Un siglo de inestabilidad. El fin de la Primera Guerra Mundial

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SERIE INFORMATIVOS: Frente Externo. Geopolítica y Geoestratégia
UMNG – IEGAP # 168
Bogotá, 16 de septiembre de 2014
UN SIGLO DE INESTABILIDAD. EL FIN DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL Y
LOS ORÍGENES EL CONFLICTO PALESTINO-ISRAELÍ1
Palabras clave: Tratado de Sèvres, Tratado de Lausana, Acuerdo Sykes
Introducción
Si bien el punto de partida del conflicto palestino-israelí se puede ubicar en la mitad del siglo
XX con la decisión administrativa de la ONU, materializada en la Resolución 181 de
Noviembre de 1947, más conocida como la Resolución de la Partición, es posible identificar
una gran importancia e influencia de los acontecimientos previos a la Primera Guerra
Mundial, como el auge del sionismo en Europa, así como acontecimientos posteriores en
particular el fin del Imperio Otomano. Justamente en el contexto de la caída del imperio
Turco, es posible ver la penetración de los intereses coloniales británicos y franceses en la
región, redibujando el mapa político y sembrando las semillas no solo del conflicto palestino
– israelí, sino también de tensiones como la sirio-libanesa o la libia – italiana.
Resulta fundamental por tanto, estudiar el impacto de los Tratados de Sèvres (1920) y
Lausana (1923) como formalizadores de los intereses europeos por repartir las cenizas turcas
y comprometerse en una carrera que llevará a la creación del Estado de Israel y a la partición
de Palestina finalizando los años 40.
El Tratado de Sèvres y el primer intento por dibujar un nuevo Medio Oriente
El Tratado de Sèvres fue el primer intento Europeo por extender lazos coloniales al interior
del Medio Oriente soportado en la explosión del Imperio Otomano. En este Tratado, se veía
por primera vez en 500 años una Europa libre de presencia turca y ampliamente benéfico
para los intereses griegos, quienes incluso recibían mandatos directamente en la península
1
Este documento forma parte de la serie “Informativo” del Instituto de Estudios Geoestratégicos y Asuntos
Políticos de la Universidad Militar Nueva Granada. Su elaboración final estuvo a cargo del politólogo Alexander
Montero, miembro de este Centro Académico. Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva
responsabilidad del autor y no reflejan necesariamente, los puntos de vista de la Universidad Militar Nueva
Granada.
1
Turca y avivaban la histórica rivalidad con Estambul. No obstante la imagen formal del
Imperio Otomano se conservaba intacta2.
El análisis sobre el Tratado de Sèvres implica cuando menos la apreciación de cuatro
dimensiones estratégicas relevantes.
En primer lugar, la gran oportunidad concebida en Sèvres, era que el Imperio Otomano
mantenía hasta entonces cierta integridad territorial. Esto quiere decir que el imperio se
extendía hasta la península arábiga y Egipto. En ese sentido, las potencias tuvieron la
oportunidad para determinar sus intereses en una zona mucho más importante de la que iría
luego a concentrarse el Tratado de Lausana. Por ejemplo, el Tratado tenía disposiciones sobre
la transición de Egipto hacia cierta autonomía controlada por la corona británica, así como
la creación de una región en arabia central que concentrara los lugares musulmanes más
importantes en una sola entidad administrativa3.
En segundo lugar, el Tratado de Sèvres incluía discusiones de gran impacto contemporáneo.
Por ejemplo, se proponía la creación de un Kurdistán, así como la existencia de una Armenia
independiente de Moscú, occidentalizada y que hubiera servido de cabeza de puente a los
británicos sobre la rica región del Cáucaso4.
En tercer lugar, Sèvres también fue el escenario de combate sobre el cual se perfilaron cuando
menos tres importantes actores que determinarían los acontecimientos en el Medio Oriente
y en Turquía de mitad del Siglo XX. Estos actores en primer lugar son Estados Unidos y
Rusia, o posteriormente al Unión Soviética, quienes no hicieron parte del Tratado y
presionaron a su finalización. Con esto quedó claro la capacidad de influencia de estos dos
nuevos jugadores geopolíticos, así como su interés por posicionarse como potencias en un
sistema internacional donde las potencias europeas entraban en franca decadencia. En
segundo lugar aparece el mítico líder turco Kemal Ataturk, justamente al frente de la rebelión
que rechazaba lo pactado en Sèvres, logrando acumular un importante capital político en
desmedro del Sultán Mehmet VI, gobernante turco a quien se le asociaba con la debacle
política y la pérdida del prestigio y capacidad de influencia del otrora poderoso imperio5.
Por último, el Tratado de Sèvres fue el punto de partida para la creación de los Estados de la
costa oriental del Mediterráneo. El Tratado concebía las bases del posterior Acuerdo Sykes
Picot, donde se creaban mandatos entre Británicos y Franceses de manera que Líbano y Siria
serian de dominio de Paris, mientras que Palestina, Jordania, Irak, Kuwait y una franja de
Arabia serian de dominio de Londres. Este punto tiene especial importancia por cuanto es la
base del actual conflicto palestino israelí, así como las tensiones entre Siria y Líbano o el
triste destino de los Kurdos en Irak de la época Hussein.
2
Albino , Oscar. Tratados de Paz. Preludios de Guerra. Boletín del Centro Naval. Volumen 803 No. 119. Buenos
Aires. Julio - Diciembre 2001. En: http://www.centronaval.org.ar/boletin/BCN803/803albino.pdf. Fecha de
Consulta: Septiembre 8 de 2014.
3
Torres Francisco. Fracturas y tensiones entre Oriente Próximo y el Sureste Europeo: El Kurdistán. En:
Investigaciones Geográficas. No 55. Mayo – Agosto 2001. Universidad de Alicante. Pág. 143
4
Ibid. Pág. 144.
5
Morales Victor. TURQUÍA: DEL IMPERIO A LA REPÚBLICA (1914-1923). LA CONSOLIDACIÓN DEL KEMALISMO
(1923-1938). Papeles Ocasionales. UNED. Diciembre de 2005. Pág. 5
2
El Tratado de Lausana y el trampolín al Acuerdo Sykes- Picot
Gráfico inserto en Historia Universal, de Jaques Pirenne. Tomo VII. p.205.
Reproducción para fines de docencia académica
Por otro lado, el Tratado de Lausana, fue el otro punto de partida de los conflictos
contemporáneos del Medio Oriente e incluso del norte del África. Este Tratado que derogó
el pasado Tratado de Sèvres, y firmado bajo el periodo de Ataturk, garantizó cierta presencia
residual de Turquía en el Mar Egeo, así como la transferencia de población griega que estaba
dentro de sus fronteras a cambio de población turca que estaba en Grecia6. En ese sentido es
posible afirmar que mejoró parcialmente la condición Turca totalmente limitada con el
Tratado anterior. No obstante, este Tratado generó cuando menos, tres implicaciones
geoestratégicas.
En primer lugar, Turquía renunciaba a Chipre a favor de los británicos. Esta renuncia fue
solamente temporal, pues Chipre representaba para los intereses de Ataturk tanto una
proyección de poder naval hacia el Egeo como hacia el Mediterráneo. Por otro lado, Chipre
era una expresión más de la competencia entre Grecia y Turquía, dado que la isla
representaba conjuntamente a ambos mundos. Posteriormente se va a configurar el conflicto
de ocupación entre Turquía y Chipre, que sin duda arrastra a Grecia a una puja por la mejor
posición geopolítica en el Mediterráneo nororiental7.
En segundo lugar, Turquía renunciaba a sus intereses en el Norte del África. Esta situación
implicó la transición de Egipto hacia la influencia británica, a manera de Estado tributario,
así como la cesión de Libia a los intereses italianos. Esto último es el punto de partida de la
6
Pérez David. El largo camino hacia la democracia en Turquía. Pág. 301-302.
Treaty of Peace with Turkey signed at Lausanne. July 24, 1923. En:
http://www.regione.taa.it/biblioteca/minoranze/grecia1.pdf. Fecha de Consulta: Septiembre 7 de 2014.
7
3
distancia histórica entre Libia e Italia, con la aparición de movimientos de liberación en
Tripolitania y Cirenaica. Fue de estas pujas por la liberación desde donde nace el germen de
la figura de Gadafi, en un contexto totalmente tribal8.
En tercer lugar, el Tratado de Lausana alejó la frontera sur de Turquía del Medio Oriente. En
ese sentido, se abrió el camino para la posterior firma del Acuerdo Sykes – Picot y la presencia
Británica y Francesa entre el sur de Ankara y Akaba.
El Acuerdo Sykes – Picot y el inicio del conflicto Palestino – Israelí
El Acuerdo Sykes – Picot fue la tercera de las grandes herramientas que van a dar inicio al
conflicto Palestino – Israelí. Este, a diferencia de los Tratados de Sèvres y Lausana, no fue
una herramienta básicamente jurídica sino que era la expresión de las voluntades e intereses
políticos británicos y franceses exclusivamente, por medio de un acuerdo inicialmente
secreto. De esta manera, Sykes – Picot no tenia en cuenta a actores como Grecia, Italia, Rusia
o la misma Turquía, los cuales sí tenían mención en Sèvres y Lausana.
Así las cosas, Sykes - Picot, llamado así por los nombres de los negociadores del pacto, sir
Mark Sykes, en representación de Gran Bretaña, y François Georges-Picot por Francia,
determinó la partición del Imperio Otomano otorgando, bajo la figura de “Mandato”, la
potestad de Siria y el Líbano para Francia, mientras que Palestina, Jordania, Irak, Kuwait y
la porción costera oriental de Arabia para el Reino Unido9.
Simultáneamente a la negociación del Acuerdo Sykes – Picot, se dan dos acciones de política
exterior que marcarán el inicio del conflicto. Por un lado, la corona británica negoció con las
dinastías locales árabes para obtener su apoyo para el combate al Imperio Otomano, a cambio
de la promesa de apoyo para la creación de un Estado Árabe unido e independiente, con la
excepción de las zonas costeras de Siria y una parte de Irak.
Estos acercamientos se conocen como la Correspondencia Hussein-McMahon y consistió en
una serie de cartas que intercambiaron entre 1915 y 1916 el jerife de La Meca Hussein ibn Ali
y el alto comisario británico en El Cairo, Sir Henry McMahon. La correspondencia, integrada
por diez cartas, tenía como objeto organizar el levantamiento local contra el Imperio
otomano10.
Por otro lado, la corona británica también negoció con la dirigencia sionista en Europa,
prometiendo el apoyo del Gobierno de Su Majestad a la creación de un Hogar nacional judío
en Palestina, por medio del famoso telegrama que el Ministro de Asuntos Exteriores, Sir
Arthur Baltford le remite al Barón de Rotschild, principal líder sionista de entonces 11.
8
Ibid
Acuerdo Sykes – Picot (1916). En: http://recortesdeorientemedio.com/the-sykes-picot-agreement-1916-2/.
Fecha de Consulta: Septiembre 7 de 2014
10
Carta de Sir Henry McMahon a Ali ibn Hussain (1915). En: http://recortesdeorientemedio.com/letterfrom-sir-henry-mcmahon-to-ali-ibn-hussain-1915/. Fecha de Consulta: Septiembre 7 de 2014
11
Declaración Balfour. En: http://recortesdeorientemedio.com/the-balfour-declaration-1917-2/. Fecha de
Consulta: Septiembre 7 de 2014
9
4
En resumen, los Británicos intentaban dividir el Imperio Otomano y repartirlo inicialmente
entre las potencias aliadas, aunque por debajo de la mesa tenía ya un acuerdo de distribución
de tierras turcas solamente con Francia. Simultáneamente, los Británicos también habían
negociado con árabes y con europeos judíos para otorgarle beneficios a ambos sobre el
territorio palestino. Es posible afirmar, por tanto, que la corona británica tenía en marcha
cuando menos cuatro planes diferentes sobre Palestina, el primero enmarcado en el Tratado
de Lausana, el segundo enmarcado en el Acuerdo Sykes – Picot, el tercero concebido en la
correspondencia Hussein-McMahon y el cuarto prometido a los europeos judíos mediante
la Declaración Baltford. Al final prevaleció inicialmente el Acuerdo Sykes – Picot y luego la
propuesta sionista.
Los Mandatos como una forma administrativa de organización colonial
Para la aplicación de la estrategia británica, la Sociedad de las Naciones (órgano multilateral
antecesor de la ONU y que existía en el momento) aplicó lo pactado en el Acuerdo Sykes –
Picot mediante la figura de “Mandato”. Esta consistía en la entrega a potencias aliadas de la
Primera Guerra Mundial de los territorios de las potencias derrotadas para su
administración. Estos mandatos dependían de la Comisión Permanente de Mandatos de la
Sociedad de Naciones. Posteriormente a la disolución de la Sociedad de las Naciones, la ONU
retomó los Mandatos bajo la figura de los Fideicomisos.
Los Mandatos eran de Tipo A, B y C. Los Mandatos tipo A eran las sociedades que tenían
algún tipo de organización política estable y que podían hacer tránsito hacia la
independencia. Los territorios Otomanos de Medio Oriente pertenecían a esta categoría. Los
Mandatos tipo B correspondían a las sociedades que no tenían ningún tipo de organización
formal y por lo tanto no podían desarrollar aún procesos de independencia. A esta categoría
pertenecían los Mandatos en África. Los Mandatos Tipo C correspondían a territorios
geográficamente discontinuos, pobremente poblados o lejanos de centros importantes y a
esta categoría pertenecieron los territorios coloniales del Pacífico sur. En total, existieron 18
mandatos autorizados en la Sociedad de las Naciones12.
A pesar de ser planteados como figuras de transición, los Mandatos fueron interpretados
tanto por los Estados no coloniales, como por los Estados derrotados en la Primera Guerra
Mundial y también por la población local como simples figuras coloniales que favorecían a
los intereses de los vencedores. Esto ayudo a que en el Mandato Británico sobre Palestina,
las fuerzas británicas y su compromiso con los Europeos Sionistas para la creación de un
Hogar Nacional Judío en Palestina, fuera visto por los locales como una jugada colonial.
Por este motivo la creación del Mandato Británico en Palestina mereció duras críticas por
parte de la población local, motivando la gran revuelta árabe de 1936. Esta revuelta tenía dos
grandes objetivos. Por un lado quería presionar a los británicos para reconocer los esfuerzos
políticos que los líderes palestinos venían desarrollando desde inicios de la década del 30 y
que los habían llevado hasta Europa en la búsqueda de apoyos para el reconocimiento de un
Estado Palestino independiente. Por otro lado, la gran revuelta árabe buscaba oponerse
12
Cuadra Héctor. La Polémica sobre el Colonialismo. Capítulo 1. Pág. 13. En:
http://biblio.juridicas.unam.mx/libros/2/850/4.pdf. Fecha de Consulta: Septiembre 8 de 2014.
5
contra el cumplimiento de la declaración Balfour e intentar denunciar la masiva migración
de europeos judíos a los puertos palestinos de Haifa y Jaffa, bajo el estímulo de la corona 13.
En sentido contrario, los británicos utilizaron el apoyo que les ofrecían algunas milicias
judías, particularmente la Hagana, para enfrentar este levantamiento popular. De esta
manera la posibilidad de acercar células judías a los cuadros de gobierno del mandato
británico favoreció su rápida organización en la retirada británica de 1948 facilitando la
creación, al menos institucional, del Estado de Israel14.
En el periodo de la Segunda Guerra Mundial se vivió un pequeño paréntesis en las
hostilidades locales contra el modelo del mandato. En buena medida la estabilidad relativa
tuvo que ver con el hecho que Palestina se utilizó como una especie de retaguardia
estratégica para ubicar y entrenar las fuerzas de reserva del VIII ejército británico que
combatía en Egipto. Adicionalmente, las fuerzas de la corona estacionadas en Palestina
también acompañaban las necesidades de defensa de Irán en caso de ser requeridas. Por tal
motivo, el volumen de fuerzas británicas en Palestina era importante, lo que trajo
indirectamente una estabilidad al menos transitoria.
Luego de la Segunda Guerra Mundial, la recién creada Organización de las Naciones Unidas
facilitó el fin de los Mandatos Británicos y Franceses en el Medio Oriente. Para esto, la ONU
no planteó la continuidad del mandato ahora bajo la figura posible del fideicomiso, sino que
animó la independencia de los diferentes Estados Árabes menos Palestina. Con esto, la
esencia de la correspondencia Hussein-McMahon llegaba a su fin dado que los británicos ni
apoyaron la creación de un gran Estado Árabe Unido (y en su lugar facilitaron la
fragmentación por medio de independencias locales), ni tampoco respaldaron a la elite
palestina en la creación de su Estado. En su lugar, en la ONU hacia carrera la idea de dividir
Palestina en dos Estados, uno árabe y otro judío.
Así, en noviembre de 1947, la ONU adoptó la Resolución 18115 que partía Palestina y creaba
dos Estados. Los británicos dieron por finalizado su Mandato en Palestina y se retiraron no
sin antes dejar asegurada su influencia y su capital en el vecino Canal de Suez. El Estado de
Israel sería proclamado en Mayo de 1948, dando cumplimiento al compromiso británico
materializado en la Declaración Balfour de un hogar nacional judío. El Estado Palestino
existe bajo ocupación aunque reconocido de manera multilateral por el sistema de las
Naciones Unidas.
13
Marín –Guzmán, Roberto. Conflictos políticos en Palestina durante el Mandato británico: El origen del
dilema Árabe-judío. En. Estudios de Asia y África. Vol XXII. No. 3. 1987.
14
Ibid.
15
Resolución 181. Noviembre 29 de 1947. En: http://recortesdeorientemedio.com/united-nationsresolution-181-1947-2/. Fecha de Consulta: Septiembre 7 de 2014.
6
Anexos
1.
Acuerdo Sykes – Picot
http://books.google.com.co/ p. 165
2.
Declaración Balfour
http://recortesdeorientemedio.com/
3.
Establecimiento del Mandato británico sobre Palestina
http://recortesdeorientemedio.com/
4.
Resolución 181, 29 de noviembre de 1947
https://www.knesset.gov.il/
7
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