El mecenazgo artístico como placer Mesa redonda

Anuncio
El mecenazgo artístico como placer
Resumen mesa redonda, CaixaForum, Madrid, 2 de octubre de 2014
El moderador del encuentro, Francisco Calvo Serraller,
Serraller, introduce el tema indicando
que, aunque parezca paradójico que deba justificarse que el arte, el coleccionismo y el
mecenazgo estén relacionados con el placer, en una sociedad tan utilitaria como la
nuestra es importante hacerlo. El mecenazgo posee unos intereses fiscales, una
repercusión o unas motivaciones prácticas muy diversas, que no hay que despreciar, pero
el arte tiene que ver con el placer, coleccionarlo también y el mecenazgo tiene y debe
tener una dimensión placentera.
Calvo Serraller afirma que los griegos diferenciaban entre las artes o conocimientos
liberales; es decir, ocupaciones de personas libres que las realizaban por placer, sin razón
práctica, y luego las mecánicas o serviles, que correspondían a saberes, conocimientos,
ciencias o artes que no exigían pensamiento y eran propias de siervos. Además, apunta,
que la división entre el pensar liberal y el pensar mecánico o servil es muy pertinente
hoy, cuando se ha invertido completamente ese orden. Los griegos nos decían: “es
pensador quien es libre para pensar”, eso son las ciencias liberales, pero ellos no
consideraban que el arte tuviera ese estatuto, que fue ganando durante los siglos XVI y
XVII y que culminó en el siglo XVIII, cuando el arte rompe con el canon clásico y la
belleza y Friedrich Schiller afirma que “el arte tiene que estar fundamentado en la
libertad”; incluso va más allá y define el arte de este modo: “el estado estético -que es el
estado del arte- es dar la libertad por medio de la libertad”, y eso, naturalmente, solo se
produce a través de esa cosa también absolutamente gratuita que es el juego. Es libre
porque se puede permitir el lujo de jugar, de pertenecer a una esfera cuya única frontera
es su capacidad de dar placer. Cuando hablamos de placer pensamos sistemáticamente
en un determinado hedonismo relativo a nuestros sentidos; sin embargo, el placer
principal es el placer inquisitivo. Hacerse preguntas que no tienen repuesta es un
privilegio que no es privativo del arte, pero que hoy es el arte el único que lo ejerce, y ahí
es donde se produce el verdadero placer.
Calvo Serraller termina afirmando que, para que el arte pueda fructificar, el elemento
placentero es fundamental y olvidarlo podría suponer cegar ese campo que no solo nos
da placer, sino que nos permite conocernos a nosotros mismos en una vertiente que hoy
no se investiga, porque prima la preocupación por lo que le interesa el mercado y,
finalmente, pregunta al coleccionista Carlos Usandizaga si se siente o no identificado
con esa dimensión placentera de coleccionar.
Carlos Usandizaga aporta su experiencia individual y afirma que las colecciones son
siempre autobiográficas, que uno colecciona porque quiere encontrar respuestas a las
preguntas presentes en su mente. Cree que el coleccionista encuentra en la obras
respuestas a las cuestiones que le inquietan y sobre las que en ocasiones no sabe ni
siquiera formular las preguntas y que es eso lo que mueve a los coleccionistas a
coleccionar. Afirma que, a base de estos elementos de arranque, el coleccionista se va
haciendo una idea de las cosas que le gustan, las cosas que le hablan y le poseen. Y así se
va ejerciendo la libertad suprema del coleccionista, que es la de escoger. El acto supremo
del coleccionista es la selección, un pequeño acto grandioso que es, en su opinión, la
mayor fuente de placer. Afirma también que quizás se puedan tratar otras cuestiones
1
como es la función social, el retirar obras del mercado o el ser depositarios y guardianes
de las obras de las que no se encargan los museos, pero que la razón por la que él
colecciona es lo que acaba de exponer.
Francisco Calvo Serraller introduce entonces en la conversación al artista Miquel
Barceló,
Barceló, quien indica que sobre la mesa redonda planea la Ley de Mecenazgo. Esta
cuestión ya había aparecido al comienzo cuando, en la introducción inicial, Leopoldo
Rodé
Rodés, presidente de la Fundación Arte y Mecenazgo, había mostrado su decepción
porque no se hubiera aprobado la tan anunciada ley por la que la propia Fundación
tanto había trabajado.
Barceló indica que también se siente frustrado por este fracaso, pero afirma, además,
que, seguramente, el que no se haya aprobado la Ley de Mecenazgo es un síntoma, pero
la enfermedad es la abdicación en España de la enseñanza del arte. Comenta que en
países como Brasil los museos tienen una gran función didáctica y que en ellos sorprende
la porosidad del arte con la vida social y la actividad de los coleccionistas que adquieren
obras tanto nacionales como extranjeras y lo contrapone a la situación en España. Indica
por ejemplo que Alemania, con, a su entender, un nivel artístico menor, consigue mayor
éxito de difusión que España, cuyos artistas no existen en el mercado internacional a
causa de una especie de desidia institucionalizada.
Introduce entonces el moderador en la conversación a Guillermo de la Dehesa,
Dehesa quien
afirma que en España la deuda ha sido repudiada o ha quebrado veinte o treinta veces a
lo largo de la historia, por lo que el patrimonio artístico ha resultado la mejor inversión.
Así pues, el coleccionismo de arte es el que ha dado mayor rentabilidad al Estado a lo
largo de la historia. Afirma por otra parte que en la actualidad es mucho más difícil
coleccionar en un mercado mundial en el que los museos no pueden alcanzar los precios
pagados por los millonarios de todo el mundo y cree que lo único que pueden hacen los
museos es buscar a gente que les aporte dinero para adquirir obras, porque tienen que
competir en un mercado mundial con un número de compradores inmenso.
Respecto a los mencionados coleccionistas de Brasil o de otros países, De la Dehesa
opina que, en ellos, dado que están en una zona cuya moneda se devalúa
continuamente, comprar arte es una forma de asegurarse contra el riesgo del tipo de
cambio y así se desarrollan colecciones muy importantes. Señala también que es a
algunos de estos coleccionistas a los que intenta atraer el Reina Sofía.
Francisco Calvo Serraller presenta a Javier Gomá,
Gomá quien afirma que en el ámbito del
mecenazgo, como en el de las fundaciones, hay una cierta inautenticidad en el lenguaje.
Recuerda que en la Ley de Fundaciones se definen las fundaciones como: “un
patrimonio afectado o destinado a un fin de interés general” y la realidad es que el 99%
de las fundaciones que existen en España no tienen patrimonio, y que el fin de interés
general es secundario respecto de otros intereses, lo cual no quiere decir que no sea
lícito. Opina también que en muchas ocasiones cuando se habla de mecenazgo en
realidad se está hablando de desgravación fiscal. Cree que la desgravación es buena
siempre que el Estado se lo pueda permitir, ya que detrae ingresos de la Hacienda
Pública. El Estado identifica unas necesidades sociales e idea un programa de
redistribución de riqueza para satisfacer esas necesidades. Cuando el ciudadano paga
impuestos, lo hace de manera abstracta, sin definir el destino de ese dinero, y el Estado
2
hace cosas que prácticamente ningún mecenas haría: construye cárceles y carreteras,
paga la prestación por desempleo, las pensiones…
El mecenazgo consiste en permitir que determinadas personas paguen los impuestos de
una manera finalista, lo cual es mucho más satisfactorio desde el punto de vista personal.
Gomá está absolutamente a favor de eso, pero cree que es necesario centrar el tema de la
discusión. Afirma que le gusta pensar que todo ciudadano que paga los impuestos es un
verdadero mecenas, pues contribuye a la redistribución de la riqueza de acuerdo con un
plan general de la justicia, que además consiente en ella a través de sus representantes
que son elegidos democráticamente. En cambio, si la desgravación del mecenas fuera del
100%, en ese caso más bien hablaríamos de un contribuyente privilegiado.
Respecto a la propia Ley de Mecenazgo, dice que desde el principio de la legislatura
pensó que no se aprobaría porque el Estado no puede permitírsela en la situación
económica actual, pero que si se la pudiera permitir estaría absolutamente a favor, en
primer lugar del placer y, si fuera posible, de que el placer fuera subvencionado por
todos los contribuyentes. Opina que una cosa es el coleccionismo y el placer que siempre
experimenta el coleccionista, y otra que el coleccionismo deba o no ser financiado por
todos los ciudadanos a través de los impuestos. Cree que debe ser financiado a través de
los impuestos porque el coleccionista hace mucho por la sociedad: muchas veces
recupera para España un patrimonio que estaba en el extranjero, lo conserva, lo exhibe y
anima a otros potenciales mecenas.
Por su parte, respecto a la Ley de Mecenazgo, Mercedes Basso,
Basso, recuerda que la
fiscalidad es solo uno de sus aspectos y que el gobierno proponía otras iniciativas como
el reconocimiento de las personas que participan en él. Indica además que el
planteamiento de la Ley de Mecenazgo de la Fundación, que se anunció mucho antes de
conocer la intención del gobierno de apoyarla, se centra en lograr que las personas que
tienen aficiones en materia de coleccionismo o de participación social y cultural se
sientan con la comodidad para ponerlas en práctica.
Javie
Javier Gomá añade que le gusta ver el mecenazgo en combinación con el estado de
bienestar. Cuando se admiran tanto la filantropía y el mecenazgo del mundo anglosajón,
a veces se olvida que tiene una sanidad y una educación públicas muy deficientes. Una
de las razones por las que España tiene un filantropía pequeña respecto a la
norteamericana, subraya Gomá, es porque todos los ciudadanos, a los que ya antes ha
afirmado que considera mecenas, lo son con una redistribución de la riqueza muy alta
que permite servicios públicos muy elevados que los dignifican y que dignifican a los
españoles.
Miquel Barceló interviene para recordar que, cuando se adquirió la colección Thyssen,
muchos afirmaron que el Estado no se lo podía permitir, y finalmente fue la mejor
inversión de los últimos dos siglos y que, si algo es absolutamente necesario es el arte y la
cultura, es lo único de lo que no podemos prescindir.
Al respecto, Javier Gomá añade que se puede distinguir entre los valores más altos y los
valores de más peso. Si solamente atendiéramos a los valores de más peso, tendríamos
que dedicarnos exclusivamente a dar de comer a la gente y nunca dedicar un euro a la
3
cultura mientras hubiera hambre en el mundo. Es necesario comprender que hay que
llegar a un equilibrio, dedicar dinero a dar de comer a la gente, pero también al alma.
Francisco Calvo Serraller afirma que no solamente tienen que dignificarse los
ciudadanos sino también el Estado. Es decir, que no solamente nosotros tenemos que
ser ejemplares, también el Estado debe serlo. El ciudadano es responsable, el súbdito no,
porque obedece, mientras que el ciudadano elige. Entonces, evidentemente, en una
democracia todos somos responsables porque todos somos mecenas.
Mercedes Basso recuerda que Francisco Calvo Serraller ha comentado que uno de los
encantos del mecenazgo personal frente al institucional es su diversificación, y añade que
en el mecenazgo personal es tan importante el tiempo como el dinero, y las maneras de
implicarse en un proyecto son muy diversas: aportando dinero, tiempo, apoyo, etc.; en
definitiva, impulsando la existencia de algo que de otro modo no se hubiera llevado a
cabo por los mecanismos habituales.
Francisco Calvo Serraller puntualiza que el mecenazgo institucional es programático,
mientras que el coleccionismo privado aporta lo que no cabe en el programa oficial.
Aporta ese gran rendimiento de la individualidad que, a lo mejor, dejada a su arbitrio,
produce el caos, pero que encauzada produce un gran bien.
Pero Javier Gomá se pregunta hasta qué punto el capricho personal puede ser de interés
general. Y opina que la palabra mecenazgo estorba cuando se trata de desgravaciones
fiscales que son perfectamente lícitas y dignas de la máxima protección y que lo
estimulan y lo alientan, pero no son mecenazgo. Y se cuestiona además si todas las
fundaciones son expresión del mecenazgo, de la participación, de la filantropía de quien
ha promovido esa fundación, y él mismo se responde que no. En su opinión, eso no hace
que no sean dignas de protección, pero es importante reflexionar sobre estas
puntualizaciones en el ámbito del mecenazgo.
Manuel Calderón (La
(La Razón)
Razón) plantea que a lo mejor habría que explicar a la ciudadanía
que sus impuestos sirven también para que los museos estén abiertos, y que no se hace
porque los políticos, dada la situación, están obligados a hacer hincapié en que los
impuestos son para mantener los hospitales y los colegios.
A lo que Francisco Calvo Serraller apostilla que los contribuyentes también financiamos
la liga de fútbol y queeso debe servirnos como reflexión y como fondo para tener una
referencia. Realmente estamos muy preocupados por un sector que es mínimo, y sin
embargo derrochamos enormes cantidades de dinero en una cosa que también es un
juego y puede ser un arte, como es el deporte, pero que generalmente tiene una
repercusión más amplia.
Javier Gomá por su parte puntualiza que es absurdo pensar que la Ley de Mecenazgo ha
quedado sustituida por una reforma fiscal, porque no es lo mismo una serie de reformas
en sectores especiales que una Ley de Mecenazgo que establece un marco legal general y
permanente para una determinada actividad.
Manuel Calderón (La
(La Razón)
Razón) se pregunta cuál es la razón para que en España no se
pueda desarrollar una Ley de Mecenazgo y presupone que tal vez sea lo lógico cuando se
está abandonando la enseñanza del arte en los colegios.
4
En ese sentido Borja Hermoso (El
(El País)
País) afirma que en España ningún Gobierno se ha
llegado a creer que la educación es lo mismo que la cultura. Se ha hecho o bien cultura
espectáculo o bien se ha pasado al otro extremo, que es tener que estar justificando la
cultura constantemente. Probablemente es todo lo mismo y de ahí vienen los males; el
fin de las humanidades, el fin de la enseñanza de la música, el fin de la enseñanza del
arte, la chapuza constante en la formación del profesorado, etc. Y concluye diciendo que
los colegios y los museos deberían ser lo mismo, y en este país, no lo son.
Antonio Lucas (El
(El Mundo)
Mundo) opina que la reflexión en torno al placer y el mecenazgo que
se ha llevado a cabo ha sido interesante y bella, pero que en el encuentro se ha esquivado
la cuestión primordial que es que ha desaparecido la posibilidad de tener una Ley de
Mecenazgo.
A lo que Guillermo de la Dehesa responde que el presidente Rajoy prometió sacar
adelante una Ley de Mecenazgo antes de que terminase la legislatura y que él aún
mantiene las esperanzas.
Carlos Usandizaga muestra su opinión ante el debate de mecenazgo afirmando que
coleccionistas no quieren un porcentaje de desgravación, sino que demandan que el
Estado muestre interés y lo que le desazona es que este ahora no lo haga. Aun así,
asegura que los coleccionistas, si tienen verdadera vocación, seguirán coleccionando pase
lo que pase, aunque sería mucho mejor si el entorno ayudara.
Olga Pereda (El
(El Periódico)
Periódico) le pregunta a Miquel Barceló cómo piensa que el hecho de
que la Ley de Mecenazgo no haya salido adelante le afecta personalmente como artista.
Miquel Barceló contesta que quizá si hubiera salido adelante su obra estaría más
presente, pero no se trata de una cuestión personal, sino de una demanda general de los
artistas. Que España no se dé cuenta de que la cultura es su mejor inversión a largo
plazo es una forma de suicidio. Opina que ir renunciando a la enseñanza del arte y de las
humanidades es un disparate infinito que hará que ya no sea necesario el mecenazgo.
Afirma que cree que esa es la intención perversa. Es como una tendencia a lograr que la
gente pierda el interés por la cultura, el arte y la enseñanza.
Olga Pereda (El
(El Periódico)
Periódico) pregunta a Guillermo de la Dehesa si realmente todavía tiene
esperanza de que salga adelante la Ley de Mecenazgo en lo que queda de legislatura.
Guillermo de la Dehesa le contesta que confía en la palabra del presidente del Gobierno.
Por su parte, Mercedes Basso manifiesta que ha faltado por parte del Gobierno
coordinación y pedagogía a la hora de explicar las decisiones que se han tomado.
Carlos Mínguez (EFE)
(EFE) pregunta a la Fundación si no se ha intentado construir un
acuerdo parlamentario para desarrollar una Ley de Mecenazgo y opina que no sería
mucho pedir.
Francisco Calvo Serraller afirma que sería deseable y que, aunque en efecto no es mucho
pedir, es complicado alcanzar el consenso, porque inmediatamente surgen las
divergencias entre los partidos, dado que la cultura al fin y al cabo es un instrumento
político.
5
Leopoldo Rodés advierte que el hecho de que no haya cuajado la Ley de Mecenazgo es
especialmente grave para las instituciones, más que para el coleccionismo, porque en un
momento en que las aportaciones públicas se han reducido dramáticamente hubiera sido
deseable que el sector privado pudiera en cierto modo suplir esta necesidad.
Javier Gomá,
Gomá, por su parte, añade que el gobierno afirmó que iba a compensar la
reducción de las aportaciones destinadas a cultura con la Ley de Mecenazgo, lo cual no
ha ocurrido, por lo que muchas instituciones culturales sufren.
Mercedes Basso recuerda que la intención del encuentro era hablar de la motivación que
mueve al coleccionismo y al mecenazgo a las personas y qué es lo que genera la
necesidad dedicar tiempo, dinero e inteligencia a apoyar el arte.
Y Francisco Calvo Serraller hace notar que, sin embargo, la discusión se ha llevado al
terreno de las obligaciones de la fiscalidad, de la Ley, alejándose del tema inicial: el
placer.
Mercedes Basso afirma que la Fundación ya ha tratado todos esos temas y ha hecho los
deberes en materia de regulación y fiscalidad, pero que esa es otra vertiente y que hay
que recuperar ese aspecto palanca que puede hacer que alguien financie un proyecto de
un artista emergente o a una institución.
Para terminar Francisco Calvo Serraller realiza un balance final: como siempre, no hay
placer sin necesidad, o no hay necesidad sin placer. Es decir, que la realidad ha
interferido en esta propuesta arcádica de reflexionar sobre el placer, en un momento en
el que estamos asediados por multitud de necesidades. Está muy bien que estas hayan
sido subrayadas y que se hayan mostrado, no solo los placeres sino también las
dignidades que el placer implica.
6
Descargar