Denayira Aguilar Reyes - IES Francisco Javier de Uriarte

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Autora: Deyanira Aguilar Reyes
No se imaginaba que se trataba de una familia con mucho dinero, ni que el piso
era un piso enorme. Al llamar al timbre abrieron la puerta de inmediato. Apareció un
hombre muy bien vestido, con una bandeja con leche, magdalenas, pan, embutidos,
mermelada y una rosa. Rocío se quedó boquiabierta, porque pensaba que no se había
vestido adecuadamente. Cuando el hombre le preguntó que necesitaba, Rocío no fue
capaz de responder hasta unos segundos más tarde, respondiendo que venía a cuidar a
una niña de seis años.
El hombre desapareció y al minuto volvió, y le invitó a que pasara. Al pasar
había una sala redonda con diferentes puertas, que daban a diferentes lugares; una
lámpara en el centro de la sala y una escalera al fondo. De repente salió una señora muy
elegante de una de las puertas. La señora se llamaba Dolores. Fue muy amable con
Rocío y le pidió que subiera al cuarto de su hija.
Al entrar al cuarto de la hija, ésta estaba sentada en su cama mirando por la
ventana. Dolores la presentó a Rocío; se llamada Rosa.
Rosa estaba enfadada con su madre, porque no quería tener a alguien que la
cuidara. Dolores la dejó solas para que se hicieran amigas. Rocío se presentó y le dijo
que seguro iban a ser muy buenas amigas ya que sus nombres empezaban por la letra R.
Rosa se puso más contenta y le contó lo que le había ocurrido en el colegio; no
paró de hablar toda la tarde hasta que llegó la hora en que Rocío tenía que marcharse.
Esa misma noche, Dolores llamó a Rocío para comunicarle que su trabajo seguía
adelante. Al terminar la llamada con Dolores llamó a Juan para contarle lo que había
sucedido.
Al día siguiente Rocío fue a cuidar a Rosa, y cuando entró por la puerta ésta
corrió hacia ella a darle un gran abrazo. Subieron al cuarto y volvió a contarle lo que
había sucedido aquella semana en el colegio
Así un día tras otro.
Llegaron las vacaciones de Rocío y le dieron su dinero. ¡Tenía suficiente dinero
para el viaje de Londres y más! Al llegar a su casa llamó de inmediato a Juan y le contó
que tenía dinero para irse a Londres y para que él también pudiera ir, gracias al dinero
extra del día de la mujer trabajadora. Juan se alegró mucho, y a la semana siguiente ya
estaban los dos en Londres perfeccionando su inglés y disfrutando de la vida.
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