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Homilía. Encuentro de jóvenes
3.4.04
Queridos hermanos sacerdotes y diáconos,
Queridos amigos y amigas jóvenes:
Al preparar estas palabras para la Eucaristía con todos vosotros me golpeaba
con fuerza esta frase de acabamos de escuchar: “Decidieron darle muerte”. Vamos a
acabar con Él. ¿Por qué? ¿Cómo os suena esta horrible decisión y complot?
Borremos su memoria. Que su nombre no se pronuncie más. “Lo talaremos como se
tala un árbol”.
1.Quería preguntaros: ¿Qué ha pasado con el Señor en zonas amplias de
nuestra sociedad? ¿Quién pronuncia su Nombre? ¿Cuántos jóvenes lo conocen de
cerca? ¿A cuántos les interesa?
Es duro lo que os digo y os recuerdo. Perdonadme. Pero estáis aquí para
decirme la verdad de lo que viven muchos compañeros vuestros alicantinos. ¿Por
qué deciden “pasar del Señor? ‘No me hables de Él. Pierdes el tiempo.
Sencillamente no me interesa’
Es terrible que se haya escrito esta conclusión: “Decidieron darle muerte” Es
muy duro comprobar que muchos jóvenes han decidido olvidarlo, no nombrarlo,
pasar de Jesús.
2.Por eso me resulta altamente reconfortante escuchar de todos vosotros:
¡Queremos ver a Jesús! Puedo deciros que en el corazón del creyente existe una
añoranza de Jesús. Lo quiero ver. Lo quiero conocer.
Es vuestro grito que rompe el silencio del desierto. Y, con la mochila ligera,
caminando, vais preguntando por el Señor. Le preguntáis a Él ¿Quién eres? ¿Qué
dices de ti mismo?
Tenéis la misma experiencia que notaron aquellos dos cuando se puso a
caminar con ellos. Al principio como amigo desconocido. Luego les ganó el corazón.
Al final, cuando estaban a la mesa, en aquella “eucaristía” todo se hizo luz. Era Él.
Nos encontró. Nos explicó las Escrituras.
¿Qué dices de ti mismo? ¿Quién eres? le preguntáis como le preguntaban a
Jesús. Y responde: “Yo soy luz y soy verdad. Ofrezco libertad verdadera. Me llaman
Jesús, que quiere decir “Dios salva”. Soy también pan para el camino y doy agua
que apaga de verdad la sed. Soy vida. Estoy dando mi vida. Soy vid. Soy maestro.
Soy puerta. He curado a muchos de ceguera, a muchos tullidos y tetraplégicos los
he hecho andar. He resucitado a cadáveres, que olían mal. Pasé mi vida sirviendo.
Soy manso y humilde de corazón. Soy pobre”.
“Soy amigo. A mis amigos les ofrezco y les garantizo libertad, verdad y amor.
Esto, si lo queréis entender, es la cruz. La ha ofrecido a muchos. Me he ofrecido a
llevarla con ellos. Son miles y miles lo que la han acogido conmigo y se han jugado
la vida y se la juegan, porque son enteramente libres, porque han encontrado la
verdad, porque vivir es amar hasta el sacrificio y la mayor generosidad.
Esto tengo que decir y ofrecer a mis amigos”.
El Papa os pide que veáis a Jesús y que lo miréis. Hasta que su rostro se os
quede grabado en la retina y en el corazón. Y llegaréis a saber que su rostro es
auténtico y está vivo, aunque esté desfigurado, en cada hombre y mujer, en los que
sufren, en los mismos jóvenes, que están de espaldas a Él.
3.Los que habéis venido para encontraros con el Señor, y porque Él antes salió
a vuestro encuentro, los que queréis verlo y conocerlo, escuchad ahora una
pregunta y una propuesta apasionante de Jesús. Es ésta: ¿Puedo contar contigo?
¿Levantas con fuerza tu mano para ofrecerte?
La pregunta es real. La hizo, caminando por Palestina. Y la hace hoy ¿Eres
mi amigo? ¿Puedo contar contigo? ¿En qué vas a gastar mejor tu vida?
Si piensa Cristo en cada uno de vosotros, -por vuestro nombre personal os
conoce- creedme, amigos jóvenes, es porque necesita decir a los jóvenes
alicantinos, que los quiere. Ha muerto por todos. Su proyecto es reunir, llamar a los
alejados y dispersos, ofrecerles el calor del hogar y de la amistad. Alguien se lo tiene
que decir. Que es bella la vida, cuando se da como hizo Él, como hacéis vosotros.
¿Puedo contar contigo para llevar ilusión y certeza a los jóvenes “de la
noche”, del hastío?
Decís, en vuestro camino: ¡Queremos ver a Cristo!. Y a vosotros, que os
habéis encontrado con Él, ahora os dice: “Dadme a conocer. Decidles mi nombre y
mi vida”. Al Papa le gusta una expresión, que nos dejó en la carta del Nuevo Milenio
y que os repite en la carta que os escribe para el encuentro de este año. No os pide
sólo que “habléis” de Jesús, os pide “hacérselo ver” a los jóvenes. Hacérselo ver en
tu vida. Impresionante: Eres icono de Cristo. Esto te hizo la Confirmación, y testigo
de Jesús.
Hoy es día de Iglesia Diocesana. Aquí está. Hoy tenéis la voz los jóvenes
creyentes. Hoy es día de esperanza para muchos jóvenes alicantinos. Esa
esperanza, sin duda, es Jesús y los que lo hacéis ver de cerca. Es día de primavera
cierta. Lo será para muchos jóvenes, que no están aquí.
Poneos en camino. Es el camino que lleva a Santiago y en él nos
encontraremos. Poneos en camino por todas las sendas de Alicante. Aligerad el
paso. Jesús os llena de coraje y de esperanza.
No caminéis nunca solos. Caminad en grupo. Haced grupo en vuestra
parroquia o movimiento o colegio. Sois muchos caminando. Veo también cerca de
vosotros a los seminaristas.
Contad también conmigo. Os aliento. Y voy en vuestro camino, que es el de
nuestra Iglesia Diocesana. Sí. Os veo caminar junto a vuestros sacerdotes y
monitores, con el buen servicio del Secretariado de Pastoral Juvenil.
Repetid a la vez con fuerza la canción: “Ven con nosotros al caminar, Santa
María, ven”. “Tú nunca solo estás. Contigo, por el camino, Santa María va”.
Ah, que no se me olvide. Oíd bien. Hay una palabra de Jesús para ti, para
cada uno. Óyela. Dice Jesús: ¡Cuenta conmigo!
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