EN MEMORIA DE DON ADOLFO SUAREZ En este tercer día de luto nacional, nos hemos congregado en la Catedral un numeroso grupo de católicos palentinos para recordar la figura del que fue Presidente del Gobierno de España, Don Adolfo Suárez González, como hombre, como político y como cristiano. Igualmente nos hemos reunido en esta Catedral para pedir a Dios que le haya perdonado sus faltas y que haya acogido su alma junto a sí, y, finalmente, para obtener del ejemplo de su vida un estímulo para nuestro quehacer cotidiano de ciudadanos y de creyentes. Como pequeño homenaje a su persona, yo quisiera ahora traer a la memoria colectiva de los palentinos algunas palabras suyas sobre su vida y su obra y algunos de los numerosos testimonios que se han dado tras su muerte, valorando su talla humana, su talante político y su fe cristiana. ¿Quién fue el hombre Adolfo Suárez? Adolfo Suárez González fue el hijo primogénito de Don Hipólito Suárez Guerra y de Doña Herminia González Prado. Nació en Cebreros, pues su madre tenía allí las raíces familiares. Sin embargo, la residencia del matrimonio ya estaba establecida en Ávila, a donde el matrimonio se trasladó poco tiempo después de casarse. Tuvo además cuatro hermanos menores. Su madre era una mujer muy devota, hija de pequeños empresarios, mientras que su padre era un procurador de tribunales. Dicen sus biógrafos que fue siempre un líder nato en las pandillas de su barrio. Influenciado por la religiosidad de su madre, fundó y presidió desde su adolescencia diversos organismos ligados con la Acción Católica. De la influencia que su origen castellano tuvo para el resto de su vida son una muestra estas manifestaciones suyas, que pronunció en un discurso con ocasión de la entrega que se le hizo de la medalla de oro de Castilla y León, en 1997: “En estas tierras nací y en ellas transcurrió mi adolescencia y buena parte de mi juventud. En ellas, en Ávila de los Caballeros, recibí mi primera formación, ésa que nunca se olvida porque no consiste sólo en una recepción de conocimientos sino en la asunción de un modo de ser /…/ En estas tierras aprendí que la gran maestra del hombre es la propia vida y que ésta vale muy poco si no se entrega al servicio de los demás /…/ En estas tierras de Castilla y León algunos inolvidables profesores me enseñaron el valor de las cosas primarias y fundamentales: la vida, la familia, el quehacer personal que constituye al hombre como tal, mis creencias religiosas, mis ideales políticos y también que la ética debe marcar el camino para conseguirlas”. Se casó con Amparo Illana Elórtegui, con quien tuvo cinco hijos: María Amparo ("Mariam"), Adolfo, Laura, Sonsoles y Francisco Javier. Cuando se apartó de la vida pública y el dolor llamó a las puertas de su casa, en la grave enfermedad de su esposa y de su hija mayor, consagró su vida a su familia, prodigándoles todo tipo de cuidados durante muchos años, viviendo literalmente para ellas y para el resto de sus hijos, hasta que él mismo, alcanzado por una enfermedad neurológica degenerativa, fue perdiendo contacto con el mundo exterior, hasta despedirse finalmente de él el pasado domingo, 23 de Marzo, en un hospital madrileño. ¿Quién fue el político Adolfo Suárez? Aunque en estos días se ha hablado hasta la saciedad de la trayectoria política del Presidente Suárez y de los grandes servicios prestados a España durante el período de la transición, conviene destacar algunos momentos clave de su actuación política y sobre todo del talante con que la afrontó. En Julio de 1976, a sus 43 años, el rey Juan Carlos le encargó la formación del segundo gobierno de su reinado y le encomendó el progresivo desmontaje de las estructuras políticas del antiguo régimen. Con no pocas dificultades fue capaz de aglutinar a un grupo de políticos de convicciones democráticas de su generación y sacar adelante el Proyecto de Reforma Política. El 15 de junio de 1977, por primera vez en España desde 1936, se celebraron elecciones generales libres. Las Cortes salidas de aquellas elecciones, aprobaron la Constitución, tras el consenso logrado con las distintas sensibilidades políticas existentes en aquel momento histórico. Esta Constitución, actualmente vigente, fue refrendada por la inmensa mayoría del pueblo español el 6 de diciembre de 1978. El mismo Adolfo Suárez, nos describió en el discurso anteriormente citado, de Marzo de 1997, cuántas cosas cambiaron en aquellos momentos decisivos de la historia española contemporánea, atribuyendo humildemente el mérito de lo mucho conseguido con su trabajo personal en el haber de todo el pueblo español: “En los años de la Transición, especialmente en el trienio 76-78, todos los españoles conseguimos la implantación de las libertades públicas, el reconocimiento del pluralismo político y sindical, el reconocimiento de la distinta personalidad, regiones y nacionalidades que forma España, la transformación de muchas de nuestras estructuras sociales y económicas obsoletas, la ruptura de nuestro secular aislamiento internacional, el inicio del proceso de integración en la Unión Europea y en los más importantes foros internacionales; y todo esto fue posible porque en 1976 supimos convertir la angustiosa pregunta ‘¿qué nos va a pasar?’ por el esperanzador interrogante’¿qué debemos hacer?’ Y nos pusimos simplemente manos a la obra”. La grandeza de los servicios prestados a España y a la Corona por Don Adolfo Suárez fue resumida por su Majestad el Rey con estas sentidas palabras: “Adolfo Suárez fue un hombre de Estado, un hombre que puso por delante de los intereses personales y de partido el interés del conjunto de la nación española. Fue indudable su lealtad a la Corona y a todo lo que ella representa: la defensa de la democracia, del Estado de Derecho, de la unidad y la diversidad de España”. ¿Quién fue el católico Adolfo Suárez? Aunque sólo Dios, que ve el corazón de las personas, puede juzgarnos, son muchos los testimonios de relevantes personalidades de la Iglesia que en estos días han aportado sus recuerdos sobre la profunda fe religiosa que acompañó al hombre y al político Adolfo Suárez a lo largo de toda su vida. El Secretario de Estado de la Santa Sede, cardenal Pietro Parolin, envió ayer mismo una carta al obispo de Ávila en nombre del Papa Francisco. “Al recibir la triste noticia del fallecimiento del señor Adolfo Suárez González, ex presidente del Gobierno de España, Su Santidad expresa su más sentido pésame, que acompaña con sufragios al Señor, por el eterno descanso de esta figura destacada de la época reciente española. Con estos sentimientos, imparte a su familia y a cuantos lloran tan sensible pérdida, la bendición apostólica, como signo de la esperanza cristiana en el Señor resucitado”. El cardenal Prefecto de la Congregación para el Culto Divino, Antonio Cañizares Llovera, que fue obispo de Ávila, amigo y confesor durante mucho tiempo de Adolfo Suárez, expresó así la calidad de su ser católico, en un reciente programa de televisión: “Amaba y pensaba en cristiano, era un hombre humilde, se preocupaba en servir a otros, se desvivía por los demás. Caminaba en verdad, como decía Santa Teresa. Siempre estaba dispuesto a pedir perdón y a perdonar. Rezaba todos los días durante una hora, pidiendo a Dios que le ayudara” El arzobispo de Valladolid y Presidente de la Conferencia Episcopal Española, Don Ricardo Bláquez, dirigió en nombre de todos los obispos españoles un sentido pésame a sus familiares, en el que, entre otras cosas, decía: “D. Adolfo nos deja como político un gran testimonio para la vida pública. Con discreción, y al mismo tiempo con firmeza, fue un hombre de profundas convicciones cristianas que también en su vida privada fueron decisivas para afrontar con entereza y esperanza numerosas dificultades personales. España le debe mucho, por su contribución singular a la reconciliación y a la recuperación de las libertades fundamentales y a la democracia, en una etapa histórica particularmente importante de la que todos somos beneficiarios. No podemos olvidar que, entre otras muchas cosas, fue con él como Presidente del Gobierno, cuando en 1979, se firmaron los Acuerdos entre la Santa Sede y el Estado español, que constituyen el marco normativo en el que se vienen desarrollando eficazmente las relaciones entre la Iglesia y el Estado”. Y, finalmente, el obispo de su diócesis de origen, Monseñor Jesús García Burillo, ayer mismo en la Catedral de Ávila, en la misa funeral por el eterno descanso de su alma, se refirió a su persona y a su obra, con estas palabras: “Las convicciones cristianas de Adolfo Suárez fueron el marco en que se desenvolvió su quehacer humano y político, en actitudes de responsabilidad, mesura y respeto /…/Podemos afirmar que Adolfo Suárez ha sido un católico en la vida pública. En efecto, la misión propia de los cristianos laicos es la derivada de su condición secular, de su presencia activa en la sociedad. Ellos son miembros de pleno derecho en la Iglesia, insertos en la sociedad. De esta doble condición brota su especial aptitud y misión para ser testigos del Dios vivo en las instituciones y tareas de la sociedad civil. También señaló el obispo de Ávila que “el sufrimiento y cruz han sido características que han acompañado al Presidente en su largo camino. No sólo durante la enfermedad en sus últimos años, también el sufrimiento anidó en su alma por la muerte de su esposa y de su hija, y por la profunda soledad que envolvió la última etapa de su quehacer político”. La enseñanza de la Palabra de Dios. Recordando la figura de Don Adolfo Suárez nos ha venido a la memoria un texto de San Pablo en su carta a los fieles de la Iglesia de Éfeso, en el que nos habla de la paz entre Dios y los hombres por el perdón del pecado de la humanidad gracias a la muerte redentora de Jesucristo. En efecto, en la lectura de la carta a los Efesios, San Pablo nos muestra a Jesús, el Hijo de Dios encarnado, como reconciliador por su muerte en la cruz de una humanidad dividida por el pecado del odio y de los deseos de venganza: “Él es nuestra paz: el que de los dos pueblos (judíos y paganos) ha hecho uno, derribando en su cuerpo de carne el muro que los separaba: la enemistad /…/ Vino a anunciar la paz: paz a vosotros los de lejos, paz también a los de cerca. Así, unos y otros, podemos acercarnos al Padre por medio de él en un mismo Espíritu”. Sólo la aceptación sincera del Evangelio de nuestro Señor Jesucristo puede conseguir la auténtica reconciliación de los hombres entre sí y de toda la humanidad con Dios Padre. Sólo él puede concedernos una concordia, no sólo “posible”, como reza el epitafio de la tumba del presidente Suárez, sino ya realizada definitivamente en Jesucristo. El texto del Evangelio de San Juan, que hemos leído a continuación, nos proporciona la seguridad por Jesucristo de que “los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que hayan oído vivirán…No os sorprenda esto,continúa diciendo San Juan-, porque viene la hora en que los que están en el sepulcro oirán su voz: los que hayan hecho el bien saldrán a una resurrección de vida; los que hayan hecho el mal, a una resurrección de juicio” Pidamos, pues, para el Presidente Adolfo Suárez, para su esposa Amparo y su hija Mariam la resurrección de vida en el día final. Amen.