Tema 2: EL REALISMO: LA INNOVACIÓN NARRATIVA EN LA

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Tema 2: EL REALISMO: LA INNOVACIÓN NARRATIVA EN LA SEGUNDA
MITAD DEL SIGLO XIX. BENITO PÉREZ GALDÓS.
1. CONTEXTO DE LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX
1.1. Aspectos políticos
- En torno a 1850 las conmociones bélicas y políticas de la segunda mitad del s. XIX español
han pasado (la de la Independencia; Guerras Carlistas, etc.).
- El reinado de Isabel II (1843-1868) termina con la Revolución Liberal de 1868, que
establece el sufragio universal para los hombres, la libertad religiosa y la libertad de prensa
y asociación.
- La Revolución del 68 dio paso a una época de inestabilidad política, el llamado "Sexenio
Revolucionario" (1868-1874).
- En 1873 se proclama la primera República española, que sólo dura dos años, pues en 1875
se produce la restauración de la monarquía en la figura de Alfonso XII.
- En 1885 muere el rey y comienza la regencia de María Cristina hasta 1902. En esta etapa
se produce una estabilidad política ya que los dos principales partidos políticos, el
conservador (Cánovas) y el liberal (Sagasta), pactan la alternancia pacífica en el poder.
1.2. Aspectos sociales y económicos
- La sociedad española se moderniza mediante notables avances en la agricultura, la
industria, el transporte, la medicina, etc.
- Las condiciones económicas mejoran notablemente.
- La cultura se extiende a un mayor número de población. Aparece así in nuevo público
lector entre las capas más bajas de la sociedad. Para atender a esta demanda, se desarrolla
una literatura popular cuyo cauce de difusión será la novela por entregas y los folletines
de los principales periódicos.
- Las clases sociales dominantes serán la burguesía y la clase media. Una burguesía
conservadora y aliada con la nobleza y el clero.
Sin embargo, junto a la España burguesa y ciudadana dedicada a la industria y a los servicios,
hay otra arcaica, semifeudal, vinculada a la propiedad de la tierra y a la economía agraria.
1.3. Aspectos filosóficos
Surge el positivismo que defiende la importancia de la observación y la experimentación.
El evolucionismo de Charles Darwin afirmaba que los seres vivos eran el resultado de un
proceso de evolución en el que es fundamental la herencia genética.
- El marxismo propone la transformación del capitalismo y la conquista del estado por los
trabajadores.
-
2. EL REALISMO
El Realismo es una corriente literaria que se desarrolla en Europa en la segunda mitad del
siglo XIX. Los elementos más extremos del Romanticismo se van atenuando y dejan paso a
una visión de la realidad mucho menos idealista y menos ligada a la subjetividad y más
centrada en las costumbres contemporáneas y en la vida cotidiana de los personajes. El
realismo en España aparece tarde, en la segunda mitad del siglo XIX, y para su desarrollo
resulta decisiva la influencia de los escritores extranjeros: Balzac, Flaubert, Dostoievski. No
obstante, en nuestro país contamos con antecedentes de este movimiento en los cuadros de
costumbres propios del Romanticismo y en los folletines y las novelas por entregas de
mediados del siglo XIX que describen de forma realista la vida del pueblo llano.
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Rasgos de la novela realista:
-Verosimilitud: Las historias son fragmentos de realidad. Aunque inventadas por su autor,
están basadas en la experiencia cotidiana, y tanto los protagonistas como los ambientes son
creíbles. Han desaparecido del relato los sucesos inverosímiles, los hechos maravillosos y las
aventuras insólitas.
Este interés por la observación de la realidad es paralelo a los métodos de observación
característicos de las ciencias experimentales. Para ello, los escritores llegan a documentarse
sobre el terreno tomando apuntes sobre personajes o ambientes, o bien consultan libros, de loa
que extraen la información precisa. La vida real se convierte así en objeto estético.
-Ubicación próxima de los hechos: Frente a la evasión espacio-temporal del Romanticismo,
los autores realistas escriben sobre lo que conocen, por lo que tienden a situar sus obras en
lugares próximos y en el momento presente. La mirada se desplaza a lo cotidiano, eliminando
el subjetivismo y la fantasía y controlando los excesos de imaginación y del sentimentalismo.
-Frecuente propósito de crítica social y política: Esta intencionalidad sociopolítica varía
según la ideología particular de cada escritor. En general, los autores conservadores describen
la realidad para mostrar su degradación y postular un retomo a los viejos valores tradicionales.
Los progresistas también muestran las lacras sociales, pero éstas, según ellos, obedecen en
muchos casos a la pervivencia de una mentalidad conservadora que lastra el avance hacia el
mundo nuevo.
-Protagonistas individuales o colectivos: Los protagonistas de las novelas son o bien
individuos que se relacionan problemáticamente con su mundo, o bien grupos sociales
completos, que permiten al novelista dar una visión global de la sociedad contemporánea. En
el primer caso, se hace hincapié en el análisis psicológico del protagonista; en el segundo, en la
descripción de los más variados ambientes y comportamientos, con la aparición de medios
sociales ignorados por la novela hasta entonces (burguesía, proletariado, mendigos y
desclasados diversos). Se distinguen, pues, dos tipos de novelas, aunque no faltan los casos de
la combinación de ambas: la novela psicológica y la novela de ambientación social.
-Narrador omnisciente: Habitualmente, el narrador maneja por completo los hilos del relato;
sabe lo que va a suceder, conoce hasta los más ocultos pensamientos de los personajes,
interviene directamente en la obra con juicios sobre hechos y personajes y con observaciones
dirigidas al lector. Ello no es en ocasiones incompatible con fingir una actitud de simple
cronista de unos hechos, de mero notario de una realidad de la que es testigo. Con el tiempo,
este ideal de objetividad conduce a atenuar las apariciones del narrador en la obra.
-Didactismo: Es corriente que los autores pretendan con sus novelas dar al lector una lección
moral o social. Ello es así en las llamadas novelas de tesis, en las que el escritor desea
demostrar una idea general a la que quedan subordinados el argumento, los personajes y el
ambiente de la obra,
-Estructura lineal: Los hechos suelen transcurrir de forma lineal en el tiempo. Aunque no
sean extrañas las vueltas atrás para contar episodios pretéritos, éstas no interrumpen más que
provisionalmente el hilo narrativo.
-Descripciones minuciosas: Las descripciones tanto de exteriores como de interiores, así
como las de los mismos personajes, son extremadamente detalladas, de modo que muchas
veces predomina en las obras la descripción sobre la narración. Ello relaciona de nuevo la
actitud de los escritores realistas con la obsesión por el dato exacto, típica del positivismo. Así,
la atención al detalle lleva a captar en muchos personajes rasgos tan concretos que ellos solos
bastan para individualizarlos, lo que justifica la enorme abundancia de prolijos retratos en esas
novelas.
-Aproximación del lenguaje al uso coloquial: El lenguaje narrativo, en coherencia con los
presupuestos ideológicos, se aproxima a la lengua de la conversación, a la que se eleva a la
categoría de lengua literaria. Los autores se esfuerzan por adecuar el lenguaje a la naturaleza
de los personajes, que hablan con arreglo a su condición social, a su origen geográfico o a sus
particularidades personales.
-Estilo sobrio y sencillo: Los realistas no sólo abandonan los temas legendarios del
Romanticismo, sino que rechazan la pomposa retórica romántica. El ideal del estilo es la
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claridad, la exactitud, la ausencia radical de desviaciones expresivas; es decir, la negación del
estilo. Llevado esto a sus últimas consecuencias, la literatura se confunde con los tratados
científicos que también aspiran a la máxima objetividad, pero no llegaron a tanto.
-Predilección por la novela: Cuando nos referimos al prodigioso florecimiento literario que
se produjo en España a lo largo de los siglos XVI y XVII, lo denominamos "edad de oro de las
letras castellanas". Durante la 2a mitad del s. XIX asistimos en toda Europa a un nuevo ciclo
en que las obras maestras de la literatura se acumulan con fuerza desusada. Pero en este caso el
impulso corresponde por entero a una sola forma literaria: la novela. Parece asombroso que en
tan reducido periodo de tiempo surjan por toda Europa figuras literarias de gran envergadura
como: Balzac, Stendhal, Flaubert o Zola en Francia, Dickens en Inglaterra, Dostoievski y
Tolstoi en Rusia, Clarín y Galdós en España.
Las disputas sociales, que tuvieron su repercusión en las obras, junto con el desarrollo editorial
y la difusión de la prensa, son fundamentales para explicar su éxito. Según los realistas, la
prosa narrativa era el género más adecuado para reflejar la realidad en su totalidad, como
explica claramente Stendhal: Una novela es un espejo que se pasea por un camino real. Tan
pronto refleja el cielo azul como el fango de los cenagales del camino.
No es, por tanto, exagerado hablar del s. XIX como la edad de oro de la novela.
3. BENITO PÉREZ GALDÓS
En el año 1843 nace en Las Palmas de Gran Canaria en el seno de una familia acomodada. Ya
en su adolescencia dio muestras de una afición a la literatura y a la pintura. A los diecinueve
años marchó a Madrid para cursar la carrera de Derecho, pero pronto abandonó los cursos para
dedicarse plenamente al periodismo y a la literatura. Durante los años sesenta vive en Madrid.
En estos años frecuentó el Ateneo y conoció a destacados políticos, pensadores y literatos de su
época. Desarrolló una importante labor periodística, colaborando en periódicos como La
Nación, el Correo de España, etc.
A partir de 1873, cuando comienza la primera serie de Episodios Nacionales, se dedica casi en
exclusiva a la literatura. Su febril actividad como escritor y su éxito editorial le permiten vivir
con desahogo de sus publicaciones. Su calidad literaria y su laborioso trabajo le convierten
definitivamente en el autor más importante de su tiempo. Concluidas las dos primeras series de
Episodios, que había alternado con sus primeras novelas, comienza en los años ochenta sus
proyectos literarios más ambiciosos, las Novelas Españolas Contemporáneas.
En 1886 es nombrado diputado por Puerto Rico, en las filas del Partido Liberal de Sagasta.
Entre tanto, se dedica a la redacción de su gran obra, Fortunata v Jacinta. En 1880 ingresó en la
Real Academia Española. Ya en el siglo XX, continúa con su actividad teatral y con la
redacción de sucesivos episodios. La situación política española lleva también a Galdós a
pronunciarse reiteradamente a favor de un cambio en la política cada vez más conservadora de
la Monarquía y, finalmente, a colocarse del lado de los republicanos. Sus últimos años son
difíciles. En 1912 fracasa su candidatura al Premio Nobel por la oposición beligerante de los
conservadores españoles. Con su salud ya quebrantada, se ve obligado a dictar sus últimas obras
porque se está quedando ciego. Postrado por la enfermedad y agobiado por las dificultades
económicas, muere en Madrid en 1920. Todos le reconocen hoy como el principal creador de la
novela española moderna.
3.1. Temas
Las obras de Galdós, aunque ambientadas en su mayoría en Madrid, son la más completa visión
de conjunto de la sociedad española de su época. Madrid es no sólo el lugar que concentra en sí
todas las contradicciones sociales e históricas del país del que es capital, sino que se ha
convertido también en una gran ciudad cuyo complejo mundo puede presentar con pluma
maestra el novelista. Así, aunque las llamadas clases medias son las que ocupan el primer plano
en sus obras, la mirada de Galdós está siempre atenta a todas las esferas sociales: aristócratas
arruinados, burgueses enriquecidos, prestamistas, caseros, comerciantes, cuya aspiración
máxima es hacer dinero; funcionarios en activo o cesantes, que sobreviven o medran en los
recovecos de la Administración; las clases populares, cuya vida bulle incesantemente por las
calles de la gran ciudad; los más humildes, que malviven como pueden, así como los
menesterosos y desgraciados, que sólo aspiran a sobrevivir en un medio hostil. Todo ello,
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además, no es expuesto de manera teórica, sino en íntima relación con las vicisitudes históricas
que van dando lugar a toda esta nueva sociedad que arrolla a su paso los viejos moldes
estamentales.
Esta sensación permanente de vida en acción hace, asimismo, que muchas de las obras de
Galdós ofrezcan una reflexión sobre la propia condición humana: el tiempo que todo lo cambia,
las reacciones psicológicas ante las situaciones extremas, las ambiciones, el dolor, las ilusiones,
las fantasías, el amor, los diversos placeres, los ambientes sórdidos, todo desfila de forma
incontenible ante los ojos del lector. Y subyaciendo siempre a ese mundo, está la mirada del
escritor Galdós, dura y sarcástica en ocasiones, tierna y humanísima en otras, irónica las más. Y
es que uno de los grandes méritos de Galdós es una apertura de miras que le permite estar en
constante estado de renovación, lo que le distingue claramente de otros autores de su tiempo.
Los modelos literarios de Galdós son muy diversos. Evidentemente, es apreciable en distintos
momentos la influencia de escritores realistas como Balzac, Dickens, Flaubert, Dostoyevski y
Tolstoi. Pero es también muy notable la huella de la literatura española: La Celestina, la
picaresca, los clásicos de los siglos XVI y XVII, y particularmente Cervantes, de quien aprende
Galdós el recurso fundamental de la ironía, que le permite alejarse de lo narrado y ver más
objetivamente a sus personajes. No debe olvidarse tampoco la presencia de la literatura de su
tiempo, y no sólo la de los novelistas, sino también la del folletín, la prensa, el género chico, el
sainete, la ópera.
3.2. Su obra narrativa.
Galdós es un autor prolífero: escribió 32 novelas, 46 episodios nacionales, 24 obras de teatro y
multitud de artículos, cuentos y crítica literaria. A pesar de esta variedad, siempre estuvo atento
a la historia de España y se centró especialmente en la vida madrileña. Además, desde sus
primeras obras aborda los grandes problemas de la sociedad española: las libertades
individuales, la educación, la libertad religiosa, el progreso, el anticlericalismo, la miseria, los
cuales tratará desde diversas perspectivas. La clase media urbana constituye el material
inagotable del que parte el escritor para crear sus argumentos.
Aunque la vastedad de la producción narrativa galdosiana (que es en lo que nos vamos a centrar
aquí) hace difícil una clasificación precisa, puede ser útil distinguir entre los Episodios
Nacionales y el resto de las novelas, dividiendo éstas además en los siguientes grupos:
3.2.1. Sus novelas de tesis
Casi todas ellas son novelas de tesis en las que se contraponen dos ideologías, conservadora y
liberal, a la vez que ataca la intransigencia tradicionalista y el fanatismo clerical. Galdós no
oculta nunca sus simpatías por la España liberal, y la intención didáctica de las obras es
explícita. Títulos de esta obra son los siguientes: La fontana de oro (1870), narra el
enfrentamiento entre la minoría liberal a la que pertenece el héroe. En las siguientes obras,
Galdós ataca la intransigencia tradicionalista, el fanatismo clerical y los males que la
intolerancia acarrea a la sociedad y al individuo. Doña Perfecta (1876) Gloria (1877) La familia
de León Roch (1878), y Marianela, que es más una obra de transición.
Los personajes centrales de estas novelas se enfrentan a unos medios saturados de ideas
políticas y a una falsa religiosidad. Galdós pinta de manera maniquea el tema de las dos
Españas: la tradicional o reaccionaria y la liberal o progresista. Las novelas son un pretexto para
ilustrar las advertencias y denuncias que Galdós deseaba comunicar a sus lectores.
3.2.2. Novelas contemporáneas.
Así llamó Galdós a las novelas que publicó después de La desheredada (1881).obra influida por
la novela psicológica de Zola. En este grupo también se incluyen La de Bringas (1884) y
Tormento (1884), Fortunata y Jacinta (1886 -1887), Miau (1888). Todas ellas analizan con
maestría el mundo de la clase media. La visión galdosiana de esta sociedad se plasma
genialmente en Fortunata y Jacinta, que es junto con La Regenta de Clarín, una de las novelas
que mejor representan la complejidad del realismo español en el siglo XIX. Galdós en esta obra
despliega sus mejores artes narrativas: minuciosa captación de ambientes y tipos, uso magistral
de diálogos, empleo novedoso de los diálogos interiores, sabio manejo narrativo de múltiples
anécdotas argumentales…
3.2.3. La etapa espiritualista
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Anunciada esta etapa en novelas como Fortunata y Jacinta y Miau, empezó a plasmarse en
Ángel Guerra (1895) y en Misericordia (1897).
En todas ellas ensaya originales procedimientos narrativos: novelas dialogadas, narraciones
epistolares, introducción de elementos fantásticos, sueños, símbolos, etc. En algunas es también
visible la influencia del espiritualismo característico de la novela finisecular europea. Es el
deseo de transmitir nos contenido distintos lo que primordialmente lleva a Galdós a sus nuevas
maneras de quehacer literario.
Así pues, la modernidad narrativa galdosiana tiene su raíz en la progresiva radicalización
ideológica de Galdós, que le lleva a buscar vías estéticas diferentes como modo de comprender
la realidad en toda su extensión y profundidad.
3.2.4. Los episodios nacionales
Los Episodios nacionales están formados por 46 novelas en las que Galdós desarrolla la historia
de España desde la batalla de Trafalgar (1805) hasta la Restauración borbónica (1876). Constan
de cinco series de diez volúmenes cada una, excepto la última, que sólo tiene seis.
Galdós pretende ser cronista de los acontecimientos más importantes del pasado reciente con el
propósito de educar e influir en el presente. La regeneración de la sociedad española es el
objetivo primordial de este empeño, para el que utilizó documentos escritos, recuerdos, fuentes
orales y la propia inspiración. En ellos mezcla diversas técnicas: cuadros de costumbres, formas
de folletín y material de otras novelas históricas.
La importancia histórica y literaria de los Episodios nacionales estriba en que descubren las
clases de la historia integral de la España del siglo XIX. En cuanto al proletariado, en los
Episodios a pesar del creciente protagonismo histórico del proletariado, apenas le prestó
atención. Sobre todo en la última serie, Galdós tendía a considerar a la clase media como el
factor decisivo de la historia.
3.3. Estilo
El ideal estilístico galdosiano, de acuerdo con los presupuestos estéticos del Realismo, es el
leguaje llano y sencillo. Ello no implica que se trate de una lengua descuidada. Antes al
contrario, la prosa de Galdós es extraordinariamente ágil y de apariencia espontánea, pero
siempre producto de una meditada elaboración. Sus personajes se expresan de acuerdo a su
condición y quedan caracterizados por su propia forma de hablar. En realidad, lingüísticamente,
Galdós es también un creador. Es en él constante su alerta ante el lugar común y la retórica
manida (frases hechas, locuciones tópicas, formulismos de la prensa y del parlamento...). Pero
además de denunciar el lenguaje anquilosado y los tópicos burgueses de la conversación,
Galdós se sirve de esas mismas locuciones y coloquialismos como base de su creatividad.
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