Comentarios al Anecdotario: vida cotidiana de un maestro de

Anuncio
1
Comentarios al Anecdotario: vida cotidiana de un maestro de banquillo
Leopoldo Santos Ramírez*
Así como su título lo anuncia desde un principio, Anecdotario: vida
cotidiana de un maestro de banquillo, cumple con sobrada suficiencia las
características que deben tener los anecdotarios; es decir, se trata de una
colección de anécdotas que de preferencia, deben guardar un orden lo más
armonioso posible.
En segundo lugar, debe tratarse de relatos breves referidos a la vida real de
determinados personajes donde es importante reflejar la experiencia
personal sobre hechos y acontecimientos en los cuales, ese o esos
personajes se hayan visto involucrados, o de los cuales hayan sido testigos.
En tercer lugar, debe tratarse de narraciones generalmente breves, y este
género literario, permite bromas, o la aparición de situaciones chistosas,
chuscas, ingredientes que hacen las veces de la sal y la pimienta en el
relato. En quinto lugar, al último, pero no menos importante, el escrito debe
dejarse leer en forma amena y amistosa.
Pero a fin de cuentas, la mejor virtud de un anecdotario es la forma en la
cual el narrador tiende un puente entre él y el entorno en el que le ha sido
dado existir a él mismo o a sus personajes. Es decir, la parte más creativa
del anecdotario consiste en cómo el autor vincula su tiempo individual y
personal con el tiempo social e histórico de una época o de un período
determinado.
Si bien todas estas cualidades están presentes en los relatos que hoy
Rodolfino Yáñez pone a consideración de los posibles lectores, podríamos
agregar que también se trata de un texto anecdótico, si entendemos este
término en su sentido de una categoría descriptiva e histórica, cuestión
siempre presente en estas narraciones.
Algo que se presta para seguir en orden la secuencia del contenido, consiste
en que éste se divide por décadas, desde 1950 a 1980, todas, del siglo
pasado, y cuando se dice siglo pasado, parece como si al tiempo individual
transcurrido no le dio tiempo de saltar al otro siglo, al contrario de lo que
ocurre con el tiempo social que aparenta no “pasar”, sino desvanecerse en
ritmos acelerados. Para comprobarlo, bastaría con echar una mirada a las
transformaciones profundas que se dieron en esos años no solamente en el
mundo, sino también en México.
2
El personaje central de estos relatos es un joven profesor que va a escalar
desde su posición de maestro de primaria a la secundaria, hasta llegar al
puesto de jefe del Departamento de Secundarias en el Estado de Sonora,
para de allí iniciar un largo descenso y una lucha constante por recuperar
sus derechos de trabajador de la educación, que le habían sido conculcados.
Su espacio geográfico inicial es la frontera, la ciudad de Agua Prieta, para
mayor referencia, y el campo de sus acciones es una parte del estado de
Sonora. La frontera es el lugar que le servirá como refugio cuando las
maniobras del poder lo alcancen, y entonces la frontera es así un punto de
partida, pero también de llegada, referencia primordial para construir la
existencia personal.
La vida del autor ha transcurrido como un trabajador comprometido con la
educación a la que ama profundamente, y a pesar de todas las limitaciones
que el ambiente social y cultural le impone a los maestros, no deja de
superarse, de tratar de avanzar aunque en su etapa de perseguido se ve
obligado a emplearse en las maquiladoras de Agua Prieta, o como cajero en
las tiendas de Douglas Arizona.
Una serie de personajes políticos o del gremio magisterial van apareciendo
en el libro a medida que trancurre el relato. Hay sin embargo dos de ellos
que interactuaron con Rodolfino Yáñez y que aparecen con un relieve
especial, los profesores René Arvizu Durazo y Ernesto López Riesgo, éste
último conocido por las distintas generaciones de preparatorianos
hermosillenses como “el venadito”. Con líneas y párrafos que exaltan los
puntos positivos de estos personajes, el narrador deja constancia de su
agradecimiento y afecto por ellos.
A través de sus recuerdos podemos deducir cómo eran los ambientes
sociales y políticos del entorno sonorense, y cómo a pesar de que los
trabajadores de la educación fueron y siguen siendo parte esencial para el
desarrollo de la región, sus necesidades de tipo material y espiritual eran y
son relegadas una y otra vez.
Decir que hay hechos que marcan la vida es un lugar común, pero a veces
se tiende a olvidar aquello que nos transformó o los acontecimientos que
empezaron a cambiar nuestras mentalidades.
La década de
magisteriales”,
después de la
autonomía y
los años sesenta que Rodolfino subtitula “Las huelgas
fueron el primer intento de los maestros sonorenses,
Revolución Mexicana, por darse uniones gremiales con
con democracia. La Federación Estatal de Maestros
3
Sonorenses, la FEMS, verdadero sindicato blanco, controlaba políticamente
a los profesores, y en Agua Prieta, como en todo el estado de Sonora en
1961 cundió la inconformidad y el descontento de maestros separatistas de
la FEMS, que finalmente lograron formar una sección del Sindicato
Nacional de Maestros y adicionalmente obtuvieron un aumento en sus
percepciones salariales.
En cuanto al ámbito estatal no se trató de un hecho aislado, sino de un
efecto un tanto tardío de los grandes movimientos de reivindicaciones
obreras que los maestros del centro del país habían desarrollado hacia la
segunda mitad de los cincuentas, pero igualmente, los antecedentes pueden
buscarse entre los movimientos de los ferrocarrileros y los médicos en
huelga salvajemente reprimidos. El último turno en los años sesentas fue
para las movilizaciones estudiantiles de 1967 en Sonora, y 1968 en la
ciudad de México, como si la misma sociedad los hubiera guardado como
una reserva para sus emergencias.
A partir de 1968, la erosión lenta pero firme de la hegemonía priísta abrió
la posibilidad de la emergencia de nuevos actores sociales y de reformas
electorales y políticas y se experimentaron nuevas formas y alianzas entre
el poder económico y político y nuevas alianzas entre los sectores
populares y de izquierda.
El conjunto de generaciones aglutinadas en esos años vieron transcurrir
acontecimientos que a la larga transformarían el rostro de la nación y
cambiarían muchos de los conceptos y pautas sociales de su propia
formación de ciudadanos. Si observamos en retrospección esos cambios,
encontramos que para el universo de la zona fronteriza sonorense, se dan
tres fenómenos estructurales o de la macroeconomía que van a transformar
la fisonomía de sus fronteras; la instalación de las maquilas en los sesenta,
el auge y reauge del narcotráfico en los setenta y ochenta, y el boom de la
migración del sur hacia las fronteras y hacia Estados Unidos a fines de los
ochenta y principios de los noventa.
Así que muchas veces, en cualquier oportunidad los hombres y las
sociedades deben volver a la vieja pregunta de dónde surgimos y qué nos
formó socialmente.
Al recapitular las características de un buen anecdotario, después de leer el
texto, quizá sea pertinente agregar una virtud más a las que enumeramos al
principio. Esta sería, la gran posibilidad que este género otorga, de ajustar
cuentas con el pasado y con los personajes contemporáneos de ese pasado,
de hacerlo sin subterfugios y continuar el debate que una vez se emprendió,
4
y reconocerse en los acontecimientos y sucesos como un personaje que
intentó vivir en consecuencia con su tiempo y con el tiempo de la historia.
(Yáñez Vargas, Leonardo, Anecdotario: vida cotidiana de un maestro de
banquillo, Hermosillo, Sección 54 del SNTE, 2008, 117 pp.).
Profesor-investigador del Programa Relaciones México-Estados Unidos de
El Colegio de Sonora, [email protected]
Documentos relacionados
Descargar