El Reino de Dios Dr. Alex Alvarado Temas Básicos: Definición. Imágenes del Reino, Las promesas. El misterio del Reino. Revelación del Reino. Teología del Reino. El Evangelio del Reino. El Rey. Los súbditos. La cultura del Reino. El Reino Escondido. Irrupción (Intervenciones) del Reino. Parábolas del Reino. El estilo de vida del Reino. La Ética del Reino. El Reino, Israel y la Iglesia. Las evidencias del Reino. El conflicto entre reinos. La adoración en el Reino. La venida del Reino. Teología del Reino Importancia de conocer el Reino de Dios. El conocimiento del Reino es el factor de revelación que más afecta toda nuestra vida: Determina la calidad de todo lo que somos y hacemos: la clase de persona que somos, la clase de líder que somos, la clase de padre y madre que somos, la clase de adorador, la calidad de las oraciones que hacemos, la calidad del compromiso, la forma de vivir y en la forma de ministrar. El conocimiento del reino afecta el entendimiento del ministerio del Espíritu Santo, de la sanidad y de la guerra espiritual e influye en la relación personal con el Espíritu Santo. ¿Qué es el Reino de Dios? Es un concepto bíblico muy complejo. Jesús nunca dio una definición. Juan el Bautista predicó del Reino. Jesús enseñó del Reino. Los discípulos predicaron el Reino. Se necesita revelación para entenderlo. Es necesario descubrirlo. Implica: Gobierno, autoridad, soberanía, señorío, dominio. Majestad. Poder. Carácter del Reino: Universal. Eterno. Inconmovible, Justicia, paz, Providencial. Redentivo, Colectivo y personal. Manifiesto y escondido. Presente y futuro. Universal. Diversas Interpretaciones. Debido a lo difícil del tema, a través de la historia han surgido diferentes interpretaciones. Por ejemplo: 1. El Reino es una realidad meramente apocalíptica, 2. El reino y la iglesia son lo mismo, 3. El reino de Dios es un ideal social. El Contexto Bíblico nos presenta varias facetas: a. Romanos 14:17. Mateo 12:28. El reino de Dios es una realidad presente e interna para los redimidos. b. Mateo 25:34. El reino es una herencia que Dios legará a su pueblo cuando Cristo venga. Es una bendición futura. 1 Corintios 15:50 c. Colosenses 1:13. El reino es una realidad en aquellos seguidores de Cristo que han entrado en el reino. Los redimidos ya están en el reino de Dios. d. 2 Pedro 1:11. Mateo 8:11. El reino de Dios es una realidad futura. Este futuro ha de venir acompañado de grande gloria. Mateo 13:41,43. e. Lucas 17:20,21. El reino ya está presente. f. Lucas 13:18-21. Las parábolas del reino enseñan que el reino está presente y actúa en el mundo. g. Juan 18:36. El reino no es de este mundo. h. Juan 3:3. Puede experimentarse sólo por medio del nuevo nacimiento. i. Mateo 6:33. Debemos buscar el reino. La enseñanza del Antiguo Testamento se puede resumir en dos declaraciones: El Señor es rey El señor será rey En el Nuevo Testamento: El reino de Dios vendrá El reino de Dios ha venido El reino de Dios viene inmediatamente El reino de Dios tardará Términos Bíblicos: AT: malkuth (El reinado de Dios) NT: Basilea (El gobierno de Dios, Señorío de Cristo) El Misterio del Reino. La pregunta de Juan el Bautista: “Señor, eres tú aquel que había de venir, o esperaremos a otro”. Mateo 11:3. La pregunta de los ex -discípulos de Juan: “Restaurarás el reino ahora” Hechos 1:6 El mensaje de A.T. Se resume en el libro de Daniel en el sueño del rey Nabucodonosor. En la visión del rey una gran imagen tenía cabeza de oro, pecho de plata, muslos de bronce, las piernas de hierro y los pies de hierro y barro. La estatua que representa los reinos humanos. Una piedra, no cortada por manos humanas, golpea la imagen en los pies, los destruye y sustituye el reinado de Dios. El reino injusto de los hombres es sustituido por el reinado justo del Señor. Vendría el Mesías y con poder instauraría un tiempo de prosperidad, justicia, paz, orden, armonía etc. El reino de David era el prototipo. Juan predicaba: o reciben el fuego del Espíritu o el fuego del juicio, porque ya viene el Señor a reinar y estos impíos romanos le tendrán que entregar el poder. Arrepentíos y bautícese. En la cárcel analiza el ministerio de Jesús. Jesús no estaba actuando como el Mesías que el mismo Juan había anunciado. No confronta el reino de los hombres sino el de Satanás. No desafía las estructuras de poder sino que sana enfermos. Perdona pecadores. No parece inminente la derrota del gobierno humano. Demasiado espiritual. Poco político. “¿Será ese el Mesías Rey prometido? No se parece mucho a David. El Espíritu me indicó que predicara que el reino ya venía y me puse a bautizar para que la gente entrara al nuevo orden y no veo nada”. Juan pregunta, los discípulos preguntan. Nadie entendía el plan de Dios en forma precisa. Era un misterio. En Marcos 4 y Mateo 13 encontramos un conjunto de parábolas llamadas las parábolas del reino. Una parábola es un relato tomado de la experiencia diaria de la gente y que tiene el propósito de ilustrar la verdad central del mensaje de Cristo. A esa verdad central se le llama “el misterio” del reino. Las parábolas explican el misterio del reino, una nueva verdad acerca del reino que no había sido revelada en el A.T., pero que al fin se manifiesta en el ministerio de terrenal de Jesús. Mateo 13:10,11. Un “misterio” en el sentido bíblico no es algo misterioso, profundo, oscuro, complicado, o difícil. Es diferente a uso que le dan las religiones de misterio. En Romanos 16:25-26. Se explica el concepto. Esta es la idea: algo que Dios ha tenido en secreto a través de tiempos eternos, pero que ahora ha sido revelado. El propósito divino que Dios ha concebido desde la eternidad, pero que ha mantenido oculto a los hombres. Definición: un misterio en un propósito divino, escondido en los secretos de Dios por épocas prolongadas, pero que finalmente se descubre en una nueva revelación de la obra redentora de Dios. Mateo 11:1-15, 25-27 1Corintios 2:6-8; 4:1 Efesios 1:9; 3:3-5,9, Colosenses 1:26 Daniel 12: 4,9; Apocalipsis 10:7. Jesús contestó: “Bienaventurado el que no halle tropiezo en mí”. Lo que Jesús quería decir es esto: “Si, el reino de Dios está aquí. Pero es un misterio, una nueva revelación acera del reino. El reino de Dios está aquí; pero en lugar de destruir la soberanía humana, ha atacado la soberanía de Satanás. El reino de Dios está aquí, pero en lugar de introducir cambios en las cosas externas en el orden político, está realizando cambios en el orden espiritual, en las vidas de hombres y mujeres. “ Este es el misterio del Reino de Dios, la verdad que ahora Dios revela por primera vez en su relato redentor. El reino de Dios ha de obrar entre los hombres en dos etapas distintas. El reino que “está” todavía por venir en la forma profetizada pro Daniel cuando toda soberanía humana será desplazada por la soberanía de Dios. El mundo aún contempla la venida del reino con pode. Pero el misterio, la nueva revelación, es que este reino de Dios ha venido a obrar entre los hombres, pero en una forma totalmente no esperada. No está destruyendo el gobierno de los humanos; está suprimiendo el pecado de la tierra; está ahora comenzando a traer el bautismo de fuego que Juan había anunciado. Había venido quieta, discreta, secretamente. Puede obrar entre los hombres y jamás ser reconocido por multitudes. En el dominio espiritual, el reino ahora ofrece a los hombres las bendiciones del gobierno de Dios, liberándolos del poder de Satanás y del pecado. El reino de Dios es un ofrecimiento, un regalo que puede ser aceptado o rechazado. El reino está ahora aquí con persuasión más que con poder. Cada una de las parábolas de Mateo 13, ilustra este misterio del reino: que el reino de Dios, todavía está por venir en poder y gran gloria. Está realmente presente entre los hombres por anticipado en una inesperada forma de traer a los hombres durante el presente siglo malo, las bendiciones del siglo venidero. La primera parábola de Mateo 13 es la de las cuatro clases de terrenos. El sembrador salió a sembrar. Conforme esparcía la semilla, unas cayeron sobre el camino que cruzaba el campo. Esta semilla no echó raíces, sino que estando allí expuesta, pronto la recogieron los pájaros. Otra semilla cayó entre piedras, en surcos que estaban sobre pedregales que tenían poca tierra debajo. Esta semilla germinó pronto y comenzó a crecer; pero cuando vino el tiempo caluroso, el suelo se secó rápidamente y los brotes perecieron pues no disponían de suficiente profundidad de terreno para conservar la humedad en tiempo caluroso. Aun otras semillas cayeron en lugares llenos de espinas, estas semillas germinaron, pero las espigas también llegaron a la madurez. Algunas semillas cayeron en tierra buena, profunda y limpia donde pudieron alcanzar su desarrollo y la madurez y producir una cosecha. El misterio del reino de Dios es esto: el reino de Dios está aquí, pero no con poder irresistible. El reino de Dios ha venido, pero no como una piedra que demuele la imagen convirtiéndola en polvo. No está ahora mismo destruyendo la impiedad. Todo lo contrario, es como un sembrador. No, no se impone por sí mismo sobre los hombres. Algunos, como la buena tierra, lo reciben; pero hay muchos otros que no lo reciben. Algunos oyen la palabra del reino, pero jamás ésta entra en sus corazones, Oyen el evangelio del reino pero no comprenden la verdad que escuchan. Satanás viene y arrebata la simiente. La semilla no echa raíces, no produce vida. Otras son superficiales. Oyen la palabra del reino y parece que la recibe; responden a ella. Dan apariencia de vida, pero no tiene profundidad. Quizá lo intelectual o emocional ha sido conmovido, pero la voluntad no ha sido cambiada. No tienen vida verdadera. Cuando surgen los problemas, cuando encuentran que recibir el evangelio del reino no los libera del mal, cuando afrontan persecución y perversidad, por haber recibido el mensaje del reino ésta se marchita y muere, porque no hay en ellos vida. Su profesión de fe es espúrea. Aun hay otros como las semillas en terreno espinoso. Al parecer reciben la palabra del reino, parecen creer y dan señales de vida. Pero no están preparados para aceptar la humilde forma del reino de Dios. Pero al afán de este siglo y el amor por las riquezas, la ambición, la ostentación, la presión para que se conformen a este siglo en que viven todavía, ahoga la palabra y se convierten en estériles. Este es el misterio del reino: Que el reino de Dios ha llegado a los hombres y “todavía pueden los hombres rechazarlo”. El reino no tendrá triunfo uniforme. No todos lo recibirán. Esto era algo impreciso para quien sólo conocía el Antiguo Testamento. Cuando el reino de Dios venga, vendrá con “poder”. ¿Quién podrá resistirlo? ¿Quién podrá resistir a Dios? Pero precisamente éste es el misterio del reino. El reino está cerca, pero puede ser rechazado. Un día ciertamente Dios manifestará Su majestuoso poder para purgar la tierra de perversidad, pecado y maldad; pero la voluntad de Dios no los obliga a inclinarse ante él. Los hombres deben recibirlo; la respuesta debe venir de un corazón voluntario y de una sumisa voluntad. Dios todavía está tratando con nosotros de esta misma manera. Dios no te empujará dentro de Su reino. El negocio de los llamados al ministerio de la palabra no está en hablar en forma autoritaria y compulsiva. Hablamos como emisarios de Dios, pero imploramos y no exigimos, persuadimos y no empujamos. Imploramos a los hombres para que abran sus corazones para que la palabra de Su reino pueda dar frutos en sus vidas. Pero el hombre puede rechazarla. Los hombres pueden desperdiciar el evangelio del reino. Pueden desdeñar al predicador de la palabra; y resultar ésa impotente. El reino de Dios verdaderamente está cerca pero en forma distinta de cómo jamás había sido previsto. Lo importante es que a pesar de que es como una semilla diminuta, aún es el reino de Dios. Jesús dice: “No dejéis que su aparente insignificancia os engañe”. No os desaniméis. El tiempo vendrá cuando este mismo reino de Dios que actualmente está cerca en forma de pequeñísima semilla, será una hortaliza grande, tan grande que las aves de los cielos vendrán y harán nidos en sus ramas”. Sabemos por otras escrituras que el reino de Dios vendrá con majestuoso poder. El reino de Dios es un milagro. Es el acto de Dios. Es sobrenatural. Los hombres no pueden edificar el reino, no pueden erigirlo. El reino es el reino de Dios; es el gobierno de Dios, el dominio de Dios. Dios ha dado a los hombres el evangelio del reino. Es nuestra responsabilidad proclamar las buenas nuevas acerca del reino. Pero la verdadera obra del reino es la obra de Dios. El fruto no lo produce el esfuerzo ni la habilidad humana, sino la vida que posee el reino mismo. Es la proeza de Dios. Este es el misterio del reino: Antes del día de la cosecha, antes del fin de los tiempos, Dios ha entrado a formar parte de la historia en la persona de Cristo para obrar entre los hombres, para darles la vida y las bendiciones de su reino. Este llega humilde, modestamente. Llega a los hombres en la forma de un carpintero galileo que visitó las ciudades de la Palestina predicando el evangelio del reino, liberando a los hombres de su servidumbre al Diablo. Llega a los hombres cuando los discípulos recorren todas las aldeas de Galilea con el mismo mensaje. Llega a los hombres hoy conforme los discípulos de Jesús siguen predicando el evangelio del reino al mundo entero. Llega tranquila, humildemente, sin fuego del cielo, sin llamaradas de gloria, sin derretir las montañas ni partir los cielos. Llega como una semilla que se siembra en la tierra. Puede ser rechazado por los corazones endurecidos, puede ser ahogada, la vida que posee puede a veces parecer que se marchita y muere. Pero esa simiente “es” el reino de Dios. Trae el milagro de la vida divina entre los hombres. Introduce a los hombres al goce de las bendiciones del gobierno divino. Es para ellos la obra sobrenatural de la gracia de Dios. Y este mimo reino, el mismo poder sobrenatural de Dios aún habrá de manifestarse por sí mismo al final de los tiempos, en esta ocasión no vendrá tranquilamente a través de las vidas de quienes lo reciban, sino en poder, y en gloria, purgando todo pecado y mal de la faz de la tierra. Ese es el evangelio del reino.