QUITO: UNA CIUDAD EN LA MITAD DEL TIEMPO Fernando Carrión [email protected] Publicado en: Diario Hoy Fecha: Sábado, 29 de noviembre de 2003 En 1978 la UNESCO declaró a Quito Patrimonio Cultural de la Humanidad, como reconocimiento a sus valores culturales e históricos. Esta declaratoria fue consecuencia de un movimiento tendiente a la revalorización patrimonial emprendido por las autoridades y la sociedad local y ha servido para generar una actitud -pública y privada- para su puesta en el tiempo y el espacio. Este reconocimiento mundial le puso a Quito en la condición de asumir su particularidad en un contexto universal. Esto es, adquirió una proyección internacional, inscrita en la dinámica globallocal, donde la supervivencia de las peculiaridades histórico-culturales locales es una condición de su inserción a nivel mundial. Es una de las 150 ciudades registradas en la lista del patrimonio y la primera en el mundo que tuvo este privilegio. En otras palabras, Quito adquirió para siempre la primogenitura o sea la responsabilidad de abrir camino, de ser ejemplo y de representar. Quito no ha rehuido a esta condición; por el contrario, ha entendido que la declaratoria no es una condecoración pasiva sino una función activa encomendada para asumir con responsabilidad. Ya en 1967 fue escenario y referente para albergar al Coloquio que definió a los centros históricos como “aquellos asentamientos humanos vivos, fuertemente condicionados por una estructura física proveniente del pasado, reconocibles como representativos de la evolución de un pueblo” y que sirvió para definir políticas de actuación que hasta hoy tienen vigencia a nivel mundial con el nombre de “Normas de Quito”. El libro “Quito: Patrimonio Cultural de la Humanidad” continua con la tradición de poner la experiencia y el ejemplo de la ciudad a la mano de especialistas y de iniciados, de Quito y del mundo. Quito ha sido pensado desde la literatura, la poesía, la pintura, el ensayo, la arquitectura y el urbanismo. Por eso es una ciudad pensada y es una ciudad imaginada. Y lo es en este libro desde la palabra de Rolando Moya, la imagen de Cristóbal Corral y la administración de Juan Leoro Almeida. Es un trabajo hecho “a limón” por Moya y Peralta, quienes han sido testigos activos de la historia de este último cuarto de siglo de la urbe. Allí están los aportes a la memoria de Quito, fortalecida gracias a su tesonero trabajo bibliográfico, editorial, consultoría, cátedra y planificación. Gracias a ellos tenemos –entre otros- una guía arquitectónica, los estudios de los principales monumentos, la obra de los mejores arquitectos y los concursos sobre las “utopías realizables”, todo producido en pareja y en familia; como para recordar e imitar. La estructura del libro transita por la historia y el territorio de Quito; desde el pasado remoto al presente actual y del centro hacia a la periferia. Están los barrios del pasado y los de hoy, el recorrido del hoy-aquí hacia una visión de futuro con proyección internacional (el mañana-allá). En este contexto se publica un nuevo libro sobre la ciudad, con lo cual su memoria se acrecienta y su espacio se cualifica. La mitad del tiempo camina en la mitad del mundo.