la generación del 50 - Un cuarto de Lengua y Literatura

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LA GENERACIÓN DEL 50
Introducción
Generación del 50, del medio siglo o de los niños de la guerra, son
denominaciones para el grupo de escritores nacidos en torno a los años 20 del siglo XX, que
publican en torno a los años 50 y que son considerados "hijos" de la guerra.
La mayor parte de estos autores se agrupan en círculos de amigos en Madrid
o Barcelona, aunque también es importante el núcleo andaluz.
Entre los más destacados miembros de esta generación figuran: José Manuel
Caballero Bonald, Antonio Gamoneda, Jaime Gil de Biedma, Ángel González, josé Agustín
Goytisolo, Alfonso Grosso, Claudio Rodríguez, o José Ángel Valente, entre otros.
Algunos elementos que tienen en común este grupo poético: la procedencia
burguesa de casi todos, el acceso a la universidad y una postura antifranquista.
Estética
Especialmente en poesía unen la reivindicación social con una nueva lírica y
preocupación por el lenguaje, así como reflexiones filosóficas. Les une su condición de
intimistas. Muchas características proceden de Bécquer, de la Generación del 98,
singularmente de Antonio Machado y de gran parte de la Generación del 27 como Cernuda
Un precedente del grupo es José Hierro.
Los nuevos poetas se preocupan por el lenguaje lírico, lo cuidan y meditan, pero
al margen también de una visión clasicista o academicista. Lo excepcional de este grupo es
que recuperan la calidad literaria perdida tras la guerra siendo una nueva generación y
creando nuevas voces.
Asociamos a ese nombre una poesía de corte narrativo, que tiende a no
separar demasiado la lengua poética de la hablada, que prefiere los elementos racionales
en la construcción del poema, que denuncia la situación sociopolítica del país y que
aspira a su transformación.
Temas
Un par de motivos poéticos recorren la obra de estos poetas: la guerra civil
como lugar de libertad para el niño que en esos momentos fueron, al margen de lo que
como acontecimiento represente para su conciencia adulta; y la mala conciencia burguesa.
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El tema del paso del tiempo se puede presentar solo o en conexión con el de la
muerte, el de la infancia o el de la memoria, sus potencialidades y sus trampas.
Se proponen escribir una “poesía autobiográfica”, reflexiva, con amplio
despliegue de elementos narrativos para conocer la propia personalidad.
Retórica
Tienen una actitud escéptica, “posmoderna”, en el sentido de sospechar de las
certidumbres excesivamente rotundas. Los poemas del 50 están llenos de incisos (“me
parece, creo ahora...”), expresiones atenuadoras (“debía de...”), adverbios y formas como
“acaso”, “puede ser que”, signos lingüísticos suficientemente explícitos de esa actitud vital.
Son muy característicos todos los recursos apropiados a una poesía narrativa y
descriptiva: largas enumeraciones, gradaciones, recursos de repetición (no sólo fónicos).
Comparaciones y metáforas son usadas por igual. Junto con la ironía, el elemento más
característico de la poesía del 50, el humor y la intertextualidad serán los rasgos distintivos
de esta generación.
Métrica
Es evidente el abandono de las estrofas cerradas, de las cuales el soneto
apenas tiene presencia. La forma poética más habitual será la silva de versos impares. El
endecasílabo es muy empleado, solo o en combinación con los demás versos impares
(heptasílabos o pentasílabos; eneasílabos; alejandrinos). El resultado será un instrumento
extremadamente flexible, muy apropiado para la expresión de los más sutiles matices de la
emoción o el sentimiento.
Se huirá por regla general de la mecanización, por lo que, al igual que sucede
con el tono, se introducirán abundantes rupturas de ritmo, en forma de pies quebrados, de
algún verso de ritmo par, de la propia descomposición del endecasílabo en segmentos de
diferentes longitudes.
El encabalgamiento es un recurso muy empleado en una poesía que tampoco
métricamente desea alejarse demasiado de la lengua hablada, y se emplea de manera muy
consciente para resaltar el valor de determinados conceptos, como eficaz aliado de efectos
como la ironía, la sorpresa, o bien en unión de determinadas figuras (rupturas de frase
hecha, dilogías, etc.). La rima desaparece o, en ocasiones, queda reducida a discretas
asonancias, mientras que la rima consonante se utiliza exclusivamente con sentido paródico.
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