63001-2331-002-2008-00361-01. Magistrado Ponente

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TRIBUNAL ADMINISTRATIVO DEL QUINDÍO
-Sala de DecisiónArmenia (Q.), cinco (05) de febrero de dos mil quince (2015)
Magistrado Ponente:
HERNEY DE JESÚS ORTIZ MONCADA
Asunto:
Radicado:
Acción:
Demandante:
Demandado:
Sentencia de segunda instancia
63001-2331-002-2008-00361-01
Reparación Directa
Danilo Henao Grajales y otros
Nación – Ministerio de Defensa –
Policía Nacional
032-2015-701
Tema:
- Daño en el régimen objetivo de responsabilidad frente a conscriptos - nexo
con el servicio.
1. ASUNTO
Procede el Tribunal a resolver el recurso de apelación interpuesto por la parte
accionante, dentro de la presente acción de reparación directa, contra la sentencia
N° 37 del 25 de octubre de 2011, proferida por el Juzgado Segundo Administrativo
Adjunto de Descongestión del Circuito de Armenia Q., a través de la cual se
denegaron las pretensiones de la demanda.
2. ANTECEDENTES
2.1. La demanda1
JOSÉ DANILO HENAO RODRIGUEZ, DANILO HENAO GRAJALES, ANA MARIA
RODRIGUEZ LONDOÑO, VICTOR DANIEL, MARIA ALEJANDRA
y JULIO
CESAR HENAO RODRIGUEZ, mediante apoderado judicial, formularon demanda
1
Fls. 1-16 C. Ppal. (es de anotar que a partir del folio siguiente, el expediente presenta un error en la foliatura,
por cuanto se continúa repitiendo los folios 13 a 16 del proceso.
Referencia: Sentencia de Segunda Instancia
Radicado: 63001-2331-002-2008-00361-01
Acción: Reparación Directa
Actor: Danilo Henao Grajales y otros
Accionado: Nación – Ministerio de Defensa Nacional – Policía Nacional
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de reparación directa contra la NACIÓN – MINISTERIO DE DEFENSA – POLICIA
NACIONAL, solicitando la declaratoria de responsabilidad administrativa de esa
entidad, por los perjuicios que les generaron a los actores a causa de la patología
adquirida por el joven JOSE DANILO HENAO RODRIGUEZ, cuando prestaba el
servicio policial obligatorio como auxiliar de la Policía Nacional.
Las pretensiones fueron las siguientes:
(I) Declarar al ente accionado administrativamente responsable de la lesiones
sufridas por el señor JOSÉ DANILO RODRIGUEZ, así como de la totalidad de
los daños ocasionados a los demandantes.
(II) Como consecuencia de la anterior de la declaración, se condenara al pago
de los siguientes daños:
a) Daño fisiológico o a la vida de relación causado al joven JOSÉ DANILO
HENAO RODRIGUEZ, en la suma equivalente a 200 SMLMV.
b) Daño moral generado a la víctima JOSÉ DANILO RODRIGUEZ y a
DANILO HENAO GRAJALES y ANA MARIA RODRIGUEZ LONDOÑO en
su condición de padres, en la suma equivalente a 100 SMLMV para cada
uno, a sus hermanos VICTOR DANIEL, MARIA ALEJANDRA y JULIO
CESAR HENAO RODRIGUEZ en la suma equivalente a 50 SMLMV para
cada uno.
c) Daños materiales en la modalidad de lucro cesante y daño emergente,
generados a causa de las lesiones sufridas por la víctima, tomando como
referencia las formulas jurisprudenciales para liquidar perjuicios.
(III) Se reconocieran intereses desde la ejecutoria de la sentencia de acuerdo
con el art. 1653 del C.C.; se cancelarán los intereses comerciales desde la
ejecutoria de la sentencia y los de mora transcurridos 6 meses.
(IV) Se diera cumplimiento a la sentencia en los términos de los arts. 176, 177 y
178 del CCA.
Como fundamento fáctico relataron, en resumen, que el 1 de febrero de 2005 el
joven JOSÉ DANILO HENAO RODRIGUEZ fue incorporado al servicio policial
obligatorio, como auxiliar de la Policía Nacional en el comando de policía del
Quindío.
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Estando en ejercicio de sus funciones y “con ocasión” de las mismas, el auxiliar
bachiller de la Policía Nacional presentó crisis convulsiva con lesión cerebral
sublenticular izquierda con episodios de epilepsia, lo cual le generó una incapacidad
permanente parcial para continuar prestando el servicio.
En razón de lo anterior, se le retiró del servicio y el Estado lo abandonó al no
continuarle prestando los servicios de salud, derecho del joven que fue amparado
mediante tutela en primera instancia por el Juzgado Cuarto de Familia de Armenia,
pero dicha decisión fue revocada por el superior funcional.
A causa de lo narrado, la familia del joven ha venido asumiendo los costos de los
tratamientos de la patología por medio del régimen subsidiado en salud “SISBEN” al
que se encontraría afiliado, sin que hasta el momento se evidencie mejoramiento
alguno y sus condiciones de salud siguen empeorando.
Como fundamentos de derecho se citaron los arts. 1, 2, 6 y 90 de la C.P.; 86, 132 del
CCA; 86, 131, 265, 1613 al 1617 del C.C.; 4 y 6 de la Ley 153 de 1887; 1 a 9, 26, 27
y 28 del Decreto Ley 2137 de 1983; Decreto 100 de 1989 y art. 16 de la Ley 446 de
1998.
Como sustento jurídico se señaló que se configuró una falla del servicio con ocasión
de la prestación del mismo, puesto que el auxiliar policial sufrió unas lesiones en el
cumplimiento de sus servicios y su deber patrio, en la que no intervino la voluntad
del policía bachiller. Para el efecto, se citan algunos referentes jurisprudenciales del
Consejo de Estado sobre el deber de reparar los daños causados al personal que
ingresa de manera obligatoria a prestar el servicio militar al Estado.
2.2. Contestación de la demanda2
La entidad enjuiciada manifestó que todos los supuestos de hecho de la demanda
deberían ser probados por la parte actora. Sostuvo, además,
que la sola
manifestación de haberse producido una falla del servicio no es prueba de ella,
razón por la cual, deberá demostrarse que el perjuicio sufrido fue a consecuencia del
servicio prestado.
Resaltó que la Junta Médico Laboral de la Policía Nacional indicó que el auxiliar
tenía una disminución de la capacidad laboral del 27.5% por enfermedad común
(epilepsia que no requiere tratamiento), aspecto que fue revisado por el Tribunal
2
Fls. 65-74 C. Ppal.
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Médico Laboral de Revisión Militar, actuación que se notificó al interesado y se
presume que ha quedado en firme.
Teniendo en cuenta la anterior conclusión, expuso el marco normativo que regula la
prestación del servicio de salud dentro de la Policía Nacional, del cual se deriva que
al tenerse el licenciamiento del auxiliar de policía, cesa la obligación del subsistema
de la Policía Nacional en cuanto a toda prestación asistencial en salud, toda vez que
durante la permanencia en el servicio se le prestó el servicio solicitado ya que
tratándose de una enfermedad de origen común y no adquirida con ocasión del
servicio, esa era la actuación jurídica adecuada.
Por lo antes expuesto, concluyó que al no existir nexo causal entre la enfermedad
padecida por el auxiliar y el servicio policial obligatorio que proporcionó, no concurría
para la entidad demandada un deber ampliado de protección, sino el que durante la
instancia en el servicio obligatorio se le suministró.
3. LA PROVIDENCIA IMPUGNADA3
El juzgado de primera instancia emitió sentencia en la cual,
para denegar las
pretensiones de la demanda, consideró que la parte actora no acreditó el nexo de
causalidad entre la lesión cerebral sublenticular izquierda con epilepsia -padecida
por el joven HENAO RODRIGUEZ-, y la prestación del servicio policial obligatorio o
con ocasión de las funciones impuestas por la Policía Nacional por lo que no era
dable imputar responsabilidad administrativa al ente demandado, dado que, la
prueba pericial determinó que la epilepsia puede ser originada por diferentes causas
que son de análisis científico, por lo que la sola manifestación de existencia de la
patología por parte de los testigos no es suficiente para establecer el nexo de la
misma con el servicio.
Recalcó que la patología no fue imputada al servicio según se desprende de la
lectura del acta de Junta Médico Laboral de la Policía Nacional; por lo tanto, estimó
que al no existir prueba contundente que sostenga la imputación realizada en la
demanda, era menester denegar las pretensiones planteadas.
3
Fls. 97-108
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4. LA IMPUGNACIÓN
La parte actora4 apeló la sentencia arguyendo que la jurisprudencia del Consejo de
Estado sostiene que cuando el conscripto, con ocasión del servicio, recibe una
lesión no imputable a su mal proceder, el Estado de todas maneras debe indemnizar
los daños causados, por cuanto lo relevante es que el conscripto debe ser
reintegrado a la sociedad en las mismas condiciones en que ingresó al servicio.
Señaló que la responsabilidad tiene como fundamento la calificación realizada por la
junta médico laboral N° 788 del 20 de octubre de 2006 cuando se le diagnosticó una
pérdida de capacidad del 27.50% al policía auxiliar bachiller, la cual es de origen
profesional y no común como lo afirma la junta calificadora, pues la misma sobrevino
como consecuencia de la actividad policial.
Centró su inconformidad en que resulta contraevidente que la enfermedad haya sido
calificada de origen común, cuando el bachiller no tenía antecedentes en su historia
clínica por síntomas correlacionados con epilepsia, razón por la cual, señala que es
acertado afirmar que al haberse presentado dicha enfermedad dentro del servicio
policial, su origen es profesional.
Por lo anterior, solicitó se revocara la decisión de primera instancia y se accediera a
las pretensiones de la demanda.
5. ALEGATOS DE CONCLUSIÓN
5.1 Parte demandada5
El Tribunal advierte que no es viable valorar los alegatos de conclusión presentados
por la abogada Dra. Sandra Milena Vélez Páez, en razón a que no es procedente el
reconocimiento de personería sustituta a partir de otra sustitución de poder (fls. 122123 C. 2 ins.); es decir, no efectuada por la abogada principal.
5.2. Parte demandante
No se pronunció en esta etapa. (fl. 125)
4
5
Fols. 111-112
Fols. 119-121
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5.3. CONCEPTO DEL MINISTERIO PÚBLICO
No emitió concepto en esta instancia. (fl. 125)
6. CONSIDERACIONES DEL TRIBUNAL
6.1. La Competencia
Al tenor del art. 133 núm. 1 del C.C.A.6, es el Tribunal el competente para resolver el
recurso de apelación propuesto.
6.2. Cuestión previa. Estudio de Caducidad.
Previo a decidir de fondo, cabe señalar que el artículo 136 del Código Contencioso
Administrativo, dispone que la acción de reparación directa, caduca al vencimiento
del plazo de dos (2) años, contados a partir del día siguiente del acaecimiento del
hecho, omisión u operación administrativa o de ocurrida la ocupación temporal o
permanente del inmueble de propiedad ajena por causa del trabajo público o por
cualquier otra causa.7
En ese sentido, se ha ilustrado que la normativa no establece que el cómputo de la
caducidad empieza a correr en el momento en que el daño se concreta por
completo, sino que el mismo debe empezar a partir del día siguiente al hecho que le
sirve de basamento a la pretensión, esto es, la fecha en que acaece el suceso o
fenómeno que genera el daño; de no ser así se confundiría a aquél con las secuelas
o efectos del mismo. Cosa disímil es que la parte demandante sólo haya tenido
conocimiento del daño tiempo después de la ocurrencia del hecho, omisión u
6
Artículo 133.- Modificado. L. 446 /98, Art. 41. Competencia de los tribunales administrativos en segunda
instancia: Los tribunales administrativos conocerán en segunda instancia:
1. De las apelaciones y consultas de las sentencias dictadas en primera instancia por los jueces administrativos
(…).
7 El Consejo de Estado, en auto de octubre 22 de 1998, expediente 15.464, C.P. Dr. Daniel Suárez Hernández,
señaló: “El hecho omisión u operación administrativa a que se refiere la norma transcrita es precisamente aquel
con el cual se causó el daño.
Conviene en principio recordar que esta Sala cuando se presentan dudas sobre la verdadera fecha desde la cual
corre el término para efectos de la caducidad ha sido flexible, y ha garantizado el acceso a la justicia para que
dentro del proceso se demuestren los acontecimientos que permitan deducir una fecha distinta – a la que
primeramente aparece obvia-, para iniciar el cómputo del plazo para demandar.
Cuando no es manifiesta la caducidad de la acción, es equitativo abrir el proceso sin perjuicio de que el juez al
momento de fallar, previo el análisis del material probatorio, vuelva sobre el punto, y establezca la fecha
verdadera desde la cual corre el término para accionar”
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operación, pues en tales eventos, en aplicación del principio de prevalencia del
derecho sustancial sobre el formal (artículo 228 C.P.), el conteo debe iniciarse a
partir de la fecha en que la persona -o personas- tuvieron conocimiento del daño.
En ese contexto, resulta claro que existen dos supuestos en los cuales el citado
principio de la prevalencia de lo sustancial sobre lo formal hace que se aliviane la
disposición del numeral 8 del artículo 136 del C.C.A.; estas dos hipótesis son: i)
hasta tanto la persona no tenga conocimiento del daño, al margen de que el hecho o
la omisión se haya concretado en un día distinto o años atrás del momento en que
se establece la existencia de la lesión antijurídica8 y ii) cuando existe un tratamiento
médico que se prolonga en el tiempo y respecto del cual se le genera al paciente
una expectativa de recuperación9.
Para definir entonces el inicio del cómputo de la caducidad en el presente caso,
resulta necesario establecer la naturaleza del daño por cuya indemnización se
demandó, como también la fecha en la cual quedó acreditado en el proceso.
En el presente caso, los demandantes reclaman el pago de
perjuicios
extrapatrimoniales y materiales derivados de la patología adquirida por el joven
JOSE DANILO HENAO RODRIGUEZ, cuando se desempeñaba como auxiliar de la
Policía Nacional cumpliendo con el servicio obligatorio.
En ese orden de ideas, teniendo claridad sobre cuál es el daño que se reclama e
imputa mediante la presente acción, es preciso establecer el momento en el cual el
joven HENAO RODRIGUEZ conoció de manera concreta y definitiva la existencia de
la lesión en su integridad física, la patología sufrida y el tratamiento o no que se le
podría brindar a la misma.
Así entonces, en el caso particular, si bien en octubre de 2005 el joven auxiliar de la
Policía Nacional empezó a tener manifestaciones de la patología que lo aquejaba,
según se desprende de las atenciones de medicina general de sanidad de la Policía
Nacional y del examen de neurología practicado el 18 de octubre de 2005 en la
ciudad de Armenia, en el que se detectó una lesión neurológica (fol. 26 C. Pbas.), lo
8
La jurisprudencia de la Sección Tercera del Consejo de Estado ha interpretado la institución de la caducidad, en
aplicación de los principios pro actioni y pro damato según los cuales, en algunos casos el término de caducidad
debe empezar a contarse a partir de la fecha en la cual el interesado tuvo conocimiento del hecho que produjo el
daño, que puede coincidir con la ocurrencia del mismo en algunos eventos, pero en otros casos no.
9 Consejo de Estado, Sección Tercera, Sub. C, C.P. ENRIQUE GIL BOTERO, 3 de marzo de 2014, Rad. 0800123-33-000-2013-00671-01(49787).
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cierto es que el auxiliar de policía en la condición de paciente, obtuvo el
conocimiento concreto del daño que hoy se demanda el día 17 de agosto de
2006 (fol. 23 C. Pbas.), debido a que en dicho instante se le señaló con precisión el
diagnóstico definitivo de su sintomatología -Epilepsia-, generada por una lesión
sublenticular izquierda del cerebro; lo anterior, de acuerdo con la valoración integral
del área de neurología efectuada por un especialista en la materia, en la que se
registró además, la carencia de un tratamiento médico para neutralizar la patología.
En consecuencia, la parte actora contaba hasta el día 18 de agosto de 2008 para
interponer la presente acción, lo cual -según el sello de presentación de demanda de
la Oficina Judicial de la ciudad de Armenia-, acaeció el día 21 de julio de 2008 (fol.
16 C. Ppal.); motivo por el cual, no se configuró el fenómeno procesal de la
caducidad.
Ahora bien, sin que se observen causales de nulidad y verificados los demás
presupuestos procesales de la acción, se procede a emitir la correspondiente
sentencia de segunda instancia.
6.2.
Problema jurídico
De acuerdo con el recurso de alzada, se deberá determinar si la patología
presentada por el auxiliar de la policía nacional JOSÉ DANILO HENAO
RODRIGUEZ mientras prestaba su servicio policial obligatorio, tuvo causa
relacionada o no con el servicio prestado o a las funciones impuestas en esa
institución, a efectos de establecer la imputabilidad del daño a la NACIÓN –
MINISTERIO DE DEFENSA – EJÉRCITO NACIONAL en virtud del régimen objetivo
que opera en casos de conscriptos.
El Tribunal ab initio, advertirá que la parte actora no logró demostrar que el hecho
dañoso fuese imputable a la administración, pues no se acreditó en el plenario que
la patología que presentó el conscripto tuviera una relación con el servicio obligatorio
prestado al Estado o con las actividades que en la institución le hubiesen ordenado o
que le son propias.
Los argumentos que permiten sostener la anterior respuesta se pueden abordar bajo
cuatro temas esenciales: (I) Elementos de la responsabilidad extracontractual del
Estado -Imputabilidad del daño-; (II) Régimen de responsabilidad estatal por las
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lesiones o fallecimiento del personal conscripto de la Fuerza Pública (Fuerzas
militares y Policía Nacional); (III) y el caso concreto.
6.3. Elementos de la responsabilidad extracontractual del Estado
Como es bien sabido, el artículo 90 de la Constitución Política establece que el
Estado tiene el deber de responder por los daños antijurídicos que le sean
imputables, sean causados por la acción u omisión de las autoridades públicas.
Conforme a lo anterior, la responsabilidad del Estado se origina, de un lado, cuando
existe un daño o perjuicio causado a la víctima, la cual no tiene el deber jurídico de
soportar y de otro, cuando ese daño o perjuicio es imputable fáctica y jurídicamente
a una autoridad pública.
En consecuencia, de conformidad con la evolución jurisprudencial sobre el tema,
para efectos de establecer la responsabilidad patrimonial del Estado, corresponde
analizar los siguientes aspectos que la componen:
a) La existencia de un daño antijurídico,
b) Que dicho daño haya sido ocasionado por la acción o la omisión de la
autoridad pública,
c) Que dicho daño sea imputable al Estado.
a) Daño antijurídico
Este
concepto
fue
desarrollado
principalmente
por
la
doctrina
española,
fundamentalmente por el profesor Eduardo García de Enterría, quien lo define como
el perjuicio “que el titular del patrimonio considerado no tiene el deber jurídico de
soportarlo, aunque el agente que lo ocasione obre él mismo con toda licitud”, se
explica que: “la nota antijuridicidad se desplaza desde la conducta subjetiva del
agente, donde lo situaba la doctrina tradicional, al dato objetivo del patrimonio
dañado”10. Consecuencialmente, la calificación de un principio en justo o injusto
depende de la existencia o no de causas de justificación en la acción del personal a
quien se impute tal perjuicio. Tal justificación ha de ser expresa y concreta y
consistirá siempre en un título que legitime el perjuicio contemplado.
De este modo, se considera que la doctrina sostendría que, fuera de esta hipótesis,
todo perjuicio o detrimento patrimonial imputable a un sujeto (la Administración en
nuestro caso) configura una lesión, un perjuicio injusto, que por la propia virtualidad
10
García de Enterría, Eduardo. Los principios de la nueva ley de expropiación forzosa. Madrid : Editorial Civitas
S.A. Reedición, 1984. Pág. 176
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de esa última nota, tenderá a su reparación, generando un deber de resarcimiento,
que es en lo que se concreta la responsabilidad civil.
Se considera por lo anterior, que de la lectura del Artículo 90 de la Constitución,
nuestro constituyente acogió por completo la doctrina española, entendiéndose que
se predica la existencia de un daño antijurídico cuando “se cause un detrimento
patrimonial que carezca de título jurídico válido y que exceda el conjunto de las
cargas que normalmente debe soportar el individuo en su vida social, recordando así
que se desplaza el fundamento de la responsabilidad administrativa, del concepto
subjetivo de la antijuridicidad de la acción del Estado al concepto objetivo de la
antijuridicidad producido por ella”11.
Corolario de lo anterior, la doctrina12 sostiene que el administrado se encuentra en la
obligación de soportar el daño en dos eventos, a saber: el primero de ellos, cuando
existe una causa que obligue al administrado perjudicado a recibir el daño, y cuando
se presentan circunstancias en que dicho daño no excede las cargas comunes que
implica vivir en sociedad13.
b) Que dicho daño haya sido ocasionado por la acción o la omisión de la
autoridad pública,
Para que el Estado indemnice los perjuicios causados por ese daño, es necesario
que además de ser antijurídico, éste haya sido causado por una acción u omisión de
las autoridades públicas, esto es, que el daño se produjo como consecuencia de una
conducta desarrollada por la autoridad pública o como consecuencia de una omisión
o ausencia en el cumplimiento de sus funciones, es decir, que la Administración
haya dejado de actuar cuando su obligación era hacerlo y por tal razón genera un
daño14. (imputación fáctica)
11
Gaceta Constitucional No. 77 del lunes 20 de mayo de 1991, pág. 9, citado por Henao Juan Carlos, Obra
citada, pág. 769
12 Bermúdez Muñoz, Martín. “Responsabilidad de los jueces y del estado” Santafé de Bogotá Ediciones Librería
del Profesional, 1998. Pág. 109 y 110.
13 Sobre el primero se ha precisado que la Ley no es la única causa que “le quita el linaje de antijurídico al daño”,
sino que también existen otras causas justificativas de ese daño como son la legítima defensa, el consentimiento
de la víctima o aquellos casos en los cuales aquello que se afecta no constituye un interés legítimamente
protegido.
Sobre el segundo se ha dicho que las cargas comunes que implica la intervención del Estado en la vida social y
que todos los administrados por igual deben soportar, viene a ser una manifestación del principio de igualdad
frente a las cargas públicas, el cual si es violado, es decir, cuando dicha igualdad se quiebra, se estaría en
presencia de un daño antijurídico. Pero si este equilibrio no se rompe porque todos los ciudadanos están
soportando las mismas cargas por el solo hecho de vivir en sociedad, el daño o la incomodidad que se genere no
constituye un daño antijurídico.
14
Así entonces, se estaría en presencia de lo que el Consejo de Estado (Consejo de Estado, Sentencia del 13 de
Julio de 1993. ANALES DEL CONSEJO DE ESTADO, Tomo CXXXIII, Julio, Agosto y Septiembre de 1993.) –
aspecto que también ha sido acogido por la Corte Constitucional(Corte Constitucional, Sentencia C-333 del 1 de
Agosto de 1996)– denomina imputatio facti, que es la misma causalidad material, es decir, la relación de causaefecto que hay entre el daño y la acción u omisión de la autoridad pública, y que obviamente es diferente a la
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c) Que dicho daño sea imputable al Estado
Otro de los requisitos o elementos necesarios para conseguir del Estado la
indemnización de los perjuicios que su acción u omisión cause, consiste en la
atribución jurídica –imputatio iuiris– que del daño se hace a la administración pública
y esta atribución depende de lo que se ha conocido jurisprudencialmente como el
nexo con el servicio.
Al respecto, el Consejo de Estado en su jurisprudencia ha establecido:
“La imputación es el elemento de la responsabilidad que permite atribuir jurídicamente
un daño a un sujeto determinado. En la responsabilidad del Estado la imputación no
se identifica con la causalidad material, pues la atribución de la responsabilidad puede
darse también en razón de criterios normativos o jurídicos. Una vez se define que se
está frente a una obligación que incumbe al Estado, se determina el título en razón del
cual se atribuye el daño causado por el agente a la entidad a la cual pertenece, esto
es, se define el factor de atribución (la falla del servicio, el riesgo creado, la igualdad
de las personas frente a las cargas públicas)
Atribuir el daño causado por un agente al servicio del Estado significa que éste se
hace responsable de su reparación, pero esta atribución sólo es posible cuando el
daño ha tenido vínculo con el servicio. Es decir, que las actuaciones de los
funcionarios sólo comprometen el patrimonio de las entidades públicas cuando las
mismas tienen algún nexo o vínculo con el servicio público”15
Por tanto, imputar es atribuir el daño que padeció la víctima al Estado, circunstancia
que se constituye en condición sine qua non para declarar la responsabilidad
patrimonial de este último; bajo tal entendimiento, la imputación del daño al Estado
depende, en este caso, de que su causación obedezca a la acción o la omisión de
las autoridades públicas en desarrollo del servicio público o en nexo con él
excluyendo la conducta personal del servidor público que sin conexión con el
servicio causa un daño.
El Consejo de Estado ha puntualizado en muchas sentencias que la imputabilidad
consiste en la determinación de las condiciones mínimas necesarias para que un
hecho pueda ser atribuido material y jurídicamente a alguien como responsable del
mismo, con el objeto de que deba soportar las consecuencias. De allí que el
elemento necesario para la imputación del daño es la existencia del nexo causal
imputatio iuris, pues esta constituye lo que se conoce como imputación, esto es, la atribución jurídica del daño,
que se le achaca al Estado y que constituye otro de los elementos indispensables para lograr de la
Administración la indemnización de perjuicios, el cual se examinará en detalle a continuación.
15
Consejo de Estado, Sección Tercera, Sentencia del 16 de Septiembre de 1999, Magistrado Ponente: Ricardo
Hoyos Duque. Revista JURISPRUDENCIA Y DOCTRINA, Tomo XXIX, número 338, pág. 251.
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entre la actividad (lícita o no) o la omisión de la autoridad pública (art. 90 C. P.) y el
daño antijurídico que se reclama y la existencia del deber de reparar.
Es claro pues, según lo desarrollado por la jurisprudencia, que si se acredita que el
daño fue causado o en horas del servicio –nexo temporal-, o en el lugar del servicio
–nexo espacial-, o con instrumentos del servicio – nexo instrumental-, o con deseos
de ejecutar el servicio o con impulsión del mismo, o si todos estos se presentaron,
habrá un nexo con el servicio y esto significa que se dará el requisito de la
imputabilidad, es decir, atribución del daño al Estado y, por tal razón, el Estado
deberá responder por el daño causado.
Éste último aspecto cobra relevancia en el sub lite dado que los daños que se
supliquen bajo los alcances del régimen de responsabilidad aplicable, en todo caso
deberán tener un nexo lógico y razonable con la prestación del servicio militar o
policial obligatorio16, pues de lo contrario, la imputación quedaría en el plano de lo
extraño o de lo imposible precaver para el Estado -“nadie está obligado a lo
imposible”-17, como se ahondará en el caso concreto.
6.4. El régimen de responsabilidad estatal por las lesiones o fallecimiento del
personal conscripto de la Fuerza Pública (Fuerzas militares y Policía Nacional)
Por mandato constitucional18 y legal19, es deber de todo colombiano prestar el
servicio militar, cuando las necesidades lo exijan, con el fin de defender la
independencia nacional y las instituciones públicas.
La Ley 2ª de 1977, “Por la cual se establecen normas sobre el servicio militar obligatorio” estableció un
servicio especial para la prestación del servicio militar obligatorio en la Policía Nacional. Para efecto de la
prestación del servicio militar obligatorio, se establece un servicio especial equivalente con el carácter de auxiliar
de la Policía Nacional. “Los colombianos que cumplan con esta obligación, tendrán derecho a que se les expida
su tarjeta de reservista en la especialidad de Policía. El Gobierno reglamentará las operaciones y servicios que
este cuerpo auxiliar debe cumplir.” Por su parte, el Decreto 0750 de 1977 dispuso que el personal incorporado
como Agente Auxiliar de la Policía Nacional, se licenciaría en las condiciones señaladas por las disposiciones
legales.
17
De igual manera, se ha aclarado que la relatividad de las obligaciones del Estado no excusa de manera
absoluta su incumplimiento, sino que debe indagarse en cada caso si en efecto fue imposible cumplir aquellas
que según el caso concreto le correspondían. Ver sentencia de 23 de febrero de 2012, Radicación: 23027,
Consejero Ponente: Hernán Andrade Rincón.
18 Constitución Política, Artículo 216. La fuerza pública estará integrada en forma exclusiva por las Fuerzas
Militares y la Policía Nacional.
16
Todos los colombianos están obligados a tomar las armas cuando las necesidades públicas lo exijan
para defender la independencia nacional y las instituciones públicas.
La Ley determinará las condiciones que en todo tiempo eximen del servicio militar y las prerrogativas por la
prestación del mismo.
19
Ley 48 de 1993, Artículo 3° Servicio militar obligatorio. Todos los colombianos están obligados a tomar las
armas cuando las necesidades públicas lo exijan para defender la independencia nacional y las instituciones
públicas con las prerrogativas y las exenciones que establece la presente Ley.
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Referencia: Sentencia de Segunda Instancia
Radicado: 63001-2331-002-2008-00361-01
Acción: Reparación Directa
Actor: Danilo Henao Grajales y otros
Accionado: Nación – Ministerio de Defensa Nacional – Policía Nacional
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En este punto, conviene traer a colación las características propias del personal
vinculado a la Fuerza Pública en calidad de conscripto y su diferenciación con la del
soldado profesional, para tales efectos el Consejo de Estado se ha encargado de
explicar:
“En primer término, estima la Sala necesario precisar la diferencia existente
entre la clase de vínculo que se crea para el Estado frente al soldado
conscripto y aquel que se genera en relación con el soldado voluntario o
profesional; en el primero -soldado conscripto- el vínculo surge debido al
cumplimiento del deber constitucional de defensa de la soberanía y la
independencia de las instituciones públicas, el cual no detenta carácter
laboral alguno, en tanto que en el segundo (soldado profesional) el vínculo
surge en virtud de una relación legal y reglamentaria consolidada a través del
correspondiente acto administrativo de nombramiento y la consiguiente
posesión del servidor o de la relación contractual creada mediante la
suscripción de un contrato laboral. Por lo tanto, a diferencia del soldado
profesional, que ingresa en forma voluntaria a las filas de las Fuerzas
Armadas con el fin de prestar un servicio a cambio de una
contraprestación y que goza de una protección integral de carácter
salarial y prestacional, el soldado conscripto se ve impelido a hacerlo
por la imposición de una carga o gravamen especial del Estado. Así
pues, el conscripto no goza de protección laboral predeterminada frente
a los riesgos a los cuales se le somete en cumplimiento de su cometido
constitucional, por cuanto la ley tan solo le reconoce algunas
“prestaciones”, las cuales de ningún modo pueden catalogarse como
laborales y tampoco se asimilan al régimen a for fait previsto por la ley
para el soldado profesional.20 (Negrilla y subrayado fuera de texto)
Habiéndose esbozado la distinción existente entre el personal conscripto y el
personal profesional de la Fuerza Pública, ineludiblemente se llega a la conclusión
que el régimen de responsabilidad estatal por los daños que se ocasionen a quienes
se encuentren prestando el servicio militar obligatorio será diferente al personal que
se vincula voluntariamente a la Institución (soldados profesionales) pues estos
últimos cuentan con la obligación de asumir los riesgos propios de la carrera militar,
gozando por tales motivos de ciertas prerrogativas como lo son una protección
salarial y prestacional especial.
De los anteriores beneficios no son destinatarios los conscriptos, de ahí que en
cumplimiento de un deber de rango constitucional, el Estado tiene recíprocamente el
deber de garantizar la protección de sus derechos y bienestar, velando para que a
su retorno a la vida civil se efectúe en las mismas condiciones que cuando se vio
compelido a prestar el servicio militar o policial.
20
Consejo de Estado, Sección Tercera, Bogotá D.C., 28 de abril de 2010, Radicación No: 25000-23-26-0001996-03096-01(17992). C.P. MAURICIO FAJARDO GOMEZ.
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Referencia: Sentencia de Segunda Instancia
Radicado: 63001-2331-002-2008-00361-01
Acción: Reparación Directa
Actor: Danilo Henao Grajales y otros
Accionado: Nación – Ministerio de Defensa Nacional – Policía Nacional
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Ahora bien, El Consejo de Estado ha sido enfático en señalar la distinción entre los
miembros profesionales y el personal conscripto de la Fuerza Pública y ha
determinado que el régimen de imputación de responsabilidad, dependerá de las
circunstancias de modo, tiempo y lugar en que se ha desarrollado cada caso
concreto, aplicando la teoría del daño especial o del riesgo excepcional, sin
descartarse la posibilidad de aplicar en determinados casos la teoría de la falla
probada del servicio, cuando exista omisión del cumplimiento de una obligación por
parte de la Administración. Al respecto, la Alta Corporación sostuvo:
“… desde tiempo atrás la jurisprudencia ha considerado que cuando una
persona ingresa al servicio militar obligatorio en buenas condiciones de
salud debe dejar el servicio en condiciones similares, criterio a partir del
cual se estableció la obligación de reparación a cargo de la entidad
demandada, frente a los daños cuya causa esté vinculada con la
prestación del servicio y excedan la restricción de los derechos y
libertades inherentes a la condición de militar.
Atendiendo a las condiciones concretas en las que se produjo el hecho, la
Sala ha aplicado en la solución de los casos, los distintos regímenes de
responsabilidad. Así, ha decidido la responsabilidad del Estado bajo el
régimen de daño especial cuando el daño se produjo como consecuencia del
rompimiento de la igualdad frente a las cargas públicas; el de falla probada
cuando la irregularidad administrativa produjo el daño y, el de riesgo cuando
éste proviene o de la realización de actividades peligrosas o de la utilización
de artefactos que en su estructura son peligrosos; pero, en todo caso, ha
considerado que el daño no será imputable al Estado cuando se haya
producido por culpa exclusiva de la víctima, por fuerza mayor o por el
hecho exclusivo de un tercero, por rompimiento del nexo causal.”21
(Negrillas fuera de texto)
Conforme a lo anterior, siendo un deber del Estado velar por la integridad psicofísica
del soldado o auxiliar compelido a prestar el servicio obligatorio, en la eventualidad
de que el conscripto resulte lesionado o muerto durante la prestación del servicio, ab
initio debe concluirse que el Estado es objetivamente responsable por esos daños,
pues incumplió con su deber de cuidado. Por ende, el principio iura novit curia cobra
gran relevancia en estos casos, pues le corresponderá al Juez de conocimiento
21
Consejo de Estado, Sección Tercera, Sentencia del 22 de abril de 2009, Radicación Nº: 25000-23-26-0001995-01600-01(18070). C. P. RUTH STELLA CORREA PALACIO.
Tesis reiterada en la sentencia antes citada del año 2010, Radicación No: 25000-23-26-000-1996-0309601(17992). C.P. MAURICIO FAJARDO GOMEZ, así:
“Ahora, en relación con el título de imputación aplicable a los daños causados a soldados conscriptos, la Sala ha
establecido que los mismos pueden ser i) de naturaleza objetiva –tales como el daño especial o el riesgo
excepcional–, y ii) por falla del servicio, siempre y cuando de los hechos y de las pruebas allegadas al proceso se
encuentre acreditada la misma. En consecuencia, frente a los perjuicios ocasionados a soldados conscriptos, en
la medida en la cual su voluntad se ve doblegada por el imperium del Estado, al someterlos a la prestación de un
servicio que no es nada distinto a la imposición de una carga o un deber público, resulta claro que la
organización estatal debe responder, bien porque respecto de ellos el daño provenga de i) un rompimiento de las
cargas públicas que no tenga la obligación jurídica de soportar el soldado; ii) de un riesgo excepcional que
desborda aquel al cual normalmente estaría sometido y que puede tener origen en el riesgo de la actividad o en
el riesgo de la cosa, o iii) de una falla del servicio, a partir de la cual se produce el resultado perjudicial.”
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Referencia: Sentencia de Segunda Instancia
Radicado: 63001-2331-002-2008-00361-01
Acción: Reparación Directa
Actor: Danilo Henao Grajales y otros
Accionado: Nación – Ministerio de Defensa Nacional – Policía Nacional
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verificar en cada caso las circunstancias fácticas y probatorias (modo, tiempo y
lugar) en concreto, para identificar el régimen de imputación endilgable a la
Administración, así se haya señalado en la demanda otro régimen de
responsabilidad.
Sin perjuicio de encontrarnos ante eventos de responsabilidad objetiva, en los que la
Administración se encuentra en la obligación de responder por los daños y perjuicios
generados a la vida o integridad del personal quien presta el servicio militar o policial
obligatorio, es pertinente tener en cuenta que de acreditarse en el caso concreto la
configuración de alguna de las causales eximentes de responsabilidad, como lo son:
1) Culpa o hecho exclusiva de la víctima, el 2) Hecho de un tercero, y/o la 3) Fuerza
Mayor, ineludiblemente conduciría a la exoneración de responsabilidad de la
Administración por cuanto no se configuraría nexo causal entre el daño y la
actuación u omisión atribuida a la entidad accionada22.
7. El caso concreto
Bajo los criterios jurisprudenciales expuestos y de conformidad con lo dispuesto en
el artículo 174 del C. de P. C. el cual establece que toda decisión judicial debe
fundarse en las pruebas regular y oportunamente allegadas al proceso, las cuales,
según lo ordenado en el artículo 187 ibídem, deben ser apreciadas en su conjunto y
a la luz de las reglas de la sana crítica, tenemos que en el sub iudice, esta Sala de
Decisión encuentra lo siguiente:
 El día 9 de febrero de 2005, el joven HENAO RODRIGUEZ JOSÉ DANILO fue
incorporado al servicio obligatorio en el Departamento de Policía Quindío, en
el cargo de auxiliar bachiller (Cdno. Pbas. Fols. 42-45, 48-53).
 Durante la instancia en el servicio obligatorio policial, empezó a presentar
síntomas relacionados con epilépsia, tal y como lo registran las excusas
médicas que emitió el Grupo Sanidad de la Policía Nacional del Quindío
(Cdno. Pbas. Fols. 46-47) y las atenciones médicas brindadas por la misma
dependencia (Fls. 40-41).
22
Consejo de Estado, Sección Tercera, Sentencia del diecinueve (19) de Julio de 2007. C.P. MAURICIO
FAJARDO GOMEZ. Radicado Número: 52001-23-31-000-2001-00524-1(29034).
“De conformidad con lo anterior, se ha dicho que en el caso de conscriptos el régimen de imputación
aplicable es el correspondiente a la responsabilidad objetiva, lo cual significa que, probado el hecho
dañoso -lesiones físicas-, le corresponde a la entidad demandada acreditar la existencia de una causa
extraña que rompa el nexo causal, tal como la culpa exclusiva de la víctima, la fuerza mayor o el hecho
exclusivo y determinante de un tercero”.
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Referencia: Sentencia de Segunda Instancia
Radicado: 63001-2331-002-2008-00361-01
Acción: Reparación Directa
Actor: Danilo Henao Grajales y otros
Accionado: Nación – Ministerio de Defensa Nacional – Policía Nacional
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En ese estado de cosas, la parte actora aduce que el daño suplicado y
determinado por el especialista en neurología del servicio de medicina laboral de
la Policía Nacional el día 17 de agosto de 2006 (fol. 23 C. Pbas.), consiste en la
adquisición de la patología denominada “Epilepsia”, generada a causa de una
lesión sublenticular izquierda detectada en los exámenes especializados, lo cual,
posterior a la terminación de su servicio obligatorio, le generó una disminución de
su capacidad laboral; según la parte actora, la enfermedad descrita sobrevino
a causa de la “actividad militar”, en razón a que el joven no tenía
antecedentes clínicos de la misma.
En ese sentido, el Tribunal encuentra del acta de la Junta Médico Laboral de la
Policía Nacional en la que se describió la enfermedad y lesión cerebral referida,
que la misma no fue imputada el servicio (fls. 18-19 C. Pbas.), de lo que se
presume que se la tuvo como una enfermedad de origen común; tal aspecto se
ratifica con las demás probanzas aportadas al plenario, como se verá a
continuación. Dicha decisión, de acuerdo con el material probatorio allegado, no
fue objeto de cuestionamientos por los mecanismos procedentes, razón por la
cual, se presume ajustada a la realidad médica del caso.
En efecto, se tiene en el proceso concepto pericial emanado del Instituto
Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses – Seccional Quindío (fls. 14-15
C. Pbas.), en el cual se explica que las causas de la Epilepsia son de origen
múltiple, es más, se precisa que se trata de una patología que se genera
fundamentalmente por una causa idiopática, es decir, desconocida por la ciencia.
No obstante, se mencionaron algunas probables, a saber:














Idiopática – primera causa.
Falta de oxígeno al momento del parto.
Tumores cerebrales y no cerebrales.
Traumatismos craneoencefálicos.
Enfermedades genéticas.
Malformaciones cerebrales.
Infecciones del sistema nervioso central.
Exceso de fiebre.
Herencia.
Errores congénitos del metabolismo.
Enfermedad cerebrovascular.
Consumo de tóxicos incluyendo el alcohol.
Hemorragia intracraneal.
Ácido úrico aumentado, enfermedad del
alteraciones electrolíticas, entre otras.
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hígado,
hipoglucemia,
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Referencia: Sentencia de Segunda Instancia
Radicado: 63001-2331-002-2008-00361-01
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Actor: Danilo Henao Grajales y otros
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Igualmente, el perito forense dentro del proceso concluyó lo siguiente: “LA
ENFERMEDAD DE LA EPILEPSIA NO SE ORIGINA EN UN JOVEN SOLO POR EL
HECHO DE HABER PRESTADO SU SERVICIO MILITAR OBLIGATORIO, no existe
hasta el momento evidencia científica que relacione estas dos situaciones”.
Las explicaciones y conclusiones de la prueba pericial, concuerdan con los estudios
científicos que se encuentran en doctrina médica sobre las posibles causas de la
Epilepsia; en la cual, se ha indicado:
“La epilepsia puede aparecer a causa de una lesión o una cicatriz
cerebral, en muchos casos producidas durante el nacimiento o
inmediatamente después de nacer. Otro tipo de epilepsia se
denomina idiopática (de origen desconocido) y no tiene ninguna señal
cerebral y que, por tanto, no puede conocer la causa de sus ataques
epilépticos. A pesar de ello, es posible que esté provocada por algún
tumor o malformación cerebrales, por otras enfermedades como
la meningitis y la encefalitis, etc.
Las personas que tienen epilepsia sin indicios acostumbran a tener su
primer ataque entre los 2 y los 14 años de edad. La epilepsia es un
trastorno con muchas causas posibles. Cualquier cosa que impida o
distorsione el patrón de actividad neuronal normal puede conducir a la
aparición de una crisis epiléptica. Se ha observado que algunas
personas epilépticas tienen una cantidad más alta de neurotransmisores
activos (sustancias encargadas de conducir el impulso nervioso entre
las neuronas), lo cual incrementa la actividad neuronal. En otros se ha
observado una cantidad baja de inhibidores de dichos
neurotransmisores, lo cual también aumenta la actividad neuronal. En
ambos casos aparece la epilepsia.
Predisposición hereditaria. Es más probable que una persona tenga
convulsiones si sus padres han padecido crisis convulsivas.
Actualmente se está tratando de localizar el gen responsable de las
crisis convulsivas.
Estado de maduración del cerebro. Aún entre las diferentes edades
pediátricas, hay una enorme diferencia en la frecuencia de convulsiones
infantiles. En la etapa prenatal el umbral es muy alto y las crisis poco
frecuentes; en el recién nacido (primeros 30 días) el umbral es bajo y
las crisis frecuentes. Entre los dos y cinco años el umbral va
aumentando hasta que alcanza el nivel máximo a los cinco años. De
esto se podría deducir que la maduración cerebral por sí sola modifica
la frecuencia de las crisis convulsivas. También se puede pensar que
los síndromes epilépticos en niños son completamente diferentes a los
de los adultos.
Existencia de lesión cerebral. El cerebro puede estar programado
para desarrollarse normalmente, pero puede sufrir lesiones durante el
embarazo, el nacimiento o más adelante. Las lesiones pueden deberse
a
tumores
cerebrales,
alcoholismo
u
otras
drogas, Alzheimer, meningitis, encefalitis, SIDA, ciertas alergias, etc.,
porque todo ello altera el normal funcionamiento del cerebro. Los
ataques al corazón, infartos y enfermedades cardiovasculares también
influyen en la aparición de un ataque epiléptico porque privan al cerebro
de oxígeno.
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Referencia: Sentencia de Segunda Instancia
Radicado: 63001-2331-002-2008-00361-01
Acción: Reparación Directa
Actor: Danilo Henao Grajales y otros
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Reparaciones incorrectas. En algunos casos, el cerebro intenta
reparar los daños causados, pero puede generar conexiones
neuronales anormales que podrían conducir a la epilepsia.”23
Adicional a lo anterior, la Sala verifica en el plenario que no existe probanza alguna
de la cual se colija o se evidencie que la patología exteriorizada por el joven auxiliar
HENAO RODRIGUEZ durante la prestación del servicio policial obligatorio, se
presentó con ocasión de una actividad policial normal o anormal impuesta en la
institución, tampoco de manera externa a las mismas, ya que durante el tiempo de
servicio no se registraron antecedentes de contusiones cerebrales o algún tipo de
lesión o golpe, exceso de cargas laborales, sobrecarga en la actividad física o algún
evento del cual se pueda relacionar las actividades del servicio policial con el
desencadenamiento de los episodios epilépticos y mucho menos con la lesión
sublenticular izquierda detectada en el cerebro del joven, razón por la cual, la
enfermedad se muestra totalmente inconexa con el servicio policial obligatorio, y de
acuerdo con la prueba pericial y la doctrina médica citada, en lugar de ello pudiese
estar relacionada a un daño congénito o de difícil determinación científica.
En ese sentido, la Sala también observa que la institución policial brindó las
atenciones médicas requeridas cuando el joven presentó los episodios de crisis, en
razón a que fue atendido inmediatamente por el área de sanidad cuando el paciente
acudió al servicio (ello es ratificado en la prueba testimonial (fls. 606-616 C. Pbas. 3),
además, se ordenaron exámenes especializados y se le solicitó regresara a
observación neurológica para el día 2 de junio de 2006, ante lo cual, el paciente no
asistió según se verifica de la atención médica suministrada el día 9 de octubre de
2005 (fol. 27 C. Pbas.). Por tanto, tampoco habría lugar para predicar
responsabilidad de la entidad accionada por una inadecuada prestación del servicio
médico que le correspondía durante la instancia obligatoria.
De otra parte, se tiene que si la parte actora no estuvo de acuerdo con la
clasificación y/o valoración otorgada por la entidad accionada a la lesión y patología
sufrida por el joven, debió cuestionarlas oportunamente por medio de los
mecanismos administrativos y judiciales procedentes, como pudo ser la solicitud de
revisión ante el Tribunal Médico Laboral de Revisión Militar o acudir ante la
jurisdicción ordinaria laboral con el fin de comprobar que la patología adquirida por el
joven fue producto del servicio y en razón del mismo, es decir, enfermedad
profesional y/o accidente de trabajo o en el servicio como consecuencia del combate
23
Extraído del portal especializado en medicina: http://www.dmedicina.com/enfermedades/neurologicas/epilepsia
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Referencia: Sentencia de Segunda Instancia
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o en accidente relacionado con el mismo, o por acción directa del enemigo, en
tareas de mantenimiento o restablecimiento del orden público o en conflicto
internacional o en actos realizados contra la ley, el reglamento o la orden superior;
puesto que, en el plenario no hay prueba contundente que desvirtué que se trató de
una enfermedad de origen común así se hubiese manifestado en la ejecución del
servicio obligatorio; en últimas, todo ello también pudo haberse demostrado en este
proceso sin que, como ya se analizó, tampoco ello ocurrió, lo que deja sin sustento
la imputación de responsabilidad elaborada en la demanda.
En un caso de características similares al aquí estudiado, el alto tribunal de lo
contencioso administrativo tuvo la oportunidad de recalcar la importancia de que el
daño suplicado en casos de conscriptos tenga relación lógica con las obligaciones
exigibles a la institución del Estado al cual se incorpora el soldado o auxiliar. Al
respecto, se dijo:
“En cuanto a las causas del cáncer de recto que padece Jorge Arturo
Guerrero, la Sala considera que no existe nexo causal entre ésta y la
prestación del servicio militar obligatorio, como quiera que no obra en el
proceso ninguna prueba que permita siquiera inferir que dicha
enfermedad pudo tener origen en una acción u omisión de las
autoridades militares, o en el desarrollo de actividades propias del
servicio militar y, por lo tanto, que pudiera ser imputable a esa entidad.
Al respecto, debe anotarse que no se acreditó que hubieran tenido
siquiera ocurrencia los hechos que pretendían presentarse como
desencadenantes de la patología, según lo relatado en la demanda,
esto es, los ejercicios que realizaba el soldado durante la instrucción
militar y el consumo de agua y alimentos inadecuados durante la
prestación del servicio militar obligatorio.
Así las cosas, es evidente que no existe claridad alguna sobre las
causas del tumor que padece el actor, pues conforme a las
conclusiones del dictamen de Medicina legal, este tipo de enfermedades
tienen su origen en distintas causas y las circunstancias establecidas en
el proceso carecen de fundamento suficiente para demostrarlas.
Por lo anterior, es claro que no basta solamente acreditar el daño para
tener por demostrada la relación de causalidad, pues ello supondría
radicar en cabeza de la entidad demandada una obligación que sería de
imposible cumplimiento, en la medida que so pena de ser declarado
patrimonialmente responsable, debería precaver toda clase de
enfermedades que pudieran afectar a los soldados en el desempeño de
las actividades propias del servicio.”24
Tal precedente es perfectamente aplicable a este asunto, puesto que no basta que
se haya probado que los episodios de epilepsia se presentaron por primera vez
24
Consejo de Estado, Sección Tercera, C.P. MYRIAM GUERRERO DE ESCOBAR, 8 de julio de 2009, Rad.
63001-23-31-000-1998-00540-01(17033)
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Actor: Danilo Henao Grajales y otros
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cuando se encontraba el paciente prestando su servicio militar para desencadenar
de allí el nexo causal que pretende la parte actora; en este caso se debían
demostrar hechos concretos que fueran causa directa o indirecta de tal patología lo
que, como ya se dijo, no ocurrió en el sub lite.
Conclusión
En conclusión, en el presente proceso no se logró acreditar la relación de causalidad
entre el daño padecido y las actividades propias del servicio; de manera que ante la
ausencia de pruebas dirigidas a acreditar la responsabilidad de la administración, es
indefectible confirmar la decisión apelada.
No se condenará en costas, en aplicación del artículo 55 de la Ley 446 de 1998,
modificatorio del artículo 171 del C.C. A., porque no se advirtió temeridad25.
Por lo expuesto, el Tribunal Administrativo del Quindío, administrando justicia en
nombre de la República de Colombia, y por autoridad de la ley,
F A
L
L
A
PRIMERO: CONFIRMAR la Sentencia N° 37 del 25 de octubre de 2011, proferida
por el Juzgado Segundo Administrativo Adjunto del Circuito de Armenia Q. por las
razones aquí expuestas.
SEGUNDO: Sin lugar a condena en costas en esta instancia.
TERCERO: No se reconoce personería a la Dra. SANDRA MILENA VELEZ PAEZ
con T.P. 156.192 del C. S. de la J., habida cuenta que no es factible una sustitución
de poder a partir de otra.
CUARTO: Desde ahora, se ordena al juez de primera instancia, la expedición de
copias auténticas de esta providencia, con destino a las partes y a su costa con las
precisiones de los artículos 115 del CPC y 37 del Decreto 359 de 1995, las que
serán entregadas a los apoderados judiciales que han venido actuando.
25
C.E. Sección Tercera. Bogotá, 28 de enero de 2009. Rad. 18.460. Actores: Martha Cecilia
Rojas Mora y Otros, C.P. ENRIQUE GIL BOTERO.
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QUINTO: En firme esta providencia, devuélvase el expediente al Juzgado de origen,
previa anotación en el programa informático “Justicia Siglo XXI”.
Esta providencia se discutió y aprobó conforme consta en Acta N°. 004 de la fecha.
NOTIFÍQUESE Y CÚMPLASE
HERNEY DE JESÚS ORTÍZ MONCADA
Magistrado
MARIO FERNANDO RODRÍGUEZ REINA
Magistrada
MÓNICA ADRIANA ÁNGEL GÓMEZ
Magistrado
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