Matrimonio II Efectos

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Facultad de Ciencias Sociales (UBA)
Carrera de Trabajo Social
Materia: Derecho
Año 2012
MATRIMONIO
(Se aclara que el objetivo de este apunte es facilitarle al alumno que no está familiarizado con la bibliografía,
el acceso a información general sobre cada tema. No implica que no puedan consultarse otros libros de texto
o que se excluya la lectura del material adicional que se indique en clase)
Cintia y Raúl Arredes
EFECTOS PERSONALES DEL MATRIMONIO
I.- Antecedentes:
El matrimonio produce un conjunto de “efectos personales” que excede toda referencia legal. La
convivencia implica un nuevo espacio, un proyecto común, donde se sintetizan, y a veces se
contradicen, las historias personales y las culturas familiares de cada uno de los cónyuges.
Cuando nos referimos a los efectos personales en el plano jurídico, hacemos clara referencia a los
derechos y deberes que surgen por imposición legal e independiente de la voluntad de los
cónyuges, circunstancia que también es verificable en el régimen que adopta la Argentina
imperativo sobre los bienes de los cónyuges
El Código Civil argentino, en su redacción original, y luego con la reforma de la ley 2393, no incluyo
en su texto, en forma expresa el deber de obediencia de la mujer, pero la coloco en situación de
incapacidad relativa de hecho, la privo de la administración de sus bienes, y la sometió a la
voluntad del marido en la elección de residencia, entre otras sujeciones. En el año 1926 con la
sanción de la ley 11.357, llamada “de los derechos civiles de la mujer”, comienza a vislumbrarse un
cambio en la capacidad de la mujer casada, pues si bien conservo el marido la facultad de fijación
del domicilio conyugal, el derecho de administrar y disponer los bienes gananciales (salvo los
reservados) y el ejercicio exclusivo de la patria potestad- “atribuyo a la mujer casada, mayor de
edad, una capacidad de hecho tan amplia, que bien pudo sostenerse – como señala Zanonni – que
aunque ella continuaba enumerada entre los incapaces, la capacidad era la regla y la incapacidad
la excepción”.
En el año 1957 la Argentina ratifica, mediante el dec-ley 9983/1957, la Convención Interamericana
sobre Concesión de Derechos Civiles de la Mujer, cuyo Art. 1°, establece que los “Estados
convienen en otorgar a la mujer los mismos derechos civiles de los que goza el hombre”.
Concordantemente, la ley 17711 estableció la plena capacidad civil de la mujer mayor de edad,
cualquiera sea su estado, derogando expresamente los artículos que establecían la incapacidad de
hecho y su representación necesaria del marido.
En el año 1984 la ley 23.054 aprueba la Convención Americana sobre Derechos Humanos,
llamada también Pacto de San José de Costa Rica, y en el año 1985 la ley 23.179 ratifica la
Convención sobre Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, aprobada
por la Asamblea General de las Naciones Unidas, con jerarquía constitucional después de la
reforma del año de 1994 (Art. 75 inc. 22, CN).
Las leyes 23.264, 23.515 y por último la 26618 por fin extienden el principio de igualdad jurídico de
los cónyuges en todos los efectos personales del matrimonio, ya no solo derribando la clara
discriminación intersexual, sino poniendo en igualdad a las parejas del mismo sexo.
II.- DERECHOS Y DEBERES DE LOS CONYUGES: LA FIDELIDAD
Según nuestro Código Civil son derechos – deberes recíprocos de los esposos: la fidelidad (art.
198 C. Civ.), la cohabitación (arts. 199 y 200), la asistencia y los alimentos (arts.198, 207 a 209 y
231).
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a.- Concepto:
El deber de fidelidad, se vincula estrechamente con el carácter monogámico del Matrimonio.
Implica la exclusividad del vínculo, no solo en orden al ejercicio de la sexualidad, sino también en
todos los aspectos de la vida. Importa abstenerse de mantener relaciones sexuales
extramatrimoniales (fidelidad material) así como también evitar comportamientos que, por el
sentido común, sean incompatibles con su estado civil (fidelidad moral).
Mientras la violación de la fidelidad material, se configura con el adulterio, la infidelidad moral se
manifiesta en situaciones tales como la divulgación de intimidades, de confidencias que uno de los
consortes le ha hecho al otro, por exteriorizaciones respecto a terceros que denoten una
aproximación sentimental aptas para lesionar la dignidad del otro y se traduce en una causal de
separación o divorcio vincular por injurias graves.
2.- Caracteres:
La fidelidad es recíproca, o sea que existe y pesa con igual intensidad sobre ambos cónyuges. El
Art. 198 C.Civ no hace diferencias entre los cónyuges, y el adulterio se tipifica en el art. 202 Inc. 1°.
Ninguno de los contrayentes puede excusarse de su cumplimiento fundado en la inobservancia del
otro, por lo que el cónyuge infiel podrá demandar la separación o el divorcio, si, a su vez, el otro
también ha incurrido en adulterio.
Este deber nace con el matrimonio, y subsiste hasta tanto este no sea disuelto, ya sea por divorcio
o muerte.
Actualmente la discusión doctrinaria, reside en determinar si ante la separación de hecho subsiste
el deber de fidelidad; hecho que por lo general, y en forma prolongada en el tiempo precede a la
separación personal o divorcio.
Es menester aclarar que la separación de hecho no crea un nuevo status jurídico.
Doctrinariamente hay tres posiciones al respecto.
a) Quienes sostienen que el deber de fidelidad se mantiene, argumentan que mientras el
matrimonio subsiste, sus efectos personales también (deberes de asistencia y fidelidad)
dado que no puede otorgarse a la desunión fáctica, un efecto jurídico del que no goza.
Entendiendo el carácter imperativo del régimen matrimonial y el restringido marco de la
autonomía de la voluntad, no podríamos sostener que se haya extinguido el deber de
fidelidad a través de una separación acordada o tolerada, por lo que los derechos y
deberes inherentes al estado matrimonial, solo pueden ser modificado mediante una
sentencia judicial.
b) Otra postura doctrinaria en cambio sostiene que el deber de fidelidad, cesa con la
separación de hecho. Fundamentando su postura, en que en nuestro ordenamiento jurídico
el matrimonio no se disuelve por la voluntad de los cónyuges, pero el hecho de
contemplarse la separación de hecho como causal objetiva de separación personal o
divorcio, conlleva al reconocimiento de la autonomía de la voluntad, y si los cónyuges se
relevaron por su propia voluntad, de la cohabitación y el débito conyugal sería un ejercicio
abusivo contrario a los propios actos.
c) La posición intermedia se inclina por una subsistencia delimitada en el tiempo, entiéndase
por cuanto se extiende la vigencia del derecho – deber de fidelidad durante el transcurso
de los tres primeros años de producida la separación fáctica de los esposos, tomando en
cuenta lo establecido por el art. 214 inc. 2°. Bord a, entre otros, lo estima razonable para
dar por extinguido el deber de fidelidad, ya que transcurrido ese término se puede
demandar el divorcio y contraer nuevo matrimonio.
3.- Fidelidad y débito Conyugal:
Tanto la doctrina como la jurisprudencia aceptan unánimemente que la disposición reciproca de los
cónyuges a la relación sexual es un derecho- deber derivado del matrimonio.
La negativa permanente de alguno de los esposos a las relaciones sexuales, configura la
interrupción del deber de cohabitación (tornando procedente el divorcio en los términos del art.
*214, Inc., C. CIV.) aun cuando continúen viviendo en la misma casa.
Así, la negativa al cumplimiento del débito, ya sea que se lo incluya o en la fidelidad o en la
cohabitación, podrá constituir como causal de injurias graves (art. 202, Inc. 4°, C. Civ) aunque si
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fuera acompañada por una interrupción de la cohabitación, quedara configurado el abandono (Art.
202 Inc. 5°) o, en su caso, la separación de hecho como causal objetiva (art. 214, Inc. 2°).
III.- DERECHOS Y DEBERES DE LOS CONYUGES: LA COHABITACION
Concepto:
Cohabitar y convivir provienen del latín cum habitare (habitar con) y cum viviré (vivir con). La
expresión “comunidad de vida” es la más cercana a la real aspiración jurídica de este derechodeber.
Pues la cohabitación, en cuanto deber marital, exige mucho más que vivir en la misma casa, se ha
entendido que la permanencia bajo el mismo techo no tiene significación para la ley si los esposos
no tienen vocación de comunidad de vida.
Caracteres:
Ellos son: la reciprocidad y la permanencia. La reciprocidad implica la mutua aceptación de vivir
juntos, los acuerdos que releven de ese deber carecen, en principio, de toda eficacia jurídica.
Ante su incumplimiento, por voluntad de uno de ellos o de ambos, la normativa no prevé medios
compulsivos para efectivizar el reintegro, sino otras sanciones que recaen sobre el derecho
alimentario (199, Párr., 2° del C. Civ.), EL Derech o sobre los bienes gananciales adquiridos con
posterioridad (Art. 1306) o el derecho sucesorio (Art. 3575), además de configurar una causal de
separación personal o divorcio (Art. 202, Inc. 5, 204 y 214, Inc.2°).
El abandono del hogar por parte de uno de los cónyuges o la separación por voluntad de ambos,
en principio, no altera en el plano jurídico los derechos deberes derivados del matrimonio, no
pudiendo alegarse abandono voluntario y malicioso.
Excepciones:
El Art. 199 C. Civ., dispensa a los cónyuges de vivir juntos, permitiéndoles mantener
transitoriamente residencias separadas ante “circunstancias excepcionales”, por ejemplo:
cuestiones laborales, obtención de una beca, cuidado de un pariente enfermo, exilio, etc. Si en
estas hipótesis los cónyuges no se han puesto de acuerdo en el alejamiento transitorio, podrá ser
el juez quien lo autorice.
También se admite la dispensa judicial en circunstancias que impliquen un peligro cierto para la
vida, integridad física, psíquica, o espiritual de los cónyuges o de los hijos.
4. Intimación judicial a reanudar la convivencia.
El Art. 199 Párr. 2° otorga a cualquiera de los cón yuges la posibilidad de intimar judicialmente al
otro a reanudar la convivencia interrumpida. Si bien la norma no establece ningún tipo de
procedimiento especial para su tramitación, por lo que correspondería el tramite ordinario,
entendemos que debe aplicarse un procedimiento breve en atención a la cuestión debatida, que a
la vez resguarde el principio de bilateralidad y defensa en juicio.
En lo que respecta a la demanda, el actor deberá alegar las circunstancias del caso y el abandono
hecho por su consorte. El demandado deberá invocar, en su contestación, las causas que
generaron su alejamiento del hogar conyugal, dándosele de esta forma posibilidad de producir la
prueba pertinente. Recién entonces el Juez resolverá si rechaza o acoge la demanda deducida, o
si se decide por la segunda de las opciones, ordenara la intimación para que el cónyuge
demandado reanude la vista en común, bajo apercibimiento de negarle alimentos.
Sin perjuicio de que la interrupción injustificada de la convivencia configura la causal de divorcio
prevista en el Art. 202, Inc. 5°, esto es, abandono voluntario y malicioso, la pérdida de la prestación
alimentaria es la única sanción que se aplica ante el incumplimiento de la sentencia que ordena
practicar la intimación.
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IV.- DERECHOS Y DEBERES DE LOS CONYUGES: Asistencia
El Art. 198 C. Civ., contempla la mutua asistencia entre los esposos, que comprende un aspecto
moral o espiritual y otro de naturaleza material.
ASISTENCIA MORAL:
La asistencia en su faz moral, se refiere a la ayuda espiritual, al apoyo afectivo. Implica un respecto
y atención especial que debe evidenciarse en el trato cotidiano entre esposos.
Este deber es reciproco y permanente, subsistiendo, con otras particularidades, luego de la
separación o divorcio. En efecto, los arts 210 y 218 regulan la pérdida del derecho alimentario en
caso de cometerse injurias graves contra el cónyuge alimentante.
El incumplimiento a este deber, puede configurar la causal de separación o divorcio de injurias
graves (Art. 202, Inc. 4° y 214, Inc. 1°) e incluso integrar uno de los elementos del abandono
voluntario y malicioso (arts. 202, Inc. 5° y 214, I nc. 1°).
ASISTENCIA MATERIAL: Alimentos entre cónyuges
Los alimentos constituyen la faz material del deber asistencial entre cónyuges previsto en el Art.
198 C. Civ... Este derecho – deber debe diferenciarse del resto de las prestaciones alimentarías
familiares, tales los derivados del parentesco y la patria potestad, puesto que nace como
consecuencia de la celebración del matrimonio y tiene un régimen jurídico autónomo.
En concordancia con el principio de igualdad jurídica de los cónyuges, ambos deben por igual
contribuir a la subsistencia y manutención material del hogar conyugal, en la medida de sus
posibilidades, evidenciándose de esta forma el carácter reciproco de la obligación.
Su incumplimiento trae aparejado sanciones tanto en el derecho civil, como en el derecho penal.
Durante la tramitación del juicio de separación o divorcio subsiste la obligación alimentaria (art.
231), y luego de dictada la sentencia podrá continuar en caso de decretarse la inocencia de alguno
de los cónyuges (Art. 207), y también para el culpable, aunque limitados a los alimentos de estricta
necesidad (Art 209).
INCIDENCIA DE LA SEPARACION DE HECHO EN LA OBLIGACION ALIMENTARIA:
El Art. 198, según la ley 23515 establece el derecho alimentario reciproco entre cónyuges, de
modo que ambos deben sostener por igual la economía familiar.
En un sentido más ajustado al Art. 198 otra línea ha entendido que la igualdad reconocida a los
cónyuges los obliga a probar sus necesidades y la distribución de roles durante la unión.
CONDICIONES DE PROCEDENCIA; CONTENIDO Y ALCANCE:
La ley no establece pautas para fijar los alimentos que un cónyuge debe al otro durante la
convivencia, la separación de hecho o pendiente el juicio de divorcio.
La jurisprudencia mayoritaria considera que la prestación deberá establecerse conforme el nivel de
vida del matrimonio, adecuándose a los parámetros establecidos en el art. 207, C. Civ. El
fundamento de esta postura radica en que la separación de hecho, en si, no atribuye culpas ni
inocencias, y mientras estas no se declaren en un proceso que examine y juzgue la conducta de
los cónyuges, ninguno de ellos pierde el derecho de ser asistido por el otro. Con tal criterio, la
cuota alimentaria debe guardar relación con el nivel económico al que estaban acostumbradas las
partes y no limitarse alas necesidades primarias del alimentado, pues ello seria colocarlo en
igualdad de condiciones con el declarado culpable en juicio de divorcio. Para ello, se tomara como
base de calculo la distribución de roles de la pareja durante la convivencia, sin soslayar las
necesidades surgidas posteriormente. De Tal modo se tiende a garantizar que el deber de
asistencia se mantenga en condiciones similares al existente antes de la separación, evaluándose
la posición económica, social y cultural del matrimonio.
EFECTOS PATRIMONIALES DEL MATRIMONIO
Conceptos Generales
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Regímenes Matrimoniales:
El matrimonio determina el surgimiento de relaciones de carácter personal entre los cónyuges con
las consecuentes facultades y deberes recíprocos. Pero además, derivan de él consecuencias de
índole patrimonial, ya que la comunidad de vida crea la necesidad de atender las erogaciones que
el hogar común y la vida del grupo familiar van exigiendo.
De manera que el régimen matrimonial comprende una de las consecuencias jurídicas del
matrimonio: la referente a las relaciones patrimoniales. Estas relaciones determinan como
contribuirán los cónyuges en atención de las necesidades del hogar y del grupo familiar, así como
la repercusión que el matrimonio tendrá sobre la propiedad y administración de los bienes que los
cónyuges aportan o que adquieren durante la unión y, también, la medida en que esos bienes
responderán ante terceros por las deudas contraídas por cada uno de los cónyuges.
Régimen de Comunidad:
La característica principal del régimen de comunidad es la formación de una masa de bienes que a
su conclusión deberá dividirse entre los cónyuges o entre el supérstite y los herederos del cónyuge
fallecido. Los esposos tienen así, una expectativa común sobre los bienes adquiridos.
El régimen de comunidad no implica necesariamente que durante la vigencia del matrimonio exista
una copropiedad o un condominio sobre los bienes. La extensión de la masa común, como ya
veremos, determinará a su vez distintos tipos de comunidad, pero en cada uno de ellos, la
titularidad sobre los bienes durante su vigencia estará vinculada al régimen de administración y
disposición.
En Argentina rige el principio de administración separada (art. 1276, C. Civ.) hace que la masa
común no se forme efectivamente hasta el momento de liquidar la sociedad conyugal y es recién
entonces cuando los cónyuges actualizan sus expectativas comunes sobre los bienes que la
componen.
Haciendo referencia a la extensión de la masa común, se reconoce diferentes distintos tipos de
comunidad:
1) Universal: abarca tanto los bienes que llevan los cónyuges al matrimonio, como los que
adquieran después sin consideración de su origen; existiendo correlativamente
responsabilidad común por las deudas que contraigan ambos.
2) Restringida: En esta comunidad existen bienes propios de cada cónyuge como los llevados
al matrimonio y las adquisiciones gratuitas que realice durante la unión.
CRITERIOS DE ACUERDO CON LAS FACULTADES DE GESTION DE LOS BIENES
La definición de las facultades de administración de los bienes por parte de los cónyuges, si bien
en algo se superpone con la anterior clasificación, puede dar lugar a diferencias relevantes. Así, se
puede distinguir:
a.- Régimen de Administración Marital: La administración de todos los bienes por el marido
aparece como consecuencia lógica en los regímenes de absorción, de unidad y de unión.
Pero también dentro de los regímenes de comunidad: Una de sus formas históricas atribuía al
marido la gestión patrimonial, dándole la administración y disposición tanto de sus bienes como de
los propios o gananciales de la mujer, a quien se consideraba incapaz, primero la ley 11357
modifico parcialmente este hecho, luego la Ley 17711,otorgo tanto marido como a su mujer la
administración de los bienes de su respectiva titularidad, hecho que termino de equiparar la ley de
matrimonio igualitario (Ley 26618).
b.- De la administración separada: En este sistema cada esposo administra y dispone libremente
de sus bienes propios y gananciales lo que lo vincula naturalmente al régimen de separación de
bienes. Desde la reforma de la ley 17711 la gestión separada cesa con la disolución de la sociedad
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conyugal momento en que todos los bienes gananciales forman una masa con la finalidad de ser
repartida entre los esposos
c) De administración conjunta: Los cónyuges deberán administrar y disponer conjuntamente los
bienes gananciales. Sin embargo quienes adoptaron este sistema establecieron presunciones
tendientes a agilizar la gestión de los bienes.
EL CODIGO CIVIL Y LOS FUNDAMENTOS DEL REGIMEN IMPERATIVO DE COMUNIDAD
En la Argentina existe un régimen único e imperativo de comunidad, restringida a partir de lo
dispuesto por el Código Civil de 1869.
Estos conceptos se reflejaron en los arts. 1217,1218, 1219 del Código: prohibición de
convenciones entre cónyuges salvo las circunscriptas del art. 1217, e invalidez de todo pacto o
renuncia de los derechos sobre los gananciales de la sociedad conyugal. Otras normas
restringieron los contratos de los que pudieran derivar una alteración del régimen legal de bienes
del matrimonio.
Por el anteproyecto de 1954 y la reforma de la Ley 17711 las principales razones para sostenerlo
fueron:
A) La comunidad de ganancias es un régimen de estricta justicia para los matrimonios donde
existe una diferenciación de roles. Y en los casos de matrimonios donde ambos cónyuges
realizan tareas remuneradas a la par (por ejemplo: marido y mujer profesionales,
empresarios, etc), aun cuando la comunidad de ganancias no resulte indispensable. En
estos casos no se advierte cuáles serían las soluciones valiosas que un régimen
imperativo de comunidad no permite alcanzar.
B) La institución matrimonial tiene un aspecto personal no pecuniario y un aspecto
patrimonial. “Es manifiesto que la sociedad conyugal no es un contrato”. Es impuesto por la
ley; los esposos no pueden evitarla, su voluntad es inoperante. Se trata de un régimen, y
de un régimen de orden público, concebido como necesario para mantener y estrechar la
unión de los esposos, estimularlos en la cooperación y vincularlos en la prosperidad
común.
C) El régimen legal único ofrece una mejor protección a los terceros, que pueden identificar la
situación jurídico- patrimonial de la persona casada con quien contrata.
CALIFICACIONES DE BIENES:
La calificación de ganancial no implica que un bien pertenezca a la sociedad conyugal, ni que los
esposos sean sus copropietarios, condóminos o cotitulares, sino solo que tienen un derecho
eventual cuando se produzca el fin de la comunidad si el bien subsiste.
La calificación de los bienes es de orden público, por lo que está vedado a los cónyuges
modificarla, prohibición expresa de realizar convenciones establecidas en los arts. 1218 y 1219 del
C. civ
LA PRESUNCION DE GANANCIALIDAD
El Art. 1271 del C. Civ, establece: “pertenecen a la sociedad conyugal como gananciales los bienes
existentes a la disolución de ella, sino se aprueba que pertenecía a alguno de los cónyuges cuando
se celebró el matrimonio o que los adquirió después por herencia, legado o donación”.
El cónyuge que pretenda la calificación de propio deberá acreditar ese carácter pudiendo recurrir a
cualquier medio de prueba.
BIENES PROPIOS:
El Art. 1263 del C. Civ. Define a los bienes propios como aquellos bienes que pertenecen a cada
uno de los esposos con anterioridad a la celebración del matrimonio, o por causa o título anterior al
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mismo, o que durante el, adquieran por herencia, legado o donación, o mediante el uso de bienes
o recursos de carácter propio.
Ellos comprenden algunos supuestos:
1.- SUBROGACIÓN REAL:
Si alguno de los cónyuges adquiere bienes durante la vigencia de la sociedad conyugal utilizando
para ello dinero o bienes que le pertenecían como propios los así adquiridos tendrán ese carácter,
subrogándose en el nuevo bien el carácter propio de su antecedente.
El Art. 1266 C. Civ., incorpora este principio a nuestro ordenamiento al establecer “Los bienes que
se adquieren por permuta con otro de alguno de los cónyuges, o el inmueble que se compre con el
dinero de alguno de ellos…pertenece al cónyuge permutante o de quien era el dinero…”
2.- MEJORAS Y AUMENTOS MATERIALES DE BIENES PROPIOS:
El Art. 1266 del C. Civ establece “… Los aumentos materiales que acrecenté a cualquier especie
de uno de los cónyuges formando un mismo cuerpo con ella por aluvión, edificación, plantación u
otra cualquier causa, pertenecen al cónyuge… a quien correspondía la especie principal”
Los aumentos materiales pueden originarse por acción de la naturaleza o por acción del hombre,
dentro de la acción de la naturaleza (aluvión, avulsión, adjunción) y los originados por la acción del
hombre (edificación, y plantación). Las mejoras que resulten separables de la cosa principal
forman con la cosa un todo que no puede separase del principal sin perder su valor. Cuando se
trate de mejoras separables la mejora en si misma será ganancial (Art. 1272 parr. 7 C. Civ)
3.- VALORACION DE UN BIEN PROPIO: En los casos en que un bien propio se valoriza por
causas distintas a los aumentos materiales ese mayor valor beneficia al titular. En el caso de mayor
valor derivado de la instalación de servicios por las que se hubieran realizado pagos con dinero
ganancial corresponderá un crédito, recompensa a favor de la sociedad conyugal en el momento
de su liquidación.
BIENES GANANCIALES.
Conforme el Art 1272 parr. 2do, del CIV son gananciales “los bienes adquiridos durante el
matrimonio por compra u otro titulo oneroso aunque sea en nombre de uno solo de los cónyuges”.
Este es el caso de los bienes gananciales por excelencia durante la vigencia de la sociedad
conyugal.
El Art 1272 parr. 3ero enumera como gananciales enumera como gananciales los bienes
adquiridos por hechos fortuitos como loterías, juegos y apuestas en concordancia con el Art. 1275
que considera a cargo de la Sociedad conyugal las pérdidas que tuvieran lugar en los supuestos
del 1272 parr. 3ero.
Son gananciales también los frutos de los bienes sean estos naturales o civiles devengados y
percibidos durante el matrimonio.
Las indemnizaciones por daños, la reparación proveniente de la pérdida de la vida del cónyuge, y
las indemnizaciones por despido, mientras este vigente la sociedad conyugal.
PRUEBA SOBRE EL CARÁCTER DE LOS BIENES:
A modo de conclusión podemos decir que por principio general “todos los bienes existentes a la
disolución de la sociedad conyugal se presumen como gananciales” correspondiendo al cónyuge
que pretenda el carácter propio la prueba de tal calidad Art. 1271 C. Civ. La reforma del Art. 1276
por la Ley 17711 establece que cada uno de los cónyuges tiene la libre administración y
disposición de sus bienes propios y gananciales en forma separada. Tal es así que la Doctrina y la
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Jurisprudencia se impuso por amplia mayoría el criterio según el cual el Art. 1243 debe ser
interpretado con amplitud extendiéndose a ambos cónyuges y generando una presunción iuris
tantum sobre el carácter del bien adquirido por ello en la practica notarial con frecuencia se pide la
comparencia del otro cónyuge al acto de compra Art 1277 (primera parte) para dar mayor
seguridad a terceros y convalidar la manifestación del adquirente.
Como podemos apreciar el acto matrimonial conlleva una cantidad de derechos y obligaciones de
carácter jurídico (efectos) que abarcan desde lo personal a lo patrimonial donde se fijan normas
de orden público que salvaguardan y otorgan un marco de legalidad en el cual se desarrolla la
institución matrimonial.
Bibliografía:
•
Biscaro; Beatriz R “Deberes y derechos matrimoniales durante la separación de hecho”
•
Borda, Guillermo A., “Separación de hecho y deber de fidelidad (A propósito de un fallo de
la sala F de la Cámara Civil de Capital” LL del 8/4/1996
•
Highton, Elena I “Fidelidad ¿Hasta cuándo?, revista Interdisciplinaria de Derecho de
Familia n° 16 Pag 7
•
Zanonni Eduardo- Biscaro, Beatriz R “Valoración de la Conducta de los cónyuges posterior
a la separación de hecho”
•
Mendez Costa, María J “Derecho Civil Argentino y Convención sobre Eliminación de todas
formas de discriminación contra la mujer”
•
Chechile, Ana M., “Deber de fidelidad y separación de hecho”
•
Biscaro; Beatriz R – García de Ghiilighino, Silvia S., “Derechos y deberes de los cónyuges”
(modificaciones introducidas por la ley 23.515)
•
Manual de derecho de Familia – Abel Fleitas Ortiz de Rozas – Eduardo G. Roveda
•
Allende Luis M “Los llamados bienes mixtos en la Sociedad Conyugal” Revista del
Notariado N° 806 año 1986
•
Fassi Santiago C. – Bossert A. “Propiedad de las mejoras en la Sociedad Conyugal” ED 71727
•
Mazzinghi Gabriel – Consolidación de Doctrinas en materia de sociedad Conyugal ED 164399
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