Senado de la Nación Secretaria Parlamentaria Dirección General de Publicaciones (S-1420/09) PROYECTO DECLARACION El Senado de la Nación DECLARA: Su adhesión al “Día de la Bandera Nacional”; a celebrarse el próximo 20 de junio, fecha en que se conmemora el fallecimiento de su creador, el General Manuel Belgrano. Delia N. Pinchetti de Sierra Morales. – FUNDAMENTOS Señor Presidente: La bandera, es el más alto símbolo de nacionalidad y representación que posee una nación. Según el criterio de los etimologistas, el término bandera procede de la voz española banda, y ésta, así como sus equivalentes persa, visigoda y germánica band (o banda) y latina bandum (o bandus), de las sánscritas bandh, amarrar, estrechar, y bandhs, lazo, ligadura. Significando originariamente cinta, lazo, tira, propia para atar o ligar, se comprende el tránsito a la acepción de bandera o estandarte, y posteriormente, a la acepción de parcialidad o gente que sigue a un partido. Un pedazo de tela colgado a un palo, y muy visible por su color o por su forma, sirvió ya en la más remota antigüedad a los pueblos en sus empresas guerreras para distinguir entre sí las diferentes fracciones del ejército y para la formación de su orden de batalla. La historia de la bandera, por consiguiente, va unida íntimamente con la de las insignias o signos convencionales usados por los hombres para diferenciarse en sus eternas luchas. La primera bandera apareció con el primer pueblo, con la primera tribu que hizo la guerra. La necesidad de reunirse para formar un grupo con un proyecto determinado debió suscitar el deseo de usar algo -un objeto, una figura, una imagen- que sirviera de señal para congregarse alrededor de ella. Esta señal, signo de un propósito físico -fácil es comprenderlo-, pasó a indicar o sugerir una idea común, un ideal: quedó así creado el símbolo. La necesidad y el valor de este símbolo llegaron a acrecentarse cuando la realización de una empresa o el logro de una victoria suscitaron, después, el recuerdo de esa hazaña. Además de enorgullecer a quienes la habían alcanzado, sirvió de estímulo para emprender nuevos proyectos, nuevas proezas. Dícese que la camisa de Nemrod, el fabuloso rey de Caldea, sirvió de bandera en la guerra contra sus hermanos, y que los hijos de Noé emplearon ya, para distinguirse, signos con diversas figuras. La representación más antigua que parece conocerse de la bandera como agrupación étnica o de pueblo, procede de Egipto. En las pinturas de la cerámica descubierta en las tumbas de la época primaria de aquel país, donde se representan chozas de las tribus aborígenes, aparecen sistemas rudimentarios de defensa, y por sobre ellos, una bandera flotando al impulso del viento con la imagen de un animal sagrado. Actualmente, la bandera (no obstante sus ligeras diferencias) puede definirse como una insignia compuesta por un trozo de tela, por lo común de tafetán o de seda, de forma cuadrilonga, asegurado por uno de sus lados en una driza o en un palo que recibe el nombre de asta. Sus colores, la distribución de éstos, la disposición de sus franjas, sus ornamentos -su escudo o su lema, si lo lleva- y otros aditamentos indican la potencia, nación o estado a que pertenece. Según creencia generalizada, la más antigua de las banderas nacionales actuales es la de Dinamarca, cuyo uso se remonta al año 1219. La mayor parte de las banderas nacionales, aun cuando su uso fuera anterior, se adoptaron oficialmente en el siglo XX. Hasta que Manuel Belgrano enarboló por primera vez la bandera nacional en la Villa del Rosario, el 27 de febrero de 1812, tanto los ejércitos patriotas como los realistas utilizaban los colores rojo y amarillo de España en sus estandartes. El origen del celeste y blanco tiene un antecedente religioso. Eran los colores de la Virgen María en su Purísima e Inmaculada Concepción, a la que se representaba vestida de blanco con un manto celeste, representando el celeste el color del cielo. La Virgen era la patrona del Consulado, donde Belgrano era su máxima autoridad y se cree que esa institución llevaba como divisa una bandera celeste y blanca. El general creyó que hacía falta diferenciar un bando de otro y estimular a la tropa con un símbolo propio. Se cree que la adopción del celeste y blanco también se debió a la imitación de los de la escarapela, instituida oficialmente el 18 de febrero de 1812, por un decreto del Primer Triunvirato. El celeste y blanco pasó pronto a ser adoptado por los porteños. Juan Martín de Pueyrredón y sus hombres ya llevaban cintas de ese color durante las Invasiones Inglesas. Las habían tomado del Santuario de la Virgen de Luján. Se cree que Belgrano, al decidirse por esos colores, no hizo más que respetar una vieja tradición popular. Los colores de la escarapela, que luego serían los de la bandera, tienen otro antecedente: eran los que identificaban a los miembros de la Sociedad Patriótica (grupo político y literario de civiles y militares identificados con las ideas de Mariano Moreno). Como sus miembros fueron desplazados de la Junta en 1811, pasaron a la oposición. Y el Primer Triunvirato eligió el celeste y blanco para la escarapela con una disposición distinta de esa Sociedad. Esta última los disponía de este modo: celeste, blanco, celeste. La primera escarapela, se supone, era blanca, celeste y blanca. Cerca de Macha, en Bolivia, se encontraron dos banderas que se supone eran las que llevó Belgrano hasta el Alto Perú durante su campaña militar. Una tiene la franja central celeste, y la otra, blanca. El Ejército del Norte juró obediencia a la Asamblea del Año XIII con una bandera blanca y celeste. Y esta enseña recién se enarboló en el mástil del Fuerte en 1815. Hasta entonces, allí, flameaba la bandera española. El Congreso de Tucumán, en 1816, adoptó la bandera celeste, blanca y celeste como símbolo nacional que identificaba a una nueva Nación. La presencia del sol en el centro de la bandera la adoptó el Congreso, reunido en Buenos Aires, recién en 1818. Este sol es el mismo que aparecía en la primera moneda nacional acuñada por la Asamblea del Año XIII y luce 32 rayos flamígeros. La bandera con el sol es la “bandera mayor” de la Nación, y solo pueden lucirla los edificios públicos y el Ejército. Los particulares exponen la bandera sin el sol en el centro. El General Manuel Belgrano enarboló por primera vez la bandera nacional en la ciudad de Rosario el 27 de febrero de 1812. Se dice que ella fue confeccionada por doña María Catalina Echevarría de Vidal. En una nota, el Gral. Manuel Belgrano comunicó que "...siendo preciso enarbolar bandera, y no teniéndola, la mandé hacer blanca y celeste conforme a los colores de la escarapela nacional". El 23 de agosto de 1812, en la torre del templo de San Nicolás, por primera vez en Buenos Aires, se hace tremolar la bandera de la patria. El 18 de julio de 1816, en el acta de la sesión del día, el Diputado por Buenos Aires, Juan José Paso pidió que se fijase y se jurase la bandera nacional. Dos días después, se trató la importante ponencia y se resolvió por decreto que la bandera sería azul celeste y blanca y se la adoptó como símbolo patrio. Para glorificar la bandera como corresponde, el 8 de junio de 1938, el Congreso de la Nación sancionó una ley que fija al 20 de junio como Día de la Bandera y lo declara feriado nacional, en conmemoración del aniversario de la muerte de su creador, el Gral. Manuel Belgrano. Cuando llega el día de nuestra bandera, los sentimientos de la argentinidad se entremezclan con un sabor a patria, a vida cotidiana, a unión de todos los ciudadanos, a dificultades compartidas y sobre todo, a esperanzas renovadas. Por eso solicito a mis pares acompañen este Proyecto de adhesión a esta celebración tan importante para nuestra historia como Nación. Delia Pinchetti de Sierra Morales. -