Jurisprudencia de Mendoza CADUCIDAD DE INSTANCIA. Sentencia. Recurso de aclaratoria. Falta de notificación. Exceso de rigor ritual. No se puede, so pena de incurrir en un exceso de rigor ritual manifiesto, declarar caduca la instancia en un proceso en el que existe decisión judicial oportunamente notificada, que pone fin a un incidente de verificación tardío, receptando la pretensión de acreedores laborales de la empresa concursada, aunque haya transcurrido el plazo de caducidad entre el dictado de la decisión que resuelve una aclaratoria sobre una cuestión accesoria deducida por la sindicatura en su propio interés y beneficio y su notificación, máxime cuando es el mismo síndico quien peticiona la declaración de caducidad. Suprema Corte de Justicia Expte.Nº74081 Garro Alejandrina en j 39078/5038 Garro, Alejandrina p/Inc.de Pronto Pago s/Verif. Tardía en j: 36851 Mora S.A. p/Conc.Prev. hoy su quiebra s/Cas. Mendoza, 8 de noviembre de 2002. Sala Primera L.S.314-67 CUESTIONES: 1) ¿Es procedente el recurso interpuesto? 2) En su caso, ¿qué solución corresponde? 3) Costas. 1 A la primera cuestión la Dra.Aída Kemelmajer de Carlucci, dijo: I. Plataforma fáctica. Los hechos relevantes para la resolución de este recurso son, sintéticamente, los siguientes: I. La actora se presentó en los autos Nº36851 caratulados “Mora S.A. p/Conc.Prev. hoy su quiebra” y solicitó verificación y pronto pago de su crédito laboral. Esta petición fue respondida por la Sindicatura. El juez hizo lugar al incidente de verificación tardía y a la prioridad invocada, impuso las costas a la actora, y reguló los honorarios de los profesionales intervinientes. 2.La decisión fue notificada a la actora, su letrado patrocinante y al síndico. 3. El síndico interpuso recurso de aclaratoria; se fundó en que no habiendo prosperado la pretensión por el total, correspondia regularle honorarios a cargo del acreedor verificante por la parte en la que la pretensión no había sido acogida. La aclaratoria fue rechazada por no darse los supuestos formales previstos por el codificador para este recurso. Esta decisión también fue notificada por cédula pasados los tres meses entre el dictado del auto que rechazó la aclaratoria y el diligenciamiento de la notificación. 2 Jurisprudencia de Mendoza 4. Sin consentir ese acto útil (la notificación), el síndico interpuso incidente de caducidad de instancia por haber transcurrido más de tres meses entre la decisión que resolvíó la aclaratoria y su notificación: El juez de primera instancia rechazó el incidente de caducidad. Apeló el Síndico. La Cámara de Apelaciones revocó la decisión e hizo lugar a la caducidad, con estos argumentos: a) Conforme doctrina y jurisprudencia reiterada, el decisorio de una aclaratoria integra la sentencia, conformando con ella una unidad perfecta. El proveído aclaratorio no tiene vida propia, por lo que forma un todo inescindible con la providencia que lo motivó. b) Contrariamente a lo dispuesto por el C.P.C.C.N., el Código Procesal de Mendoza adopta el criterio según el cual la deducción de la aclaratoria interumpe el plazo para articular el recurso de apelación, haciendo correr ese lapso a partir de la notificación del pronunciamiento por el que se rechaza o se acoge aquel medio impugnativo. Así lo dispone el art.132 apart. V del C.P.C. (Si la resolución cuya aclaratoria se pide fuera recurrible, el plazo para recurrir empezará a contarse desde el día siguiente a la notificación del auto aclaratorio). c) Es deber de los litigantes instar el proceso en todas sus etapas, hasta que el pleito quede en estado de ser resuelto. Pero dictada esa decisión, las partes retoman la actividad procesal, y el primer acto en que les toca intervenir es la notificación de la sentencia; cabe agregar, la carga de notificar el resolutorio del recurso de aclaratoria, que conforma, como se ha dicho, un todo inescindible. d) Contrariamente a lo que sostiene el juez a-quo, la aclaratoria de autos no trata de honorarios sino sobre costas. En consecuencia, es inaplicable toda la jurisprudencia citada por la decisión recurrida. La resolución a recaer en este recurso de aclaratoria no sólo interesaba al profesional recurrente, sino a cada una de las partes de autos, toda vez que, según el decisorio acogiere o rechazare tal medio impugnativo, nacería un crédito o un débito para uno u otro litigante (honorarios por la parte que el pedido no prosperó). Es decir, que si se hubiese admitido la vía aclaratoria, hubiese quedado satisfecho el interés de quien lo dedujo generando posibles agravios a la contraria. e) Por lo expuesto, no cabe sino señalar que el proceso no estaba concluido al interponerse el planteo perencional, habida cuenta que se encontraba pendiente de Jurisprudencia de Mendoza cumplimiento la notificación por cédula del resolutorio respecto del recurso de aclaratoria. O sea, faltaba una actuación para que estuviese terminada la instancia primigenia. f) Es incontrovertible que la sentencia no estaba firme, pues faltaba notificar la resolución recaída sobre el recurso de aclaratoria. Por lo tanto, la instancia era susceptible de caducidad, por lo que estando cumplido el plazo respectivo (3 meses según lo previsto por el art.277 de la ley 24522), no cabe otra conclusión que la procedencia de la caducidad. Cabe agregar que la cédula notificando la resolución del recurso de aclaratoria fue diligenciada con posterioridad al cumplimiento del plazo de tres meses, no habiendo quedado purgada frente a la no convalidación expresa formulada por la contraria al interponer el incidente perencional. II. Los motivos de la casación deducida. La demandada denuncia que se ha dejado de aplicar el art.149 del C.P.C. y se han interpretado en forma errónea los arts.80 inc.3 y 48 inc.2 del mismo ordenamiento. Argumenta del siguiente modo: 1. La primera instancia concluye con la notificación de la sentencia; en consecuencia no puede declararse caduca una instancia que ya 3 no existe. En autos se dictó la sentencia que puso fin al litigio en cuanto al fondo del asunto y esa decisión se notificó a cada una de las partes, incluídos los profesionales. Para la sentencia recurrida esa notificación es insuficiente pues la Sindicatura presentó un recurso de aclaratoria, por su propio derecho, y en su propio beneficio, desde que sólo pidió el aumento de los honorarios. Pero de este modo, confunde la competencia residual o meramente complementaria del juez de primera instancia y el hecho material de que el expediente continúe en dicha sede a los efectos de resolver una aclaratoria. 2. El tribunal no ha tenido en cuenta que: a) La aclaratoria presentada por el síndico no ataca la cuestión principal ni el fondo del litigio; está referida sólo a sus honorarios. b) la aclaratoria fue rechazada en cuanto a la modificación de los honorarios; por lo tanto, fue inocua en su contenido y en nada alteró la significación de la sentencia previamente notificada a las partes. c) El objeto principal de la instancia, resuelto y notificado a las partes, se encuentra firme. 3. La sentencia que se ataca desconoce que: a) Conforme jurisprudencia y doctrina reiterada las partes 4 Jurisprudencia de Mendoza legitimadas sustancialmente en el proceso son la actora y demandada, y ellas no interpusieron aclaratoria. b) La parte resolutiva de la sentencia definitiva contiene aspectos de diversos grados de importancia; unos pueden ser calificados de resoluciones principales, otras de accesorias o secundarias al litigio (por ej. honorarios de los abogados y peritos). c) El liquidador tenía expedita la facultad de apelar el aspecto principal del proceso (condena a la fallida por los créditos laborales reclamados y determinación del privilegio); nada impedía interponer un recurso de apelación en contra de la sentencia en su parte principal. d) La jurisprudencia tiene resuelto que no procede la caducidad cuando la sentencia ha sido notificada a las partes, dado que queda agotado el objeto principal de la litis, posibilitando que el vencido puede ejercer su derecho de defensa ante la alzada, sin que obste a tal derecho la falta de la notificación de la sentencia a los peritos, desde que la regulación de honorarios y su notificación constituye uan cuestión accesoria, que no puede interferir en la apertura de la segunda instancia y su tramitación. Así lo tiene resuelto esta Corte en decisión del 9/9/1996 (L.A.81-127). e) Constituye un disparate jurídíco que una cuestión secundaria planteada por un tercero tenga la potencialidad de paralizar la conclusión de la instancia con la decisión de fondo. f) No puede dudarse del resultado injusto que se produciría si por una aclaratoria presentada por un tercero en su propio interés, cayese una sentencia que ha recaído sobre el objeto principal de la litis, que ha sido notificada a las partes y que no ha sido recurrida. g) La sentencia recurrida se aparta de la jurisprudencia de esta Corte y la de las otras Cámaras de Apelaciones de la Provincia. En efecto, el caso “Barrancos”, citado por el liquidador, es inaplicable al caso de autos, desde que en ese precedente no se había notificado a una de las partes; en el caso de autos, en cambio, se trata del profesional. La sentencia dictada en el caso “Casa Dami S.A.” (Rev.Foro de Cuyo Nº29 pág.141 a 151) explica esta distinción. h) Tampoco es aplicable el caso que la liquidadora cita invocando a la Corte Nacional (L.L.1991-B-500), pues en ese precedente se trataba de una aclaratoria interpuesta por la parte recurrente en una sentencia de segunda instancia. i) Aunque se entendiese que la notificación obra como elemento integrativo de la sentencia, en nuestro Jurisprudencia de Mendoza caso las circunstancias se encuentran dadas por la notificación a los interesados sustanciales. A los profesionales, en cambio, sólo cuadra reconocerles interés en punto a los honorarios a ellos regulados y como cuestión accesoria. j) En el peor de los casos, y como se sostiene por esta Sala en el caso “Amici Spartaco c/Fibroplast” del 11/4/1997, ante una cuestión tan discutida debe aplicarse el principio del “favor proceso”. III. Delimitación de la cuestión a resolver. La cuestión a resolver es si está caduca la instancia si el expediente muestra las siguientes constancias objetivas: 1. Decisión judicial que pone fin al incidente de verificación tardía y hace lugar en lo sustancial a la pretensión deducida por acreedores laborales de la empresa concursada. 2. Notificación oportuna de esa decisión judicial. 3. Pedido de aclaratoria interpuesto por el síndico que no versa sobre el fondo del asunto sino sobre una cuestión accesoria (honorarios, según la sentencia de primera instancia; costas y honorarios según la decisión del tribunal de apelaciones). 4. Notificación de la decisión que rechaza formalmente el recurso de aclaratoria por no encuadrar las 5 razones invocadas en el art.132 del C.P.C. 5. Transcurso de más de tres meses entre la decisión que rechaza la aclaratoria y su notificación. 6. No consentimiento del acto útil de la última notificación. 7. Denuncia de la caducidad de la instancia por quien interpuso la aclaratoria. IV. Improcedencia de la caducidad denunciada. Propongo a mis colegas de Sala la revocatoria de la decisión recurrida. Paso a explicar por qué: 1. Exceso de rigor ritual. a) Una aclaración previa. La lectura desapasionada de las constancias de los principales me llevó a rememorar la terrible frase pronunciada por Marcel Storme, presidente de la Comisión encargada de redactar reglas procesales comunes para toda la Unión Europea: “Jueces y abogados hemos hecho del procedimiento un instrumento de lujo, que ya no sirve para salvaguardar el derecho de defensa sino para obstaculizar la marcha de la Justicia” (Rumbos del proceso civil en la Europa unificada, en Rev. de Derecho Procesal n.3-2 Recursos, Santa Fe, Ed.Rubinzal, 1999, pág.546 y en J.S. nº41/42, Santa Fe, Ed.Panamericana, 2000 pág.179). Por eso, aunque normalmente 6 Jurisprudencia de Mendoza comienzo mis votos analizando los hechos desde las normas implicadas, en esta oportunidad alteraré el orden lógico de mi exposicion dado que, en mi opinión, la decisión recurrida, bajo la apariencia de argumentos normati vo s s is tem áticamente expuestos, adolece de exceso de rigor ritual manifiesto en la subsunción de los hechos en las normas. En efecto: durante casi dos años, todo el aparato judicial fue -correctamente- un instrumento al servicio del derecho sustancial; la jurisdicción se pronunció sobre el fondo del asunto y reconoció el derecho sustancial invocado; la decisión fue notificada por quien tenía la carga de hacerlo (el actor); sin embargo, conforme la decisión recurrida, todo ese desgaste jurisdiccional debe quedar privado de efectos, aunque la cuestión sustancial haya quedado firme por falta de agravios, porque no se notificó -antes de los tres meses- lo decidido en una aclaratoria que versaba sobre cuestiones accesorias. Sinceramente, y con todo respeto a los jueces que dictaron el acto judicial impugnado, estimo que difícilmente pueda encontrar un ejemplo más paradigmático de una decisión que no resuelve los problemas de los litigantes, y que atiende, exclusivamente, a los problemas creados por el propio sistema judicial en claro perjuicio de su credibilidad pública y de la paz social. Es cierto que siempre que se declara caduca la instancia hay un predominio de las formas procesales sobre el derecho que puede o no tener la parte litigante (Ver sentencia de esta Sala del 24/4/1986, Zingaretti, JA 1986-III-701, con nota de Rouillon, A., Caducidad de instancia y concursos), pero la sentencia recurrida va más allá, porque con terminología de la Corte Federal, “frustra innecesariamente el derecho del actor a obtener un pronunciamiento sobre su pretensión substancial”, violando el derecho a la jurisdicción garantido constitucionalmente (Ver CSN 14/9/2000, LL 2001-C-7; ídem, 6/2/1997, JA 1998-I-69). b) Circunstancias de la causa que muestran el exceso de rigor ritual manifiesto a la luz de los principios que informan el ordenamiento. La sentencia recurrida ha desconocido las siguientes constancias de la causa: -La actora cumplió con la carga procesal de llevar adelante el procedimiento y notificar la sentencia que acogió la pretensión deducida. -La aclaratoria fue deducida por el síndico en su exclusivo beneficio, pues no discutió la Jurisprudencia de Mendoza existencia del crédito (pretensión del justiciable). O sea, lo decidido sobre la pretensión principal quedó firme y, en tanto tal, era inmodificable. -Dado que la aclaratoria se resuelve sin sustanciación, la interposición del recurso pudo, incluso, haber sido desconocida por la parte actora a quien, después de notificar la decisión que le resultaba favorable, sólo le cabía esperar el cumplimiento de lo allí decidido por parte de los órganos del concurso. -En tales circunstancias, parecería lógico deducir que la carga de notificar lo resuelto en la aclaratoria se desplazó hacia quien interpuso este recurso en su exclusivo interés; siendo así, ni siquiera estaba legitimado para pedir la caducidad (argumento art.79 inc.III, aplicable por analogía). -Lejos de cumplir con la carga de noti fi ca r l o respondido negativamente por la jurisdicción a su petición personal, el síndico permaneció inactivo, esperando el transcurso del tiempo. -Este rechazo formal desdibuja la idea, correcta en principio, de que lo resuelto en la aclaratoria integra la sentencia, pues en este caso, lo decidido con la aclaratoria dejó las cosas tal cual eran antes de la interposición de la aclaratoria. 2. La caducidad de instancia, 7 modo anormal de conclusión de los procesos. De lo expuesto deduzco que un medio excepcional de terminación de los procesos, como es la caducidad, no puede ser aplicado al caso de autos sin violar la buena fe procesal, elemental deber que recae sobre todos los que conforman el s i s t e m a ( j u e c e s , a b o ga d o s , funcionarios del concurso, etc.). 3. La regla “en la duda, a favor de la supervivencia del proceso”. A ú n cu a n d o n o s e compartiesen los argumentos expuestos, como mínimo, sería aplicable la regla reiteradamente aceptada por la jurisprudencia,de que en caso de duda, debe estarse por la perdurabilidad de la acción y del derecho (L.S.271-1, entre muchos). 4. La jurisprudencia de la Corte Federal citada por el síndico. La solución que propongo a mis distinguidos colegas de Sala de ningún modo se aparta de la jurisprudencia de la Corte Federal. La sentencia del 2/10/1990 (LL 1991-B501 y Doc.Jud. 1992-1-178) citada por el recurrente, no guarda ninguna analogía con lo sucedido en esta causa. En efecto, en el precedente señalado, la Corte de la Nación declaró la caducidad de la instancia extraordinaria federal porque habían 8 Jurisprudencia de Mendoza pasado más de tres meses desde la notificación del auto que resolvió la aclaratoria que había concedido el recurso extraordinario sin que el expediente fuese remitido por la Cámara de Apelaciones a la Corte Federal. Tengo claro, pues, que el tribunal no se ha pronunciado sobre la cuestión planteada en autos (caducidad de la instancia inferior, dictada una sentencia que ha sido notificada a las partes, interpuesto una aclaratoria sobre los accesorios, y notificada la resolución que lo rechaza pasados los tres meses de su dictado). 5. La jurisprudencia de esta Sala. Aunque en autos no está en discusión cuál es la instancia que perime cuando faltan notificaciones de la sentencia de primera instancia o de su aclaratoria (casos que han dado lugar a numerosos antecedentes de esta Sala), lo cierto es que la solución que propongo a mis colegas del Tribunal se alínea en la misma tendencia del caso resuelto con voto preopinante de mi distinguido colega de Sala, el Dr.Romano conforme el cual la falta de notificación de la sentencia de primera instancia a los profesionales intervinientes no impide la perención de la segunda instancia abierta con la concesión del recurso, atento a que el interés de los letrados sólo puede dirigirse a los honorarios regulados, siendo ésta una cuestión accesoria (decisión del 6/11/1997, Foro de Cuyo 29/141). Por lo demás, la revocatoria que propicio mantiene el criterio no absoluto -que parece sostener la sentencia recurrida- respecto a la intepretación del art.132 del C.P.C. de Mendoza (Para esta cuestión ver fallo del 20/6/2001, L.S. 298-389, publicado en La Ley Gran Cuyo 2001791 y Foro de Cuyo 50-191). V. Conclusiones. Por todo lo expuesto, propongo se haga lugar al recurso deducido y, consecuentemente, se rechace la caducidad articulada. Así voto. Sobre la misma cuestión los Dres.Romano y Moyano, adhieren por sus fundamentos al voto que antecede. A la segunda cuestión la Dra.Aída Kemelmajer de Carlucci, dijo: Atento el modo como ha sido resuelta la cuestión anterior corresponde hacer lugar al recurso extraordinario de Casación deducido a fs.6/12 por la actora del principal Sra.Alejandrina Garro contra la resolución de fs.80/83 del expediente Nº39.078/5038 “Garro, Alejandrina en j 36851 Mora S.A. p/Concurso preventivo hoy su quiebra s/Pronto pago” dictada por la Segunda Cámara Civil, Comercial, Minas, Paz y Jurisprudencia de Mendoza Tributario de la Segunda Circunscripción Judicial Mendoza, la que se deja sin efecto. En consecuencia se rechaza la apelación deducida por el Síndico a fs.56 y se “confirma” la resolución de primera instancia de fs.51/54 que rechazó el incidente de caducidad promovido por la sindicatura a fs.35/40. Así voto. Sobre la misma cuestión los Dres.Romano y Moyano adhieren al voto que antecede. A la tercera cuestión la Dra.Aída Kemelmajer de Carlucci, dijo: Las costas del recurso de casación y las de alzada se imponen a cargo de la masa por resultar vencida (arts.36 I y 148 del C.P.C.). Así voto. Sobre la misma cuestión los Dres.Romano y Moyano adhieren al voto que antecede. Con lo que terminó el acto, procediéndose a dictar la sentencia que a continuación se inserta: SENTENCIA: Mendoza, 8 de noviembre de 2002. Y VISTOS: Por el mérito que resulta del acuerdo precedente, la Sala Primera de la Excma.Suprema Corte de Justicia fallando en definitiva, RESUELVE: 9 I. Hacer lugar al recurso extraordinario de Casacion deducido a fs.6/12 por la actora del principal Sra.Alejandrina Garro contra la resolución de fs.80/83 del expediente Nº39078/5038 “Garro, Alejandrina en j 36851 Mora S.A. p/Concurso preventivo hoy su quiebra s/Pronto pago” dictada por la Segunda Cámara Civil, Comercial, Minas, Paz y Tributario de la Segunda Circunscripción Judicial Mendoza, la que se deja sin efecto. En consecuencia la parte resolutiva de dicho auto queda redactada del siguiente modo: “1) Rechazar el recurso de apelación deducido por el Síndico a fs.56. En consecuencia se “confirma” la resolución de primera instancia de fs.51/54 que rechazó el incidente de caducidad promovido por la sindicatura a fs.35/40". “2º) Imponer las costas de alzada a cargo de la masa apelante por resultar vencida (art.36-I del C.P.C.).” “3º)Regular los honorarios... II. Imponer las costas del Recurso de Casación a cargo de la masa recurrida vencida. III. Regular los honorarios por el Recurso de Casación... Notifíquese. Fdo.: Dra. Aída Kemelmajer de Carlucci, Dr.Fernando Romano y Dr.Carlos E.Moyano. 10 Jurisprudencia de Mendoza CONCURSOS. Créditos contra el concursado. Prescripción. La mayoría de la doctrina y de la jurisprudencia afirma que la prescripción prevista en el art.56 L.C. rige sólo en el concurso preventivo exitoso, y no en la quiebra. Calificada doctrina, después de formular la regla conforme la cual las actuaciones en sede no concursal no interrumpen ni suspenden el curso de la prescripción, afirma: “De todos modos, y en forma excepcional, podría entenderse que si la concursada intencionalmente hubiera acallado su status concursal en el trámite del juicio laboral y hubiera continuado el mismo, aún a pesar del efecto de notificación presumida que produce la publicación edictal, no podría la deudora oponer la prescripción concursal, por aquello de que nadie debe extraer provecho de su reticencia y menos aún de su dolo (Art.3136 del CC Barreiro, Marcelo G. y Lorente, Javier A., Prescripción concursal, en XXX Encuentro de Institutos de Derecho Comercial de Colegios de Abogados de la Provincia de Bs.As., Mar del Plata, 1999, pág.149). Suprema Corte de Justicia Expte.Nº72073 Vázquez, Armando Roberto y ots. en j 31021 Vázquez, Armando R. y ots. en j 15469 Cristalerías de Cuyo S.A. p/Conc. s/Inc. de verif.tardía s/Cas. Mendoza, 12 de abril de 2002 Sala Primera L.S.307-87 CUESTIONES: 1) ¿Es procedente el recurso interpuesto? 2) En su caso, ¿qué solución corresponde? 3) Costas. A la primera cuestión la Dra.Aída Kemelmajer de Carlucci, dijo: I. Plataforma fáctica. Los hechos relevantes para la resolución de este recurso son, sintéticamente, los siguientes. 1. El 8/ 6/ 19 9 9 l o s Sres.Armando Roberto Vázquez, Armando Motckoski, Luis Prieto, Ana Inés Eiras Rosella y Santiago Carlos Calecas, todos domiciliados en Rosario, provincia de Santa Fe, iniciaron incidente de verificación tardía en el concurso preventivo de Cristalerías de Cuyo, tramitado en la ciudad de Mendoza en autos nº15469. Dijeron que interponían incidente de verificación tardía a los términos del art.56 de la ley 26522. Relataron que habían sido empleados y obreros de la firma concursada desarrollando la relación laboral en la ciudad de Rosario. Que todos y cada uno de ellos obtuvieron sentencia en primera y segunda instancia contra la deudora, habiendo sido reconocido el monto que se pretende verificar conforme las constancias de los tribunales laborales Jurisprudencia de Mendoza d e l a c i u dad de R osario, acompañándose las constancias pertinentes en copia certificada. Invocaron privilegio especial y general según los arts.16, 241 y 246 de la L.C., en consonancia con los arts.245 a 254 de la L.C.T. Solicitaron ser eximidos de costas pues tratándose de créditos laborales reconocidos judicialmente, fue necesario tramitar en la justicia laboral de Rosario la aceptación de los montos adeudados, pues la deudora resistió los pagos, por lo que recién puede solicitarse la verificación del crédito en ese momento. 2. A fs.79/83 el síndico aconsejó la verificación con privilegio. En cambio, a fs.85/89, la concursada opuso la excepción de prescripción prevista en el art.56 de la ley 24522. A fs.95/100 los actores contestaron la excepción de prescripción: se fundaron en que el pedido de verificación tardía correspondía a créditos laborales anteriores a la sanción de la ley 24522 y a la presentación en concurso de la firma deudora; dijeron que los juicios fueron iniciados a partir de 1985 y que recién a fines de 1998 se terminaron con las aprobaciones de las liquidaciones que fueron acompañadas con el escrito inicial. Además, sostuvieron que toda la actividad procesal de la concursada y 11 sus representantes en la ciudad de Rosario implicaron interrupción de la prescripción. 3. A fs.118/123 vta. el juez de concursos rechazó la defensa de prescripción. Apeló la concursada. 4. A fs.147/149 vta.la Primera Cámara hizo lugar al recurso de apelación interpuesto por la concursada, revocó la decisión de primera instancia e hizo lugar a la defensa de prescripción. Argumentó del siguiente modo: a) No se discute que la ley 24522 es aplicable al caso de autos desde su entrada en vigencia, por lo que las cuestiones relativas a la verificación de los créditos laborales y a la prescripción introducida por el art.56 de la L.C. deben resolverse con base en esas disposiciones. b) En el régimen de la ley 19551 la protección del crédito del trabajador se volvía contra él mismo, pues era el único acreedor que debía recurrir a dos procesos de conocimiento pleno para lograr el reconocimiento de su crédito: el juicio ante el juez laboral y la verificación de créditos ante el juez de concurso. La ley 24522 modificó el sistema liberando al trabajador del juicio previo de conocimiento y permitiendo una mayor celeridad en la persecución de su acreencia. El art.56 de la ley 24522 determina que el 12 Jurisprudencia de Mendoza pedido de verificación tardía debe deducirse dentro de los dos años de la presentación del concurso, a cuyo vencimiento prescriben las acciones del deudor, regulando una situación no contemplada por la ley anterior, que no determinaba hasta cuándo podia presentarse el acreedor. La ley vigente fijó un plazo de prescripción para las verificaciones tardías; este plazo es de dos años y se computa desde la presentación en concurso; se trata de cristalizar el pasivo concursal, para favorecer las negociaciones con los acreedores, viabilizar el salvataje del art.48 e incluso las enajenaciones de la empresa a terceros. c) En el caso, el concurso se abrió el 15/5/1987; la ley 24522 entró en vigencia el 17/8/1995, fecha a partir de la cual empieza a regir el plazo de prescripción de dos años del art.56, en virtud de lo dispuesto por el art.3 del Código Civil; o sea, venció el 17/8/1997. Los acreedores laborales incidentantes tenían reconocidos sus derechos por sentencias firmes dictadas por los tribunales de Rosario entre los años 1987 y 1993, aunque las liquidaciones de los créditos respectivos estuvieron paralizadas varios años, ya que recién se reactivaron en el año 1998 en los juzgados originarios. d) Con la entrada en vigencia de la ley 24522, los acreedores debieron acudir a verificar los créditos en el concurso sin necesidad de solicitar la liquidación en los tribunales originales. En lugar de adoptar dicha conducta tramitaron las respectivas liquidaciones en los juzgados de Rosario en el año 1998 y recién promovieron el incidente de verificación tardía el 8/6/1999, cuando el plazo de prescripción de dos años había vencido en 1997. e) El juez a-quo rechaza la excepción de prescripción considerando que la intervención del apoderado de la concursada en los trámites de liquidación implicó un reconocimiento de la deuda interruptivo de la prescripción a los términos del art.3989 del Cód. Civil. La solución no es correcta porque la interrupción sólo afecta los plazos en curso pero no los fenecidos. En el caso, el plazo de prescripción de los dos años venció el 17/8/1997 y las liquidaciones y regulaciones de honorarios en los expedientes de los tribunales de Rosario fueron practicadas en febrero, marzo y abril de 1999, es decir que las actuaciones a las que se les atribuye carácter interruptivo fueron cumplidas cuando el plazo se encontraba vencido con exceso. II. Los motivos de la casación deducida. La demandada denuncia Jurisprudencia de Mendoza transgresión a los arts.16, 22 y 136 de la ley 19551, y errónea aplicación del art.56 de la ley 24522. Argumenta del siguiente modo: I. La Cámara yerra cuando afirma que los acreedores admitieron la aplicación de la nueva ley de quiebras 24522; por el contrario, fue siempre discutida. Al contestar el planteo de la concursada, los acreedores insinuantes hicieron cuestión sobre la aplicación de la ley 24522, sosteniendo que el art.56 no era aplicable al caso porque la ley vigente al momento de la apertura del concurso y de su tramitación desde 1987 era la ley 19551. También dijeron que con intervención de sus apoderados en la ciudad de Rosario, la concursada había intervenido en todas las liquidaciones que posteriormente resultaron aprobadas, por lo que esta ac t i vidad procesal significa interrupción de la prescripción. La ley vigente al momento de la interposición de los juicios laborales y de la apertura del concurso era la l9551, que no contemplaba la prescripción concursal. Esta ley no puede ser aplicada retroactivamente sobre derechos adquiridos reconocidos en procedimientos judiciales que han tenido lugar en la ciudad de Rosario. b) La sentencia reconoce que 13 todos los acreedores laborales han obtenido reconocimiento de sus créditos mediante sentencias definitivas; sin embargo no le da la categoría que cada situación merece pues desconoce la cosa juzgada y el derecho de propiedad incorporado que ésta supone, conforme lo sostiene la jurisprudencia de la Corte Federal. En otros términos, dictada la sentencia en el fuero laboral que reconoció los derechos y los montos, los trabajadores pasaron a ser propietarios de esas acreencias, sin necesidad de un reconocimiento por ningún otro juez. c) Los partidarios del art.56 de la ley 24522 sostienen que sirve para “cristalizar” los pasivos de una empresa, castigándose a los acreedores remisos o dormidos. Tal aseveración no es de aplicación al caso; desde 1987 se están tramitando y ventilando incidentes, presentaciones y demás tecnicismos que han permitido transformar al concurso de Cristalerías de Cuyo S.A. en el concurso más perverso que se conozca en la historia jurídica de Mendoza. Los créditos de los trabajadores no son simples números fríos;emergen, en su mayoría, de 30 o más años de labor. La intención de los autores de la norma no debiera aplicarse a los trabajadores no sólo por la existencia de derechos 14 Jurisprudencia de Mendoza adquiridos sino porque en el caso de Cristalerías de Cuyo se defiende la continuidad de una empresa en dificultades aprovechándose de los tecnicismos jurídicos y no porque necesite cristalizar sus deudas o su pasivo. En suma, la sentencia recurrida viola el art.3 del Código Civil; como lo ha sostenido la jurisprudencia, la circunstancia de haber proseguido la instancia laboral hasta el dictado de la sentencia, tal como lo autorizaba la ley 19551, obsta al andamiento de la prescripción impetrada en los términos del art.56 de la nueva ley de concurso. III. Texto de la norma cuya aplicación se discute en autos. El art.56 dispone: El pedido de verificación tardía debe deducirse por incidente mientras tramite el concurso o, concluído éste, por la acción individual que corresponda, dentro de los dos años de la presentación en concurso. Vencido ese plazo prescriben las acciones del acreedor, tanto respecto de los otros acreedores como del concursado o terceros vinculados al acuerdo, salvo que el plazo de prescripción sea menor. IV. Algunas nociones preliminares sobre la norma transcripta. 1. Pese a que con anterioridad a 1995, calificada doctrina había propuesto la incorporación de un plazo máximo para solicitar la incorporación al pasivo concursal, el texto transcripto, introducido por la ley 24522, generó algunas discusiones iniciales (Para los diferentes problemas interpretativos, Garaguso, Horacio, Verificación de créditos, Bs.As., Depalma, 1997, pág.59; para una crítica a las motivaciones del legislador y la solución legal, ver García Martínez, Roberto. Derecho concursal, Bs.As, A.Perrot, 1997, pág.227). Así por ej., se debatió si el plazo de dos años es de prescripción o de caducidad; aunque algunas voces aisladas se inclinaron por la segunda alternativa (Conil Paz, Alberto A. Caducidad o prescripción, ED 18629), la jurisprudencia prácticamente unánime sostiene que se trata de un plazo que, como los de prescripción, no cabe que el tribunal lo aplique de oficio (Cám.Nac.Com. Sala D, 24/8/1999, Club Ferrocarril Oeste JA 2001-II- 147), puede suspenderse (Cám.Nac.Civ. Sala E 27/4/1999, LL 1999-F-453), e interrumpirse (Cám.Nac.Com.Sala D, 21/9/1999, Scioli S.A. s/Conc.Prev.Incidente de Verificación, ED 186-29; ídem. 1 7/ 1 0/ 2 00 0, E s t ab l eci m ien t o Elaborador de Alimentos, ED 192/411 -caso en el que el reconocimiento se había operado en un procedimiento que concluyó por caducidad de Jurisprudencia de Mendoza instancia-: Sala C, 28/4/2000 Maccona s/Concurso, ED 191/185 dio efectos interruptivos a una ejecución hipotecaria iniciada por el acreedor con posterioridad a la presentación en concurso, asimilándola a una demanda defectuosa; Sala B, 29/6/2001, en Rev. de las sociedades y concursos, Nº12, Set-Oct. 2001 pág.170). No faltan quienes propician una reforma para que se lo regule como plazo de caducidad pero, por eso mismo, de lege lata, le reconocen carácter de plazo de prescripción (Lorente, Javier A., Ley de concursos y quiebras, Bs.As., ed Gova, 2000, pág.602; Boquin, G.F., La prescripción del art.56 de la ley 24522, Necesidad de una reforma, XXX Encuentro de Institutos de Derecho Comercial de Colegios de Abogados de la Provincia de Bs.As., Mar del Plata, 1999, pág.161). 2. Un importante sector de la jurisprudencia, al igual que el fallo recurrido, entiende que el art.56 es aplicable a los concursos en trámite a la época de la sanción de la ley 24522 en aquellos supuestos en que la sentencia dictada en el juicio laboral (permitida en la ley 19551) hasta la interposición del incidente de verificación tardía, pasaron más de dos años, habiendo transcurrido también más de dos años desde la 15 s a n c i ó n d e l a l ey 2 4 5 2 2 (Cám.Nac.Com. Sala E., El Hogar Obrero, JA 1999-IV-206; ídem Sala A, 10/9/1999, Ganassa A. s/Inc. de Verif. LL 2000-B-99; Sala B, 16/7/1999, Madlin SA p/Concurso Prev., JA 2000-IV-111; ídem 17/8/1999, Agroindustrias Inca SA, JA 2000-IV-112), aún cuando el proceso haya seguido tramitando en sede laboral (ver jurisprudencia citada por Hequera, Elena, Problemas que plantea la prescripción en la verificación tardía de créditos, Doc.Societaria y concursal, t.XII, 2001, pág.788; la autora, sin embargo, se pronuncia por la subsistencia del crédito); en algunos casos se insiste en que el plazo de la ley no puede retrotraerse a un lapso anterior a la vigencia del nuevo ordenamiento (Cám.Nac.Com. Sala B, 23/5/2000, JA 2001-III-113). 3 . M i en t ra s a l g u n a s decisiones, con apoyo doctrinal, fundadas en la ratio legis, aplican el art.56 tanto a los créditos quir ogr a fa r ios c omo a los privilegiados (Ver Roitman -Di Tullio, Concursos, Rev. de D.Privado y de las obligaciones, n º20 pág.386 y Heredia, Pablo, Tratado exegético de Derecho Concursal, Bs.As., ed.Abaco, 1998, t.2 pág.272 y sus adhesiones a una sentencia del recordado juez mendocino Guillermo Mosso del 16 Jurisprudencia de Mendoza 4/5/1998) otros autores entienden que no se aplica al crédito privilegiado, no afectado por el acuerdo (García, Silvana M., Prescripción abreviada concursal -art.56 LCQ-: Supuestos en los que no se aplica, en De la Insolvencia, In memoriam de Héctor Cämara y Francisco Quintana Ferreyra, Córdoba, ed.Advocatus, 2000, pág.239). V. La finalidad objetiva de la norma y su aplicación restringida a los concursos preventivos exitosos. La lectura de alguna sentencia aislada parecería sugerir que la norma ha sido aplicada en un proceso de quiebra (Es lo que, en apariencia, sucedió en decisión de la Cám.Civ.y Com. de Rosario, Sala II 21/12/2000, Fe c/Prince, LL Litoral 2001-970). Sin embargo, de lege lata, la mayoría de la doctrina y de la jurisprudencia afirma que la prescripción prevista en el art.56 rige sólo en el concurso preventivo, y no en la quiebra (Rivera, Instituciones de D.Concursal, Santa Fe, ed.Rubinzal, 1996, pág.276/277; Ubeid, Julio y otros, Prescripción o caducidad de la acción de los titulares de créditos en los procesos de quiebra, De la Insolvencia, In memoriam de Héctor Cámara y Francisco Quintana Ferreyra, Córdoba, ed.Advocatus, 2000, pág.223; Roitman, Horacio, Prescripción en la ley de concursos, Semanario Jurídico, Comercio y Justicia, t.82, 2000-A-291, y en Rev.del Derecho Privado y Comunitario, Nº22 pág.202; Heredia, Pablo, Tratado exegético de Derecho Concursal, Bs.As., ed. Abaco, 1998, t.2 pág.276; Lorente, Javier A., Ley de concursos y quiebras, Bs.As., ed.Gowa, 2000, pág.602; Cám.Civ.y Com. Azul, Sala 1º 7/9/2000, Clotilde de Berhouest s/Quiebra, JA 2001165), aunque de lege ferenda algunos propician un régimen uniforme para el concurso y la quiebra (Garaguso, Horacio y otro, Otra vez sobre la prescripción verificatoria, De la Insolvencia, In memoriam de Héctor Cámara y Francisco Quintana Ferreyra, Córdoba, ed.Advocatus, 2000, pág.229; Cramer, Gabriel, Viabilidad de la aplicación del art.56 de la ley 24522 a los procesos falenciales, en obra colectiva dirigida por Daniel Vítolo, La Protección de los terceros en las sociedades y en los concursos, Bs.As., ed.Ad Hoc, pág.2985; Hequera, Elena, Problemas que plantea la prescripción en la verificación tardía de créditos, Doc.Societaria y Concursal, t.XII, 2001, pág.788). No tengo certeza en la ubicación de algunos autores, pues luego de afirmar que el art.56 no rige en la quiebra, legitiman “al fallido” para oponer la prescripción (Ver, por ej., Junyent Bas y Molina Sandoval, Jurisprudencia de Mendoza Verificación tardía, prescripción, rol de la sindicatura y otras cuestiones conexas en la ley 24522, La Ley Córdoba, 2001-119; y en De la Insolvencia, In memoriam de Héctor Cámara y Francisco Quintana Ferreyra, Córdoba, ed.Advocatus, 2000, pág.211; en este artículo sostienen que el art.56 no se aplica a la quiebra; en su obra verificación de créditos, fuero de atracción y otras cuestiones conexas, Santa Fe, ed.Rubinzal, 2000, arriban a la misma conclusión cuando dicen que el efecto de abreviación de la prescripción liberatoria lo produce sólo el concurso preventivo exitoso, esto es, el que no se frustra terminando por el desistimiento o quiebra indirecta, pero en párrafos anteriores dicen-, “tomamos partido en la controversia sobre la legitimación del quebrado para oponer la prescripción en el sentido de acordársela, por ser una medida conservatoria que disminuye el pasivo concursal y por ende, es de su interés, en el sentido de la posibilidad que le abre de un pago total, y aún de recibir un excedente”. Este último párrafo ha sido tomado como los autores lo manifiestan- de la obra de Fassi-Gebhardt, Concursos y quiebras, 6º ed., Bs.As., Astrea 1997, pág.179, pero en esta última obra no hay pronunciamiento expreso sobre si el art.56 rige o no en la quiebra. Por 17 las mismas razones, es difícil de ubicar la opinión de Bonfanti y Garrone, Concursos y quiebras, 6ª ed., Bs.As., A.Perrot, 2000, pág.327. Claro está que la quiebra puede terminar por pago, o ser convertida en concurso, casos en que puede hablarse del “quebrado”, pero sigue sin tener lugar la expresión “recibir un excedente”). Independientemente de estas incertidumbres, interesa recalcar que la aplicación restringida del art.56 al concurso preventivo y su no extensión a la quiebra se apoya en los siguientes argumentos relevantes: 1. La metodología del legislador (ubicación de la norma):el art.56 se encuentra en la sección III, capítulo V, que regula los efectos del acuerdo homologado. Más allá de si es o no un error metodológíco regular la verificación tardía entre los efectos del concordato (para las diferentes posturas de esta vieja cuestión, planteada también durante la vigencia de la ley 19551, ver distintas posiciones en Junyent Bas F. y Molina Sandoval, C. Verificación tardía, prescripción, rol de la sindicatura y otras cuestiones conexas en la ley 24522, La Ley Córdoba, 2001-115, en Casadio Martínez, C.A., Insinuación al pasivo concursal, Bs.As., ed.Astrea, 2001, pág.146, y en Galíndez, Oscar, 18 Jurisprudencia de Mendoza Verificación de créditos, 2º ed., Bs.As., Astrea, 1997, 86), lo cierto es que la ley 24522 suprimió el acuerdo resolutorio, equivalen t e del concordato preventivo en la quiebra, impidiendo entonces una interpretación extensiva. 2. La ratio legis: La norma, como lo recuerda la sentencia recurrida y admite la recurrente, tiene por finalidad loable no prolongar por largos períodos la aparición de acreedores que reclamen sus créditos contra el concursado. En el tema, se afirma, pugnan los intereses del acreedor renuente -afectado por la fijación del plazo para actuar- y los de la economía en general, cuyo principal objetivo es la continuidad de la actividad. Es menester poner un límite temporal a la aparición de lo que en doctrina se ha denominado “pasivos ocultos”, intentándose con esta medida cristalizar la situación del deudor, lo cual es altamente favorable para el supuesto del salvataje previsto en el art.48 de la LC (Ver Roitman Di Tullio, Concursos, Rev. de D.Privado y de las obligaciones, Nº20 pág.386; Roitman, Horacio, Prescripción en la ley de concursos, Semanario Jurídico, Comercio y Justicia, t.82, 2000-A-291 y en Rev.del Derecho Privado y Comunitario Nº22 pág.202 García Silvana M., Prescripción abreviada concursal -art.56 LCQ-: supuestos en los que no se aplica, en De la Insolvencia, In memoriam de Héctor Cámara y Francisco Quintana Ferreyra, Córdoba, ed.Advocatus, 2000. pág.239). “Todo acuerdo resulta más que difícil imposible, tanto para el deudor como para los acreedores, si no existe una masa pasiva fija, inamovible, ajena a imprevisibles alteraciones. Mal puede proponerse arreglo alguno si se desconocen su magnitud y composición” (Conil Paz, A.A., Caducidad o prescripción, ED 186-28). “Si un empresario consigue el apoyo de los acreedores para salir a flote, malo sería que después surjan otros con sus silentes acreencias cuya admisión bien podría dificultar las posibilidades de cumplimiento. La perspectiva de que el concursado salga a flote, sobre todo en caso de empresas de alguna significación, es el valor más empinado que alienta las soluciones concordatarias. Para ello, es necesario que a la hora del pronunciamiento de homologación se conozca el pasivo, que junto con el activo y las posibilidades de inserción o reinserción en el mercado condicionan el reflotamiento de la deudora” (Maffia, Osvaldo J., Verificación de créditos, 4º ed., Bs.As., Depalma, 1999, pág.406; conforme con la ratio legis pero sin pronunciarse expresamente sobre si el Jurisprudencia de Mendoza plazo se aplica o no en la quiebra, Grispo, Tratado sobre la ley de concursos y quiebras, Bs.As,. Ed.Ad Hoc, 1998, t.2 pág.256, Vitolo, Daniel R., Comentario a la ley de concursos y quiebra nº24522, Bs.As., Ad.Hoc, 1996, pág.216; Villanueva, Julio, Concurso preventivo, Bs.As., Distribuidora Depalma, 1997, pág.264; Martínez de Petrazzini, Ley de concursos y quiebras Nº24522, Bs.As., ed.Macchi, 1995, pág.103; Zamudio-Gerscovich, Concursos, Bs.As., Ad Hoc, 2001, pág.397; Truffat, Daniel, Procedimientos de admisión al pasivo concursal, Bs.As., ed.Ad Hoc, 2000 pág.126/127: Dasso, Ariel, Tendencias actuales del derecho concursal, Bs.As., ed.Ad Hoc, 1999, pág.243). Nada de esto ocurre en la quiebr a, p ro ce di m i en t o que normalmente lleva a la liquidación. sin perjuicio del excesivo optimismo del legislador, lo importante es que la sanción a los “dormidos” no está en el art.56 sino en el art.223, conforme el cual los que se presentan tardíamente sólo tienen derecho a participar de los d i v i d e n d o s d e l a s f ut u r a s distribuciones complementarias 3. La prohibición de la analogía en materia de prescripción. Dice enfáticamente Rivera “El art.56 se refiere al concurso 19 preventivo, computa el plazo desde la presentación en concurso preventivo, prevé la conclusión del concurso preventivo. No pudiendo crearse términos de prescripción por analogía, y siendo de interpretación estricta y aplicación limitada los plazos de prescripción excepcionales, la conclusión debe ser que no rige el plazo de prescripción del art.56 de la LC a las verificaciones tardías (Rivera, Instituciones de D.Concursal, Santa Fe, ed.Rubinzal, 1996, pág.277). VI. El art.56 y la quiebra indirecta. ¿Qué ocurre cuando se llega a la quiebra por el fracaso del acuerdo preventivo?. Desde la doctrina se han dado tres posibles respuestas: 1. La acción no renace. Para algunos autores, las acciones prescriptas por aplicación del art.56 del concurso preventivo no renacen por el hecho de la quiebra posterior (Rivera, Instituciones de D.Concursal, Santa Fe, ed.Rubinzal, 1996, pág.277; Heredia, Pablo, Tratado exegético de Derecho concursal, Bs.As., ed.Abaco, 1998, t.2 pág.276). Esta tesis, formulada sin distingos, se aparta de la ratio legis. 2. Posición intermedia: depende de la existencia o no de una decisión pasada en autoridad de cosa juzgada. 20 Jurisprudencia de Mendoza Maffia entiende que la solución difiere según la cuestión haya sido planteada en el concurso y haya recaído decisión; si se había declarado prescripto, no se puede volver sobre el tema; en cambio, si no hay decisión, no corresponde aplicar la prescripción breve del art.56 (Maffía, Osvaldo J., Verificación de créditos, 4º ed., Bs.As., Depalma, 1999, pág.413; conf. con esta posición García, Silvana M., Prescripción abreviada concursal -art.56 LCQ-: supuestos en los que no se aplica, en De la Insolvencia, In memoriam de Héctor Cámara y Francisco Quintana Ferreyra, Córdoba, ed.Advocatus, 2000, pág.235 y ss; en el mismo sentido y en la misma obra, Cacciolato, Mirta y otra, Co n c u rsal id a d: prescripción, pág.232). Utiliza como argumento corroborante el art.200 conforme el cual el pedido de verificación de los acreedores por causa o título anterior a la declaración de quiebra le resultan aplicables los arts.36, 37, 38 y 40; como se ve, no se menciona el art.56. 3. Inaplicabilidad del art.56 en la quiebra, cualquiera sea el medio por el que se llegó a ella. Para Rouillon, “el efecto prescriptivo se produce sólo en un concurso preventivo exitoso, esto es el que no se frustra terminado por desistimiento o quiebra indirecta (Rouillon, Adolfo, Régimen de concursos y quiebras, 9ºed., Bs.As., Astrea, 2000, pág.133; conf.Figueroa Casas, Pedro, La etapa de verificación de créditos, Ponencia Derecho concursal argentino e iberoamericano, Mar del Plata, ed.Ad Hoc, 1997, t.I pág.206; Hequera, Elena, Problemas que plantea la prescripción en la verificación tardía de créditos, Doc.Societaria y concursal, t.XII, 2001, pág.791). La razón es que la prescripción breve sólo se justifica para salvaguardar a la empresa en marcha socialmente útil o viable, supuesto en que la aparición de nuevos acreedores puede ocasionar un desequilibrio que frustre las posibilidades de recuperación de la concursada. Nada de ello ocurre, en cambio, si la quiebra indirecta se ha declarado. VII Lo acontecido en autos. El concurso preventivo de Cristalerías de Cuyo SA, otrora empresa líder en su ramo en la provincia de Mendoza, fue abierto en 1987. Como surge del informe de fs.42 su quiebra fue decretada, por incumplimiento del acuerdo, el 24/9/2001. VIII. La aplicación de los principios antes expuestos al sublite. Los principios antes expuestos y lo acontecido en el proceso principal Jurisprudencia de Mendoza me convencen que la sentencia debe ser revocada. Explicaré por qué: 1. Como he dicho, al momento de dictar esta sentencia, no subsiste la situación de concurso preventivo de la deudora. Por el contrario, el proceso se encuentra hoy en quiebra. No rige, en consecuencia, la ratio legis. No hay un concurso preventivo exitoso. Esta Sala tiene reiteradamente dicho (Ver, entre otros, fallos del 1/12/1998, Dolce, María, LS 284-236 publicado en La Ley Gran Cuyo 1999 Nº1 pág.79; del 8/6/1999,Isaac Cohen y Cía. SRL c/Municipalidad de la Capital, LS 288-411, publicado en LL Gran Cuyo 2000 Nº4 pág.477; del 28/6/2000 in re “Fiscal de Estado en j 138524 Vera Rodolfo c/Gbno.de la Prov.de Mendoza y Dirección de Minería, LS 296-41; del 1/11/2001, Ecsal c/Municipalidad de Godoy Cruz, LS 303-303, etc.) que la sentencia puede tener en cuenta los hechos sobrevinientes a la traba de la litis. En esta línea, sigue el mandato de la Corte Suprema de Justicia de la Nación cuando afirma que “las sentencias de la Corte han de ceñirse a las circunstancias dadas cuando se dictan, aunque fueran sobrevinientes al recurso extraordinario” (CSN 7/7/1992, ED 148-633; 27/12/1996, Chocobar, Sixto c/Caja Nacional de Previsión JA 1997-II-550, etc.). 2. La posición asumida por el 21 maestro Maffía no pone tampoco un valladar a esta solución, desde que al momento de dictar esta sentencia no existe resolución firme que declare la prescripción; precisamente, la cuestión estaba sometida a este recurso extraordinario. 3. El recurrente, aunque desde otra perspectiva, ha invocado como argumento relevante que en el caso no se da la ratio legis tenida en miras al sancionar la prescripción breve. 4. Es verdad que los actores se presentaron en el concurso de la deudora -hoy fallida- doce años después de abierto el proceso colectivo, pero también lo es que, como afirman los recurrentes, este concurso -hoy quiebra- lleva quince años de tramitación sin que logre concluirse. 5.También tengo especialmente en cuenta que, como lo señaló el juez de primera instancia, la concursada siguió participando en el juicio laboral tramitado en Rosario sin denunciar su situación concursal, dándose el supuesto previsto por calificada doctrina que, después de formular la regla conforme la cual las actuaciones en sede no concursal no interrumpen ni suspenden el curso de la prescripción, afirma: “De todos modos, y en forma excepcional, podría entenderse que si la concursada intencionalmente hubiera acallado su 22 Jurisprudencia de Mendoza status concursal en el trámite del juicio laboral y hubiera continuado el mismo, aún a pesar del efecto de notificación presumida que produce la publicación edictal, no podría la deudora oponer la prescripción concursal, por aquello de que nadie debe extraer provecho de su reticencia y menos aún de su dolo (art.3136 del CC Barreira, Marcelo G. y Lorente, Javier, Prescripción concursal, en XXX Encuentro de Institutos de Derecho Comercial de Colegios de Abogados de la Provincia de Bs.As., Mar del Plata, 1999, pág.149). IX. Conclusiones. Por todo lo expuesto, y si mi voto es compartido por mis colegas de Sala, corresponde acoger el recurso de Casación. Dado que este resultado obedece a la valoración de un hecho sobreviniente, las costas deben imponerse en el orden causado. Así voto. Sobre la misma cuestión los Dres.Romano y Moyano, adhieren por sus fundamentos al voto que antecede. A la segunda cuestión la Dra.Aída Kemelmajer de Carlucci, dijo: Atento el modo como ha sido resuelta la cuestión anterior corresponde hacer lugar al recurso extraordinario de casación deducido a fs.12/19 por los Sres.Armando Roberto Vá z quez , Armando Motckoski, Luis Prieto, Ana Inés Eiras Rosella y Santiago Carlos Calecas contra la resolución de fs.sub 147/149 y vta.del expediente Nº31.021/34.407 “Vázquez, Armando R. y ots. en j Cristalerías de Cuyo p/Conc. p/Inc.Verif.Tardía” dictada por la Primera Cámara Civil, Comercial, Minas, Paz y Tributario de la Primera Circunscripción, al que se deja sin efecto. En consecuencia se rechaza la apelación deducida por la concursada a fs.sub 124 y se “confirma” la sentencia de primera instancia de fs.sub 118/123 vta. que rechazó la defensa de prescripción opuesta por la concursada e hizo lugar parcialmente a la solicitud de verificación tardía de los créditos laborales formulada por los recurrentes en esta sede. Así voto. Sobre la misma cuestión los Dres.Romano y Moyano, adhieren al voto que antecede. A la tercera cuestión la Dra.Aída Kemelmajer de Carlucci, dijo: Las costas del recurso de Casación y las de las instancias de grado se imponen en el orden causado atento a que el resultado obedece a la valoración de un hecho sobreviniente conforme reiterada jurisprudencia de este Tribunal (LS 296-41; LS 99-291; LS 147-417; LS 175-147; LS 177- Jurisprudencia de Mendoza 215; LS 181-437). Así voto. Sobre la misma cuestión los Dres. Romano y Moyano, adhieren al voto que antecede. Con lo que terminó el acto, procediéndose a dictar la sentencia que a continuación se inserta: SENTENCIA: Mendoza, 12 de abril de 2002. Y VISTOS: Por el mérito que resulta del acuerdo precedente, la Sala Primera de la Excma.Suprema Corte de Justicia fallando en definitiva, RESUELVE: I) Hacer lugar al recurso extraordinario de casación deducido a fs.12/19 por los Sres.Armando Roberto Vázquez , Armando Motckoski, Luis Prieto, Ana Inés Eiras Rosella y Santiago Carlos Calecas contra la resolución de fs.sub 147/149 y vta. del expediente Nº31021/34.407 “Vázquez, Armando R. y ots. en j Cristalerías de Cuyo p/Conc.p/Inc.Verif.Tardía” dictada por la Primera Cámara Civil, Comercial, Minas, Paz y Tributario de la Primera Circunscripción, la que se deja sin efecto. En consecuencia la 23 parte resolutiva de dicha sentencia queda redactada del siguiente modo: “I- “Rechazar el recurso de apelación deducido a fs.sub 124 por la concursada. En consecuencia se “confirmaA” la sentencia dictada por el Sr.Juez a-quo a fs.sub 118/123 vta. que rechazó la defensa de prescripción opuesta por la concursada e hizo lugar parcialmente a la solicitud de verificación tardía de los créditos formulada por los acreedores”. “II- “Imponer las costas de alzada por su orden”. “III- “Diferir la regulación de honorarios hasta que se practique la de primera instancia”. II) Imponer las costas del recurso de casación por su orden. III) Diferir la regulación de honorarios hasta tanto se practique regulación en las instancias de grado. IV) Líbrese cheque a la orden del recurrente por la suma de pesos setenta y cinco ($75) con imputación a la boleta de depósito obrante a fs.1. Notifíquese. Fdo.: F d o . : Dra.Aída Kemelmajer de Carlucci, Dr.Fernando Romano y Dr.Carlos Moyano. 24 Jurisprudencia de Mendoza CONCURSOS. Verificación de crédito. Causa de la obligación. Prueba. Títulos abstractos. Pagaré. Cheque. Los plenarios Translínea y Difry consignan la siguiente doctrina judicial: “el solicitante de verificación en concurso, con fundamento en pagarés (cheque) con firma atribuida al fallido debe declarar y probar la causa, entendiéndose por tal las circunstancias determinantes del acto cambiario inmediato (libramiento), si el portador fuese su beneficiario inmediato, o las determinantes de la adquisición del título por ese portador, de no existir tal inmediatez”. Hay prácticamente unanimidad en que la solución expresada en los plenarios tuvo por finalidad “evitar la integración del pasivo con débitos que sólo son consecuencia de un concierto fraudulento con el deudor”. “Los plenarios no exigen una prueba acabada y contundente de la causa sino un relato plausible de las circunstancias en que se desarrollara la operación, y el aporte de los elementos indiciarios que sustenten la versión de los hechos”; por eso, “no corresponde agravar el criterio imperativo de la ley siendo suficiente a tal fin aportar elementos indagatorios que permitan desvirtuar la existencia de conciertos fraudulentos entre el presunto acreedor y el concursado. Imponer otro tipo de carga importaría la casi total desestimación. “La exigencia de la carga de probar la causa declarada de la presunta acreencia está subordinada a ser enfrentada por una negación razonada y sincera de la veracidad de la que hubiera declarado, pues “El concurso preventivo no tiene por objeto brindar al deudor la posibilidad de desembarazarse a su arbitrario de acreedores indeseables, sino colocar a todos en un pie de igualdad, de manera que, aventado el riesgo de fraude entre acreedor y deudor en perjuicio de los demás acreedores, debe accederse al pedido de verificación. Los esfuerzos deben ir dirigidos a que el juez concursal llegue a la verdad jurídica objetiva: quién es acreedor y quién no lo es; para eso, es necesario tener especial consideración de las circunstancias de cada caso, alejándose de las soluciones excesivamente rígidas; por el contrario, el tribunal debe valorar criteriosamente la prueba y tener especialmente en miras el sentido final de Translíneas-Drify que es, insisto, “Evitar el abultamiento ficticio de los pasivos concursales mediante el invento de pseudo acreedores a quienes se entregan títulos abstractos -y protege así a los acreedores reales- pero en modo alguno facilitar la licuación de los pasivos o la protección malentendida de un deudor, liberándole de sus obligaciones como por arte de magia”. Si el tomador indirecto de una cambial prueba la causa de la relación originaria entre el librador y el primer tomador, no hay ninguna razón jurídica para que no sea verificado, aunque no haya probado la causa de la propia Jurisprudencia de Mendoza adquisición del título ya que el interés concursal está satisfecho, de modo mucho más pleno que si sólo hubiese podido acreditar la causa de su propia tenencia. Exigir la prueba de la propia causa de adquisición en el caso del tomador indirecto es, una solución transaccional para no abandonar el concepto causal, pero lo que verdaderamente satisface el interés del resto de los acreedores del deudor común es la prueba de la relación base originaria. Suprema Corte de Justicia Expte.Nº71137 Emcomet S.A. en j 34119/31151 Bco.Central de la República Argentina en j: Encomet S.A. p/Inc. Verif.Tardía s/Cas.”. Mendoza, 15 de abril de 2002. Sala Primera L.S.307-102 CUESTIONES: 1) ¿Es procedente el recurso interpuesto? 2) En su caso, ¿qué solución corresponde? 3) Costas. A la primera cuestión la Dra.Aída Kemelmajer de Carlucci, dijo: I. Plataforma fáctica. Los hechos relevantes para la resolución de este recurso son, 25 sintéticamente, los siguientes. I. El 7/7/1999 el Bco.Central de la República Argentina, en autos Nº27671, inició incidente de verificación tardía en el concurso de Emcomet S.A. por la suma de U$S 264.000, con carácter de quirografario. Manifestó que la deuda cuya verificación pretende tiene origen en dos pagarés librados por la concursada el 1/3/1995 a favor del ex Bco.Feigin S.A. Que dichos pagarés corresponden a “operaciones de mutuo realizadas por la concursada con el ex Bco.Feigin S.A. del cual el Bco.Central de la República Argentina es cesionario”. Relató que el 12/5/1997, mediante carta documento intimó a la concursada al pago de las sumas adeudadas. Invocó como causa de la obligación el “endoso de los pagarés de la fallida realizado por el ex Bco.Feigin al Bco.Central de la República Argentina, con motivo de la asistencia financiera que éste último le prestara al Bco.Feigin antes de su baja como entidad financiera”. Dijo también que adjuntaba las solicitudes de crédito suscriptas por la concursada al ex Bco.Feigin S.A., “aunque sólo deba probar el endoso, lo que surge de los pagarés acompañados”. Insitió que “la causa del endoso es la asistencia financiera prestada por el Bco.Central al Bco.Feigin, antes de su quiebra, 26 Jurisprudencia de Mendoza hecho este último público y notorio y que surge de la misma ley de creación del Bco.Central de la República Argentina”. Acompañó como prueba fotocopia de pagaré; dos contratos de mutuo; requerimiento de pago; una carta documento con aviso de retorno. 2. La concursada Emcomet se opuso al progreso del incidente con cuatro defensas: a) falta de legitimación sustancial activa; b) falta de pago de costas de un incidente anterior; c) falta de causa y d) exceso en la tasa de interés aplicada. 3. Sólo se rindió e incorporó la prueba documental acompañada al iniciar el incidente. 4. A fs.64 vta.la Sindicatura aconsejó no verificar; sostuvo que el acreedor no había probado la causa de la obligación;subsidiariamente, entendió que los intereses pretendidos eran abusivos. 5. A fs.66/69 el juez de concurso rechazó la solicitud de verificación tardía. No hizo lugar a las defensas relativas al no pago de las costas de un incidente anterior y a la falta de legitimación, pero acogió la defensa referida a la falta de prueba de la causa de la obligación. Mencionó los plenarios “Translínea” y “Drify”. Recordó, junto a conocida doctrina, que ambos plenarios se dictaron en verificaciones tardías, es decir en procedimientos incidentales en los cuales existe la posibilidad juridica de ofrecer y producir todo tipo de prueba. Dijo que por aplicación de esa doctrina judicial, en la especie, la causa no se prueba con la documentación originaria del pretenso crédito suscripta por Emcomet y el Bco.Feigin, ya que el Bco.Central de la Rep.Argentina no actúa en nombre del Bco.Feigin sino como tercero endosatario y por derecho propio a tenor de la garantía dada por la ex entidad financiera en contraprestación a la asistencia que el Bco.Central de la República Argentina le prestara antes de su baja como entidad financiera. La causa tampoco quedó acreditada con el requerimiento de pago efectuado por el Bco.C ent r al d e l a Rep.Argentina a Emcomet pues si bien esa carta documento y el instrumento notarial podrían tener alguna virtualidad en una ejecución cambiaria, no son suficientes para los propósitos de la L.C., conforme los plenarios antes mencionados. En suma, el banco debió probar la invocada operación de asistencia financiera, pero ninguna instrumental ni actividad probatoria ha desplegado a tal fin. Así como en las verificaciones tempestivas bastaría solamente con la explicación pormenorizada de la causa, en las verificaciones tardías en la etapa incidental el insinuante debe no sólo Jurisprudencia de Mendoza explicar sino también probar la causa del crédito pretendido. 6. Apeló la acreedora, A fs.92/93 la Primera Cámara modificó la resolución y declaró verificado el crédito quirografario por la suma de $264.000, pero redujo la tasa de interés pactada al 3% mensual comprendidos los compensatorios y moratorios. Fundó la decisión en los siguientes argumentos: a) La resolución apelada es d o g m á t i c a , al ej ad a d e l a s circunstancias de la causa y de la opinión prevaleciente -salvo Maffiaen la jurisprudencia nacional de la Cámara Comercial en sus cinco salas. b) La télesis del plenario Translínea fue evitar la fabricación de créditos para inflar el pasivo en detrimento de los verdaderos acreedores, fundamento que al ser o bv i ad o d et e r m i n ó qu e s e distorsionara aquella finalidad y que l o s pl en ari os s e apl i ca r an mecánicamente a situaciones para las que no fueron concebidos. c) Nadie se sonroja cuando el fallido y la Sindicatura se abroquelan manifestando que “no se probó la causa”, sin explicar el primero por qué razón se suscribieron los títulos o por qué se opuso la caducidad de la instancia en la verificación que precedió a la presente, lo que resulta insólito si hubiese concierto 27 fraudulento; tampoco explica la existencia de colusión entre el concursado y el acreedor verificante cuando éste no tuvo relación inmediata con aquél -por ser endosatario del título- sin perjuicio de ponderar lo difícil e improbable que resulta imaginar la existencia de fraude por parte de un organismo público como es el Banco Central, endosatario en garantía de los documentos, especialmente cuando la palabra fraude, colusión o cualquier otra que se le parezca no ha sido ni tan siquiera insinuada, pues la fallida se atrinchera sosteniendo que la causa no ha sido probada pero sin dar ninguna razón sobre la firma de los títulos. d) En los poderes acompañados en autos se menciona que Finansur había sido adjudicada para intentar el cobro de los créditos cedidos por Feigin al Bco.Central en respaldo de operaciones de redescuento oportunamente concedidas conforme a lo previsto por la comunicación A-2040, lo que constituye un indicio de que, por lo menos, hablar de fraude o colusión entre la concursada y el Bco.Central no es factible: ello es suficiente para que el crédito ingrese al concurso. e) El tribunal tiene dicho que siendo la deuda en dólares, los intereses deben guardar relación con las operaciones relativas a esa divisa. 28 Jurisprudencia de Mendoza Las tasas admitidas para tales operaciones han oscilado en el 24% anual entre intereses compensatorios y punitorios en conjunto, por lo que luce excesiva una tasa superior al 3% sólo para intereses compensatorios, la que se reduce a la tasa consignada. En este aspecto, la defensa del deudor debe ser estimada. II. Los motivos de la casación deducida. La demandada denuncia errónea interpretación y aplicación de los arts.32, 56, 281 y 282 de la L.C.y 179 del C.P.C. Argumenta del siguiente modo: 1. El fallo de segunda instancia se apoya en el plenario “Translínea”; sin embargo, la interpretación de ese plenario es equivocada. El autor que mejor ha explicado este plenario es el Dr.Osvaldo Maffía quien afirma que es necesario tener en cuenta que recayó en un incidente. En el incidente de revisión, igual que en el de verificación tardía, el pretenso acreedor no se dirige al síndico para que practique las indagaciones que le competen. El procedimiento incidental comienza con una verdadera demanda judicial; por lo tanto, quien promueve incidente de revisión o de verificación tardía sobrelleva la carga de probar lo que invoca; en cambio, la solicitud tempestiva de verificación requiere satisfacer sólo las exigencias del art.33, entre ellas, la mera indicación de la causa del crédito. En la verificación tempestiva no hay un juicio entre el acreedor y el concursado; sí lo hay en la fase eventual de la revisión. El acreedor que dejó pasar el momento para pedir verificación tempestiva tiene que recurrir al incidente y deducir una verdadera demanda, sustanciada por vía incidental, con la carga de la prueba en su contra. b) En el caso, el incidente fue planteado por el Banco Central quien debió ofrecer toda la prueba agregando la documental (Art.281 del la L.C.). La interpretación del plenario “Translínea” no puede traerse a estos autos sólo con el argumento de que no se ha probado connivencia o fraude entre acreedor y concursado. La jurisprudencia mayoritaria entiende que si la prueba de la causa no se ha aportado, la verificación tardía debe ser rechazada pues la carga de la prueba es distinta en la solicitud de verificación formulada en los términos del art.33 de la ley 19551 y en la verificación tardía. c) La Cámara menciona un trabajo del Dr.Rouillon, pero ese autor en pág.204 señala como conclusión que prevalece el criterio de exigir al Jurisprudencia de Mendoza insinuante explicación del origen causal de su crédito y de aportar la prueba de la cual disponga. d) El Bco. Central tenía, pues, la obligación de probar la causa invocada (operación de asistencia financiera por la cual el ex Bco. Feigin habría dado en garantía los pagarés traídos a la causa); pero no adjuntó ninguna prueba instrumental ni realizó actividad probatoria alguna. e) El Bco.Central con toda su estructura, organización, presupuesto y burocracia estaba en perfectas condiciones para acreditar lo que expresaba, pero en actitud negligente nada hizo. f) En conclusión, fue el juez de primera instancia y no la Cámara quien se enmarcó en las disposiciones legales y en un correcto análisis del plenario “Translínea”. g) La Cámara también ha inaplicado la jurisprudencia de esta Suprema Corte que recepta la doctrina de las cargas dinámicas en la actividad prob at o ri a. Un m íni m o de colaboración con el tribunal lo obligaba a acom pañar la documentación que acreditase la operación de asistencia financiera con el banco. III. La cuestión a resolver. Dado el modo como ha sido planteado este recurso y los hechos definitivamente fijados en las 29 instancias ordinarias, la cuestión a resolver es si debe o no ser incorporado en el proceso concursal el crédito invocado por el Banco Central en el concurso de la empresa libradora de dos documentos, dándose las siguientes circunstancias: 1. El Banco Central pidió verificación afirmando que se encontraba en la tenencia de los documentos porque la primera beneficiaria de los pagarés librados por la concursada (una entidad financiera) se los había endosado “con motivo de la asistencia financiera que le prestara antes de su baja como entidad financiera”. También mencionó la causa originaria del libramiento (contrato de mutuo celebrado entre la concursada y la entidad financiera). 2. Se ha probado la causa (contrato de mutuo) por la cual la concursada entregó los documentos a la entidad financiera (luego liquidada). 3. Ha sido rechazada la excepción de falta de legitimación activa; o sea, es un hecho definitivamente resuelto que el Banco Central es tenedor legitimado de los dos documentos, por una serie sucesiva de endosos. 4. No se ha rendido prueba tendiente a acreditar “la asistencia financiera que el Banco Central 30 Jurisprudencia de Mendoza prestara a la entidad financiera” antes de la disolución. En síntesis, en autos se ha probado la causa originaria del libramiento de los pagarés ( o sea, el negocio jurídico base que unió a la concursada con el banco mutuante); en cambio, no se ha rendido prueba para acreditar la relación jurídica base que unió al acreedor verificante (Banco Central) y la entidad financiera que le endosó esos documentos (operación de garantía por adelantos). IV. La insinuación en el pasivo de los créditos instrumentados mediante títulos circulatorios. Estado de la cuestión. 1. El problema, linealmente expuesto. “Los títulos valores abstractos se caracterizan por ser “insensibles a las cuestiones causales”. Esa insensibilidad es clara cuando la contienda se plantea con un tercer portador legitimado para el cobro, pues la abstracción tiene por finalidad favorecer la circulación de esos títulos. Algunos autores y corrientes jurisprudenciales predominantes extienden esa abstracción, incluso, a las relaciones entre tenedor y primer beneficiario. La discusión en torno al acierto o error de esta última posición es ajena a este proceso (pues quien solicita verificación es un tercero), por lo que no corresponde profundizar la cuestión. La ley concursal exige al acreedor que pretende la insinuación en el pasivo que mencione la causa de su crédito (Art.32). Dado que el título circulatorio, por ser abstracto, normalmente la silencia, si el acreedor no explica la causa y el deudor la calla, o miente, “podría dejar a ciegas al síndico y a los demás solicitantes de verificación para indagar y/o cuestionar la legitimidad del crédito con sustento en vicios causales”. A esta razón juridica se suma otra sociológica no menos importante:la necesidad de evitar el abultamiento ficticio de los pasivos (Rouillon, Adolfo, La prueba de la causa en la verificación concursal de titulos valores abstractos. Censura al dogmatismo judicial y al facilismo de ciertos dictámenes de la sindicatura, LL 1999-D-199). El tema es, entonces, cómo se conjuga la abstracción de los títulos con la naturaleza causal del proceso de verificación o, como dijo el Dr.Anaya en su voto al plenario Translínea, cómo se armonizan las reglas del derecho cambiario y las del derecho concursal. 2.Los plenarios Translínea y Difry. Los plenarios mencionados en el epígrafe (Cámara Nacional de Jurisprudencia de Mendoza Comercio, Translínea, 26/12/1979, en ED 86-521, JA 1980-I-594, LL 1980A-332 y RDCO N 14-295; ídem Drify, 19/6/1980, en LL 1980-C-78, JA 1980-III-169 y ED 88-583) regularon la misma problemática, pero mientras el primero se refiere al pagaré, el segundo trata la verificación de cheques. En definitiva, la doctrina judicial es la siguiente: “El solicitante de verificación en concurso, con fundamento en pagarés (cheque) con firma atribuida al fallido debe declarar y probar la causa, entendiéndose por tal las circunstancias determinantes del acto cambiario inmediato (libramiento), si el portador fuese su beneficiario inmediato, o las determinantes de la adquisición del título por ese portador, de no existir tal inmediatez”. Lo resuelto en Translínea interesa, aunque esa doctrina judicial no es obligatoria en la Provincia de Mendoza, porque las decisiones de las instancias inferiores y los escritos de las partes lo citan en su apoyo y, aunque el plenario fue dictado durante la vigencia de la ley 19551, la sanción de la 24522 no ha producido modificación alguna, desde que la nueva legislación no cambia, en este aspecto, ni las normas ni los principios generales allí desarrollados (Conf.Vítolo, Daniel R., Comentarios a la ley de concursos y quiebras 31 Nº24522, Bs.As. Ed.Ad Hoc, 1996, pág.135; Kleidermacher, Arnoldo y Jaime, Lecciones de Derecho concursal, Bs.As., ed.Ad Hoc, 2001, pág.159). Por esta razón, no me referiré ni a la doctrina ni a la jurisprudencia anterior a los referidos plenarios. 3. Las dos situaciones p r evi stas en el p l e n a r i o . Justificación. Más allá de los problemas terminológicos generados por el vocablo “causa”- tan bien descriptos en el voto del Dr.Alberti en el plenario Translínea- (ver también la cuestión, entre otros, en Montesi, Víctor, El problema de la causa en el plenario Translínea SA v/Electrodinie SA, RDCO, vol.14-305), ambos plenarios distinguen la situación del verificante, según sea el tomador directo o indirecto del título. a) En el primer caso (tenedor directo) se exige al acreedor insinuante indicar y probar cuál ha sido el negocio jurídico por el cual el deudor concursado libró esos documentos. b) En cambio, si es tenedor indirecto, debe probar cuál es la causa por la cual ese documento llegó a sus manos (las del acreedor). 4. Una solución ecléctica. En ambos casos (tomador directo o indirecto) se descarta lo que 32 Jurisprudencia de Mendoza alguien llamó una “verificación abstracta” (Garaguso, Horacio, Verificación de créditos. Principios y régimen en la ley 24522, Bs.As., Depalma, 135), pero la diferencia radica respecto a la causa a probar en uno y otro supuesto. Como decía Quintana Ferreyra, el plenario mantiene el criterio de exigir al peticionante el onus probandi respecto de la propia adquisición del documento (Quintana Ferreyra, Concursos, Ley 19551, Bs.As., Astrea, 1985, pág.389; conf.FassiGebhart, Concursos y quiebras, 6ª ed., Bs.As., Astrea, 1997, pág.112); la diferencia radica en que, en el tenedor directo, esa causa está unida al concursado; en el indirecto, en cambio, el concursado es ajeno a ella. Adviértase que razonando de este modo, el tribunal arribó a un criterio ecléctico , como lo calificó Maffía (Maffía, Osvaldo, Verificación de créditos, 4º ed.,Bs.As. Depalma, 1999, pág.127) pues no llevó la teoría causalista a sus últimas consecuencias. Efectivamente, si lo que interesa en el concurso es tener por acreditado que el deudor se endeudó realmente para que sólo ingresen al proceso los verdaderos acreedores del deudor, en principio, a los acreedores de este deudor insolvente, poco o nada les importa por qué se obligó el endosante; les basta con que el pretenso verificante esté legitimado por una serie sucesiva de endosos. 5. Justificacion de la solución ecléctica. La diferencia en el régimen de la prueba entre los dos supuestos (tenedor directo y tenedor indirecto) se ha justificado del siguiente modo: “No puede exigirse al tomador indirecto de la cambial que acredite la causa del libramiento de la misma por parte del deudor-emisor, pues éste se encontrará únicamente en posición de indicar de manos de quién lo recibió y por qué causa o motivo llegaron a él (Compulsar Griespo, Jorge Daniel, La sentencia ejecutiva, ¿es hábil para acreditar la causa del crédito en el concurso preventivo del deudor? ED 180-139). Este acreedor verificante no ha obtenido el título del concursado sino de un obligado o tradens intermedio en la cadena circulatoria. Por eso, el verificante puede desconocer la causa por la que el concursado se obligó ; en cambio, está en condiciones de saber por qué y a quién adquirió el mismo; consecuentemente, cumple con la carga invocando esa causa, la que hace a su tenencia. Lo dice claramente Etcheverry en su voto: “Es improbable que ciertos tenedores legitimados de un pagaré conozcan las distintas causas o negocios-bases que Jurisprudencia de Mendoza dieron origen a la circulación del título que poseen; no pueden ignorar la que corresponde a la llegada del papel a sus manos, pero no es lícito exigirles que sepan las causas o negocios de toda la cadena de transmisión cambiaria”. Más aún, conforme el voto del Dr.Alberti en el plenario Translínea, exigir al llamado tenedor indirecto la prueba de la causa originaria podría llegar a ser inconstitucional, por imponer una carga no prevista en norma jurídica alguna, colocándolo, normalmente, ante una real imposibilidad probatoria. En el mismo sentido se ha dicho: “no debe exigirse al tomador indirecto de un título de crédito que acredite algo imposible” (Grispo, Jorge D., Tratado sobre la ley de concursos y quiebras, Bs.As. Ed. Ad Hoc., 1997, t.I pág.470), justamente por aplicación del inveterado principio conforme el cual “nadie está obligado a lo imposible”. 6. Finalidad esencial buscada mediante los plenarios Translínea y Drify. Hay prácticamente unanimidad en que la solución transaccional expresada en los plenarios tuvo por finalidad “evitar la integración del pasivo con débitos que sólo son consecuencia de un concierto fraudulento con el deudor” (Ver, 33 entre muchos, Roitman, Horacio y Di Tullio, J.A., Prueba de la causa de los títulos de créditos en los concursos. Evolución jurisprudencial, en Rev. de d.privado y comunitario, nº14 Prueba II, 1997, pág.231; Lorente, Javier A., Ley de Concursos y quiebras, Bs.As., ed.Gowa, 2000, pág.352; Elizalde, M.F. y Riva, J.L., Verificación de créditos; Consideraciones sobre la exigencia de la prueba de la causa, LL 1990-B-1; Racciati, H., y Romano, A., Otra vez sobre la prueba de la causa del crédito a verificar, en LL 1991-B82 Bosch, La causa del crédito del acreedor concursal y la interpretación del plenario, LL 1987-C-187; Delgado, Juan M., La causa en la verificación de créditos: Títulos de crédito, D y E Nº9 pág.115; Galindez, Oscar, Verificación de créditos, 2º ed., Bs.As:, Astrea, 1997, pág.144; Viedma, José L., Títulos de crédito y verificación, LL 1996-C-101; Figueroa Casas, Pedro, La etapa de verificación de créditos. ¿Un proceso?; La solicitud verificatoria, ¿una verdadera demanda?. En consecuencia, ¿es a cargo del acreedor insinuante la prueba de la causa?, en Derecho concursal argentino e iberoaemericano, III Congreso Argentino de Derecho concursal Bs.As, ed. Ad Hoc, 1997, t.I, pág.210; Castañón, Verificación de créditos, LL 198-A-79, y numerosas citas 34 Jurisprudencia de Mendoza jurisprudenciales mencionadas en los trabajos anteriores).Cuestión distinta es si el fin se ha alcanzado; se ha dicho que “los pícaros y deshonestos sortearon con relativa facilidad la valla que el pretorio opuso a sus intentos” (Truffat, Daniel, recordando a Maffía, en Procedimientos de admisión al pasivo concursal, Bs.As., Ad.Hoc, 2000, pág.265 nota 9). Independientemente del éxito o el fracaso de la solución, también hay acuerdo en que ningún juez que votó en esos plenarios tuvo en miras, como propósito valioso, eliminar acreedores reales o licuar injustamente el pasivo del deudor concursado. En tal sentido se ha dicho que “Sin perjuicio que los principios del régimen cartular (abstracción, necesidad, literalidad, etc.) rigen en una situación in bonis, ergo no se aplican ante una situación concursal, no es menos cierto que quien asume la calidad de librador-deudor lo hace con la intención y pleno conocimiento, y no puede gracias a la presentación en concurso pretender la licuación del pasivo, con el simple recurso de negar adeudar suma alguna” (Ver, entre muchos, Cimmelli, Juan C., Los plenarios “Translínea” y “Drify”, ¿se aplican ante la solicitud tempestiva de ingreso al pasivo concursal? JA 1998III-760). 7. La jurisprudencia posterior: Debilitamiento, ablandamiento, desacralización, flexibilización o relativización de la doctrina plenaria. A poco de andar a rodar ambos plenarios, se advirtió una aplicación deformante, que obedeció , entre otras razones, a síndicos demasiado cómodos, deudores inescrupulosos y jueces poco compenetrados con los propósitos de la doctrina judicial en cuestión. Con elegante lenguaje se ha dicho: “El transcurrir temporal y la dinámica negocial, unido al ingenio creador de los concursados, fueron demostrando la inviabilidad de posturas extremas” (Ver Paolantonio, M.E., y Moccero, E.M., Causa y verificación, LL 1991-D-507). Por esta razón, un importante grupo de autores y una fuerte tendencia jurisprudencial iniciada con los casos Mance Gruyas SRL, y especialmente LAJST -ambos de 1986- continuada firmemente en otros pronunciamientos (Véase prolija síntesis en Roitman, Horario y Di Tullio, J.A:, Prueba de la causa de los títulos de créditos en los concursos. Evolución jurisprudencial, en Rev. de D.Privado y Comunitario Nº14, Prueba II, 1997, pág.221 y ss.; Martorell, Ernesto E., Sobre la causa de los titulos ejecutivos en la verificación de créditos,Molina Sandoval Carlos, Verificación de créditos: axiología, aspectos prácticos Jurisprudencia de Mendoza y otras cuestiones en la ley 24522, en Foro de Córdoba Nº57 pág.135; Junyent Bas F. y Molina Sandoval, Verificación de créditos, fuero de atracción y otras cuestiones conexas, Santa Fe, ed.Rubinzal, 2000, pág.200; Resúmenes de estas decisiones pueden compulsarse en Bollero, García y Micelli, ley 24522, Concursos y quiebras, Santa Fe, ed.Juris, 1999, pág.149 y ss., y en Juárez, Jorge A., Verificación. Impugnación y revisión de créditos, Bs.As., ed.Ad Hoc. 1989, pág.160 y ss.) comenzó a sostener que los plenarios no exigen una prueba acabada y contundente de la causa sino un relato plausible de las circunstancias en que se desarrollara la operación, y el aporte de los elementos indiciarios que sustenten la versión de los hechos”; por eso, “no corresponde agravar el criterio imperativo de la ley siendo suficiente a tal fin aportar elementos indagatorios que permitan desvirtuar la existencia de conciertos fraudulentos entre el presunto acreedor y el concursado. Es que imponer otro tipo de carga importaría la casi total desestimación de toda insinuación fundada en títulos abstractos” (Cám.Nac.Com., Sala D, LL 1987-C-187; conf.Sala B, 22/9/1995, su remisión al dictamen del Agente fiscal y sus citas, en 35 Doc.Societaria y concursal, t.VII, Julio 1995-Mayo-1996, pág.999). En tal sentido, se ha resuelto que “la exigencia de la carga de probar la causa declarada de la presunta acreencia está subordinada a ser enfrentada por una negación razonada y sincera de la veracidad de la que hubiera declarado lo que no ocurre cuando el síndico -quien inviste calidad de funcionario del derecho- adopta la cómoda cuanto desleal posición de atrincherarse en una negación irrazonada de la ve r ac idad, sin proveer , e n corroboración de esta negativa, indicación ninguna de la actividad de los registros y de la suerte de los dineros que hipotéticamente hubiera manejado el fallido” (Cám.Nac.Com. Sala D, 14/12/1998, Caccianini, Eduardo, LL 1999-D-200). En la misma línea se ha decidido que “El concurso preventivo no tiene por objeto brindar al deudor la posibilidad de desembarazarse a su arbitrio de acreedores indeseables, sino colocar a todos en un pie de igualdad, de manera que, aventado el riesgo de fraude entre acreedor y deudor en perjuicio de los demás acreedores, debe accederse al pedido de verificación (Cám.Civ.y contencioso administrativo de Río Cuarto, 13/8/1997, La Ley Córdoba 19981008). 36 Jurisprudencia de Mendoza En definitiva, esta posición hoy francamente mayoritaria en doctrina y jurisprudencia- sostiene que los esfuerzos deben ir dirigidos a que el juez concursal llegue a la verdad jurídica objetiva: quién es acreedor y quién no lo es; para eso, es necesario tener especial consideración de las circunstancias de cada caso, alejándose de las soluciones excesivamente rígidas; por el contrario, el tribunal debe valorar criteriosamente la prueba y tener especialmente en miras el sentido final de Translíneas-Drify que es, insisto, “evitar el abultamiento ficticio de los pasivos concursales mediante el invento de pseudo acreedores a quienes se entregan títulos abstractos y - protege así a los acreedores realespero en modo alguno facilitar la licuación de los pasivos o la protección malentendida de un deudor, liberándole de sus obligaciones como por arte de magia” (Rouillon, Adolfo, La prueba de la causa en la verificación concursal de títulos valores abstractos. Censura al dogmatismo judicial y al facilismo de ciertos dictámenes de la sindicatura, LL 1999-D-204; conf.Molina Sandoval, Carlos, Verificación de créditos: axiología, aspectos prácticos y otras cuestiones en la ley 24522, en Foro de Córdoba Nº57 pág.137; Martorell, Ernesto, Concursos se acentúa la tendencia de aplicar con suma cautela la doctrina de los plenarios Translínea SA y Drify, LL 1991-A-494; Truffat, Daniel, Procedimientos de admisión al pasivo concursal, Bs.As., Ad. Hoc. 2000, pág.268, obra en la que se reproduce su trabajo Cuestionamiento inidóneo del deudor ante el pedido verificatorio basado en una cartular, LL 1992-A325; Paolantonio, M.E., y Moccero, E.M., Causa y verificación, LL 1991D-511; Escuti, I (h) y Junyent Bas F., Instituciones de Derecho concursal, Córdoba, ed.Alveroni, 1996, pág.185; Rivera, Julio C., Instituciones de Derecho concursal, Santa Fe, ed.Rubinzal, 1996, t.I pág.260; jurisprudencia citada en RiveraRoitman-Vítolo, Ley de concursos y quiebras, Santa Fe, ed.Rubinzal, 2000, t.I, pág.233 y ss.). Lo anteriormente expuesto ha llevado a decir que la doctrina judicial de ambos plenarios se ha flexibilizado, debilitado, ablandado, desacralizado, relativizado, acotado,atenúandose sus efectos, etc. (Ver, entre muchos, Varela, Fernando, Concursos y quiebras, Bs.As, ed.Errepar, 1996, pág.101). Mejor aún, podríamos afirmar con Carlos Moro: “Cuánto se ha escrito sobre el tema... Del extremo de verificar todo, se pasó al de no verificar nada, para estar encontrando, ahora, el justo Jurisprudencia de Mendoza medio aristotélico, no sin haber sufrido varios banquinazos...” (Moro, Carlos, Ley de concursos, Entre Ríos, ed.Delta, 1994, pág.173). 8. La doctrina negatoria de los plenarios. Lo expuesto en el punto anterior me parece suficiente para rechazar una posición más radical que propicia directamente abandonar los plenarios, y afirma categóricamente que “el derecho cambiario no caduca ante el concursal y por lo tanto sigue siendo francamente oponible” (por Roldán Bulnes, Facundo, Verificación con cheque o pagaré: ¿se debía probar la causa? Doc.Jud.2001-2-586). No tengo dudas que esa tesis favorecería el fraude, en tiempos que requieren darle dura batalla. V. La aplicación de estos principios al caso de autos. 1. Una situación muy especial. En estos autos, el Banco Central probó lo que según los votos vertidos en el plenario Translínea y sus posteriores comentarios doctrinales es muy difícil de probar: la causa de la relación originaria. O sea, por la especial situación, él no enfrentó la temida imposibilidad; al contrario, contó con todos esos documentos desde que la entidad financiera, primera beneficiaria, fue liquidada con posterioridad. 37 Además, está fuera de discusión que el Banco Central es un tenedor legitimado por una serie ininterrumpida de endosos. Así lo han declarado los jueces inferiores sin queja ante esta instancia. 2. El derecho a ser incorporado al pasivo. Siendo así, no hay ninguna razón jurídica para que el Banco Ce ntr al no sea ver if ic ado. Efectivamente: a) La decisión del tribunal de grado está incorporando al pasivo una obligación realmente asumida por el concursado. Consecuentemente, el interés concursal está satisfecho, de modo mucho más pleno que si el Banco Central sólo hubiese podido acreditar la causa de su propia tenencia. Exigir la prueba de la propia causa de adquisición en el caso del tomador indirecto es, insisto, una solución transaccional para no abandonar el concepto causal, pero lo que verdaderamente satisface el interés del resto de los acreedores del deudor común es la prueba de la relación base originaria, perfectamente acreditada en autos. b) No hay peligro o riesgo que se presente otro acreedor reclamando el mismo crédito pues como he dicho, ha quedado definitivamente resuelta la legitimación activa, discutida al 38 Jurisprudencia de Mendoza contestar el incidente. c) La solución contraria a la que propongo a mis colegas de Sala contradice la finalidad objetiva del plenario Translínea, desde que no existe peligro alguno de incorporación de un acreedor simulado o fraudulento con el solo propósito de “aumentar el pasivo”; la exclusión del Banco Central, en cambio, sería una manera irracional de “licuar el pasivo”, desde que está probado que la obligación originaria tiene su origen en un contrato de mutuo celebrado por la concursada con una entidad financiera que luego se liquidó. 3. Irrelevancia del resto de los argumentos. Todo lo expuesto muestra que en el caso resulta irrelevante: a) La distinción entre trámite de verificación tempestiva y tardía (Para esta cuestión, y si los plenarios citados se aplican o no al trámite de la verificación tempestiva ver Maffía, Osvaldo, Verificación de créditos, 4º ed., Bs.As., Depalma, 1999, pág.127. Puede también compulsarse, entre otros, Galíndez, Oscar, Verificación de créditos, 2º ed., Bs.As., Astrea, 1997, pág.140 y ss.; Casadio Martínez, Claudio A., Insinuación al pasivo concursal, Bs.As,. Ed.Astrea, 2001, pág.95/96 y 154), desde que las argumentaciones desarrolladas están referidas a la verificación tardía. b) Pronunciarse sobre si el caso se rige o no analógicamente por el art.50 inc.d) de la ley de entidades financieras 21526, reformada por ley 24627, y la eventual inconstitucionalidad o no de la norma que dispone que en caso de liquidación de una entidad financiera el Banco Central está eximido de cumplir con la obligación de acreditar la causa del crédito que reclama contra la entidad en liquidación, cu es tiones no som et i das a consideración de este tribunal. c) Que la prueba de la causa de la adquisición del Banco Central fuese de fácil producción, pues en definitiva produjo otra que satisfizo con mayor alcance el interés concursal. d) Que al interponer el incidente el Banco Central mencionase la causa de su tenencia desde que: -Como lo señala la Cámara de Apelaciones, sin crítica del recurrente, esa mención, unida a las constancias de l as e s c ri t u r a s p ú b l i c a s acompañadas, son indicios reveladores y eficaces de la causa de la adquisición del Banco Central, suficientes conforme la jurisprudencia interpretativa del plenario Translínea. -Es verdad que los abogados de los organismos del Estado ahorrarían mucho trabajo a los tribunales y harían correr menos Jurisprudencia de Mendoza riesgos al presupuesto nacional si dirigieran su actividad probatoria a los hechos que mencionan en sus escritos de demanda, pero en el caso, el presunto desvío profesional no afecta la posición sustancial del acreedor. VI. Conclusiones. Por todo lo expuesto, y si mi voto es compartido por mis colegas de Sala, corresponde rechazar el recurso de casación deducido. Así voto. Sobre la misma cuestión los Dres.Romano y Moyano adhieren por sus fundamentos al voto que antecede. A la segunda cuestión la Dra.Aída Kemelmajer de Carlucci, dijo: Corresponde omitir pronunciamiento sobre este punto pues ha sido planteado para el eventual caso de resolverse afirmativamente la cuestión anterior. Así voto. Sobre la misma cuestión los Dres.Romano y Moyano adhieren al voto que antecede. A la tercera cuestión la Dra.Aída Kemelmajer de Carlucci, dijo: Atento el resultado a que se arriba en el tratamiento de las cuestiones anteriores, corresponde imponer las costas de esta instancia a la parte recurrente vencida (Arts.36-I y 148 C.P.C.). 39 Así voto. Sobre la misma cuestión los Dres.Romano y Moyano adhieren al voto que antecede. Con lo que terminó el acto procediéndose a dictar la sentencia que a continuación se inserta: SENTENCIA: Mendoza, 15 de abril de 2002. Y VISTOS: Por el mérito que resulta del acuerdo precedente, la Sala I de la Excma.Suprema Corte de Justicia fallando en definitiva, RESUELVE: I. Rechazar el recurso de casación deducido a fs.7/10 por Emcomet S.A. II. Imponer las costas a cargo de la recurrente vencida (Arts.36-I y 148 del C.P.C.). III. Diferir la regulación de honorarios hasta tanto sea practicada la regulación en las instancias de grado (resolución fs. sub 92/93 del expediente principal). IV. Dar a la suma de pesos setenta y cinco ($75), de la que da cuenta la boleta de depósito obrante a fs.12, el destino previsto por el art.47 inc.IV del C.P.C. Notifíquese. Ofíciese. Fdo.: Aída Kemelmajer de Carlucci, Dr.Fernando Romano y Dr.Carlos Moyano. 40 Jurisprudencia de Mendoza DAÑOS Y PERJUICIOS. Daños con y por las cosas. Incendio. Las dos categorías reguladas en el art.1113 (daños con las cosas y daños por las cosas) exigen que la cosa haya tenido una intervención activa o causal, que de algún modo haya escapado al control o sujeción del guardián; en otros términos, la cosa no debe haber sido un instrumento dócil, que responda exactamente a lo querido por quien la maneja; ello es así, no sólo porque en el caso contrario el art.1109 -norma básica del Codigo Civil Argentino- habría quedado privado prácticamente de contenido, sino porque de no ser así, la presunción legal en contra del dueño o guardián (sea de culpabilidad -daño con la cosa- sea de responsabilidad -daño por el riesgo o vicio de la cosa-), llegaría a extremos absurdos. Ante un campo en llamas, no se está frente a un supuesto de cosa inerte; el riesgo resulta del hecho de la cosa (campo con fuego). En consecuencia, sus dueños o guardianes no pueden, en los términos del art.1113, eludir su responsabilidad por los daños ocasionados a menos que prueben la culpa de la víctima, de un tercero por quien no deben responder, o el caso fortuito. Por eso, si el incendio se originó en el campo de los demandados y propagó sus efectos al campo de los actores, cabe aplicar el art.1113 párrafo 2, segunda parte del Cód.Civil y los demandados no se exoneran probando su falta de culpa sino con la acreditación de la fractura del nexo causal a través de las eximentes enumeradas. Es que“un incendio es una cosa en ignición que propaga el fuego a otras por lo que el daño resultante debe resultar un hecho de la cosa cuando aquél es anónimo y atribuible a la predisposición de los materiales existentes que por algún factor desconocido han entrado en ignición. Por el contrario, si estuviere identificado el origen del incendio de manera de poder atribuirle el acto a una persona determinada, sería un hecho del hombre que comprometería al agente y autor del hecho. El incendio no es una cosa propiamente dicha pero hay algo que se incendia y que provoca un daño, por lo que cabe hablar de responsabilidad a causa de la cosa. Ello así, pues cuando una cosa arde, escapa activamente al dominio material de su guardián, lo mismo que cuando cae por efecto de la gravedad o cuando prosigue su camino por efecto de la velocidad adquirida, o cuando estalla a consecuencia de la dilatación de los gases. El incendio no debe considerarse como caso fortuito, aunque puede configurarlo en situaciones especiales. Normalmente deriva de hechos que se pueden prever y evitar asumiendo las diligencias necesarias; no faltan casos en que son directamente el resultado de la desidia, la ignorancia o la carencia de medios económicos. Por lo que como regla, la causa ignorada no libera al dueño o guardián. Jurisprudencia de Mendoza Suprema Corte de Justicia Expte.Nº71543 Fernández Paulino en j 4328/61932 Fernández, Paulino c/Adolfo Campos p/Sum. p/D. y P. s/Inc. Mendoza, 8 de mayo de 2002. Sala Primera L.S.308-60 CUESTIONES: 1) ¿Es procedente el recurso interpuesto? 2) En su caso, ¿qué solución corresponde? 3) Costas. A la primera cuestión la Dra.Aída Kemelmajer de Carlucci, dijo: I. Plataforma fáctica. Los hechos relevantes para la resolución de este recurso son, sintéticamente, los siguientes: 1. El 16/9/1997 el Dr. Paulino Fernández inició demanda por daños y perjuicios contra el Sr.Adolfo Campos por la suma de $646, con más lo que se determine en concepto de lucro cesante. Relató tener un contrato con el Sr.Rafael Horacio Rodríguez de Mesa por el que explota una finca ubicada en San Rafael donde posee plantaciones de damascos, ciruelas y duraznos; que esa propiedad colinda con la del demandado Adolfo Campos; que el 17/9/1995, aproximadamente a las 17 hs., en la 41 finca del Sr.Campos se produjo un incendio que se extendió a su finca; que los camellones de su finca se encontraban limpios; no obstante, los frutales que se encuentran en el costado oeste de la propiedad fueron afectados por el fuego y el calor del incendio. El incendio fue provocado por el Sr.Campos, quien en forma desaprensiva, encendió fuego en su propiedad, y luego de esto, y sin el menor cuidado, la abandonó, pretendiendo luego justificar que el incendio se había iniciado por deficiencias en la línea de electricidad que pasa por su propiedad. Reclamó que el demandado le repusiera 446 plantas entre durazneros, ciruelos y damascos ($446); dijo también que había perdido la cosecha de 817 plantas, lo que significa un gasto anual de aproximadamente $200 en remedios para la cura de los frutales afectados. Identificó también el lucro cesante estimando la pérdida por cinco años en las plantas cuyas cantidades precisó. 2. El demandado se opuso al progreso de la acción:Reconoció que el 17/9/1995 se produjo un incendio en su propiedad pero negó que ese incendio se hubiese producido por su culpa; dijo que ese día el Dpto. de San Rafael sufrió los embates de una especie de ciclón acompañado por un sistema de baja presión que provocó 42 Jurisprudencia de Mendoza la presencia de ráfagas de viento de más de 200 kms. por hora; que al oeste de su propiedad se encuentra el transformador de energía eléctrica del que se desprende una línea eléctrica que también alimenta la propiedad del actor; que el viento produjo un bamboleo de los cables colgantes; que dichos cables tomaron contacto entre sí originando un corto circuito y desprendimiento de aislantes y material incandescente en el transformador, que al caer tomaron contacto con las chepicas naturales existentes en los bordos de las acequias e hijuelas; el viento, ayudado por la sequedad del ambiente, invadió su propia finca, incendiándole la viña que tuvo que arrancar y desmantelar; que lo que antes fue una viña floreciente hoy es un páramo con vestigios aún del siniestro; que el cuerpo de bomberos acudió al lugar para tratar de apagar y controlar el siniestro; que esa autoridad elaboró un informe donde determina las causas del incendio; que ese día, los bomberos tuvieron 14 salidas por denuncias o llamadas de incendio y que los camiones tanque de la municipalidad se vieron desbordados por el trabajo; que la policía archivó el informe, porque consideró que el siniestro fue accidental; relató que entre la viña quemada de su propiedad y la línea divisoria con la finca del actor existe un espacio del terreno en blanco de aproximadamente 10 has. En suma, sostuvo que el daño se había producido por caso fortuito o fuerza m a yo r y q u e s u p o s i b l e responsabilidad quedaba eximida en función de los arts.513 y 514 del Cód.Civil. 3. Se rindió la siguiente prueba: a) Informativa: -Del Destacamento de Bomberos (fs.40 y vta.) -De la Policía de Mendoza, Seccional 8º (fs.45 y vta.). -De Energía Mendoza (fs.60). Informa que al día siguiente del incendio se atendieron más de 40 reclamos; que el Sr.Campos reclamó falta de energía concurriendo al lugar personal de la guardia encontrando dos fusibles quemados en el arranque. -De Agroquímicos El Diamante (fs.70); de Agronomía San Rafael (fs.71); Salvador Sibiglia (fs.72); Establecimiento Frutícola Samos (fs.73); del Servicio Metereológico Nacional (fs.116/117); Emprendimientos Rurales Luz y Fuerza S.A. (fs.130). b) Inspección ocular (61 y vta.) realizada el 11/5/1998. c) Testimonial de los Sres. -Gianfranco Lucchini (fs.52 y vta.); Mario Luis Farina (fs.58/59 vta.); Esc.Cirio Sat (fs.79); Melitón Jurisprudencia de Mendoza Mateo Barroso (fs.62/63); Domingo Mir (fs.64 y vta); Pedro Macheroni (fs.80). -Horacio Rodriguez de Mesa (fs.95 y vta.): es el propietario del inmueble trabajado por Paulino Fernández; declara haber celebrado con el actor un contrato de explotación agropecuaria por cinco años renovables; Fernández debe realizar todos los trabajos y devolver la finca en las condiciones que la recibió liquidándole el 20% del producido lìquido, quien también debe pagar el impuesto inmobiliario y otros créditos fiscales; afirma que la finca se encontraba trabajada y se siguió trabajando en la medida que se podía, debido a las caidas de granizo en varias oportunidades. -Arnaldo Barrera (fs.58 vta./59): trabaja para Paulino Fernández desde hace 21 años; en esa finca se han realizado canales de desagüe para recibir y drenar el agua cuando sube la capa freática; el fuego nació en el terreno del Sr.Campos, pero que él no lo vio prender el fuego; el día del incendio era domingo; corría un viento de regular para arriba; el fuego comenzó en el inmueble del Sr.Campos del lado de la casa; en esa zona, por arriba pasan cables de la luz, a unos metros; no vio que el día del incendio en los cables se produjeran algunos chispazos o precipitación de 43 material incandescente; ese día, en ningún momento se quedó sin corriente; trató de cortar el fuego para que no se le quemaran los tambores de gasoil que tenía; lo hizo con tractor y rastra; en la finca del Sr.Fernández no había malezas; en la de Campos existían malezas, chepica y toda clase de yuyos y en una extensión de 10 has; esas malezas se encontraban secas y son colindantes con la finca de Fernández; la viña de Campos estaba abandonada al momento del incendio; se quemaron postes del alambrado provisorio en las propiedades del actor y del demandado; en varias oprotunidades se le llamó la atención al Sr.Campos por la existencia habitual de esas maleza secas; un camión tanque municipal vino a ayudar a apagar el incendio. -Nélida Esther Vázquez (fs.77/78); Paulino Fernández es patrón de su esposo; el fuego venía llegando a la finca de Paulino Fernández; aunque su marido puso el pozo en marcha, fue inútil porque no pudo salvar nada; corría viento pero no muy fuerte; en la finca del Sr.Campos había bastante yuyo, todo seco; su esposo le había advertido a Campos el peligro que significaban las malezas; cuando quema los yuyos, Campos siempre está allí, pero justamente ese día no estaba; su esposo hizo un contrafuego con el 44 Jurisprudencia de Mendoza tractor de Fernández pero fue inútil; lo hizo para salvar unos tambores de gasoil que habían a la orilla de la casa; la viña del Sr.Campos estaba abandonada; se incendiaron una cantidad de frutales pero no sabe determinarla con exactitud; la luz no se cortó en ningún momento. 4. A fs.154/157 la juez de primera instancia rechazó la demanda. 5. Apeló la actora. A fs.177/182 la Segunda Cámara de Apelaciones confirmó la sentencia con estos argumentos: a) El art.1113 del Código Civil regula los llamados daños causados con las cosas y por el vicio o riesgo de la cosa. En los daños causados con las cosas el responsable puede liberarse acreditando su ausencia de culpa; la prueba no tiene limitación alguna, siendo posible incluso la prueba de presunciones. Tratándose de daños causados con las cosas se produce una inversión de la carga de la prueba de la culpa, pues se presume la culpa del dueño o guardián tocándole al presunto responsable comprobar su justificación. Para que rija el art.1113, no basta que la cosa haya intervenido en la producción de un daño sino que éste debe haber sido causado por ella y no haber sido un mero instrumento que responde exactamente a la voluntad de la gente. Es decir, se requiere que la cosa se haya sujetado a factores que se agregan a a fuerza originaria y propia del hombre y que en alguna manera la independizan del control del guardián. El art.1113 se aplica aunque la cosa esté accionada por la mano del hombre sin que sea necesario que tenga un vicio, pero se requiere que haya intervenido activamente en la causación del daño. En los daños causados con las cosas, el fundamento último de la responsabilidad del dueño o guardián reside en la culpa pues el sindicado como responsable se libera si acredita la inexistencia del factor subjetivo de imputación. El art.1113 no menciona el caso fortuito como causa de exención, pero no cabe duda que es una causa de exclusión pues en ese supuesto falta el nexo causal entre la cosa y el daño. El caso fortuito exige extraneidad, o sea, debe estar fuera de ella: por eso, por ejemplo, no son fortuitos los incendios que encuentran causa en defectos de instalación,cables en mal estado o combustión del material acumulado. El casus libera al imputado porque el autor es otro, siempre que el hecho sea imprevisible, inevitable, extraordinario, ajeno al presunto responsable y exterior al riesgo o vicio de la cosa. En los casos de Jurisprudencia de Mendoza responsabilidad subjetiva basta la prueba de la falta de culpa; cuando la responsabilidad civil es objetiva, hay que probar el caso, o sea, que no existe causalidad adecuada por darse un factor extraño. b) En el caso, la prueba muestra lo siguiente: -El cuerpo de bomberos de San Rafael informa a fs.40 que esa delegación intervino en cuatro incendios, uno de los cuales es el hecho que se ventila en esta causa. Al enumerar la causa dice “accidental previsible, debido a la precipitación de material incandescente producto del contacto de dos conductores eléctricos en razón del viento allí reinante”. -A fs.60 EMSE informa que el 17/9/1995 se presentó en la zona de Cañada Seca clima ventoso y muy malo lo que ocasionó averías en nuestras líneas de transmisión de energía eléctrica; que por esa razón se atendieron más de 40 reclamos y que el Sr.Adolfo Campos reclamó falta de energía eléctrica, concurriendo al lugar personal de guardia encontrando dos fusibles quemados en el arranque que alimenta la subestación de ese cliente.-A fs.111/117 el Servicio Metereológico Nacional de la Fuerza Aérea Argentina informó que se registró alta temperatura con vientos de hasta 73 kms.por hora, escasa 45 visibilidad, baja presión, baja humedad. Todo lo expuesto lleva a la conclusión de que asiste razón a la juez de primera instancia cuando afirma que si bien los fenómenos acaecidos el 17/9/1995 no llegan a revestir la magnitud con la que se caracteriza el hecho fortuito, deben ser analizados a los fines de demostrar si existió o no culpa por parte del demandado pues el informe del cuerpo de bomberos constató la presencia de material incandescente producto del contacto de materiales eléctricos en razón del viento reinante; si a ello se agrega lo informado por E M S E y p o r el S e r v i c i o Metereológico se llega a la conclusión de que no hay daño causado con la cosa del Sr.Campos, siendo ella un mero instrumento que ha intervenido en la causación del daño, aún cuando hubiese malezas y pastizales secos, porque no es potencialmente capaz de producir daño por sí misma: no podría encenderse por sí misma. El fuego no se produce solo; requiere que algo lo produzca o que alguien lo encienda; en el sublite el fuego se produjo por la precipitación de material incandescente producto del contacto de dos conductores eléctricos en razón del viento. No se ha probado que el fuego fuera encendido por el demandado ni por sus dependientes. 46 Jurisprudencia de Mendoza Toda la prueba reunida tiene fuerza de convicción suficiente para afirmar que no existe culpa del demandado; a mayor abundamiento, se encuentra roto el nexo adecuado de causalidad entre la finca de propiedad del accionado, con todos los pastizales y malezas y el hecho del fuego. II. Los motivos del Recurso de Inconstitucionalidad deducido. El recurrente denuncia el vicio de arbitrariedad. Argumenta del siguiente modo: 1. La sentencia rechaza la demanda afirmando que no ha quedado acreditado la culpa en el incendio, entendiendo que existieron otros agentes que determinaron el hecho dañoso (caída de material incandescente) y que no resulta atribuible en grado de culpa al Sr.Campos. Sostiene que no es de aplicación el art.1113 desde que no hay daño causado con la cosa de propiedad del Sr.Campos, siendo ella un mero instrumento que ha intervenido en la causación del daño, aún cuando hubiese malezas y pastizales secos, porque no es potencialmente capaz de producir daño por sí mismo; no podría encenderse por sí mismo. El argumento es erróneo. Como sostiene la doctrina, no interesa cómo es la cosa sino cómo se produjo el daño; qué fue lo que lo causó; cuando el daño es causado con la cosa sólo existe una presunción de culpa que admite la prueba de que “de su parte no hubo culpa”, lo que evidencia que en este caso lo principal es el obrar humano y que las cosas desempeñan un papel instrumental. Consecuentemente, en los daños causados con las cosas, éstas representan un papel instrumental o de meros instrumentos del actuar humano, y por ello el fundamento subjetivo de la responsabilidad no resulta derogado. En el caso que nos ocupa, el inmueble o el campo no son riesgosos per se, pero debido a la falta de acatamiento de las disposiciones legales y al cuidado necesario (campo abandonado y lleno de malezas y viña seca), se causa un daño. En estos supuestos el dueño o guardián debe responder aunque el origen del daño haya quedado ignorado si no acredita haberse conducido como un buen padre de familia. En el sublite se probó que el día del incendio, Fernández tenía los camellones de su finca limpios, y no obstante ello los palos de la línea divisoria y los frutales que se encontraban en el costado de su propiedad fueron afectados por el fuego y el calor del incendio. También se probó que en la propiedad del demandado existía un matorral impresionante, todo seco, que es Jurisprudencia de Mendoza justamente lo que se prendió fuego, y que el incendio se propagó debido a la cantidad de esas malezas secas existentes en la propiedad del Sr.Campos Igualmente, ha quedado acreditado que Campos había sido advertido del peligro que significaban la existencia de tales malezas secas. 2. Aún en la hipótesis que el incendio se hubiese producido por la caída de material incandescente producto del contacto de dos conductores eléctricos en razón del viento según informe del cuerpo de bomberos de fs.40 vta., si la finca de Campos no se hubiese encontrado en estado de abandono, como lo señala el mismo informe, ni los matorrales y la viña hubiesen estado secos, el incendio no se hubiese propagado a lo largo de casi 1000 mts que existen entre el supuesto lugar donde habría caído el supuesto material hasta el límite con la propiedad explotada por el actor. 3. El cuerpo de bomberos establece la causa del incendio como “accidental previsible”; ello es lógico porque en la zona estamos acostumbrados al viento zonda y sus consecuencias, entre ellos los incendios. Si Campos hubiese tomado la precaución de desmalezar su finca, el incendio jamás se hubiese propagado a la propiedad del actor. 4. En ningún momento el 47 demandado ha acreditado que de su parte no hubo culpa; por el contrario, no obró con la diligencia necesaria para evitar el hecho dañoso. Tampoco acreditó que la culpa fuese del actor, o de un tercero; por el contrario su responsabilidad emana del incumplimiento del art.6 de la ley 6099 al no haber realizado las picadas de contrafuego exigidas (ver testimonial de Barrera de fs.59 y de Vázquez de fs.77). 5. En suma, si bien el fuego pudo haber sido producto de un hecho ajeno al demandado, la propagación se debió a la omisión de cuidado y las malezas y viñas secas constituyeron el presupuesto de causalidad adecuada entre el campo, las malezas y viña seca y el daño. 6. Es verdad que la ley 6099 no fue invocada; sin embargo las omisiones o el error en el que incurren las partes en la invocación de la ley pueden ser suplidas por el juez. El art.6 de la ley 6099 dice: “Las picadas deberán ser abiertas y/o conservadas por el propietario, arrendatario, aparcero, usufructuario y ocupante a cualquier título... Se presume la responsabilidad civil de las personas mencionadas en este artículo que omitan abrir y/o conservar picadas que afecten sus predios”. En el caso, el demandado violó expresas normas legales; la inspección judicial 48 Jurisprudencia de Mendoza realizada constató que al oeste del alambrado que divide la propiedad del demandado y la del actor hay un campo inculto con matorrales de yuyos, restos de viña abandonada, sin rastros de tareas culturales. 7. En conclusión, los considerandos de la Excma.Segunda Cámara de Apelaciones son totalmente absurdos e ilógicos; se encuentran en abierta contradicción con las constancias de la causa y con expresas disposiciones vigentes, tanto del Código Civil como de la ley 6099. III. Algunas reglas liminares que dominan el recurso de inconstitucionalidad en la Provincia de Mendoza. Esta Sala tiene dicho que la arbitrariedad fáctica es canalizable a través del recurso de Inconstitucionalidad, pero con el mismo criterio rector de la Corte Federal, interpreta restrictivamente las causales en razón de la excepcionalidad del remedio extraordinario y lo dispuesto por el art.145 del CPC. Lo contrario significaría hacer de ésta una tercera instancia ordinaria contraviniendo todo el sistema constitucional recursivo. Por eso, el rechazo del recurso por este Tribunal no significa necesariamente que comparta la solución del fallo, sino tan sólo que está impedido de conocerlo, por resultar irrevisable si no se acredita el vicio de manifiesta arbitrariedad. Parafraseando un voto de los Dres.Petracchi y Caballero podría decirse que de la calidad de Suprema que inviste la Corte Provincial no cabe deducir que posea una jurisdicción omnicomprensiva, que le permita avocarse al conocimiento de cualquier causa cuya solución no comparta. De adoptarse tal temperamento, se establecería que la Suprema Corte de la Provincia es la depositaria original de todo el Poder Judicial de la Provincia y que todos los demás órganos judiciales lo ejercen por una suerte de delegación, idea errónea a la luz de los principios constitucionales (Ver voto en sentencia del 11/9/1984, Hilaria Pascual c/Blubana S.A. ED 111-512) Por estos principios, el recurso no puede prosperar si la sentencia, no obstante algún argumento erróneo, se sostiene en otros razonables que no han sido suficientemente impugnados por el recurrente. En otros términos,la procedencia formal del recurso extraordinario exige atacar todos y cada uno de los argumentos decisivos en los que se funda la sentencia recurrida, pues el hecho de que exista algún razonamiento jurídicamente equivocado no lleva inexorablemente a que la sentencia deba ser anulada, si ésta se funda en otros razonables que Jurisprudencia de Mendoza se mantienen en pie por no existir agravios o queja contra ellos (Ver LA 90-472; LA 120-363; LS 240-215; LS276-86; L.S.276-96; LS 271-239; LS 270-277). IV. Primera cuestión preliminar. 1. Los hechos invocados. La traba de la litis. Como lo he relatado, actor y demandado, a través de demanda y contestación, se ubicaron en la siguiente posición fáctica:a) Ambos reconocieron que el l7//9/1995 se produjo un incendio que desde el inmueble rural del demandado (Campos) se extendió al que el actor cultiva a través de un contrato de medianería. b) Fernández (el actor) sostuvo que el incendio tuvo origen en un acto personal del demandado quien en forma desaprensiva encendió fuego y luego abandonó el inmueble. Esta fue la única causa denunciada en el escrito de demanda. No existe a fs.7/10 la menor referencia a la situación del inmueble. Tampoco mencionó el derecho aplicable, incumpliendo con el art.165 inc.6 del C.P.C. c) Campos (el demandado) negó haber encendido fuego aquel día; dijo que el incendio tuvo su origen en desprendimientos de material incandescente de un transformador de la luz (cosa de un tercero) que produjo 49 una especie de corto cirucito, que entró en contacto con chepica natural existente en los bordos de acequias e hijuelas, y ayudado por el fuerte viento existente se trasladó a la finca cultivada por el actor. 2. Los hechos tenidos por probados según los jueces de grado. Carencia de arbitrariedad en su valoración. a) Las sentencias de grado han concluído que: -No existe prueba de que el demandado prendiera fuego en su inmueble. -El fuego tuvo su origen en un corto circuito del transformador eléctrico y desde allí se propagó a la finca del vecino, por efecto de un fuerte viento zonda (fenómeno climático que se reconoce no imprevisible en la zona). b) La aplicación de las reglas procesales que presiden el recurso de Inconstitucionalidad imponen concluir que nada hay en ambas sentencias que resulte arbitrario respecto de esta cuestión. En efecto, los tribunales de grado han estimado que la prueba informativa rendida (Cuerpo de bomberos, EMSE y Servicio Meteorológico), interpretada en su conjunto, permite concluir que el origen del incendio fue el invocado por el demandado. Por el otro lado,señalo que la afirmación de la 50 Jurisprudencia de Mendoza actora contenida en la demanda (Campos prendió fuego y luego abandonó desaprensivamente el inmueble) está sumida en la más absoluta orfandad probatoria; más aún,testigos ofrecidos por el actor reconocieron que ese día, que era domingo, ni siquiera lo vieron en el inmueble. V. Segunda cuestión preliminar. Daños causados con y por las cosas. Introducción del tema en la litis. Con lo dicho, podría haber concluído el tratamiento de este recurso extraordinario. Sucede, sin embargo, que los jueces de grado se introdujeron en la cuestión de la aplicación del art.1113 del Código Civil, norma que el actor incorporó, casi al pasar, en su alegato de fs.144, La queja en el recurso de Inconstitucionaldad versa, justamente, sobre la interpretación y alcances de ese texto legal aplicado a los hechos de la causa. Dado que esas piezas procesales (Sentencias y recurso extraordinario) giran en torno a esta cuestión normativa y su aplicación a los hechos probados, estoy obligada a hacer algunas precisiones. 2. Daños con y por las cosas. Intervención activa. He adherido, antes de ahora, a la tesis conforme la cual las dos categorias reguladas en el art.1113 (Daños con las cosas y daños por las cosas) exigen que la cosa haya tenido una intervención activa o causal, que de algún modo haya escapado al control o sujeción del guardián; en otros términos, la cosa no debe haber sido un instrumento dócil, que responda exactamente a lo querido por quien la maneja ello es así, no sólo porque en el caso contrario el art.1109 -norma básica del Código Civil Argentino: habría quedado privado prácticamente de contenido, sino porque de no ser así, la presunción legal en contra del dueño o guardián (sea de culpabilidad -daño con la cosa- sea de responsabilidad -daño por el riesgo o vicio de la cosa-), llegaría a extremos absurdos; por ej., la ley presumiría culpable del daño causado al médico propietario de un bisturí, sin vicio alguno,que se lo prestó a un colega que practicó una operación que causó daños al paciente (Me remito a lo expuesto en mi comentario al art.1113, Código Civil y leyes complementarias comentado, anotado y concordado, Bs.As., Astrea, 1984, t.5, págs.448 y ss.). En consecuencia, la contradicción que el recurrente señala entre la cita que la sentencia recurrida hace de mi opinión y la de distinguidos autores argentinos carece de sustento. Jurisprudencia de Mendoza VI. Las cosas incendiadas. Su encuadre en el art.1113 del Código Civil. 1. Los antecedentes franceses. La idea de que los daños causados por cosas incendiadas encuadran en los supuestos de daños causados por las cosas no es nueva. En el antiguo derecho francés la víctima del daño causado por el incendio de un edificio estaba sustraída al derecho común, lo mismo que la afectada por la ruina de una construcción, con la cual se facilitaba su acción pues no estaba obligada a probar la culpa (Mazeaud-Tunc, Tratado teórico y práctico de la responsabilidad civil delictual y contractual, Bs.As., ed.Ejea, 1961, t.2I, Nº1329. Un estudio pormenorizado de la jurisprudencia francesa se encuentra en Esmein, Paul, Responsabilité du fait des choses inanimées, en Rev.Critique de Législation et de la Jurisprudence, t.LXIV, p.205). Esta excepción doctrinal y jurisprudencial no pasó expresamente al Código Civil francés, pero a partir de 1920, los tribunales franceses admitieron que el caso encuadraba en el art.1384 del Código de ese país (equivalente a nuestro artículo 1113). Sin embargo, debido a la fuerte presión ejercida por las compañías aseguradoras, el 7 de 51 noviembre de 1922 se promulgó una ley que agregó al art.1384 dos nuevos párrafos por los cuales el propietario o guardián de un inmueble donde se ha originado un incendio no responde ante terceros, salvo que se le pueda atribuir culpa propia o de las personas por las cuales es responsable, aclarándose que la disposición no rige las relaciones entre propietarios e inquilinos. La casi totalidad de la doctrina ha censurado esta modificación legal que perjudica la situación de la víctima (MazeaudTunc, ob.cit. 2-I, n.1334; Ripert, La régle morale dans les obligations civiles, nº 124), pero el texto se mantiene hasta hoy, siendo objeto de aplicación por la Corte de Casación (Ver, por ej., decisión del 24/6/1999, La semaine juridique, 2001, pág.489 nºII-10493,con nota aprobatoria de Marechal, Jean Yves, Communication d’incendie:domaine d’application de l’article 1384, alinéa 2. Du Code Civil. De lege ferenda, el autor sostiene la derogación de la norma, pero de lege lata considera correcta la solución) 2. El derecho español. El Código Civil español carece de una norma similar al art.1113 argentino. Tampoco prevé la excepción francesa, no debe extrañar, entonces, que la jurisprudencia hispana se muestra vacilante; en un 52 Jurisprudencia de Mendoza tiempo, predominó la idea que “si el incendio tuvo su origen en el interior de la casa debe presumirse que su causa está ligada al comportamiento de quienes tenían sobre ella el poder de disposición, sujeción y vigilancia que conlleva correlativas obligaciones para evitar daños a terceros, si no aparece una causa exterior distinta”; sin embargo, decisiones del Supremo Tribunal de Justicia más recientes (30/10/1992; 6/5/1994; 3/5/1995; 8/10/1996) parece inclinarse por la tesis contraria,cual es que “quien pretende ser indemnizado debe probar la culpa del guardián de la cosa desde la que el fuego se propagó” (Estos antecedentes se reseñan con precisión en la decisión de la Audiencia Provincial de La Coruña, 13/9/1997, Rev.General del Derecho, nº639, Dic.1997, pág.15.341). En este sentido, se ha resuelto que “no cuestionado que el origen del siniestro fue un cortocircuito en el transformador de corriente utilizado por el demandado, sin que conste, sin embargo,el mal uso o la defectuosa conservación de dicho transformador, no puede afirmarse que el siniestro se debió a la actuación u omisión del demandado. A falta de esa prueba, la demanda debe ser rechazada (Audiencia Provincial de Logroño, 15/4/1999, Rev.General del Derecho nº663, Dic.1999, pág.15758). La jurisprudencia de corte subjetivista también afirma que en cualquier finca rústica de comarcas calurosas en época estival es posible y hasta probable que se originen incendios siempre que haya una causa desencadenante debido a la sequedad ambiente que facilita la ignición de matorrales, rastrojos o plantas, pero siempre que se provoque intencionadamente por negligencia de una persona, es ésta, como causa eficiente, la que debe responder de los daños. Así, el propietario de un bosque de pinos no responde en ningún caso del incendio provocado por personas que encienden fuego en la pinada y se propaga a otras fincas. Sin embargo, admite atribuir negligencia al propietario de una finca descuidada en su mantenimiento si de las pertinentes averiguaciones se llegara a la conclusión que se prendió fuego sin la intervención de personas extrañas (Audiencia Provincial de Valencia, 24/9/1992 Rev.General del Derecho nº583, Abril 1993, pág.3919). Algunas sentencias -insistoadmiten que la culpa puede derivarse de ciertos hechos. Así por ej., se ha dicho que “No se reputa tomada la diligencia debida en quien deja crecer matorrales y arbustos en un terreno, sin limpiarlo, permitiendo así que se pudiese producir un incendio de Jurisprudencia de Mendoza considerables dimensiones al no poder ser sofocado con facilidad” (Audiencia Provincial de Sevilla, 2/11/1994, Rev.General del Derecho nº612, Set.1995, pág.11040). Por otro lado, aún en los supuestos de responsabilidad objetiva, se afirma que “demostrada la incidencia irresistible de un fuego, dado el empleo de medios de prevención muy superiores a los adoptados ordinariamente, debe ser aceptada la concurrencia de fuerza mayor” (Tribunal Supremo de España, 28/10/1998, Rev.General del Derecho n.663, Dic.1999, pág.14458; en el caso, un incendio producido en una explotación minera). 3. El derecho italiano. En general, la jurisprudencia italiana ubica el daño causado por los incendios en la responsabilidad objetiva del guardián del art.2051 del CC (Ver Cassazione civile sez III, 18/6/1999, en Danno e Responsabilitá, 2000 pág. G-41, con nota de Laghezza, Paolo, Incendio, proprietá limitrofe e lógica economica del risarcimento). 4. La cuestión en la jurisprudencia argentina. a) Antes de la sanción de la ley 17711. En nuestro país, la jurisprudencia mayoritaria anterior a la ley 17711 aplicó el art.1133 a los 53 daños producidos por cosas incendiadas (CNCiv.Sala A, 14/10/64, ED 19-643; ídem Sala B, 13/7/62, ED 5/725 ídem 28/12/51, LL 65-422; ídem. Sala C, 7/9/67, LL 129-977, 16..322-S; idem 6/10/64, LL 117-754; ídem. 4/4/69, LL 136-1073, 22.175-S: ídem Sala D, 5/6/62, JA 1962-VI-180 y LL 109-598; ídem 18/7/60, LL 100247; Cám.Fed.Cap. 23/11/50, LL 6268; Cám.Apel.Rosario, Sala III, 23/5/63, Rep.LL XXV-435, sum.299; ST Chubut, 23/2/68, Rep.LL, XXIX645, sum.547; C.1º Civ. y Com.Tuc. 29/2/67, LL 131-1118, 17782-S; CNCom., Sala B 3/5/67, LL 127-45); aunque no faltaron decisiones que fundaron la condena en una culpa probada del guardián, que no asumió las diligencias que el caso requería, o en la circunstancia de advertirse vicios en la cosa productora del incendio (CNCiv.Sala C, 6/10/64, LL117-754; CNCom.Sala B, 3/5/67, LL.127-45). Así por ej.,se condenó a los expendedores de nafta por el incendio producido por el líquido inflamable (Cám.Civ. 2º Cap. 8/3/39, LL 13677), a quienes tenían bajo su guarda depósitos con materiales (C.1ºCiv. y Com. B.Blanca, 2/10/56, DJBA, 51267; CNPaz, sala I, 6/3/56, ed 19657, sum.82; La Pampa, 12/5/64, Rep.II XXV-435, sum.298), al farmacéutico que omitió cerrar la boca del incinerador (CNCiv., Sala F, 54 Jurisprudencia de Mendoza 16/11/67,LL 130-720, 17138-S) por no haber asumido diligencias tales como tener sereno, estar provisto de m a t a f u e g o s , et c. sól o una jurisprudencia minoritaria consideró no aplicable el art.1133, con argumentos hoy superados en razón del nuevo texto legal (aplicaban exclusivamente el art.1109 los siguientes fallos: CNFed.Sala Civ.y Com. 11/12/63, LL 115-183 -en disidencia doctor Ortiz Basualdo-; S.T.Entre Ríos, 28/12/44, Dig.LL III1083, sum.2676; C.3ª Civ.y Com.Cba, 29/6/56, Digesto LL III-1083, sum.2677). En cuanto a los incendios producidos por el ferrocarril, la jurisprudencia consagró en los hechos una responsabilidad prácticamente objetiva. En tal sentido se resolvió reiteradamente que si el incendio se había producido después de pasar el tren, sin que el hecho tuviera otra explicación posible, había que responsabilizar a la empresa (Cám.Fed.Mza. 6/6/40, LL 19-342 y JA 71-387; CNCiv, Sala A 24/11/59 LL 98-437), pues no se trataba de un caso fortuito, sino de un riesgo inherente a los ferrocarriles que las empresas deben tomar implícitamente a su cargo (C.Apel.La Plata, Sala I, 25/11/41, LL 26-642; ídem, 20/5/47, JA1947-II-610). En consecuencia, se condenó a la empresa ferroviaria aún cuando se acreditara que los chisperos o ceniceros se hallaban en perfecto estado y que existía la zona vía con los contrafuegos reglamentarios (Cám.Fed.Cap.3/10/41, JA 76-443); igual condena procedia aunque se probara que el incendio se había producido por colillas o fósforos arrojados desde el tren por los pasajeros (Cám.Fed.Bahía Blanca, 30/4/92, LL 26-846) o que los árboles alcanzados por las chispas se encontraban a menos de veinte metros de la vía si la empresa había co n s e n t i d o s u p e r m a n en ci a (Cám.Fed.Mza. 7/10/39, LL 16-978). Claro está que no faltaron fallos que fundaron la responsabilidad en la culpa de la empresa por no cortar los pastos y malezas existentes en la zona aledaña a las vías (CNCiv., Sala E, 1 2 / 1 2 /58, Di g.LL III- 1 0 8 1 , sum.2608), o por no haber tomado las diligencias debidas para evitar la propagación del fuego (CNCiv. Sala D, 5/6/62, JA 1962-VI-180 y LL 109598). Algunas resoluciones también declararon la culpa concurrente si el propietario del campo vecino había violado las disposiciones reglamentarias (CSJN, 16/10/42, JA 1 9 4 2 - IV - 6 1 9 ; C . Fed .R o sar io 1 1 / 10/ 44, Di g. LL III- 1 0 8 1 , sum.2601). Pero la jurisprudencia mayoritaria -que consideró el incendio Jurisprudencia de Mendoza como un caso encuadrado dentro del art.1133-no era uniforme en cuanto a las causales de liberación; mientras algunos fallos admitían la exención con la prueba de la falta de culpa (C.N.Civ., Sala B., 6/6/78, Rep.LL. XXXVIII-583, sum.340; ídem Sala D, 5/6/62 JA 1962-VI-180 y LL 109598; ídem 18/7/60, LL 100-247; C.Fed.Cap.23/11/50, LL 62-68; Cám.Apel.Civ. y Com.Rosario, Sala III, 23/5/63, Rep.LL XXV-435, sum.299), otros requerían la demostración del caso fortuito extraño a la cosa, la culpa de la víctima o el hecho del tercero por quien no se debe responder (CNCiv., Sala A, 14/10/64, LL 19-643 (voto del doctor Llambías); id., Sala C, 7/9/67, LL 129-977, 16.322-S; Cám.Civ. 1 Cap. 9/3/42, JA 1942-II-234). En algunos casos, la culpa de la víctima se derivó erróneamente- de haber consentido las construcciones antirreglamentarias desde donde comenzó el fuego (C.Civ., 1 La Plata, 17/11/33, JA 4351). b) Después de 1968. Esta problemática continúa después de la sanción de la ley 17711 en los casos en que no ha llegado a determinarse el origen del incendio. Para algunos se trata de daños con las cosas; otros, lo encuadran dentro del riesgo de la cosa. Algunos tribunales -como la 55 Sala A de la Cámara Nacional Civilhan resuelto que el dueño o guardián que pretenda su liberación debe acreditar el hecho extraño (CNCiv. Sala A, 14/10/64, LL 117-628; ídem 20/7/73, ED 53-301; ídem, 9/5/74, LL 155-153; ídem, 3/9/76, ED 70-221, Conf.CNFed. Sala Civ. y Com. 1/10/68, LL 134-1027, 19952-S; CNCiv., Sala B, 11/3/75, LL 1975-C118); otros en cambio, hacen referencia a la falta de culpa (CNCiv., Sala B, 23/9/71, LL 147-698, 29027-S ídem 6/6/78, Rep.LL XXXVIII-583, sum.340); algunas sentencias mencionan el art.1113, pero sin plantear el problema (CNCom. Sala C, 22/8/77, JA 1978-III-176; ídem, 11/2/73, LL 153-379 -caso de responsabilidad contractual-; CNCiv. Sala B, 15/11/77, LL 1978-B-19 y ED 78-767; ídem 23/9/71, LL 147-698, 29075-S; ídem Sala C 14/4/69, LL 136-1072, 22175-S; ídem 18/8/75, JA 1976-I-281). Más allá de la polémica, pueden mostrarse las siguientes tendencias: -Si bien en muchas oportunidades se desconoce la causa generadora del incendio, en otras puede llegar a detectársela. Si ocurriera esta última situación y pudiera atribuirse el acto a una persona determinada, sería un hecho del hombre que comprometería al 56 Jurisprudencia de Mendoza agente autor de él (Llambías, Obligaciones, IV-A, Nº2581, p.493). -Además de la responsabilidad del agente, puede aparecer la del dueño o guardián de la cosa incendiada que produce daños a otra cosa o personas. Como explican los Mazeud, cuando una cosa arde escapa activamente al dominio material de su guardián (Mazeaud-Tunc, ob.cit. 2-I, Nº1334). -Ante un campo en llamas, no se está frente a un supuesto de cosa inerte; el riesgo resulta del hecho de la cosa (campo con fuego). En consecuencia, sus dueños o guardianes no pueden, en los términos del art.1113, eludir su responsabilidad por los daños ocasionados a menos que prueben la culpa de la víctima, de un tercero por quien no deben responder, o el caso fortuito,. Por eso, si el incendio se originó en el campo de los demandados y propagó sus efectos al campo de los actores, cabe aplicar el art.1113 párrafo 2, segunda parte del Cód.Civil y los demandados no se exoneran probando su falta de culpa sino con la acreditación de la fractura del nexo causal a través de las eximentes enumeradas (CNCiv. Sala D, 14/10/1998, Ureta Sáenz Peña c/Bacigalupo, JA 2000-I-264, Doc.Jud. 1999-3-117 y LL 1999-B707). Es que un incendio es una cosa en ignición que propaga el fuego a otras por lo que el daño resultante debe resultar un hecho de la cosa cuando aquél es anónimo y atribuible a la predisposición de los materiales existentes que por algún factor desconocido han entrado en ignición. Por el contrario, si estuviere identificado el origen del incendio de manera de poder atribuirle el acto a una persona determinada, sería un hecho del hombre que comprometería al agente y autor del hecho. El incendio no es una cosa propiamente dicha pero hay algo que se incendia y que provoca un daño, por lo que cabe hablar de responsabilidad a causa de la cosa. Ello así, pues cuando una cosa arde, escapa activamente al dominio material de su guardián, lo mismo que cuando cae por efecto de la gravedad o cuando prosigue su camino por efecto de la velocidad adquirida, o cuando estalla a consecuencia de la dilatación de los gases (Llambías, Jorge J.Tratado de Derecho Civil, Obligaciones, t.IV A, Bs.As., A.Perrot, 1976, n.2581; ídem su voto como integrante de la Sala A de la Cám.Nac.Civil, 14/10/1964, ED 19643; conf.Ramírez, Jorge O., Indemnización de daños y perjuicios. Bs.As., ed.Hammurabi, 1983, t.1 pág.327; 1 Civ. y Com. de Córdoba, 18/4/1996, Rodríguez c/Martínez, LL Córdoba 1997-217 y sgtes. En este Jurisprudencia de Mendoza último caso se condenó a los demandados, propietarios del inmueble donde comenzó el fuego; la minoría, en cambio, sostuvo que no es aplicable el art.1113 pues el campo no es una cosa riesgosa porque por sí no crea ningún peligro; es una cosa inerte, inofensiva; aún cuando hubiese malezas o pastizales secos, no es potencialmente capaz de producir daños; no podría encenderse por sí mismo; además, no se ha aducido ningún vicio; no hay defecto particular al cual pueda atribuirse ser causante del incendio; la sequía del campo no es un vicio porque es normal que en el mes de julio, fecha en la que ocurre el hecho, todos los campos de la provincia de Córdoba están secos por el invierno; el fuego no se produce solo; requiere que algo lo produzca o que alguien lo encienda). -El incendio no debe considerarse como caso fortuito, aunque puede configurarlo en situaciones especiales. Normalmente deriva de hechos que se pueden prever y evitar asumiendo las diligencias necesarias; no faltan casos en que son directamente el resultado de la desidia, la ignorancia o la carencia de medios económicos (Cám.Nac.Civ., Sala D, 20/12/1979, ED 88-805, sum.21). El corto circuito como causa de un incendio no configura necesariamente un caso fortuito 57 irresistible (CNCom.Sala A, 17/4/96 La Holando Sudamericana c/Mavi S.R.L. JA 1997-I-271); esto es así pues tal anomalía hace suponer una instalación eléctrica defectuosa, sea como vicio de construcción o de conservación; en efecto, en la mayoría de las causas imaginables puede verse culpa, negligencia e imprudencia, por ej. mal estado de los cables o elementos que conducen el fluído eléctrico, inadecuación del uso de los artefactos, una deficiente conexión, etc. (CNCiv. Sala C 9/6/81, ED 94725). -Por lo antes expuesto, como regla, la causa ignorada no libera al dueño o guardián. Sin embargo, en un caso se lo eximió con gran criterio de equidad, pues se trataba del propietario que tenía que tolerar como restricción a su dominio una instalación eléctrica finalmente destruida por un incendio. En aquel caso -como lo insinuó el tribunalhabía responsabilidad contractual; no se aplicó el art.1113 (dada la restricción del art.1107), sino el art.2202 por analogía; la liberación corresponde toda vez que el “depositario” (administrado) acredita haber puesto en las cosas depositadas la misma diligencia que en las suyas, lo cual había ocurrido en el caso fallado, en que el propietario del inmueble ni siquiera había podido 58 Jurisprudencia de Mendoza salvar sus propiedades y acreditó haber asumido todos los cuidados posibles (CNCiv., Sala B, 18/7/60, LL 100-247). -Obviamente, todo lo expuesto rige cuando se conoce con certeza dónde comenzó el fuego. Si no se ha acreditado que empezó en el terreno del demandado (Como es el supuesto resuelto por esta Sala, 21/5/1990, LS 215-88), el dueño o guardián debe ser liberado. -Ahora bien, aunque se conozca el origen y se afirme que el Art.1113 del Cód.Civil establece una presunción de causalidad, ella no es irrefragable, sino que cae ante la prueba, en contra; por lo tanto, si el juez de grado ha efectuado ese juicio fáctico a posteriori del hecho, pues con anterioridad t odos los antecedentes del hecho son equivalentes, concluyendo que la cosa propiedad del actor no provocó el incendio generador de los daños, la casación deducida no puede prosperar si no se advierte falta de fundamentación o irrazonabilidad en el juicio del juzgador de grado (ver sentencia de esta Sala, 26/3/1992, Buel, Oscar en j Buel c/Cia de Perforaciones Río Colorado, LS 226433, Pub.en ED 149-665, LL 1992-C115 y Doc.Jud. 1993-2-491). De allí que conociéndose la causa, se ha dicho que constituye caso fortuito que libera al propietario la caída de un rayo sobre los tanques de petróleo que se incendian, propagando el siniestro a la casa vecina (Cám.Com.Cap., 24/3/30, JA 32-855). En cambio, no es causal suficiente para liberar al propietario que el damnificado haya reconocido ante las autoridades administrativas que se trataba de un acontecimiento casual (Como lo sostuvo la CNCiv., Sala E, 23/7/70, LL 141-700), pues si éste no reúne los requisitos de extraneidad, el propietario no se libera (CFed.Rosario, Sala B, 14/7/70, Rep.LL XXXIII-399, sum.24- caso de responsabilidad contractual-). VII, La aplicación de estos principios al caso de autos. 1. Los hechos definitivamente resueltos. Como he dicho, los jueces de grado han resuelto, sin arbitrariedad, que el incendio tuvo su origen en un cortocircuito del transformador eléctrico que pertenece a EMSE y desde allí se propagó a la finca vecina. 2. Calificación del hecho origen. Tengo claro que ese hecho, vinculado a una cosa sobre la que el demandado no tiene ni el dominio ni la guarda, pude ser calificado de ex traño e inevitable y, consecuentemente, liberador del demandado, dueño del campo, sea que Jurisprudencia de Mendoza el daño producido se califique de daño con la cosa (como lo han hecho los jueces de grado y acepta la recurrente) o daño por el riesgo o vicio de la cosa (como surge de parte de la jurisprudencia nacional reseñada). 3. La propagación del fuego. El recurrente afirma que, aún asi, el dueño debe ser condenado porque: a) El campo del accionado estaba lleno de malezas, lo que permitió la propagación del fuego. b) Incumplió lo dispuesto por la ley provincial 6099/94. En mi opinión, ninguna de sus quejas es audible en esta instancia extraordinaria. En los puntos sucesivos explicaré por qué. 4. La existencia de malezas. Este hecho (que como he dicho ha fundado una presunción de culpa en alguna jurisprudencia española) no fue invocado en la demanda. El demandado no ha tenido ninguna posiblidad de defenderse, ni de ofrecer prueba. Ingresar en ese análisis sería tanto como si, por mi parte, mirando las fotografías acompañadas por la actora a fs.30 vta (especialmente la 3º), dijese que existiendo una hijuela paralela, lo que quemó las plantas del actor fue la chepica que se ubica, justamente, debajo de sus propios frutales; o si valorase que si su hijuela 59 (que aparece en la segunda fotografía) hubiese estado limpia, tampoco el fuego se hubiese extendido; o si dijese que dos años más tarde (cuando las fotografías se sacaron, los árboles parecen estar en condiciones de dar algunos frutos, etc.). evidentemente, actuando de este modo, violaría el derecho de defensa de la actora, del mismo modo que lo haría si en esta instancia extraordinaria entrara a valorar hechos que no fueron objeto de la demanda y que ahora ella imputa al demandado. 5. La inaplicabilidad de la ley 6099/94 de “Prevención y lucha contra incendios en zonas rurales”. El argumento relativo al incumplimiento de la ley 6099/94 encuentra valladares procesales y sustanciales. Desde lo procesal, y sin entrar a analizar la problemática de que si el principio del iuria novit curia se aplica o no en la instancia de casación cuando no se dio oportunidad a los tribunales de grado de pronunciarse sobre la cuestión (Para esta problemática ver sentencia del 5/9/1998, LS 281-439, publicado en LL 1998-F-674, Doc.Jud. 1999-I-534, ED 182-22 y comentado por Arian en Rev. del D.Privado y Comunitario n 20 pág.309, y sus citas), el problema en el caso reside en que para saber si la ley fue o no incumplida es menester entrar a analizar hechos (si las picadas 60 Jurisprudencia de Mendoza se hicieron o no ) de los cuales el demandado tampoco ha tenido oportunidad de defenderse. Por lo demás, desde lo sustancial, la cuestión tampoco está clara, y podrian darse argumentaciones en contra en torno al problema de si al tiempo de los hechos existía o no la obligación legal de hacer esas picadas; estas argumentaciones tampoco han sido puestas a consideración ni del demandado ni de los jueces de grado. En efecto, la ley citada, tan poco conocida en la provincia, fue publicada en el Boletín Oficial el 21/1/1994. Tiene dos títulos: el primero, dedicado a la prevención, y el segundo, al fuego ya declarado. El título relativo a la prevención tiene tres capítulos cuyo destinatario es principalmente el propio Estado, pues se crea un programa de prevención y lucha contra incendio en zonas rurales que se pone bajo la autoridad de aplicación del Ministerio del Medio Ambiente, Urbanismo y Vivienda; el capítulo dos, bajo la rúbrica “de las picadas y los fuegos” dispone: “a fin de prevenir los incendios y f acilitar las tareas de extinción, la autoridad de aplicación elaborará un plan provincial de picadas cortafuego, conforme a las características de cada zona (art.4); la reglamentación establecerá la ubicación, dimensión y condiciones de las picadas perimetrales internas que deban abrirse y/o mantenerse en las zonas afectadas al plan (art.5); “Las picadas deberán ser abiertas y/o conservadas por el propietario, arrendatario, aparcero, usufructuario y ocupante a cualquier título. En caso de no realizarse las picadas por los responsables, la autoridad de aplicación dispondrá la ejecución de las mismas, debiendo intimar el resarcimiento de los gastos ocasionados. Podrá formalizar convenios con los obligados aportando maquinarias, mano de obra, asesoramiento técnico, préstamos, subsidios,f ija ndo plaz os de cumplimiento y cualquier otro recurso o trámite que establezca la reglamentación. Se presume, salvo prueba en contrario, la responsabilidad civil de las personas mencionadas en este artículo que omitan abrir y/o conservar picadas que afecten sus predios (art.6); “A los efectos previstos en los artículos anteriores, la autoridad de aplicación deberá inspeccionar periódicamente el estado de conservación de las picadas contrafuego, su apertura y la realiz ación de los trabajos correspondientes (art.7). Conforme el decreto n.768, 1/6/1995 (publicado en el B.O. del 22/12/1995), reglamentario de la ley, la autoridad de aplicación debe establecer por resolución las dimensiones mínimas que deberán contemplarse en las picadas cortafuego conforme al tipo de picada perimetral o interna, respetando las características de cada zona; asimismo se establecerá la superficie mínima a Jurisprudencia de Mendoza proteger entre picadas (art.22). Una cuestión previa es, entonces, si los propietarios están obligados a realizar tales picadas sin que el programa haya sido puesto en marcha, sin que la autoridad de control haya dimensionado las picadas, etc. En autos ninguna prueba hay del efectivo cumplimiento del programa ni del dictado de normas reglamentarias de este tipo. V. Conclusiones del recurso de Inconstitucionalidad. Por todo lo expuesto, y si mi voto cuenta con la adhesión de mis distinguidos colegas de Sala, el recurso debe ser rechazado. Así voto. Sobre la misma cuestión los Dres.Romano y Moyano, adhieren por sus fundamentos al voto que antecede. A la segunda cuestión la Dra.Aída Kemelmajer de Carlucci, dijo: Corresponde omitir pronunciamiento sobre este punto, pues ha sido planteado para el eventual caso de resolverse afirmativamente la cuestión anterior. Así voto. Sobre la misma cuestión los Dres Romano y Moyano, adhieren al voto que antecede. A la tercera cuestión la Dra.Aída Kemelmajer de Carlucci, dijo: Atento el resultado al que se arriba en el tratamiento de las 61 cuestiones que anteceden, corresponde imponer las costas a la parte recurrente que resulta vencida (Arts.36-I y 148 del C.P.C.) Así voto. Sobre la misma cuestión los Dres.Romano y Moyano, adhieren al voto que antecede. Con lo que terminó el acto, procediéndose a dictar la sentencia que a continuación se inserta: SENTENCIA: Mendoza, 8 de mayo de 2002. Y VISTOS: Por el mérito que resulta del acuerdo precedente, la Sala Primera de la Excma.Suprema Corte de Justicia, fallando en definitiva, RESUELVE: I. Rechazar el recurso de inconstitucionalidad deducido a fs.13/19 vta. II. Imponer las costas a cargo del recurrente vencido. III. Regular los honorarios... IV. Dar a la suma de pesos doce con noventa y dos centavos ($12.92), correspondiente al 50% del valor depositado a fs.,1, el destino previsto por el art.47 inc.IV del C.P.C. Notifíquese. Ofíciese. Fdo.:Dra.Aída Kemelmajer de Carlucci, Dr.Fernando Romano y Dr.Carlos E.Moyano. 62 Jurisprudencia de Mendoza DAÑOS Y PERJUICIOS. Daño por no reconocimiento de hijo. Daño material. Prueba. Pérdida de chance. CUESTIONES: 1)¿Es procedente el recurso interpuesto?. 2) En su caso, ¿qué solución El daño material sufrido por el hijo por la falta de reconocimiento paterno,puede ser reclamado por el hijo siempre que pruebe concretamente que existieron. Si se ha probado que la madre es persona de escasos recursos; trabaja como empleada en un establecimiento comercial; tuvo a su hijo en un hospital público; ha litigado con beneficio de litigar sin gastos; el niño concurre a una escuela pública y que el padre, en cambio, es profesional, tenía cuatro inmuebles a su nombre, algunos de los cuales estaban alquilados, estos datos muestran de modo manifiesto que si bien, gracias al esfuerzo materno, el niño ha tenido cubiertas sus necesidades mínimas, el aporte paterno le hubiese dado la chance cierta de lograr una mejor asistencia, una vida sujeta a menos restricciones y un mayor desarrollo en todos sus aspectos. Y esa posibilidad frustrada debe ser indemnizada a título de pérdida de chance. Suprema Corte de Justicia Expte.N.78885 “F. A. del C. por su hijo en j: 146.186/ 48.474 F. A. por su hijo menor N. c/C. S. p/D. y P. p/Ord. s/Cas. Mendoza, 28 de mayo de 2004 Sala Primera L.S. 337-158 corresponde?. 3)Costas. A la primera cuestión la Dra. Aída Kemelmajer de Carlucci, dijo: I. Plataforma fáctica. Los hechos relevantes para la resolución de este recurso son, sintéticamente, los siguientes: 1. El 29/7/1996 la Sra.A. del C. F. inició demanda por filiación, por su hijo menor, contra S. D. C. El 15/11/2000 la jueza de primera instancia hizo lugar a la demanda y declaró que N. S. F. es hijo del demandado (fs. 284/285 vta., autos n 141.461). Apeló el demandado. A fs. 316 y vta. la Cuarta Cámara de Apelaciones rechazó el recurso (4/5/2001). 2. El 3/3/1999, en autos n 146.186, la Sra.Á. del C. F., por su hijo menor N. S. F., interpuso demanda por daños y perjuicios contra el Sr. S. D. C.. Reclamó la suma de $ 106.400. Invocó la deslealtad procesal con la que había actuado el Jurisprudencia de Mendoza demandado en el juicio por filiación, al no concurrir al Cuerpo Médico Forense, y hacerse sustituir por un tercero. Reclamó como daño moral la suma de $ 50.000 y como daño material los alimentos que el demandado no pasó desde el nacimiento (13/5/1987) a febrero de 1999. Calculó un monto mínimo por alimentos mensuales de $ 400 durante el término de 141 meses, llegando a la suma de $ 56.400. 3. El demandado se opuso al progreso de la acción; negó que hubiese conocido a la madre del actor antes de 1983 y que ésta le hubiese comunicado en 1986 que se encontraba embarazada. Negó no haber concurrido al Cuerpo Médico Forense y hacerse sustituir por otro. Solicitó el rechazo del rubro daño moral, y subsidiariamente sostuvo que el quantum no respondía a las pautas jurisprudenciales fijadas en los tribunales. En cuanto al daño material dijo que bajo este rubro, la actora reclamaba en forma encubierta los alimentos no solicitados oportunamente; que intentaba disfrazar los alimentos bajo el rubro de daño material. Alegó que conforme la jurisprudencia mayoritaria, el daño material debe ser rechazado si no se alegó en forma concreta en qué consistió. Subsidiariamente planteó la 63 excepción de prescripción y la falta de legitimación sustancial activa de la actora. 4. A fs. 222/227 vta. la jueza de primera instancia hizo lugar a la demanda y condenó al accionado al pago de la suma de $ 86.400 comprensiva de los intereses moratorios a la fecha del decisorio ($ 56.400 de daño material, y $ 30.000 por daño moral). Apeló el demandado. 5. A fs. 273/280 la Segunda Cámara de Apelaciones admitió parcialmente el recurso interpuesto por el accionado y disminuyó el monto de condena a la suma de $ 30.000 por daño moral, comprensiva de los intereses moratorios a la fecha del decisorio. Fundó su decisión en los siguientes argumentos: a) El demandado admite su obligación de resarcir el daño moral, aunque cuestiona el monto fijado por la Sra. Juez a-quo. En cambio, discute la procedencia del reclamo de daño material. b) Es indudable que la falta de emplazamiento del estado de hijo por no mediar reconocimiento voluntario causa un daño moral que no requiere de especial prueba, desde que se trata de un daño in re ipsa, que surge de los hechos mismos. La falta de 64 Jurisprudencia de Mendoza determinación del estado de familia perturba a la víctima en el goce de sus derechos a conocer su origen, a tener un nombre, a tener un padre, no ser hijo de un desconocido. Todas estas pautas deben ser tenidas en cuenta al momento de revisar el monto concedido por daño moral. En tal sentido, cabe tener en consideración el pronunciamiento de la Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Mendoza (L.S. 302-21) que analiza precedentes nacionales y provinciales. Ese fallo, al igual que caracterizada doctrina, sostiene que a la hora de fijar el monto indemnizatorio, elevarlo o disminuirlo, deben ser valoradas ciertas pautas, tales como la edad del menor, el plazo de la negativa paterna al reconocimiento, la actitud del padre en el proceso, la clase social a la que pertenece la madre y el padre, el daño sicológico, la asistencia del niño a la escuela. La edad del niño es muy importante pues cuanto menor sea menor será el daño. También debe tenerse en cuenta el plazo de la negativa paterna, pues mientras mayor sea éste, mayor será el daño sufrido por el menor, situación acaecida en autos, desde que durante muchos años el menor sufrió un sentimiento de inferioridad y desprotección por la falta de una figura paterna cierta y responsable. Todas estas consideraciones llevan a sostener que la cantidad fijada por la juez a-quo está dentro de los márgenes admitidos por la jurisprudencia mayoritaria. En consecuencia, debe rechazarse el primer agravio. c) En cambio, un análisis de los presupuestos o requisitos exigidos para la reparación del daño moral llevan a acoger el recurso y rechazar este rubro por las siguientes razones: - No se discute el cumplimiento del primer requisito de la responsabilidad, cual es la antijuridicidad de la conducta, que en este caso, radica en negarse voluntariamente a establecer la filiación, ya que el hijo tiene un derecho constitucional y supranacional otorgado por la Convención de los Derechos del Niño a conocer su realidad biológica. El factor de atribución es el dolo o la culpa, pues se trata de una responsabilidad subjetiva. No existe culpa si el demandado desconocía la existencia del hijo, situación que no es la de autos, ya que de la prueba aquí rendida y en el proceso por filiación surge claro el conocimiento del embarazo y del parto y las reiteradas negativas prejudiciales al reconocimiento. A ello cabe agregar la conducta procesal desleal constatada. El daño es el bien o derecho que se Jurisprudencia de Mendoza vulnera con la falta de reconocimiento, tal es el derecho a la identidad personal, al negársele estado civil, estado de familia, como en el caso de autos. En las acciones por falta de reconocimiento, el daño material está configurado por las carencias materiales que se le puedan producir al menor; si la madre tiene pocos recursos, se traduce en el hecho de que el niño se vea obligado a vivir pobremente cuando tiene un padre biológico económicamente solvente cuyo reconocimiento le hubiera permitido un acceso a una buena educación, a no pasar padecimientos materiales durante todo el tiempo en que careció del emplazamiento familiar. Finalmente, debe mediar relación de causalidad entre la falta de reconocimiento y el daño invocado. - O sea, como lo señala la jueza a quo, el daño material puede ser reclamado; su encuadre jurídico está en el art. 1083 del C. Civil; sin embargo, la procedencia exige que se acrediten los extremos previstos en los arts. 519 y 1067 del C. Civil. - De las constancias de estos autos, en especial de la demanda, surge que la parte actora estima como 65 daños materiales la falta de atención de los alimentos por parte del padre respecto de su hijo, y lo tarifa en una cuota mensual, aclarando que el reclamo no sustituye a los alimentos provisorios y/o definitivos. Sin embargo, nada prueba ni ofrece probar para demostrar que el menor, por carecer del aporte alimentario paterno, sufrió privaciones o no tuvo acceso a c omodidades, e spa rc imie nto, educación, acordes a su edad y situación social. Por el contrario, al alegar sobre el daño material reclamado, afirma que se trata del daño causado por la conducta imputable del demandado que no cumplió con la obligación que tenía como padre y que tuvo que ser satisfecha por la madre. Al contestar los agravios, reitera que se trata de un daño efectivamente sufrido porque el menor "desde su nacimiento fue alimentado, vestido, tuvo asistencia médica, se le brindó enseñanza y se le cubrieron todas las necesidades y ello sin duda alguna demandó dinero que precisamente no fueron afrontados por quien debía, el demandado. Finalmente, agregó que el daño material consistió en no proveer los medios para afrontar esas necesidades que fueron satisfechas por otra persona". De lo expuesto surge que el hijo tardía y forzosamente reconocido, actor en este proceso, no sufrió daños 66 Jurisprudencia de Mendoza materiales en la medida que su subsistencia, educación, esparcimiento, salud fueron cubiertos por su madre. Está claro que no tiene acción para reclamar daños que no sufrió, aunque ello se haya debido al esfuerzo de su madre. En realidad, todo demuestra que quien tiene un crédito contra el demandado emergente del esfuerzo realizado en forma exclusiva y no compartida es la Sra.A. F., que en este proceso no actúa por derecho propio sino en representación del hijo. No cabe duda del esfuerzo por ella realizado; surge del proceso por beneficio de litigar sin gastos que el menor N. S. F. concurrió a una escuela pública; que la Sra. F. empleada de comercio; que el parto debió ser atendido en el Hospital Lagomaggiore. Es decir, la atención de su hijo no debe haber sido fácil. Sin embargo, las necesidades fueron satisfechas, y el menor no sufrió daño, como se afirma en el proceso. La situación hubiese sido diferente si se hubiese acreditado que el menor sufrió el daño material reclamado, ya q u e a l v erse privad o d el reconocimiento de su padre y del cumplimiento por éste de su obligación alimentaria, no pudo gozar de un mayor bienestar, de una mejor educación, de mejores esparcimientos, en definitiva, mayores posibilidades. Consecuentemente, debe rechazarse el daño material. Finalmente, ha resultado absolutamente ocioso que el accionado se haya esmerado en acreditar que tiene ingresos limitados, porque esta situación no debe ser analizada en este proceso (daños y perjuicios) y sí en el de alimentos, supuesto que tramita en otra instancia y donde hay que compatibilizar la necesidad del alimentado con las posibilidades del alimentante. II. Los motivos de la casación deducida. La recurrente denuncia errónea interpretación y aplicación de los arts. 519 y 1067 del Código Civil. Razona del siguiente modo: 1. La Cámara de Apelaciones hizo lugar al reclamo por los daños y perjuicios de naturaleza moral por la falta de reconocimiento; negó, sin embargo, el daño material. La Cámara no ha tenido en consideración el fundamento de la obligación de reparar el daño material ocasionado por el demandado a su hijo por falta de reconocimiento de la paternidad; tampoco ha analizado el concepto de responsabilidad civil con visión distributiva. Por ese motivo, interpreta erróneamente las normas en que funda su fallo. El tribunal considera que el daño material debe acreditarse conforme los términos de los arts. 519 Jurisprudencia de Mendoza y 1067 del C. Civil; en este sentido, deja de considerar que el daño material proviene de una relación de familia y tiene como causa fuente la ley; por eso, aplicó e interpretó en forma errónea normas referidas a los contratos y a los hechos ilícitos. La ley es la fuente específica de la obligación reclamada como daño material. No se reclaman alimentos. El daño material realmente sufrido está representado por los alimentos que el demandado debió satisfacer y eludió cumplir. La obligación alimentaria nace de la relación familiar, está impuesta por la ley y el padre tiene la obligación de reparar el daño causado por el incumplimiento. 2. El art. 18 de la Convención sobre los Derechos del Niño requiere a los Estados poner el máximo empeño en garantizar el reconocimiento y velar por el cumplimiento de las obligaciones de los padres; impone a éstos la obligación alimentaria y les atribuye la responsabilidad primordial en la crianza y desarrollo del niño. La preocupación fundamental de los tres poderes del Estado es el interés superior del niño. La Cámara ha dejado de aplicar esta norma que tiene rango constitucional. 3. La sentencia afirma que no 67 existe daño material sufrido por el menor. La doctrina sostiene que, en principio, ninguna incidencia tiene la situación patrimonial de la madre; con razón se ha criticado un voto mayoritario que en una acción de estado tuvo en consideración ese aspecto, fallo finalmente revocado por la Corte Nacional. 4. La Cámara también se apartó de las cuestiones propuestas por las partes; no tuvo en cuenta que el demandado imputó a la actora no haber reclamado alimentos en tiempo oportuno e interpuso la defensa de prescripción, haciendo abstracción de su negativa manifiesta y reiterada. Tampoco consideró que el demandado no sólo manifestó su negativa a reconocer al hijo, sino que dilató el proceso de filiación en todas sus formas. En la actualidad dilata la demanda en la que se persigue los alimentos (7 Juzgado de Familia, Expte. n 32.052/7). O sea, que el demandado demora el cumplimiento de las obligaciones alimentarias produciendo prescripciones de nuevos períodos, o sea, oponiendo de mala fe sus propios actos. Con el criterio de la Cámara todo queda sometido a la única y exclusiva voluntad del padre; le basta con negar la paternidad en el juicio por filiación, enviar a otra persona a extraer la muestra de 68 Jurisprudencia de Mendoza sangre, oponerse a la nulidad deducida contra el informe rendido sobre la base de una extracción de sangre de otra persona, deducir recursos, y de toda la actividad procesal dilatoria asumida en el proceso por filiación y en el proceso por daños y perjuicios. Pasa el tiempo y prescriben las obligaciones impuestas por la ley desde el nacimiento del hijo hasta la fecha en que queda firme el proceso por filiación. 5. En síntesis, la suma reclamada por daño material tiene su causa en la obligación impuesta por el art. 217 del Cód. Civil; la causa de esta obligación no requiere prueba; sólo exige la demostración de la capacidad económica del alimentante; el mismo criterio debe seguirse cuando se reclama el daño material. 6. Es absurdo exigir como lo hace la Cámara, la prueba de que el menor sufrió privaciones por carecer del aporte alimentario; que se vio impedido de un mejor bienestar, de una mayor educación, de mejores esparcimientos; estos hechos no requieren prueba pues son evidentes, de público y notorio que con mayores ingresos se tienen mayores posibilidades. 7. Es absurdo estimar, como lo pretende la Cámara, que este daño sólo es procedente cuando se acredita desnutrición, falta de instrucción, realización de trabajos como limpiavidrios en la calle, mendicidad, etc. Si desde el nacimiento la madre cubrió las necesidades del menor, esto no significa que el menor no sufrió daños y menos aún que no hiciera falta que el padre cumpliera con la obligación alimentaria impuesta por la ley. El tribunal premia al padre que se niega a reconocer la paternidad. El daño material procura el resarcimiento de los daños sufridos por la falta de reconocimiento y hacer cumplir al demandado su obligación de reparar por la falta de alimentos, que eludió dolosamente desde que el menor nació. III. La cuestión a resolver. La cuestión normativa a resolver es si a los efectos de las reglas de la carga probatoria, es correcta una sentencia que tiene por no acreditado el daño material sufrido por el hijo por la falta de reconocimiento paterno, dadas las siguientes circunstancias no controvertidas del expediente: 1. El daño material se identificó en la demanda como "la falta de atención de los alimentos, que nunca cumplió el padre desde el nacimiento (1987) hasta febrero de Jurisprudencia de Mendoza 1999". Se calculó en $400 mensuales. Se aclaró que el monto mensual que se reclama por alimentos provisorios y/o definitivos no se encuentra vinculado a esa estimación y dependerá de la prueba a rendir en el proceso donde se los peticiona. 2. El padre no reconociente no pasó alimentos durante ese período. 3. La madre declara en la demanda haber cubierto todas las necesidades del hijo merced a su gran esfuerzo personal. 4. La madre es persona de escasos recursos; trabaja como empleada en un establecimiento comercial; tuvo a su hijo en un hospital público; ha litigado con beneficio de litigar sin gastos; el niño concurre a una escuela pública. 5. El juicio por filiación, en el que se rindió prueba pericial que arrojó un resultado de posibilidad superior al 99 %, duró más de cuatro años, incluida la apelación del demandado. El juicio por daños y perjuicios duró cinco años más. 69 del daño causado por la falta de reconocimiento paterno fue abordada por esta Sala en su precedente del 24/7/2001 (L.S 302-21). Esa decisión tuvo amplia difusión en distintas publicaciones (La Ley Gran Cuyo 2001-808 y J. de Mza 61-67), por lo que cabe remitirse a la bibliografía y jurisprudencia allí citada. Sin embargo, en esa decisión no se sentó doctrina sobre la cuestión debatida en estos autos. En este recurso extraordinario, a diferencia del precedente, no está en discusión la reparación del daño moral ni el monto fijado; la única cuestión en debate ante esta Corte es el daño material, cuya procedencia, en abstracto, el tribunal de grado admite en los juicios por falta de reconocimiento paterno; la sentencia también da por probado el daño material, pero estima que ha sido sufrido por la madre (no reclamante), y no por el hijo. V. La cuestión en la doctrina y jurisprudencia nacional. 1. Escaso tratamiento. IV. Un precedente de esta Las recomendaciones de los Sala que no resuelve la cuestión planteada en este recurso. Congresos y jornadas que se han ocupado del tema de la reparación de los daños y perjuicios causados por la falta de reconocimiento declaran La cuestión de la reparación 70 Jurisprudencia de Mendoza procedentes el daño moral y material, mas no se han pronunciado sobre la carga de la prueba de uno y otro. Así, por ej., en el VII Congreso Internacional de Derecho de Daños (Bs. As., 2/4 Octubre del 2002), la comisión n. 5 recomendó: "Debe incorporarse expresamente al CC la obligación de reparar el daño patrimonial y moral derivado de la falta de reconocimiento del hijo extramatrimonial". En sentido similar, en las jornadas celebradas en Santa Fe en 1990 en homenaje a la profesora Méndez Costa, el despacho A declaró que "son indemnizables los daños morales y materiales causados por la falta de reconocimiento" (he introducido las cursivas para mayor claridad). La doctrina lo ha hecho en forma ocasional. Por mi parte, en un trabajo que escribí hace quince años, en el que comparé este derecho indemnizatorio con la acción a fin de subsidios del derecho francés, que ambas partes citan en forma parcial, me pronuncié por la reparación del daño material; dije que era merituable todo el tiempo que la persona careció de emplazamiento familiar por culpa del demandado y que, "en principio, ninguna incidencia tiene la situación patrimonial de la madre"; en apoyo de esta solución recordé un fallo de la sala B de la Cámara Nacional Civil que ignorando la prueba genética rendida en autos, había rechazado la demanda por filiación (no se había demandado por daños y perjuicios), entre otras razones, porque la madre era una persona pudiente y su patrimonio era mayor que el del demandado; el argumento era tan absurdo para una acción de estado, en la que está en juego el derecho a la identidad personal del hijo, que con el beneplácito de calificada doctrina, la decisión fue revocada por la Corte Federal (CSN 1/9/1987, J.A 1988-II1954, con nota aprobatoria de Grosman, Cecilia, Valoración de las pruebas biológicas en los procesos de filiación). De cualquier modo, en aquel trabajo no me pronuncié, específicamente, sobre la carga de la prueba del daño material. Más concretamente, Beatriz Bíscaro dice: La vulneración de los deberes y derechos familiares es susceptible de originar daños patrimoniales y morales, según sea la naturaleza patrimonial o extrapatrimonial del derecho avasallado. El nexo de causalidad entre el hecho dañoso y el daño moral es directo y no merece ser acreditado, no sucediendo lo mismo con los daños materiales, para los cuales deberá investigarse en cada caso la relación Jurisprudencia de Mendoza de causalidad adecuada (Bíscaro Beatriz, Daños derivados de la falta de reconocimiento del hijo, en obra colectiva dirigida por Ghersi, Carlos, Derecho de Daños, Bs. As., ed. A. Perrot, 1999, pág. 437). Yungano, al prestar apoyo a un voto de un camarista capitalino dice: "En ambos casos (se refiere al daño moral y al material) el objetivo debe ser la integralidad, dado que no hay diferencias sustanciales en los supuestos de procedencia resarcitoria, en tanto y en cuanto las dos especies de daños requieren ilicitud, verificación del perjuicio, nexo causal y factor de atribución legal de la responsabilidad" (Yungano, Arturo, La filiación y su falta de reconocimiento como generadora de responsabilidad por daños, en obra colectiva, Derecho de daños. Daños en el derecho de familia. Cuarta Parte (A), Bs. As., ed. La Rocca, 2000, pág. 178). Por su parte, Jorge Azpiri dice: "También puede existir un daño material que deberá ser demostrado en cada caso particular, y la consiguiente vinculación entre la falta de reconocimiento voluntario y el perjuicio material sufrido". "Es preciso remarcar que debe ser cierto, es decir, que se debe probar en forma efectiva y concreta y no tratarse de una mera eventualidad o de un daño en abstracto. En la medida en que se 71 pueda acreditar la efectividad de dicho daño material, puede tratarse de un daño actual o de un daño futuro que ineludiblemente se producirá" (Azpiri, Jorge, Daños y Perjuicios en la filiación, en Rev. Derecho de Familia, n 20, ed. Lexis Nexis, 2002, pág. 33 y 37). Méndez Costa, resumiendo la jurisprudencia sobre el particular, dice: "El daño material es indemnizable si se invocan concretamente los perjuicio de la especie sufridos por el hijo como consecuencia de no haber sido reconocido y se presenta como un daño cierto actual o futuro, probándoselo debidamente" (Méndez Costa, María J., Visión jurisprudencial de la filiación, Bs. As., ed. Rubinzal, 1997, pág. 176). Con mayor detalle, Carlos A. Arianna y Levy, Lea afirman: "La cuestión del daño material ha sido escasamente planteada en juicio de filiación. La dificultad quizás se deba a que, a diferencia del daño moral, aquél no surge in re ipsa, es decir, que verificada la falta de reconocimiento y su imputación a título de dolo o culpa, no se derivará la existencia del daño material. Mas ello no impide que, en determinadas circunstancias, su reparación resulte procedente. Si la acción de reclamación de la filiación se plantea cuando el hijo tiene una 72 Jurisprudencia de Mendoza edad avanzada, es obvio que durante todo ese tiempo se vio privado de ejercer los derechos subjetivos familiares que dependen del previo emplazamiento. Concretamente, en lo que aquí nos interesa, el derecho alimentario. El art. 265 del CC impone el deber a los padres de alimentar y educar a sus hijos de acuerdo con su condición y fortuna, no sólo con los bienes de los hijos, sino con los suyos propios. Si por hipótesis, el progenitor que no reconoció al hijo es una persona de regular fortuna y el otro progenitor de escasos recursos, el hijo pudo haber sufrido perjuicio que un emplazamiento espontáneo pudo haber evitado. Pensemos en la carencia de una formación educativa, en una intervención quirúrgica o un tratamiento médico que no pudo llevarse a cabo y como consecuencia de ello el hijo sufra una minusvalía etc. El supuesto encuadre en el que se ha denominado pérdida de una chance, conceptualizada por la doctrina como la posibilidad de ganancias que resulta frustrada a raíz del incumplimiento de la obligación o el hecho ilícito. Pero conviene advertir que la indemnización no es el resultado de beneficio dejado de percibir por el acreedor; en nuestro caso, una suerte de alimentos retroactivos, pues mal o bien, éstos han sido cubiertos por el otro progenitor y, por otra parte, los efectos de la sentencia del juicio de alimentos se remiten a la fecha de interposición de la demanda. Lo resarcible en la chance es la falta de una posibilidad razonable de obtener una ganancia o evitar una pérdida, quedando al prudente arbitrio judicial la fijación de la suma, de acuerdo con las particularidades del caso. La pérdida de una chance es un daño cierto y resarcible; la efectividad de la reparación depende del grado de posibilidad de obtener una ganancia o evitar la pérdida, según el caso" (Arianna, Carlos A., y Levy, Lea, Daño moral y patrimonial derivado de la falta de reconocimiento, en obra colectiva dirigida por Ghersi, Carlos, Derecho de Daños, Bs. As., ed. A. Perrot, 1999, pág. 447). Por su parte, Graciela Medina dice: "El daño material está dado por las carencias materiales que le produjo la falta de padre. Estas pueden o no producirse; se producirán, por ej., si el único de los progenitores que lo reconoció tiene pocos recursos económicos y el niño se ve obligado a vivir en la pobreza cuando cuenta con un padre biológico económicamente poderoso que de haberlo reconocido le hubiera permitido el acceso a una buena educación, o le hubiera Jurisprudencia de Mendoza aho r ra d o l os padecimientos materiales. Puede también que el perjuicio material no se produzca, como por ej. en el caso de que quien lo reconoce fuera un progenitor rico y el no reconociente un menesteroso, que aún de haberlo reconocido, ningún auxilio material le hubiera proporcionado, por aquello de que los alimentos se fijan de acuerdo a las necesidades del alimentado y la capacidad económica del alimentante" (Responsabilidad civil por falta o nulidad del reconocimiento del hijo. Reseña jurisprudencial a los diez años del dictado del primer precedente, J.A 1998-III-1171). 2. Incumplimiento del deber de asistencia y daños derivados de la falta de reconocimiento. En una obra reciente se afirma: "El resarcimiento del daño patrimonial derivado de la falta de reconocimiento, que la doctrina vincula con las carencias materiales de la víctima, es una cuestión que presenta notables puntos de contacto con el problema del resarcimiento del perjuicio por incumplimiento del deber de asistencia (Reviriego, Salvatori, La responsabilidad en el derecho de familia. Particularidades y principales supuestos, en Trigo Represas, Félix A. y López Mesa, 73 Marcelo, Tratado de la responsabilidad civil, Bs. As., ed. La Ley, 2004 pág. 266). En el análisis de esta relación se visualizan dos tendencias: a) Una considera incompatibles ambos rubros; o sea, se deben reclamar alimentos, más sus intereses, pero no daños y perjuicios (Reviriego, Salvatori, La responsabilidad en el derecho de familia. Particularidades y principales supuestos, en Trigo Represas, Félix A. y López Mesa, Marcelo, Tratado de la responsabilidad civil, Bs. As., ed. La Ley, 2004 pág. 267; Sambrizzi, Eduardo, Improcedencia del reclamo de daños por incumplimiento del pago de la cuota alimentaria y por la falta de comunicación con los hijos o su obstrucción, LL 2003-A-104). Esta posición se funda en las siguientes razones: - No corresponde la aplicación indiscriminada de los principios de la responsabilidad civil en el ámbito del derecho de familia. - El incumplimiento del deber de asistencia material genera diversas consecuencias legales: (I) Está incriminado como delito penal; (II) Constituye causa de separación personal y divorcio (art. 202); (III) Puede configurar un supuesto de Jurisprudencia de Mendoza 74 pérdida de la patria potestad. Consecuentemente, su desatención puede generar responsabilidad civil; sin embargo, ese daño debe ser indemnizado dentro de la limitación propia de la naturaleza de la o b l i g a c i ó n e n t r at am i e n t o , e s p eci al ment e cuando d e b e efectivizarse en dinero. Consecuentemente, la indemnización del daño derivado de no pasar cuota alimentaria se compensa exclusivamente con los intereses. Sólo si el incumplimiento es doloso, deberá repararse el mayor daño causado fuera de los intereses. - No cabe presumir daño por el impago de las cuotas; la falta de pago pudo no haber repercutido en absoluto en su nivel de vida, o las eventuales privaciones sufridas pudieron no haberlo afectado en modo alguno. - Excepcionalmente, esos daños serían reparables si se acreditara que la falta de pago de las cuotas implicó que el hijo sufriera un daño específico y de cierta gravedad, que no hubiera padecido de haberlas percibido, como sería, por ej., si la falta de pago impidió una intervención quirúr gi ca, qu e co n ci er ta probabilidad hubiera evitado un daño irreversible que sufrió por no haberse operado. - En cambio, la madre está legitimada para reclamar en nombre propio al padre que no pagó al menor la cuota alimentaria los daños materiales ciertos que ella hubiera sufrido con motivo de esa falta de pago, los cuales, en la generalidad de los casos, están constituidos por el monto de las cuotas no abonadas, que ella debió reemplazar, ya sea con dinero propio o de un préstamo, con más sus intereses. Compartiendo esta tendencia se ha declarado improponible el reclamo por el detrimento sufrido por quien a falta de ayuda del padre debió sustentarse sólo con el apoyo materno. Se argumenta que si bien el derecho a alimentos se asienta en el emplazamiento de estado del hijo, pudo haberlos requerido de su progenitor con carácter provisional aún antes de interpuesta la demanda de filiación, si el vínculo aparecía verosímil (Cám. CC Morón, Sala II, 21/10/1997, La Ley Bs. As., 1998399). b) Otra posición, en cambio, entiende que hay daños y perjuicios que provienen de no cumplir con el deber de asistencia. Con criterio más general aún, este daño ha sido reconocido en algunos congresos y jornadas que se han ocupado del tema Jurisprudencia de Mendoza reparación de daños y perjuicios derivados del incumplimiento de los deberes que emanan de la patria potestad; en esas ocasiones se ha hablado de daño moral y material, mas no hay pronunciamiento sobre la carga de la prueba. Así, por ej., en el VII Congreso Internacional de Derecho de Daños (Bs. As., 2/4 Octubre del 2002), la comisión n 5 recomendó: "Se debe admitir la procedencia de la acción por daño moral y/o material contra el progenitor que viole derechos subjetivos del derecho derivados del derechofunción de la autoridad de los padres" (Conf con este criterio, Grosman, Cecilia, Responsabilidad de los cónyuges entre sí y respecto de los hijos, en Los nuevos daños, obra colectiva coordinada por Carlos Ghersi, Bs. As., ed. Hammurabi, 1995, pág.414; D' Antonio, Daniel H., Responsabilidad paterna por incumplimiento del deber alimentario y por los malos tratos, en Mosset Iturraspe, J., y otros, Responsabilidad de los padres, tutores y guardadores, Santa Fe, ed. Rubinzal, 1998, pág. 175; Gorvein, Nilda, Incumplimiento del deber de asistencia familiar como una forma de violencia dentro de la familia y de maltrato hacia el menor, J.A 1994-I-835; Belluscio, Claudio A., Incumplimiento alimentario respecto de los hijos menores, Bs. As., 75 ed. La Rocca, 2002, 152 y ss; Sobrino, A., y otras, Alimentos y daño moral, J.A 1998-II-689; Nicoliello, Nelson, El padre que omite cumplir con sus deberes para con el hijo incurre en conducta ilícita y debe indemnizar los daños y perjuicios, en Rev. Judicatura, N 35, Junio 1993, pág. 85, aunque estos tres últimos autores se refieren sólo al daño moral). Es también la posición asumida por la Corte de Casación italiana en decisión del 7/6/2000 en la que afirma: "La conducta ilícita del padre natural que paga con relevante retardo los alimentos debidos al hijo menor determinan una lesión en sus derechos fundamentales de hijo y de persona menor de edad, lesión que se traduce en un daño a la vida de relación que resulta resarcible a la luz del art. 2043 del código civil italiano" (Resp. Civile e previdenza, anno 2000, vol LXV pág. 923, con nota de Patricia Ziviz, Continua il cammino del danno esistenziale; conf. Gariella, Annalisa, Mantenimiento e alimenti: La violazione degli obblighi, en Cendon, Paolo -a cura di- Trattato breve dei nuovi danni, Padova, ed. Cedam, 2001, pág. 1384). Esta posición, liderada especialmente por Nelly Minyersky (Daños y perjuicios: incumplimiento alimentario y obstrucción al régimen 76 Jurisprudencia de Mendoza de comunicación entre padres e hijos, en Rev. Derecho de Familia, n 20, 2002, pág. 63 y ss; de la misma autora, su ponencia a las Segundas Jornadas Mendocinas de Derecho Civil, J.A 1991-II-849; Los daños y perjuicios en el derecho de familia, en Derecho Privado, Libro homenaje a A. Bueres, Bs. As., ed. Hammurabi, 2001, pág. 1768, aunque en estos dos últimos trabajos, elaborados originariamente en coautoría con Lily Flah y Lidia Viggiola, las referencias específicas son al daño moral) se funda en las siguientes razones: - En nuestros días, uno de los problemas más profundos que concurre a frustrar o entorpecer el pleno desarrollo del niño está constituido por la inobservancia paterna del deber de asistencia en su aspecto alimentario, tema de indudable trascendencia en atención a los requerimientos propios del sujeto alimentado, un menor de edad. - En todo el mundo civilizado existe una suerte de guerra contra la inejecución de la deuda alimentaria en la que los remedios se multiplican, aunque no siempre con éxito; en 1999, una investigación del Ministerio de Justicia de Francia estableció que el 65 % de las condenas judiciales por alimentos se pagan irregularmente, o directamente no se cumplen (Berthet, Pascual, Les obligations alimentaires et les transformations de la famille, Paris, ed. L'Harmattan, 2000, pág. 226). Los jueces, pues, no deben cerrar los ojos a esta realidad y recurrir a todos los medios legales para evitar el mal descrito. - El incumplimiento de los deberes de asistencia es un hecho grave, de tal magnitud, que la ley lo reprime aún penalmente; nada impide que, incluso, esos daños se peticionen constituyéndose en actor civil en el proceso penal (Caimmi, L.A. y otro, Los delitos de incumplimiento de los deberes de asistencia familiar e insolvencia alimentaria fraudulenta, 2 ed., Bs. As., ed. Depalma, 1997, pág. 173 y ss); más aún, en principio, estos daños deben ser reparados si se pretende la suspensión del juicio a prueba (Ver Peluzzi, Marcelo A., El delito de incumplimiento de los deberes de asistencia familiar y la reparación del daño en la suspensión del proceso a prueba, en Rev. de D. Procesal, 2002-2-319). - La Convención Internacional de los Derechos del Niño dispone: "Los Estados partes pondrán el máximo empeño en garantizar el conocimiento del principio de que ambos padres tienen obligaciones Jurisprudencia de Mendoza comunes en lo que respecta a la crianza y el desarrollo del niño. Incumbirá a los padres, o en su caso, a los representantes legales la responsabilidad primordial de la crianza y el desarrollo del niño. Su preocupación fundamental será el interés superior del niño (art. 18 inc 1); "A los padres u otras personas encargadas del niño les incumbe la responsabilidad primordial de proporcionar, dentro de sus posibilidades y medios económicos, las condiciones de vida que sean necesarias para el desarrollo del niño (art. 27 inc. 2); "Los Estados partes adoptarán todas las medidas apropiadas para asegurar el pago de la pensión alimenticia por parte de los padres u otras personas que tengan la responsabilidad financiera por el niño" (art. 27 inc..4). El Estado, a través del Poder Judicial, tiene que asegurar el cumplimiento de estas disposiciones y, en todo caso, aún en la duda, debe promover la solución que mejor se adecue a la obligación que asumió internacionalmente a través de la ratificación de la Convención. - No existe norma que genere una inmunidad civil en contra del padre que causa daños no pasando alimentos. 77 - El impago de esos alimentos genera un daño material consistente en la privación de los elementos que le hubiesen permitido una mejor asistencia y desarrollo en todos los aspectos. 3. Subsunción de los hechos pr obados e n la sit uac ión jurídicamente planteada. La cuestión planteada en autos no se identifica o superpone con la anteriormente planteada. O sea, el tribunal no dice que el reclamo por daños y perjuicios sea incompatible con el reclamo de alimentos; por el contrario, admite que estos daños puedan ser reclamados y concretamente dice que los daños derivados de ese incumplimiento existieron; sin embargo, entiende que no fueron sufridos por el menor, sino por la madre, y que no existe prueba de daños sufridos realmente por quien es el actor. Alguna jurisprudencia parece compartir ese criterio. Así, por ej., la sala F en decisión del 19/10/1989 (J.A 1990-II-58 y LL 1990-A-2) rechazó el rubro daño material "por no haberse alegado en qué consistía y su cuantía". Comentando esta decisión, Graciela Medina dice que "en el caso, la madre estaba legitimada para reclamar el 78 Jurisprudencia de Mendoza daño material porque seguramente debió afrontar sola los gastos que debieron haber sido compartidos por ambos progenitores (Responsabilidad civil por falta o nulidad del reconocimiento del hijo. Reseña jurisprudencial a los diez años del dictado del primer precedente, J.A 1998-III-1168). En principio, pues, como regla, abstractamente considerada, la solución del fallo recurrido coincide con la jurisprudencia que vengo reseñando. Sin embargo, en mi opinión, no subsume adecuadamente esa jurisprudencia en los hechos no controvertidos de la causa. Explicaré por qué: a) Reitero que han quedado reconocidos los siguientes hechos: la madre es persona de escasos recursos; trabaja como empleada en un establecimiento comercial; tuvo a su hijo en un hospital público; ha litigado con beneficio de litigar sin gastos; el niño concurre a una escuela pública. El padre, en cambio, es odontólogo, tenía cuatro inmuebles a su nombre, algunos de los cuales estaban alquilados. Estos datos muestran de modo manifiesto que si bien, gracias al esfuerzo materno, el niño ha tenido cubiertas sus necesidades mínimas, el aporte paterno le hubiese dado la chance cierta de lograr una mejor asistencia, una vida sujeta a menos restricciones y un mayor desarrollo en todos sus aspectos. b) Jurídicamente el actor tuvo posibilidad de peticionar alimentos provisorios conjuntamente con la demanda por filiación; sin embargo, fácticamente, atento a la conducta del demandado en ambos juicios (filiación y daños y perjuicios), sus chances de haberlos obtenido prontamente son bastante escasas. Consecuentemente, como mínimo, hay un daño moratorio cierto representado por los intereses de las sumas que debieron pagarse oportunamente y no fueron sufragados; recuerdo que la liquidación de ese daño es aceptada por toda la doctrina que estima que la compensación reparadora por el incumplimiento de la obligación alimentaria debe limitarse a esos intereses. c) Al momento de la sentencia por filiación el actor contaba con 13 años, o sea, una época en la que los reclamos materiales crecen porque se entra en la adolescencia. No parece que esas demandas pudiesen ser satisfechas con el mero sueldo de una empleada de comercio. Jurisprudencia de Mendoza El error de la sentencia es, pues, de subsunción de los hechos en la propia doctrina jurídica que sostiene. V. Conclusiones. Por todo lo expuesto, y si mi voto es compartido por mis colegas de la Sala, corresponde revocar la sentencia en cuanto rechaza el rubro daño material. Así voto. Sobre la misma cuestión el Dr. Romano adhiere por sus fundamentos al voto que antecede. A la segunda cuestión la Dra. Aída Kemelmajer de Carlucci, dijo: Atento a lo resuelto en la primera cuestión, puesta esta Sala en el lugar de la Cámara, y atento a los agravios del recurrente, corresponde liquidar el daño material reclamado. 1. Como he explicado en la primera cuestión, en este caso, este daño tiene el carácter de "chance". O sea, tengo por cierto que las necesidades mínimas han sido cubiertas por la madre y que el daño sufrido consiste en la pérdida de la posibilidad de haber tenido una vida con menos restricciones económicas. 79 En consecuencia, no corresponde seguir al recurrente en sus cálculos, sino fijar el daño, equitativamente, conforme las constancias de la causa. 2. Adelanto mi opinión en el sentido que estas chances deben fijarse, equitativamente, en la suma de $ 12.000, cantidad que, en mi opinión, habría permitido superar el piso de las necesidades mínimas cubiertas por la madre. Para llegar a esa cantidad he ponderado: a) A favor de la demandada: que el actor cuantificó el daño, exclusivamente, sobre la base de los alimentos no pagados y que la acción por daños y perjuicios no puede ser la vía paralela que permita eludir los plazos de prescripción de la acción por alimentos. Por eso, los daños cubiertos no pueden superar, en principio, los períodos que cubriría una demanda por alimentos. También tengo en cuenta que el actor no ha acreditado ninguna carencia específica. b) A favor del actor: que el juicio por filiación duró cuatro largos años en un período en que las necesidades de los niños crecen, y que el padre, por su profesión e ingresos, tuvo oportunidades reales de satisfacerlas. Es obvio que un aporte mensual paterno habría permitido a Jurisprudencia de Mendoza 80 este niño ser socio de algún club, concurrir a una academia para estudiar un idioma o rudimentos de informática, aprender cómo se toca un instrumento musical, etc., todas actividades que normalmente desarrollan los niños, hijos de profesionales, para favorecer su desarrollo físico y espiritual, que exigen de un aporte dinerario imposible de proveer por una empleada de un comercio. La suma fijada, en mi concepto, es suficiente para el pago de estos gastos. Así voto. del CPC). Así voto. Sobre la misma cuestión el Dr. Romano adhiere al voto que antecede. Con lo que terminó el acto, procediéndose a dictar la sentencia que a continuación se inserta: SENTENCIA: Mendoza, 28 de Mayo de 2004. Y VISTOS: Sobre la misma cuestión el Dr. Por el mérito que resulta del Romano adhiere al voto que antecede. acuerdo precedente, la Sala Primera de la Excma. Suprema Corte de Justicia fallando en definitiva, A la tercera cuestión la Dra. Aída Kemelmajer de Carlucci, dijo: Las costas de todas las instancias deben ser impuestas en el orden causado, desde que, aunque la demanda prospera sobre la base de los mismos hechos invocados, el monto ha sido calculado sobre bases diferentes a las estimadas por el actor y con argumentos jurídicos diversos a los propuestos. Por lo demás, desde la perspectiva económica existe vencimiento recíproco y equivalente que autoriza al tribunal a imponer que cada litigante pague sus costas y la mitad de las comunes (art. 36 inc. I RESUELVE: I ) Hacer lugar al recurso extraordinario de Casación deducido a fs. 10/15 por la actora Sra. A. del C. F. por su hijo menor N. S. F. contra la sentencia de fs. 273/280 del expediente Nº 146.186/28.474 "F., A. del C. p/ su hijo menor N. S. F. c/ C., S. D. p/ D. y P." dictada por la Excma. Segunda Cámara Civil, Comercial, Minas, Paz y Tributario de la Primera Circunscripción, la que se revoca. En consecuencia la parte resolutiva de la sentencia de Alzada queda redactada de la siguiente manera: Jurisprudencia de Mendoza "1. Admitir, parcialmente, el recurso de apelación deducido a fs. 228 por el demandado contra la sentencia de primera instancia de fs. 222/227 cuyo monto de condena se modifica. En consecuencia, la parte resolutiva de la sentencia de primera instancia queda redactada del siguiente modo: 81 "III. Regular los honorarios del siguiente modo:.. "IV) Regular los honorarios "2. Imponer las costas de segunda instancia por su orden. Omitir imposición de costas... "3. Regular los honorarios "I. Hacer lugar a la demanda II) Imponer las costas por el de indemnización de daños y perjuicios articulada por A.del C. F. por su hijo menor N. S. F.en. contra de S.D.C. y, en consecuencia, condenar al accionado para que dentro del plazo de diez días de firme esta sentencia, abone a la actora la suma de $ 42.000 comprensiva de los intereses moratorios a la fecha del decisorio y sin perjuicio de los que pudieren corresponder hasta el efectivo pago." Recurso Extraordinario de Casación por su orden. "II. Imponer las costas por el orden causado." III) Regular los honorarios por el Recurso Extraordinario de Casación Notifíquese. Fdo.: Dra.Aída Kemelmajer de Carlucci y Dr.Fernando Romano. 82 Jurisprudencia de Mendoza PROCEDIMIENTO PENAL. Recursos. Denegación de la suspensión de la acción. Posibilidad recursiva del imputado. Inconstitucionalidad de las normas. Declaración de oficio. Posibilidad. Suspensión del juicio a prueba. Inconstitucional id ad de la regulación del instituto en la norma ritual local. Caso de delitos penados con pena de inhabilitación. El art. 478 inc. 3° del C.P.P., es inconstitucional, porque restringe indebidamente el derecho del imputado, conculcándose derechos de raigambre constitucional, tales como los artículos 8 y 47 de la Constitución Provincial, artículos 18, 28 y 33 de la Constitución Nacional.- La extensión de la facultad recursiva acordada por el art. 476 inc. 3° del C.P.P., al Ministerio Público, coloca al imputado en una notoria desventaja, pues se da por supuesto el agravio, el interés o el perjuicio,- que justifica la vía recursiva - existente para el Ministerio Público en el caso de la denegación de la suspensión de la acción y se desconoce el interés del imputado en idéntico supuesto, siendo éste portador privilegiado del interés, desde que en él recae principalmente el hipotético perjuicio, en caso de la denegación de la suspensión de la acción penal, dado que no puede resistir la pretensión punitiva de que es objeto. “La doctrina que impide a la judicatura pronunciar por su propia iniciativa ( “ de oficio “) la inconstitucionalidad de las normas - sin pedido de parte - ejemplifica una autolimitación o autorrestricción a la atribución judicial de no aplicar las normas violatorias de la Constitución. Esa doctrina que no tiene pie en ningún artículo constitucional: fruto del derecho jurisprudencial, deriva del razonamiento de los jueces, antes que de imposición normativa alguna.” (Del voto del Dr. Bohm, en minoría)). La inconstitucionalidad de las leyes y los decretos sólo puede pronunciarse a petición de parte interesada (Fallos 190:98) estándole vedado a los jueces declarar de oficio la inconstitucionalidad de las normas (voto del Dr. Salvini en mayoría) El art 30 del C.P.P. ( Ley 6730) en tanto afirma que “El imputado de un delito de acción pública, podrá solicitar la suspensión del juicio a prueba, cuando sea de aplicación el art. 26 del Código Penal. Al presentar la solicitud, el imputado deberá ofrecer hacerse cargo de la reparación del daño, en la medida de los posible, si la víctima se hubiera constituido en actor civil. Ello no implica confesión ni reconocimiento de la responsabilidad civil correspondiente. El Magistrado decidirá sobre la razonabilidad del ofrecimiento en resolución fundada. La parte damnificada podrá aceptar o no la reparación ofrecida, y en este último caso, si la realización del procedimiento Jurisprudencia de Mendoza o juicio se suspendiere, tendrá habilitada la acción civil correspondiente. Si las circunstancias del caso permitieran dejar en suspenso el cumplimiento de la c o n d en a ap l i c a b l e y h u b i e s e consentimiento del fiscal, el tribunal podrá suspender la realización del juicio, o la continuación del procedimiento. El imputado deberá abandonar en favor del Estado los bienes que presumiblemente resultarían decomisados en caso de que recayera la condena. No procederá la suspensión a prueba cuando un funcionario público, en el ejercicio de sus funciones, hubiese sido el autor o partícipe en cualquier grado, respecto al delito investigado”, es inconstitucional; ello es así esencialmente en función del orden de prelación de las leyes establecido en la Constitución Nacional ( art. 31), por ser la reglamentación del ejercicio de las acciones penales una atribución exclusiva de la Nación, ( art. 75 inc. 12) y por tratarse de reglas de distintos rango que además devienen contradictorias. No procede la suspensión del juicio a prueba cuando el delito tiene prevista pena de inhabilitación, como principal, conjunta o alternativa. Suprema Corte de Justicia Expte.nº 78.629: "Fiscal c/ Linares Borobio Rodrigo por homicidio culposo” s/Casación". Mendoza, 1 de abril de 2004. Sala Segunda 83 L.S.335-92 CUESTIONES: 1)¿Es procedente el recurso interpuesto? 2)En su caso, qué solución corresponde? 3) Pronunciamiento sobre costas. Sobre la primera cuestión el Dr. Böhm, dijo: Que a fs. 267/284, la defensa de Rodrigo Linares Borobio, interpone recurso de casación contra la resolución de fs. 264/265, por la que se deniega el otorgamiento de la suspensión del juicio a prueba. auto interlocutorio recaído en expediente n° 18.741, originario de la Sala Unipersonal N° 1 de la Tercera Cámara del Crimen, de la Primera Circunscripción Judicial. I. Planteo Inconstitucionalidad: de Impetra el quejoso la declaración de inconstitucionalidad del art. 478 del C.P.P.; desde que la norma en cuestión por defectuosa técnica legislativa, alude a los autos que denieguen la extinción de la acción, o la pena y la conmutación o 84 Jurisprudencia de Mendoza suspensión de la pena; sin hacer referencia a los autos enumerados en el art. 475 del C.P.P. Así las cosas, “ la garantía constitucional del debido proceso legal se ha visto reforzada por un nuevo corolario, el cual surge de la imposibilidad de la doble instancia en materia penal ( Pacto de San José de Costa Rica), asimismo la garantía de igualdad procesal, impone que lo que se concede al Ministerio Público debe ser inexorablemente concedido a la defensa.” ( recurso, fs. 289 vta.).II. Recurso de Casación. Basa la censura en el art. 474 inc. 1°, esto es errónea interpretación y aplicación del art. 76 bis del Código Penal. Afirma la existencia de los presupuestos de impugnabilidad objetiva, desde que a tenor de los precedentes de la Corte de la Nación “Menna “y “Padula”, el auto que deniega la suspensión del juicio a prueba es un auto equiparable a sentencia definitiva, desde que el auto “ provoca un gravamen de insuficiente, imposible o tardía reparación posterior”. ( recurso, fs. 273). II. A. Vicios in iudicando: Alega que según surge de la resolución puesta en crisis, la Cámara “ propugna un método interpretativo - el literal - el cual desecha a la hora de realizar la conclusión” ( recurso, fs. 273 vta.). Sostiene que los principios de interpretación literal y el de no distinción cuando la ley no las efectúa, si hubiesen sido aplicados en forma armónica, con el principio de interpretación restrictiva, en favor del imputado, y el de mínima interpretación, “obviamente la conclusión hubiese sido acorde a la sostenida por esta defensa técnica”. ( recurso, fs. 274). Es por ello, que según el quejoso, el tribunal de mérito concluye que la suspensión del juicio a prueba no es aplicable a delitos que tengan conminada pena de inhabilitación en forma conjunta o alternativa, en el caso concreto, en los supuestos contemplados en los artículos 84 y 94 del Código Penal. ( recurso, fs. 274). Entiende, el censurante que el beneficio no podrá ser otorgado en los casos que tenga como única pena la de inhabilitación. “ si el legislador no incluyó a los delitos que tengan pena de inhabilitación conjunta o alternativa, en modo alguno puede el poder judicial incluirlos, porque al hacerlo, como ocurre en la especie, está violando el principio republicano de división de poderes y se está convirtiendo en legislador”. ( recurso, Jurisprudencia de Mendoza fs. 274 vta.). A su criterio, y en base a una interpretación literal del art. 76 bis del Código Penal, surge que la suspensión del juicio a prueba no es viable sólo para los delitos que tengan amenazada como pena única la de inhabilitación. ( recurso, fs. 274 vta.) Infiere que tal afirmación surge como consecuencia de la “ armonización de la máxima que dispone que donde la ley no distingue el intérprete no debe distinguir, sumada a la máxima que impone la interpretación en favor del imputado y ad bonam parte”.( recurso, fs.274 vta.). Referencia las denominadas tesis “restrictivas” y la denominada” tesis amplia”, en relación a la interpretación del instituto bajo análisis. ( recurso, fs. 275/277 vta.). Expresa que en relación al primer párrafo del art. 76 bis del Código Penal, la Cámara adoptó la denominada interpretación amplia, “desde que hace la necesaria distinción entre los distintos párrafos del art. 76 bis, refiriéndose especialmente al cuarto, en punto que hace alusión a la condenación condicional, desprendiéndose de allí que el tope de tres años se manifiesta en concreto y no como erróneamente propugnan los sostenedores de la tesis restrictiva” ( recurso, fs. 278). 85 Referencia el fallo plenario Kosuta ( recurso, fs. 278/279); y aduce que el tribunal inferior, interpretó extensivamente en contra del imputado. Apunta que “ el legislador local no ha inventado nada ni ha conculcado el principio de legalidad; en la Nación por vía legal se introdujo un criterio de oportunidad al or de namie nto pena l y c on anterioridad. Así las cosas la provincia se halla absolutamente legitimada para incorporar a sus normas brutales los referidos criterios de oportunidad “. ( recurso, fs. 281). Agrega que “ no se trata de diferentes especies de cuestiones, sino que se trata de una diferencia de grados modos. Nadie puede negar que dentro del Código Penal se ha incorporado el principio de oportunidad, por ende nada impide que las provincias legislen sobre el mismo, y nada impide tampoco que cada provincia dentro de sus facultades reservadas regule el principio de oportunidad del modo más adecuado a su organización institucional. Esto es lo que ha hecho el legislador de la provincia, reguló y aclaró el alcance del principio de oportunidad, haciendo de ello la herramienta útil, de política criminal, que persigue la implementación de tal principio, por ello nadie podrá dudar 86 Jurisprudencia de Mendoza o cuestionar la constitucionalidad del art. 26 y 30 del Código Procesal Penal de Mendoza, haciéndose necesaria la estricta aplicación del mismo a fin de no subvertir los fines tenidos en miras al momento de legislar” ( recurso, fs. 281 vta.) Bajo el acápite d) del recurso, hace alusión a la pena de inhabilitación ( recurso, fs. 281 vta./282 vta.) en tal sentido afirma que la pena de inhabilitación es siempre preventiva y que la misma puede ser suplida - en caso de concesión del juicio a prueba - por una regla de conducta, como por ejemplo en autos la prohibición de conducir conforme la regla del art. 27 bis del Código Penal. Formula reserva de caso federal. III. A fs. 291/292 y vta., corre agregado el dictamen del Sr. Procurador General, quién se expide por el rechazo de la inconstitucionalidad planteada desde que “ con la reforma del Código de Procedimiento Penal, publicada en el mes de octubre del 2003, en el art. 474 se admite el recurso para las resoluciones que denieguen la suspensión de la acción o la pena” ( dictamen, fs. 291 vta.). A idéntica conclusión arriba respecto del recurso de casación interpuesto, desde que se comparte el criterio del fallo Kosuta, y por tanto, entiende que no corresponde el beneficio en aquellos hechos, para los cuales está prevista la pena de inhabilitación, sea como única, conjunta o alternativa. ( dictamen, fs. 292). Además que “ las normas de conducta que han sido señaladas en el art. 27 bis, son taxativas, es decir no puede imponerse otra norma que no sea las previstas en los incisos de dicho articulado. No estando previstas entre ellas, el abstenerse de conducir durante un periodo de tiempo, resulta imposible aplicar la hipótesis del recurrente, respecto de que tal inhabilitación pueda canalizarse a través de una regla de conducta ” ( dictamen, fs. 292 y 292 vta.). ºIV. Solución al Planteo de Inconstitucionalidad: Previo al análisis a desarrollar respecto del pedimiento de inconstitucionalidad del art. 478 inc. 3° del C.P.P., debo efectuar una aclaración y es que en razón de los argumentos que pasaré a desarrollar cambio mi postura en relación al tema propuesto, desde que en autos n° 78.777 caratulados “ F. C/ Lara Montiel, Elías Arnaldo, por Jurisprudencia de Mendoza usurpación s/ casación”, adopté una decisión contraria a la ahora sostenida. Paso a explicar las razones que justifican mi decisión. Resolver el concreto pedido de inconstitucional del art. 478 inc. 3° del C.P.P. (Ley 6730 ), se impone necesariamente, a fin de remover los límites de impugnabilidad subjetiva impuestos por el numeral en cuestión desde que los mismos operan como valladar formal para la concesión del recurso extraordinario interpuesto. Para efectuar dicho análisis, transcribiré el art. 475 del C.P.P.: “ Además de los casos especialmente previstos por la ley y con las limitaciones establecidas en los artículos siguientes, sólo podrá deducirse este recurso contra las sentencias definitivas o los autos que pongan fin a la acción o a la pena, o hagan imposible que continúen, o que denieguen la extinción, conmutación o suspensión de cualesquiera de ellas.”. A su vez, el art. 478 inc. 3° del C.P.P., refiere que el imputado podrá impugnar los autos que denieguen la extinción de la acción o la pena y la conmutación o suspensión de la pena. Puede advertirse, sin mayor esfuerzo, que al tiempo de consignar los presupuestos de impugnabilidad 87 objetiva, esto es la aptitud que tienen las resoluciones atacadas para ser impugnables en casación, quedan incluídos expresamente los autos que hagan imposible que continúen, o que denieguen la extinción, conmutación o suspensión de cualesquiera de ellas. Que es el supuesto del sub júdice, desde que nos encontramos ante un auto interlocutorio, auto que deniega la suspensión de la acción. Sin embargo, al normar los aspectos referidos a los sujetos activos de la impugnación, el art. 478 inc. 3° del rito penal, y en lo que aquí interesa, el imputado no puede recurrir los autos que deniegan la suspensión de la acción, desde que a tenor de la estricta literalidad de la manda aludida aquellos no se encuentran incluídos. Entonces, en los principios generales atinentes al recurso de casación nos encontramos con que “ Además de la enunciación formal acerca de quién puede recurrir y con esa calidad, qué puede impugnar, la ley ha condicionado la aptitud subjetiva de impugnar a la circunstancia de que quien impugna tenga interés en recurrir, esto es tenga agravio, o sea perjuicio, pues no habrá recurso sin agravio, y por ende no habrá sujeto legitimado si no hay perjuicio”. ( Barberá de Riso, María Cristina, “ Manual de Casación 88 Jurisprudencia de Mendoza Penal”, Pág. 215). La doctrina, en relación a lo que vengo afirmando ha expresado que ” esta condición ( objetiva) junto a la impugnabilidad subjetiva, donde se debe incluir el interés en recurrir y el motivo, son las que caracterizan lo que es un caso de casación.” ( Cfr. Barbera de Riso, María Cristina, “ Manual de Casación Penal”, Advocatus, Pág. 181). Así las cosas, nos encontramos ante dos normas simultáneamente contradictorias, que en última instancia, no permite como en el sub lite, caracterizar un supuesto o caso de casación. Avocado al planteo de inconstitucionalidad impetrado, surgen interrogantes tales como: ¿Cómo resolver el conflicto que supone la enunciación genérica y amplia del art. 475 con las restricciones contenidas en el art. 478 inc. 3° del C.P.P. ?; ¿ cuál es el fundamento para limitar el derecho del imputado a recurrir, sólo en los términos y con el alcance asignado por el art. 478 inc. 3° del .C.P.P.? ; ¿Existe interés, agravio o perjuicio para el imputado sólo respecto de los autos que denieguen la extinción de la acción o la pena y la conmutación o suspensión de la pena, o puede - o debe - reconocerse también el interés en relación a los autos que denieguen la conmutación o suspensión de la acción?. Estos interrogantes que me formulo, encuentran un primer nivel de respuestas: entiendo que la disparidad de criterios de selección que inspiran a ambas normas del rito penal, obedecen a una defectuosa técnica legislativa, que exige de parte de este tribunal de casación, un interpretación armónica de las mismas, interpretación que debe guardar estrecha vinculación con la naturaleza del recurso de casación, sin perder de vista, el carácter excepcional y restrictivo del mismo, a la vez que las particulares circunstancias del caso sub exámine. Efectuada esta aclaración, y en orden a los interrogantes previamente formulados, soy de la opinión que el art. 478 inc. 3° del C.P.P., es inconstitucional, porque restringe indebidamente el derecho del imputado, conculcándose derechos de raigambre constitucional, tales como los artículos 8 y 47 de la Constitución Provincial, artículos 18, 28 y 33 de la Constitución Nacional. Este Cuerpo ha sostenido que “ existe una garantía innominada a la no arbitrariedad ( art. 33 Constitución Nacional) la que se traduce en una garantía de razonabilidad para los Jurisprudencia de Mendoza justiciables ( art. 28 Constitución Nacional) frente a resoluciones judiciales. ( autos n° 49.783 F. c/ Rinaldi Antonio Rubén p/ Lesiones culposas inconstitucionalidad casación. registrado en L.S. 233- 401). Así las cosas, tengo para mí que no resulta razonable que un código de formas, prevea las hipótesis de impugnabilidad objetiva ( art. 475 C.P.P.) - resoluciones recurribles - y que al tiempo de precisar quiénes y qué pueden recurrir, - en el caso de autos, art. 478 inc. 3° del mismo cuerpo normativo - , no queden incluídos los autos enunciados en la primera de las normas. La extensión de la facultad recursiva acordada por el art. 476 inc. 3° del C.P.P., al Ministerio Público, coloca al imputado en una notoria desventaja, pues se da por supuesto el agravio, el interés o el perjuicio,- que justifica la vía recursiva - existente para el Ministerio Público en el caso de la denegación de la suspensión de la acción y se desconoce el interés del imputado en idéntico supuesto, siendo éste portador privilegiado del interés, desde que en él recae principalmente el hipotético perjuicio, en caso de la denegación de la suspensión de la acción penal, dado que no puede resistir la pretensión punitiva de que es objeto. 89 Por otro lado, refuerza mi convencimiento el sistema acusatorio de enjuiciamiento penal, implementado por ley n° 6730. En este sentido, autorizada doctrina expresa que “la característica fundamental del enjuiciamiento acusatorio reside en la división de los poderes que se ejercen en el proceso, por un lado el acusador, quién persigue penalmente y ejerce el poder requirente, por el otro el imputado, quién puede resistir la imputación, ejerciendo el derecho de defenderse, y, finalmente, el tribunal, que tiene en su manos el poder de decidir. Todos estos poderes se vinculan y condicionan unos a otros: su principio fundamental, que le da nombre al sistema, se afirma en la exigencia de que la actuación de un tribunal para decidir el pleito y los límites de su decisión están condicionados al reclamo ( acción ) de un acusador y al contenido de ese reclamo, y por otra parte, a la posibilidad de resistencia del imputado frente a la imputación que se le atribuye. El paralelo y correspondencia que se puede establecer fácilmente con el sistema republicano de ejercicio de poder político resulta evidente.“ (Maier, Julio “Derecho Procesal Penal Argentino, 1 b. Fundamentos, Pág. 90 Jurisprudencia de Mendoza 207). Particularmente en relación a esta garantía implícita contenida en los art. 33 ( Constitución Nacional ) y 47 ( Constitución Provincial), se ha dicho que no cualquier derecho o garantía puede ser incluida en las mandas constitucionales aludidas, sino solo aquellas que guarden estrecha vinculación con la soberanía popular y con los principios republicanos. Con precisión, César Enrique Romero, afirma que:” las declaraciones, derechos y garantías que enumera la Constitución, no serán entendidas como negación de otros derechos y garantías no enumeradas, pero que nacen del principio de la soberanía popular y de la forma republicana de gobierno. Son los derechos y garantías implícitos, porque - como se dijo en la Convención de 1860 - una declaración de los derechos intransmisibles de los pueblos y de los hombres, en un gobierno que consiste en determinados poderes, limitados por su naturaleza, no podía ni debía ser una perfecta enumeración de los poderes y derechos reservados. Por lo tanto, la enumeración que se hace no debe tomarse sino como ejemplo para ir de lo conocido y lo expreso, a lo desconocido y tácito.... Empero esta norma no puede oficiar de tonel de las Danaides. Lo tácito y lo implícito en la materia dogmática tiene dos matrices: la soberanía del pueblo y la forma republicana de gobierno y no otras....la república supone límites al poder y resguardo de libertades personales. Ergo: toda técnica que se enderece hacia esos objetivos tiene asidero fundacional. Por ello la norma en estudio implica un venero inexhausto de posibilidades jurídicas en orden a la libertad y al principio legitimador del poder político” ( Cfr. Cesar Enrique Romero, Derecho Constitucional T. II., Zabalía Editor. 1976, Pág. 141). Sentada esta premisa inicial, declarada la inconstitucionalidad del art. 478 inc. 3° del C.P.P. ( ley 6730 t.o Ley 7007), y removido el obstáculo formal, no existe impedimento para ingresar al tratamiento del caso de casación traído a estudio. V. Solución al recurso de casación interpuesto. El caso sometido a jurisdicción de este tribunal, ofrece las siguientes particularidades: a fs. 238/255, el Dr. Fabián Enrique Palma por la defensa de Rodrigo Linares, s o l i c i ta l a s us p e n s i ó n d e l procedimiento a prueba, a la vez que impetra la inconstitucionalidad del art. 71 del Código Penal; a fs. 264/265, el Jurisprudencia de Mendoza tribunal a-quo, deniega el beneficio solicitado pues “el art. 30 del C.P.P. , posibilita el beneficio a aquellos casos en que aparezca la probabilidad de aplicar el art. 26 del Código Penal, lo que queda descartado a delitos penados con inhabilitación, que no admite la modalidad de la condena de ejecución condicional ya que el último párrafo de la norma de fondo reza”...no procederá la condenación condicional respecto de las penas de multa o inhabilitación...”. ( auto interlocutorio, fs. 264 vta.). Esta particular coexistencia de normas vigentes- art. 76 bis y siguientes del Código Penal y art. 30 del C.P.P. - regulan el instituto de la suspensión del juicio a prueba de modo diferente: nótese simplemente que el Código Penal admite la suspensión en casos de delitos reprimidos con pena de reclusión o prisión cuyo máximo no exceda de tres años, no hace referencia al requisito de que la víctima se constituya en actor civil; que el párrafo final del artículo en comento no admite la suspensión respecto de los delitos reprimidos con pena de inhabilitación. A su vez, el numeral 30 del rito penal, aborda el instituto en cuestión, como variante del principio de oportunidad ( art. 26 inc. 3); y en lo concreto establece que el imputado 91 de un delito de acción publica, podrá solicitar la suspensión del procedimiento o juicio a prueba, cuando sea de aplicación el art. 26 del Código Penal. (artículo que admite la condenación condicional solo en los casos de primera condena a pena de prisión que no exceda de tres años...). el art. 30 no hace referencia alguna a la pena de inhabilitación; al tiempo de establecer las condiciones para su concesión, refiere que “ El imputado deberá ofrecer hacerse cargo de la reparación del daño, en la medida de lo posible, si la víctima se hubiera constituido en actor civil.” Esta coexistencia de regímenes de regulación del instituto con variables de transcendencia, me impone resolver una debatida cuestión:que no es otra que la de la constitucionalidad o no del art. 30 del C.P.P. No escapa al análisis que vengo construyendo, que en autos no existe un concreto pedimento de inconstitucionalidad de la norma aludida, sin embargo, soy de la opinión que este medio puede ser empleado aún de oficio - pese a las objeciones que puedan existir, tanto d o c t r i n a r i a c o m o jurisprudencialmente al ejercicio de tal atribución. Paso a explicar mi posición. 92 Jurisprudencia de Mendoza Comparto plenamente la opinión de Sagües cuando afirma que “La doctrina que impide a la judicatura pronunciar por su propia iniciativa (“de oficio “) la inconstitucionalidad de las normas sin pedido de parte - ejemplifica una autolimitación o autorrestricción a la atribución judicial de no aplicar las normas violatorias de la Constitución. Esa doctrina que no tiene pie en ningún artículo constitucional: fruto del derecho jurisprudencial, deriva del razonamiento de los jueces, antes que de imposición normativa alguna.” autor citado, “Derecho Procesal Constitucional. Recurso Extraordinario I”, Edición Astrea, Pág. 133). En idéntico sentido se expresa el Profesor Alvarado Velloso cuando con precisión sostiene ante las posiciones que niegan el control oficioso por parte del juez que “ si el control de constitucionalidad depende sólo de la voluntad de las partes, resulta que: a) no pedir la declaración de inconstitucionalidad significa una clara renuncia del sistema y b) si las partes pueden renunciar a la supremacía de la Constitución, todo el régimen jurídico que ella genera no es de orden público, con lo cual da nada sirven las libertades y garantías individuales que el constituyente declaró inviolables. En esencial, una Constitución no es otra cosa que un pacto de convivencia social entre gobernantes y gobernados que se ha adoptado con clara libertad de elección; por ello debe presumirse que es racionalmente justa y, por ende, toda norma inferior - abstracta cual la ley o concreta cual la sentencia - debe ser fiel reflejo de esa justicia...y así es como el juez se convierte en guardián de la Constitución ( ley suprema) y no del simple texto de una ley que repugna a ella. Como consecuencia de esto, se puede apreciar que la esencia de la función judicial en la heterocomposición en los litigios no estriba pura y simplemente en aplicar la ley sino en lograr como fin el imperio del valor justicia, empleando como medio un instrumento técnico: la ley. Si se acepta esto, el control oficioso de constitucionalidad fluye como consecuencia inevitable de la función judicial así definida. Pero además porque si la Constitución es el plan de justa convivencia social y erige el principio de justicia como un axioma del sistema, es inconcebible dejar librada a la voluntad de las partes la posibilidad de que tal principio se conquiste o se pierda según ellas quieran o no articular la impugnación de inconstitucionalidad”. ( Autor citado, “ Introducción al Estudio del Derecho Procesal, Jurisprudencia de Mendoza Segunda Parte, Rubinzal - Culzoni Editores, Pág. 53/54) Me permito además a fin de abonar mi posición al respecto, glosar el ilustrado voto de la Dra Aída Kemelmajer de Carlucci, que ha expresado: “ En el precedente del 10/04/1990, registrado en L. S 214 173 citado en el dictamen del Sr. Procurador General, mencioné que tengo comprometida opinión doctrinal favorable a la potestad jurisdiccional de declarar de oficio la inconstitucionalidad de las leyes (...). Resumiré también hoy, muy brevemente, algunas de las razones que me convencieron de esta solución: - no viola el equilibrio de los poderes del Estado pues aceptada la facultad judicial para controlar constitucionalmente la actividad del Ejecutivo y del Legislativo, no se advierte qué diferencia sustancial existe en que el referido control sea o no denunciado expresamente por el perjudicado. Si estuviese en verdadero peligro la propia conformación de las instituciones republicanas, no debieran admitirse excepciones a la prohibición. Sin embargo, la Corte Nacional, permite desde antiguo, el control de oficio de las leyes relativas a competencia y jurisdicción. 93 - Tampoco hay contradicción con el principio de presunción de legitimidad de los actos del Estado, pues esa presunción no es irrefragable y admite prueba en contrario; por eso, si la inconstitucionalidad es manifiesta y no necesita de una investigación ulterior, el juez puede declararla. - No se viola el principio de defensa en juicio, pues normalmente la cuestión de la constitucionalidad se mueve en el campo del derecho y no de los hechos por lo que es aplicable el principio del iura novit curia. - No se ignora que la Corte Federal, por mayoría mantiene la tesis adversa y que la “autoridad moral del alto tribunal obliga a los inferiores a sumarse a esa doctrina. ( Ver entre muchos, L. S. 191-237). No obstante, la regla fijada por el Superior Tribunal de la Nación debe ser precisada pues, de lo contrario, los problemas que plantea la prohibición de la declaración de oficio se tornan insolubles. Así por ej., si la Corte ha establecido la inconstitucionalidad de una ley, el juez se enfrenta a la disyuntiva de hierro: o sigue a la Corte que le impide declarar de oficio la inconstitucionalidad o la desoye en el derecho sustancial; o la sigue en ése pero se aparta en la cuestión procedimental. No tengo dudas que debe optar por esto último; se trata del 94 Jurisprudencia de Mendoza mal menor, que evita sentencias contradictorias en lo sustancial. ( Cfr. Cam. Federal de La Plata, Sala III, 17/3/1988, E. D 128 - 366, con nota aprobatoria de Bidart Campos, Germán, Incumplimiento de dos jurisprudencias de la Corte en el mismo caso judicial). ( L.S.248- 013). Finalmente, debo recordar que la posición prohibitiva en la materia se quebró, el 27/9/2001, en un caso que abordó el debatido problema de la intangibilidad de las remuneraciones de los magistrados ( J.A 2002 - 1- 736 y L.L. 2001 - F- 889, con nota de Ana María Bestard. El caso Mill de Pereyra y la declaración de inconstitucionalidad de oficio). Algunas decisiones anteriores prepararon el camino ( Ver, entre otras, CSN 21/4/1998. Banco Buenos Aires Building S.A s/ quiebra, L.L. 1988 - C - 236; 28/4/1998, Ricci, Oscar c/ Autolatina, ED 179 - 322, con nota de Víctor Bazán. Por estas razones que hago mías, afirmo que el legislador local se apa rt ó de sus atribuciones constitucionales al haber legislado cuestiones de fondo, y no sólo de forma, en el principio de oportunidad y en la suspensión del juicio a prueba. El art. 71 del Código Penal es claro y categórico en cuanto a que deberán iniciarse de oficio todas las acciones penales, con excepción de las siguientes. 1° las que dependieren de instancia privada y 2° las acciones privadas. El art. 75 inc. 12 de la Constitución Nacional refiere, en lo que aquí interesa, que es atribución del Congreso de la Nación “dictar el Código Penal, en cuerpos unificados, sin que tales códigos alteren las jurisdicciones locales”. Concretamente, todo lo circunscripto al ejercicio de las acciones penales, constituye materia específica de la legislación de fondo: por tanto, no puede el legislador provincial reglamentar esta materia, y más aún hacerlo en el marco del denominado principio de oportunidad, porque tal regulación se enfrenta abiertamente con el art. 71 del código sustantivo. Dicho de otra manera, se trata de una facultad exclusiva de la Nación, y “ toda facultad delegada a la Nación es en principio exclusiva de ésta, salvo que por disposición expresa se la haga concurrente. Por lo tanto, ( ...) en lo atinente a las acciones penales es extraño a la órbita provincial”.; son ideas precisas del Dr. Felipe Seisdedos, citado por el Dr. Carlos Navarro en “ Régimen Provincial de Suspensión del Juicio a prueba. Balance de un año de Jurisprudencia de Mendoza vigencia”, publicado en Jurisprudencia de Mendoza, n° 57 , Diciembre 2000). El Dr. Seisedos afirma además que “ El Congreso al dictar el Código Penal de 1921 decidió incluir lo referente a la promoción y ejercicio de las acciones penales en sus arts. 71 a 76". Y que “ Nuestra doctrina “clásica” aceptó sin reparos lo normado por el legislador nacional”, además que “ los mejores penalistas - Soler y Núñez - y los más destacados procesalistas - Vélez Mariconde y Clariá Olmedo -, aunque no fueron los únicos, admitieron la constitucionalidad de los artículos 71 a 76 del Código Penal. Todos ellos admitían el carácter sustancial y no procesal de las acciones penales, y naturalmente su tratamiento por la norma de derecho común, en la especie, el penal.” ( Cfr. Seisdedos, Felipe, ¿ A quién corresponde introducir el denominado principio de Oportunidad?. Revista del Foro de Cuyo, T. 42, Dike, Mendoza 2000, Págs. 50/54). Al respecto, a partir del artículo 121 y siguientes de la Constitución Nacional, y bajo el acápite “ Gobiernos de Provincia”, se delinean armónicamente el reparto de atribuciones o poderes inherentes, delegados, reservados, concurrentes 95 compartidos o de ejercicio conjunto y prohibidos. Así, en relación al actual art. 121 de la Constitución Nacional se ha afirmado con precisión que “ lo particular, lo definido, pertenece al gobierno central, lo general , indefinido y residual es de las provincias: esos poderes son inherentes a su condición de estados y los conservan porque antes los ejercían. Esta regla o forma de distribución de poderes, es producto de la Constitución, ley suprema y no voluntad de las provincias, que, eso si, posibilitaron la sanción fundacional” . ( Romero, César Enrique, pág. 294/295). Más aún, el propio art. 75 inc. 12 de nuestra Carta Magna, reglamenta una atribución exclusiva del Congreso de la Nación desde que “ se delegó al Congreso la facultad de dictar los Códigos Civil, Comercial, Penal, de Minería ( ....) Y atento a que los mismos estructuran todas las relaciones jurídicas de particulares, corporaciones y del propio estado como persona privada, resulta abecedaria la prohibición a las provincias después que el Congreso los haya sancionado (...) La aplicación de los códigos queda a los tribunales de provincia o de la nación según qué cosas o personas cayeren 96 Jurisprudencia de Mendoza bajo su respectiva jurisdicción. Pero resta advertir que es facultad prohibida a las provincias los llamados códigos de fondo, no así los códigos de procedimientos que responden a su aplicación y a los poderes residuales” . ( “El Congreso y los Códigos de Procedimientos”, La Nación, Buenos Aires, dic. de 1942 y reproducido en Estudios Constitucionales, Pág. 13, Córdoba, 1959). En base a los considerandos desarrollados sostengo que el art 30 del C.P.P. ( Ley 6730) en tanto afirma que “ El imputado de un delito de acción pública, podrá solicitar la suspensión del juicio a prueba, cuando sea de aplicación el art. 26 del Código Penal. Al presentar la solicitud, el imputado deberá ofrecer hacerse cargo de la reparación del daño, en la medida de los posible, si la víctima se hubiera constituido en actor civil. Ello no implica confesión ni reconocimiento de la responsabilidad civil correspondiente. El Magistrado decidirá sobre la razonabilidad del ofrecimiento en resolución fundada. La parte damnificada podrá aceptar o no la reparación ofrecida, y en este último caso, si la realización del procedimiento o juicio se suspendiere, tendrá habilitada la acción civil correspondiente. Si las circunstancias del caso permitieran dejar en suspenso el cumplimiento de la condena aplicable y hubiese consentimiento del fiscal, el tribunal podrá suspender la realización del juicio, o la continuación del procedimiento. El imputado deberá abandonar en favor del Estado los bienes que p r e s u m i b l e m ent e res u l t a r í a n decomisados en caso de que recayera la condena. No procederá la suspensión a prueba cuando un funcionario público, en el ejercicio de sus funciones, hubiese sido el autor o partícipe en cualquier grado, respecto al delito investigado”, es inconstitucional; ello es así esencialmente en función del orden de prelación de las leyes establecido en la Constitución Nacional ( art. 31), por ser la reglamentación del ejercicio de las acciones penales una atribución exclusiva de la Nación,( art. 75 inc. 12) y por tratarse de reglas de distintos rango que además devienen contradictorias. Así las cosas, debo resolver si en el caso concreto corresponde o no hacer lugar al beneficio de la suspensión del juicio a prueba oportunamente solicitada por el imputado Rodrigo Linares Borobio, de conformidad a las previsiones del art. 76 bis y concordantes del Código Penal. Jurisprudencia de Mendoza Según surge del requerimiento de elevación a juicio “ En fecha 3 de enero de 2002, siendo aproximadamente las 14:30 horas, el procesado Rodrigo Linares, conducía el vehículo , marca Ford, modelo Sierra, color blanco, dominio IOC728, propiedad de Roberto Julio Magni, en dirección sur a norte, por la banda lateral este de avenida España de Ciudad Mendoza. Al llegar a la intersección con calle Rivadavia de Ciudad, cruzó el semáforo en rojo, lo que ocasionó que fuera colisionado, sobre el sector lateral posterior izquierdo del rodado que conducía, por el automóvil marca Renault, modelo 21 Nevada Brek, color azul, dominio APN- 372, conducido por Enrique Rodriguez, quien circulaba, por la banda lateral norte de calle Rivadavia, en dirección oeste a este. A raíz de la colisión, el vehículo conducido por Rodrigo Linares dio un giro y golpeó, con su parte lateral posterior derecha, a Jorge Alberto Bres, quien estaba parado en la esquina noroeste de avenida España y Rivadavia y se disponía a cruzar la calle. Luego de la colisión, el Ford, modelo Sierra continuó su marcha hasta impactar contra un automóvil, marca Fiat, modelo Vivace, color blanco, dominio ART-914, que estaba estacionado a metros de la senda peatonal de la intersección de avenida 97 España , ambas de Ciudad. A raíz del impacto, Jorge Alberto Res sufrió politraumatismo y traumatismo encéfalo craneano grave con pérdida de conocimiento, heridas que provocaron su fallecimiento. ( ver. fs. 200 vta.). Así las cosas, se imputa a Rodrigo Linares Borobio, el delito de Homicidio Culposo ( art. 84 del Código Penal. El tema traído a estudio, esto es si corresponde o no el otorgamiento de la probation, en caso de delitos conminado con pena de inhabilitación, es uno de los más debatidos y cuestionados, tanto d o c t r i n a r i a c o m o jurisprudencialmente. Resulta de necesaria referencia el plenario n° 5 Sala III, 17/8/99, causa n° 1403 “Kosuta, Teresa, R s/ recurso de casación”. En el marco del plenario aludido se debatieron las siguientes cuestiones: I) Pena sobre la que debe examinarse la procedencia del instituto previsto en el art. 76 bis y siguientes del Código Penal; II) Procedencia o no del instituto cuando el delito tiene prevista pena de inhabilitación; III) Carácter vinculante o no del dictamen fiscal en la suspensión del juicio a prueba; IV) Legitimidad o no del querellante para recurrir la suspensión del juicio a prueba, excluido el supuesto 98 Jurisprudencia de Mendoza correspondiente al monto de la reparación”. En lo que aquí interesa, corresponde adoptar posición respecto de la procedencia de la suspensión del juicio a prueba cuando el delito, como en el sub lite, tiene prevista la pena de inhabilitación. El plenario aludido con mayoría de los Doctores Eduardo Rafael Riggi, Ana María Capolupo de Durañona y Vedia, Liliana E Catucci, W Gustavo Mitchell, Amelia L Berraz de Vidal, Raúl R Madueño, Alfredo H Bisordi, J uan C Rodriguez Basavilbaso, Gustavo M Hornos y Juan E Fegoli, propiciaron acuerdo para fijar como doctrina plenaria en lo que aquí interesa que “ no procede la suspensión del juicio a prueba cuando el delito tiene prevista pena de inhabilitación, como principal, conjunta o alternativa.” Tal afirmación encuentra apoyo en los siguientes argumentos: “desde un principio advertimos que el referido dispositivo legal no efectúa distinción alguna en cuanto al carácter de dicha pena como principal, conjunta o alternativa, ni diferencia un orden o escala de gravedad referente a las penas de inhabilitación o prisión. Dicha generalidad que presenta el texto legal no logra satisfacer autónomamente el verdadero alcance o sentido que debe asignársele; extremo que nos impone efectuar su interpretación , atendiendo - como ya hemos dicho - a su literalidad y además a la voluntad del legislador, a los principios e intereses que lo animan, obviamente sin desentendernos de la integridad de la norma que genera este instituto , así como de la totalidad del ordenamiento jurídico vigente. En esta tarea, comenzamos advirtiendo que el contenido concreto de la redacción legal es claro en cuanto excluye la aplicabilidad de la suspensión del proceso a prueba a los delitos para los que se encuentra establecida sanción de inhabilitación. A ello se suma la voluntad del legislador que aparece evidente desde el inicio de la labor parlamentaria, cuando la Comisión de Legislación Penal de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación incluyó dicha prohibición apartándose del proyecto originario del Poder Ejecutivo. Ello así deriva del análisis de los antecedentes parlamentarios, donde se infiere que se ha considerado necesario que los juicios seguidos por la comisión presunta de ilícitos que aparejan impericia o inobservancia de deberes o reglamentos a cargo del agente, alcancen su culminación con la sentencia definitiva para proveer a la corrección de la conducta que al Jurisprudencia de Mendoza Estado le interesa. .... Por lo demás advertimos que la norma así interpretada guarda absoluta coherencia con el resto del ordenamiento jurídico ; y particular concordancia con el art. 26 del Código Penal, que expresamente establece la exclusión de la condena condicional respecto de las penas de multa o inhabilitación. En consecuencia, entendemos que la exégesis adoptada, es la que se concilia mejor con el criterio de la Corte Suprema de Justicia de la Nación sobre la interpretación de la leyes - expuesto ut supra - de permanente cita y observancia por este tribunal”. El tan debatido plenario, a su vez, ha sido confirmado por la Corte Federal, in re “ Gregorchuk, Ricardo s/ casación, Rta. 3/12/2002 Basado el Superior Tribunal en “ que la primera regla de interpretación de la ley es dar pleno efecto a la intención del legislador” ( Fallos 302: 973) y la primera fuente para determinar esa voluntad es la letra de la ley ( Fallos 299: 167), así como que los jueces no deben sustituir al legislador sino aplicar la norma tal como éste la concibió ( Fallos 300: 700); concluyen en el considerando n° 4°) del precedente citado que “ Que a la luz de estos principios, el Tribunal comparte y hace suyos los argumentos 99 expuestos por la Cámara Nacional de Casación Penal en el fallo plenario "Kosuta, Teresa Ramona s/ recurso de casación" de fecha 17 de agosto de 1999, en lo que atañe a cuál es el criterio interpretativo para establecer el límite de la escala penal que habilitaría la viabilidad del instituto, así como también en lo que respecta a su improcedencia en aquellos supuestos en que respecto del delito imputado esté prevista pena de inhabilitación como principal, conjunta o alternativa”, y a modo conclusivo el considerando n° 5°) argumenta “ Que en el caso de que se trata, la denegación aparece sustentada en la última de las circunstancias mencionadas en el considerando precedente. La imposibilidad de acceder al beneficio de la suspensión del proceso a prueba para aquellos delitos cuya pena prevea la de inhabilitación —art. 76 bis in fine del Código Penal— surge de manera inequívoca de la intención del legislador. En efecto, el miembro informante del dictamen de la Comisión de Legislación Penal de la Cámara de Diputados de la Nación, diputado Antonio M. Hernández, señaló que "en este caso existe un especial interés del Estado en esclarecer la responsabilidad del imputado, para adoptar prevenciones al respecto" lo que importa continuar 100 Jurisprudencia de Mendoza el juicio hasta una sentencia definitiva que pruebe adecuadamente la conducta del imputado y que permita a d o p t ar l as s anci ones q u e correspondan según el caso (ver Antecedentes Parlamentarios, La Ley, 1995). Entonces de acuerdo a lo expresado en los párrafos anteriores, entiendo que la solución a la que arriba la Cámara ha sido correcta al rechazar el pedido de suspensión del juicio a prueba, aunque el tribunal de mérito deniega el beneficio impetrado, en base a consideraciones diferentes a las argüidas en mi voto. Por lo tanto, la queja debe ser rechazada y confirmada la resolución censurada. Sin embargo, entiendo que de lege ferenda, sería oportuno propiciar una reforma del art. 76 bis del Código Penal: ello teniendo presente los principios de derecho internacional en relación a los derechos humanos, ahora reconocidos en el art. 75 inc. 12 de la Constitución Nacional: “ en cuanto enseña que la configuración legislativa y la aplicación judicial de cualquier clase de medidas restrictivas de la libertad han de ajustarse al cumplimiento de exigencias superiores que reclaman un derecho penal que sea mínimamente intenso, es decir, lo menos aflictivo posible y estigmatizante para los que infrinjan los mandatos y prohibiciones penales” ; teniendo presente además que en orden a los antecedentes parlamentarios que, tanto los anteriores proyectos cuanto los que aparecen consensuados en la ley 24.316, no contemplaban como obstáculo a la probation la pena de inhabilitación o la contemplaban en la modalidad absoluta: los postulados político - criminales que orientaron la modificación del Titulo XII del Libro Primero del digesto de fondo, en cuánto a “reformar sustancialmente el funcionamiento real del sistema judicial penal de nuestro país con una programación eficaz de su actuación, en donde el instituto de la suspensión del proceso a prueba se encuentra respaldado por fundamentales razones de orden práctico” ( Del Voto de los Doctores Jorge Osvaldo Casanovas y Guillermo José Tragant, Plenario Kosuta). La necesidad de modificar el régimen actualmente vigente, ha sido también advertida por la Comisión de Asuntos Penales y Regímenes Carcelarios al considerar los proyectos de ley de los señores senadores Ángel Francisco Pardo, Jorge Alfredo Agúndez y Jorge Raúl Yoma. Se propone así, una Jurisprudencia de Mendoza modificación al régimen de suspensión del juicio a prueba. En dicho dictamen, se aconseja la sustitución del art.76 bis actualmente vigente, por la sanción de la siguiente norma : “ art. 76 bis “ El imputado por delito de acción pública podrá solicitar la suspensión del juicio a prueba cuando pudiere corresponderle condena de ejecución condicional, multa o inhabilitación, ya sea como principal o accesoria. ( ....) ”. (dictamen de la Comisión de Asuntos Penales y Regímenes Carcelarios. Modificación del Régimen de Suspensión del Juicio a Prueba ( art. 76 bis. Código Penal) ( Publicado en Cuadernos de Doctrina y Jurisprudencia Penal 1. Casación. Ad - hoc. Pág. 395 ). Por las razones expuestas, oído el Sr. Procurador General de la Suprema Corte respecto del planteo de inconstitucionalidad impetrado y opinión concordante del mismo , en relación al recurso de casación interpuesto, corresponde rechazar el recurso de casación interpuesto. Así voto. Sobre la misma cuestión, el Dr. Salvini dijo (en disidencia parcial): Adhiero por sus fundamentos al voto del Dr. Carlos Böhm en 101 relación a la declaración de inconstitucionalidad del art. 478 inc. 3° del C.P.P. (Ley 6.730 y sus modificatorias) En cuanto a la solución del recurso de casación interpuesto, me permitiré discrepar en forma parcial con mi colega de Sala preopinante, sólo respecto a la declaración de inconstitucionalidad de oficio. En relación a este tema, comparto los argumentos vertidos sobre el mismo por el Dr. Eduardo Moliné O´Connor en el fallo de la C.S.J.N en la causa “Mill de Pereyra, Rita Aurora ...c/Estado de la Provincia de Corrientes...” el 27 de setiembre de 2.001, particularmente en tanto señaló que la Corte Suprema de Justicia de la Nación sostuvo durante largo tiempo, que la inconstitucionalidad de las leyes y los decretos sólo puede pronunciarse a petición de parte interesada (Fallos 190:98) estándole vedado a los jueces declarar de oficio la inconstitucionalidad de las normas (Fallos 199:466; 202:249; 242:112; 250:716; 257:151; 269:225; 291:499; 303:715; 304:967; 306:303; 310:1090; 311:1843; 311:2088; 313:1392, entre otros). Asimismo, en cuanto que se debe tener en cuenta que tanto la jurisprudencia como la doctrina en su mayoría reconocen, que la declaración 102 Jurisprudencia de Mendoza de inconstitucionalidad limita sus efectos al caso en el que se decide, beneficiando sólo a la parte que la planteó en una causa judicial. Al respecto refiere, que esta limitación, en rigor, solamente armoniza con la doctrina tradicional que exige el oportuno requerimiento de la parte interesada, en tanto dicho planteo importa la expresión de voluntad de un habitante agraviado en sus derechos reservados -no delegados a sus representantes-, que solicita ante el órgano judicial su exclusión como norma constitucionalmente válida en el marco de la litis que origina su afectación. Ello importa una manifestación genuina del principio de la soberanía del pueblo: el individuo, ante la invasión de sus derechos no delegados, decide no aceptar la norma inconstitucional, y que es a partir de estos presupuestos, en tanto su actuación sea solicitada en concreto por un sujeto afectado para reparar la lesión de sus derechos individuales, los jueces se constituyen en “guardianes de la Constitución”. Allí se refiere, que de lo contrario, el magistrado, en una suerte de paternalismo impropio, podría suprimir -según su particular criterio y valoración- la norma dictada por los órganos de gobierno representativos de los justiciables. Considero de gran importancia la alusión sobre que tal situación, no importa un ejercicio ordinario de la facultad que todo juez tiene de seleccionar el derecho aplicable al caso con prescindencia de su invocación por la parte, pues en este supuesto el magistrado aplica la legislación vigente, mientras que, cuando ejerce el control de constitucionalidad por propia iniciativa, abroga por su voluntad una norma regularmente sancionada, que se encuentra en vigor y que goza de presunción de validez (Fallos 251:455). Estimo que en este último punto se encuentra la médula de la solución en el caso concreto referido a la aplicación del art. 30 del C.P.P. (Ley 6.730 y sus modificatorias), en cuanto como facultad peculiar de los jueces se encuentra la de aplicar normas vigentes no alegadas por las partes, o efectuar interpretaciones de las aludidas que no coincidan con las propuestas por los litigantes, potestad que de ningún modo puede identificarse con la potestad de invalidar un acto de gobierno en razón de su inconstitucionalidad . Así lo ha discernido la C.S.J.N., al resolver que la declaración de inconstitucionalidad no es una mera aplicación del principio expresado en la máxima Jurisprudencia de Mendoza “iura novit curia” (Fallos 204:671). Conforme a lo anterior, debo s e ñ a l a r q u e co m p a r t o l a s consideraciones expuestas en el voto del preopinante en relación al art. 30 del C.P.P. citado, en cuanto que el legislador local se ha excedido en sus facultades, al regular en la ley adjetiva en el ámbito del principio de oportunidad el instituto de la suspensión del juicio a prueba, cuando debido a que lo relacionado al ejercicio de las acciones penales, resulta ser un tema privativo de la legislación de fondo, resultando en oposición al art. 71 del C.P.Ahora bien, como ya expresara anteriormente la disidencia es sólo parcial en tanto no comparto -por los argumentos antes expuestos sobre el tema- la declaración de inconstitucionalidad del art. 30 citado, en tanto es resuelta de oficio por mi colega de Sala. Cabe aclarar al respecto, que la no aplicación del mencionado art. 30 del código adjetivo en relación al art. 76 bis y concordantes del C.P. en base a las apuntadas consideraciones, no alcanza a las cuestiones de procedimiento para la aplicación del instituto de la suspensión del juicio a prueba, para lo cual sí se encuentra facultado el legislador local. 103 En suma, no obstante la disidencia parcial antes explicada, sí considero que corresponde la aplicación al caso concreto de lo legislado en el título XII del Libro Primero del Código P enal, puntualmente en la especie el art. 76 bis, en el sentido en el que se expresó el Dr. Böhm en el voto precedente al que adhiero siguiendo a lo resuelto sobre el tema debatido (delitos con pena de inhabilitación) por la mayoría en el plenario “Kosuta”de la C.N.C.P., y en base al cual corresponde el rechazo del recurso de casación intentado contra la resolución que no hizo lugar al pedido de suspensión del juicio solicitado a fs. 238/255; pero en mi opinión ello debe ser así, en base a la facultad de aplicar la norma vigente que se estime correcta para el caso concreto aunque no coincida con la debatida en el sub-examen, que como se explicara anteriormente no es equivalente a la declaración de inconstitucionalidad de una norma.En base a los argumentos antes expuestos, y opinión concordante del Sr. Procurador General, se debe rechazar la censura casatoria interpuesta. Asi voto. Sobre la misma cuestión, el Doctor Pedro J. LLorente adhiere por sus fundamentos al voto que antecede Jurisprudencia de Mendoza 104 Sobre la segunda cuestión, el Dr. Böhm dijo: S E N T E N C I A: Corresponde omitir pronunciamiento sobre este punto, puesto que se ha planteado para el eventual caso de resolverse afirmativamente la cuestión anterior. Y VISTOS: Así voto. Sobre la misma cuestión, los Dr. Herman a. Salvini y Dr. Pedro J. Llorente, adhieren al voto que antecede. Sobre la tercera cuestión, el Dr. Böhm dijo: Atento al resultado a que se arriba en el tratamiento de las cuestiones que anteceden, corresponde imponer las costas a la parte recurrente y regular los honorarios del Dr..., conforme a la labor desarrollada en esta etapa extraordinaria, las cuestiones debatidas y el resultado obtenido en la suma Pesos... (art. 557/558/560 y concordantes del del C.P.P t.o. Ley 7007). Asi voto. Sobre la misma cuestión los Dr. Herman A. Salvini y Dr. Pedro J. Llorente adhiere por sus fundamentos al voto que antecede. Con lo que terminó el acto, procediéndose a dictar la sentencia que a continuación se inserta: Mendoza, 1 de Abril de 2004 Por el mérito que resulta del acuerdo precedente la Sala Segunda de la Excma. Suprema Corte de Justicia fallando en definitiva, R E S U E L V E: 1°) Declarar la inconstitucionalidad del art. 478 inc. 3° del Código Procesal Penal ( Ley 6730 t.o. Ley 7007). 2 °) Rechazar el recurso de casación interpuesto a fs.. 267/284 vta por la defensa de Rodrigo Linares Borobio. 3°) Imponer las costas a la parte recurrente y regular los honorarios profesionales ... ° ) Firme que resulte la presente, bajen las actuaciones al tribunal de origen. Notifíquese. Fdo.Dr.Carlos Bóhm, , y en disidencia parcial Dr.Herman A.Salvini y Dr.Pedro J.Llorente Jurisprudencia de Mendoza ASOCIACIONES SINDICALES. Representatividad. Derechos de incidencia colectiva. ACTO ADMI NI STRATIVO. Incompetencia. Nulidad. Emergencia. Decretos. Ratificación legislativa. AMPARO. Existencia de otras vías. Amparo y Acción de Inconstitucionalidad. Control jurisdiccional de actos a d ministrativo s. E xt en s i ón . EMPLEADO PUBLICO. Remu n er aci ón. Protección constitucional de su integridad. Los gremios o sindicatos adecuadamente registrados tienen capacidad para representar en juicio tanto a afiliados como a no afiliados por propender en el caso a la defensa de derechos de incidencia colectiva, y porque también lo prevén las normas orgánicas que los regulan. Aunque se trate de créditos por salarios, hay aquí un interés que trasciende a lo colectivo, que se comparte con el gremio que cuenta con la representación necesaria y a cuyos fines no escapa la defensa del salario, ya sea a nivel colectivo-administrativo de negociación o concertación de pactos, ya sea frente a situaciones perjudiciales concretas (arts. 2, 3, 31, 43 y cc. de la Ley 23.551). Considero relevante agregar que por tratarse de gremios de extracción estatal, nos encontramos en situación de que la representación legal que esgrimen 105 , no es ocasional ni dudosa, en tanto no existe inconveniente en individualizar a sus componentes afectados desde el inicio de las acciones, ello por la nómina de empleados públicos que prestaban servicios y que vieron afectadas sus remuneraciones durante el tiempo en el que se aplicó la reducción salarial. Es un dato de registro necesario que el Estado demandado no puede no tener y menos ignorar. Juzgo que no hay obstáculo legal ni razonable en este proceso para limitar la capacidad del sindicato dentro de su área de actuación, comprensiva de la representación de los afiliados y no afiliados, y en tanto no se hayan solicitado exclusiones. Lo que se desprende de vincular créditos separables, perfectamente escindibles, divisibles, con la concurrencia de un interés colectivo esgrimido por un grupo con representación legal no ocasional ni dudosa, con integrantes perfectamente individualizables. La Ley de Procedimiento Administrativo señala en el art. 33 que los actos administrativos, deben emanar de órgano competente, indicando el inc. a) del art. 56 que el vicio del acto es grave o grosero si adolece de incompetencia en razón de la materia, por haberse ejercido atribuciones judiciales o legislativas, es decir, por haber invadido la zona de reserva de dichos órganos del poder. Se trata de un vicio grosero que provoca la inexistencia del acto, el que no es regular ni tiene presunción de 106 Jurisprudencia de Mendoza legitimidad, carece de ejecutividad, puede ser declarada su nulidad de oficio, constatándose su inexistencia, su acción no prescribe, su vicio es insanable y la declaración de inexistencia tiene efectos retroactivos, aunque su anulación se circunscribe al planteo concreto formulado, careciendo de efectos erga omnes. Hace al sistema republicano de división de poderes, al que adscriben la Constitución Nacional y las provinciales, que el Ejecutivo carezca de facultades legislativas. La delegación tradicionalmente legítima es la meramente reglamentaria, en cualquier otro caso resultaría exigible una justificación suficiente. La ley de presupuesto solamente está habilitada a prever recursos o ingresos, y gastos o egresos: mal puede aprobar, ratificar o convalidar un decreto de necesidad y urgencia, aún cuando éste verse sobre las erogaciones propias del pago de salarios. Por otra parte, si el presupuesto es anual, su vigencia se agota y concluye con el período al que está destinado. Si bien la doctrina y jurisprudencia sobre la emergencia económica permiten sustentar un acrecimiento de poder, de todos modos como enseña el Dr. Alberto Spota, "el poder que acrece debe situarse siempre en la zona de competencia propia del órgano que lo acrecienta, lo que descarta que por razón de emergencia un órgano pueda usar competencias de otros" (La división de poderes en la emergencia, L.L. 1.992-A-689). En el orden constitucional provincial, ocurre que es atribución de la Legislatura Provincial y no del Poder Ejecutivo disponer en todo lo relacionado con las retribuciones del personal de la Administración Pública. Así lo dispone genéricamente el art. 99 inc. 9 de la Constitución Provincial, y más específicamente el art. 30, que incluso requiere de "una ley especial". De lo que llevo expuesto, se concluye que cuando el Gobernador de la Provincia dictó el Decreto 1.448/01, carecía para ello de la legitimación originaria que invoca en sus considerandos. La ratificación legislativa de un decreto del Poder Ejecutivo debe ser expresa no siendo factible una pretendida ratificación implícita. Establece al respecto el art. 82 de la C.N.: La voluntad de cada Cámara debe manifestarse expresamente; se excluye en todos los casos, la sanción tácita o ficta. Conservando el amparo su carácter subsidiario y de remedio excepcional, lo que importa, a los efectos de determinar si es viable o no el amparo es, en definitiva, si los remedios judiciales o administrativos ordinarios pueden obtener los resultados del amparo con la misma eficacia de éste..." (Bianchi, Alberto, La acción de amparo y los límites de la potestad revocatoria de la Administración Pública, E.D. 108-593). En realidad, la posibilidad de recurrir a este remedio excepcional está dada por la inoperancia de las otras vías Jurisprudencia de Mendoza para purgar la lesión con la premura que exige la violación de un derecho constitucional. La acción de inconstitucionalidad no está prevista como reparadora ni constitutiva de ningún derecho pues la sentencia favorable que se dicte en la acción prevista por el art. 223 del C.P.C. sólo puede declarar la inconstitucionalidad de las normas en cuestión, pero de ninguna manera cabe en ese proceso dictar una sentencia de condena que pudiera reparar las consecuencias de la aplicación de las mismas (L.S. 276-20)...". Por el contrario, la acción de amparo es una acción expedita, breve, rápida y sencilla que por una vía procesal reconoce un derecho constitucionalizado cuya protección nace en el orden nacional por su reconocimiento jurisprudencial y receptado en la reforma de 1.994 en su art.43 y también a través de normas supranacionales que se incorporaron a la misma a través del art. 75 inc. 22 (art. XVIII de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, art. 25 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos , art. 8 de la Declaración de Derechos Humanos. art. 2 inc. 3) del Pacto Internacional de Derechos Culturales, Civiles y Políticos). Y esta vía sumarísima, a diferencia de toda otra forma de canalizar el proceso, no sólo reduce al mínimo los plazos de sustanciación —innecesaria en el caso de autos— sino que da ejecutabilidad al decisorio del juez de primera instancia al conceder el recurso de apelación contra 107 la sentencia que acogió el amparo, al sólo efecto devolutivo. Es decir, que si el sentenciante estima que debe cesar la violación de un derecho constitucionalizado, su decisorio debe ser cumplido más allá de los recursos que la ley concede a la parte demandada y que ésta puede tramitar -también- en forma expedita. En la revisión jurisdiccional, además del control de la actividad reglada del órgano administrador, cabe también el control de causas y motivos de la actividad administrativa, conforme lo desarrollara extensamente nuestro Superior Tribunal local in re: 60.928 "Poder Ejecutivo de la Provincia en J. 120.310/31.241 Consorcio Surballe Sadofschi c/Poder Ejecutivo de la Provincia de Mendoza p/amparo s/Inc.Cas." y Expte. 60.847 "Fiscal de Estado en J: 120.310 Consorcio Surballe y Sadofschi c/Poder Ejecutivo de la Provincia p/Acción de Amparo s/inconstitucionalidad". Señaló en dicho fallo la Ministro preopinante citando a Marienhoff (Tratado de Derecho Administrativo, Bs. As., Ab.Perrot, N° 466/468) que "es controlable por el Poder Judicial lo atinente a la efectiva existencia de los hechos o situaciones de hecho invocados para emitir el acto. No se trata aquí de revisar la oportunidad, conveniencia o mérito del acto, sino la verdadera y efectiva existencia de sus presuntos antecedentes, es decir, aquello que constituye su causa o motivo. El Poder Judicial, a pedido de parte, hállase facultado para examinar si los hechos o 108 Jurisprudencia de Mendoza antecedentes invocados por la Administración para emitir el acto discrecional han o no existido en realidad, si se trata o no de una afirmación falsa o verdadera acerca de esa situación de hecho que sirvió de base para la emisión del acto administrativo discrecional". La retribución, sueldo o contraprestación por los servicios o trabajos que la gente realiza y el Estado paga periódicamente ... que nace del carácter contractual de la relación de empleo público... no puede ser disminuido ni suprimido, ni aún en el supuesto de una disposición que afectara por igual a todos los empleados o funcionarios públicos ... pues tal situación repugnaría a los derechos consagrados por la Constitución Nacional (arts. 14 bis, 16 y 17). Esa protección constitucional del salario en su integridad, surge claro del cambio de rumbo de la jurisprudencia de nuestra C.S.J.N que fundándose en la modificación de las circunstancias con respecto al caso "Guida", in re "Tobar" (La Ley, Suplemento Especial de Martes 27 de agosto 2.002), señaló, frente a la irrazonabilidad del dec. 896/01 y la Ley 24.156 que aunque " este Tribunal ha señalado que la modificación de los márgenes de remuneración en forma temporaria por los efectos de una grave crisis económica, no implica per se una violación del art. 17 de la Const. Nac.", advirtió que "esa prerrogativa encuentra su límite en la imposibilidad de alterar la sustancia del contrato celebrado modificando la relación de empleo público hasta desvirtuarla, ya sea en su significación económica o en la posición jerárquica o escala horaria de la gente (fallos 328-1566)" (Del voto del Dr. Bossert). Este magistrado luego agrega: "La legislación subéxamine ha transgredido esos límites ya que no impone una limitación razonable y temporaria a la integridad salarial de los agentes públicos, fundada en razones de urgencia y en el interés general, sino que los somete a una indefinición de los márgenes remunerativos, sujeta a variables totalmente ajenas a la relación de empleo carentes de toda previsibilidad para el trabajador, que ve irremediablemente perdido uno de los elementos básicos que define el desempeño laboral". Ninguna emergencia puede justificar la confiscación de bienes y el sinalagma contractual integra, a no dudarlo, el concepto de propiedad en sentido constitucional protegido por el art. 17 de la Constitución Nacional. Cámaras Civiles Expte.Nº142.924/26.284 "Asociación Gremial de Empleados y Funcionarios del Poder Judicial c/Gobierno de Mendoza p/Acc. de Amparo. Mendoza, 17 de mayo del 2004. Cuarta Cámara Civil. CUESTIONES: Jurisprudencia de Mendoza 1) ¿Es nula la sentencia apelada? 2) Si no es nula, ¿es justa la sentencia apelada? 3) Costas. I- Sobre la primera cuestión la Dra. Scokin dijo: A- Se elevan estos autos a este Tribunal por haber sido apelada por la demandada la sentencia del Sr. Juez del Noveno Juzgado en lo Civil, Comercial y Minas, del 11 de setiembre de 2.001, obrante a fs. 716/741. 1- El sentenciante relató brevemente el reclamo formulado. Se trata del cuestionamiento de la validez del decreto 1.448/01; norma que dispone la reducción de los haberes de los agentes de la administración pública provincial a partir del 1 de julio de 2.001, violando normas de la Constitución Provincial. Señala los antecedentes normativos nacionales y provinciales en que se funda dicho decreto. Igualmente transcribe los fundamentos por los que tanto el Poder Ejecutivo como la Fiscalía de Estado entienden improcedente la acción incoada, tanto en lo formal como en lo sustancial. Simultáneamente relata los hechos constitutivos de la litis planteados en los expedientes conexos que incorpora en este decisorio. Para sustentar la decisión, primeramente determina el marco fáctico legal de la materia controvertida: el 109 pedido de un grupo de empleados estatales de la Provincia de Mendoza y de Organizaciones Gremiales representantes de los mismos que estiman que una serie de normas contenidas en el mencionado decreto afectan "en forma expresa y concreta y tanto en lo formal como en lo sustancial, importantes derechos individuales y colectivos de raíz constitucional que les asisten y que encuentran protección expresa en las constituciones de la Provincia de Mendoza y de la Nación Argentina". Agrega que los actores peticionan que se declare la nulidad e inconstitucionalidad, reservándose el derecho de accionar por los daños causados o por causar. Que el decreto 1.448/01, publicado el 2 de agosto de 2.001 ordena adherir a la Ley Nacional 25.453 que en su art. 20 invita a las provincias a dictar medidas equivalentes para obtener el llamado "déficit cero". Por ello en su artículo 2 dispone a partir del 1 de julio de 2001, "mientras subsistan las condiciones que han dado lugar al dictado del presente acuerdo," una reducción de los haberes en bruto (sin afectar la asignación de clase o básico) que perciba el personal estatal de Mendoza, que oscila, de acuerdo a los rangos entre un 9 a un 20%, aplicándose aún a retribuciones retroactivas. Que el decreto también afecta con el descuento a los contratos de locación de obra y de servicios vigentes. Se ocupa del planteo de los actores que consideran conculcados sus 110 Jurisprudencia de Mendoza derechos consagrados en los arts. 1, 12, 16, 29, 30, 48, 99 inc. 9 de la Constitución de Mendoza y 14, 14 bis, 16, 17, 31, 75 inc. 19 y 22 de la Constitución Nacional y los tratados internacionales incorporados a la ley fundamental. Con respecto a la legitimación, entiende que después de la sanción del art. 43 de la Constitución Nacional los gremios o sindicatos adecuadamente registrados y legalmente reconocidos tienen capacidad para representar en juicio tanto a afiliados como a no afiliados, lo que los habilita a interponer la acción de amparo en tanto propenden a la defensa de derechos de incidencia colectiva, tal el caso de autos en tanto comprende a quienes participan de una actividad común o de clase como es el empleo público. Acota que al respecto se ha expedido nuestra Suprema Corte de Justicia, en el fallo recaído en "Círculo Médico c/ Poder Ejecutivo s/ Inconstitucionalidad" (L.S. 275-167)". Luego al analizar el decreto cuestionado, señala que la accionada funda su legitimidad en las atribuciones arrogadas por delegación expresa del Poder Legislativo a través de la Ley de Presupuesto vigente (art. 57 de la Ley 6.871) y en que además por la sanción de la Ley 6.918 (de emergencia) posterior al decreto e inclusive a algunas de las acciones de amparo, el acto del poder administrador quedó convalidado. Y entiende que, examinada jerárquicamente la normativa aplicable, el Ejecutivo Provincial ha incurrido en defectos formales. Puesto que por el art. 1 de la Constitución Provincial, Mendoza se organiza bajo la forma republicana de gobierno en la que cada uno de los poderes tiene atribuciones específicas de modo tal que ninguno puede arrogarse funciones del otro ni delegar las que le corresponde (art. 12 de la Constitución Provincial). En la materia referida al empleo público, la competencia es de la Legislatura, la que a través de una normativa especial determina la duración del contrato, estabilidad, retribución y promoción o ascenso. Que en efecto, el art. 99 inc. 9 de la Constitución de la Provincia determina entre las atribuciones del Poder Legislativo la de dictar la Ley General de Sueldos y todas las normas conducentes en asuntos de interés público general que por su naturaleza y objeto no correspondan a los otros poderes. Por ello pertenece al ámbito exclusivo del Poder Legislativo, y no puede ser delegado, la Ley de Sueldos del Empleado Público y la fijación de su retribución . De los fundamentos precedentes se infieren claramente las primeras objeciones formales que hacen al decreto atacado de inconstitucional. El art. 128 de la Constitución Provincial le otorga al Gobernador la administración general de la Provincia, participando en la formación de las leyes en su reforma o derogación, siendo su deber promulgarlas, al igual que dictar Jurisprudencia de Mendoza los decretos y reglamentos que no alteren el espíritu de dichas leyes. Es también facultad de dicho funcionario y dentro de la ley de presupuesto recaudar impuestos y rentas y decretar su inversión dando cuenta al Poder Legislativo del uso y ejercicio del presupuesto. Que no obstante las expresas normas constitucionales que deniegan la delegación de atribuciones del Legislativo al Ejecutivo salvo las previstas en la Constitución o las que sean estrictamente reglamentarias, se ha hecho abuso del dictado de decretos de necesidad y urgencia fundados "en la emergencia económica financiera" que numerosos trabajos doctrinarios han criticado o apoyado en base a los fallos del Tribunal Superior Federal; pero que excede el objeto de esta litis extenderse en el análisis de este tópico más allá de lo indispensable para fundamentar el fallo. Sostiene que en el ámbito provincial no existe la posibilidad de los decretos de necesidad y urgencia ni habilitación constitucional expresa, razón por la cual el Poder Ejecutivo Provincial no puede, por medio de un decreto, recortar la retribución del empleado público por más que adhiera a la ley nacional, pues para ello es preciso un acto expreso del Poder Legislativo, fundado y circunstanciado, aunque podría el Poder Legislativo convalidar un acto de tal naturaleza mediante una ley ratificatoria. Que éste es el sentido que pretende la demandada asignarle a la ley 6.918. 111 Indica, que forzando la interpretación y basándose en alguna flexibilidad que surgiría del inc. 22 del art. 99, podría considerarse que por una ley sería factible alguna especie de autorización, pero siempre basado en alguna facultad o autorización dada por ley, pues en caso contrario se incurre en un vicio grave de carácter sustancial a los términos del art. 60 inc. b) de la ley 3.909 y por ende pasible de nulidad. Afirma que ha existido en el constituyente mendocino la intención de impedir la posibilidad de delegación de atribuciones legislativas al ejecutivo, "con muy pocas puertas de acceso". Se pregunta si una de estas puertas sería el art. 57 de la ley de presupuesto 2.001 (Nº 6.871) y sobre el que se funda el decreto 1.448/01 y por el que se autoriza al ejecutivo a adherir a regímenes nacionales de excepción y realizar modificaciones presupuestarias y canje de amortizaciones de la deuda pública que resulten convenientes a esos fines. Opina que ello no es posible atento el carácter restrictivo que le han otorgado a esta posibilidad los constituyentes, puesto que la gravedad de una delegación obliga en primer término a exigir que se encuentre definida y delimitada la materia delegable, que esté establecido el tiempo de la misma, cómo debe hacerse, es decir, cuáles han de ser los instrumentos aptos a ese fin. Recuerda que cuando en enero de 2001, se sanciona la ley de presupuesto Nº 6.871, no existían el decreto nacional Nº 896/01 ni la ley nacional Nº 25.453, llamada de 112 Jurisprudencia de Mendoza "déficit cero". Que el decreto Nº 1.448/01, que se analiza en este proceso es de materia provincial, pues sus efectos recaen sobre los empleados públicos de Mendoza, razón por la cual la adhesión a una ley nacional solo puede ser a través de una norma emanada de la Legislatura, contemporánea o posterior a la ley nacional a que adhieren. En este supuesto por el contrario se pretende adherir retroactivamente a la normativa nacional por un decreto provincial que se arroga facultades colegislativas y que invade materias propias del Poder Legislador. Añade que el decreto en cuestión como acto administrativo es nulo de n u l i d a d a b so l u t a , a d e má s de inconstitucional por violatorio en lo formal del art. 30 de la Constitución, conculcando, en lo sustancial de acuerdo al art. 29 del mismo ordenamiento, los derechos adquiridos. Reitera que no se le puede atribuir al art. 57 de la ley 6.871 el sentido que pretende el Poder Ejecutivo. Que puede ser lícito interpretar dicho artículo para poder negociar o renegociar la deuda pública de la Provincia en relación directa con sus arts. 34 y 35, pero nunca aplicarlo para recortar gastos, entre ellos las erogaciones corrientes como sueldos o locaciones de servicio. Ayuda a esta interpretación el mensaje de elevación del Sr. Gobernador a la Honorable Legislatura en el que no existe mención alguna a la necesidad de obtener una delegación de facultades a favor del ejecutivo como pretende arrogarse en el Decreto N 1.448/01. Tampoco surge del diario de Sesiones de la Cámara de Diputados, y en Senadores se aprueba sobre tablas y a libro cerrado. Agrega que en el proyecto existía un artículo específico de modificaciones salariales que contemplaba una autorización completa al Ejecutivo al respecto, pero esta norma no pasó el tamiz de los legisladores y no fue consagrada en la ley de presupuesto. Por ello el Poder Ejecutivo no pudo hacerle decir al art. 57 algo que el legislador no admitió, alterando el espíritu de la ley de presupuesto y violando el art. 128 inc. 2) in fine de la Constitución. Concluye que los fundamentos y articulados del decreto fueron realizados con ligereza. Que el término "gastos" utilizado por el art. 13 de la ley 6.871 citada en los fundamentos del decreto, no es otra cosa que una erogación corriente entre los que se encuentran los sueldos del personal y la locación de servicios que no pueden ser afectados, en tanto necesarios para cumplir con los servicios de educación, salud, seguridad y desarrollo social. Recortando sueldos se afectan servicios en su calidad. Analizando el párrafo 7 de los considerandos, señala que el fin de la reducción es cumplir con los compromisos de la deuda pública, haciendo recaer sus pagos en forma directa en los empleados estatales y no en el conjunto de los mendocinos quienes fueron los destinatarios y beneficiarios Jurisprudencia de Mendoza de los créditos que el estado provincial requirió. En relación al fundamento jurisprudencial (Círculo Médico c/ Poder Ejecutivo), destaca que en ese supuesto existió una delegación clara y concreta ad referendum del legislativo para controlar el alcance de la modificación, lo que se produjo por ley 6.258. Afirma que el decreto 1.448/01, no cumplimenta ninguno de los supuestos de ese caso, en especial que haya sido dictado ad referendum del Ejecutivo no obstante que se pretende que la ratificación surge de la ley 6.918, norma que en modo alguno ratifica expresamente el decreto 1.448/01. Por otra parte el decreto en análisis determina una facultad sine die de efectuar un recorte genérico. Frente al cuestionamiento a la procedencia formal de la acción de amparo, porque no concurren los requisitos del art. 4 de la ley de amparo, por no haberse agotado las vías previas y paralelas y la inexistencia de un daño grave e irreparable, entiende que en el supuesto analizado no es necesario agotar las vías paralelas cuando el daño es inminente en el tiempo, conforme lo dispone el art. 43 de la Constitución Nacional, que habilita la acción de amparo, siempre que no exista otro medio judicial más idóneo. Que en este supuesto frente a la posibilidad de un daño grave e irreparable que afecta el sustento de miles de empleados de la Provincia, éste es el remedio más apto. Cuando por obra de la 113 emergencia se dictan normas que afectan salarios de los empleados públicos, protegidos por el derecho constitucional a una retribución justa, dicha decisión es revisable. En el caso de Mendoza, del mensaje del proyecto de la ley de presupuesto surge que la situación crítica de la Provincia, no es una circunstancia de coyuntura sino estructural lo que se contradice con el concepto de emergencia, pero posibilita la previsión del accionar del Gobierno local de acuerdo a las variables económico financieras. Destaca que no condice con la teoría de los actos propios el cambio de postura del Ejecutivo Provincial y el abrazo a la emergencia producido después de la sanción de la ley nacional 25.453. Ello significa que la emergencia no era de carácter y magnitud tan acuciante y sorpresiva como para justificar una medida tan irregular e improvisada como el decreto 1.448/01. Que es público y notorio que las dificultades económicas tienen una data de muchos años, es crónica y en gran medida previsible. Por ello, concluye que el fundamento central del decreto resulta opinable y por ende su materia no escapa al control judicial en tanto se advierte subjetividad y arbitrariedad en la misma. Además se dedica extensamente el sentenciante a conceptuar el empleo público, los avances en orden a su protección, el encuadre en el art. 14 y 14 bis de la Constitución Nacional y a la calificación del cercenamiento como un 114 Jurisprudencia de Mendoza atentado al derecho de propiedad. Destaca que el propio estatuto del empleado público (dec. ley 560/73) contiene normas similares a las de las relaciones laborales privadas, incluyendo en la actualidad las negociaciones colectivas entre el Estado Provincial y las Entidades Sindicales representativas de los distintos sectores de la administración pública. Ello impide que el Estado pueda d i s p o n e r u n i l a t e r a l me n t e u n a disminución de los beneficios reconocidos, los que pueden ser aumentados pero no disminuidos, con lo cual se estaría prácticamente a un paso de la intangibilidad. Destaca que los principios laborales rechazan el ius variandi discrecional y casi ilimitado que propugnaba la doctrina administrativista. Que el ius variandi utilizado por el Gobierno de la Provincia conculca el derecho constitucional a una retribución justa consagrado por el art. 14 bis y 16 de la Constitución Nacional y 7 de la Constitución Provincial. 2- Se agravia a fs. 746/770 el Poder Ejecutivo de la Provincia del fallo de primera instancia, solicitando que la Cámara declare la nulidad de la sentencia por resultar arbitraria y violatoria de las normas constitucionales, provinciales y nacionales. Cuestiona primeramente lo resuelto en relación a la falta de legitimación sustancial activa de los gremios, que planteada en primera instancia ha sido desestimada por el sentenciante en base a lo dispuesto por el art. 43 de la Constitución Nacional, e interpretándolo como que habilita la acción de amparo en derechos de incidencia colectiva. Afirma la apelante la inaplicabilidad de dicha norma al caso de autos en tanto existe en el orden provincial una legislación especial que regula el amparo y que está habilitada por el art. 121 de la Constitución Nacional. También considera inaplicable la doctrina de los intereses difusos o colectivos ya que la normas provinciales, tal el art. 41 del C.P.C., exige para accionar tener un interés individual, personal o propio. Rechaza el reconocimiento de personería sustancial y formal a los gremios para reclamar en nombre y representación de sus afiliados y no afiliados cuando carecen de la titularidad que exige expresamente el art. 7 de la ley de amparo provincial. Que el sentenciante considera que cualquier derecho susceptible de un litis consorcio es análogo a un derecho colectivo difuso, no advirtiendo la diferencia entre un derecho y un interés. En subsidio y para el supuesto de que no se admita la fundamentación precedente, señala que los amparos de las asociaciones sindicales fundan su legitimación en las normas previstas en la ley 23.551, en el art. 43 de la Constitución Nacional y en los estatutos sindicales, no siendo aplicable al caso ninguna de dichas normativas. Las Jurisprudencia de Mendoza entidades sindicales no son titulares de las relaciones jurídicas ni de los derechos constitucionales que se encontrarían violados. Destaca, citando jurisprudencia y doctrina, la necesidad del consentimiento escrito de los autorizados para la representación de los intereses individuales. Explica la naturaleza de la protección acordada en el art. 43 de la Constitución Nacional, de los derechos subjetivos protegidos por la vía del amparo. Que no existen en Mendoza las acciones de clase o populares, habiendo incurrido el a quo en un notorio error de derecho al sostener que los empleados públicos poseen una acción de clase. Existe una confusión metodológica cuando se califica las acciones de clase o populares, sin advertir que son de naturaleza diferente y ambas inaplicables en el ordenamiento jurídico mendocino con excepción de los delitos de fraude electoral. Que por el contrario los derechos subjetivos sí se encuentran protegidos a través de las leyes 3.909 y 3.918. Explica qué se entiende por acciones de clase, por acciones populares y cómo se defienden los derechos subjetivos, los que caracteriza a la luz de la doctrina y la jurisprudencia, en especial lo resuelto por la Corte Suprema de Justicia de la Nación, en el caso Prodelco. Se agravia también de la ilegitimidad atribuida por el a-quo al 115 decreto 1.448/01. Reitera los fundamentos del referido decreto, tales la ley Nacional 25.453 y los arts. 13 y 57 de la ley provincial 6.871. Cuestiona la interpretación del art. 57 de la 6.871 por contradictoria, entendiendo que el sentenciante confunde los insumos con los sueldos. Sostiene que se encuentra legalmente facultada para el recorte decretado, a través de la delegación legislativa que le permite con celeridad y eficiencia restablecer el equilibrio presupuestario votado por la Legislatura; y es de público y notorio la grave emergencia económica y financiera que vive el País y todas las provincias. Que existe una Ley Nacional que declara la emergencia económica y otra de equilibrio fiscal llamada de "déficit cero" a las que fueron invitadas las provincias a adherir, adhesión que ejerció la nuestra a través del mencionado decreto 1.448/01 y la ley 6.918, anterior a la interposición de esta acción de amparo, que declaró en estado de emergencia al estado provincial. Que esta situación surge de la propia realidad y no necesita de reconocimientos legales. Ello fue lo que autorizó al dictado del cuestionado decreto. Indica los antecedentes provinciales similares y las decisiones jurisprudenciales recaídas en los procesos en que fueron cuestionados. Destaca la simultaneidad del 116 Jurisprudencia de Mendoza decreto 1.448/01, con el proyecto de la ley de emergencia, posteriormente sancionada como ley 6.918. Implicó ello, agrega, la preexistencia de la situación fáctica de emergencia. Por lo cual mientras la Legislatura Provincial no derogue el decreto 1.448/01, a través de una ley formal, el mismo es válido en la medida que fue ratificado por la ley 6.918. Reitera la razonable fundamentación del decreto cuestionado, lo que excluye la posibilidad de su arbitrariedad requisito este indispensable para la procedencia del amparo. Por otra parte afirma que la reducción decretada se aplica sobre los adicionales y no sobre el sueldo básico, siguiendo los lineamientos que se desprenden del fallo de la S.C.J.M., en "Círculo Médico". Fundamenta en doctrinarios administrativistas y en el caso "Guida" resuelto por la C.S.J.N., la posibilidad de la modificación del sueldo de los empleados públicos por parte del Estado, en especial en situaciones de emergencias acreditadas ("Peralta" C.S.J.N.), en tanto la misma no sea confiscatoria o arbitrariamente desproporcionada. Destaca los límites temporales del dec. 1.448/01. También se agravia por la gravedad institucional que implica la intervención judicial en un supuesto en donde está comprometida la regularidad, continuidad y eficacia de la prestación de servicios públicos esenciales, lo que surge del informe circunstanciado rendido en este proceso que indica que de continuarse abonando los sueldos, en la forma anterior, los recursos de la Provincia no alcanzarían para atender la prestación de los servicios, educación, salud, seguridad y desarrollo social. Defiende la improcedencia del amparo y la justificación del decreto en orden a evitar un mal mayor, atento la gravedad de la situación económico-financiera de la Provincia, situación no considerada por el sentenciante en su pronunciamiento, y de allí su arbitrariedad. Finalmente fundamenta lo que califica improcedencia formal del amparo, por incumplimiento del art. 4 del dec. ley 2589/75, por la ausencia de un daño grave e irreparable que impida recurrir a las vías administrativas y judiciales previstas para obtener la satisfacción de un derecho. Avala su plant eo con jurisprudencia. Sostiene que la reforma constitucional de 1994, no ha variado el carácter subsidiario del amparo y además que no se ha acreditado en el caso de autos la irreparabilidad del daño. Además no se ha justificado la imposibilidad de recurrir a vías paralelas más idóneas. Compara el trámite de una acción de amparo con una de inconstitucionalidad, con la posibilidad en esta última de plantearse al igual que en el amparo medidas cautelares. Por ello entiende, que la acción de inconstitucionalidad puede resultar una Jurisprudencia de Mendoza vía más expedita y rápida que la del amparo al igual que la acción procesal administrativa que prevé la ley 3.918. Que frente a las dudas las excepciones son de interpretación restrictiva. Mantiene la reserva del caso federal. 3- A fs. 813/835 la parte actora contesta los agravios formulados, solicitando el rechazo por las razones que expresa. B- Puntualizada la litis en los párrafos precedentes, frente al planteo nulificatorio formulado por el Poder Ejecutivo, de conformidad con lo dispuesto por el art. 141 inc. III del C.P.C., la validez o no de la sentencia es por razones de lógica jurídica la primera cuestión a considerar. En este orden, como ya se ha sostenido con anterioridad en diferentes oportunidades en situaciones similares, no corresponde hacer lugar a la nulidad en los casos en que los supuestos vicios o irregularidades en que se hubiera incurrido en el dictado del pronunciamiento, puedan ser saneados por la vía de la apelación, manteniendo así la validez del decisorio. (Segunda Cámara Civil-Mza., L.S. 72-360; 73-345; 76.312; L.A. 64-407; 67-361). Es que la nulidad configura un remedio jurisdiccional de excepción, únicamente viable cuando no existen otros para subsanar los eventuales defectos procesales. (L.A. 86/304; L.A.86/323 del mismo Tribunal). 117 Señalo, que es esta también la doctrina de la Corte Provincial, se sostuvo en "Rey de Elein c/ Iperique" (L.S.135-312); y de otras Cámaras Civiles de esta Circunscripción: de la Primera Cámara en "Atuel Fideicomisos S.A. c/Charif" L.A. 165/49; de la Tercera Cámara, en "Olmedo c/Blanco Lucero"L.S. 64/46 , en "Gil c/ Círculo de Oficiales" L.A. 72/291; de la Cuarta Cámara, en "Sierra c/ Pablo Catana" L.S. 113/321; de la Quinta Cámara, en "Morasutti c/ Herran" L.S. 13/432. Por esa razón, el cuestionamiento del Poder Ejecutivo a la sentencia, en este proceso, debe ser inicialmente desestimado sin perjuicio de revisarlo por la vía del recurso de apelación. Asi voto. Sobre la misma cuestión los Dres. Varela de Roura y Yanzón, manifestaron adherir al voto que antecede. II- Sobre la segunda cuestión, la Dra. Scokin dijo: Por la decisión simultánea de los recursos planteados en este proceso con los incoados en los autos n 142.917/26.283 caratulados "Vanini, Mirta Cristina y ots. C/Gobierno de Mendoza p/Acción de Amparo" y sus conexos –todos originarios del Noveno Juzgado en lo Civil, Comercial y Minas de esta Primera Circunscripción Judicial, y en vistas de la identidad de los cuestionamientos básicos, debo aclarar que los miembros del Tribunal hemos 118 Jurisprudencia de Mendoza concordado - en los Acuerdos celebrados en el día de hoy- en la solución de los temas sometidos a revisión, razón por la cual - salvo las variaciones procesales de cada trámite-, los fundamentos serán reiterados en redacción prácticamente literal. En este proceso en particular, en que una asociacion gremial regularmente constituida, Asociacion Gremial de Empleados y Funcionarios del Poder Judicial, se presenta ejerciendo una pretensión colectiva, resulta prioritario avocarse al examen de la defensa de falta de legitimación activa y los alcances del decisorio. A- La capacidad de derecho de las asociaciones gremiales para ser demandantes, la ha negado sistemáticamente el Gobierno de Mendoza en todos los supuestos de intervención de sindicatos que invocan representación colectiva y de sus afiliados, enfatizando que no cuentan con la autorización expresa de cada uno de los representados, que es como está planteado en las causas: Atsa, y TelloSitravi.. Con iguales argumentos se niega, cuando asimismo se persiguen amplios efectos de la resolución para afiliados y no afiliados, tales las causas: Asociación Gremial de Empleados y Funcionarios del Poder Judicial, tanto cuando se demanda la inconstitucionalidad del decreto 1.448/01 en expediente originario del 9 Juzgado Civil, como cuando se cuestiona el decreto 1.765/01 en el 15 Juzgado Civil, y en Sute-Ate-Sitravi. La legitimación activa de las asociaciones. Coloco un título destacado, porque es acorde a la importancia del tema, y para facilitar la comprensión de la metodología adoptada. Es principio recibido, que la calidad de sujeto calificado por ley para reclamar ante la jurisdicción la defensa de sus derechos, es un presupuesto fundamental para el andamiento de la pretensión; y una lógica economía de procedimientos determina avocarse inicialmente a la revisión del tema. En las 19 causas conexas que el Dr. Plana resuelve en única sentencia, al analizar la defensa de falta de legitimación sustancial activa, considera muy sencillamente zanjada la discusión después de la reforma del art. 43 de la C.N. por la modificación introducida en 1.994, entendiendo que los gremios o sindicatos adecuadamente registrados tienen capacidad para representar en juicio tanto a afiliados como a no afiliados por propender en el caso a la defensa de derechos de incidencia colectiva, y porque también lo prevén las normas orgánicas que los regulan. Anticipo, que tras un detenido estudio de este particular conflicto: en su relación con el contenido de los reclamos y de su actual marco normativo, he arribado a la conclusión de que la solución dada por el Sr. Juez Plana, es en definitiva justa , acertada y la que Jurisprudencia de Mendoza descarta una posible multiplicación en la litigiosidad . Aunque, por los fundamentos que siguen, y con los que intento aportar en claridad. a)- Entiendo que debe reconocerse un "interés colectivo" en el reclamo de asociaciones o sindicatos -por la comprensión grupal de la rebaja de remuneraciones, impuesta por decreto 1.448/01 y materializada con el 1.765/01, aunque tal no alcance para legitimar una representación grupal indiferenciada. Esto último porque, junto al reconocimiento de derechos subjetivos colectivos que se desprende del nuevo art. 43, coexisten los arts. 18 y 116 también de la Constitución Nacional: el primero que asegura la inviolabilidad de la defensa personal de los derechos en juicio, y el segundo que mantiene el concepto tradicional de controversia o causa entre litigantes contrarios para que la jurisdicción se expida. Por otro lado, la legitimación restringida en función de la ley de amparo local, art. 7, que refiere al "afectado" titular del derecho, no subsiste frent e a la nueva nor mativa constitucional. Ello así, los procesos venidos a revisión, en su conjunto, contienen pretensiones de condena individuales y también pretensiones colectivas concurrentes articuladas por las asociaciones o sindicatos de trabajadores, todas de objeto restitutorio, que se resuelven en el pago de una suma de dinero al perjudicado directo; tanto que habiendo recaído sentencia estimatoria 119 se ha permitido "la ejecución" "in natura", sucediéndose las medidas de embargo contra el Estado. Es decir, al modo de las ejecuciones de dar sumas de dinero, que son por principio perfectamente disponibles, separables, divisibles e individualizables. b)- Veamos los alcances de la reforma del art. 43 de la C.N., en este aspecto. En lo pertinente - segundo apartado- , la norma establece: "Podrán interponer esta acción contra cualquier forma de discriminación y en lo relativo a los derechos que protegen al ambiente, a la competencia, al usuario y al consumidor, así como a los derechos de incidencia colectiva en general, el afectado, el defensor del pueblo y las asociaciones que propendan a esos fines, registradas conforme a la ley, la que determinará los requisitos y formas de su organización." A la categoría tradicional de los intereses individuales como soporte de derecho, se agregan los intereses colectivos. Estos últimos con una comprensión diferente a la de la garantía también constitucional que se reconoció a los gremios en la reforma de 1.957, con la incorporación del art. "14 bis" (derechos sociales). E n d o c t r i n a , Alterini-Ameal-López Cabana (Derecho de obligaciones, 2 ed. Actualizada-2.000, pág. 250/251), hacen la siguiente precisión: "... se entiende por interés colectivo el que corresponde a quienes 120 Jurisprudencia de Mendoza forman un grupo asociativo no ocasional ... y que cuentan con un ente representativo. Las acciones emergentes son denominadas colectivas... ...La reforma constitucional del 94 concede acción de amparo en resguardo de los derechos de incidencia colectiva y asigna legitimación a las asociaciones que propendan a esos fines ...". No confunden lo colectivo con lo colectivo de interés general. Walter Carnota en nota a fallo (se trataba de reclamos previsionales), destaca respecto de la expresión "derechos de incidencia colectiva en general" que el presupuesto fáctico tenido en cuenta por el constituyente revisor, es la afectación igual o proporcional de derechos subjetivos ; y agrega: derechos alojados en el marco del amparo fijado por el legislador. (L.L. 2.003-B-280). Se daría una convergencia, por suerte común, entre el derecho particular con el del grupo. Puesto en términos de Osvaldo Gozaini: el interés personal acumula una serie de "interesados" que comunican sus derechos dándoles un notorio sentido colectivo; y ese derecho de todos difumina el sentido particular de la "legitimación ad causam" o al menos lo presenta con rasgos muy propios; caracterizando la pretensión como un litisconsorcio activo atípico. (Derecho Procesal Constitucional. Amparo, págs. 368 y sgtes.). Adolfo Rivas, dice que la expresión "derechos de incidencia colectiva" del texto constitucional es equívoca, y lo es más cuando la ley positiva no tiene una redacción que permita involucrar dentro de esa categoría todos los derechos que escapen al molde individual clásico. Señala que a diferencia de los derechos difusos, los bienes sobre los que recaen los de incidencia colectiva permiten por su naturaleza ejercer sobre ellos una titularidad exclusiva y excluyente cuando no, y según el caso, su apropiación individual absoluta. De este modo, un derecho de incidencia colectiva es un derecho propio -a la manera de los subjetivos clásicos- tanto en la titularidad como en el uso, goce o apropiación . Que por supuesto no todo derecho individual tiene virtud de socializarse y tener trascendencia colectiva; en un ejemplo, y para referir temas de actualidad cita: el derecho de propiedad de los plazos fijos en dólares afectados por el corralito financiero, el derecho al salario íntegro lesionados por los descuentos a los empleados estatales activos. Agrega que la legitimación estará en manos de los legitimados funcionales como son las asociaciones, aunque nada impide que las legitimaciones funcionales operen juntamente con la del afectado, y no sólo en causa paralela sino en la misma.. ( El Amparo, ed. 2.003 pág. 750 y sgtes.). Por su lado, la Corte Suprema de la Nación, se expidió inicialmente en sentido restrictivo en el caso "Frías Molina, Nélida N. c. I.N.P.S....s/ reajustes por movilidad", en fallo de Jurisprudencia de Mendoza fecha 12/09/96. Se trataba en el caso de la actualización de haberes previsionales, e intentó tomar intervención el Defensor del Pueblo a pedido de varios de los beneficiarios. Aquí se dijo que con sustento en lo dispuesto por el art. 43 de la C.N. "... resulta improcedente la asimilación pretendida respecto a derechos de incidencia colectiva en general, habida cuenta de las particularidades de las pretensiones de los beneficiarios, y de que éstos se encuentran facultados para efectuar las pretensiones que estimaran procedentes ante esta Corte..." (E.D.169, págs. 434 y sgtes.). El fallo está comentado por el Dr. Rodolfo Barra, y en lo que interesa, el autor destaca que el constituyente se refiere a derechos de incidencia colectiva por relación al agravio expansivo, y no por la cantidad de los titulares del derecho; que el derecho que protege el ambiente, la no discriminación, la libertad y dignidad religiosas, la información adecuada y veraz (arts. 41, 42 C.N.) u otros que afecten a los sentimientos colectivos, por su propia generalidad o abstracción, permiten que el reclamo pueda ser formulado por el propio afectado, las asociaciones de protección o el Defensor del Pueblo. Pero, frente a derechos de crédito, no hay derechos de incidencia colectiva, sino simplemente un problema común. El tema es sin duda muy conflictivo. De todos modos, me he inclinado por seguir los conceptos de Alterini , de Carnota , de Gozaíni, de Rivas. En otros términos, creo que 121 aunque se trate de créditos por salarios, hay aquí un interés que trasciende a lo colectivo, que se comparte con el gremio que cuenta con la representación necesaria y a cuyos fines no escapa la defensa del salario, ya sea a nivel colectivo-administrativo de negociación o concertación de pactos, ya sea frente a situaciones perjudiciales concretas (arts. 2, 3, 31, 43 y cc. de la Ley 23.551). Porque en el cumplimiento de la condena puede operar directamente el Poder Ejecutivo sin dificultades. Además, porque la postura restrictiva inicial de la Corte ha sido rectificada. c)- Debo puntualizar que la actual ley de asociaciones profesionales, la 23.551 en su art. 31 a) , confiere en forma exclusiva a la asociación con personería gremial, el derecho de defender y representar los intereses individuales o colectivos de los trabajadores, otorgándole la representación ex lege de éstos sean o no afiliados. Así lo enseñan N. Corte, "El modelo sindical argentino", pág.341; Guillermo López, "Derecho de las Asociaciones Sindicales", 2 ed., pág. 90. Por otro lado, por el art. 4 de la ley citada, se reconoce a los trabajadores el derecho de afiliarse, no afiliarse o desafiliarse. Pero además, cuando de intereses individuales se trata, por contraposición a intereses colectivos referidos a los trabajadores como gremio (convenios cole c tivos, huelga, conciliación, en los que interviene la autoridad administrativa) ; reglamentariamente debería mediar una 122 Jurisprudencia de Mendoza petición por escrito respecto del ejercicio de la tutela individual, según lo establece el art. 22 del decreto 467/88. Claro que, tal restricción reglamentaria, no puede hacerse prevalecer frente al nuevo derecho constitucional de los gremios para recurrir por amparo según art. 43 de la C.N., con legitimación colectiva. Así se sostiene particularmente en jurisprudencia laboral, y termina por sustentarlo la Corte nacional. d)- A lo que llevo dicho, considero relevante agregar que por tratarse de gremios de extracción estatal, nos encontramos en situación de que la representación legal que esgrimen , no es ocasional ni dudosa, en tanto no existe inconveniente en individualizar a sus componentes afectados desde el inicio de las acciones, ello por la nómina de empleados públicos que prestaban servicios y que vieron afectadas sus remuneraciones durante el tiempo en el que se aplicó la reducción salarial, de agosto de 2.001 a diciembre de 2.002. Es un dato de registro necesario que el Estado demandado no puede no tener y menos ignorar; sin perjuicio de que se formulen exclusiones personales. Tal concilia con los principios de libertad personal y sindical, de limitación de la cosa juzgada a las partes intervinientes , y además resulta a tono con la materia del conflicto, que es como Gozaíni refiere la potencia expansiva de la sentencia en el amparo colectivo (ob. cit., pág. 487/489), o en términos de Rivas: "todo ha de depender del sentido de la sentencia tuitiva...el alcance de la pretensión y la naturaleza del bien a que se refiera....la restitución de haberes a trabajadores estatales puede ser operada de manera directa y rápida por el Poder Ejecutivo......" (ob. cit. pág. 787/790). e)- Reitero que el tema no es sencillo, y justifica un mayor d e t e n i mi e n t o e n a n t e c e d e n t e s doctrinarios y jurisprudenciales. Con toda razón Morello y Vallefín han afirmado que la legitimación de las asociaciones, pese a la norma constitucional que la consagra, no alcanza consenso en la jurisprudencia (El amparo. Régimen procesal, 4 ed. Págs. 285 y sgtes.). Y así mientras Agustín Gordillo en nota a fallo, resalta "...el funcionamiento hasta el presente harto eficaz de la nueva institución constitucional, en esta materia de usuarios y consumidores ..." (La Ley 1.995-E-516); sucede que, la Corte Nacional por mayoría, requiere en la acción de amparo y frente a decretos de emergencia, que el reclamante acredite la afectación personal de sus derechos. (caso "Casime C. A. c/ Estado nacional, en D.T.2.001-A-773 y sgtes.; en que se rechazó el amparo de un capitán de buques pesqueros de bandera argentina contra un decreto de necesidad y urgencia que autorizó a contratar buques extranjeros para capturar el excedente de la producción del calamar). Anota y critica este fallo el Dr. Carlos Pose, Jurisprudencia de Mendoza porque no se reconoció el régimen del trabajo pesquero ni las expectativas propias del grupo dedicado a la actividad en función del nuevo art. 43 de la C.N.. Empero, como adelanté, se ha producido una importante apertura a través de un nuevo fallo dictado por el Superior Tribunal de la Nación, al punto que el Dr. Capón Filas, lo comenta definiéndolo como un "leading case". El fallo que es de fecha abril de 2.003, recaído en la causa " Sindicato Argentino de Docentes Particulares c/ Poder Ejecutivo Nacional " admite la legitimación del sindicato para promover acción de amparo solicitando la inconstitucionalidad de un decreto del Poder Ejecutivo que eximía a las Universidades Privadas del régimen general de asignaciones familiares, aún cuando el sindicato no tenía mandato expreso de todos y cada uno de los trabajadores que decía representar. Dijo la Corte, compartiendo y haciendo suyos los fundamentos del Sr. Procurador, que la reforma de la Constitución Nacional de 1.994 introdujo una modificación trascendente en relación a la acción de amparo, otorgándole una dinámica desprovista de aristas formales que obstaculicen el acceso a la jurisdicción cuando están en juego garantías constitucionales y ampliando la legitimación activa de los pretensores potenciales en los casos de incidencia colectiva en general de las que no cabe excluir a los sindicatos ( LL. 2.003 – F – pág. 769 y sgtes. ). 123 Asimismo nuestra Corte Provincial, en fallo de octubre de 2.003, en expte. n 71.055: "Sute c/ D.G.E. s/ acción de inconstitucionalidad", reitera el criterio amplio que venía sustentando con relación a la legitimación de los sindicatos. En efecto, la Corte Provincial, en pleno, en la causa N 57.597 "Pelaytay, A. c/ Gobierno de la Provincia de Mendoza s/ Acción de Inconstitucionalidad", ya había examinado el tema legitimación sustancial activa en pronunciamiento de fecha 10/07/97. En este supuesto la actora se agravia del proceso de privatización de los bancos oficiales (dicho de manera muy reducida.). Lo que aquí interesa, es que el Alto Tribunal señaló que aunque el concepto de derecho subjetivo, de interés legítimo, de legitimación procesal se ha ido ampliando, no se puede extender a la defensa de un interés simple o del interés de la legalidad por la legalidad misma; que no hay una acción popular genérica para acudir a la justicia. En el interés colectivo existe una cuota parte de restricción de derechos que se comparten con una comunidad ... Dice más, el ministro preopinante "...inclinándome por la postura tradicional de Marienhoff en el sentido que en los denominados intereses simples sélo se está legitimado para peticionar a las autoridades ..., pero no para acudir a la justicia ...; y con referencia al amparo colectivo instituido por el art. 43 de la C.N., se agrega "... en el interés difuso o colectivo existe en 124 Jurisprudencia de Mendoza alguna medida una afectación personal, una cuota parte de restricción ..." La misma Corte en autos N º 55.993 "Círculo Médico de Mendoza y ot. c/ Poder Ejecutivo de la Provincia de Mendoza s/ ac. de in.", de fecha 27/10/97, reitera lo dicho en Pelaytay sobre legitimación y protección de derechos en el marco de los arts. 42 y 43 de la C.N. ; que la reforma constitucional ha puesto en crisis la doctrina tradicional que exigía del actor un interés personal y directo como sustento mínimo de su legitimación sustancial activa, ampliándose a los llamados derechos colectivos. Se distingue entre un interés difuso o colectivo y un interés simple, precisando que en el interés colectivo existe en alguna medida una afectación personal, una cuota parte de restricción o amenaza de daño a derechos constitucionales, que no es la defensa de la legalidad por sí misma sino la de evitar un daño que se comparte con los miembros de una comunidad y hasta este tipo de legitimación impera la habilitación constitucional con los nuevos arts. 42 y 43, por ende es que se reconoce al Círculo Médico legitimación para actuar en representación de los intereses de los profesionales afiliados. Aunque la pretensión resulta en definitiva rechazada.(Revista del Foro de Cuyo, T. 35-99, pág. 304/307). El maestro Marienhoff sostuvo siempre que nuestro ordenamiento jurídico no menciona la acción popular ( Tratado de Derecho Administrativo T.1 pág. 781 edición 1987; E.D. 105-245). En el mismo sentido, puede consultarse fallo publicado en E.D. 173-156. f) – La Suprema Corte de Justicia de Buenos Aires, en el caso "Quintana Teodoro c/ U.P.C.N. y ots.", integrada por conjueces, se pronunció sobre la legitimación de las asociaciones profesionales, en una acción de amparo que disponía un recorte salarial para los agentes del sector público provincial. El Sr. Quintana acciona en carácter de Secretario General de U.P.C.N.. Se juzgó que se trataba de un conflicto de naturaleza colectiva; que la consagración del amparo colectivo legitima "constitucionalmente al afectado", en su caso los sindicatos dentro del ámbito de representación de sus afiliados; que las asociaciones gremiales se constituyen para la defensa de los intereses de los asociados, y negarles interés en la impugnación de las medidas ilegítimas que afecten a sus afiliados es privarles en buena parte de su misma razón de ser (fallo de fecha 5-12-2.001, en LLBA, 2.002-144, con nota de Agustín Gordillo). La S.C.B.A., reitera este concepto en la causa "Asociación de maestros...c/ Provincia de Buenos Aires", en fecha 10/04/02, en lo concerniente a la legitimación de las entidades gremiales para demandar en la vía del amparo en representación de sus afiliados, reconociendo a quienes invisten la condición de titulares de la asociación sindical plena atribución para estar en Jurisprudencia de Mendoza juicio. Se sostiene que estamos frente a una situación que compromete derechos de incidencia colectiva, sea por la razón que el caso envuelve una multiplicidad de relaciones jurídicas equivalentes, o porque existe una mera situación de hecho común generadora de pretensiones jurídicas que tienen cierto grado de igualdad, semejanza, similitud, u homogeneidad, de manera tal que se configura un objeto común, generador de perjuicios individualizables y divisibles por los respectivos titulares. Que reconocer legitimación para obrar a las asociaciones encuadra no sólo en la normativa Constitucional (arts. 14 bis, 16, 18, 43 in fine, 75 inc. 22 C.N), Tratados Internacionales (Declaración Americana sobre Derechos y Deberes del Hombre, art. XVIII Convención Americana sobre Derechos Humanos, art. 25; Declaración Universal de Derechos Humanos, art. 8, Pacto Internacional de Derechos Culturales, Civiles y Políticos, (art. 2.3), Constitución de la Provincia de Buenos Aires (arts. 11, 15, 20, 39, 41), sino también encaja perfectamente dentro de la tipología de la Constitucional Nacional, que a partir de la Reforma de 1994, responde a ideas garantistas, participativas, eficientistas, integracionistas. (con cita de Morello, Augusto M., "Estudios de Derecho Procesal. Nuevas demandas. Nuevas respuestas", capitulo XLV, pág. 707, Librería Editora Platense, T. 2, 1998". Este fallo está publicado en LL BA-2.002, pág. 436 . También resulta destacable la 125 postura de la jurisprudencia de la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo, respecto de la extensión de la representación de las asociaciones sindicales, en función de lo dispuesto por el nuevo art. 43 de la C.N. En expediente N 21.403/96, "Asociación de Trabajadores de la Industria Lechera de la República Argentina A.T.I.L.R.A. c/ Estado Nacional - P.E. s/a.amparo", sentencia de fecha 23/08/96, causa en la que se atacaba la modificación del régimen de asignaciones familiares por decretos de necesidad y urgencia; la Sala II de la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo, señaló que : "... inequívocamente el tópico más arduo para esclarecer es el que involucra la existencia del presupuesto necesario para determinar la legitimación para accionar, en la amplitud del actual art. 43 de la C.N. y en su relación con el art. 31 inc. a) de la ley 23.551 que expresamente reconoce la capacidad de las asociaciones sindicales con personería gremial para representar y defender ante el Estado "... los intereses individuales y colectivos de los trabajadores ..." correspondiente a su ámbito de actuación, y que es evidente que esa habilitación le autoriza a adoptar todas las conductas y comportamientos inherentes a la defensa de los derechos de sus representados, aunque exista imprecisión de personas aisladamente consideradas; que la índole del planteo revela que por sus característica excede de la sumatoria de cada uno de los intereses afectados adquiriendo 126 Jurisprudencia de Mendoza cualitativamente una generalidad que permitiría proyectar el reconocimiento de aptitud efectuado por la ley, y en cuanto la causa que lo origina excedería el estrecho margen de la norma reglamentaria -art. 22 decreto 467/88-(fallo citado por el Dr. Rodríguez Mancini, en Derecho Colectivo del Trabajo, ed.98, pág.50) La doctrina de este decisorio, la repite la C.N.T., en la causa "Asociación Trabajadores del Estado A.T.E. y ots. c/ Estado Nacional s/acción de amparo", de fecha 30 de junio de 2.000. Aquí se dijo que la preservación de los niveles remuneratorios evidencia un elemento cualitativo que abarca a sujetos determinables, extremo que configura el presupuesto para reconocer la invocación de las entidades sindicales, ya que ésta no se limitaría a un aspecto singularizado de uno o más trabajadores que tornare operativo el recaudo impuesto por el art. 22 del dec. 467/88, que más allá de su discutible legalidad, solo comprendería aquellas situaciones que únicamente involucran intereses individuales; que la defensa de los derechos de los trabajadores ha sido consagrada como función específica de las asociaciones profesionales que los nuclea . Puede agregarse el voto del Dr. Guibourg en la causa "Confederación General del Trabajo de la República Argentina c. Estado Nacional-P.E.", de fecha 24/01/97, fallo dictado por la CN.T. en feria. Señala que en realidad el art. 43 de la Constitución ha reformulado el concepto de amparo de acuerdo con principios más amplios que los que informaron en su momento la ley 16.986, por lo que ésta -que no ha sido expresamente derogada- sólo puede entenderse subsistente en cuanto no se oponga a la norma su pe r ior sobreviniente; pero que sería excesivo pensar en una legitimación con efectos erga omnes; que al fin de cuentas cuando el art. 18 establece que "es inviolable la defensa en juicio de la persona y de los derechos", tiene entendido que se trata de la propia persona y de los propios derechos, a menos que una norma específica autorice la defensa de intereses ajenos (D.T.1.997-A-pág. 500 y sgtes.). La misma reflexión cabe trasladar a la legislación provincial sobre amparo. g) Néstor Sagüés, en "Elementos de Derecho Constitucional", t.2, ed. 1.997, refiere que hoy el tema concreto más acuciante es el otorgamiento o no de legitimación para que cualquier persona pueda iniciar acción de haber sufrido un atentado a derechos constitucionales llamados difusos o colectivos, como por ejemplo el de contar con un medio ambiente sano; que cabe coincidir con quienes entienden que, en tal supuesto, se debe admitir la legitimación de cualquier perjudicado en su medio ambiente, ya que en definitiva, también allí hay lesión personal y directa (o sea, interés legítimo); que en tal sentido la reforma constitucional de 1.994 dio en materia de amparo legitimación activa: al afectado, al defensor del pueblo, y a las asociaciones que propendan a esos fines, Jurisprudencia de Mendoza en cuanto a la tutela de los derechos del ambiente, la competencia, el usuario y el consumidor, la no discriminación y, en términos más amplios "los derechos de incidencia colectiva en general"; pero ello no implica admitir una acción popular (ob. cit. pág.252). Por último, rescato que Quiroga Lavié pondera la solución del Derecho español que admite la extensión ultra partem de las sentencias en los amparos colectivos; aunque cuando cita casos en el derecho argentino de sentencias con efectos erga omnes: "Dalbon" y "Labaton" en realidad son supuestos en que la pretensión es muy diferente a la de estos procesos. En el primero de ellos el actor reclamó que el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires modificara la situación de los carteles publicitarios ubicados sobre la avenida Lugones, argumentando que el mantenimiento de los mismos ponía en peligro su vida, y aunque no fue legitimada la intervención de la participación de la agrupación de familiares de las víctimas de accidentes de tránsito, la procedencia de la acción interpuesta benefició a todos los automovilistas que utilizan dicha ruta. En el segundo caso, se trató del amparo i n t e r p u e s t o po r un a ab o ga d a discapacitada, ordenándole al propio Poder Judicial construir rampas en los edificios judiciales, y obviamente tiene efectos de beneficio general para todos los discapacitados (El Amparo colectivo, Pág. 186/216 y sgtes., ed. 1.998). La situación en el Derecho 127 Español la exponen claramente Bujosa Vadell-Lorenzo Mateo, "Sobre el concepto de intereses difusos y colectivos", publicado en La Ley 1.997-F, 1.142). h)- En razón de lo arriba reseñado, es que en definitiva juzgo que no hay obstáculo legal ni razonable en este proceso para limitar la capacidad del sindicato dentro de su área de actuación, comprensiva de la representación de los afiliados y no afiliados, y en tanto no se hayan solicitado exclusiones. Lo que se desprende de vincular créditos separables, perfectamente escindibles, divisibles, con la concurrencia de un interés colectivo esgrimido por un grupo con representación legal no ocasional ni dudosa, con integrantes perfectamente individualizables. B- Para analizar los restantes agravios vertidos por la parte demandada, estimo necesario ordenar los tópicos a revisar aunque no se mantenga el orden de los cuestionamientos formulados, comenzando por las quejas formales, para luego incursionar en las sustanciales. Procedencia formal del amparo a)- En primer lugar, cabe recordar que el art. 1 de la Ley de Amparo provincial dispone que " podrá interponerse en contra de todo hecho, acto u omisión emanados de órganos o agentes de la administración pública provincial o municipal o de personas físicas o jurídicas particulares, que en forma actual o inminente y con ostensible 128 Jurisprudencia de Mendoza arbitrariedad o ilegalidad altere, amenace, lesione o restrinja, o de cualquier modo impida el normal ejercicio de derechos expresa o implícitamente reconocidos por la Constitución Nacional o Provincial, un tratado o una ley, con exclusión al derecho de la libertad física. Añade en su art. 5, que cuando el acto, hecho u omisión encuentre sustento en una norma contraria a la Constitución nacional o provincial, los jueces deberán declarar la inconstitucionalidad de esta última que le sirven de sustento." Igualmente así lo dispone el art. 43, de la Constitución Nacional. No tengo dudas de que el acto que se cuestiona en este proceso —decreto 1.448/01— es un reglamento administrativo dictado por el órgano administrador en uso de facultades presuntamente delegadas. Como tal, es un acto administrativo de carácter general; al que le son aplicables para merituar su existencia, validez o eficacia todos los requisitos del acto administrativo; y por la inobservancia, es que puede resultar viciada la actuación provocando su nulidad. El vicio o irregularidad afecta al acto en la medida del incumplimiento del requisito concretamente violado y provoca su invalidez, cuya gravedad se mide no por la conducta del agente que provoca el vicio, sino por la lesión que produzca en los intereses de los afectados y en el orden público y jurídico estatal. (Dromi, Roberto, Derecho Administrativo, 4º ed. actualizada, Bs. As., ed. Ciudad Argentina, 1995, pág. 242). La nulidad es la sanción que como consecuencia jurídica se impone a la violación del orden jurídico. La clasificación de las nulidades difiere en el derecho público de la del derecho privado, no obstante que hasta 1.941, la Corte Suprema aplicó las disposiciones del Código Civil. A partir del caso "Los Lagos S.A. Ganadera c/ Gob. Nacional" (C.S.J.N., 30/6/41, Fallos 190:98 y Jurisprudencia Argentina, 75-921) se crea una teoría general de la nulidad de los actos administrativos. Lo recepta jurisprudencialmente nuestra Suprema Corte de Justicia de Mendoza, el 25-9-67 en el caso "Buschman Garat" (Jurisprudencia Argentina 1968-I-765) y la legislación tanto nacional (Ley 19.549) como provincial (Ley 3.909). De donde se deriva que según los vicios de que adolezcan los actos, sus consecuencias pueden ser la anulabilidad o nulidad relativa, la nulidad o nulidad absoluta, en expresión de la Corte y la Ley Nacional, la nulidad constitucional o actos insanablemente nulos (conf. al art. 36 de la Const. Nac.), e inexistencia. Los dos últimos corresponden al vicio muy grave, la nulidad al vicio grave, la anulabilidad al vicio leve. En el orden provincial, nuestra ley 3.909, aplicable al caso de autos, regula las nulidades a partir del art. 72, señalando desde el art. 73 las características de los actos anulables, nulos e inexistentes, correlacionándolos Jurisprudencia de Mendoza además con los vicios que sanciona. Parte la ley de Procedimiento Administrativo señalando en el art. 33 que los actos administrativos, deben emanar de órgano competente, indicando el inc. a) del art. 56 que el vicio del acto es grave o grosero si adolece de incompetencia en razón de la materia, por haberse ejercido atribuciones judiciales o legislativas, es decir, por haber invadido la zona de reserva de dichos órganos del poder. Se trata de un vicio grosero que provoca la inexistencia del acto el que no es regular ni tiene presunción de legitimidad, carece de ejecutividad, puede ser declarada su nulidad de oficio, constatándose su inexistencia, su acción no prescribe, su vicio es insanable y la declaración de inexistencia tiene efectos retroactivos, aunque su anulación se circunscribe al planteo concreto formulado, careciendo de efectos erga omnes. En el subjudice la asunción por parte del Poder Ejecutivo de facultades legislativas con el dictado del dec. 1.448/01, constituye un acto con un vicio grosero calificable más que como nulo como inexistente -nulo de nulidad absoluta en la civilista calificación del a-quo- como consecuencia de su evidente inconstitucionalidad. De allí entonces que la reclamada declaración de nulidad juntamente con la inconstitucionalidad, del decreto 1 .4 48/01, resulta f or ma lme nt e procedente. Se trata de una nulidad 129 administrativa con fuente constitucional que surge del art. 36 de la propia constitución que "procura su ultra vigencia disuadiendo a quienes atenten contra su perdurabilidad imponiendo sanciones, asimilables a la de los actos inexistentes". "En consecuencia aquellos actos que interrumpan la observancia constitucional serán pasibles de esta severísima sanción, serán absoluta e insanablemente nulos..." (Dromi, ob.cit., pág. 243). Hace al sistema republicano de división de poderes, al que adscriben la Constitución Nacional y las provinciales, que el Ejecutivo carezca de facultades legislativas. La delegación tradicionalmente legítima es la meramente reglamentaria, en cualquier otro caso resultaría exigible una justificación suficiente. b)- En este punto, lo razonable es profundizar el tema desde la fuente primera: los propios considerandos del Decreto impugnado, pues es necesario entender que la convalidación sólo será necesaria si resultare que al dictar el Decreto el Gobernador de la Provincia no actuó en ejercicio de facultades propias, o que le hubieren sido legítimamente delegadas. Parte el Ejecutivo de "... lo dispuesto por el art. 20 de la Ley Nacional N 25.453, el acuerdo suscripto por todas los provincias con el Gobierno Nacional, con fecha 15 de Julio (de 2001) y lo previsto en el art. 57 de la Ley Provincial N 6871 –Presupuesto año 130 Jurisprudencia de Mendoza 2001– ...". Dice el art. 20 de la Ley N 25.453 que "Las Provincias y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires podrán dictar medidas equivalentes a las previstas en el artículo 34 de la Ley de Administración Financiera 24.156. Invítaselas a adherir en lo pertinente a la presente ley o a dictar en sus respectivas jurisdicciones medidas análogas a las aquí previstas". A su turno, el art. 34 de la Ley 24.156 que resultara modificado por la propia Ley N 25.453, en la parte pertinente, dice: "... Cuando los recursos presupuestarios estimados no fueren suficientes para atender a la totalidad de los créditos presupuestarios previstos, se reducirán proporcionalmente los créditos correspondientes a la totalidad del Sector Público Nacional, de modo de mantener el equilibrio entre gastos operativos y recursos presupuestarios. La reducción afectará a los créditos respectivos en la proporción que resulte necesaria a tal fin y se aplicará, incluso a los créditos destinados a atender el pago de retribuciones periódicas por cualquier concepto, incluyendo sueldos, haberes, adicionales, asignaciones familiares, jubilaciones, pensiones, así como aquellas transferencias que los organismos y entidades receptoras utilicen para el pago de dichos conceptos. (párrafo 3 ). En el párrafo 4 dice: "La reducción de los créditos presupuestarios que se disponga de acuerdo con lo previsto en el presente artículo importará de pleno derecho la reducción de las retribuciones alcanzadas, cualquiera que fuera su concepto, incluyendo sueldos, haberes, adicionales, asignaciones familiares, jubilaciones y pensiones. Estas últimas en los casos que correspondiere. Las reducciones de retribuciones se aplicarán proporcionalmente a toda la escala salarial o de haberes según corresponda". Estamos en presencia de la denominada "ley de déficit cero". De la simple lectura del citado art. 20 de la Ley N 25.453, se desprende que a quienes se faculta para dictar las medidas aludidas es a "las Provincias y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires". Y cuando una ley nacional se refiere a algo que pueden hacer "las Provincias", no cabe otra inteligencia que aquella que nos indica que la ley parte del principio de que lo que las provincias pueden hacer, tendrán que hacerlo a través de los carriles institucionales y por medio de los órganos que las constituciones y las leyes provinciales tienen establecidos al efecto. No puede ser de otro modo en un sistema de gobierno que además de republicano, es federal (arts. 1 y 5 de la Constitución Nacional). Nada autoriza pues a entender que la ley nacional cuando dijo "las P r o vi n c i a s " q u i s o d e c i r " l o s Gobernadores de Provincias". Si es así, necesariamente debe recurrirse a la Constitución Provincial para determinar a qué autoridad le compete adoptar las medidas a que se refiere el art. 20 de la Ley 25.453. Jurisprudencia de Mendoza Respecto de la normativa constitucional mendocina, el a- quo ha hecho un análisis acertado. Con apoyo en los arts. 30, 99 inc. 9, y a contrario en el art. 128, incs. 1 y 2, todos de la Constitución Provincial, ha concluido en que el poder competente para el dictado de una norma con el contenido del Decreto 1448/01 es la Legislatura Provincial y no el Poder Ejecutivo, y que aquélla sólo puede hacerlo por ley. La invocación que se hace en los considerandos del Decreto impugnado cuando se refiere al art. 57 de la ley 6.871 (presupuesto del año 2.001), no puede entonces resultar valedera, pues esa invocación no otra cosa es, en sustancia, que pretender delegación de poderes legislativos reservados e indelegables. Si esa vía puede existir en la Constitución Nacional, luego de la Reforma de 1.994, a través de los "decretos de necesidad y urgencia", no existe en nuestra Constitución Provincial ninguna institución similar que pueda brindar al Ejecutivo un carril de acceso al ejercicio de potestades propias del Legislativo (arts. 5, 122, 123 C.N.). De lo que existen precedentes, y se examinará posteriormente, es de legitimación jurisprudencial de leyes locales de excepción sobre fenómenos económicos de emergencia pública; y decretos convalidados por ley. Por otra parte, resulta ser que la Ley Provincial 6.871 es del 10 de Enero del año 2.001, en tanto que la Ley Nacional 25.453 es del 30 de Julio del 131 2.001. Cuando el legislador mendocino sancionó la ley 6.871, no pudo entonces conocer, obviamente, la Ley Nacional 25.453. Quiere ello decir que cuando facultó al Poder Ejecutivo para adherir a "regímenes nacionales de excepción", lo hizo sin conocer el contenido de "los regímenes de excepción" que pudieran dictarse en el futuro. Aparece aquí la Legislatura Provincial dándole por ley al Poder Ejecutivo, una facultad de la que éste carece de acuerdo a la Constitución. Ello es claro, pues mediante la sanción del mentado art. 57, el legislador, que tiene indudablemente la potestad de adherir o no a tal o cual régimen nacional, una vez que conozca su contenido, aparece ab initio abdicando de su poder de revisar esos regímenes de excepción, lo que ya implica un comportamiento contrario a la esencia del sistema federal, y para peor atribuyéndole al Ejecutivo una facultad que no puede atribuirle, porque implica una delegación no autorizada. Para más, la doctrina administrativa sostiene que resulta reprobable que las leyes de presupuesto incluyan disposiciones de carácter permanente o que modifiquen el ordenamiento jurídico incidiendo en forma directa en el ámbito de actuación de los particulares (Bielsa, R. , Derecho Administrativo 5 ed. T.II, pág. 445; Marienhoff, M., ob. cit., t.I pág. 222). Por otro lado del art. 20 de la ley 24.156, sobre administración financiera, surge que en el texto de las leyes de presupuesto no deben incluirse 132 Jurisprudencia de Mendoza disposiciones de aquella naturaleza. La Corte Suprema de Justicia de la Nación ha negado que las leyes de presupuesto tengan efectos convalidatorios implícitos de los reglamentos de necesidad y urgencia, en el caso "Video Club Dreams" (Doctrina Judicial-1.995-2-págs. 1.228). Y agudamente anota el Dr. Bidart Campos sobre el caso "Guida", que la ley de presupuesto no puede convalidar decretos de necesidad y urgencia, lo que sustenta con dos preguntas y sus respectivas respuestas: a) dada la índole y la materia propias del presupuesto ¿es constitucionalmente viable y válido que en la ley de presupuesto se ratifique un decreto de necesidad y urgencia?; b)dada la anualidad del presupuesto ¿pudo éste ratificar un decreto que prolongó su vigencia después del año correspondiente a la ley?. A la pregunta del inc. a) contestamos: no. La ley de presupuesto solamente está habilitada a prever recursos o ingresos, y gastos o egresos: mal puede aprobar, ratificar o convalidar un decreto de necesidad y urgencia, aún cuando éste verse sobre las erogaciones propias del pago de salarios. A la pregunta del inc. b) contestamos: no. Si el presupuesto es anual, su vigencia se agota y concluye con el período al que está destinado. (L.L. 2000-D-379). Trasladando la lógica de estos conceptos al tema de autos, mal se puede autorizar a través de la ley de presupuesto atribuciones legislativas en materia de salarios, y sujetas simplemente a la subsistencia de las condiciones que han dado lugar al dictado del decreto, en su caso el 1.448/01 y luego el 1.765/01. De hecho la aplicación de esta última norma abarca en el tiempo más de un año, desde agosto de 2.001 a diciembre de 2.002. Otra fuente invocada para apoyar la pretendida legitimación para dictar el Decreto cuestionado, es el art. 128 inc. 1 de la Constitución Provincial. Concretamente, así se dice en el párrafo décimo tercero de sus considerandos donde se expresa: "Que corresponde al Poder Ejecutivo de la Provincia adoptar las decisiones y disponer las medidas conducentes al cumplimiento de lo acordado con el Gobierno Nacional y el resto de los Provincias, en ejercicio de la facultad que le confiere el art. 128 inc. 1 de la Constitución Provincial". La norma constitucional referida determina que "El Gobernador ... tiene a su cargo la administración general de la Provincia". Este considerando puede desdoblarse, para su mejor análisis, en dos partes: una, lo relacionado con el cumplimiento de lo acordado con el Gobierno Nacional y el resto de las Provincias, y otra, la facultad que le confiere al Gobernador el art. 128 inc. 1 de la Constitución Provincial. El cumplimiento de lo acordado con el Gobierno Nacional y el resto de las Provincias: Según normas constitucio-nales vigentes, para que los pactos interprovinciales puedan tener operatividad, deben ser aprobados por la Legislatura Provincial. Así lo dispone el Jurisprudencia de Mendoza art. 99 inc. 1 de la Constitución Provincial y también surge del art. 128 ap. 6. El caso es que entre el 15 de Julio de 2.001, fecha del pacto, y el 31 de Julio del mismo año, no se registra la sanción de ninguna ley aprobatoria del pacto por parte de la Legislatura. Esta consideración, no puede entonces servir como fuente de legitimación del Poder Ejecutivo para el dictado del Decreto impugnado. La administración general de la Provincia: Se podría decir que administración es la actividad práctica que el Estado desarrolla para atender de inmediato los intereses públicos que asume como propios y con sujeción al ordenamiento jurídico vigente; quedando fuera de este concepto la actividad netamente política. (Diez, Derecho Administrativo, T.I, ed.1.963, pág. 98 y sgtes.). En palabras de Marienhoff, la reserva de la administración es un obvio corolario del principio de separación de los poderes o división constitucional de las funciones estatales, que aparejan la adjudicación de competencia propias y exclusivas a cada uno de los tres órganos esenciales integrantes del gobierno (ob. cit, cuarta edición actualizada, págs., 250/251) . Y si la doctrina y jurisprudencia sobre la emergencia económica permite sustentar un acrecimiento de poder, de todos modos como enseña el Dr. Alberto Spota " el poder que acrece debe situarse siempre en la zona de competencia propia del órgano que lo acrecienta, lo que descarta que por razón de emergencia un órgano pueda usar competencias de otros" (La división de poderes en la emergencia, L.L. 133 1.992-A-689). En el orden constitucional provincial, ocurre que es atribución de la Legislatura Provincial y no del Poder Ejecutivo disponer en todo lo relacionado con las retribuciones del personal de la Administración Pública. Así lo dispone genéricamente el art. 99 inc. 9 de la Constitución Provincial, y más específicamente el art. 30, que incluso requiere de "una ley especial". De lo que llevo expuesto, se concluye que cuando el Gobernador de la Provincia dictó el Decreto 1.448/01, carecía para ello de la legitimación origina-ria que invoca en sus considerandos. Habrá que determinar entonces si esa falta de legitimación originaria fue suplida posteriormente por algún acto convalidatorio apto para ello. Así lo sostienen los apelantes, tanto Poder Ejecutivo como Fiscalía de Estado, para quienes el decreto en cuestión quedó convalidado por la sanción de la Ley N 6.918, de fecha 3 de Agosto de 2.001, y reglamentada mediante Decreto 1.765/01, publicado el 7 de Setiembre de 2001. La pretendida ratificación por Ley 6.918 del Decreto 1.448/01 no surge en forma expresa de su texto; y tampoco es factible una pretendida ratificación implícita. Establece al respecto el art. 82 de la C.N.: La voluntad de cada Cámara debe manifestarse expresamente; se excluye en todos los casos, la sanción tácita o ficta. La clarida d del texto constitucional y su máxima jerarquía normativa exime de extenderse en otras Jurisprudencia de Mendoza 134 consideraciones. La referida ley provincial, en su art. 1 contiene la declaración de la emergencia financiera, y llamativamente sólo precisa el dies ad quem de la emergencia (31 de Diciembre de 2002), pero no su día inicial. Y nada dice sobre reducción de salarios, lo que en principio descarta la relación con los decretos 1.448 y/o 1.765. Del texto del art. 2 de la Ley 6918 decididamente no puede inferirse en modo alguno que convalide el Decreto 1.448/01. Lo único que decide este artículo es la extensión subjetiva de la emergencia. Del texto del art. 3 de la ley, sólo surge que se invita a los municipios a adherir a lo dispuesto por la norma. Menos relación puede tener esto con la pretendida convalidación. El art. 4 de la ley es de forma. De modo que la conclusión del a-quo a este respecto también resulta acertada. Es de señalar que el supuesto de autos no se asimila al resuelto por la Corte local en el fallo "Círculo Médico.." al que se alude tanto en la sentencia en revisión, como por la demandada en sustento de las apelaciones. En el caso el tema eran las remuneraciones de los profesionales médicos disminuidas por decreto 1.047/93, como consecuencia de la modificación de la base de cálculo. Este decreto, sustentado en una autorización de la ley de presupuesto provincial 93, no obstante se dicta ad referendum del Poder legislativo Provincial; y efectivamente fue ratificado por ley 6.258. Y dice el Tribunal al analizar puntualmente la delegación : el acto legislativo viene a completar el ciclo autorización-medida-refrendo; el refrendo opera con efectos convalidantes y ha permitido el exigible control del órgano delegante.(Revista del Foro de Cuyo, t.35, págs. 304/307). c)- La afirmación de la improcedencia de la acción intentada, porque existen vías ordinarias idóneas para la protección del derecho que se pretende conculcado, es errónea. Establece el art. 4 del decreto-ley 2.589/75 que es procedente la acción de amparo cuando se hayan agotado las vías normales de impugnación del acto o cuando no existan o si existiendo su aplicación pueda causar un daño grave o irreparable. "Esta norma que, mirada como hipótesis de trabajo no presenta objeciones, se convierte en la práctica, en un escollo casi insalvable - si los jueces la aplican directamente- para la adecuada defensa de los derechos y garantías constitucionales. Ello es así por cuanto siempre existen remedios judiciales o administrativos que de una manera u otra pueden llegar a restablecer el orden jurídico alterado con un acto ilegítimo o una conducta arbitraria. Por lo tanto, lo que importa, a los efectos de determinar si es viable o no el amparo es, en definitiva, si tales remedios judiciales o administrativos ordinarios pueden obtener los resultados del amparo con la misma eficacia de éste..." (Bianchi, Alberto, La acción de amparo y los límites de la potestad revocatoria de la Administración Pública, E.D. 108-593). En realidad, la posibilidad de recurrir a este remedio excepcional está dada por la inoperancia de las otras vías para purgar la lesión con la premura que Jurisprudencia de Mendoza exige la violación de un derecho constitucional. "Esto implica reafirmar el rol subsidiario del amparo, remedio último y heroico... No basta, en efecto, que exista una vía judicial o administrativa protectora del derecho en cuestión, debe tratarse de una vía apta, útil, a emplear siempre que no cause un daño grave e irreparable al interesado" (Sagüés, Nestor Pedro, Reflexiones críticas sobre la Ley Nacional de Amparo, ADLA, 1982, pág. 1056). De suerte que aunque el amparo continúa siendo un remedio excepcional, cuando las vías ordinarias no pueden proteger derechos constitucionales vulnerados, el amparo será procedente, aunque no sustituya siempre el uso de esos remedios ordinarios. La reforma constitucional no le ha restado ese carácter subsidiario. ( Segunda Cámara Civil, en L.S. 93-218; L.S. 93-230 y L.S. 97-331). La novedad de la reforma introducida en el art. 43 de la C.N consiste, en este aspecto, sólo en derogar el requisito legal del agotamiento de las vías administrativas para intentar la acción de amparo. Es decir, elimina la obligatoriedad de las vías administrativas, como se señaló en el despacho mayoritario de la constituyente. Y en efecto, la calificación de extraordinaria a la vía de la acción de amparo para la revisión de la actividad administrativa, la ha mantenido la jurisprudencia, aún después de la reforma constitucional de 1.994. La reforma constitucional, analizada a la luz del debate constituyente, no le ha restado a la acción de amparo su carácter subsidiario, no obstante la opinión minoritaria, que en una interpretación literal afirma que el promotor de un 135 amparo no está obligado a agotar los procedimientos administrativos (Dromi, Roberto y Menem, Eduardo, La Constitución Reformada, pág. 160; Carattini, Marcelo, El amparo en la reforma constitucional de 1994, L.L. 17-2-95); y que no es sustitutivo de los recursos administrativos que pueden ser planteados paralelamente (Barra, Rodolfo, La acción de amparo en la Constitución reformada: la legitimación para accionar, L.L. 1994-E-11087 y sgtes). Por el contrario, el despacho mayoritario de la Constituyente, triunfante en la votación, señaló que "considera la acción de amparo como una vía excepcional". Así, el Dr. Sagüés, remitiendo al convencional Díaz, miembro informante, afirma que "reitera la jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación en el sentido que el remedio singular del amparo está reservado sólo a las delicadas y extremas situaciones en las que, por la carencia de otras vías legales, peligra la salvaguarda de derechos fundamentales, requiriendo para su apertura, circunstancias de muy definida excepción". Y agrega: "En definitiva, si se acepta que la mayoría de la Convención quiso un amparo residual o heroico ... la lógica de esa postura lleva a reconocer que el amparo no es admisible si su promotor puede encontrar satisfacción al derecho perjudicado por el acto lesivo, ya en la esfera judicial por medio de otras rutas procesales, ya en la administrativa ... eso sí, si tales conductos no son aptos para esa tutela, no está obligado ni a iniciarlos, ni a continuarlos, ni a agotarlos". Es la doctrina sustentada por la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Y ha dicho nuestro Tribunal Superior 136 Jurisprudencia de Mendoza Provincial que: "un auténtico amparo constituye un dispositivo excepcional, viable cuando no existen procedimientos ordinarios para garantizar el derecho constitucional vulnerado. El amparo no debe ser un mecanismo optativo: su naturaleza propia es la de remedio último, cuando las otras herramientas procesales no son eficaces para solucionar la cuestión" (L.S. 186-30). Por otra parte señaló también la Suprema Corte de Justicia provincial que: "El art. 43 de la Constitución Nacional, cualquiera sea la amplitud que se le quiera dar, sigue exigiendo que el acto atacado por medio de la acción de amparo, padezca de arbitrariedad o ilegalidad manifiesta ... La ley fundamental apunta a lo notorio, lo que se visualiza sin que sea necesario un estudio pormenorizado de pruebas, hechos, etc., exige la manifiesta ilegitimidad del acto impugnado, junto con la carencia o ineficacia de remedios ordinarios o recursos específicos; esta manifiesta ilegitimidad se conecta a lo que, en el derecho civil, configura un acto viciado de nulidad manifiesta, o sea que el vicio es p a t e n t e , v i s i b l e , si mp le me nt e comprobable. Por la vía del amparo sólo se tutela la violación a los derechos y libertades fundamentales tutelados en la Constitución, el amparo no procede para la tutela de cualquier derecho ... su objeto no puede ni debe confundirse con el objeto de los recursos administrativos y contenciosos administrativos." (Sumario publicado en J.Mza. , 2ª Serie, Nº 48, pág. 6, del fallo recaído el 2-12-96 en expte. N 60.047 "Exprinter Banco S.A. en J:...) Conforme lo señala el Dr. Cassagne (En torno al requisito del art. 2º inc. a. de la Ley de Amparo..., E.D. 126-928) " la carga de la demostración acerca de la aptitud de la vía previa o paralela para restablecer el derecho le corresponde al Estado, sin perjuicio de las facultades del actor para sustentar la ineficacia del remedio administrativo o judicial (que como se ha dicho antes, siempre existe)..." Pretenden los apelantes sostener que la acción de inconstitucionalidad es una vía regular más apta para el reclamo formulado, ejemplificando con los dos casos sustanciados ante la S.C.J. Pcial., sobre el mismo cuestionamiento de autos. Creo que yerran sustancialmente los recurrentes. No desconozco la habilidad de la acción de inconstitucionalidad como acción declarativa: "la sentencia se ajustará a lo dispuesto por el art. 170 inc. 1º último apartado de la Constitución, hará la declaración que corresponda sobre la norma impugnada." (inc. v del art. 223 del C.P.C.) , más allá de la posibilidad de las cautelares que pudieren obtenerse del Tribunal. Dice Dromi: "La sentencia que proclama la inconstitucionalidad de una disposición normativa reviste naturaleza declarativa pues no es constitutiva ni de condena" ( ob. cit., pág. 736). Cabe añadir que su alcance no es erga omnes (salvo que planteado por el Fiscal de Estado, sus efectos son generales para la administración pública), sino que es aplicable sólo al caso concreto. Además ocurre que aún su decisión -en los ejemplos traídos al proceso- no se encuentra firme, pues no existe pronunciamiento al respecto de la Corte Suprema de Justicia de la Nación Jurisprudencia de Mendoza ante la que ha sido recurrida por la parte demandada; y sólo fue útil a quienes no accionaron oportunamente (art. 13 del decreto-ley 2.589/75 y su modificatoria por ley 6.504/97) por amparo y se protegieron accionando dentro del plazo del art. 223 del C.P.C. aún cuando el eventual reconocimiento de su derecho sea meramente declarativo. Dijo al respecto en su voto en los autos Nº 72.051 "González Rafael Humberto y ot. c/ Gob. de la Pcia. s/Acc. de Inconst.", el Dr. Rafael Guevara Anzorena: "...dado que la acción iniciada no está prevista como reparadora ni constitutiva de ningún derecho pues la sentencia favorable que se dicte en la acción prevista por el art. 223 del C.P.C. sólo puede declarar la inconstitucionalidad de las normas en cuestión, pero de ninguna manera cabe en ese proceso dictar una sentencia de condena que pudiera reparar las consecuencias de la aplicación de las mismas (L.S. 276-20)...". Por el contrario, la acción de amparo es una acción expedita, breve, rápida y sencilla que por una vía procesal reconoce un derecho constitucionalizado cuya protección nace en el orden nacional por su reconocimiento jurisprudencial y receptado en la reforma de 1.994 en su art.43 y también a través de normas supranacionales que se incorporaron a la misma a través del art. 75 inc. 22 (art. XVIII de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, art. 25 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos , art. 8 de la Declaración de Derechos Humanos. art. 2 inc. 3) del Pacto Internacional de Derechos Culturales, Civiles y Políticos). 137 Nuestra ley provincial de Amparo - instrumentalmente complementaria y subordinada a la norma constitucional- permite formalmente canalizar esta protección constitucional y habilitar tribunales competentes y vías sumarísimas para su ejercicio, pues como lo señala Agustín Gordillo (Un día en la Justicia: "Los amparos de los artículos 43 y 75 inciso 22 de la Constitución Nacional" en L.L., Suplemento Especial, 15 de noviembre de 1995, pág. 57 y sgtes.) "el requisito de que no exista otro medio judicial más idóneo ha de referirse a la idoneidad específica de otros remedios sumarios previstos por la ley, no al juicio ordinario". Y esta vía sumarísima, a diferencia de toda otra forma de canalizar el proceso, no sólo reduce al mínimo los plazos de sustanciación -innecesaria en el caso de autos- sino que da ejecutabilidad al decisorio del juez de primera instancia al conceder el recurso de apelación contra la sentencia que acogió el amparo, al sólo efecto devolutivo. Es decir, que si el sentenciante estima que debe cesar la violación de un derecho constitucionalizado, su decisorio debe ser cumplido más allá de los recursos que la ley concede a la parte demandada y que ésta puede tramitar -también- en forma expedita. No dejo de advertir que ese trámite rápido del recurso no es el que se ha traducido en el que ahora se resuelve, a más de dos años y medio de la sentencia de primera instancia. Pero tampoco se me escapa que fue la propia demandada a través del dictado del Decreto N 1.765/01 quien impidió la integración de la Cámara de Apelaciones 138 Jurisprudencia de Mendoza al condicionar la aplicación del decreto 1.448/01 a una forma expresa de decisión a tomar por el Tribunal (art. 1: Suspéndase la aplicación de los arts. 2 y 3 del decreto acuerdo n 1.448...hasta tanto se resuelvan en definitiva los litigios planteados...o se produzca el levantamiento de las medidas precautorias ordenadas en los expedientes donde tramitan los amparos iniciados por distintos agentes públicos y asociaciones gremiales que los nuclean.), provocando de ese modo que los Jueces de las Cámaras Civiles se excusaran de intervenir, ejerciendo la facultad que les acuerda el art. 12 y sus correlativos del C.P.C. La imposibilidad de integrar la Cámara con conjueces, dilató la integración hasta que la S.C.J. en ejercicio de sus facultades de Superintendencia y basándose en una interpretación errónea —pero consentida por las partes— del art. 12 del C.P.C., determinó la integración por jueces naturales, los que asumimos la jurisdicción en orden a superar lo que podía ser considerado una denegatoria de justicia, pero con el pleno convencimiento de que esta situación fue la consecuencia del obrar de las partes y no de la jurisdicción. Estos avatares procesales que nada tienen que ver con el trámite expedito de la acción de amparo, no le quitan su carácter y su viabilidad, prueba de la que da cuenta la fecha de la sentencia en revisión, dictada a pocos días de la interposición de la acción de amparo. Por lo que se lleva expuesto, es que el cuestionamiento a la vía utilizada por la presunta existencia de vías judiciales más aptas debe ser desestimado. No tengo dudas, entonces, sobre la procedencia de la vía intentada para obtener el cese de la violación al derecho conculcado. d)- También es improcedente pretender la irrevisibilidad del actuar administrativo en orden a facultades privativas de cada órgano del Estado emergentes de la Constitución. Más allá del análisis de las discutibles facultades que en el caso de autos se arrogó el Poder Ejecutivo, en esta revisión jurisdiccional, además del control de la actividad reglada del órgano administrador, cabe también el control de causas y motivos de la actividad administrativa, conforme lo desarrollara extensamente nuestro Superior Tribunal local en re: 60.928 "Poder Ejecutivo de la Provincia en J. 120.310/31.241 Consorcio Surballe Sadofschi c/Poder Ejecutivo de la Provincia de Mendoza p/amparo s/Inc.Cas." y Expte. 60.847 "Fiscal de Estado en J: 120.310 Consorcio Surballe y Sadofschi c/Poder Ejecutivo de la Provincia p/Acción de Amparo s/inconstitucionalidad". Señaló en dicho fallo la Ministro preopinante citando a Marienhoff (Tratado de Derecho Administrativo, Bs. As., Ab.Perrot, N° 466/468) que "es controlable por el Poder Judicial lo atinente a la efectiva existencia de los hechos o situaciones de hecho invocados para emitir el acto. No se trata aquí de revisar la oportunidad, conveniencia o mérito del acto, sino la verdadera y efectiva existencia de sus presuntos antecedentes, es decir, aquello que constituye su causa o motivo. El Poder Judicial, a pedido de parte, hállase facultado para examinar si los hechos o antecedentes invocados por la Administración para emitir el acto discrecional han o no existido en Jurisprudencia de Mendoza realidad, si se trata o no de una afirmación falsa o verdadera acerca de esa situación de hecho que sirvió de base para la emisión del acto administrativo discrecional". Es decir, la entidad del derecho presuntamente violado, es la que en definitiva hará viable la vía excepcional que el amparo confiere. Dijo al respecto como preopinante el Dr. Marzari Céspedes en el Expte. N° 140.375/26.813. "Kobylansky Mercedes Noemí c/ Dalvian S.A. p/ Acc. Amparo."( Segunda Cámara Civil, L.S. 96-89): "Reviste singular importancia lo atinente a la ilegalidad o arbitrariedad manifiesta del acto. Ellas se presentan a través de conductas contrarias a derecho, que se enfrentan con las normas positivas o bien como nota subjetiva caracterizada por el mero voluntarismo apuntado a la violación de derecho. Su carácter manifiesto implica que el Juez debe advertir sin asomo de duda que se encuentra frente a una situación palmariamente ilegal o resultante de una irrazonable conducta del sujeto demandado... La acción de amparo está condicionada a situaciones que revelen la necesidad de acogerlo como único camino para evitar que derechos de libertad protegidos constitucionalmente se tornen ilusorios, se conviertan en daños graves o irreparables y siempre que pueda comprobarse en forma inmediata, clara e inequívoca la ilegitimidad del acto, decisión u omisión que lo provocó, configurándose tal ilegitimidad manifiesta cuando apareciera en grado de evidencia, dentro del marco de apreciación que permite la naturaleza sumaria del proceso." En consecuencia lo que la jurisdicción debe revisar en el acto discrecional es su motivación ya que es 139 ésta la que pone de manifiesto su juridicidad. e)- Por otra parte, y en orden al análisis de los requisitos que la ley instrumental - nuestro dec. ley 2589/75, con su reforma por ley 6504/97determina para la procedencia de la acción de amparo, cabe analizar si la reducción de los haberes de los empleados públicos viola un derecho de raigambre constitucional. Autorizada doctrina y jurisprudencia afirman que si bien existe una protección constitucional a la estabilidad del empleado público no existe con relación a su retribución. Dice al respecto Diez (ob. cit. t.III, Omeba, 1967, págs. 493/494 y 498) que no se trata en el caso de la remuneración de los empleados públicos del supuesto de la remuneración del trabajador en el ámbito privado, ya que dentro de las pautas del Derecho Laboral implicaría alterar uno de los elementos del contrato de trabajo, suficiente para considerarse el trabajador despedido, sino que estaría facultado a hacerlo el estado en orden a las facultades exorbitantes propias del régimen ius administrativo en que está encuadrado, y al solo efecto de satisfacer el interés público, teniendo por límite la razonabilidad, no debiendo significar una alteración sustancial de sus condiciones". En el orden jurisprudencial así lo sostuvo la C.S.J.N. en el caso "Guida" (LL. 2000 - C - 824 y sgtes.). Dijo en su voto en ese fallo el Dr. Belluscio: "El derecho de los agentes estatales a una remuneración justa no significa el derecho a un escalafón pétreo, pues la autoridad administrativa puede dictar 140 Jurisprudencia de Mendoza normas en la materia en ejercicio de las facultades enmarcadas en el art. 99 inc. 1ª de la Constitución Nacional, por lo cual el monto del sueldo puede ser modificado por la administración pública en virtud de esta prerrogativa exorbitante del derecho privado, en tanto no lo altere sustancialmente de modo tal que resulte insuficiente para que el funcionario o empleado afronte las exigencias del costo de vida." Ya con anterioridad la Suprema Corte local señaló: "Existe el derecho al sueldo o ingreso y el de su percepción periódica, pero no a un monto exacto a percibir. Mes a mes puede ser variable dentro de ciertos límites. No existen inconvenientes técnico-legales para ordenar un aumento de los ingresos, sí en cambio para la disminución en la medida en que se afectan o pueden afectar el concepto amplio del derecho de propiedad ..."(L.S. 275-167). Sin embargo, ya desde antes, parte de la doctrina enseñaba que la retribución, sueldo o contraprestación por los servicios o trabajos que la gente realiza y el Estado paga periódicamente ... que nace del carácter contractual de la relación de empleo público... no puede ser disminuido ni suprimido, ni aún en el supuesto de una disposición que afectara por igual a todos los empleados o funcionarios públicos ... pues tal situación repugnaría a los derechos consagrados por la Constitución Nacional (arts. 14 bis, 16 y 17). (Dromi ob. cit., pág. 380). También lo sostiene parte de la jurisprudencia: "La retribución del empleado público, no puede ser reducida, desde que su quantum está garantizado por el principio de intangibilidad de las remuneraciones el cual no puede ser afectado ni disminuido sin afectar la Constitución Nacional". (del voto de la Dra. Herrera en el fallo de la C.Nac. Contenciosa Administrativa Sala II, "Diaz Víctor c/ Poder Ejecutivo Nacional" del 12-12-96, Digesto Jurídico, Boletín del 10-09-97, pág. 95 y sgtes.). Dijo la preopinante en dicho pronunciamiento, Dra. M.I. Garzón de Conte Grand: "El derecho a la remuneración justa reviste jerarquía constitucional. Es por supuesto relativa y susceptible de razonable reglamentación pero junto con el derecho a condiciones dignas y equitativas de labor, al descanso y vacaciones, etc., exhibe en los valores referenciales una jerarquía superior a otros. Por el rango que el salario justo ocupa en nuestra constitución y en el derecho internacional de los derechos humanos, el derecho a percibirlo debe ser uno de los menos y de los últimos que se afecten en una emergencia económica y, de ser posible, hasta uno de los que se eximan de afectación limitativa ...". No cabe duda - y así lo dijo hace mucho tiempo la Sra. miembro de este Tribunal Dra. Teresa Varela de Roura siendo Juez del 15º Juzgado Civil, en los autos Nº 56.455 "Rojas, Juan Ramón p/ Acc. de Amparo", "que al afectarse uno de los elementos de trabajo se está lesionando un derecho constitucional, tal como surge de los arts. 14, 14 bis y 17 de la Const. Nac., 30 y 33 de la Const. Pcial.". "Se incluye -decía en esa oportunidad- la violación al art. 17 de la Const. Nac. ya que doctrinaria y jurisprudencialmente se engloba dentro del concepto de propiedad "todos los bienes susceptibles de valor económico o apreciable en dinero que alcanzan el nivel de derechos patrimoniales rotulados uni tariamente como derecho Jurisprudencia de Mendoza constitucional de propiedad" (Bidart Campos, Germán, Manual de Derecho Constitucional, Segunda Ed. actualizada, Bs. As. Ediar, 1974, pág. 278)". Cabe además señalar que el sueldo abarca la totalidad de las remuneraciones, cualquiera sea su modalidad, las que forman parte integrante del mismo a los efectos legales pertinentes. Esa protección constitucional del salario en su integridad, surge claro del cambio de rumbo de la jurisprudencia de nuestra C.S.J.N que fundándose en la modificación de las circunstancias con respecto al caso "Guida", in re "Tobar" (La Ley, Suplemento Especial de Martes 27 de agosto 2.002), señaló, frente a la irrazonabilidad del dec. 896/01 y la Ley 24.156 que aunque " este Tribunal ha señalado que la modificación de los márgenes de remuneración en forma temporaria por los efectos de una grave crisis económica, no implica per se una violación del art. 17 de la Const. Nac.", advirtió que "esa prerrogativa encuentra su límite en la imposibilidad de alterar la sustancia del contrato celebrado modificando la relación de empleo público hasta desvirtuarla, ya sea en su significación económica o en la posición jerárquica o escala horaria de la gente (fallos 328-1566)" (Del voto del Dr. Bossert). Este magistrado luego agrega: "La legislación subexámine ha transgredido esos límites ya que no impone una limitación razonable y temporaria a la integridad salarial de los agentes públicos, fundada en razones de urgencia y en el interés general, sino que los somete a una i n d e f i n i c i ó n d e l o s má r ge n e s remunerativos, sujeta a variables totalmente ajenas a la relación de empleo carentes de toda previsibilidad para el 141 trabajador, que ve irremediablemente perdido uno de los elementos básicos que define el desempeño laboral". A escasa una semana de dicho fallo, la doctrina lo aplaudió. Y en lo que hace estrictamente al carácter constitucionalizado del derecho a la remuneración que analizo, dice Walter Carnota, en "La Remuneración del Sector Público como propiedad constitucionalmente protegida", (LL Suplemento Especial, 27-08-02) "tal como la Corte lo hizo en 'Smith' (sentencia de 1 de febrero de 2002, -LL Suplemento Especial 2002-2-04, pág. 1, LL 2002- A - 770, ...) se subraya la necesidad de preservar los contratos y de no alterar sus sustancia, o sea, de no destruirlos de cuajo. El empleo público es sobre todo un contrato (considerando quince de la mayoría) con derechos y obligaciones recíprocas, entre ellas las de índole patrimonial. No se puede anteponer la hacienda pública a los poderes administrativamente jerárquicos, para consolidar la arbitrariedad. La naturaleza alimentaria del salario - como lo que acontece en el terrero previsional - (considerando dieciséis) predomina axiológica, sociológica y normativamente ... el agente estatal no puede ser convertido en la variable de ajuste de la política económica del gobierno de turno ..." Y finaliza el comentarista señalando: "Debemos congratularnos que la Corte, que había postergado al jubilado en 'Chocobar' ( LL 1997-B-247...) y al trabajador estatal en 'Guida', encuentre -como acá lo hace- los puentes unitivos con la propiedad defendida a capa y espada en 'Smith'. La propiedad privada es una noción unívoca, sea del trabajador, del jubilado o del ahorrista, con anclaje 142 Jurisprudencia de Mendoza en el art. 17 de la ley fundamental". En igual sentido, comentando "Tobar", escribe el Dr. Héctor Jorge Scotti, (La Reducción de los Salarios de los Empleados del Estado, en la Emergencia Económica, en Suplemento Especial de la Revista del Derecho de Trabajo, L.L. octubre 2002, pág. 12 y sgtes.). Puede agregarse, que se tiene dicho que ninguna emergencia puede justificar la confiscación de bienes y el sinalagma contractual integra, a no dudarlo, el concepto de propiedad en sentido constitucional protegido por el art. 17 de la Constitución nacional (ver Fernández Madrid, Tratado Práctico de Derecho del Trabajo, T. II, pág.1382, ed. 2.001). B- El análisis formal de la procedencia de la acción de amparo realizado precedentemente, nos introduce en el análisis sustancial de su planteo, exigiendo como tema central el tratamiento de la emergencia a la que alude como sustento el decreto 1.448/01. La emergencia a)- Son conocidas las repetidas situaciones de crisis que por razones económico financieras ha atravesado el País; como la proliferación en el modo de legislar sobre la necesidad y la emergencia por vía de decretos, desde mucho tiempo atrás. Ha sido una práctica política y hasta legitimada por la jurisprudencia sin tener apoyo constitucional; la legalidad recién se la da la reforma de 1.994, aunque no en forma irrestricta. Pero por esos antecedentes históricos y por la magnitud del fenómeno que se produce puntualmente en el año 2.001, es que se ha llegado a decir "la Argentina no es un país emergente, es un país en permanente emergencia". ... (ver Valentín Rubio, "La política salarial de la emergencia", en Revista de Derecho laboral, Actualización ed. 2.003, págs. 21 y sgtes.). Dice el Dr. Alberto Spota, en el prólogo de la obra del Dr. Mario Midón "Decretos de Necesidad y Urgencia ..." : ya se advierte que los decretos de necesidad y urgencia antes y después de la reforma de 1.994 han aparecido con agresividad, fuerza y virulencia en la historia constitucional argentina, sobre todo en los tres gobiernos constitucionales posteriores a 1.983; que no puede hablarse de su uso sino más bien y permanentemente de su abuso, que se han convertido en una desgraciada normalidad indebida; legitimados incluso en el ámbito del Poder Judicial. Que la legalidad se la otorgaría ahora el nuevo art. 99 inc. 3 en relación con el también nuevo art. 76 de la Constitución según la reforma de 1.994, esquema por el cual el Congreso puede delegar al ejecutivo legislar en materias determinadas de administración o emergencia pública, con plazos fijados para su ejercicio y dentro de las bases de la delegación que el Congreso establezca. Por su parte Midón –profesor de Derecho Constitucional- dice: que antes de la reforma constitucional, hacia diciembre de 1.990 la Corte Suprema de Justicia de la Nación se avino a legitimar el instituto de los decretos de necesidad y urgencia en la causa "Peralta", fundado en dos razones centrales: que en definitiva el Congreso Nacional en ejercicio de poderes constitucionales propios no resolvería distinto en materia Jurisprudencia de Mendoza económica; y porque ha mediado una situación de grave riesgo social (persistencia de un proceso inflacionario y necesidad de proteger a los sectores más desprotegidos..) Y termina el autor por reconocerle a este modo de legislar el carácter de categoría histórica. Si se trata solamente de una atribución del Gobierno Federal , como entiende Midón -y está señalado en párrafos precedentes de esta resolución-; o pueden también ejercerlo las Provincias, se presenta como un tema por lo menos no regulado hasta ahora de manera uniforme en ámbitos provinciales (ob. cit., ed. La ley, 2.001). En informe requerido al Dr. Bidart Campos, por el Instituto Interamericano de Derechos Humanos de San José de Costa Rica, que el autor titula "Control constitucional de los derechos económicos, sociales y culturales en la Argentina" (publicado en la obra "Desafíos del control de Constitucionalidad", ediciones Ciudad Argentina, 1.996, pág. 97 y sgtes.), expone que en la Argentina se ha plasmado, incluso con ribetes jurisprudenciales, la doctrina de las emergencias o situaciones de excepción, que por unas causas u otras nuestro País ostenta lo que otras veces hemos llamado la "enfermedad de la emergencia", a veces ha sido real , y otras una excusa de que se valen los poderes políticos. Que vivimos bajo un estado de sitio económico, del cual conocemos su acta de nacimiento, pero desconocemos sus límites (Bianchi, Alberto, LL, 1991-C-171). Pueden abundarse en trabajos publicados en E.D. 141-369; 139-770/771; 140-154. b)- De todos modos, lo relevante 143 es que la Constitución de la Provincia de Mendoza, a diferencia de las de otras provincias, nada dice sobre delegaciones legislativas de emergencia, por decreto convalidable por la Legislatura o ley (arts. 12, 29 y cc.). Empero, como ya se anticipó, existen precedentes en nuestra jurisprudencia local, sobre la constitucionalidad de leyes de emergencia provincial, en pronunciamientos que son incluso anteriores a la reforma del mencionado art. 99 ap. 3 de la Constitución Nacional. En efecto la Sala II de la Suprema Corte en la causa "Pascolo A. V. c/ Bodegas y Viñedos Giol E.E. s/ ord.", con voto preopinante del Dr. Nanclares desestima la queja del Sr. Fiscal de Estado que defiende la aplicación de la ley 5.812 (conocida como de consolidación de pasivos del Estado Provincial). Aquí se cita como antecedente el caso "Graffigna.."; se dice que la ley 5.812 es prácticamente la adaptación a nivel local de la ley nacional 23.928 dictada para consolidar los pasivos del estado nacional; la propia ley nacional establece que es de orden público, que se dicta en ejercicio de los poderes de emergencia del Congreso, y mutatis mutandi la ley 5.812 transcribe en su art. 19 similares conceptos y se remite a la autorización legislativa conferida por la ley nacional. Define luego el estado de emergencia, su carácter de público y notorio, las condiciones de legitimidad; y al momento de resolver se pregunta si en la Provincia de Mendoza peligra la subsistencia del Estado, si existe un colapso financiero generalizado, concluyendo en que tal peligro no existía 144 Jurisprudencia de Mendoza y que la ley en cuestión no debe ser aplicada. El fallo aparece publicado en revista del Foro de Cuyo, N 11-1.993, págs. 715 y sgtes., y está anotado por el Dr. Aldo Giordano. Destaca el comentarista que aún aceptando la legalidad inicial de las leyes de emergencia provincial, en conclusión se ha reputado inconstitucional porque la emergencia no existía; y además no se cumple el recaudo de transitoriedad al establecerse un plazo de pago de hasta dieciséis años y con bonos que van a crearse, lo que en la práctica no es suspensión de garantías constitucionales sino una real frustración; tampoco hay legitimidad en el sentido de razonabilidad. Posteriormente, en la causa N 53.191 "Fiscal de Estado en j.:...Merga F. y Ana F. González c/ Municipalidad de Las Heras..." , que aparece publicado en Jurisprudencia de Mendoza, 2ª serie Nº 44, págs. 33 y sgtes., la conclusión - con las particularidades propias del casoresulta ser la misma. Preopina esta vez la Dra. Kemelmajer, y con extensos fundamentos sostiene la constitucionalidad inicial de la ley provincial de emergencia, la N 5.812 (sobre consolidación de pasivos del Estado Provincial). Enumera entre otras razones: porque así lo ha sostenido la Corte Nacional, porque la emergencia es pública y notoria, porque la provincia ha actuado en función de la delegación otorgada por la ley nacional, porque la emergencia nace de un estado de necesidad extraordinario que autoriza el dictado de normas necesarias para el salvataje del sistema institucional, que no se violan los derechos adquiridos sino que se los limita temporalmente. Luego se explaya sobre lo que venimos diciendo, que la emergencia no es una novedad en la Argentina sobre todo desde comienzos del siglo anterior, de lo que da detalles concretos jurisprudenciales y doctrinarios, e incluso en el derecho extranjero. Señala que la legitimidad esencial de la emergencia radica en su objeto: amparar y defender el orden constitucional, el que garantiza por medios extraordinarios. No deja de reconocer las dificultades del tema; y rescata una definición de emergencia de la Corte Nacional "...hecho cuyo ámbito temporal difiere según circunstancias modales de épocas y sitios. Se trata de una situación extraordinaria que gravita sobre el orden económico social, con su carga de perturbación acumulada, en variables de escasez, pobreza, penuria e indigencia, origina un estado de necesidad al que hay que poner fin ...". Analiza la defensa que del sistema ha hecho la Corte Federal, incluso en materia de decretos, y la acentuación del control de constitucionalidad sobre causas y medios. Extrae de los antecedentes que cita los recaudos para que opere la regla de constitucionalidad : a)- que exista una situación de emergencia declarada por el legislador ...; b)- que la ley tenga por finalidad legítima la de proteger los intereses generales de la sociedad ...; c)- que la moratoria sea razonable ...; d)- que su duración sea temporal y limitada al plazo indispensable para que desaparezcan las causas ... aunque no se requiere de la fijación anticipada en años o meses . También destaca la importancia del seguimiento de los fallos de la Corte, en relación con la seguridad jurídica. Y, asimismo la posibilidad de atacar la inconstitucionalidad de las leyes por Jurisprudencia de Mendoza defectos de formación o procedimiento. Por último, para la decisión del caso concreto toma como premisa que la emergencia provincial declarada por la ley existía a la época en que se dicta; pero para el proceso final de verificación de constitucionalidad de la norma lo que se considera es la situación al momento de la sentencia; y dado que del análisis de los números surge que no hay emergencia al momento del dictado de la sentencia concluye en que la ley 5.812 ha devenido inconstitucional y consecuentemente inaplicable al caso. En el caso ahora en revisión, está dicho y lo reitero, que hubo irregularidad en legislar sobre restricciones salariales -aún por emergencia- por la forma de la instrumentación; en otros términos, procedimentalmente, resulta correcta la declaración de nulo e inconstitucional respecto del decreto 1.448/01 que se dice derivado de la ley nacional N 25.453-art. 20 (acuerdo entre Provincias y Gobierno Nacional) y art. 57 de la ley de presupuesto provincial n 6.871 para el ejercicio fiscal del año 2.001, y fundado en la emergencia. Además, en lo sustancial, las normas implicadas que resultan ser los decretos 1.448 y 1.765 no se ajustarían a los recaudos de: limitación razonable con generalidad y transitoriedad de la medida. Lo que traducen es una dificultad económica, fiscal y presupuestaria para alcanzar un anhelado y dudoso "déficit cero", y una afectación a un sector de la sociedad en particular: el salario de los empleados públicos. Restricción sin final controlable por el empleado, sujeta a la perdurabilidad de la situación que se califica de emergencia y a las recaudaciones fiscales; generando 145 incertidumbre y hasta frustración arbitraria sobre el derecho elemental a una retribución justa por lo menos en términos reales de acceso a insumos básicos, lo que también tiene entidad constitucional (arts. 14 bis, art. 28 C.N.); sin mencionarse mecanismo de compensación alguno por la deuda generada, a diferencia de lo acontecido en el orden nacional y en otras Provincias, a lo que me referiré más adelante. Es de interés, en este aspecto, rescatar conceptos del Procurador Dr. Becerra en el tantas veces citado caso "Tobar", destaca un par de cuestiones determinantes: La primera, es que no se trata de discutir la decisión legislativa de adoptar un determinado principio de política económica, consistente en mantener un equilibrio entre ingresos y egresos del Estado Nacional, que podría admitirse como positiva -aunque también cabe señalarlo existe controversia entre los autores y estudiosos de la economía acerca de la conveniencia de adoptar el principio del "déficit cero"-, sino de indicar que la concreción de aquella política no puede alcanzarse mediante la violación de los derechos constitucionales de los agentes públicos, tal como pretende hacerlo la ley bajo examen. La segunda, que es sabido que las leyes no sólo deben adecuarse a las normas de mayor jerarquía, sino que no pueden desnaturalizar los principios, garantías y derechos reconocidos por la Constitución Nacional ( art. 28 y 31 ). c)- Aunque, de todos modos, creo que hay otra razón de singular importancia que nos lleva al mismo resultado. Podría ahora decirse que económica y jurídicamente tanto el 146 Jurisprudencia de Mendoza decreto 1.448 como el 1.765 han devenido inconstitucionales. Veamos, el propio poder administrador por decreto 1.765/01 suspende la aplicación del 1.448/01 en sus arts. 1, 2 y 6, que eran los que establecían la restricción en las remuneraciones del sector público en escala del 9 al 20%, lo hace de manera prácticamente inmediata; a la vez que implementa una quita menor, en términos de liquidación provisoria inicial correspondiente al mes de agosto de 2.001 por el 92,468 % de las retribuciones brutas totales correspondientes a cada agente (manteniendo una restricción salarial equivalente al 7,5% ), excepto cuando no se supere $ 500,00...... Finalmente por ley 7.079, art. 4 , se dispuso la recomposición salarial del sector público provincial a partir de enero de 2.003, lo que viene a significar que a la fecha de esta resolución, los efectos de la supuesta emergencia sobre salarios habrían cesado. Conviene agregar, que surge con toda evidencia la vinculación entre ambos decretos: el segundo suspende la aplicación del primero, versan sobre la materia litigiosa: recorte salarial que provoca agravio constitucional; en concreto fue a través del decreto 1.765 que se instrumentó la reducción aplicada desde agosto de 2.001 a diciembre de 2.002. No hay afectación en este punto, del derecho de defensa, porque la demandada recurre a este mismo plexo normativo a través de su participación en el proceso. Por último alcanzar a ambas normas para la solución del conflicto podría calificarse de circunstancia sobreviniente de la cual no cabe desentenderse en esta etapa final. Es la solución propiciada en el caso "González c/Gobierno p/ acción de inconstitucionalidad". Por otra parte, en el orden nacional, se dictó un decreto (también de necesidad y urgencia) el 1.819/02, estableciendo el cese de la restricción salarial dispuesta, también a partir del 1 de enero de 2.003, y además el reintegro a través de la entrega de títulos públicos de acuerdo con la ley de presupuesto del ejercicio fiscal 2.003 (aunque subsisten dudas sobre sus alcances). Y bien advierte Héctor Scotti, en su trabajo ya citado, que tal decisión ha terminado por otorgarle la razón a quienes desde siempre postularon la improcedencia de los malhadados descuentos salariales.( Suplemento especial La Ley, La Emergencia Económica en el Derecho del Trabajo, oct. 2.002, pág. 62 y sgtes.). Y lo cito por lo novedoso, que en la Provincia de Tierra del Fuego la rebaja salarial instrumentada por crisis, tuvo inicialmente como contrapartidas: reducción de la jornada de trabajo; extensión del período de vacaciones; y por último, dispuesta la normalización, se otorgó un adicional compensatorio denominado "Recuperación del poder adquisitivo salarial", en vistas de la depreciación de la moneda producida. Circunstancias por las cuales el Superior Tribunal de esa provincia, decide avalar la razonabilidad del régimen de excepción. (en el caso "Raña L. c/ Provincia de Tierra del Fuego...", 15/09/02, publicado en L.L. Patagonia, con nota de Bidart Campos). En un caso precedente, se había declarado la inconstitucionalidad de la reducción salarial por emergencia en razón de que el legislador no podía como lo hizo al sancionar la ley reducir el salario, medido con relación al costo de la canasta Jurisprudencia de Mendoza familiar, sin una compensación adecuada. (Del Valle J. c/ Provincia Tierra del Fuego..., L.L. 1.998-A-págs. 63 y sgtes., con nota de Bidart Campos) Álvarez Magliano y Fera han realizado un minucioso estudio sobre los fallos dictados por la CSJN en materia de emergencia y derecho del trabajo, hasta la década del 90 y desde allí en adelante. Y con particular referencia a la disminución de salarios en el ámbito estatal, analizan el caso "Guida" que confirma la restricción con límite de tiempo, en términos de razonabilidad, no confiscatoria; y luego " Tobar " que se encamina en una solución distinta, tomando en cuenta muy especialmente que las circunstancias habían variado dramáticamente y que la devaluación operada a partir del 2.002 y el acelerado envilecimiento de los sueldos, jubilaciones y pensiones explicaban y justificaban el apartamiento de la doctrina consagrada en aquel precedente, por encima de cualquier consideración presupuestaria. (Suplemento especial La Ley, cit. págs. 6 y sgtes.). En un último pronunciamiento, el caso " Postiglione" ( La Ley 2.003-C-256) la Corte reitera la doctrina de "Tobar". Finalmente en una interesante nota a fallo, que Walter Carnota titula : "Una doble confiscación", encierra la idea de que los haberes que ya vienen depreciándose históricamente, si se les agrega una disminución legal en miras del pretencioso déficit cero, "el efecto agregado" resulta confiscatorio.(T. Y S.S. Mayo 2.002-406/408). En el orden provincial recayó sentencia declar at iva s obre la inconstitucionalidad de los decretos de que se trata en la causa "González c/ 147 Gobierno..."; y es de público conocimiento que cuenta con dictamen favorable de la Procuración General de la Nación. Dice el Dr. Becerra que no hay arbitrariedad en la sentencia recurrida, que las impugnaciones propuestas sólo traducen discrepancias con el criterio de selección y valoración de las pruebas. Si es así, también desde el punto de vista sustancial procede confirmar que el decreto Nº 1.448 y el que lo sucede que impone la real restricción equivalente al 7,5% en los salarios de los agentes de la administración pública provincial, decreto Nº 1.765, son inconstitucionales e inaplicables a los empleados comprendidos en el area de actuación de cada uno de los gremios demandantes. C- Como consecuencia de las consideraciones precedentes, juzgo –y así lo propongo a mis colegas-, que corresponde rechazar el recurso planteado, y en su consecuencia confirmar el fallo apelado. Asi voto. Los Dres. Varela de Roura y Yanzón, manifiestan adherir al voto que antecede. III-Sobre la tercera cuestión, la Dra. Scokin dijo: Las costas del recurso que se rechaza las soportará la demandada vencida. Las regulaciones de honorarios se practican sobre la base de las de primera instancia, aplicando además la ley 5394. Asi voto. Los Dres. Varela de Roura y Yanzón, manifiestan adherir al voto que antecede. 148 Jurisprudencia de Mendoza Con lo que se dio por finalizado el presente acuerdo, procediéndose a dictar la sentencia que se inserta a continuación: 2001 obrante a fs. 716/741 en todas sus partes. 2- Regular profesionales... los honorarios Mendoza, 17 de mayo de 2.004. Y V I S T O S: Por lo que resulta del acuerdo precedente, el Tribunal R E S U E L V E: 1- Rechazar el recurso de apelación planteado por el Poder Ejecutivo de la Provincia de Mendoza a fs. 746/770, confirmándose la sentencia de fecha 11 de setiembre de Copiese, Notifíquese y bajen. Fdo.: Dra.Magdalena Alba Ortiz de Scokin, Dra.Teresa Varela de Roura y Dr.Roberto J. Yanzón. Jurisprudencia de Mendoza EJECUCION DE SENTENCIA. Subasta de inmueble.Incidente de determinación del valor del inmueble y de la suma adeudada. (Art.255 ap.V, C.P.C.). Inconstitucionalidad. El inc. V del art. 255 del C.P.C. según el texto de la ley 7065, contraría abiertamente el art. 29 de la Constitución Provincial, al alterar el derecho adquirido a través de una sentencia pasada en autoridad de cosa juzgada. No empece tal conclusión, el hecho de que la ley 7065 constituya una norma de emergencia, dictada en el marco de la crisis profunda que azotó al país entero. Pues de lo que se trata aquí, es de verificar si la reforma introducida por la mentada ley, se adecua o no a facultades que corresponden a la Provincia para dictar leyes procedimentales que no impliquen una intromisión en cuestiones delegadas a la Nación. Y como se ha visto, la intromisión es tal, no sólo por pretender legislar sobre cuestiones de fondo expresamente delegadas a la Nación tales como el establecimiento del valor actual del inmueble, si se ha recurrido a cláusulas de caducidad de los plazos, si se ha utilizado el sistema francés o cualquier otro que suponga capitalización de intereses, invadiendo facultades delegadas a la Nación, pues el pacto de capitalización de intereses y de caducidad de los plazos acordados por los particulares, encuentran respaldo normativo en las disposiciones contenidas en el Código de fondo (arts. 566, 623 y concs del Cód. Civil), que de manera alguna pueden ser modificadas por 149 las legislaturas provinciales (arts 75 inc 12, 126 y concs de la Const. Nacional), sino, y lo que es más, por violar el art. 29 de la Constitución Provincial que los legisladores tenían la obligación inexcusable de conocer. Cámaras Civiles Expte.nº 163.228(28020) "Banco Francés S.A. c/Allayme S.A. p/Ejec. Tip." (P.V.C). Mendoza, 10 de diciembre de 2003. Tercera Cámara AUTOS, VISTOS Y CONSIDERANDO: 1º) En el auto interlocutorio que se agrega a fs. 277/280, la iudex a-quo acogió el planteo formulado por la parte actora al contestar el incidente de suspensión de la subasta, que había articulado la demandada con sustento en la ley 7065, y en consecuencia declaró inconstitucional el art. 255 inc. V del C.P.C. (dispositivo II); sobreseyó el Recurso de Reposición interpuesto a fs. 257/259, cap VI por la actora y el incidente promovido a fs. 232/235 por la demanda (dispositivo III), e impuso las costas por los trámites procesales de referencia en el orden causado (dispositivo IV). 2º) La resolución fue recurrida a fs. 283 por la demandada y a fs. 284 por la parte actora. 3º) La Empresa "Allayme S.A.", 150 Jurisprudencia de Mendoza a través de apoderado adjuntó su memorial a fs. 287/292 impetrando la revocación del fallo en el dispositivo II a efectos de que, en su lugar, se decrete la constitucionalidad del art. 255 ap. V del C.P.C. , reformado por la ley 7065 y, en su consecuencia, se resuelva conforme a derecho la aplicación de la norma procesal cuestionada , con costas " (cap I). Refiere que la declaración de inconstitucionalidad de una ley no debe hacerse en términos genéricos o teóricos, debiendo el interesado demostrar claramente de qué manera, la ley en cuestión, contraría la constitución, causándole de este modo un gravamen. Que en el particular caso en trato, ese recaudo no fue justificado por la parte actora, tal como lo puntualizó el agente Fiscal en el dictamen de fs. 274 y vta. Después de efectuar una serie de consideraciones sobre la competencia de la Nación y las Provincias para dictar leyes, considera que el art. 255 inc V del C.P.C. es una norma con razonabilidad constitucional, que fue dictada por la Provincia de Mendoza al sancionar la ley 7065, en uso de atribuciones propias . Insiste en que la mentada ley es constitucional "... porque hace a los procedimientos locales al incorporar el inc V al art. 235 del C.P.C. y dictada por la Legislatura de Mendoza sobre procedimientos procesales. Además de la constitucionalidad de las facultades provinciales para el dictado de esta ley, todo planteo de inconstitucionalidad debe formalizarse por la via del recurso extraor- dinario del art. 150 y s.s. del C.P.C., y que ante la gravedad constitucional planteada , no se dan los recaudos para este tipo de resolución judicial de invalidar un acto legislativo legítimo "(sic fs. 290 vta). Agrega que la razonabilidad de la ley provincial, está dada porque se enmarca en el debido proceso, regulado en los arts. 18 y 28, en concordancia con el 75 y 22 todos de la Constitución Nacional, y en la aplicación del Pacto de San José de Costa Rica y la Convención Americana sobre Derechos Humanos en lo que hace a las garantías judiciales del art. 8º de la citada norma internacional, con jerarquía superior a las leyes, según el propio texto constitucional vigente, lo que pide asi se declare. 4º) La réplica a los agravios por parte de la actora -apelada, también a través de apoderado se glosa a fs. 308/313. Allí por las razones de hecho y derecho que expone, solicita en primer término, la declaración de deserción del recurso, por incumplimiento del apelante de la carga procesal que le impone el art. 137 del C.P.C.., o en su defecto el rechazo del recurso desde la perspectiva sustancial , señalando que : "... la normativa en cuestión constituye tal vez el paradigma de la vocación demagógica de nuestros legisladores, a cuya ineptitud no sólo cabe atribuir en buen grado la causa de la crisis actual, sino cuando menos, una recurrente impotencia para ponerle coto. Pues es de toda evidencia que aún cuando quisiese presumirse como finalidad del incidente normado Jurisprudencia de Mendoza por ley 7065 la de paliar la crisis emergencial desatada a fines del 2001, tal ley resulta inoficiosa en orden a tal propósito , como bien lo señala la Juez en recurso (sic. cap III, ap. B en especial, fs. 312 vta.), todo con costas. 5º) A fs. 297/306 el " Banco Frances S.A." a través de apoderado adjunta el memorial que sustenta su recurso, peticionando que al resolver en definitiva, se revoque el resolutivo IV que impone las costas en el orden causado, y eventualmente el dispositivo III. Después de reseñar los antecedentes jurisprudenciales que hacen a la admisibilidad de los recursos, y reconocer que todo lo referente al recurso de reposición es inapelable, aclara que el recurso que deduce "...debe entenderse dirigido restrictivamente contra el resolutivo IV en cuanto tiene por sobreseído el incidente deducido a fs. 232/235 e impone las costas devengadas en el mismo por el orden causado, y en contra del resolutivo III, con los mismos alcances, y siempre y cuando considere este cuerpo que la revocación del mismo constituya condición necesaria para la distribución de las costas en cabeza de las contraria. No obstante lo cual, para el hipotético supuesto de reputar procedente este alto cuerpo el recurso de apelación dirigido contra la resolución recaída en un recurso de reposición previo, solicito "ad eventum" se revoque asimismo el resolutivo impugnado en cuanto distribuye por su orden las costas causadas en la reconsideración deducida a fs. 257/259 , 151 imponiéndolas también a la recurrida "(sic fs. 299). Remarca en ese contexto que, como parte incidentada, su representado argumentó la inconstitucionalidad de las normas en que el incidentante fundó la pretensión articulada a fs. 232/235 , por tanto el acogimiento de tal pedimento, no puede causar la abstracción de la cuestión propuesta por la demandada, sino su rechazo liso y llano, debiendo cargar con las costas, por el principio chiovendano que impera en el ordenamiento procesal de la Provincia. Señala también que la sola enunciación de la "dificultad" del tema, así como la "novedad" del planteo pueden concurrir a cimentar la exención de costas, y que el hecho de que una norma se presume constitucional, no empece su eventual declaración de inconstitucionalidad que es, en definitiva, lo que las partes discuten y lo que acarrea la imposición de costas. 6º) El recurso en cuestión no es contestado por la demandada, a pesar de encontrarse debidamente notificada (ver fs. 315). A fs. 317/320 dictamina la Sra. Fiscal de Cámaras en sentido adverso a la demandada en ambos recursos, quedando el proceso en estado de resolver. 7º) La parte actora-apelada , con relación al recurso articulado por la Empresa "Allayme S.A.", ha solicitado en primer término la declaración de deserción del recurso, por incumplir la 152 Jurisprudencia de Mendoza recurrente con la carga procesal que le impone el art. 137 del C.P.C. Le asiste razón, aún participando este Tribunal del criterio "amplio" en materia recursiva, que aconseja a la Alzada no autolimitarse en sus poderes revisivos. Por eso si existe un mínimo de suficiencia en el memorial, no corresponde declarar la deserción del recurso. A los fundamentos que se vertieran en los precedentes insertos en L.A. 75-50 y 78; L.S. 68-365; 72-245; 73-165; 78-225; 97-88 que se dan aquí por reproducidos en mérito a la brevedad, corresponde remitirse a efectos de evitar transcripciones que resultarían super abundantes. Ello es así, porque la "appellattio" tiene por finalidad verificar el acierto o error en que se hubiere incurrido al emitir la resolución judicial, debiendo efectuar el recurrente una crítica razonada y eficaz de los fundamentos que tuvo en cuenta el magistrado para arribar a la conclusión que recurre. Esa "crítica" presupone una labor de análisis, demostrativa de los eventuales errores de apreciación fáctica o de consideraciones e interpretaciones jurídicas aplicadas en el fallo recurrido, habida cuenta que el recurso debe bastarse a sí mismo, y el recurrente debe concretar con claridad, el interés y medida de lo que se pretende. También es dable señalar, en el contexto de referencia, dos cuestiones transcendentes: a) la primera: que los argumentos esenciales del fallo que no han sido enjuiciados por la recurrente, tornan inocua cualquier otra alegación al respecto, puesto que por sí sola, esas otras razones no bastarían para variar la solución, cuando ésta aparece sustentada en fundamentos autónomos independientes y de igual rango decisorio, en la doctrina de la Suprema Corte de Justicia de la Provincia , Sala I, L.S. 189-148 y 360 Jurispr. de Mza 2º serie Nº 34-p.49 , L.S. 240-215 ; y b) la segunda : que por competencia funcional , la Alzada recobra la plena jurisdicción sobre el asunto que se le difiere, pudiendo dar una motivación enteramente autónoma o concordante con la de la sentencia o auto recurrido, en virtud de que: "... tiene el conocimiento pleno de todas las razones propuestas, siendo el objeto de su examen la relación jurídica entablada y no la sentencia del Inferior" (Sup. Corte de Mza, Sala I en L.S. 145-306; 179-460 y Jurispr. de Mza , 2º Serie Nº 33 pág 57). En el sub- lite, la iudex a-quo plasmó la conclusión que en esta instancia es motivo de revisión, con sustento en tres argumentos dirimentes : 7-1) las vías procesales mediante las cuales puede provocarse el control de constitucionalidad en el derecho provincial son : la vía directa de acción o demanda, en el cual el proceso se promueve con el objeto de atacar la presunta inconstitucionalidad de una norma o acto que debe articularse ante el Superior Tribunal Provincial , y la vía indirecta incidental o de excepción, en la que la cuestión de inconstitucionalidad se produce en forma incidental, dentro de Jurisprudencia de Mendoza un proceso cuyo objeto principal no es la posible declaración de inconstitucionalidad, sino otro distinto, como el supuesto de autos. Remarcó también que para la via indirecta, el sistema de control es jurisdiccional difuso, porque todos los jueces pueden llevarlo a cabo, sin perjuicio de que la cuestión sea tratada por la Corte Suprema , como tribunal último, por vía del recurso extraordinario legislado por el art. 14 de la ley 48. La recurrente no discute esa argumentación trascendente del fallo, e insiste en que el planteo de inconstitucionalidad debe formalizarse por la vía del recurso extraordinario del art. 150 y ss del C.P.C. (ver fs. 290 vta), sin demostrarcritica mediante-lo irrazonable o ilegal del argumento, y menos el posible error fáctico o jurídico atribuíble a la sentenciante, que descalificaría esa conclusión. La doctrina procesal más caracterizada ( J. Ramiro Podetti "Tratado de los Recursos " ed. 1958, p. 67; M. Ibáñez Frocham"Tratado de los Recursos en el Procesal Civil" 4º ed. p. 152; Juan C. Hitters "Técnica de los Recursos Ordinarios" ed. 1985 p. 442; Morello Sosa- Berizonce "Cód. Proc en lo Civ. y Com. de la Pvcia de Bs. As y de la Nación, comentado y anotado ", t. III ps 351/355; Lino E Palacio "Manual de Derecho Procesal Civil" 6º ed. 1986, t. II ps 139/140 , nº 368 entre otros, están contestes en afirmar que no pueden considerarse agravios, las afirmaciones genéricas, las impugnaciones en general, 153 el mero desacuerdo con lo resuelto, la remisión a escritos anteriores, o la transcripción de las argumentaciones dadas en primera instancia, sin hacerse cargo de las argumentaciones vertidas por el juzgador y, en fin, las simples consideraciones subjetivas y disgresiones inconducentes que carezcan del debido sustento fáctico y jurídico. La afirmación de la recurrente transita por esos carriles, olvidando que más que la forma, lo relevante es el contenido de una resolución, y en autos la incidencia de inconstitucionalidad cumplió todas las etapas procesales respetando el contradictorio . 7-2) Que si bien la Legislatura Provincial es el órgano para dictar las normas procesales, por ser una facultad no delegada (arts 75, 121 y concs de la Const. Nacional, la misma debe comprender esos aspectos, y no legislar sobre materias que están reservadas para la legislación de fondo. La ley 7065 va más allá, al disponer la modificación parcial de ciertas normas de procedimiento al referirse al establecimiento del valor actual del inmueble, si se ha recurrido a cláusulas de caducidad de los plazos, si se ha utilizado el sistema francés o cualquier otro que suponga capitalización de intereses, invadiendo facultades delegadas a la Nación. Ello así, pues el pacto de capitalización de intereses y de caducidad de los plazos acordados por los particulares, encuentran respaldo normativo en las disposiciones contenidas en el Código de 154 Jurisprudencia de Mendoza fondo (arts. 566, 623 y concs del Cód. Civil), que de manera alguna pueden ser modificadas por las legislaturas provinciales (arts 75 inc 12, 126 y concs de la Const. Nacional ). Que los párrafos tercero y quinto del inc V del art. 255 del C.P.C. reformado, al referirse al establecimiento del valor actual del inmueble, ha confundido la naturaleza del derecho que se persigue en el proceso ejecutivo con la garantía ejecutada. Ante tan claros y precisos argumentos, la Empresa recurrente, a través de su apoderado, insiste en remarcar las facultades de las provincias para reglar cuestiones procedimentales no delegadas, cuestión que ni las partes ni la sentenciante han objetado, sin rebatir el argumento sustancial del razonamiento de la sentenciante, referido a que, el mentado inc V del art. 255, después de la reforma que le introdujo la ley 7065 , legisló sobre aspectos delegados por la Provincia, y debidamente contemplados en las leyes de fondo (arts. 566, 623, 1197 y concs del Cód. Civil). Afirmar que la constitucionalidad de la ley provincial 7065 reside en "... la facultades provinciales para el dictado de esta ley..." y que la misma debe canalizarse por vía del recurso extraordinario del art. 150 y s.s.. del C.P.C. (fs 290 vta.), no es expresar agravios, en tanto y en cuanto no constituye una crítica razonada y eficaz a la argumentación que expone la Sra Juez de la instancia precedente, la que además reposa no sólo en la normativa de fondo, sino en la propia Constitución Nacional cuando en el art. 31 alude a la prelación de la leyes de fondo, sobre las provinciales. 7-3) que el único supuesto previsto por la ley provincial que podría tener relevancia para la determinación del valor real del inmueble, sería en el caso de ejecución de un mutuo con garantía hipotecaria contraído a los fines de la adquisición de un inmueble, o su refacción, pero en el sub- júdice sin finalidad práctica pues el presente proceso no es de ejecución hipotecaria, por lo que, esa determinación, no tendría en el sub iuditio ninguna razonabilidad. Mas allá de que el argumento expuesto no fue rebatido por la recurrente, como bien lo puntualiza la Sra. Fiscal de Cámara en su impecable dictamen de fs. 317 /320 , cap V, "el demandado de autos no se encuentra legitimado para solicitar el incidente cuya inconstitucionalidad sostenemos...", pues nada tiene que ver con un crédito hipotecario." Pretender que se cite al tercero acreedor hipotecario, para determinar así el valor actual del inmueble y de lo adeudado, mediante dicho crédito, como así también los intereses pactados usuarios o no, resulta contrario a toda lógica procesal, permitiendo que se ventilen cuestiones absolutamente ajenas al presente trámite..." (fs. 318 "in fine" y vta.), además de violar flagrantemente el art. 29 de la Constitución Provincial cuando dispone. "El Poder Legislativo no podrá dictar leyes que priven de derechos adquiridos Jurisprudencia de Mendoza o alteren los contratos". obligaciones de 155 los que tenían la obligación inexcusable de conocer. El inc. V del art. 255 del C.P.C. según el texto de la ley 7065, contraria abiertamente el art. 29 de la Constitución Provincial, al alterar el derecho adquirido a través de una sentencia pasada en autoridad de cosa juzgada, tal como lo consignara la parte actora al referirse a la falta de legitimación de la demandada para prevalerse de la norma procesal, cuya inconstitucionalidad con acierto, se decretara en la instancia precedente (cap A-2-c, de fs. 247 "in fine"/249), al interponer el Recurso de Reposición contra el dispositivo I del auto glosado a fs. 236. Se concluye , pues, que la inconstitucionalidad del art. 255 inc V del C.P.C., estuvo bien decretado por la sentenciante , y el recurso incoado por la demandada debe ser declarado desierto, por las razones que se exponen en este decisorio. No empece la conclusión precedente, el hecho de que la ley 7065 constituya una norma de emergencia, dictada en el marco de la crisis profunda que azotó al país entero, pues de lo que se trata aquí, es de verificar si la reforma introducida por la mentada ley, se adecuaba o no a facultades que corresponden a la Provincia para dictar leyes procedimentales que no impliquen una intromisión en cuestiones delegadas a la Nación. Y como se ha visto, la intromisión es tal, que le da razón al Banco apelado cuando calificó de demagógica la vocación de los legisladores al sancionar una ley flagrantemente inconstitucional, no sólo por pretender legislar sobre cuestiones de fondo expresamente delegadas a la Nación sino, y lo que es más, por violar el art. 29 de la Constitución Provincial 8º) El recurso de la parte actora, transita por un andarivel muy distinto, pues está relacionado contra los dispositivos III y IV del auto recurrido, en cuanto sobresee el recurso de reposición interpuesto por el Banco demandante a fs. 257 /259 cap VI, y el incidente de suspensión de la subasta con sustento en la ley 7065, que agregó el inc V al art. 255 del C.P.C; e impone las costas por el planteo de inconstitucionalidad y recurso de reposición interpuesto por la accionante y del incidente deducido por la demandada, en el orden causado. La parte actora , en el libelo recursivo (cap III) en especial fs. 298 vta "in fine"/299, entiende que debe reconocerse admisibilidad formal al recurso deducido contra el auto que decide la inconstitucionalidad y el incidente de suspensión deducido por la contraria ,pero que no puede conferirse andamiento a la apelación dirigida contra el resolutivo por el que se declara sobreseído el recurso de reposición plasmado a fs. 257/259 . Por eso textualmente consigna "...el recurso que por el presente fundamento, debe 156 Jurisprudencia de Mendoza entenderse dirigido restrictivamente contra el resolutivo IV, en cuanto tiene por sobreseído el incidente deducido a fs. 232/235 , e impone las costas devengadas en el mismo por el orden causado , y en contra del resolutivo III, con los mismos alcances, y siempre y cuando considere este cuerpo que la revocación del mismo constituya condición necesaria para la distribución de las costas en cabeza de la contraria..." (sic. fs. 299). La queja es procedente , aclarando el Tribunal que el recurso - aunque "adeventum" , objeta la imposición de costas por su orden al sobreseerse el Recurso de Reposición , el incidente articulado por la demandada y el planteo de inconstitucionalidad deducido por el Banco demandante. Cabe en ese contexto precisar, que este Tribunal se ha expedido reiteradamente en el sentido de que siendo las costas una cuestión accesoria respecto de lo principal , su apelabilidad depende del régimen que siga la cuestión principal, resultando apelable, sólo cuando aquella lo sea, e inapelable en caso contrario (ver L.A. 51-93; 61-233; 69-88, 84-14 y 89175, entre otros). El Recurso de Reposición fue impetrado por el Banco Francés S.A.", en el mismo escrito en que opuso a la incidencia que articulara la demandada, al solicitar el trámite previsto por el art. 255 ap V del C.P.C. después de la reforma introducida por la ley 7065 , y a efectos de que se revocara el dispositivo I del auto de fs. 236 que disponía integrar la incidencia con el acreedor hipotecario, tercero ajeno a la relación procesal de autos. La iudex a-quo no lo tramitó, al darle prioridad al planteamiento de inconstitucionalidad . Como acogió éste, sobreseyó correctamente la Reposición al devenir abstracta esa pretensión. Como la resolución que recae sobre el tópico, cae dentro del régimen especifico del sistema restrictivo sobre "apelabilidad" que contiene el art. 133, en función con el 131 del mismo cuerpo legal, va de suyo que lo resuelto sobre costas, al ser inapelable lo allí resuelto, debe seguir la misma suerte, resultando por tanto , inapelable. Resulta en cambio admisible el recurso planteado respecto de los dispositivos III y IV del auto de fs. 277/280, pues a criterio del Tribunal no correspondía sobreseer la incidencia, y sí desestimarla por improcedente , no sólo por la evidente inconstitucionalidad de la mentada ley Nº 7065, sino también, por carecer de legitimación la Empresa demandada para promoverlo, cuestión sobre la cual la iudex a-quo no se expidió, y a pesar de haberse introducido la misma al contestar la incidencia (ver cap. III, ap. A de fs. 241 vta "in fine"/251 vta.), y que la Sra. Fiscal de Cámara estimara procedente, en el impecable dictamen de fs. 317/320, cap V. Y la cuestión deviene trascendente para resolver este aspecto, pues la Sra. Juez de la instancia precedente, antes que adentrarse al tema especifico de la inconstitucionalidad, Jurisprudencia de Mendoza debió verificar si asistia o no legitimación a la Empresa demandada para proponerlo. La detenida lectura del ap V del art. 255 del C.P.C. después de la sanción de la ley 7065, y más allá de su manifiesta inconstitucionalidad, no habilita a cualquier persona para interponerlo sino sólo a aquellas comprendidas en el inc a), es decir a aquellas situaciones especificamente detalladas,no encontrándose la demandada en ninguno de ellos . El rechazo de la incidencia se imponía, pues, por carecer de legitimación la incidentante para promoverlo , y también, superado ese valladar, por devenir inconstitucional el contenido de la norma. Es verdad que el principio rector en materia de apelabilidad , es que sólo puede apelar aquella parte perjudicada por el decisorio, pero no lo es menos que si en algún aspecto el "vencedor" se siente perjudicado, puede recurrir también el fallo. La parte actora si bien no se ve perjudicada por la resolución , en cuanto ésta desestima la pretensión ejercitada por la demandada, cuestiona el aspecto adverso de la misma, al sobreseer el incidente promovido a fs. 232/234 y su ampliación de fs. 235 , por estimar que devino abstracto el plateamiento, al considerase procedente la declaración de inconstitucionalidad del ap V del art. 255 del C.P.C. después de la reforma introducida por la ley 7065, e imponer las costas en el orden causado. 157 El tema a resolver, consiste en determinar si se configuraban o no en el subiuditio, las razones para declarar abstracta la cuestión a resolver, y la incidencia que esa determinación tiene sobre la imposición de costas. Para resolver la cuestión propuesta, cabe precisar que, por competencia funcional, la Alzada recobra la plena jurisdicción sobre el asunto que se le difiere, pudiendo dar una motivación enteramente autónoma o concordante con la de la sentencia o auto recurrido, en virtud de que: "... tiene el conocimiento pleno de todas las razones propuestas, siendo el objeto de su examen , la relación jurídica entablada, y no la sentencia del Inferior " (Conf. Sup. Corte de Mendoza , Sala I, en L.S. 145306-179-460- Jurispr. de Mza, 2º Serie Nº 33 p. 57). Pues bien el "Moot Case" o "Moot Poin" resulta ser el caso o proposición legal que sirve como tema de discusión: pleito fingido. En su origen el "moot" es una proposición o caso de jurisprudencia que los legistas sientan para discutir o disputar sobre él. Para el "Comon Law es más bien una alegoría jurídica (Enciclopedia Barsa- Diccionario Velázquez- Inglés- Español, Ed. PrenticeHall Inc. New Jersey año 1967, p. 414, ver L.A. 70-438). Para nuestra jurisprudencia, radica en determinar si sobrevino o no una cuestión abstracta durante la tramitación del juicio (de derecho o de hecho) y que al sentenciar, la decisión se tenga que 158 Jurisprudencia de Mendoza referir a dicha situación fáctica ya inexistente , por cuyo motivo la resolución carecería de sentido alguno, situación que inhabilitaría al Juzgador para ejercer la jurisdicción. En el sub lite, es de toda evidencia que la cuestión constitucional que se analizó, no sobrevino a un trámite ya impreso sino que la normativa se encontraba vigente cuando se dedujo la incidencia. La resolución de la a-quo que declaró inconstitucional, el ap V del art. 255 del C.P.C., no hizo más que reconocer retroactivamente una razón que residía ya, desde un principio, en la articulación misma y que impedía los efectos que la norma objetada, consagraba. Pero además de ello, y previo a la cuestión de la consideración del planteo de inconstitucionalidad debió la sentenciante analizar la legitimación de la demandada para proveerla, con mayor razón cuando la cuestión había sido introducida por el Banco- actor al oponerse a la tramitación de la misma. (ver cap III, ap A de fs. 241 vta "in fine"/251 vta). Es que, la falta de acción se vincula directamente con la titularidad del derecho sustancial que se pretende ejercitar, sea en la demanda, reconvención, incidencia etc. A través de la falta de legitimación, no se discute la capacidad para estar en juicio, sino la calidad de titular. Con ella se expresa que para que el Juez estime la pretensión ejercitada - en el sublite la incidencia - es necesario que considere que ésta corresponda a aquel que la hace valer y contra aquel contra quien es hecho valer (Conf. Giusseppe Chiovenda "Instituciones de Derecho Procesal Civil" Madrid 1936/1940, TI p. 197, (Hugo Alsina "Tratado de Derecho Procesal Civil " 1º ed. t. III, p. 93, Lino E. Palacio "Manual de Derecho Procesal Civil" ed. 1968, t I p. 392; Morello Passi LanzaSosa - Berizonce "Códigos Procesales en lo Civil y Comercial de la Provincia de Bs. As y de la Nación " ed. 1972 , t. IV p. 314 Santiago C Fassi "Código Procesal Civil y Comercial de la Nación", comentado , anotado, y concordado ed. 1971/1972, t. I. p. 594. La detenida lectura del ap V del art. 255 del C.P.C., independientemente de la inconstitucionalidad que presenta la ley 7065 que lo incorporó, determina que la incidencia procede cuando se trate de subastar bienes inmuebles hipotecados, y las presentes actuaciones, como acertadamente lo expone la Sra. Fiscal de Cámaras en el cap V de su dictamen (fs. 318 "in fine" y vta.) nada tiene que ver con un crédito hipotecario, pues a través del presente proceso se reclama el saldo insoluto de un adelanto en cuenta corriente La falta de legitimación era pues evidente, y ninguna finalidad práctica tiene efectuar la determinación del valor del inmueble, cuestión que sólo podría solicitar el deudor hipotecario ante el acreedor hipotecario y por ese crédito según el mentado articulo y no por "Allayme S.A." cuando el crédito que se le reclama no reconoce ningún privilegio real. La cuestión no era pues abstracta Jurisprudencia de Mendoza 159 como se señala en el decisorio, toda vez que al carecer de legitimación la incidentante, correspondía el rechazo de la incidencia, sin perjuicio de la eventual declaración de inconstitucionalidad de la norma, toda vez que como señalara la Suprema Corte de Justicia de la Pcia, sala II, al declararse la inconstitucionalidad de una ley, el sentenciante no impugna su validez intrínseca, pues carece de atribuciones legislativas, tan solo resuelve su inaplicabilidad a un conflicto concreto (Sup. Corte Mza julio 27-2003 in re "Drot de Gourville E. y Ots c/ Gobierno de la Pvcia de Mza p/A.P.A. en Revista del Foro de Cuyo Sup. agosto 2003 p.l.). Por las consideraciones expuestas y disposiciones legales citadas el Tribunal. Esa conclusión implica que existió un "vencido" (la demandada) que debe cargar con las costas de la incidencia, de acuerdo al principio chiovendano que impera en la ley adjetiva (arts 35 y 36 ap. I del C.P.C.) "II- Desestimar el planteo formulado por la parte demandada a fs. 232/235 por carecer de legitimación para promoverlo, declarando a su vez la inconstitucionalidad del ap V del art. 255 del C.P.C. agregado por la ley 7065. Si así no se entendiese, y se considerara que era procedente la declaración de "moot case", también, en ese supuesto corresponde que las costas las pague quien dio motivo a la controversia, tal como lo resolviera este Tribunal en las causas insertas en L.S. 77-23 ; 91-59 entre otros. "III- Sobreseer el recurso de reposición interpuesto a fs. 257/259, punto VI " Corresponde por tanto modificar los dispositivos III y IV del auto venido en revisión . 9º) Las costas de esta instancia deben serle impuestas a la demandada vencida por ambos recursos arts. 35 y 36 ap I del C.P.C.). RESUELVE: I- Desestimar el recurso de apelación impetrado a fs. 283 por la Empresa demandada contra la resolución de fs. 277/280 con costas a su cargo. II- Admitir el recurso incoado por la parte actora y por ello, modificar en la extensión de la queja, el auto venido en revisión glosado a fs. 277/280 de fecha 07 de julio de 2003 en los dispositivos II, III y IV los que en definitiva dispondrán: "IV- Imponer las costas por el trámite incidental de fs. 232/235 y por declaración de inconstitucionalidad a la Empresa Allayme S.A. y en el orden causado por Recurso de Reposición. V- Diferir la regulación de honorarios hasta tanto se practiquen las de la instancia precedente. Regístrese. Notifíquese y Bajen. Fdo.: Dr.Alberto L.Staib, Dra.Norma R.Barrera y Dr.Julio César Garrigós. 160 Jurisprudencia de Mendoza LEY PENAL MAS BENIGNA. Aplicación de oficio. ROBO AGRAVADO POR EL USO DE ARMA DE FUEGO. Arma no apta o de utilería. La aplicación de la ley penal posterior más benigna debe ser operada de oficio por este Tribunal (artículo 9 de la C.A.D.H. ley 23054; artículo 15 ap.1º del P.I.D.C. y P. Ley 23313. Constitución Nacional, art.75, inc.22, art.2 del Código Penal) Si del fallo surge que no se probó que el arma utilizada para obtener el desapoderamiento, tuviese aptitud para disparar, debe el tribunal recalificar la conducta de los imputados ajustándola al tipo previsto en el tercer párrafo del inciso 2 del art.166 del Código Penal, modificado por la ley 25882. Cámara del Crimen Tercera Circunscripción Judicial Expte.nº 14636 Fiscal c/Flores, Juan Santiago, Díaz,Stella Maris, po/robo con armas en poblado y en banda al 1º y partic.crim.prim. en el delito de robo con armas en poblado y en banda al 2º. San Martín, Mendoza, 13 de mayo de 2004. Cámara del Crimen de San Martín. AUTOS Y VISTOS: Los arriba intitulados y CONSIDERANDO: I- Que en el Boletín Oficial de fecha 26 de abril de 2004 se publicó la ley 25882, la cual sustituyó al artículo 166 del Código Penal, modificando las figuras anteriormente vigentes II- Que el nuevo artículo 166 del Código Penal expresa: “Se aplicará reclusión o prisión de cinco a quince años. 1- Si por las violencias ejercidas para realizar el robo, se causare alguna de las lesiones previstas en los artículos 90 y 91. 2- Si el robo se cometiere con armas, o en despoblado y en banda Si el arma utilizada fuera de fuego, la escala penal prevista se elevará en un tercio en su mínimo y en su máximo. Si se cometiere el robo con un arma de fuego cuya aptitud para el disparo no pudiera tenerse de ningún modo por acreditada, o con un arma de utilería, la pena será de tres a diez años de reclusión o prisión”. III- Que en el presente proceso, los condenados con sentencia firme Juan Santiago Flores Quintieri y Stella Maris Díaz Gouric lo fueron por el delito de robo con armas y en lugar poblado y en banda en concurso ideal,previstos en los artículos 166 inciso 2 y 167 inc.2 del Código Penal (Fs.231, 236-239). En consecuencia, se impone analizar si el cambio legislativo afecta de algún modo la sentencia dictada, máxime Jurisprudencia de Mendoza si consideramos que la aplicación de la ley penal posterior más benigna debe ser operada de oficio por este Tribunal (artículo 9 de la C.A.D.H., ley 23054; artículo 15 ap.1 del P.I.D.C. y P. Ley 23313. Constitución Nacional, art.75, inc.22, art.2 del Código Penal). Es indudable, además, la competencia de este Tribunal para dictar la presente resolución toda vez que se trata del Tribunal sentenciante, y “El tribunal que hubiere dictado sentencia en la causa conocerá excepcionalmente en el recurso de revisión, cuando corresponda aplicar retroactivamente una ley penal más benigna y la pena impuesta no exceda del máximo admitido en la nueva ley” (art.23 C.P.P.-Ley 1908). IV- En tal sentido se aprecia de los considerandos del fallo dictado en autos, que si bien el desapoderamiento fue cometido por medio de la implícita violencia que implica esgrimir un objeto similar a un arma de fuego, lo cierto es que no se acreditó en el plexo probatorio tenido a la vista al momento de sentenciar que tal objeto fuera un arma con aptitud para disparar. En ese orden de ideas, este Tribunal valora como formas clásicas de probar tal aptitud -sin perjuicio de otras que surjan al amparo de la libertad probatoria- el secuestro del arma y la comprobación de su aptitud y funcionamiento por medio de pericia policial; o el accionamiento de la misma durante el hecho produciendo disparos, aunque luego no fuera secuestrada por el 161 personal interviniente. Tampoco puede descartarse, por la ausencia del secuestro, que lo esgrimido fuera un arma de utilería. V- Como consecuencia de lo expresado, entiende este Tribunal que la conducta por la cual fueran sentenciados los imputados en su momento, debe ser recalificada en el tipo previsto en el tercer párrafo del inciso 2 del artículo 166 del Código Penal. VI- Recalificado el hecho de la forma expresada en el párrafo anterior, debemos analizar cuál es el ajuste de la pena que debe seguir el nuevo encuadre típico. En tal sentido, el Tribunal al fundar la pena aplicada al condenado Juan Santiago Flores Quintieri seleccionó, con una referencia genérica a los artículos 40 y 41 del Código Penal, y a la existencia de condena anterior, la pena de cinco años y seis meses de prisión; a su vez, en relación a la condenada Stella Maris Díaz Gouric, se aplicó la pena de cinco años de prisión. Ello significa que en el caso de Flores, el Tribunal aplicó la pena mínima correspondiente a la escala penal vigente,, con más de seis meses de prisión; mientras que en relación a Díaz, directamente se condenó por el mínimo de la escala penal aplicable al caso. Entrando a analizar cuál es la escala penal concurrente luego de la reforma legal se advierte que por aplicación de la noción de concurso ideal 162 Jurisprudencia de Mendoza a las figuras previstas en los artículos 166 inc.2 C.P. (Anterior a la reforma) y 167 inc.2 C.P. en concurso ideal (art.54 C.P.) sucede que debe aplicarse la escala mayor. En el caso que nos ocupa, y luego de la reforma de la ley 25882 se advierte que la escala penal de ambas figuras concurrentes es idéntica -de tres a diez años de prisión- lo que nos exime de mayores ocnsideraciones sobre este aspecto del razonamiento judicial. Por lo dicho, y a los efectos de mantener las proporciones tenidas en cuenta al momento de sentenciar entendemos que debe aplicarse a Juan Santiago Flores Quintieri la pena de tres años y seis meses de prisión equivalente al mínimo de la escala penal actualmente vigente más seis meses aplicados sobre ella en vistas a los artículos 40 y 41 del Código Penal. Tal circunstancia implica un “novum” en relación a la condena, pero debe tenerse en cuenta que la pena fijada en el dispositivo modificado no habilitaba en su momento la operatividad del artículo 26 del Código Penal este Tribunal entiende que la pena debe ser aplicada con los beneficios de la condenación condicional. Tal circunstancia implica un “novum” en relación a la condena pero debe tenerse en cuenta que la pena fijada en el dispositivo modificado no habilitaba en su momento la operatividad del artículo 26 del Código Penal, lo que sí hace al presente. Sería en consecuencia irritante al principio de igualdad ante la ley permitir gozar al condenado de hoy, de beneficios de los cuales se excluye al condenado de ayer. Por su parte, en relación a Stella Maris Díaz Gouric debe aplicarse el mínimo de la escalas esto es tres años de prisión, dado que con el mínimo fue condenada con la escala anteriormente vigente, todo de conformidad con los artículos 40 y 41 del Código Penal. Finalmente, en atención a la concesión de los beneficios de la condenación condicional para la condenada Stella Maris Díaz Gouric, debe ordenarse su inmediata libertad y el cese de la prisión domiciliaria concedida por auto obrante a fs.7/9 del incidente Nº147.350 adjunto a los principales. A su vez, y teniendo en cuenta que la presente es la primera condena de Stella Maris Díaz Gouric, y teniendo en cuenta que la pena impuesta habilita la aplicación del artículo 26 del Código Penal este Tribunal entiende que la pena debe ser aplicada con los beneficios de la condenación condicional. Asimismo, siendo en forma condicional la pena aplicada, la condenada deberá cumplir con las condiciones previstas en el artículo 27 bis del Código Penal, debiendo concurrir trimestralmente al organismo de contralor, por un plazo de dos años; fijar residencia, y abstenerse de ingerir Jurisprudencia de Mendoza bebidas alcohólicas en lugares públicos; todas condiciones que deberán ser rigurosamente cumplidas so pena de serle revocados los beneficios Por todo ello, el Tribunal RESUELVE: I- Modificar el dispositivo I de la sentencia nº3148 de fecha 4 de marzo de 2004, dictada por esta Cámara del Crimen de la Tercera Circunscripción Judicial, condenando en consecuencia a Juan Santiago Flores Quintieri a la pena de tres años y seis meses de prisión con costas y accesorios legales, como autor responsable del delito de robo con arma de fuego sin aptitud comprobada y en lugar poblado y en banda en concurso ideal (artículos 166 inc.2 167 inc.2, 54, 12 y 29 inc.3 del C.P.- según ley 25882artículo 9 de la C.A.D.H. Ley 23054 artículo 15 ap.1 del P.I.D.C. y P., ley 23313, Constitución Nacional, art.75, inc.22, art.2 del Código Penal, art.23 C.P.P.- ley 1908). II- Modificar el dispositivo II de la Sentencia Nº3148 de fecha 4 de marzo de 2004 dictada por esta Cámara del Crimen de la Tercera Circunscripción Judicial, condenando en consecuencia a Stella Maris Díaz Gouric a la pena de tres años de prisión, con costas y accesorios legales como autora responsable del delito de robo con arma de fuego sin aptitud comprobada y en lugar poblado y en banda en concurso ideal, con los beneficios de la condenación condicional, (artículos 166 inc.2, 167 inc.2, 54, 12, 26 163 y 29 inc.3 del C.P.- según ley 25882artículo 9 de la C.A.D.H., ley 23054; artículo 15 ap.1 del P.I.D.C. y P., ley 23313; Constitución Nacional, art.75, inc.22, art.2 del Código Penal: art.23 C.P.P.-Ley 1908-) III- Atento a lo resuelto en el dispositivo II Ordenar la inmediata libertad de Stella Maris Díaz Gouric, y el cese de la prisión domiciliaria impuesto a la misma por incidente 147.350 del Segundo Juzgado de Instrucción de la Tercera Circunscripción Judicial. IV- Ordenando a Stella Maris Díaz Gouric, someterse al cuidado del Pat ron at o, deb ie ndo co ncu rrir trimestralmente al Organismo Técnico Criminológico por un plazo de dos años a partir de quedar firme la presente sentencia; fijar residencia de la cual no podrán ausentarse sin anuencia previa del Tribunal y abstenerse de ingerir bebidas alcohólicas en lugares públicos (art.27 bis, inc.1 y 3 del C.P.). V- Firme que sea la presente, córrase vista al Ministerio Público a fin de iniciar procedimiento de unificación de la condena recaída en esta causa en relación a Juan Santiago Flores Quintieri, con la aplicada por la sentencia n.2903 de fecha 15 de setiembre de 2000, dictada por esta Cámara del Crimen de la Tercera Circunscripción Judicial. Cópiese. Agréguese. Notifíquese. Comuníquese. Ofíciese. Fdo.: Dr.Alejandro W. Piña. 164 Jurisprudencia de Mendoza SINTESIS DE FALLOS ACCIDENTE DE TRABAJO. Federalización en la ley de riesgos del trabajo. Inconstitucionalidad. loable para la federalización, el art.46 viola la regla conforme la cual la competencia de los jueces federales es de excepción. Suprema Corte de Justicia El art.46 de la ley 24557 ha producido una federalización de una cuestión de derecho común. Una opinión decididamente minoritaria sostiene la constitucionalidad del art.46. Expte.Nº66525 “La Segunda A.R.T. S.A. en j 28348 Castillo, Angel c/Cerámica Alberdi S.A. p/Ord..s/Inc.” Mendoza, 14 de marzo de 2002. Sala Primera Una tendencia ampliamente mayoritaria, a la que presto adhesión, se pronuncia por la notoria inconstitucionalidad del art.46.1 de la LRT. Kemelmajer-Moyano El art.46 de la ley 24557, es absolutamente contradictorio con el art.75 inc.12 de la CN, “la ley ha incurrido en una gruesa inconstitucionalidad” y el art.46 constituye un “vulgar detraimiento de la jurisdicción provincial prevista en el art.75 inc.12 de la CN”, desde que la materia, de suyo, no es federalizable. CONTRATO DE TRABAJO.Carga de la prueba. Presunción legal. Categoría laboral. Viajante. Ni se detecta cuál es el interés federal que suscita la federalización de los accidentes y enfermedades del trabajo; sólo hay arbitrio del legislador. No dándose ninguna razón L.S.306-60 El art.55 del C.P.L., como excepción al principio general sobre la carga de la prueba, es de interpretación restrictiva y su casuística es taxativa, es decir sólo se refiere a la documentación exigida al empleador por los arts.52 y 54 de la Ley de Contrato de Trabajo. En el caso específico de autos, la prueba de la categoría que se invoca -viajantepesa sobre el trabajador. Es decir, que la acreditación del trabajo y su modalidad no puede probarse con la Jurisprudencia de Mendoza simple invocación del operario. Suprema Corte de Justicia Expte.Nº64049 Betjane Jorge Abel en j: 2912 Betjane E. Jorge c/Frigorífico Vildoza p/Ord. s/Inc.Cas. Mendoza, 18 de marzo de 2002. Sala Segunda Nanclares-Böhm-Salvini 165 frente a los plazos ordinarios. Las diferencias de esencia que separan a ambas especies de cuentas corrientes y la prohibición de aplicar plazos breves de prescripción por analogía lleva de la mano al plazo decenal de prescripción previsto en el art.846 del Cód. de Comercio para regir la acción para reclamar los saldos deudores de cuenta corriente bancaria. L.S.306-132 Suprema Corte de Justicia CUENTA CORRIENTE BANCARIA. Acciones de cobro de saldo. Prescripción. Plazo. Expte.Nº73843 Liq. Bco. Integrado Departamental (BID) en j 143.857 Liq. Bco.Integrado Departamental c/Ruglio p/Ejec.Camb. s/Cas. La cuenta corriente (género) admite dos especies: la cuenta corriente mercantil (Capítulo 1, Arts.771/790 C.Com) y la cuenta corriente bancaria (Capítulo II arts.791/797 Cód.Com). Nada hay en el código argentino que permita sostener que el capítulo I regula a todas las cuentas corrientes genéricamente por el contrario, cada cap í t u l o r i ge una especie, careciéndose de un capítulo común a ambas. Mendoza, 10 de setiembre de 2002 Los plazos breves de prescripción no son aplicables por analogía, pues son reglas de excepción Sala Primera Kemelmajer de Carlucci-Moyano L.S..312-5 DAÑOS Y PERJUICIOS. Pérdida de chance. Concepto. Cuantificación. Prueba. La pérdida de chance, implica la existencia de acontecimientos de los que no puede extraerse con certidumbre si han generado o no 166 Jurisprudencia de Mendoza consecuencias dañosas al sujeto que alega el perjuicio. Ello así, en razón que no puede determinarse con exactitud, si de no mediar el comportamiento antijurídico atribuido al otro sujeto el primero habría obtenido o no ciertas ventajas (o evitado o no ciertas pérdidas). Son ventajas o pérdidas cuya producción no depende exclusivamente del otro sujeto, por estar asimismo sometidas a un riesgo que genera posibilidades a favor y en contra. Si del balance de esas probabilidades surge que la oportunidad no implicaba una mera conjetura sino en una proporción basada en probabilidades suficientes de que la chance se perdió efectivamente con motivo del comportamiento atribuido al agente, corresponderá el resarcimiento. El resarcimiento de las chances frustradas no equivale a la privación de la ventaja, sino a la pérdida de la ocasión que se tenía para lograrla; por tanto, el resarcimiento es menor que en la hipótesis del lucro cesante. En materia de procedencia del reclamo indemnizatorio efectuado por hijos mayores, la doctrina que admite su procedencia, es conteste en señalar que la ponderación del daño es mucho más estricta que si se tratara de hijos menores y los reclamantes deberán acreditar su existencia de acuerdo con las reglas del onus probandi. Suprema Corte de Justicia Expte.Nº 71255 Triunfo Coop. de Seg. Ltda en j: 146.278 Marini Omar S.y ots. c/Coria Maximiliano y ots. por Daños y Perj. s/Inconst. Casación. Mendoza, 3 de abril de 2002. Sala Primera Romano-.Moyano-Kemelmajer Carlucci de L.S.307-1 EMBARGO. Inmueble adquirido c o n p ré s t a m o d e l B a n c o Hipotecario Nacional. Inembargabilidad. Inscripción registral. El art.35 de la ley 22232, tal como ha sido declarado por la Corte Federal, es una disposición de orden público, que responde a un claro objetivo social y de interés general por el cual se ha reconocido la inembargabilidad e inejecutabilidad de los inmuebles destinados a vivienda propia y construidos con préstamos del Banco Hipotecario Nacional. El privilegio no ha sido instituído en interés exclusivo del Jurisprudencia de Mendoza Banco Hipotecario Nacional. La inembargabilidad puede ser también invocada por el titular del préstamo “cuyo techo la ley protege por razones de interés general”. Ni la letra, ni la finalidad de la norma, establecen que la inscripción registral sea requisito sine qua non para la oponibilidad. Por ello puede afirmarse que en el caso de inmuebles adquiridos con préstamos otorgados por el Banco Hipotecario Nacional no puede ni debe concluirse que la omisión de la inscripción de inembargabilidad acarree la pérdida de esa tutela extraordinaria, porque no hay texto legal que así lo imponga, ni tal necesidad se compadece con el carácter tuitivo del beneficio que sustrae dichos inmuebles a la acción expropiatoria de los acreedores de modo genérico y con un sentido sistemático. El régimen de inembargabilidad subsiste aún después de cancelada la hipoteca aunque se extingue, si el deudor ha constituido sobre el inmueble una nueva hipoteca en favor de otro acreedor. 167 c/Abrego J.C. p/Ejec.Prend. s/Inc. Mendoza, 13 de mayo de 2002. Sala Primera Kemelmajer de Carlucci-RomanoMoyano. L.S.308-116 EMPLEADO PUBLICO. Servicios prestados sin designación. Haberes. Si el agente continuó prestando servicios luego de que el contrato de empleo público había concluído, no existiendo designación de autoridad competente carece de derecho para lograr el reconocimiento de esos servicios por el Estado y el pago de los haberes. Suprema Corte de Justicia Expte.Nº 71309 Hernández, Augusto Víctor c/Gob. de la Provincia s/A.P.A. Mendoza, 4 de setiembre de 2001. Sala Primera Suprema Corte de Justicia Kemelmajer de Carlucci-RomanoMoyano. Expte.Nº 72875 Abrego, Juan Carlos en j :Atuel Fideicomisos S.A. L.S.311-187 168 Jurisprudencia de Mendoza EMPLEADO PUBLICO MU N I C IPA L. In ca p aci d ad . Indemnización. c/Municipalidad de la Ciudad de Mza. s/A.P.A. Mendoza, 12 de marzo de 2002. Sala Segunda La ley 5899 Estatuto del Personal Municipal y Entes Autárquicos, contienen disposiciones escalafonarias respecto a la estabilidad, ingreso, carrera, adicionales, etc. En su capítulo III, normas estatutarias, derechos y obligaciones, el art.32 le reconoce al agente ciertos derechos dentro de los cuales nos interesa la remisión expresa del inc.e) que textualmente dice: “Derecho a gozar de las licencias que corresponden al empleado público de la Provincia”. En tal sentido y tal como lo expresa el Procurador General en su dictamen, dicho envío debe entenderse con el alcance general que el mismo contiene, abarcativo de todo lo normado por la ley 5811 en su título VI, donde -como ya se e x p r e s a r a- s e e n cuadra e l reconocimiento a la percepción de la indemnización por incapacidad y pérdida de empleo. Por las razones expuestas es que considero que el agente municipal goza de dicho beneficio. Suprema Corte de Justicia Expte.Nº66863 Araujo Pérez, Manuel Nanclares-Böhm-Salvini L.S.306-26 HONORARIOS. Perito. Base regulatoria. Intereses. Desvalorización monetaria. Los intereses no siempre conforman el “interés económico comprometido”. Por eso, frente a leyes que no contienen previsión expresa, la Corte Federal ha dicho que “los intereses no deben computarse para la base regulatoria de los honorarios profesionales, tanto en los procesos de conocimiento como en los de ejecución, pues constituyen el resultado de una contingencia esencialmente variable y ajena a la actividad profesional”. No obstante sostener la teoría valorista invocada por el recurrente, la Corte Federal tiene dicho que la expresión interés pecuniario comprometido en el proceso “no significa que la determinación de las retribuciones sólo constituirá la Jurisprudencia de Mendoza 169 mecánica aplicación sobre la base patrimonial considerada de los distintos porcentajes contemplados en las leyes arancelarias específicas para cada profesión” (C.S.N. 8/4/1997, provincia de Santa Cruz c/Estado Nacional, y sus citas, JA 1998-I-413), siendo necesario contemplar otros elementos. un tiempo determinado, durante una etapa específica del procedimiento. Consecuentemente, sea la analogía un método que va de lo particular a lo particular, o pasando por lo general, no aparece la “misma razón” de la ley. El mismo razonamiento vale para el reajuste monetario. En mi opinión, esta solución jurisprudencial lleva a que el reajuste monetario no sea un elemento sine qua non de la regulación; en otros términos, no es un elemento cuya omisión genere, per se, una regulación fuera de los marcos de la ley. Suprema Corte de Justicia Mal o bien, pero sin vicio constitucional, el arancel local de abogados y procuradores contempla los intereses en la base regulatoria. No tengo dudas que esa solución no puede aplicarse por analogía a otros profesionales. El criterio local tiene sentido respecto del abogado o procurador, porque asiste a su clienteal menos teóricamente en la mayoría de los casos- durante todo el proceso; consecuentemente, esos intereses forman parte de lo que el letrado ha ayudado a ingresar o a que no salga del patrimonio de su cliente (L.S.205135; 208-143; 275-319; 277-359). El argumento, en cambio, no es válido para un perito calígrafo cuya actuación profesional está reducida a Kemelmajer de Carlucci-RomanoMoyano Expte.Nº74027 “Montano, Sergio en j 123.295/5533 Escudero c/D.E.Bellman p/Ejec.Camb. s/Cas. Mendoza, 29 de noviembre de 2002. Sala Primera L.S.315-203 INSTITUTO DE JUEGOS Y CASINOS. Empleado. Indemnización por incapacidad. Cálculo. Adicional de la Caja de Profesionales del juego. El art.1 de la Ley 3861 modifica el art.14 de la Ley 3794 y limita el carácter remunerativo de los fondos que corresponden a los empleados del Casino de Mendoza en 170 Jurisprudencia de Mendoza concepto de distribución de las utilidades de la Caja de Profesionales del juego. En efecto, esa norma dispone: “Se considerará remuneración al solo efecto de la presente ley y sin ningún otro alcance, las sumas que correspondan a los empleados del Casino-Plaza Hotel de Mendoza, en concepto de distribución de las utilidades de la Caja de Profesionales de Juego”. Los términos de la ley son claros: el carácter remunerativo sólo se extiende a los fines previstos en esa ley, que no es la que regula la indemnización otorgada al actor. En consecuencia para el cálculo de la indemnización prevista en el art.49 de la ley 5811 a favor de un agente del Instituto Provincial de Juegos y Casinos no debe computarse el adicional proveniente de la denominada Caja de Profesionales de Juego regulado por la Ley 3861 y su Decreto Reglamentario Nº11. Suprema Corte de Justicia Expte.Nº 65897 Rincón Manuel Antonio c/Instituto Provincial de Juegos y Casinos s/A.P.A. Mendoza, 6 de mayo de 2002. Böhm L.S.308-16 LEY DE CONVERTIBILIDAD. Indexación. Prohibición. Créditos laborales. La ley 23928 se aplica a los créditos laborales. Suprema Corte de Justicia Expte.Nº 71229 Castellino, José y ots. en j 48494/5089 Arce, Rosario y ots. en j 47798 Sind.Luz y Fuerza p/Conc.Prev. s/Rev.s/Cas. Mendoza, 12 de marzo de 2002. Sala Primera Kemelmajer-Moyano L.S.306-17 SOCIEDADES COOPERATIVAS. Unidad coordinadora de programas de Cooperativa. Competencia. Socio. Derecho a la información. Restricciones. Sala Primera Kemelmajer de Carlucci-Romano- Está legalmente autorizada la Jurisprudencia de Mendoza Unidad Coordinadora de Programas de Cooperativas para ejercer funciones de contralor sobre dichas s o c i e d a d e s s i e n d o constitucionalmente válido que ese organismo ejerza hoy las funciones que antes ejercía la Dirección Provincial de Cooperativas. El derecho a la información del socio pertenece al grupo de los derechos instrumentales; conferido en el interés social, por cuanto por su intermedio se contribuye a formar la voluntad social, y en el interés individual del socio, que adecuadamente instruido puede valorar la marcha de la sociedad y la capacidad de los administradores. El derecho a la información reconoce dos restricciones: A) la sanción del abuso del derecho (art.1071 del C.C.), que se pone de manifiesto toda vez que se advierte una actitud obstruccionista y reiterativa del accionista que demora inútilmente las deliberaciones, perturbando y desordenando el debate, y B) el secreto de la gestión social que la publicidad de ciertos datos perjudicaría. La negativa de información al asociado puede ser denunciada en el orden administrativo ante la autoridad de aplicación, el órgano local competente en su caso; también dará 171 lugar a acciones judiciales en demanda de su derecho (Cuesta, Elsa, Manual de derecho cooperativo, Bs.As., ed.Abaco, 2000, pág.135, por tanto “si se rehusara al asociado la exhibición del registro de asociados o la información requerida al síndico, en extensión y con frecuencia razonables que no revelen un puro propósito obstruccionista, la efectividad del derecho reconocido por la ley exige acordarle una acción judicial para asegurar el logro de su objeto” (Althaus, Alfredo, Tratado de derecho cooperativo, Rosario,ed.Zeus, 1974, Nº134 pág.292). Si bien el examen del libro de asociados debe ser efectuado, en principio, en el domicilio de la cooperativa es deber de los órganos de la Administración extender copias de determinados documentos, debiendo ser: “El costo de los pedidos de fotocopias soportado por el asociado requirente.” No se configuran en el caso ninguno de los límites razonables al derecho a la información. Suprema Corte de Justicia Expte.Nº 69369 Cooperativa Eléctrica de Godoy Cruz. Edif.Serv.Pub.y Consumo Ltda. c/Gob. de la Provincia de Mendoza s/A.P.A. Jurisprudencia de Mendoza 172 Mendoza, 11 de marzo de 2002. Sala Primera. Kemelmajer de Carlucci-Moyano L.S.305-237 CAMARAS CIVILES ACTO ADMINISTRATIVO. Incompetencia. Nulidad. Emergencia. Decretos. RatificacIón legislativa. Referencia: - Ver Asociaciones Sindicales. Rev.65 pág.105 (Jurisprudencia de Mza,. 2da. Serie) AMPARO. Existencia de otras vías. Amparo y acción de inconstitucionalidad. Control jurisdiccional de actos administrativos. Extensión. Referencia: -Ver Asociaciones sindicales. Rev.Nº65 pág.105 (jurisprudencia de Mza., 2da. Serie). EMPLEADO PUBLICO. Remuneraci ón . Protección constitucional de su integridad. Referencias: -Ver Asociaciones sindicales. Rev.Nº65 pág.105 (Jurisprudencia de Mza., 2da. Serie). CAMARAS DEL CRIMEN CAUSAS DE JUSTIFICACION. Embriaguez. Para que la embriaguez obre como causa de justificación es necesario que se acredite que la misma ha sido involuntaria, completa, y con tal pérdida de la conciencia que el imputado no haya podido comprender la criminalidad del acto o dirigir sus acciones. Cámaras del Crimen Expte.Nº 3426/16917 F. c/Flores Mendoza, Juan Carlos y ots. p/robo agravado. Mendoza, 1 de agosto de 2003. Sexta Cámara Brizuela Jurisprudencia de Mendoza CULPA. Deber de Accidente de tránsito. cuidado. “La culpa no es un simple actuar descuidado, sino una omisión de cuidados en el obrar o en el omitir, porque sin la observancia de un deber que lo prohíba en el caso, el descuido no es reprochable. La omisión tampoco es un no hacer en el vacío, sino la infracción a un deber”. En definitiva, ese deber de cuidado se fundamenta en la previsibilidad que del propio hecho, se causen daños a terceros, lo que supone la posibilidad de previsión, es decir, se le reprocha al sujeto que pudo y debió prever el resultado dañoso habiendo debido adoptar una conducta distinta para evitarlo. La conducción del rodado por la carpeta asfáltica mojada por la precipitación pluvial que existía, en ese momento le imponía al imputado extremar las precauciones debidas a fin de mantener el control del mismo. La circunstancia que en esas condiciones haya mordido la banquina, evidencia de su parte un obrar negligente e imperito, toda vez que omitió los resguardos debidos y su conducta resulta, además, indicativa de un obrar inexperto de su 173 parte. Expte.Nº 3741/86764 F. c/Molina Melchori, Osvaldo E. p/Homicidio Culposo. Mendoza, 8 de octubre de 2003. Sexta Cámara De Paolis de Aymerich EXHIBICIONES OBSCENAS. Publicidad de lugar del hecho La publicidad del lugar donde se lleva a cabo la conducta obscena, no es actualmente, un elemento del tipo, toda vez que con la reforma de la ley 25087, basta que el acto sea practicado en condiciones que quede expuesto a ser visto involuntariamente por terceros, es decir cuando éstos los ven sin proponérselos por las características del lugar en el cual se practican, como era antes, o por la sorpresiva mostración obscena a una persona determinada, sin advertencia previa alguna, aunque sea en un lugar privado sin trascendencia al público, como también puede ser ahora. Cámaras del Crimen Expte.Nº 3488/98846/93164, F. c/T. O A. G p/Exhibiciones obscenas agrav. 174 Jurisprudencia de Mendoza Mendoza, 2 de julio de 2003. Sexta Cámara De Paolis de Aymerich FALSIFICACION DE INSTRUMENTO PRIVADO. Falso endoso de un cheque. Uso de instrumento privado falso. Concurso ideal. Cuando lo que se falsifica es un endoso en un cheque verdadero, no es el cheque lo que se falsifica, cuyo tenor para nada se afecta; lo que se afecta es el tenor del endoso, expresivo de la voluntad de poner aquél en circulación, cobrarlo (con lo que el endoso tiene naturaleza de recibo), depositarlo, etc. lo cual constituye un tenor distinto, integrativo de un verdadero d o c u m en t o aut ónom o ( s ó l o materialmente confeccionado sobre el papel en que se ha extendido el cheque), con sus propios caracteres de formalidad y abstracción: El cheque no ha dejado de ser lo que era a causa de la falsificación del endoso; el peligro de perjuicio no puede provenir de la falsificación del cheque, sino de un documento distinto, aunque referido al cheque; por lo tanto la falsificación de endosos de un cheque que permanece genuino y verdadero en sus elementos de libramiento, no permite la equiparación del art.297 y sólo admite la pena del art.292 como falsificación de documento privado. La figura de falsificación de documento privado resulta desplazada por la de uso de instrumento privado falso, toda vez que en el presente, las conductas a las que aquéllas se refieren fueron desplegadas por el mismo sujeto y, mediante la última, se creó la posibilidad y se concretó el perjuicio, propio de la falsificación. Mediante el uso del instrumento privado falso, se generó un error que causó la disposición patrimonial perjudicial para el ofendido. De modo tal que en el caso se ha configurado un concurso ideal de delitos a los términos del art.54 del C.P. Cámaras del Crimen Expte.N.3611/98.255/3253 Fiscal c/Lovaglio Corvalán, María G. p/Uso de Inst.Priv. Falso equip. a pub. en C.I. c/Estafa. Mendoza, 4 de junio de 2003. Cámara Sexta De Paolis de Aymerich. Jurisprudencia de Mendoza HURTO. Bien jurídico protegido. Vehículos. Vía pública Lo genéricamente ofendido por el hurto es la propiedad, pero no en el sentido de propiedad o dominio como derecho real, sino como patrimonio a cuyo contenido corresponde la tenencia de las cosas muebles, que dentro del género propiedad es lo específicamente ofendido por el hurto. Vehículo es todo artefacto o medio de traslación que se utiliza precisamente para el transporte de personas o cosas y que se desplaza por tierra, aire o agua. La ley protege no solamente los vehículos rodantes (automotores, camiones, colectivos, tractores, motocicletas, etc.) sino también otros de distinta naturaleza, como son los náuticos o los aéreos, siempre que sirvan para el transporte de objetos o de gente y sea realizada por fuerzas animales o mecánicas. Concurre la agravante sólo cuando el hurto sea de vehículos que han quedado librados a la confianza pública por más que posean mecanismos de autodefensa, por ejemplo, alarma, llave especial de encendido, interruptor de marcha, etc... Por vía pública debe entenderse 175 todo lugar que se encuentra afectado al uso directo del público. El concepto es amplio y comprende las calles, plazas, paseos, puentes, caminos, etc., por donde circulan las personas o cosas en general”. Cámaras del Crimen Expte.Nº3455/169.154 Fiscal c/Garro Peña, Jorge A. y ots. p/Hurto agrav. de autom. y ac. Nº3456/169.156 Mendoza, 2 de setiembre de 2003. Cámara Sexta De Paolis de Aymerich PRIVACION ILEGITIMA DE LA LIBERTAD. Conductas tipicas. Elemento subjetivo. Sabido es que contra la libertad personal se puede obrar “impidiendo el libre movimiento corporal o la libre locomoción... El atentado puede tener carácter negativo o positivo. El primero priva o limita la acción o la locomoción de la víctima. El segundo le impone una acción o locomoción. Tanto lesiona la libertad personal de otro, el que impide la libre acción de sus miembros o de 176 Jurisprudencia de Mendoza cualquier parte de sus cuerpos o le impide ir de un punto a otro, como el que le impone un determinado movimiento corporal o ir en una dirección o a un lugar determinado. Cualquiera sea el medio utilizado por el autor para ello, encierro, coerción, engaño, siempre se debe haber excluído la libre determinación de voluntad de la persona ofendida. La circunstancia que el lugar donde forzadamente fue trasladada la víctima fuera el hogar conyugal, en manera alguna justifica la conducta desplegada por el autor, toda vez que sólo el ejercicio legítimo de un derecho (art.34 inc.4 C.P.). excluye la antijuridicidad de la conducta, no ostentando tal carácter el ingreso forzado al lugar que perpetró el imputado, incurriendo así en un verdadero abuso por haberse extralimitado en la forma de su ejercicio. El delito requiere conciencia y voluntad de privar de libertad a la víctima Cámaras del Crimen Expte.Nº3277/171.878 Fiscal c/Mortensen Naumchick, Jorge A. p/Priv. Ileg. Lib Agrav. Mendoza, 4 de octubre de 2002. Sexta Cámara De Paolis de Aymerich. ROBO AGRAVADO POR EL USO DE ARMA DE FUEGO. Arma no apta o de utilería. Referencia: -Ver Ley penal más benigna. Aplicación de oficio. Rev.Nº65 pág.160 (Jurisprudencia de Mza., 2da. Serie). ROBO AGRAVADO POR EL USO DE ARMA. Concepto de arma. La ley prevé que el empleo del arma en el robo, lo agrava, sin hacer distinción alguna, comprendiéndose a las armas propias como a las impropias. Arma “Es todo objeto capaz de producir un daño en el cuerpo o en la salud de una persona, y, en un sentido más estricto, es todo instrumento destinado a ofender o a defenderse. Para que un objeto sea arma no es necesario que esté destinado para Jurisprudencia de Mendoza 177 matar específicamente, pues arma, en los términos de Código Penal, es todo elemento que aumente la capacidad ofensiva por parte del sujeto activo... las armas impropias son aquellos objetos que, sin ser armas propiamente dichas, y habiendo sido fabricadas para diverso destino, se emplearon ocasionalmente para producir un daño en el cuerpo o en la salud de una persona. arma de un modo intimidatorio, para doblegar la resistencia que la víctima podía oponer a sus propósitos delictivos, en la etapa ejecutiva del delito. Resulta irrelevante a los fines de la agravante, que el imputado hubiera dejado el hacha en el piso, para apoderarse del dinero, toda vez que ninguna duda cabe que utilizó el Mendoza, 27 de octubre de 2003. Cámaras del Crimen Expte.Nº3752/101.417 Fiscal c/Giacri Poscama, Carlos Omar p/Robo Agrav. y acums. Nº 3753 y Nº3754. Sexta Cámara De Paolis de Aymerich. 178 Jurisprudencia de Mendoza ACCIDENTE DE TRABAJO. Enfermedad laboral. Prescripción de la acción. Dies a quo. incapacidades provisorias que también devengan pagos mensuales, en el más largo de los plazos los 60 meses derivados de los primeros 36 con más los 24 subsiguientes La aplicación literal del art. 44 de la Ley de Riesgos del Trabajo exige definir cuándo la prestación es debida y para ello es preciso verificar cuáles son las prestaciones mensuales y cuáles las prestaciones de pago único. También aparece con claridad que el tema de definir la irreversibilidad del proceso incapacitante o la toma de conocimiento que presidió el sistema anterior ha sido dejado de lado por la multiplicidad de prestaciones y de alternativas previstas en la nueva ley.Atento la cantidad de situaciones legales y la multiplicidad de casos particulares habrá que analizar en cada caso concreto cuándo es exigible la obligación para contar desde allí el momento inicial para el cómputo de la prescripción. Las prestaciones mensuales irán prescribiendo mes a mes a los dos años de su exigibilidad que comienza, desde luego desde la primer manifestación invalidante para las incapacidades temporarias y las de prestaciones únicas, desde que cada una es declarada, lo que requiere, con la aplicación plena de la ley, la intervención de las Comisiones médicas. La cuestión se complica cuando se ataca la constitucionalidad de las Comisiones Médicas, con lo que se imposibilita en lo fáctico que se obtenga la declaración de definitiva. De todas maneras, lo que queda claro es el segundo plazo del art. 44, esto es que las acciones prescriben a los dos años del cese de la relación laboral. En síntesis, no hay un único plazo de prescripción. Las indemnizaciones mensuales irán prescribiendo mes a mes a los dos años desde que cada una es debida. Las indemnizaciones definitivas por pago único, cuando la definitividad es declarada por las Comisiones o han vencido todos los plazos de En el presente caso, descartado el tiempo inicial desde la toma de conocimiento, la prescripción operará desde el cese de la relación laboral, ya que los tiempos automáticos de provisoriedad de la incapacidad temporaria o permanente no permiten que se consolide la definitividad por transcurso del tiempo y la tacha de inconstitucionalidad no habilita la denuncia administrativa ni tampoco la intervención de las Comisiones Médicas. Suprema Corte de Justicia Expte.Nº72845 Vera Juan Carlos en j 28200 Vera J. c/Termas Villavicencio S.A.I.C. p/Enf.Accid. s/Cas.”. Mendoza, 27 de agosto de 2002 Sala Segunda L.S.311-119 Jurisprudencia de Mendoza CUESTIONES: 1)¿Es procedente el recurso de casación interpuesto? 2): En su corresponde? caso, qué solución 3)Pronunciamiento sobre costas. Sobre la primera cuestión el Dr. Nanclares, dijo: I.- El señor Juan Carlos Vera interpone recurso de casación en contra de la sentencia dictada por la Tercera Cámara del Trabajo de la Primera Circunscripción Judicial, en tanto y en cuanto le desestima la acción promovida, por entender que la causa se encuentra prescripta. Funda la queja en el art. 159 inc. 1 del C.P.C. por haberse dejado de aplicar la norma del art. 44 de la ley 24.557, conforme el criterio que sustenta. Sostiene el recurrente que el art. 44 de la ley 24.557 L.R.T. es la disposición legal vigente en el caso de autos y que la acción indemnizatoria por incapacidad laboral se fundó en la referida Ley de Riesgo de Trabajo. Consecuentemente las cuestiones relativas a la prescripción de la acción se rigen por la disposición particular, contenida en el art. 44 de dicha ley. Luego de transcribir el artículo, el quejoso considera que el primer hecho definido por la norma como punto de partida de la prescripción (fecha en que la prestación debió ser abonada) se encuentra definido en la propia ley en su 179 art. 43 que dispone: "el derecho a recibir las prestaciones de esta ley comienza a partir de la denuncia de los hechos causantes de daños derivados del trabajo". A su vez, la denuncia a que se refiere dicha disposición legal está reglamentada en el decreto 717/96; según el cual la denuncia puede ser presentada por el trabajador ante el responsable (empleador o A.R.T., o directamente ante las Comisiones Médicas creadas por los arts. 21 y 22 de la ley. Pero en todo caso lo fundamental a tener presente es que dicha denuncia sólo es viable si la incapacidad deviene de una contingencia expresamente contemplada como indemnizable por la ley o por su decreto reglamentario. Trasladado al caso de autos se advierte que al reclamarse indemnización por una enfermedad no contemplada como contingencia cubierta por el art. 6 de la L.R.T. y su decreto reglamentario 658/96 (lumbociatalgia), resultaba formalment e i mpr oc ede nte y absolutamente estéril para el actor elevar la denuncia y tramitar el resarcimiento por dicha vía administrativa establecida por el sistema legal de la L.R.T., quedándole como único camino el planteo de inconstitucionalidad del art. 6 que efectivamente concretó el recurrente. La hipótesis legal de la fecha en que la prestación debió ser abonada, como punto de partida de la prescripción establecida en el art. 44 de la L.R.T. no resulta aplicable ni encuadrable en forma 180 Jurisprudencia de Mendoza alguna al caso específico, toda vez que ella se refiere exclusivamente a los supuestos en que el damnificado formula la denuncia para tramitar el reconocimiento por el procedimiento administrativo establecido por la ley de riesgo de trabajo, pero de ningún modo dicha hipótesis legal resulta aplicable a los casos en que el reclamo indemnizatorio se interpone directamente por vía judicial, como ocurre en autos. La fecha en que la prestación debió ser abonada no puede ser computada como punto de partida de la prescripción en el caso concreto; corresponde aplicar el otro extremo previsto en el art. 44 de la ley, consistente en los dos años desde el cese de la relación laboral, a los fines de establecer el término en que comenzó a correr el plazo de la prescripción. Además de considerarla lógica es la que mejor se aviene al caso donde la demanda por incapacidad laboral deriva de una enfermedad de curso evolutivo (Lumbociatalgia crónica). art. 44 de la ley 24.557. Le reprocha haber citado en abstracto las normas sobre la prescripción contenidas en la ley de contrato de trabajo, como así también en el Código Civil; pero en ningún momento analiza ni efectúa siquiera mención alguna a la norma específica vigente. De la lectura completa e integral surge que la sentencia se agota en la argumentación puramente fáctica, pero sin mencionar en ningún momento cuál es el derecho aplicado en el caso concreto; omitiendo todo tipo de explicación o análisis referido al encuadramiento de los hechos invocados dentro de alguna disposición legal vigente que habilite la declaración de prescripción en el caso concreto. En consecuencia, la acción no se encontraba prescripta por cuanto, de conformidad a lo dispuesto por el art.. 44 de la ley 24.557 el cómputo de la prescripción debe efectuarse a partir del cese de la relación laboral; hecho desde el cual no transcurrió el plazo de dos años al momento de la promoción de la demanda. Concretamente, la sentencia invoca el conocimiento que el actor tenía de la incapacidad, pero no menciona, no explica, ni analiza en qué norma legal vigente se funda para considerar dicho extremo fáctico como punto de partida del cómputo de la prescripción. El tribunal no estaba habilitado para introducir el conocimiento de la incapacidad del actor como un tercer hecho motivador del inicio de la prescripción. Tampoco puede apelarse a elucubraciones interpretativas para forzar su inclusión dentro de alguno de los hechos impulsores de la prescripción previstos por el art. 44. En un segundo agravio se estima que la sentencia recurrida declaró la prescripción omitiendo la aplicación del Sostiene que al adoptar el sistema, el hecho motivador es la exigibilidad de la prestación que debió Jurisprudencia de Mendoza ser abonada o prestada. Surge claro que lo relevante es la exigibilidad de la prestación y no el mero conocimiento de la incapacidad. La toma de conocimiento de la incapacidad no tiene aparejada la exigibilidad de la indemnización, precisamente por tratarse de una contingencia ab initio no cubierta por el art. 8 de la ley 24.557 y que queda condicionada a una declaración de inconstitucionalidad del art. 6 de la ley que necesariamente debe ser adoptada por vía judicial. II.- Corrido el traslado a la demandada recurrida, la misma solicita el rechazo de la casación y la confirmación de la sentencia cuestionada. Entiende que se introduce en la instancia extraordinaria cuestiones no sometidas a consideración de la primera instancia y en especial la aplicación al caso del art. 44 de la ley 24.557. Frente al planteo el tribunal lo analiza detenidamente y hace referencias interpretativas sobre la interrupción y el curso de la prescripción, llegando a la conclusión que el actor nunca dedujo denuncia ante la autoridad administrativa en los términos del art. 257 de la L.C.T. como a la Subsecretaría de Trabajo ni a la Comisión Médica, lo que hace que no haya habido interrupción por el tiempo que dure el trámite, como tampoco existió interpelación a la empleadora o a la A.R.T. para que se produzca la suspensión por un año. Señala que analiza luego las circunstancias de hecho, que no han sido objetadas, tales como que en los últimos 181 9 años de la relación laboral se desempeñó como supervisor, sin realizar tareas pesadas de esfuerzos que puedan haber producido deterioro físico y que éste se produjo en los años en que el actor trabajó en tareas de grandes esfuerzos. Asimismo meritúa el legajo y que en el año 1981 ya comenzó con dolores lumbares, que en el año 1985 ya figura una disminución del especio, continuando hasta 1989 y hasta 1995 en que aparece el parte de enfermo de lumbalgia. Hace referencia a los antecedentes radiológicos del informe del Dr. Passardi de fecha 30/11/96 y que a esa fecha ya conocía la dolencia, el motivo de la misma y la consolidación del daño. Por último se refiere al estudio o informe del Dr.Pizarro de fecha 12/1/97 y llega a la conclusión de que el actor no ha probado el error en la fecha de emisión que invoca. Ese certificado médico constituye la prueba más contundente de que el actor conocía su dolencia y el porcentaje de incapacidad con certeza absoluta desde el 12/1/97 y recién interpone la demanda en el mes de octubre de 1999, es decir a dos años y diez meses del otorgamiento del certificado. Finalmente resalta que la autenticidad de la fecha del certificado no ha sido cuestionada en esta etapa extraordinaria. Cuestiona los razonamientos de la queja y entiende que no existe prueba que afirme que la enfermedad del actor no se encuentre en el listado, lo que debió 182 Jurisprudencia de Mendoza determinarse a través de una Comisión Médica o en su defecto, por el perito médico designado; en segundo lugar destaca que es el propio actor quien cuestiona la constitucionalidad de la normativa que prevé el trámite administrativo ante las comisiones médicas compulsivamente impuesto. Que lo que antes reconoció que tenía que hacer, ahora no debe hacerlo, esto es acudir a la Comisión Médica, lo que atenta contra la doctrina de los actos propios. También pone de manifiesto que ha dejado pasar dos años y diez meses desde que tiene conocimiento de la existencia de la incapacidad, dejando pasar el plazo de dos años de validez de la acción de indemnización. Que jamás notificó a la Empresa ni a la A.R.T. reclamando el cumplimiento de las prestaciones. Que con la posición asumida por la recurrente pretende que se torna imprescriptible la acción o alargar los tiempos de exigibilidad, comparando esta actitud con posturas similares alegadas durante la vigencia de la ley 23.643. Finalmente se aferra a la teoría del conocimiento de la incapacidad y que ello coincide con la exigibilidad de la obligación. En síntesis, el art. 44 de la ley 24.557, pues el sistema es aplicable al actor por haberlo reconocido, por no haber introducido la cuestión en la instancia ordinaria y porque pretender sostener la imprescriptibilidad resulta jurídicamente inaceptable. Cuestiona además la coherencia de la conducta del actor que por un lado ataca de inconstitucional el sistema legal de riesgo de trabajo y por otro lado, pretende ampararse por las disposiciones del art. 44 de la ley, que debe aceptarse el sistema en su totalidad y no sólo en la parte que le conviene. Defiende, por último a la sentencia en cuanto sí hace aplicación del art. 44, pues así aparece consignado a fs. 5 y que todas las normas invocadas en la demanda, contestación y en la sentencia se refieren a la ley 24.557. III.- La aseguradora de Riesgo de Trabajo también solicita el rechazo de la queja, indica que el actor ya conocía la dolencia al 30.11.986, los motivos y el grado de incapacidad, que adjunta un certificado médico de fecha 21-01-97 y que la demanda fue del 06-10-99 y que hay informes radiológicos con anterioridad, que el inicio del término prescriptivo es una cuestión fáctica ajena al recurso de casación articulado, que se ha seguido la teoría de la toma de conocimiento definitivo de la incapacidad y cita jurisprudencia al respecto, tanto de tribunales del país como de esta Sala II. Destaca que es la actora quien ha acompañado el certificado médico que el tribunal toma como término a quo y que nada de ello se ha cuestionado en el momento de interponer la defensa en la instancia ordinaria Concluye en definitiva que la sentencia se ajusta a derecho. IV.- El Procurador General de la Corte se pronuncia por el rechazo. Jurisprudencia de Mendoza Sostiene que el recurrente no llega a demostrar que su caso es un supuesto de excepción al principio general del cómputo de la prescripción aplicado por la Cámara. La ausencia de denuncia administrativa no resulta relevante. De la queja se advierte la discrepancia con la solución adoptada por el a quo; más ello por sí sólo resulta insuficiente para que proceda el recurso extraordinario. No se ha demostrado que la interpretación dada por la Cámara se encuentra reñido con lo dispuesto por la norma específica y que por el contrario, sigue en orientación la doctrina y la jurisprudencia imperantes y los antecedentes legislativos de la norma. La inacción sólo puede justificarse cuando el deudor no conoce su derecho y el trabajador conocía de su estado de incapacidad y de la posibilidad de demandar. La ley 24.557 sigue los antecedentes anteriores sobre la materia, en especial la normativa de la ley 24.028 que tomaba en cuenta la toma de conocimiento efectivo. Es que una vez conocido el derecho por parte del acreedor, no existen razones para prorrogar el cómputo del plazo de prescripción, el actor no puede alegar un motivo que justifique su inactividad para evitar que ella se opere. No se demuestra que la posibilidad de demandar hubiera dependido de algún hecho que debía producirse con posterioridad a la toma de conocimiento de la incapacidad por certificado médico. La fecha del documento es un hecho 183 definitivamente establecido por la instancia ordinaria, no susceptible de ser modificada por casación. Habiéndose sostenido que lo relevante es el conocimiento de la incapacidad, y habiendo sido esa la forma en que el a quo resolvió el caso, no se advierte el error en el derecho aplicado, pronunciándose por el rechazo de la queja aludida. V.- Mi opinión: No comparto la posición del señor Procurador General de la Corte y entiendo que la queja debe ser admitida. La ley 14.557 estableció en el art. 44 lo siguiente: 1. Las acciones derivadas de esta ley prescriben a los dos años a contar de la fecha en que la prestación debió ser abonada o prestada y, en todo caso a los dos años del cese de la relación laboral. 2 Prescriben a los diez años a contar de la fecha en que debió efectuarse el pago, las acciones de los entes gestores y de los de regulación y supervisión de esta ley, para reclamar el pago de sus acreencias. Es decir que la norma específica prevé dos supuestos generales: la prescripción bianual de las acciones que tienen los trabajadores para beneficiarse con el sistema y la decenal para las acciones de los entes gestores y supervisores para reclamar sus acreencias. A su vez, el primer supuesto se divide en dos. Determinada la prescripción bianual, se contemplan dos 184 Jurisprudencia de Mendoza momentos: a) desde que cada prestación es debida y b) desde el cese de la relación laboral si el primer término resulta indefinido. En primer término entiendo importante señalar que el sistema de la L.R.T. ha sido muy cuestionado en sus diversos aspectos, siendo frecuentemente objetado en su constitucionalidad y en gran parte de la normativa. Así entonces, podemos cal i f i c a r al si s t e ma implementado como resistido en el sector de los trabajadores y dentro del planteo de los abogados laboralistas. De tal manera, resulta muy difícil definir la vigencia de las acciones derivadas de la norma, si lo que se c ue st io na e s precisamen te l a constitucionalidad de la norma. La ley 14.557, dentro de sus objetivos pretende: la prevención de los riesgos, la reparación de los daños, reducir la siniestralidad a través de la prevención, reparar los daños, promover la recalificación y la negociación colectiva laboral. Se crean las A.R.T. como instituciones específicas que se harán cargo de la prevención, las prestaciones y las indemnizaciones. Se definen las contingencias, es decir el accidente de trabajo, la enfermedad profesional, las enfermedades incluidas y las no incluidas. Se identifican las incapacidades laborales temporarias y permanentes y las que son totales o parciales. Se enuncian las prestaciones distinguiéndose las prestaciones dinerarias y las prestaciones en especie y se reglamenta el modo de cumplir las prestaciones dinerarias cuando se trata de incapacidades laborales temporarias y parciales, parciales y permanentes, permanentes totales, gran invalidez y la muerte como el resultado más gravoso que contempla la ley. Se definen las prestaciones en especie: asistencia médica y farmacéutica; prótesis y ortopedia, rehabilitación, recalificación profesional y servicio funerario. Ahora bien, sentadas las características generales de la L.R.T. hay que analizar el art. 44 a la luz de estos principios ya enunciados. La norma prevé de modo genérico que el momento de computar la prescripción es desde que la prestación sea debida. Por lo tanto hay que acudir a la ley en punto a la definición de las contingencias y del tipo de prestaciones para definir en cada caso concreto cuándo es debida la prestación sea en dinero, sea en especie, pero ya no existirá normativamente un criterio único y uniforme o un concepto general, sino que dependerá del análisis de los elementos a los que nos hemos referido y al caso concreto. En el presente se trata del reclamo de una enfermedad que ha tenido su evolución. No es un accidente súbito, ni tampoco integra el listado de enfermedades accidentes, dispuesta por el P.E. Se trata de una lumbociatalgia, de evolución lenta y que se manifestó por el año 1996 con la existencia de algunos estudios radiológicos y definitivamente Jurisprudencia de Mendoza diagnosticada el 21 de enero de 1997 según las constancias del certificado médico oportunamente acompañado. Según el referido certificado cuya fotocopia corre agregada a fs. 3 del expediente de primera instancia donde se le diagnostica lumbociatalgia crónica, producto de hernias discales múltiples, sintomatología dolorosa. Se justifica plenamente por los exámenes clínicos complementarios y configuran una típica enfermedad de trabajo producto de la acción directa y reiterada de los esfuerzos realizados. Esta patología determina una incapacidad del 35% del U.O.T. como parcial y permanente item 14.4.2 del baremo utilizado por la Provincia de Buenos Aires. La lumbociatalgia no es una enfermedad que se encuentre enumerada dentro de las enfermedades a las que se refieren los arts.6 inc. a) ni al 40, sino que es del tipo de dolencias previstas en el art. 6 inc. b), es decir de aquellas que requiere la intervención de la Comisión Médica, debiendo procederse conforme se indica en los sub incisos I) II) y en el inc. c). Ahora bien, por el tipo de contingencia y en mérito de las consecuencias de la enfermedad, estamos frente a un caso de incapacidad parcial y permanente. El art. 8 define la incapacidad laboral permanente (I.L.P.) cuando el daño sufrido por el trabajador le ocasione una disminución permanente de su 185 capacidad laboral (inc. 1). La incapacidad laboral permanente será total, cuando la disminución de la capacidad laboral permanente fuere igual o superior del 66% y parcial cuando fuere inferior al porcentaje. De acuerdo con el certificado médico, en el sub lite estamos frente a una incapacidad de tipo parcial (inc. 2). El grado de incapacidad laboral permanente será determinado por las comisiones médicas de esta ley, en base a las tablas de evaluación de las incapacidades laborales que elaborará el P.E.N. y ponderará entre otros factores, las edad del trabajador, el tipo de actividad y las posibilidades de reubicación laboral. En el art. 9 se prevé el modo de indemnizar la incapacidad laboral permanente, dando derecho a percibir una prestación de pago mensual por un plazo de 36 meses siguientes a su declaración y este plazo puede ser extendido por las Comisiones Médicas por 24 más, cuando no exista la certeza del carácter definitivo y puede ser reducido cuando aparezca la certeza. Vencido los plazos la I.LP. sea definitiva Inc.1) . La situación de incapacidad laboral permanente que diese lugar al damnificado a percibir una suma de pago único tendrá carácter definitivo a la fecha del cese del período de incapacidad temporaria. Las prestaciones en dinero: Definido el tipo de incapacidad en el caso concreto corresponde repasar los criterios legales para definir las prestaciones en dinero. De conformidad con el art. 11 las 186 Jurisprudencia de Mendoza prestaciones gozan del privilegio de los créditos por alimentos y son irrenunciables. Se reajustan en función de la variación del MOPRE definido en la ley 24.241 y el P.E. queda facultado para mejorar estas prestaciones cuando las condiciones financieras y económicas así lo permitan y una compensación dineraria adicional de pago único en los supuestos de los arts. 14 ap. 2 15 ap. 2 y 17 o sea prestaciones por I.P.P. y prestaciones por I.P.T.. provisionalidad de la I.P.T. el damnificado percibirá una retribución mensual y declarado el carácter definitivo de la I.P.T. percibirá las prestaciones previsionales y una prestación complementaria en función del capital integrado por la A.R.T. A partir del día siguiente a la primera manifestación invalidante y mientras dure el periodo de I.L.T. el damnificado percibirá una prestación mensual de cuantía igual al valor mensual base (art. 13). Las prestaciones mensuales irán prescribiendo mes a mes a los dos años de su exigibilidad que comienza, desde luego desde la primer manifestación invalidante para las incapacidades temporarias y las de prestaciones únicas, desde que cada una es declarada, lo que requiere, con la aplicación plena de la ley, la intervención de las Comisiones médicas. Producido el cese de la incapacidad laboral temporaria y mientras dure la situación de provisionalidad de la I.L.P. el damnificado percibirá una prestación de pago mensual cuya cuantía será igual al valor mensual del ingreso base, multiplicado por el porcentaje de incapacidad, hasta la declaración del carácter definitivo. En definitiva, la aplicación literal del art. 44 exige definir cuándo la prestación es debida y para ello verificar cuáles son las prestaciones mensuales y cuáles las prestaciones de pago único. La cuestión se complica cuando se ataca la constitucionalidad de las Comisiones Médicas, con lo que se imposibilita en lo fáctico que se obtenga la declaración de definitiva. Declarado el carácter definitivo de la I.P.P., el damnificado percibirá las siguientes prestaciones: a) cuando el porcentaje de la incapacidad fuera inferior al 50% una indemnización de pago único, cuya cuantía será....; cuando el porcentaje de incapacidad sea superior al 50% una renta periódica (art. 14). Entonces el punto a definir y precisar es el siguiente: No existiendo declaración de definitividad, ¿hay que esperar los 36 meses de pago mensual de la incapacidad temporarias, con la prórroga de los 24 meses y hasta que aparezca la definitividad por transcurso del tiempo? Desde allí ¿hay que esperar los 2 años a que se refiere el art. 44? Mientras dure la situación de De todas maneras, lo que queda Jurisprudencia de Mendoza claro es el segundo plazo del art. 44, esto es que las acciones prescriben a los dos años del cese de la relación laboral. En síntesis, no hay un único plazo de prescripción. Las indemnizaciones mensuales irán prescribiendo mes a mes a los dos años desde que cada una es debida. Las indemnizaciones definitivas por pago único, cuando la definitividad es declarada por las Comisiones o han vencido todos l os plazos de incapacidades provisorias que también devengan pagos mensuales, en el más largo de los plazos los 60 meses derivados de los primeros 36 con más los 24 subsiguientes. También aparece con claridad que el tema de definir la irreversibilidad del proceso incapacitante o la toma de conocimiento que presidió el sistema anterior ha sido dejado de lado por la multiplicidad de prestaciones y de alternativas previstas en la nueva ley. Atento la cantidad de situaciones legales y la multiplicidad de casos particulares habrá que analizar en cada caso concreto cuándo es exigible la obligación para contar desde allí el momento inicial para el cómputo de la prescripción. En el presente caso, descartado el tiempo inicial desde la toma del conocimiento, la prescripción operará desde el cese de la relación laboral, ya que los tiempos automáticos de provisoriedad de la incapacidad temporaria o permanente no permiten que se consolide la definitividad por transcurso del tiempo y la tacha de inconstitucionalidad no habilita la denuncia administrativa ni tampoco la 187 intervención de las Comisiones Médicas. Siendo el cese de la relación de trabajo el 21/11/97 según el telegrama de fs. 8 y la demanda se presenta el día 6/10/99, motivo por el cual no han transcurrido los dos años desde el cese de la relación laboral, por lo que la acción planteada no estaría prescripta. Debemos rescatar el criterio de interpretación restrictiva al respecto y que en caso de duda debe estarse a favor del trabajador y de la validez de las acciones planteadas. Por lo tanto, corresponde hacer lugar al recurso en estudio. Asi voto. Sobre la misma cuestión los Dres. Böhm y Salvini adhieren por los fundamentos al voto que antecede. Sobre la segunda cuestión el Dr. Nanclares, dijo: Atento el resultado a que se arriba en la cuestión anterior de hacer lugar al recurso de casación deducido a fs. 12/16 vta., corresponde por imperativo del art.162 del C.P.C., casar la sentencia de fs. 201/208 vta. de los principales, en todas sus partes, correspondiendo que esta Corte se avoque a su resolución. Conforme se resuelve en la primera cuestión de la presente, corresponde aplicar al caso el art.44 segunda parte, es decir que en el caso el dies a-quo para contar el plazo de prescripción ocurrió el 21/11/97, por lo que la demanda interpuesta el 6/10/99 no se encuentra prescripta, por no haber transcurrido el plazo de dos años para que opere el instituto. Jurisprudencia de Mendoza 188 En consecuencia debe revocarse la sentencia del inferior en todas sus partes y ordenar que prosiga la causa según su estado, debiendo remitirse a tal fin las actuaciones a la Cámara de origen. continuación se inserta: Las costas de la instancia inferior son impuestas en el orden causado, desde que ambas partes litigaron con buena fe y razón probable (art.31 del C.P.L.) Por el mérito que resulta del acuerdo precedente la Sala Segunda de la Excma. Suprema Corte de Justicia fallando en definitiva, Asi voto. Sobre la misma cuestión los Dres.Böhm y Salvini adhieren al voto que antecede. Sobre la tercera cuestión el Dr. Nanclares, dijo: Las costas del recurso de casación, atento que la cuestión dirimida se ha referido a una cuestión interpretativa de normas de lo que surge evidente la razón probable y buena fe de las partes, corresponde sean impuestas por su orden. (arts.148 y 36 del C.P.C.) Asi voto. Sobre la misma cuestión los Dres. Böhm y Salvini adhieren al voto que antecede. Con lo que terminó el acto, procediéndose a dictar la sentencia que a S E N T E N C I A: Mendoza, 27 de agosto de 2002. Y VISTOS: R E S U E L V E: 1º) Hacer lugar al recurso de casación deducido a fs.12/16 vta. y en consecuencia casar la resolución impugnada en todas sus partes de fs. 201/208 vta. de los principales, disponiendo en su lugar "Rechazar la defensa de prescripción y ordenar que la causa prosiga según su estado".2º) Imponer las costas de la instancia inferior en el orden causado. 3º) Imponer las costas del recurso de casación por su orden. 4) Diferir la regulación de honorarios para su oportunidad. Notifíquese. Fdo. Dr.Jorge.H.Nanclares, Dr.Carlos Böhm y Dr.Heman A.Salvini Nota al fallo, por el Dr. Jaime A. Torres Cavallo Un trabajador inicia una demanda solicitando indemnización por enfermedad laboral, peticionando se declare la inconstitucionalidad del Art. 6 de la ley de Riesgos del Trabajo N° 24.557, la accionada, opuso al progreso de la acción, la excepción de prescripción fundada en el vencimiento del plazo de un año. La Tercera Cámara del Trabajo de la Primera Circunscripción Judicial hizo lugar al planteo de prescripción, rechazando la acción. El trabajador Sr. Juan C. Vera recurrió ante la Suprema Corte de la Provincia deduciendo recurso de casación en contra de la sentencia dictada por la Tercera Cámara Jurisprudencia de Mendoza 189 del Trabajo que desestima la acción promovida, por entender que la causa se encuentra prescrita. La Corte Provincial hace lugar al recurso de casación y decidió que corresponde aplicar al caso el Art. 44 inc. 1°, segunda parte, es decir que el dies a-quo para contar el plazo de prescripción ocurrió el 21/11/97, por lo que la demanda interpuesta el 6/10/99 no se encuentra prescripta, por no haber transcurrido el plazo de dos años para que opere el instituto. Así el Art. 44 de la ley 24.557, establece: Prescripción. 1.- Las acciones derivadas de esta ley prescriben a los dos años a contar de la fecha en que la prestación debió ser abonada o prestada y, en todo caso, a los dos años desde el cese de la relación laboral. 2.Prescriben a los 10 (diez) años a contar desde la fecha en que debió efectuarse el pago, las acciones de los entes gestores y los de la regulación y supervisión de esta ley, para reclamar el pago de sus acreencias. Expresa el ministro preopinante que: la norma específica prevé dos supuestos generales: la prescripción bianual de las acciones que tienen los trabajadores para beneficiarse con el sistema y la decenal para las acciones de los entes gestores y supervisores para reclamar sus acreencias. A su vez el primer supuesto se divide en dos. Determinada la prescripción bianual, se contemplan dos momentos: a) desde que cada prestación es debida y b) desde el cese de la relación laboral si el primer término resulta indefinido. Es decir que en el caso de la prescripción bianual se debe tomar como momento de inicio desde que la prestación es debida y sólo si no se puede determinar ese momento, el plazo se computa desde que concluye la relación laboral. "La norma prevé de modo genérico que el momento de computar la prescripción es desde que la prestación sea debida. Por lo tanto hay que acudir a la ley en punto a la definición de las contingencias y del tipo de prestaciones para definir en cada caso concreto cuándo es debida la prestación sea en dinero, sea en especie, pera ya no existirá normativamente un criterio único y uniforme o un concepto general, sino que dependerá del análisis de los elementos a los que nos hemos referido y al caso concreto." El fallo contribuye a consolidar una línea jurisprudencial en la interpretación en materia de prescripción de las acciones emergentes de un accidente de trabajo o una enfermedad laboral. Dejando sentado que no hay un único plazo de prescripción, y que hay que analizar cada caso en particular, debido a los distintos supuestos previstos en la ley 24.557, para poder determinar cuándo es exigible la obligación, y tomar ese momento como punto de partida para el computo del plazo de prescripción Asimismo también se reafirma el criterio de interpretación restrictiva de la prescripción y el principio de que en caso de duda debe estarse a favor del trabajador y del mantenimiento de las acciones planteadas. Jurisprudencia de Mendoza 190 “EL MERCOSUR HACIA EL 2006” por Carlos Palma SUMARIO 1- INTRODUCCIÓN 2- El MERCOSUR breve noción de sus orígenes y de su desarrollo actual. 3- Derecho MERCOSUR. Reglas de procedimientos ante los órganos del MERCOSUR por las reclamaciones de los particulares. 4- Las RNA O MEE y su eliminación en el marco del mercado común, jurisprudencia europea (sentencias del TJEE) y mercosureña (laudos arbitrales). INTRODUCCIÓN Es el objetivo de este trabajo pretender apoyar humildemente la concreción del Mercado Común del Sur como meta inmediata y como meta mediata la difusión y conocimiento de la normativa mercosur, tanto primaria u originaria como derivada y su aplicación por los jueces internos nacionales. En tal sentido y con dicha perspectiva propender a la eliminación de trabas de orden interno, que desde la más primaria práctica administrativa implique una limitación a una de las libertades básicas del proceso de integración cual es el de la libre circulación de mercaderías. En efecto, en la práctica diaria de la profesión he advertido con creciente preocupación el desconocimiento de la normativa Mercosur, tanto en el ámbito judicial como el administrativo, de donde entiendo debe hacerse una aplicación intensiva de esta normativa, lo que coadyuvará al logro de la concreción del mercado común subregional. Esta afirmación la efectúo, al notar que gran parte de este desconocimiento es quizá debido al escepticismo que existe en nuestra sociedad acerca de que el Mercosur llegue a ser una realidad tangible, en donde se logre para los habitantes de los países asociados una mejor calidad de vida. No pretendo que esta frase sea tomada como una m era retórica programática, sino como la expresión del más ferviente deseo de que si logramos entre todos llegar finalmente a la concreción de la integración regional en el grado más acabado del mercado común, se abra un horizonte nuevo de perspectivas de trabajo, de la que existe en este momento una notable carencia en nuestro país, a fin de otorgar a nuestros jóvenes empresarios y profesionales un ámbito de mucha mayor envergadura para el logro de sus objetivos personales de realización y especialización. Jurisprudencia de Mendoza 191 Desde que tomé conocimiento allá por los años noventa del proyecto Mercosur que por fin se plasmó en el Tratado de Asunción (TA) en el año 1991, del que se está cumpliendo el décimotercer aniversario, cuando cursaba mi primer postgrado de asesoramiento empresario en la Universidad de M endoza, es que tengo que reconocer que estuve sumado como uno más a la plétora de escépticos respecto al tema, habida cuenta del fracaso que significó la ALALC para esta parte de América. Pero a pesar de ello, no puedo olvidar a un entusiasta profesor del mercosur en dicho postgrado, que se dedicó al tema en muchos trabajos académicos y conferencias, me estoy refiriendo al Dr. Alejandro Baro, a quien pretendo desde estas líneas rendir un sencillo homenaje. En realidad, no era para ser muy entusiasta después del fracaso de la ALALC ya mencionada, y el comienzo incierto del Mercosur, el que pretenciosamente se consumaría en el plazo de tres años y que al vencimiento del plazo aún no había cristalizado y que corría peligro de desguace. Ello dio motivo a un relanzamiento que nuevamente languideció y parecía no llegar a un buen puerto, cuando al arribar el año 2000 se produjo un nuevo relanzamiento que parece y esperamos que sea el definitivo, y que desemboque en la realidad del mercado común del sur al arribo del año 2006, año en que debe culminar el proceso de convergencia del Arancel Externo Común – art. 44 del Protocolo de Ouro Preto – que tendrá lugar el 1 de enero de 2006, antes de la cual debe concluir la reforma del mecanismo de solución de controversias que deberá tener carácter permanente y no meramente ad hoc como en la actualidad . Al respecto cabe puntualizar el acercamiento de países extrazona al mercosur, me estoy refiriendo a Bolivia y Chile. A través de un “Declaración de los Presidentes de los Estados Partes del Mercosur y de la República de Bolivia y de la República de Chile” del 25 de junio de 1996, “Declaración sobre Malvinas”, donde los presidentes de los Estados Partes del Mercosur y los de Bolivia y Chile, acordaron el respaldo a los legítimos derechos de la República Argentina en la disputa de soberanía en la cuestión de las islas Malvinas y el interés hemisférico en que la prolongada disputa sobre dichos territorios, alcance una pronta solución de conformidad con las resoluciones de la ONU y de la OEA. A lo expuesto cabe agregar el “Protocolo de Adhesión a la DECLARACIÓN SOBRE COMPROMISO DEMOCRÁTICO EN EL MERCOSUR”, donde los presidentes de Bolivia Chile expresan su plena y formal adhesión a los principios y disposiciones contenidas en la Declaración Presidencial sobre Compromiso Democrático en el MERCOSUR, el que será de aplicación como condición esencial para la continuidad del proceso de integración en curso.y finalmente el “Comunicado Conjunto de los Presidentes de los Estados Partes del MERCOSUR, Bolivia y Chile” del 24 de julio de 1998 de la ciudad Ushuaia, en la que consideraron el establecimiento de una Zona de Paz para los seis países, la vigencia y el fortalecimiento de las instituciones democráticas, la adopción de una serie de decisiones tendientes a afianzar el sentido de pertenencia de sus nacionales a esta comunidad de naciones, la problemática informática del año 2000 y la protección del medio ambiente en la región. (1) Todo lo reseñado permite afirmar que estamos en el buen camino de la consolidación y más aún la expansión del emprendimiento a otros dos países hermanos del hemisferio sur. Este nuevo relanzamiento, trae como abanderado el Protocolo de Olivos, aún no en vigencia, que 192 Jurisprudencia de Mendoza trae dos importantes novedades: la primera la posibilidad de elección del foro el de la Organización Mundial de Comercio en que los Estados Partes del Mercosur son miembros individualmente o el intrazona, pero una vez efectuada la opción la misma es irreversible, lo que significa que si se elige el foro subregional es imposible dar marcha atrás y recurrir por la misma controversia a otro foro, como hizo Brasil en un procedimiento totalmente reñido con la ética, como ocurrió en el sonado caso de los pollos eviscerados. La segunda importante novedad es la creación de un Tribunal Permanente de Revisión, que tímidamente esboza la posibilidad de la instalación definitiva de un tribunal supranacional, al investir a este tribunal de revisión en un tribunal de instancia originaria a opción del reclamante. Si ello comienza a suceder con asiduidad, puede dar lugar a la definitiva instalación del tribunal permanente y la consecuente desaparición del tribunal arbitral ad hoc. Es de esperar que Brasil concrete finalmente el trámite ratificatorio y el pertinente depósito en la sede de Paraguay, para que este último Protocolo entre en vigencia y con él la última etapa en la concreción de la institucionalización definitiva del MERCOSUR. Sentados estos principios básicos, analizaré a continuación una breve noción sobre los orígenes del proceso Mercosur y su desarrollo ulterior hasta la actualidad para pasar posteriormente al análisis de los procedimientos reglados ante los órganos del Mercosur para finalizar con un estudio acerca de la evolución de las RNA o MEE en la jurisprudencia europea y mercosureña. Precisaré antes de pasar al desarrollo del trabajo un poco más acerca de estas restricciones no arancelarias o medidas de efecto equivalente a cupos de importación, que en realidad fueron el leiv motiv de la elección del tema, pues aún en la más elemental práctica administrativa lo he podido advertir, como el caso profesional que me fue planteado acerca del patentamiento de un automotor que había sido importado por partes desde el Brasil pero se le negaba en el Registro de la Propiedad del Automotor la respectiva registración violando de manera indirecta uno de los principios básicos del proceso de integración: la libre circulación de mercaderías consagrado de manera expresa en el Tratado de Asunción., lo que derivó en la correspondiente acción judicial a fin de lograr por esa vía lo que administrativamente había sido negado, haciendo jugar la aplicación de dicho Tratado como ley interna de aplicación obligatoria en la jurisdicción nacional y con igual jerarquía a la Constitución. Finalmente incursionaré en el Protocolo de Montevideo, que forma parte del derecho primario comunitario conjuntamente con el Protocolo de Brasilia, el Protocolo de Ouro Preto y el Protocolo de Olivos. Es necesario puntualizar que este Protocolo de Montevideo sobre el “Comercio de Servicios dentro del Mercado Común del Sur” del 15/12/1997 es además derecho interno argentino al ser aprobado por ley 25623 y publicado en el Boletín Oficial de la Nación con fecha 15/08/2002. Este Protocolo dispone que todas las medidas internas deberán ser administradas de manera razonable, objetiva e imparcial. Los Estados Partes se obligan a establecer los tribunales o procedimientos necesarios para la pronta revisión de las decisiones administrativas que afecten el comercio de servicios. Este principio persigue que los acuerdos de liberalización en un proceso de integración tengan una “cobertura sectorial sustancial” y establezcan la ausencia o la eliminación, en lo esencial, de toda discriminación entre los Estados Partes (2) Jurisprudencia de Mendoza 193 2- EL MERCOSUR breve noción de sus orígenes y de su desarrollo actual. La República Argentina, la República Federativa de Brasil, la República del Paraguay y la República Oriental del Uruguay suscribieron el 26 de marzo de 1991 el TRATADO DE ASUNCIÓN creando el Mercado Común del Sur, MERCOSUR, que constituye el proyecto internacional más relevantes en que se encuentran comprometidos esos países. Dice en su Preámbulo que considerando que la ampliación de sus mercados nacionales a través de la integración, constituye condición fundamental para acelerar sus procesos de desarrollo económico con justicia social y concientes de que el presente Tratado debe ser considerado como un nuevo avance en el esfuerzo tendiente al desarrollo en forma progresiva de la integración de América Latina, conforme al objetivo del Tratado de Montevideo de 1980 – ALADI- y dejando constancia de su voluntad política de dejar establecidas las bases para una unión más estrecha entre sus pueblos. Expresa el profesor López Lecube que “La integración americana es un proceso importante, quizá imprescindible, para el desarrollo de nuestros pueblos, pero responde a causas exógenas, es empático. Así, se destaca y releva en el mismo Preámbulo del T.A. “teniendo en cuenta la evolución de los acontecimientos internacionales, en especial la consolidación de grandes espacios económicos y la importancia de lograr una adecuada inserción para sus países;...expresando que este proceso de integración constituye una respuesta adecuada a tales acontecimientos...”. Asimismo señala como esfuerzos integracionistas que tuvieron a nuestro país como protagonista : 1) la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio (ALALC), creada por el Tratado de Montevideo de 1960 y firmado por la Argentina, Brasil, Chile, México, Paraguay, Perú y Uruguay, al que luego adhirieron Bolivia, Colombia, Ecuador y Venezuela”. La ALALC perseguía el establecimiento de una zona de libre comercio pero en su preámbulo manifestaba claramente la intención de “perseverar en sus esfuerzos tendientes al establecimiento en forma progresiva de un mercado común latinoamericano” y de “aunar sus esfuerzos a favor de una progresiva complementación e integración de sus economías, basadas en una efectiva reciprocidad de beneficios”. La ALALC no pudo cumplir con los objetivos que se había propuesto. 2) La Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI), creada por el Tratado de M ontevideo de l980 e integrada por la Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, México, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela, es la continuadora de la ALALC y expresa objetivos aún más ambiciosos:” la constitución en forma gradual y progresiva de un mercado común latinoamericano”. Ello se hará, mediante el otorgamiento recíproco de una preferencia arancelaria regional y la celebración de acuerdos de alcance regional y parcial (arts. 1, 4 a 7). 3) El Tratado de Integración, Cooperación y Desarrollo, firmado el 13 de noviembre de 1988 entre la Argentina y Brasil, el que dispone “que los territorios de los países integrarán un espacio económico común” (art. 1º) y que dicho objetivo se alcanzará en dos etapas mediante la remoción gradual de todos los obstáculos tarifarios y no tarifarios al comercio de bienes y servicios en los territorios de los dos Estados Parte y la armonización de políticas aduaneras, de comercio interno y externo, agrícola, industrial, de transportes y comunicaciones, científica y tecnológica y otras que los Estados partes acordaren; como así también la coordinación de las políticas en materia fiscal, 194 Jurisprudencia de Mendoza monetaria, cambiaria y de capitales, mediante la firma de acuerdos específicos sujetos a la aprobación legislativa de ambos países. Es importante destacar que según el art. 1º el T.A. es un Tratado “destinado a constituir” un Mercado Común que debe estar conformado para el 31 de Diciembre de 1994, fecha inicial que ha sido sucesivamente prorrogada, y que implica la libre circulación de bienes y servicios y factores productivos entre los países, a través entre otros de la eliminación de los derechos aduaneros y restricciones no arancelarias a la circulación de mercaderías y cualquier otra medida equivalente.” Los cuatro Estado Partes que conforman el MERCOSUR comparten una comunión de valores que encuentra expresión en sus sociedades democráticas, pluralistas, defensoras de sus libertades fundamentales, de los derechos humanos, de la protección del medio ambiente y del desarrollo sustentable, así como su compromiso con la consolidación de la democracia, la seguridad jurídica, el combate a la pobreza y el desarrollo económico y social en equidad. Con esa base fundamental de coincidencias, los socios buscaron la ampliación de las dimensiones de los respectivos mercados nacionales, a través de la integración, lo cual constituye una condición fundamental para acelerar sus procesos de desarrollo económico con justicia social. Así, el objetivo primordial del Tratado de Asunción es la integración de los cuatro Estados Partes, a través de la libre circulación de bienes, servicios y factores productivos., el establecimiento de un arancel externo común y la adopción de una política comercial común, la coordinación de políticas macroeconómicas y sectoriales y la armonización de legislaciones en las áreas pertinentes, para lograr el fortalecimiento del proceso de integración. En la Cumbre de Presidentes de Ouro Preto, de diciembre de 1994 se aprobó un Protocolo Adicional al Tratado de Asunción – el Protocolo de Ouro Preto – por el que se establece la estructura institucional del MERCOSUR y se lo dota de personalidad jurídica internacional. En Ouro Preto se puso fin al período de transición y se adoptaron los instrumentos fundamentales de política comercial común que rigen la zona de libre comercio y la unión aduanera que caracterizan hoy al MERCOSUR, encabezados por el Arancel Externo Común. Así, los Estados Partes iniciaron una nueva etapa - de consolidación y profundización – donde la zona de libre comercio y la unión aduanera constituyen pasos intermedios para alcanzar un mercado único que genere un mayor crecimiento de sus economías, aprovechando el efecto multiplicador de la especialización, las economías de escala y el mayor poder negociador del bloque. El MERCOSUR sienta las bases fundamentales sobre las que se consolidan definitivamente las relaciones entre los países del emprendimiento. Representa, por sobre todo, una Acuerdo Político, el más importante alcanzado en la región. A partir de este Acuerdo, los conceptos de confiabilidad, armonía, razonabilidad y previsibilidad pasa a formar parte del lenguaje y de la convivencia política, económica y social de nuestras sociedades. La “red de seguridad política” del MERCOSUR genera las reglas de juego necesarias para que se desarrollen plenamente las interrelaciones económicas y comerciales existentes. Jurisprudencia de Mendoza 195 El MERCOSUR es un elemento de estabilidad en la región, pues el entramado de intereses y relaciones que genera, profundiza los vínculos tanto económicos como políticos y neutraliza las tendencias hacia la fragmentación. Los responsables políticos, las burocracias estatales y los hombres de empresa, tienen ahora un ámbito de discusión, de múltiples y complejas facetas, donde abordar y resolver asuntos de interés común. Ello seguramente estimula una mayor racionalidad en la toma de decisiones de todos los actores sociales. La integración genera un nivel de interdependencia tal, que el juego de intereses cruzados lleva progresivamente a los actores públicos y privados a moverse en un escenario político común, que excede los aparatos políticos nacionales. En efecto, los avances en la construcción del mercado común implican necesariamente la “conformación de un espacio político común” en el que en forma implícita rige una “política MERCOSUR”. En este contexto los cuatro Estados Partes del MERCOSUR, junto a Bolivia y Chile, han constituido el “Mecanism o de Consulta y Concertación Política” en el que se consesúan posiciones comunes en materias de alcance regional que superan lo estrictamente económico y comercial. Así, en ocasión de la X Reunión del Consejo del Mercado Común (San Luis, 25 de junio de 1996), se suscribió la “Declaración Presidencial sobre Com promiso Democrático en el MERCOSUR”, así como el Protocolo de Adhesión de Bolivia y Chile”, dicha Declaraciones es el instrumento que traduce la plena vigencia de las instituciones democráticas, condición indispensable para la existencia y desarrollo del MERCOSUR. En esa misma oportunidad se suscribió una “Declaración de los Presidentes de los Estados Partes del M ERCOSUR, Bolivia y Chile” reafirmando su respaldo a los legítimos derechos de la República Argentina en la disputa de soberanía sobre la cuestión de las Islas Malvinas. Posteriormente en la reunión del Consejo del Mercado Común de julio de 1998, los presidentes de los Estados Partes del MERCOSUR y de las Repúblicas de Bolivia y Chile suscribieron el “Protocolo de Ushuaia sobre Com prom iso Democrático”, por medio del cual los seis países reconocen que la vigencia de las instituciones democráticas es condición indispensable para la existencia y desarrollo de los procesos de integración y que toda alteración del orden democrático constituye un obstáculo inaceptable para la continuidad del proceso de integración regional.. Asimismo, en dicha ocasión se suscribió la “Declaración Política del MERCOSUR, Bolivia y Chile como Zona de Paz” a través de la cual los seis países manifiestan que la paz constituye un elemento esencial para la continuidad y desarrollo del proceso de integración regional. En ese sentido los seis gobiernos acuerdan, entre otros puntos, fortalecer los mecanismos de consulta y cooperación sobre temas de seguridad y defensa existentes entre sus países y promover su progresiva articulación y realizar esfuerzos conjuntos en los foros pertinentes para avanzar en la consolidación de acuerdos internacionales orientados a lograr el objetivo de desarme nuclear y la no proliferación en todos sus aspectos. El MERCOSUR se constituyó como una unión aduanera, hecho que marcó cambios fundamentales para la economía de la región. En primer lugar, genera un compromiso muy importante entre los cuatro países, lo que se 196 Jurisprudencia de Mendoza refleja en una tendencia natural disciplinamiento conjunto de las políticas económicas nacionales, asegurando conductas previsibles y no perjudiciales para los socios. En segundo lugar, y estrechamente ligado al párrafo anterior, existe un arancel externo común. La necesidad que eventuales modificaciones de los niveles de protección de los sectores productivos deban ser consensuadas cuatripartitamente, impone un nuevo estilo a las políticas comerciales nacionales. Así, éstas deben ser menos discrecionales y más coordinadas, lo que brinda un marco de mayor previsibilidad y certidumbre para la toma de decisiones de los agentes económicos. En tercer lugar, es posible reafirmar que la nueva política comercial común tiende a fortalecer y reafirmar los procesos de apertura e inserción en los mercados mundiales que vienen actualmente realizando los cuatro socios individualmente. El MERCOSUR no fue creado como una fortaleza con vocación de aislamiento; por el contrario, fue concebido como un reaseguro de la inserción de nuestros países al mundo exterior. En cuarto lugar, las empresas de todo el mundo tienen hoy al MERCOSUR en su agenda estratégica, la unión aduanera representa un salto cualitativo decisivo para los agentes económicos. De ahora en más, sus decisiones de producción, inversión y comercio tienen necesariamente como referente obligado al mercado ampliado del MERCOSUR. En quinto lugar, y a partir de los cuatro elementos enunciados precedentemente – mayor compromiso, certidumbre en la estructura arancelaria, no aislacionismo de los flujos de comercio internacional y salto cualitativo -. Se logra reducir el riesgo para invertir en el MERCOSUR y, por lo tanto, se fomentan nuevas inversiones de empresas regionales y extranjeras, que tratan de aprovechar las ventajas y los atractivos del mercado ampliado La captación de las inversiones es uno de los objetivos centrales del MERCOSUR. En un escenario internacional tan competitivo, en el cual los países se esfuerzan en brindar atractivos a los inversores, la conformación de la unión aduanera es una “ventaja comparativa” fundamental, pues otorga un marco muy propicio para atraer a los capitales. Aún con todas las dificultades derivadas del difícil escenario económico internacional y de los inconvenientes resultantes de los procesos de reestructuración de las economías internas, el MERCOSUR, ha sido uno de los principales receptores mundiales de inversión extranjera directa. Una de las grandes virtudes del MERCOSUR es haber logrado que el proceso de negociación se realizara sobre bases realistas, razonables y flexibles. Es decir, el gran mérito del MERCOSUR fue mantener el proceso integrador adaptando los instrumentos con flexibilidad a las realidades de los cuatro países. El resultado es el MERCOSUR posible, dadas las características y capacidades de las estructuras económicas y políticas de cada uno de los socios. Sólo así fue posible alcanzar la unión aduanera, cumpliendo los plazos fijados en el Tratado de Asunción. Las negociaciones desarrolladas durante los últimos meses y los acuerdos alcanzados ponen de manifiesto esta afirmación. Todos los países han defendido sus principales intereses y al mismo tiempo han debido consustanciarse con los problemas y realidades de los restantes socios. Fue, sin duda alguna, un ejercicio de negociación arduo, transparente y solidario. Así, en el año 2000 los Estados Partes del MERCOSUR decidieron encarar una nueva etapa en el proceso de integración regional, la cual se denomina “RELANZAMIENTO DEL MERCOSUR” y tiene como Jurisprudencia de Mendoza 197 objetivo fundamental el reforzamiento de la Unión Aduanera tanto a nivel intracomunitario como en el relacionamiento externo. En este marco, los gobiernos de los Estados Partes del MERCOSUR reconocen el rol central que tienen la convergencia y la coordinación macroeconómica para avanzar profundamente en el proceso de integración. Así, se busca lograr la adopción de políticas fiscales que aseguren la solvencia fiscal y de políticas monetarias que garanticen la estabilidad de precios. Asimismo, en la agenda de relanzamiento del MERCOSUR, los Estados Partes decidieron priorizar el tratamiento de las siguientes temáticas con el objetivo final de profundizar el camino hacia la conformación del MERCADO COMÚN DEL SUR. C Acceso al mercado; C Agilización de los trámites en frontera (plena vigencia del Programa de Asunción); C Incentivos a las inversiones, a la producción, a la exportación, incluyendo las Zonas Francas, admisión temporaria y otros regímenes especiales; C Arancel Externo Común; C Defensa Comercial y de la Competencia; C Solución de controversias; C Incorporación de la normativa MERCOSUR; C Fortalecimiento Institucional del MERCOSUR; C Relaciones externas. Se ha avanzado en varios de estos temas, como por ejemplo con el Protocolo de Olivos para la Solución de Controversias, lo que demuestra la voluntad de los Estados Partes de continuar la consolidación y profundización del MERCOSUR. (3) Debe considerarse además que las sociedades postindustriales están caracterizadas e incluso definidas, en el pensamiento de algunos autores, por el cambio de los bienes de producción a las actividades de servicios. Esta es la tendencia empírica más sólida, repetidamente usada por los teóricos sociales, como evidencia del postindustrialismo. Como consecuencia de los imperativos económicos y de las demandas socio institucionales, una proporción creciente de la actividad humana y de los recursos está dedicada en nuestras sociedades al procesamiento de información y a otras actividades no productivas. Este mundo que amplía el sistema de producción no sólo hace referencias a corporaciones multinacionales. Redes y empresas, y las redes auxiliares de distribución, también se organizan en una producción global de dirección. Los procesos de producción y consumo, más allá de las esferas de la vida económica y social, están cada vez más entrelazados debido a las nuevas tecnologías de información, uniendo los procesos de producción, distribución y dirección por medio de organizaciones y diferentes tipos de actividades. 198 Jurisprudencia de Mendoza La estructura ocupacional se diversifica en lo que se refiere a la actividad. La expansión de los “servicios” significa simplemente una extensión de crecimiento del trabajo humano más allá de la esfera de producción material, y esa expansión es, al mismo tiempo, necesitada y posibilitada por las nuevas fuerzas de producción. Pero es también la actividad generada en la economía informacional la que permite la expansión de las actividades de servicios, algunas de las cuales (como los servicios sociales) están más unidas a las demandas sociales que a las demandas directas de la economía (aunque también tienen en un segundo orden, efectos de incremento sobre la productividad en aumento). Los sectores agrícola e industrial no pueden ya ser concebidos independientemente de la información y de las actividades de servicios que forman parte de la producción de bienes, lo que trae como consecuencia la superación de la distinción tradicional entre agricultura y servicio o entre manufactura y servicio, y la gran diversidad de “actividades de servicios”. El desarrollo del comercio de servicios y la perspectiva de creación de empleo en este sector dinámico y en rápido crecimiento llevaron a que como conclusión de la Ronda Uruguay y dentro de la Organización Mundial de Comercio (OMC) – base institucional del nuevo orden comercial-, se establecieran a través del Acuerdo General Sobre el Comercio de Servicios (AGCS) una serie de normas multilaterales, creándose simultáneamente el marco de un proceso continuo de liberalización en ese sector. En este estado de cosas, y siendo concientes de que los procesos de producción y consumo no pueden ser ya concebidos independientemente de las actividades de servicios que forman parte de la producción de bienes, los Estados Partes del MERCOSUR, teniendo en cuenta el AGCS de la OMC y los compromisos asumidos en su marco, y reafirmando los objetivos del Tratado de Asunción, suscribieron el Protocolo de Montevideo sobre el Comercio de Servicios dentro del Mercado Común del Sur el 15 de diciembre de 1997, el cual ha sido aprobado por la República Argentina por ley 25623. En su Preámbulo el Protocolo reafirma los objetivos del Tratado de Asunción, lo que implica, entre otros compromisos, asegurar la libertad de circulación de los servicios. Se reconoce que para el desarrollo de las economías de los Estados Partes, la profundización de la unión aduanera y la progresiva conformación del mercado común es necesaria: a) La participación creciente en el mercado de servicios de los países y regiones menos desarrolladas del MERCOSUR, y b) la promoción del comercio de servicios sobre la base de obligaciones. reciprocidad de derechos y El Protocolo contiene: 1) un acuerdo marco en el que constan las obligaciones básicas de los Estados Partes; 2) las listas nacionales de compromisos, que contienen otros compromisos nacionales específicos que serán objeto de un proceso continuo de liberalización, y 3) anexos relativos a la situación especial de los distintos sectores de servicios. El objeto del Protocolo está establecido en su art. I.1 “...promover el libre comercio de servicios en el Mercosur”, reafirmando con ello, una vez más, la voluntad de los Estados Partes de lograr Jurisprudencia de Mendoza 199 una de las libertades fundamentales, instrumento necesario para conformar el mercado común. El ámbito de aplicación, contemplado en el art. II.1 se refiere a “...las medidas adoptadas por los Estados Partes que afecten el comercio de servicios en el Mercosur, incluidas las relativas a: Ii) la prestación de un servicio; II) la compra, pago o utilización de un servicio; III) el acceso a servicios que se ofrezcan al público en general por prescripción de esos Estados Partes, y la utilización de los mismos, con motivo de la prestación de un servicio; IV) la presencia, incluida la presencia comercial, de personas de los Estados Partes en el territorio de otro Estado Parte para la prestación de un servicio”. Asimismo el instrumento en su artículo II.2 califica la expresión comercio de servicios. Desde el punto de vista de la cobertura, respecto de los modos de suministro, regula la prestación de servicios en dos modalidades: transfronteriza y transfronteriza con presencia comercial, por ejemplo servicios bancarios. Así también el Protocolo define lo que debe entenderse por servicios, comprendiendo a “...todo servicios de cualquier sector, excepto los servicios prestados en ejercicio de facultades gubernamentales...” En cuanto a la cobertura en relación a los sectores comprendidos por la disciplina del acuerdo y de los compromisos relativos a la liberalización, se utiliza un enfoque universal ya que se aplica a todos los sectores o subsectores de servicios, y de lista positiva ya que el Protocolo se aplica con exclusión de los sectores, subsectores y actividades no comprendidos en las listas de compromisos, por ejemplo, acuerdos en el sector de transporte marítimo, aéreo, carretero, etc. El esfuerzo por abrir y liberalizar los mercados de servicios usualmente se orienta hacia la adopción de uno o más principios, la mayoría de los cuales han sido legitimados en las relaciones comerciales internacionales desde hace un largo tiempo. Metodológicamente, un acuerdo sobre comercio de servicios puede incluir los principios de liberalización de diversas maneras. Así pueden estar receptados: -Como obligaciones generales, o -Como compromisos específicos del Acuerdo, o -de las dos maneras a la vez. Desde este punto de vista, podemos decir que el Protocolo de Montevideo recepta algunos principios con carácter general, como el de nación más favorecida, mientras que otros, como el de acceso a los mercados y el de trato nacional, están contenidos en las listas de compromisos específicos. Esos principios son: - Principio de la nación más favorecida el que estriba en que cada Estado Parte “...otorgará inmediata e incondicionalmente a los servicios y a los prestadores de servicios de cualquier otro Estado Parte un trato no menos favorable que el que conceda a los servicios similares 200 Jurisprudencia de Mendoza y a los prestadores de servicios similares de cualquier otro Estado Parte o de terceros países” – Art. III.1 del Protocolo de Montevideo-. - Principio de acceso a los mercados y de libertad para elegir el modo de suministro: El art. IV del Protocolo, al consagrar este principio establece que cada Estado Parte otorgará a los servicios y a los proveedores de servicios de los demás Estados Partes un trato no menos favorable que el previsto de conformidad con los términos, limitaciones y condiciones convenidos y especificados en su lista. Tiende a eliminar progresivamente los siguientes tipos de medidas: limitaciones al número de proveedores de servicios, al valor total de las transacciones de servicios, o al número total de operaciones de servicios. Del mismo modo han de suprimirse en forma progresiva las restricciones a los tipos de personas jurídicas o de empresas conjuntas por medio de las cuales se suministre un servicio, así como cualquier limitación relacionada con los niveles máximos de participación extranjera en el capital. - Principio de trato nacional: El art. V del Protocolo lo consagra estableciendo la obligación de otorgar a los servicios y a los prestadores de servicios de cualquier Estado Parte un trato no menos favorable que el que dispense a sus propios servicios similares o proveedores de servicios similares. - Principio de reglamentaciones y restricciones nacionales no discriminatorias: dado que las reglamentaciones nacionales son las que más influyen en el comercio de servicio, el art. X del Protocolo dispone que todas esas medidas internas deberán ser administradas de manera razonable, objetiva e imparcial. M uchas veces, ciertas exigencias nacionales pueden convertirse en un obstáculo fundamental para la libre circulación, sobre todo cuando se trata de exigir la posesión de una titulación específica para la prestación de servicios profesionales, impidiendo a través de ella, o en su caso, mediante otros requisitos o pruebas, la calificación requerida para realizar esa actividad o servicio. - Principio de reserva de orden público y seguridad: El Protocolo de Montevideo en su art. XIII establece que ninguna disposición del mismo se interpretará en el sentido de impedir que un Estado Parte adopte o aplique medidas necesarias para proteger la moral o mantener el orden público, pudiendo solamente invocarse la excepción cuando se plantee una amenaza inminente y suficientemente grave para los intereses fundamentales de las sociedades.; necesarias para la protección de la vida y salud de las personas y de los animales o de la preservación de vegetales; necesarias para la observancia de las leyes y reglamentos, diferencia de trato para garantizar la tributación o recaudación de impuestos directos; diferencia de trato a fin de evitar la doble imposición o la disposición de acuerdos internacionales en esos sentidos. Por su parte el artículo XIV establece que ninguna disposición del Protocolo de Montevideo se interpretará en el sentido de que imponga a un Estado Parte la obligación de brindar informaciones que considere contrarias a los intereses esenciales de su seguridad, o impida a un Estado parte la adopción de medidas que estime necesarias para la protección de los intereses esenciales de su seguridad o impida a un Estado Parte la adopción de medidas en cumplimiento de las obligaciones contraídas en virtud de la Carta de las Naciones Unidas. Esta reserva, por su Jurisprudencia de Mendoza 201 carácter excepcional, debe ser de interpretación restrictiva. Alcance y profundidad de los com prom isos La profundidad de los compromisos comerciales sobre servicios pueden variar, por lo que cabe distinguir entre los acuerdos vinculantes y no vinculantes. Los primeros incluyen alguna suerte de “congelamiento” o stand still respecto de las medidas disconformes o disposiciones obligatorias para cumplir con los compromisos de liberalización o ambos a la vez –caso AGCS-GATT o TLCN-NAFTA - . Los segundos están basados en acciones voluntarias no vinculantes o de cooperación. El Protocolo de Montevideo es un acuerdo vinculante que incluye la adopción de una suerte de “cláusula del abuelo” para las medidas disconformes vigentes y disposiciones obligatorias que deben cumplirse respecto de los compromisos de liberalización, este compromiso suele utilizarse en acuerdos comerciales de mercancías y en algunos acuerdos de servicios. Los mecanismos más utilizados son transparencia, fijación de un techo, congelamiento o “stand still” respecto de las medidas disconformes existentes, compromiso de cremallera, compromiso de lista o de eliminación y liberalización futura. Transparencia: este principio está receptado en el art. VIII del Protocolo, como el compromiso de publicar antes de la fecha de su entrada en vigor todas las medidas pertinentes de aplicación general que se refieran al presente acuerdo o afecten su funcionamiento, como lo es también el de informar al menos anualmente a la Comisión de Comercio del Mercosur el establecimiento de nuevas leyes, reglamentos o directrices administrativas, o la introducción de modificaciones a las ya existentes, que considere afecten significativamente al comercio de servicios. - Cláusula de congelam iento o stand still: el Protocolo congela el régimen de medidas disconformes existentes a una determinada época y se compromete a no hacerlas más disconformes en el futuro. Liberalización futura: el Protocolo en su parte III, art. XIX, bajo el epígrafe Programa de Liberalización consagra el marco general para la progresiva liberalización del comercio de servicios en un plazo máximo de diez años, determinando la obligación de los Estados Partes de mantener negociaciones anuales a los fines de acordar las Listas de Compromisos específicos, comprometiéndose a incrementarlas progresivamente. Disposiciones institucionales: en la Parte IV el Protocolo establece que: a) El Consejo Mercado Común se ocupa de aprobar los resultados de las negociaciones en materia de compromisos específicos; b) El Grupo Mercado Común es competente para convocar y supervisar las negociaciones de compromisos específicos; Jurisprudencia de Mendoza 202 c) La Comisión de Comercio tiene a su cargo la aplicación del Protocolo. (4) En lo que hace concretamente a la liberalización de los servicios profesionales la Decisión 9/98 reafirma el objetivo de que en un futuro próximo los profesionales universitarios de los países miembros del Mercosur, puedan ejercer sus actividades pertinentes en la esfera de los servicios en cualquiera de ellos. En ese contexto el Consejo Mercado Común acordó los lineamientos básicos para la apertura de los mercados a los servicios profesionales en las siguientes áreas: ingeniería, planificación urbana y arquitectura paisajística, psicología, biología, administración de proyectos, análisis técnico y consultoría en ciencias y tecnología para em presas y trabajos de construcción para ingeniería civil. Fuera del campo profesional también se acordó la liberalización futura de los servicios de transporte aéreo, terrestre y marítimo. (5) El Protocolo de Montevideo sobre el Comercio de Servicios dentro del Mercado Común del Sur es una fuente jurídica institucional regional de derecho originario o de Derecho de Integración. En conclusión opino que el citado Protocolo y su aprobación por nuestro país es un importantísimo paso para la concreción del Mercado Común del Sur, porque no se puede concebir una integración regional sin asegurar la libre circulación de personas, mercancías, servicios y capitales. Naturaleza jurídica: Creo oportuno el momento de esbozar una posible definición sobre el proceso Mercosur, en particular apuntando a uno de los objetivos del presente trabajo, concientizar acerca de la obligatoriedad de las normas del mismo y su posibilidad de derogación por la norma interna posterior, debate que en la mayoría de los casos se ha inclinado por la posibilidad que una vez incorporada la norma comunitaria por la legislación interna de cada país miembro la misma puede ser dejada sin efecto por otro ley interna posterior. Adhiriéndome a la postura del Dr. Boggiano en el famoso caso de Cafés La Virginia, según la cual un tratado no es más que una especie del género contrato y, en consecuencia para ser dejado sin efecto se requiere la voluntad conjunta de las partes intervinientes , ensayaría una definición adaptada de la de sociedad y que determina además la naturaleza jurídica del MERCOSUR diciendo que es un contrato multilateral internacional, de organización, de carácter asociativo, consensual y formal que tiene sus propios órganos de gobierno y deliberativos y que regla tanto aspectos de derecho público como privado con preem inencia de éstos últim os. Multilateralidad o plurilatelaridad: Se trata de un contrato – en el sentido societario o asociativo – de dos o más personas que se unen para hacer algo en común – donde las partes son múltiples, de hecho, los miembros son cuatro, en la cual todas tienen la misma posición jurídica de socios, como lo dice la página oficial del Mercosur. Esta Multilateralidad o plurilateralidad es funcional, como ya se ha dicho porque las partes tienen igual posición jurídica., tiene una finalidad común que concierne a la especial posición de los contratantes, la constitución definitiva del mercado común del sur. Además esta plurilateralidad funcional está vinculada a que este negocio puede ser abierto, en Jurisprudencia de Mendoza 203 el sentido de que permite el acceso a otras partes, cumpliendo las previsiones legales o contractuales –tratado- , de hecho es así desde que los miembros integrantes forman parte de una asociación más amplia la ALADI, que también contiene entre sus postulados la constitución de un mercado común latinoamericano. Esta relación es sinalagmática en cuanto genera derechos y obligaciones para todos los socios. De organización: No basta caracterizar este emprendimiento como de plurilateralidad funcional, sino que debe generarse una organización, que puede ser propia o impropia. Para un solo tipo de negocios o para muchos otros tipos de negocios, como podría darse el caso de una relación temporaria con otras comunidades regionales, como podría ser el Pacto Andino o de países individualmente considerados, caso Chile que aspira a concertar una zona de libre comercio con el Mercosur. Es por ello que lo podemos calificar al acto constitutivo como plurilateralidad con finalidad común de organización asociativa, generadora de un ente personificado, el Mercosur tiene personalidad internacional, para la actuación en común y a nombre colectivo. Asociativo: Este acto plurilateral, de organización asociativo debe incluir algo más, la actuación imputativa a un ente colectivo, lo que implica una actuación común en nombre colectivo, o sea, imputativa a un nuevo sujeto de derecho, exteriorizada en relaciones con terceros. Consensual: En el sentido que se perfecciona con el mero consentimiento de las partes, pero agregando que se requiere una formalidad específica, esto es la celebración del tratado debe ser ratificado por cada una de las partes contratantes y depositado en la sede de Paraguay para que entre en vigencia, de donde deriva la característica de formal. De duración: El Mercosur está calificado como de duración indefinida, las partes no quedarán desligadas hasta que no se denuncie el tratado y se extingan todas las relaciones jurídicas generadas por su actuación. Es conmutativo: En el sentido de que los derechos y obligaciones de las partes quedan fijados en el acto constitutivo, y finalmente es Norm ativo: Porque es una especie contractual destinada al mismo tiempo a regular toda la actividad futura del ente, no sólo respecto de los socios, sino también de los órganos y sus integrantes, y con terceros. (6) Como conclusión del estado de la evolución actual del MERCOSUR, entiendo como lo expresara Bruno Theret –Economista- Clarín 11 de Enero de 2004; que para llegar a la constitución definitiva se requiere llegar a una idea política de mercado común, lo que supone 204 Jurisprudencia de Mendoza definir objetivos comunes – que en principio estarían dados conforme lo expuesto anteriormente – porque si prima sólo la dimensión económica la competencia predomina sobre la cooperación. Y esta claro que los países del MERCOSUR deben cooperar antes que competir .Uno de los obstáculos para construir esa institucionalidad política consiste en la estructura distributiva de los países. Hay sectores que piensan para qué acotarse al MERCOSUR, cuando el mercado externo es tan grande, cuando podrían expandirse con el ALCA. Para ellos se trata de producir para exportar más, sin modificar la estructura de distribución de la riqueza en el mercado interno. Sin embargo, otros sectores pueden estar más interesados en desarrollar un mercado más seguro, como el MERCOSUR, que incluso les permita interactuar con el ALCA. Hay que construir visiones globales, a partir de las cuales disminuye la incertidumbre de las decisiones y se puedan desarrollar estrategias para posicionarse mejor en el juego. Pero el problema es la definición del juego, por lo que lo más importante consiste en la recomposición de una visión política global. En este orden de ideas, debe insertarse que a partir del 1 de julio próximo entra en vigencia el Tratado de Libre Comercio entre el MERCOSUR y la Comunidad Andina, lo que implica la aplicación de la visión de globalización de la que estamos hablando, Este Tratado quedó establecido en Montevideo, el 16 de diciembre de 2003, en ocasión de la reunión ordinaria de Presidentes del Mercosur y acaban de completar los aspectos técnicos de los vicecancilleres reunidos en Buenos Aires. Algunos datos significativos: la Comunidad Andina (Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela) alberga a 108 millones de personas. Importa anualmente productos y servicios por valor de 40.000 millones de dólares. En su territorio guarda cuatro veces las reservas de hidrocarburos de Estados Unidos y ocho veces las del MERCOSUR. El Tratado establece la liberación comercial entre los miembros de los dos bloques del 80% de los productos del Código Aduanero en 10 años y del restante 20% en 15 años. El Acuerdo empezará a regir en un contexto, en el que según prevé la CEPAL, América Latina tendrá en 2004 un crecimiento de 3,5,%, con la particularidad de que, por primera vez desde 1997, ningún país del área estará en recesión. La misma CEPAL estima que para la Argentina, el nuevo mercado liberado puede llegar a significar cuando funcione a pleno -un ingreso adicional de 3.500 millones de dólares anuales-,en exportaciones de productos industriales y alimentos. Con sólo absorber el 30 % de ese mercado, habrá agregado 1.000 millones a su balanza comercial. Más allá de los aspectos económicos, el tratado suelda a todas las naciones de América del Sur en un proyecto común esbozando por primera vez lo que en geopolítica se denomina un “Estado Continental”. Apunta, así, a conformar no sólo el núcleo duro de América Latina sino el reaseguro de la identidad latina de América. (7) Mientras tanto Perú se convertirá en miembro asociado del MERCOSUR por medio de un convenio que se suscribirá durante la visita del presidente del Brasil Luis Inácio Lula da Silva el 25 de agosto, informó el canciller Allan Wagner. Wagner dijo que en un principio se había pensado firmar un convenio con Brasil, pero Perú terminó negociando en bloque con todo el MERCOSUR. Jurisprudencia de Mendoza 205 Por esa vía no sólo vamos a tener libre comercio con Brasil, sino también con Argentina, Paraguay y Uruguay. Además a partir de ese momento nos convertiremos en un miembro asociado de todo el MERCOSUR, declaró Wagner en una entrevista publicada en el diario El Comercio. Bolivia y Chile son actualmente miembros asociados del MERCOSUR, bloque subregional integrado por Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay. 3-Derecho MERCOSUR. Reglas de procedim ientos ante los órganos del MERCOSUR por las reclam aciones de los particulares. El bloque constituido por el Tratado de Asunción cuenta con órganos permanentes y transitorios. Los primeros son los siguientes: El CONSEJO MERCADO COMÚN: (C.M.C.) órgano máximo del sistema y a quien le fue encomendada la conducción política.. Se conforma con los Ministros de Relaciones Exteriores y los de Economía. Tiene facultades para dictar decisiones tendientes al logro de los objetivos y plazos de cara a la constitución del Mercado Común; El GRUPO MERCADO COMÚN: (G.M.C.) es el órgano Ejecutivo del Acuerdo constituido por representantes de los Ministerios de Relaciones Exteriores, Ministerios de Economía y Presidentes de los Bancos Centrales. Tiene iniciativa legislativa, y si bien en principio no se identificó por el Tratado la modalidad de normas que podía adoptar, esto fue luego solucionado por el art. 10 de su Reglamento Interno, el que le otorgó capacidad para aprobar resoluciones. Dentro de sus funciones se le otorgó la de velar por el cumplimiento tanto del Tratado como de las decisiones del Consejo, proposición de las medidas adecuadas para lograr la consecución del Programa de Liberación Comercial, la coordinación de políticas macroeconómicas y la negociación de acuerdos con terceros países o grupos de países. En este aspecto es de destacar que el próximo viernes 23 de abril de 2004 el MERCOSUR y la UNION EUROPEA, intercambiarán en Bruselas las ofertas de apertura comercial con miras al acuerdo que tienen previsto cerrar en octubre próximo. La UE se ha mostrado hasta el momento más concesiva que Estados Unidos en la estancada negociación del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA). Otra negociación comercial de importancia se hará el mismo día entre MERCOSUR y México. (8) La COMISIÓN DE COMERCIO del MERCOSUR (CCM), encargada de asistir al Grupo, velar por la implementación de los instrumentos de política comercial común adoptadas en el bloque. Está facultada para emitir directivas y propuestas. L a C O M I S I O N PARLAMENTARIA CONJUNTA DEL MERCOSUR ( CPCM): con el objetivo de facilitar el avance hacia la conformación del Mercado Común (art. 24 del T.A.); El FORO CONSULTIVO ECONÓMICO SOCIAL: Las tres primeras instituciones son las únicas que tienen capacidad decisoria, es decir, que pueden dictar normas obligatorias (art. 42 del POP) En cuanto al TRIBUNAL ARBITRAL AD HOC (TAHM) se constituye en los supuestos de conflicto entre los países miembros por motivos de la interpretación, aplicación o incumplimiento del Derecho MERCOSUR, así como de la sanción o aplicación de medidas legales o 206 Jurisprudencia de Mendoza administrativas de efectos restrictivos, discriminatorios o de competencia desleal (arts. l,8 y 25 PB). El TRIBUNAL PERMANENTE DE REVISION, entiende como tribunal superior vía recurso de revisión de los laudos arbitrales dictados por el Tribunal Ad hoc, o bien como tribunal de única instancia teniendo las mismas competencias que el tribunal ad hoc y en este supuesto los laudos serán obligatorios para los Estados Partes en la controversia a partir de la recepción de la respectiva notificación, no estarán sujetos a recurso de revisión y tendrán fuerza de cosa juzgada. (arts. 17 y 23 del PO). El conjunto de normas que se han dictado en el ámbito del MERCOSUR, originarias y derivadas, constituyen un conjunto normativo propio y autónomo, que rige las relaciones recíprocas entre los estados miembros y las Instituciones y también entre las personas físicas o jurídicas y los Estados miembros, los órganos regionales y otros particulares (9) Freeland López Lecube Alejandro, va decididamente más lejos al resaltar que el Derecho MERCOSUR es “un derecho propio, distinto del de cada uno de los Estados miembros y que debe coexistir con ellos. Es un derecho autónomo, dotado de sus características propias, con fuentes de producción y de conocimiento distintas de las nacionales” (10) La afirmación del Derecho MERCOSUR como un ordenamiento jurídico propio viene confirmado además, por las disposiciones del Tratado de Asunción y de los instrumentos modificatorios y complementarios (arts. 9 y 13 del T.A.). Tanto el derecho primario u originario entiéndese por tal el Tratado de Asunción como los Protocolos y Anexos que se han declarado que forman parte del mismo), como el secundario o derivado, esto es, las normas que con carácter obligatorio dictan el Consejo Mercado Común, el Grupo Mercado Común y la Comisión de Comercio del MERCOSUR, constituyen el ordenamiento jurídico a que hacía referencia ut supra. En consecuencia, diremos siguiendo a la doctrina citada que las normas de derecho primario son directamente aplicables, en cada Estado Miembro, una vez ratificado por éste conforme a su respectivo procedimiento interno, y, en la Argentina tiene característica de supralegal, es decir, por encima de las leyes y por debajo de la constitución nacional .Asimismo despliegan efectos directos, verticales y horizontales, siempre que contengan un mandato claro, preciso e incondicionado. En cuanto al derecho secundario o derivado, debemos distinguir entre actos típicos y atípicos, entendiendo por los primeros, los emanados de los órganos del MERCOSUR y que surgen del art. 41 del POP, y siguiendo a López Lecube, ob. cit. pág. 212, diremos que crean derechos y obligaciones tanto para los Estados miembros como para sus ciudadanos, que los poderes del Estado tienen obligación de garantizar o de hacer cumplir, en tanto y en cuanto dichas normas sean claras, precisas e incondicionadas o cuando el Estado parte obligado no desarrolle, en tiempo oportuno la norma que confiere derechos u obligaciones en su derecho interno. Aquí deben incluirse los laudos arbítrales dictados por el Tribunal Ad hoc, que tienen eficacia extraterritorial y efectos de cosa juzgada, lo que le confiere al derecho MERCOSUR una nota básica de supranacionalidad a la hora de verificar la validez y eficacia de las decisiones que resuelvan la Jurisprudencia de Mendoza 207 controversia. (11) En cuanto a los actos atípicos, es decir, lo no enumerados en el art. 41, algunos tienen un alcance meramente interno y otros despliegan efectos jurídicos fuera del ámbito comunitario. ( actos internos: reglamentos internos, proyectos normativos preparatorios, etc.) y actos sui generis, los programas de trabajo del Consejo o del Grupo, las rendiciones de cuentas de la Secretaría Administrativa al Grupo. Como fuentes complementarias podemos mencionar los aportes del derecho internacional en general, los principios generales del derecho comunitario, la doctrina de los autores y la jurisprudencia interna de los Estados Miembros. Naturaleza del Derecho MERCOSUR: Además de la aproximación efectuada ut supra acerca de la naturaleza jurídica del derecho MERCOSUR, precisaremos aún más dicho concepto agregando que la mayoría de la doctrina es pacífica en sostener que el ordenamiento jurídico del bloque no constituye un derecho comunitario en el concepto técnico jurídico. Donde no existe consenso es sobre qué naturaleza debe atribuirse a las normas del bloque. Así se las ha definido como “derecho internacional público”; “derecho internacional público regional”; “derecho internacional público particular”; “derecho internacional público especial o regional””derecho de la integración regido por el derecho internacional público”. No participamos de dicha corriente en consonancia a lo propuesto por López Lecube ob. cit. p.212 y sgtes. y Perotti, Alejandro Ob. Cit., en el sentido de que a poco que se analice, la creación del derecho comunitario europeo por el Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas y por otro lado las razones alegadas por los autores para desestimar que las características de dicho orden legal sean transpolables al MERCOSUR, se concluye que tal rechazo puede ser contestado con importantes fundamentos. Si acaso lo que determina la esencia del Derecho Europeo es la existencia de tres principios básicos, saber, el efecto directo, la primacía y el efecto inmediato, para desentrañar si el ordenamiento regional es o no comunitario debe analizarse si los principios citados se encuentran reflejados en el derecho del bloque. Por este motivo es que la comparación con el derecho europeo resulta imprescindible, a pesar de las críticas de algunos autores que consideran que esta comparación lleva a resultados equivocados. Por este principio, según el Tribunal de Justicia de la Comunidad Europea (TJCE), el derecho comunitario prevalece en caso de conflicto, sobre el derecho interno de los Estados, cualquiera sea su rango y naturaleza lo que incluye al ordenamiento constitucional. La crítica, sostiene que este principio sí podría sostenérselo en lo atinente al derecho constitucional argentino y paraguayo (arts. 31, 75 inc.22 y 24 y arts, 137,141,143,144y 145 respectivamente), que deparan jerarquía supralegal a los tratados internacionales, ello no puede afirmarse en el derecho brasileño y uruguayo en donde no existen normas que otorguen a los tratados valor superior a las leyes y, además, se ubican en un mismo rango, rigiendo en su 208 Jurisprudencia de Mendoza consecuencia, en caso de incompatibilidad, el principio de la temporalidad. Siguiendo a Perotti en su ob. citada, diremos que para el esclarecimiento de la cuestión es importante la jurisprudencia europea, en especial el Caso Van Gend y Loos y Costa c/ Italia, para extraer de allí los principios que sirvan para interpretar nuestro derecho regional MERCOSUR. En efecto, en una apretada síntesis el Tribunal de la Comunidad, donde se presenta el mismo problema de rango en las normas, declaró que “...a diferencia de los tratados internacionales ordinarios, el Tratado de la CEE creó un ordenamiento jurídico propio, integrado en el sistema jurídico de los Estados miembros desde la entrada en vigor del Tratado y que vincula a sus órganos jurisdiccionales”, “...que en efecto al instituir una comunidad de duración indefinida, dotada de instituciones propias, de personalidad, de capacidad jurídica, de capacidad de representación internacional y más en particular de poderes reales derivados de una limitación de competencia o de una trasferencia de atribuciones de los Estados a la Comunidad, éstos han limitado su soberanía aunque en materias específicas, y han creado así un cuerpo normativo aplicable a sus nacionales y a sí mismos”. Al haber creado el MERCOSUR con una duración indefinida (art. 19 Tratado de Asunción y 48 Protocolo de Ouro Preto), dotado de capacidad y personalidad jurídica propia (arts. 34 y 35 del Protocolo de Ouro Preto); de poder de representación internacional (arts. 8 inc 4, 14 inc.7 del Tratado de Asunción y 19 inc. 10 del Protocolo de Ouro Preto) y de poderes reales derivados de una limitación de competencia o de una trasferencia de atribuciones de los Estados a la Comunidad éstos han limitado su soberanía aunque en materias específicas. Para ello baste citar el claro ejemplo del Arancel Externo Común (AEC) y la imposibilidad jurídica de la modificación unilateral, que se vio reflejada en toda su extensión en la decisión 1/01 del Consejo Mercado Común; y si ello no alcanzara, la innovadora y trascendental decisión 32/00, que prescribe que los países del MERCOSUR deberán”negociar en forma conjunta acuerdos de naturaleza comercial con terceros países o agrupaciones de países extrazona en los cuales se otorguen preferencias arancelarias” y que a partir del 390 de junio de 2001 “ Los Estados Partes no podrán firmar nuevos acuerdos preferenciales o acordar nuevas preferencias comerciales en acuerdos vigentes en el marco de ALADI, que no hayan sido negociados por el MERCOSUR” y han creado así un cuerpo normativo aplicable a sus nacionales y a sí mismos. A este respecto es importante destacar que el Protocolo de Ouro Preto establece en varias disposiciones y en forma incondicional que las normas de derecho derivado son obligatorias para los Estados: art. 9 respecto a las Decisiones del Consejo; art. 15 respecto a las Resoluciones del Grupo; art. 20 respecto de las Directivas de la Comisión de Comercio y art. 42 respecto de “las normas emanadas de los órganos del MERCOSUR previstos en el art. 2 de este Protocolo”. Coincidimos con Perotti, ob. cit., en que en nada afecta la posibilidad de reconocer la vigencia en el MERCOSUR del principio de la primacía del derecho comunitario, si el contra-argumento reside en la ausencia en los textos constitucionales de Brasil y Uruguay de disposiciones que otorguen rango prevalente a los Tratados en los supuestos de conflictos con leyes posteriores, o en la posición dominante en la jurisprudencia de ambos según la cual en caso de incompatibilidad entre estos órdenes normativos será de aplicación el último en el tiempo. La primacía del Derecho MERCOSUR sobre el ordenamiento interno, resulta de la propia Jurisprudencia de Mendoza 209 naturaleza (comunitaria) de la norma regional y no de permisiones o autorizaciones del derecho nacional, del derecho internacional, de la jurisprudencia o de la doctrina. Este criterio ha sido conformado por la constante doctrina judicial del Tribunal de Justicia de la Comunidad Europea, ratificada a su vez por el Tribunal de Justicia de la Comunidad Andina (TJCA), quien ha tenido oportunidad de considerar que la regla de la prevalencia debe buscarse en la propia naturaleza del derecho andino, que la jerarquía prevalente del derecho de la Comunidad, sobre las reglas del derecho nacional, cualquiera sea su rango, es una de sus características. En lo que hace a la jurisprudencia del TAHM (Tribunal ad hoc MERCOSUR) varios de los párrafos del tercer laudo confirmar esta posición. En efecto en no pocas oportunidades el Tribunal declaró que están prohibidas en el marco del derecho MERCOSUR las medidas adoptadas de manera individual e independiente. Así el art. 53 del Protocolo de Ouro Preto consideró que el mismo no autoriza...a tomar en forma unilateral medidas que contravengan las obligaciones impuestas por el Tratado de Asunción (Asunto 1/00, Aplicación de Medidas de Salvaguardia sobre productos Textiles), agregando también que en virtud de lo avanzado que se encuentra el proceso de integración las relaciones comerciales deberán basarse en la regla de derecho lo cual implica que las “medidas sobre el comercio deberán fundarse en acuerdos que creen vínculos jurídicos y no en medidas unilaterales tomadas por los miembros sin fundamento jurídico alguno”. Bien entendido significa que el sistema normativo del procesos tiene sus propias “reglas jurídicas” que vincula a los Estados y los obliga a evitar cualquier medida unilateral que pueda obstaculizar su aplicación. Esto además encuentra respaldo en el art. 38 del POP principio de lealtad comunitaria según el cual los Países se han comprometido a adoptar “todas las medidas necesarias” para dar ejecución en el ámbito nacional las normas del derecho MERCOSUR; lo cual conlleva como consecuencia lógica y necesaria el abstenerse de dictar medidas que impidan o dificulten la aplicación de ese derecho. Finalmente es necesario acotar que el propio MERCOSUR a través de su página web oficial se ha encargado de precisar que “...La integración genera un nivel de interdependencia tal, que el juego de intereses cruzados lleva progresivam ente a los actores públicos y privados a moverse en un escenario político com ún, que excede los aparatos políticos nacionales. En efecto, los avances en la construcción del mercado común im plican necesariam ente la “ conform ación de un espacio político común”en el que en form a implícita rige una “política MERCOSUR”. Esta afirmación implica nada más ni nada menos que atribuir al derecho MERCOSUR un carácter comunitario La vinculación necesaria entre intergubernamentalidad /supranacionalidad, por un lado, y derecho comunitario, o por el otro, no es convincente. En efecto la nota de “intergubernamentalidad/supranacionalidad”, se refiere a la estructura y naturaleza de los órganos regionales, mientras que la identificación de un ordenamiento jurídico como “comunitario”, hace a la presencia de las notas antes citadas ( primacía, efecto directo, aplicabilidad inmediata). En otras palabras, en tanto el Derecho MERCOSUR puede ser depositario de las características aludidas, poco importa que sus instituciones sean supra o inter gubernamentales. (12) En el m ismo sentido Ortega José Emilio y Brizio Jacqueline Erica cuando expresan que 210 Jurisprudencia de Mendoza podemos caracterizar el Derecho de la Integración o Derecho Comunitario, diciendo que:”es el conjunto de normas jurídicas de carácter autónomo, originadas en un tratado o conjunto de tratados de carácter multilateral, y producidas por los órganos que dichos tratados establecen, que constituyen, impulsan y reglamentan un determinado proceso de integración, cuyos sujetos activos y pasivos son las partes contratantes y las personas físicas o ideales, privadas o públicas, naturales, residentes o constituidas en aquéllas.”. La realidad mundial ofrece en la actualidad diversos modelos de integración. En efecto, las posibilidades de asociación son múltiples y están determinadas por el mayor o menor desarrollo económico que se propongan, lo que tiene su inmediato correlato en las formas e instituciones que lo rigen. De esta amplia casuística, aunque fundamentalmente del modelo más perfeccionado, cual es hoy la Unión Europea, se han extraído las características particulares que se atribuyen a este derecho, señalándose su aplicabilidad inmediata en el ordenamiento jurídico de sus estados miembros, su aplicabilidad directa, su aplicabilidad por los jueces nacionales y su primacía. También se han destacado, como sus principios rectores, a la progresividad, la reciprocidad, la igualdad y la solidaridad. Es imposible hablar de integración jurídica sin un ordenamiento que contemple, aún mínimamente, al menos algunas de las particularidades señaladas. Y a medida en que las mismas se manifiesten en una dimensión mayor, tendremos un modelo de integración más desarrollado, que será “comunitario” en la medida en que se constituyan en plenitud todos los caracteres. (13) En lo referente a la jurisprudencia nacional de los Estados miembros hay pronunciamientos en ambos sentidos. En Argentina, la Corte Suprema de Justicia (CSJN) ha sostenido desde un principio la primacía del ordenamiento MERCOSUR, la que ha sido además la posición asumida por el Procurador y por otros tribunales inferiores ( CNApel. Civil, Com.Federal sala IV, AACI C/ AFIP sobre proceso de conocimiento y CNTrab., sala VI, “Pérez Saravia, Alejandra c/ Máxima S.A. AFJP”. En Brasil este principio ha sido rechazado por el TRF y en Paraguay el Tribunal de Apelaciones Civil y Comercial, Tercera Sala, A 330 ha dicho que :” el Protocolo de Medidas Cautelares del MERCOSUR es ley vigente en nuestro país, y con rango de prelación superior a las leyes nacionales, por su carácter de Tratado Internacional debidamente ratificado”. Como síntesis de todo lo expuesto, diremos con los autores que mejor han expresado nuestra línea de pensamiento que las ventajas que puede ofrecer un tribunal supranacional al dotar al modelo de integración de legalidad, legitimidad y principios, en muchos casos sentados a partir de la interpretación uniforme que realiza un órgano permanente dotado de competencia para ello y de una compatibilidad al menos dudosa con varias disposiciones de los sistemas legales de los Estados Partes del MERCOSUR, en particular de Brasil. Todavía más, no se nota una gran vocación política para que en un futuro próximo se reviertan estas condiciones, sino todo lo contrario. La aprobación del Protocolo de Olivos por el Consejo Mercado Común es un hecho positivo, pero no se debe creer que se alcanzó un MERCOSUR legitimado. En todo caso, ahora que se advierten nuevos vientos en los países del MERCOSUR, todos los llamados “institucionalistas” deberán convertirse en partícipes activos del proceso, haciendo valer su aspiración de justicia, a partir de la situación de protagonistas de la que están revestidos. El año 2006 –fecha prevista para adoptar un mecanismo definitivo – está muy cerca. Se afirma de manera Jurisprudencia de Mendoza 211 constante que todo depende de la voluntad política ¿acaso no es un reflejo bastante aproximado de la voluntad de cada uno de los habitantes del MERCOSUR? El deseo es la justicia, la aspiración es instalar un sistema sólido que respete la separación y la independencia de los poderes; el trabajo de los “institucionalistas” entonces, es el de convencer a todos los actores del proceso de integración de la viabilidad de sus propuestas, en especial a los que toman las decisiones políticas. Hasta que esa institucionalización llegue, y teniendo en cuenta la hipótesis de que puede no llegar, si tanto se valoriza la existencia del MERCOSUR como herramienta para ayudar decisivamente en el desarrollo de sus Estados Partes, es muy importante garantizar que funcione bien. Para ello se debe trabajar con los elementos trazados por la realidad, buscando los mecanismos y argumentos para que las normas del ordenamiento jurídico mercosureño sean efectivamente aplicadas y, en consecuencia, las finalidades perseguidas por el sistema de integración puedan ser obtenidas. Con relación al posicionamiento que el Supremo Tribunal Federal ha tomado en Brasil conforme a su jurisprudencia, es obvio que la aplicación de los tratados comerciales no puede verse perjudicada por leyes posteriores que están en contradicción con ellos. En relación al MERCOSUR – que según los responsables de la política exterior brasileña ha sido desde su inicio la máxima prioridad de esa política -; lo importante es que esa categorización no se agote en el Derecho Originario, sino que se extienda a todas las normas de lo que muy bien se definió como “un verdadero ordenamiento jurídico”. De este modo, ninguna norma interna brasileña podrá servir de argumento para dejar de cumplir las obligaciones asumidas en el ámbito mercosureño. En el ámbito de los conflictos que se producen dentro del bloque subregional la regla general de solución tendría que ser la de la aplicación de la norma más favorable a la integración, entendiendo esta última como un objetivo superior del Estado. Con esta comprensión, las normas de los esquemas de libre comercio solamente resultarían aplicables cuando no fuesen incompatibles con las del M ERCOSUR y, con el debido rigor, cuando exista una laguna en estas últimas. Solamente así el sistema subregional podrá servir para afianzar la posición de sus Estados Partes en un mundo sujeto a la dinámica de la globalización. (14) Reglas de procedim iento ante los órganos del M ERCOSUR por las reclam aciones de los particulares. El Protocolo de Brasilia reglamenta en el Capítulo V, bajo el Título Reclamo de los Particulares la posibilidad de éstos de acceder a la justicia, conforme al procedimiento establecido a partir del art. 25 , él es el régimen vigente aplicable a los reclamos de particulares sean personas físicas o jurídicas, con motivo de la sanción o aplicación por cualquiera de los Estados Partes, de medidas legales o administrativas de efecto restrictivo discriminatorias o de competencia desleal, en violación del Tratado de Asunción, de los acuerdos celebrados en el marco del mismo, de las decisiones del Consejo del Mercado Común o de las resoluciones del Grupo Mercado Común. Este Protocolo prevé, además del mecanismo aplicable a controversias entre los Estados Partes, otro de reclamaciones instadas por particulares (personas físicas o jurídicas) residentes en ellos, pero concediendo a esos particulares sólo una acción indirecta. Hay quienes justifican la falta de 212 Jurisprudencia de Mendoza acceso directo de los particulares al sistema, porque la solución de controversias en el MERCOSUR está inspirada en los procedimientos diplomáticos propios del derecho internacional Luiz Olavo Baptista opina que tratándose, a diferencia de la Unión Europea, de un proyecto en el que no hay contacto directo entre la población de los países y las instituciones del MERCOSUR, no se justifica teóricamente dar acceso a los particulares al mecanismo de solución de controversias. (15) ( Baptista Luiz Olavo, “O Mercosul: suas institucoes e ordenamiento juridico, Ed. LTr.San Pablo, 1998, págs. 95 y154). Para Ekmekdjian, es un aspecto negativo del sistema del MERCOSUR, la limitación que impone a los particulares de tener que presentar su reclamo en la Sección Nacional del Grupo Mercado Común del país de su residencia, y que esos particulares no tengan acceso directo al tribunal (16) Sea quien fuere quien tenga razón, lo cierto es, que lo que el Protocolo crea, es un sistema de acceso indirecto a la justicia por parte de los particulares que pretendan hacer valer sus derechos Lo verdaderamente importante es que los plazos que establece el mismo son muy breves, lo que demuestra la voluntad de quienes lo negociaron de instalar un sistema expeditivo y rápido para solucionar las diferencias entre las partes, evitando prolongar innecesariamente los procedimientos. Sin embargo, desde la aprobación del régimen, los comentaristas señalaron, que para una correcta aplicación de sus disposiciones era menester contar con mayores precisiones y que para otras cláusulas, que daban lugar a interpretaciones contradictorias, se debía llegar a un entendimiento consensuado, todo lo cual determinó que se hablara muy tempranamente, de la necesidad de una reglamentación del instrumento. El Grupo Mercado Común se hizo eco de la situación y en diciembre de 1998 se aprobó el Reglamento del Protocolo de Brasilia. El Reglamento expresa en su art. 1E que quedan incorporadas las Directivas de la Comisión de comercio del MERCOSUR a la normativa del MERCOSUR susceptible de ser objeto del sistema de solución de controversias integrando el derecho aplicable por los tribunales ad hoc. Es decir, que la interpretación, aplicación o incumplimiento de las Directivas de la Comisión de Comercio así como las medidas sancionadas o aplicadas por un Estado Parte que violen esas Directivas, caen en el ámbito de la aplicación material del Protocolo de Brasilia, así mismo sirven de base para fundamentar los laudos arbitrales. Traba de la litis: En el art. 28 establece que el objeto de la controversia quedará fijado por los escritos de presentación y de respuesta, no pudiendo ser ampliado posteriormente. Esto rige tanto para las controversias entre Estados como para los reclamos iniciados a instancia de los particulares. Modo de contar los plazos: Tratándose de un sistema de solución de controversias que abarca cuatro países no parece posible unificar los días hábiles en todos ellos, razón por la cual el art. 39 dispone que el modo de contar los plazos serán por días corridos. Esto da mayor certeza a todos los participantes en el procedimiento, acerca del tiempo disponible para cada paso procesal. Jurisprudencia de Mendoza 213 Com unicaciones: El art. 40 dispone que las comunicaciones deben efectuarse por medios idóneos requiriéndose confirmación de recibo. Esto permite que tanto el órgano interviniente del MERCOSUR y en especial los propios Tribunales Arbitrales al fijar sus reglas de procedimiento puedan establecer modalidades específicas (correo certificado, medios electrónicos, notificaciones diplomáticas o consulares etc.) Confidencialidad: Ya el Protocolo en su art. 20 había establecido la confidencialidad en cuanto a la votación en el seno del Tribunal Arbitral, agregando que los árbitros no pueden fundamentar votos en disidencia. La imposibilidad de revelar los votos en disidencia tiene por finalidad asegurar la plena libertad de acción de los árbitros respecto del Estado Parte que los haya designado asegurando así la independencia del Tribunal. El Reglamento en su art. 41 dispone que toda la documentación y las actuaciones, así como las sesiones de los árbitros, si se llega a la etapa arbitral, tendrán carácter reservado, no aplicándose esa regla general, obviamente, a los laudos arbitrales. El tema de la confidencialidad no es ajeno a otros ám bitos del Derecho Internacional Económico y del Derecho de la Integración. Así ocurre en la Organización Mundial de Comercio (OMC), en el NAFTA Tratado de Libre Comercio de América del Norte y en el Tribunal de la Comunidades Europeas (TJCE). Mario A. Midón, ob. cit, pág. 338 dice: Autores europeos comentando la forma de juzgamiento del Tribunal de las Comunidades Europeas han dicho que “ the stritic secrecy which surrounds the Courts deliberation…jeans that only the judges themselves know wheter their decisión was reached unanimusly or by majority”, L.Neville Brown & Tom Kenedy The Court of Justice of the European Comunities,Sweet & Maxwell, Londres, 1994, pág.52. Desistimientos y Transacciones: El art. 42 del Reglamento finalmente indica que tanto los desistimientos como las transacciones pueden interponerse en cualquier etapa del procedimiento, y que deben ser comunicados al Grupo Mercado Común o al Tribunal Arbitral, según correspondiere, a efectos de que se adopten las medidas necesarias para dar por concluida la controversia. Reclam os instados por particulares: El Capítulo V del Protocolo de Brasilia, como se precisara ut supra, abrió la posibilidad a los particulares de activar el sistema de solución de controversias si bien, la acción conferida es sólo indirecta y el pedido de los privados debe ser acogido y llevado adelante por el Estado donde ellos residen o tiene la sede de sus negocios ( actúan las autoridades nacionales responsables del MERCOSUR ). El ámbito material de las reclamaciones previstas en este capitulo del Protocolo, está relacionado con la actividad legal o reglamentaria nacional de alguno de los Estados Partes, que se hay desarrollado violando los compromisos de integración. La amplitud con que se presenta este ámbito material permite presentar solicitudes aún en los casos en que las medidas nacionales no hayan causado perjuicio y, ni siquiera, hayan sido aplicadas, ya que conforme al art. 25 del 214 Jurisprudencia de Mendoza Protocolo la mera sanción –en el sentido de aprobación – de disposiciones violatorias de la normativa MERCOSUR habilita las presentaciones. El procedimiento establecido por el Protocolo ha sido criticado por la doctrina por varias razones y, entre ellas, porque al someterse al GMC cuatripartito el reclamo, éste podría quedar frustrado en esa instancia sin que se llegara a un arbitraje. El problema lo genera la interpretación del art. 29 del Protocolo que dice que llegado el problema al seno del Grupo éste puede rechazarlo sino están reunidos los requisitos para darle curso, y que si no lo rechaza debe proceder a designar un Grupo de Expertos para que lo analice. Las interpretaciones posibles eran: 1) como el GMC se pronuncia por consenso, éste es necesario tanto para rechazar el reclamo como para darle curso y, en consecuencia, convocar los expertos y, 2) el rechazo del reclamo requiere el consenso del GMC, si ese consenso no se logra no hay rechazo, el procedimiento continúa y se debe nombrar el Grupo de Expertos Cuando se elaboró el Reglamento se consagró la segunda interpretación en el art. 26 que dispone que para que GMC rechace el reclamo debe pronunciarse por consenso, y que no logrando éste se considera aceptado el reclamo y debe convocarse de inmediato al Grupo de Expertos. La solución dada por el Reglamento puede estar fundada en las reglas del Derecho Internacional, art. 31 de la Convención de Viena, los tratados se pactan para ser cumplidos, se ha tomado en cuenta la redacción utilizada por el Protocolo, el objeto y fin del mismo y el contexto al momento de su redacción. Los juristas que trabajaron en la negociación del Protocolo de Brasilia, afirman que esa solución fue la buscada, porque así no se frustraba el procedimiento. Otro tema objeto también de serias divergencias, es si ese Grupo de Expertos puede, como todo cuerpo colegiado, adoptar su dictamen por mayoría o si se requiere unanimidad. Lo que resultó de los trabajos técnicos – y luego de la negociación política en el GMC y en el Consejo – quedó reflejado en el articulado del Reglamento: - el dictamen del Grupo de Expertos debe ser emitido por unanimidad (art. 35); - si hay un dictamen único que considera improcedente el reclamo, el GMC lo da por concluido en el ámbito del Capítulo V (art. 36). - si no se alcanza unanimidad para el dictamen , también el GMC da por concluido el reclamo conforme al Capítulo V, independientemente de que se eleven distintas conclusiones de los expertos (art. 37), pero - la conclusión del reclamo según el Capítulo V no impide que la reclamante inicie el procedimiento de los Capítulos II, III y IV (art. 38), el cual permite llegar al arbitraje. Sólo la unanimidad en el Grupo de Expertos verificando la procedencia del reclamo podrá dar lugar a requerir medidas correctivas que deba cumplir el Estado Parte reclamado. Otras pocas normas reglamentarias sobre el capítulo de reclamos de particulares ha agregado la decisión CMC 17/98, Reglamento del Protocolo de Brasilia. Una es la que especifica que el GMC recibirá el reclamo tanto en reuniones ordinarias como extraordinarias y que lo evaluará en la siguiente reunión a su recepción (art.25). Esta disposición permite estimar que en el Jurisprudencia de Mendoza 215 procedimiento iniciado a instancia de particulares, los plazos no son tan perentorios como en el caso de las controversias entre Estados. De hecho el Protocolo no fijó plazos para el pronunciamiento del GMC en este capítulo. Además el Reglamento ha fijado algunos requisitos que deben reunir las presentaciones de los particulares, que resultan pertinentes para unificar las solicitudes. Así deben ser formuladas por escrito, en términos claros y precisos e incluir: a) la indicación de las medidas nacionales supuestamente violatorias de la normativa MERCOSUR; b) la determinación del perjuicio o amenaza del mismo; c) los fundamentos jurídicos del reclamo; y d) los elementos de prueba que se presenten (art. 24). La aprobación del Reglamento significa un paso importante para el mejor funcionamiento del sistema de solución de controversias en el MERCOSUR. Su texto revela, en primer lugar la intención de dotar de mayores elementos de imparcialidad y seguridad jurídica a la actuación de expertos y árbitros. Además ha logrado que los Estados Partes sinceraran sus respectivas posiciones sobre el contenido y alcance del proceso instado por particulares, que siempre fue la sección del Protocolo que mayores problemas creaba. Se han complementado detalles de los procedimientos - plazos, comunicaciones etc. – que resultaban necesarios a la hora de administrar los procesos, en especial para la Secretaría Administrativa del MERCOSUR que tiene un papel que cumplir en la etapa arbitral. La técnica utilizada en la redacción del Reglamento es bastante buena, sobre todo porque indica en prácticamente todas sus normas, el o los artículos del Protocolo que está reglamentando. Hubiera sido más completa esa redacción si se hubiera dividido en capítulos, siguiendo los correspondientes al Protocolo. (17) Otros autores opinan que considerando que en el procedimiento de reclamos de los particulares, los legitimados deben dirigirse a la Sección Nacional del GMC para formalizar el reclamo, los mismos tienen la facultad de canalizar su reclamo ante la Sección Nacional del país donde tuviera su residencia habitual, -para las personas físicas- o donde tuviera la sede de sus negocios para las personas jurídicas, independientemente de las respectivas nacionalidades. Tal sería la interpretación que surge de los términos en que ha sido redactado el precepto. Pero una interpretación más amplia podría inducir a interpretar que una persona física que ejerce el comercio en la hipótesis de que su residencia y sede no coincidieran, gozaría del derecho de elección del Grupo Nacional respectivo. Además de lo expuesto, dicho autores opinan que partiendo de la base de que cumplido el procedimiento previo, esto es que la Sección Nacional del GMC interviniente haya considerado admisible el pedido y se ponga en contacto con la Sección Nacional del país involucrado, para lo cual cuenta con un plazo de 15 días y si no se resuelve debe elevar el trámite al GMC, o bien que haya decidido elevarlo al Grupo Mercado Común, si éste lo declarara admisible y convocara al Grupo de Expertos, dentro del plazo para expedirse que no puede ser mayor de treinta días, las partes podrán ser escuchadas (alegatos). Como crítica estos autores entienden que en el Reglamento no se han contemplado hipótesis que hacen hincapié en la posibilidad de accionar del particular. Por lo que surge el siguiente 216 Jurisprudencia de Mendoza interrogante: ¿qué sucede si la Sección Nacional del GMC declara que es irrelevante la petición en orden a lo establecido por el Tratado? No existe vía alguna a la que pueda recurrir el particular a los efectos de que sea revisado el reclamo. Tampoco la tiene si es el GMC el que deniega el pedido. Sobre todo aclarando que los órganos ante los cuales se insta la negociación son intergubernamentales, con las consabidas limitaciones que este tipo de estructuras presentan. En segundo término, ante el supuesto que el GMC emita una resolución y ésta no sea acatada por el infractor, para la conformación del Tribunal Arbitral o para que sean viables las medidas correctivas debe intervenir el órgano munido de competencia. Conviene parar mientes en que en realidad los particulares sólo tienen legitimación para poner en funcionamiento esta maquinaria, la que luego sigue su marcha a impulso de los Estados (art. 32), por lo que en verdad las personas físicas o jurídicas que motorizan todos estos engranajes se convierten en verdaderos convidados de piedra… (18) Por otra parte ¿qué ocurre si no se conforma el tribunal por una decisión política? ¿Puede su reclamo quedar sujeto a que alguno de los Estados decida presionar a aquél cuyo proceder se cuestiona? ¿Es que acaso el hecho de administrar justicia se subordina a reglas de carácter político, que condicionan los principios intangibles de todo proceso jurisdiccional cercenando al mismo tiempo los derechos del particular? (18) (Ortega José Emilio y Brizio, Jacquelina Erica, “Integración y solución de conflictos: perspectivas y propuestas para el MERCOSUR”, Revista de Derecho del MERCOSUR, Año 3, Abril de 1999, LL, págs. 67/107). Finalmente tampoco debe dejarse de tener presente que no existe reglamentación para encauzar reclamos de particulares a particulares, como tampoco los particulares tienen algún camino para obtener la reparación del perjuicio ocasionado por el Estado infractor a las normas comunitarias. Para Opperti Badan, Didier, los particulares no pueden reclamar contra los actos de los órganos del MERCOSUR, sino sólo contra los Estados Partes, respecto a las medidas legales o administrativas de efecto restrictivo, discriminatorias o de competencia desleal, que hayan sido sancionadas o aplicadas por cualquiera de los Estados Partes, en violación del Tratado de Asunción, de los acuerdos celebrados en el marco del mismo, de las Decisiones del CMC o de las resoluciones del GMC (art. 25 PB). Al no tener acceso directo a la justicia, los particulares deben someterse a una intermediación de la Sección Nacional correspondiente, lo que implica que el Estado tiene que hacer suyo el reclamo del particular, para que éste pueda acceder a la justicia. Esta falta de legitimación activa debería revisarse, con la finalidad de proporcionar acceso directo a la justicia a todo particular. Los particulares, a diferencia de lo que ocurre con los Estados, no están impedidos de recurrir a otros mecanismos para resolver sus controversias relativas a las Decisiones y Resoluciones del CMC y del GMC, pues nada obsta a que las diferencias entre particulares, originadas en actos del MERCOSUR, puedan ser sometidas a arbitraje (19) En el Protocolo de Olivos, que aún no entra en vigencia, se dispone en forma expresa la perentoriedad de los plazos procesales en el art.48, incorporando a su vez en el art. 42 el requisito del consenso para que el Grupo Mercado Común pueda rechazar el reclamo instado por los particulares, manteniendo para lo demás el mismo régimen del Protocolo de Brasilia. Jurisprudencia de Mendoza 217 4-Las RNA o MEE y su elim inación en el m arco del M ercado Com ún. Jurisprudencia Europea (TJCE) y mercosureña (laudos arbitrales) (TAHM). La supresión o eliminación de de las restricciones a la libertad de circulación de las mercaderías entre los Estado Miembros, es una constante tanto en el Tratado de las Comunidades Económicas Europeas como en el Tratado de Asunción: Así los arts. 2 y 13 del T.C.E.E., expresa:”los derechos de aduana de importación, en vigor entre los Estados miembros, serán suprimidos progresivamente por éstos… las exacciones de efecto equivalente a los derechos de aduana de importación serán suprimidos progresivamente… ” “Los Estados miembros suprimirán entre sí…los derechos de aduana de exportación y las exacciones de efecto equivalente” (art. 16 del T.C.E.E:). “Los Estados Partes deciden constituir un Mercado Común, que debe estar conformado al….que se denominará “Mercado Común del Sur” (MERCOSUR)”. “Este Mercado Común implica: - La libre circulación de bienes, servicios y factores productivos entre los países, a través, entre otros, de la eliminación de los derechos aduaneros y restricciones no arancelarias a la circulación de mercaderías y de cualquier otra medida equivalente” (art. 1 TA). En Europa, tras la desaparición en el seno de la Comunidad de los derechos de aduana, las sombras del neoproteccionismo se han ido proyectando bajo la forma de imposiciones financieras legítimas, sujetas a técnicas diferentes, que gravan a veces indistintamente tanto a los productos nacionales como a los importados, con el objeto de financiar la organización y la gestión de servicios necesarios para la colectividad o para el propio importador Pero éstas no están definidas ni en el Tratado de las Comunidades Europeas ni en el Tratado de Asunción. Esta noción tan imprecisa encuentra sus primeras manifestaciones en el ámbito económico internacional en el Acuerdo General de Aranceles y Comercio (GATT) en sus arts. II y VIII en la expresión “derechos y cargas de cualquier naturaleza aplicados a la exportación…o importación”. La razón por la cual se las incluyó como obstáculo a eliminar, radicaba en la ya mencionada preocupación de que a medida en que se fueran suprimiendo los derechos de aduana se pudiera dar paso al incremento de ciertos derechos, de otra naturaleza, o semejantes que gravaran también las mercancías en la frontera y produjeran, en definitiva, los mismos efectos proteccionistas. El Tribunal de Justicia a través de su jurisprudencia estableció que una carga pecuniaria puede constituir una exacción de efecto equivalente independientemente de: - su denominación, - de la técnica de percepción, - del objetivo perseguido, aunque tenga un fin legítimo. Por ejemplo, recoger datos para la elaboración de estadísticas comunitarias. Sin embargo esto 218 Jurisprudencia de Mendoza no justifica las cargas impuestas. Se pueden tomar los datos necesarios pero no se puede cobrar por ello; - del destino de los fondos: en la sentencia “Fondos de los diamantistas”, Bélgica alegaba que los fondos percibidos no iban a engrosar el presupuesto del Estado sino que se destinaba a financiar el organismo de previsión social de los obreros diamantistas. El Tribunal rechazó esta justificación y declaró la incompatibilidad de la imposición con el derecho comunitario. TJCE As. 24/68 “Comisión c/Italia” del 1/7/69, Rec. 1969, p. 193 y As. Acumulados 2/69 y 3/69 “Sociaal Fond de Diamantarbeiders” del 1/7/69, Rec. 1969, p.211. El Tribunal de Justicia se ha manejado con suma decisión en este tema tratando de defender siempre el principio básico de la libre circulación de mercancías. Tanto es así, que aún en los casos en que un Estado pretendía percibir una contraprestación por un servicio efectivamente prestado al importador se inclinó por prohibir dichas imposiciones. Así ocurrió en el caso de imposiciones ligadas a la realización de controles veterinarios y fitosanitarios, a la exportación y a la importación respectivamente de animales vivos ,plantas y vegetales. Estas tasas constituían según los Estados miembros demandados, la contraprestación de un servicio, dado que los controles eran necesarios y legítimos de acuerdo con el derecho comunitario. El Tribunal sostuvo que más allá de que el Derecho Comunitario reconocía, en ciertas condiciones la licitud de los controles en cuestión, no podía decirse lo mismo de las tasas exigidas como contraprestación por dichos servicios. TJCE, As. 29/72 “Marimex”, 14/12/72, Rec. 1972, p.1309 y TJCE as. 39/73 “ReweControles Sanitarios”, 11/10/1973, p. 1039. La prohibición de restricciones cuantitativas y otras medidas de efecto equivalente, comúnmente denominadas entre nosotros cupos, cuotas o contingentes a la importación. Estos constituyen un muy eficaz medio de protección de los mercados nacionales Si por ejemplo, un Estado fija el cupo anual de importación de vehículos japoneses en 5000 unidades, indudablemente los productores nacionales de automotores contarán con una demanda mayor de vehículos que si dicho cupo no existiera, ya que de darse el caso de que no estuviera limitada la importación, muy posiblemente los compradores se inclinarían por el producto importado. Todo ello es en lo referente a las Restricciones no arancelarias RNA. En cuanto a las medidas de efecto equivalente MEE se las ha definido como “cualquier disposición legal, reglamentaria o administrativa, incluidas las prácticas administrativa, que tengan por objeto imposibilitar las importaciones o hacerlas más difíciles o más costosas que la venta de la producción nacional”. De la definición pueden extraerse los cuatro elementos que caracterizan a una MEE: 1) debe ser un acto imputable a una autoridad pública. Si la medida de efecto restrictivo se debiera a la decisión de una agente económico privado – una cadena de almacenes por ejemplo- no estaríamos frente a una medida prohibida. 2) No hace falta que sea una ley u otra norma de cualquier rango, la simple “práctica administrativa”, consistente en un comportamiento de una autoridad pública, uniforme y regularmente seguido puede ser constitutivo de una MEE. 3) No es necesario que la medida sea vinculante para sus destinatarios, basta con una simple incitación. 4) la medida debe tender a restringir o dificultar las importaciones de productos provenientes de otros Estados miembros. Jurisprudencia de Mendoza 219 Jurisprudencia: el Tribunal de Luxemburgo a partir de la sentencia “Dassonville” ha ampliado considerablemente la noción de medida de efecto equivalente- TJCE Procurador del Rey c. B y G. Dassonville p.837- En este asunto el Tribunal de primera instancia de Bruselas sometió al TJCE una cuestión prejudicial surgida en un proceso penal, por la cual se pretendía determinar si la reglamentación belga que exigía un certificado de autenticidad de origen para ciertos productos, incluidos los puestos ya en régimen de libre práctica en otro Estado miembro, era compatible con las normas del Tratado. Los hechos eran, en síntesis, los siguientes: B. y G. Dassonville, padre e hijo, comerciantes de bebidas alcohólicas, habían importado en 1970 a Bélgica desde Francia, varias partidas de Whisky Escocés regularmente importados a este último país desde el Reino Unido, y por tanto en régimen de libre práctica, (en dicha época el Reino Unido no formaba parte de la comunidad económica europea CEE, a la que recién se incorpora en 1972). En Francia no se exigía al Whisky Escocés ningún certificado de origen. En Bélgica, por el contrario, no sólo se exigía dicho certificado, sino que la comercialización del whisky sin certificado de origen estaba tipificado como delito. Los distribuidores exclusivos para Bélgica de las dos marcas de whisky escocés en cuestión, podían obtener sin dificultades el certificado de origen directamente del destilador escocés, lo que a los Dassonville, que lo importaban de Francia les resultaba poco menos que imposible. El resultado era una compartimentación de los mercados francés y belga, con la consiguiente diferencia de precios. El Tribunal, en el considerando quinto de la sentencia, concluye “que cualquier reglamentación comercial de los Estados miembros susceptible de entorpecer directa o indirectamente, actual o potencialmente, el comercio intracomunitario debe considerarse una medida de efecto equivalente a restricciones cuantitativas” El Tribunal afianza esta noción amplia de las MEE en varias sentencias posteriores, así en los asuntos “Van Tiggele”, “Eggers” y “Peureux”. El caso “Cassis de Dijón” constituye un hito en la evolución jurisprudencial del tribunal. En el caso la empresa alemana Rewel-Zentral AG, pretendía importar a Alemania un licor de frutas “Cassis de Dijón”. Cuando solicitó la autorización de importación a la Administración del Monopolio de Alcoholes, ésta la rechazó en virtud de la existencia en Alemania de reglamentaciones que establecían proporciones mínimas de alcohol para categorías determinadas de licores y otras bebidas alcohólicas. La proporción mínima exigida para la comercialización de licores de frutas, como el Cassis de Dijón, era de 25 grados, mientras que el contenido alcoholimétrico del producto cuestionado, comercializado libremente en Francia, era de 15 a 20 grados. Ante el rechazo de la solicitud, el importador demandó a la administración alemana ante el tribunal económico administrativo del Land de Hesse, quien a fin de obtener los elementos de interpretación que le permitieran resolver el caso, planteó al tribunal por la vía del recurso de prejudicialidad que establece el art. 177 del Tratado, dos cuestiones: a) si la exigencia de una proporción mínima de alcohol podía entrar en el ámbito de prohibición de toda medida de efecto equivalente a restricciones cuantitativas a la importación en el sentido del art. 30 del TCEE; b) si dicha exigencia se alzaba contra la prohibición de toda discriminación en las condiciones de abastecimiento y de mercado entre los nacionales de los Estados miembros, en el sentido del art. 37 del TCEE. 220 Jurisprudencia de Mendoza La Corte rechazó el argumento de protección de la salud pública por considerar “que el consumidor puede procurarse en el mercado una gama sumamente variada de productos débil o medianamente alcohólicos y que, además, una parte importante de las bebidas alcohólicas de alta graduación, libremente comercializadas en el mercado alemán, se consumen ordinariamente en forma diluida. Descartó también el argumento de defensa de los consumidores ya que, por un lado, “la fijación de varios límites en materia de grado alcoholimétrico puede servir para la normalización de los productos comercializados y sus denominaciones en beneficio de una mayor transparencia de las transacciones comerciales y de las ofertas al público”, y por el otro, “que no se puede llegar hasta el punto de considerar la fijación imperativa de un grado mínimo del alcohol como garantía esencial de la lealtad de las transacciones comerciales , cuando en realidad es fácil asegurar una información apropiada del comprador mediante la exigencia de la indicación de la procedencia y del grado alcoholimétrico en el envase de los productos”. En este caso el tribunal llegó así a una conclusión fundamental:”No existe por tanto un motivo válido para impedir que las bebidas alcohólicas, siempre que hayan sido producidas y comercializadas legalmente en uno de los Estados m iembros, sean introducidas en otro Estado miembro sin que puedan ser opuesta a la venta de estos productos una prohibición legal de comercializar bebidas que contengan un grado de alcohol inferior al límite fijado por la reglamentación nacional”. A partir de estos párrafos se construye una noción esencial de todo el sistema de integración europeo y del puntal de la libre circulación de bienes y servicios dentro del espacio comunitario: Si toda reglamentación nacional restrictiva de las importaciones es una medida de efecto equivalente, prohibida en principio por el art. 30 del TCEE, entonces “todo producto legalmente producido o comercializado en uno de los Estados miembros puede, en principio, ser introducido en el mercado de otro Estado miembro sin que se le pueda oponer una regulación nacional”. Sin embargo existen una serie de excepciones a la libre circulación de mercaderías que surgen de la elaboración del tribunal. La regla base es la prohibición de toda medida de efecto equivalente a las restricciones cuantitativas a la importación, pero pueden existir “exigencias imperativas” que legitimen el efecto restrictivo de la libre circulación de mercancías con medidas nacionales necesarias para satisfacerlas. Esas medidas se justifican en la persecución de un “objetivo” de interés general que prime sobre las exigencias de la libre circulación de mercaderías. Estos objetivos son enumerados en el considerando 8E de esta sentencia, incluyendo entre ellos a la “eficacia de los controles fiscales”, “la lealtad de las transacciones comerciales” y la “defensa de los consumidores”. Pero la existencia de una exigencia imperativa que justifique una reglamentación restrictiva está sujeta a condiciones muy estrictas: debe ser apropiada y no excesiva respecto al fin perseguido, debe existir una relación de causa-efecto entre la reglamentación y la exigencia imperativa y no debe existir otro medio de obtener el mismo fin con menor daño a la libre circulación de mercancías (20) Asimismo en el art. 36 del Tratado de las Comunidades Económicas Europeas se contemplan algunos supuestos de excepción. Los bienes cuya protección garantiza el art. 36 se pueden agrupar de la siguiente manera: Jurisprudencia de Mendoza - orden público, moralidad pública y seguridad pública; - salud pública; - patrimonio artístico; - propiedades inmateriales o especiales. 221 En el As. 121/85 “Conegate/HMCustoms” el Reino Unido alegó razones de moralidad pública para impedir la introducción en su territorio de “muñecas inflables” fabricadas en Alemania. Conforme al art. 40 de la custom’s Act de 1876, se consideraba que dichos objetos eran obscenos por lo que se decomisó el embarque. Pero resulta que las mismas también se fabricaban y comercializaban en el Reino Unido sujetas a una serie de condicionamientos. El TJCE decidió en su sentencia que :” un Estado miembro no puede invocar razones de moralidad pública , para sujetar la importación de determinadas mercancías a una prohibición alegando que son indecentes u obscenas, cuando esas mismas mercancías pueden fabricarse libremente en su territorio y cuando su comercialización en dicho territorio está sometida únicamente a una prohibición absoluta de envío por correo, a una restricción relativa a su exhibición en público y, en determinadas regiones a un régimen de autorización de las tiendas habilitadas para vender estas mercancías a clientes de 18 años o más”. Los casos de las cervezas griegas y alemanas y de la pasta italiana: las legislaciones alemana y griega contenían dos normas susceptibles de ser consideradas MEE: la reserva de la denominación genérica “cerveza” a las elaboradas a partir de las materias primas enumeradas en su legislación y la prohibición absoluta de comercializar cervezas que contuviesen aditivos. Se invocaba en el primer caso, la protección de los consumidores, y en el segundo, la defensa de la salud pública. Por su parte, Italia tenía una legislación que prohibía la comercialización de pastas secas elaboradas con trigo blando o con mezcla de trigo blando y duro. Sólo admitía la comercialización de pastas elaboradas en base a trigo duro y reservaba sólo a ellas la denominación “pasta”. Italia justificaba esta regulación en la protección de los consumidores, la lealtad en las transacciones comerciales, la protección de la salud pública y en exigencias relacionadas con la política agrícola .Tanto la legislación relativa a las cervezas como la de las pastas, tenían efectos muy perjudiciales para el comercio intracomunitario. La mayoría de las pastas elaboradas en otros Estados, donde se admitía el empleo en su elaboración de trigo blando, quedaban fuera del mercado italiano; la mayoría de las cervezas elaboradas fuera de Alemania y de Grecia contenían aditivos o se obtenían a partir de sustancias diferentes a las admitidas en dichos países, por lo que también se le vedaba su ingreso. El TJCE mantuvo la jurisprudencia sentada en los As. Dassonville y Cassis de Dijón “…es MEE toda reglamentación comercial de los Estados miembros susceptible de obstaculizar directa o indirectamente, actual o potencialmente, el comercio intracomunitario y que, en ausencia de una reglamentación común sobre la comercialización de los productos, los obstáculos a la libre circulación comunitaria deben aceptarse en la medida en que la reglamentación, indistintamente aplicables a los productos nacionales y a los importados esté justificada por razones imperativas, sea proporcionada al fin perseguido y se opte por la solución que cause menor perjuicio a la libre 222 Jurisprudencia de Mendoza circulación de mercancías.” El Tribunal entendió que ninguna de las condiciones que habilitan este tipo de restricciones se daban en los casos planteados, ya que en cuanto a la necesidad de informar adecuadamente a los consumidores, esa posibilidad puede ser asegurada por medios que no restrinjan la libre circulación de las mercancías y especialmente mediante la colocación obligatoria de un etiquetado adecuado. En cuanto al intento de escudar las prohibiciones en la salud pública el Tribunal admite que los Estados, en ausencia de una reglamentación comunitaria, decidan el nivel de protección que desean para la vida y la salud de las personas, pero “teniendo en cuenta siempre las exigencias de la libre circulación de mercancías en el interior de la Comunidad y siempre que se limite a lo estrictamente necesario para salvaguardar la salud. En consecuencia concluyó que las legislaciones cuestionadas no respondían a éstas características por lo que no podían constituir excepciones en el sentido del art. 36 y estaban prohibidas por el art. 30”. Finalmente entre los casos en que el Tribunal se encontró con una invocación de la defensa de los consumidores, fue el As. “Gilli y Andrés”, relativo a la reglamentación italiana que prohibía la comercialización en el país de vinagre que no fuera extraído de vino. La ley italiana del año 1964, era aplicable tanto a los productos italianos como a los importados y su infracción acarreaba sanciones penales de multa y de prisión. Herbert Gilli era un importador de productos alimenticios de la provincia italiana de Bolzano y Paul Andrés un comerciante residente en la misma provincia. En un proceso penal seguido por infracción a esta ley, se le reprochaba la puesta en circulación para la venta de vinagres de origen alemán no obtenidos a partir de la fermentación del vino sino de las semillas. Gilli se defendió invocando el art. 30 del TCCE y argumentando que la ley penal italiana constituía una medida de efecto equivalente a una restricción cuantitativa a la exportación. El gobierno italiano defendía está ley, argumentando la defensa de los consumidores, la protección de la salud pública y la lealtad en las transacciones comerciales. El TJCE, reiteró la jurisprudencia anterior, expresando además que el vinagre obtenido a partir de las semillas no es nocivo para la salud y, mientras en su etiqueta se explique suficientemente su origen no se confundirá a los consumidores. Por lo que, en el caso, ni la protección de la salud pública, ni la lealtad en las transacciones comerciales, ni la defensa de los consumidores justificaba una restricción al producto (cons. 7 y 8). (21) Laudos arbitrales del Tribunal Ad Hoc MERCOSUR (TAHM): I) Laudo arbitral sobre licencias de im portaciones, 28/04/99. La controversia se originó en que la República Argentina, cuestionaba la vigencia y aplicación de los Comunicados 37/97, 7/98 y 23/98 de la República Federativa de Brasil, por ser manifiestamente incompatibles con los compromisos establecidos en el TA y en la normativa MERCOSUR aprobada en consecuencia., solicita que se disponga que el Brasil debe eximir a las exportaciones originarias y provenientes del MERCOSUR de los requisitos de las Licencias no automáticas (LNA) o Licencias automáticas con condiciones (LCA), establecidos en los comunicados objeto de la controversia. Sostiene que los comunicados en cuestión han Jurisprudencia de Mendoza 223 incrementado el número de capítulos y productos de la Nomenclatura Común MERCOSUR ( NCM), sujetos a LNA o LAC, y que dichos comunicados atentan contra los principios y propósitos del TA y afectan la reciprocidad. La exigencia de LNA o LAC viola el compromiso de eliminar las restricciones no arancelarias. La reintroducción de restricciones y nuevas exigencias resultan violatorias del compromiso de stand still, dichas exigencias implican incumplimiento y la sucesión de incumplimientos perjudica el proceso de integración del MERCOSUR. La reclamada sostiene que los comunicados en cuestión incluyen alteraciones en el tratamiento de las licencias de un número infinitamente menor que el pretendido por Argentina. Estos consolidan diversos controles (sanitarios, fitosanitarios, seguridad) preexistentes y en muchos casos agilitan su aplicación evitando por ejemplo, que se realicen en la frontera. La reclamante no presenta elementos de prueba que permitan inferir una restricción al comercio. Que el Comunicado 23/98 no altera la estructura del sistema de licencias de importación y que por el contrario asegura la transparencia del mismo. El TA: depende para su ejecución de la adopción gradual de normas con compromisos específicos. Las Decisiones 3/94 y normas posteriores distinguen entre medidas y restricciones no arancelarias y las tratan de la manera siguiente, no todas deben ser eliminadas deben ser tratadas caso por caso, pues no hay tratamiento genérico, ni reglas generales. El TAHM concluye en que se deben eliminar los aranceles y las RNA en su totalidad. Que la aplicación de las licencias automáticas son compatibles con el sistema normativo MERCOSUR en tanto no contengan prohibiciones o procedimientos y se limiten a un registro operado sin demora durante el trámite aduanero. Las licencias no automáticas sólo son compatibles en tanto correspondan a medidas adoptadas bajo las condiciones y con los fines del Tratado de Montevideo 80 (ALADI). III) Laudo arbitral sobre salvaguardias en el comercio intrabloque, 10/03/00. En este laudo la República del Brasil, reclama que la Resolución 861/99 del Ministerio de Economía de la RA., que establece cupos anuales sobre textiles de algodón de Brasil, es una medida contraria e incompatible con el libre comercio acordado con los Estados miembros del MERCOSUR y que tiene carácter discriminatorio porque favorece a otros países fuera de la unión aduanera en detrimento de Brasil. La reclamada contesta que en principio, el régimen de solución de controversias del MERCOSUR no es aplicable en este caso porque no hay norma que regule el objeto de la controversia sobre examen y por lo tanto no hay conflicto. El TAHM una vez que define que es una controversia y que se declara competente para entender en el asunto, fundándose en la normativa MERCOSUR y en los antecedentes jurisprudenciales del TJCE, resuelve que la Resolución cuestionada por el Brasil es incompatible con el Anexo IV del TA y con la normativa MERCOSUR y que por tanto deberán ser revocados. IV) Laudo arbitral sobre aplicación de medidas antidumping contra la exportación de pollos enteros provenientes de Brasil: La República del Brasil como reclamante considera que la Resolución ME 574/00 y los procedimientos de investigación antidumping en los que se basa no son compatibles con la normativa MERCOSUR sobre investigación y aplicación de derechos antidumping en el comercio entre los Estados Partes del MERCOSUR. . Brasil sostiene que las dos vertientes fundamentales para caracterizar al MERCOSUR como una Unión Aduanera son por un lado la liberalización del comercio entre los EPM con la eliminación de las restricciones 224 Jurisprudencia de Mendoza arancelarias y no arancelarias y por otro lado la adopción de políticas comerciales comunes frente a terceros mercados (AEC). Las medidas antidumping según la doctrina son incompatibles con esquemas de integración regional y según el GATT una unión aduanera implica la eliminación de los aranceles y de otras reglamentaciones restrictivas del comercio entre los territorios que lo componen. La República Argentina defiende su posición sosteniendo que los procedimientos de investigación antidumping y la Resolución 574/00 no están sujetos a normativa MERCOSUR sino que se hallan regulados por la legislación nacional. La resignación de la potestad de aplicar la legislación nacional tiene que ser expresa lo que no ocurre en el caso. Ninguna norma MERCOSUR o nacional habilita a un Tribunal Arbitral del MERCOSUR a revisar procedimientos adoptados por EPM bajo su legislación nacional. El TAHM afirma la procedencia de aplicar el PB en el caso, por el solo hecho de que Argentina y Brasil discrepen sobre la existencia o no de normas del MERCOSUR que regulen la investigación del dumping intrazona y la aplicación de medidas antidumping, así como el eventual alcance de esas normas, determina claramente la existencia de una controversia en los términos del PB (art. 1), o sea sobre la interpretación, aplicación o incumplimiento de las normas del MERCOSUR y hace aplicable el sistema de solución de controversias. El tribunal sostiene que, aún cuando el procedimiento antidumping puede estar destinado efectivamente a contrarrestar una conducta comercial desleal, también puede ser utilizada como recurso de naturaleza comercial y de corte proteccionista, para impedir o limitar las importaciones desde otros mercados regionales y, así, evitar la competencia con la producción nacional. El tribunal concluye que no hay normas específicas del MERCOSUR, vigentes, que regulen el procedimiento de investigación de dumping y aplicación de medidas antidumping intrazona. Sin embargo hay normas vigentes, aplicables al caso, contenidas en el TA, su Anexo I y el Régimen de Adecuación final a la Unión Aduanera que consagran la libre circulación de bienes a partir del 31/12/99 y prohíben por consiguiente la aplicación de aplicación de restricciones de cualquier naturaleza al comercio intrazona salvo las excepciones expresas de normas vigentes. V) Laudo del tribunal arbitral “ad hoc” de Mercosur constituido para entender de la controversia presentada por la República Oriental del Uruguay a la República Argentina sobre “restricciones de acceso al mercado argentino de bicicletas de origen uruguayo” Que la República Argentina abrió un complejo y confuso proceso de cuestionamiento del origen de uno, y en definitiva de todos, los modelos de bicicletas de la empresa Motociclo, S.A., desviando y violando flagrantemente las normas aplicables en materia de origen y el objeto y fin de las mismas. Para la República Oriental del Uruguay “las medidas tomadas por Argentina por cuestiones vinculadas al origen y al procedimiento de selectividad para el control de valor aduanero de bicicletas. exportadas desde Uruguay hasta Argentina constituyeron, en principio, dificultades irregulares y en definitiva un total, dilatado e ilegítimo impedimento de acceso a Argentina de aquellos productos en abierta violación del conjunto normativo MERCOSUR.” En ese sentido, la República Oriental del Uruguay considera que la República Argentina “ha violado en especial las Decisiones CMC NE 6/94, NE16/94, NE17/94 y NE22/00, así como el artículo 1 del Tratado de Asunción y los artículos 1 y 10.2 del Anexo I del Tratado de Asunción.” Por su parte la República Argentina considera infundadas las argumentaciones presentadas Jurisprudencia de Mendoza 225 por la República Oriental del Uruguay por entender que las acciones que aquélla reprocha resultan ajustadas al Reglamento de Origen; se justifican en aras al derecho de verificación; la materia de verificación estuvo adecuadamente acotada; hubo adecuada comunicación interinstitucional; los procedimientos utilizados no fueron ni anómalos ni desviados ni de intención dilatoria; la República Oriental del Uruguay dejó sin respuesta satisfactoria consultas y aclaraciones formuladas; considera viable la verificación de Certificados de Origen, que no hacen plena fe “per se”. Por todo ello concluye la República Argentina negando terminantemente haber incurrido en violación de la Normativa MERCOSUR que le imputa la República Oriental del Uruguay y solicita “…que se rechace la demanda de Uruguay en todos sus términos...” y, que declare que las acciones tomadas por el Gobierno de la República Argentina con el objeto de ejercer su legítima atribución de control sobre el origen y el valor de las bicicletas exportadas de Uruguay, respetan fielmente la Normativa MERCOSUR aplicable a la materia” Declárase que la resolución de la República Argentina comunicada con fecha 23 de enero de 2001, por la cual se aplica el tratamiento arancelario extrazona a las mercaderías exportadas por la empresa Motociclo S.A. es violatoria de la normativa MERCOSUR, por la cual: a) Se revoca y deja sin efecto la referida resolución; b) Se hace saber a la República Argentina que deberá permitir el libre acceso al mercado interno, como mercadería intrazona, a las bicicletas objeto de la presente controversia exportadas desde Uruguay por la empresa Motociclo S.A., que tengan certificados de origen uruguayo; c) Lo resuelto deja intacta la posibilidad de que la República Argentina, para futuros certificados de origen, pueda utilizar eventualmente los procedimientos de verificación establecidos en el Reglamento de Origen MERCOSUR. VI) Laudo Arbitral sobre “Prohibición de Im portación de Neum áticos Remoldeados (Remolded) Procedentes de Uruguay”. Uruguay, como parte Reclamante, manifiesta: Que el objeto de la controversia está constituido por la Portaria de la Secretaria de Comercio Exterior del Ministerio de Desarrollo, Industria y Comercio Exterior (SECEX) No.8/00 de 25 de setiembre de 2000 que dispuso la no concesión de licencias de importación de neumáticos recauchutados y usados clasificados en la posición 4012 de la Nomenclatura Común del Mercosur (NCM), sea para consumo o uso como materia prima (Recaudos I, doc.1) como asimismo por otros actos normativos o medidas que directa o indirectamente impidan el acceso de esas mercaderías al mercado brasileño. Brasil, como parte Reclamada, manifiesta: Que el objeto de la controversia debe limitarse a la Portaria SECEX No.8/00, puesto que fue la única tenida en cuenta en las fases anteriores al procedimiento arbitral previsto en el Protocolo de Brasilia, no siendo razonable, so pena de romper el equilibrio entre las Partes involucradas, admitir, en esta fase, la introducción de hechos nuevos que viniesen a ampliar el espectro de la reclamación; citando a favor de su afirmación la posición adoptada por dos Tribunales Ad-Hoc que actuaron en reclamos precedentes. El Decreto No. 3919/01 y la Portaria INMETRO No.133/01 fueron adoptados por distintos órganos en el contexto de medidas que tienen relación con el medio ambiente y la protección de consumidores respectivamente, y por lo tanto no podrían ser calificados como medidas modificativas de dicha Portaria SECEX No 8/00. Asimismo, la inclusión de “toda otra medida tendiente a obstaculizar el acceso al territorio brasileño y la comercialización interna de tales mercaderías” en el objeto de la controversia, deja indefinido este objeto, impidiendo una adecuada defensa de la legalidad de estas medidas a la luz 226 Jurisprudencia de Mendoza de los compromisos del MERCOSUR. El TAHM resuelve que respecto a la eliminación de restricciones según la normativa fundacional del MERCOSUR, el Artículo 1 del Tratado de Asunción expresa que, “…Este Mercado Común implica - La libre circulación de bienes, servicios y factores productivos entre los países, a través, entre otros, de la eliminación de los derechos aduaneros y restricciones no arancelarias a la circulación de mercaderías y de cualquier otra medida equivalente… ”. De acuerdo a lo dispuesto por el Artículo 2, del Anexo I al Tratado de Asunción, se entenderá por “restricciones”, cualquier medida de carácter administrativo, financiero, cambiario o de cualquier naturaleza, mediante la cual un Estado parte impida o dificulte, por decisión unilateral, el comercio recíproco…”. La prohibición de imposición de restricciones o “medidas de efecto equivalente” en el MERCOSUR posee un carácter absoluto, o sea, no puede ser empleada por un Estado miembro aunque la “medida” no se destine a la discriminación del producto extranjero. Ese tipo de norma es esencial en un sistema de integración regional. Que a partir de actos concluyentes de distintos órganos públicos del Estado Brasileño, quedó acreditado que los neumáticos recauchutados (remoldeados) no fueron considerados como usados y por lo tanto no quedaron comprendidos en la prohibición de importación de neumáticos usados; que la Decisión 22/00 impone a los Estados Partes la obligación de no adoptar medidas restrictivas al comercio recíproco; que la Portaria No. 8/00 es posterior a la Decisión 22/00, e impone nuevas restricciones al comercio recíproco existente; VII) Laudo arbitral sobre “Obstáculos al ingreso de productos fitosanitarios argentinos en el m ercado brasileño. No incorporación de las Resoluciones Consejo Mercado Com ún NE 48/96,87/96,149/96 156/96 y 71/98 lo que im pide su entrada en vigencia en el MERCOSUR”, Paraguay 19/04/02. En el caso la República Argentina alega que la República Federativa de Brasil incumple con la obligación de incorporar a su ordenamiento la normativa MERCOSUR adoptada cuatripartitamente en materia de comercialización de productos fitosanitarios en el MERCOSUR. Esta actitud viola el principio de la libre circulación de bienes en la región al imponer restricciones registrales que fueron eliminadas al acordarse un sistema de registro abreviado y que incumple con la obligación de reciprocidad. La República Federativa de Brasil se defiende diciendo que si bien reconoce la existencia de dicha obligación, la misma es una obligación sin plazo. Que el art. 1E del Tratado de Asunción no veda la adopción de medidas necesarias para la protección de la salud, el medio ambiente y la seguridad de la población y que el sistema brasileño no es un sistema discriminatorio porque se aplica de manera idéntica a empresas nacionales como extranjeras. El TAHM dijo que la obligación de incorporación establecida en los artículos 38 y 40 del POP, distingue entre las nociones de obligatoriedad y vigencia de las normas que componen el derecho derivado del M ERCOSUR. La obligatoriedad para los Estados Partes Miembros rige desde su aprobación y la vigencia se produce simultáneamente en todos los Estados Partes cuando todos ellos han dado cumplimiento al procedimiento del art. 40 – ello ha sido dicho en laudos anteriores Jurisprudencia de Mendoza 227 del TAHM, (caso pollos)- Dice además que no existen obligaciones sin plazo y que la ausencia de previsiones normativas en este sentido debe colmarse con otras normas o principios jurídicos. Pueden existir lagunas en la norma, más no existen lagunas en el Derecho. El art. 19 del POP establece que son fuentes normativas las disposiciones del Tratado de Asunción, los acuerdos celebrados en el marco del mismo, las Decisiones del Consejo Mercado Común, las Resoluciones del Grupo Mercado Común y principios y disposiciones del Derecho Internacional en esta materia. Así también los principios pacta sunt servanda, buena fe y razonabilidad. El principio pacta sunt servanda tuvo su origen en el Derecho Romano y fue receptado en la Convención de Viena. Entiende el tribunal que una obligación carente en absoluto de plazo violenta estos principios, por lo que le incumbe al intérprete llenar este vacío normativo. No es razonable una postergación de casi seis años, por lo que hay incumplimiento por parte de Brasil de la obligación contemplada en los arts. 38 y 40 del POP. Concluye declarando que hay una situación de incumplimiento y ordena que en 120 días Brasil incorpore la normativa en cuestión. IX) Laudo arbitral sobre “Incompatibilidad del Régimen de Estímulo a la Industrialización de Lana otorgado por Uruguay establecido por ley 13695/68 y Decretos Complementarios con la Normativa MERCOSUR que regula la aplicación y utilización de incentivos en el comercio intrazona”. 4/04/03. La República Argentina sostiene que la bonificación otorgada a las exportaciones de los productos industrializados de lana mediante la ley uruguaya 13695 del año 1968 y Decretos complementarios, están prohibidos en el comercio intrazona, de acuerdo con lo dispuesto en la normativa MERCOSUR. Asimismo el acuerdo celebrado en 2000 para la eliminación gradual de este régimen ha sido incumplido por Uruguay. Uruguay se defiende diciendo que no ha violado el Tratado de Asunción por cuanto éste habla de una implementación gradual de los principios que hacen a la concreción final del MERCOSUR y que la Decisión Consejo Mercado Común 10/94 no ha sido violada porque está sujeta a una condición suspensiva fijada en la Decisión 31/00 del mismo Consejo y que finalmente Argentina ha violado el entendimiento del 13/12/00 al implementar medidas de análoga naturaleza a aquélla que Uruguay se había comprometido a desmantelar, aflorando así una “excepción de inejecución”. El TAHM ha dicho que el tal estímulo constituye una subvención que contradice la Decisión 10/94. Que la Decisión 31/00- Relanzamiento del MERCOSUR- no es una condición suspensiva, sino que por el contrario lo que quiso hacer el Consejo Mercado Común fue avanzar y profundizar el proceso de eliminación de las excepciones vigentes. Declara la incompatibilidad del Estímulo el art. 12 de la Decisión del Consejo Mercado Común 10/94 y la plena vigencia de ésta y dispone que la reclamada debe eliminarlos en el plazo de quince días de la notificación del laudo.(22). Conclusiones: Jurisprudencia de Mendoza 228 - De conformidad a lo reseñado a lo largo de este trabajo, entiendo que el proceso MERCOSUR, se encuentra en muy buen camino hacia su institucionalización definitiva en el plazo fijado para el año 2006; - La labor de los Tribunales Arbitrales Ad Hoc, ha sido meritoria a pesar de las limitaciones que implica el carácter de intergubernamentalidad de los mismos, ya que han señalado con precisión que la eliminación en el marco del Mercado Común de las Restricciones no Arancelarias o Medidas de Efecto Equivalente constituyen un principio absoluto al que no pueden sustraerse los Estados Partes. - La declaración expresa de la existencia de un Derecho MERCOSUR, tanto originario como derivado (comunitario), denominado de manera genérica normativa MERCOSUR y su obligatoriedad para los Estados Partes del derecho derivado, desde el momento de su adopción en el seno de sus instituciones, tanto Consejo Mercado Común, Grupo Mercado Común y Comisión de Comercio del MERCOSUR. - La necesidad de la incorporación en las legislaciones nacionales de los Estados Partes, del. derecho denominado derivado, para la vigencia simultánea en todos los Estado Partes, pero en plazos que sean razonables y dando cumplimiento con el principio pacta sunt servanda, y de la buena fe, conforme lo establecido en los artículos 38 y 40 del Protocolo de Ouro Preto. 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OPPERTI BADAN, Didier, “Sistema de solución de controversias en el MERCOSUR, J.A. 1999. 844). Jurisprudencia de Mendoza 229 12. (Conf. Perotti ob. Cit. Pág. 118/119). 13. (Conf. Ortega José Emilio y Brizio Jacqueline Erica, “Integración y solución de conflictos: perspectivas y propuestas para el MERCOSUR”, LL, Rev. De Derecho del MERCOSUR, nE2, abril de 1999, pág.67). 14. ( Conf. BRASIL FRENTE A LA INSTITUCIONALIZACIÓN Y EL DERECHO DEL MERCOSUR, Dreyzin de Klor, Adriana y Fernández Arroyo, Diego, Revista de Derecho Privado y Comunitario, 2003/3, ED RUBINZAL CULZONI, Sta. Fe 9/02/04 págs. 555/593).(SEGURIDAD JURIDICA EN EL MERCOSUR, LA INTERPRETACIÓN UNIFORME DEL DERECHO COMUNITARIO, Kleinheisterkamp Jan, RC, 22000/1, págs. 535/578). 15. ( Baptista Luiz Olavo, “O Mercosul: suas institucoes e ordenamiento juridico, Ed. LTr.San Pablo, 1998, págs. 95 y154). 16. (Ekmekdjian, Miguel Angel, Introducción al Derecho Comunitario Latinoamericano, Depalma, Bs. As. 1994, pág.229). En el mismo sentido Midón, Mario A. Derecho de la Integración, Rubinzal Culzoni, Sta. Fe, 1998, pág.340). 17. (Czar de Salduendo, Susana, “Solución de controversias en el Mercosur: Reglamentación del Protocolo de Brasilia”, Ed, 29/03//99, p. 104). 18. ( Pallarez, Beatriz y Aragon, Enrique “Problemas procesales en el ámbito del MERCOSUR , Ediciones Ciudad Argentina, 1998, p.274). 19. ( Opertti Badan, Didier, “Sistema de solución de controversias en el MERCOSUR”, JA., 4/8/99, p.844). 20. (López Lecube, Alejandro, “La sentencia Cassis de Dijón: un hito en la evolución jurisprudencial del Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas”. LL. T1992-E, Sec. Doctrina págs 1077 y ss.). 21. (Conf. Donicelli Juan Luis y Lopez Lecube Alejandro, “La libre circulación de mercancías en la comunidad económica europea, aspectos jurídicos”, LL, T1992 –D, págs. 1273 y ss.). 22- http://www.mercosur.org.uy/español-snor/varios/otros-26/03/04 Jurisprudencia de Mendoza 230 RELECTURA JURÍDICO-CONSTITUCIONAL DEL CAPÍTULO III DEL TÍTULO I DE LA CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA Por JOSÉ LUIS PRADA FERNÁNDEZ DE SANM AM ED Profesor de D.Constitucional de la Universidad de LagunaTenerife- Islas Canarias- España SU M ARIO 1.- H ISTORIA CO M PA RA D A BÁ SICA D E LO S DERECH O S FUN D A M ENTA LES IN D IV ID U A LES Y D E LO S D E R ECH O S D E CA RÁ CTER SO CIA L . 2.- P RECISIO N ES CON STITUC IO N A LES EN TORN O A LOS PRINCIPIO S RE CT O RES DE LA POLÍTICA SOCIAL Y ECONÓ M ICA . 3.C LASIFICACIÓ N Y D ESA RRO LLO LEG ISLA TIVO DE LO S PRIN CIPIOS R ECTORES DEL C APÍTULO III D EL T ÍTU LO I D E LA C O N STITU CIÓ N . 4.- C ONCLUSION ES JURÍDICO - CO N STITUC IO N A LES Y JURÍDICO - PO LÍTIC A S S O BRE LO S PRIN CIPIOS RECTO RES D E LA PO LÍTICA SO CIA L EN LA REA LID A D CO N STITU CIO N AL ESPA Ñ OLA A CTUA L . El asunto del que vamos a ocuparnos es una cuestión que tiene su precedente más antiguo con las proclamaciones de las Declaraciones de derechos, es decir, con el nacimiento del constitucionalismo europeo de los derechos y libertades, que en España se mantuvo disputada hasta el primer tercio del siglo X IX y que ahora se ha reproducido con respecto a nuestra constitucionalización del Capítulo III del Título I del tercer apartado del artículo 53. Los «Principios rectores de la política social y económica» enunciados en el Capítulo Tercero del Título Primero de la Constitución española de 1978 constituyen un asunto constitucional de interpretación debatida, pero antes de adentrarnos en esas discusiones queremos referirnos a un par de consideraciones doctrinales para enmarcar nuestra re-lectura 1. Hay una doctrina autorizada (P. Lucas Verdú, P. de Vega y F. M üller) que concibe lo 1 El origen de estas páginas fue la amable invitación del Profesor Aragón —y a la vez reto— para colaborar con un escrito bastante más breve y didáctico en un ambicioso y tecnológicamente innovador Manual de Derecho Constitucional que dirigió en internet (iustel.com) en 2002. Esta re-lectura, en cambio, es un trabajo corregido, aumentado y madurado, bastante diferente del anterior. Jurisprudencia de Mendoza 231 constitucional como englobante de dos elementos: la normatividad y la realidad constitucionales 2. Por nuestra parte, nos vamos a ocupar sólo de un sector de la realidad constitucional de los «principios rectores de la política social y económica», y advertimos que nuestras fuerzas únicamente nos permiten por ahora desarrollar el primer nivel de la realidad subconstitucional, en su vertiente legislativa y en una parte de la jurisprudencia constitucional. Anunciamos también que trataremos de la cuestión desde un cierto constitucionalismo beligerante, en el sentido de defender la normatividad plena de este sector constitucional3; combatividad algo inoportuna, por los vientos que corren en España, en Europa y en el mundo 4. Sin embargo, la necesidad de esta beligerancia 2 El primero en Curso de Derecho Político, Madrid, Tecnos, 1984, vol. IV , p. 145, el segundo en La reforma constitucional, Madrid, Tecnos, 1985, pp. 194-195, y el tercero — que prefiere la distinción entre programa y campo normativo— en «Tesis acerca de la estructura de las normas jurídicas», REDC, 27, 1989, p. 122 y ss., y en Discours de la méthode juridique, París, PU F , 1996 (aunque la versión alemana es de 1993), pp. 186 y ss. y 263 y ss. 3 Seguimos así, en cierto modo, sugerencias de C. D E C ABO , «Democracia y derecho en la crisis del Estado social», Sistema, 118/119, 1994, pp. 76-77. 4 Estamos refiriéndonos a la llamada «crisis del Estado social», que, si para C. O FFE , (Contradicciones en el Estado del Bienestar, Madrid, Alianza, 1990, p. 137) y para C. D E C ABO tienen su origen en la crisis económica que sucedió a comienzo de los años setenta (Teoría histórica del Estado y del Derecho Constitucional, Barcelona, PPU , 1993, vol. II , p. 337), para nosotros, tiene otras concausas o manifestaciones superestructurales que agravaron esa crisis tales como: los primeros ataques frontales al Estado social que se produjeron al comienzo de la década de los años ochenta encabezados por un neoliberalismo de cuño anglosajón cuyos exponentes más conocidos fueron la Primera Ministra británica Thatcher, y los Presidentes norteamericanos Reagan y Bush (senior); a continuación es obligado recordar el desmoronamiento del Estado soviético y el derrumbamiento de las realizaciones del «socialismo real» europeo, pues este hecho histórico, acaecido entre 1989-1991, permite la propagación sin disfraces de un ideario ultraliberal antagónico al del Estado social; también es preciso señalar que, examinando en su conjunto el Programa Europeo de Convergencia y su Plan de Estabilización, en gran medida representó la incorporación de un neoliberalismo contrario al intervencionismo estatal y a varios de los postulados del Estado social. Se puede añadir la «revolución conservadora», capitaneada en los USA por Gingrich y Dole en 1994 y que tal vez continúe el actual Presidente Bush; paradójicamente se puede citar también que Clinton preconizó una «tercera vía», que fue secundada en Europa por dirigentes socialdemócratas como Blair, Schröeder y D’Alema y que parecía querer imponer en Europa el modo liberal y norteamericano de entender el Estado social. De modo general, la globalización (o mundialización, en su variante francesa) en que significa el despliegue de un renovado capitalismo salvaje en un mercado mundial y cada vez más conforme con las reglas del libre comercio.Y, en particular, también se puede mencionar que el sentido más profundo de ese gran proyecto italiano de reformas constitucionales e institucionales parece ser una rectificación neoliberal de la Constitución (así lo señalamos en «Introducción a las reformas institucionales italianas», REP, 107, 2000, p. 127) y, en suma, los triunfos electorales del centro-derecha en la Europa occidental, que confirman que permanecemos en esa crisis. Para Jurisprudencia de Mendoza 232 es una de las primeras reglas que se aprende desde el conocimiento de la historia de los derechos fundamentales y de las peculiaridades garantistas judiciales españolas con respecto al derecho constitucional comparado, como a continuación se comprobará. 1. H ISTO RIA ELEM EN TA L CO M PA RA D A D E LO S D ERECH O S FU N DA M EN TA LES IN D IV ID U ALES Y D E LO S D ERECH O S D E CA RÁ CTER SO CIA L 1.1. Apuntes de la historia comparada de los derechos fundamentales individuales. Sea bajo la fórmula francesa de «libertades públicas» 5 o de la alemana de «derechos públicos subjetivos», este tipo de derechos surge históricamente con la forma del Estado liberal, pues no en vano constituyen la parte más esencial de la dimensión material de su Estado de Derecho en aquella fase dialéctica con el absolutismo, por lo que se configuran como el rasgo esencial comparativamente singularizador frente al precedente Estado absoluto. No obstante, en su primera aparición se muestran como unos derechos subjetivos de m arcado carácter individual frente al Estado, razón por la cual se deben proclamar en Declaraciones ad hoc, o incluirse en la parte dogmática de las primeras Constituciones 6. Para dar cuenta referencial con lo que sigue, comenzarem os por la primera construcción dogmática de los derechos públicos subjetivos atribuida a la Escuela alemana de Derecho Público, y especialmente a Georg Jellinek 7. Para elaborar su noción, Jellinek utilizó como referente la noción más detalles acerca de la crisis del Estado social véase C. DE CABO , La crisis del Estado social, Barcelona, PPU , 1986, J. H A BERM A S , Ensayos políticos, Barcelona, Península, 1988, p. 113 y ss.; R. R. A LFO N SÍN , «Prólogo» a J.F. A RM A G NAG U E , Constitución de la Nación argentina. Comentada, anotada y concordada, Mendoza, ED Cuyo, 1999, págs. 11-26; y R. S Á N CH EZ F ERRIZ , El Estado constitucional y su sistema de fuentes, Valencia, Tirant, 2000, pp. 188-208. 5 Acerca de esta noción remitimos a P. B RA U D , La notion de liberté publique en Droit français, París, LG D J , 1968, J. R OBERT , Libertés publiques, París, Eds. Montchrestien, 1977, J. M O RA N GE , Las libertades públicas, México, FCE , 1981 (2ª ed.) y P.A V RIL Y J. G ICQ U EL , voz «Libertés publiques», Lexique. Droit Constitutionnelle. París, PU F , p. 75. 6 Es sabido que la distinción entre la parte dogmática y la parte orgánica es una característica ancestral de la doctrina española, pues se atribuye a Giner de los Ríos y Calderón (apud G. P ECES -B ARBA , «Los derechos fundamentales en la cultura jurídica española», Anuario de Derechos Humanos, 1, 1981, p. 177); si bien también se debe recordar que trató de combatirla L. J IM ÉNEZ D E A SÚ A , Proceso histórico de la Constitución de la República española, Madrid, Ed. Reus, 1932, p. 47. 7 System der subjektiven öflentlichen Rechte, Tubinga, 1905, 2ªed; sobre su construcción vid. E. C A SSETTA , s.v. «Diritti pubblici subbiettivi», en Enciclopedia del Diritto, Milán, Giuffrè, 1964, t. X II , pp. 792-794. Jurisprudencia de Mendoza 233 de los derechos subjetivos privados que ya se daban entre los particulares y, en consecuencia, empezó procediendo a una mutación revolucionaria de la Teoría del Estado al reconocerle a éste personalidad jurídico-publica 8, de tal modo que ya cabía concebir situaciones subjetivas y una relación jurídica del Estado con el ciudadano, siendo el sujeto activo la persona y el sujeto pasivo de derechos y deberes el Estado. La idea más arraigada en Jellinek es presentar los derechos individuales como límites frente al Estado. A continuación indicó tres criterios para caracterizar esos nuevos derechos públicos subjetivos que giraban todos en torno a la libertad y que, por eso, se identifican a veces llanamente como derechos de libertad (status libertatis). El criterio orgánico, puesto que el sujeto pasivo siempre habría de ser el Estado. La dimensión material, pues el derecho público subjetivo consistía en la creación de un ámbito de la autonomía privada de la persona que el Estado no podía invadir, por lo que esta dimensión del derecho público subjetivo era esencialmente negativa y pretendía la abstención frente a cualquier intervencionismo estatal. Por último, añadió una garantía formal e instrumental: los derechos públicos subjetivos eran los únicos reconocidos y regulados en la Constitución, el acto normativo supremo. Ahora bien en lo que se refiere al origen de los derechos constitucionales individuales hay que dar cuenta de algunas diferencias entre el constitucionalismo norteamericano y francés. En la constitucionalización norteamericana de los derechos individuales predomina la idea anglosajona del Common Law y del protagonismo judicial como judge-made law y, por ende, en la gestación de derechos y, por eso, sus Declaraciones de derechos se conciben como un binomio entre Constitución y jueces y, por eso, se explica la pronta aparición en 1803 del control del Tribunal Supremo federal de la constitucionalidad de las leyes. En cambio, en el ámbito europeo, especialmente en el francés y, en su ámbito de influencia, sus imitadores, predomina la concepción de Rousseau de la ley como expresión de la voluntad general, por lo que en estos sistemas jurídicos los derechos individuales y su garantía se articula en el trinomio Constitución, ley y jueces 9, pues la ley tiene mucho que decir con respecto a su contenido. Es más, como puso de relieve E. Boutmy en su célebre polémica con Jellinek acerca de las similitudes y diferencias entre las Declaraciones norteamericanas y francesas, las primeras fueron redactadas de modo que pudieran ser invocadas ante los jueces, mientras que las segundas son piezas de oratoria, ningún Tribunal constitucional los invocará ni podrá fundamentar en ellos los considerandos de un juicio 10. Teniendo en cuenta estos precedentes no sorprende que la primera de las peculiaridades del constitucionalismo histórico español terminara siendo que los derechos constitucionales 8 Acerca de la importancia del dogma de la personalidad del Estado véanse F. D E LO S R ÍO S «Trad. de la 2ª ed. y Prólogo» a G. J ELLIN EK , Teoría General del Estado, Buenos Aires, Ed Albatros, 1978, pp. X X X - X X XI y P. D E V EG A , «El tránsito del positivismo jurídico al positivismo jurisprudencial en la doctrina constitucional», TRC, 1, 1998, pp. 69-71. 9 Coincidimos así con G. A M U CH Á STEG U I, «Introducción» a G. J ELLIN EK et al., Orígenes de la declaración de derechos del hombre y del ciudadano, Madrid, EN , 1984, pp. 49-50. 10 «La Declaración de Derechos del hombre y del ciudadano y M. Jellinek», en G. J ELLIN EK , Orígenes, pp. 131-138. Jurisprudencia de Mendoza 234 individuales, por regla general — como ha probado Romero Moreno que sucedía hasta 1929 11— y debido a la preponderancia del liberalismo moderado, no eran de inmediata aplicación, sino que precisaban de una ley que los desarrollara, para que los aplicaran los jueces, incluyendo el Tribunal Supremo; de modo que la doctrina legal imponía la doble invocación de la norma constitucional y del precepto o preceptos legales de regulación 12. Como es lógico suponer, esa fue la causa primordial de la aparición del recurso de amparo ante el Tribunal de Garantías Constitucionales frente a las decisiones de la jurisdicción ordinaria durante nuestra II República, la cual, por cierto, contaba con una Constitución en la que ya proliferaba el reconocimiento de los derechos constitucionales de carácter social13. Sin embargo, un rasgo común a los primeros derechos 11 Proceso y derechos fundamentales en la España del siglo XIX , Madrid, CEC , 1983, pp. 248 y 426-430; y en parecidos términos F. T O M Á S Y V A LIENTE , Manual de historia del Derecho español, Madrid, Tecnos, 1980 (20ª ed.), p. 457, y «Los derechos fundamentales en la historia del constitucionalismo español», Introducción a los derechos fundamentales, Madrid, Ministerio de Justicia, 1988, vol. I , p. 44; nosotros también tratamos de la cuestión en «Historia constitucional española de los derechos fundamentales y su presencia en la Constitución de 1978» en, La Enseñanza de las Ideas Constitucionales en España e Iberoamérica (Coordinado por R. Sánchez Ferriz y M. García Pechuán), Valencia, EN E Eds., 2001, p. 277, y también la ha revisado recientemente F. S A N TAO LALLA , «Consideraciones sobre la normatividad y superioridad de la Constitución », TRC, 7, 2001, p. 207 y ss. Por su parte, P. P ÉREZ T REM PS sostiene que también durante la II República el Tribunal Supremo consideraba que la Constitución careció de eficacia normativa en materia de derechos (Tribunal Constitucional y Poder Judicial, Madrid, CEC , 1985, pp. 86-87). 12 Los progresistas eran, en general, más garantistas, y así en el art. 37 del Proyecto de Constitución federal de 1874 propusieron un sistema de judicial review a lo estadounidense, con lo que, de haber prosperado, la nuestra sería la primera constitucionalización de la cuestión (este aspecto ya fue destacado por nuestro maestro el Profesro G. T RU JILLO , Introducción al federalismo español, Madrid, Edicusa, 1967, 2ª ed., p. 198; M. F RA ILE C LIV ILLÉS , Introducción al derecho constitucional español, Madrid, s. e, 1975, pp. 294-295; y P. D E V EG A , «Jurisdicción constitucional y crisis de la Constitución», REP, 7, 1979, p. 97). En cuanto a la Segunda República se articularon dos jurisdicciones en garantía de los derechos y, como hemos probado, en esa época ya estaban predispuestos todos los mecanismos reaccionales actuales en garantía de los derechos («Historia constitucional», pp. 280-282). 13 También lo afirmó así F. T O M Á S Y V A LIENTE , «Los derechos fundamentales», pp. 48-50, cuya normatividad también negaba. Adelantamos, por ahora (porque volveremos sobre la cuestión) que, de partida, compartimos la distinción de A. P ÉREZ L U Ñ O entre derechos humanos y derechos fundamentales (Los derechos fundamentales, Madrid, Tecnos, 1984, p. 46), por lo que tenemos que rechazar la noción de derechos fundamentales de R. G U A STIN I «”Derechos”: una contribución analítica (draft)», en Problemas actuales de los derechos fundamentales (Ed. de J.Mª Sauca), Madrid, Univ. Carlos III- BO E , 1994, pp. 134-136. Igualmente entendemos la normatividad de la Constitución como lo hace F. F ERN Á N D EZ S EG A DO , «Derechos fundamentales y Constitución normativa», Introducción a los derechos fundamentales, Madrid, Ministerio de Justicia, 1988, vol. I , pp. 209-210. Jurisprudencia de Mendoza 235 individuales en el constitucionalismo comparado es que originalmente no se constitucionalizan únicamente derechos individuales sustantivos o libertades públicas, sino que también se incorporan a los primeros textos constitucionales reglas jurídico-procesales, aunque con el paso del tiempo sucede que se convierten en auténticos derechos, hasta el punto de que esas reglas originarias terminan por constituir la mayoría de los derechos fundamentales (piénsese, p. ej., en la presunción de inocencia y su coesencialidad con el contemporáneo Estado de Derecho, o lo que está sucediendo ahora con la tutela judicial efectiva). 1. 2. Aproximación a los derechos fundamentales de carácter social Se terminó demostrando que con el liberalismo sólo podían disfrutar de sus ventajas unos pocos y que esas libertades eran inexistentes para los demás, que eran la inmensa mayoría, de ahí que deba abandonarse el enunciado de Spencer de The Man versus the State, y se apele al Estado como el mejor garante de los derechos de todos. Lo cual, como es sabido había sido una constante desde Hobbes, Pufendorf, Wolf, Locke, Rousseau hasta Kant 14 y después de la primera guerra mundial unos de los medios de esa protección fue el reconocimiento de los llamados derechos sociales. Los derechos constitucionales sufrirán una profunda transformación con la necesidad de implantar ese Estado de tregua que es el Estado social15, dado que los derechos sociales en sentido estricto, económicos y culturales (lo que se abrevia mediante la expresión «derechos sociales» 16) constituyen uno de los emblemas caracterizadores de la nueva forma de Estado 17. Los derechos sociales, considerados como derechos de segunda generación, son ya otro tipo de derechos, pues por lo general no se satisfacen mediante la abstención del Estado, sino que son derechos de prestación, que 14 14 Esta idea constante está vinculada a las diversas explicaciones y justificaciones del abandono del «estado de naturaleza» y su sustitución por la sociedad política; justificaciones que van desde la necesidad de superar la situación en la que homo homini lupus (Hobbes), pasando por la utilidad en razón de la seguridad (Locke) y la plenitud humana (Rousseau), hasta llegar a su justificación en la perfección ética (Hegel). Como demostración de que los autores citados en el texto coinciden en la apreciación del papel del Estado como garante de los derechos, nos limitamos a reproducir afirmaciones de D. P A SIN I , Diritto, società e Stato in Kant, Milán, Giuffrè, 1957, pp. 168-171; vd. también A.E P ÉREZ L U Ñ O , Derechos humanos, Estado de Derecho y Constitución, Madrid, Tecnos, pp. 214-215. 15 C. DE CABO lo califica como «aquel Estado en el que se produce una conciliación objetiva, un «acuerdo tácito» o «pacto entre capital y trabajo» (Teoría histórica, II , p. 334). Y es que desde una lectura marxista se podría criticar la miseria del Estado social, pues sería lícito denunciar que el Estado social no fue más que una fórmula provisional de tregua para apaciguar la virulencia de las reivindicaciones sociales, fórmula que resultó innecesaria cuando se derrumbó la alternativa competidora del Estado socialista del socialismo real en Europa. 16 Utiliza idéntica equiparación nocional I. A RA , «Los derechos de igualdad», en Introducción al estudio de los derechos humanos (Coordinada por B. de Castro Cid), Madrid, Ed. Universitas, 2003, pág. 298. 17 Entre nosotros, el fenómeno ya lo detectó C. O LLERO , El derecho constitucional de la postguerra, Barcelona, Bosch, 1949, p. 50. Jurisprudencia de Mendoza 236 exigen aportaciones por parte de él, y la fijación de los principios de la Constitución Económica, lo que le convertirá necesariamente en un Estado de gestión, intervencionista, o dirigista. La consagración histórica más solemne de este reconocimiento es la Parte Segunda de la Constitución de W eimar de 14 de agosto de 1919 «Derechos y deberes fundamentales de los alemanes», que se sistematiza en varios Títulos y cuya relectura todavía impresiona, aunque nunca se debe olvidar que esa Constitución carecía de garantías de su observancia 18. Para terminar estas apretadas referencias históricas, hay que subrayar que los rasgos contemporáneos de los derechos fundamentales son, por un lado, su eficacia frente a terceros, o la «Drittwirkung der Grundrechte» (sea ésta mediata o inmediata)19, puesto que ciertos poderes socio-económicos son de hecho más opresivos que los estatales20; y, por otro lado, la internacionalización del reconocimiento e incluso de la garantía de los derechos humanos21, lo cual tiene algo de paradójico, porque parecía que el Estado estaba 18 En esa historia también hay que incluir la Constitución de México y el Capítulo II «Familia, economía y cultura» del Título III de nuestra Constitución de 1931, que representa nuestro primer catálogo de los derechos sociales y los rudimentos de nuestra primera Constitución económica, de la que el maestro A. P O SA D A dice que su «parte dogmática traduce una ideología en la que se advierte, con las persistencias de la tradición liberal y democrática, el influjo de los momentos críticos y actuales y de las tendencias sociales y socializantes e internacionalistas, que aspiran a transformar y transforman en sus cimientos el Derecho Político» («Algunas reflexiones sobre la nueva Constitución española», Revista de Derecho Público, 5, 1932). 19 La noción como eficacia directa o inmediata (unmittelbare Drittwirkung der Grundrechte) se debe a N IPPERD EY , que la formuló en 1956; posteriormente fue atacada y sustituida por la eficacia indirecta o mediata (mittelbare Drittwirkung der Grundrechte), así, por ejemplo, G. D Ü RIG , «Comentario al artículo 1. III», en Grundgesetze-Kommentar, Munich, C.H. Beck, 1978, vol. I , núm. 132 y ss.; o simplemente fue rechazada por E. S TEIN , Derecho Político, Madrid, Aguilar, 1973, pp. 242-243, y H.-P. S CH N EID ER , «Peculiaridad y función de los derechos fundamentales en un Estado constitucional democrático», REP , 7, 1979, p. 22. 20 En España trataron de la cuestión T. Q UA DRA -S A LCED O , El recurso de amparo y los derechos fundamentales en las relaciones entre particulares, Madrid, Civitas, 1981, J. G A RCÍA T O RRES y A. J IM ÉNEZ -B LAN CO , Derechos fundamentales y relaciones entre particulares, Madrid, Civitas, 1986 (que sólo admitieron esa eficacia social u horizontal ante los jueces ordinarios, pero no ante el Tribunal Constitucional); nosotros, en su momento efectuamos un ejercicio de jurisprudencia constitucional comparada (en Contribución al examen de la transformación de la categoría de ley en los Estados Constitucionales contemporáneos, Universidad de La Laguna, 1990, tomo I , p. 513 y ss.), se debe añadir que F.F ERN Á N D EZ S EG A DO , La dogmática de los derechos humanos, Lima (Perú), Eds. Jurídicas, 1994, es un defensor a ultranza de la eficacia inmediata. Yha realizado una evaluación de su realidad constitucional actual I. G U TIÉRREZ , «Criterios de eficacia de los derechos fundamentales en las relaciones entre particulares», TRC, 3, 1999, p. 193 y ss. 21 Tanto la eficacia frente a terceros como la internacionalización de los derechos fue subrayada tempranamente por O. A LZA G A , La Constitución española de 1978. (Comentario sistemático), Madrid, Eds. del Foro, p. 147 y ss.; y en cuanto a la pronta recepción en la Jurisprudencia de Mendoza 237 desplegando cada vez mejor su cometido de garantía de los derechos fundamentales; la admisión de los derechos colectivos de las formaciones sociales portadoras de intereses difusos, o sea, de las personas asociadas frente al individualismo de los tradicionales derechos de libertad 22; así como la aparición de unos derechos que han sido calificados, por razones varias, como derechos de tercera generación 23 ( o de cuarta), entre los que se deben incluir los referentes a .la democracia paritaria o de géneros, las medidas de discriminación positiva, el alcance discutido de los derechos colectivos o de las asociaciones, la eutanasia y las cuestiones derivadas de la bioética. En este marco histórico comprimido, la evolución de los derechos constitucionales en España se significa por una peculiaridad que tienen m ucho que ver con la primera de las peculiaridades histórica de los derechos individuales, y es que, al ser una Constitución tardía posterior a la segunda postguerra, resultó ser una de las Constituciones que más detalla y precisa los rasgos del Estado social (desde el Prólogo, pasando por los arts. 1.1, 9.2, 14, el Capítulo III del Título I y llegando al Título V II ) 24. Por eso, el resurgir globalmente dominante del neoliberalismo amenaza, más que a ninguna otra, a la normatividad de la Constitución española y, en especial, a la de su Capítulo III del Título I , esto es con la realización de los principios rectores de la política social y económica que jurisprudencia constitucional de la Drittwirkung vid. L. A G U IA R D E L U Q UE , «Dogmática y teoría jurídica de los derechos fundamentales en la interpretación de éstos por el Tribunal Constitucional español», RDP, núms. 18/19, 1983, p. 27. Acerca del proceso de la internacionalización cf. Les Droits de l´homme en droit interne et en droit international, Bruselas, Presses Universitaires, 1969, y G. P ECES -B ARBA , Curso de derechos fundamentales. Teoría general, Madrid, Universidad Carlos III- BO E , 1995, p. 180 y ss. 22 En España hay un cierto debate en los medios acerca de la categoría de los derechos colectivos que enfrenta a dos áreas de conocimiento; en Italia, sin embargo, no hay inconveniente en su reconocimiento, aunque se distinguen como derechos individuales y derechos funcionales, como se puede comprobar en A. P ACE , Problematica delle libertà costituzionali. Lezioni (Parte generale), Padua, CED A M , 1985, vol. I, pp. 15-18, y en G.U. R ESCIG N O , Corso di diriritto pubblico, Bolonia, Zanichelli, 6ª ed., 2001-2002, pp. 626-636. Nosotros, nos sumamos sin reparos a esta orientación. 23 Así los califica A. T O RRES D EL M O RA L («Fundamento del sistema constitucional de los derechos», en La experiencia constitucional 1978-2000 [Direccción de G. Trujillo, L. López Guerra y P. González-Trevijano], Madrid, CEPC , 2000, p. 211); en cambio, considera de tercera generación otro tipo de derechos I. A RA P IN ILLA , (Las transformaciones de los derechos humanos, Madrid, Tecnos, reimpresión de 1994, pp. 112 y ss.), los que, a su vez, reconsidera de cuarta generación G. P ECES -B ARBA (Curso de derechos, p. 183). 24 Se cumple así la primera regla sugerida por G. P ECES -B ARB A, para los derechos de crédito frente al Estado según la cual es necesario «pasar en este campo de los programas, de los deseos y de las buenas intenciones a una regulación jurídica detallada de los derechos económicos, sociales y culturales y de, en la medida de lo posible, formularlos para que de ellos puedan derivarse auténticos derechos subjetivos con exigencia de comportamiento concreto para los obligados en la relación jurídica frente a los titulares de los derechos» («Notas sobre derechos fundamentales», Sistema, 17/18, 1977, .pp. 94-95). Jurisprudencia de Mendoza 238 es cómo se produce la mayor parte de la concreción del Estado social, de la dimensión social de nuestro Estado 25. Como nuestra doctrina actual es tributaria del ideario alemán sobre los derechos fundamentales26, en lo que sigue no nos apartaremos demasiado de esa tradición. Habrá ocasión de comprobar que la conceptualización de los derechos fundamentales sociales se hizo tomando como base la construcción nocional de los derechos y libertades carácter liberal y del neto carácter individualista de la primera generación. 1.3. Los derechos constitucionales sociales y los principios rectores de la políca social y económica Aunque los precedentes sobre el Estado social (sozialer Rechtsstaat) se pueden remontar a Von Stein (y a su noción de la monarquía social), o a H. Heller — al que se atribuye la paternidad de su denominación— o al concepto anglosajón de Welfare State o Estado del Bienestar — especialmente después de la recomendación de Keynes del intervencionismo económico estatal— 27, y se pueden encontrar justificación de los derechos sociales, p. e., desde Sieyès a Lasky, M. Hauriou, y Gurvitch 28, nosotros preferimos adoptar como punto de partida de esta construcción nocional las Cartas constitucionales de México de 1917, de Weimar de 1919 y de España de 1931. El derecho social surge por la preocupación de la igualdad sustancial, por lo que entrañaba una clara ruptura con la construcción anterior, pues el Estado social debía ocuparse de la efectiva Daseinsvorsorge 25 Compartimos con G. C Á M A RA V ILLA R que, aunque no de modo exclusivo, en este Capítulo nos encontramos con el núcleo de los contenidos del Estado social (Derecho Constitucional [Coordinado por G. Balaguer Callejón], Madrid, Tecnos, 1999, vol. II , p. 229). También es interesante la observación de M . S ATRÚ STEG U I de que estos principios vienen a representar la racionalización del Estado social, aunque ue se les dote de un sistema de garantías atenuado (L. L Ó PEZ G UERRA et al. Derecho Constitucional, Valencia, Tirant, 2000, 4ª ed., vol. I , p. 423). 26 Sobre el modelo contemporáneo alemán de los derechos fundamentales remitimos a T. F REIX ES S A N JU Á N , Constitución .y derechos fundamentales. I . Estructura jurídica y función constitucional de los derechos, Barcelona, PPU , 1992, p. 64 y ss. 27 En cuanto a realizaciones históricas, es frecuente citar como antecedentes la política social del Canciller Bismarck (así como alguna medida en la misma dirección durante la Restauración española de comienzos del siglo X X ), la política del «New Deal» del Presidente Roosevelt y, en suma, la constitucionalización de los primeros derechos sociales en el período de entreguerras (México, Constitución de Weimar y de la Segunda República). El momento de triunfo del Estado social se produce, sin embargo, después de la Segunda Guerra Mundial, que es cuando se constitucionaliza el sozialer Rechtsstaat (en el art. 1º de la Constitución francesa de la IV República de 1946, en las Constituciones de los Länder alemanes de 1946 y 1947, en los arts. 20.1 y 28 de la Ley Fundamental de Bonn de 1949, en el art. 3º de la Constitución italiana de 1947 y en el art. 2º de la Constitución francesa de la V República de 1958). 28 N. B O BBIO , El tiempo de los derechos, Madrid, Ed. Sistema, 1991, pp. X X X - X X XI . Jurisprudencia de Mendoza 239 — que M. García-Pelayo tradujo de una vez por todas como «la procura existencial» 29— de todos los ciudadanos y colectivos sociales, de manera que ya no se podía mantener el criterio material negativo, dado que el Estado debía intervenir para proporcionar innumerables prestaciones con las que satisfacer esos nuevos derechos sociales (sanitarias, educativas, de jubilación, paliativas del desempleo, etc). Lo cual, a su vez, obligaba a una m ayor intervención o, si se quiere, a una apropiación estatal de lo económico y social. A pesar de lo precedente, lo cierto es que la noción de derecho social se construyó al modo y manera de los primeros derechos subjetivos, si bien como estatus prestacional positivo. Es verdad que a partir de la teoría de la integración de Smend 30 se procuró objetivar la noción de los derechos fundamentales, considerando parte de la doctrina alem ana (H. Hesse y P. Häberle 31) que esos derechos expresaban unos valores cuya realización constituía el único factor de legitimidad de todo el sistema político, económico y social, y se encuentran ecos de estas construcciones en el art. 10.1 CE y en el «principio de vinculatoriedad» del art 53.1 CE 32. Pero también es verdad que, por su tendencia a la universalidad y por la necesidad de recursos económicos suficientes para satisfacer los derechos sociales, estos nacieron aquejados de una relatividad que amenazaba con propagarse, desvirtuando el carácter absoluto de los primeros derechos individuales. Por eso, con la influencia de C. Schmitt, y a lo que no fue ajeno lo sucedido con la Constitución de Weimar, terminaron imponiéndose las ideas de Forsthoff 33 (influyentes en la doctrina española y presentes también en 29 Las transformaciones del Estado contemporáneo, Madrid, Alianza, 1980 (2ª ed.), p. 27. R. S M EN D , Constitución y derecho constitucional, Madrid, CEC , 1985, p. 225 y ss. 31 Del primero remitimos a «Significado de los derechos fundamentales», en E. Benda et al., Manual de Derecho Constitucional, Madrid, M. Pons- IV A P , 1966, pp. 91-94; y del segundo a «El concepto de derechos fundamentales», en Problemas actuales, p. 81 y ss., y La Libertad fundamental en el Estado constitucional, San Miguel (Perú), PU Católica del Perú, 1997 (se trata de una traducción de la versión italiana de 1993). 30 32 En defensa de esta nueva visión vd. A. L ÓPEZ P IN A («Comentario introductorio al Capítulo III del título I », en Comentarios a la Constitución española de 1978 [Dirigidos por Óscar Alzaga], Madrid, Cortes Generales, 1996, 2ª ed., t. IV , p. 25), la que se puede contrastar con la de E.-W . B Ö CK EN FÖ RD E , Escritos sobre derechos fundamentales, Baden-Baden, Nomos Verlag, 1993, pp. 24 y ss., 31 y ss. y passim, y la de J.J. S O LO ZÁ BA L (s.v.«Garantías institucionales», en Temas Básicos de derecho Constitucional [Coordinados por M. Aragón], Madrid, Civitas, 2001, t. III, p. 111). 33 Para hacerse una idea suficiente de su concepción basta con la «Presentazione» de C. A M IRA N TE a E. F O RSTHO FF , Stato di diritto in trasformazione, Milán, Giuffrè, 1973, o, también del último de los autores, El Estado de la sociedad industrial, Madrid, IEP , 1975, y «Problemas constitucionales del Estado social», El Estado social, Madrid, CEC , 1986, p. 43 y ss.; por cierto que en esta última obra se incluye un trabajo del más contumaz debelador de F O RSTHO FF que fue W. A BEN DRO TH («El Estado de Derecho democrático y social como proyecto político», p. 9 y ss.). Como ejemplo de nuestra detección de la influencia en la doctrina española de las nociones de F O RSTH O FF aludimos a J. P ÉREZ R O Y O , Curso de Derecho Constitucional, Madrid, M. Pons, 1995, 2ª ed., p. 199, y 2002, 8ª ed., pp. 196-255, Jurisprudencia de Mendoza 240 el constitucionalismo español) de que era necesaria la tajante separación de los dos tipos de derechos: los derechos individuales — considerados como los auténticos derechos fundamentales, pues se introducen como un nuevo elemento de la noción la exigencia de la garantía judicial de los derechos— y los que nosotros llamamos derechos constitucionales sociales, que, en opinión de Forsthoff, nada tienen que ver con la Constitución, sino con la Administración, por lo que en España se dirá que las normas constitucionales al respecto representan por lo general pías normas programáticas del Constituyente, o derechos aparentes, o derechos sobre el papel 34. Como se podrá suponer, semejante interpretación dominante entre nosotros convierte en páginas en blanco las del Capítulo III del Título I de la Constitución, con lo cual nosotros no estamos de acuerdo por las razones que siguen más adelante 35. Por el momento, dejamos establecido que para nosotros los derechos sociales son tan derechos fundamentales, o mejor, tan derechos constitucionales, como los derechos individuales de libertad de primera generación 36. Antes de abordar la cuestión de los principios rectores queremos reproducir algunas frases de E.-W Böckenförde que expresan las ideas dominantes en Alemania y en España, y que intentamos así como en «Estado social de Derecho» y «Principios rectores de la política social y económica», ambas voces en Enciclopedia Jurídica Básica, Madrid, Civitas, 1995, vol. II , p. 2.926, y vol. III, pp. 5.112-5.113, respectivamente. 34 Son aparentes para J. J IM ÉNEZ C A M PO , «Comentario al artículo 53. Protección de los derechos fundamentales», en Comentarios a la Constitución, tomo IV , 1996 (2ª ed.), pp. 520, y sic passim., y derechos sobre el papel (o diritti di carta) para R. G U A STIN I , «”Derechos”», p. 133 y ss. Son también escépticos S. S Á N CH EZ (en S. S Á N CH EZ , P. M ELLA D O y J.M . G O IG , La democracia constitucional en España, ECER Areces, Madrid, 1997, p. 250) y J.M. G O IG (en El Estado y la Constitución [Coordinado por C. Núñez Rivero], Madrid, U N ED , pp. 137-139). Pensamos que resulta más afortunada la calificación de M . C A RRILLO de «derechos en potencia» por el carácter diferido de su eficacia (Sistema de garantías y suspensión de los derechos y libertades en la Constitución española de 1978, Barcelona, 1982, p. 12). Cabe añadir que hace tiempo G. P ECES -B ARBA admitía como derechos fundamentales todos lo s principios rectores del Capítulo III (s. v. «Derechos fundamentales», en Diccionario del sistema político español [Dirigido por José Juan González Encinar — amigo fallecido lamentable y prematuramente mientras escribimos estas anotaciones— ], Madrid, Akal, 1984, p. 216). 35 El primero en interpretar así la cuestión fue O. A LZA G A , La Constitución española, pp. 349-350, y en O. A LZA G A , I. G U TIÉRREZ G U TIÉRREZ y J. R O D RÍG U EZ Z A PA TA , Derecho Político según la Constitución de 1978, Madrid, ECER Areces, 1998 (2ª ed.), vol. II , pp. 42 y 200-203; por cierto que el primero relata que la mayoría de estos preceptos se aprobaron extraparlamentariamente en una cena («El proceso de elaboración de la Constitución», en La Constitución y la práctica del Derecho (Dir. de M. Aragón y J. Martínez Simancas), Pamplona, Aranzadi- BCH , vol. I , p. 70). 36 También incardinan los derechos sociales entre los derechos fundamentales I. A RA P IN ILLA , Las trasnformaciones de los derechos, pp. 104-109, y A.E. P ÉREZ L U Ñ O , Los derechos fundamentales, pp. 208-211. Jurisprudencia de Mendoza 241 cuestionar. El autor alemán dice: «la consecuencia es que los derechos fundamentales sociales... no pueden fundamentar directamente en sí pretensiones reclamables judicialmente; es propio de su naturaleza el que no representen derecho inmediato (para los ciudadanos) cuando están en la Constitución y antes de su conformación por parte del legislador. Se dirigen, con aplicabilidad inmediata, a los órganos estatales en la legislación y en la administración, a los que obligan a la realización de los mandatos en ellos contenidos» 37. Obsérvese que Böckenforde mantiene esta interpretación respecto a todos los derechos fundamentales sociales, y nosotros, en plena crisis del Estado social 38, pretendemos discutirla en lo que concierne a su parte más blanda o débil — pues, 37 Escritos sobre derechos, p. 78; en idéntico sentido, K. H ESSE , «Significado», p. 98, y .S. G A M B IN O y M. R IZZO , «Le Costituzioni del ‘900», en Estudios de Derecho Constitucional. Homenaje al Profesor Dr. D. Joaquín García Morillo (Coordinados por L. López Guerra), Valencia, Tirant, 2001, p. 70. 38 Nos da una idea relativa de esta crisis que hace tiempo L. P A REJO afirmara que «la legitimidad de la actuación estatal se mide... principalmente en el Estado actual por su capacidad de conseguir y mantener unas determinadas condiciones de vida» (Estado social y Administración pública, Madrid, Civitas, 1983.), y que C. D E C A BO considerara prevalente la legitimidad del elemento Estado social con respecto al complejo «Estado social y democrático de Derecho» (Teoría histórica, II , p. 332). Nosotros, sin cuestionar la concepción dominante integral acerca de la norma-pórtico de nuestra Constitución — propugnada tiempo atrás por A. G A RRO REN A , El estado español como Estado social y democrático de Derecho, Madrid, Tecnos, 1984, p. 199 y ss.— , consideramos que analíticamente debe descomponerse en tres elementos, de tal modo que el Estado democrático exprese la legitimidad política del sistema, el Estado de Derecho la legitimidad jurídica (constitucional) y el Estado social la legitimidad socio-económica. Hoy, por el contrario y en confirmación de la crisis, las ideas-fuerzas dominantes son: el antagonismo del individuo frente al Estado (y, en general, el triunfo ideológico del antiestatismo y el consiguiente rechazo de la participación); la defensa de un «Estado reducido» o de un «Estado mínimo» (o del abstencionismo frente al intervencionismo o al dirigismo estatal); la aceptación resignada del capitalismo monopolista como único sistema de producción econ ómica y de distribución de bienes y rentas (confiando que con semejante sistema sea posible alcanzar un grado tolerable de justicia social); la privatización de lo público (sustituyendo a la anterior «publicización» de lo privado); el culto al Mercado como máximo exponente de la racionalidad; la eficacia, o mejor, la eficiencia, por encima de la justicia social; la victoria de la libertad sobre la igualdad, de la iniciativa individual y la subsidiariedad sobre la solidaridad, y, en fin, la aceptación mansa y acrítica de la globalización y de la mundialización (aunque empieza a asistirse a la «rebelión de los Estados» y parte de la joven ciudadanía). Ya anticipaba la privatización de lo público N. B O BBIO en la Crisis de la democracia, Barcelona, Ariel, 1985, p. 17 y ss., y en lo referente al carácter antidemocrático de la mundialización, cf. P. D E V EG A , «M undialización y Derecho Constitucional: la crisis del principio democrático en el Jurisprudencia de Mendoza 242 como se sabe, en Capítulos constitucionales precedentes hay el reconocimiento de algunos auténticos derechos sociales— : los principios rectores de la política social y económica del Capítulo III , con relación a los que hay que retener el apartado 3º del art. 53 CE. 2. PRECISION ES CON STITUCION ALES EN TORNO A LOS PRINCIPIOS RECTORES DE LA POLÍTICA SOCIAL Y ECON ÓM ICA Estimamos que todos los preceptos del Capítulo III del Título I son lo que parecen ser, esto es: un conjunto de principios y normas constitucionales iguales a las demás y de idéntica importancia. Después de exponer los rasgos de su legitimidad histórica, y como no se puede poner en cuestión su validez, vamos a probarlo precisando su rango, fuerza y valor constitucional39, así como mostrando que cuentan con la garantía propia de las normas constitucionales y justificando que disponen de una eficacia normativa semejante. 2.1. Rango, fuerza y valor de las normas del Capítulo III del Título I CE Si, como la mayoría de los constitucionalistas, no aceptamos que el art. 168.1 CE cree dos niveles de normas constitucionales, debemos concluir que las normas de los arts. 39 a 52 de la Constitución tienen el rango super-primario o supremo de cualquier norma constitucional y, por eso, el Tribunal Constitucional ha debido reconocer que esos preceptos también constituyen un parámetro de referencia para la determinación de la constitucionalidad de las leyes ( SSTC 18/1982, de 4 de mayo, FJ 1, y 45/1989, de 20 de febrero, FJ 4). De modo semejante, los principios rectores de la política social y económica cuentan con la fuerza activa de Constitución, de manera que, con su aprobación, queda derogada cualquier otra norma subconstitucional que se oponga a ellos. Y, precisamente por ello, es posible encontrar Sentencias del Tribunal Constitucional que reconocen efecto derogatorio inmediato a algunos derechos o principios rectores con la entrada en vigor de la Constitución ( STC 4/1981, de 2 de febrero, FJ 1) y más adelante se comprobará como el Legislativo se ha apresurado a desarrollar legislativamente esos nuevos principios. constitucionalismo actual», en REP , núm. 100, 1998, pp. 13-56. con A. B ALDA SARRE , Globalizzazione contro democrazia, Bari, Laterza, 2002. 39 Estas son categorías propias de la doctrina italiana; en la literatura española hemos tratado de ellas F. R U BIO L LOR ENTE , «Rango de ley, fuerza de ley, valor de ley (sobre el problema del concepto de ley en la Constitución)», RAP, 100-102, 1983, vol. I , pp. 417-432 (ahora en La forma del poder, Madrid, CEPC , 1997 [2ª ed.], p. 283 y ss.,), L.M ª D ÍEZ - PICA ZO , «Concepto de ley t tipos de leyes», RED C , 1988, pp. 47-93, y el que esto escribe en Contribución, t. II , p. 825 y ss., y t. III, p. 1.623 y ss., y nosotros en un extenso trabajo inédito “Contribución al estudio de la evolución histórica del concepto y de la categoría de ley”, 1987 y en «Regla y excepción en la fuerza de las leyes», en Estudios Jurídicos. Libro conmemorativo del bicentenario de la Universidad de La Laguna, 1993, t. II , p. 661 y ss. Jurisprudencia de Mendoza 243 E, igualmente, los derechos y principios rectores enunciados en el Capítulo III del Título I de la Constitución están protegidos con la fuerza pasiva constitucional, tienen una vis resistendi de Constitución que impide su derogación por cualquiera de los poderes constituidos, salvo en caso de reforma constitucional, que podría efectuarse por la vía del art. 167 CE. Por último, los principios rectores de la política social y económica tienen valor constitucional, es decir, salvo mutación constitucional, son incontrolables por cualquier poder constituido, pues también son inmunes a la hipotética fiscalización del Tribunal Constitucional, que debe someterse a ellos como se deben someter los demás poderes públicos ( STC 19/1982, de 5 de mayo, FJ 6). 2.2. Las tutelas jurídicas de los principios rectores de la política económica y social El constitucionalismo europeo posterior a la segunda guerra mundial se caracteriza por el «afán garantizador de los derechos fundamentales», hasta el punto de que G. Peces-Barba ha afirmado que «si un derecho fundamental no puede ser alegado, pretendiendo su protección, se puede decir que no existe» y que J. de Esteban y P. J. González-Trevijano mantengan «que las libertades no valen, en la práctica, sino lo que valen sus garantías» 40. Estas son ideas modernas, ideas que responden al propósito de rectificar los fraudes que se han escondido bajo el manto de solemnes proclamaciones de derechos. En consecuencia, hemos de exponer los rasgos esenciales de las garantías de la Constitución, que por definición constituyen garantías indirectas de los derechos fundamentales y de los principios rectores. No cabe confundir ni equiparar las garantías jurídicas con las garantías jurisdiccionales. Desde el Derecho Constitucional tenemos que argumentar que no se puede incurrir en una noción garantista meramente forense 41, esto es, pensar que los derechos sólo se garantizan mediante la intervención judicial ordinaria en su protección cara al ciudadano. Por el contrario, las normas constitucionales — y ya se ha probado que los principios rectores lo son en todos los sentidos— cuentan con una panoplia de garantías 42 que es preciso ordenar. En abstracto, la garantía 40 Del primero Derechos fundamentales. I . Teoría general, Madrid, Latina, 1973, p. 220, y de los segundos Curso de Derecho Constitucional Español, vol. II , Madrid, Universidad Complutense, 1993, p. 345 — hay que reconocer que estos autores son consecuentes, pues sostienen una concepción semejante a la que aquí se mantiene (pp. 288-290); sin embargo, más adelante niegan el valor de derechos a estos principios (pp. 298-299). 41 A. P ACE precisa que la cuestión de la garantía es un asunto técnico consistente en el reforzamiento de las normas constitucionales que no se limita a un sector particular del ordenamiento o a un órgano, y que también pueden proporcionarla el Parlamento y la Administración pública (Problematica, vol. I , pp. 68-69). Por el contrario, L. M A RTÍN R ETO RTILLO reduce en la práctica la garantía y eficacia de los derechos a la decantación de los mismos por los jueces ordinarios («Eficacia y garantía de los derechos fundamentales», en Estudios sobre la Constitución española. Homenaje al Profesor Eduardo García de Enterría, vol. II . De los derechos y deberes fundamentales, Madrid, Civitas, 1991, p. 591). 42 Igualmente M . M A ZZIO TTI rechaza la idea de que los derechos sociales no puedan ser objeto de tutela o garantía costitucional (s.v. «Diritti sociali», en Enciclopedia del Diritto, t. X II , p. 806). Jurisprudencia de Mendoza 244 jurídica tiene una naturaleza accesoria, aunque esto no supone infravaloración 43; la garantía jurídica es un mecanismo de seguridad o un instrum ento de seguridad de algo que se considera digno de tutela 44.Se entiende por garantía jurídica el conjunto de mecanismos o dispositivos de protección dispuestos por el Derecho para la tutela de un valor, bien, interés jurídico, o un derecho subjetivo, y por garantías jurídicas de la Constitución el conjunto de dispositivos previstos por el ordenamiento (normalmente en la propia Constitución) para asegurar la protección de la normativa constitucional. Pues bien, entre las garantías de la Constitución se puede distinguir, en primer lugar, las garantías de conservación (como representa la rigidez constitucional) de las garantías de observancia (que constituye la función institucional de los Tribunales Constitucionales). Pero, en segundo lugar, a nosotros nos interesa ahora ordenar las garantías de la Constitución en otros dos grupos: la vertiente objetiva de la garantía y la dimensión subjetiva de esa garantía, según la protección afronte la producción o la aplicación del Derecho 45. No es preciso subrayar que con este planteamiento nos decantam os por la doble significación (objetiva y subjetiva) de los derechos fundamentales. 2.2.1. Vertiente objetiva de la garantía de la Constitución Estas garantías se identifican porque son medios de protección de interés público u objetivo, en concreto, el de la supremacía de la Constitución, y consisten en medidas de aseguramiento, que surgen frente a la producción del Derecho, sea por el Legislativo, el Ejecutivo, e incluso en algunos Estados frente al Derecho europeo (precisamente con relación a sus derechos constitucionales). El centro de interés público como determinante del carácter objetivo de la garantía también explica otro factor como es la mayor amplitud de la capacidad o legitimidad procesal para suscitar el 43 También lo considera así A. P ACE , Problematica, vol. I , p. 68. En esta nociones asumimos aportaciones de G. C H IA RELLI , «Appunti sulle garanzie costitucionale», en Studi in onore di E. Crosa, Milán, Giuffrè, 1960, vol. I , pp. 530-531. 44 45 En la doctrina española la distinción más habitual es entre garantías normativas, de fiscalización parlamentaria y jurisdiccionales (así, F. F ERN Á N D EZ S EG A DO , La dogmática, p. 132). A nosotros no nos convencía que se acudiera de inmediato a la distinción alemana entre el control abstracto y concreto de normas —por las razones que luego se aducirán— , como tampoco a M. T RO PER («Le problème de l’interprétation et la théorie de la supralégalité constitutionnelle», Recueil d’études en hommage à Ch. Eisenmann, París, Cujas, 1977, p. 146), y como no parece convencerle a F. R U B IO L LOR ENTE («La jurisdicción constitucional en los conflictos entre el Poder Central y los Poderes territoriales», RVAP , 10, 1984, p. 26). Por eso, las categorías y clasificaciones que siguen son de elaboración propia — aunque con otra terminología, se aproximan un poco a las de T. F REIX ES , Constitución y derehos, p. 96 y ss.— , siguiendo una observación de J.L. C A SCA JO y V. G IM EN O , que señalaron que «en teoría se puede distinguir un sistema de protección directo, subjetivo y concreto de los derechos y libertades, frente a otro de carácter indirecto, objetivo y abstracto» (El recurso de amparo, Madrid, Tecnos, 1984, p. 42); efectuamos nuestra elaboración a partir de s20Contribución al examen, t. I, p. 284, perfilada en «Historia constitucional», p. 273 y ss., y madurada más un poco después. Jurisprudencia de Mendoza 245 control, mientras que la restricción de la legitimación es signo manifiesto de subjetividad. Igualmente, la diversa dimensión de la garantía normalmente se proyectará también en el alcance de la medida como consecuencia del resultado negativo del control. La consecuencia lógica nomotética de un dispositivo de control de carácter objetivo puede consistir bien en el impedimento del perfeccionamiento de una norma inconstitucional, bien en la declaración de su nulidad absoluta, o bien en un pronunciamiento constitutivo consistente en la anulación con efectos ex nunc de la susodicha norma. Por el contrario, las soluciones coherentes con la vertiente subjetivista pueden manifestarse mediante la anulación o casación de la resolución (administrativa o judicial), la sanción del acto u omisión jurídico-privado, o por medio de la mera inaplicación de la norma en el caso concreto. Esto último se explica porque, al no estar presente el interés público en erradicar del ordenamiento la norm a irregular, la decisión no tendrá efectos erga omnes, y, en consecuencia, dicha norma pudiera ser de aplicación (o de correcta aplicación) a otros supuestos de hecho. En lo que se refiere a los derechos fundamentales o a los principios rectores, esas garantías de carácter objetivo pueden ser de varios tipos. Cronológicamente, la primera de estas garantías fue la constitucionalización de los derechos públicos subjetivos, la proclamación solemne en el acto normativo supremo de esos derechos por los que se limitaba la acción del Estado. Y este dato, que a veces se olvida 46, explica por qué resulta inherente al concepto de los derechos fundamentales la circunstancia formal-instrumental de que su reconocimiento y regulación se efectúe en la Constitución y, a su vez, este dato es causa de los restantes tipos de garantías de orden objetivo y subjetivo de la Constitución. La segunda vertiente objetiva de la Constitución y sus normas es la rigidez constitucional, esto es, la autodisposición por el Constituyente de un procedimiento de reforma constitucional que, mediante los procedimientos ordinarios de producción del D erecho, sustraiga a los poderes 46 La idea ya subyace en el famoso art. 16 de la Declaración del hombre y del ciudadano de 1789. Pero la convicción estuvo muy presente también en los orígenes de nuestro Constitucionalismo; así, en el Discurso Preliminar atribuido a A. D E AR G Ü ELLES (Discurso preliminar a la Constitución de 1812, Madrid, CEC , 1981, pp. 96-97); para A. A LCA LÁ G A LIA N O el fin de las Constituciones era precisamente la garantía de las libertades (Lecciones de Derecho Político, Madrid, CEC , 1984, pp. 279 y 392-293), y para J. F RA N CISCO P ACH ECO la idea de Constitución se definía por tres elementos: la separación de poderes, el reconocimiento de los derechos y su garantía (Lecciones de Derecho Político, Marid, CEC , 1984, p. 13), puntualizaciones que siguen vigentes, como demuestra M . A RA G ÓN («El control como elemento inseparable de Constitución», RED C , 19, 1987, pp. 48-49). Hemos dicho que la consideración de la constitucionalización como garantía primordial está casi olvidada, y así F. F ERN Á N D EZ S EG A DO aprecia después de la segunda postguerra una gran transformación constitucionalista porque «el acento se desplaza significativamente de determinados principios considerados en sí mismos como garantía de la existencia de la Constitución, a la propia Constitución como garantía de existencia de esos principios» («Derechos fundamentales», p. 210), aunque hay que reconocer que, entre nosotros, la ha rescatado, entre otros, O. A LZA G A et al., Derecho Político, II, p. 32. Jurisprudencia de Mendoza 246 constituidos la posibilidad de modificación de su obra, incluyendo la referente a los derechos fundamentales. Desde siempre ha constituido una garantía de carácter objetivo la separación horizontal de poderes (hasta el punto de que Montesquieu la formuló con la finalidad de una mejor protección de los derechos del individuo 47 y luego la noción de la separación se vinculó al concepto de Constitución en el famoso art. 16 de la Declaración de 1789), garantía en la que con respecto a los principios rectores, como se podrá comprobar, ha debido desempeñar un decisivo papel el Legislador Central y, aunque nosotros no entramos en ello, tenemos que recordar que en la mayoría de los Tribunales Constitucionales de nuestro contexto se han convertido en reconocedores de derechos fundamentales que no estaban constitucionalmente previstos 48 y, por eso, no suele ser muy necesaria la revisión constitucional de la parte dogmática. En suma, Legislativo, Tribunal Constitucional, Ejecutivo y Poder Judicial (si recordamos la existencia de la cuestión de inconstitucionalidad) tienen que estar empeñados en la garantía objetiva de los derechos fundamentales, como se expresa mediante el «principio de vinculatoriedad», 49por no hablar de la posibilidad de las Comunidades Autónomas de plantear conflictos positivos de competencia. Aún así, en ciertos Estados, por causa del bipartidismo, la división horizontal perdió efectividad, de tal suerte que se ha pensado complem entarla con la descentralización político-territorial o separación vertical de poderes, lo que se ha hecho en España y con éxito con respecto al tema que tratamos. Por eso, al pensar en las garantías en su dimensión objetiva, se debe tener en cuenta, en 47 De l’Esprit des Lois, Libro XI, Capítulos 5 y 6. Luego, asociaron la separación a la garantía de los derechos constitucionales A. P O SA D A (El régimen constitucional. Esencia y forma, Madrid, V. Suárez, 1930, pp. 32-33), I. D E O TTO (Derecho Constitucional. Sistema de fuentes, Barcelona, Ariel, 1987, p. 40), y A.E. P ÉREZ L U Ñ O (Derechos humanos, p. 100). 48 Admite sustancialmente lo mismo A. L Ó PEZ P IN A («Comentario introductorio al Capítulo III del título I », pp. 24-25). Y J. J IM ÉNEZ C A M PO reconoce «que el límite o condicionamiento para la alegación de los principios rectores se establece aquí sólo respecto a la “jurisdicción ordinaria”. Esto no significa, desde luego, que los que ante el Poder Judicial son principios adquieran la súbita condición de “derecho”, sin mediación legal, ante el Tribunal Constitucional» («Comentario al art. 53», p. 522). 49 Ya hace tiempo, el institucionalista norteamericano J.R. C O M M O N S insistía especialmente en el papel del Tribunal Supremo federal en el progreso socio-económico, como nos recuerda G. R EBU FFA , en la «Introducción» a la versión italiana de la obra del primero I fondamenti giurici del capiyalismo, Bolonia, Il Mulino, 1981, p. 22 y ss.. En el mismo sentido J. R. A. V A N O SSI, El Estado de Derecho en el constitucionalismo social, Buenos Aires, EUD EBA , 1987, p. 377, resalta la importancia del juez de la constitucionalidad en la operatividad de las cláusulas económicas y sociales, y nos detalla su historia en Argentina, J.F. A RM A G NA G UE , Constitución de la Nación, p. 212 y ss. No seremos nosotros los que neguemos ese papel de nuestro Tribunal Constitucional en la realización en la realidad constitucional de los principios rectores de la política social y económica, aunque ciertamente una alteración sustancial del signo político, y hasta profesional, de los magistrados pudiera alterar su significado. Jurisprudencia de Mendoza 247 cuarto lugar, que nuestro Estado — como ha reiterado nuestra jurisprudencia constitucional en las SSTC 37/1981, de 16 de noviembre, FJ 2, 64/1982, de 4 de noviembre, FJ 4, 152/1988, de 20 de julio, FFJJ 2 y 3, 170/1989, de 19 de octubre, FJ 2, y 17/1991, de 31 de enero, FJ 3— es un sistema legislativo descentralizado. De ahí que la ley de desarrollo de los principios rectores podría ser una ley autonómica, o territorial, si forma parte de sus competencias, de tal m odo que al Legislador Central no le faltaran acicates para aprobar su propia legislación al respecto, sin tener que esperar a que muchas sentencias interpretativas del Tribunal Constitucional le reprocharan la omisión de ley, razón por la cual como se verá, la eficacia diferida de los principios rectores lo ha sido por poco tiempo 50. Es más: como prueba de los efectos garantistas de la descentralización política hay que indicar que el Tribunal Constitucional ha debido dirimir conflictos reiterando que el elenco del Capítulo III no constituye un título atributivo de competencias al Estado en detrimento de las competencias autonómicas ( SSTC 64/1982, de 4 de noviembre, FJ 4, y 149/1991, de 4 de julio, FJ 1 D 51). Igualmente se debe incluir en esta vertiente objetiva de garantía de las normas constitucionales la reserva de ley que, desde la originaria «cláusula de la libertad y propiedad», hoy predica que sólo sean los legisladores, los directos representantes del pueblo, los que puedan desarrollar los derechos fundamentales constitucionalmente reconocidos así como los principios rectores 52. En fin, la última modalidad garantista de este tipo de las normas constitucionales es la sumisión de la potestad reglamentaria no sólo al principio de legalidad, sino también al principio de constitucionalidad del primero de los apartados del art. 9º CE. Pues bien, por su formulación mediante normas constitucionales iguales a las demás, los principios rectores de la política social y económica están protegidos con todos estos dispositivos de garantía. 50 También capta esta importante circunstancia J. J IM ÉNEZ C A M PO , ibidem, p. 523, y la ha estudiado monográficamente J.J. S O LO ZÁ BA L , que, si bien aprecia que .la descentralización política puede suponer una garantía de los derechos sociales, también se preocupa de la otra cara de la moneda, es decir, que la marcha por el sendero de la hipertrofia de la subsidiariedad redunde en un quebranto de la necesaria solidaridad que exige el Estado social («El Estado social como Estado autonómico», TRC, 3, 1999, p. 61 y ss.) 51 Se aproxima a nuestro planteamiento en este aspecto J. R U IPÉREZ «La problemática de los derechos fundamentales en el Estado unitario-federal», Introducción a los derechos, vol. I , pp. 581-584. 52 Aunque, como se ha anticipado, salvo en lo referente al Capítulo III tenemos que coincidir con C. D E C ABO cuando denuncia en general la relativización de la virtualidad de la reserva de ley en la crisis del Estado social (Teoría histórica, II , p. 351), lo que resulta patente en la jurisprudencia constitucional española. Lo curioso es que habitualmente nuestra literatura suele equiparar garantía con garantía judicial, y, cuando eleva un poco más las miras, en el momento de clasificación de las garantías suele comenzar por la reserva de ley; en confirmación remitimos a Á. R O D RÍG U EZ G A RCÍA , «Las garantías de los derechos fundmentales», Introducción a los derechos, vol. II , p. 1.343. Jurisprudencia de Mendoza 248 2.2.2. D imensión subjetiva de la garantía de la Constitución y, en especial, de los principios rectores Esta dimensión aparece cuando la Constitución protege intereses subjetivos del ciudadano y se concreta frente a la aplicación subconstitucional del Derecho, que normalmente es la que desempeñan la Administración pública y el Poder Judicial ordinario. Como es sabido, en este punto hay que traer a colación el apartado tercero del articulo 53 CE, que determina que «El reconocim iento, el respeto y la protección de los principios reconocidos en el Capítulo III, informarán la legislación positiva, la práctica judicial y la actuación de los poderes públicos. Sólo podrán ser alegados ante la Jurisdicción ordinaria de acuerdo con lo que dispongan las leyes que los desarrollen». Acerca de este precepto vam os a efectuar algunas puntualizaciones tendentes a probar que también los principios rectores disponen de dispositivos garantistas de tipo subjetivo, pues conviene recordar que la única limitación constitucional es la alegación ante los jueces ordinarios en el caso de que no se hayan desarrollado legislativamente los principios rectores del Capítulo III. La primera puntualización es un mero prurito erudito que no pretende probar lo que nos hemos propuesto. Se observará que con este precepto de la Constitución de 1978 se está repitiendo la práctica histórica moderada de necesidad de la intermediación de una ley para el efectivo disfrute de los derechos fundamentales, lo que no criticamos, puesto que, como se ha apuntado, con esta limitación se quería poner freno a un indeseable activismo judicial que pudiera desnivelar las previsiones presupuestarias estatales 53. A continuación se ha de retener que el precepto que comentamos impide la alegación únicamente ante la jurisdicción ordinaria, pero no la apelación subsidiaria ante el Tribunal Constitucional. Y que no se obstaculizan las peticiones ante la Administración pública, y al respecto hay que hacer dos consideraciones: a) que estamos ante derechos de prestación cuya principal responsable es la Administración Pública 54; y b) que ya sabemos que en nuestro Derecho es muy común el Reglamento praeter legem, por lo que nada impediría un Reglamento que fuera, además, secundum constitutionem.. Por último, hay que decir que, como se comprobará en el apartado siguiente, las Cortes Generales han desarrollado efectivamente su papel de garante de la Constitución especialmente en lo que se refiere a la legislación sobre los principios rectores de la política social y económ ica, por lo que el requisito del apartado 3 del art. 53 ya se ha 53 Coinciden al respecto M . A RA G ÓN , «Principios constitucionales», p. 40 y A. L Ó PEZ P IN A «Comentario introductorio al Capítulo III», p. 38. 54 Se opone a la equiparación entre los principios rectores y los derechos prestacionales O. A LZA G A et al., Derecho Político, II , pp. 42 y 201, aunque hemos de señalar que así se enfrenta a la mayoría de la doctrina; como expresión de la misma vid. J.L. R EQ U EJO P A G ÉS , voz «Derechos de prestación», en Temas básicos, tomo III, pp. 221-223. Jurisprudencia de Mendoza 249 cumplimentado y nada impide la alegación de los derechos constitucionales sociales ante los Tribunales ordinarios 55. Después de lo dicho creemos que se demuestra que también los arts. 39 a 52 del Capítulo III del Título I CE están garantizados en su dimensión subjetiva. Para finalizar este apartado relativo a las garantías de la Constitución queremos referirnos a un fenómeno lingüístico que es posible apreciar en la evolución histórica de los derechos y su garantía en España. Los derechos y libertades, al constitucionalizarse, asumen instrumentalmente la naturaleza de derechos constitucionales y pasan a beneficiarse de las «garantías de la Constitución» (tanto de las de índole objetiva como subjetiva), es decir, dispondrán de «garantías constitucionales», entendidas como las garantías que se desprenden de la Constitución. En un planteamiento lógico-jurídico las garantías de la Constitución constituyen el presupuesto jurídicopositivo (o fundamento jurídico sin más) de las garantías constitucionales; en consecuencia, las garantías de la Constitución son aquellos dispositivos destinados a la protección de la normativa constitucional, mientras que las garantías constitucionales son las consecuencias de aseguramiento derivadas de las normas constitucionales 56. En nuestra opinión constituyen garantías de la Constitución en sentido estricto las orientadas teleológicamente a la protección de la normativa constitucional y sólo son tales la constitucionalización, complementada con la rigidez constitucional, así como la creación ex novo de un Tribunal Constitucional, puesto que su causa genética es la de garantizar la Constitución, y también lo serían la separación horizontal de poderes y la descentralización política con tal que las Comunidades Autónomas sean auténticos sujetos constitucionales (pues en estos tres últimos casos se debe considerar que la parte orgánica opera en garantía de la dogmática). En los demás supuestos estamos ante auténticas garantías constitucionales, porque se desprenden o derivan de la Constitución. Pues bien, en la evolución histórica española se observa que se ha producido un cambio semántico, ya que lo adjetivo — las garantías constitucionales— se ha terminado confundiendo con lo sustantivo — los derechos y libertades— , de tal manera que en nuestra historia constitucional derechos y libertades y garantías constitucionales han terminado entendiéndose como sinónimos. Como demostración, recuérdese sin ir más lejos, el enunciado del Capítulo Segundo del Título III de la Constitución de 1931 55 Decía P ACE , «non è, quindi, la presenza di una norma costituzionale sulla tutelabilità giurisdizionale di diritti e interessi ciò che consente di identificare diritti soggettivi o interessi legittimi; è invece la concreta sussistenza di situazioni giuridiche soggettive il presupposto per l'esercizio della tutela giurisdizionale. Perchè allora, un «diritto» costituzionale possa essere fatto valere in giudizio occorre preliminarmente accertare (alla luce delle norme costituzionali e di legge ordinaria) se esso assurga positivamente a diritto soggettivo o a interesse legittimo» (Problematica, I , p. 71-72). Tampoco acepta la restricción judicialista M . S A TRÚ STEG U I, en Derecho Constitucional, Valencia, Tirant, 2002 (5ª ed.), vol. I, p. 448. 56 H a documentado la primera confusión histórica en la Revolución francesa P. C R U Z V ILLA LÓ N , El Estado de sitio y la Constitución, Madrid, CEC , pp. 230-231. Posteriormente, tanto la Constitución Suiza (1874) como la austriaca (1920), la republicana española (1931) y la portuguesa (1974) utilizan acertadamente la noción de garantía de la Constitución. Jurisprudencia de Mendoza 250 («Garantías individuales y políticas») 57, o incluso la redacción del primer apartado del art. 123 de la Constitución vigente 58. 2.3. Eficacia de los principios rectores Un ilustre jurista como García de Enterría conmovió los cimientos del Derecho Público español59 cuando, en este país secularmente escéptico ante la eficacia normativa de la Constitución, propugnó que los preceptos constitucionales eran inmediatamente aplicables por los Tribunales ordinarios. No obstante, esta revelación en un ambiente dominado por el «afán garantizador de los derechos» derivó en ciertas interpretaciones, a las que fue ajeno el fino jurista mencionado 60, en el sentido de que un derecho fundamental que no fuera directamente invocable ante los jueces ordinarios, por esta aparente falta de eficacia, no podía ser considerado un auténtico derecho subjetivo. Desde la Ciencia del Derecho Constitucional las respuestas no son tan sencillas, y en realidad la eficacia normativa de la Constitución es un asunto más complejo. Se entiende por eficacia normativa de la Constitución cuando esta opera com o fuente del Derecho, es decir, la proyección en la realidad constitucional de esa norma, proyección que se manifiesta en sentido abstracta (u objetiva) frente a la creación o producción del derecho y, en la vertiente concreta (o subjetiva), con respecto a la aplicación de las normas en cuestión, y, asimismo, en ambos casos, en los supuestos de incumplimiento, por la posibilidad de una actitud o un derecho reaccional ante las jurisdicciones constitucional u ordinaria 61. 57 La confusión en España surge en la Segunda República, pues la noción es diáfana en A. P O SA D A , tanto en La reforma constitucional, Madrid, V. Suárez, 1931 (capítulo V II de la Parte II ) como en La nouvelle Constitution espagnole, París, Sirey, 1932, pp. 10-11 y 211 y ss.; sin embargo después se configura un «Tribunal de garantías constitucionales». 58 Esta confusión también se produce en parte de la doctrina italiana, y ya nos ocupamos de ella criticando fundamentalmente los planteamientos de S. G A LEO TTI (s.v. «Garanzia costituzionale», en Enciclopedia del Diritto, t. XV III, 1969, pp. 490-511) en Contribución, t. I , p. 289 y ss.; sin embargo, nos parece que C. L AV A GN A retomó el sentido original (Istituzioni di Diritto pubblico, Turín, U TET , 1979, pp. 526- 527). En la doctrina portuguesa hicieron hincapié acerca de esta matización J.J. G O M ES C A N OTILH O , Direito Constitucional, Coimbra, Almedina, 1986 (4ª ed.), p. 694 y J.J. G O M ES C A N OTILH O y V. M OREIRA , Constituição da República Portuguesa, Coimbra Editora, 1985, (2ª ed.) vol. II , p. 464. 59 Con su obra La Constitución como norma y el Tribunal Constitucional, Madrid, Civitas, 1981, aunque también hay que leer su más reciente «El valor normativo de la Constitución», en La Constitución y la práctica, t. I , pp. 39-50. 60 Y para comprobarlo, basta con la relectora de las pág. 98 y ss de la primera de las obras citada. 61 No entramos aquí en lo relativo al Tribunal europeo de Estrasburgo y los derechos fundamentales, por lo que remitimos a J.L. R EQU EJO P A G ÉS , Sistemas normativos, Constitución y Ordenamiento, Madrid, McGraw Hill, 1995, pp. 91-107; también lo entiende como una garantía P. P ÉREZ TREM PS , «Protección específica y protección general de los derechos fundamentales», Introducción a los derechos, vol. III, p. 1.768, aunque nosotros nos cuestionamos si no es más bien una cuestión de eficacia. Jurisprudencia de Mendoza 251 2.3.1. Eficacia normativa abstracta de los arts. 39 a 52 de la CE Los principios rectores de la política social y económica tienen una eficacia normativa abstracta prácticamente idéntica al resto de los preceptos constitucionales del Título I , y coincidimos con Aragón cuando señala que al positivarse o constitucionalizarse los principios rectores se transforman tam bién en fuente normativa inmediata 62. Efectivamente, estos artículos imponen el «principio de vinculatoriedad» para todos los poderes públicos y, por eso, ya se ha reconocido que los principios rectores constituyen un parámetro de referencia para enjuiciar la constitucionalidad de las leyes y de otros actos normativos. Es cierto que, en este caso, no existe la garantía adicional del respeto al contenido esencial, pero podemos señalar que, en muchas ocasiones, las precisiones del Capítulo III han bastado al Constituyente para impedir la necesidad de un activismo excesivo del juez de la constitucionalidad o del ordinario en la determinación de ese contenido esencial — en consecuencia, hemos de considerar como mero obiter dictum una afirmación contraria del Tribunal Constitucional relativa al art. 52 en su STC 132/1989, de 18 de julio, FJ 10, dado que en el FJ 1 de la STC 14/1992, de 10 de febrero, se equipara la latitud o falta de precisión de ciertos contenidos esenciales con los de los principios rectores de la política social y económica.. En el ámbito reaccional, son manifestaciones de eficacia abstracta de los principios rectores la interposición del recurso de inconstitucionalidad (ya sea por la minoría, o ya sea por el Defensor del Pueblo que, conviene recordar, es también garante institucional de todos los derechos de los tres primeros Capítulos del Título I CE) 63, y, sin olvidarnos del art. 53.3 de la Constitución, pensamos lo mismo del planteamiento de la cuestión de inconstitucionalidad tal como se regula en nuestro Derecho 64. 2.3.2. Eficacia normativa concreta de los principios rectores En este punto repetimos lo dicho anteriormente al referirnos a la dim ensión subjetiva de la garantía de los principios rectores de la política social y económica, si bien la diferencia estriba en que la eficacia concreta de las normas se manifiesta en el cumplimiento de ellas en la actividad administrativa y en la actividad judicial, y su dimensión reaccional estará constituida por recursos subjetivos de variado tipo. Concretamente, debemos añadir la sugerencia del Profesor Garrido Falla (del que tam bién debemos lamentar su reciente pérdida), que nos recordaba que el art. 162.1, b) 62 M. A RA G ÓN , s.v. «Principios constitucionales», en Temas básicos, t. I , p. 41. Ó. A LZA G A considera inadmisible el recurso de inconstitucionalidad en tutela objetiva de los principios rectores de la política social y económica (Derecho Político, II , p. 202). 63 64 Cabalmente en este lugar es donde cobra sentido la distinción alemana entre el control abstracto y el control de tipo concreto. En el recurso de inconstitucionalidad el control es de tipo abstracto y la garantía es de carácter objetivo, mientras que en la cuestión de inconstitucionalidad el control es de carácter concreto, pero puede dar lugar a una garantía de índole objetiva. En suma, el malentendido se debe a equiparación entre garantía y control, cuando la garantía constituye el fin (aunque accesorio) y el control es el medio para alcanzar la finalidad garantista. Jurisprudencia de Mendoza 252 habilita para plantear el recurso de amparo constitucional a toda persona que invoque un «interés legítimo», no un derecho fundamental, por lo que, como decía el ilustre administrativista, nada impide que, en el desarrollo de un proceso contencioso, el mismo juez decida a instancia de parte plantear la cuestión de inconstitucionalidad 65, aun a pesar de la limitación de los derechos fundamentales susceptibles de suscitar el recurso de amparo — lo que también admite el TC en sus SSTC 178/1981, de 4 de noviembre (en las que se niega a los principios rectores la carencia de contenido y en la que se otorgó el amparo en virtud del art. 50) y en las S STC 62/1983, de 11 de julio, FJ 2, 294/1977 y 294/1977, de 24 de julio (en las que el Alto Tribunal reconoce, con limitaciones, a los extranjeros toda clase de derechos del Título I, incluyendo los del Capítulo 3º, otorgando el amparo con base en los apartados 1 y 3 del art. 39 CE. También hay que recordar que el Defensor del Pueblo y el Ministerio fiscal están habilitados para el planteamiento del recurso de am paro constitucional (arts. 42, 43 y 46 de la LOTC ), aunque lo probable es que en las primeras argumentaciones hubieran de hacerlo basándose en el principio de igualdad o en el derecho a una tutela judicial efectiva y luego en el precedente. En definitiva, y si no convencieran las afirmaciones anteriores, mantenemos que esta eficacia concreta es prácticamente completa, puesto que, como ya se ha anticipado, las Cortes Generales o los Parlamentos autonómicos han desarrollado casi en su totalidad los principios rectores de la política económica y social, con lo que el requisito que imponía el art. 53.3 ya está cumplimentado. En suma, si ya se ha visto que la garantía de los principios rectores de la política social y económica es prácticamente idéntica a la de los derechos fundamentales, podemos concluir también que, en cuanto a la eficacia, la de los artículos 39 a 52 es muy semejante a la del resto de los artículos del Título I de la Constitución, lo que no debe extrañar, porque todos responden a las exigencias técnico-jurídicas de las normas constitucionales. O, si se quiere decir de otro modo, los jueces ordinarios no sólo están vinculados por toda la Constitución, incluyendo el Capítulo III de su Título I , sino que tam bién la jurisdicción ordinaria debe interpretar en conformidad con ese Capítulo todas las leyes y demás actos normativos que deban aplicar en los procesos concretos de los que se trate ( art 5º de la LOPJ y SSTC 19/1982, de 5 de mayo, FFJJ 4 y 6, y 64/1983, de 21 de julio, FFJJ 2 y 3) 66. *** 65 F. G A RRID O F A L LA , en «Comentario al Título Primero. De los derechos y deberes fundamentales», en Comentarios a la Constitución (de su dirección), Madrid, Civitas, 2001 (3ª ed.), indicaba que «los derechos que mediata o inmediatamente se reconocen al ciudadano (o a todos) en el Capítulo 3 del Título I de la Constitución son ejercitables frente al Estado para obtener prestaciones que hoy se consideran consustanciales a él» (p. 189); posteriormente reconocía los que denominamos derechos constitucionales sociales, que han generado un «interés legítimo» y, aunque la contundencia del tercer apartado del art. 53 le hacía dudar de la posibilidad para los particulares de alegación ante la Justicia Administrativa, no dudaba en cambio de la legitimación del Defensor del Pueblo, o del juez para plantear la cuestión de inconstitucionalidad (pp. 190-194). 66 Igualmente lo entiende así, M . S A TRÚ STEGU I , Derecho Constitucional, vol. I, p. 447. Jurisprudencia de Mendoza 3. CLA SIFICA CIÓ N 253 Y D ESARR O LLO LEG ISLATIV O DE LO S PRIN CIPIO S RECTOR ES DEL D EL T ÍTU LO I D E LA C A PÍTU LO III C O N STITU CIÓ N Del mismo modo que no sólo hay derechos fundamentales en el Título I CE y que no todos los derechos sociales se contemplan en su Capítulo III (pues, como se ha dicho, también se incluyen en los Capítulos precedentes), la doctrina acepta comúnmente que los denominados principios rectores de la política social y económica son un conjunto heterogéneo de materiales normativoconstitucionales que es preciso clasificar. Así, López Pina distingue entre: a) derechos, b) garantías institucionales, y c) normas enunciadoras de tareas del Estado; por su parte, J.Jiménez Campo los clasifica en: 1) derechos aparentes, 2) principios informadores y compromisos públicos, 3) normas programáticas, y 4) otros enunciados normativos67. Nosotros, para la descripción normativa del Capítulo, distinguiremos entre: a) derechos constitucionales sociales, b) garantías institucionales sociales y c) principios constitucionales sociales consistentes en mandatos a los poderes públicos; explicaremos las razones de nuestra clasificación y calificación en el lugar correspondiente. Anticipamos también que en la clasificación que sigue adoptamos como base sistemática la de López Pina con alguna variante y que, por razones obvias de brevedad, nos limitamos a la mención del derecho o principio, y, en su caso, a su desarrollo legislativo, pues aquí no ha lugar a la descripción exhaustiva ni de la actividad reglamentaria ni de la doctrina constitucional relativa a ello 68, ni siquiera de los convenios colectivos 3.1. Los derechos constitucionales sociales La primera de las discusiones es de tipo terminológico, pues es sabido que en el capítulo tercero también se mencionan ciertos derechos. Ahora bien, ¿cómo calificamos estos derechos subjetivos? ¿derechos tout court, como hace López Pina? o ¿derechos aparentes, como los denomina Jiménez Campo? 69 Hemos de admitir que al respecto compartimos inicialmente las rigurosas preocupaciones 67 Respectivamente en «Comentario introductorio al Capítulo «Comentario al artículo 53», p. 520 y ss. III », p. 31 y ss., y 68 Por eso remitimos a las siguientes recopilaciones jurisprudenciales: Derechos fundamentales y principios constitucionales (Ed. de F. Rubio Llorente et al.), Barcelona, Ariel, 1995; Comentario a la Constitución. La jurisprudencia del Tribunal Constitucional (Ed. de A. Jiménez-Blanco et al.) M adrid, ECER Areces, 1995; Constitución y jurisprudencia constitucional (Selección) (Ed. de J. A. Portero Molina), Valencia, Tirant, 2000 (4ª ed.);Las Sentencias básicas del Tribunal Constitucional (Ed. de L. López Guerra), Madrid, BO E - CEPC , 2000 (2ª ed); La Constitución española. Con la jurisprudencia del Tribunal Constitucional (Ed. de M. Pulido), Pamplona, Aranzadi, 2001 (3ª ed.); y Veinte años de jurisdicción constitucional en España (Ed. de L. Aguiar de Luque y P. Pérez Tremps), Valencia, Tirant, 2002. 69 Para F.J. A M O RÓ S , «Comentario introductorio al capítulo III del Título I », en Comentarios a las leyes politicas (Dirigidos por Óscar Alzaga), Madrid, EDERSA 1984, tomo IV , p. 7, más que como derechos subjetivos en sentido sustantivo deben ser entendidos como recursos de estilo. Por cierto, que hay que subrayar el cambio de rumbo que ha significado la redacción de esta apartado Jurisprudencia de Mendoza 254 de Jiménez Campo. En efecto, después de advertir que buena parte de los derechos fundamentales son a la postre «derechos de configuración legal», Jiménez Campo se niega a considerar como fundamentales los del Capítulo III, puesto que, aunque son recogidos en la Constitución, su creación, su constitución, depende de la ley, y todavía hay que respetar el principio dogmático que equipara los derechos fundamentales a aquellos derechos subjetivos reconocidos instrumentalmente en la Constitución. Ahora bien, después de lo dicho acerca de sus connotaciones jurídicoconstitucionales, pasar de ahí a calificarlos como meros derechos aparentes parece excesivo. Lo que sucede es que esos derechos son reconocidos en la Constitución, pero no de modo constitutivo, lo que no empaña su fundamento o título constitucional, que es el acto normativo del que derivan. Por eso, y porque tampoco compartimos, como la m ayoría de la doctrina, la pudorosa distinción del Tribunal Constitucional entre derechos fundamentales y derechos constitucionales a partir de su STC 16/1981, de 18 de mayo, F J 10— aunque comprendemos que el garante institucional de la Constitución caiga en la tentación de clasificar los derechos constitucionales atendiendo a los niveles garantistas— , se nos ocurre que esos derechos sociales recogidos en el Capítulo III se pueden denominar «derechos constitucionales sociales». Con esta calificación no pretendemos hacer doctrina, simplemente acogemos el término en cierto sentido kelseniano que concibe la dimensión subjetiva del Derecho como mero reflejo o derivación de la vertiente objetiva de ese Derecho u ordenamiento jurídico y, en este caso, se trata nada menos que del Derecho Constitucional 70. Pues bien, estos derechos aludidos por el Constituyente han merecido la eficacia abstracta o la atención subsiguiente del Legislador, aunque advertimos que la relación normativa que sigue dista mucho de cualquier pretensión de exhaustividad, conformándose con ser mera ilustración para las conclusiones finales respecto a los que, desde ahora, bautizamos como derechos constitucionales sociales y que, remedando a Aragón y M artínez-Simancas, se desarrollarán, en primer término, por medio del «Derecho constitucional legal» 71. en la 2ª ed., por A. L Ó PEZ P IN A , «Comentario introductorio al Capítulo III ». 70 P. C RU Z V ILLA LÓ N , en coherencia con la Sentencia citada en el texto, no admite que en el Capítulo III existan derechos fundamentales («Concepto de derecho funamental: identidad, estatus, carácter», Problemas actuales, p. 161), en cambio, R. G U A STIN I , al igual que nosotros, sostiene que «son derechos “constitucionales” aquellos que derivan de la Constitución» («Derechos», p. 132). 71 «Presentación» de La Constitución y la práctica, I , p. 33. Quisiéramos recordar que el propósito explícito de esta obra es atender a lo que pudiéramos llamar «derecho jurisprudencial» de la Constitución, y no lo que denominan el «derecho legal» de esa Constitución, que será lo que nos preocupe a nosotros con respecto a uno de sus Capítulos. Con todo, es de observar que, aunque esta obra es selectiva reconoce una práctica jurisprudencial o forense entre los principios rectores, como puede comprobarse en el tomo II con las aportaciones P. L Ó PEZ sobre «Art. 41 CE . La Seguridad Social», B. V ERD Ú y .N. M U IÑ A , «Art. 46 CE . El patrimonio histórico, cultural y artístico», y N. B U TRA G UEÑ O , «Art. 51 CE . Protección del consumidor»; o en el tomo III , con la de L. S Á N CH EZ y G. H ENR ÍQ U EZ , «Art. 39 CE . Protección de la familia», práctica que, en ese caso, presupone evidentemente la intervención legislativa o normativa. Jurisprudencia de Mendoza 255 Por motivos sistemáticos dejamos la protección constitucional para más adelante. Los derechos de los hijos a protección integral, la igualdad ante la ley con independencia de su filiación, la igualdad de las madres ante la ley con independencia de su estado civil y la posibilidad de investigación de la paternidad del art. 39.2 CE además de la regulación del Título V del Libro I del Código Civil, han sido objeto de la Ley 11/1981, de 13 de mayo, de modificación en materia de filiación, patria potestad y régimen económico del matrimonio del Código Civil, y arts. 764-768 de la LEC (en cuanto a los procesos de filiación, paternidad y maternidad), de la Ley 35/1988, de 22 de noviembre, sobre técnicas de reproducción asistida (modificada por la LO 10/1995, de 23 de noviembre, de modificación del Código Penal) y de las Leyes 7/1999, de 21 de noviembre, y la 40/1999, de 5 de noviembre, sobre nombre y apellidos y orden de los mismos, también han dado lugar a SSTC como la 7/1994 y la 116/1999.. Los derechos de los hijos habidos dentro o fuera del matrimonio a que los padres les presten asistencia durante su minoría de edad y en los demás casos en que legalmente proceda, según el art. 39.3 CE, amén de la regulación del Título V II del Libro I del Código Civil y del art. 223 y ss. del Código Penal, han preocupado al Legislador por medio de la Ley 4/1995, de 23 de marzo, de regulación del permiso parental y por maternidad, de la LO 1/1996, de 15 de enero, de protección jurídica del menor, y de modificación parcial de los arts. 154180 del Código Civil y 771-777 de la LEC, e incluso al TC, en las SSTC 74/1987, de 21 de abril y 203/2000, de 17 de junio. En cuanto a la remisión a la garantía de los derechos de los niños a la protección prevista en los acuerdos internacionales más recientes que velan por sus derechos, hay que recordar la Convención de los Derechos del Niño, ratificada por Instrumento de 30 de noviembre de 1990, el Convenio relativo a la protección del niño y a la cooperación en materia de adopción internacional de La Haya del 29 de mayo de 1993, la Convención de Nueva York de 12 de diciembre de 1995, y el Protocolo Facultativo de 25 de mayo de 2000, así como la Carta europea de los Derechos del Niño, aprobada por resolución A-30.172/92 del Parlamento europeo. El derecho a la formación y a la readaptación profesional recogido en el art. 40.2 CE ha dado lugar a varios preceptos del RD Leg. 1/1995, de 24 de marzo, por el que se aprueba el texto refundido de la Ley del Estatuto de los Trabajadores, así como la Ley 1/1986, de 7 de enero, de creación del Consejo General de Formación Profesional (modificadas por las Leyes 19/1997, de 9 de mayo, 14/2000, de 19 de junio y la Ley de acompañam iento de 2001) y, en nuestra opinión, recortadas restrictivamente por las SSTC 95/2002, de 25 de abril y 190/2002, de 17 de octubre. El derecho a la seguridad e higiene en el trabajo del art. 40.2 es la causa de aprobación de la Ley 3/1995, de 8 de noviembre, de prevención de riesgos laborales y del RD Leg. 5/2000, de 4 de agosto, por el que se aprueba el texto refundido sobre infracciones y sanciones en el orden social. El derecho al descanso necesario, mediante la limitación de la jornada laboral, las vacaciones periódicas retribuidas y la promoción de centros adecuados con que termina el precepto constitucional citado, está legalm ente reglado en la Ley 4/1983, de 29 de junio, de fijación de la jornada máxima de cuarenta horas semanales y vacaciones mínimas de 30 días. La Constitución garantiza en el art. 41 el derecho a asistencia y prestaciones sociales suficientes ante situaciones de necesidad, especialmente en caso de desempleo. Aunque luego será preciso hablar de la garantía institucional de la Seguridad Social, por ahora se recuerda que estas prestaciones se basan en el RD Leg. 1/1994, de 20 de junio, por el que se aprueba el texto refundido de la Ley General de la Seguridad Social, que ya ese mismo año fue modificado por las llamadas «leyes de acompañamiento», hasta la última, la Ley 24/2001, de 27 de diciembre, de medidas 256 Jurisprudencia de Mendoza fiscales, administrativas y del orden social. También se debe mencionar al respecto la Ley 8/1987, de 8 de junio, de regulación de los Planes y Fondos de Pensiones y el RD Legislativo 4/2000, de 23 de junio, por el que se aprueba el texto refundido de la Ley sobre Seguridad Social de los funcionarios del Estado. No se puede decir, en cambio, que se haya producido una notable actividad de salvaguardia del derecho de los trabajadores españoles en el extranjero, ni que el Estado vele por sus derechos económicos y sociales y se haya atendido especialmente a su retorno, como exige el art. 42 CE. No obstante, el 29 de abril de 1980 se depositó el instrumento de ratificación del Convenio Europeo relativo al Estatuto Jurídico del Trabajador Migrante de Estrasburgo, de 24 de noviembre de 1977. Al respecto también hay que recordar el RD 728/1993, de 14 de mayo, por el que se establecen pensiones asistenciales por ancianidad en favor de los emigrantes españoles y el RD 1.339/1987, de 30 de octubre, sobre cauces de participación institucional de los españoles residentes en el extranjero (modificado por RD 597/1994 y RD 2.022/1997). Con relación al derecho a la protección de la salud del art. 43.1, veánse las Leyes 4/1986, de 14 de abril, de medidas excepcionales en materia de salud, 14/1986, de 25 de abril, general de Sanidad, .25/1990, de 20 de diciembre, del Medicamento (modificada por varias Leyes de acompañamiento) así como la Ley 15/1997, de 25 de abril, de habilitación de nuevas formas de gestión del Sistema Nacional de Salud, y la Ley 16/1997, de 25 de abril, de regulación de servicios de las oficinas de farmacia. A pesar de que suele calificarse como un derecho de sujeto difuso, no se puede negar que el derecho a disfrutar de un medio ambiente adecuado para el desarrollo de la persona (apartado 1 del art. 45) es un derecho de abundante desarrollo legal que data de la Ley 38/1972, de 22 de diciembre, de protección del medio ambiente y prevención de la contaminación atmosférica, y de la Ley 21/1977, de 11 de abril, sobre aplicación de sanciones en los casos de contaminación marina por vertidos desde buques y aeronaves, a las que siguieron la Ley 20/1986, de 14 de mayo, básica de residuos tóxicos y peligrosos, el RD Leg. 1.302/1986, de 28 de junio, de evaluación del impacto am biental (modificada por las Leyes 54/1997 y 6/2001), la Ley 4/1989, de 27 de marzo, de conservación de los espacios naturales y de la flora y fauna silvestre, y la 10/1998, de 21 de abril, de residuos, a las que podrían sumarse los arts. 329 a 340 del Código Penal y el art. 1.908 del Código Civil (modificadas los las Leyes 40/1997, 41/1997 y 15/2002) y también sería a considerar la Ley 16/2002, de 1 de julio, de prevención y control integrados de la contaminación. Es más, el TC, que ya en su STC 114/192, de 4 de noviembre, FJ 2, reconoció que el legislador autonómico podía legislar con respecto a los principios rectores, sin embargo, recientemente ha tenido que desplegar una gran actividad en la delimitación de las competencias respectivas ( SSTC 73/200, de 14 de marzo, FJ 14; 90/2000, de 30 de marzo, FJ 2; 248/2000, de 14 de octubre, FJ 3; 9/2001, de 16 de enero, 38/2001, de 14 de febrero; FFJJ 1 a 6; 98/2001, de 5 de abril, FJ 4; 97/ 2002, de 25 de abril 25/2002, 126/2002, de 23 de mayo. En este ámbito la línea del Tribunal termina por reconocer que estamos ante un título competencial de carácter transversal ( STS 306/2000, de 12 de diciembre, FJ 12), por lo que en cualquier momento puede operar la atribución estatal de regular las condiciones básicas que le garantiza el 149.1.1ª CE. Respecto al derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada (art. 47 CE) bastará, por ahora, con recordar la vigente Ley 29/1994, de 24 de noviembre, de arrendamientos urbanos Jurisprudencia de Mendoza 257 (modificada por la Ley 1/2000, de 7 de enero, de Enjuiciamiento Civil ) y la Ley 6/1998, de 13 de abril, sobre el régimen del suelo y valoraciones y la Ley 38/1999, de 5 de noviembre de ordenación de la edificación.. Sobre el derecho de los disminuidos físicos, sensoriales y psíquicos a que se les preste la atención especializada que requieran y a que se les ampare especialmente para el disfrute de los derechos que el Título I otorga a todos los ciudadanos (art. 49), citaremos la Ley 13/1982, de 7 de abril, de integración social de los minusválidos, y la Ley 15/1995, de 30 de mayo, sobre límites del dominio sobre inmuebles para eliminar barreras arquitectónicas a las personas con discapacidad. El derecho de los ciudadanos en la tercera edad a la suficiencia económica mediante una pensión adecuada y periódicamente actualizada (art. 50 CE) está regulado por el RD Leg. 670/1987, de 30 de abril, por el que se aprueba el texto refundido de la Ley de clases pasivas del Estado, actualizado por los arts. 160 y ss. del RD Leg. 1/1994, de 20 de junio, dando lugar igualmente a las SSTC 134/1987 y 77/1995. El derecho constitucional y social del art. 51 CE de los consumidores y usuarios a que los poderes públicos los defiendan, y a que mediante procedimientos eficaces sean protegidos la seguridad, la salud y sus legítimos intereses económicos, está garantizado por la Ley 26/1984, 19 de julio, general para la defensa de los consumidores y usuarios. Acerca del derecho a que los poderes públicos oigan a las organizaciones de consumidores en las cuestiones que puedan afectar a éstos (art. 51 CE), mencionamos la Ley 26/1984, de 19 de julio, general para la defensa de los consumidores y usuarios (modificada por las Leyes 7/1998, 1/2000 y 24/2001), la Ley 3/1991, de 10 de enero, de competencia desleal, la Ley 7/1996, de 15 de enero, de ordenación del comercio minorista, la Ley Orgánica 2/1996, de 15 de enero, complementaria de la anterior y Ley 11/2001, de 5 de julio, por la que se crea la Agencia Española de Seguridad Alimentaria. 3.2. Las garantías institucionales sociales Las primeras reflexiones sobre la noción de las garantías institucionales o Einrichtungsgarantien se deben a C. Schmitt y están asociadas al art. 127 de la Constitución de Weimar, que reconocía la autonomía administrativa de los Municipios 72. Los planteamientos iniciales de Schmitt sobre la figura en cuestión se pueden resumir en las siguientes afirmaciones: «Mediante la regulación constitucional, puede garantizarse una especial protección a ciertas instituciones. La regulación constitucional tiene entonces la finalidad de hacer imposible una supresión en vía legislativa ordinaria... La garantía institucional es, por su esencia, limitada. Existe sólo dentro del Estado, y se basa, no en la idea de una esfera de libertad ilimitada en principio, sino que afecta a una institución jurídicamente reconocida, que, com o tal, es siempre una cosa circunscrita y delimitada al servicio de ciertas tareas y ciertos fines» 73. Si bien la construcción estuvo ligada inicialmente a la autonom ía municipal y, por tanto, a una institución jurídico-pública en sentido 72 Expuesta monográficamente en su Freiheitsrecht und institutionnelle Garantien der Reichsverfassung, Berlín, 1931. 73 Teoría de la Constitución, Madrid, Alianza, 1982, p. 175. Jurisprudencia de Mendoza 258 estricto, en la misma obra de Schmitt se extiende la categoría a otros institutos jurídicos de índole privada (como, por ejemplo, el matrimonio como fundamento de la familia). Esta elaboración doctrinal no tuvo una recepción especialmente reseñable ni en la literatura jurídica italiana ni en la francesa 74; sin embargo, sí ha dado lugar a un intenso y elaborado debate en la doctrina alemana de la segunda postguerra . Por lo general esta doctrina insiste en la no plena coincidencia entre garantía institucional y derecho fundamental, como ponen de manifiesto las siguientes tesis de Stern: «La garantía institucional está entre el puro derecho subjetivo y la garantía exclusivamente jurídico objetiva. Garantiza a la institución en cuanto tal, pero concede también a los legitimados a partir de la garantía institucional objetiva una posición jurídica subjetiva para rechazar intervenciones en la esfera de garantía. Para ello están a su disposición los instrumentos jurídicos de los procedimientos administrativos y constitucionales» 75. Por lo que a nuestra doctrina se refiere, merece ser destacada la primera recepción de la figura por N. Pérez Serrano 76. En la literatura posterior a la Constitución de 1978 acogieron la categoría F. Rubio Llorente y L. Parejo, que le dedicó una monografía 77, aunque también ha recibido fuertes críticas 78. Nuestro Tribunal Constitucional acude a la construcción de la garantía institucional como fundamento de la autonomía de los Entes locales en la STC 32/1981, de 28 de julio, FFJJ 2 y 3 — en realidad, la noción de la garantía institucional aparece por primera vez en el Voto Particular del Magistrado Tomás y Valiente a la STC 5/1981, de 13 de febrero— . En Sentencias posteriores se sigue utilizando la noción, siendo especialmente destacable la STC 26/1987, de 27 de febrero, FJ 4, a), en la cual, refiriéndose a la autonomía universitaria, se sienta la doctrina de que «derecho fundamental y garantía institucional no son categorías jurídicas incompatibles o que necesariamente se excluyan, sino que buena parte de los derechos fundamentales que 74 La teoría fue criticada en Italia por S. G A LEO TTI, La garanzia costituzionale (Presupposti e concetto), Milán, Giuffrè, 1950, p. 156, A. B ARBERA ,« Comentario al artículo 2º», en Commentario della Costituzione (ed. de G. Branca), Principi fondamentali, Art. 1-12, Bolonia-Roma, Ed. Zanichelli-Foro italiano, 1975, p. 72, y C. M O RTA TI, Istituzioni di Diritto pubblico, Padua, CED A M , vol. II , p. 1.224. 75 K. S TERN , Derecho del Estado de la República Federal alemana, Madrid, 1987, p. 708. CEC , 76 Tratado de Derecho Político, Madrid, Civitas, 1976, pp. 674-676. 77 Uno en «La Constitución como fuente del Derecho», en La Constitución española y las fuentes del Derecho, Madrid, IEF, 1979, vol. I , pp. 68-70, y el otro con Garantía institucional y autonomías locales, Madrid, IEA L , 1981. 78 En concreto la Sentencia que se cita a continuación fue criticada porque pudiera llegar a asimilarse el objetivo proteccionista de la garantía institucional con el objetivo de garantía del contenido esencial (Wesensgehaltgarantie) de los derechos fundamentales, y así se registra las críticas de A.E. P ÉREZ L U Ñ O , Los derechos fundamentales, pp. 78-79, y de J.M . B A Ñ O L EÓ N «La distinción entre derecho fundamental y garantía institucional», en RED C , 24, 1988, p. 177 y ss.; también se pronunciaron en contra I. D E O TTO , en su obra con L. M A RTÍN R ETO RTILO Derechos fundamentales y Constitución, Madrid, Civitas, 1988, p. 100, y nosotros también la criticamos (Contribución, t. I , pp. 303-305). Jurisprudencia de Mendoza 259 nuestra Constitución reconoce constituyen también garantías institucionales, aunque, ciertamente, existan garantías institucionales que (...) no están configuradas como derechos fundamentales». Esta Sentencia fue objeto de varios e interesantes votos particulares, y para mayores precisiones remitimos a Solozábal79. Nosotros, aunque somos un tanto recelosos con respecto a la noción, no tenemos inconveniente en admitirla y, cuando se trata de garantías institucionales del Capítulo III, nada obsta para que las califiquemos como garantías institucionales sociales. Pues bien, también entre los principios rectores se ha encontrado este tipo de garantías, y una muy discutida es la de la familia, a la cual los poderes públicos deben asegurar la protección social, económica y jurídica a tenor del apartado 1 del art. 39 CE, que dio lugar a la Ley 25/1971, de 19 de junio, de protección a la familia numerosa (modificada por la Ley 8/1998, de ampliación del concepto de familia numerosa, y por la Ley 47/1999, de 16 de diciembre, por la que se modifica el artículo 5 de la Ley 25/1971, de 19 de junio) 80. Menos discusiones suscita la garantía institucional social de la Seguridad Social, pues en el art. 41 CE se determina que los poderes públicos mantendrán un régimen público de Seguridad Social para todos los ciudadanos. En cuanto a la actividad de los poderes públicos al respecto, hay que tener en cuenta .la normativa aludida a continuación con relación al derecho a la asistencia y a prestaciones sociales suficientes ante situaciones de necesidad, especialmente en caso de desempleo y, además, el Tribunal Constitucional no ha tenido inconveniente en reconocerle el carácter de garantía institucional ( SSTC 37/1994, de 10 de febrero, FJ 4. y 206/1997, de 27 de noviembre, FJ 5). En cuanto a la regulación legislativa más específica, .citamos el RD Leg. 1/1994, de 20 de junio, por el que se aprueba el texto refundido de la Ley General de la seguridad social, el RD Leg. 1/995, de 24 de marzo, por el que se aprueba el texto refundido del Estatuto de los Trabajadores, la Ley 1/1986, de 7 de enero, de creación del Consejo General de formación Profesional (modificado por las Leyes 19/1997 y 14/2000); la LO 5/2002, de 19 de junio de Cualificaciones y la formación Profesional; el RD Leg. 5/2000, de u de agosto, por el que se aprueba el texto refundido de la Ley de infracciones y sanciones en el Orden Social (modificado por Leyes 14/2000 y de acompañamiento del 2001; la Ley 31/1995, de 8 de noviembre, de prevención de riesgos laborales (modificada por las Leyes 5/1999 y 39/199, de 5 de noviembre, para promover la conciliación de la vida familiar y laboral de las personas trabajadoras) 81. 79 «Garantías institucionales», p. 111 y ss.; y en cuanto a la noción de garantías institucionales en España véase P. C RU Z V ILLA LÓ N , «Formación y evolución de los derechos fundamentales», en Introducción a los derechos, vol. I , p. 175 y ss. 80 A título excepcionalmente ilustrativo hay que retener, p. e., que mediante su Ley 9/1998, la Comunidad Autónoma Catalana se dotó de su propio Código de familia. 81 Entre la última jurisprudencia constitucional, al respecto, se puede citar la STC 206/1997, de 27 de noviembre, FJ 5 y la 239/2002, de 11 de diciembre, en cuyo fundamento jurídico 5 se reitera que elartículo 41 CE «consagra un sistema de protección social encomendando a los poderes públicos que tiene como eje fundamental, aunque no único, al sistema de Seguridad Social de carácter imperativo, el cual coexiste con otros complementarios». Jurisprudencia de Mendoza 260 3.3. Los principios constitucionales sociales consistentes en mandatos a los poderes públicos De las SSTC 29/1999, de 5 de abril, FJ 7, y 181/2000, de 29 de junio, FJ 12, se desprende implícitamente que el Derecho Constitucional es esencial y estructuralmente principialista, si bien ahora nos ocuparemos de los principios del tercer tipo de la clasificación autorizada de Rubio Llorente, es decir «un tercer sentido jurídico del término, acuñado por la filosofía jurídica... que ve en el principio una norma (o como Esser, un elemento del ordenamiento distinto de la norma...). Que incorpora, en la definición de Alexy, un “mandato de optimización”. A diferencia de la norma tipo “regla”, el principio no determina el “derecho definitivo” del titular, sólo el derecho prima facie» 82. Sin embargo, hay que añadir que los principios rectores de la política económica y social son inequívocamente principios positivados o constitucionalizados, si tomam os como base la distinción principal de Aragón Reyes de los principios constitucionales (que subdivide, a su vez, en principios constitucionales «generales-globales respecto de toda la materia constitucional y generales-sectoriales respecto de instituciones o áreas constitucionales concretas») 83. Lo cual significa que los principios constitucionales que denominamos abreviadamente sociales y que nos quedan por tratar de entre la heterogeneidad normativa del Capítulo III representan inequívocos mandatos cuyos destinatarios son el Legislador y la Administración, si bien nosotros, como hicimos antes, sólo atenderemos a la primera de las vertientes, pero con eso bastará para comprobar que los principios constitucionales que nos ocupan coadyuvan a hacer frente a mutaciones inconstitucionales que desvirtúen la normatividad constitucional. El primero de estos principios constitucionales sociales que tiene como principal destinatario al Legislador es la definición de la dimensión social del Estado por la Constitución, en el apartado 1 del art. 40, que determ ina que los poderes públicos promoverán las condiciones favorables para el progreso social y económico y para una distribución de la renta regional y 82 La abundancia de valores y principios constitucionales tiñen de iusnaturalismo nuestra Constitución, aunque por paradójico que pueda parecer en ciertas áreas jurídicas, en nuestra historia constitucional el iusnaturalismo es proverbial del progresismo. Acerca de los principios constitucionales, vid. en su totalidad el «Prólogo» de F. Rubio Llorente et al., Derechos fundamentales y principios constitucionales, Barcelona, Ariel, 1995; sobre el carácter principialista de nuestra Constitución, M . A RA GÓ N , «Principios constitucionales», p. 89; y, en cuanto a la relación entre derecho natural y derecho constitucional, J. J. S O LO ZÁ BA L , «Principialismo y orden constitucional», Working Papers ( ICPS ), núm. 155, Barcelona, 1998. 83 «Principios constitucionales», pp. 39-41; este autor afirma asimismo que «en cambio, los principios expresados en la norma constitucional... no ocupan el lugar al que se refiere el artículo 1.4 CC , sino el previsto en el artículo 1.1 CC (norma escrita)... Ahora bien, cuando el texto constitucional los recoge, además, como es obvio, de conservar su carácter informador, reciben otro carácter más fuerte que el de fuente subsidiaria: se transforman también fuente normativa inmediata o directa». Es más, M . A RA G ÓN ya había sostenido que «en cuanto que el Derecho de la Constitución es el Derecho fundamental del ordenamiento, los principios constitucionales son, por ello, también fundamentales respecto de cualesquiera otros principios jurídicos» (Constitución y democracia, Madrid, Tecnos, 1989, p. 75). Jurisprudencia de Mendoza 261 personal más equitativa, en el marco de una política de estabilidad económica; de manera especial realizarán una política orientada al pleno empleo (también lo ha visto así el alto Tribunal en muchas de sus SSTC , como las 1/1982, de 28 de enero, FJ 1, 96/1984, de 19 de octubre, FJ 3, 103/1983, de 22 de noviembre 179/1985, de 19 de diciembre, . FJ 3, 134/1987, de 21 de julio, 250/1988, de 20 de diciembre, FJ 3, y 23/1989, de 2 de febrero, FFJJ 5 y 7, 29/1991, de 14 de febrero, .37/1994, o 184/1999). La reacción del Legislador en esta línea comenzó con la Ley 51/1980, de 8 de octubre, Básica de Empleo (modificada por Ley 31/1984, por Ley 22/1992, por LO 10/1994, por Ley 42/1994, y por otras Leyes incluyendo la 12/2001), después siguió la citada Ley General de la Seguridad Social (modificada por las leyes de acompañamiento de 1994, de 1996, 63 y 67 de 1997, de 1998, de 1999, de 2000 y de 2001; e igualmente hay que retener la Ley 36/199, de 18 de octubre, de concesión de subsidio de desempleo y de garantías de inserción socio-laboral para delincuentes toxicómanos que hayan visto la suspensión de la ejecución de su pena) y, por fin, .el Decreto-Ley 5/2002, de 24 de mayo, de medidas urgentes para la reforma del sistema de protección por desempleo y mejora de la ocupabilidad, que fue convalidado el 13 de junio de 2002 y convertido en la Ley 45/2002, de 12 de diciem bre, no sin concesiones del Gobierno y de la mayoría a la oposición y como consecuencia de la huelga general del pasado 20 de junio, así como de la interposición de la oposición de un recurso de inconstitucionalidad, incluso antes de la conversión. En realidad, en este ámbito, la actividad del legislador llega a ser masiva, y por eso nos limitamos a añadir la Ley 10/1994, de 19 de mayo, sobre medidas urgentes de fomento de la ocupación (que fue modificada varias veces, ya por la ley de acompañamiento de ese mismo año y or la LO 4/2000, de 11 de enero, sobre derechos y libertades de los extranjeros en España, modificada a su vez por la LO (/2000), o la Ley 35/2002, de 12 de julio, de medidas para la estabilidad de un sistema de jubilación gradual y flexible. En el apartado 2 del art. 43 se positiva el principio constitucional que establece que compete a los poderes públicos organizar y tutelar la salud pública a través de medidas preventivas y de las prestaciones y servicios necesarios, el cual se ha desarrollado mediante la Ley Orgánica 4/1986, de 14 de abril, de medidas especiales en materia de salud pública. En el apartado 3 del mismo artículo se enuncia el principio constitucional social por el que se manda a los poderes públicos fomentar la educación sanitaria, la educación física y el deporte; asimismo facilitarán la adecuada utilización del ocio y, en consecuencia, se ha aprobado la Ley 10/1990, de 15 de octubre, del deporte (la cual se ha modificado por las Leyes 31/1990, de 27 de diciembre, 43/1995, de 27 de diciembre, y 50/1998, de 30 de diciembre). En el art. 44 se positivan como principios constitucionales sociales que los poderes públicos promoverán y tutelarán el acceso a la cultura y que esos poderes promoverán la ciencia y la investigación científica y técnica en beneficio del interés general, y en el nivel subconstitucional nos encontramos con la Ley 9/1975, de 12 de marzo, del libro (modificada por la Ley 22/1987), y con la Ley 13/1986, de 14 de abril, de fomento y coordinación general de la investigación científica y técnica (modificada, a su vez, por las Leyes 5 y 14 del 2000). En correlación con el derecho de sujeto difuso al medio ambiente, en la Constitución se consagra el principio constitucional que impone a los poderes públicos velar por la utilización racional de todos los recursos naturales, con el fin de proteger y mejorar la calidad de vida y Jurisprudencia de Mendoza 262 defender y restaurar el medio ambiente (art. 45.2), que ha dado lugar al desarrollo por el Legislador Central que se detalló en el capítulo pertinente. Constituye también principio política y socialm ente supremo que los poderes públicos garantizarán la conservación y promoverán el enriquecimiento del patrimonio histórico, cultural y artístico de los pueblos de España y de los bienes que lo integran (art. 46), y únicamente en el nivel legal y central habrá que tener en cuenta por lo menos la Ley 16/1985, de 25 de junio, del Patrimonio Histórico español (m odificada por las leyes de acompañamiento 42/1994, 50/1998 y 24/2001), los arts. 321 a 324 del Código Penal, y la Ley 36/1994, de 23 de diciembre (que transpone una Directiva del Consejo relativa a la restitución de bienes culturales que hayan salido de forma ilegal de un Estado miembro de la Unión Europea), modificada, a su vez, por la 18/1998 84. En coherencia con el reconocim iento del derecho constitucional social a una vivienda digna y adecuada, en su art. 47 la Constitución encomienda a todos los poderes públicos que promuevan las condiciones necesarias y establezcan las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho, encomendándoles, además, que la utilización del suelo sea de acuerdo con el interés general para impedir la especulación. Junto a la legislación citada en apoyo del derecho subjetivo sobre esta cuestión, en tanto que principio constitucional social, hay que considerar la Ley 49/1960, de 21 de julio, sobre propiedad horizontal (modificada por la Ley 3/1990, de 29 de junio, y por la Ley 10/1992, de 30 de abril), la Ley 7/1997, de 14 de abril, modificada por el Decreto-Ley 4/2000, de 23 de junio, de medidas urgentes de liberalización en el sector inmobiliario y de transportes) así como la Ley 6/1998, de 13 de abril, sobre régimen del suelo y valoraciones y la Ley 38/1999, de 5 de noviembre, de ordenación de la edificación. Pese a las preocupaciones del Constituyente y a toda esta legislación motorizada subsiguiente, este sigue siendo, como es sabido, uno de los problemas de corrupción política más preocupante de España. Igualmente hay que calificar como un principio constitucional de carácter social positivado la encomienda a los poderes públicos de la promoción de las condiciones para la participación libre y eficaz de la juventud en el desarrollo político, social, económico y cultural (art. 48), a raíz del cual se han emanado las Leyes 18/1983, de 116 de noviembre, del Consejo de la Juventud de España, y 6/19996, de 15 de enero, del voluntariado (modificada por la Ley 23/1998, de 7 de julio). También se proclama como principio constitucional social que los poderes públicos realizarán una política de previsión, tratamiento, rehabilitación e integración de los disminuidos físicos, sensoriales y psíquicos (art. 49) y su principal desarrollo legislativo se centra en la Ley 13/1982, de 7 de abril, de integración social de los minusválidos, aunque también podrían considerarse al respecto las Leyes 15/1995, de 30 de mayo, la 8/1998, de 14 de abril y la 8/1999, de 6 de abril, y reflexionar sobre la STC 215/1994, de 14 de julio. En último lugar, por la sistemática constitucional, hay que aludir como principio constitucional a la previsión del art. 52 de la regulación legal de las organizaciones que contribuyan a la defensa de los intereses económicos que les sean propios, que deberán organizar 84 En el plano autonómico, se puede recordar la Ley territorial 4/1999 del Patrimonio Histórico de Canarias. Jurisprudencia de Mendoza 263 democráticamente su estructura y su funcionamiento, previsión cumplimentada por la Ley 3/1993, de 22 de marzo, básica de las Cámaras Oficiales de comercio, industria y navegación (modificada por las Leyes 13/1996 y 50/1998), que también ha dado lugar a una copiosa y discutida jurisprudencia constitucional. Si bien pensamos desde hace tiempo que nuestro Legislador es relativamente inoperante — comparado, p. ej., con el italiano— debido a los excesos normativos de nuestros Gobiernos, también hemos de reconocer que la pormenorización precedente, pese a haber querido reducir en lo posible su heterogeneidad, nos ha sorprendido por la «jungla de leyes» resultante, selva que sólo es su parte más alta, pues hemos limitado el detalle normativo al nivel legal y central85. La primera consecuencia es que esta jungla de leyes viene a confirmar la plena normatividad de los principios rectores de la política social y económica de nuestra Constitución 86. En segundo lugar, defendemos que esta selva — que, tras la catalogación que precede, con la interpositio legislatoris o del TC, transforma tanto los principios como la garantía institucional en auténticos derechos constitucionales sociales— permite desmentir la pretendida imperfección técnico-normativa del 85 Para este ejercicio de examen de la realidad constitucional legal han sido imprescindibles numerosas compilaciones legislativas, de las que sólo citamos las más importantes y recientes: Constitución española y leyes políticas (Ed. de L. Aguiar de Luque et al.), Madrid, CEPC - BO E , 1997; Leyes políticas (Ed. de F. de Carreras), Pamplona, Aranzadi, 1998; Derecho Constitucional (Ed. de M. Aragón y J.J. Solozábal), Madrid, McGraw Hill, 2000 (3ª ed.);Constitución española, (Ed. de L. Martín Rebollo, Madrid, Aranzadi, 2000, Código de leyes políticas, Madrid, La Ley, 2001; Derecho Constitucional. España y Unión Europea (Ed. de J.J. González Encinar et al.), Barcelona, Ariel, 2001 (3ª ed.); Normas políticas (Ed. de L. Aguiar de Luque y P- Pérez Tremps), Madrid, Tecnos, 2002 (3ª ed.), Leyes políticas del Estado (Ed. de E. Alberti y M. González Beilfuss), Madrid, Civitas, 2002 (20ª ed.) y Constitución y Tribunal Constitucional, (Ed. de E. Linde), Madrid, Civitas, 2002, (18ª ed.).. 86 Ello ha sido debido a que las Cortes, como advierte P. D E V EG A , no tienen «otra finalidad que la de dar traducción política a la discusión y a la opinión pública forjada por los particulares» (s. v. «Publicidad parlamentaria», Temas básicos, II , p. 94); pues resulta incuestionable que, como apunta I. A RA P IN ILLA , «es perfectamente posible, e incluso conveniente conforme a las pautas del principio democrático, que ese consenso social se traduzca en normas jurídicas fundamentales que constituyen, a su vez, la justificación de los derechos fundamentales en el terreno del derecho positivo» («El concepto de derechos fundamentales», Problemas actuales, p. 152). A. P ACE matiza, por su parte, que «mientras el mejor Legislador en materia de derechos a prestaciones negativas... es aquel que rehúsa a intervenir, el peor Legislador en el sector de los derechos a prestaciones positivas... es, en cambio, obviamente, el que no interviene» (La garantía constitucional de los derechos fundamentales: Alemania, España, Francia e Italia [Dirigido por A. López Pina], Madrid, Civitas, 1991, p. 81). Jurisprudencia de Mendoza 264 Capítulo III (desde una Teoría constitucional aparente), puesto que no estamos ante unas páginas constitucionales en blanco, sino que la realidad constitucional demuestra que el elemento tutelar o garantista del derecho subjetivo, que pudiera haber faltado en un principio, ya no falta después de un cuarto de siglo 87. Dicho de otro modo, las normas relativas a los principios rectores son normas constitucionales en sentido instrumental, aunque pudieran no serlo en sentido formal88, como tampoco lo serían los numerosos derechos fundamentales de configuración legal, calificados como tales por el Tribunal Constitucional. Estamos, por .tanto, ante un amplio cam po de derechos públicos subjetivos (en su mayoría de prestación), que se pueden denominar, como hemos hecho nosotros, «derechos constitucionales sociales», o se pueden denominar como se quiera, pero nunca simples «derechos aparentes» o «derechos sobre el papel» presumiendo que las normas constitucionales en que se anclan sean mera o píam ente programáticas. Precisamente esa jungla legal es la que define la dim ensión social del Estado español89, o el grado de su Estado social, o democracia social, que sabemos que puede ser mejorable, pero también sabemos que para otros muchos seres humanos resulta envidiable, razón por la cual tenemos que defenderlo tanto del nivel de la interpretación jurídico-constitucional, como desde el plano del simple comentario científico. En fin, concluimos señalando que, después de la sucesión de una doble alternancia, el Constituyente 87 No se ha cumplido, por lo tanto, el vaticinio de L. S Á N CH EZ A G ESTA en el sentido de que estos mandatos al legislador se podrían dormir en el texto constitucional (El sistema político de la Constitución española de 1978, Madrid, EN , 1980, p. 170). Por el contrario, en Los estudios sobre la Constitución que, como se dijo, dedica su segundo tomo a los Derechos y Deberes fundamentales, hay un apartado «2. De los principios rectores de la política social y económica», pp. 1.437 a 1.917, en el que colaboran R. Martín Mateo (sobre la calidad de vida como valor jurídico), D. I. Loperena (acerca de la protección a la salud y el medio ambiente adecuado), E. Borrajo (de la Seguridad Social), J. Bermejo Vera (en torno al ordenamiento deportivo), Jesús Prieto (del patrimonio cultural), J.M. Alegre (en lo referente protección de bienes de interés cultural), A. Pérez Moreno (de la conservación del patrimonio histórico artístico), J. González Salinas (en lo relativo a las plusvalías urbanísticas), y A. Menéndez Menéndez (acerca de la defensa del consumidor). 88 Sobre la distinción entre el sentido instrumental o documental y el sentido formal, que ya utilizamos para explicar la construcción de Jellinek de los derechos públicos subjetivos, véase nuestra «Historia constitucional», pp. 256-260. Y, por cierto, en la experiencia de la realidad constitucional vigente parece suficientemente demostrado que, como señaló J.L. C A SCA JO , «el problema de la forma de positivación de los derechos fundamentales sociales como derechos subjetivos o como fines del Estado, pierde interés dada la virtualidad procesal de la jurisdicción constitucional para subjetivizar e interpretar en clave individual, principios constitucionales como el de igualdad y el del Estado Social» (La tutela constitucional de los derechos sociales, Madrid, CEC , 1988, p. 87). 89 Hay que recordar que C. O LLERO calificaba los principios rectores del capítulo tercero como los «principios socializadores de nuestra Constitución» (Derecho y teoría política en el proceso constituyente español. Madrid, CEC , 1986, pp. 46-47), y, por nuestra parte, añadiríamos que es la parte «bíblica» o «sagrada» de la Constitución tanto para el centro-derecha como para el centro-izquierda españoles. Jurisprudencia de Mendoza 265 acertó con la fórm ula de pormenorizar las reglas de nuestro Estado social, incluyendo las del Capítulo III del Título I , como las del apartado 3º del art. 53 CE. Con respecto a este último precepto, se ideó un mecanismo (que se deduce de nuestra práctica constitucional histórica) por el que se comprometía tanto al Legislador, como al Gobierno, al Tribunal Constitucional y al Poder Judicial, fórmula que permitía conciliar una realización efectiva de nuestro Estado social con los ritmos económicos, al tiempo que impedía un activismo judicial que pudiera llegar a ser desestabilizador. Y consideramos también plausible la jurisprudencia del Tribuna l Constitucional acerca de los principios rectores, si bien con algunos reparos inevitables; lo que no compartimos son ciertas interpretaciones subconstitucionales, tanto de una buena parte de los jueces ordinarios y parte de la doctrina constitucionalista en el sentido de considerar esos principios como meramente programáticos y no operativos, o de una eficacia diferida sine die. 4. CON CLUSION ES JURÍDICO - CON STITUCION ALES Y JURÍDICO - PO LÍTICA S SO BRE LO S PRIN CIPIO S RECTO RES D E LA PO LÍTICA SO CIA L EN LA REA LID A D CO N STITU CIO N AL ESPA Ñ OLA A CTU A L Para ser lo más escuetos posible en estas conclusiones acerca de los principios rectores del Capítulo III, las reduciremos a nueve tesis, o consideraciones finales de síntesis enumeradas, de índole preponderantemente jurídico-constitucional, aunque se deslice alguna inferencia de naturaleza más jurídico-política. Esta hibridez se debe a que aún tenemos presente la distinción de G. Jellinek entre las garantías jurídicas y las garantías políticas, así como su criterio de distinción 90. 1. Cuando ya comienza la preparación del vigésimo quinto aniversario de la aprobación de nuestra Constitución, pensamos que el mejor homenaje es el reconocimiento de su aplicación en todos (o casi todos) sus apartados incluyendo el Capítulo III del Título I , pues en el apartado precedente se ha demostrado su efectiva realización, o actuación, como dicen los italianos. Por lo que, pasado un cuarto de siglo, nada impide la alegación ante los jueces ordinarios de dichos preceptos constitucionales 2. Debemos reconocer que nos ha sorprendido la experiencia constitucional en el nivel legislativo del Capítulo III del Título I CE porque es de una fecundidad que desmiente las previsiones al respecto al promulgarse la Constitución y no permite temer mutaciones inconstitucionales por omisión del Legislador. La perplejidad se debe a que llevamos algún tiempo preocupados por el incremento de las flagrantes mutaciones inconstitucionales debido a la petrificación en la realidad constitucional, en su aplicación, de nuestro sistema de reforma constitucional. 3. En otro lugar habíamos concluido que parece ser que la garantía pasaba a ser elemento constitutivo de la noción actual del derecho fundamental91; el desarrollo de este trabajo nos lleva 90 Teoría general del Estado, Buenos Aires, Albatros, 1978, pp. 592-593. «Historia de la regulación constitucional de los derechos constitucionales en España», Anales de la Facultad de Derecho, Estudios en homenaje al Profesor Antonio Pérez Voituriez, U LL , 18, 2001, vol. II , p. 220. 91 Jurisprudencia de Mendoza 266 a matizar que ese elemento constitutivo no es la mera garantía judicial o forense, sino que se debe entender que el derecho fundamental o constitucional se caracteriza por un conjunto de garantías jurídicas entre las que se deben distinguir, las garantías de la Constitución y las garantías constitucionales, las cuales, a su vez, com prenden a las garantías judiciales. Por lo tanto, no se pueden confundir las garantías jurídicas con las garantías jurisdiccionales. 4. Seguidamente, hay que recordar que ya hace tiempo Maunz y Dürig 92 denunciaron la miseria del Estado social, pues observaban que un Estado pobre puede ser un Estado de Derecho, pero tal Estado difícilmente puede ser un Estado social. Refiriéndose a los derechos fundamentales en el Estado social, E.-W. Böckenförde señala, por su parte, que «La concreta garantía del derecho fundamental deviene dependiente de los medios financieros estatales disponibles, la “imposibilidad económica” se presenta como límite — necesario— de la garantía (prestacional) de los derechos fundamentales. Esto significa el abandono de la incondicionalidad de las pretensiones de derechos fundamentales... Como resultado se demuestra que la extensión e intensificación por la teoría de los derechos fundam entales del Estado social de las pretensiones de derechos fundamentales tienen como consecuencia al mismo tiempo una aminoración de la pretensión. Los derechos sociales son reducidos en su dimensión social a meros cometidos constitucionales» 93. Por un lado, y para responder a la cuestión más acuciante del momento socio-económico, debemos añadir que España no es un Estado excesivamente rico, y, por otro, tenemos que retener que el TC ha proclamado que «estas últimas sentencias han hecho especial énfasis en que son el legislador y el Gobierno, y no este Tribunal “quienes deben adoptar decisiones y normas de efectos directos sobre el sistema de la Seguridad Social que lo configuren, dentro de las posibilidades reales que tampoco este Tribunal puede ni debe conocer ni valorar”» ( STC 70/1991, de 8 de abril, FJ 9). Con todo, también es cierto que, si al Tribunal Constitucional no le corresponde la iniciativa al respecto, terminará encomendándosele la última instancia de la garantía de la Constitución, por lo que el alto Tribunal, en tanto que garante, también está vinculado a la interpretación del ordenamiento de conformidad con la parte constitucional dedicada a los principios rectores — lo que, por lo demás, también se 92 Apud J. P ÉREZ R O Y O , voz «Estado social de Derecho», p. 2.925. De modo semejante y comprensible, S. S Á N CH EZ G O N ZÁLEZ mantiene que los principios rectores son meras directrices y desiderata que parecen extraídos del programa de un partido, y cuya funcionalidad depende de la bonanza económica («Comentario introductorio al Título I », en Comentarios a la Constitución, 1997, tomo II , pp. 27 y 35-36). 93 Escritos sobre derechos, pp. 65 y 66. Este asunto también fue objeto de debate en la Universidad Carlos III, en junio de 1993, y que se recoge en la obra citada Problemas actuales de los derechos fundamentales. En la discusión R. G U A STIN I estimaba que la ausencia de incondicionalidad impedía calificar los derechos sociales como fundamentales («Derechos», pp. 136-137), y G. P ECES -B ARBA , en razón de la posibilidad de que la escasez económica impidiera la satisfacción de todos, llegó a la misma conclusión («Escasez y derechos humanos», pp. 208-213); sin embargo, en nuestra opinión, refutó convincentemente estas interpretaciones I. A RA P IN ILLA («El concepto de derechos», pp. 156-158). Jurisprudencia de Mendoza 267 infiere ya de las SSTC 107/1991, de 13 de mayo, FFJJ 3 y 4, y 273/2000, de 15 de noviembre, FJ 10 94. Y, como ya se ha manifestado anteriormente, la mayoría de los Tribunales Constitucionales a falta de la interpositio legislatoris, en la realidad constitucional han configurado derechos fundamentales o constitucionales mediante la interpositio iudicis (en Europa, preferentemente por las jurisdicciones constitucionales). 5. Hay que subrayar la im portancia de que nuestro Estado se constituya en un Estado legislativam ente descentralizado, y es más: con un tipo de descentralización que tiende a la emulación, a la homogeneización entre las 17 Comunidades Autónomas 95, lo cual tiene, evidentemente, sus consecuencias en lo que se refiere a la efectiva aplicación del Capítulo III, ámbito en el cual, como ya se ha dicho, es jurisprudencia constante que pueden intervenir todos los poderes públicos, tanto los del Estado central como los Legislativos y Ejecutivos autonómicos. Dicho con mayor rotundidad: el ám bito del que se despreocupe el Estado tenderá a ser ocupado normativa y administrativamente por las Comunidades Autónomas 96. 6. A continuación se ha de considerar que el electorado no distingue entre los principios 94 Refiriéndose a los principios rectores, J.L. C A SCA JO señala que «la disponibilidad de los poderes legislativos para traducir estos derechos en términos de obligación en sentido estricto, no es una potestad sin límites. Al Tribunal Constitucional corresponde, precisamente, garantizar la adecuada fijación de dichos límites, que pueden ser traspasados por acción pero también por omisión de los poderes legislativos» (La tutela constitucional, p. 100). Y se debe retener que L. P A LA D IN califica al Tribunal Constitucional español, junto con el alemán, como sistemas de garantía de las libertades en toda su plenitud («La tutela delle libertà fondamentali offerta dalle Corti costituzionali europee: spunti comparatistici», en Le garanzie giurisdizionali dei diritti fondamentali [Ed. de L. Carlassare], Padua, CED A M , 1988, p. 14). 95 J. J IM ÉNEZ C A M PO reconoce que «los principios rectores sí podrán, como tales, ser invocados en los procesos constitucionales dirigidos al control de normas (recurso y cuestión de inconstitucionalidad) o a la resolución de controversias competenciales» («Comentario al artículo 53», p. 522 — al respecto, el último conflicto positivo de competencias sobre el Capítulo III de que tenemos constancia fue suscitado por Andalucía y resuelto mediante la STC 38/2002, de 28 de febrero).W . A BEN D RO TH ya advertía que la dimensión social del Estado también obligaba a los Länder («Sobre el concepto del Estado de derecho democrático y social tal como se formula en la Constitución de la República Federal Alemana», en Sociedad antagónica y democracia política, Barcelona, Grijalbo, 1972, p. 266). Y, en fin, M . M A RTÍN EZ S OSPEDRA también reconoce en la descentralización territorial una garantía (Derecho Constitucional español, Valencia, FU SPCEU , 1995, pp. 88-89). 96 Si bien A. P O RRA S N A D A LES , no parecía interpretar lo mismo («Estado social y Estado autonómico», en Estudios de Derecho Público, Homenaje a Juan José Ruiz-Rico, Madrid, Tecnos, vol. II , pp. 1230 y ss; está más cercano a nuestra opinión G. R U IZ -R ICO R U IZ , «El Estado social autonómico: eficacia y alcance de las normas programático-sociales de los Estatutos de autonomía», RED C , 65, 2002, p. 21 y ss. (aunque sigue considerando a los principios rectores susceptibles del riesgo de las normas meramente programáticas, porque, en su opinión, el Capítulo III sufre una degradación normativa considerable). Jurisprudencia de Mendoza 268 rectores y el resto de las normas constitucionales, porque para él todo es Constitución. De ahí que el grado de cumplimiento de los principios constitucionales sociales, de las garantías institucionales sociales, y el grado de efectividad y universalidad en el disfrute de los derechos constitucionales sociales por parte de todos los poderes públicos 97, también formarán parte del parámetro referencial con el que el Pueblo adoptará sus decisiones electorales de modo periódico 98. 7. Es más, si resultare que, como a veces ocurre, esa parte del parámetro referencial para la adopción de la decisión electoral representa electoralmente muy poco 99, sucederá, como ya ha 97 Como dice J.L. C A SCA JO , «los principios rectores no sólo generan obligaciones frente a determinados órganos públicos sino que comprometen, como no podía ser de otra forma, a toda la acción del Estado en su conjunto y también a los poderes privados» (La tutela constitucional, p. 101). Por su parte, J. J IM ÉN EZ C A M PO , «Comentario al art. 53», p. 526, reconoce que «el compromiso que establecen para el legislador estas normas programáticas es, pues, de carácter político», por lo que con la regresividad, el incumplimiento del compromiso, se arriesgan a la sanción política, como ya anticipó hace mucho tiempo J ELLIN EK en su definición de la garantía política o, como también hace tiempo, E. D ÍA Z advertía que resulta ineludible para la existencia del Estado de Derecho que el electorado aparezca «como fuente primaria de la legislación y como último y decisivo órgano de control político» (Estado de Derecho y sociedad democrática, Madrid, EDICU SA , 1975, 6ª ed., p. 104); o, en fin, G. P ECES BARBA también concibe al electorado de un Estado democrático como elemento de garantía (Derechos fundamentales, p. 226). 98 R. S Á N CH EZ F ERRIZ observa atinadamente que «es cierto que el Estado social no reconoce estos derechos en el mismo nivel de exigencia y garantía que los tradicionales derechos fundamentales... Sin embargo, los ciudadanos beneficiarios de tales derechos desconocen tales tecnicismos y ello redunda en una crisis de legitimidad» (El Estado constitucional, p. 186).Igualmente A. L Ó PEZ P IN A considera que los principios rectores deberían formar parte de los programas políticos de todos los partidos, pues constituyen un núcleo de la Constitución en la medida en que los españoles no distinguen entre derechos fundamentales y principios rectores («Comentario introductorio al Capítulo III», p. 24) — si se nos permite la ironía, hay que reconocer que este no era un problema exclusivo del Sr. Anguita— . Por su parte, C. D E C ABO , Teoría histórica, II , p. 351, señala que no cabe separación entre los dos tipos de derechos (los de la primera y de la segunda generación), y nosotros hemos procurado hacer lo posible para su equiparación. 99 C. D E C ABO ha denunciado la distorsión democrática en la crisis del Estado social hasta el punto de que «Gobiernos que han practicado políticas económicas “duras” se han visto sin embargo premiados electoralmente» (op. cit., p. 346). No obstante, C. L A V AG N A advierte que la realización de principios como el del art. 3º de la Cobstitución italiana depende, no tanto de la discrecionalidad política del legislador, sino del incremento de la consistencia y efectividad de las fuerzas políticas populares (Costituzione e socialismo, Bolonia, Il Mulino, 1977, y es por eso, por lo que G. P ECES -B ARBA formula como tercera regla para que los derechos sociales sean auténticos derechos de crédito frente a los poderes públicos debe ser misión de la constitución y del Estado la prom oción no sólo de los partidos sino de los sindicatos y todo tipo de Jurisprudencia de Mendoza 269 sucedido, que ante el fracaso de la «rebelión de los Estados», los grupos y agentes sociales democráticamente desatendidos tenderán, de modo defensivo, a asociarse en torno a los intereses socio-económicos comunes, de suerte que pretenderán constituirse en grupos de presión influyentes corporativamente en la política estatal o autonómica 100. 8. O dicho de otro modo: el conflicto social, que es el motor de la historia, se convertirá a la postre en la mejor protección de los principios rectores de la política social y económica de la Constitución española en todas sus vertientes jurídicas101. 9. Para terminar, estimamos que este ejercicio de constitucionalismo beligerante ha dado sus frutos en la medida en que consigue equiparar la normatividad de los principios rectores de la política social con el resto de las normas constitucionales del Título I sobre los derechos fundamentales102, puesto que aquellos derechos que al principio lo eran sólo en potencia, cerca de asociacionismo («Notas», pp´. 95-96), porque como advierte A. L Ó PEZ P IN A , «también el Estado depende del compromiso activo de sus ciudadanos; también la acción del Estado se nutre y abastece del plebiscito cotidiano. La retirada a la esfera privada, la mera seguridad respecto de la acción del Estado no bastan a la estatalidad democrática» (La garantía constitucional, p. 25). 100 Igualmente reconoce esta posibilidad C. D E C ABO , ibidem, p. 342. Esto se ha comprobado este mismo año 2002 en Italia, donde la discusión acerca de la modificación regresiva del art. 18 del Estatuto de los Trabajadores ocasionó una huelga general, la reaparición terrorista de las Brigadas Rojas, el planteamiento de los pertinentes recursos de inconstitucionalidad y promesas gubernamentales de rectificación (cf. al respecto nuestros trabajos «Continuación de las reformas institucionales italianas [enero de 2000-mayo de 2002]», pendiente de publicación en la REP, y «Crónicas jurídico-políticas de Italia [enero de 2000-julio de 2002]», pendientes de publicación en los Anales de la Facultad de Derecho de 2002); también se ha comprobado en España, donde la aprobación del Decreto-Ley 5/2002, además de la huelga general del pasado 20 de junio, ha propiciado el planteamiento de un recurso de inconstitucionalidad por parte del PSOE, IU y la Comunidad de Asturias (vid. Diario del Derecho, del 22 y 26 de agosto de 2002) y efectivas rectificaciones gubernamentales, aunque ahora está en tramitación legisativa. A unque ninguna de las dos cuestiones ha quedado definitivam ente resuelta ni legislativa ni jurisprudencialmente, sí parece cierto que medidas radicales ultraliberales de regresividad como estas aglutinan a los partidos de izquierda, al tiempo que reaniman a los sindicatos de clase. 101 102 Como mantiene M . A RA G ÓN , «Los principios constitucionalizados ocupan en las fuentes del Derecho el lugar de la Constitución, simplemente porque son Constitución» («Principios constitucionales», p. 41),y, por nuestra parte, añadimos que los principios rectores son unos principios constitucionalizados. También compartimos la sugerencia de P. B A RCELLO N A en el sentido de que sería preciso escribir «un nuovo decalogo dei diritti fondamentali dell’uomo, fondato sull’idea base per la quele è impossibile la piena realizzazione dei diritti civili e politici, delle “libertà” che i nostri già ampiamente conoscono, senza il godimento dei diritti economici e sociali» («I diritti economici, sociali e culturali nell’ordinamento interno», Diritti economici, sociali e culturali nella prospettiva di un nuovo Stato sociale, Padua, CED A M , 1990, p. 21). Jurisprudencia de Mendoza 270 un cuarto de siglo después han pasado a serlo en acto 103, han pasado a formar parte de nuestra realidad constitucional de hoy 104, y esa apreciación ha sido posible porque también consideramos con validez para nuestra doctrina la recomendación de M. Dogliani de que el constitucionalista italiano, en lugar de absorberse en la jurisprudencia constitucional, debe tener en cuenta también la labor legislativa 105, la obra de los representantes directos del pueblo. 103 Coincidimos con las conclusiones de B. D E C ASTRO en el sentido de que «existen indicios más que suficientes para llegar a la conclusión de que el Capítulo de “los principios rectores de la política social y económica” (tal como prefirieron epigrafiarlo nuestros constituyentes) ha terminado por sustraerse a la intención y al control de sus autores, llegando a ser de hecho, por virtud de las fuerzas conformadoras del propio contexto constitucional, un verdadero código de disposiciones en las que aparecen reconocidos de hecho los derechos económicos, sociales y culturales...la mayor parte de las disposiciones constitucionales contenidas en los artículos 39-52, lejos de tener el carácter de simples normas-programa, de meros valores o principios éticos orientadores de la acción política, poseen todo el valor y toda la eficacia de las reglas verdaderas y plenamente jurídicas [constitucionales]» (Los derechos económicos, sociales y culturales, Universidad de León, 1993, pp. 187-191). 104 P. L U CA S V ERD Ú señaló que «los principios rectores de la política social y económica deben concebirse no como normas programáticas...sino como normas promotoras y renovadoras a tenor del artículo 9.2...En este sentido, dichas normas promotoras originan auténticos derechos. Lo anteriormente expuesto podrá parecer utópico, pero hay que tener bien en cuenta que las utopías del hoy son las realidades del futuro», voz «Principios rectores de la política social y económica», en Prontuario de Derecho Constitucional (compilado por el autor citado), Granada, Comares, 1996, p. 347. 105 «La legislazione costituzionale», Rivista trimestrale di Diritto Pubblico, núm. 4, 2001, pp. 1.040-1.041. P. D E V EG A sostiene que «nada habría que objetar a la relevancia y al valor asignados a la jurisprudencia constitucional, si no fuera por la exclusivista y ambiciosa pretensión de reducir y concentrar en ella toda la problemática de la teoría constitucional» («El tránsito del positivismo», p. 85), y mantiene una posición parecida C. D E C ABO , Teoría histórica, II , pp. 353-354; por cierto que este autor denuncia la crisis del Estado social por la interpretación en claves asépticas y neopositivistas (p. 348), y nosotros esperamos haber logrado nuestros objetivos sin apartarnos de esas claves, a pesar de nuestro reconocido constitucionalismo beligerante. Jurisprudencia de Mendoza 271 SUMARIO abstractos. Pagaré. Cheque.....................24 ACCIDENTE DE TRABAJO. Federalización en la ley de riesgos del trabajo. Inconstitucionalidad................164 CUENTA CORRIENTE BANCARIA. Acciones de cobro de saldo. Prescripción. Plazo.....................................................165 ACTO ADMINISTRATIVO. Incompetencia. Nulidad. Emergencia. Decretos. Ratificación legislativa........172 CULPA. Deber de cuidado. Accidente de tránsito..................................................173 AMPARO. Existencia de otras vías. Amparo y acción de inconstitucionalidad. Control jurisdiccional de actos administrativos. Extensión...................172 ASOCIACION ES SINDICALES. Representatividad. Derechos de incidencia colectiva. Acto administrativo. Incompetencia. Nulidad. Emergencia. Decretos. Ratificación legislativa. Amparo. Existencia de otras vías. Amparo y Acción de Inconstitucionalidad. Control jurisdiccional de actos administrativos. E x t e n s i ó n . E m p l e a d o p úb l i c o . Remuneración. Protección constitucional de su integridad....................................105 DAÑOS Y PERJUICIOS. Daños con y p o r l a s c o s a s . Incendio................................40 DAÑOS Y PERJUICIOS. Daño por no reconocimiento de hijo. Daño material. P r u e b a . P é r d i d a d e chance......................62 DAÑOS Y PERJUICIOS. Pérdida de chance. Concepto. Cuantificación. Prueba...................................................165 EJECUCION DE SENTENCIA. Subasta de inmueble. Incidente de determinación del valor del inmueble y de la suma adeudada. (Art.255 ap.V C.P.C.). Inconstitucionalidad.............................149 CADUCIDAD DE INSTANCIA. Sentencia..Recurso de Aclaratoria. Falta de notificación. Exceso de rigor ritual............1 EMBARGO. Inmueble adquirido con préstamo del Banco Hipotecario Nacional. Inembargabilidad. Inscripción registral.166 C A U S A DE JUST IFICACIÓN. Embriaguez...........................................172 EMPLEADO PUBLICO. Remuneración. Protección constitucional de su integridad.............................................172 CONTRATO DE TRABAJO. Carga de la prueba. Presunción legal. Categoría laboral. Viajante...................................164 EMPLEADO PUBLICO. Servicios prestados sin designación. Haberes......167 CONCURSOS. Créditos contra el concursado. Prescripción.......................10 EMPLEADO PUBLICO MUNICIPAL. Incapacidad. Indemnización.................168 CONCURSOS. Verificación de crédito. Causa de la obligación. Prueba. Títulos EXHIBICIONES OBS CENAS. Publicidad de lugar del 272 Jurisprudencia de Mendoza hecho...............................173 FALSIFICACIÓN DE INSTRUMENTO PRIVADO. Falso endoso de un cheque. Uso de instrumento privado falso. Concurso ideal.....................................174 HONORARIOS. Perito. Base regulatoria. Intereses. Desvalorización monetaria....168 HURTO. Bien jurídico protegido. Vehículos . Vía pública........................175 INSTITUTO DE JUEGOS Y CASINOS. Empleado . Indemnización por incapacidad. Cálculo. Adicional de la Caja de Profesionales del juego.....................169 LEY DE CONVERTIBILIDAD. Indexación. Prohibición. Créditos laborales...............................................170 LEY PENAL MÁS BENIGNA. Aplicación de oficio. Robo agravado por el uso de arma de fuego. Arma no apta o d e utilería..................................................160 PRIVACION ILEGÍTIMA DE LA LIBERTAD. Conductas tipicas. Elemento subjetivo...............................................175 PROCEDIMIENTO PENAL. Recursos. Denegación de la suspensión de la acción. Posibilidad recursiva del imputado. Inconstitucionalidad de las normas. Declaración de oficio. Posibilidad. Suspensión del juicio a prueba. Inconstitucionalidad de la regulación del instituto en la norma ritual local. Caso de delitos penados con pena de inhabilitación..........................................82 ROBO AGRAVADO POR EL USO DE ARMA. Concepto de arma..................176 ROBO AGRAVADO POR EL USO DE ARMA DE FUEGO. Arma no apta o de utilería.................................................176 SOCIEDADES COOPERATIVAS. Unidad coordinadora de programas de Cooperativa. Competencia. Socio. Derecho a la información. Restricciones..............170 DOCTRINA Accidente de trabajo. Enfermedad laboral. Prescripción de la acción. Dies a quo. Fallo de la Sala Segunda, con nota del D r . J a i m e T o r r e s Cavallo.....................................178 El Mercosur hacia el 2006 por Carlos Palma....................................................190 Relectura jurídico constitucional del Cap.III. Título I de la Constitución Española por José Luis Prada Fernández de Sanmamed......................................230 Jurisprudencia de Mendoza INDICE DE ACTORES 273 Fiscal c/Linares Borobio Rodrigo - 82 Fiscal c/Lovaglio Corvalán María.. - 174 Abrego Juan Carlos. - 166 Fiscal c/Molina Melchori O. - 173 Araujo Pérez Manuel - 168 Fiscal c/Mortensen Naumchick Jorge 176 Asociacion Gremial de Empleados y Funcionarios del Poder Judicial -105 Fiscal c/T.O.A.G. - 173 Banco Francés S.A. c/Allayme S.A. - 149 Garro Alejandrina - 1 Betjane Jorge Abel - 164 Hernández Augusto - 167 Castellino José - 170 I. A.del C - 64 Coop.Eléctrica de Godoy Cruz Edif.Serv.Pco. y Consumo Ltda. c/Gob. de la Pvcia - 170 La Segunda ART S.A. c/Castillo A -164 Emcomet S.A. - 24 F.A. del C. - 62 Fernández Paulino - 40 Fiscal c/Flores Juan y Díaz Stella -160 Fiscal c/Flores Mendoza, Juan C. - 172 Fiscal c/Garro Peña Jorge A.- 175 Fiscal c/Giacri Poscama Carlos - 176 Liquidación Bco.Integrado Departamental (BID) c/Ruglio - 165 Montano Sergio - 168 Rincón Manuel Antonio - 169 Triunfo Coop.de Seg. en j./Marini O - 165 Vázquez Armando - 10 Vera Juan Carlos - 178 274 Jurisprudencia de Mendoza