justicia y reparación para las mujeres víctimas del

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D O CUM E NTO S DE L DE PA RTA MEN TO D E CIEN CIA POLÍT IC A
JUSTICIA Y REPAR ACIÓN
PAR A L AS MUJERES VÍC TIMAS
DEL CONFLICTO ARMADO EN
COLOMBIA
R elator ía d el s emin a ri o
Septiembre de 2010
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contenido
PRIMER PANEL: PARTICIPACIÓN
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SEGUNDO PANEL: Discusión del IX informe sobre violencia
sociopolítica contra mujeres, jóvenes y niñas en Colombia
La violencia sexual en el contexto del conflicto armado
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8
TERCER PANEL: Judicialización de la violencia de género
9
CUARTO PANEL: REPARACIÓN 10
ANEXO. Programa
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En el marco de la tercera semana por la Memoria, el Departamento de Ciencia Política
de la Universidad de los Andes y el área de género del Grupo de Memoria Histórica de
la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación convocaron a organizaciones no
gubernamentales que trabajan por los derechos de las mujeres, organizaciones sociales de
mujeres, organizaciones de derechos humanos, y académicas y académicos interesados en
los procesos de construcción de paz desde la reparación de las mujeres víctimas del conflicto
a dialogar y reflexionar sobre la Justicia y la Reparación para las mujeres víctimas del conflicto
armado en Colombia el pasado 20 de septiembre en la Universidad de Andes.
El programa del evento puede consultarse en el anexo, en la página 12.
justicia y reparación para las mujeres
victimas del conflicto armado en colombia
iii semana por la memoria
R elato ría d el semin ario *
Las mujeres son víctimas de múltiples formas
de violencia en contextos de conflicto armado
colombiano. Esta violencia se superpone a una
previa, la que se sigue ejerciendo aún en tiempos
de paz y que tienen que ver con discriminaciones
fundadas en el género. En el marco del conflicto,
estas violencias de género adquieren una especificidad pues quienes las ejercen son organizaciones
armadas —hombres armados, en camuflado, que
portan insignias y operan en el marco de estrategias militares que buscan la derrota de los adversarios, el control de recursos para la guerra y la
conquista de territorios y gentes.
Las mujeres, en estos contextos, han sido
víctimas de distintas formas de violencia y en particular de una violencia sexual que abarca desde
violaciones, acoso sexual, desnudez forzada hasta
esclavitud sexual y aborto forzados. Además, el
impacto del conflicto armado sobre la vida de
hombres y mujeres víctimas tiene efectos diferenciados que son exacerbados por la discriminación de género. El desplazamiento forzado, por
ejemplo, afecta de forma desproporcionada a las
mujeres, quienes se ven obligadas a asumir la responsabilidad por la supervivencia de sus familias
* Esta relatoría fue elaborada por Ana María Montoya, estudiante de la Maestría de Ciencia Política, Universidad
de los Andes.
en condiciones de mayor vulnerabilidad que los
hombres.
A cinco años de la aprobación de la ley de
justicia y paz en el 2005 y el inicio de procesos de
negociación con los paramilitares, el área de género del Grupo de Memoria Histórica en asocio con
el Departamento de Ciencia Política y distintas
organizaciones comprometidas con la justicia de
género1, decidieron organizar en el marco de la
III Semana por la Memoria, un seminario que
permitiera hacer un balance de los procesos desencadenados hasta el momento, y ubicar los retos
y las falencias de las políticas hasta ahora implementadas. El seminario se organizó alrededor de
cuatro temas:
• la participación de las mujeres víctimas en
el diseño, evaluación e implementación de
políticas públicas;
1 En el evento participaron la Comisión Nacional de
Reparación y Reconciliación (CNRR), el Grupo de
Memoria Histórica, la GTZ-Profis, la Iniciativa de las
Mujeres Colombianas por la Paz, Dejusticia, el Centro
Regional de Derechos Humanos y Justicia de Género
(Humanas) y el Departamento de Ciencia Política de la
Universidad de los Andes. El evento contó con el apoyo
de la Embajada de la República Federal de Alemania y
el Reino de los Países Bajos.
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D O C UM E N TO S D E L D E PA RTA M E N TO D E C I E N C I A P O L Í TIC A
• la discusión del IX informe sobre violencia
sociopolítica contra mujeres, jóvenes y niñas en Colombia;
• la judicialización de la violencia de género
y los obstáculos para el acceso a la justicia;
• los avances y límites de la reparación a las
mujeres víctimas del conflicto armado.
PRIMER PANEL: PARTICIPACIÓN
La discusión del primer panel giró en torno a
dos experiencias de participación de las mujeres
víctimas en la reivindicación de sus derechos vulnerados por causa del conflicto armado, la Liga
de Mujeres Desplazadas y la Iniciativa de Mujeres
Colombianas por la Paz (IMP).
En primer lugar, los resultados preliminares
de la investigación adelantada por el CIJUS sobre
el estudio de caso de la Liga de Mujeres Desplazadas abrieron la discusión sobre la participación
de las mujeres víctimas del conflicto armado. La
investigación se sitúa en el campo de discusión
de la acción colectiva donde una de las corrientes teóricas plantea que los individuos se unen
a causas colectivas cuando, después de cálculos
estratégicos de costos-beneficios, su participación
promete ganancias que van a redundar en su bienestar personal. . En el caso bajo estudio, la Liga ha
sido exitosa porque ha logrado articular a través
de la organización, la obtención de un recurso
material de vital importancia para las mujeres
desplazadas —la propiedad de una casa— a un
proceso de empoderamiento de las mujeres desde
un discurso de derechos y reclamos de justicia de
género. Los espacios de reunión y socialización de
la Liga se han convertido en escuelas de liderazgo
femenino y divulgación de los derechos de las
mujeres. En otras palabras, la membrecía a la Liga
no sólo está motivada en distribución de bienes
sino también en el reconocimiento de identidades. Y es esa misma articulación la que la hace
tan exitosa. Concretamente, el caso de la Liga de
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Mujeres Desplazadas no sólo permitió entender
la participación como un medio para alcanzar un
recurso —vivienda propia— sino también como
una organización para la creación de identidades,
y en este caso en particular, para el empoderamiento de las mujeres.
A partir del trabajo de campo que incluyó
la elaboración participativa de encuestas de goce
efectivo de derechos, entrevistas a profundidad
con líderes y el acompañamiento a la Liga de
Mujeres fue posible llegar a las siguientes conclusiones preliminares. Primero, la organización es el
medio para acceder a recursos de la población desplazada a través de: canalización de donaciones,
capacitaciones, reclamos de derechos, solidaridad.
Con información y capacitación se logra el acceso
a los subsidios del estado para salud y vivienda y
se accede a recursos privados para lograr vivienda.
La membrecía de las mujeres a la organización les
permite ejercer el derecho a la igualdad dentro y
fuera de sus hogares, al punto de que se convierte
en una oportunidad para impugnar los roles de
género tradicionales. Por ejemplo las mujeres trabajen en la construcción de sus propias viviendas,
un oficio tradicionalmente ejercido por los hombres. La organización además brinda trabajo o
acceso a él y a créditos. Segundo, la organización
es espacio para construir identidades positivas, superar depresión, baja autoestima, desmotivación
desde un lenguaje de igualdad y de derechos. Por
último, el hallazgo más preocupante es que la inseguridad persiste y no sólo es impermeable a la
autoayuda sino que participar en la organización
misma profundiza riesgos. La falta de seguridad se
constituye en un límite a la participación dentro
de la organización y en procesos políticos locales,
y en consecuencia en barrera de acceso a otros derechos. Asimismo, limita la participación en procesos judiciales, viola el derecho a la no-repetición
y afecta la recuperación post-desplazamiento. De
esta forma, la organización es más efectiva para
reclamar derechos sociales (vivienda, educación,
salud) que para garantizar la seguridad en contextos donde el Estado es renuente o incapaz de
brindar seguridad.
justicia y reparación para las mujeres victimas del conflicto armado en colombia
La Alianza IMP surge en 2001 cuando en el
marco de las negociaciones de paz entre el gobierno Pastrana y FARC las organizaciones de mujeres se percatan que requieren desarrollar su propia
agenda y puedan participar desde reivindicaciones propias en las negociaciones de paz. En 2002,
además de contribuir a esa agenda de mujeres, la
plataforma de iniciativas impulsa manifestaciones
públicas contra la guerra. IMP coincide con la
LMD en que muchas de las luchas de las mujeres
se desenvuelven en el nivel municipal y que por
tanto la incidencia no sólo debe hacerse a nivel
de políticas públicas nacionales, sino también por
ejemplo en los Consejos Territoriales del nivel
municipal y regional.
IMP ha advertido que cuando las mujeres
reclaman y se organizan las amenazas que pesan
sobre ellas aumentan. En este momento, IMP
acompaña a 54 mujeres que han sido amenazadas
ya sea porque están reclamando tierra, ya sea porque están denunciando delitos de violencia sexual.
Con respecto al problema de tierras, la
Alianza IMP, a través de su participación en la
construcción de políticas públicas, ha buscado
llamar la atención sobre la importancia de visibilizar los problemas de acceso a la tierra desde
una perspectiva de género, en el entendido que
hombres y mujeres se relacionan de una forma
diferente en su entorno rural y urbano, y que el
espacio no es neutro desde el punto de vista de
género. La influencia de los actores armados en
la gestión municipal es un hecho incuestionable.
Por esta razón, la Alianza - IMP ha insistido en la
importancia de la presencia participativa de mujeres en los procesos de planificación territorial y en
la toma de decisiones sobre estos temas.
Consciente del aumento de amenazas en la
medida que las mujeres se politizan, IMP ha hecho incidencia sobre la Corte Constitucional que
expide en 2008 la sentencia T 496 que contempla
un plan de protección y un programa de seguridad para las víctimas con enfoque diferencial.
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SEGUNDO PANEL: Discusión del
IX informe sobre violencia
sociopolítica contra mujeres,
jóvenes y niñas en Colombia
La Mesa de trabajo “Mujer y conflicto armado” es
un espacio de trabajo colectivo que busca documentar y dar seguimiento a las formas de violencia que afectan la vida de mujeres, jóvenes y niñas
en el contexto del conflicto armado colombiano.
Esta Mesa de trabajo está conformada por organizaciones no gubernamentales que trabajan por los
derechos de las mujeres, organizaciones sociales
de mujeres, organizaciones de derechos humanos,
y algunas investigadoras y activistas a título personal. Como resultado de este trabajo conjunto,
se produce un informe anual que documenta
formas de violencia contra mujeres, jóvenes y
niñas de diversos grupos poblacionales y en diferentes regiones del país en el marco del conflicto
armado o del desarrollo de políticas de seguridad
promovidas por el Estado. Para este seminario, la
presentación del IX informe estuvo a cargo de la
Comisión Colombiana de Juristas.
Como los informes anteriores, este informe
confirma que la violencia contra las mujeres en
Colombia es sistemática y generalizada y, para
agravar la situación, permanece en la impunidad.
El Estado colombiano no ha cumplido con las recomendaciones emitidas por la Relatora Especial
de las Naciones Unidas sobre Violencia contra las
Mujeres en su Informe del año 2001.
Entre julio de 2007 y junio de 2008 por
lo menos, 1.470 personas perdieron la vida por
fuera de combate, es decir, en su casa, en la calle
o en su lugar de trabajo. De ellas, 150 eran mujeres
(10 eran niñas y 12 eran mujeres jóvenes). En los
casos en los que se conoce el presunto autor genérico de las violaciones (913 víctimas), el 82,80%
de los casos se atribuyeron a responsabilidad del
Estado: por perpetración directa de agentes estatales, el 32,42% (296 víctimas); y por tolerancia
o apoyo a las violaciones cometidas por paramilitares el 50,38% (460 víctimas). A las guerrillas
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D O C UM E N TO S D E L D E PA RTA M E N TO D E C I E N C I A P O L Í TIC A
se les atribuyó la autoría del 17,20% de los casos
(157 víctimas). Como se ve, la responsabilidad del
Estado está comprometida en un alto porcentaje. Existen registros de ejecuciones extrajudiciales
atribuibles directamente a la fuerza pública. Por
lo menos 19 mujeres fueron ejecutadas extrajudicialmente por miembros la fuerza pública.
Además, no se está garantizando la debida protección a las defensoras de derechos humanos, entre
julio de 1996 y mayo de 2009, por lo menos 40
defensoras de derechos humanos fueron víctimas
de violaciones al derecho a la vida. De ellas, seis
fueron víctimas de desaparición forzada.
Como lo denunciaron la Alianza IMP y el
CIJUS en el panel anterior, el IX informe confirma los casos registrados de ataques en contra de
mujeres en situación de desplazamiento que han
emprendido acciones de liderazgo en defensa de
los derechos de la población desplazada. Entre
ellas, se encuentran el asesinato de Ana Isabel
Gómez Pérez, Presidenta del Comité de Familiares Víctimas del Conflicto Armado, y de Orfilia
Moreno Ruiz, de la Asociación de Familias Desplazadas de Restrepo (Valle). De igual forma, en
la ciudad de Cartagena (Bolívar) se registraron los
homicidios de Fernando Henry Acuña Ruiz y Jair
Pantoja Berrío, familiares de dos líderes de la Liga
de Mujeres Desplazadas.
La violencia sexual en el contexto
del conflicto armado
Para el año 2008, el Instituto Nacional de
Medicina Legal reportó 69 víctimas de violencia
sexual cuyos autores son grupos armados que
participan en las hostilidades, así: a la fuerza
pública se le atribuye el 71% (49 víctimas), a los
grupos guerrilleros el 21,7% (15 víctimas), y a los
grupos paramilitares el 7,2% (cinco víctimas). En
un 85,5% de los casos las víctimas eran mujeres. En
los casos de violencia sexual también se encuentra
comprometida la responsabilidad del Estado. Si
se observa el comportamiento de los autores, se
advierte que la participación de la fuerza pública
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es mayor para los dos años estudiados. Estos mayores niveles de participación de la fuerza pública
en hechos de violencia sexual pueden constatarse
también al analizar las fuentes no estatales.
El contínuum de la violencia contra la mujer adopta formas diversas, incluidas la violencia
en el hogar; las violaciones; la trata de mujeres
y niñas; la prostitución forzada; la violencia en
situaciones de conflicto armado, como los asesinatos, las violaciones sistemáticas, la esclavitud
sexual, el control afectivo y sexual, el aborto y
el embarazo forzado; los asesinatos por razones
de honor, entre otras. Se puede afirmar que las
violencias contra las mujeres conllevan elementos
de tortura como: 1) producir dolor y sufrimiento
físico mental; 2) ser infligida en forma intencional; 3) tener propósitos específicos como castigar,
intimidar a la víctima; 4) e involucra la participación oficial ya sea activa o pasiva.
Ante esto, la ley 1257 de 2008 es reconocida
como un desarrollo normativo importante durante los últimos años. Sin embargo, la promulgación
de la ley no resuelve por sí misma la situación de
violencias y discriminación contra las mujeres,
y requiere serios compromisos del Estado para
su reglamentación, difusión y aplicación efectiva;
así como la garantía de la participación de las
organizaciones de mujeres en su reglamentación
y seguimiento.
Los crímenes fueron cometidos, además,
bajo el amparo de normas y políticas de Estado,
que no sólo no fueron reconocidas como eventos
que no deben repetirse, sino que actualmente
se continúan reproduciendo, así como se han
mantenido y reforzado las condiciones para la
impunidad.
El Estado Parte debe tomar medidas eficaces y urgentes para erradicar la violencia sexual,
y en particular como arma de guerra. El Estado
Parte debe cumplir con el Auto 092 de 2008 de
la Corte Constitucional, e investigar los casos
relacionados. La violencia sexual atribuida a la
fuerza pública debe ser investigada, enjuiciada y
firmemente sancionada. Implementando para tal
efecto medidas que garanticen la aplicación plena
justicia y reparación para las mujeres victimas del conflicto armado en colombia
y sistemática de las instrucciones que obliguen a
documentar señales de tortura o violencia sexual
en los informes forenses
La ausencia de políticas de Estado para
enfrentar la violencia sexual contra las mujeres en
Colombia es alarmante. No existe un compromiso real y serio del Estado colombiano para garantizar la no repetición de las violaciones de los
derechos humanos de las mujeres Especialmente,
el Estado no ha adoptado medidas que permitan
superar la impunidad en los casos de violencia
sexual.
TERCER PANEL: Judicialización
de la violencia de género
Como se concluyó en el anterior panel, las mujeres
víctimas del conflicto armado no sólo tienen que
luchar por reivindicar sus derechos vulnerados,
sino que tienen que hacerlo en un contexto de
impunidad. Pues muchas investigaciones no son
llevadas en forma seria, completa y efectiva, de tal
forma que permitan establecer la responsabilidad
de los perpetradores, situación que además ha
propiciado la repetición crónica de las violaciones
a los derechos humanos en contra de las mujeres.
En Colombia, todavía no hay compatibilización legislativa con la justicia de género ni
tipificación de los delitos que vulneren los derechos de las mujeres concretamente. Por ejemplo,
con respecto al Sistema Penal Acusatorio, a pesar
de que fue concebido como un procedimiento
penal más ágil, transparente y garantista, en la
práctica no ha podido garantizar el derecho de
acceso a la justicia para las mujeres que han sido
víctimas de delitos por violencia de género. Las
barreras al acceso a la justicia están dadas por
circunscripción del derecho de reparación a la
indemnización; la prevalencia de la prueba física,
la cual en los casos de violencias de género es
usualmente controvertida en detrimento de la víctima; la deficiencia en los procesos informativos
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y de atención a las víctimas que garanticen su
intimidad y protección, evitando con ello la revictimización. También, la actitud discriminatoria
por parte de personas que atienden el aparato de
justicia desde la denuncia hasta la judicialización,
muchos operadores de justicia siguen manteniendo prejuicios y estereotipos s obre las mujeres.
Estas barreras exacerban el temor y el silencio
que son comunes sobre todo en delitos sexuales,
impidiendo superar la impunidad.
Estos límites se suman a las barreras relacionadas con la concepción misma de la ley 975
de 2005. La ley fue creada para procesos de transición como modelo de justicia alternativa, sin
embargo no fueron consultadas las necesidades
particulares de las mujeres víctimas del conflicto
armado, perpetuando la discriminación histórica
de las mujeres. De acuerdo con Adriana Benjumea, investigadora de la Corporación Humanas,
la Ley 975 de 2005 encarna desde su concepción
una desproporción considerable entre las garantías a los victimarios en desmedro de las ofrecidas
a las víctimas. No sólo porque es una ley que privilegia la confesión, sino principalmente porque
las garantías de privacidad e intimidad no son
respetadas y existe una baja solicitud de medidas
de protección para las víctimas. Aunque frente
a este punto en particular Patricia Hernández,
fiscal de la Unidad de Justicia y Paz de la Fiscalía
General de la Nación, coincidió en que es un obstáculo que la Ley no esté diseñada acorde con una
perspectiva de género, los procesos judiciales no
se basan exclusivamente en las confesiones de los
victimarios. Al contrario, el trabajo de la Unidad
de Justicia y Paz se ha concentrado en desarrollar
esta perspectiva de género mediante adecuadas
contextualizaciones para cada una de las regiones con dimensión temporal. Según Hernández,
recrear los contextos permite identificar las estructuras que subyacen a los crímenes contra las
mujeres, los patrones de conducta en la relación
hombre-mujer, las distintas modalidades de violencia de género y los fenómenos asociados que
demuestran que los crímenes no son hechos aislados. Adicionalmente, otro tema de controversia
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D O C UM E N TO S D E L D E PA RTA M E N TO D E C I E N C I A P O L Í TIC A
entre la Unidad de Justicia y Paz y la Corporación
Humanas giró en torno a las adecuaciones típicas y los elementos probatorios. De acuerdo con
Adriana Benjumea, la prevalencia de la prueba
física aportada por Medicina Legal en los casos de
violencia sexual continúa siendo la constante en
los procesos judiciales de la Fiscalía. Al contrario,
Patricia Hernández aseguró que en los 559 casos
de violaciones que han sido denunciados, los elementos de prueba física no han sido definitivos y
que el testimonio ha predominado. En la medida
en que la Unidad de Justicia y Paz se ha acogido
a la jurisprudencia internacional que ha determinado que la violencia sexual es tanto un crimen
de guerra como de lesa humanidad que pueden
concurrir en contextos de conflicto armado.
Adicionalmente, la fiscal Hernández explicó las diferentes estrategias que la Unidad de
Justicia y Paz está implementando para derrumbar las barreras de acceso a la justicia. En primer
lugar, se han diseñado jornadas de capacitación
a los funcionarios judiciales para tenga especial
cuidado con las mujeres que acuden a la Fiscalía
a denunciar los crímenes de los que han sido víctimas y así evitar la discriminación o displicencia
de la que han sido víctima por parte del personal
de justicia. Del mismo se han creado jornadas
de capacitación a las víctimas para conozcan sus
derechos, pues entre los problemas más graves de
invisibilización es que las mujeres desconocen sus
derechos y en la mayoría de casos sobrestiman el
derecho a la vida en desmedro de sus derechos
como mujer. En otras palabras, las mujeres asumen que como están vivas pasan por alto la violencia sexual de la que han sido víctimas.
A partir de este diagnóstico, las recomendaciones generales que se formularon para que al
menos se eliminen las barreras relacionadas con la
aplicación de la ley y los procedimientos que ella
contempla son: la implementación de manuales
de procedimiento dirigidos a los y las operadores
de justicia para aplicar el derecho procesal desde
una lectura del reconocimiento de la mujer víctima como sujeto de derechos en los casos de violencia sexual; fomentar la reflexión jurídica sobre
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lo que significan contextos de dominación de
grupos armados en un territorio para evitar una
revictimización a mujeres víctimas; incorporar un
enfoque de género en el diseño de la política criminal, en la tipificación penal y reglamentación
procesal por parte del legislador y en la aplicación
e interpretación de las normas por parte de los
sujetos procesales para brindar a las mujeres víctimas de delitos por razones de género acceso a
la justicia en el marco de cualquier sistema penal.
CUARTO PANEL: REPARACIÓN
La falta de reconocimiento de las múltiples formas de violencia contra la mujer que se observa
en la justicia ordinaria repercute necesariamente
en el diseño e implementación de medidas de
reparación sensible al género y especialmente a las
formas de discriminación y exclusión que deben
enfrentar las mujeres en sus vidas. De esta forma,
el acceso a la reparación está mediado por los obstáculos a la justicia. Por esta razón, este último
panel se enfocó en los avances y los límites que
han sido observados en las medidas de reparación
para el goce efectivo de los derechos.
De acuerdo con Paola Buendía, directora
de la Unidad de Justicia y Seguridad del Departamento Nacional de Planeación, es imprescindible
que el Estado colombiano asuma una perspectiva
de género en todas las etapas del proceso de construcción de paz, especialmente en los procesos
de reparación, no sólo porque la mayoría de las
víctimas sobrevivientes son mujeres, sino principalmente porque a partir del reconocimiento de
las múltiples formas de violencia contra ellas, las
reparaciones se constituyan en una oportunidad
para avanzar hacia una real igualdad de derechos
entre los géneros.
Diana Guzmán, investigadora del Centro de Estudios de Derecho, Justicia y Sociedad
(Dejusticia), sostiene que aunque no se pueden
desconocer los desarrollos jurídicos como las
justicia y reparación para las mujeres victimas del conflicto armado en colombia
reparaciones por vía judicial y administrativa, la
normatividad resulta insuficiente para asegurar la
reparación adecuada a las mujeres víctimas de las
diferentes formas de violencia. Entre los límites
que Guzmán encontró en su investigación es el
bajo nivel de empoderamiento de las mujeres y el
poco conocimiento que tienen las víctimas sobre
sus derechos. De hecho, las mujeres victimas con
algún grado de conocimiento sobre sus derechos,
sólo se limitan a la dimensión económica de la
reparación individual, y lo hacen como víctimas
indirectas o sobrevivientes pero no acuden como
víctimas directas por violencia de género. A estos
límites por parte de las víctimas se suman las
barreras de acceso a la justicia y, en consecuencia
la falta de goce efectivo de derechos como la reparación y la garantía de no repetición. Esto se
evidencia no sólo en los procesos de reparación
por los crímenes contra las mujeres, sino principalmente frente al tema de restitución de tierras.
En conclusión, si existe alguna noción de perspectiva de género a nivel teórico en los procesos de
justicia transicional, todavía no se ha manifestado
en la práctica.
Finalmente, Mauricio Albarracín, investigador del Centro de Investigaciones Sociojurídicas (CIJUS), presentó el estado actual de la
investigación sobre la discriminación y reparación de la población de lesbianas, los gays, los
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bisexuales y las personas transgénero (LGBT). En
esta ponencia de cierre del evento, la gran conclusión fue que las experiencias de las organizaciones
de mujeres se constituyen en lecciones aprendidas
para la población LGBT en la reivindicación de
sus derechos. Particularmente porque la violencia
sexual contra las mujeres ha ofrecido luces para
entender el impacto de las estructuras sociales
patriarcales. En torno a esto se ha creado toda
una agenda de investigación que se ha extendido a la discriminación histórica que también ha
padecido la población LGBT. Los casos emblemáticos que sirven como punto de partida se han
identificado los panfletos regulares contra los homosexuales y el caso de San Onofre. De acuerdo
con Albarracín, el principal reto de investigación
es identificar a las víctimas no sólo porque son
constantemente marginalizadas sino porque las
redes sociales son muy frágiles, en tanto la comunidad cercana a las víctimas se avergüenzan y
no las reconocen en Medicina Legal. Asimismo,
la ausencia de comunidad LGBT organizada en
zonas de alto impacto del conflicto es un obstáculo de entrada para identificar el impacto del
conflicto armado en la violencia en contra de
estas poblaciones, además si los crímenes fueron
causados por intolerancia social o porque responden a modalidades utilizadas por actores armados
como la “limpieza social”.
•••••
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D O C UM E N TO S D E L D E PA RTA M E N TO D E C I E N C I A P O L Í TIC A
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ANEXO. Programa
8:00-8:30 — Instalación
8:30-9:45 — Panel 1: Participación
Moderó Luz Piedad Caicedo, coordinadora de
Investigación, Corporación Humanas.
Empoderamiento y participación de mujeres desplazadas. Julieta Lemaitre, directora, Centro
de Investigaciones Sociojurídicas (CIJUS),
Universidad de los Andes.
Ángela Cerón, directora, Iniciativa de las Mujeres
Colombianas por la Paz.
9:45-10:50 — Panel 2: Discusión IX Informe de la Mesa Mujer y Conflicto Armado
Gloria Lucía Bernal, GTZ ProFis.
Ana María Díaz, investigadora, Comisión Colombiana de Juristas.
10:50-11:10 — Refrigerio
11:15-12:30 — Panel 3: Justicia: judicialización de la violencia de género
Avances y retos en la investigación y judicialización
de la violencia de género. Patricia Hernández, fiscal, Unidad de Justicia y Paz, Fiscalía
General de la Nación
Barreras de acceso a la justicia para las víctimas de
violencia de género: justicia ordinaria y justicia y paz. Adriana Benjumea, investigadora,
Corporación Humanas
12:35-1:50 — Panel 4: Reparación
Moderó Rodrigo Uprimny, director, Centro de
Estudios de Derecho, Justicia y Sociedad
(DeJuSticia).
Límites para el goce efectivo del derecho a la reparación para las mujeres. Diana Guzmán, investigadora, Centro de Estudios de Derecho,
Justicia y Sociedad.
Reparaciones y población LGBT. Mauricio Albarracín, investigador, Centro de Investigaciones Sociojurídicas (CIJUS), Universidad de
los Andes.
Paola Buendía, directora, Justicia y Seguridad,
Departamento Nacional de Planeación.
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