CARTA CIRCULAR (7) DEL SECRETARIO DEL SECRETARIADO O.CIST. PARA LA LITURGIA EN LOS MONASTERIOS DE LA ORDEN, CON OCASIÓN DE LA FIESTA DE LA PRESENTACIÓN DEL SEÑOR, 2 DE FEBRERO DE 2008 Pax « ¡Prepara tu morada, Sión, para recibir al Mesías Rey ! » Queridos hermanos y hermanas, Como anuncia la cita litúrgica anterior, os escribo esta carta circular con ocasión de la hermosa fiesta de la Presentación del Señor, el 2 de febrero. Esta fiesta forma parte de las grandes fiestas de la Iglesia que tienen su origen en el Oriente cristiano y que contienen en sí múltiples matices, tanto teológicos como espirituales. Como es bien sabido, la fiesta se celebra a los cuarenta días después de Navidad. Aunque tras la última reforma litúrgica de la Iglesia ya no representa oficialmente el fin del tiempo de Navidad – que finaliza tras la fiesta del Bautismo del Señor – tiene una significativa conexión con la Navidad y algunos libros de liturgia hablan de ella como si se tratase todavía de la última fiesta del ciclo de la Epifanía o de las celebraciones de Navidad. Para conocer en su más pleno significado el contenido y sentido de la fiesta del 2 de febrero se debe saber algo sobre su nacimiento y desarrollo histórico, al menos a grandes rasgos. 1. Nacimiento e historia de la celebración de la Presentación del Señor 1.1 La celebración del encuentro de Jesús con el anciano Simeón (y la profetisa Ana) El testimonio más antiguo y seguro de la celebración de la Presentación del Señor lo encontramos en el diario de viaje de la monja Egeria, escrito con ocasión de su peregrinación a Tierra Santa, de los años 381 a 384. Aquí nos da información de que en Jerusalén “cuarenta días después de la Epifanía” (en Jerusalén se celebraba el nacimiento de Cristo), es decir, el 14 de febrero, en recuerdo de la presentación de Jesús en el templo, tenía lugar un solemne pontifical, con una procesión de entrada en la iglesia de la Resurrección (Anastasis). Egeria constata y remarca el hecho de que en este día los “santos Misterios” se celebran con la “misma alegría que la Pascua”. Desde el inicio, los hechos narrados en Lc. 2, 22-39 (evangelio del día) se ponen en el centro de esta celebración. A finales del siglo V y comienzos del siglo VI, esta celebración se extiende desde Jerusalén a todo el Oriente. En Constantinopla, en Bizancio, fue introducida probablemente entre los años 534-542 por el emperador Justiniano I (+ 565), siendo él quien la fijara como fiesta el 2 de febrero, a los cuarenta días después de Navidad. Conocemos de la existencia de la procesión de los cirios hacia mediados del siglo V, como reflejan los escritos de san Cirilo de Alejandría (+ 444) quien pedía a los fieles en un sermón: Celebremos el misterio de este día con resplandor, con nuestras velas encendidas.. Del mismo modo, un sermón contemporáneo de Jerusalén dice: Resplandezcamos y entonces nuestras luces brillarán. Como hijos de la luz ofrezcamos los cirios de la luz verdadera que es Cristo. En Oriente, en el siglo VI, como muy tarde, la celebración del 2 de febrero ha recibido el nombre de “Hypapante”, “encuentro”, como alusión al encuentro de Jesús con el anciano Simeón y la profetisa Ana. Este día de fiesta se introdujo inicialmente en Roma con el nombre de “Hypapante”, formando parte de las liturgias eclesiásticas bajo el Papa Sergio I (+ 701), que era de origen siríaco-italiano, y que acogía en la liturgia romana las principales fiestas marianas. Hay que destacar la procesión matinal que tenía lugar en Roma el 2 de febrero, desde la iglesia de Adrián hasta la basílica de Sta. María la Mayor. Sabemos que en Roma tenía un carácter penitencial, como lo muestra el hecho de que utilizaran ornamentos negros. Mucho más tarde (¡hasta 1960!) se elegirá el color violeta. Esto se debe seguramente a la existencia de una antigua procesión pagana de purificación que se realizaba habitualmente en Roma a principios de febrero (procesión lustral, amburbale= alrededor de la ciudad, en latín). 1.2. La fiesta de la Purificación de María (Purificatio B.M.V.) Después de Roma, la celebración llegará en los siglos VIII-IX a la región galofrancesa, donde se dedica inicialmente a Cristo, convirtiéndose poco a poco en una celebración mariana, “la fiesta de la purificación de María”. Este aspecto tiene su fundamento en el Evangelio de la fiesta, con la indicación expresa que se encuentra en Lc 2, 22.24 sobre la disposición veterotestamentaria según la cual la mujer debía purificarse durante cuarenta días después del nacimiento de un hijo, tiempo en el que se la consideraba como “impura” para el culto, debiendo presentar en compensación ante el sacerdote un cordero de un año como ofrenda para el sacrificio, y un par de palomas o tórtolas como ofrenda por el pecado. Las personas pobres – como María y José – podían ofrecer un par de tórtolas o dos pequeñas palomas en lugar del cordero (cf. Lv 12, 2-4.6-8). La fecha de la celebración del 2 de febrero, precisamente cuarenta días después de Navidad, ha quedado así por esta costumbre judía. Según Lc 2, 23, los parientes de Jesús cumplían también con otra ley judía acercándose al Templo de Jerusalén, es decir, al nacer el primer hijo varón éste debía ser consagrado al Señor y por este motivo ser “rescatado” (cf. Ex 13, 1-2.13-16). Hasta la última reforma litúrgica, el 2 de febrero era considerado en la liturgia romana bajo este último concepto bíblico-judaico como una fiesta de María, principalmente en la Liturgia de las horas y se llamó hasta el año 1970 (1960): “Fiesta de la Purificación de María”. 1.3 La Fiesta de María, la Candelaria A mediados del siglo V se hace mención de una procesión con velas el 2 de febrero, tomando paulatinamente más relieve la bendición de las mismas. En los libros de la liturgia romanofrancesa, de los siglos IX y X, se trata de la distribución y bendición de las velas. La bendición de las velas se hace de forma verdaderamente tangible a partir del s. X, en Roma desde el s. XII. El pueblo atribuye a velas bendecidas una fuerza especial contra los demonios, esperando de ellas la ayuda en todas sus necesidades (por ejemplo, en caso de enfermedad y a la hora de la muerte). Debido a esta bendición de las velas, tanto para el uso litúrgico como privado, y a la celebración de la luz, la fiesta del 2 de febrero toma el nombre de “Candelaria”, “Mariä Lichtmess” en los país germánicos, a partir del s. X, nombre que ha sido empleado en otras lenguas (“Candlemas”, “Candelore”, “Chandeleur”). El tema de la luz se refleja en el evangelio de la fiesta, en el momento en el que el anciano Simeón hace el elogio del niño Jesús que lleva en sus brazos, diciendo de él que es la “luz que ilumina las naciones y gloria de su pueblo Israel” (Lc 2, 32). Este texto se convierte en canto de procesión para este día: Lumen ad revelationem gentium.... Los títulos tradicionales que se dan a lo largo de la historia de esta fiesta nos hablan sobre el contenido y el sentido de la celebración del 2 de febrero: fiesta de la presentación de Jesús en el templo; fiesta del encuentro de Jesús con el anciano Simeón y la profetisa Ana; fiesta de la purificación de María; Candelarias de María. En la liturgia siríaca occidental, la fiesta se denominaba sencillamente “entrada del Señor en el templo” (cf. la lectura de Mal 3, 1-4) y “fiesta de S. Simeón” (Dies o Natale sancti Simeonis). 1.4 Fiesta de la Presentación del Señor En un retorno a los orígenes históricos y a los fundamentos bíblicos, la reforma litúrgica realizada después del Concilio Vaticano II (1962-1965) ha hecho de nuevo de la fiesta de María una fiesta del Señor. Tras la aparición del misal romano de 1970, la celebración del 2 de febrero lleva el título oficial de “Presentación del Señor” (In Praesentatione Domini) siendo de nuevo, como en sus orígenes, una fiesta del Señor, de Cristo, aunque tenga un componente fuertemente mariano. Este “nuevo” aspecto se expresa claramente ahora también en los textos litúrgicos renovando la bendición de las velas, la procesión, la misa y la oración de las horas. 2. La celebración de la fiesta de la Presentación del Señor La liturgia tradicional de nuestra Orden para este día ha sido marcada de forma demasiado unilateral en su vertiente mariana. A esto se debe que la mayoría de los monasterios hayan tomado los textos y el ritual revisados en la forma litúrgica de la Iglesia, o al menos los hayan adaptado. Nuestro Directorium ofrece algunas indicaciones sobre la forma de celebrar la fiesta en el espíritu de la Iglesia. Las indicaciones resumidas del Directorium se explican más detalladamente a continuación. 2.1 Texto de la Liturgia de las Horas Después de la reforma litúrgica, la Liturgia horarum romana tiene himnos propios para el 2 de febrero, dejando los himnos clásicos dedicados a la Madre de Dios: Como son: a) el himno de Vísperas Quod chorus vatum venerandus olim (atribuido a Rábano Mauro [+ 856]), b) el himno de Maitines (Oficio de Lecturas) Legis sacratae sanctis caeremoniis (atribuido a Paulino II de Aquileya [+ 802]) y c) el himno de Laudes Adorna, Sion, thalamum (Pedro Abelardo [+ 1142]). Quien busque el texto y la melodía de estos “nuevos” himnos latinos, como también para otros textos latinos de la Liturgia de las horas, puede encontrarlos, por ejemplo, en el “Breviario de Heiligenkreuz” y/o en el himnario de Heiligenkreuz. La liturgia romana ya no tiene las antífonas de la liturgia de la Madre de Dios, especialmente las de Vísperas y Maitines (Oficio de Lecturas), sino que emplea antífonas propias que se corresponden mejor con la celebración de la Presentación del Señor. Esto es válido también para las demás Horas. Es interesante conocer, además, que el 2 de febrero algunos cánticos, al igual que en nuestra antigua liturgia cisterciense, provienen de la liturgia bizantina y han sido traducidos al latín probablemente por el Papa SERGIO I [+ 701], por ejemplo Responsum accepit, Obtulerunt pro eo y sobre todo el magnífico Adorna thalamum. 2.2 Las dos formas solemnes de la bendición de los cirios y de la procesión La reforma litúrgica ha sido revisada de forma importante en la primera parte de la liturgia de la misa del 2 de febrero, a saber, en lo referente a la bendición de las velas y de la procesión. Al igual que en el Domingo de Ramos (cf. Circular 3 para el tiempo de Cuaresma y de Pascua 2004) el misal romano prevé dos formas de celebración: Primera forma: procesión: El principio más antiguo para que se lleve a cabo una verdadera procesión es que ésta comience en un lugar diferente a aquél en el que tendrá lugar la celebración de la Eucaristía. Por esto, esta primera forma es la ideal. En el misal se dice: En la hora más oportuna se reúnen todos en una iglesia menor, en una ermita o en otro lugar conveniente fuera de la iglesia hacia la que va a encaminarse la procesión. Los fieles tienen en sus manos las velas apagadas. En nuestros monasterios el lugar de reunión podría ser, por ejemplo, la sala capitular, cosa que se hace ya en muchos lugares. Después del saludo del abad (el sacerdote), revestidos de la casulla blanca o capa (pluvial) blanca, los cirios están encendidos (¡cosa nueva!) durante el canto del anciano “Ahora, Señor” (Ecce Dominus noster) o algún otro canto oportuno. En muchos lugares, se encienden las velas en la llama del cirio pascual. Después de la introducción sobre el sentido de la fiesta, el sacerdote bendice las velas de los participantes en la celebración (¡que brillan ya!) y las velas que servirán para la celebración litúrgica durante el año. En lugar de las cinco antiguas oraciones de bendición, el misal no ofrece más que dos oraciones para elegir, y nuestro Ritual Cisterciense de 1998 añade una tercera (propia de nuestra Liturgia). Estas nuevas oraciones no tienen ya el carácter exorcista y penitencial de las antiguas, pero se refieren al misterio de la fiesta de la Presentación de Jesús en el templo y al sentido de la luz en la fiesta. Nuestros antiguos cantos procesionales deberían adaptarse igualmente a la liturgia romana. El Missale Romanum de 2002 menciona la antífona Adorna thalamum que se encuentra también en nuestro Processionale Cisterciense. A la entrada de la iglesia, se canta el introito de la Messe Suscepimus u otro canto apropiado. La celebración de la Eucaristía comienza seguidamente con el Gloria: se suprimen el acto penitencial y los Kyrie (¡que en realidad no es un elemento penitencial y podría cantarse!). Segunda forma: entrada solemne. El misal describe de la siguiente forma el rito simplificado: los fieles se reúnen en la iglesia. Tienen en las manos las velas encendidas. El sacerdote se dirige, vestido con ornamentos blancos, juntos con los diáconos y un representante de la comunidad a un lugar apropiado a la entrada o en la misma iglesia, lo que hace posible que al menos gran parte de los fieles participen en la celebración. Mientras el sacerdote se coloca en el lugar previsto para la bendición de las velas, éstas se encienden y se comienza a cantar Ecce Dominus noster u otro canto apropiado. El sacerdote saluda a la comunidad y la introduce en la celebración. Entonces, bendice las velas… se va cantando mientras se dirige la procesión al lugar donde se encuentra el altar. La celebración de la Eucaristía comienza con el Gloria. 2.3 La escucha del evangelio con las velas encendidas y la presentación de las velas en el Ofertorio. A partir del Ritual Cisterciense de 1689, existe la costumbre en nuestra Orden de tener encendidas las velas en las manos en el momento del Evangelio. Según otra hermosa costumbre de nuestra Orden, llena de sentido y atestiguada por 12 siglos de tradición, las velas se entregan al abad (o al sacerdote) en el momento del ofertorio. Así, leemos en el capítulo 47 de los Ecclesiastica Officia, que son los usos cistercienses del siglo XII: El abad [que ha entregado su vela al sacristán] se acerca a las gradas del presbiterio y los demás [comunidad y fieles] le entregan a su vez sus velas, comenzando por los más ancianos… El sacristán y su ayudante reciben las velas de manos del abad y las apagan. Seguidamente, el abad regresa al altar. En la liturgia actual, el abad es acompañado por los ayudantes, a los que pasa las velas ofrecidas. Ellos son los primeros en llevar las velas. Mientras se hace entrega de las velas, se puede hacer el canto de ofertorio o bien tocar alguna melodía el órgano, en cualquier caso, sería conveniente el ofertorio para la dedicación de iglesia: Domine Deus, in simplicitate cordis mei. Le experiencia demuestra que este rito emociona de forma especial a los fieles. En muchos monasterios las velas no se apagan, sino que se colocan en un recipiente lleno de arena o en un soporte, permaneciendo encendidas hasta el final de la misa, de manera que verdaderamente se puede hablar de “Misa de la luz” (“Candelaria”) . Desde que el 2 de febrero se ha fijado como día mundial de oración por la vida consagrada, este rito de ofrecer las velas ha adquirido una mayor importancia, porque nos da la posibilidad de renovar interiormente nuestra profesión a través de este gesto. 2.4 La antífona conclusiva a María « Alma Redemptoris Mater » Según una antigua costumbre, desde el comienzo del Adviento hasta el día 2 de febrero, se canta al final de vísperas la antífona Alma Redemptoris Mater (véase lo que dijimos con referencia a esta antífona en la circular 1 para el Adviento de 2002). Dado que el 2 de febrero es una fiesta del Señor, también se canta en este día por última vez. A partir del día 3 de febrero, hasta Pascua (Semana Santa), se canta la antífona Ave, Regina caelorum (cf. Directorium) u otra antífona mariana. 3. El 2 de febrero: día mundial de la vida consagrada Desde el año 1997, siguiendo la invitación y según la disposición del Papa Juan Pablo II [+ 2005], el 2 de febrero es también el día mundial de la vida consagrada. De esta forma, el día de la fiesta de la Presentación del Señor ha recibido una nueva dimensión. Además del estrecho vínculo que hay entre el misterio que se celebra en la fiesta del 2 de febrero y la profesión religiosa, el Papa ha elegido este día como “jornada mundial de los religiosos” por la costumbre existente en la liturgia pontifical del día 2 de febrero de otorgar a los religiosos un puesto relevante al entregar al Papa un gran cirio. Este día los hombres y mujeres que han optado por seguir a Cristo en una vida consagrada a Dios, deben tomar conciencia de forma especial de su promesa y vivir en plenitud su don a Cristo. En este día, la Iglesia quiere que los cristianos profundicen en el conocimiento y la estima de la vida de la vida consagrada. El gran modelo para los consagrados a Dios es Cristo presentado en el Templo, pero también las personas llenas del Espíritu Santo, testigos de tal acontecimiento: el piadoso y justo Simeón y la anciana profetisa Ana, que vivía en el templo y se consagraba día y noche al servicio del Señor con ayunos y plegarias (Lc 2, 37). Ella es casi el prototipo de la mujer contemplativa. Precisamente por esto, no es oportuno leer este día de forma abreviada el evangelio (Lc 2, 2232), dado que no aparece Ana, sino que es más conveniente tomar el evangelio de la fiesta en su totalidad (Lc 2, 22-40). 4. El Cántico de Completas Nunc dimittis Un texto de la fiesta de la Presentación del Señor, sacado del evangelio de Lucas, ha recibido un papel y una importancia especial en la historia de la liturgia. Es el canto de alabanza o Cántico de Simeón: “Ahora, Señor”, el Nunc dimittis (Lc 2, 29-32). Encontramos un testimonio de este “canto nocturno de la contemplación de la Salvación y cumplimiento de la promesa” hacia los años 380/400 como elemento del Oficio divino de la noche. En las Completas de la Liturgia de las Horas romana, el canto de alabanza de Simeón es la cumbre de la oración de la tarde. La Regla de san Benito y toda la tradición cisterciense no conocía el Nunc dimittis como canto de Completas (a diferencia de los Benedictinos). Tanto los monasterios de nuestra Orden que siguen el “Libro de las Horas monástico”, como los que tienen la Liturgia de las horas romana, han tomado este Cántico tradicional para las Completas después de la reforma litúrgica. Otra variante podría ser, por ejemplo, la que se lleva a cabo en el monasterio de Hauterive, donde se toma el Nunc dimittis como lectura breve (Capitulum) de Completas. 5. Contenido teológico de la fiesta de la Presentación del Señor Al igual que hemos visto con la aproximación histórica al nacimiento y desarrollo de la celebración del 2 de febrero hasta la reforma litúrgica, su carácter teológico y espiritual es muy rico y variado. Esto lo encontramos ya en los diferentes títulos de la fiesta. Especialmente la introducción del Celebrante, al comienzo de la celebración de la luz y los prefacios del día nos dan un excelente y conciso resumen del contenido de la celebración. Este es el texto que propone el misal romano como introducción: “Hace hoy cuarenta días hemos celebrado, llenos de gozo, la fiesta del Nacimiento del Señor. Hoy es el día en que Jesús fue presentado en el templo para cumplir la ley, pero sobre todo para encontrarse con el pueblo creyente. Impulsados por el Espíritu Santo, llegaron al templo los santos ancianos Simeón y Ana, que, iluminados por el mismo Espíritu, conocieron al Señor y lo proclamaron con alegría. De la misma manera nosotros, congregados en una sola familia por el Espíritu Santo, vayamos a la casa de Dios, al encuentro de Cristo. Lo encontraremos y lo conoceremos en la fracción del pan hasta que vuelva revestido de Gloria.” El pensamiento principal del prefacio es este: ...Hoy la Virgen Madre ha presentado a su Hijo eterno en el Templo; Simeón, iluminado por el Espíritu lo señala como la gloria de su pueblo Israel y luz de las naciones. También nosotros vamos felices al encuentro del Salvador, por eso cantamos con los ángeles y todos los santos… Un desarrollo visual de la Presentación del Señor nos lo ofrece el maravilloso icono de este día de fiesta en la iglesia de Oriente, en la que nació la celebración. Todo se concentra en lo esencial: la Presentación de Jesús en el Templo. Los sermones que nos ofrecen para la fiesta de la “Purificación de María” nuestros autores cistercienses pueden darnos ánimos espirituales, especialmente los de Guerrico de Igny [+ 1157] y los de Bernardo de Claraval [+ 1153] donde, como en los sermones 2 y 3, la bendición de las velas, la procesión de la luz y el ofertorio se presentan como imagen para la vida comunitaria, actualizándola en este sentido. Noticias Como en otras ocasiones, quiero concluir mi carta circular con algunas noticias de actualidad. 1. El nuevo secretariado para la liturgia de la Orden cisterciense En mi 5ª circular para la Cuaresma y el tiempo pascual 2006, hice una relación detallada sobre este nuevo secretariado, que se ha establecido tras el Capítulo General del año 2005, con su estatuto correspondiente, y que ha sustituido a la gran comisión litúrgica de la Orden nacida en el año 1933. Según este estatuto de 2005, una de las tareas del primer sínodo que siguiera al Capítulo General de la Orden sería la de elegir los miembros del secretariado: un secretario (o secretaria) y dos asistentes. De esta tarea se encargó el sínodo que tuvo lugar del 25 al 28 de septiembre de 2007 en Roma. El sínodo eligió como Secretario al P. Alberich M. Altermatt, de Hauterive-Eschenbach (secretario desde el año 1976 y Presidente de la Cominsión litúrgica desde 1993) y como asistentes a Fr. Xavier Guanter, de Poblet (Directorista de la Orden) y a Fr. Isaia Gazzola, de Lérins (Profesor de liturgia en el “Instituto Superior de liturgia” de París). Ahora debemos organizarnos para coordinar nuestro trabajo. 2. Cambio de dirección de la página web de Liturgia Desde hace algunos meses la Liturgia ha sido trasladada desde la página de Internet de la Orden a una página propia. En la página principal de la Orden se puede encontrar el enlace directo, cuya dirección es la siguiente: http://www.ocist.net./liturgy/ Esta página, siempre actualizada, es realizada por Sr Michaëla Arnaud, de Boulaur, a la que agradecemos de corazón este importante servicio. Ella recibe siempre gustosamente cualquier sugerencia que se desee hacer. En la dirección de Internet indicada se puede recibir rápidamente información sobre la Liturgia en general y la Liturgia de la Orden. También se encuentran las circulares litúrgicas del secretariado publicadas hasta ahora en las distintas lenguas. 3. Edición latina del “Breviario de san Esteban” (“The Primitive Cistercian Breviary”) de 1131. Después de una complicada historia, la edición del “Breviario de san Esteban”, descubierto a principios de la segunda guerra mundial en Berlín por el P. Konrad Koch [+ 1955], ha sido actualizada y publicada. Con ocasión de la publicación de esta edición tan esperada, tuvo lugar el 19 de mayo de 2007 en la sala capitular del antiguo monasterio de Wettingen (Suiza), una celebración organizada por el Abad Presidente Dom Kassian Lauterer, de Mehrerau, y por el Profesor Martin Klöckener, de la Universidad de Friburgo. Después de los trabajos preparatorios del P. Konrad Koch, del P. Bruno Griesser [+ 1965] (Mehrerau), del Abad Kassian Lauterer y del P. Alberich M. Altermatt, el P. Chrysogonus Waddell ocso, monje de la Abadía de Gethsemani (E. E. U. U.) conocido por haber realizado varias ediciones de noticias cistercienses, ha renovado y actualizado por completo la edición de “Breviario de san Esteban”, en base a las búsquedas y descubrimientos que había realizado. Estuvo presente en la presentación del libro, el 19 de mayo junto con su Prior Gerlac en Wettingen (desgraciadamente, sufrió un ataque de apoplejía, por lo que su salud ha quedado muy deteriorada). La edición de 720 páginas ha salido en la conocida serie científica de liturgia llamada “Spicilegium Friburgense” (Friburgo) en el volumen 44. Gracias a la contribución financiera de la Congregación de Mehrerau y de los abades trapenses de Gethsemani y de Scourmont (Bélgica), ha sido posible publicarlo sin demasiados problemas. El Breviario de san Esteban (llamado así por el P. Konrad Koch), al que el P. Chrysogonus Waddell titula “The Primitive Cistercian Breviary”, data del año 1131 aproximadamente. No es solamente el testimonio más antiguo de la liturgia cisterciense de los primeros tiempos, sino uno de los primeros testimonios del nacimiento del breviario como libro. De este modo podemos decir que esta edición tiene cierta importancia en la historia de la liturgia. El tener en cuenta (en el aspecto crítico) la segunda reforma litúrgica, llamada “bernardiana” en la Orden (Recensio II) es de gran importancia y así se tuvo en cuenta en el desarrollo de la liturgia cisterciense durante el siglo XII, y hemos de considerar también que esta reforma “bernardiana” ha tenido influencia hasta el siglo XX y, en parte, hasta nuestros días. El “Breviario de san Esteban” ha tenido también relevancia para la renovación de nuestra Liturgia después del Vaticano II (en concreto en los monasterios de Hauterive y de Heiligenkreuz). Citamos a continuación los datos bibliográficos de esta edición: Chrysogone WADDELL, The Primitive Cistercian Breviary (Bibliothèque nationale de Berlin, Fonds culturel prusse, Ms. Lat. Oct. 402) con Variants from the “Bernardine” Cistercian Breviary, Freiburg (Schweiz): Academic Press 2007 (= Spicilegium Friburgense 44). Precio: 80 Euros (125 Fr Suizos). 4. La exhortación apostólica post-sinodal Sacramentum Caritatis del Papa BENEDICTO XVI, del 22 de Febrero de 2007 "La Eucaristía, fuente y cumbre de la vida y de la misión de la Iglesia” A finales del año pasado – así como la Carta apostólica del Motu Proprio Summorum Pontificum del 7 de julio de 2007 de la que me ocuparé en la próxima circular – ha salido este documento romano tan importante para la liturgia. Se trata de un documento pontificio de conclusión de la 11ª Asamblea Plenaria Ordinaria del Sínodo de los Obispos, que ha tenido lugar del 2 al 23 de octubre de 2005 en el Vaticano, cuyo tema fue precisamente la Sagrada Eucaristía. Este documento está dividido en 3 partes: “La Eucaristía, misterio que se ha de creer” (I); “la Eucaristía, misterio que se ha de celebrar” (II); y “la Eucaristía, misterio que se ha de vivir” (III). Es una gran síntesis teológica, espiritual y práctica de la Eucaristía. Especialmente la 2ª parte está dedicada a la práctica de la celebración de la Eucaristía y da algunas instrucciones y principios litúrgicos que podrían haberse olvidado en parte – incluso en nuestras comunidades – . En la 3ª parte, el nº 81 trata de “la Eucaristía y la vida consagrada”. Por otra parte, este año, la 12ª Asamblea Plenaria Ordinaria del Sínodo de los Obispos, que se celebrará en Roma, entroncará con el tema del último sínodo y versará sobre “La palabra de Dios en la vida y en la misión de la Iglesia”. Mucho antes que otros años, los cuarenta días de penitencia antes de la Pascua (Quadragesime), comienzan este año el 6 de febrero. Para el estudio del contenido litúrgico y espiritual del Tiempo Cuaresmal y de Pascua, os remito a las cartas circulares 2 (2003), 3 (2004) y 5 (2006). Con mis mejores deseos en la fiesta de la Presentación del Señor y para el tiempo de Cuaresma que se avecina, os saludo a todos cordialmente. Vuestro fr. Alberich M. Altermatt O.Cist. Monasterio de Eschenbach (Suiza), enero de 2008