Agricultura, medio ambiente y desarrollo sostenible. Bases teóricas

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NOTICIARIO DE HISTORIA AGRARIA
n: 6
(/993)
pp. 165-174
Agricultura, medio ambiente
y desarrollo sostenible. Bases teóricas
y aplicaciones prácticas *
ARTURO APARICI CASTILLO
**
LOS POSTULADOS DE LA ECONOMIA ECOLOGICA COMO
PERSPECTIVA PARADIGMATICA COMUN
Reflexionar sobre nuestro propio ámbito de trabajo poniendo como marco de referencia teórico la crisis ecológica del planeta es una actividad, que podemos aconsejar
sin restricción alguna, con la certeza que aportará un saldo muy positivo a quienes la
realicen. El numeroso grupo de personas que hemos concurrido a este curso de la Univ.
de Verano "Antonio Machado" hemos podido ejercitar dicha reflexión sobre diversas
prácticas agrícolas (especialmente las agroecológicas) y sobre la situación de los campesinos y del mundo rural. Ello, sin aceptar como límite del análisis el espacio territorial
español y sin dejar de profundizar simultáneamente en diversos aspectos de la crisis
ecológica global. En él han confluido un amplio abanico de perspectivas que oscilan
desde la mirada global y planetaria de la ecología política, no exclusivamente académica, a la visión local y concreta, aunque no por ello inmediatista, de los agricultores
ecológicos.
El curso se dedicó a analizar detalladamente y desde disciplinas científicas diversas,
aunque desde la economía ecológica como perspectiva paradigmática común, los problemas a los que se enfrenta la agricultura y el papel que puede desempeñar la
agroecología frente a la crisis medioambiental.
La diversidad de los temas tratados, que citaré a continuación, sugiere por sí misma
el interés de la información general y concreta manejada y su utilidad teórica para el
*
*
Curso de Verano de la Universidad "Antonio Machado", Baeza (Jaén), 1993.
Departamento de Sociología. Universidad Jaume 1. Campus de Peyeta Roja, 12071
Castellón.
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ARTURO APARICI CASTILLO
análisis de la realidad social campesina: a) el papel del mercado y los problemas derivados de la asignación de precios a los recursos ecológicos, b) las formas más idóneas
de propiedad y gestión de la tierra y los recursos naturales, e) las metodologías de
estudio y balance de la gestión de explotaciones agroecológicas, d) las nuevas tecnologías agroecológicas, e) el papel de los técnicos y de la ciencia agronómica, f) las
amenazas que, globalmente, g) se ciernen sobre la biodiversidad y sus efectos en la
actividad agrícola, h) la relación de estas prácticas con el desarrollo rural, i) la llamada
sociedad postindustrial y su eventual impacto en el medio rural, los movimientos sociales rurales y sobre el movimiento ecologista de los paises del Norte, j) la ecología
política como condición necesaria para hacer eficaces las presiones del ecologismo
popular, etc..
En una apretada síntesis, los aspectos más destacables, a mi juicio, del contenido del
curso han sido los siguientes:
Modernización rural y dependencia campesina
Posiblemente, la investigación social que se viene realizando, tomando como objeto
de estudio la agricultura o la población rural, se cuenta, por la propia naturaleza de su
objeto de estudio, entre las más necesitadas de dar entrada en su bagaje teórico y
conceptual al paradigma ecológico. Cuanto menos porque las aportaciones de la economía ecológica al problema de la sostenibilidad o insostenibilidad del crecimiento económico extienden una duda razonable sobre las teorías de la modernización y del cambio social que se vienen usando generalmente como si estuvieran avaladas por una
solidez científica indiscutible (GARCÍA: 1990). En este sentido, la economía ecológica, al
ofrecer nuevos intrumentos para el análisis crítico del modelo civilizatorio urbano industrial propicia la emergencia de nuevas preguntas sobre el desarrollo agrícola y rural
y reduce a tópicos sin fundamento algunos enunciados que veníamos usando categóricamente como "evidencias científicas" (SEVILLA GUZMÁN Y GONZÁLEZ DE MaLINA; 1990).
Por otra parte, a la luz de la crisis ecológica se reafirman los postulados, ya enunciados en años anteriores por la sociología crítica, desde los cuales queda caracterizado
el espacio social como asimétrico, generador de desigualdad y constituido por relaciones de poder (IBÁÑEZ: 1979). Ello nos obliga a repensar, al menos, y eventualmente a
reubicar, el lugar social desde el que como investigadores nos asomamos al estudio de
esta compleja realidad agro-rural.
Así por ejemplo, resulta curioso como, incluso desde paradigmas de las ciencias
sociales muy dispares, cuando se habla del desarrollo rural parece haber un alto grado
de consenso respecto a la creciente disolución de las "fronteras" entre lo urbano-industrial y lo rural-agrario. Este consenso alcanza a la categorización de dicha tendencia
como "natural" (CAMARERO: 1991). No hay duda de que, al menos por lo que al primer
mundo se refiere, existen abundantes razones para verlo de este modo. Citaré sólo
algunas de las más"evidentes":
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AGRICULTURA, MEDIO AMBIENTE Y DESARROLLO SOSTENIBLE.
BASES TEORICAS y APLICACIONES PRACTICAS
1. Introducción relativa, pero creciente, de la racionalidad empresarial industrial en un
buen número de explotaciones agrarias. Ligada a la generalizada producción agraria
para el mercado que ha sucedido a la paulatina desaparición de la agricultura de
subsistencia y también, a la mayor presencia del sector servicios en el medio rural
(SEVILLA GUZMÁN:
1992).
2. Permeabilización de las fronteras entre ambos mundos en lo que se refiere a las
representaciones ideológicas de la realidad que, generadas en el mundo urbano, no
dejan de extenderse a la población rural. Fundamentalmente a través de la televisión,
pero también mediante el canal biunívoco que forman los emigrantes que integraron
el éxodo rural y que se mantienen con un pie en la ciudad y el otro en el pueblo,
sigan o no trabajando su tierra durante el tiempo libre (APARICI: 1990).
3. Estandarización parcial en base a estilos de vida y pautas de consumo urbanos, como
el uso de electrodomésticos, vehículos, viajes, escolarización, atención sanitaria,
etc..., e incorporación de comportamientos culturales de carácter urbano como las
discotecas, etc.. A fortalecer esta tendencia puede contribuir ciertamente el fenómeno, también creciente, del turismo rural (SEVILLA GUZMÁN: 1992).
Parece "lógico" pues, si partimos de un marco teórico en el que la modernización,
el desarrollo y el creciemiento económico son considerados como postulados indesligables
y axiomáticos, que aquello que hubiera quedado de peculiar en el mundo rural deba
desaparecer y que en pocos años las diferencias habrán sido suprimidas o serán puramente anecdóticas. Por eso se habla a menudo del "atraso" del mundo rural, dando a
entender que evolucionará hacia formas de mayor homogeneidad con el urbano-industrial que, ahora bajo el nombre de sociedad postindustrial, todavía persiste como horizonte de referencia en función del cual van a orientarse los cambios socioeconómicos,
culturales y tecnológicos del campo (CAMARERO: 1992).
Sin embargo, esta perspectiva (sin duda grotescamente simplificada aquí, para su
uso instrumental en este comentario), deja al margen los aportes de la economía ecológica.
Si, como parece probable, la crisis ecológica del planeta impone serios límites al crecimiento económico, las eventuales espectativas de expansión del capitalismo de consumo a otras zonas de la tierra van a verse afectadas y disminuidas. En consecuencia,
los procesos de modernización y desarrollo, tanto del Norte como del Sur, tanto del
medio urbano-industrial como del agrícola-rural, pueden escaparse a la convencional
oposición tradicional-moderno y por tanto deben ser repensados al mismo tiempo que
cuestionamos los propios conceptos de modernización y desarrollo, tal como se vienen
utilizando.
Existen buenas razones para creer que el criterio de explotación, que organiza las
relaciones sociales en el interior del sistema capitalista, se extiende también a la relación
entre este sistema social y el ecosistema (IBÁÑEZ: 1990). En este sentido, la resolución
de la crisis ecológica del planeta está apremiando la superación de las relaciones de
explotación en todos los órdenes y, en cierto modo, hace depender de la instauración
de unas nuevas relaciones sociales de producción el futuro de la especie humana en su
conjunto (OITO WOLF: 1992). Con ello no pretendo insinuar que cualquier esfuerzo por
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ARTURO APARICI CASTILLO
superar las desigualdades sociales (de clase, de género, la relación desigual entre el
Norte y el Sur, entre el campo y la ciudad, etc,..), haya de quedar supeditado a la
resolución de la crisis ecológica sino que, por su interconexión, no pueden, ni en rigor
deben, afrontarse separadamente (ANTUNES: 1990).
La investigación social realizada alrededor de la agroecología se ha visto obligada
a ejercer una crítica teórica y práctica de los mencionados conceptos de modernización,
desarrollo y crecimiento (SEVILLA GUZMÁN: 1992). Entre otras razones, al constatar reiteradamente, de forma empírica, que allá donde se venía actuando con tales postulados
se producía generalmente el efecto inverso: infradesarrollo, dependencia, deuda externa,
explotación y desestructuración de anteriores formas de organización social y productiva ecológicamente sostenibles, etc..(SHIVA: 1992) Proponerse la busqueda de fórmulas
orientadas a generar un desarrollo endógeno del mundo rural parece la única posición
teóricamente justificable, en la actualidad (SUNKEL: 90). Sin embargo, como señala muy
acertadamente Víctor Toledo (1992), mientras las ciudades sigan siendo tan brutalmente
dependientes del campo, en términos energéticos y alimentarios, va a ser muy difícil
implementar estrategias de desarrollo rural justificadas desde si mismo.
Modernidad y crisis ecológica
Paradógicamente el mundo industrial avanzado, por el fuerte desarrollo propiciado
en los últimos años, ha hecho posible una nueva conciencia de especie de dimensión
planetaria. Sin embargo, estos mismos medios producidos por el sistema nos muestran
y desvelan la crisis ecológica del planeta. Es precisamente, esta globalización de lo
humano que ha permitido el desarrollo científico y tecnológico lo que obliga ahora, a
repensado todo desde esta perspectiva, incluido el propio papel de la ciencia y la
tecnología.
Evitar un desenlace catastrófico de esta crisis parece inviable en el seno del actual
modelo civilizatorio urbano-industrial, que reproduce la explotación dentro del sistema
social al mismo tiempo que la proyecta sobre el ecosistema. La lógica y los propios
principios que rigen la economía de mercado capitalista comportan externalidades
negativas (destrucción de recursos, generación de resíduos, efectos nocivos de carácter
global, etc.) que hacen inviable el modelo.
Se hace necesaria una revolución ecológico agraria que instrumente los avances
científicos desde el marco teórico y epistemológico instaurado por la economía ecológica,
la cual dispone en las formas de vida y de organización de la producción agrícola y
artesana existentes en las culturas de las etnias indígenas del tercer mundo, de una rica
veta de la que extraer tecnologías, saberes y estrategias de producción y de organización
de la propiedad adecuadas a un manejo ecológicarnente eficiente de los ecosistemas. Sin
embargo en el lenguaje habitual, incluido el científico, el término tradicional está fuertemente cargado de significación negativa.
Algunos avances tecnológicos podrían ser de gran utilidad, como por ejemplo los
procesos de digitalización de la cartografía y su posterior manejo informático, que
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BASES TEORICAS y APLICACIONES PRACTICAS
posibilita establecer usos del suelo ecológicamente adecuados a la vocación productiva
de una zona o de un ecosistema, Se trata de una topología de la producción rural, que
puede ser interesante, pero ¿quien y al servicio de quien se utilizan estas tecnologías?
La concepción de la ciudad ha de cambiar en un futuro, cambiando también la
oposición entre ciudad y campo, La brutal dependencia de la ciudad respecto del campo
debe superarse, buscando formas de ciudad energética y alimenticiamente más
autosuficientes, reduciendo la presión de la ciudad sobre los recursos naturales. Ello
posibilitaría redefinir la vida rural justificándola en sí misma y evitando su dependencia
de la lógica de la economía de mercado. Una buena parte de la deforestación en
Latinoamérica se realiza con la finalidad de criar toros para el suministro de carne a las
zonas urbano-industriales. Se trata, de alguna froma, de externalidades negativas originadas al Sur por el modelo de desarrollo de los paises del Norte (TOLEDO: 1992).
El etnocentrismo de la extensión agraria convencional
La extensión agraria ha sido utilizada como correa de transmisión de la agricultura
"científica moderna". Cuando ha tenido éxito y ha conseguido cambiar las prácticas
agrícolas tradicionales eso sólo ha supuesto la desestructuración de las formas de vida
y organización tradicionales y la sustitución de prácticas agrarias de subsistencia por
otras ecológicamente insostenibles, basadas en la utilización de agroquímicos y por
tanto dependientes.
Recientemente, desde los campos biodinámicos de E.U.A., Japón y Europa, al intentar difundir la agricultura ecológica del Norte a los paises del Sur se ha reproducido un
esquema de imperialismo cultural-tecnológico semejante al anterior. En ambas prácticas
extensionistas existe un fuerte componente etnocéntrico. El creerse en posesión de una
verdad objetiva y universalmente válida, no permite comprender nada de lo que pasa
allá y el extensionista deviene mero instrumento de la industria y el comercio
agroalimentarios occidentales. La incomunicación conduce a la imposición o al rechazo
o a ambos a la vez (SALAS y TILLMANN: 1992).
Sólo una orientación epistemológica basada en la ruptura con el etnocentrismo de la
ciencia occidental permite redefinir el lugar en el que se debe situar el investigador para
poder captar y empaparse del saber popular de las culturas campesinas del tercer mundo. Ello implica una metodología de investigación participativa, cualitativa y dialéctica
con técnicas propias de la antropología social y la etnometodología, pero sobre todo de
la investigación-acción participativa (TILLMANN: 1992).
La economía ecológica y la tecnología agroecológica
La preocupación medioambiental ya no se circunscribe a las instituciones especializadas en la conservación del medio natural, ahora interesa enormemente a los organismos internacionales relacionados con la gestión económica (OCDE, Banco Mundial,
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CEE, FAO, e incluso GATT y FMI). De un primer momento en que se trató de demostrar la imposibilidad física del crecimiento se ha pasado en la actualidad a sugerir la
conveniencia de hacer físicamente "sostenible" el desarrollo, asumido con generalidad
en los informes de dichos organismos internacionales. Lo que se debate en la actualidad
es si el mundo de lo económico puede seguir girando en torno al núcleo de los valores
de cambio o, por el contrario, debemos desplazar su centro de gravedad hacia los
universos físicos e institucionales que lo enuelven y condicionan para dar un tratamiento
satisfactorio a los problemas medioambientales que nos preocupan. A estas cuestiones
responden en la actualidad dos enfoques de lo económico que parten de dos formas
diferentes de ver la naturaleza. El primero desde la idea de "medio ambiente", con un
método que podíamos calificar de analítico-parcelario y un soporte filosófico individual-competitivo, parte de la idea de "mercado" para orientar la gestión del "medio
ambiente". El segundo desde la noción de "biosfera", metodológicamente sistémico y
global-cooperativo en su filosofía, considera la naturaleza como un conjunto ordenado
de ecosistemas cuyo funcionamiento hay que conocer para bien orientar la gestión (y
el mercado). El primero parte de las valoraciones mercantiles de los agentes económicos
para orientar la gestión del "medio ambiente" físico, mientras que el segundo parte del
conocimiento físico de la "biosfera" para informar la valoración monetaria y la toma de
decisiones de los agentes económicos, alejandose de la consideración del mercado como
una panacea, para tomarlo como un simple instrumento y trasladando la discusión
económica desde el interior del mercado hacia los condicionantes del universo físico e
institucional que lo envuelven (NAREDO: 1993) l.
La economía ecológica aporta instrumentos para la crítica del modelo de agricultura
mecánica y agroquímica dominante, pero también para el desarrollo de métodos y
técnicas de balance y gestión de las prácticas agroecológicas. Los procesos de modernización y la imposición del modo de producción capitalista en el campo ha significado
la implantación de sistemas productivos agrarios cada vez menos eficientes desde el
punto de vista del aprovechamiento energético. La rentabilidad económica al uso, al
ignorar este aspecto de la eficiencia energética, ha marginado y convertido en económicamente inviables aquellas explotaciones agrarias que no se han adaptado al modelo
tecnológico agroquímico y mecánico, por más que este representa un impacto ambiental
negativo. La agroecología avanza, sin embargo, en la implementación de tecnologías
que no representan la mera aceptación acrítica de las técnicas de la agricultura tradicional pero que las tienen muy en cuenta. Los avances alcanzados en los métodos y
técnicas de estudio y balance en la gestión de explotaciones agroecológicas constituyen
sólo una muestra de ello (NAREDO: 1992).
1 Lo escrito en este párrafo es una transcripción casi literal de definiciones contenidas en
el artículo de J.M. Naredo aparecido en la revista ALFOZ n." 96 con el título Repensar la
economía desde el medio ambiente, que sintetizan y actualizan argumentos parcial o totalmente
expuestos durante el curso de Baeza.
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AGRICULTURA, MEDIO AMBIENTE Y DESARROLLO SOSTENIBLE,
BASES TEORICAS y APLICACIONES PRACTICAS
La dudosa sostenibilidad de la bio-revolución
Más allá de las incertidumbres científicas que rodean la actual biorevolución en
marcha se pueden entrever los mecanismos mediante los cuales los paises del Norte
convierten una debilidad propia, derivada de la falta de material genético diverso, en
una debilidad de los paises infradesarrollados.
Mediante la creación de bancos de genes y la posterior imposición del derecho a
patentarlos, los genes, que antes controlaba el agricultor, són ahora una mercancía, que
organismos controlados por el banco mundial adquieren gratuitamente y venden a precio de oro a los mismos a quienes antes se los sustrajeron gratuitamente,
La imposibilidad de autoreprodución de las semillas mejoradas, además de destruir
al implantarse la variedad genética preexistente, convierte al agricultor en dependiente
de las compañías productoras, El proceso, además de inmoral es muy peligroso porque
conduce rápidamente a la destrucción de la biodiversidad genética, No ha habido investigación en variedades de polinización libre, que con el tiempo hubieran permitido unos
rendimientos tan altos como las híbridas, pero con control de la semilla por el agricultor
y no por empresas de semillas (HOBBELlNK: 1993),
Las estrategias biotecnológicas se oponen a las campesinas, Las primeras son difícilmente sostenibles y por la forma en que se llevan a cabo comportan la paulatina
destrucción de los complejos sistemas campesinos tradicionales donde reside realmente
la garantía de biodiversidad en cada uno de los ámbitos tecnológicos particulares: plagas, malas hierbas, agua, nutrientes, degradación del suelo, rendimientos, etc., Es el
tercer mundo quien pierde y, a su vez, la especie humana, Existe un movimiento agraristaecológico internacional consciente de la pérdida de biodiversidad agrícola y silvestre y
que ha destacado la labor del campesinado en el desarrollo de los recursos genéticos,
Pero más allá del problema de la erosión genética nos podemos preguntar, con un
carácter más general si debemos o no, asignar valores crematísticos a los recursos
ecológicos, En algunos casos ocurre que la agricultura ecológica encuentra, en los
paises de capitalismo de consumo, sensibilidades receptivas a estos productos que hacen
crematísticamente viables las explotaciones agrarias de este tipo, Sin embargo existen
muchos otros casos en los que esto no ocurre (MARTíNEZ ALIER: 92b),
La mayor productividad por hectárea y hora de trabajo de la agricultura moderna
resulta de no incluir en el cómputo las externalidades y la destrucción de las propias
condiciones de la producción agraria, Pero la obvia superioridad energética y técnica de
la agricultura ecológica (no contamina los alimentos ni el agua, no destruye ni abandona
los recursos energéticos, no usa, o usa muy poco, las energías agotables de los combustibles fósiles, etc.), no es suficiente para transformar la lógica del mercado, Por otra
parte, si la agroecología fuera rentable el sector comercial estaría muy presente, pero no
lo está, este campo sigue reservado a las Q,N,Gs,
Hay que tener en cuenta, no obstante, que asignar una significación crematística a
los recursos ecológicos puede llegar a ser incluso contraproducente cuando los gestores
o propietarios de esos recursos son pobres y, por tanto, han de vender barato (MARTíNEZ
ALIER: 92b), Parece necesario que hayan sujetos sociales que hagan bandera política de
la economía ecológica como única forma de que la agricultura ecológica alcance valor
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socialmente reconocido y pueda defenderse. En este sentido, el campesinado pobre de
los paises del Sur, mucho más próximo de hecho a la agricultura ecológica es un obvio
candidato a jugar ese papel (MART/NEZ AL/ER: 92a).
Se constata la existencia de multitud de prácticas de agricultura tradicional de subsistencia en diversos lugares del tercer mundo donde se mantiene la diversidad, el
equilibrio ecológico, e incluso se desarrollan técnicas para mejorar la riqueza natural y/
o evitar la erosión o el deterioro del terreno. Estas prácticas van asociadas a visiones
del mundo que implican una gestión comunitaria de la tierra y facilitan la resistencia
frente a la presión destructora de la economía de mercado.
Existe por tanto un ecologismo popular vigoroso bien distinto de las corrientes
ecológicas de los paises desarrollados (MAR7iNEZ AL/ER: 92a).
La necesidad de un ecologismo político
Fiar al mercado capitalista la eliminación de los graves problemas ambientales y la
gestión perdurable de los recursos agotables creyendo que puede valorar correctamente
las externalidades, asignarles precios de forma correcta y regular optimamente los ritmos de extracción de recursos y su utilización, no garantiza en absoluto la superación
de la crisis ecológica. No por ello se deben despreciar las presiones que, bien desde el
estado o bien los propios afectados, se ejerzan sobre la avtividad económica a través del
mercado para que se internalicen costes ambientales y empujarla en una dirección más
sostenible. Con estas luchas, además se fortalecen las organizaciones ecologistas y se
pueden retrasar e incluso impedir cambios en los ecosistemas que podrían ser irreversibles.
Pero estas luchas son insuficientes y plantean la necesidad de una implicación directamente política del movimiento ecologista que para ser eficaz debe orientarse a
obtener el "control" de la economía y de su forma de organización, regulando el mercado de acuerdo con criterios ecológicos y no monetarios, garantizando así la salida de
la crisis mediante un uso eficiente y sostenible de los recursos (GONZÁLEZ DE MOL/NA: 1992).
Aunque el crecimiento económico es sin duda insostenible, existe sin embargo un
espacio ecológico para el desarrollo según los principios que sintetizó H.E. Daly o al
menos "cuasi sostenible". Pero ésto, como se ha dicho, no lo puede realizar el mercado
capitalista.
El objetivo de la agricultura intensiva capitalista no es alimentar a los seres humanos
sino producir el máximo beneficio posible. Ello y nuestro modelo de consumo resulta
moral, social y ecológicamente insostenible. La muerte y la desnutrición de los pobres
es la condición de nuestros excesos alimenticios que perjudican nuestra salud, mientras
se desertiza la tierra y se agotan los recursos (GONZÁLEZ DE MOL/NA: 1992).
El ecologismo político debe basarse en una estrategia neopopulista para limitar el
poder expansivo del mercado capitalista, mientras se alía con otros movimientos de
clase en la lucha por el control democrático de los recursos naturales y del intercambio
de bienes y servicios (GONZÁLEZ DE MOL/NA: 1992).
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BASES TEORICAS y APLICACIONES PRACTICAS
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