La ejecución subsidiaria en la práctica de la Administración Pública

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La ejecución subsidiaria en la práctica de la Administración Pública (y III)
Por Víctor Manteca Valdelande
Doctor en Derecho
Actualidad Administrativa, N.º 13, Quincena del 1 al 15 Jul. 2011, pág. 1707, Tomo 2, Editorial LA LEY
LA LEY
2022/2011
El procedimiento como garantía de la legalidad de las actuaciones
realizadas en uso de la potestad de ejecución subsidiaria, tiene como
requisitos una resolución o acto administrativo previo y el
apercibimiento al interesado, además de la concesión de un plazo para
que éste pueda llevar a cabo lo ordenado de manera voluntaria que en
esta práctica profesional analizamos y con ello concluimos el examen
de la ejecución subsidiaria como modalidad de la ejecución forzosa en
el ámbito de la Administración.
□ INTRODUCCIÓN
Como quiera que la Ley 30/1992 (LRJ) dispone que las Administraciones
Públicas no iniciarán ninguna actuación material de ejecución de sus
resoluciones que limite derechos de los particulares sin que previamente haya
sido adoptada la resolución que le sirva de fundamento jurídico (1), la
resolución exigida como presupuesto cumple el papel de título necesario para la
validez de la ejecución subsidiaria. La regulación del procedimiento, es bastante
parca y por ello se hace necesario acudir al criterio jurisprudencial que ha
completado la interpretación de esta materia.
□ CONTENIDO DE LA ORDEN DE EJECUCIÓN
Una vez que se haya constatado el incumplimiento que será objeto de la
ejecución subsidiaria (2), la Administración competente puede ejercer su
potestad dictando órdenes individuales para la ejecución o prohibición de un
acto; sentido en el que se expresa de modo muy claro la Ley de Bases de
Régimen Local (LBRL) cuando dispone que las Corporaciones Locales podrán
intervenir la actividad de los ciudadanos a través de órdenes individuales
constitutivas de mandato para la ejecución de un acto o la prohibición del
mismo (3); asimismo el Reglamento de Servicios de las Corporaciones Locales
(4)
regula en su título primero la intervención administrativa en la actividad
privada. Esta Orden de ejecución; mediante la cual se requiere al destinatario
para la realización de determinada actividad, por ejemplo las obras necesarias
para mantener una edificación en adecuado estado de conservación.
La falta de constancia de la existencia de orden de ejecución supone la nulidad
de cualquier ejecución subsidiaria así como del resarcimiento de su coste,
dando lugar a un supuesto de actuación administrativa por vía de hecho, con la
consecuente posibilidad de intimar el cese de las obras y la interposición del
correspondiente recurso contencioso-administrativo (5).
Como en todo procedimiento administrativo, los presupuestos en cuya virtud
debe dictarse la correspondiente resolución administrativa, ya sea la orden de
ejecución o el acuerdo de ejecución subsidiaria, deben ser comprobados
mediante el desarrollo de las correspondientes actuaciones de instrucción entre
las cuales figuran los informes de servicios técnicos relativos a los daños del
objeto del expediente y al cumplimiento o incumplimiento de lo ordenado.
La genérica presunción de veracidad que contiene la LRJ (6) debe completarse
con la jurisprudencia que ha declarado que en caso de disconformidad sobre los
hechos tendrá prevalencia lo recogido en los informes técnicos de la
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Administración, dado que se presume su imparcialidad, ponderación y
objetividad, lo cual no debe entenderse de manera absoluta o indiscriminada,
toda vez que dicha prevalencia no excluye la posibilidad de que puedan ser
judicialmente valorados y ponderados los mismos, llegando a conclusiones
diferentes a la vista de otros informes ajenos a los municipales con garantías de
imparcialidad. Este tipo de informes previos deben contener los datos precisos
que justifiquen la orden de ejecución, así como la determinación, clara y precisa
de las actuaciones que se consideran necesarias a fin de que sean entendidas
por el interesado obligado. De igual modo, la constatación del incumplimiento
de lo ordenado debe ser acreditada mediante informes técnicos municipales, y
gozan de la misma presunción de veracidad a la que nos hemos referido
anteriormente (7).
La resolución debe expresar con claridad el contenido del mandato teniendo en
cuenta que las declaraciones genéricas de obligación (8) que contiene a veces la
legislación especial constituyen más bien un presupuesto mediato de la
actuación administrativa; sin embargo cuando se constata el incumplimiento
genérico del deber, la Administración está obligada a precisar y detallar,
detalladamente, en qué aspectos concretos afecta el incumplimiento, así como
la forma de restablecer el orden perturbado por el mismo (9). Si la orden de la
administración no tiene suficiente determinación no constituirá un mandato
válido ni, en consecuencia, podrá estimarse su incumplimiento ni, por supuesto,
ser susceptible de ejecución subsidiaria (10). Hay que entender que entenderá
que tiene suficiente determinación si al menos detalla o precisa las deficiencias
que deben subsanarse, así en materia urbanística el Tribunal Supremo tiene
declarado que es válido ordenar la ejecución de obras de manera indeterminada
siempre y cuando se detallen los desperfectos que deben subsanarse (11).
Por otra parte las resoluciones administrativas deben interpretarse de acuerdo
con el sentido de sus términos y con su contexto, además el destinatario del
mandato administrativo no puede excusar su desobediencia alegando la
imprecisión de la orden si, teniendo conocimiento de ella, pudo solicitar
aclaración sobre los aspectos dudosos y no lo hizo, a este respecto el Tribunal
Supremo ha declarado que la consideración de invalidez de mandatos
insuficientes o genéricos debe ser confrontada con la entidad de la obra (12). La
alegación de imprecisión de la orden de ejecución suele ser utilizada con
frecuencia para impugnar el acuerdo de ejecución subsidiaria.
□ PLAZO DE CUMPLIMIENTO
En la resolución debe concederse al interesado un plazo razonable (13) para
cumplimiento de lo ordenado, pues éste no puede quedar indefinidamente al
arbitrio de ninguna de las dos partes en el procedimiento, Administración ni
ciudadano; e igualmente es evidente que el plazo que se establezca debe de ser
razonable, con ponderación y valoración de las características concurrentes en
el caso: tanto en lo que se ordena (su entidad, dificultad o complicación), como
en las circunstancias de la orden (su trascendencia; la mayor o menor
urgencia; el peligro en la demora; la posibilidad de causar daños a terceros,
etc.).
Ante la invocación de la existencia de infracción del ordenamiento jurídico
puesto que se había concedido un plazo de 48 horas para iniciar las obras, pero
no se indicaba el término o plazo final para la ejecución de las mismas, el
Tribunal Supremo, aceptando los razonamientos de la Audiencia Territorial de
Madrid, en sentencia de 26 de junio de 1991.
La apreciación de la razonabilidad del plazo constituye una cuestión a
determinar a través de las pruebas correspondientes (informes periciales, etc.),
y siempre estará sujeto a la libre apreciación del Tribunal. Así, por ejemplo, el
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Tribunal Supremo, en sentencia de 9 de octubre de 2002 consideró bastante el
plazo conferido por la Administración municipal para la ejecución de obras en
un muro de contención entre unos edificios, que había sufrido una flexión, cuya
corrección debía realizarse. La valoración de la razonabilidad del plazo queda
condicionada a la aportación de informes periciales y es resuelta en última
instancia por el órgano jurisdiccional.
□ NOTIFICACIÓN Y REQUERIMIENTO PERSONAL
La resolución dictada por el órgano administrativo en virtud de la cual se ordene
la realización de un acto de ejecución material deberá ser notificada al
particular interesado; es decir, se anuda la eficacia del acto material de
mandato a la notificación del mismo, tal y como establece la propia Ley
procesal administrativa en su art. 57.2 lo cual es evidente toda vez que sólo
una vez comunicada la orden cabe que el destinatario de la misma conozca su
existencia y adopte la decisión: acatar su contenido y realizar lo ordenado o
bien desobedecer el mandato (14). La Administración debe intimar o apercibir al
destinatario de la orden, advirtiéndole de que en caso de incumplimiento tendrá
lugar la ejecución forzosa (15). En caso de falta de notificación del acto
administrativo y en tanto tal comunicación no se produzca, la resolución será
eficaz, y la actuaciones para ejecutarla de forma subsidiaria serán nulas por
situar al interesado en una posición de indefensión, sin perjuicio de su
calificación como vía de hecho (16). La Jurisprudencia ha exigido reiteradamente
en la necesidad de notificación personal, valorando incluso la necesidad de la
actividad indagatoria que debe realizar la Administración Municipal; la sentencia
del Tribunal Supremo de 17 de diciembre de 1996.
En ocasiones la actividad investigadora resulta obstruida o perjudicada por
actuaciones de terceros: en un caso en el que todas las notificaciones, hasta el
requerimiento cautelar de ingreso fueron hechas al esposo de la propietaria de
la finca objeto de la ejecución, se tuvo en consideración por el Tribual que aquél
había venido actuando como casero y el mismo manifestó conocer la
problemática del asunto, tanto como para intervenir en el procedimiento
administrativo presentando alegaciones o utilizando la vía de recurso.
Es frecuente que quien actúa mediante representante no se dé por aludido
cuando se requiere el resarcimiento de los gastos causados; el Tribunal
Supremo ha declarado que una alegación semejante es improcedente (17). La
falta de conocimiento de la existencia del procedimiento administrativo,
alegando indefensión y falta de audiencia del propietario, con objeto de eludir el
pago en contratos de compraventa en que el propietario incumplidor incluye
cláusulas derivando la obligación de pago de las obras a la parte compradora, lo
cual demuestra el conocimiento de la existencia de las obras y hace
improcedente la alegación de indefensión o falta de notificación. El
requerimiento para la realización de obras debe dirigirse a la Comunidad de
Propietarios, sin distinguir entre propietarios ni la cuota de propiedad de los
mismos en el total del edificio.
□ INTERESADOS DIFERENTES
Cuando existen otros intereses respecto de la edificación distintos de los del
propietario como los de inquilinos, ocupantes, precaristas, etc., no supone la
atribución a éstos de la condición de destinatarios de la orden de ejecución ni
deudores de su notificación. Como tiene declarado el Tribunal Supremo, la falta
de citación de un inquilino de la finca en el procedimiento de ejecución de obras
no predice indefensión al propietario del inmueble; y añade que a éste no
corresponde —en todo caso— alegar la que se hubiera podido causar al
inquilino de cuya citación se prescindió y para el cual, además, fueron
favorables las decisiones administrativa y judicial. Por otra parte, se señala por
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el Tribunal que la citación a los inquilinos era obligación de la propietaria a
tenor de lo establecido en el art. 19 del Reglamento de Disciplina Urbanística
(18)
.
□ DOCTRINA DE LOS ACTOS PROPIOS
Sin despreciar la fundamental importancia del previo requerimiento al obligado
y su notificación, debe hacerse mención a la práctica de una solicitud del
interesado afectado ante la actuación administrativa, cuya personalidad suele
coincidir, casi sin excepción, con la de una Comunidad de Propietarios. Es
conocida por todos lo dificultosa que puede llegar a ser la tarea de hacer
coincidir las voluntades de los comuneros para la adopción de un acuerdo válido
en el ámbito de la propiedad de casas por pisos; más aún cuando los acuerdos
consisten en la realización de obras que suponen fuertes desembolsos
económicos, además de considerables molestias. En estos casos, la experiencia
demuestra que el incumplimiento de las órdenes de ejecución viene
determinada por la resistencia de algunos comuneros o la falta de medios
económicos para afrontar la contratación de los trabajos. En tales ocasiones es
frecuente que por los órganos de gobierno de la Comunidad de Propietarios se
consienta o incluso se solicite expresamente que las obras se acometan por la
Administración Municipal, «siendo por su cuenta los gastos que ello origine».
Pues bien; la Jurisprudencia viene desestimando las alegaciones de falta o
vulneración del procedimiento cuando el particular ha conseguido la realización
de obras, realizadas a su vista, o incluso solicitadas por el mismo, aplicando la
doctrina de los actos propios e indicando que, si así se asumió, no se puede
alegar posteriormente la vulneración del procedimiento (19).
□ AUDIENCIA AL INTERESADO
El trámite de audiencia al interesado se contempla específicamente en el art. 84
LRJPAC, además de la mención genérica a la posibilidad de la formulación de
alegaciones que contiene el art. 79 del mismo cuerpo legal. El art. 84 LRJPAC
prescribe la puesta de manifiesto del expediente al interesado o su
representante una vez instruido el procedimiento e inmediatamente antes de la
redacción de la propuesta de resolución. La sanción que prevé la LRI para las
resoluciones que se dicten prescindiendo del ofrecimiento de audiencia al
interesado es la anulabilidad cuando produzca indefensión (20). No hay que
olvidar que la propia Constitución establece (21) que la ley reguladora del
procedimiento a través del cual deben producirse los actos administrativos
garantizará, cuando proceda, la audiencia del interesado. El trámite de
audiencia tiene, pues, una importancia vital en el procedimiento administrativo
reconocida constitucionalmente, aunque, como ha señalado el Tribunal
Constitucional, la falta de audiencia del perjudicado no constituye una infracción
susceptible de amparo, especificando que las faltas de audiencia en vía
administrativa han de ser revisadas y corregidas por la jurisdicción sin que
tengan en línea de principio, como tales, dimensión constitucional (22). No
obstante, no todos los actos dictados prescindiendo del trámite de audiencia
deben ser considerados, automáticamente nulos, puesto que el mismo precepto
dispone (23) que la falta de audiencia haya producido la indefensión del
interesado, de este modo lo ha declarado el Tribunal Supremo, que valora el
incumplimiento de este trámite en función de que haya resultado, o no,
indefensión; considerando que no existe indefensión cuando conste que el
interesado ha tenido conocimiento del procedimiento, por ejemplo por su
intervención en otros trámites relacionados, como, por ejemplo, la interposición
de recursos.
Tanto en el trámite de audiencia como en vía de recurso administrativo y
jurisdiccional las alegaciones consistentes en la cita de preceptos legales
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relativos a procedimientos sancionadores constituyen argumentación que
carecen de aplicación en estos casos toda vez que el procedimiento
administrativo que desemboca en una ejecución subsidiaria no tiene naturaleza
sancionadora. A este respecto las alegaciones más frecuentes suelen consistir
en la atribución de responsabilidad por daños a terceros ajenos a la propiedad
del inmueble; falta de medios económicos; impedimentos físicos o legales para
realizar las obras o bien oposición de los inquilinos.
Con respecto a los perjuicios ocasionados por terceros, el interesado obligado
debe realizar las actuaciones ordenadas por la Administración. En el caso de
obras el sujeto pasivo de la ejecución subsidiaria y de la obligación de satisfacer
el coste de la misma es, por determinación legal, el propietario del inmueble
objeto del expediente. A tal efecto, es absolutamente indiferente quién fuera el
causante del deterioro o de los daños que determinan la incoación del
correspondiente procedimiento; también es impertinente cualquier alegación
sobre la buena o mala fe del causante de los daños o acerca de los hechos que
provocaron el menoscabo. El Tribunal Supremo, en doctrina reiterada, viene
manifestándose en el sentido de que la responsabilidad municipal queda
satisfecha con la exigencia a los titulares dominicales de que mantengan su
propiedad en un estado adecuado (24). La cuestión de los daños causados por
terceros ha sido examinada por el Tribunal Supremo en varias ocasiones, en
una de ellas en el que lo ordenado era eliminar los cultivos y la limpieza de un
terreno baldío propiedad del recurrente que había sido ocupado sin título
alguno, por un número indeterminado de personas, que lo fueron dedicando al
cultivo de legumbres y hortalizas con sistemas de aprovechamiento de aguas
fluviales y residuales para riego, procediendo, asimismo, a la edificación de
casetas para la guarda de aperos de cultivo, y a la instalación de vallas
delimitadoras de parcelas, lo cual era constitutivo de infracción de las normas
urbanísticas (25).
Las alegaciones relativas a la falta de medios económicos para afrontar la
realización de las obras constituyen con frecuencia una de las alegaciones con
las que los interesados excusan su actitud reticente a la realización de las obras
ordenadas ante la Administración Municipal en primer lugar y, posteriormente,
ante los Tribunales de la Jurisdicción Contencioso-administrativa, obviamente
con escaso éxito; aunque en algunas ocasiones tal falta de medios económicos
responde a la realidad, es evidente que la seguridad de las personas y los
bienes no puede subordinarse a la disponibilidad económica de los propietarios
de los inmuebles; las órdenes de ejecución de obras tienen como objeto la
defensa de intereses públicos que deben considerarse en todo caso por encima
de los privados (26).
Cuando este tipo de alegaciones sean formuladas por otras Administraciones o
entidades del sector público, alegando falta de partida presupuestaria para
afrontar los gastos, hay que señalar que esta excusa es inadmisible dada la
posibilidad de solucionarlo a través de modificaciones presupuestarias.
En otras ocasiones, los propietarios esconden su renuencia a la realización de
las obras, o a la continuación de las ya iniciadas, tras la oposición o las
dificultades de desalojo de inquilinos del inmueble que sea objeto del
procedimiento. Estas alegaciones son improcedentes, por que en caso de
oposición entre el interés público y las dificultades del propietario prevalece el
primero. Por otra parte, y en los casos de obras, aunque la incomodidad del
abandono de su residencia y la suspicacia de los arrendatario puede llevarles a
obstinarse en la oposición al desalojo, también lo es que la aparente intensidad
de la resistencia que, al parecer del propietario se presenta como un obstáculo
insalvable para la realización de lo ordenado, desaparece cuando las obras se
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ejecutan subsidiariamente por la Administración (27).
Respecto a la vulneración del principio de igualdad fundada en el hecho de que
existen otros inmuebles en idéntico estado, desconociendo la máxima que
aclara que el derecho a la igualdad de trato sólo puede ser alegado dentro de la
legalidad, como ha declarado el Tribunal Constitucional. El derecho a la igualdad
consagrado en el artículo 14 de la Constitución lo es en la ley, pero no fuera de
ella, por lo que no puede entenderse infringido, como tal derecho subjetivo
susceptible de amparo, cuando la legalidad ordinaria no se deriva un derecho
del recurrente a obtener determinado trato o unas determinadas prestaciones
públicas (28).
Para disculpar la desatención a los requerimientos de la Administración o las
demoras en su cumplimiento también suelen alegarse diferencias con los
empleados públicos técnicos de las obras, la existencia de procedimientos
judiciales con las empresas contratadas, las cuales —si bien en ocasiones no
son meras excusas— tampoco son apreciadas por los Tribunales como
obstáculos para el cumplimiento de las órdenes o requerimientos.
Las dificultades para encontrar una empresa constructora o las negativas a
realizar ciertas obras también se utilizan para justificar retrasos en el
cumplimiento de los requerimientos de la Administración. La situación inestable
del inmueble también puede ser alegada para justificar incumplimiento de
requerimientos administrativos; así, por ejemplo, se ha alegado que la orden
municipal consistente en la demolición de un edificio manteniendo su fachada
era de extrema dificultad, por el riesgo que suponía de causar daños o destruir
el inmueble colindante; sin embargo, realizadas las obras subsidiariamente por
la Administración.
Si bien las cuestiones concernientes a los problemas de determinación de la
propiedad del inmueble objeto del procedimiento han sido ya objeto de análisis,
también constituyen una fuente inagotable de objeciones al cumplimiento de las
órdenes de ejecución.
Los motivos de oposición que se emplean contra las resoluciones
administrativas que ordenan la realización de obras, es decir, contra las
órdenes de ejecución, son reproducidos o utilizados con mayor ahínco, si cabe,
cuando llega el momento de satisfacer el importe de los gastos ocasionados por
la ejecución subsidiaria, por lo que todo lo expuesto debe tenerse en cuenta a
los efectos de la impugnación de las correspondientes liquidaciones. Valga como
muestra de la importancia que tiene el procedimiento previo para asegurar el
ingreso del coste de la ejecución subsidiaria, un asunto concreto en que la
cuestión de la forma en que se realizó la ejecución subsidiaria fue planteado a
raíz de la reclamación de gastos ocasionados: la recurrente había mostrado su
intención de asumir la continuación de las obras en ejecución sustitutoria,
incumpliendo posteriormente su compromiso que había expresado a la
Administración, por lo cual aquellas se reanudaron en vía subsidiaria. Al
requerirse de pago, la interesada alegó que las obras realizadas por la
Administración también habían sufrido un retraso; pero esta alegación no se
admitió por el Tribunal por cuanto que la finca había sido objeto de precinto por
el Juzgado de Instrucción correspondiente por otras razones de salubridad
pública (29).
Los acuerdos relativos al incumplimiento del deber de conservación de los
inmuebles, sean órdenes de ejecución o acuerdos de ejecución subsidiaria, no
pueden ser objeto de inscripción en el Registro de la Propiedad. Por su parte, el
Real Decreto 1093/1997, de 4 de julio, por el que se establecieron las normas
complementarias al Reglamento para la ejecución de la Ley Hipotecaria sobre
inscripción en el Registro de la Propiedad de actos de naturaleza urbanística
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tampoco hace referencia a esta materia, únicamente hace referencia a la
anotación preventiva —en todo caso, potestativa— de incoación de expedientes
de disciplina urbanística (30).
□ EL INCUMPLIMIENTO Y SU CONSTATACIÓN
La resolución previa viene constituida, generalmente, por la orden de ejecución,
a través de la cual se requiere al destinatario para que lleve a cabo
determinadas actuaciones o trabajos, sean éstos relativos a una conservación
por razones de seguridad, salubridad y ornato o bien de demolición o
reconstrucción porque se trate de obras no amparadas por licencia urbanística.
Por ello, las órdenes de ejecución constituyen el presupuesto previo y necesario
para la incoación de un procedimiento que culmine en ejecución subsidiaria;
ahora bien: el inicio del procedimiento queda pendiente de la voluntad del
destinatario de la orden, de manera que su total cumplimiento de modo
voluntario concluye con el archivo de actuaciones.
El cumplimiento de la orden de ejecución debe ser probado por la persona
obligada a realizar la actividad objeto de aquélla; para lo cual no es suficiente
con la simple manifestación de haber efectuado dicha actividad. Por ejemplo
cuando se trate de obras que requieran la existencia de una dirección
facultativa, la «prueba se realizará mediante la aportación de certificado técnico
que demuestre su realización efectiva; en caso contrario, se puede acreditar
mediante la presentación de las facturas o pagos realizados, fotografías o de
cualquier otro medio por el que se pueda dejar constancia del cumplimiento, sin
perjuicio de su comprobación por la Administración municipal.
Por su parte, el incumplimiento de la orden de ejecución debe ser acreditado en
el expediente administrativo por medio de informes técnicos evacuados, en su
caso, previa la correspondiente visita de inspección. No es procedente suponer
que la orden va a incumplirse o presumir la resistencia del propietario, ni
siquiera por razón de que se haya interpuesto recurso administrativo contra la
misma (31).
Sin embargo, el incumplimiento, aún el parcial, da lugar al inicio de actuaciones
por parte de la Administración, hasta completar la actividad exigida.
□ LA EJECUCIÓN SUBSIDIARIA NO ES MEDIDA DE SANCIÓN
Finalmente cabe hacer referencia al mismo, puesto que tradicionalmente han
venido siendo íntimamente relacionados por la normativa, la doctrina y la
jurisprudencia. En efecto, recordemos como el Reglamento de Disciplina
Urbanística (32) establecía que transcurrido el plazo concedido sin que se
hubiesen ejecutado las obras ordenadas, se procedería a la incoación del
expediente sancionador, con imposición de multa, en cuya resolución, además,
se requeriría de nuevo a los propietarios a la ejecución de la orden, que, de no
cumplirse, se llevaría a cabo en ejecución subsidiaria (33). Sobre la base de lo
establecido en aquel precepto se ha venido manteniendo el criterio de la
necesidad de la incoación de procedimiento sancionador y la imposición de la
multa como requisitos para abordar la ejecución subsidiaria de las obras
ordenadas (34). No obstante, dicha previsión resulta incongruente con los
objetivos que justifican la potestad de ejecución forzosa, vinculando
artificialmente la protección de personas y bienes a la necesaria incoación y
resolución de un expediente sancionador, que por su especial naturaleza
requiere de una detallada e ineludible relación de trámites y, por tanto, de un
tiempo que puede ser incompatible con la urgencia de la realización de las
obras; lo cual en los casos en que no se conoce la identidad del propietario del
inmueble o construcción objeto del procedimiento, lo cual no es un supuesto
tan extraordinario.
La redacción de algunas normas autonómicas en materia urbanística permite
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deducir que la previa tramitación del procedimiento sancionador no es un
requisito necesario para proceder a la ejecución subsidiaria en caso de
incumplimiento de lo ordenado, por ejemplo la Ley del Suelo de la Comunidad
de Madrid establece que la imposición de sanciones no es más que una
alternativa a la ejecución subsidiaria, compatible con la misma pero no
imprescindible (35). De todos modos, hay que insistir en que la ejecución
subsidiaria no constituye una medida sancionadora y por lo tanto no le es de
aplicación el régimen de requisitos y garantías que reexige en el procedimiento
sancionador.
(1) Artículo 93.1 LRJ.Ver texto
(2) Por ejemplo el estado deficiente de un inmueble urbano.Ver texto
(3) Artículo 84.1 de la Ley 7/1985, de 2 de abril, Reguladora de las Bases de
Régimen Local (LRBRL).Ver texto
(4) Aprobado por Decreto de 17 de junio de 1955.Ver texto
(5) Artículos 25 y 30 de la Ley 29/1998, de 13 de julio, Reguladora de la
Jurisdicción Contencioso-administrativa (LJCA).Ver texto
(6) Artículo 137 LRJ.Ver texto
(7) STSJ Madrid 13.7.2000.Ver texto
(8) Por ejemplo de mantener en buenas condiciones de conservación, higiene y
salubridad un edificio.Ver texto
(9) SSTS. 12.9.1997, 9.2.1998,3.3.1998 y 28.9.1998.Ver texto
(10) STS. 31.7.1989, 21.11.1996 y 8.11.2001.Ver texto
(11) STS 20.7.1987.Ver texto
(12) STS 9.10.2002.Ver texto
(13) Plazo razonable en función de la ponderación de circunstancias: urgencia,
peligro, demora, etc.; ver SSTS 21.11.1996 y 27.12.1998.Ver texto
(14) Artículo 93 LRJ.Ver texto
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(15) En caso de orden de ejecución consistente en la realización o paralización
de obras, el medio de ejecución forzosa debe ser el que establece la LRJ en los
artículos 96.b) y 98.1 de la LRJPAC por tratarse de actos que, al no tener
carácter de personalísimos, pueden ser realizados por persona distinta al
obligado.Ver texto
(16) Ver SSTS 14.11.1996 y 27.12.1998.Ver texto
(17) STS 19.5.1986.Ver texto
(18) STS 24.6.1985.Ver texto
(19) STS 28.5.2001.Ver texto
(20) Artículo 63 LRJ.Ver texto
(21) Artículo 105 CE.Ver texto
(22) SSTC 175/1987 y 42/1989.Ver texto
(23) Al igual que para todos los defectos de forma.Ver texto
(24) STS 5.2.1992.Ver texto
(25) STS 9.12.1985.Ver texto
(26) SSTS 21.2.1984 y 8.4.1987.Ver texto
(27) STS 16.6.1997.Ver texto
(28) STC 43/1982.Ver texto
(29) STSJ Madrid 28.2.2002.Ver texto
(30) En su artículo 56.Ver texto
(31) STS 14.1998.Ver texto
(32) Aprobado por Real Decreto 2187/1978.Ver texto
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(33) Artículo 10.Ver texto
(34) Ver STS 3.5.1989.Ver texto
(35) Artículo 170.2.Ver texto
Revistas especializadas
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