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Poder Judicial de la Nación
En la ciudad de Mar del Plata, a los
05
días del mes de octubre de dos mil doce, se reúnen
en Acuerdo los Sres. Jueces de esta Excma. Cámara Federal de Apelaciones para tratar el
expediente caratulado “A. E. A. Y OTRA C/ A.F.I.P. S/ AMPARO”, expte. nro. 16.696 del registro
interno de este Tribunal procedente del Jugado Federal Nº 4 Secretaría Ad Hoc de esta ciudad y
previo sorteo para la votación resultó el siguiente orden: Dr. Jorge Ferro, Dr. Alejandro O. Tazza y
Dr. Mario Serrano.
EL DOCTOR JORGE FERRO DIJO:
Que arriban estos autos a la Alzada en virtud del recurso de apelación incoado y
fundado a fs. 107/126 contra la resolución del Sr. Juez aquo de fs.88/94vta. por medio de la cual
dispone hacer lugar a la acción de amparo incoada contra la AFIP y declara para este caso la
inaplicabilidad de las restricciones a las operaciones cambiarias, sin perjuicio de los controles
fiscales en la materia y que se otorgue inmediatamente la autorización para la compra de las sumas
necesarias de la divisa extranjera para la adquisición del inmueble objeto de autos, siempre y
cuando se halle regularizada la situación fiscal de los amparistas y en caso contrario emita
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resolución fundada y conforme a derecho explicitando los motivos de su pronunciamiento; con
costas; asimismo remite copia certificada de los autos de marras a la sede penal federal.
Los agravios fincan en primer lugar sobre la omisión de tratamiento de la falta de
legitimación pasiva puesto que resulta ilógico y absurdo prohibir a un demandado la posibilidad que
exponga que no ha debido ser llevado a juicio por no resultar competente del acto que se le imputa;
otro de los agravios refiere a que la sentencia es de imposible cumplimiento por su parte dado que
su representada no es quien tenga la potestad legal para autorizar la adquisición de moneda
extranjera, soslayando una regla básica del derecho administrativo cual es la noción de competencia
de los órganos administrativos y cita el art. 3 de la ley 19549; el tercer agravio refiere a la
arbitrariedad de la sentencia pues contiene serios vicios que impiden considerarla como un
pronunciamiento judicial ajustado a derecho; continúa objetando la improcedencia de la vía del
amparo pues ha omitido agotar la vía administrativa toda vez que su parte no ha podido contestar la
presentación administrativa pues los actores judicializaron el planteo; continúa criticando lo
concerniente a la valoración de la prueba pues el aquo lo ha hecho de manera errónea respecto de
los hechos invocados y la prueba adunada a estos autos.Cita luego jurisprudencia de este Tribunal, mantiene la reserva del caso federal,
peticiona se haga lugar al recurso y se revoque la sentencia con costas.
Corrido traslado de tales agravios, los mismos son evacuados conforme los términos
que ilustra el escrito de fs.129/134 en virtud del cual y en base a lo ahí expuesto contrarestando el
escrito de la demandada, solicita no se retroceda sobre el logro que consiguió su parte motivo por el
cual es de presumir solicita se conforme la sentencia de la instancia anterior.
Arribados estos autos a la Alzada, quedan a fs.138 en estado de dictar sentencia.
Analizadas que fueron las constancias de autos, he de adelantar mi opinión en el
sentido de confirmar la decisión en crisis por los fundamentos que a continuación expondré.
En lo que hace al cuestionamiento de la vía elegida, y como se resolvió en los autos
"Cámara de la Industria Pesquera c/ S.A.G.P. y A s/ amparo”,1 los órganos judiciales deben evaluar
en cada caso todas las circunstancias que están presentes y disponer lo que mejor se ajusta a los
valores en juego y a la necesidad que las partes y el interés público no sufran daños evitables o de
difícil y ulterior reparación.
Y a este respecto, esta Alzada viene sosteniendo - reiteradamente - que el amparo,
aún con la jerarquía constitucional que ahora posee, es un proceso excepcional, y exige como
presupuesto esencial de admisibilidad, que no existan remedios apropiados para obtener la
protección del derecho que se dice conculcado, que sigue siendo un remedio viable en delicadas
situaciones para las cuales no existan procedimientos legales idóneos o cuando se demuestre que
acudiendo a ellos peligre la salvaguarda de los mismos.
Ahora bien, de la simple lectura del art. 2º inciso a) de la ley 16.986, con plena
vigencia aún, se desprende como requisito de admisibilidad de esta acción “(…) que no existan otros
recursos o remedios judiciales o administrativos que permitan obtener la protección del derecho o
garantía constitucional que se trate”. En consecuencia, esta norma obliga al magistrado interviniente
a realizar un cuidadoso análisis y tratar de averiguar, como requisito para admitir este remedio, si los
procedimientos regulares, posibles de emplear el justiciable, resultan idóneos, suficientes, aptos o
eficaces para atender al problema planteado.
Y ello pareciera ser el sustento en que el Sr. Juez aquo ha dado a su
pronunciamiento, puesto que refiere que la vía procesal más idónea sería el amparo y si bien es
cierto, y debe enfatizarse, que el amparo no tiene como finalidad obviar el trámite de los
procedimientos administrativos legal o reglamentariamente previstos para el logro del resultado que
con él se procura, ni es apto para autorizar a los jueces a irrumpir en asuntos ajenos a la jurisdicción
que por ley tienen conferida, alterando la normal acción de las instituciones vigentes.
Tampoco basta que haya una vía procesal de cualquier índole, para desestimar el
pedido de amparo, ya que hay que considerar, inexcusablemente, si tal trámite es auténticamente
operativo para enfrentar el acto lesivo. Resultaría harto fácil, y a la vez farisaico, rechazar una
demanda de amparo por la simple razón de existir acciones judiciales y administrativas que
contemplaran el problema litigioso, ya que con tal criterio, todo amparo resultaría prácticamente
desechable. Lo que debe determinarse es, si tales caminos son efectivamente útiles para lograr la
protección del derecho o garantía constitucional de que se trate.
De la compulsa de las actuaciones, colijo que, lo que en definitiva ha valorado el
Juzgador de Primer orden han sido los requisitos de admisibilidad del amparo, estimando en su
criterio, que no se presenta - en el supuesto de autos - el extremo de falta de idoneidad de la vía
administrativa habida cuenta que la AFIP ha demostrado una firme e inequívoca intención de actuar
en base a las diferentes Comunicaciones del B.C.R.A. y de sus propias Resoluciones, actitud ésta
que hace presumir la ineficacia cierta del procedimiento administrativo, por lo que se transforma ese
1
CFAMDP; exped.7898/04
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reclamo administrativo en un mero criterio excesivamente formalista, vacío de contenido jurídico, sin
aptitud para tutelar el derecho correspondiente.
En tal sentido, estimo la aptitud de esta vía del amparo para proteger los derechos
de los actores.
Este tribunal ha significado in re “Licursi Ricardo c/ Confer s/ amparo”, reg.al T.VI,
F.1225/94, entre muchos otros, que la acción de amparo elaborada e instituida para hacer efectivas
las garantías constitucionales, no obstante que mantiene su carácter excepcional, conforme el art.43
de la Carta Magna, ha de ser aceptada con un criterio tal que las garantías o derechos protegidos
por la Constitución Nacional encuentren un adecuado y eficaz sustento, compatible con la intención
de los constituyentes y con la esencia de esta acción.
En lo que hace a la excepción de falta de legitimación, denunciada como hecho
nuevo, debe decirse que en virtud del art. 16 de la ley 16986, es improcedente su planteamiento;
cuadra añadir que ostenta el carácter de previa toda vez que la AFIP, norma mediante que
acompaña como hecho nuevo, pone de manifiesto de manera contundente una supuesta falta de
legitimación para poder estar en la relación procesal de marras y a la luz de dicha normativa y de
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sus propias Resoluciones, tal la N° 3212/12, no es extraña a esta cuestión ni le resulta ajena a su
decisión habida cuenta que el informe informático brindado y que existe en autos, emanó de esa
administración impidiendo la compra de moneda extranjera para una adquisición de vivienda y de la
Comunicación “A” 5318 nada refiere a la AFIP ni se ausencia de fiscalización pertinente. O sea, no
hay una ausencia de cualidad de demandada como presupuesto procesal.
De ahí la improcedencia de tal planteo y su rechazo.
Corresponde ahora analizar el fondo de la cuestión, que he de decidir
conjuntamente con el Punto B. segundo agravio.
Dentro de este contexto, la Corte Suprema ha dicho que es preciso recordar su
tradicional jurisprudencia en torno “que las razones de oportunidad, mérito o conveniencia tenidas en
cuenta por los otros poderes del Estado para adoptar decisiones que les son propias, no están
sujetas al control judicial (Fallos 98:20; 147:403; 150:89; 160:247; 238:60; 247:121; 251:21; 275:218;
295:814; 301:341; 302:457; 303:1029; 308:2246; 321:1251, entre muchos otros) y que todo lo
relativo al ejercicio de las facultades privativas de los órganos de gobierno queda, en principio,
excluido de la revisión judicial, ello no obsta a que se despliegue con todo vigor el ejercicio del
control constitucional de la razonabilidad de las leyes y de los actos administrativos (Fallos 112:63;
150:89; 181:264; 262:409; 264:416; 318:445); por ende, una vez constatada la inequidad manifiesta
de una norma (fallos 171:348; 199:483; 247:121; 312:826) o de un acto de la administración (fallos
292:456; 305:102; 306:126 y 400) corresponde declarar su inconstitucionalidad”.
Digo ello pues en el lapso de escasos meses se han dictado numerosas y diversas
Comunicaciones del Bco. Central de la República Argentina y Resoluciones de la AFIP relacionadas
con el Mercado Unico y Libre de Cambios y con las Normas en materia de formación de Activos
externos de residentes, o sea, en parte sobre la posibilidad de adquirir moneda extranjera para
diversos fines, restringiendo de manera notoria lo que hasta hace pocos meses era normal y habitual
en este país por parte de casi todos los ciudadanos, como es de público y notorio conocimiento.
Debo destacar, asimismo, que producto de medidas económicas relacionadas, en el
caso, con el programa monetario impuesto por el Gobierno y teniendo en cuenta que la política
monetaria tiene un rol que cumplir en la esfera del desarrollo económico como es la estabilidad
monetaria que se inserta en la orientación general para la política económica de la República, más
allá de su acierto o no, no les compete a los jueces resolver tales cuestiones de política económica
habida cuenta que son privativas de los otros poderes del Estado, de modo que el criterio de
oportunidad o acierto con que las ejerza es irrevisable por cualquier otro poder.
Sin embargo, el Alto Tribunal tiene dicho que no le compete a ella considerar la
bondad de un sistema fiscal o monetario respecto del erario público y decidir si uno es más
conveniente que otro; sólo le corresponde declarar si repugna o no a los principios y garantías
contenidos en la Constitución Nacional (Fallos:223:233, entre otros); de ahí, entonces, que se ha de
analizar tal cuestión y resolver si sus contenidos están contestes o son coherentes con los principios
contenidos en la Constitución Nacional.
Con sustento en las pautas reseñadas ut supra, entiendo que la emergencia que
existe en la República a la luz de la ley Nro. 26.729 no supone la eliminación de los derechos sino su
reglamentación más severa, la cual está condicionada, en cuando a su validez constitucional, a la
pauta del art. 28 de la Constitución Nacional, y ello significa que el legislador no puede afectar su
contenido, de manera tal que pierdan vigencia.
La autoridad monetaria a través de sus Comunicaciones, estableció de modo
compulsivo la prohibición de adquirir moneda extranjera y tal cumplimiento quedó sujeto a dichas
normas habiéndose conferido a la AFIP la aplicación y fiscalización de dicho régimen;
pero sin perjuicio de ello, existen en las propias Comunicaciones del B.C.R.A. algunas excepciones
a tales restricciones entre las cuales se encuentra la que comprende la situación de los actores.
Pues bien, sentado ello y conforme lo que surge de la Comunicación “A” 5318 del
Bco. Central de la República Argentina los derechos de los actores están resguardados por dicha
normativa en su Pto. III. 3.2 que ha reemplazado el punto 3 de la Comunicación “A” 5236.
Tal disposición señala que las personas físicas, caso de autos, podrán hasta el 31
de octubre de 2012 inclusive, acceder al mercado local de cambios para la compra de billetes en
moneda extranjera por los montos correspondientes a créditos hipotecarios que no sean de corto
plazo para la compra de viviendas y que estén preacordados a la fecha de emisión de esa
Comunicación y en la medida que los fondos adquiridos sean aplicados en forma simultánea al pago
de la compra de la vivienda.
Como se prueba con la Resolución del Acuerdo Previo del Bco. de la Nación de fs.
2, la adquisición de los dólares es a dichos fines, que en la operación interviene el Bco. de la Nación
Argentina, lo que permite inferir que no se podrá distraer la moneda extranjera de sus instalaciones,
que las fechas están contestes con la fijada en la Comunicación “A” 5236. En esta tesitura, observo
que la restricción que impone la AFIP, al ejercicio del derecho de los actores de peticionar la
adquisición de dólares para poder comprar su primera propiedad, es al menos grosera y arbitraria
por cuanto su conducta, asimismo, es irrazonable e irregular toda vez que su información informática
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no se trata de un acto jurídico de los que regula la ley 19.549 en su art. 7 y concordantes y por si
fuera poco, ha hecho caso omiso a la Comunicación “A” 5236 del Banco Central.
La normativa ahora dictada por el B.C.R.A. y regulada por la AFIP, al menos en este
caso, afecta de una manera grave la garantía supralegal de usar y disponer libremente de su
propiedad, como es cambiar moneda nacional para poder adquirir una propiedad, tal como se
prueba con las constancias de autos y que solo han sido cuestionadas de manera dogmática por los
letrados de la AFIP.
Y sobreabundando sobre esta situación, añade, se debe advertir que cualquiera sea
la gravedad de la situación originaria de esas normas legales no deja de regir la norma protectoria
del art. 28 de la C.N., dado que a diferencia de lo que acontece en el estado de sitio, las garantías
constitucionales no se suspenden.
La Corte Suprema, incluso, ha valorado respecto de diversas situaciones laborales,
económicas y financieras para concluir que ciertas circunstancias excepcionales justifican la
exclusión de un régimen que no respeta sus propias normas (ver Fallos 316:779, 318:1593,
321:1984, 326:1733 y 327:2251), por lo que el caso de marras que se halla protegido a la luz de la
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normativa que lo comprende, es motivo por si sólo para aceptar el pedido formulado -como plantean
los actores-, máxime cuando aquí no está discutida la adquisición de moneda extranjera para la
adquisición de una vivienda y dentro del lapso regulado por la norma del Banco Central.
En tales condiciones, circunstancia comprendida en la excepciones marcadas por la
propia Comunicación “A” 5236, el Fisco en tanto no pruebe que los actores no poseen capacidad
contributiva para tal compra de divisas con un fin determinado, adquisición de viviendas con crédito
hipotecario, carece de aptitud legal para impedir tal transacción; en autos la AFIP no ha demostrado
la configuración de aquella circunstancia, puesto que una mera negativa a través de un medio
informático, sin fundamento, ni explicación alguna ya que a dicha decisión, no puede asignársele el
carácter de acto administrativo a la luz de la ley 19.549; es poco serio otorgarle valor de un acto
administrativo con fuerza de tal.
Como mínimo debió argumentarse en forma concreta y circunstanciada en el
expediente la detallada exposición de su situación patrimonial; por lo tanto, el planteo desestimatorio
efectuado por la AFIP resulta inadmisible.
En tal tesitura, no puedo concluir sin advertir que el impedimento por parte de la
AFIP a que los actores cambien sus ahorros en el propio banco que les ha concedido el crédito
hipotecario, le genera una afectación a su derecho patrimonial de usar y disponer de su propiedad,
en este caso, ahorros, sin que realmente exista una norma compatible con la Constitución que,
incluso, le permite tal transacción, actitud ésta que no constituye un ejercicio válido y razonable del
poder estatal ya que estimo traspuso el límite que señala el artículo 28 de la Constitución Nacional.
Conforme lo expuesto, entiendo que es la AFIP quien ha de permitir o validar tal
operación de compra del inmueble en cuestión, a la luz de la Resolución Gral. N° 3212/11 en sus
arts. 2 y 3 con remisión a la Resoluc. Gral N° 3210 en su art. 7, que no ha sido modificada ni
derogada por lo que continúa vigente y también sus efectos, deberá arbitrar los medios a fin de
validar la compra de dólares hasta completar el monto cancelatorio de la compra de la vivienda de
los actores.
Por último, debo referirme a la cuestión vinculada con el secreto fiscal y deberá
entenderse que para las autoridades judiciales en el ejercicio de su función de juzgar, no puede
excusarse infantilmente en esa figura para no dar respuesta adecuada a una contestación de
demanda ni para fundar una negativa en contra de una Comunicación del Bco. Central, razón por la
cual, dicho argumento es inadmisible y carente de seriedad.
Cuadra añadir en lo que hace a una supuesta ausencia de prueba, que los actores
han acreditado sus afirmaciones en tanto la demandada ha invocado argumentos meramente
conjeturales y sólo en el afán de cumplir con disposiciones procesales.
Sin perjuicio de toda esta verdadera maraña normativa que se pretende aplicar de
manera genérica, sobre las cuales no corresponde emitir opinión excepto, claro está, solo la que
hace a los intereses en juego en esta acción, teniendo en cuenta las violaciones a derechos y
garantías constitucionales (art. 14 y 17 C.N.), amén de ignorar el principio de razonabilidad con el
que deberían estar dotados los actos del poder administrador (art. 28 C.N.), propongo se haga lugar
a la acción incoada en lo que ha sido materia de agravio y se confirme la sentencia apelada,
debiendo la AFIP, dentro del plazo de veinticuatro horas de notificada expedir la orden pertinente a
fin que los actores puedan adquirir la cantidad de dólares suficientes para efectuar la compra
hipotecaria del inmueble en cuestión, bajo apercibimiento de ley y aplicación de astreintes; con
costas (art. 68 2da.parte del CPCCN).
Jorge Ferro
Juez de Cámara
EL DOCTOR ALEJANDRO O. TAZZA DIJO:
Disiento respetuosamente con la solución propiciada en el voto precedente toda vez
que el examen de las constancias de orden fáctico y jurídico incorporadas al legajo, por su
complejidad, me persuaden que la acción de amparo no es la vía apt para resolver la presente
controversia, en la cual tampoco se cumplimentó con los mecanismos de orden administrativo
puestos a disposición del afectado para superar la conculcación de los derechos y garantías de
rango constitucional que se reputan afectados, en tanto que apenas iniciado el procedimiento
previsto por la Resolución General 1128 y 3212 (cfr. art. 7 Res. 3210) el interesado lo abandonó
para dar curso a la presente acción, extremos que, a mi juicio, obstan a su procedencia.
En efecto, el art. 43 de la CN expresa que toda persona puede interponer acción
rápida y expedita de amparo, siempre que no exista otro medio judicial más idóneo, contra todo acto
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u omisión de autoridades públicas o de particulares que en forma actual o inminente lesione,
restrinja, altere o amenace con ilegalidad y arbitrariedad manifiesta, derechos y garantías
reconocidos por la Ley Fundamental.
En ese orden de consideraciones se ha dicho: “(…) el amparo con la jerarquía
constitucional que ahora posee, es un proceso excepcional, utilizable en casos extremos, cuando se
ponga en peligro la salvaguarda de derechos fundamentales y cuando la carencia de otras vías
legales no permita alcanzar los resultados queridos (…) o cuando no exista otro medio judicial más
idóneo” (fallo registrado al Tº XXXVIII- Fº 7.684 del Libro de Sentencias de la Secretaría Civil). En
resumen, se impone como requisito de admisibilidad, la demostración por parte del afectado que el
daño concreto y grave ocasionado solo puede ser suplido acudiendo a la acción urgente y expedita
del amparo; que no existan remedios aptos para obtener la protección del derecho que conculcado o
cuando se acredite que acudiendo a ellos, peligre la salvaguarda de los mismos, además de la
configuración de arbitrariedad, irrazonabilidad e ilegalidad manifiestas en la acción y omisión
denunciados (cfr. Tº CXXXII- Fº 17.783 del Libro de Sentencias de la Secretaría Civil).
También se indicó en el precedente citado: “Si bien no se exige aquí el agotamiento
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de la vía administrativa previamente –tópico ya agotado y superado a la luz del art. 43 de la Carta
Magna- tampoco se deben admitir soluciones que fueren y generen intromisiones en el desarrollo
propio de las vías procesales administrativas, por lo que es necesario previamente transitar las vías
jerárquicas establecidas en la administración para quedar expedita la vía judicial. El amparo no debe
ser un mecanismo operativo, pues su propia naturaleza lo determina como último remedio en razón
de la inutilidad de otras vías para solucionar la cuestión (cfr. Tº VIII- Fº 7684 del Libro de Sentencias
de la Secretaría Civil).
El amparo procede contra actos u omisiones manifiestamente arbitrarios o ilegales, y
en tal sentido cuadra dejar asentado que el análisis de la mentada arbitrariedad o ilegalidad de los
actos emanados de la Administración Pública debe efectuarse con especial cuidado pues rige para
ellos una presunción iuris tantum en torno a su validez, que debe ser desvirtuada por prueba en
contrario y ello no es lo que acontece en autos, de los que prima facie surgiría que el organismo
denunciado habría obrado conforme las facultades de fiscalización y control asignadas por la
normativa vigente y la autoridad de aplicación, esto es el BCRA, quien fija la política monetaria y
cambiaria de la Nación y no ha sido convocado a comparecer a estos obrados.
También juzgo procedente traer a colación lo determinado por el art. 2º inc. d) de la
Ley 16.986 en cuanto dispone que la acción de amparo no resulta admisible cuando “la
determinación de la eventual validez del acto requiriese una mayor amplitud o debate de prueba"
Obsérvese que en el caso particular de autos se han introducido una diversidad de
cuestiones tanto fácticas como jurídicas, ya sean estas últimas de fondo o forma (vg: contrato mutuo,
crédito hipotecario, condiciones de compra venta inmobiliaria, falta de legitimidad pasiva,
competencia de los órganos administrativos en materia de política monetaria y fiscal, etc.) que
exigen un campo de debate y prueba mucho más extenso que el suministrado por este tipo de
proceso; es que el derecho procesal ofrece al presentante otros medios y acciones más apropiadas
por su naturaleza, amplitud de debate y prueba, pudiendo recurrirse además a la aplicación de las
medidas cautelares previstas por el ordenamiento formal para asegurar el cumplimiento de una
eventual sentencia favorable (cfr. autos “ Trenque Lauquen de la Costa S.A. c/ Estado Nacional (M
de Trabajo) s/ acción de amparo” Tº XLIV- Fº 8523 del Libro de Sentencias).
Sostengo, en resumen, que los antecedentes que informan los presentes obrados
no reúnen las condiciones exigidas en orden a la procedencia formal de una acción de esta índole,
que requiere, para su admisibilidad, la confrontación de un acto de la administración pública con
expresas garantías constitucionales contempladas en la Carta Magna en su faz operativa.
Es que no basta con invocar el derecho a disponer de la propiedad, o el derecho a la
libertad individual, o el acceso a la vivienda digna, tal como se expresa en la demanda pues, en sí,
ninguna de las normas cuestionadas han impedido o restringido la vigencia de esos derechos, ya
que el dinero obtenido y en poder de los actores no ha sufrido ninguna restricción ya que esa suma
de dinero puede ser utilizada perfectamente por los amparistas, al igual que su libertad individual
respecto de ella; y lo propio acontece con el derecho a la vivienda digna, que ninguna autoridad se lo
ha impedido.
Eventualmente, quien no habría aceptado dicha suma en concepto de pago de la
propiedad, sería el supuesto o futuro vendedor de la misma, que habría exigido una suma en dólares
y se habría negado a convertirlos al cambio oficial. Pero nada de ello se encuentra acreditado en el
expediente, y –de ser así- el conflicto estaría suscitado entre la parte compradora y la vendedora
respecto del monto de conversión, lo que tornaría a la presente controversia en una de naturaleza
estrictamente patrimonial, que también resultaría ajena a las previsiones de la acción de amparo.
Del modo como se han planteado las cuestiones en el subjudice, más que un
derecho a la libre disposición de las sumas de dinero –que, reitero no ha sido objeto de restricción
por parte de la autoridad administrativa- parecería que se quisiera consagrar un derecho a la compra
de moneda extranjera, situación no amparada en forma expresa por nuestra Constitución Nacional.
Y si bien el suscripto puede o no estar de acuerdo con el modo de regular el
mercado cambiario y las políticas cambiarias implementadas por el Poder Ejecutivo Nacional, ello no
autoriza de por sí a las autoridades judiciales a sustituir la voluntad política en el ámbito de funciones
que le son propias, y por ende ajenas al control jurisdiccional, a excepción de una franca y
manifiesta lesión a garantías constitucionales expresadas en forma dinámica y concreta; esto es con
efectiva demostración de que en el caso concreto se han visto alteradas, restringidas o cercenadas.
En tal sentido, la Excma. Corte Suprema de Justicia la Nación ha sostenido que
“…no es función del Poder Judicial juzgar el mérito de las políticas económicas decididas por otros
poderes del Estado, sino ponerles un límite cuando violen la Constitución” (fallo 332:1572), ni
pronunciarse sobre la eficacia o ineficacia de las leyes bajo su concepto puramente económico o
financiero, apreciando si estas pueden o no ser benéficas para el país (mismo fallo citado). En
síntesis, el Poder Judicial solo puede declarar si la decisión es repugnante o no a los principios y
garantías contenidas en la Constitución Nacional en la medida que tales preceptos se infrinjan de
modo palmario y concreto.
Dentro de ese marco conceptual, y en este caso particular, cabe observar que se
cuestiona una decisión de carácter administrativo que dispone que el órgano de recaudación fiscal
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emita un informe sobre la solvencia patrimonial del solicitante de moneda extranjera de acuerdo a
los registros que obren en dicha dependencia, antes de que la autoridad competente (Banco Central
de la República Argentina) proceda a efectuar la conversión requerida.
Esta disposición administrativa (Res. 3210 AFIP) es la que ha sido tildada de
inconstitucional por los actores, aun cuando la misma no es de aquellas que pueda sostenerse que
impiden o restringen derechos constitucionales, sino que simplemente faculta al organismo a
efectuar un dictamen sobre la capacidad tributaria del requirente. Y frente a la falta de actualización
de sus registros o de la carencia de datos novedosos, la misma normativa completada por la Res.
3212 AFIP le permite al requirente informar al organismo o rectificar sus datos de modo tal que
aclarar su situación patrimonial y fiscal, como en el caso pudo haber sido poner en su conocimiento
la adquisición de las sumas pertinentes a través del préstamo obtenido por los actores.
Por ello creo que asiste razón a la recurrente cuando considera que, cuanto menos,
el proceder de los amparistas ha sido apresurado y sin el respeto a los pasos procesales previstos
por la propia norma de carácter administrativo, adelantándose a un pronóstico que estimaron
desfavorables a sus pretensiones y considerando como vía de hecho el proceder de la
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administración, aún sin darle la oportunidad de que se expidiera con todos los antecedentes del
caso.
Es por tanto que vislumbro a esta acción de amparo como improcedente en el caso
concreto frente al apresuramiento de los actores por obtener una suma de moneda extranjera sin
haber transitado mínimamente los carriles procesales que la normativa administrativa prevé para
tales supuestos; y porque, eventualmente, tampoco se encontrarían acreditados en este particular
caso aquellos extremos de gravedad y manifiesta lesión constitucional a un derecho consagrado por
la Carta Magna, en tanto la eventual compra de la vivienda hipotéticamente elegida constituiría una
operación mercantil de neto contenido patrimonial, cuestiones éstas que escapan al acotado marco
de la acción de amparo ya que en esas condiciones se hubiera necesitado un mayor marco de
debate y prueba que es impropio de esta clase de acción.
Con los argumentos expuestos, dejo fundamentada mi disidencia con el voto
precedente y propongo al Acuerdo se revoque íntegramente la sentencia apelada, con costas a la
vencida (art.14 ley 16986).
Tal es mi voto.
Alejandro O. Tazza
Juez de Cámara
EL DOCTOR MARIO A. SERRANO DIJO:
Que he de adherir a los fundamentos expuestos por el Dr. Alejandro O.
Tazza en el voto que antecede.-
Mario A. Serrano
Conjuez de Cámara
Firmaron los Sres. Jueces por ante mi de lo que doy fe.- Conste.-
Nestor Fernandez de la Puente
Prosecretario de Cámara
Poder Judicial de la Nación
/// del Plata,
05
de
octubre
de 2012.
Y VISTOS:
Estos autos caratulados: “A. E. A. Y OTRA C/ A.F.I.P. S/ AMPARO”, expte. nro.
16.696 del registro interno de este Tribunal y lo que surge del Acuerdo que antecede:
SE RESUELVE:
Revocar íntegramente la sentencia apelada, con costas a la vencida (art.14 ley
16.986).REGISTRESE, NOTIFIQUESE Y DEVUELVASE.
USO OFICIAL
Jorge Ferro
Juez de Cámara
(en disidencia)
Mario A. Serrano
Conjuez de Cámara
REGISTRADA AL T.30 F.5834
Alejandro O.Tazza
Juez de Cámara
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