Ladin Group". Esos mismos letreros
encontraron los agentes del FBI cuando llegaron a la nueva terminal
aérea de la capital de Yemen para investigar el atentado contra el
destructor norteamericano USS Cole, que fue atacado por una
lancha-bomba cuando estaba anclado en el puerto de Adén,
produciendo la muerte de 17 soldados y heridas en otros 39.
A pesar de que el SBG declara haber roto todos sus lazos con Osama
Bin Laden desde 1994, numerosos expertos consideran que se debe
diferenciar el derecho positivo del derecho consuetudinario y, por
tanto, sostienen que Osama sigue ejerciendo una influencia moral
sobre la familia y cobra sus dividendos.
Un equipo de periodistas y académicos franceses que, bajo el nombre
de Red Voltaire, ha realizado una serie de investigaciones que causó
revuelo y malestar en la clase política francesa, cita un exhaustivo
informe confidencial realizado el año pasado por una consultora
privada, indicando que Osama Bin Laden invirtió su herencia en la
creación de varios bancos, sociedades agroalimentarias y de
distribución en Sudán. Invirtió, por ejemplo, 50 millones de dólares
en el Al-Shamal Islamic Bank, cuyo otro socio de referencia es el
Tadamon Islamic Bank. De esa forma, Osama Bin Laden es socio
financiero del Ministerio de Asuntos Sociales de los Emiratos Árabes
Unidos y del Dar Al-Maal Al-Islami (DMI), que el príncipe Mohamed
Al-Faisal Al-Saud utiliza para financiar, en nombre de Arabia Saudita,
todos los movimientos wahabitas esparcidos en el mundo.
La Red Voltaire afirma, también, que Osama Bin Laden es accionista
de la Dubai Islamic Bank de Mohamed Khalfan Ben Kharbash,
ministro de Finanzas de los Emiratos Arabes Unidos.
Osama mantiene nexos con poderosas asociaciones caritativas
musulmanas, entre las que destacan la Internacional Relief
Organization (IIRO) y la fundación creada por Abdul Aziz Al-Ibrahim,
cuñado del rey Fahd de Arabia Saudita. En 1999, una auditoría
ordenada por la familia real saudita reveló que cinco hombres de
negocios de ese país habían girado decenas de millones de dólares al
grupo terrorista de Osama Bin Laden, a traves de dos ONG`s. Los
acusados argumentaron que habían sido extorsionados y que, para
evitar ataques contra sus bienes, tuvieron que pagar el "zadkat", el
impuesto islámico equivalente al 0,2 % de sus ganancias.
Si se agregan a estos bienes las reservas de armas acumuladas
durante la guerra que Afganistán libró contra la Unión Soviética y que
Osama Bin Laden habría logrado preservar, se estima que su fortuna
puede oscilar entre 300 y 500 millones de dólares.
REFERENCIAS
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