Contexto N°38 - Universidad Pontificia Bolivariana

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PERIODISMO UNIVERSITARIO
ISSN 1909-650X
El periódico de los estudiantes de la Facultad de Comunicación Social-Periodismo Medellín, septiembre de 2013 No.38
Distribución gratuita
Represa Troneras en el Municipio de Gómez Plata, Antioquia. Foto: Catalina Rodas Q.
Antioquia: agua e hidroeléctricas
Antioquia es el departamento con mayor potencial hidroeléctrico en Colombia:
genera el 28,6% de energía que consume el país. Las condiciones geológicas y
geográficas de sus cañones y laderas permiten el funcionamiento de 45 centrales
hidroeléctricas y la construcción de 6 más durante los últimos 4 años.
El agua y la energía que esta genera con su fuerza y caída, son parte del desarrollo
de los últimos proyectos de los gobiernos nacionales. Los proyectos de producción
6
Informe
Explotación
de fuentes hídricas
La construcción de una
hidroeléctrica tiene costos
ambientales que se ven
reflejados en el ecosistema.
8
Análisis
minero-energética llegan a imponerse sobre ecosistemas y comunidades con una
vocación agrícola, supuestamente errónea por las condiciones del territorio, según
los planes de desarrollo. Con el cambio en los usos de la tierra, la pugna por acceder
a las fuentes hídricas y los impactos ambientales y sociales que traen consigo los
proyectos, queda en duda si estos realmente conducirán a un verdadero desarrollo
para las regiones y no sólo para el crecimiento económico del país.
Las aguas negras
de Hidroituango
En Antioquia la locomotora
energética prendió sus motores,
alzando nubes de humo que
cubren el cuestionamiento de
su pertinencia.
10
Análisis
Antioquia:
agua con sed
En Antioquia solo el 18.3%
de la población rural tiene
agua potable.
2
Opinión
UNIVERSIDAD PONTIFICIA BOLIVARIANA CONTEXTO No. 38 Septiembre 2013
Antioquia: potencia
hidroeléctrica de Colombia
Beatriz Elena Marín Ochoa / [email protected]
Según los estudiosos de la hidrología, el agua hizo su aparición
en el planeta hace unos 4.800 millones de años, cuando
estaba repleta de volcanes en erupción y la corteza era muy
caliente; entonces entre sus emisiones de lava expulsó vapor
de agua y fue ahí donde empezaron a unirse los dos átomos del
preciado líquido: oxígeno e hidrógeno.
Así se formaron las nubes
y al enfriarse dieron lugar
a las primeras lluvias. Y
desde ahí se inició un ciclo permanente, algunas
veces se quedaba estancada y en otras volvía a
ser vapor, nube y lluvia.
A pesar de que
llevamos millones de
años observando este
ciclo de la naturaleza, la
abundancia de agua de la
que se habla es un engaño pues de la que hay en
el mundo, “más del 96%
es salada, y del total de
agua dulce más del 68%
está ‘atrapada’ en forma
de hielo. Otro 30% del
agua dulce se encuentra
en el suelo. Los ríos son
fuente de la mayoría del
agua dulce superficial
que usan las personas,
pues sólo constituyen
1.250km2, o alrededor
del 0,0001% del agua total del planeta”1 y ésta es
la apropiada para la supervivencia de los seres
vivos.
Desde los inicios
de la humanidad el estudio del agua o hidrología,
es un tema de interés. Se
tienen datos de que en
el 4.000 a.C. el Nilo fue
represado para mejorar
productividad agrícola y
existen todavía evidencias en las ciudades más
antiguas de los acueductos made in Grecia
y Roma. Pero solo hasta
el siglo XX los gobiernos
comenzaron a proponer
programas de investigación hidrológicos y de
aprovechamiento del recurso, y Colombia no ha
sido la excepción.
Gracias a su localización geográfica nuestro
país cuenta con una privilegiada posición que le
permite ser un país rico
en recursos naturales,
gozar de una variedad
de pisos climáticos y ser
una fuente importante
de agua, al punto de ser
considerado uno de los
países con mayor riqueza
hídrica del mundo.
Plataforma
humana
(www.plataformaurbana.cl/plataforma)
situaba en 2010 a Colombia con sus 2.112 m3/s en
el puesto seis del ranking
de los ocho países con el
mayor volumen de agua
en el mundo, donde rescataba del nuestro el
acceso al agua potable
y saneamiento, y el aumento en la calidad de
los servicios en la última
década.
Por su parte, “Antioquia, en sus más de
seis millones de hectáreas de territorio, cuenta
con una oferta hídrica de
aproximadamente 194
kilómetros cúbicos, lo
cual lo ubica como uno
de los territorios más ricos en agua en el ámbito
nacional.
Asimismo, cerca
del 30% del territorio antioqueño está por encima de los 1.500 metros
sobre el nivel del mar, lo
cual habla de una geografía quebrada que, junto
con un régimen de lluvias
de 3.000 milímetros en
promedio al año, ofrece
enormes posibilidades
para la producción de
energía hidroeléctrica,
abastecimiento de acue-
ductos y riego“. Esto afirmaba el profesor Mauricio Alviar Ramírez, de la
Universidad de Antioquia,
al hacer un llamado de
atención a la ciudadanía
sobre los usos de nuestro
recurso agua y concluye
que la posibilidad de tener bosques, pendientes
y precipitación nos pone
en un lugar privilegiado
para ser competitivos en
producción
maderera,
generación de energía y
ecoturismo, pero esto requiere visión de Estado y
políticas públicas adecuadas.
Nuestra no despreciable riqueza se ha
visto diezmada por el
auge de la explotación
minera, los cambios climáticos y el mal uso del
suelo, pese a ello sus
aguas han permitido que
se desarrollen procesos
de producción de energía
a través de las centrales
hidroeléctricas. “Se calcula que en Antioquia
está más o menos el 33%
de la producción de energía del país proveniente
de hidroenergía, que es
una energía catalogada
como limpia y prácticamente puede duplicarse
en los próximos años”2,
Asegura Hernán Porras,
asesor de la secretaría de
Medio Ambiente de Antioquia.
Las hidroeléctricas
“paisas”
El departamento es
una fuente importante
de energía para el país
gracias a la generación
que se produce desde
sus plantas entre minicentrales y centrales hidroeléctricas que tienen
inversionistas privados y
empresas como Isagen y
EPM.
En la actualidad
trabajan en Hidroituango
cuyo proceso de construcción ha generado
resistencias, controversias y la toma que vive la
Universidad de Antioquia
con los 300 campesinos
que completan más de
cinco meses de ocupación, desde el 20 de marzo3, en perjuicio de docentes y estudiantes de
la Universidad.
No han sido suficientes las promesas de
la Gobernación sobre inversión en el área de influencia de Hidroituango,
ni tampoco los pedidos
de las comunidades en
contra del proyecto. El
sector gobierno se queja
de la lentitud de las licencias, los afectados de
que no se les escucha y
quienes están ajenos se
preguntan para qué las
mesas de concertación
previas al proyecto, qué
pasa con los derechos
humanos, la sostenibilidad y la participación de
las comunidades en el
proyecto.
Cuando se construye una hidroeléctrica
siempre hay una afectación en relación con
el entorno y su parte
locativa, pero se deben
considerar los efectos sociales y ambientales, que
además obligan por ley a
Foto: Diego Sánchez A.
compensar el entorno. A
veces también es necesario mayor conocimiento
de la comunidad en la
reglamentación relacionada con la obra.
Según Juan David Granada, ingeniero
electricista del área de
gestión de EPM, “las hidroeléctricas son muy
importantes para el país
porque la afectación de
la demanda de energía
afecta la economía y su
crecimiento, no olvidemos que además el país
está ubicado de forma
privilegiada en el continente y esto le facilita
construir centrales hidroeléctricas, una oferta
de mejor calidad, según
la teoría de generación
de energía, por ser las
que generan menor impacto”.
De todas formas
Hidroituango con su
presa de 225 m de altura, 20 millones de m3 de
volumen y sus 2.400MW
de energía en ocho unidades de generación es
en la actualidad el proyecto más grande de este
tipo en Colombia; ojalá
se cumpla lo expresado
por Juan Daniel Granda
de San Andrés de Cuerquia en la página de EPM
al referirse al proyecto:
“Buena energía, buen futuro para la gente”.
1 IMTA (2013) ¿Cuánta agua hay en la Tierra? ATL en el portal del agua desde México. México. Consultado el 6 de agosto de 2013: http://www.atl.org.mx/index.php?option=com_content&view=article&id=5842:icua
nta-agua-hay-en-la-tierra&catid=48:datos-estadicos&Itemid=478
2 Consultado el 13 de agosto de 2013 en el texto publicado con motivo de la celebración del día del agua, El recurso hídrico del Departamento de Antioquia está en riesgo en: http://www.antioquia.gov.co/index.php/
secretaria-de-medio-ambiente/7258-recurso-hidrico-antioqueno-esta-en-riesgo .
3 Al momento de escribir este artículo se pedía intervención de la ONU y la OEA para solucionar la situación.
CONTEXTO No. 38 Septiembre 2013 UNIVERSIDAD PONTIFICIA BOLIVARIANA
Editorial
3
Que el desarrollo no traiga tanta destrucción
/ [email protected]
Preparamos una edición sobre Antioquia como potencia hidroeléctrica en Colombia, tema que se despliega
en algunos artículos. En otros, el tema derivó en el problema del agua.
Antioquia tiene condiciones topográficas, hídricas y geológicas que la hacen una potencia para la
producción hidroeléctrica en Colombia. De hecho, sus
45 centrales producían, en 2010, el 28.6% de la energía
del país. Y está en proceso Hidroituango, cuya primera
fase entrará en funcionamiento en 2018.
Este hecho es uno más de los tantos que se
aprovechan para llenar de orgullo a los antioqueños,
pues aquí siempre nos han convencido de que llevamos la delantera en múltiples aspectos. Los superlativos “mejores” y “más” han acompañado la comparación que los paisas hacen con sus compatriotas de
otras regiones.
Desde la universidad se tiene una mirada reflexiva sobre lo que se conoce como “desarrollo” y
“progreso”, pues cada vez somos una generación más
consciente de que, en ocasiones, ciertos desarrollos
significan el sacrificio de recursos que son irreparables
o irrecuperables. Por ejemplo: la movilidad que utiliza
combustibles fósiles, que produce daño al aire y sustancias tóxicas para la vida; o la solución a ello, que supone
los biocombustibles, o mejor biocarburantes, pero con
el inmenso daño que produce el monocultivo a la tierra.
Por esta razón, quisimos meditar sobre un asunto que supone sacrificar los recursos naturales que no
somos capaces de producir para generar aquello que
se podría hacer de otras maneras, con las que se logre
el menor impacto para los seres vivos.
¿Hasta dónde el “desarrollo” justifica sacrificar
el medio ambiente? Con nuestra inteligencia, los seres
humanos podríamos poner más empeño en conseguir
los recursos que necesitamos sin la destrucción de
otros; por ejemplo, obtener energía (sin la cual en este
tiempo parece imposible vivir) sin contaminar el aire,
el agua o devastar la tierra (sin ninguno de los cuales
viviríamos).
¿Si ya los han inventado o descubierto, por qué no
designar más presupuesto para desarrollar otros proyectos de producción de energía que no tengan costos tan
altos, desde el punto de vista humano y medioambiental?
Y mientras lo logramos, por lo menos aceptemos que no es la mejor vía (por los efectos secundarios) y no hagamos del tema un asunto en el que se
trate de mostrar solo bondades, como si no produjera
pesadillas también.
No se trata del hecho escueto de ser potencia
hidroeléctrica; porque paralelo a ello, esa capacidad
productora obliga a la modificación de la naturaleza
porque implica desviar ríos, inundar vastas extensiones de tierra cultivable, desplazar animales, afectar el
hábitat de insectos, plantas y, lo más importante, modificar la vida de comunidades humanas. Los perjuicios
en temas sociales, medioambientales y culturales son
opacados por las fastuosas noticias de los millones de
dólares en ganancias, los megavatios de generación, la
capacidad de abastecimiento, de exportación, de potencia hidroeléctrica, etc.
Dos intereses se contraponen: por un lado, la
necesidad humana de, casi, depender de la energía; y,
por el otro, también el derecho de los seres vivos expoliados de su hábitat natural y tradicional, porque su territorio será usado para ‘el bien’ de un altísimo número
de personas (y beneficio de ciertas empresas).
El periódico de los estudiantes de la Facultad
de Comunicación Social- Periodismo
¿Por qué tenemos la sensación de que desarrollo
y progreso no van de la mano? “El desarrollo es una
fórmula estándar que ignora los contextos humanos y
culturales”, asegura Edgar Morin en La vía, el futuro para
la humanidad. Y muchas veces ese ‘desarrollo’ no entiende asuntos de tradición, cultura, arraigo o ancestros humanos y, además, daña para siempre partes de la tierra.
Y aunque se entiende que la energía hidroeléctrica es una de las más amigables con el ambiente, por
no producir gases que generen efecto invernadero, su
producción afecta otros sectores, asunto minimizado
ante los beneficios y lucros que se obtienen.
“¿Cómo se puede llamar desarrollo a aquello que
se basa en tanta destrucción?”, se cuestionaba Javier
Moro cuando contó la historia de la destrucción de buena
parte de la Amazonia brasileña, en la década de 1980.
En el primer párrafo dijimos que la investigación
derivó en el ‘problema’ del agua. Solo que la frase “el
problema del agua” para nosotros, que habitamos en
esta Antioquia, considerada como una de las regiones
en Colombia con mayor riqueza biológica asociada al
agua y, además, poseedora de un gran potencial hídrico, suena demasiado distante en el tiempo y en el
espacio geográfico.
Pero, aunque suene distante, no debemos permanecer ajenos al tema, máxime cuando precisamente por estar en un territorio rico en agua, nos hace estar en la mira de todos aquellos interesados en usarla
para beneficios, que, muchas veces, son particulares.
Algunos ‘futurólogos’ aseguran que las próximas guerras serán por agua. Y nada raro: en otro tiempo el agua era un bien público, pero cada vez más se
habla de que al agua la están privatizando.
En el texto ya mencionado, Edgar Morin asegura
que en 1992 los Estados miembros de la ONU consintieron el ‘principio’ de que el agua no es un bien común
sino un ‘bien económico’. Es decir, desde el momento
en que el agua es captada y utilizada para el riego y
el consumo, con unos precios que deben ser cubiertos y remunerados, unos capitales invertidos, el agua
es un ‘bien mercantil’ con precio. Y aunque esta visión
del agua cambió en 2010 cuando la asamblea general
de este organismo señaló al agua como un derecho
humano, pareciera que en muchas esferas privadas y
públicas, aquellas que ‘invierten capitales’ en torno a
este recurso, continúan aprovechándolo como un ‘bien
mercantil’. Solo que el sentido común permite deducir
que nadie se debe apropiar, para vender, lo que no es
capaz de hacer.
Se entiende que llevar el agua hasta los grifos
de las casas tiene un costo, por la comodidad que ello
representa. Lo que no se entiende es que empresas
privadas, como por ejemplo las de gaseosas, se apropien de un río o de cualquiera otra fuente de agua, para
usarla como materia prima de sus ‘refrescos’ y una comunidad local ya no se beneficie de esa fuente hídrica porque una industria se la ha apropiado. Si una de
las empresas de bebidas más conocidas en el mundo
se jacta de que cada 24 horas se consumen en todo
el planeta 1.600 millones de sus productos, ¿cuántos
millones de litros de agua diaria se apropian para
después venderla al consumidor? ¿Cuántas fuentes
de agua, de los países ricos en recursos hídricos, son
usadas por estas fábricas de refrescos?
Según el informe de 2012, que la ONU presentó
sobre los Objetivos de desarrollo del milenio, se estima
que para el año 2015 unas 605 millones de personas en
el mundo carecerán de “agua potable mejorada”.
Así que los recursos naturales, que tienen que
pertenecer a todos porque como humanidad no somos
capaces de hacerlos, no pueden ni ser apropiados por
unos pocos (para después venderlos con llamativas etiquetas de colores) ni tampoco ser destruidos so pretexto del “desarrollo”.
¿Qué hacer entonces? Creemos, desde aquí,
que podemos invertir más dinero para desarrollar
aquellos proyectos que nos aseguren la salvaguarda
de los recursos naturales, los que no somos capaces de
hacer: agua, tierra, aire; de lo contrario, estamos condenados a seguir perforando el camino hacia lugares
de no retorno, plantados de inmensas mega estructuras, silenciosos y solitarios, porque los seres vivos habrán tenido que emigrar a regiones en las que la vida
aún sea posible.
Rector: Pbro. Julio Jairo Ceballos Sepúlveda / Decana Escuela de Ciencias Sociales: Érika Jaillier Castrillón / Director
Facultad de Comunicación Social-Periodismo: Juan Fernando Muñoz Uribe / Coordinador del Área de Periodismo:
Juan José García Posada / Directora de Contexto: Ana Cristina Aristizábal U. / Jefe de Redacción: Laura Betancur A. /
Fotógrafos: Hebert Rodríguez G. • Catalina Rodas Q. • Pablo Monsalve M. • Diego Sánchez A. / Redactores: Carolina
Campuzano B. • Catalina Rodas Q. • Natalia Calderón R. • Camila Reyes V. • Laura Mejía M. • Juliana Gil G. • Laura
Betancur A. • Diego Sanchez A. • Juliana Carvajal C. / Foto portada: Catalina Rodas Q. / Diseño: Estefanía Mesa B.
• Carlos Mario Pareja P. / Diagramación: Ana Milena Gómez C. - Editorial UPB / Impresión: La Patria / Universidad
Pontificia Bolivariana • Facultad de Comunicación Social-Periodismo / Dirección: Circular 1ª Nº 70 - 01 Bloque 7 /
Teléfono: 354 4557 / Correo electrónico: [email protected] / ISSN 1909-650X.
4
Opinión
UNIVERSIDAD PONTIFICIA BOLIVARIANA CONTEXTO No. 38 Septiembre 2013
¿Periodista
o generador
de contenidos?
Juan Pablo López / [email protected]
En estos tiempos mi cerebro, de manera
implícita, asocia el periodismo con un momento pretérito. Estamos subsumidos en
una evolución tecnológica que deriva en la
digitalización masiva de cualquier formato
periodístico y que cambia ciertas reglas tradicionales que alguna vez hicieron grandes
Capote o Talese.
¿Medellín
con un río
limpio
y potable?
Pablo Andrés Monsalve Mesa / [email protected]
En un día de sol, viajaba en bicicleta por la ciudad, miraba el cielo, observaba la poca gente, los colores, las
sombras y sentía toda la magia que tiene Medellín en
esos días de luz y calor. El reloj electrónico de La 33
marcaba 31 grados, miraba las calles y veía el vaho
que salía de ellas por la alta temperatura del asfalto,
aunque el viento era fresco y ambientaba la tarde. Era
un domingo y pude recorrer algunos barrios con tranquilidad: Laureles, El Estadio y Los Colores fueron mis
rutas, vi sus árboles, sus casas y sus aceras, algunas
Apología
a la
intolerancia
Amalia Uribe Jaramillo / [email protected]
La intolerancia es una forma de no conformarse con
todo, o con ciertas aspectos. Por ejemplo, con la educación, aunque sé que es un tema en el que se hieren
susceptibilidades, haré una salvedad para explicar por
qué la intolerancia hacia este tema. Hay miles de personas que no pueden pagar un semestre de universidad, pero que, si lo hicieran, serían mejores estudiantes que la mayoría de las personas que lo pagan pero
que, prácticamente, lo desperdician. No leen los documentos, les da pereza ir a las clases, no se interesan
por la actualidad del mundo, no se saben una capital
de otro país que no sea Brasil o Argentina y, si la saben,
La investigación y rigurosidad ya son
palabras que vemos borrosas. La Web 2.0
ha limitado el ejercicio a los contenidos
multimedia que, por la inmediatez, son normalmente vagos y no trascienden. De esta
manera es como el ‘especialista en el manejo de la información’ se está rebajando
a cualquier mortal que, con un dispositivo
móvil, hace ‘periodismo’ cuando le dé la gana sin un
solo día de academia. Ahora bien, no se trata de la negación a la evolución y, tampoco, de hacer demagogia
por la añoranza de tiempos que fueron mejores, eso
sería estúpido.
Coincido con lo que dijo hace pocos años el
profesor Camilo Jiménez, que se hizo famoso cuando
renunció a su cátedra de Comunicación Social en la
Universidad Javeriana porque la mayoría de sus estudiantes, unos nativos digitales, no eran capaces de redactar un párrafo sin errores.
Pretendo con estas líneas hacer notar que la
adaptación que vive el periodismo en los medios digitales no es la adecuada y preocupa que, quizá en un
mediano plazo, cuando la transición de lo análogo a lo
digital se haya completado, se extinga lo que alguna vez
conocimos como reportería.
Y es que percibo que la palabra ‘periodista’, en la
mayoría de los casos, es un eufemismo para las personas que, con aptitudes apenas rescatables, están posteando contenidos sin profundidad, casi que se limitan
a lo informativo –claro, si es que por lo menos han corroborado la información en la pestaña de al lado–. No
quisiera generalizar, pero la mayoría de los medios que
enfatizan esfuerzos en sus presencias digitales, relegan
la investigación y posterior análisis crítico. Además, no
aprovechan las bondades de viralización, enganche y
demás herramientas que sí traen consigo las TIC.
Siento pues, colegas y lectores, que estamos
perdiendo el norte. Concibo inadmisible que ahora tener buena ortografía ya no sea visto como un atributo
básico para el periodista sino como un elemento diferenciador, y que la forma de adaptarse y competirle a
la digitalización no sea con las dos acciones que consolidaron el ejercicio: la investigación y el análisis.
demasiado angostas para caminar; también pasé por
La Playa, en el centro, donde se encuentran esas monumentales ceibas que dan sombra al suelo que hoy
cubre la quebrada Aná o Santa Elena.
Como vivo en el sur de la ciudad, me decidí por
la vía del río para volver a casa. Cuando opté por esta línea rápida, que es acompañada por mangos, guayabos,
guayacanes y muchas adelfas blancas y rosadas, tomé el
carril de adentro para observar el río Medellín, ese ser
solitario, callado y tranquilo que divide la ciudad en dos;
ese que guarda basuras, piedras y algunos muertos,
pero no porque él quiera, sino por unos habitantes que
no aprecian el valor del agua, su riqueza, su importancia
y que no han entendido que es necesario cuidarlo.
El río Medellín fue canalizado entre 1943 y
1945. Nació libre y puro en el sur de la ciudad, sus
aguas en este punto se pueden tomar con tranquilidad, o jugar con ellas y entrar en ellas para calmar el
sofoco de una caminada. Lo triste o sorprendente es
que a pocos metros las manos del hombre y sus grandes fábricas depositan cantidades de químico y sustancias que él recibe sin hacer ningún reproche, como
si su destino fuera ser un botadero.
Los ríos de América, Europa, Asia y África también
tienen estos problemas. Solo el 6% del agua del planeta
es potable y la contaminamos como si no fuera vital.
En la Antigüedad, ríos como el Ganges, el
Éufrates, El Nilo o El Tigris fueron considerados por las
comunidades como sagrados porque de estas serpientes de agua dulce venía la vida para sus cultivos, la ruta
para sus viajes y el líquido para la supervivencia. Con
estos ejemplos no quiero comparar los grandes ríos
con el de nuestra ciudad, pero sí hacer la observación
sobre el río Medellín, ese que, en los inicios de nuestra
historia, fue utilizado para las empresas y para las mismas comunidades y hoy lo ignoramos.
Empresas Públicas de Medellín cuenta con una
planta de saneamiento del agua del río que es la de
San Fernando, ubicada en el municipio de Itagüí; la
otra, será inaugurada en 2015 en el municipio de Bello.
En este viaje en bicicleta, con el sol en la espalda y con el suave paso del río, me hacía las siguientes
preguntas: ¿Qué sería de Medellín, una ciudad con
tanto movimiento, con un clima perfecto –aunque ha
cambiado un poco-, si tuviera un río limpio y potable,
donde sus habitantes pudieran disfrutar con un buen
baño en un día de calor o simplemente estar al lado de
sus aguas, mirar, observar y sentir su paso? Si es lindo
mirarlo con su color oscuro, con sus miles de objetos
flotantes, con sus olores, ¿qué sería de este río, que
nos acompaña de día y de noche, que no para de recorrer la misma ruta, si fuera potable y manejable?
es porque sus cerebros sólo les da para acordarse de
los países en los que ha jugado la selección colombiana
de fútbol.
En los últimos días he sentido más esta leve intolerancia-inconformidad con el público estudiantil. Sé
que no todos tenemos las mismas aspiraciones ni los
mismos intereses, pero si uno elige una carrera para
considerarse profesional, o al menos para tener el tan
anhelado título que exige la sociedad, sí debe existir
un compromiso que identifique sus valores con los de
la academia.
El tema de las pasiones y los hobbies también
tiene que ver con este compromiso porque, como estudiante que soy, uno no siempre lee los documentos
ni asiste a todas las clases, pero al menos hay quienes,
cuando no cumplen a cabalidad con los requisitos de la
universidad, se comprometen con otros aspectos: leen
un libro por decisión propia, van a museos, a exposiciones de arte, van a cine o, simplemente, tienen conversaciones enriquecedoras en otros escenarios. Alguna vez
una compañera me dijo que ella no se apasionaba por
nada, que no tenía película o cantante favoritos, que no
hacía nada más que ir a la universidad. Fue triste, no porque fuera ella sino porque, como ella, hay muchos más.
Hay quienes dicen que son más importantes
los valores que el conocimiento, otros que este tipo de
críticas son de quienes se creen “intelectuales”. Pienso
que esa intolerancia-inconformidad es la que permite
(no en todos los casos, pero sí en los que son reprochables) cuestionarse más la vida, la sociedad, las situaciones negativas y positivas a las que nos enfrentamos
diariamente. Critico muchos factores de mi ciudad, pero
si lo hago es porque me duele, y de manera nostálgica,
mas no destructiva, como otras personas lo creen. Me
han dicho: “Es que vos como que no querés a tú país”,
claro que lo quiero y me siento más colombiana cuando
identifico en mí tantas cosas que critico de la cultura,
pero eso no significa que no quiera cambiarlas, como la
abismal apatía que tienen los jóvenes frente al estudio y
al progreso. Porque la realidad no es la que uno quisiera
ver sino la que es realmente y no se mide en números ni
en cifras sino en sensaciones, en estilos de vida.
Nuestra cultura es homogénea y si bien la intolerancia nos ha llevado a ser indiferentes y apáticos con
la realidad, la inconformidad debería servirnos para ser
mejores, para saber que hay asuntos que tienen que
cambiar. Y sería interesante hacerlo desde la academia;
el que no quiera estudiar que no bote la platica, que
busque un trabajo o que se dedique a la labor social
y le done esos 4 ó 5 millones que vale un semestre a
alguien que sí quiera hacerlo.
ENTREVISTA
CONTEXTO No. 38 Septiembre 2013 UNIVERSIDAD PONTIFICIA BOLIVARIANA
5
Actualmente es docente–investigadora de la Escuela de Ciencias Sociales de la Universidad Pontificia Bolivariana. Foto: Hebert Rodríguez G.
La búsqueda de una justicia hídrica
Cuando el agua es más que H2O
Laura Betancur Alarcón / [email protected]
Historias sobre ríos, ritos, lagunas, desiertos
y comunidades ha conocido Denisse Roca
Servat en sus investigaciones por Latinoamérica
acerca de conflictos socio-ambientales por el
agua. Al conversar con ella resalta la relación de
justicia social y agua, y comparte una visión desde
la academia sobre el panorama latinoamericano
en materia de gobernanza del recurso.
“En Perú los pueblos indígenas de la
parte más alta de la zona andina, tienen un ritual del agua con el que todos
los años le agradecen los cultivos y las
cosechas. Ellos suben a las partes más
altas de la montaña, donde nacen justamente las fuentes de agua, y depositan
en la tierra caracoles de mar. Estas comunidades nunca en su vida han ido a la
costa, si los tienen es porque han hecho
trueques con comunidades costeras.
Con este ritual ellos quieren representar el ciclo de vida del agua, que empieza en la montaña, baja por Los Andes,
se convierte en grandes cultivos, luego
llega hasta la costa, desemboca en el
mar y se encuentra con los caracoles. Es
algo maravilloso”.
Así describe Denisse Roca Servat, antropóloga de profesión, magíster
en Ciencias políticas y doctora en Estudios de Justicia de la Universidad Estatal de Arizona, uno de sus aprendizajes
durante su investigación en Arequipa,
Perú. La investigadora y docente, que
también hace parte de la Alianza por la
Justicia Hídrica, dialoga sobre una perspectiva cultural del agua y cómo en la
actualidad Latinoamérica lidera una
propuesta social por la comprensión de
un recurso limitado y necesario para la
vida humana.
L.B: En términos simples, ¿qué se puede entender por justicia hídrica?
D.R: La justicia hídrica no la podemos simplemente conceptualizar en
un significado preciso, sino que va a
depender del contexto específico sobre
el cual nos hagamos la pregunta. La justicia hídrica nos desafía a pensar cómo
nos relacionamos con nuestro espacio y
nuestro territorio con respeto y solidaridad. No hay una sola definición de ese
término, sino que son muchas maneras de imaginar el futuro. No debemos
buscar soluciones instantáneas para los
problemas, sino, más bien, comprender
la raíz de los problemas. Lo que propone
la red de justicia hídrica es acercarnos
lo más posible a una sociedad donde
haya más equidad, más igualdad, más
democracia y participación, donde haya
una relación con la naturaleza de igual a
igual. Para ello es importante desentrañar cómo se manifiestan las injusticias
hídricas en la realidad social.
Habla de relación del hombre con la
naturaleza. ¿Por qué reconocer al agua
como un asunto no sólo biológico sino,
también, cultural?
Nos hemos olvidado que somos
naturaleza por algún discurso bastante
objetivo y positivista que trata de poner a la naturaleza como algo externo
al ser humano. El agua es naturaleza
híbrida. En el sentido que los procesos
y las condiciones “naturales” o “ecológicas” no operan de manera separada de
los procesos sociales y culturales, sino
que coexisten. Al ver al agua solamente
como un ente biológico hemos construido un discurso externo, lo cual hace
que el agua sea un líquido que puedo
controlar, contaminar, descontaminar,
organizar. Nos olvidamos que el agua
es una construcción social que delinea
una geografía y nos crea un territorio.
Territorios que tienen múltiples comprensiones sociales y culturales.
es decir, convierten el agua en un bien
económico o la utilizan como un insumo
básico para producir mercancía.
En la actualidad se incrementan los
conflictos por el agua, en relación con
el acceso a las fuentes hídricas. Desde
su perspectiva, ¿cuál es la real problemática que subyace a estos conflictos?
En este afán del ser humano racional y científico de ver al agua como
un objeto, cada vez hay muchas más
luchas por apropiarse de este “objeto”.
Estamos mirando el agua solamente
desde esta perspectiva, y en ésta le hemos dado un valor utilitario y mercantil.
Hay una lucha por querer apropiarse de
fuentes hídricas para el beneficio de un
tipo de industria o de interés en particular. Como no vemos al agua como la
vida misma, que por ende debería ser
un bien común, existe esta pugna por
ver quién se puede apropiar más de
este recurso.
En este mismo contexto, ¿cómo ha sido
la respuesta de los ciudadanos en los
distintos conflictos por el agua?
Me parece que ha sido interesante. Hemos observado movimientos
sociales entregados a la defensa del
agua y el territorio. Por ejemplo, en Brasil ya ha habido un debate sobre la gran
hidroeléctrica de Belo Monte en la Amazonía, los grupos indígenas se organizaron porque no querían el proyecto en su
territorio, tanto así que lograron que actores famosos como el director de cine
James Cameron de Avatar (que incluso
dice que su película estuvo inspirada en
esa problemática), fuera una figura de
publicidad simbólica. Lamentablemente vemos que los gobiernos han sido
muy reacios en tratar de conversar con
los movimientos sociales. En Brasil, el
movimiento logró momentáneamente
hacer una pausa del proyecto, pero no
llevó a pararlo definitivamente.
En el continente latinoamericano, por
la llegada de proyectos minero-energéticos, se agudiza la apropiación de
fuentes hídricas. En los estudios que ha
realizado ¿qué relaciones encuentra en
la forma en la que se dan estos conflictos en los distintos países?
Es interesante ver cómo esos
conflictos socio-ambientales se han
internacionalizado, y tenemos que
verlos de una manera más global, es
decir, analizar qué importancia tiene
Suramérica para el mundo. Hoy en día
hay zonas en Europa y Estados Unidos
que están en riesgo por no tener la cantidad suficiente de agua para la población y su industria manufacturera. Sus
ojos, entonces, están en lugares como
la Amazonía, que alberga muchísima
cantidad de fuentes hídricas. En general, en mi investigación he constatado
que en esos conflictos del agua existen
empresas internacionales que están
tratando de acumular la mayor cantidad
de agua para utilizarla generalmente en
beneficio de una producción mercantil,
Finalmente, en relación con todos estos conflictos por el agua, ¿qué panorama tiene en nuestro continente el
derecho al agua?
Es muy importante reconocer
que de Latinoamérica están surgiendo
muchos de los discursos alternativos
en torno al agua. En Bolivia, después de
las luchas por el agua en Cochabamba,
que fueron en contra de la privatización,
se ha trabajado de manera diplomática
por proponer el derecho al agua. Justamente fue Pablo Solón, un político
boliviano, quien en Naciones Unidas en
Nueva York, propuso el derecho al agua
como derecho humano. Son importantes los discursos de Bolivia o Ecuador,
que están reconociendo el derecho a
la naturaleza, no solamente en relación
con los seres humanos sino ella en relación con su conservación. Son referentes internacionales.
6
INFORME
UNIVERSIDAD PONTIFICIA BOLIVARIANA CONTEXTO No. 38 Septiembre 2013
Construcción de hidroeléctricas
¿Un sacrificio necesario
al medio ambiente?
Laura Mejía Moreno / [email protected]
Juliana Gil Gutiérrez / [email protected]
La construcción
de una hidroeléctrica
tiene costos
ambientales que
se reflejan en el
ecosistema. Para
prevenir mayores
impactos negativos
es vital realizar una
rigurosa planeación
antes de construirla.
Que baje el agua, que inunde, que se
deslice con presión, con mucha fuerza,
que haga girar las turbinas, que haga de
lo cinético y de lo potencial algo eléctrico, porque la locomotora del crecimiento y desarrollo antioqueño ya echó
sus ruedas a andar. Entonces que baje
el agua, que empuje y que se quiten los
bosques y que se corran los animales.
Que se plante aquí, que se plante allá.
Que se tale allí, que se tale allá.
Desocúpeme esto y lléneme este
vasito de montaña con mucha agua.
Abran paso que con caudal, altura y
geología se hará una hidroeléctrica, que
con estos tres vamos a sacar adelante
estas tierras. ¿Tierras? ¿Adelante? Sí,
tierras adelante. Pero tenga en cuenta
que hay que retirar todo eso verde y hay
que poner esto gris. Es que el progreso
no sale gratis, en estas circunstancias
siempre unos ganan y otros pierden.
Y es que Antioquia es un territorio rico en agua. Cuenta con el más alto
potencial hidroeléctrico de Colombia, y
uno de los mejores de América Latina.
Razón por la que empresas, públicas y
privadas, han optado por explotar este
recurso en busca de energías más amigables con el medio ambiente. La demanda
humana de energía ha llevado al hombre
a explorar nuevas formas de producción
energética, como el aprovechamiento de
los combustibles fósiles, la energía eólica, solar, hidráulica y nuclear.
El agua es abundante en el mundo, pero es escasa en lo que respecta
a las condiciones para el consumo humano. La distribución en el espacio y el
tiempo, junto con los eventos extremos,
como sequías e inundaciones, la contaminación y otros elementos, hacen
del agua un recurso limitado. Entre sus
usos se incluyen el consumo humano,
animal, agrícola, saneamiento, recreación, control de inundaciones y energía
hidroeléctrica.
Antioquia cuenta con ríos de
montaña con grandes diferencias entre
caudales, y para aprovechar este recurso, se construyen hidroeléctricas con
embalses para la regulación de caudales y, como lo afirma Andrés Emiro Díez
Restrepo, especialista en Distribución y
Transmisión de Energía Eléctrica, de la
Universidad Pontificia Bolivariana, estas
se hacen “en beneficio de la economía y
el progreso”.
Con el objetivo de afianzar una
economía estable y competente, se
produce energía para vender y exportar, pero su producción deja impactos
ambientales, negativos y positivos. La
pregunta es: ¿La ley colombiana protege lo suficiente al medio ambiente
como para mitigar y prevenir un efecto
negativo en la fauna y la flora cuando
se construye una central hidroeléctrica? Beatriz Elena Moreno Restrepo,
ingeniera ambiental, asegura que: “La
construcción de una central hidroeléctrica genera costos ambientales irreversibles, transforma la dinámica de las
fuentes hídricas, baja las condiciones
de vida animal y vegetal en la zona de
influencia y afecta a las especies que la
habitan”.
Consideraciones
ambientales
La primera consideración que se debe
tener presente, para determinar la
gravedad del impacto ambiental, es la
existencia de tres tipos básicos de centrales. La primera es la central con regulación o con “represa”, que consiste
en el almacenamiento de agua a través
de la construcción de un depósito o
embalse. Es el caso de Guatapé, único
embalse multianual con capacidad de
almacenamiento de agua para varios
años. La segunda clase es la llamada
La destrucción de la naturaleza es una de las consecuencias de la construcción de represas para generar hidroelectricidad. Los inmensos movimientos de tierra afectan la vida vegetal
y animal que, casi nunca, se vueven a recuperar. Foto: Diego Sánchez A.
INFORME
CONTEXTO No. 38 Septiembre 2013 UNIVERSIDAD PONTIFICIA BOLIVARIANA
Hidroeléctricas y sismos
Antes de construir una hidroeléctrica se realiza un estudio geológico
para saber si los terrenos son propensos a sismos. De acuerdo con Juvenal Valencia Ramírez, ingeniero director de Supervisión del Proyecto Múltiple Montegrande, República Dominicana Integral S.A, “en ocasiones se ha detectado
la Sismicidad Inducida por Embalses (SIE) que se presenta por el efecto de la
carga de la columna de agua o por el incremento de la presión de poro en la
estructura de los suelos que conforman la corteza terrestre. La determinación
de la SIE solo se puede hacer cuando existe bastante información sismológica
antes de construir el proyecto”.
“a filo de agua”, en la que el agua pasa
a través de un canal construido en el
nicho del río y se toma únicamente lo
que se requiere para la producción eléctrica, sin afectar las zonas vecinas, en
particular los terrenos cultivables. Un
ejemplo es la Central Hidroeléctrica de
San Carlos o Represa Punchiná, con una
capacidad de 1.240 megavatios. Por último, están las centrales de “captación
de aguas laterales”, que se construyen
en la orilla del río, y se toma el agua
necesaria, como en las de agua afluente. Estas dos últimas, “a filo de agua” y
“captación lateral”, son las que menos
impacto ambiental producen, pues no
fragmentan ni alteran el curso normal
del río ni inundan áreas importantes.
Sin embargo, y teniendo en
cuenta que los ríos son sistemas lóticos,
es decir, de constante movimiento y que
los embalses, por su parte, son sistemas
lénticos, con una dinámica de poca circulación, para generar energía mediante un embalse, una represa debe alterar
el sistema del río y transformarlo de lótico a léntico.
Cuando se realiza la construcción de un embalse, es decir, la
transformación de un ecosistema
lótico a uno léntico, y en donde se
utilizan los tres recursos básicos para
la construcción: agua disponible,
diferencia de alturas y geología, estos
recursos no son recuperables porque es
muy difícil que se presenten los tres en
un mismo lugar, por ello no es posible
que haya energía renovable. Aunque sí
puede haber energía limpia, porque no
emite dióxido de carbono que incide en
el efecto invernadero.
Dentro de la planificación de
centrales hidroeléctricas de embalses
se debe ser consciente del tiempo de
su vida útil. En la medida en que a la
central le llega agua, también le llegan
sedimentos y residuos que provocan
que el depósito pierda volumen. De
acuerdo con diagnóstico batimétrico
previo (estudio de las profundidades)
que se le haga a la central, se define
cuánta sedimentación va a presentarse
y se calcula el tiempo de utilidad de la
hidroeléctrica, que normalmente es de
50 años en adelante. Sin embargo, los
equipos que sirven para las operaciones
son, a su vez, un factor determinante
en el momento de calcular el tiempo de
uso, pues reponer estos equipos resulta
muy costoso.
Aspectos legales
en Colombia
Por otro lado, y de acuerdo con el Código Nacional de Recursos Naturales
Renovables y de Protección del Medio
Ambiente, “la construcción de obras de
infraestructura como vías, embalses,
represas o edificaciones, y la realización
de actividades económicas dentro de
las áreas de reserva forestal, requerirán
licencia previa”. Dicha licencia se otorga únicamente cuando el Ministerio ha
comprobado que la ejecución de la obra
no afecta la conservación de los recursos naturales y no renovables del área,
y dictamina que “el titular de licencia
deberá adoptar, a su costa, las medidas
de protección adecuadas”.
Según Germán Mira Vásquez, ingeniero sanitario y ambiental, “la mejor
manera de prevenir cualquier tipo de
efecto negativo sobre la naturaleza es
mediante la planificación y realización
de un estudio de impacto ambiental,
un diagnóstico que permite identificar
los efectos en tres componentes: biótico (organismos vivos), abiótico (factores físicos como la topografía, el clima,
etc.) y social”. Además, es necesaria “la
implementación de un plan de manejo
ambiental, tanto para la construcción
como para la operación, en donde se da
atención a cada uno de los costos previstos”.
yecto y según los resultados obtenidos
se otorga o no la licencia ambiental para
construir la hidroeléctrica”.
Una licencia es la autorización
que da la autoridad ambiental competente para la ejecución de un proyecto,
obra o actividad. En esta, además de
los permisos y autorizaciones para el
uso de los recursos naturales, se establecen obligaciones que debe cumplir
el promotor del proyecto para corregir,
mitigar y compensar los impactos ambientales. Se entiende que la licencia
ambiental se otorga con base en los
estudios técnicos y ambientales que entrega el promotor sobre el proyecto.
En Colombia la política ambiental está dirigida por el Ministerio de Ambiente y su marco jurídico es la ley 99 de
1993. En lo que tiene que ver con la regulación ambiental para la construcción
de obras se cuenta con el decreto 2820
de 2010, por medio del cual se reglamenta el trámite de licencia ambiental.
Comunidades
afectadas y
su posible
compensación
La compensación de los impactos ambientales se intenta cuando se restituye
la cantidad de hectáreas de vegetación
que fueron inundadas para hacer el embalse, por lo que las empresas deben
buscar territorios donde se pueda substituir el área anegada. En el caso de la
fauna, la empresa que construye la hi-
Algunos creen que es suficiente compensación cambiar la vocación
agrícola del territorio, por la vocación turística. Foto: Pablo Monsalve M.
Durante este estudio se hace
una evaluación de consecuencias, positivas y negativas. A cada posible alteración se le da una solución a partir de
actividades de manejo ambiental que
buscan mitigar los daños y están estructuradas e inscritas dentro de programas
que atienden a todas las comunidades
biológicas y físicas.
El ingeniero ambiental José Urrego explica que “antes de construir una
hidroeléctrica se hacen estudios de
viabilidad del proyecto ambiental para
identificar los impactos y valorarlos”.
Luego de esto, las empresas constructoras deben aplicar medidas de manejo
ambiental consistentes en evitar, prevenir, mitigar, compensar o remediar las
secuelas de la construcción. “El Ministerio de Medio Ambiente evalúa el pro-
droeléctrica debe albergar los animales
del sector inundado en zonas de compensación o en los nuevos espacios que
se crean luego de terminar la represa.
Cuando son represas, cuya área
de almacenaje tiene la forma de un
vaso, existen dos posibilidades: o dejar
la flora o retirarla hacia otro lugar. Comúnmente hay mayor probabilidad de
que dicha vegetación muera debido a
que las tareas de compensación son difíciles de aplicar a un corto plazo y porque el proceso de crecimiento y adaptación de estas comunidades es lento
y requiere un tiempo más prolongado
para que este ecosistema resurja en un
sitio diferente, en condiciones distintas
y de una forma adecuada.
Las comunidades terrestres y
acuáticas también se ven afectadas en la
7
construcción de una central hidroeléctrica. Según la ingeniera ambiental
Sandra Bohórquez Flores, “cuando la
represa está cerca del río las especies
normales se ven afectadas porque el
agua no tiene la misma cantidad de nutrientes, su velocidad no es la misma,
cambia la temperatura y las turbinas
provocan pérdida de peces”. Esto ocurre porque, cuando estos se acercan a
la turbina, no son capaces de evitar la
corriente y mueren enredados en los
equipos. Bohórquez agregó que con la
pérdida del bosque también se pierde
diversidad de serpientes y aves porque
no es fácil crear las mismas condiciones
del ecosistema natural para que las especies subsistan.
Hay un área delimitada para que
cada uno de los organismos vivos de
una especie supla sus necesidades. No
obstante, una vez se inunda el territorio el espacio se ve reducido para cada
organismo, de tal forma que la zona se
disminuye y se concentra mayor cantidad de aves y animales terrestres por
unidad de área. Daniela Mejía Moreno,
médica veterinaria, asegura que con
este tipo de invasión se crean condiciones de estrés para los animales, que se
manifiesta en el aumento de la competencia entre los mismos de una especie
y el aminoramiento del alimento.
Una consecuencia que se le suma
al efecto que tiene la inundación sobre
el territorio, es el hecho de que el suelo
adquiere una mayor humedad, se altera
el microclima de la zona y se produce
más lluvias debido a la evaporación.
Durante el proceso de preparación del terreno para la posterior
inundación, la tala de árboles debe ser
meticulosa. De lo contrario, la biomasa
estante (cantidad de materia orgánica
e inorgánica en el entorno), se descompone y puede producir gases que afecten el ecosistema. Según Julián Aguirre
Vélez, ingeniero ambiental y miembro
del Grupo de Investigaciones Ambientales de la Universidad Pontificia Bolivariana, “en muchas ocasiones, la parte que
se inunda para hacer la represa era cultivable o un bosque, y no siempre esa
capa vegetal se renueva; en lugar de
esto se descompone y genera dióxido
de carbono (CO2) y metano”, gases que
contribuyen al calentamiento global.
La hidroelectricidad ha demostrado ser la energía más amigable con
el ambiente. Lo asegura el ingeniero Andrés Emiro Díez Restrepo, en su
artículo El ambientalismo práctico, “la
hidroelectricidad es la fuente de energía más ‘agradecida’ con el ser humano,
con un EROI (retorno de energía invertida) que supera los 40 puntos. Es decir:
por cada unidad de energía invertida en
la producción del cemento, acero y las
obras civiles requeridas para las centrales, la noble fuente nos regresa más
de 40 unidades en promedio”. En otras
palabras, la fuente hídrica tiene la capacidad de producir una cantidad de energía superior a la cantidad de energía
invertida en tiempo y dinero, es decir,
a los costos de producción, para que la
explotación del recurso sea rentable.
Entonces así sí, que baje el agua,
que no arrastre, que empuje, pero que
no destruya, que se mueva y gire pero
que no se desvíe, que fluya, que siga su
curso. Que encienda luces acá y allá.
Que no se tale allí, que no se tale allá.
Que sea recurso, que sea fuerza. Pero
sobre todo, que sea vida.
8
aNÁLISIS
UNIVERSIDAD PONTIFICIA BOLIVARIANA CONTEXTO No. 38 Septiembre 2013
Paradojas sobre la comprensión del recurso hídrico
Antioquia:
un territorio
de agua con
mucha sed
Laura Betancur Alarcón / [email protected]
Aunque en el departamento se construya un proyecto como Hidroituango, al territorio lo atraviese gran
parte del río Cauca y se cuente, incluso, con una empresa pública de servicios domiciliarios que factura 1.8 billones de pesos en ganancias netas, sólo el 18.3% de la
población en la zona rural del departamento tiene agua
potable.
De Antioquia se ha dicho que la bañan cuatro grandes cuencas (territorio en el que todas las aguas
afluyen a un mismo río): Cauca Medio y Bajo, Magdalena Medio, Porce-Nechí, Medio y Bajo Atrato
y Caribe. Se ha escrito también que su topografía de profundos cañones y laderas le otorgan una
“especial riqueza para la producción hidroeléctrica”, según informa el Anuario Estadístico de 2011
en temas ambientales.
También se ha repetido hasta al cansancio en los círculos políticos y económicos que en
este territorio de 9 subregiones, 125 municipios, 50 ríos y cientos de miles de corrientes hídricas,
el agua es abundante y suficiente para cubrir las necesidades de consumo (de acuerdo con la información del anuario estadístico). Además, lo ratifica la Actualización del Estado del Arte del Recurso
Hídrico en Antioquia realizado por la Cátedra Interinstitucional del Agua, en 2007. Sin embargo,
las conclusiones de este mismo informe alertan acerca del desconocimiento que existe sobre la
oferta hídrica, el estado de la calidad del agua y las problemáticas sociales que se producen por
la falta de acceso.
Esto significa que el agua no sólo es un líquido abundante, sino que se puede comprender
desde múltiples dimensiones. Según las propuestas académicas y movimientos sociales, como el
español Nueva Cultura del Agua, este recurso natural limitado es un “complejo hidrosocial”; es
decir, es un líquido necesario para la vida humana y natural, una materia prima para la industria,
un recurso natural para la producción de energía, un ordenador de los territorios y el clima, un
derecho humano; incluso un patrimonio para las comunidades. No es sólo naturaleza, es también
cultura.
Y si el agua tiene tantas caras en sus usos y representaciones, y si de ella se habla tanto
en los discursos institucionales, tiene aún más paradojas en su gestión en el departamento de
Antioquia, puesto que la abundancia de los ríos tiene fuertes contrastes en relación con la vida
en las fuentes hídricas, su acceso y la garantía del agua como un derecho humano y un servicio
domiciliario.
Paradoja #1
“La gestión del agua debe estar basada desde la perspectiva de justicia, inclusive pensando
no sólo en los seres humanos sino en toda la trama de la vida”, Javier Márquez Valderrama,
defensor del derecho al agua. Foto: Pablo Monsalve M.
Aunque se hable de disponibilidad en
todo el territorio departamental, como
advierte la investigación El Recurso Hídrico en Antioquia del geólogo Óscar
Mejía Rivera y Corantioquia, es muy
variable la espacialidad en su ocurrencia; es decir, según el territorio, varía la
posibilidad de acceder a las fuentes o el
equilibrio en los caudales para utilizar
el agua. Esto explica por qué en el Área
Metropolitana hay menor oferta y poca
disponibilidad del recurso que en otras
zonas del departamento como la subregión de Urabá.
Por esta oferta no se debe entender el acceso al agua potable sino la
relación entre el número de personas
que habitan el territorio y la capacidad
de sus fuentes de agua. En áreas de mayor concentración de población, como
Medellín, donde los procesos de urbanización son expansivos y afectan las
microcuencas, se minimiza el porcentaje de disponibilidad del recurso por
persona.
De otro lado, las autoridades
ambientales del departamento han logrado detectar los principales problemas en la gestión del recurso hídrico: la
contaminación, el manejo inadecuado,
la expansión de las fronteras urbanas y
agrícolas, el vertimiento de aguas residuales a fuentes de agua, la mala disposición de los recursos sólidos, la deforestación y la degradación del suelo,
entre muchos otros factores.
Para ejemplificar la dimensión
de los daños ambientales en el depar-
tamento basta citar que 406 de nuestras microcuencas (una microcuenca es
el territorio que recorre una corriente
pequeña) están en estado de amenaza,
por tanto está el peligro el abastecimiento de agua para la población.
Y aunque analistas apuntan a que
esto sucede por la poca operatividad de
los planes de conservación y de las políticas nacionales de gestión del recurso, también se explica debido a que en
estas normatividades no se tiene una
visión del agua como vida, y a la par de
medidas de mitigación, las autoridades
ambientales otorgan concesiones que
pueden llevar a la muerte de los ecosistemas intervenidos (el ejemplo más
claro es la contaminación por mercurio,
procedente de las actividades mineras
o la fragmentación de los ecosistemas
con la construcción de represas).
Se olvida que ríos y arroyos son
en sí mismos ecosistemas que albergan
comunidades de especies, que garantizan el futuro de los territorios. “No se
ha entendido que si los ecosistemas
desaparecen a la larga también van a
sufrir las comunidades que dependen
de ellos. De manera inmediata se puede recibir un beneficio económico por
la producción energética, pero si el ecosistema se pierde es la comunidad la
que carecerá como mínimo de fuentes
de alimentos”, afirma María Isabel Ríos,
investigadora del Grupo en Limnología
y Gestión del Recurso Hídrico de la Universidad Católica de Oriente.
ANÁLISIS
CONTEXTO No. 38 Septiembre 2013 UNIVERSIDAD PONTIFICIA BOLIVARIANA
Paradoja #2
De acuerdo con el Plan de Desarrollo
Antioquia la más Educada 2012-2015,
propuesto por el actual gobernador
Sergio Fajardo Valderrama como ruta
de gobierno, Antioquia requiere una
nueva mirada al mundo rural, donde la
“gran estrategia de desarrollo es ofrecer
madera, agua potable, riego y energía”.
Esto supone un giro de 360 grados en
el uso de la tierra, puesto que en la actualidad la mayor parte del territorio se
dedica al cultivo agrícola y el pastoreo.
Se infiere que la apuesta de desarrollo económico se concentra en
el agua y los datos lo confirman: para
2010 el departamento contaba con 45
centrales hidroeléctricas y se planeaba
la construcción de 6 más, con la intención de duplicar la producción de megavatios mediante el Proyecto Ituango
EPM que producirá 2.400 megavatios
de los 2.443 que se planearon con las
nuevas centrales.
De otro lado, en los últimos cinco
años ha aumentado el número de solicitudes de exploración y explotación de
minerales en subregiones como el Norte (donde también se ubica el proyecto
hidroeléctrico de Ituango) y el Suroeste. A finales de 2012 el Sistema de Información de Catastro Minero reportó
que el 17% del territorio se encuentra
titulado y para agosto de 2013 la Agencia Nacional Minera informó que en el
departamento se concentra gran parte
de las 2.836 nuevas peticiones para exploración minera en el país.
Según Javier Márquez Valderrama, vocero del Comité Departamental
en Defensa del Agua y la Vida de Antioquia, con estas acciones de solicitudes
se está desmontando la gestión pública
del recurso porque privilegia los asocios
público-privados, más a escala interna-
cional, que en las regiones y la autonomía de los municipios. “Lo más grave
que está pasando es la privatización de
las fuentes, para usos como la megaminería, como los agrocombustibles, y la
producción hidroeléctrica que implican
el desvío de caudales y la creación de
presas”, asegura.
La paradoja en cuanto a quién accede a aprovechar las fuentes y con qué
intereses tiene que ver con la concepción del agua en la legislación colombiana. El Código Nacional de Recursos
Naturales Renovables y de Protección al
Medio Ambiente, de 1974, concibe a las
fuentes de aguas como inalienables, imprescriptibles y parte del bien público,
y sostiene que los usos preponderantes
son el consumo humano y la conservación ambiental.
Sin embargo, David Sierra Sorockinas, abogado de la Universidad de
Antioquia e investigador del derecho al
agua en esa misma institución, asegura que en Colombia no ha habido una
preocupación por priorizar con rigurosidad cuál debe ser el uso de las cuencas,
quién debe acceder a las fuentes y cuál
debe ser la retribución al Estado por su
uso, puesto que se ha creído en el discurso de la abundancia de agua.
Además, no se contempla en la
protección de las fuentes la relación
cultural que tienen las comunidades
con sus aguas. “No hay normas claras
para proteger el nivel social y cultural
del agua. Hay una mirada ambiental,
pero de corte económico: ‘Lo que usted
dañe, me lo paga’. El impacto se mitiga
con dinero”.
La jurisprudencia de la Corte
Constitucional tampoco ha dictado medidas para que se contextualice la dimensión cultural y social al ejecutar los
proyectos, por tanto no se toman medidas directas y muchas de las problemá-
ticas terminan siendo evaluadas por la
Corte Interamericana de Derechos Humanos, que sí comprende la lógica en
9
términos de sanciones culturales y no
sólo monetarias.
Falta la consolidación de una cultura por el agua, con la cual los ciudadanos sean los primeros en la defensa del agua como bien público. Foto: Pablo Monsalve M.
Paradoja #3
“En Antioquia, aunque aparentemente hay buena cantidad de agua, la disponibilidad del agua potable es
baja. La gestión ha sido muy deficiente y es el servicio menos atendido”, asegura Luis Fernando Múnera
López, ex funcionario de Empresas Públicas de Medellín y magíster en Aprovechamiento de Recursos Hidráulicos.
La relación de potencial hídrico en el departamento con la condición y calidad de los servicios públicos de agua y energía son el contraste más fuerte en
María Isabel Ríos, magíster en Biología en la línea de Limnología, anota que se debe hacer conciencia sobre que lo ambiental, muchas veces olvidado, condiciona completamente
lo social. Foto: Pablo Monsalve M.
estas paradojas del agua. Aunque se planeen en el territorio megaproyectos como Hidroituango, gran parte
de la cuenca del río Cauca atraviese el territorio y se
cuente con una empresa pública de servicios domiciliarios que facturó el año anterior (2012) 1.8 billones
de pesos en ganancias netas, sólo el 18.3% de la población rural en el departamento tiene acceso a agua
potable de acuerdo con el Anuario Estadístico de Antioquia 2011. Indicador que muestra el contraste con
lo urbano, donde el 95,4% de la población sí cuenta
con este servicio.
Además, en un artículo académico del ingeniero Luis Fernando Múnera López se revela que aun
cuando se habla de un 88,6% de cobertura en el servicio de acueducto, de los 125 municipios sólo 71 cuentan con agua potable, 46 con agua tratada no potable
y 8 carecen de plantas de tratamiento. Incluso, siendo
más precisos, en 28 municipios sólo hay un 50% de
cobertura en su área rural. En la ciudad, por su parte,
contrastan las cerca de 45.000 familias desconectadas
de los servicios domiciliarios por parte de Empresa Públicas de Medellín.
“¿Qué se gana Medellín con tener una gran
empresa pública de servicios cuando tiene gente en
su territorio sin agua ni canillas, y los que tienen acueducto no tienen dinero para pagar las cuentas por
el agua?”, opina Javier Márquez Valderrama, quien
también coordina el Programa de Cultura y Política
Ambientalista de la Corporación Ecológica y Cultural
Penca de Sábila. Para el antropólogo, a pesar de que
EPM sea propiedad pública, se rige por una naturaleza
comercial que le exige una rentabilidad económica sobre cualquier derecho social.
Lo que sucede, para Sierra Sorockinas, es que
el agua es difícil de contextualizar jurídicamente. “El
agua resulta ser una palabra muy común para todos,
uno puede hablar sobre el agua y el otro puede entender algo distinto. No hay un sólo tipo de agua y cuando una regulación, por ejemplo la Ley Ambiental de
Colombia (Ley 99 de 1993) habla de ella en términos
de fuentes hídricas naturales, la Ley 142 de 1994 la
aborda como un bien privado en relación con los servicios públicos”.
Esta última normativa, por ejemplo, considera al
agua como un insumo más para la producción de servicios domiciliarios, lo que para los movimientos ambientalistas permite que el agua se asuma como un simple
bien mercantil y no un recuso necesario para la vida.
Sin embargo, esto se contrapone a las disposiciones internacionales. Por ejemplo, la declaración de
la Asamblea General de la ONU en 2010 señala al agua
como un derecho humano y Colombia en 2002 ratificó
la Observación general N° 15 del Comité de Derechos
Económicos, Sociales y Cultures, como interpretación
al Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales que dispone: “Para tener una vida digna es necesario acceder, disponer y tener en calidad
óptima el agua”.
Estos contrastes en cómo se concibe el agua
desde las leyes se conoce como una “colisión de principios” en el Derecho. El agua de los ríos un bien público, pero al ser tratado por un operador y entregarse
potable la convierte en un recurso privado, no obstante ya se ha ratificado que acceder a ella debe ser un
derecho inalienable.
10
aNÁLISIS
UNIVERSIDAD PONTIFICIA BOLIVARIANA CONTEXTO No. 38 Septiembre 2013
Consecuencias sociales de las hidroeléctricas
Las aguas negras
de Hidroituango
Carolina Campuzano Baena / [email protected]
Natalia Andrea Calderón Ruiz… / [email protected]
En Antioquia la locomotora energética ha
prendido sus motores, para mostrar el
progreso que deja a su paso, pero también
para alzar nubes de humo que cubren el
cuestionamiento de su pertinencia.
Las hidroeléctricas no se detienen en
Colombia a pesar del malestar que ocasionan en las poblaciones asentadas en
su área de influencia y aunque generan mucho ruido en torno al bienestar
que producen, en el departamento de
Antioquia se han realizado llamados de
atención para que se revise la forma en
que estos proyectos perjudican los territorios cercanos.
El deber ser de estas obras es
generar energía de manera no contaminante para satisfacer las demandas de
un territorio e impulsar diversos sectores como la industria. Pero la energía
también se exporta, de modo que no
solo se suplan necesidades nacionales
sino que se obtengan excedentes para
dar prosperidad económica a las regiones, según se pretende.
El problema es que con la construcción de esos proyectos, se impone
un modo de vivir ajeno a las comunidades, se desconocen las dinámicas
sociales como sus valores culturales, la
tradición histórica y las redes que allí se
tejen. “Las poblaciones pierden un recurso fundamental para vivir: el agua,
y con esta los recursos bióticos, los espacios para navegar, pescar u obtener
oro”, comenta Neyla Castillo Espitia,
antropóloga y Ph.D. en Arqueología e
Historia Antigua. Este es el caso de la
Hidroeléctrica Ituango, un megaproyecto que involucra doce municipios
de Antioquia. Esta obra, que se espera
esté lista en 2018, se consolidará como
la más grande de Colombia al producir
2.400 megavatios, es decir, un aumento
del 16% de la capacidad productiva de
energía total del país.
Hidroituango fue aprobada en
2008 para ser ejecutada por Empresas Públicas de Medellín (EPM) y el
Instituto para el Desarrollo de Antioquia (IDEA). Si bien el proyecto en el
río Cauca obtuvo los avales requeridos
como la licencia ambiental en 2009, el
malestar comenzó a evidenciarse en algunas comunidades que no fueron consultadas previamente al desarrollo de
la hidroeléctrica desde el 2011, cuando
inició la construcción. Entre ellos están
pescadores, barequeros y agricultores;
además de comerciantes, cocineras,
jornaleros y otros habitantes que se benefician y dependen de las actividades
económicas en torno al río.
En la Constitución Política de
1991 se crearon múltiples mecanismos
de participación ciudadana; sin embargo, “cabe preguntarse ¿cuál es la efectividad real de los mismos?”, Interrogante que hace Gustavo Adolfo Higuita,
especialista en Derecho Administrativo.
Para Hidroituango no se dio la consulta
popular previa, puesto que es necesaria
cuando se certifica la presencia de grupos étnicos minoritarios como negritudes o indígenas en la zona a explotar.
Dicha presencia no se ha certificado en
ninguno de los doce municipios afectados directa o indirectamente por la
obra. Se están realizando negociaciones
sobre las condiciones de la expropiación
(figura que permite al Estado quitarle a
una persona la propiedad de su tierra a
través de una venta forzada para un beneficio público).
Afirma Jorge Mario Pérez Gallón,
ingeniero y ex gerente de Generación
Eléctrica de EPM, que la empresa tiene
interés en hacer viable la construcción y
operación del proyecto, y como su inicio
ya es un hecho, se busca garantizar a los
afectados que, aunque van a tener unas
condiciones de vida distintas, el cambio
será para mejorar. Pérez Gallón agrega
que “cuando se trabaja con comunidades la perfección no existe, pues no hay
forma de pagarle a un ser humano el
amor por su tierra y el dolor que le queda”. El abogado Higuita manifiesta
que “las personas no solían estar organizadas antes de la llegada del proyecto, sino que esa necesidad surgió de la
coyuntura”. Con el fin de llevar a cabo
las negociaciones entre la comunidad
y EPM, se creó una Comisión Tripartita
conformada por un representante de
propietarios, uno del Instituto Geográfico Agustín Codazzi (IGAC) y uno de Hidroituango, con el fin de conciliar necesidades. Como fruto de esta comisión se
acordó un Manual de Valores Unitarios,
en que se definió la compensación de
las actividades económicas y productivas a entregar a la población impactada.
La elección del representante
de propietarios suscitó la reprobación
de los campesinos, como lo afirma la
organización Ríos Vivos, defensores de
las zonas afectadas por las represas,
quienes alegan que la Comisión Tripartita debe incluir un representante por
sector productivo y no uno por todos,
para asegurar la participación real en
la toma de decisiones basada en el conocimiento de las dinámicas propias de
cada uno.
Según el ingeniero Pérez Gallón,
son 182 familias las que habitan la zona
de influencia directa del proyecto. Este
dato, producto del censo realizado por
EPM en los doce municipios, despertó
críticas por parte de Ríos Vivos y aproximadamente 400 campesinos que viven desde el 9 de abril de 2013 en el
antiguo coliseo de la Universidad de
Los campesinos refugiados en la U. de A., desde el 20 de marzo llegaron a la ciudad con el
fin de pedir garantías para volver a vivir en sus territorios. Foto: Natalia Calderón R...
Antioquia. Estos últimos se consideran
desplazados por la hidroeléctrica y el
conflicto de la zona, el cual se ha agudizado por la construcción de una obra
en la que están en juego múltiples y distintos intereses, por la valorización de
tierras y por la defensa de un espacio
que es corredor estratégico para grupos
al margen de la ley.
Censos no avisados, poco conocimiento de la vocación laboral de los
habitantes, falta de garantías con el
cambio y la inseguridad, injusticia en
la compensación por las pérdidas, son
las principales manifestaciones que hacen los perjudicados ante la Mesa de
Mediación de Alto Nivel Regional. “Se
están desconociendo los derechos de
los afectados y se subdimensionan los
impactos; las comunidades no tienen la
oportunidad de decidir sobre su territorio”, afirma un representante de Ríos
Vivos quien habla a nombre de la entidad y no a nombre particular.
“Nosotros teníamos los ranchos
en las orillas del cañón del río Cauca y
cuando bajaron a numerarlos yo no sabía qué era ese ‘maldingo’ censo; después nos contaron qué era, pero ya se
me había olvidado el número y ya pa’
qué, me quemaron lo que tenía”, afirma
Ernesto Jaramillo, uno de los hombres
que está resguardado en la U. de A.,
quien, desde los 14 años, barequea en
Briceño. Para figurar dentro del censo,
la compañía tuvo en cuenta la información de fuentes de EPM, registros del
Sisbén y algunas encuestas.
La dificultad con la que se encuentran es que no tienen cómo comprobar que ese es su lugar de trabajo o
de residencia, pues muchos ni siquiera
saben qué es un recibo y menos un registro en la Cámara de Comercio. “Lo
que tendría que hacer EPM es demostrar a las personas que no son de ahí
y no al contrario; las redes sociales de
los habitantes son la única garantía que
debe pedir la empresa”, especialmente
en zonas rurales cuyo arraigo a la tierra es por tradición y no por registro de
propiedad, lo que hace una hidroeléctrica es debilitar a las comunidades
para que se vayan, expresa la antropóloga Castillo Espitia.
El ex gerente de Generación
Eléctrica de EPM, Pérez Gallón, niega
que los campesinos sean desplazados
por la obra; por el contrario, dice que
muchos de los reclamantes son ‘vivos’,
recién llegados a la zona para reclamar
indemnizaciones. Para la antropóloga
son los ejecutores de la obra quienes
ignoran las realidades socioculturales y
ANÁLISIS
CONTEXTO No. 38 Septiembre 2013 UNIVERSIDAD PONTIFICIA BOLIVARIANA
11
Hidroituango, obra planeada desde los años 60, cubrirá terrenos de los municipios de Briceño, Buriticá, Ituango, Liborina, Olaya, Peque, Sabanalarga,
San Andrés de Cuerquia, Santafé de Antioquia, Toledo, Valdivia y Yarumal. Foto: Diego Sánchez A.
llaman ‘vivos’ a las los que tradicionalmente trabajan allí.
EPM explica que la empresa hace
estudios de impactos socio ambientales
para desarrollar planes de manejo que
permitan moderar los daños: evaluar
los terrenos para las indemnizaciones y
elaborar proyectos de acompañamiento
para quienes deban cambiar de vocación
productiva y trasladarse a otras partes.
“Mi patrón, el río Cauca, es una gran empresa que recibe personas sin educación.
Con Hidroituango lo que se hace es dejar
desempleados a nuestras generaciones y
a las que vienen”, alega Guillermo Bedoya, barequero oriundo de Sabanalarga.
Sin embargo, se multiplica el
discurso de brindar beneficio a las comunidades, que no se tiene muy claro
debido a que las obras operan sobre
proyecciones. “Es una enorme ignorancia la que tiene todo el mundo frente al
proyecto, porque las personas hablan
repitiendo un discurso que ha masificado EPM, que tiene el poder para emitirlo”, apunta Castillo Espitia. Y es que
criticar a una empresa tradicional del
departamento es muy duro para los antioqueños, agrega.
¿Para quién es el
desarrollo?
Mediante la Resolución 317 de 2008 la
empresa obtuvo la declaración de utilidad pública e interés social de la obra
otorgada por el Ministerio de Minas y
Energía, conforme a la Ley 56 de 1981,
con la cual explica a la sociedad la razón por la que Hidroituango representa un beneficio de interés general que
justifica los daños sociales, ambientales
y económicos. El Gobierno debe cerciorarse de que el proyecto “sea sostenible
en el tiempo y que sus beneficios sobrepasen mínimo una generación”, afirma
el abogado Higuita.
El 24 de julio de 2013 se inauguraron 11,6 kilómetros de carretera pavimentada que acortó el tiempo de viaje
de Medellín a Ituango de doce a cinco
horas, aproximadamente. Durante el
acto, el gobernador de Antioquia, Sergio Fajardo Valderrama, aseguró que:
“Una vía pavimentada, dignifica una
población y significa inclusión, oportunidades, cercanía y competitividad”. Al
respecto, Pérez Gallón asegura que antes de la construcción de la obra el departamento nunca destinaría un billón
de pesos para invertir en vías, “pues si
no es capaz de hacerlo el país, menos
lo haría la gobernación; lo que es cierto
es que la empresa no hace obras de misericordia porque las pavimentaciones
también facilitan el proyecto”.
La antropóloga explica que las
hidroeléctricas funcionan con la lógica
del mercado y buscan imponer un tipo
de desarrollo, ajeno a las comunidades
locales y que justifican con construcción
de escuelas, centros de salud, pavimentaciones, abaratamiento de energía,
agua y vivienda en los municipios. Afirma que utilidad pública no necesariamente es sinónimo de beneficio, pues
lo público no significa mucha gente.
Además, advierte que la idea de desarrollo es un señuelo con el que se vende
el proyecto, cuando en realidad estas
obras “dotan a las comunidades de una
cosa que es obligación del Estado, pues
no debería esperarse a la llegada de
mega proyectos para su construcción”.
Las ganancias de una hidroeléctrica dependen de especulaciones so-
bre lo que en un futuro demandará el
país en energía. Según el ex gerente de
Generación Eléctrica Jorge Mario Pérez,
con Hidroituango, aunque Colombia
tendrá una sobreoferta de energía, es
necesaria para evitar crisis de este recurso como la de 1992, cuando el apagón en el gobierno de César Gaviria.
“Se están estudiando las posibilidades
de vender lo generado a una planta
de producción de acero, desarrollar el
Puerto de Urabá y abastecer parte del
mercado centroamericano”, comenta,
aunque aclara que la empresa sola no
puede asumir esa producción y primero necesita establecer conexiones con
otros países.
La sobreproducción no garantiza
que se bajen los precios de la energía
en el departamento, pues a pesar de
que Antioquia es potencia hidroeléctrica paga una de las tarifas más altas del
país, debido a que los precios operan
con un mismo esquema para Colombia,
dado por la Comisión de Regulación de
Energía y Gas, que, además, controla
los servicios de electricidad y establece
los costos.
Por otro lado, los municipios reciben un dinero por tener en sus territorios un megaproyecto, de forma que
las hidroeléctricas destinan de sus ganancias 10% para los afectados: 1.5%
para los localizados en la cuenca hídrica, 1.5% a los sitios en los que está el
embalse; además, otro 3% se revierte
en las corporaciones autónomas regionales y el 4% en centrales térmicas. Esto
se conoce como transferencias, que son
utilizadas para saneamiento básico y
mejoramiento ambiental.
A pesar de las retribuciones económicas, algunos campesinos denuncian que por manifestarse en contra de
En Hidroituango, la
Gobernación de Antioquia
y el IDEA tienen el
52,89% de participación
aproximadamente; EPM
tiene el 46,47% y el 0,64%
pertenece a accionistas
minoritarios.
la obra, les han vulnerado los derechos
de reunión y expresión. “La fuerza pública no nos ha dejado ejercer una protesta social para reclamar unos derechos”,
dice Gregorio, uno de los campesinos
de Briceño refugiados en la U. de A.
En la construcción del proyecto
juegan diversos intereses: por un lado
EPM dice que la actuación de Ríos Vivos
contra Hidroituango es improcedente y
por otro, algunos campesinos y el movimiento de defensa por los territorios
declaran que la megaobra es la que
ocasiona consecuencias sociales y ambientales a su hábitat. La pregunta que
se hacen es si la verdadera forma de desarrollo que requieren las comunidades
rurales es construir hidroeléctricas y se
cuestionan por qué mejor no se llevan a
cabo proyectos de carácter agropecuario y ecoturístico, pues si se impulsara
la vocación campesina, habría más paz
en los territorios.
12
CRÓNICA
UNIVERSIDAD PONTIFICIA BOLIVARIANA CONTEXTO No. 38 Septiembre 2013
Memorias de un pueblo antes y después de su represamiento
El Peñol de los recuerdos
Diego Sánchez Alzate / [email protected]
Juliana Carvajal Castrillón / [email protected]
El Peñol de barrios como
El Salvador, Alto Bodegas
y Ratón Pelao, de calles
empedradas, casas grandes y familias numerosas,
es ahora el recuerdo, casi
siempre desvanecido por
los estragos del agua y
cómo no, de la memoria,
de aquellos que alguna
vez recorrieron y vivieron
en el Viejo Peñol, como
es conocido actualmente. El lugar de estos recuerdos está ubicado en
el oriente antioqueño y
fue fundado en 1714, allí
permaneció hasta el año
1978 cuando fue sumergido y trasladado a una
nueva cabecera con el fin
de dar cumplimiento a la
última etapa de inundación para la construcción
del embalse hidroeléctrico de Empresas Públicas
de Medellín.
La
inundación
se hizo en tres etapas:
la primera fue en 1971
cuando se llenaron de
agua los terrenos bajos
cercanos al río. En 1973
se dio paso al agua para
que llegara hasta inmediaciones del casco urbano, con un muro de
contención, para que el
agua no continuara hacia
la cabecera municipal. Y,
finalmente, en 1978 se
permitió el paso completo del agua y el municipio
quedó sumergido.
Estella Alzate evoca en su memoria esas
calles por las que corrió
su juventud, a propósito
de aquella canción que
aprendió a cantar en el
colegio gracias al padre
Obedo: Pueblito Viejo;
pero que a diferencia de
la misma, ese pueblito al
que no podrá volver con
sus cantares ni morir en
ese suelo que un día la
vio nacer. En ese suelo
sin pavimentar por donde pasaron una y otra vez
las ruedas de su bicicleta,
zigzagueante e inexperta, mientras la aprendía
a montar.
El Viejo Peñol era
un pueblo muy tradicional, cuenta Estella. “En el
pueblo no dejaban que
las mujeres nadaran, bailaran o usaran blue jeans.
Tampoco dejaban que estuvieran juntos hombres
Dos décadas después del represamiento
al Viejo Peñol, como se conoce hoy el pueblo
que fue inundado en 1978, sus habitantes, que
abandonaron el municipio, recuerdan cómo era
el pueblo antes de la represa y cómo cambió,
además del pueblo, sus propias vidas.
Una cruz de hierro ubicada frente al balneario Puerto de la Cruz, es el vestigio
que señala el lugar donde se encontraba la iglesia del Viejo Peñol. Foto: Diego Sánchez A.
y mujeres en la iglesia,
todas las mujeres tenían
que entrar con manto y
había una nave para las
mujeres y otra para los
hombres. Así mismo, había escuela de niñas y escuela de niños”. La escuela de varones quedaba
cerca del parque, desde
donde hacía sus rutinarios viajes el rector Obedo hasta la escuela de señoritas, para enseñarles
música. “Mi papá era feliz que yo estudiara en el
colegio de las monjas; recuerdo el uniforme, todo
planchadito, con manga y
cuello almidonado. Ya en
quinto (diez) integraron
todo y en sexto (once)
los colegios eran mixtos.”
El pueblo tenía casas muy grandes, podían
ser de una cuadra entera. Eran cuadras de seis
o siete casas, la casa de
Estella estaba en la calle
Alzate con la calle Chirria.
En la calle Chirria estaban
las cantinas y almacenes:
“Mujer que se veía en
la cantina no valía nada,
decían allá, por eso uno
tenía que ir era a las heladerías. Una vez me invitó a la heladería un tío
de Eugenia, mi amiga. Él
me pretendía y me volé
a tomar gaseosa y claro,
me vio mi papá y cuando
llegué a la casa me metió
un manazo”, cuenta Estella con una sonrisa tocada de picardía.
Casas con zaguán, puerta de madera
y ventanas con dos subdivisiones, las de arriba
generalmente abiertas
al saludo de quien recorriera aquellas calles
empedradas, o a alguna
señal conocida por los
niños del pueblo para ir
a montar en bicicleta o
a jugar en la cancha de
fútbol donde los llevaban
a hacer educación física
en las horas de escuela.
El Viejo Peñol solo tenía
un hospital y para llegar
hasta él era necesario
cruzar un puente de madera “muy bonito, tenía
techo y todo, y por ahí
hasta pasaba el ganado”,
describe Estella Alzate,
seguida de su comentario de que por ahí cerca
también vivía su novio
Ramiro, y que al hospital
iba adonde el odontólogo mandada por su papá.
Aunque el agua
también haya querido
inundar un poco su memoria, Marleny Alzate
sigue recordando vívidamente los personajes con
que contaba el pueblo.
“Leónidas Giraldo era de
los adinerados del pueblo. Carlos Morales era
el único fotógrafo, con
una de esas cámaras en
las que se metía debajo
de una tela y decía: miren el pajarito. Blanca
Urrea era la directora
de la escuela de señoritas. Obedo Ocampo el
director de la escuela de
hombres. Además, hubo
una cumbre de matemáticos ilustres como Bayardo Giraldo, profesor
de matemáticas y quien
escribió libros que tratan el álgebra como la de
Baldor”. “¡Ah!, y cómo
no –recuerda Marleny
tras una corta pausa- don
Demetrio. Él era médico
tegua (médico sin título),
vivía en una finca de Alto
Bodega. Él se autoproclamó ateo, entonces cuando murió hicieron una
tumba afuera del cementerio para él, porque no
permitieron enterrarlo
adentro. El hecho de ser
ateo era muy extraño y
además un pecado en un
pueblo tan católico”.
El represamiento
Desde 1932 se adelantaban estudios para entender el potencial hidroeléctrico del río Nare. Pero fue
en 1960 cuando se firmó
el contrato entre Empresas Públicas de Medellín
y el Consorcio Integral de
Medellín para permitir la
utilización hidroeléctrica
del río. En 1962 se presentaron los resultados de los
estudios.
“Estaba en cuarto
bachillerato (noveno gra-
CRÓNICA
CONTEXTO No. 38 Septiembre 2013 UNIVERSIDAD PONTIFICIA BOLIVARIANA
En la vereda El Morro se encuentra una de las casas que sobrevivió a la inundación. Hoy es patrimonio
arquitectónico, pues su construcción tiene más de 200 años de antigüedad. Foto: Diego Sánchez A.
do) cuando lo del represamiento. Mi papá, Luis
Horacio Alzate, quería
que yo fuera educadora, entonces me llevó a
Marinilla para presentar
las pruebas en la Escuela
Normal Superior Rafael
María Giraldo para hacer
bachillerato pedagógico.
En diciembre del 74 volví
a Marinilla y presenté el
examen y la entrevista.
A finales de diciembre
me dijeron que había pasado, le conté a mi papá
y coincidencialmente él
quería venirse para acá,
para Marinilla, porque
había un comentario de
que iban a inundar el
pueblo”, recuerda Estella.
La primera etapa
de la central hidroeléctrica, con capacidad de 280
MW (Megavatios) empezó a funcionar entre
1971 y 1972. La segunda
etapa, la presa de Santa
Rita, se elevó en 1982 y
se incrementó la capacidad del embalse de El
Peñol a 1.240 millones
de metros cúbicos. Entró
en servicio entre 1979 y
1980. En noviembre de
1976 se recomendó incrementar la generación
en el complejo Guatapé,
mediante tres proyectos:
la desviación de las aguas
de los ríos Nechí, Pajarito
y Dolores a la cuenca del
río Concepción. Después
se reemplazarían las centrales generadoras por
unas de mayor capacidad
(de 40 MW a 140 MW).
Estos proyectos fueron
debatidos y se decidió
ejecutar únicamente el
correspondiente a las
desviaciones de los ríos,
que entró en servicio entre 1982 y 1983, es decir,
se aumentó la energía
del sistema en 339 GWh
(Gigavatios hora) al año.
Según Estella ya
llevaban cinco años diciendo que harían otro
pueblo. “Si la gente no
quería vender la casa, le
daban otra en el Nuevo
Peñol. Cuando yo estaba
en el grado octavo, EPM
ya era el dueño del Viejo Peñol. Un día nos dieron un paseo a todos los
alumnos que no hubiéramos perdido una materia
en el año, eso fue en el 72.
Nos llevaron a Guadalupe cerca de Gómez Plata
(donde estaban construyendo la hidroeléctrica)
y nos mostraron cómo
funcionaba. Nos dieron
comida, charlas, montamos en teleférico; era
raro que lo llevaran a
uno a otro pueblo”. Marleny agrega que, además,
cuando iban a poner la
primera piedra del Nuevo
Peñol, “llevaron a todos
los que quisieran del Viejo y EPM les dio almuerzo
a todas las personas. Ese
día habló el gerente de
EPM y el párroco de apellido Ríos. Todo el mundo
estaba contento. A mí
me da mucha tristeza no
poder volver al pueblecito, mucha gente se fue a
Granada, Rionegro y Marinilla”.
Esta misma situación se había presentado 11 años atrás con el
municipio de Guatavita
(Cundinamarca), y en las
mismas circunstancias,
para darle paso al embalse de Tominé. También,
como en Guatavita, El Peñol cambió su concepción
económica antes dedicada a la agricultura para
dar paso al turismo y a la
generación de energía.
“En el Viejo había fincas de agricultura.
Era un clima templado
en donde se cultivaba de todo. Mi abuelo
era arriero, él cultivaba
en grande, recogía los
productos con muchos
caballos y se venía por
Cimarronas y llegaba a
Rionegro o a Medellín
para vender sus productos, se venía descalzo por
ese camino, con maíz,
yuca, café, plátano, entre otros. Con la llegada
del turismo las fincas se
aprovecharon para otras
cosas y se perdieron. La
economía cambió radicalmente”, cuenta Marleny Alzate.
El proceso de negociación consistió básicamente en que los más
adinerados del pueblo
compraban las casas y
las fincas a los demás
para luego vendérselas
a EPM: “Los intermediarios se aprovecharon de
los campesinos al mo-
mento de vender las fincas. Se pagaban según
los hijos desalojados;
entonces a mi padre le
compró una familia de
más hijos para venderla
más cara”, asegura Imelda Alzate. “Cuando se dio
paso al agua, EPM compró lo que se estimaba
que se inundaría, como
el agua no llegó al punto
de proyección, empezó
a venderle otra vez a la
gente. Eso pasó con la
finca de nosotros. La finca se la vendieron a Lucero Aristizábal, cuando
se murió se la dejó a la
hija que puso el hotel El
Embrujo”, agrega la otra
hermana, Maria Elda.
El represamiento cambió la vida de los
habitantes de El Peñol
y cómo no, al mismo
pueblo, que hoy es un
recuerdo. El recuerdo
de un pueblo olvidado
El embalse de El Peñol abarca la cuarta parte del territorio de Guatapé
y es el que mayor regulación tiene en el territorio colombiano. Foto: Diego Sánchez A.
13
e inundado y que corrobora la cruz de esa vieja
iglesia que se asoma desde lo profundo de la represa. “El represamiento
llevó bichos y virus en
la primera etapa: Santa
Rita, Peñolcito… entonces me dio una alergia en
todo el cuerpo, parecía
una mazorquita. A muchas personas les dio lo
mismo. A los pobres les
daba carranchil y a los
ricos alergias. Eso me
dejó cicatrices, a mi papá
le dio lo mismo y como a
mí no me consultaron yo
le robaba medicamentos
a mi papá para echarme.
Yo no dormía de la piquiña y bajé de peso por no
dormir”, señala María
Elda Alzate como una de
las consecuencias que
padeció, “aunque no tan
triste como otras situaciones”, aclara.
“El Viejo Peñol
estaba ubicado geoestratégicamente en una
especie de huequito. A
la gente pobre le tocó
irse al Nuevo Peñol. Por
ejemplo, nuestra familia
quedó regada en diferentes pueblos, eso es dividir la familia. Qué tristeza
dispersar las familias así,
en una época en la que
eran tan unidas, todos
eran conocidos. Al Nuevo Peñol llegaron personas con una estructura y
forma de ser diferentes
a lo acostumbrado”, resalta Marleny como una
de las principales consecuencias. Pero agrega otra trascendental
y peor como en tantos
otros pueblos, “el represamiento fue poco antes
de que empezara el problema de las guerrillas
que se dio entre el 80 y
el 90. La represa lo volvió
turístico, entonces todos
querían venir a construir
fincas, casas y luego la
guerrilla empezó a amenazar y la gente se fue;
ahí comenzaron los secuestros, las matanzas.
Si no se hubiera hecho la
represa eso quizá no habría pasado”.
Actualmente en
la represa se hacen recorridos en planchón,
lancha, bote o jet sky. Del
Viejo Peñol quedan contados vestigios como la
casa museo, ubicada en
la vereda El Morro, que
era propiedad de “don
Demetrio” y que posee
objetos antiguos que se
constituyen en patrimonio cultural y arquitectónico. “Qué pesar haber
perdido el pueblo original, como era de bonito”,
concluye Imelda Alzate
con un dejo de nostalgia.
14
CUENTO
UNIVERSIDAD PONTIFICIA BOLIVARIANA CONTEXTO No. 38 Septiembre 2013
Sueño de Agua
Camila Reyes Vanegas / [email protected]
Heliodoro Cordonte no había cerrado los párpados en toda la noche.
Su mujer Agustina Carretero había
sufrido hasta el amanecer una fiebre,
que le tenía el cuerpo ensopado y
la cara lánguida, como si estuviera a
punto de perder el espíritu.
–Me voy a morir –le dijo mientras
tiritaba.
–Qué cosas dices mujer, ¡no digas
tonterías!
todo era extraño. El calor abrasante
del día no dejaba ver ni un alma
en el camino; en especial, la de los
niños que revolcaban el polvo con su
pelota. O las mujeres que mecían sus
pesados cuerpos en las poltronas.
Ahora solo sabía que tenía que
llegar a la tienda de Dorotea Milpez,
para siempre, de tal suerte que se
enfermaron.
–¡Necesito agua doctor! –le gritó.
–No puedo hacer nada.
–¿Y qué diantres ha hecho el
alcalde?
–Él también la ha contraído.
Se paró del lecho y se ensartó las
pantuflas con la misma paciencia
que mostraba cuando se
levantaba. Caminó hasta
la cocina y tomó de
la repisa la tetera,
una pequeña de
color piedra
que había
recibido
Agustina de
su abuela,
cuando le
contó que
iba a casarse con el hijo
de Poseidón
Cordonte.
La reliquia aún
sobrevivía en medio
de los años y entre algunas ollas que se mostraban
más sobrias para los quehaceres
de la cocina. Por ello seguía siendo la
preferida y cada vez que se presentaba una visita, era la indicada para
hacer el té y también para aliviar los
malestares del cuerpo.
Abrió la llave para llenar la barriga
de la tetera y para su sorpresa, no
salió ni una sola gota. La cerró e
intentó nuevamente con más fuerza.
Una y otra vez. Pero con insistencia,
la llave permanecía seca y ni una
lágrima de agua se avistaba. “¿Cómo
es posible?”, se dijo.
Retornó a la pieza y su mujer, aún
con los ojos temblando se retorcía en
las frazadas, en medio del frío que le
turbaba el rostro y el cuerpo. Tenía
miedo de mirarla morir. Escabulló
la mirada por la ventana y por momentos escuchaba sus quejidos en el
delirio.
–Iré por agua –le dijo cortante.
Tomó una camisa y un pantalón
ligero del armario, le besó la mano y
salió angustiado por la carretera. En
el recorrido, encontró la quebrada
muerta en la que pescaba desde niño
y un par de gatos agobiados, que
ya no tenían aliento para corretear
pájaros y cucarachas.
No había ninguna explicación para
aquellos sucesos y estaba decidido
a encontrar su causa. Era domingo y
empinada que albergaba cientos de
árboles y flores de todas las especies.
Quería entender de una vez por todas
por qué había desaparecido el agua.
Cuando retomó el aliento descubrió que el misterioso grupo de
figuras de las que hablaba Llamador,
era una familia de vacas que con sus
traviesos terneros se habían echado
en el lugar, obstruyendo la salida del
agua. Una de ellas, la más perezosa y
gorda, que estaba preñada, tomaba
los nutrientes del agua. Esa fuente
vital que, al igual que los hombres, necesitan para vivir.
Ellas, sorprendidas
por la visita del
extranjero, se
sintieron atraídas cuando
les mostró
un ramal de
pasto que
había hecho
durante
el camino.
Así las llevó
hasta la otra
colina arreándolas y les indicó
otra fuente vasta
de agua, que desde
pequeño su padre le había
enseñado en caso de perderse
en el lugar.
Foto: Diego Sánchez A.
una dama de 35 años que nunca
había querido enamorarse ni tener
animales como compañía. Pero de
nuevo, con sorpresa, el lugar estaba
cerrado y solo se veía un letrero en
rojo que decía: no hay agua.
Las casas parecían fantasmas
que se confundían unas con otras en
medio del calor y Heliodoro Cordonte
estaba a punto de desesperar. Creyó
que también contraería la fiebre.
Pero tan pronto divisó al doctor
Rómulo Tifus, que llevaba a unos
ancianos a su despacho, se dio tres
palmadas en la cara para despertar y
caminó rápido para alcanzarlo.
–¡Necesito agua doctor!
–No se preocupe, ella vivirá.
–Usted no entiende, se está muriendo –le dijo agarrándole la bata.
En ese momento, Rómulo le
devolvió tres palmadas para que se
calmara. Luego le explicó que más
de la mitad de la población había
adquirido la fiebre la noche anterior,
porque en un sueño vieron que el
agua de Corcombia se extinguiría
La tarde caía y enloquecido, Heliodoro caminó más rápido hasta el
nacimiento que surtía de agua a toda
la población. Realmente empezaba a
temer que Agustina muriera; que los
habitantes se volvieran locos y que
enfermaran los animales.
Llamador Montes, un hombre que
vigilaba el agua y que se encontraba
cerca, le advirtió que algo oscuro se
había apoderado del lugar y que en la
cima, donde nacía el agua, se divisaba un conjunto de monstruos de rara
especie, que gemían e intimidaban
con sus sonidos.
Pero sin escucharlo bien y llenándose de valentía, Heliodoro cogió colina
arriba hasta llegar a la cima; una muy
Concluida su misión para que el
agua volviera al pueblo, caminó lo
más rápido que pudo trocha abajo de
la colina. Llamador Montes ya no estaba. Tomó un atajo para llegar a su
casa y de paso, miró que la quebrada
y el par de gatos deshidratados, habían revivido.
Cuando entró a su casa caminó
hasta la alcoba con las pantuflas empantanadas para buscar a su esposa.
Pero ya no estaba. Gritó y gritó como
loco hasta que la encontró, de espaldas en la cocina.
–Por Dios, no grites. Ya te he
servido el té.
Cordonte sonrió. Su mujer estaba
de nuevo en pie. Ya nada le podía
quitar su tranquilidad, porque por lo
menos, aquella noche alejaría todos
los malos sueños que hicieran pensar
que en Corcombia el agua ya no
existiría más.
ACLARACIÓN
En nuestra pasada edición 37 se publicó esta ilustración en
el artículo “Niños maltratados, niños combatientes”, en la
página 14, dibujada por Tohmás Restrepo. No tuvimos la
precaución de advertir que dicha ilustración está basada
en una fotografía de Jesús Abad Colorado. Así que pedimos
disculpas a nuestro colega por la falta de precisión y le damos todos los créditos.
PERFIL
CONTEXTO No. 38 Septiembre 2013 UNIVERSIDAD PONTIFICIA BOLIVARIANA
15
Juan Ricardo Mejía,
el sutil
Sebastián Trujillo Osorio / [email protected]
Arquitecto, profesor, investigador en viviendas
de emergencia, consultor
del Área Metropolitana
del Vallé de Aburrá, y la
Empresa de vivienda de
Antioquia (VIVA), y con
estudios
complementarios en Museología y
museografía, en Austria,
y Vivienda y Desarrollo
Urbano, en Holanda. Es
Artista.
Inevitable preguntarle. Después de tanto
recorrido académico y
profesional ¿cómo llega
uno a la creación plástica?
“Mi formación y
desempeño siempre fue
en la arquitectura. Yo
tengo una excesiva rutina
de trabajo: hipercontrol
de mi tiempo; como tengo tantos intereses, debo
tener una asignación de
prioridades en mis labores. No están regidas por
una o por otra obligación,
pues me doy libertades:
a veces tengo mucha dedicación para el trabajo
plástico y, en otras ocasiones, estoy dedicado a
los proyectos arquitectónicos. Son semanas
intensas antes de cada
exposición”.
Es también la
unión de varias situaciones: durante 10 años,
tuvo un negocio llamado
Hierro contemporáneo,
en el que diseñaba “objetos-función”, pero con
contenido y un diseño
conceptual muy fuerte.
Con el tiempo, llegó un
momento en el que empezaron a aparecer objetos sin ninguna función,
pero que le parecían plásticamente muy potentes,
aunque no servían para
nada.
“Eso estuvo asociado con otra situación
personal: los hacía por
‘encarrete’. Esa acción
tuvo una reacción de terceros; en primera instancia, el estímulo de unos
galeristas de Miami, que
dio como resultado un
cierto apalancamiento,
es decir, poder hacer lo
que me interesaba tanto, pero que yo no lo tenía como una actividad
concreta de producción
plástica. Descubrí que mi
hacer podía tener interés
para alguien. Siempre
hubo una acción y una
reacción”.
No es entonces
una experiencia planificada. Se va dando en
el trascurso de su vida
profesional, desde donde siempre existió mucho interés por las artes
plásticas, la escultura y
la pintura, pero como coleccionista y amante de
la estética, propia de su
profesión.
Desde el 2006 ha
desarrollado un trabajo artístico más juicioso
y constante, y cada año
tiene mayor eco y mayor
compromiso de su parte.
A la vez, ha tenido más
respuestas de su público
espectador.
“El primer contacto que se hace en Miami
es a través de un amigo
que es artista; el segundo
contacto, en Bogotá, tiene efectos similares, con
un nuevo espacio de exposición que se abrió en
esa ciudad. Y con varias
exposiciones pequeñas,
de manera colectiva, en
el Museo El Castillo, la
Universidad Nacional y
en la UPB, de Medellín”.
Su obra ha sido exhibida en Miami, en la galería Etra Fine Art con la
exposición “Origami”, en
el 2007 y “Espacios sutiles”, en 2011; la serie llamada “Cajas de luz” fue
presentada en la “Galería
Alonso Garcés” de Bogotá, en 2009. Este año hizo
parte de la muestra comercial de Barranquillarte y de la subasta de arte
de la fundación Santiago
Corazón.
El pintor Mario Vélez, conocedor de la obra
de Juan Ricardo, conceptúa: “Tiene un gran valor
artístico, me parece una
“Mi trabajo está alejado
de conceptos abstractos”
Foto cortesía del autor.
obra absolutamente vigente, puede que no tanto en Medellín, es más internacional; tiene que ver
más con el abstraccionismo venezolano; inclusive,
por los colores, la forma y
la luz, con la corriente del
cinetismo. Es un trabajo
importante. Con seguridad será un gran trabajo
si lo sigue desarrollando”.
Polimorfismos
Desde hace dos años trabaja en esta serie, que
logra involucrar a todos
los actores que, desde
el principio, han estado
en su trabajo artístico, y
“Todo mi trabajo es un tema
de convicción, de logros de producto
final, de comunicación con la gente;
si esas dos cosas funcionan bien,
hay un punto de partida”.
que estará durante todo
el 2013 en cuatro lugares
del mundo: en Medellín (Biblioteca UPB), en
Miami (Etra Fine Galley),
en Bogotá (LGM Arte
Internacional) y en Winterthur, Suiza (Knoerle
& Baettig contemporary
fine art). Es una exposición de carácter itinerante, más integral que las
anteriores, y está compuesta por tres formatos:
Bosques radiantes, Tótems y Cortezas.
“Desde mi percepción, desde el arte
contemporáneo,
creo
que hay unos intereses
por tener en cuenta: unas
estructuras conceptuales muy complejas que
sólo se entienden con
una explicación profunda. Digamos que, en ese
sentido, Polimorfismos es
una reflexión más simple
y concreta, en cuanto expresión plástica; por mi
formación, y mi búsqueda
por encontrar cierta
simbología fundamental,
desde unas narraciones
simples, cualquier persona logra entender mi pro-
puesta, siempre y cuando
tenga un mínimo concepto estético”.
La serie tiene nuevo símbolos, entre orgánicos, imbricados y simples.
Aparecen como dibujos y
densidades, es una serie
de interior-exterior, piel,
carne. Muchas referencias a la arquitectura,
todo su trabajo tiene un
lenguaje común.
“En Bosques radiantes, se intuye ya la
vocación de Cortezas, en
su posibilidad de ser tridimensionales; en Tótems
cambia la escala y la materialidad, pero se sigue
buscando ese golpe de
estómago que produce
emoción y que le llega a
uno, algo interior y ventricular. Es una propuesta
muy fuerte pero, también, etérea, muy sólida,
pero blanda y colorida.
En Cortezas, la cinética
está expresada por el
desplazamiento de los lugares, en Tótems, queda
en el objeto”.
No hay grandes
intenciones de buscar
reflexiones complejas. La
obra tiene el interés de
ser cambiante y de múltiples facetas; algo que se
logra con la luz, los pliegues y los cortes.
Crítica
y valor
“Estoy desprendido del
tema, abierto a escuchar
lo que cada quien sienta
o pueda decir. A mí me
toca escuchar los elogios.
Quienes han estado haciendo reportes de prensa, todavía están en un
ámbito más documental,
sin tomar ninguna posición”.
En el catálogo de
presentación de la serie
Polimorfismos, Lucrecia
Piedrahíta, curadora de
arte, dice de la obra de
Juan Ricardo: “El espesor sensorial latente en
su obra se evidencia en
la tensión y entrega de la
luz y la sombra como sus
cualidades de existencia.
Una mirada selectiva de
quien comprende la exigencia de materializar el
vacío, a través del dibujo,
en pliegues de planos y
contraplanos”.
Sobre Cortezas y
Bosques radiantes, y sobre sus esculturas, dice
la curadora: “La concentración en la materialidad externa del objeto,
subrayada por una impecable técnica, le otorga
una realidad interna a
las piezas, en donde se
equilibra la semántica de
las formas y las dota de
una apariencia sólida, en
comunión con la poética
presente de una obra que
se levanta en una intrincada red de hilos visibles
e invisibles, que canalizan
la virtud más coherente
de la existencia, de quien
hace arte: el corazón que
late, el de las pulsaciones
irresistibles”.
Sus obras son
apreciadas en el mercado artístico, y comercialmente tiene amplia
acogida entre galeristas
y coleccionistas, y eso lo
explica por una convicción irrestricta, propia de
su trabajo. Según Juan
Ricardo, en lo que uno
más crea, es lo que mejor
hace:
“Todo mi trabajo
es un tema de convicción,
de logros de producto final, de comunicación con
la gente; si esas dos cosas
funcionan bien, hay un
punto de partida. La escultura tiene unos mayores costos; yo sé cuánto
me vale hacer cada obra;
comprendo las implicaciones de las comisiones
mercantiles, y con esas
dos variables, establezco
cuánto vale la obra. Conozco mucha gente que
vive del arte. Yo he tenido
gran libertad de elegir las
propuestas y mis compromisos laborales; no
estoy creando con el único propósito de vender”.
Para él, con una
vida hace mucho tiempo
definida, su ejercicio artístico es tranquilo. Simplemente, ha de preocuparse por encontrar una
manera de desarrollar
un proyecto, que plásticamente exprese una narrativa propia, a través de
la luz, la textura, la forma
y el color.
16 Reportaje gráfico
UNIVERSIDAD PONTIFICIA BOLIVARIANA CONTEXTO No. 38 Septiembre 2013
Un cuerpo líquido y exquisito
Hebert Rodríguez García / [email protected]
En estas imágenes el agua fluye. Corre entre las rocas atascadas en el caudal del río. Salta con furia al sentir la
lluvia y el silbar del viento. Cubre las hojas con sus gotas cristalinas. Estas imágenes, plasman la vida. Somos agua
y fluimos, corremos libres entre meandros y vegas. Estas imágenes resisten, sensibilizan y claman por un recurso
del que nos hemos olvidado. ¿Y qué pasará cuando ya no estés, tú, agua en estas tierras? ¿Y qué pasara cuando
ya no estés tú, agua refrescando mi vida?
Foto: Pablo Monsalve M.
Foto: Hebert Rodríguez G.
Foto: Pablo Monsalve M.
Foto: Diego Sánchez A.
Foto: Hebert Rodríguez G.
Foto: Diego Sánchez A.
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