XXXV Coloquios de la Punta de la Mona Una nueva mirada sobre la salud: medicina global Miércoles, 22 de agosto de 2012 José María Forcada Casanovas Doctor en Medicina. Periodista. Presidente del Ámbito María Corral. Barcelona. Se puede diagnosticar el 90% de enfermedades en un tiempo corto. Esto es gracias a los avances en la medicina, en las técnicas, en la investigación. No se puede prescindir de la medicina, pero ésta debe revisarse. Alfredo Rubio decía que tenía que haber un Concilio de Medicina, para buscar caminos para ampliar su eficacia. Medicina holística (todo): utilizar todos los métodos, técnicas, avances... para confluir en la curación. Da mucha importancia también a todos los aspectos de la mente (estados de ánimo, pasiones, emociones...). Algunas técnicas de origen oriental tienen en cuenta el denominado éter: término propio de la energía, de los chacras, bloqueos energéticos... Cada vez se está dando más cabida a la acupuntura, homeopatía, etc. Se han ido convirtiendo en ciencia. Se ha utilizado método científico para darles validez. Medicina global: (de “totalidad”). El ser humano es muchas cosas, no solo un organismo con huesos, venas, sangre... El ser humano es mucho más. Un diagnóstico ahora es más fácil que antes, porque ahora hay mucha más técnica. Y será más fácil cada día que pase. Pero hay que tener en cuenta la complejidad humana. Jordi Gol era un médico de familia, pensador de la medicina. Decía que le gustaba pensar más en la persona enferma que en la enfermedad. Se definía como médico de personas. Participó en un Congreso de médicos y biólogos celebrado en Montpellier. Los componentes del Congreso decían que la salud era el despliegue máximo de las potencias y habilidades del ser humano. La salud era aquella manera de ser, de vivir, autónoma, solidaria, gozosa. Autónoma: la persona es un ser que tiene muchas capacidades de participar en el proceso de su curación. Antes no se le consultaba al enfermo, no se le implicaba, no se le explicaba nada... Los enfermos adultos actualmente tienen más información: saben que han de intentar trabajar conjuntamente con el médico. En el Congreso decían que el enfermo tenía que participar de su sanación, de su curación. Solidaria: persona que trabaja para construir su vida en relación con los demás. Esta relación con los demás es muy importante y a veces se olvida cuando se habla de salud. La enfermedad no es algo que cae en un único organismo, sino que tiene su dimensión social, porque cuando uno enferma, normalmente eso afecta a las personas más cercanas. Gozosa: la salud tiene que llegar a la paz personal, a sentirse bien con uno mismo. Para ello, a veces necesitas que te ayuden a sentirte bien. Tenemos capacidad para ser felices. El médico tiene que ser respetuoso y a veces dejar de hacer algo si ve que el paciente está perdiendo la felicidad, el sentirse bien consigo mismo. Y el remedio a veces puede ser peor que la enfermedad. No podemos definir la salud sin contar con el bienestar de la persona. Bienser. En el Congreso definían la curación del enfermo con su participación, para que el enfermo pudiera bienestar y bien-ser. Para conseguir una calidad del bienestar y del bienser no se puede empezar si no hay un verdadero tratamiento, colaboración, ayuda, un verdadero estar apoyando la realidad de la conciencia del ser. Alfredo Rubio daba mucha importancia a la conciencia del ser, el bienser, a la conciencia de saberse existiendo, de encontrarse en relación con los demás. El ser humano puede no aceptar la enfermedad, puede no aceptar que su existencia vale la pena aunque caiga enfermo... Estamos llamados a la felicidad, y ésta se enferma muchas veces. Nuestra existencia es irrepetible. Vale la pena que exprimamos cada uno de los momentos de nuestra vida precisamente para ser felices. La medicina es curativa pero también está para darnos la felicidad. Cuando se tienen hijos, ¿cómo vamos a darles la vida a quienes van a morir y, en cambio, no vas a ayudarles a prepararse para ese morir? Sin darnos cuenta hemos endiosado al ser humano. Alfredo Rubio decía que había una teología humana, que no solo trata la trascendencia. Decía que debíamos hacer la teología del ser, fundamental para adentrarnos en el proceso del cuido de la persona. La medicina tiene que ayudar a bienser y bienestar. Se trata de curar para bienestar. En nuestra relación social debemos trabajar para que la gente esté bien, se sienta bien. Nuestro trabajo debe estar apoyado en elementos como la medicina, psiquiatría, psicología... Se deben incorporar muchos otros elementos, porque hay distintas formas médicas de afrontar la enfermedad que ayudan a tratar la globalidad de la persona. Cuánta gente es incapaz de reconocer que su propio “yo” enferma. La medicina global pretende educar y reflexionar desde el hecho del engendramiento, pasando por dar calidad a la vida de tantos seres engendrados y ayudar a los progenitores para que puedan decidir libre y responsablemente sobre los seres que han de existir. Debemos educar sobre el cuido del cuerpo, ya que normalmente lo hacemos muy mal. Muchas veces no nos acordamos de que tenemos un cuerpo y de que lo debemos cuidar. Hay que saber utilizar hábitos de vida. Debemos estar abiertos al afecto. Hay mucha gente enferma porque no le han enseñado a amar y a que le amen. Las emociones y sentimientos son fundamentales en el ser humano. Las emociones tienen un lenguaje científico. Cuidar también el bienestar intelectual, que también enferma. Todos debemos educar para el bienestar intelectual, y para la plena conciencia de la existencia contingente. Tenemos miedo a la muerte. El morir también tiene su arte, su capacidad de conciencia de esta muerte. He de llegar a entender mi vivir que termina en la muerte. La muerte es un hecho de vida. Tenemos muchas enfermedades del ser, el orgullo... que hace que la persona no esté sana, y debemos tratarlas. Vivir festivamente la existencia, los malos tragos, las circunstancias poco favorables, cada momento de la vida... precisamente por estar en paz con la vida. A mucha gente le da pánico sufrir. Pero a mí también me da pánico que no sepan cuidar mi sufrimiento. Y cuidar el sufrimiento es utilizar todos los recursos que estén a mi alcance para que yo no sufra. Se anuncia el Ámbito de Medicina Global que dirige Remedios Ortiz y desplegará todos estos temas. Josep Alcalde Abogado. Padre de familia. Convivo con una esclerosis múltiple desde hace unos años, diagnosticada desde el 12 de abril de 2006. Uno recuerda las grandes fechas y ésta es una de las que no he podido olvidar. Ahora tengo 47 años. Cuando tenía 18 años sufrí los primeros brotes pero en aquel momento la medicina no estaba tan avanzada como ahora. Tuve problemas en un ojo, pérdida de musculatura en la pierna izquierda, pérdida de equilibrio, etc. Cuando hacía cinco años del diagnóstico, llegué a casa con cinco velas. Era el quinto aniversario del inicio de la diagnosis de la esclerosis múltiple. Soplamos las velas y lo hacemos cada año. Lo más duro fue al inicio, cuando me dijeron que tenía un problema de mielina. En poco tiempo pasé por una depresión, pérdida de catorce quilos, etc. Mi preocupación fue pensar en cómo me había venido a mí esa enfermedad. Me preocupaba si mis hijos habrían heredado la enfermedad. Me preocupaba también mi aspecto profesional. He pasado por las fases clásicas del duelo, de la pérdida: la negación, el revelarme, negarme... Poco a poco, fui pasando al pacto, negociación. Llegué a la depresión, a la profunda tristeza. Fui viendo que esa enfermedad se quedaría conmigo para siempre. La esclerosis me ha jurado fidelidad y siempre estará conmigo. Estoy íntimamente unido a la enfermedad. Llegué a la aceptación. Pasé del ¿y por qué a mí? al ¿y por qué no a mí? Cualquiera de estas fases no son fases estancadas. A veces paso de una a otra. No es fácil para los que están a mi lado. La enfermedad te resitúa. Hay momentos de dolor, de rabia, de ver que dónde llegaba antes ahora ya no puedo, de ver que ya no puedo hacer algunas cosas y que ni las podré hacer nunca más. He podido hacer una vida absolutamente normal durante estos años, antes de que me diagnosticaran la enfermedad. Cuando supe de la enfermedad, me empecé a poner autolimitaciones. Sigo aprendiendo, no siempre con demasiado éxito, a vivir la experiencia como un regalo del Espíritu. Le doy gracias. Uno aprende a vivir la enfermedad como un regalo, como un plus en mi vida. Podría haber optado por quedarme trabado en la enfermedad, bloqueado... pero yo he optado por vivirla como una oportunidad. Si yo puedo hacer que mi vida y la de las que me rodean, sean un poco mejor... entonces ya ha valido la pena la enfermedad. A mí me ha cambiado la vida mi enfermedad. He tenido el acompañamiento y estima de mis amigos y familia. Y la enfermedad y este acompañamiento me han hecho ser una persona mejor, más sensible, más humilde. Me han resituado. Me han hecho más vulnerable. Me reconozco más frágil, menos orgulloso. La esclerosis múltiple me imagino que es como si estuvieras durmiendo plácidamente y te vinieran con una manguera de agua fría que te despierta de golpe y te resitúa. La enfermedad me ha ayudado a ser más feliz, así que ya ha valido la pena. No sé cómo sería yo si no estuviera pasando por la enfermedad. La enfermedad me ha hecho crecer, resituarme en la vida, dar gracias por el gozo de la vida, por el ahora y el aquí. El ayer fue maravilloso, el mañana Dios dirá, pero el ahora y el aquí es lo único que tengo y doy gracias por él. No sé cómo estaré mañana así que ahora gozo del ahora. Doy gracias por el gozo de existir. Cada 48 horas tengo que pincharme una inyección. Pero lo que me ha ayudado de verdad a trabajar la esclerosis es la rehabilitación y la actitud positiva ante la vida. La vida es un regalo, así que hay que tirar para adelante, con actitud positiva. Vivir cada día como mejor que el anterior. Intentar ser feliz y hacer feliz a los de alrededor. Un amigo me dijo un día “déjate querer”. Esas dos palabras calaron hondo en mí y se quedaron grabadas en mi corazón. Eso intento vivir. Crescencio Fernández Pequeño empresario. Yo tengo relación con el cáncer desde hace muchos años, también presente en mi familia. A los 18 años yo tuve un cáncer en una pierna. Me dio la oportunidad de tener contacto con el personal sanitario, médicos, otros pacientes... En ese tiempo viví la enfermedad como pude. Fue un poco complicado. Después de tres operaciones, quimio, radio... se curó. Hace doce años murió mi esposa. Murió de cáncer después de tres años de enfermedad. El 23 de febrero de este año me diagnosticaron un nuevo cáncer, de esófago. Cuando estás esperando la noticia, es un tiempo muy complejo. En soledad y silencio decidí hacer un ejercicio de abandono. Podía ser algo pasajero y algo de gran envergadura. Quise acogerlo lo mejor posible. Pero esta vez quise vivirlo compartido, comunicar mi enfermedad. Cuando tenía 18 años yo no lo compartí. Con el proceso de mi esposa tampoco fui especialmente comunicativo. Esta vez yo quería vivirlo de otra manera. Desde el principio, que se lo expliqué a mi madre, pasando por el resto de familia y amigos... pensé en cómo decirlo, a quién decirlo... intentando minimizar el impacto para que el que recibe la noticia lo acoja lo mejor posible. Eso tampoco sale de la nada. Por lo que he aprendido de mi familia, creo que tenemos una actitud de ánimo ante la adversidad. Además, haber pasado por ello, también ayudaba: saber en qué consiste la quimio, los tratamientos, etc. Elegí a personas cercanas para irles explicando el diagnóstico. Después redacté un escrito para el resto de personas, en el que intenté minimizar el impacto, hasta incluso poniendo notas de humor. A mis 18 años me dijo que el 50% de la solución de mi enfermedad la ponía yo y el otro 50% era tratamiento médico. Con 18 años yo me había negado ya a hacerme más sesiones de quimio. La psicología y el cómo llevas tú la enfermedad, influye mucho. Yo decidí cómo quería llevar la enfermedad, pero después he tenido momentos concretos en los que no lo he podido vivirla como quería. De cada enfermedad, siempre hay cosas buenas que sacar. Yo por ejemplo he recuperado relaciones, se han intensificado, he recibido intenciones, pensamientos, oraciones, gestos de personas amigas y cercanas... Hay personas que me han dicho que mi manera de comunicar les ha hecho bien. Hay una página web “Libro blanco”. Si alguien necesita intención, se da el nombre y hay un grupo de personas que intercede por aquella persona. Me parece una iniciativa muy interesante. Quien comparte divide las penas y multiplica las alegrías. Con respecto a la muerte de mi esposa, me tocó comunicarle a mí que se iba a morir. Hay la imagen de un rombo con cuatro vértices: tumor, enfermo, médico y familia. El médico es el primero en saber el proceso terminal del paciente y lo comunica a la familia. Ésta, entre ella, se comunica, y hablan del tumor. Y el enfermo se queda solo. El paciente de cáncer desarrolla un sentido que sabe lo que le va a ocurrir. El paciente sabe, intuye algo, pero no lo quiere decir para no hacer sufrir. A la familia le pasa lo mismo, que no quieren decirle nada al paciente para no hacerle sufrir. Deberíamos ver la muerte como algo natural porque todos nos hemos de morir. La gente se merece poder vivir su muerte y por ello pienso que han de saber que el momento de su muerte se aproxima. Una forma de hablar es amar. No se habla igual con alguien que se va a morir próximamente.