Vida en las virtudes 2da Parte

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III. Unidad
Vida en las virtudes
2 Parte
Carolina Padilla
Pamela Pedreros
5. Educación de las virtudes según edad
– Los padres son lo primeros educadores, por lo que son
esenciales en el desarrollo de las virtudes de sus hijos
– En esta ocasión tomaremos como modelo lo que señala David
Isaac en su libro “La educación de las virtudes humanas”
Edad
Tipo de Virtud
Virtud cardinal
dominante
Hasta los
7 años
8-12
años
13-15
años
16-18
años
Justicia
Fortaleza
Templanza
Prudencia
Caridad
Fe
Esperanza
Fortaleza
Perseverancia
Laboriosidad
Paciencia
Responsabilidad
Justicia
Generosidad
Pudor
Sobriedad
Sociabilidad
Amistad
Respeto
Sencillez
Patriotismo
Prudencia
Flexibilidad
Comprensión
Lealtad
Audacia
Humildad
Optimismo
Virtud teologal
dominante
Virtudes humanas
preferentes
Resultado
Obediencia
Sinceridad
Orden
Alegría
La madurez natural de la persona
Primera Infancia (Hasta los 7 años):
•
“Antes de los siete años, los niños apenas tienen uso de razón y,
por tanto, lo mejor que pueden hacer es obedecer a sus
educadores, intentando vivir este deber con cariño”. La obediencia
vale para todas las edades, lo que pasa es que en esta etapa es
más relevante, ya que, los pequeños no tienen aún desarrollada su
capacidad de discernimiento y decisión. ( ISAACS, D., La educación de las
virtudes humanas, EUNSA, Pamplona 1984, 50.)
De los 8 hasta los 12 años:
•
“Los chicos de estas edades pasan por una serie de cambios de tipo
biológico con la llegada de la pubertad, y parece conveniente
desarrollar de un modo especial la voluntad, para hacer más fuerte su
propio carácter”.
•
La virtud que construye la laboriosidad, virtud característica de esta
etapa, es la fortaleza y, para que el trabajo tenga un sentido claro y
establecido, es necesario apuntar a la caridad.
De los 13 hasta los 15 años:
•
“Desde los trece hasta los quince años, parece conveniente, de acuerdo con el
descubrimiento más claro de la propia intimidad, insistir de un modo preferente en
unas virtudes relacionadas con la templanza, en primer lugar. Y eso para no perder
de vista el Bien a causa de las pasiones incontroladas”.
a) las virtudes del pudor y la sobriedad, hacen hincapié en la necesidad de
reconocer el valor de lo que uno posee (por ejemplo, el valor de nuestro
cuerpo), para luego utilizarlo bien (en base a criterios rectos y verdaderos).
b) el desarrollo de la identidad
c) la virtud de la templanza, que permite el dominio de sí mismos, unido a las
virtudes del pudor, sobriedad y sencillez.
De los 16 hasta los 18 años:
•
Las virtudes que se destacan durante este período, “se basan en una
capacidad de razonar inteligentemente. Es decir, será casi imposible
desarrollar las virtudes plenamente sin una cierta capacidad intelectual”
•
Durante este período, el joven, ya tiene una relativa claridad respecto a su
identidad, hace uso del discernimiento personal. Lo que se espera de él es
que sea capaz de actuar correctamente por voluntad propia, esto es, que
discerniendo y buscando el bien y la verdad, dirijan su inteligencia y
voluntad hacia ello.
Educación de las virtudes
• Educación de la justicia:
–
Esta virtud, pone en orden nuestras relaciones con los demás. Ella
hace que respetemos mutuamente nuestros derechos y que
cumplamos nuestros deberes
–
Es esencial la ayuda de sus padres y hermanos mayores, para
que le enseñen lo que no está bien, lo que es injusto
•
Los padres pueden plantear los siguientes objetivos:
- Aprender a establecer acuerdos con un hermano o amigo y cumplirlos.
- Aceptar las reglas de un juego, una vez conocidas.
- Respetar la propiedad ajena (No robar ni romper juguetes ajenos).
- Respetar necesidades y derechos ajenos: las habitaciones de los
hermanos, la privacidad de los padres, el silencio en momentos de estudio,
etc.
•
Educación de la obediencia:
Acepta, asumiendo como decisiones propias, las de quien tiene y
ejerce la autoridad, con tal de que no se opongan a la justicia, y
realiza con prontitud lo decidido, actuando con empeño para
interpretar fielmente la voluntad del que manda
– El principal motivo para obedecer es, la certeza que, mediante la obediencia no
podemos equivocarnos.
– La obediencia es también fuente de la verdadera libertad
•
Educación de la sinceridad:
“Manifiesta, si es conveniente, a la persona idónea y en el momento
adecuado, lo que ha hecho, lo que ha visto, lo que piensa, lo que siente,
etcétera, con claridad, respecto a su situación personal o a la de los
demás”.
– los padres enseñen a los hijos a distinguir entre realidad y fantasía, entre hechos
y opiniones, entre lo importante y lo secundario. Junto con ello, se le debe
enseñar la importancia de decir las cosas tal cual son (en la realidad) pero, con
prudencia, en el momento oportuno, con cariño y asertividad
–
•
Los motivos para ser sincero deberían ser, en primer lugar, la confianza en que
sus padres los quieren, en que les van a ayudar y no a juzgar. El motivo más
importante será, ser sincero respecto a sí mismo, reconocerse como una
creatura bondadosa, en búsqueda de la plenitud
Educación del orden:
“Se comporta de acuerdo a las normas lógicas, necesarias para el
logro de algún objetivo deseado y previsto, en la organización de
las cosas, en la distribución del tiempo y en la realización de las
actividades, por iniciativa propia, sin que sea necesario
recordárselo”.
– El orden, permite que la persona sea capaz de distribuir el tiempo, organizar sus
cosas, desarrollar actividades.
De los 8 hasta los 12 años:
•
Educación de la fortaleza:
“En situaciones ambientales perjudiciales a una mejora personal, resiste
las influencias nocivas, soporta las molestias y se entrega con valentía en
caso de poder influir positivamente para vencer las dificultades y para
acometer empresas grandes”.
•
Educación de la perseverancia: “Una vez tomada una decisión, lleva a
cabo las actividades necesarias para alcanzar lo decidido, aunque surjan
dificultades internas o externas o pese a que disminuya la motivación
personal a través del tiempo transcurrido”
– no se les puede exigir grandes cosas, pero sí que sean capaces de terminar una tarea, que
cumplan con lo prometido o que se esfuercen por conseguir algo.
•
Educación de la laboriosidad:
“Cumple diligentemente las actividades necesarias para alcanzar
progresivamente su propia madurez natural y sobrenatural, y ayuda
a los demás a hacer lo mismo, en el trabajo profesional y en el
cumplimiento de los demás deberes”.
– La base de la laboriosidad es el amor, por amor se harán las cosas y se harán
con prontitud, con diligencia, virtud muy ligada a la laboriosidad.
– El trabajo, además de ser hecho y con prontitud, requiere ser bien hecho, sólo
así será un trabajo digno.
– Luego de un trabajo bien hecho, es necesario el descanso, parte intrínseca de la
laboriosidad
•
Educación de la paciencia:
“Una vez conocida o presentida una dificultad a superar o algún bien
deseado que tarda en llegar, soporta las molestias presentes con
serenidad”.
– El principal motivo para tener paciencia, es que las cosas más grandes
e importantes de la vida, son las que más tardan en llegar.
- Que exista un tiempo entre lo que se hace y el fin delimitado (tiempo de
trabajo y espera).
- Que haya que dominar algunas pasiones.
- Que haya que esforzarse por dominar alguna molestia corporal o el
deseo de moverse, de actuar innecesariamente.
- Que haya que eliminar una tendencia de actividad mental inútil.
- Que, como resultado de la actividad, se llegue a ver la conveniencia del
autodominio que haya supuesto.
•
Educación de la responsabilidad:
“Asume las consecuencias de sus actos intencionados, resultado de las
decisiones que tome o acepte; y también de sus actos no intencionados, de
tal modo que los demás queden beneficiados lo más posible o, por lo
menos, no perjudicados; preocupándose a la vez de que las otras personas
en quienes puede influir hagan lo mismo”. IBÍDEM, 139.
•
Educación de la generosidad:
“Actúa en favor de otras personas desinteresadamente, y con alegría,
teniendo en cuenta la utilidad y la necesidad de la aportación para esas
personas, aunque le cueste un esfuerzo”.
De los 13 hasta los 15 años:
•
Educación del pudor:
“Reconoce el valor de su intimidad y respeta la de los demás. Mantiene su
intimidad a cubierta de extraños, rechazando lo que puede dañarla y la
descubre únicamente en circunstancias que sirvan para la mejora propia o
ajena”.
– Para comprender esta virtud, hay que tener presente el valor de la
intimidad
•
Educación de la sobriedad:
“Distingue entre lo que es razonable y lo que es inmoderado y utiliza razonablemente
sus cinco sentidos, su tiempo, su dinero, sus esfuerzos, etcétera, de acuerdo con
criterios rectos y verdaderos”.
-
Enseñarles a valorar lo que tienen y pueden tener.
-
Enseñarles a dominar sus caprichos con alegría.
-
Enseñarles a reflexionar sobre el por qué de sus actos.
-
Enseñarles la importancia que tiene no estar atados al placer (libertad).
-
Enseñarles a reconocer las apetencias que deberían controlar.
-
Enseñarles unos ideales elevados que les lleven a una satisfacción profunda en
lugar de buscar un placer superficial.
•
Educación de la sociabilidad:
“Aprovecha y crea los cauces adecuados para relacionarse con distintas
personas y grupos, consiguiendo comunicar con ellas a partir del interés y
preocupación que muestra por lo que son, por lo que dicen, por lo que
hacen, por lo que piensan y por lo que sienten”.
- Introducir a sus hijos desde pequeños, en grupos ajenas a la familia, en
que tendrán la oportunidad de aprender las reglas del juego.
- Ayudar a los hijos a superar la timidez y a abrirse a nuevas relaciones.
- Ayudar a los niños a reconocer que, cada uno es interesante y se trata
de buscar los medios para “sacar” lo mejor de cada uno.
•
Educación de la amistad:
“Llega a tener con algunas personas, que ya conoce previamente por
intereses comunes de tipo profesional o de tiempo libre, diversos contactos
periódicos personales a causa de una simpatía mutua, interesándose,
ambos por la persona del otro y por su mejora”.
– Para cultivar una amistad, se requieren de muchas virtudes
complementarias. Entre ellas destacan: la lealtad, la generosidad, la
comprensión, la confianza, el respeto,
•
Educación del respeto:
“Actúa o deja actuar, procurando no perjudicar ni dejar de beneficiarse a sí mismo ni
a los demás, de acuerdo con sus derechos, con su condición y con sus
circunstancias”.
-
Enseñarles que cada uno es diferente y, por ende, necesita un trato distinto.
-
Enseñarles a reconocer a cada uno por lo que es, sin “clasificarles”.
-
Enseñarles a comportarse de tal modo que, no le provoquen disgustos a los
demás.
-
Enseñarles a no criticar a los demás.
-
Enseñarles a actuar positivamente en favor de los demás.
– Enseñarles a agradecer los esfuerzos de los demás en su favor
• Educación de la sencillez:
“Cuida de que su comportamiento habitual en el hablar, en el vestir, en el actuar,
esté en concordancia con sus intenciones íntimas, de tal modo que los demás
puedan conocerle claramente, tal como es”. La virtud de la sencillez, permite que la
persona sea conocida íntimamente, por lo que es. Para no faltar al pudor, la sencillez
supone que la persona haya reflexionado sobre lo que quiere manifestar. La persona
sencilla, llegará a ser una persona íntegra y noble. Será capaz de establecer
sinceras relaciones con los demás. Los educadores deberán enseñarles:
– Respecto al vestir: Evitar excesos, buscar lo más natural posible, sin
buscar aparentar.
– Respecto al hablar: No buscar usar un buen vocabulario, sólo por
querer parecer más inteligente que el resto; atribuirse características
que no se poseen.
– Respecto al actuar: Evitar simular lo que uno no es.
•
La educación del patriotismo:
“Reconoce lo que la patria le ha dado y le da. Le tributa el honor y servicio
debidos, reforzando y defendiendo el conjunto de valores que representa,
teniendo, a la vez, por suyos los afanes nobles de todos los países”.
– El deber de los padres, en este sentido, consistirá en buscar los medios para
que el hijo aprenda cuáles son los valores específicos de su entorno más
cercano y se sienta parte del trayecto histórico de su entorno y país.
•
Los padres y educadores deben enseñar que:
– Para el desarrollo de un país, se requiere del trabajo responsable de
todos. Pensando en sus derechos y deberes personales, así como en
el bien común.
– La justicia requiere que cada uno cumpla con las leyes comunes. El
patriotismo significa cumplir esto, pagando los impuestos, cumpliendo
el servicio militar, ejerciendo el derecho a voto, etc.
– Para que pueda haber una patria unida y fuerte, la persona debe
participar activamente en asociaciones sociales.
Desde los 16 hasta los 18 años:
•
Educación de la prudencia:
“En su trabajo y en las relaciones con los demás, recoge una información
que enjuicia de acuerdo con criterios rectos y verdaderos, pondera las
consecuencias favorables y desfavorables para él y para los demás antes
de tomar una decisión, y luego actúa o deja de actuar, de acuerdo con lo
decidido”.
•
Los educadores deben desarrollar una serie de capacidades en los niños y
jóvenes:
–
–
–
–
–
–
–
–
–
•
Capacidad de observación.
Capacidad de distinguir entre hechos y opiniones.
Capacidad de distinguir entre lo importante y lo secundario.
Capacidad de buscar información.
Capacidad de seleccionar fuentes.
Capacidad de reconocer los propios prejuicios.
Capacidad de análisis crítico.
Capacidad de relacionar causa-efecto.
Reconocer prioridades.
Educación de la flexibilidad:
“Adapta su comportamiento con agilidad a las circunstancias de cada
persona o situación, sin abandonar por ello los criterios de actuación
personal”.
•
La labor del educador será:
– Enseñar a los niños y jóvenes a manejarse con soltura con otras personas.
– Enseñar que en cada lugar (en cada casa, por ejemplo) existen normas
diferentes.
– Enfrentarlos a nuevas situaciones.
– Enseñarles a no estar atados a “la opinión” y a saber que pueden existir
diferencias entre las personas, a este respecto.
•
Educación de la comprensión:
“Reconoce los distintos factores que influyen en los sentimientos o en el
comportamiento de una persona, y profundiza en el significado de cada
factor y en su interrelación –ayudando a los demás a hacer lo mismo- y
adecúa su actuación y esa realidad”.
•
. Claves para educar la comprensión en los adolescentes:
– Enseñarles que no todos somos iguales. Cada uno reacciona de
distinta manera, frente a una determinada situación.
– Enseñarles que lo que dice o hace otra persona, siempre es motivado
por algo, alguna situación que se vive en la intimidad. Hay que
descubrir eso, para evitar juicios erróneos.
– Frente a un problema, es fácil sacar alguna conclusión. Se debe buscar
la razón real.
– Enseñarles que el otro quiere que se preocupen por él, pero también
que respeten su intimidad.
– Por último, deben saber que la comprensión total del otro es imposible,
porque aún cada uno de nosotros no es capaz de comprenderse
plenamente a sí mismos.
•
Educación de la lealtad:
“Acepta los vínculos implícitos en su adhesión a otros –amigos, jefes,
familiares, patria, instituciones, etc.- de tal modo que refuerza y protege, a
lo largo del tiempo, el conjunto de valores que representan”.
•
En este caso, habrá que enseñarles a:
– Desarrollar virtudes en favor de los demás.
– Distinguir el valor que posee el vínculo que generan con personas e
instituciones.
– Respetar las normas establecidas dentro de una relación (relación con
el respeto).
•
Educación de la audacia:
“Emprende y realiza distintas acciones que parecen poco
prudentes, convencido, a partir de la consideración serena de la
realidad, con sus posibilidades y con sus riesgos, de que puede
alcanzar un auténtico bien”.
•
Habrá que enseñar a los jóvenes a:
–
–
–
–
Esforzarse por emprender nuevos proyectos.
Indicar a otro cuando a cometido un error.
Considerar los pro y los contra de la empresa que desean iniciar.
No desanimarse si fracasan en un proyecto y a aprender de los errores.
•
Educación de la humildad:
“Reconoce sus propias insuficiencias, sus cualidades y capacidades
y las aprovecha para obrar el bien sin llamar la atención ni requerir
el aplauso ajeno”.
– Evitar el deseo o la posesión de objetos innecesarios, especialmente aquellos
que otros poseen.
– Evitar jactarse de cualidades o características que los otros no poseen (Ej: saber
bailar, cantar, practicar algún deporte, etc.)
– No desear ser el primero, únicamente por querer ser mejor que el resto y no por
el deseo personal de superación.
– Presentarnos y aceptarnos tal cual somos, agradeciendo nuestras bondades y
buscando trabajar nuestras debilidades.
•
Educación del optimismo:
“Confía, razonablemente, en sus propias posibilidades, y en la ayuda que le
pueden prestar los demás, y confía en las posibilidades de los demás, de
tal modo que, en cualquier situación, distingue, en primer lugar, lo que es
positivo en sí y las posibilidades de mejora que existen y, a continuación,
las dificultades que se oponen a esa mejora, y los obstáculos,
aprovechando lo que se puede y afrontando lo demás con deportividad y
alegría”.
•
El desarrollo de la virtud del optimismo, supone ser realista y buscar
conscientemente lo positivo, optimizar la situación aún cuando el presente
pueda resultar dificultoso, el optimista trasciende aquello en pos del futuro.
Esta virtud tiene como base la confianza: en uno mismo, en las personas y
en la realidad.
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