CÓRDOBA. La formación profesional a debate

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10 AÑOS DE PARTICIPACIÓN INSTITUCIONAL
Hacia un sistema integrado de cualificaciones y Formación Profesional
HACIA UN SISTEMA INTEGRADO DE CUALIFICACIONES Y FORMACIÓN
PROFESIONAL
D. Jorge Arévalo Turrillas
(Director General de Formación Profesional. País Vasco)
Hoy es más evidente que nunca la función estratégica de la Formación Profesional en la
preparación y calidad del activo humano y, particularmente, en la mejora de las cualificaciones
profesionales a las necesidades del entorno productivo y en las políticas de empleo como instrumento
de inserción profesional. En este marco, se hace imprescindible una coordinación de las diversas
acciones formativas de forma que se eviten solapamientos entre las diferentes instituciones
competentes y se optimicen los recursos disponibles, a fin de que se realice una función sinérgica
capaz de integrar en un programa único, todas las acciones promovidas en materia de Formación
Profesional .
Los cambios sociales que se están produciendo estos últimos años, los problemas para
conseguir un empleo, la necesaria reestructuración del mercado de trabajo, el avance en las
innovaciones tecnológicas, la cada vez mayor automatización de los procesos productivos con nuevos
tipos de organización y gestión, la aparición de nuevos campos profesionales, y la rápida
transformación de las técnicas y de los equipamientos, ha hecho que los sectores productivos vengan
demandando cambios profundos en la Formación Profesional.
La prosperidad de los países que compiten con éxito en los mercados internacionales, y al
mismo tiempo mantienen y aumentan las mejoras sociales y las condiciones de trabajo, la
competitividad de sus economías, y la eficacia de sus estructuras productivas, dependen, hoy más que
nunca, de la preparación de sus recursos humanos y de la capacidad de valorizarlos permanentemente.
Esta circunstancia deriva del hecho de aplicar los recursos crecientes de estos países a la tecnología
como factor de competitividad.
En estas condiciones la inversión en capital humano, en la educación y la formación a lo largo
de toda la vida activa es, hoy día, una preocupación de primer orden de los gobiernos de los países con
los que debemos alinearnos para competir.
La construcción de un sistema de educación permanente y formación continua es visto como
factor esencial del progreso económico y social y el papel de la institución educativa en la creación de
este sistema es considerado clave por los gobiernos europeos.
La necesidad de un Sistema de Cualificaciones Profesionales
El “Programa Nacional de Formación Profesional” establece la creación de un “Sistema de
Cualificaciones Profesionales del Estado”, objetivo que debió ser cumplimentado en 1994. Aunque la
tarea de definir el Sistema de Cualificaciones Profesionales del Estado puede considerarse iniciada con
la elaboración del “Catálogo de Títulos de Formación Profesional” y con la iniciación del proceso de
definición del “Repertorio de Certificados de Profesionalidad”, dependientes de la administración
educativa y laboral respectivamente, hay que concluir que no se dispone en la actualidad de los
criterios, del método y de los instrumentos necesarios para cumplimentar dicho Sistema de
Cualificaciones Profesionales del estado.
La utilidad y consecuencias que tendrá el establecimiento de un Sistema de Cualificaciones
Profesionales aborda tres aspectos fundamentales: su relación con la mejora de las cualificaciones y el
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desarrollo de la competencia profesional, tanto de la población juvenil como de la población adulta, su
incidencia en la mejora de la transparencia del mercado de trabajo y del ajuste de la oferta y demanda
del factor trabajo y, por último, su relación con el incremento de la calidad y coherencia del sistema de
formación profesional.
El desarrollo de la competencia y la mejora de las cualificaciones
El nivel de competencia profesional de los recursos humanos, esto es, los resultados que las
personas sean capaces de obtener en cualquier campo ocupacional y la mejora continua de sus
cualificaciones es una de las claves para la competitividad de la economía, el incremento del bienestar
de los ciudadanos y la creación de empleo.
Por estas razones, los objetivos y estrategias de mejora de las cualificaciones profesionales
constituyen, hoy día, un aspecto central de las políticas de los países europeos.
Por lo general, los países con los que debemos alinearnos y competir actúan consecuentemente
con estas ideas y concretan en acciones de gobierno el establecimiento de los niveles de competencia y
objetivos de cualificación que deben ser alcanzados en los diversos sectores y campos ocupacionales
de la producción.
Conviene detenerse brevemente en esta primera e importante consecuencia sobre la utilidad de
un Sistema de Cualificaciones Profesionales. En estos países se considera que el Gobierno (por lo
general, la administración laboral, educativa, industrial y económica) debe promover el
establecimiento de los niveles o estándares de competencia y las cualificaciones profesionales que son
necesarios para disponer de unos recursos humanos competitivos en el mercado mundial. Los
estándares de competencia requeridos en la producción de bienes y servicios son identificados,
definidos y establecidos en forma de cualificaciones profesionales, que la adquisición de estas
cualificaciones es promovida por el Gobierno con la participación de los agentes sociales y,
finalmente, que estos objetivos de cualificación deben constituir objetivos y acciones prioritarios de la
acción de gobierno.
La idea de que al igual que se fijan los objetivos de crecimiento económico, de producción de
energía o de ingresos fiscales, el gobierno debe establecer objetivos de niveles de cualificación
profesional de los recursos humanos, resulta tan evidente en la producción actual (donde la mejora de
estos niveles es una continua necesidad derivada del cambio acelerado del binomio ciencia-tecnología)
que la ausencia y objetivos de cualificación en el conjunto del Estado sólo puede explicarse por la
tradicional falta de políticas industriales activas y el endémico alejamiento de los sistemas de
formación del mundo de la producción.
La mejora de las cualificaciones que produciría el establecimiento de los estándares en la
producción, reconocidos y aceptados por las organizaciones productivas y el mercado de trabajo, no
proviene sólo del hecho de posibilitar la instrumentación de políticas activas de mejora de la
formación y la cualificación de la fuerza de trabajo. La mejora de un Sistema de Cualificaciones
Profesionales se produciría, sobre todo, porque el establecimiento de un Sistema de Cualificaciones
Profesionales animaría a los empresarios y a los agentes sociales en general a invertir en formación, y
a las personas a desarrollar su competencia e incrementar su cualificación profesional.
Por otra parte, si las cualificaciones son reconocidas y aceptadas por los agentes sociales y la
Administración, y si los procedimientos de acceso a las mismas se adaptan a las posibilidades de las
personas y a la manera por la que éstas adquieren la competencia a lo largo de la vida laboral, entonces
se produciría el incentivo fundamental para la mejora de las cualificaciones: la voluntad individual de
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adquirir e invertir en formación, mejorando, a la vez, las posibilidades de formación, la
profesionalidad y los resultados del trabajo.
Además, es un hecho conocido que en el Estado Español existe un notable déficit de
profesiones reguladas (en la acepción del término contemplada en la Directiva 92/51 CEE) en relación
al resto de países europeos, y que la regulación actual que llevan a cabo las administraciones
competentes no se realiza, en muchos casos, sobre la base de la competencia profesional realmente
requerida en el desempeño de la profesión. Además, estas regulaciones no establecen niveles
comparables y coherentes de competencia necesaria en el empleo. Esta situación es perjudicial para
los intereses de los trabajadores y para los ciudadanos que no siempre obtienen servicios de calidad o
con las adecuadas garantías de seguridad e higiene en estos campos profesionales. Además, esta
situación produce rigideces innecesarias en el mercado de trabajo ya que se limita al ejercicio
profesional al exigir la posesión de un título académico o pasar un examen que tienen ambos, por lo
general, poco que ver con los requerimientos reales del ejercicio de la profesión.
La mejora de la Formación Profesional: hacia un Sistema Integrado de Cualificación y Formación
El tercer aspecto sobre la finalidad y utilidad de disponer de un Sistema de Cualificaciones
Profesionales se relaciona con algunos de los problemas más relevantes que tiene planteados la
Formación Profesional.
Uno de estos problemas es la escasa adecuación de la formación a las necesidades de
cualificación que demandan los procesos de producción y el mercado de trabajo. Más concretamente:
al carecerse de instrumentos de análisis de estas necesidades y, en consecuencia, ante la ausencia de
especificaciones de competencia que las concreten, los planes y acciones de Formación Profesional
(sobre todo los correspondientes a la formación inicial y a la formación continua de incremento o
cambio de la cualificación) no tienen asegurada su efectividad. Para ir en la dirección correcta es
necesario poner en marcha un dispositivo de definición y adaptación de los estándares de competencia
en el empleo asociado a un Sistema de Cualificaciones Profesionales.
Un sistema integrado de cualificación profesional permite el reconocimiento de todas las
formas de adquisición de competencia y supera la tradicional separación entre las cualificaciones
académicas y profesionales, y entre la formación inicial y la formación continua.
En pocas palabras, el Sistema de Cualificaciones Profesionales que proponemos actuaría como
marco orientador y de referencia de todas las acciones de formación de la Administración, de las
empresas y de las personas y permitiría a todos sintonizar sus objetivos e intereses en el sistema de
cualificaciones de una forma coherente y estructurada.
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