Centros para la supervisión de inyecciones (CSI) Febrero de 2016 Resumen Los centros para la supervisión de inyecciones (CSI) son instalaciones médicas controladas donde las personas pueden inyectarse drogas de forma menos dañina y riesgosa bajo supervisión médica, y recibir atención médica, consejería y referencias para servicios sociales y de salud, incluyendo el tratamiento para la dependencia a las drogas. Los CSI – también llamados sitios de inyección segura o salas de consumo de drogas (SCD) – son servicios legalmente autorizados diseñados para reducir los problemas de salud y seguridad frecuentemente asociados con la inyección en público. Los CSI proveen espacios donde las personas pueden inyectarse sus propias drogas – compradas independientemente – en un ambiente higiénico con acceso a equipo de inyección esterilizado, y bajo la supervisión de un equipo médico capacitado. Hay aproximadamente 100 CSI operando en 66 ciudades de nueve países alrededor del mundo (Suiza, Alemania, Holanda, Noruega, Luxemburgo, España, Dinamarca, Australia y Canadá) – pero no hay ninguno en los Estados Unidos.1 Los CSI pueden jugar un papel vital como parte de un acercamiento integral a las políticas de drogas basado en la salud pública, e intentan ser un complemento – no un remplazo – a los existentes programas de prevención, educación, rehabilitación y reducción de daño. Los CSI mejoran la seguridad y la salud Hay amplia evidencia de numerosos estudios controlados y revisados por pares que ha comprobado los positivos impactos de los CSI.2 Estos beneficios incluyen: Incrementos en la participación en los programas de tratamiento de la drogadicción, especialmente entre personas que desconfían del sistema de tratamiento, y quienes son poco probables a buscar tratamiento por su cuenta. Reducciones en el desorden público y las inyecciones públicas, y mejoramientos a la seguridad pública. Atracción y retención de población de alto riesgo que se inyecta drogas, quienes enfrentan un elevado riesgo de contraer enfermedades infecciosas y de sobredosis. Reducciones en los comportamientos con alto riesgo de contraer o transmitir enfermedades como el VIH y la hepatitis C (compartir jeringas, sexo no seguro, etc.). Reducciones en la prevalencia y los daños de las infecciones por bacterias. Respuestas exitosas a cientos de casos de sobredosis, y reducciones de los índices de mortalidad relacionados a la sobredosis. Ahorros en los costos como resultado de las significativas reducciones en las enfermedades, las muertes por sobredosis, y la necesidad de servicios médicos de emergencia. La provisión de educación sobre la inyección segura, y el subsecuente aumento en las prácticas menos riesgosas de inyección. Aumento en la entrega de servicios médicos y sociales. Drug Policy Alliance | 131 West 33rd Street, 15th Floor, New York, NY 10001 www.drugpolicy.org/es | [email protected] | tel 212.613.8020 | fax 212.613.8021 Página 1 Además, ningún estudio en la literatura científica ha demostrado que los CSI tengan consecuencias negativas. Por ejemplo, las evidencias disponibles han encontrado que los CSI: No incrementan el uso de drogas en la comunidad. No incrementan la iniciación de uso de drogas inyectadas. No incrementan el crimen. InSite ha demostrado ser efectivo en cuanto a los costos de la prevención de sobredosis y enfermedades de transmisión sanguínea.7 Un análisis costo-beneficio de InSite estima que el centro previene 35 casos de VIH cada año, proporcionando un beneficio social de más de $6 millones al año.8 “InSite salva vidas. Sus beneficios han sido demostrados. No ha habido ningún impacto negativo discernible en la seguridad pública y los objetivos de salud de Canadá durante sus ocho años de operación.” -Corte Suprema de Canadá, 2011. Una revisión sistemática publicada en 2014 concluyó: “Todos los estudios convergieron para concluir que los Centros de Inyecciones Supervisadas (Supervised Injection Facilities - SIFs, por sus siglas en Inglés) fueron eficaces al atraer a las personas que usan drogas inyectadas más marginalizadas, promoviendo condiciones más seguras para realizar las inyecciones, mejorando el acceso primario a servicios de salud, y reduciendo la frecuencia de las sobredosis. No se encontró que los SIFs aumentaran el uso de drogas inyectadas, el tráfico de drogas, o el crimen en las zonas aledañas a estas instalaciones. Los SIFs sí estuvieron asociados con la reducción de las inyecciones públicas de drogas, y con la disminución de jeringuillas tiradas en la calle."3 InSite: El CSI de Vancouver, Columbia Británica El CSI en Vancouver, Canadá – InSite – ha sido el CSI más intensamente estudiado en el mundo, con más de dos docenas de artículos publicados examinando sus efectos en un rango de variables, de retención en tratamiento, a referencias de servicios de salud, a su efectividad en función de costos.4 Estos estudios se alinean con las evaluaciones de los CSI de Australia y Europa, que muestran que dichas instalaciones han tenido éxito en atraer poblaciones en riesgo, y que están asociadas con una reducción en las inyecciones riesgosas, con menos muertes por sobredosis, con un aumento en la inscripción de clientes para los servicios de tratamiento y con una disminución de los disturbios asociados con las inyecciones públicas 5 Por ejemplo, un estudio encontró un aumento de 30 por ciento en el uso de servicios de desintoxicación entre los clientes de InSite.6 InSite también salva vidas. Un estudio publicado por la prestigiosa revista médica The Lancet encontró que el índice de sobredosis fatales se redujo un 35 por ciento en las zonas inmediatamente cercanas a InSite desde que empezó a operar en 2003, mientras que el resto de la ciudad experimentó una reducción más pequeña, apenas del nueve por ciento.9 Una encuesta de más de 1000 personas utilizando InSite demuestra que el 75 por ciento ha reportado cambios en sus prácticas de inyección como resultado de usar el centro. Entre estos individuos, 80 por ciento indicaron que InSite ha reducido la frecuencia de inyectarse con prisa, 71 por ciento indicaron que el centro ha conducido a menos inyecciones públicas, y 56 por ciento reportaron que el CSI ha resultado en menos desecho inseguro de jeringas usadas.10 En general, como una evaluación publicada por la Revista de la Asociación Canadiense de Medicina en 2006 concluyó, los CSI han producido un “gran número de beneficios para la salud y la comunidad... sin ninguna indicación de daños a la comunidad o relacionados con la salud.”11 Recomendaciones Los CSI son una parte vital de un acercamiento integral, basado en la salud, para reducir los daños del mal uso de drogas. Los gobiernos locales, estatales y nacionales deben explorar la implementación de un centro de inyección legal y medicamente supervisado (por lo menos a nivel de programa piloto), con personal médico profesional para reducir las muertes por sobredosis, aumentar el acceso a servicios de salud, e impulsar la expansión del acceso a equipo de inyección estéril con el fin de prevenir la transmisión del VIH y la hepatitis C. Drug Policy Alliance | 131 West 33rd Street, 15th Floor, New York, NY 10001 www.drugpolicy.org/es | [email protected] | tel 212.613.8020 | fax 212.613.8021 Página 2 Drug Policy Alliance apoya los esfuerzos de las comunidades locales en EE.UU. para explorar los programas CSI. En 2012, Nuevo Mexico adoptó una propuesta para estudiar la viabilidad de los CSI – convirtiéndose en el primer estado de la nación en considerar esta intervención que salva vidas.12 Existen esfuerzos locales en muchas ciudades para promover las SIFs, incluyendo en la ciudad de Nueva York, Boston, Seattle y San Francisco; donde muchas personas interesadas de la comunidad y personas que usan drogas inyectadas están a favor de un paso que reduzca los daños del uso de drogas. 1 Eberhard Schatz and Marie Nougier, "Drug Consumption Rooms: Evidence and Practice," (International Drug Policy Consortium, 2012) http://idpc.net/publications/2012/06/idpcbriefing-paper-drug-consumption-rooms-evidence-andpractice; European Monitoring Centre for Drugs and Drug Addiction, "Drug consumption rooms: an overview of provision and evidence," (2015) http://www.emcdda.europa.eu/topics/pods/drug-consumptionrooms. Greece closed its only SIF in 2014 but is expected to reopen it in the near future. 2 C. Potier et al., "Supervised injection services: What has been demonstrated? A systematic literature review," Drug Alcohol Depend 145C(2014): 48-68; S. Semaan et al., "Potential role of safer injection facilities in reducing HIV and hepatitis C infections and overdose mortality in the United States," Drug Alcohol Depend 118, no. 2-3 (2011): 100-10. 3 Potier et al., "Supervised injection services: What has been demonstrated? A systematic literature review," 48. 4 Semaan et al.; British Columbia Centre for Excellence in HIV/AIDS, Findings from the Evaluation of Vancouver’s Pilot Medically Supervised Safer Injection Facility – Insite (2009), http://uhri.cfenet.ubc.ca/images/Documents/insite_reporteng.pdf. 5 Hedrich el al. (2010); and KPMG, Further evaluation of the Medically Supervised Injecting Centre 2007-2011. http://www.health.nsw.gov.au/resources/mhdao/pdf/msic_kp mg.pdf; Los CSI, por supuesto, no pueden evitar todos los riesgos del uso de drogas o los daños relacionados. Sin embargo, las evidencias demuestran que pueden ser remarcablemente eficaces y efectivos en función de los costos al mejorar las vidas de las personas que se inyectan drogas, y fortalecer la seguridad y la salud de sus comunidades. Para más información, visite www.drugpolicy.org/es Evan Wood et al., “Rate of detoxification service use and its impact among a cohort of supervised injecting drug users,” Addiction 102 (2007):916–19. 7 Martin A. Andresen & Neil Boyd, “A Cost-Benefit and CostEffectiveness Analysis of Vancouver’s Safe Injection Facility,” International Journal of Drug Policy 21, no. 1 (2010): 70–76; Ahmed M. Bayoumi and Gregory S. Zaric, “The costeffectiveness of Vancouver’s supervised injection facility,” Canadian Medical Association Journal 179 (2008): 1143– 1151; Steven D. Pinkerton, “Is Vancouver Canada’s supervised injection facility cost-saving?” Addiction 105, no. 8 (2010): 1429–1436. 8 Andresen & Boyd. 9 Brandon D.L. Marshall et al., “Reduction in overdose mortality after the opening of North America’s first medically supervised safer injecting facility: a retrospective populationbased study,” Lancet 377 (2011): 1429–37. 10 Steven Petrar et al., “Injection Drug Users’ Perceptions Regarding Use of a Medically Supervised Safer Injecting Facility,” Journal of Addictive Behaviors 32, no.5 (2007):10881093. 11 Evan Wood et al., “Summary of findings from the evaluation of a pilot medically supervised safer injecting facility,” Canadian Medical Association Journal 175 (2006):1399–404. 12 50th Legislature, State of New Mexico, Senate Memorial 45 (2012) http://www.nmlegis.gov/Sessions/12%20Regular/memorials/s enate/SM045.pdf. 6 Drug Policy Alliance | 131 West 33rd Street, 15th Floor, New York, NY 10001 www.drugpolicy.org/es | [email protected] | tel 212.613.8020 | fax 212.613.8021 Página 3