lunes, 22 de noviembre 2004 Opinión Elogio del golpe de Estado Por Gabriel Albiac (La Razón) 22/11/04, 15.55 horas Para dar cuenta de la permanente mentira que era el vivir en guerra, idearon los españoles de 1936-39 un axioma que da fe de cómo el ingenio pervive aún tiempos sangrientos: «Nunca pasa nada… Y, si pasa, no importa». Pero Carl Schmitt nos enseñó que la política no es sino forma normalizada de la guerra; y que ninguna de sus metáforas es otra cosa que versión susurrante del estruendo bélico. «No pasa nada» –acaba de anunciarnos la vicepresidenta Fernández de la Vogue–, «si en el texto Constitucional» se pone «naciones» donde dice «nacionalidades». Bueno, vale. Pues lo mismo, si donde dice «monarquía» se pone «república». No pasa nada más que esto: que se cambia una Constitución por otra. Hasta ahí, no hay problema. publicidad Tu e-mail Enviar Toda Constitución democrática incluye muy reguladas normas de modificación. Seguir los pasos exactos que ese código fija, es reorganizar legalmente una sociedad. Saltárselos, tiene nombre técnico: golpe de Estado. Muchísimo más usual, en política, de lo que suele confesarse: porque un golpe de Estado sólo triunfa cuando dice ser otra cosa; y cuando crea la convicción de estar salvando esa Constitución misma que destruye. Desde las Consideraciones políticas sobre los golpes de Estado, que Gabriel Naudé publicara anónimamente en el año 1639, no hay hombre culto ni político profesional que ignore eso. Puede ponerse «nación» donde la Constitución del 78 pone «nacionalidad». Por supuesto que sí (y el buen castellano ganaría con ello). Siempre que se respete el procedimiento fijado. Porque, si «nación» es término que designa al sujeto constituyente, esto es a la potencia material que permanece a lo largo de sus históricas codificaciones, cambio de sujeto será sinónimo de clausura total de una Constitución e inicio de otra, ajustada a los nuevos sujetos nacionales. Y, por supuesto, que la del 78 prevé la hipótesis (Título X, artículo 168) de que la nación constituida se extinga y otras nazcan. Y fija el procedimiento para un tal trueque: «1. Cuando se propusiere la revisión total de la Constitución o una parcial que afecte al Título Preliminar, al Capítulo II, Sección I del Título I, o al Título II, se procederá a la aprobación del principio por mayoría de dos tercios de cada Cámara, y a la disolución inmediata de las Cortes. 2. Las Cámaras elegidas deberán ratificar la decisión y proceder al estudio del nuevo texto constitucional, que deberá ser aprobado por mayoría de dos tercios de ambas Cámaras. 3. Aprobada la reforma por las Cortes Generales, será sometida a referéndum para su ratificación». Si a eso se refiere, la señora Fernández con su «no pasa nada», estupendo. Si pretende otra cosa, está anunciando –lo sepa o no– un golpe de Estado. PDF created with FinePrint pdfFactory trial version http://www.fineprint.com