CYAN MAGENTA AMARILLO NEGRO A 24 CÓRDOBA. DOMINGO 13 DE FEBRERO DE 2005 Sucesos El tiempo Bueno y nublado Máxima 30° Mínima 18° MASACRE EN LA CÁRCEL LA CAUSA JUDICIAL ¿Quiénes mataron a los uniformados? No descartan que un policía pueda quedar imputado por homicidio. El caos complica el recuento de los presos. CHARLY SOTO / ARCHIVO CLAUDIO GLESER DE NUESTRA REDACCIÓN [email protected] Un balazo asesinó al policía Roberto Ignacio Cogote. Otro disparo mató al guardiacárcel Andrés Abregú. Y otro proyectil fue el que ultimó a su compañero, Pablo Ferreyra. La Justicia quiere determinar ahora de qué armas partieron las balas que acabaron con las vidas de estos uniformados, durante el trágico motín registrado en la Penitenciaría, donde también murieron cinco peligrosos reclusos. Así lo señalaron fuentes judiciales a LA VOZ DEL INTERIOR, quienes añadieron que una de las mayores prioridades de la investigación es conocer quiénes mataron a los dos empleados penitenciarios y al policía. Una vez determinada esta cuestión, recién se avanzará en precisar cómo murieron los otros cinco internos. A partir de entonces, podrían surgir imputaciones por parte del fiscal que lleva adelante la causa, Javier Praddaude. En este sentido, no se descarta que al menos un policía pueda llegar a quedar imputado por homicidio. Ocurre que una hipótesis que cobra fuerza minuto a minuto, en la causa, es que el guardiacárcel subadjutor Abregú habría muerto tras recibir un balazo policial en la cabeza, cuando era llevado como rehén en un camión por los presos, que intentaban huir. El otro guardia Ferreyra (ayudante de cuarta jerarquía) tam- La Justicia sospecha que uno de los guardias, que iba como rehén, habría recibido un balazo policial. bién murió de un tiro mientras se registraba el tiroteo. Aunque, en este caso, la sospecha es que habría recibido un disparo por parte de uno de los reclusos. De lo que los investigadores no tienen dudas es de que el policía Cogote murió fusilado por una ráfaga efectuada con un fusil FM K3, por uno de los presos. Una balacera infernal Los tres uniformados fueron heridos prácticamente con pocos minutos de diferencia. Eran poco más de las 20 del jueves pasado y el motín estaba en su punto más álgido. Cientos de presos habían copado la cár- cel y exhibían a los guardiacárceles tomados como rehenes, des- “La Policía tenía la orden de no disparar un solo tiro. No había que matar a nadie. Pero las cosas cambiaron en un segundo”, dijo una alta fuente judicial. de los techos del viejo presidio. A todo esto, los fiscales Javier Praddaude, Carlos Matheu y Ale- jandro Weiss hacían ingentes esfuerzos para destrabar el conflicto. Los tres estaban en la puerta principal, junto a los negociadores policiales, dialogando con el grupo de los menos revoltosos. Los fiscales les entregaron una nota con una propuesta para acabar con el amotinamiento. Uno de los presos dijo que iba a hablar con sus compañeros y pidió tiempo. “La Policía tenía la orden de no disparar un solo tiro. El conflicto debía solucionarse con la negociación. Estábamos dispuestos a que el motín se extendiera una semana, no había que correr riesgos y matar a un inocente. Pero con la fuga las cosas HUGO ALLENDE EL SEPELIO DE PABLO FERREYRA. Su esposa y su padre, sin consuelo. No concurrió ninguna autoridad del Servicio Penitenciario. 11 chicos se quedaron sin padre cambiaron en un segundo”, dijo una alta fuente judicial. Esa noche, mientras los fiscales aguardaban la respuesta de los presos, un francotirador del grupo de elite Eter de la Policía observó “movimientos extraños” cerca del portón sobre calle Uspallata. Varios hombres de ese cuerpo se dirigieron hacia ese lugar. También había numerosos efectivos de las patrullas del CAP y del interior. Un preso ubicado en una torreta en el cruce de las calles Videla Castillo y Uspallata vio los movimientos y disparó con su fusil. En esas circunstancias, habría sido gravemente herido el policía Cogote. Murió luego. El portón se abrió y un grupo de entre 17 y 25 presos quiso escapar en un camión. El guardiacárcel iba como rehén. “La premisa era no disparar. Pero en ese momento las cosas eran distintas... había una fuga y la Policía abrió fuego”, consignó otra fuente judicial. Durante la balacera, dos reclusos cayeron acribillados. Junto a ellos cayó Abregú, agonizante, con un proyectil en la cabeza. Cabe precisar que no se descarta que el guardia ya estuviese muerto cuando los presos lo subieron al camión. “No. Estaba vivo cuando lo metieron”, señalaron algunos de sus compañeros a este diario. Dos hombres del Eter fueron heridos en sus piernas por los presos, mientras cubrían su retirada y volvían a entrar al penal. De acuerdo a las sospechas iniciales, el guardia Ferreyra, quien aparentemente estaba entre el muro exterior de la cárcel y el alambrado, se enfrentó también con los reclusos. Una bala le atravesó el casco y lo mató. La hipótesis es que habría sido alcanzado por un disparo desde arriba, aparentemente, disparado por los amotinados. La investigación está por ahora en manos de la División Homicidios de la Policía, bajo las órdenes del fiscal Praddaude. “Por ahora, la forma en que murieron esos uniformados no está clara. Y se está buscando pruebas en ese sentido. También vamos a tomar testimonios”, dijo el fiscal a este diario. “Hay que esperar ciertos estudios, como las autopsias (permitirá conocer el proyectil y el recorrido del mismo) y vamos a ver qué pasa”, aseguró Praddaude, quien dijo que “no se descarta” que uno o varios policías puedan ser imputados por la muerte del guardiacárcel que iba en el camión. “Pero falta mucho por investigar”, concluyó el fiscal. Mañana se reunirá con los detectives de Homicidios para analizar la investigación. “La Policía actuó bien, no hay dudas. Pero hay que determinar fehacientemente si mataron un rehén”, concluyó un alto vocero judicial consultado. Niegan fuga de presos Momentos llenos de dolor, bronca e indignación se vivieron ayer durante el sepelio de los restos del policía y de los dos guardiacárceles, quienes murieron durante el trágico motín de la Penitenciaría cordobesa. El cabo primero Roberto Ignacio Cogote fue sepultado ayer en un cementerio privado de camino a la ciudad de Alta Gracia. Por decisión de su familia, el uniformado no fue velado en la Jefatura de Policía, como suele ocurrir con aquellos hombres de la fuerza que “caen en actos de servicio”. Por el contrario, Cogote había sido velado en una sala del barrio Alberdi. A la ceremonia de sepultura acudieron el jefe de Policía, comisario general Jorge Rodríguez, y miembros de la Plana. Cogote estaba casado con Silvia Baigorria y era padre de seis criaturas, según informaron fuentes de la propia fuerza. Al momento del sepelio, varios de sus familiares rompieron en llanto y exigieron justicia. No menos emotivo fue el sepelio del guardiacárcel Pablo Ferreyra, cuyos restos ahora descansan en un cementerio de camino a Villa Retiro. Según comentaron sus allegados, el empleado penitenciario era padre de tres hijos con su primera esposa y había tenido una beba hace poco tiempo junto a su actual mujer. En el sepelio se vivieron escenas desgarradoras. Numerosos compañeros suyos concurrieron a la ceremonia para dar- le el último adiós. “Fijate una cosa. No vino nadie del Servicio Penitenciario a saludar a la familia. Mirá cómo son. Ni siquiera una flor mandaron, siendo que él dio tanto por ellos”, señaló un agente penitenciario. También ayer fue sepultado el otro guardiacárcel asesinado: Andrés Abregú estaba casado desde hacía poco tiempo y era padre de una beba. Fuentes del Gobierno dijeron que estas tres familias recibirán una ayuda económica. El secretario de la Gobernación de Córdoba, Marcelo Falo, dijo anoche a este diario que ningún preso se escapó de la Penitenciaría. De esta manera, el funcionario desmintió versiones que ayer surgieron desde el penal, dando cuenta de que “faltaban tres presos”, luego de un recuento provisorio. Altas fuentes policiales relativizaron este faltante y lo atribuyeron al caos generalizado que por estas horas aún impera en el Servicio Penitenciario. APUNTES DE LA TRAGEDIA Cronología del trágico motín en Penitenciaría El jueves pasado a la siesta, una pelea en el pabellón 5 de la Penitenciaría desembocó en un violento motín. Se sospecha que la pelea estaba preparada. En pocos minutos, cientos de presos copan el penal y toman a varios guardiacárceles como rehenes. Copan el edificio y se apoderan de numerosas armas de fuego. La noticia es dada a conocer por las radios y en pocos minutos, decenas de familiares se aglutinan frente al penal e incitan a los reclusos a no desistir. Varios de los allegados se contactaron vía celular con los presos y les dieron detalles de los movimientos policiales. Hubo refriegas. Con el paso de las horas, el motín se agravó. La zona quedó copada por la Policía. El gobernador José Manuel de la Sota se contactó con el ministro del Interior de la Nación, Aníbal Fernández, y le pidió la ayuda de Gendarmería. Los hombres de verde llegaron al rato, pero no intervendrían en el tiroteo. El jueves al anochecer, un grupo de presos pretende escapar del penal en un camión. Se origina un violento tiroteo con los presos, que habían conseguido poderosas armas de fuego. Como resultado, mueren dos guardiacárceles, un policía y cinco presos. Hubo decenas de heridos y graves destrozos. El motín culminó el viernes a la tarde, gracias a la intermediación del cura párroco de la Penitenciaría Hugo Olivo, quien convenció a los presos a entregar sus armas y rendirse. Los reclusos se entregaron de día, ya que temían que si lo hacían de noche, podían ser acribillados por la Policía. El penal quedó destruido por los propios revoltosos.