ESPECIALIZACIÓN EN DERECHO PROCESAL PROFUNDIZADO EL PROCESO EN LAS CUESTIONES VECINALES TUTOR: Roberto O. Berizonce AUTOR: Leonardo E. Paladino Mayo 2003 Sede: La Plata EL PROCESO EN LAS CUSTIONES VECINALES INDICE. INTRODUCCIÓN. DESARROLLO. 1)Cuestiones vecinales: Conceptualización Competencia de la justicia vecinal. 2)El órgano interviniente. Competencia. Antecedentes históricos. Actualidad. 3) El proceso. 4) Derecho comparado. CONCLUSIONES Y PROPUESTAS. BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA. página 1 EL PROCESO EN LAS CUSTIONES VECINALES INTRODUCCION En los tiempos actuales, en los que existe una elevada concentración poblacional en las áreas urbanas, se producen numerosas disputas vecinales, cuyos protagonistas carecen de un ámbito apropiado para su resolución; y en tanto dichos conflictos no son solucionados, constituyen fuentes generadoras de tensión social. Esta cuestión preocupa mucho a los juristas y operadores del derecho, tanto nacionales como extranjeros, quienes en diversos estudios han planteado la necesidad de revalorizar a la justicia vecinal de menor cuantía. Se afirma que ello implicaría garantizar un acceso irrestricto e igualitario a la justicia, pues permite a una franja de la población –las de mayores carencias culturales y menores recursos económicos- intentar encontrar una adecuada solución para sus conflictos, que no se logra en los carriles ordinarios de la justicia tradicional. Muchos sostienen que los litigios derivados de relaciones o situaciones de continuidad y permanencia, como lo son los conflictos vecinales, requieren formas de justicia alternativas a los esquemas tradicionales. Entre ellos, Cappelletti y Garth consideran que en cada tipo de conflicto debe tenerse en cuenta a las partes que litigan; algunas pueden estar vinculadas entre sí por largas y complejas relaciones, en tanto que otras lo estarán sólo esporádicamente. Esto ha llevado a sugerir que la mediación, u otras formas similares, sean las más apropiadas para los casos de relaciones permanentes1. Suele ocurrir que ante un problema de un vecino con otro, sea por ruidos molestos, sea porque uno de ellos arroja basura hacia el fundo vecino, o con origen en infinidades de situaciones que puede plantear la convivencia barrial, uno de ellos pretenda la intervención de un tercero que logre poner fin al problema. Sin embargo, el abanico de opciones presenta, o bien a un proceso lento, complejo, plagado de obstáculos creados por los abogados de ambas partes, cuyo costo económico suele ser mayor que los intereses en disputa, o bien, se encauza el conflicto en un procedimiento contravencional, con intervención de la Comisaría o la Inspección municipal, en el que se persigue la comprobación de hechos denunciados por una de las partes en conflicto y la consiguiente sanción, y que por lo general no garantiza la resolución del conflicto vecinal, sino que el mismo puede agudizarse, originándose represalias y nuevos conflictos, o subsistiendo el problema inicial, en dimensiones mayores. En este trabajo, pues, se parte de la idea que los procedimientos actuales pueden tornarse inútiles al fin principal, cual es la solución del conflicto y la paz entre los vecinos y se establece como objetivo general de este trabajo el analizar los procesos imperantes en las cuestiones vecinales y proponer el que se considera más apropiado, o inclusive sugerir otras alternativas. 1 Cappelletti, Mauro y Garth, Bryant. “El acceso a la justicia”.Traducción de Samuel Amaral. Col. Abog. La Plata, 1983. Pág. 83. página 2 EL PROCESO EN LAS CUSTIONES VECINALES A la vez, constituyen objetivos específicos del mismo: 1)Definir el concepto de “cuestiones vecinales”, delimitando los asuntos que resultarían propios de esos procesos. 2)Realizar un somero estudio de los órganos que en la actualidad son competentes en los asuntos vecinales y determinar el ámbito conveniente para el desarrollo de este proceso, dentro de la provincia de Buenos Aires, y más precisamente en el Gran Buenos Aires. 3)Describir las características esenciales del proceso, destacando aquellas que resulten ventajosas para los justiciables y que tiendan a la efectividad del servicio de justicia. página 3 EL PROCESO EN LAS CUSTIONES VECINALES DESARROLLO 1)CUESTIONES VECINALES: CONCEPTUALIZACIÓN. COMPETENCIA DE LA JUSTICIA VECINAL. La categoría “vecino” denota un lazo social entre personas que coexisten, conviven en un espacio común, derivándose de este primer concepto que las cuestiones vecinales hacen referencia a los conflictos que surgieran entre habitantes de un mismo barrio, con motivo justamente de la cercanía. Berizonce plantea como propios de los órganos vecinales a los conflictos derivados especialmente del urbanismo y problemas de la convivencia y vecindad2. También en la sesión de la Convención Constituyente que reformara la Constitución provincial en 1994, se discutieron los alcances de la cuestión vecinal, al debatirse los artículos referentes a la Justicia de Paz. En ella, el diputado convencional Filloy definía a la competencia de menor cuantía como aquella “que atiende pequeños asuntos de todos los días y de todos los hombres que, a lo mejor por su monto, sencillez o la carencia de la documentación probatoria, muchas veces no pueden ser llevados a los tribunales”. Y hacía alusión a problemas diarios como un electrodoméstico mal reparado, un trabajo mal efectuado, alguna operación de consumo no satisfecha3. En palabras del diputado convencional Montezanti, asuntos de menor cuantía o de vecindad aparecen como sinónimos4. No obstante ello, la redacción definitiva de los artículos 172 y 174 de la Constitución Provincial pareciera distinguir a las cuestiones de menor cuantía de las cuestiones vecinales, más allá de poder considerar conveniente para ambos asuntos un procedimiento con iguales características. Ahora bien, volviendo al problema de delimitar aquellos asuntos propios de la justicia de vecindad, se pueden distinguir los siguientes que resultan comunes a diversos proyectos tanto para el conurbano bonaerense, como para la ciudad autónoma de Buenos Aires, como también han sido expuestos por doctrinarios y legisladores5: a)Las acciones derivadas de molestias ocasionadas por el humo, calor, olores, luminosidad, ruidos, vibraciones o daños similares por el ejercicio de activi2 Berizonce, Roberto. “Efectivo acceso a la justicia”. Librería Editora Platense. La Plata, 1987. pág. 124. 3 Diario de sesiones H.C.C., 15ª. Sesión, 10/9/94, pág. 1991. 4 Diario de sesiones H.C.C., 15ª. Sesión, 10/9/94, pág. 2004. 5 Proyecto de ley para la ciudad autónoma de Buenos Aires – Tribunal de pequeñas causas, de Augusto M. Morello; Anteproyecto de ley: Tribunal de pequeñas causas para el conurbano bonaerense, también de Augusto M. Morello. Publicado en Revista El Derecho, “Los tribunales de pequeñas causas para el conurbano bonaerense”, t. 172, págs. 881/891; Proyecto de ley: Justicia de Vecindad de la Ciudad de Buenos Aires, de Gabriela González Gass; Proyecto de ley: Justicia de Vecindad, de Gustavo Béliz y Abel Fleitas Ortiz de Rozas; Berizonce, Roberto O. “Justicia conciliatoria y justicia de paz. Tendencias y perspectivas”. J.A., t. 1984-I, pág. 774; Darritchon, Luis. “Justicia de menor cuantía”. Ponencia en IV Jornadas Rioplatenses de Derecho. Rev. Col. Abog. San Isidro Nº 23, jul-dic. 1987, págs. 89/92; Gelsi Bidart, Adolfo. “Conciliación y conflictos de vecindad”. J.A. 1992-I, pág. 950. página 4 EL PROCESO EN LAS CUSTIONES VECINALES dades en inmuebles vecinos (art. 2618 C.C.), estén o no sujetas al régimen de propiedad horizontal, y que tengan por objeto el cese de las molestias. b)Las derivadas del régimen de propiedad horizontal. c)Las derivadas del régimen de medianería, restricciones y límites al dominio. Muchos de los proyectos asignan también a la justicia de vecindad aquellas cuestiones de derecho patrimonial que no superen determinado monto. Así se refieren a acciones derivadas de contratos civiles y comerciales –en un caso, relacionados con la adquisición, utilización o disfrute de bienes y servicios, en otros distinguen a las locaciones de inmuebles, de cosas, de obra, y de servicios. En el proyecto de Morello, específicamente, se remite a la ley 24.240, de los derechos del consumidor. Se diferencian entre sí, en cuanto algunos establecen la competencia para acciones por daños y perjuicios derivados de hechos ilícitos; o en los procedimientos por acciones derivadas de la prestación del servicio doméstico. En mi opinión no cabe discusión alguna en considerar como propias de un tribunal vecinal a aquellas cuestiones detalladas en los puntos a), b) y c). No obstante, en lo que atañe a los restantes asuntos indicados, considero que si bien pueden ser resueltos bajo un mismo procedimiento que las acciones arriba citadas y por el mismo órgano, no constituyen estrictamente “asuntos o cuestiones vecinales”, aunque se trate de cuestiones derivadas de actos cotidianos, sencillos, y que por tanto requieren también de un procedimiento ágil, breve y de escaso costo. Por último, cabe destacar que entre los proyectos mencionados, algunos prevén la intervención preventiva de los tribunales vecinales en materia de violencia familiar y protección de personas. Entiendo que estas cuestiones requieren de un tribunal específico que, acompañado por personal técnico especializado, podrá resolver o abordar los conflictos de una forma más adecuada. Ello no impide que en el caso de los juzgados de paz, que luego analizaremos, en situaciones de urgencia en las que deban adoptarse medidas cautelares para evitar mayores peligros, éstos asuman la competencia provisoria, por cuestiones de cercanía e inmediatez, para posteriormente dar paso a los tribunales de familia constituidos en las ciudades cabeceras de los distintos departamentos judiciales. Igual tesitura creo debe tomarse en el caso de conflictos laborales, entre ellos, los derivados del servicio doméstico, ya que aunque se trate de disputas propias de la coexistencia, y con montos no muy altos en discusión, rigen para ellos principios propios del derecho laboral que pueden ser mejor aplicados por un tribunal del fuero. página 5 EL PROCESO EN LAS CUSTIONES VECINALES 2)EL ÓRGANO INTERVINIENTE. COMPETENCIA. ANTECEDENTES HISTÓRICOS Y ACTUALIDAD. El establecimiento de jueces pacificadores que buscaran la solución de conflictos mediante el avenimiento y la conciliación de las partes se ha dado en nuestro país prácticamente desde el nacimiento mismo, con la creación de la justicia de paz. En efecto, durante el gobierno de Bernardino Rivadavia se dicta la ley del 24 de diciembre de 1821, suprimiéndose las Alcaldías de Hermandad e instalando los Juzgados de Paz, cuyas funciones no se agotaron únicamente en la conciliación de intereses en pugna, sino que también tuvieron facultades políticas, militares y policiales. Si bien el antecedente inmediato surge de la justicia de paz creada en Francia, por la ley 16 del 24/ 8/1790, durante la Revolución Francesa, junto con la Corte de Casación, no tuvo iguales características. La institución tomó forma en Francia como una reacción contra pleitos interminables, y se consideraba que cualquier persona de buen sentido, aplicando la razón individual y el sentido común, podía administrar justicia, cuando estuviera acompañado de un sistema de normas claras. Basados en este pensamiento instituyeron a magistrados legos, encomendándoles la función de mantener la paz y la armonía entre vecinos. Tenían entonces como primer actividad el avenimiento de los litigantes, y sólo en segundo plano, la administración de justicia. En nuestra legislación, la institución de la justicia de paz no resultó similar al modelo francés. Las características de nuestro país, con grandes distancias, y circunstancias históricas diferentes, hicieron de la justicia de paz, una autoridad poderosa pero arbitraria. Como se señalara más arriba, acumuló, principalmente en la campaña, facultades judiciales, administrativas, municipales, militares y policiales. En una misma persona se encontraban reunidos el juez, el comisario, y luego el presidente de la Municipalidad. Esta sumatoria de funciones en un solo órgano derivó en excesos y dio por tierra el cometido inicial. En razón de los defectos enunciados, en tiempos de la organización nacional, y a través del dictado de las constituciones tanto nacional como provinciales, se distinguieron las funciones, declarándose especialmente a los jueces de paz como funcionarios exclusivamente judiciales. En la provincia de Buenos Aires, la Constitución de 1873, adoptó el criterio arriba mencionado, y estableció que los Juzgados de Paz estarían a cargo de ciudadanos mayores de veinticinco años de edad, contribuyentes, con residencia por lo menos de dos años en el distrito de actuación y alfabetos. El procedimiento sería verbal y actuado. Con base en dicho lineamiento, fue sancionada el 17 de mayo de 1887 y promulgada el 2 de junio del mismo año, la ley 1853, que fijó el procedimiento ante los jueces de paz legos, quienes debían resolver a “verdad sabida y buena fe guardada”. Esta ley, proyectada por el entonces asesor de Gobierno, doctor Juan José Montes de Oca, rigió por casi un siglo. Se fundó principalmente en la jurisprudencia de la Suprema Corte y doctrina procesal de la página 6 EL PROCESO EN LAS CUSTIONES VECINALES época, y en las enseñanzas del “manual” publicado para la instrucción de los jueces legos. Justamente, el carácter lego de los magistrados, establecido por esta ley, fue blanco de críticas. Se objetaba la ignorancia jurídica de varios de los jueces de paz, quienes en muchos casos eran elegidos más por sus filiaciones políticas que por sus condiciones personales. Se cuestionaba también que el juez de paz no asumía sus funciones de modo excluyente, sino que su cargo era ocasional, y retribuido por la Municipalidad por vía de viáticos, por lo cual aquél mantenía siempre su principal actividad particular, quedando sujeto entonces a sus vinculaciones sociales y profesionales, circunstancia ésta que lo tornaba influenciable a la hora de tomar las decisiones judiciales. Otro punto que generaba preocupación era el hecho de que los jueces de paz se encontraban exentos de la obligación de fundar sus sentencias en derecho, ya que la Constitución provincial sólo dirigía esta exigencia a los jueces letrados. Para asegurar pues que la solución de los litigios se ajustara al derecho positivo se estableció un recurso de apelación ante jueces letrados de primera instancia. Pero éstos, absorbidos por sus propios asuntos no prestaron atención directa y personal a las causas de menor cuantía que les llegaban por vía de recursos. Así se llegó a proponer la creación de tribunales letrados para conocer sólo en las sentencias de los jueces legos. La reforma instituyendo una justicia letrada de menor cuantía parecía imprescindible. La competencia de los jueces de paz no siempre la constituían asuntos sencillos: conocían tanto de acciones reales, como personales; también intervenían en asuntos criminales con penas de hasta $ 500 (quinientos pesos) de multa o un año de prisión en aquellos partidos –en ese entonces la mayoría- donde no tuvieran su asiento juzgados letrados en lo criminal y correccional. También erigidos en agentes de los tribunales de justicia, cumplen una labor de cooperación con los jueces ordinarios en la recepción de prueba a producirse fuera de la sede de aquéllos, y la de ejecutar sus mandatos. Además, como agentes de la Junta Electoral, son ejecutores de sus órdenes, encargándose asimismo de llevar el padrón de extranjeros (arts. 24, 25, 30, 35, ley 5109) y de la Dirección de Minoridad y de sus Consejos Departamentales, con los que colaboran en la protección de la infancia (art. 93 ley 6661). El Código de Comercio les encarga la matrícula de los comerciantes donde no hubiera tribunales mercantiles. Asumen a un mismo tiempo funciones notariales: foliatura y rúbrica de cuadernos de protocolo de los registros de escribanos públicos y del depósito de las existencias de escribanías vacantes. Al sancionarse la ley 6471, señala Baños que se incurrió en la imprudencia de acordarles potestad para disponer inscripciones de nacimiento, rectifica- página 7 EL PROCESO EN LAS CUSTIONES VECINALES ciones y aclaraciones de nombre, rechazadas por la justicia de Capital Federal en la corrección de partidas asentadas en el Registro Civil de la Ciudad de Buenos Aires, por “faltarles las garantías de aptitud y apreciación jurídica que impone la legislación nacional”6. La propia justicia provincial debió decidir que no estaban autorizados a conocer en actuaciones dirigidas al reconocimiento de la filiación extramatrimonial o legitimación por subsiguiente matrimonio, pues ello estaba reservado a los jueces letrados (art. 68 ley 5725 del Registro Provincial de las Personas). Al problema del carácter de los jueces se le sumó también la desigualdad del cúmulo de trabajo de los distintos juzgados. Ya en 1964 se advertía que los juzgados del interior llevaban una vida apacible, mientras que los de las grandes aglomeraciones vecinas a la Capital Federal se hallaban en su mayoría excedidos de trabajo. La principal solución a los inconvenientes planteados apuntaba al establecimiento de jueces “profesionales”. “La función judicial no puede ejercerse por vía de una actividad meramente circunstancial, complementaria o compartida. No habrá buena administración de justicia sin magistrados letrados, carrera judicial y dedicación exclusiva”7. Fue así que en el año 1978 se dictó el decreto-ley 9229, que sustituyó los jueces legos por magistrados letrados. Berizonce observa con agudeza que este cambio acentúa los datos de profesionalización, legalización y formalismo8. Oteiza, Sorá y Delucchi, por su parte, dejan en claro su adhesión a la incorporación de profesionales del derecho, y su oposición a modelos extranjeros que propician la desprofesionalización de los servicios jurídicos, sin dejar de lado que el juez debe actuar como un verdadero conciliador vecinal de la disputa planteada. Entienden que si bien es difícil encontrar abogados que comprendan la urgencia de cambiar el estado de cosas actual, más difícil aún es dar con quien pueda dar satisfacción sin una formación adecuada para ello y con el sólo aditamento de pertenecer a una clase o grupo que reúna consenso9. Conforme lo expresan Sosa y Berizonce, además del carácter técnico de los magistrados, la ley introdujo la reformulación de su competencia, sobre la base de que no debe tratarse exclusivamente de una justicia de menor cuantía, dado que la extensión territorial de la provincia impone establecer órganos judiciales con competencia especial sobre materias que permitan a 6 Baños, Amílcar Heberto. “La justicia de paz en la provincia de Buenos Aires”. Rev. Col. Abog. La Plata Nº 14; enero-junio 1965. pág. 43. 7 Baños, Amílcar Heberto. Ob. cit. pág. 46. 8 Berizonce, Roberto. “Justicia conciliatoria y justicia de paz”. Pág. 771. 9 Oteiza, Eduardo-Sorá, Liliana-Delucchi, Cristina E., “La justicia de menor cuantía como propuesta de modificación de la justicia de paz letrada en la provincia de Buenos Aires”. J.A. 1987-I, págs. 808/809. página 8 EL PROCESO EN LAS CUSTIONES VECINALES los justiciables un acceso al órgano de administración de justicia a nivel local, sin tener que trasladarse a los departamentos judiciales alejados10. Sin embargo, al implantarse la justicia de paz letrada, se eliminaron los órganos que tenían su sede en los asientos de cada Departamento Judicial, o los que existían en las ciudades que cuentan con juzgados de primera instancia en lo civil y comercial, e inclusive los que funcionaban en los partidos que integran el Gran Buenos Aires. Se argumentó entonces que no se justificaba mantener tal estructura en los partidos del denominado Gran Buenos Aires, en los cuales los medios de comunicación permiten el acceso directo a los tribunales respectivos. Esta medida originó numerosas críticas, señalando que entre las tramitaciones realizadas ante esos órganos se encontraban algunas de carácter no contencioso, y que personas de escasos recursos requerían frecuentemente del servicio público respectivo, generándosele inconvenientes propios de los gastos de traslado y del consumo de un mayor tiempo, traducido en una eventual pérdida de salario al tener que dejar de concurrir a sus tareas cotidianas, pese a la distancia cercana que pudiera existir con relación a las ciudades cabeceras de los departamentos judiciales. Fue así que se enfatizó en la necesidad de reinstalar los juzgados de paz letrados en el Gran Buenos Aires, donde los conflictos vecinales son numerosos y se requiere de un servicio jurisdiccional, lo que dio paso a la redacción del artículo 58 de la ley 5827, que mandó a establecer un juzgado de paz letrado en cada partido de la provincia, con excepción únicamente de aquéllos en los cuales funcionara la sede asiento de cada departamento judicial. De todos modos, esta estructura no pudo ser implementada en forma inmediata, principalmente por motivos presupuestarios, y si bien el plazo originario se había fijado para el año 1988, recién en 1991 se instalaron los juzgados de paz de Berisso y Florencio Varela, en 1992 los de Lanús y Ensenada, en 1995 el de Almirante Brown, entre otros ejemplos. A su vez, diversas modificaciones operadas en el mapa político de la provincia, con la creación de nuevos partidos como Ezeiza, Presidente Perón o Malvinas Argentinas, llevaron a la instalación de nuevos juzgados de paz. Años antes de la reforma constitucional, más precisamente en el año 1986, durante el desarrollo de las Segundas Jornadas Bonaerenses de Derecho Civil, Comercial y Penal, se propiciaba la ampliación de la competencia de los juzgados de paz letrados de la Provincia de Buenos Aires, sin que se asimilara a la de los órganos de primera instancia, ni se lo considerara un fuero especial a la manera del capitalino, y se mencionaba como necesidad el regular separadamente la Justicia de Paz Letrada, en ese entonces en funciones, y la Justicia Vecinal, la que se consideraba importante para ser instalada en los centros urbanos, especialmente en el Gran Buenos Aires. Por medio de esta nueva justicia, se intentaría limitar costos, acortar la duración de los juicios, 10 Berizonce, Roberto O., Op. cit. pág. 772; Sosa, Gualberto L. “Instituciones de la moderna justicia de paz letrada”, pág. 49. página 9 EL PROCESO EN LAS CUSTIONES VECINALES acercar los Tribunales a las partes y transformar la mentalidad de los juzgadores, imprimiendo mayor apertura hacia la informalidad y la conciliación. No obstante, en la actualidad sólo funcionan los juzgados de paz letrados, y la constitución provincial reformada en 1994, en su artículo 172, sólo prevé la posibilidad de crear otros órganos jurisdiccionales letrados para entender en cuestiones de menor cuantía, vecinales y faltas provinciales, sólo donde no existan juzgados de paz. Sin perjuicio de ello, ha destacado el Dr. Martínez, en ocasión de celebrarse las IX Jornadas Bonaerenses de Derecho Civil, Comercial, Procesal y Laboral, en la ciudad de Junín en el año 2000, que el citado art. 172 de nuestra Constitución local otorga como competencia genuina, propia de la Justicia de Paz, a las cuestiones vecinales, de menor cuantía como también las faltas provinciales; es decir, que no le pueden ser sustraídos a estos órganos tales asuntos. Aclara también que conforme a la redacción de la mentada norma constitucional, nada impide que en un determinado partido se instale más de un juzgado de paz letrado, puesto que se puede incrementar su número en función del grado de litigiosidad, la extensión territorial y la población respectiva, agregando que tampoco existiría obstáculo alguno en que tal posibilidad se materialice creando en un municipio con alta litigiosidad, juzgados de paz especializados en faltas provinciales y otros que asuman el resto de la competencia propia del fuero civil y comercial.11 En su momento, la Comisión de Estudio del Mapa Judicial, describía a la Justicia de Paz Letrada como una magistratura local, de carácter popular, destinada a dar respuesta a los requerimientos de los vecinos en pleitos pequeños o que requieran urgente tratamiento, y que en ese ámbito los conflictos debían ser tratados con herramientas y el espíritu de la mediación y conciliación, debiendo asimismo prevenir en las situaciones de menores en desamparo, y juzgar a los autores de ciertos delitos en procedimiento verbal. En fin, actuando con inmediatez y celeridad para recomponer el tejido social dañado por la discordia o la ilicitud12. Morello advierte que en la ley 10.571 aparece pospuesto el propósito de dar satisfacción a la esencia de la justicia vecinal, de menor cuantía, cuya filosofía tiende a resolver con métodos directos, desformalizados, de conciliación y equidad –cual verdadera sala de primeros auxilios en horario continuo y acentuado fuera de las horas laborales- el fárrago de pequeños y urticantes problemas que afloran en la dura convivencia de los partidos del Gran Buenos Aires. Y hace énfasis también en que la tendencia que inició la ley 9229 11 Martínez, Oscar J. “La tutela de las pequeñas causas y su impacto en el modelo actual de la justicia de la provincia de Buenos Aires” Jurisprudencia Argentina, t. 2001 – I, pág. 1209. 12 Informe de la Comisión de Estudio Dpto. Judicial, Ministerio de Gobierno de la provincia de Buenos Aires, formada por decreto 1510/84. Citado por Oteiza, Eduardo. “Los tribunales de menor cuantía como respuesta actual basada en los principios de la justicia de paz”, E.D. t. 122, págs. 852/853, y por Sosa, Gualberto Lucas. “Instituciones de la moderna justicia de paz letrada”. Pág. 166. página 10 EL PROCESO EN LAS CUSTIONES VECINALES no buscaba hacerse cargo de esa problemática, sino conquistar para cada partido una justicia similar, hasta el máximo posible, a la que de primera instancia funciona en las cabeceras de los departamentos13. En resumen, y no obstante las críticas arriba citadas, podemos concluir que son los juzgados de paz letrados quienes tienen la misión de entender en las cuestiones vecinales, aunque no como asunto exclusivo, ya que a ellas se les suman las cuestiones propias de la jurisdicción voluntaria (asentimiento conyugal en los términos del art. 1277 C.C.; autorización para comparecer en juicios y realizar actos jurídicos; autorización para contraer matrimonio a menores de edad; copia y renovación de títulos; inscripción de nacimiento fuera de plazo; informaciones sumarias; mensura; reconocimiento, adquisición y venta de mercaderías; rectificaciones de partidas de estado civil; certificaciones de firmas); las que requieran por su urgencia una decisión expeditiva (medidas cautelares incluida la protección y guarda de personas, alimentos provisorios, diligencias preliminares, pruebas anticipadas, beneficio de litigar sin gastos); y los apremios. La originaria concepción de adjudicar a la justicia de paz lega una competencia basada en la “ratione quantitatis”, se revirtió al crearse la justicia de paz letrada, atribuyéndosele una competencia cualitativa con prescindencia del monto objeto del litigio. La competencia de los Juzgados de Paz Letrados de la provincia de Buenos Aires se encuentra detallada en el artículo 61 de la Ley orgánica del Poder Judicial Nº 5827, y establece una restringida para los juzgados del conurbano bonaerense y otra más amplia para los restantes juzgados de paz. De tal modo, establece que los primeros conocerán : 1- de los siguientes procesos: a)Cobro de créditos por medianería. b)Restricciones y límites al dominio o sobre condominio de muros y cercos y en particular los que se susciten con motivos de la vecindad urbana o rural. c)Deslinde y amojonamiento. d)Beneficio para litigar sin gastos en los procesos que corresponde tramitar ante los mismos. e)Medidas preparatorias de los procesos de conocimiento y prueba anticipada. f)Apremios. 2– De los siguientes procesos voluntarios: a)Asentimiento conyugal en los términos del artículo 1277 del Código Civil. 13 Morello, Augusto M. “La justicia de paz letrada de la provincia de Buenos Aires. La nueva ley 10.571”. Jurisprudencia Argentina, t. 1987-IV, pág. 941. página 11 EL PROCESO EN LAS CUSTIONES VECINALES b)Autorización para comparecer en juicios y realizar actos jurídicos. c)Autorización para contraer matrimonio a menores de edad, domiciliados en su jurisdicción, salvo que alguno de ellos se encontrare sometido a la jurisdicción del Tribunal de Menores, caso en el cual será este último el competente. d)Copia y renovación de títulos. e)Inscripción de nacimiento fuera de plazo. f)Informaciones sumarias requeridas para la acreditación de hechos por organismos públicos o por personas de derecho privado. g)Mensura. h)Reconocimiento, adquisición y venta de mercaderías en los términos del Capítulo VI del Libro VII del Código de Procedimiento Civil y Comercial. i)Rectificaciones de partidas de estado civil. j)Certificaciones de firmas, constatación del estado material de documentos y autenticidad de copias de documentos públicos o privados, mediante la registración de aquéllas y del estado material o copia de éstos en los libros que establezca la Suprema Corte. 3 – En los casos de orfandad, abandono material o peligro moral de menores de edad, o incapaces, en que deberán adoptar de inmediato las medidas de urgencia que requiera la situación tutelar comunicando el hecho con la información sumaria del caso dentro de las veinticuatro (24) horas al Tribunal de Menores y al Asesor de Menores que corresponda, e instruir las actuaciones pertinentes a la espera de lo que el primero decida. 4 – De los trámites de notificaciones, intimaciones, constataciones y demás diligencias judiciales previstas por el Código Procesal Civil y Comercial, a solicitud de otros órganos jurisdiccionales. 5 – En materia de faltas (Decreto Ley 8031/73 y sus modificatorias, t.o. por Decreto 181/87). 6 – De la aplicación de las sanciones previstas por el artículo 78 del Decreto Ley nacional 8204/63 y contemplado por el artículo 6 del Decreto provincial 7309/68. Los restantes jueces de paz letrados conocerán además de las materias indicadas, en los siguientes procesos: a)Separación personal, divorcio vincular y conversión de separación personal en divorcio vincular, en los términos de los artículos 205, 215, 216 y 238 del Código Civil (Texto según ley 23.515). b)Alimentos. página 12 EL PROCESO EN LAS CUSTIONES VECINALES c)Tenencia de hijos y régimen de visitas. d)Homologación de acuerdos de liquidación de sociedad conyugal en aquellos casos en que el divorcio se hubiere tramitado por ante el mismo Juzgado. e)Suspensión de la patria potestad. f)Internaciones en caso de urgencia, comunicando la medida dentro de las veinticuatro (24) horas al Señor Juez de Primera Instancia. g)Hábeas corpus. h)Adquisición de dominio por usucapión. i)Desalojo urbano por intrusión, falta de pago y/o vencimiento de contrato. Consignación y cobro de alquileres. j)Medidas cautelares, debiendo el Juez remitir el expediente al Magistrado que en definitiva entendiere en el proceso, tan pronto como le fuere comunicada su iniciación. k)Juicios ejecutivos y ejecuciones especiales. l)De los procesos universales consistentes en sucesiones “ab intestato” o testamentarias. Basado en las previsiones del art. 172 de la Constitución Bonaerense, el Dr. Oscar Martínez ha elaborado un anteproyecto de ley, en el que, mediante la reforma de la ley 5827 de Organización del Poder Judicial, propone la creación de Juzgados de Menor Cuantía, Vecindad y Faltas, en las cabeceras departamentales, específicamente en los partidos de La Plata, Bahía Blanca, Lomas de Zamora, Mar del Plata, Mercedes, Morón, Quilmes, San Isidro, San Martín y La Matanza, atribuyéndoseles los asuntos de menor cuantía extraídos de entre las materias actualmente asignadas a los Juzgados de Paz Letrados, más las que les corresponde a las actuales Secretarías del Registro Público de Comercio, por considerar que estas últimas han quedado a cargo de funciones de menor entidad, residuales de su competencia originaria, no justificándose su existencia autónoma. Así tramitarían ante estos nuevos juzgados: - las causas originadas en las faltas y contravenciones de la ley 8031 (t.o. por decreto 181/87) - las siguientes causas de menor cuantía y vecindad: a)las referidas en el art. 61, parágrafo I, apartado 1, incs. “b” y “c”; en el apartado 2, incs. “a”, “b”, “c”, “d”, “e”, “f ”, “h”, “i” y “j”; y en el apartado 6 del mismo artículo. b)Todos los asuntos de jurisdicción voluntaria tendientes a la publicidad e página 13 EL PROCESO EN LAS CUSTIONES VECINALES inscripción registral mercantil de acuerdo con las disposiciones del Código de Comercio y demás leyes especiales, quedando excluidas las inscripciones a que se refiere el artículo 1 de la ley 8671. c)Las informaciones sumarias en los casos que determine la Suprema Corte de Justicia. En el ámbito de la Capital Federal, la ley 1893 del año 1886, asignó la competencia de la justicia de paz, la que debía entender en los asuntos civiles y comerciales, en los juicios sucesorios y en los concursos de acreedores hasta determinado monto. También intervenía en las causas por desalojo, cualquiera fuere el monto del alquiler cuando no mediara contrato escrito, o si habiéndolo no excedía los $ 200. La ley 2860, dictada el 16 de noviembre de 1891, dejó de lado el carácter letrado de los jueces de paz, volviendo al sistema de justicia de paz lega. Más tarde, en el año 1934, la ley 11.924 restableció el carácter de letrados de dichos jueces, manteniéndoles igual competencia. Se dividió a la ciudad en cuatro circunscripciones jurisdiccionales con diez juzgados en cada una de ellas y una fiscalía, y se creó una Cámara de apelación integrada por cuatro salas de tres miembros cada una. En 1949, por ley 13.998, estos jueces pasaron a denominarse jueces nacionales de paz. El decreto-ley 1285/58, ratificado por la ley 14.467, elevó el límite monetario y atribuyó facultades para conocer en cuestiones vinculadas al contrato de locación (desalojos, rescisión, cumplimiento, cobro de alquileres). Luego la ley 19.809 sustituyó la denominación por la de Justicia Nacional Especial en lo Civil y Comercial, y la ley 21.203, modificó el artículo 46 del decreto-ley 1285/58, reestructurando la competencia de este fuero para entender en lo sucesivo, además de las cuestiones de locación de inmuebles, en las causas civiles y comerciales por daños y perjuicios originados por accidentes de tránsito, en las cuestiones vinculadas con la propiedad horizontal, la división de condominios, los cobros hipotecarios, los interdictos, la prenda con registro. La ley 22.093 añadió a la competencia de estos juzgados, los juicios derivados de contratos de locación de obras y servicios; también los juicios por división de condominios y los relativos a condominio sobre muros, cercos y fosos; los de naturaleza civil derivados de contratos sobre cosas muebles; los juicios por cobro de créditos garantizados con hipoteca; y los juicios ejecutivos de naturaleza civil. Oteiza advierte que fueron dejados de lado los postulados principales de la Justicia de Paz, constituyendo un fuero cuya especialidad sólo encuentra explicación en las reglas de distribución del trabajo14. 14 Oteiza, Eduardo, Ob. cit. en nota 9, pág. 854. página 14 EL PROCESO EN LAS CUSTIONES VECINALES La situación antes detallada ha llevado a muchos a exigir un cambio que modernice el servicio de justicia. Se propicia la agilización, la inmediatez, y la facilidad de acceso a la justicia de todos los sectores sociales, con el acercamiento de los tribunales a la vida cotidiana de la ciudadanía a través de juzgados con competencia contravencional y de menor cuantía. En octubre de 1995 se dictó para la Capital Federal la ley 24.573, mediante la cual se estableció como forma alternativa de resolución de conflictos, y con carácter obligatorio, a la mediación. Dicha ley, complementada con el decreto reglamentario Nº 91/98, estableció que la mediación sólo puede ser cumplida ante mediador registrado y habilitado por el Ministerio de Justicia, y para poder inscribirse en dicho registro, debe contarse con título de abogado y tres años de ejercicio profesional. Las partes están obligadas a comparecer con patrocinio letrado y a hacerlo en forma personal. La incomparecencia es sancionada con multa, y se tiene por no comparecida a la parte que concurra sin asistencia letrada. El acuerdo al que arriben las partes, instrumentado en acta suscripta por el mediador, no requiere homologación, salvo que se hallen involucrados intereses de incapaces, y es ejecutable mediante el procedimiento de ejecución de sentencia. En caso que las partes no llegasen a un acuerdo, queda expresamente prohibido dejar constancia de los pormenores de la audiencia celebrada. Arribadas a un acuerdo, ambas partes cargan con los honorarios del mediador, los que son establecidos legalmente en relación con el monto en disputa. De fracasar la mediación, el mediador tendrá derecho a percibir sus honorarios de quien resulte condenado en costas en el juicio posterior. Si transcurridos sesenta días de fracasada la mediación, no se inició el juicio correspondiente, la parte que promovió aquélla instancia debe abonar al mediador una suma en concepto de honorarios, a cuenta de lo que correspondiera si posteriormente se iniciara la acción y se dictara sentencia. La mediación consiste pues en un procedimiento en el cual, un tercero imparcial, interviene facilitando la discusión, procurando que las partes resuelvan su conflicto, pero sin indicar soluciones. El mediador no asesora a las partes, no aconseja ni da órdenes. Se coloca en un plano de igualdad con los litigantes, pero su tarea requiere de un conjunto de conocimientos y técnicas para lograr la confianza de ambas partes, el diálogo ordenado y el convencimiento propio de aquéllos de arribar a una solución acordada. Entre las ventajas que se considera presenta este sistema con relación al proceso judicial, se pueden mencionar el que se trata de un procedimiento carente de formalidad y que la solución del conflicto puede surgir de manera más elástica que en el proceso judicial, en el que siempre las partes llegan a posiciones extremas, ahondando en sus argumentaciones para convencer al página 15 EL PROCESO EN LAS CUSTIONES VECINALES juez, quien a su vez, se encuentra atado por el principio de congruencia. Mas nos advierte Roland Arazi que no debe verse en la mediación a la panacea, ya que hay múltiples cuestiones que no pueden someterse a mediación, como las no negociables, y hay otras en que si bien es legalmente posible, será totalmente ineficaz, como cuando el tiempo y la demora juegan en favor de una de las partes: por ejemplo, quien debe pagar intentará demorar el cumplimiento de la obligación si ello no le ocasiona perjuicio y difícilmente colaborará para poner fin rápidamente al conflicto originado por su incumplimiento15. El antecedente legal en el país de este sistema, lo constituye el decreto 1480/ 92, mediante el cual se declaró de interés nacional la institucionalización y el desarrollo de la mediación como método no adversarial y se encomendó al Ministerio de Justicia de la Nación la formulación de proyectos legislativos y el dictado de normas de nivel reglamentario para la puesta en marcha de dicha institución. En él se señalaba como principio básico del instituto que el procedimiento sería voluntario. Sin embargo, la ley 24.573 le asignó un carácter obligatorio, generando numerosas críticas en este sentido. No obstante, prestigiosos juristas no ven en esta característica del instituto un grave problema. Así, Arazi confiesa que a pesar de habérsele generado algunas dudas sobre el tema, cree que “en el estado actual la falta de una ‘cultura’ sobre la posibilidad de solucionar el conflicto en forma no adversarial, tornaría en letra muerta cualquier disposición que, en una primera etapa, no instituyera la mediación en forma obligatoria”16. A su vez, Zannoni manifiesta que no le preocupa tanto la obligatoriedad como la prejudicialidad. Para él, el hecho de que la mediación se imponga como previa a la intervención de todo órgano jurisdiccional, en relación a la cuestión litigiosa o básicamente conflictiva, “implica privar de amparo jurisdiccional al proceso de mediación frente a diversas contingencias que pueden sobrevenir durante su desarrollo. Impide tutelar situaciones jurídicas reguladas por el derecho sustancial y procesal que presuponen en nuestro sistema la necesaria intervención del juez”17. Arazi ha criticado también las atribuciones que la mencionada ley le ha otorgado al Ministerio de Justicia para crear el Registro de Mediadores y determinar su constitución, organización, actualización y administración, pues genera una sensación de avance del Poder Administrador en detrimento del Poder Judicial, y que por tanto hubiese sido preferible que aquella función quedara en manos de los Colegios de Abogados. 15 Arazi, Roland. “Mediación, audiencia preliminar y prueba en la ley 24.573”. La Ley, t. 1996-A; págs. 1255/1256. 16Arazi, Roland. Ob. cit.; pág. 1256. 17 Zannoni, Eduardo A. “La mediación prejudicial y el servicio de justicia en la Capital Federal (A propósito de la ley 24.573)”. La Ley, t. 1996-C; págs. 1315/1316. página 16 EL PROCESO EN LAS CUSTIONES VECINALES Hay quienes consideran acertado el requisito de ser abogado para ser mediador, ya que podrá advertir si un acuerdo traspone el orden público, aunque otros estiman que hubiera sido prudente dejar esa evaluación en cabeza del juez, al momento de la homologación, en lugar de darle fuerza ejecutiva al acuerdo con la sola firma del mediador. Asimismo, creo que la profesión de abogado no garantiza una buena mediación. Un excelente abogado puede no lograr buenos resultados en la función de mediador, puesto que se requieren técnicas específicas para llevar por buen camino este instituto. Se ha puesto de relieve que algunos abogados, ocasionalmente, cuando merme la cantidad de trabajo de sus estudios, piensen en la mediación como una buena alternativa laboral y desempeñen una función para la que tal vez no se encuentren preparados. Por ello se propicia que quien se desempeñe como mediador lo haga en forma exclusiva, y con una instrucción y capacitación previa18. 3) EL PROCESO. Nuestra constitución local ha delegado al poder legislativo la tarea de establecer para las cuestiones vecinales y de menor cuantía, un procedimiento predominantemente oral, que garantice la inmediatez, la informalidad, la celeridad, la accesibilidad y la economía procesal, procurando la conciliación. De este modo, los convencionales no han hecho más que volcar en la carta provincial las demandas y los deseos de todos aquellos que se han interesado por la cuestión. Sin embargo, transcurridos hoy más de ocho años de la reforma constitucional, la ley mencionada aún no ha sido dictada, a pesar de su necesidad, manifestada reiteradamente en artículos jurídicos y por los propios operadores del derecho, y por ende no se ha visto implementado un sistema procesal que asegure los principios arriba enunciados. En la actualidad sigue rigiendo el art. 3 del decreto-ley 9229/78, reformado por la ley 10.571, que remite a las disposiciones del Código Procesal Civil y Comercial, para el procedimiento ante la justicia de paz. Es decir, que el proceso escriturario aplicado ante los órganos tradicionales es el mismo que debe llevarse adelante ante la justicia de paz. Sólo se prevén algunas especificaciones, como ser la inadmisibilidad de la recusación sin expresión de causa, o la necesidad de declarar la incompetencia del juez de paz, cuando por la interposición de la reconvención o por aplicación del principio del fuero de atracción, se ventilaran asuntos que excedieran los propios de la justicia de paz. También se establece la posibilidad de que el justiciable opte, en determinados supuestos, por acudir al juzgado de paz de su domicilio, o bien, al juzgado de primera instancia en lo civil y comercial del departamento judicial correspondiente. 18 Fariña, Gustavo. “Abogados-mediadores o mediadores y abogados”. Jurisprudencia Argentina, t. 1996 -II; págs. 989/991. página 17 EL PROCESO EN LAS CUSTIONES VECINALES Como nota distintiva hallamos la eximición del patrocinio letrado en las tramitaciones de la jurisdicción voluntaria detalladas en el inciso 9 del artículo 3 del decreto-ley 9229/78, esto es: autorización para comparecer en juicios y realizar actos jurídicos; autorización para contraer matrimonio a menores de edad; copia y renovación de títulos; inscripción de nacimiento fuera de plazo; informaciones sumarias; rectificaciones de partidas de estado civil; certificación de firmas, constatación del estado material de documentos y autenticidad de copias de documentos públicos o privados. En estos supuestos, los interesados pueden peticionar ante el juzgado, requiriendo la prestación del servicio, sin que obligadamente se vean acompañados de un abogado. También permite prescindir del patrocinio letrado cuando se solicite internaciones en caso de urgencia, o en las tramitaciones de hábeas corpus. Esta disposición imprime una mayor sencillez al proceso, y dado que no habría en principio derechos encontrados sino que la intervención jurisdiccional asume principalmente un carácter asistencial, no se ve perjuicio alguno para los justiciables por el hecho de no encontrarse con asesoramiento letrado. Distinto es el caso de los procesos iniciados por infracción a las leyes 8204/63 y 8031/73, para los cuales el decreto-ley 9229/78 tampoco exige el patrocinio letrado. Estos procesos, correspondientes al ámbito contravencional, pueden concluir con sanciones para el procesado, por lo que resulta aconsejable que el mismo reciba un acompañamiento técnico, y de hecho en la práctica, y por aplicación supletoria del Código de Procedimiento Penal, se le designa al justiciable un defensor oficial. Siguiendo esta línea de gratuidad de la asistencia letrada, el decreto-ley 9229/78 prevé para otros procesos voluntarios o contenciosos que deban tramitarse por ante el Juzgado de Paz, en los que el patrocinio letrado resulta obligatorio (separación personal y divorcio vincular; alimentos; tenencia de hijos y régimen de visitas; suspensión de la patria potestad; medidas cautelares; consignación de alquileres; restricciones y límites al dominio, o sobre condominio de muros y cercos, o cuestiones que se susciten con motivo de la vecindad urbana o rural; beneficio para litigar sin gastos; asentimiento conyugal en los términos del artículo 1277 del Código Civil; rectificación de partidas de estado civil), que las personas de escasos recursos que acrediten sumariamente la imposibilidad de abonar los honorarios de un abogado particular, puedan solicitar se les designe un defensor oficial, de acuerdo al procedimiento previsto en el art. 91 de la ley 5827. En tal sentido la ley orgánica del Poder Judicial manda confeccionar por los Colegios de Abogados Departamentales, para cada partido, un listado de abogados inscriptos voluntariamente, con domicilio en el respectivo partido, para desempeñar la función de defensor de pobres y ausentes o de asesor de incapaces. Ese listado queda a disposición del Juzgado de Paz pertinente, y su titular en los casos que requieran la intervención de tales funcionarios, procede a designar por sorteo a uno de ellos. página 18 EL PROCESO EN LAS CUSTIONES VECINALES Apunta Sosa que en un principio el listado era confeccionado sobre la base de los abogados que tuvieran estudio profesional en el partido donde se encuentra el juzgado de paz, constituyendo el desempeño de esa función, obligatorio, inexcusable y gratuito, por configurar una carga pública para el letrado. Pero debido al fracaso del sistema, a pesar de la aplicación de multas por incumplimiento, se produjeron modificaciones, primero dejando de lado la gratuidad de la función, esto es retribuyendo al letrado por su tarea; y luego tornando facultativa la inscripción en el listado19. En mi opinión, y tal como fuera destacado por la Comisión de Estudio del Mapa Judicial, los juzgados de paz deberían dotarse de los órganos del Ministerio Público (Fiscalía, Defensoría Oficial y Asesoría de Incapaces). Es decir, que en cada partido de la provincia deberían desempeñarse representantes de los órganos mencionados, evitándose así la necesidad de recurrir a abogados de la matrícula, o a los mismos órganos citados que se hallan emplazados en las cabeceras de cada departamento judicial. Volviendo al punto inicial en cuanto al procedimiento aplicable en los asuntos tramitados ante los juzgados de paz, decíamos que existe una remisión a las disposiciones del Código Procesal Civil y Comercial, y que por tanto no hay diferencias con los procesos desarrollados en los juzgados civiles y comerciales, a excepción de las situaciones arriba enunciadas. Por tanto, y conforme surge de las reglas establecidas en el art. 320 CPCC., varios de los asuntos que son competencia de los juzgados de paz, y en especial las cuestiones vecinales aquí tratadas, tramitan por el proceso sumario previsto en los arts. 484 al 495 CPCC. El proceso sumario, también llamado plenario abreviado o rápido, responde a las mismas características del proceso ordinario desde el punto de vista de su objeto –conocer en plenitud las cuestiones litigiosas- y su finalidad –lograr la cosa juzgada material-, diferenciándose de aquéllos en que las tramitaciones son más simples y sencillas, con frecuente aplicación de los principios de concentración y celeridad, con plazos más breves y con recursos más limitados. Se compone igualmente de tres etapas: a) la introductiva, donde el plazo para contestar la demanda es de diez días; toda la prueba debe ofrecerse en los escritos de demanda, reconvención y contestación de ambas (art. 484 CPCC); las excepciones previas deben oponerse juntamente con la contestación de la demanda (art. 486 CPCC); y a diferencia del ordinario, no existe segundo traslado en el caso de declararse la causa como de puro derecho (art. 487 CPCC). b) la etapa probatoria, en la que corresponde al juez la fijación del plazo respectivo (art. 487 CPCC), y no proceden ni el plazo extraordinario de prueba ni la presentación de alegatos (art. 493 CPCC). c) la etapa decisoria, cuyo plazo para dictar sentencia es de treinta o cincuenta días, según se tratare de tribunal unipersonal o colegiado (art. 494 CPCC); por lo que para los jueces de paz rige el primer plazo. 19 Sosa, Gualberto Lucas. Ob. cit. en nota 10, págs. 89/90. página 19 EL PROCESO EN LAS CUSTIONES VECINALES No obstante las notas de celeridad y concentración que distinguen a este proceso, una investigación realizada por la Fundación JUS, bajo la dirección del Dr. Berizonce, mediante un muestreo de expedientes judiciales archivados, concluyó que la duración de los procesos sumarios desde su iniciación hasta la percepción del crédito es de novecientos cuarenta y cuatro días, es decir, dos años y medio20. Esta investigación demuestra claramente que el proceso sumario, por más que contenga plazos más breves que el juicio ordinario, junto con ciertas normas que tienden a abreviar el trámite, no llega a satisfacer el principio de celeridad que debe primar en los asuntos vecinales u otros de menor cuantía, y que como dijéramos anteriormente, requieren de una pronta solución. Apuntando en gran parte a resolver este problema, los proyectos de ley citados en la nota 5 de este trabajo, proponen un procedimiento más ágil para tratar las cuestiones vecinales y las de menor cuantía, basado en los principios de informalidad, inmediatez, oralidad y celeridad. En todos ellos se prevé una instancia de conciliación, mediante la fijación de una audiencia dentro de los diez días (hábiles en unos, corridos en otros) de haber sido efectuado el reclamo o demanda. El citado es advertido en la notificación respectiva, que su incomparecencia hará tener por ciertos los hechos alegados en el reclamo inicial. A su vez, si la ausencia es del actor, se tendrá por desistida su acción. En los proyectos porteños dicha audiencia es conducida por uno de los jueces del Tribunal, mientras que en el proyecto del Dr. Morello, se halla la figura del Consejero Componedor. En ambos casos, el director del encuentro deberá instrumentar los medios conducentes para que las partes arriben a un acuerdo solución del conflicto. De lograrse el mismo, el Consejero Componedor tiene facultad suficiente para homologarlo, de modo tal que obtendrá fuerza de título ejecutorio, mientras que en los otros proyectos el acuerdo debe ser homologado por el Tribunal en pleno. Es importante destacar que en el proyecto elaborado por González Gass, la audiencia de conciliación puede abrir las puertas a un proceso de mediación voluntario. Si bien la mediación también es un procedimiento tendiente a la resolución de conflictos, como lo hemos analizado más arriba, posee algunas características que la distinguen de la conciliación. En primer lugar, se les garantiza a los participantes una confidencialidad absoluta, al punto tal que ni el propio juez o tribunal tiene acceso a lo tratado en las audiencias o encuentros. Sólo recibe la información de que no se ha llegado a un acuerdo si la mediación fracasa, o los puntos de solución para su homologación en caso de existir concordancias. El mediador no realiza propuestas de solución a las partes, sino que su función es la de facilitar la comunicación entre ambas, y lograr que se replanteen sus pretensiones iniciales, en la búsqueda de sus reales necesidades y la posibilidad de satisfacerlas de manera conjunta, disol20 Berizonce, Roberto. “Evaluación provisional de una investigación empírica trascendente para el mejoramiento del servicio de justicia”. E.D., t. 114, pág. 860. Citado por Oteiza, Eduardo. Ob. cit. en nota 9, pág. 851. página 20 EL PROCESO EN LAS CUSTIONES VECINALES viendo los puntos que los enfrentan. Por ello mismo, tampoco se ofrecen pruebas en esta instancia. Todo gira en torno a la palabra, a los dichos de los participantes. El conciliador, en cambio, suele estar facultado para proponer fórmulas que resuelvan la disputa, y es por ello que en el caso de los jueces que luego van a decidir el conflicto, se establece que la mera proposición de fórmulas no implicará prejuzgamiento21. Cerrado este paréntesis, y volviendo al análisis de los proyectos, en todos ellos a excepción del correspondiente a Béliz y Ortiz de Rozas, se propone ante la imposibilidad de conciliación, la alternativa de un proceso arbitral. El arbitraje es una antigua institución que se caracteriza por el procedimiento relativamente informal, por los árbitros con formación legal o técnica y por el laudo obligatorio, sólo limitadamente apelable. Este instrumento procesal, más o menos rápido puede presentar el inconveniente económico de que las partes deben cargar con los honorarios de los árbitros. No obstante, comparado con los gastos de un juicio ordinario, éstos pueden resultar menos costosos, y los laudos pueden llegar también a beneficiar a los litigantes más débiles22. De no optar las partes por aquél, y fracasada la instancia de conciliación, se continuará con el proceso. Cabe señalar que Morello en su proyecto niega legitimación procesal activa a las personas de existencia ideal y lo mismo impide ser demandadas a las personas jurídicas de derecho público, permitiendo únicamente intervenir en tal carácter a las privadas prestatarias de servicios públicos, además claro está, de las personas físicas. Por su parte, González Gass admite que además de las personas de existencia real, también puedan accionar las asociaciones cooperadoras con personería jurídica y las asociaciones civiles sin fines de lucro, y Béliz y Ortiz de Rozas otorgan poder para accionar a las personas jurídicas de derecho privado y a los consorcios de copropietarios. En el proyecto elaborado por González Gass, en la misma audiencia de conciliación, y no habiéndose arribado a un acuerdo, se celebra la vista de causa, en la que el Tribunal determina los hechos que han sido reconocidos, y cuáles resultan controvertidos y por tanto son materia de prueba. En la misma oportunidad el demandado puede reconvenir u oponer excepciones, las que se decidirán de inmediato. 21 Existen en la provincia de Buenos Aires algunos proyectos de ley referentes a la institución de modos alternativos de resolución de conflictos, apuntando principalmente al establecimiento de la mediación, en algunos casos, con carácter obligatorio. Entre ellos se pueden nombrar los presentados por los diputados Piemonte, Paz, Oliver y otros, registrado bajo el nº 2119 de la Cámara de Diputados (años 1998-1999); para el mismo período de sesiones 126, también los pertenecientes a los diputados Carballal (nº 634), y a Tunessi y Espada (nº 687). Ya anteriormente a los citados, el diputado Lugones presentó un proyecto en el período 123 (años 1995/1996) ingresado con el número 1687 en la mencionada Cámara de Diputados provincial. 22 Cappelletti, Mauro y Garth, Bryant. Ob. cit. págs. 92/93. página 21 EL PROCESO EN LAS CUSTIONES VECINALES Por su parte, Béliz y Ortiz de Rozas, establecieron para el caso de que la conciliación no prospere, que en la misma audiencia el demandado conteste el reclamo, reconvenga en su caso, y oponga excepciones si las hubiere. El juez conductor de la audiencia resuelve las excepciones, desestima la prueba inconducente o innecesaria y provee la restante, designando dentro de un plazo de diez días hábiles la audiencia para instrucción y juzgamiento. Morello, a diferencia de los anteriores, ideó la realización de dos audiencias dentro del proceso, posteriores a la instancia de conciliación. La primera de ellas es la audiencia de postulación y anticipatoria de instrucción, en la que el juez insiste en la conciliación, y de no lograrse, invita al actor a delimitar su pretensión y al demandado que la conteste y, en su caso, reconvenga. En la misma, el juez resuelve las excepciones que se hubieran opuesto, las partes a su vez deben reconocer o negar la autenticidad de la documentación que se hubiera presentado, y ofrecen los medios de prueba de que intenten valerse. El juez fija los hechos controvertidos y desestima los que considere inconducentes, al igual que los medios de prueba impertinentes o superfluos. Acto seguido, designa la fecha para la segunda audiencia, que es justamente la de práctica de prueba y juzgamiento, la cual deberá celebrarse dentro de los treinta días de efectuada aquélla. Los tres proyectos admiten todo medio de prueba, aunque el proyecto de Morello asigna el carácter de excepcional al dictamen pericial, siempre que la cuestión lo torne imprescindible. El número de testigos es restringido, a dos o tres según el proyecto, por cada parte, las que asumen la carga de hacerlos comparecer. Se prescinde del acta escrita de los testimonios, pudiendo utilizarse otros medios modernos de registro, como cintas de grabación, discos, etc. Tanto Morello como Béliz y Ortiz de Rozas prevén la conservación de los registros por un lapso determinado; el primero hasta que adquiera firmeza la sentencia; los segundos hasta un año posterior a dicho evento. González Gass en su proyecto admite que las partes confeccionen minutas de las declaraciones, para que luego sean autenticadas por el Secretario del Tribunal. En la misma audiencia en que se ha producido la prueba, e inmediatamente después de un breve alegato permitido a las partes, el juez o tribunal dicta sentencia, mencionando los elementos de convicción. El proyecto elaborado por Béliz y Ortiz de Rozas faculta al tribunal a fundamentar el fallo dentro de las cuarenta y ocho (48) horas siguientes a la finalización de la audiencia. Las partes son notificadas de la decisión judicial en el mismo acto. La condena a pagar sumas de dinero debe ser líquida. Si la condena es de hacer o no hacer, debe incluir las sanciones conminatorias a aplicarse automáticamente en caso de incumplimiento. Morello diagramó medidas de compulsión en contra del vencido que incumple la sentencia, a saber: revocación o suspensión de la licencia o habilitación comercial, o negación a la renovación de la misma; suspensión de la licencia de conductor, cuando el reclamo se relaciopágina 22 EL PROCESO EN LAS CUSTIONES VECINALES ne con la titularidad o el uso de vehículos; y multa no superior al doble del monto de la condena insatisfecha, con más las astreintes o multas proporcionales a la cuantía de la sentencia a favor del vencedor. Mientras Béliz y Ortiz de Rozas hacen soportar los gastos del juicio a la parte vencida, Morello prevé que se impongan en el orden causado, salvo temeridad o malicia. A su vez establece que los montos arancelarios no podrán superar el diez por ciento, ni resultar inferiores al cinco por ciento del valor en disputa. En lo que a la recurribilidad de la sentencia se refiere, Béliz y Ortiz de Rozas admiten en su proyecto la interposición del recurso de apelación contra la sentencia, dentro de los tres días de notificada ésta. El mismo deberá ser escrito y fundado ante el Tribunal que dictó el pronunciamiento. Se da traslado a la otra parte, también por tres días, y contestado o vencido el plazo, se eleva a criterio de la Cámara de Apelación Vecinal. El recurso de apelación tiene efecto suspensivo. González Gass incorporó en su proyecto, el recurso de revisión, también para ser interpuesto dentro de los tres días de notificada la sentencia. Sin embargo, establece dos límites para su procedencia: el primero de ellos estriba en que debe estar motivado en la violación o aplicación errónea de la ley sustantiva o cuando se hubiera afectado el derecho de defensa durante el procedimiento; el segundo límite está dado por el monto en disputa, ya que el reclamo debe exceder el valor equivalente al precio de venta de ochocientos litros de nafta especial. Aquí también se halla previsto el traslado por tres días, para luego elevarse las actuaciones al Tribunal de Apelación de Vecindad. El recurso tiene efecto suspensivo por el plazo de diez días, lapso en el cual deberá resolverse el recurso. Morello, en el proyecto que redactara para el conurbano bonaerense, asigna a la sentencia un carácter irrecurrible, admitiendo sólo el pedido de aclaratoria, mientras que en el similar pensado para la ciudad autónoma de Buenos Aires permite el recurso de apelación, aunque limitándolo al caso de que la sentencia se repute arbitraria o absurda, por resultar manifiestamente descalificable como acto judicial. El plazo para su interposición es de cinco días, por ante la sala competente, y el criterio de admisión será restrictivo. Sólo la admisión del recurso, no así su interposición, tendrá efecto suspensivo, y en tal caso, se dará traslado a la contraria por un plazo igual de cinco días. En lo que a la recurribilidad de la decisión judicial se refiere, es importante destacar la opinión del Dr. Oscar Martínez, quien se opone al establecimiento de una limitación de los recursos en función del monto del litigio. Aduce que es un error conceptual entender que el pleito de poco monto no merece la atención de un tribunal superior, olvidándose que para una persona de escasos recursos una buena y justa solución puede ser importante e incluso decisiva desde un punto de vista económico; y sostiene que limitar los recurpágina 23 EL PROCESO EN LAS CUSTIONES VECINALES sos afecta el principio de igualdad ante la ley, el debido proceso y la defensa en juicio23. Martínez ha postulado en sus trabajos que las cuestiones de menor cuantía y vecindad tramiten por los respectivos procedimientos que se establecen en el Libro VII, Título I del Código Procesal Civil y Comercial, o en su caso por lo establecido en el artículo 496 del mismo ordenamiento, esto es, las reglas del proceso sumarísimo. Propugna que las audiencias de prueba se concentren en un solo acto, y se reciban bajo el método oral, dejándose constancia en el acta respectiva sobre las personas que comparecieron, las circunstancias consideradas esenciales, y toda otra que a pedido de parte, el juez estime conveniente. El juez debe actuar personalmente, bajo pena de nulidad -constituyendo falta grave-, y procurará conciliar a la partes, invitándolas a reajustar sus pretensiones y a desistir de las pruebas innecesarias, superfluas u onerosas, sin perjuicio de las facultades otorgadas por el art. 362 CPCC.24 Además de los autores de los proyectos arriba analizados, hubo quienes también formularon diversas propuestas relativas a la conciliación. Entre ellos, Berizonce propuso convertir a los actuales Consultorios Jurídicos Gratuitos en Direcciones de Asistencia Jurídica Gratuita y Conciliación, acordándoles la administración, fiscalización y contralor interno del sistema. Su idea era confiar a las aludidas direcciones tareas de colaboración directa con la administración judicial mediante la implementación de mecanismos de información jurídica general y procedimientos de solución amistosa de los diferendos (conciliación extrajudicial). Resalta en su proyecto el hecho de que otorgar potestades conciliatorias a un órgano independiente, de base colegial, implica un significativo avance, justificado por las características administrativas pero no estatales, y al mismo tiempo la calificación de sus integrantes. Asimismo, opina que resulta de mayor eficacia la dirección de un procedimiento conciliatorio a cargo de un órgano distinto del juez, puesto que se prescinde de cargas subjetivas, o limitaciones provenientes del temor de incurrir en prejuzgamientos25. También Sosa, preocupado por que los ciudadanos cuenten con una efectiva tutela jurisdiccional, expuso la idea de crear en el ámbito municipal Consejos de Conciliación, integrados por profesionales de las ciencias jurídicas y sociales, esto es, abogados, sociólogos, trabajadores sociales, bajo la supervisión de los jueces de paz letrados. Su función consistiría, en primer término, en asesorar a los integrantes de la comunidad acerca de los derechos que les asisten; y en segundo lugar, cuando existieran conflictos, intervenir como mediadores con el objetivo de solucionar extrajudicialmente, sin ningún 23 Martínez, Oscar. “El acceso a la justicia. Protección privilegiada de los derechos y procesos de menor cuantía”. El Derecho v. 113, pág. 907. 24 Martínez, Oscar J. Ob. cit. en nota 11. Pág. 1213. 25 Berizonce, Roberto. Ob. cit. en nota 2. Págs. 107/110. página 24 EL PROCESO EN LAS CUSTIONES VECINALES formalismo, aquellas diferencias. El caso recién llegaría a ser tratado directamente por el propio juez de paz letrado en caso de fracasar tal procedimiento de conciliación26. 4) DERECHO COMPARADO. La necesidad de permitir a todos un real acceso a la justicia, por más pequeño que aparente ser el derecho alegado, ha desembocado en diversos países en una amplia variedad de reformas: creación de nuevos tribunales, admisión de personas legas en derecho tanto para juzgar como para defender, modificaciones al derecho sustantivo para evitar los conflictos o facilitar su solución, establecimiento de órganos privados o informales para dirimirlos. En Europa continental se propiciaron modificaciones tendientes a la aplicación de los principios de la “oralidad”, que abarcan la libre convicción para apreciar la prueba, la concentración procesal, la inmediación –que pone a los jueces en contacto directo con las partes y testigos-, y la oficiosidad mediante la cual los jueces pueden averiguar la verdad real y equilibrar las situaciones procesales de los litigantes. El Stuttgarter Modell, del proceso civil alemán, por ejemplo, hace participar a los litigantes, abogados y jueces en un vivo diálogo sobre las cuestiones de hecho y de derecho, lo que no sólo acelera el proceso sino que lo termina por una sentencia inteligible para las partes, quienes podrán conocerla y consentirla o apelarla de inmediato. Las demandas de menor cuantía, en particular, han sido legisladas de manera diferente a las de mayor interés económico, precisamente buscando que los costos del proceso no superen los montos en disputa. De otro modo, muchos desistirían de embarcarse en un juicio de escasa o ninguna importancia económica. Uno de los mayores gastos en todo proceso está dado por los honorarios profesionales, por lo que muchos países apuntaron a limitar o prohibir la intervención letrada en este tipo de cuestiones –las de menor cuantía- para reducir los costos. Así, las reformas suecas o inglesas limitaron la asistencia letrada de ambas partes, no permitiendo que el vencedor pueda reembolsarse de la otra parte los honorarios que pague a su abogado. En Australia, se decidió no permitir la presencia de letrados, postura ésta que ha sido criticada, al considerar que impedir la asistencia jurídica de quien no sabe expresarse -en gran número de casos se trata de aquellos carentes de recursos- genera como resultado el ponerlo en una situación desventajosa frente a su contraparte. 26 Sosa, Gualberto Lucas. “La justicia de paz letrada: bases para un régimen integral moderno para la provincia de Buenos Aires”. Rev. Jus N° 38. 1986. Págs. 79 y 102. página 25 EL PROCESO EN LAS CUSTIONES VECINALES Sin entrar a analizar profundamente aquí la cuestión de la asistencia jurídica a los más pobres, punto principal del problema del acceso a la justicia, diremos que se han ideado diversos sistemas tendientes a garantizarla. Alemania, por caso, creó un sistema de retribución estatal a los abogados que proporcionen asistencia jurídica gratuita, mientras que Francia ideó un sistema de seguridad social. Se desarrollaron también planes de prestación de servicios jurídicos por medio de los sistemas de mutual y convenio. Otros países han confiado la tarea a los colegios de abogados. Reconociendo la importancia de los factores económicos, algunos sistemas han creado también incentivos para arreglar los conflictos. Uno de ellos es “el pago de las costas”, imperante preponderantemente en Inglaterra, aunque también aplicado en Canadá y Australia, mediante el cual se sanciona al actor que no acepta una transacción propuesta por el demandado, considerada razonable por el tribunal, cargándole a aquél tanto las costas propias como las del adversario. En la práctica funciona del siguiente modo: el demandado consigna judicialmente una cantidad determinada de dinero para arreglar el juicio, sin conocimiento aún del juez del proceso. El actor puede aceptarla dentro de un cierto plazo, obteniendo así las costas. Pero cuando no obstante dicho ofrecimiento, el juicio tiene lugar, y el actor logra una cantidad de dinero similar a la ofrecida por el demandado, aquél deberá cargar con sus propias costas, que podría haber obtenido de aceptar el ofrecimiento, más todas las del demandado posteriores a la fecha del depósito de éste. Por el contrario, si el actor consigue una cantidad mayor a la depositada por el demandado, las consecuencias son las mismas que si éste nada hubiese consignado. El sistema descripto facilita los arreglos y reduce la cantidad de juicios que se ventilan en un tribunal, pero hace pasible de todos los gastos de justicia a los actores, los que suelen ser, principalmente en los juicios de daños, la parte más débil y menos familiarizada con el pleiteo, enfrentados por lo general a un patrón o una compañía de seguros. Esto puede perjudicar seriamente al actor, mientras que para el demandado, en el caso señalado, representará sólo un pequeño rubro en su cuenta anual de ganancias y pérdidas. Esta clase de demandados es un claro ejemplo de los que Cappelletti y Garth llaman “litigantes habituales”; participantes de numerosos juicios que suelen aventajar a sus oponentes por varios motivos: 1) pueden planificar mejor sus juicios, 2) les resulta más económico, 3) se relacionan con el personal judicial, 4) trasladan los riesgos a mayor cantidad de juicios, 5) aprovechan la experiencia de juicios anteriores27. En Michigan se aplica un sistema de mediación que remedia las falencias indicadas. Sanciona tanto al actor como al demandado que se niegan a transigir, y posibilita un arreglo justo por la intervención de peritos que proporcionan a las partes información acerca del valor de sus pretensiones. En lo que a la instancia conciliadora atañe, funcionó en Francia, a partir de 1977, a prueba en cuatro departamentos judiciales, la institución del “Conci27 Cappelletti, Mauro y Garth, Bryant. Ob. cit. pág. 34. página 26 EL PROCESO EN LAS CUSTIONES VECINALES liador vecinal”. Estos conciliadores son vecinos que actúan en forma unipersonal, utilizando despachos municipales. Tienen atribuciones para procurar el acuerdo en casos de conflicto y de solucionar equitativamente las disputas. Con resultados positivos, la institución se extendió a todo el país desde 1978, mediante el dictado del decreto 78.381. En Estados Unidos, se crearon en tres ciudades los “Neighborhood Judicial Centers”, cuya misión estriba en resolver controversias menores, en los casos en que las partes tengan la disponibilidad de su derecho, aliviando el trabajo de las cortes judiciales, a través del asesoramiento a los contradictores para que estén en condiciones de decidir pleitos por la vía conciliatoria, o en caso de que la mediación quede trunca, remitirlos a la sede judicial adecuada. Se busca interesar al vecindario, facilitar la conciliación de los conflictos vecinales, cohesionar las relaciones de vecindad y restablecer la armonía entre los vecinos. Uno de los principales propósitos consiste en crear un tribunal atractivo para el pueblo, que de modo informal y descentralizado, incite a corto plazo la discusión vecinal de situaciones por las cuales las relaciones entre vecinos estén a punto de romperse. Redunda también de utilidad para educar al vecindario acerca de la naturaleza, origen y soluciones de los conflictos que lo aquejan. Hubo en Nueva York una experiencia interesante, en la que un magistrado juzgaba un caso que previamente procuraba conciliarlo otro. Se implementó en el año 1970 un sistema de “entrevistas y distribución del trabajo”, con el objetivo de reducir la cantidad de 137.000 expedientes atrasados de los tribunales de la ciudad. Cada juez se turnaba como “entrevistador” para procurar el arreglo de los juicios, pendientes de vista de causa. Si el arreglo no se lograba, el expediente era enviado a otro juez para su inmediato juzgamiento en audiencia. Así se compuso el 60% de los juicios y el atraso terminó a fines de 1971. El procedimiento consistía principalmente en que los jueces escuchaban a las partes, les señalaban las falencias de sus argumentos y subrayaban las dificultades que sobrevendrían como también el monto de los gastos judiciales. Es factible que las propuestas de convenio fueran aceptadas en gran número por las partes, porque suponían un anticipo de lo que sería la sentencia. También funciona en el sistema judicial de Nueva York, como una subdivisión de la Corte Civil, la Corte de Pequeñas Causas –Small Claims Court-, entendiendo sobre cualquier materia civil dentro de ciertos montos cuantitativos. Tawil y Ruiz Coloma señalan que sólo resulta procedente el acceso a estas cortes en aquellos supuestos donde lo que se reclama es el pago de una suma de dinero, no siendo apta, en cambio, para exigir la realización o abstención de conductas distintas a ella28. Esta limitación dificulta con cierta frecuencia la tarea de los magistrados, especialmente cuando conflictos de tipo personales exceden lo exclusivamente patrimonial. Así por ejemplo, en el caso de una queja 28 Tawil, Guido S. y Ruiz Coloma, Xavier. “Los tribunales de menor cuantía y su experiencia en el derecho norteamericano”. La Ley, 1998-C, pág. 1011. página 27 EL PROCESO EN LAS CUSTIONES VECINALES por parte de un individuo por roturas de vidrios realizada por el hijo de su vecino, el remedio perseguido no es en realidad el pago del nuevo vidrio –a lo único que en este tipo de procedimiento puede en realidad el actor aspirar y el tribunal conceder- sino una orden para evitar de alguna forma la repetición de tales hechos en el futuro. Algunos jueces, excediendo sus facultades, aconsejan sin embargo, de manera informal a las partes para evitar nuevos incidentes. Se trata pues de órganos judiciales populares, en los que prevalecen los principios de simplicidad, informalidad y oralidad, y en los que el juez asume una función conciliatoria, para lograr la paz social, pudiendo emitir una sentencia sobre la base de la convicción subjetiva. El acceso a la jurisdicción es facultativo para el actor, al cual se lo estimula a su presentación sin abogado. Todas las anotaciones esenciales se registran en una simple ficha. En el mismo día de la presentación del actor, se fija una audiencia dentro del plazo de treinta días y se le asigna a aquél la carga de la citación. Las audiencias se fijan en horario vespertino para facilitar el acceso a las partes. En la audiencia se busca arribar a una conciliación, y de fracasar ésta se propicia el arbitraje. De no optar las partes por esta última alternativa, el juez recibe en la audiencia toda la prueba y decide la cuestión en consecuencia. Tawil y Ruiz Coloma encuentran en este sistema algunas fallas: no siempre resulta posible ejecutar las sentencias dictadas, las demoras en la espera de ser llamado para comparecer en audiencia son excesivamente prolongadas, los horarios de funcionamiento muchas veces no son los más adecuados, pero como contraposición encuentran que poseen un evidente efecto “solucionador” de las pequeñas injusticias. La población sabe que, por pequeño que sea su reclamo, serán debidamente escuchados y auxiliados por los jueces y tribunales29. No obstante la existencia de toda una corriente que propicia el sistema conciliatorio, éste se encuentra en regresión en Italia, debido a diversas causales, entre ellas, una excesiva duración del trámite, grandes costos y la inflación. Cappelletti agrega a aquéllas, dos elementos más que entiendo deben ser considerados a la hora de instalar un proceso conciliatorio en nuestra provincia: 1) la pérdida de autoridad social del conciliador. 2) la reunión en una sola persona de las funciones conciliatoria y judicial30. Esta segunda cuestión lleva a Cappelletti y Garth a considerar propicio separar la etapa decisoria del procedimiento de antejuicio o conciliatorio, distinguiendo al juzgador del conciliador. Sostienen que de otro modo, el juzgador puede, por confusión de sus funciones de sentenciante y conciliador, ser llevado a cumplir cada una de ellas insatisfactoriamente. Como conciliador puede, de mala gana, proponer un arreglo por la amenaza que en última instancia entraña su poder decisorio; como sentenciador, puede dejar de lado sus tentativas conciliatorias, subvertiéndolas para aplicar la ley31. 29 Tawil, Guido S. y Ruiz Coloma, Xavier. Ob. cit., pág. 1023. 30 Citado por Hitters, Juan Carlos en “La justicia conciliatoria y los conciliadores”, cap. VIII del libro “La justicia entre dos épocas”. págs. 159/180. 31 Cappelletti, Mauro y Garth, Bryant. Ob. cit. págs. 122/123 página 28 EL PROCESO EN LAS CUSTIONES VECINALES Merecen mencionarse igualmente en este capítulo, los “tribunales populares” de China, Cuba y la mayoría de los países de Europa Oriental, como también la institución Nyaya Pachayat de India. Así, los “tribunales de camaradas” búlgaros y soviéticos, y las “comisiones populares de conciliación” polacas, funcionan en los vecindarios o en los lugares de trabajo, integrándose con personas elegidas por sus convecinos o compañeros. Son gratuitos y tienen competencia, preponderantemente en asuntos contravencionales y conflictos sobre la propiedad, y los que funcionan en los sitios de trabajo son tribunales disciplinarios de empresas. Los “tribunales de camaradas” búlgaros y soviéticos pueden entender en demandas de menor cuantía siempre que ambas partes acepten su competencia. Los tribunales soviéticos tienen la facultad de hacer ejecutar sus decisiones y pueden imponer sanciones como las multas, mientras que las resoluciones de los tribunales polacos sólo tienen valor persuasivo. Cappelletti y Garth mencionan que estudios sobre las comisiones populares de conciliación polacas han destacado la existencia de tres clases de tribunales populares: 1) los que tienen competencia autónoma, que son integrados voluntariamente por vecinos que resuelven asuntos que otros vecinos, también voluntariamente, les someten; 2) las “reparticiones para conservar el orden público”, cuya función consiste en vigilar el comportamiento y lograr la convivencia pacífica entre los vecinos; 3) los “parajudiciales”, que tienen como principal objetivo colaborar con los órganos de la justicia estatal, en especial los tribunales ordinarios. Hacen notar también que el primero de éstos es el que cuenta con mayor aceptación popular, pese a no contar con mayores poderes sancionatorios como la “repartición que conserva el orden público”, o con un mayor formalismo y autoridad como los “parajudiciales”32. Desde esta experiencia se ha concluido que las relaciones vecinales, sus conflictos y sus formas de solución muchas veces no armonizan con un sistema judicial rígido o con instituciones como las policiales. Igualmente en la Nyaya Panchayat de la India se advirtió que si bien los tribunales comunitarios no podían garantizar la imparcialidad de los tribunales ordinarios, sí otorgaban a los miembros de la comunidad mayor intimidad, informalidad y posibilidad conciliatoria. Conectados con esta misma idea, Cappelletti y Garth proponen la creación de “tribunales que sean física, psicológica y económicamente accesibles a las personas, donde se sientan en un ambiente familiar, a cubierto de las argucias de sus adversarios”33. También se ha analizado que la conciliación resulta efectiva cuando los valores de los individuos que integran ese grupo son los mismos, es decir, cuando se trata de un medio cultural homogéneo, mientras que no se obtienen fácilmente resultados positivos cuando los conflictos se originan en problemas raciales, generacionales, religiosos o ideológicos. Acercándonos a países con características similares a las nuestras, tenemos los modelos de Brasil y Uruguay. En el primero de los mencionados, se dis32 Cappelletti, Mauro y Garth, Bryant. Ob. cit. págs. 131/132. 33 Cappelletti, Mauro y Garth, Bryant. Ob. cit. pág. 109. página 29 EL PROCESO EN LAS CUSTIONES VECINALES puso la creación y funcionamiento de Juzgados especiales de Pequeñas Causas, mediante la ley 7244, del 7/11/1984, el que ha sido suficientemente descripto y analizado por el Dr. Morello34. Se propugna en ella un proceso que combina dos regímenes: uno de composición, sustentado en la conciliación y el arbitraje; y otro de conocimiento y solución judicial, con la prestación jurisdiccional específica. Se busca terminar con un tratamiento procesal inadecuado para las causas de reducido valor económico, removiendo obstáculos tales como el alto costo de la demanda y la lentitud del proceso. Morello destaca cuatro principios básicos en ese proceso: a) facultatividad en su elección por parte del actor; b) búsqueda permanente de la conciliación; c) simplicidad, celeridad y economía en los trámites; d) amplitud de los poderes del juez. En cuanto a la simplicidad, dicha ley es novedosa desde que estipula la inexistencia de expedientes, concentrando la estructura del proceso en una ficha. Dispone también la gratuidad absoluta en el primer grado de la jurisdicción. Los justiciables no están obligados a comparecer asistidos por abogados, pero si la causa llegare a presentar cuestiones complejas, el juez hará saber a las partes la conveniencia del patrocinio letrado. Instituye la figura del conciliador, como un órgano extrajudicial, aunque bajo la supervisión del magistrado. Tal función puede ser desarrollada por bachilleres del derecho. Para el caso de que la conciliación fracase, la ley prevé como segunda alternativa el arbitraje, sin ser obligatorio. Los árbitros son escogidos de entre los abogados indicados por la Orden de Abogados de Brasil. Estos se encuentran autorizados a decidir con equidad, adoptando la decisión que reputen más justa y ecuánime atendiendo a los fines sociales de la ley y a las exigencias del bien común. De no optarse por el arbitraje, la tercera alternativa es la audiencia de instrucción y juzgamiento ante el Juez de las Pequeñas Causas. En ella se produce concentradamente la contestación de demanda, se recibe la prueba y, seguidamente, se dicta sentencia. Es en base al principio de celeridad que la ley prevé en la misma audiencia, como único acto procesal, la conciliación, instrucción y juzgamiento, realizándose todo en un mismo día, salvo motivo relevante y excepcional. Se limita la competencia de ese órgano a las causas de reducido valor económico, que versen sobre derechos patrimoniales que no excedan de veinte veces el salario mínimo, y que tengan por objeto: a) la condena sobre obligaciones de dar sumas de dinero; b) la condena sobre obligaciones de dar cosas ciertas muebles o cumplimiento de obligaciones de hacer, a cargo del fabricante o proveedor de bienes; c) la rescisión o nulidad de contrato relativo a cosas muebles y semovientes. 34 Morello, Augusto M. “El arreglo de las disputas sin llegar a una sentencia final (El Tribunal de Pequeñas Causas de Brasil)”. J.A. 1985-III, págs. 745/751. página 30 EL PROCESO EN LAS CUSTIONES VECINALES De modo expreso, la norma prescribe que quedan marginadas de dicha competencia las causas de naturaleza alimentaria, las relativas al estado y capacidad de las personas, las de accidentes de trabajo, los concursos y las causas sobre intereses fiscales del Estado. Sosa describe este proceso, marcando cinco etapas35: •Faz postulatoria: el proceso se inicia con una petición de citación al demandado. En dicho pedido se hace constar el nombre y datos personales y domicilio de las partes; los hechos y fundamentos en forma suscinta; el objeto y su valor. Se debe fijar la audiencia de conciliación dentro del plazo de diez días. La citación al demandado se hace por correspondencia, con aviso de retorno, y si se tratare de una persona jurídica, mediante entrega al encargado de recepción. •Faz conciliatoria: En la audiencia de conciliación se busca avenir a las partes. De concretarse un acuerdo, se lo plasma por escrito y se lo homologa, mediante sentencia con eficacia de título ejecutivo. •Alternativas: proceso arbitral o judicial. Si no prospera la conciliación, como se ha indicado antes, las partes pueden optar por la instauración de un proceso arbitral, seleccionando en el caso el árbitro y fijando fecha de audiencia, o bien, en el mismo acto se procede a la instrucción y juzgamiento. •Faz instructoria: en la audiencia de instrucción el juez oye a las partes, se reciben las pruebas, siendo admisibles todos los medios probatorios moralmente legítimos, pudiendo el juez limitar las que considere superfluas, impertinentes o dilatorias. La prueba testifical se limita a tres testigos por cada parte, los que en principio deben ser llevados por el proponente. •Faz decisoria: La sentencia debe fundarse sobre la base de los elementos de convicción formados en la audiencia de conciliación y prueba. Las sentencias homologatorias de conciliación o las emitidas por los árbitros son irrecurribles, en tanto que contra las demás cabe el recurso de apelación, realizándose la función revisora en la sede del mismo Juzgado, por tres jueces en ejercicio del primer grado de jurisdicción. El recurso debe deducirse en el plazo de tres días, por escrito, haciendo constar las razones, y dentro de las 48 horas siguientes a la interposición debe realizarse la fundamentación, bajo pena de deserción. Couture se encarga de describir el procedimiento verbal ante los jueces de paz del Uruguay, los que no son letrados36. Deja en claro que se trata de un juicio extraordinario, porque en él aparecen suprimidas ciertas garantías de defensa en juicio, v.gr. las garantías del plazo de deliberación para contestar la demanda, pues ésta debe hacerse de inmediato en la misma audiencia; la garantía del previo conocimiento de los testigos del adversario, ya que si el 35 Sosa, Gualberto Lucas. Ob. cit. en nota 10, págs. 345/353. 36 Couture, Eduardo. “Estudios de Derecho Procesal Civil”. Pág. 483 y sig. página 31 EL PROCESO EN LAS CUSTIONES VECINALES juez no dispone que se anticipen sus nombres, sólo se conocerán en la audiencia; la garantía de la citación para sentencia; la garantía de la apelación en asuntos menores de $ 50. Se intenta en este proceso un equilibrio, en el que no se supriman tantas garantías que desnaturalicen el sentido de todo procedimiento, pero tampoco se hagan valer tantas que traicionen el carácter breve y expeditivo de aquél. En principio, no hay una interposición de demanda, sino un pedido de citación. Se requiere al juez que llame al adversario a una audiencia en la que se expondrán las razones de la citación. En dicha audiencia deben estar presentes el juez de paz, el actor y el demandado, y los testigos. En caso de existir menores en el conflicto, debe concurrir el curador. La asistencia letrada es facultativa. En lo que a este punto atañe, Couture detalla que ha originado discusiones en cuanto a si las partes podían ser asistidas por personas no letradas, y que se ha admitido esta circunstancia sólo como un acto de tolerancia. En la primer audiencia las partes efectúan su exposición, importando que el juez perciba claramente el fondo mismo del conflicto. Luego de ello, éste intenta la conciliación, proponiendo a las partes soluciones amigables. Arribados a una conciliación, el acuerdo debe formalizarse en acta. Existe lo que se llaman “libros de conciliaciones”, o bien se plasma en un acta en papel sellado. De no haber conciliación, debe proseguir el juicio. Se confecciona un acta con el resumen o referencia de las exposiciones de las partes. El acta es firmada por el juez, las partes y los testigos. Se fija una audiencia de prueba, dentro del plazo de diez días. Este plazo, respetando el límite impuesto, es discrecional, dependiendo de la cantidad y medios de prueba a producirse. Se ha discutido cuándo las partes debían ofrecer los testigos: se planteaba el problema de que si debían hacerlo en la audiencia de demanda, el demandado quedaba indefenso en cuanto a los testigos que pudiera proponer; si en cambio lo hicieran en la audiencia de prueba, ambas partes quedarían sujetas a la sorpresa, sin tiempo a tachar a cualquiera de los testigos. La solución más acertada, a los ojos de Couture, sería el anuncio de nombres y domicilios de los testigos con una anticipación de por lo menos tres días. En el lapso entre ambas audiencias, las partes pueden pedir al juez el libramiento de oficios o la realización de pericias, de modo tal que sus resultados se hallen disponibles al momento de la segunda audiencia (de prueba). Se prevé también la posibilidad de fijar una tercer audiencia para el caso de que algún testigo no concurra, pudiendo hacérselo llevar por la fuerza pública. página 32 EL PROCESO EN LAS CUSTIONES VECINALES La audiencia puede funcionar en ausencia de uno de los litigantes, pero no sin la presencia de ambos. Si no comparece el actor, producirá su prueba el demandado. De no comparecer éste, el actor produce íntegramente su prueba. La ley nada contempla respecto de los alegatos, quedando a discreción del juez; siendo que en la práctica son admitidos. El juez se encuentra facultado para dictar sentencia en la misma audiencia o en acto por separado. La forma estaba prevista mediante un formulario administrativo, con esquema de sentencia, pero cayó en desuso. Los jueces de paz no lo utilizan, ni se sienten obligados a él. Couture habla de este proceso como una justicia mixta, de equidad y de ley, pues si bien los jueces de paz están obligados a fallar con arreglo a derecho, esa obligación no excluye que en ciertas circunstancias de excepción, hagan pesar en sus fallos el convencimiento personal surgido del conocimiento de las personas, de las circunstancias no plenamente probadas pero debidamente conocidas por el juez, de todo ese cúmulo de elementos que pueden quitar a la justicia su notorio carácter formalista para hacer valer las razones de equidad que puedan ellos aplicar en su condición de “hombres buenos”. CONCLUSIONES Y PROPUESTAS Luego de haber desarrollado el estudio de los diversos procedimientos existentes en nuestro país como en el extranjero para abordar el problema de los conflictos vecinales, como de los órganos que los llevan a cabo, considero necesario el que se practiquen modificaciones al proceso aplicable actualmente a las cuestiones vecinales en nuestra provincia, y entiendo que tal reforma debería tener el carácter de experiencia piloto para el Gran Buenos Aires. No obstante, resulta conveniente mantener como órgano competente en dichos asuntos a los juzgados de paz letrados. Estos han tenido históricamente un papel trascendental en el tema, y son los más cercanos a la comunidad, por lo que no debería innovarse en demasía al respecto. Deben pues, seguir formando parte de su competencia los conflictos vecinales, englobando en este concepto los asuntos mencionados en la página 4, esto es: - Las acciones derivadas de molestias ocasionadas por el humo, calor, olores, luminosidad, ruidos, vibraciones o daños similares por el ejercicio de actividades en inmuebles vecinos (art. 2618 C.C.), estén o no sujetas al régimen de propiedad horizontal, y las que tengan por objeto el cese de las molestias. - Las derivadas del régimen de propiedad horizontal. - Las derivadas del régimen de medianería, restricciones y límites al dominio. - Las que se susciten con motivo de las relaciones de vecindad. página 33 EL PROCESO EN LAS CUSTIONES VECINALES Por su parte, teniendo en cuenta que en las ciudades cabeceras de los departamentos judiciales tales asuntos son resueltos por los juzgados de primera instancia en lo civil, estimo prudente que en esos partidos se creen juzgados vecinales, tal como lo contempla el art. 172 de nuestra Constitución provincial. Los mismos deberían contar con plantas funcionales iguales a las de los juzgados de paz letrados, asumiendo la competencia en las cuestiones más arriba detalladas. Estos nuevos juzgados también podrían entender en los procesos de jurisdicción voluntaria, tal como lo ha propuesto en su trabajo el Dr. Martínez, más allá de que no se traten de cuestiones vecinales, sino de asuntos específicamente de menor cuantía; al igual que en materia contravencional, equiparándose así a la competencia de los juzgados de paz letrados ya existentes. Asimismo, el que conozcan en las faltas contravencionales permitiría establecer que, aún en aquellos casos en que se tomara conocimiento de un conflicto entre vecinos por la denuncia de uno de ellos, encuadrada en las normas contravencionales del Código de Faltas, el juez de paz letrado o juez vecinal, competente en las mismas, cuente con facultades para encauzarla en la instancia conciliatoria, intentando obtener el cese de una conducta que genera molestias antes que la aplicación de una sanción como puede ser la multa. De esta manera, a diferencia del proceso contravencional en el que no se admite la intervención de la víctima sea como querellante o como particular damnificado, el denunciante podrá participar del proceso, con miras a la solución del problema que lo aqueja. De todos modos, y con carácter previo a la actuación judicial, sea de los juzgados de paz letrados, sea de los nuevos juzgados vecinales, también letrados, entiendo que la reforma debería establecer una instancia conciliatoria, presidida por una persona distinta del juzgador. Hemos visto que mucho se ha discutido acerca de las características que debe reunir un conciliador, y así han existido propuestas que van desde considerar imprescindible que éste sea letrado, e inclusive que la potestad conciliatoria recaiga únicamente en un juez, hasta otras sugerencias que propician la intervención de personas legas, estimando que se encontrarán en una posición más cercana a los intereses y padecimientos de los justiciables. La persona que ocupa el rol de conciliador a mi entender, no debe tratarse necesariamente de un abogado, aunque sí debe ser alguien que cuente con capacitación jurídica y social, pudiendo por tanto cumplir tal función trabajadores sociales, sociólogos, psicólogos sociales. El conciliador debe tener, en mi opinión, conocimiento del derecho aplicable a los conflictos que se presentan, pero sobre todo un buen manejo de técnicas que permitan un desarrollo conveniente de las audiencias, en lo que a las relaciones interpersonales atañe principalmente, y la capacidad suficiente para percibir el origen real de la confrontación entre los vecinos, el que muchas veces resulta ser distinto del conflicto abiertamente expuesto, surgido de malentendidos, deficiencias en la comunicación o diferencias en la percepción de los hechos. El conciliador debe además, tener en cuenta las pautas culturales y los valores del grupo social al que pertenecen las personas que se acercan al servicio. Esto permitirá que el conciliador, a diferencia de un juez que zanja la cuestión señalanpágina 34 EL PROCESO EN LAS CUSTIONES VECINALES do a un vencedor y dejando subsistente una relación resquebrajada que se tornará en obstáculo de la convivencia futura, pueda diseñar una propuesta de solución que permita recomponer las relaciones vecinales, disolviendo el conflicto existente entre ellos y evitando posteriores disputas. A su vez, habría que garantizar la accesibilidad de los vecinos a esta instancia. Para ello, los conciliadores pueden desarrollar su labor en “centros de conciliación”, emplazados en espacios físicos tales como clubes, asociaciones de fomento, bibliotecas barriales, etc., en un horario amplio, que permita la concurrencia de aquellos sin verse obligados a ausentarse de sus propios trabajos. Asimismo, sería ideal que existiera un centro de conciliación en cada localidad que integre el partido, conformándose el mapa divisorio de la competencia territorial de estos centros en base a los nomencladores de las comisarías o a las distribuciones de las delegaciones municipales. El objetivo es facilitar el acceso de los miembros de la comunidad eliminando las barreras de la distancia o el horario, y otórgandoles mayor confianza, al concebir a estos centros como una institución barrial más. No debe descuidarse aquí el obstáculo de tipo presupuestario que pueda impedir el establecimiento de tantos centros de conciliación, por lo que en principio, cada centro de conciliación podría abarcar varias localidades del partido, es decir que tendrían una asignación zonal, debiendo guardar relación con la cantidad de habitantes por cada zona. Si bien no estaríamos ante un órgano jurisdiccional, pues el conciliador carecería de “imperium” sobre las partes, y aunque su tarea se vea desprendida de las formalidades habituales de los procesos judiciales, éste se encontrará inserto en la estructura judicial, pudiendo su tarea ser supervisada por los juzgados con competencia en los asuntos vecinales. Designado por el juez de paz o el juez vecinal, cada conciliador será un auxiliar de la justicia, tendrá la jerarquía de un perito judicial y dedicación exclusiva, y contará con la asistencia de uno o dos empleados, según las necesidades del centro de conciliación en que se desempeñe. La instancia de conciliación será gratuita, obligatoria, y no se admitirá la intervención de letrados. La obligatoriedad puede ser considerada por muchos contraproducente, tal como ha ocurrido en la Capital Federal, donde la instancia de mediación ha sido resistida por muchos abogados, que la consideran una pérdida de tiempo y de dinero. Sin embargo, en aquel caso, el patrocinio letrado es también obligatorio, siendo justamente los abogados, acostumbrados a pensar automáticamente en el litigio como variante exclusiva para resolver un conflicto, los que encuentran inútil esa etapa, mientras que en esta propuesta los profesionales letrados no intervienen en la instancia conciliatoria, quedando las partes a solas con el conciliador, lo que considero puede facilitar un rápido entendimiento, al encontrarse desprovistos de argucias legales. Además, a diferencia de la mediación en la cual no hay propuestas, sino sólo aplicación de técnicas facilitadoras de la comunicación, aquí el conciliador sugiere fórmulas de composición del conflicto, que pueden ser aceptadas o no por los vecinos participantes. Asimismo, página 35 EL PROCESO EN LAS CUSTIONES VECINALES considero importante, que a semejanza del sistema aplicado en Michigan, fracasada la conciliación y conocida la solución surgida de la sentencia en un juicio posterior, de no existir diferencias considerables entre ambas, se sancione económicamente a aquel que se negó a transigir, se trate del actor o del demandado. El procedimiento se inicia con el reclamo del interesado contra un vecino. Se fijará entonces una fecha y horario para la audiencia de conciliación, a la cual debe citarse a aquella persona con la cual el reclamante mantiene un conflicto para que se presente, bajo apercibimiento de que su incomparecencia permitirá la intervención directa del juez, quien podrá tener por ciertos los hechos denunciados en el reclamo inicial. A su vez, si la ausencia es del actor, se lo tendrá por desistido de su petición. Contrariamente a diversos proyectos en los que se limita la legitimación activa o pasiva, según sean las personas de existencia física o ideal, o tratándose de las últimas, distinguiéndose si lo son de derecho privado o público, entiendo que tanto unas como otras pueden ser parte en este proceso, siempre que se encuentren inmersas en alguna cuestión vecinal. Deberá, por cierto, quien represente a una persona jurídica, acreditar su condición de tal, y contar con facultades suficientes para transar y conciliar. La obligatoriedad del paso por esta instancia para abrir la vía jurisdiccional no impide que, si el conflicto requiere de la disposición de medidas cautelares en función de existir situaciones que no admitan demoras, el conciliador que tome conocimiento del caso, y mediando la petición de parte, dé inmediata intervención al juez para su resolución. Igualmente, la parte interesada podría presentarse primeramente ante el juez para solicitar cualquiera de las medidas cautelares previstas en el Código Procesal Civil, y resuelta esa cuestión, se comunicará al conciliador para dar inicio a la etapa conciliatoria. Reunidos en la audiencia, el conciliador escuchará la versión de cada una de las partes, ilustrará a ambas acerca de la normativa aplicable al caso, indagará a las mismas acerca de las formas de composición que crean convenientes, y a falta de ellas, propondrá una solución para componer sus conflictos, pudiendo establecer para ambos obligaciones de dar, de hacer o de no hacer. Si por la naturaleza del conflicto resultara importante el reconocimiento del lugar en que se origina el mismo, el conciliador podrá trasladarse de inmediato junto con las partes, o bien, fijar una nueva fecha y horario, la que no podrá excederse de dos días, y realizará una proposición componedora inmediatamente después del reconocimiento. Si la propuesta formulada es aceptada, se elevará al Juzgado para su homologación; y una vez homologado, el incumplimiento de sus cláusulas permitirá al afectado abrir la vía ejecutiva de sentencia. El juez podrá observar el acuerdo si se viera afectado el orden público, y mandará a que se modifique en nueva audiencia. Asimismo, podrá efectuar recomendaciones y sugerencias a los conciliadores, con vistas a futuras intervenciones, como también evacuar consultas que éstos les planteen. página 36 EL PROCESO EN LAS CUSTIONES VECINALES De no conformar la propuesta a las partes, y sobre la base de las objeciones planteadas, el conciliador podrá, si lo estima conveniente, reformular la propuesta, y de persistir el desacuerdo, se labrará un acta con un relato suscinto de los hechos que confrontan a ambas partes, y de la propuesta rechazada, debiéndose remitir al día siguiente al Juzgado, si el demandante lo solicitara, para la tramitación del respectivo expediente. En el centro de conciliación quedará registrado el procedimiento en una ficha. Recibida el acta en el Juzgado, se llamará dentro de los diez días, a una audiencia preparatoria, en la que ambas partes volverán a fijar ante el juez sus posiciones, opondrán excepciones si correspondieren y ofrecerán la prueba de que intenten valerse. Abierta esta instancia, las partes podrán presentarse acompañadas de abogado, aunque no resulta obligatorio. Empero, si una de ellas contara con asesoramiento jurídico y la otra no, deberá indicársele a esta última la conveniencia de ser patrocinado por abogado, y de carecer de recursos para ello –bastará la declaración jurada para tener por acreditada tal situación-, se le garantizará asistencia jurídica gratuita. Ya he manifestado mi posición en cuanto a que debería funcionar en cada partido una defensoría oficial, siendo ésta la encargada de asumir el patrocinio de quien no pueda costear el trabajo de un letrado particular. En esta cuestión considero que no estaríamos frente a un problema presupuestario, pues entiendo que resulta más costoso y requiere mayores tiempos la alternativa actual de recurrir al sorteo de un abogado de la matrícula para cumplir tal función. El juez, en la audiencia mencionada, podrá intentar nuevamente la conciliación, y de no obtenerse, determinará la prueba a producirse, desechando la que considere superflua o superabundante, e inclusive proponiendo aquélla que él mismo considere necesaria para tomar una decisión, aún cuando no hubiera sido propuesta por ninguna de las partes, señalando día y horario. Se intenta de este modo, instaurar un juez activista37, capaz de disponer pruebas por iniciativa propia, reservándose el poder de disposición formal, distinto del de disposición material, reconocido a las partes. Garantizando a éstas el derecho de defensa, que supone la oportunidad de controlar las medidas de oficio y de impugnarlas, el juez podrá ordenar las diligencias que considere necesarias para esclarecer la verdad de los hechos controvertidos, y decisivas para la solución del conflicto. Resultan admisibles todos los medios de prueba. Cada parte podrá ofrecer hasta tres testigos, cargando con su comparecencia. Sólo en aquellos casos en que la parte fundamente ante el juez su temor de que el testigo se rehusará a presentarse, podrá citárselo bajo apercibimiento de hacerlo comparecer con el auxilio de la fuerza pública. El juez a su vez, podrá ordenar declaraciones testimoniales de personas no propuestas por las partes. Interrogará también libremente a partes y testigos. Mandará a producir prueba pericial solamente en aquellos casos en que la experiencia humana no resulte suficiente, fijando los puntos de pericia. 37 Sobre las características de un juez activista ver : La Ley 1990 E – Secc. Doctrina. 920-941. Berizonce, Roberto O. “El activismo de los jueces”. página 37 EL PROCESO EN LAS CUSTIONES VECINALES La prueba se producirá en una única audiencia, y finalizada la misma, se dictará sentencia de inmediato, pudiendo fundadamente el juez posponer la decisión hasta un máximo de tres días. La sentencia deberá ser motivada, valorando el material probatorio recolectado, y sujetándose a las reglas de la lógica y normas de experiencia. Las costas se impondrán en el orden causado y los montos arancelarios deberán guardar relación con los valores en disputa, o fijarse un máximo legal cuando el reclamo no sea cuantificable. La sentencia definitiva dictada por el juez letrado en las cuestiones vecinales sólo será recurrible al reputársela arbitraria o absurda, en cuyo caso deberá deducirse la apelación debidamente fundada, dentro del plazo de tres días. La admisión tendrá carácter restrictivo, y será tribunal de alzada la Cámara de Apelación en lo Civil y Comercial. Este ensayo en cuanto al proceso aplicable en las cuestiones vecinales puede tener modificaciones en cuanto a los plazos y otros detalles, pero lo que principalmente quiero resaltar es la instauración de una instancia conciliatoria, conducida por alguien distinto del juez. Esta instancia no es puramente extrajudicial, sino que si bien es previa a la intervención del juez natural, se encuentra íntimamente vinculada, pues existe una interrelación entre conciliador y juez, debiendo acudirse a este último, siempre que se requiera en el caso un amparo jurisdiccional. De no obtenerse resultados positivos en la conciliación, se abre en su totalidad la vía judicial, con dos audiencias bien definidas: una preparatoria, en la que se fijan las posiciones y se ofrece la prueba; y otra de producción de prueba y juzgamiento. En este proceso el juez deberá siempre hacer prevalecer los principios de inmediación, celeridad, economía e informalidad. El proceso antes descripto no sería aplicable a las cuestiones vecinales cuando se encuentren en disputa montos altos, -podría fijarse el límite en cinco mil pesos ($ 5.000), por ejemplo-, en cuyo caso, aunque se ventilen por ante el mismo órgano, tramitarán por juicio sumario, conforme lo prevé el Código Procesal Civil. A su vez, si el proceso que en este trabajo se propone, con la instancia conciliatoria, diera buenos frutos, podría extenderse a otras cuestiones de menor cuantía, aunque no se trate estrictamente de cuestiones vecinales. Estas reformas, y su aplicación, deberían acompañarse, primeramente, de un programa de capacitación a los profesionales que asuman el rol de conciliadores, como requisito imprescindible para que se les pueda asignar el cargo, como también de un espacio de reflexión de los magistrados que se desempeñan en los juzgados de paz letrados, con vistas a lograr su adhesión al nuevo procedimiento, regido por los principios arriba enunciados de inmediación, celeridad, informalidad, antes que su mera aplicación como consecuencia de una transformación impuesta. En segundo lugar, estas modificaciones deben desarrollarse conjuntamente con una clara y abierta página 38 EL PROCESO EN LAS CUSTIONES VECINALES información a la comunidad acerca de sus derechos, el modo de ejercerlos, y los órganos a los cuales acudir para hacerlos valer. Finalmente, atendiendo al carácter experimental de esta propuesta, deberán realizarse evaluaciones periódicas a los fines de considerar los resultados que se obtengan de su aplicación, y efectuar los ajustes necesarios para contar con un proceso efectivo y útil a los intereses comunitarios; pues como enseña Quiroga Lavié, “sólo si los jueces y empleados del juzgado tienen conocimiento sobre los resultados en el tejido social –en las partes y su entorno- de sus sentencias y actos procesales, sólo en ese caso podrán estar en condiciones de mejorar sus performances futuras. Sin retroinformación de su propia actuación no habrá aprendizaje ni posibilidad de innovación”38. 38 Quiroga Lavié, Humberto. “La formación del derecho procesal organizacional”. Editado por la H. Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires. Pág. 163. página 39 EL PROCESO EN LAS CUSTIONES VECINALES BIBLIOGRAFIA CONSULTADA 1)ALVAREZ, Gladis S. y HIGHTON, Elena I. “Diferencias entre conciliación y mediación”. 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