JURAMENTO HIPOCRATICO *

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JURAMENTO HIPOCRATICO*
Juro por Apolo, el médico, por Higea y Panacea, por todos los dioses y
todas las diosas a cuyo testimonio apelo, que yo, con todas mis fuerzas y con
pleno conocimiento, cumpliré enteramente mi juramento: que respetaré a mi
Maestro en este arte como a mis progenitores, que partiré con él el sustento y
que le daré todo aquello de que tuviese necesidad; que consideraré a sus
descendientes como a mis hermanos corporales y que a mi vez les enseñaré
sin compensación y sin condiciones este arte; que dejaré participar en las
doctrinas e instrucciones de toda disciplina en primer lugar a mis hijos, luego
a los hijos de mi Maestro y luego a aquellos que con escrituras y juramentos
se declaren míos y a ninguno más fuera de éstos. Por lo que respecta a la
curación de los enfermos, ordenaré la dieta según mi mejor juicio y mantendré
alejado de ellos todo daño y todo inconveniente. No me dejaré inducir por las
súplicas de nadie, sea quién fuere, a propinar un veneno o a dar mi consejo en
semejante contingencia. No introduciré a ninguna mujer una prótesis en la
vagina para impedir la concepción o el desarrollo del niño. Consideraré santos
mi vida y mi arte; no practicaré la operación de piedra, y cuando entre en una
casa, entraré solamente para el bien de los enfermos y me abstendré de toda
acción injusta y no me mancharé por voluptuosidad con contactos de mujeres
o de hombres, de libertos o de esclavos. Todo lo que habré visto u oído
durante la cura o fuera de ella en la vida común, lo callaré y lo conservaré
siempre como secreto, si no me es permitido decirlo. Si mantengo perfecta e
intacta fe a este juramento, que me sea concedida una vida afortunada y la
futura felicidad en el ejercicio del arte, de modo que mi fama sea alabada en
todos los tiempos; pero si faltara al juramento o hubiere jurado en falso, que
ocurra lo contrario.
*
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Tomado de la obra del profesor Arturo Castiglioni "Historia de la medicina". Primera
edición. editores Salvat. Buenos Aires. República Argentina, 1941. págs 150 y 151.
EL JURAMENTO HIPOCRÁTICO
Fórmulas de su aplicación
en las Universidades
de "San Marcos" de Lima (época colonial)
y "San Francisco Xavier" de Chuquisaca
(época republicana) *
por el
Prof. Dr. Emilio Fernández M.
Antecedentes
La humanidad, marca en cada siglo, un sello indeleble de su inquietud en
las ciencias, las artes y en las distintas ramas del saber humano.
Buscando las fuentes de inspiración del contenido filosófico del Juramento
Hipocrático, encontramos en la cultura griega su verdadera cuna.
La cultura griega habíase orientado principalmente, en tres direcciones:
el arte, el drama y la filosofía. En el primero, la religión fue la inspiración; en el
segundo, el campo de batalla; en la tercera, la víctima.
El contenido filosófico del Juramento Hipocrático, estuvo en la moral, la
vida y costumbres de Grecia. Su creador -en la Edad Heroica-, fue el filósofo y
médico griego: Hipócrates.
Así es como todo anteniense debía tener hijos y, para procurarlo, la religión,
la propiedad y el Estado, concertaban sus esfuerzos. Cuando no había
descendencia, solía apelarse a la adopción; pero la opinión pública y el derecho,
aceptaban -por otra parte- el infanticidio considerando la exagerada prole como
ant-económica a la fragmentación de la propiedad agrícola; y, por ello, el padre
podía exponer al recién nacido hasta dejarlo morir por débil, deforme,
supernumerario y por miedo a la dote matrimonial. Este derecho paternal de
severa eugenesia -amén de la vida austera, la limitación de la familia y la
emulación- hizo de Grecia, un pueblo seleccionado, fuerte y sano.
Casi sin excepción los filósofos griegos y principalmente Platón, eran
partidarios de la exposición de los hijos; pero Aristóteles, defendía el aborto
como preferible al infanticidio. Más, el Código Hipocrático prohibía al médico
la práctica del aborto. En cambio las comadronas griegas -diestras en elloseguían practicándolo por cuanto la ley no lo prohibía.
*
Capítulo del libro: "Historia de la medicina en el antiguo Perú" por Emilio Fernández
M. Copia en archivo de la oficina del historiador del Ministerio de Salud Pública.
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Tenían consideración y respeto a la justicia legal, pero no se sentían
altruistas con nadie, salvo con sus hijos. La honradez era la mejor política.
Amaban la libertad como arma en las luchas políticas y prerrogativa para los
experimentos morales.
La hospitalidad había disminuido mucho desde los tiempos homéricos.
Estaba difundida la caridad Járitas, o Amor -, existiendo muchas instituciones
para la atención de los extranjeros, los enfermos, los pobres y los ancianos; el
gobierno criaba a los huérfanos de los caídos en la guerra y daba pensiones a
los obreros incapacitados. El valor y la confianza -Andreia, o virilidad, y el
meden agam, o ¿nada con exceso? de la inscripción délfica-, fueron los dos
lemas rivales del griego. El ateniense medio, era un sensual; gustaba del vino
aguado y de las mujeres, olvidándose de sus devaneos y sin considerar sus
deslices. Para el griego, la vida mejor era la más plena, rica en salud, vigor,
belleza, pasión, bienes, aventura y pensamiento. La virtud era la areté, condición
viril propia de Ares o Marte, al igual que vir-tus virilidad de los romanos. La
esterilidad era razón suficiente de divorcio. La senectud era temida y lamentada,
como moneda perdida o gastada.
La medicina griega estaba todavía -en el siglo V- vinculada estrictamente
a la religión y los sacerdotes del tiempo de Asclepios seguían tratando a los
aquejados de enfermedades según su especial método curativo.
La terapéutica religiosa apelaba a una combinación de medicina empírica,
de ritos y ensalmos que impresionaban y sosegaban la imaginación del paciente.
La medicina profana competía con esta medicina sacerdotal. Luego, poco a
poco, obtuvo una base racional de organización la medicina laica.
Se abrieron cuatro grandes escuelas: la de Cos y la de Cnido (en el Asia
menor), la de Cretona (en Italia) y la de Sicilia. Fue en Cos donde la escuela pitagórica produjo a Hipócrates, el médico griego más famosos de la época, por
haber liberado a la medicina de la religión como de la filosofía, aplicando la
terapéutica racional frente a la superstición haciendo olvidar el origen divino
de las enfermedades.
Implantada la Medicina Hipocrática -realista y enemiga de todo misteriochoca con los sofistas; pues la filosofía intervenía al igual que la religión, en la
terapéutica de las enfermedades; y es así como la infección filosófica, invadió
la doctrina de los humores: sangre, flema, bilis amarilla y bilis negra.
El equilibrio proporcional de estos humores, revelaba la salud plena; el
dolor y la enfermedad, nacían de su desequilibrio. De estas ideas, apenas se
desarraigaron los médicos en la segunda mitad del siglo XIX , con el
advenimiento de Pasteur. El punto débil de la medicina hipocrática era el
diagnóstico y el punto fuerte el del pronóstico. Dicha medicina sabía predecir
las fases de la enfermedad y su curso, pero no sabía tomar el pulso, la fiebre, ni
verificar la auscultación. El principal agente terapéutico era la naturaleza del
individuo o sea la fortaleza y la constitución corporal. Su farmacopea consistía
en purgantes, baños sulfurosos y aceite de hígado de delfín; el ayuno era la
prescripción de rigor. La cirugía estuvo en su vida embrionaria, con los fórceps,
sondas, escalpelos, catéteres y espéculos; limpieza de manos y aposentos;
vendas y uso de la luz artificial.
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El médico, no solamente atendía a domicilio, sino que también en sitios de
curar.
Como para ejercer la profesión médica sólo se exigía haber aprendido o
trabajado bajo dirección de un médico reconocido, abundaban las mujeres,
aunque sus servicios eran solicitados principalmente por las de su sexo para
los abortos y el cuidado de la piel y del cabello.
Fue entonces en que Hipócrates ganó para la profesión médica una alta
reputación por la importancia que dió a su aspecto ético, técnico y social de la
medicina. No era solamente un profesional médico sino además un Maestro, y
acaso el famoso juramento que se le atribuye haya sido establecido con objeto
de asegurar la prole, buscar la consideración del facultativo al enfermo y también
la reserva para sus dolencias así como la decencia del médico y la lealtad del
alumno hacia su profesor.
Créese que este juramento procede más bien de la escuela hipocrática que
del propio Maestro; pero Erotiano, que escribía en el siglo I-d. de C.; lo atribuye
a Hipócrates.
Si el Maestro hizo la doctrina de la moral médica fue por que vivía la
medicina realista por la que le inyectó su sentido ético frente a la
inescrupulosidad y la incompetencia de curanderos y aficionados
omniscientes.
Dicho juramento, por corresponder su traducción a una gran autoridad en
la materia, y que a juicio nuestro es el más completo que conozcamos, es el
siguiente:
Juramento Hipocrático1
"Juro por Apolo Médico, por Asclepios, por Higeia, por Panacea y por
todos los dioses y diosas, haciéndolos mis testigos, cumplir según mi leal
saber y entender, lo contenido en este juramento y documento. Considerar a
mi maestro en este arte como si fuera mi padre; tenerlo por compañero de mi
vida; compartir con él mi dinero cuando lo necesite; considerar a sus hijos
como hermanos míos y enseñarles este arte, si quieren aprenderlo, sin
remuneración ni contrato; enseñar las reglas y dar instrucción oral y toda
clase de instrucción a mis propios hijos, a los hijos de mi maestro y a los
discípulos contratados que hayan prestado el juramento médico, y no a otros.
Emplearé los métodos curativos para ayudar al enfermo según mi leal saber y
entender, y nunca para dañarlo o hacerle mal. No administraré jamás un veneno
a nadie cuando tal se me pida ni aconsejaré semejante cosa. Tampoco daré un
supositorio para hacerla abortar. Por el contrario, he de mantener puras y
sanas mi vida y mi arte. No emplearé el cuchillo, ni siquiera cuando se trate de
enfermos del mal de piedra, sino que dejaré mi lugar a quienes sean en ella
peritos.
En cualesquiera casa en que entre, lo haré para ayudar al enfermo,
absteniéndome de todo daño y perjuicio intencionado y especialmente de
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maltratar los cuerpos de los hombres y de las mujeres, ya sean esclavos ya
libres.
Cualquier cosa que vea u oiga, ora en el ejercicio de mi profesión ora fuera
de ella en mi relación con los hombres, si es de tal naturaleza que no deba ser
publicada, no la divulgaré y mantendré como secreto sagrado. Y si cumplo
este juramento y no lo quebranto, gane yo perpetua reputación entre todos
los hombres para mi vida y mi arte; pero si lo violo y soy perjuro, que lo
contrario me sobrevenga.
Añade Hipócrates que el médico debe adoptar una prestancia digna,
manteniendo su persona limpia y sus vestiduras pulcras.
Asimismo que debe conservar siempre la calma y hacer que su conducta
inspire confianza al paciente.
Debe sí mantener celosa vigilancia sobre si mismo -expresa- y decir tan
solo aquello que sea absolutamente preciso... Cuando entres en el aposento
de un enfermo cuida de sentarte con decoro, mantener reserva, llevar bien
compuesto el vestido, hablar con firmeza y concisión, mantener la calma,
guardar los modales junto a la cama del enfermo... conservar el dominio de si
mismo, evitar toda confusión y estar pronto de hacer cuanto deba hacerse...
Te exhorto a que no seas demasiado exigente sino que tengas cuidadosamente
en cuenta la riqueza o medios de tu paciente. En ocasiones debes incluso
prestar tus servicios gratuitamente; y si tienes oportunidad de servir a un
extranjero que se encuentra en dificultades económicas, préstale plena
asistencia.
Pues donde existe amor al hombre hay también amor al arte".
Las reglas morales y las normas de conducta trazadas en el Juramento
Hipocrático para el desenvolvimiento de la actividad profesional, sirvieron
para regular el ejercicio de la profesión médica; en él no se imponen sanciones
para su aplicación sino se invoca a la divinidad prometiendo solemnemente su
acatamiento y su cumplimiento. Más, las fórmulas que pronto daremos a
conocer sobre el juramento médico en la Facultad de Medicina de Sucre desde cuando tuvo jerarquía universitaria hasta nuestros días- es, a más de
una invocación a la divinidad, a lo más elevado que tiene el hombre: el honor
y la patria.
Antes de Hipócrates -en los tiempos de Hamurabi- se cortaba la mano del
médico cuando hacía uso indebido de ella; en la Facultad de Medicina de
Sucre, la conducta moral del médico, estuvo siempre sujeta al grado de cultura,
de espiritualidad y moralidad que ella y el medio social le hubo formado, como
juzgador supremo de esa conducta moral.
Fórmulas de su aplicación en el antiguo Perú
En la empresa del descubrimiento de América, acompañaron a Cristóbal
Colón en sus cuatro viajes, los "físicos": Maestre Alonso y Maestre Juan (en
80
el 1o); Maestre Diego Alvarez Chanca (en el 2o); Maestre Bernall (en el 3o) y
Maestre Nicolás Ovando (en el 40)
Estos físicos, así llamados entonces los médicos, salváronle la vida en la
Hispaniola -hoy Santo Domingo- de una afección cardiaca consecuencia de
la gota -según unos- o de su reumatismo crónico -según otros-; estos mismos
fueron los primeros médicos que habitaron el Mundo de Colón.
Habiendo armado los españoles -su tienda de conquista en Panamá-, la
sed de riqueza y el hambre de poderío, les hizo llegar hasta el Imperio de los
Incas.
Los físicos que le acompañaron al conquistador Francisco Pizarro fueron
dos médicos militares: Bachiller Marin y Bachiller Hernán Enriquez, los
mismos que pusieron sus armas científicas al servicio del primer paciente
español en el Antiguo Perú, don Diego de Almagro, a quien los indios le
vaciaron el ojo izquierdo de un flechazo.
De todos estos físicos, no conocemos su diploma legal que les reconozca
como a tales; pero si de Don Faustino José de Armuña -graduado en la
Universidad de Toledo- y que precisamente, nos servirá su diploma para abrir
las puertas del conocimiento sobre dos aspectos: juramento y vestimenta.
Pues, el pergamino otorgado con el sello a la cabeza : Hispaniarum Rex
Phillipus IV-D.G. había llegado a Potosí, el mismo que se halla en medio de uno
de esos legajos del Archivo de la Real Casa de Moneda, que el investigador
desata con la emoción de una profanación.2
El juramento lo había hecho por los tres artículos de la fe médica, o sea
obedecer a todas las leyes de la Facultad, oir misa el día de San Lucas por los
compañeros muertos y ser inexorable con los que practicaran ilícitamente la
medicina.2
El birrete cuadrado, la gran peluca, toga y tacones rojos, servíanle para la
asistencia a ceremonias.
El Dr. Armuña -como médico de Potosí y sus aledaños allá por 1600- era la
autoridad médica superior.
Su visita domiciliaria la hacía en una mula parda que, en el arzón trasero
colgaba las bizazas o alforjas de vaquetas, las que contenían la botica y piedras
de virtudes medicinales. El enorme zafiro del sortijón que llevaba en el dedo
pulgar -en señal de su desposorio con la muerte- fue la piedra preciosa de su
elección, que le llenaba el corazón no por que ¿este fuera? el domicilio central
de la vida, ni el foco de donde emana el fuego generativo animal, según enseñó
Aristóteles, sino por que ponía en movimiento la sangre residencia de lo celestial
del alma, como expresara el médico y prosista William Harvey.2
Durante la época colonial, no faltaron físicos en el alto y bajo Perú. El
cuerpo médico estuvo formado por los latinos o médicos graduados en
Universidades y por los romancistas o médicos prácticos -pupilos de los
anteriores-. A estos profesionales, se añadían los auxiliares en el arte de curar
y se los denominaban cirujanos y éstos fueron los barberos, que practicaban
las ventosas sajadas o escarificadas y extraían las muelas; los sangradores
81
que ejecutaban las sangrías; los "clistereros" que propinaban los enemas;
los hernistas y los topilleros o barchilones que realizaban curaciones
menores.
La astrología o arte de escrutar el firmamento, servía para dar con el
diagnóstico de las enfermedades según las fases que presentaban los astros
y también, para orientar el tratamiento con las sangrías, purgas, clísteres,
emplastos de mazamorra, polvos de piedra de Buga con chicha y miel para su
aplicación locus dolenti.
La mula, era el vehículo de transporte de médico y medicinas.
El salario del cirujano, sólo se hacía efectivo cuando curaba la afección;
así la desconcertadura de un brazo -vale decir una luxación del hombro- siempre
que el paciente levantase el brazo sin ayuda de nadie y alcanzase la oreja del
lado opuesto, recién se hacía efectivo el pago.
Por lo brevísimo expuesto, se ve que en las ciudades señoras y sedes de
Audiencias Reales -Lima y Charcas- se carecían de estudios médicos, teniendo
que acudir a ellas "físicos" franceses, ingleses y sobre todo españoles.
Fig. 12. Hipócrates de
Kos (siglos V A IV a.n.e.).
Padre de la Medicina.
82
En el siglo XVII -en la Ciudad de los Reyes- se establecieron los estudios
de la medicina; los zambos, mulatos y cuarterones eran por desgracia los que
se dedicaban preferentemente a este estudio, razón por la que se desprestigió
tan noble profesión, hasta que Abascal en 1808 -invirtió 74,941 pesos y 4
reales en la organización del nuevo Colegio, empezando desde esa época para
la medicina peruana su verdadera historia de progreso con Hipólito Unánue y
José Pezet.
Fue precisamente cuando funcionaban las clases de medicina en el Colegio
de San Fernando, donde el Acto de Colación de Grado de Doctor en Medicina,
se llevaba a cabo en el capilla de la Virgen de la Antigua en la Iglesia
Mayor de Lima; luego se preparaba un estrado y en él, varias mesas
con bandejas de plata, en donde se depositaban la borla, el anillo y el
libro, así como la espada, espuelas, propinas y los guantes del graduando.
Luego, el recipiendario, colocado en una improvisada cátedra, exponía
oralmente lo que se llamaba "proposición doctoral" -vale decir su tesis-.
Después venía el Acto del Vejámen, es decir la composición festiva, en
verso o en prosa, en la que un estudiante o un doctor, solía decir en alta
voz -medio en broma, casi de veras- los defectos, intrigas y pasioncillas del
graduando, aumentando grotescamente las tachas.
A continuación, venía la aplicación por el maestrescuela de las insignias
doctorales. El Rector se las colocaba, dándole antes un ósculo en la mejilla,
diciéndole: Recibe el beso de paz como señal de fraterna amistad y de unión
con nuestra Academia y luego, le colocaba el anillo pronunciando la siguiente
frase: Recibe el anillo de oro como señal del desposorio y consorcio entre tí y
la sabiduría como esposa gratísima.
Después le colocaba en sus manos el libro de Medicina de Hipócrates,
Galeno o Avicena -Padres de la Medicina- diciéndole: Recibe el libro de la
Sabiduría para que puedas libre y públicamente enseñar a otros. A
continuación, le ceñía la espada dorada expresándole: Recibe la espada dorada
como señal milicia, pues no menos luchan los Doctores en Medicina atacando
enfermedades, que los valientes soldados venciendo a los enemigos.
A continuación le calzaba la espuela de oro, con la siguiente frase: Recibe
las espuelas de oro, pues a la manera que los jinetes penetran violentamente
en las filas de los enemigos, así también los Doctores en Medicina contra las
múltiples enfermedades.
Luego el Rector le llevaba hasta la tribuna -improvisada- y le decía: Sube
a la Cátedra, y siéntate en ella, para que como Hipócrates y Galeno puedas
explicar e interpretar.
Y, como final del Acto de Colación de Grado, el graduando, arrodillado
ante los Santos Evangelios, recibía el Grado, con la siguiente fórmula: Con la
autoridad Pontificia y Regia que desempeño en este ramo, te concedo a tí,
Licenciado en la Facultad de Medicina, por imposición de este birrete, todos
los privilegios, inmunidades y excepciones.*)
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En torno a la célebre Audiencia de Charcas -la provincia capital del alto
Perú- y a pesar de ser la ciudad noble, leal y valerosa, gozar su Universidad de
todos los honores y prerrogativas concedidas a la Universidad de Salamanca
por gracia de 15 de febrero de 1785, la Real Cédula de 10 de abril de 1798 no se
cumplió con la instalación de los estudios médicos en la ciudad de La Plata hoy Sucre- hasta el advenimiento de la República.
Fue necesario llegar a los primeros días de la Epoca Republicana y que el
Cirujano Mayor del Ejército Libertador y Médico Honorario de la Asamblea
Deliberante de 1825 Dr. Miguel Antonio Luna, ejerciera acción directa para
que se estableciera -en Charcas-, la primera clase de enseñanza médica particular
(1826), Matías Agois (limeño), Carlos Augusto Torrallly (francés), José
Passaman (español), Laiseca (colombiano), Juan Martín y Pedro Barrio Nuevo
(de la escuela de París) y José María Santivañez fueron los promotores de la
instalación de cursos o clases de medicina en el país.
La piedra fundamental de esa aspiración, estuvo prevista en el reglamento
de 28 de octubre de 1827 dictado por el filósofo y Gran Mariscal de Ayacucho
Antonio José de Sucre. El Protomedicato, institución que había sido instaurada
en España por Felipe II en 1555, y también en sus colonias, fué en Bolivia -de
1830 a 1845- un tribunal de médicos o facultativos o profesores que tenían
bajo su jurisdicción la dirección de las clases, de la enseñanza y asuntos de
Gobierno de medicina, cirugía y farmacia así como de la administración de la
justicia para corregir y evitar los excesos facultativos y disponer la recaudación
e inversión de los fondos provenientes de los derechos de exámenes. Este
tribunal aprobaba la suficiencia de los que aspiraban a ser profesionales y
cobraba $ 8.00 por el derecho de la prueba de los médicos, $ 4.00 por el de
farmacéutico y $ 6.00 por la de cirujano.
El director, profesores y alumnos, cuando funcionaba el Colegio Médico,
asistían de etiqueta a las funciones públicas y ceremonias.
El tratamiento social del Presidente del Protomedicato era el de usía (U.S.)
y ocupaba el asiento contiguo al del Fiscal de la Corte Superior del Distrito.
Usaba casaca azul de corte diplomático con bordado de plata en el cuello
y en la bota y en medio del primero los emblemas de Esculapio; calzón y
chapín de color ante, medias blancas, sombrero de dos puntas orlado con
plumas negras y con escarapela nacional, además llevaba el bastón. Una cinta
de los tres colores del pabellón nacional con una medalla de oro de 14 líneas de
diámetro, pendía del cuello y en la que la Diosa Minerva estaba grabada.
Los profesores usaban casaca azul cerrada y sin solapa con los emblemas
de Esculapio en los lados del cuello, bordados con plata, vivos blancos,
pantalón de color ante y sombrero apuntado sin pluma.
*
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La fórmula del acto de Colación de Grado, escrito en latín, ha sido traducido por el
Rector del Colegio Sagrado Corazón de Sucre R.P. Alejandro Mester, del libro Historia
de la Universidad. Tomo V. Historia de la Medicina Peruana por Juan B. Lastres.
Volumen II. La Medicina en el Virreinado. Lima. 1951.
Los alumnos llevaban un sombrero redondo de color negro, pantalón y
casaca cerrada sin solapa y de paño azul, con botonadura y vivos amarillo; en
los lados del cuello de la casaca, llevaba una serpiente bordada con seda
amarilla enlazada con hojas de cascarilla en seda verde.
El protomédico general, de acuerdo con su alta función científica y social,
era el que extendía u otorgaba el Diploma para el ejercicio libre de la profesión.
He aquí, el título profesional que por sí solo nos reflejará las atribuciones del
médico y su juramento. Dice así: República Boliviana. Nos el Presidente y
Jueces examinadores Doctor Don José Claudio Quiroga, Protomédico General,
Doctor Don José Lázaro Carrillo, Doctor Don José Ignacio Cordero, etc. Por
cuanto el Bachiller, Ciudadano Tomás de Tezanos Pinto, natural de la ciudad
de Sucre, se ha presentado ante nuestro Tribunal solicitando el Diploma de
profesor de medicina (en otro documento igual se confirió el de Cirugía y
Obstetricia), en cuyas facultades se le ha examinado, y obtuvo la
correspondiente aprobación, según consta del respectivo libro y expediente
formado al intento, que existen en la Oficina del escribano del Tribunal; por
tanto mandamos librar en favor de aquel el actual título y licencia necesaria
con plena facultad para que libremente, sin pena ni calumia alguna pueda usar
y ejercer la Facultad de Medicina y los casos y cosas a ella tocantes y
concernientes. Declaramos que el referido Bachiller ciudadano Tomás de
Tezanos Pinto ha prestado ante el Tribunal juramento de usar fiel y legalmente
de su facultad, de asistir gratuitamente a los pobres de solemnidad, y de estar
sujeto al Protomedicato General de la República Boliviana. En esta virtud,
exhortamos a los señores jueces y funcionarios de la comprensión de este
Tribunal, le permitan usar y ejercer la Facultad de Medicina, sin ponerle traba
ni impedimento alguno, y que le hagan guardar todas las preeminencias,
honores, gracias, libertades y exenciones que como a tal Profesor le
corresponde. Para lo cual le libramos el presente Diploma firmado de nuestra
mano, sellado con el Oficio y refrendado por nuestro infrascrito Escribano
Público y de este Tribunal. En la Ciudad de la Paz de Ayacucho a tres de
octubre de mil ochocientos cuarenta y dos. Un sello de lacre, Doctor José
Claudio Quiroga, Doctor José Lázaro Carrillo, Doctor José Ignacio Cordero.
Por mandato de su señoría Mariano Tapia Escribano Público.3
Una clara visión en medio de esta penumbra, oteó el futuro de la enseñanza
médica, el Ministro de Instrucción Pública doctor Tomás Frias. Pues, se dictó
el Decreto Supremo de 12 de noviembre de 1846 expedido por el Presidente
José Ballivián, por el que se fundaron las Facultades de Medicina en la
República, con Jerarquía de Instituciones Universitarias.*
*
El libertador Simón Bolivar, en 20 de diciembre de 1825, fundó por D.S. la clase de
medicina en Sucre; el 3 de febrero de 1826 se fundó en Cochabamba; en 2 de marzo de
1826 en Potosí; en 28 de abril de 1826 en La Paz. Los 3 últimos fueron fundados por
el Gran Mariscal de Ayacucho Antonio José de Sucre.
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Entonces, los Grados se conferían en el Salón de la Universidad el día
domingo a horas doce con asistencia de todos los miembros de la Universidad,
de los alumnos de los colegios y de todas las personas que quisieran concurrir
al acto. Luego que el Cancelario anunciaba la solemnidad con un toque de
campanilla, el Secretario leía en alta voz el decreto motivado que admitía al
aspirante a la recepción de tal Grado. El Cancelario en seguida le proponía un
problema de la Facultad del Grado, para que lo resuelva y demuestre, en 6
minutos. Concluido este acto, el graduado, puesto de rodillas ante los Santos
Evangelios y con la palma de la mano derecha sobre éstos, prestaba el juramento
de ley, con esta fórmula que pronunciaba el Cancelario: Juráis por Dios y estos
Santos Evangelios ser fiel a la Constitución Política del Estado, a la Religión y
Gobierno que ello establece, observar los Estatutos y Reglamentos de la
Universidad y defender la Concepción Inmaculada de María Santísima, si así
lo hiciereis, Dios os ayude; y si no, El y la Patria os lo demanden. -Amén.
Entonces el Cancelario al colocarle la insignia correspondiente al Grado,
pronunciaba esta fórmula: autoritate suprema nobis a lega data, conferimus
tibi gradum Doctoris in Facultatibus Medicus huyus Universitatis, qui tibi
Dec Favente, felix sit, in nomine Patris et Filis et Spíritus Sancti, Amén.
Su traducción es como sigue: Con la autoridad Suprema que nos ha sido
dada por la Ley, te conferimos el grado de Doctor de la Facultad de Medicina
de esta Universidad, el cual, con la ayuda de Dios, sea para tu felicidad, en el
nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Así sea.
Concluido este acto, el graduado tomaba asiento en señal de posesión,
en el destinado para el grado universitario de Doctor; el padrino nombrado por
el graduado de entre los doctores de cualquier Universidad -para solemnizar
más este acto-, pronunciaba un discurso en castellano.
La fórmula del juramento que antecede, fue sustituida por otra que, de
acuerdo con el Decreto Supremo de 16 de julio de 1868, fué promulgado por el
Presidente Mariano Melgarejo, y es como sigue: Juráis por Dios, y prometéis
a la Patria ejercer la Profesión de Médico con todo el honor y decoro que
corresponde a la alta misión que tenéis que cumplir en bien de la humanidad;
no administrar venenos ni abortivos, sino con el objeto de curación; asistir
gratis a la clase menesterosa y estar sujeto a las órdenes que sobre asuntos de
medicina, emanen de la Facultad. El candidato respondía: Sí, juro. Si así lo
hiciéreis, Dios os proteja; y si no, Él y la Patria os lo demanden.
De 1868 a 1895, la instrucción oficial de la enseñanza de la medicina decayó
bastante, y en cambio tomó incremento la enseñanza libre en los Institutos
Cuellar, Libertad y el Liceo Olañeta de la ciudad de Sucre.
En la primera Facultad Oficial de Medicina en Sucre (1882), el juramento
de ley, servía tanto para el médico, cirujano y farmacéutico, y su contenido fue
el siguiente: ¿Juráis por Dios y esos Santos Evangelios, desempeñar con
dignidad e ilustración la profesión médica y ejercerla gratuitamente en favor
de los pobres?. El funcionario respondía Sí, Juro -Juráis asimismo que
introducido en el lugar doméstico, vuestros ojos serán ciegos, vuestra lengua
86
será muda para no revelar los secretos que os confiaren vuestros enfermos
con carácter reservado, y que no usaréis de vuestra ciencia en contra de la
humanidad. Sí, Juro, era la respuesta. Si asi lo hiciéreis, Él os proteja y si no, Él
os lo demande.4
Como la enseñanza libre ni la primera Facultad Oficial de Medicina no
satisfacían las exigencias técnicas y científicas de la época, el 3 de febrero de
1896 se fundó el Instituto Médico Sucre con cinco Quijotes que arremetieron
lanza en ristre contra los molinos de la incomprensión y organizaron la segunda
Facultad Oficial de Medicina, hoy, la Facultad de Medicina de la Universidad
Autónoma de San Francisco Xavier. En ésta segunda etapa oficial, se impuso
una nueva fórmula de Juramento Médico que se recibía en manos del Sr.
Cancelario de la Universidad delante de un crucifijo acompañado de dos bujías
encendidas y el misal abierto con los Evangelios; el postulante arrodillado y
con la mano derecha sobre éste, juraba el ejercicio de su profesión con el
siguiente tenor: ¿Juráis por Dios y estos Santos Evangelios, desempeñar la
profesión médica con estricta sujeción a sus progresos y a los dictados de
vuestra conciencia?. Contestaba el aspirante. Sí, juro. ¿Juráis además que
introducido en el seno de las familias, vuestros ojos serán ciegos, vuestra
lengua callará los secretos que os fueren confiados y que vuestra profesión
no servirá para corromper las costumbres y favorecer el crimen.? Sí, juro -Si así
lo hiciéries Dios os ayude y si no El y la Patria os lo demanden.5
Luego, el Sr. Cancelario, llamaba al postulante a ocupar un asiento en la
testera del Salón y el Padrino de Grado pronunciaba un discurso. El flamante
doctor -vestido de etiqueta- acompañado del padrino, ponía en marcha a la
comitiva de médicos, profesionales y amigos con rumbo a su casa, donde en la
puerta de la calle colgaba un pelícano, que al ingresar éste, le hacía llover
pétalos de flores, y, en el patio la banda de música municipal o el piano del
salón de recepciones, desgranaban las notas del pentagrama poniendo en
movimiento las articulaciones de los concurrentes y en funcionamiento el
aparato digestivo y sus anexos.
Como los estudios de Farmacia habían tomado una nueva orientación, en
clases o cursos diferenciados de los de Medicina, hubo de darles un trato
diferente como a auxiliares de la medicina/ imponerles una fórmula de juramento
especial que dice como sigue: (1902) ¿Juráis por Dios y estos Santos Evangelios
desempeñar con asiduidad é inteligencia, estricto sigilo y exactitud en el
despacho, las obligaciones de farmacéutico y no hacer valer vuestra profesión
para corromper las costumbres y favorecer el crimen?. A lo que contestaba el
postulante: Sí, juro -Si así lo hiciéreis Dios os ayude y si no El y la Patria os lo
demanden.6
Llamado a ocupar un asiento en la testera del Salón, el Padrino de Grado,
le obsequiaba con un discurso de felicitación.
A partir del 19 de abril de 1922, por acuerdo del Consejo de profesores, el
juramento de ley actualmente en vigencia para Doctor en Medicina y Cirugía y
Licenciado en Farmacia, dice así: ¿Juráis por Dios y estos Santos Evangelios
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desempeñar la profesión médica (farmacéutica) con estricta sujeción a la ciencia
y a los dictados de vuestra conciencia?. Sí, juro. ¿Juráis asimismo que
introducido en el seno de las familias, vuestros ojos serán ciegos, vuestros
oídos sordos y vuestra lengua no revelará los secretos que os fueren confiados
y que no haréis valer vuestra profesión para corromper las costumbres o
favorecer el crimen?. Sí, juro. Si así lo hiciéreis Dios os ayude y si no El y la
Patria y vuestra conciencia ante quienes sois responsable, os lo demande.7
El postulante, luego, obsequia con un discurso generalmente de
reconocimiento a sus maestros y familiares. El padrino del Acto de Colación,
casi siempre se refiere a la responsabilidad que ha asumido -el flamante Doctorante Dios y su conciencia, para con la Sociedad. Hasta 1932, el padrino
obsequiábale un bastón, en señal de su ascensión doctoral y el postulante
vestía de etiqueta.
He ahí, el Juramento Hipocrático y las fórmulas derivadas de él.
Ya sea del Maestro -Hipócrates- o de su Escuela; de los Colegios Médicos,
Escuelas o Facultades el Juramento Médico y las fórmulas expuestas constituyen
para el profesional médico de todos los siglos, la estrella del portal de Belén por
la que se anuncia el nacimiento de la bondad y solidaridad humanas entre el
médico y su enfermo, y también por la que aquél promete fidelidad a la profesión
y respeto al honor y a la dignidad del hombre enfermo; oídos a su llamado,
mutismo y sordera para revelar los secretos de su enfermedad; respeto al producto
de la concepción; espíritu de sacrificio para cumplir con decoro y dignidad la
profesión y ejercerla sin mácula ni perversión. Esa responsabilidad implica, días y
noches en vela para mitigar el dolor y salvar la vida de los semejantes sin escatimar
sueño, esfuerzo y tiempo que minuto a minuto y segundo por segundo, golpea el
corazón y muerde la conciencia.
En el Alto Perú, el Acto de Colación de Grado y Juramento Médico, es un rito
cultural que conserva la Facultad de Medicina de la Universidad de San Francisco
Xavier, desde su fundación hasta nuestros días.
El postulante al Grado de Doctor en Medicina y Cirugía, oficia su juramento
ante el Altar de la Ciencia -que exige todo un examen de conciencia y, desde luego
una profesión de fé- ante sus sacerdotes -que son sus Maestros- y ante sus
sacramentos- que son las fuerzas Divinas, el Honor, la Conciencia y la Patria.
Este acto y su fórmula sacramental, deberán continuar por siempre jamás,
por que confieren impulso creador, guardan tradición, restringen cargos de
conciencia y constituyen acicate del deber con la obligación indeclinable de
respetar las fuerzas y los intereses morales de la profesión médica y de la
humanidad.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
1.
88
Duranr, Will. La Vida de Grecia. Traducción por Luis Tabú. Tomo I. Edit. Sudamericana.
Buenos Aires, 20 abril de 1945.
2.
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5.
6.
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Alarcón, Abel. Érase una vez... Imprenta Artística. La Paz (Bolivia), 31 agosto de
1935.
Revista del Instituto Médico Sucre. Año 1. Tomo I. No. 6. Pág. 139. Sucre, agosto de
1905.
Libro de Actas No. 2 de la Facultad de Ciencias Médicas de Sucre. Pág. 279.
Libro de Actas No. 3 de la Facultad de Ciencias Médicas de Sucre. Pág. 234.
Libro de Actas No. 3 de la Facultad de Ciencias Médicas de Sucre. Pág. 183. (vuelta).
Esta misma fórmula sirvió, desde 1939 a 1955 para los Cirujanos Dentistas de la
Escuela de Odontología -hoy Facultad de Odontología- que la repetía el Decano de la
Facultad de Ciencias Médicas. Libro de Actas No. 33. de la Facultad de Ciencias
Médicas de Sucre. Pág. 28.
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